Número de registro: 21735 Novena Época Instancia: Primera Sala

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CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009.
Número de registro: 21735
Novena Época
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXX, Septiembre de 2009
Página: 60
CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009. ENTRE LAS SUSTENTADAS POR EL QUINTO
TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL TERCER CIRCUITO Y EL
DÉCIMO PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER
CIRCUITO.
CONSIDERANDO:
PRIMERO. Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es competente
para conocer y resolver de la presente denuncia de contradicción de tesis, de conformidad con
lo dispuesto en los artículos 107, fracción XIII, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos; 197-A de la Ley de Amparo y 21, fracción VIII, de la Ley Orgánica del
Poder Judicial de la Federación, así como en los puntos segundo y cuarto del Acuerdo
Plenario 5/2001, publicado en el Diario Oficial de la Federación el veintinueve de junio de
dos mil uno, por tratarse de una contradicción suscitada entre criterios de Tribunales
Colegiados de Circuito, en asuntos que son de naturaleza civil, competencia de esta Sala.
SEGUNDO. La denuncia de contradicción de criterios proviene de parte legítima ya que fue
formulada por el Magistrado integrante del Quinto Tribunal Colegiado en Materia Civil del
Tercer Circuito, que fue uno de los órganos jurisdiccionales que sostuvo uno de los criterios
en posible contradicción, de forma que se encuentra facultado para ello de conformidad con
el artículo 197-A de la Ley de Amparo.
TERCERO. Las consideraciones sostenidas por el Quinto Tribunal Colegiado en Materia
Civil del Tercer Circuito, al resolver la improcedencia 459/2008, en lo que interesa, son las
que a continuación se transcriben.
"Los agravios hechos valer son sustancialmente fundados. Contrario a lo que estimó el Juez
de Distrito, es inexacto que se actualice la hipótesis prevista en el artículo 145 de la Ley de la
Amparo, habida cuenta que, como se verá, no se advierte de momento la existencia de un
motivo manifiesto e indudable de improcedencia. De lo expuesto en la demanda de garantías,
concretamente en el capítulo relativo a los actos reclamados, transcrito en el resultando
primero de esta sentencia, se colige que los recurrentes ********** y ********** acudieron
a promover el juicio de amparo en representación de su hija menor **********, como
tercera extraña al juicio civil sumario 422/2007, entablado por la Arquidiócesis de
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Guadalajara, Asociación Religiosa, contra el **********, reclamando cualquier resolución
pronunciada en ese juicio que ordene el lanzamiento o desalojo del citado colegio respecto
del inmueble ubicado en la calle ********** en esta ciudad; que ello impediría que, ya
iniciado el ciclo escolar 2008-2009, la menor continuara recibiendo la instrucción primaria
hasta su conclusión como alumna matriculada; que existe una inminente privación de la
posesión jurídica y material que ejerce la niña quejosa sobre el inmueble en el que se le
imparten las clases; asimismo, el desalojo de todos los archivos y documentos que se
encuentran en la dirección y secretaría de la asociación civil que utiliza la finca. Por su parte,
en el auto recurrido el Juez Federal estimó, esencialmente, que el acto reclamado no causa un
perjuicio personal y directo a la impetrante de garantías en términos de lo establecido por el
artículo 107, fracción I, de la Constitución Federal y 4o. de la Ley de Amparo, habida cuenta
que, en todo caso, la prerrogativa afectada pertenece a la persona moral ********** y, por
tanto, corresponde a su representante legal el ejercicio de su defensa respectiva, pues es a
quien se dirige la orden de lanzamiento. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha
establecido que no es factible desechar la demanda de amparo por falta de interés jurídico
cuando un tercero extraño acude al procedimiento constitucional, habida cuenta que ello
deberá ser materia de prueba durante la secuela del juicio de garantías. Así lo estableció la
Primera Sala de dicho Máximo Tribunal del país en la jurisprudencia localizable en la
Novena Época y Semanario referido, Tomo XXI, mayo de dos mil cinco, página 245, de
rubro y contenido siguientes: ‘INTERÉS JURÍDICO EN EL AMPARO. LA FALTA DE
ACREDITAMIENTO, NO DA LUGAR AL DESECHAMIENTO DE LA DEMANDA POR
NOTORIAMENTE IMPROCEDENTE, CUANDO ÉSTA SE PROMUEVE POR UN
TERCERO EXTRAÑO A JUICIO. Tratándose de una demanda de amparo interpuesta en
contra de la orden de desalojo o lanzamiento de un inmueble como consecuencia de la
sentencia definitiva que ordena su desocupación y entrega, respecto del cual el quejoso se
ostenta como tercero extraño a juicio y aduce tener su posesión, no procede desecharla por
notoriamente improcedente, ante la falta de acreditamiento del interés jurídico del
promovente, toda vez que ello deberá ser materia de prueba durante la secuela procesal del
juicio constitucional, pues la sola existencia de dicha orden hace inminente su ejecución, aun
cuando se dirija a otra persona; en tal evento y de no existir otra causal de improcedencia
evidente del juicio, procede admitir y tramitar la demanda de amparo, ya que de otra forma el
promovente quedaría en estado de indefensión, haciéndose nugatorios sus derechos al
impedírsele demostrar los dos supuestos que integran el interés jurídico, es decir, su
titularidad respecto del derecho subjetivo reconocido por la ley y el perjuicio que le causa el
acto de autoridad.’. Ahora bien, aun cuando el interés jurídico y la legitimación activa
constituyen cuestiones distintas, sin embargo, tienen un elemento común atinente a que no
debe inferirse con base en presunciones, lo que implica que no es jurídicamente factible
inadmitir el libelo constitucional con base en la falta de acreditamiento de una u otra, habida
cuenta que ambas deberán justificarse durante la tramitación del procedimiento
constitucional. El artículo 4o. de la Ley de Amparo, preceptúa: ‘El juicio de amparo
únicamente puede promoverse por la parte a quien perjudique la ley, el tratado internacional,
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el reglamento o cualquier otro acto que se reclame, pudiendo hacerlo por sí, por su
representante, por su defensor si se trata de un acto que corresponda a una causa criminal, por
medio de algún pariente o persona extraña en los casos en que esta ley lo permita
expresamente; y sólo podrá seguirse por el agraviado, por su representante legal o por su
defensor.’. En el numeral citado el legislador reguló la legitimación activa en la causa y la
diversa en el proceso, en concordancia con los principios rectores del juicio de garantías. Por
la primera, en términos generales, se entiende la cualidad del sujeto que ejerce la acción, esto
es, la que corresponde a la persona que de conformidad con la ley sustancial está facultada
para acudir al órgano jurisdiccional, quien en la sentencia de fondo determinará si existe o no
el derecho pretendido. En el juicio de amparo, la legitimación activa en la causa sólo la tiene
la persona que resiente un perjuicio a causa de un acto de autoridad que se aparte de la norma
constitucional, vulnerando su esfera jurídica. Del citado precepto se desprenden dos de los
principios rectores del juicio de garantías consistentes en que ha de promoverse a instancia de
parte agraviada y que debe existir un agravio personal y directo. De acuerdo con la primera
de las aludidas hipótesis, el procedimiento constitucional nunca iniciará de manera oficiosa,
ya que es indispensable el ejercicio de la acción constitucional por parte del gobernado
debido al ataque del acto autoritario que lesione sus derechos; por su parte, en relación con el
segundo, éste exige la existencia de un menoscabo u ofensa que recae y se concreta en una
persona física o moral determinada no genérica y que, sin ser necesariamente patrimonial, sea
apreciable objetivamente, es decir, y consista en una afectación real, no subjetiva, cuya
realización sea pasada, presente o inminente, no simplemente eventual, aleatoria o hipotética.
Al respecto, en el Manual del Juicio de Amparo, producido por la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, Editorial Themis, página 23, se establece: ‘El principio de la existencia del
agravio personal y directo también se desprende de los artículos 107, fracción I,
constitucional y 4o. de la Ley de Amparo que, como se ha visto, respectivamente estatuyen
que el juicio se seguirá siempre a instancia de parte agraviada y que únicamente puede
promoverse por la parte a quien perjudique el acto o la ley que se reclama.’. Ahora bien, por
agravio debe entenderse todo menoscabo, toda ofensa a la persona física o moral, menoscabo
que puede o no ser patrimonial, siempre que sea material, apreciable objetivamente. En otras
palabras: la afectación que en su detrimento aduzca el quejoso debe ser real, y no de carácter
simplemente subjetivo. Ese agravio debe recaer en persona determinada, concretarse en ésta,
no ser abstracto, genérico; y ser de realización pasada, presente o inminente; es decir, haberse
producido, estarse efectuando en el momento de la promoción del juicio o ser inminente, no
simplemente eventual, aleatorio, hipotético (en esto estriba lo directo del agravio). Los actos
simplemente probables no engendran agravio, ya que resulta indispensable que aquellos
existan o que haya elementos de los que pueda deducirse su realización futura con certeza. Lo
anterior también se expone en la tesis emitida por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación, publicada en el Volumen 76, Primera Parte, página 45, de la Séptima Época del
Semanario Judicial de la Federación, que dice: ‘LEGITIMACIÓN PROCESAL PARA
OCURRIR AL AMPARO. La fracción I del artículo 107 constitucional establece como
principio esencial del juicio de garantías, el que éste se siga siempre a instancia de parte
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agraviada, y, a su vez, el artículo 4o. de la Ley de Amparo dispone que el juicio de garantías
puede promoverse únicamente por la parte a quien perjudique el acto o la ley que se reclama.
Ahora bien, de la correcta interpretación de los mencionados preceptos, se llega a la
conclusión de que la legitimación procesal para ocurrir al amparo sólo la tiene la persona o
personas, físicas o morales, directamente agraviadas por la ley o acto que se estime violatorio
de garantías, mas no así quien, por ello, indirectamente pudiera resentir algún perjuicio,
porque el derecho de promover ese juicio es personalísimo.’. Por su parte, la fracción V del
artículo 73 de la legislación en cita, estatuye: ‘El juicio de amparo es improcedente: ... V.
Contra los actos que no afecten los intereses jurídicos del quejoso.’. El interés jurídico es la
pretensión que se encuentra reconocida por las normas de derecho, está referido a la
titularidad de los derechos afectados por el acto reclamado de manera que sólo el sujeto de
esos derechos puede ocurrir al juicio de amparo, es decir, éste existe cuando hay preceptos
legales que otorgan una tutela jurídica a la prerrogativa del solicitante de la protección
federal. Así se establece en la tesis 120 del Tomo VI de los Precedentes Relevantes
compilados en el último y Apéndice al Semanario citados, que prevé: ‘PERJUICIO
JURÍDICO, NOCIÓN DEL, PARA LA PROCEDENCIA DEL JUICIO DE AMPARO. La
noción de perjuicio para los efectos del amparo supone la existencia de un derecho
legítimamente tutelado que, cuando se ve transgredido por la actuación de una autoridad,
faculta a su titular para acudir ante el órgano jurisdiccional correspondiente demandando que
esa transgresión cese. Tal derecho, que puede hacerse respetar por el ordenamiento legal
objetivo, es lo que constituye el interés jurídico que la Ley de Amparo toma en cuenta para la
procedencia del juicio de garantías. Sin embargo, no todos los intereses que pueden concurrir
en una persona merecen el calificativo de jurídicos, pues para que tal cosa suceda es menester
que la ley los reconozca como tales a través de una o varias de sus normas.’. En el referido
Manual del Juicio de Amparo, página 54, al explicar la causal de improcedencia consignada
en la fracción V del citado artículo 73 de la Ley de Amparo, se señala: ‘... para que la acción
constitucional proceda no basta que sea impulsada por un interés cualquiera, por un interés
simple como suele llamarse a aquel que, sin contar con el respaldo legal, puede tener todo
gobernado en que surja o se mantenga una situación, creada por la autoridad, que le es
cómoda o placentera, o, por el contrario, en que desaparezca o se evite la que pueda resultarle
mortificante. Es necesario que tal interés descanse en un derecho derivado de la ley a exigir
del gobernante determinada conducta, positiva o negativa, y, como consecuencia lógica, que
tenga como correlativo el deber del citado gobernante de realizar la conducta. Hay interés
jurídico, pues, cuando se cuenta con un derecho derivado de alguna disposición legal, a exigir
de la autoridad determinada conducta.’. Igualmente se invoca la tesis 1484 del Pleno del
aludido Máximo Órgano jurisdiccional del país, consultable en el Tomo I, de la mencionada
compilación del mismo Apéndice, página 1046, cuyo rubro y texto son del tenor literal
siguiente: ‘INTERÉS JURÍDICO, CONCEPTO DE, PARA LA PROCEDENCIA DEL
AMPARO. Debe distinguirse entre perjuicio o interés jurídico, como condición para la
procedencia del juicio de amparo y el perjuicio económico sufrido por un individuo o
conjunto de individuos en virtud de la realización del acto reclamado, perjuicio este último
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que no es suficiente para la procedencia del juicio de garantías, pues bien pueden afectarse
económicamente los intereses de un sujeto y no afectarse su esfera jurídica. Surge el interés
jurídico de una persona cuando el acto reclamado se relaciona a su esfera jurídica,
entendiendo por ésta el cúmulo de derechos y obligaciones poseídos por un sujeto o varios de
ellos como en el caso de la persona jurídica moral. Si las leyes impugnadas no se refieren a
algún derecho perteneciente a la esfera jurídica de la quejosa, ésta carece de interés jurídico
para impugnarlas en el juicio de amparo y si lo hace, debe declararse la improcedencia del
juicio.’. En ese contexto, mientras que la legitimación para acudir al juicio de garantías está
determinada por la existencia de un perjuicio personal y directo causado al quejoso por un
acto de autoridad, el interés jurídico se traduce en la afectación a la esfera jurídica del aludido
solicitante de la protección federal, esto es, que el acto reclamado incida en algún derecho
legalmente tutelado. Ilustra lo anterior la tesis sustentada por la otrora Tercera Sala del
precitado Tribunal Constitucional, visible en la Séptima Época del indicado órgano de
difusión judicial, Volúmenes 97-102, Cuarta Parte, página 95, intitulada y redactada así:
‘INTERÉS JURÍDICO Y LEGITIMACIÓN PROCESAL. SON CONCEPTOS DISTINTOS.
Por interés jurídico debe entenderse el que tienen las partes respecto de los derechos o de las
cosas materia del juicio; es la posibilidad de acudir a los tribunales para obtener de ellos una
tutela jurídica, mediante la sentencia que se pronuncie, o sea, la facultad de ejercitar una
acción para obtener una prestación o evitarse un perjuicio o la lesión de un derecho. La
legitimación, en general, es la situación en que se encuentra una persona con respecto a
determinado acto o situación jurídica, para el efecto de poder ejecutar legalmente aquél, o de
intervenir en ésta. La legitimación para obrar, a su vez, consiste en que precisamente deba
actuar en el proceso, quien conforme a la ley le competa hacerlo; es la identidad de quien
actúa, con quien la ley le otorga ese derecho, o sea la condición de las personas que
promueven la acción o se defienden de la que ha sido intentada contra ellas.’. Asimismo, se
invoca, por las razones que la integran, la tesis de la Sala Auxiliar de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, visible en los Volúmenes 193-198, Séptima Parte, página 335, de la
misma Época del multicitado Semanario Judicial de la Federación, que estatuye: ‘AGRARIO.
INTERÉS JURÍDICO Y LEGITIMACIÓN PROCESAL. DIFERENCIA ENTRE AMBOS
CONCEPTOS. Interés jurídico y legitimación procesal no son una misma cosa, sino
conceptos distintos, y por ende, puede existir el primero y faltar el segundo. En efecto, por
interés jurídico debe entenderse, en forma abstracta y general, la facultad para el ejercicio de
la acción constitucional derivada de la titularidad que al quejoso corresponde en relación con
derechos o posesiones tutelados a través de normas de derecho objetivo, que resulten
conculcados por los actos de autoridad contra los cuales se pide amparo. En tanto,
legitimación procesal es el presupuesto necesario para el ejercicio de la acción constitucional,
que consiste en que en el proceso debe actuar, precisamente, quien conforme a la ley le
competa hacerlo; o sea, la situación en que se encuentra una persona respecto a determinado
acto o situación jurídica, para el efecto de poder ejecutar legalmente aquél o de intervenir en
ésta. De lo que se sigue que, aun cuando se tenga interés jurídico, si no se cuenta con
certificado de inafectabilidad o no se tiene en posesión el predio afectado, en los términos y
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condiciones que establece la Ley Federal de Reforma Agraria, se carece de legitimación
procesal para reclamar la resolución presidencial dotatoria o ampliatoria de ejidos
correspondiente.’. Sin embargo, se estableció al inicio del presente considerando, cuando un
tercero extraño al procedimiento natural, como en el caso, acude al juicio de amparo, no es
factible desechar la demanda de garantías por no haber acreditado el interés jurídico en ese
momento, habida cuenta que ello, al igual que la legitimación, puede demostrarse durante la
tramitación del procedimiento constitucional con las pruebas que se aporten. Lo contrario,
implica prejuzgar con base en presunciones, siendo que la improcedencia del juicio de
garantías debe estar demostrada fehacientemente, como que se indicó. Por otra parte, los
argumentos esgrimidos por el Juez Federal en torno a la violación al artículo 3o.
constitucional, respecto a que dicho numeral prevé la obligación del Estado de proporcionar
el derecho a la educación, y que la ejecución de los actos reclamados no implica la privación
de la prerrogativa a continuar el curso escolar dos mil ocho, dos mil nueve, debido a que la
institución educativa es la obligada a realizar las gestiones necesarias para obtener un lugar
en el que la menor pueda continuar sus estudios, involucra cuestiones de fondo, lo que no es
jurídicamente factible invocar para desechar el libelo constitucional. Por consiguiente, la
causal invocada en el auto impugnado no resulta patente e inobjetable, razones por las que
debe desestimarse, según lo establecido por la jurisprudencia 20 emitida por el Pleno de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, aplicable por analogía, editada en el Tomo VI del
último Apéndice al Semanario Judicial de la Federación (actualización 2002), de rubro y
contenido siguientes: ‘IMPROCEDENCIA DEL JUICIO DE AMPARO. SI SE HACE
VALER UNA CAUSAL QUE INVOLUCRA EL ESTUDIO DE FONDO DEL ASUNTO,
DEBERÁ DESESTIMARSE. Las causales de improcedencia del juicio de garantías deben
ser claras e inobjetables, de lo que se desprende que si se hace valer una en la que se
involucre una argumentación íntimamente relacionada con el fondo del negocio, debe
desestimarse.’."
CUARTO. El Décimo Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, al
resolver la improcedencia 407/2005, sostuvo lo siguiente:
"A juicio de este Tribunal Colegiado, los agravios que hace valer el recurrente deben
declararse, inoperante por una parte e, infundados, por la otra. ... Precisado lo anterior, como
se anunció, los restantes argumentos de impugnación deben declararse infundados.
Efectivamente, conforme a lo sostenido por el recurrente, si bien, por regla general, cuando
se acude al juicio de amparo indirecto aduciendo ser persona extraña al juicio de donde
deriva el acto reclamado, no debe desecharse de plano la demanda por falta de interés
jurídico. En atención a la jurisprudencia de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, publicada en la página 245 del Tomo XXI correspondiente al mes de mayo de
dos mil cinco del Semanario Judicial de la Federación, cuyo rubro y texto dicen: ‘INTERÉS
JURÍDICO EN EL AMPARO. LA FALTA DE ACREDITAMIENTO, NO DA LUGAR AL
DESECHAMIENTO DE LA DEMANDA POR NOTORIAMENTE IMPROCEDENTE,
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CUANDO ÉSTA SE PROMUEVE POR UN TERCERO EXTRAÑO A JUICIO.’ (se
transcribe). Ello depende de las razones en que se sustente ese interés jurídico; es decir, el
propio quejoso fija las bases para que el juzgador determine si esas razones efectivamente
pueden ser constitutivas de un interés jurídico o no; y en ese segundo caso, se abre una
excepción a esa regla general, pudiendo, en consecuencia, desechar de plano la demanda, al
resultar ocioso desarrollar el juicio cuando de antemano se sabe que no existe interés jurídico.
Bajo esa premisa, el caso que nos ocupa, cae en el supuesto de excepción a la regla general,
pues el quejoso aduce poseer el bien materia del juicio natural y se ostenta tercero extraño al
mismo, sustentado su derecho para acudir a esta instancia de control constitucional, en el
hecho de que su madre cuando aún vivía le permitió vivir y habitar con su familia en el
inmueble que defiende en el presente asunto. Lo cual constituye una confesión de ser un
simple ocupante del inmueble en cuestión y, por ende, con esa calidad posesoria, no puede
acreditar el interés jurídico necesario para que se examine la constitucionalidad del acto
reclamado. Para llegar a la conclusión anterior, este tribunal estima necesario, en principio,
establecer algunas consideraciones relativas a la importancia de que esa confesión se haga
bajo ‘protesta de decir verdad’. La palabra protesta deriva del latín protestari, declarar en voz
alta, afirmar, conserva básicamente en el empleo actual, el significado primitivo que tenía y
que equivale a una promesa, tal como se advierte de la primera acepción que se encuentra en
el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, en la que se dice que
protesta es la ‘promesa con aseveración o atestación de ejecutar una cosa, declarar alguien su
intención de ejecutar una cosa’ y también ‘confesar públicamente la fe y la creencia que uno
profesa y en que desea vivir’. Ahora bien, la fracción IV del artículo 116 de la Ley de
Amparo señala: ‘Artículo 116.’ (se transcribe). Como se puede advertir de la lectura que se
realiza a la fracción IV del artículo 116 de la Ley de Amparo, el requisito contenido en dicho
apartado, tiene que ver con la preocupación del legislador de evitar el abuso del juicio de
amparo, imponiendo sanciones a quienes haciendo uso del derecho innegable de promover el
juicio constitucional, manifiesten hechos o abstenciones falsos dentro de los antecedentes de
la demanda y que sirvan de base o fundamento de los conceptos de violación. Además, el
referido requisito está encaminado a procurar el equilibrio de la responsabilidad entre todos
aquellos que participan en el juicio de amparo, ya sea en su carácter de Jueces, de terceros
perjudicados, de autoridades responsables, y aun de quejosos, evitando así que cada uno de
ellos, dentro del ámbito de su participación impida la consecución del fin primordial del
juicio de garantías, que es el de lograr el respeto y restitución de las garantías individuales del
gobernado, por parte de las autoridades responsables, en los casos en que se demuestre que
efectivamente ha existido esa violación. Este fin no se lograría, entre otras cosas, si por un
lado el juzgador de amparo no dicta las medidas necesarias para lograr la paralización del
acto reclamado, o comete faltas en la sustanciación del juicio o en el dictado de la sentencia
correspondiente; si la autoridad responsable rinde informes falsos, revoca el acto reclamado
maliciosamente, no obedece un auto de suspensión, repite el acto reclamado o incumple la
ejecutoria dictada en autos, pero también cuando el quejoso afirma hechos falsos u omita los
que le consten y designe como autoridad ejecutora a una que no lo sea, o cuando éste o el
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tercero perjudicado presenten testigos o documentos falsos. Esta preocupación del legislador,
lo llevó a establecer diversas sanciones que se verían materializadas en el título quinto de la
Ley de Amparo, que se denomina ‘De las responsabilidades en los juicios de amparo’ y que
abarca del artículo 198 al 211 de la señalada ley. El artículo 211 de la Ley de Amparo,
dispone lo siguiente: ‘Artículo 211.’ (se transcribe). De la lectura del artículo transcrito, se
advierte que en caso de que algún quejoso al formular su demanda afirme hechos falsos u
omita los que le consten, en relación con el amparo, siempre que no se reclamen algunos de
los actos a que se refiere el artículo 17, se hará acreedor a una sanción de seis meses a tres
años de prisión y multa de diez a noventa días de salario, lo que implica que aun cuando el
quejoso cumpla con el requisito establecido en la fracción IV del artículo 116 de la Ley de
Amparo, si lo aseverado bajo esa protesta resulta falso, de cualquier manera será sancionado,
ya que al haber realizado la protesta respectiva aceptó de manera indiscutible como hechos
propios los reseñados en los antecedentes, por lo que después no existirá manera alguna de
retractarse y negarlos. Entonces, podemos decir que la frase ‘bajo protesta de decir verdad’,
para la parte que interesa a este asunto, es un requisito que tiene como objetivo
responsabilizar al particular, en el sentido de que deberá de conducirse con veracidad en la
narración de los hechos que apoyan la demanda de amparo y que tal declaración equivale a la
confesión de los mismos. En consecuencia, si en el juicio de amparo, por disposición legal,
derivada de la Constitución y debido a la entidad de los valores que en él se tutelan, resulta
indispensable que la protesta de decir verdad se encuentre expresada de manera contundente
tal, que no sólo se cumpla con el requisito establecido en el artículo 116, fracción IV, de la
Ley de Amparo, sino que tenga por efecto que el quejoso no pueda desvincularse de la
responsabilidad en que incurra en caso de conducirse con falsedad, debe entenderse que lo
declarado bajo esa protesta hace las veces de confesión para quien la formula, en su perjuicio.
En el caso que nos ocupa, el ahora recurrente, en su demanda de garantías, literalmente
señaló: ‘Bajo protesta de decir verdad manifiesto que los antecedentes del acto reclamado son
los siguientes: 1. El día veintiuno de octubre del año en curso, aproximadamente a las quince
horas se presentó en mi domicilio de la casa número ********** en esta ciudad, mi primo
********** quien me hizo saber que por haber el ganado un juicio ordinario civil
reivindicatorio en contra de mi tía señora **********, ante el Juzgado Cuadragésimo Quinto
de lo Civil del Distrito Federal, en el expediente No. 582/93 Secretaría «B», me tenía que ir
también, ya que si no lo hacia por las buenas, él se encargaría de lanzarme, lo cual me parece
injusto e ilegal, porque; 2. Mi abuelita la señora ********** en vida, les donó a mi madre la
señora ********** (actualmente fallecida) y a sus dos hermanas ********** y **********,
el inmueble ubicado en la calle ********** en esta ciudad, con una superficie de
********** metros cuadrados, en fecha quince de agosto de mil novecientos ochenta y uno,
como se acredita con la copia certificada de la que dio fe el treinta y uno de mayo de mil
novecientos noventa y tres, el Lic. Ricardo Rincón Guzmán, Notario Número 123 del D.F.,
que acompañó al presente, y por el cual, dividieron en tres partes dicho terreno,
correspondiendo el frente que da a la calle de mi tía **********; la segunda parte que es la
de en medio a mi madre la señora ********** (fallecida), y quien me dejó para vivir en ella
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y habitó el suscrito ********** y mi familia y la tercera parte que está al fondo, mi tía
**********. De tal manera, que si es verdad lo que dice mi primo el señor **********, es
indebido, además de que, nunca he tenido conocimiento de dicho asunto, ni se me ha
comunicado nada al respecto, además de que el posible desalojo que se pretende es ilegal, ya
que bajo protesta de decir verdad manifiesto que el inmueble que poseo y que pertenece en
una tercera parte a mi difunta madre la señora **********, me encuentro poseyéndolo
legítimamente desde en vida de mi madre, en tal consideración acudo en demanda de amparo,
ante la pretendida acción de desalojo del suscrito del bien inmueble de mi propiedad del que
se pudiere dar cumplimiento conforme al juicio del que me he enterado en esta fecha, con el
consecuente daño irreparable que ello me ocasionaría junto con mi familia, ante lo cual,
solicito, también la suspensión del mismo.’. Así, como se advierte de lo anterior, el quejoso,
hoy recurrente, bajo protesta de decir verdad manifestó que la señora ********** en vida,
les donó a su madre la señora ********** (actualmente fallecida) y a sus dos hermanas
********** y **********, el inmueble ubicado en la calle **********, delegación Tlalpan
en esta ciudad, con una superficie de ********** metros cuadrados, en fecha quince de
agosto de mil novecientos ochenta y uno y que su madre la señora ********** le dejó para
vivir en ella y habita con su familia. Por ello, como lo sostuvo la Juez de garantías, ante la
confesión del peticionario de garantías, a nada práctico conduciría la admisión de la demanda
de amparo, cuando, como en el caso, el interés jurídico necesario para promover amparo
contra actos de autoridad, solamente lo tiene el titular del derecho afectado y no terceras
personas, aunque éstas resientan de manera indirecta, mediata o inmediata, alguna lesión o
afectación, por grave que pudiera parecer, por lo que el quejoso para efectos del amparo,
debe ser considerado como simple ocupante, que no tiene ningún derecho propio sobre el
bien que pueda ser protegido por la Justicia Federal. Lo anterior en virtud de que si ya en la
demanda el ahora recurrente se ostentó como simple ocupante, pues le permite vivir ahí su
madre (sic) calidad la cual ya no puede ser susceptible de modificarse, resulta innecesario el
trámite de la demanda de garantías tal y como lo ha sustentado la Suprema Corte, el interés
jurídico para promover el amparo ya no podrá ser acreditado."
QUINTO. Como cuestión previa procede fijar el criterio que en esta resolución se seguirá
para analizar la posible existencia de la contradicción de tesis denunciada.
Esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, al interpretar los artículos 107, fracción XIII,
constitucional y 197-A de la Ley de Amparo, ha estimado que para que exista materia sobre
la cual pronunciarse, esto es, para que se pueda dilucidar cuál tesis debe prevalecer en un
caso determinado de contradicción, debe existir -cuando menos formalmente- una oposición
de criterios jurídicos respecto de una misma situación jurídica, y que para que se surta la
procedencia de la contradicción la oposición debe suscitarse entre las consideraciones,
razonamientos o interpretaciones jurídicas dentro de la parte considerativa de las sentencias
respectivas.
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Por tanto, se da la contradicción cuando concurren los siguientes supuestos:
a) Que al resolver los negocios se examinen cuestiones jurídicas esencialmente iguales y se
adopten criterios discrepantes;
b) Que la diferencia de criterios se presente en las consideraciones, razonamientos o
interpretaciones jurídicas de las sentencias respectivas; y
c) Que los distintos criterios provengan del examen de los mismos elementos.
El anterior criterio ha sido establecido por esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la
tesis P./J. 26/2001, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo
XIII, Novena Época, abril de 2001, página 76, de rubro y texto siguientes:
"CONTRADICCIÓN DE TESIS DE TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO.
REQUISITOS PARA SU EXISTENCIA. De conformidad con lo que establecen los artículos
107, fracción XIII, primer párrafo, de la Constitución Federal y 197-A de la Ley de Amparo,
cuando los Tribunales Colegiados de Circuito sustenten tesis contradictorias en los juicios de
amparo de su competencia, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o la Sala
que corresponda deben decidir cuál tesis ha de prevalecer. Ahora bien, se entiende que
existen tesis contradictorias cuando concurren los siguientes supuestos: a) que al resolver los
negocios jurídicos se examinen cuestiones jurídicas esencialmente iguales y se adopten
posiciones o criterios jurídicos discrepantes; b) que la diferencia de criterios se presente en
las consideraciones, razonamientos o interpretaciones jurídicas de las sentencias respectivas;
y, c) que los distintos criterios provengan del examen de los mismos elementos."
SEXTO. Esta Primera Sala estima que es inexistente la contradicción de tesis entre los
criterios sustentados por el Quinto Tribunal Colegiado en Materia Civil del Tercer Circuito,
al resolver la improcedencia 309/2008, en contra de lo considerado por el Décimo Primer
Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, al resolver la improcedencia
407/2005, en virtud de que no se satisface el primero de los requisitos precitados, toda vez
que no analizaron cuestiones jurídicas iguales.
Lo anterior es así, en virtud de que en la citada improcedencia, resuelta por el Quinto
Tribunal Colegiado en Materia Civil del Tercer Circuito, que derivó de un juicio ordinario
mercantil, la demanda de amparo fue desechada bajo el argumento de que la admisión de la
ampliación en el objeto de la prueba pericial grafoscópica no causa un agravio al tercero que
es extraño al juicio natural cuando entre las firmas a periciar no se encuentre la suya, tema
sustancialmente diverso al que se refiere la presente contradicción, que se relaciona con el
interés jurídico de los terceros extraños a juicio que alegan tener derechos posesorios sobre
los bienes inmuebles sujetos a litigios civiles.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009.
Es este contexto, ambos tribunales partieron del examen de cuestiones totalmente diversas, lo
que hace inexistente una posible contradicción de criterios.
SÉPTIMO. Esta Primera Sala estima que en el presente asunto se satisfacen los supuestos que
condicionan una contradicción de tesis, conclusión a la que se arriba en atención a las
consideraciones que a continuación se expondrán.
El Quinto Tribunal Colegiado en Materia Civil del Tercer Circuito resolvió la improcedencia
459/2008, derivada de un juicio sumario civil, que tuvo los antecedentes que enseguida se
narran.
**********, autorizado de **********, representante de su menor hija **********,
mediante escrito presentado en la Oficina de Correspondencia Común de los Juzgados de
Distrito en Materia Civil en el Estado de Jalisco, solicitó el amparo y protección de la Justicia
Federal, señalando como autoridades responsables, ordenadora y ejecutora, respectivamente,
al Juez y a los secretarios, adscritos al Juzgado Quinto de lo Civil, todos de la entidad
federativa mencionada, y como actos reclamados: a) lo actuado dentro del juicio civil
sumario número 422/2007; b) cualquier resolución pronunciada en ese litigio que ordene el
lanzamiento y desalojo del **********, respecto del inmueble que ocupa; c) todo acto
mediante el cual se pretenda ejecutar la sentencia dictada en el sumario civil antes
mencionado; o, en su caso, el lanzamiento y la entrega de la posesión material del referido
inmueble; d) la privación y molestias que se ocasionen a la ahora menor de edad quejosa que
impidan el ejercicio de su ineludible derecho constitucional a continuar recibiendo la
instrucción primaria en el ciclo escolar 2008-2009, en la referida institución educativa,
establecida en el inmueble que ocupa; e) la inminente privación y molestia a la posesión
jurídica y material que ejerce la ahora menor quejosa respecto del referido inmueble; y f) la
orden y el acato de lanzar y desalojar las oficinas administrativas con todos sus archivos y
documentos existentes del **********, durante el periodo escolar antes citado.
El asunto fue remitido al Juzgado Quinto de Distrito en Materia Civil del mismo Estado,
cuyo titular desechó la demanda de garantías por considerarla notoriamente improcedente,
contra lo que la quejosa interpuso recurso de revisión, el que fue admitido a trámite por
acuerdo del presidente del Quinto Tribunal Colegiado en Materia Civil del Tercer Circuito,
de once de noviembre del año dos mil ocho, y resuelto por ese órgano jurisdiccional el cinco
de diciembre siguiente, en el sentido de revocar el proveído recurrido y ordenar admitir la
demanda de amparo.
Lo anterior al considerar que de los antecedentes del asunto se desprende un interés jurídico
por demás real y objetivo, traducido en que la quejosa -antes de que se manifestaran dentro
de su esfera jurídica y se enterara de los actos que ahora reclama- había ejercitado su derecho
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009.
de acudir a cursar un ciclo escolar en una determinada institución, por así convenir a sus
intereses de hecho y sobre todo de derecho, por lo que si -con posterioridad- los negocios de
la institución educativa que eligió le causan un agravio personal y directo, se le sitúa en un
estado de indefensión respecto de un juicio del que es completamente extraña, cuyo resultado
(desalojo o lanzamiento) le repara perjuicio, lo que acredita su interés jurídico para acudir a
solicitar el amparo y protección de la Justicia Federal, pues al encontrarse cursando un ciclo
escolar necesariamente realiza actos posesorios y de administración personalísimos respecto
del inmueble que ocupa la institución que eligió para ello.
Resalta el Tribunal Colegiado que los actos que se reclamaron en este asunto no son una
mera actuación particular derivada de un interés simple, sino que, por el contrario, existe el
acto de autoridad ordenado para imponerse coercitivamente a otro u otros sujetos, con poder
de exigencia imperativa, de donde deviene el interés jurídico de la quejosa por acudir a la
instancia de garantías, razón por la cual ordenó admitir la demanda a trámite en tanto que la
sola existencia de una orden de desalojo hace inminente su ejecución, aun cuando -como ya
se dijo- se dirija a otra u otras personas.
El anterior criterio también fue sostenido por el Tribunal Colegiado en cita, al resolver las
improcedencias 460/2008, 467/2008 y 468/2008.
El Décimo Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito resolvió la
improcedencia 407/2005, que tuvo como origen un juicio ordinario civil reivindicatorio, con
los antecedentes que a continuación se narran.
Mediante escrito presentado el veinticuatro de octubre de dos mil cinco, en la Oficina de
Correspondencia Común de los Juzgados de Distrito en Materia Civil en el Distrito Federal,
**********, por su propio derecho, promovió demanda de amparo contra actos del Juez
Cuadragésimo Quinto de lo Civil del Distrito Federal, y actuarios adscritos a ese juzgado,
reclamando la sentencia dictada el veintisiete de enero de dos mil cinco, en el expediente
número 582/93, derivada del juicio ordinario civil reivindicatorio, promovido por
********** contra **********, en el Juzgado Cuadragésimo Quinto de lo Civil del
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.
La Juez Tercero de Distrito en Materia Civil en el Distrito Federal, por resolución de
veinticinco de octubre de dos mil cinco, desechó la demanda de garantías, contra lo que la
quejosa interpuso recurso de revisión, mismo que fue turnado al Décimo Primer Tribunal
Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, en el Distrito Federal, el que por auto de
veintiuno de noviembre de dos mil cinco, lo admitió a trámite, habiéndolo resuelto en sesión
de seis de diciembre de dos mil cinco, en el sentido de confirmar la resolución recurrida, con
el argumento de que es sabido que al promoverse el juicio de amparo indirecto por persona
extraña al juicio del que emanan los actos reclamados, por regla general, no debe desecharse
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009.
de plano la demanda por falta de interés jurídico, ello en razón de que es el quejoso quien
proporciona los lineamientos para que el Juez de amparo tenga ese interés como real, regla
que tiene su excepción en virtud de que el juzgador debe desechar de plano la demanda, lo
que ocurre en el asunto que se sometió a su conocimiento, en tanto que el quejoso sustenta su
derecho de incitar la instancia de amparo en el simple hecho de que su madre en vida le
permitió vivir y habitar con su familia en el inmueble que fue objeto de diverso litigio.
En efecto, el Tribunal Colegiado consideró que el caso concreto cae en el supuesto de
excepción a la regla general, consistente en que cuando se acude al amparo indirecto,
aduciendo ser persona extraña al juicio de donde deviene el acto reclamado, no debe
desecharse la demanda por falta de interés jurídico, pues la quejosa aduce poseer el bien
materia del juicio natural y se ostenta como tercero extraño al mismo, sustentando su derecho
para acudir a esta instancia de control constitucional en el hecho de que "su madre cuando
aún vivía le permitió vivir y habitar con su familia en el inmueble que defiende en el presente
asunto", sin ostentar su interés jurídico con documento alguno que demostrara su legal
posesión; confesando, por el contrario, la calidad en la que se encontraba viviendo en ese
inmueble, traducida en ser sólo un ocupante, calidad con la que no puede acreditar el interés
jurídico necesario para que se examine la constitucionalidad del acto reclamado.
Destaca el colegiado que de los antecedentes de la improcedencia, que tuvo como origen un
juicio ordinario civil reivindicatorio, se desprende que el quejoso parte de insinuaciones tales
como que "su primo le hizo saber que se tenía que ir del inmueble" y que "si no lo hacía por
las buenas el se encargaría de lanzarlo", y de la misma manera habla de un "posible
desalojo", es decir, acusa hechos futuros inciertos respecto del acto de un particular.
Por esto resuelve el tribunal que, como lo asentó la Juez de garantías, ante la confesión del
peticionario de garantías, a nada práctico conduciría la admisión de la demanda de amparo,
pues el interés jurídico necesario para promover amparo contra actos de autoridad solamente
lo tiene el titular del derecho afectado y no terceras personas, aunque éstas resientan de
manera indirecta, mediata o inmediata, alguna lesión o afectación, por grave que pudiera
parecer, y en el caso el quejoso debe ser considerado como simple ocupante que no tiene
ningún derecho propio sobre el bien que pueda ser protegido por la Justicia Federal.
Lo anterior evidencia que los asuntos analizados entrañan una verdadera contradicción que
debe resolver este Alto Tribunal, pues los órganos jurisdiccionales examinaron similares
situaciones jurídicas derivadas de asuntos civiles de naturaleza equivalente, y mientras un
tribunal sostiene que el dicho de un tercero extraño a juicio que acude a la vía constitucional,
cuando se reclama la orden de desalojo o lanzamiento de un inmueble como consecuencia de
la sentencia definitiva que ordena su desocupación y entrega, en el sentido de que ejerce la
legal posesión del inmueble, es suficiente para que se admita a trámite la demanda de
garantías, pues la existencia de su interés jurídico se analizará en el juicio respectivo, el otro
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009.
sostiene que si del mismo dicho de la quejosa se advierte que en realidad no es legal poseedor
del inmueble sino un simple ocupante, opera una excepción al principio sentado por esta
Primera Sala, en la tesis de rubro: "INTERÉS JURÍDICO EN EL AMPARO. LA FALTA DE
ACREDITAMIENTO, NO DA LUGAR AL DESECHAMIENTO DE LA DEMANDA POR
NOTORIAMENTE IMPROCEDENTE, CUANDO ÉSTA SE PROMUEVE POR UN
TERCERO EXTRAÑO A JUICIO."
Lo anterior evidencia la existencia de la contradicción en tanto que los Tribunales Colegiados
analizaron la misma cuestión jurídica a la luz de los mismos elementos, y el punto a dirimir
consistirá en determinar el alcance de la tesis de esta Primera Sala, cuyo rubro se cita en el
párrafo que antecede, a efecto de determinar si es aplicable cuando de lo dicho por el quejoso
en su demanda de amparo se advierte que no ejerce una legal posesión del inmueble objeto
del juicio en el que él es un tercero extraño, sino que constituye un mero ocupante de él.
OCTAVO. Debe prevalecer, con el carácter de jurisprudencia, el criterio de esta Primera Sala
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que es el que a continuación se expone.
El artículo 107 de la Constitución Federal, en su fracción I, establece lo siguiente:
"Artículo 107. Todas las controversias de que habla el artículo 103, se sujetarán a los
procedimientos y formas del orden jurídico que determine la ley, de acuerdo a las bases
siguientes:
"I. El juicio de amparo se seguirá siempre a instancia de parte agraviada."
De lo anterior se desprenden dos de los principios rectores del juicio de amparo, consistentes
en la existencia del agravio personal y directo, y en que el juicio se seguirá siempre y
únicamente a instancia de parte agraviada.
Recogiendo los anteriores principios, el artículo 4o. de la Ley de Amparo dispone lo que a
continuación se transcribe:
"Artículo 4o. El juicio de amparo únicamente puede promoverse por la parte a quien
perjudique la ley, el tratado internacional, el reglamento o cualquier otro acto que se reclame,
pudiendo hacerlo por sí, por su representante, por su defensor si se trata de un acto que
corresponda a una causa criminal, por medio de algún pariente o persona extraña en los casos
en que esta ley lo permita expresamente; y sólo podrá seguirse por el agraviado, por su
representante legal o por su defensor."
En ese tenor, el procedimiento constitucional nunca iniciará de manera oficiosa, pues es
indispensable el ejercicio de la acción por parte del gobernado, debido al ataque del acto
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009.
autoritario que lesione sus derechos.
Dicho en otras palabras, el juicio de amparo requiere, como requisito de procedencia, la
existencia de un menoscabo u ofensa que se concreta en una persona física o moral
determinada y que sin ser necesariamente patrimonial sea apreciable objetivamente, es decir,
se requiere que la afectación sea real y no subjetiva; que su realización sea pasada, presente o
inminente y no simplemente eventual, aleatoria, posible o hipotética, y que sea esa persona
quien ejerza la acción.
En ese orden de ideas, los actos simplemente probables no engendran agravio, ya que resulta
indispensable que aquéllos existan o que haya elementos de los que pueda deducirse su
realización futura con certeza.
Aplican a lo anterior los criterios que a continuación se transcriben.
Tesis plenaria de una anterior integración, publicada en el Semanario Judicial de la
Federación, Séptima Época, tomo 76, Primera Parte, página 45, del siguiente tenor literal:
"LEGITIMACIÓN PROCESAL PARA OCURRIR AL AMPARO. La fracción I del artículo
107 constitucional establece como principio esencial del juicio de garantías, el que éste se
siga siempre a instancia de parte agraviada, y, a su vez, el artículo 4o. de la Ley de Amparo
dispone que el juicio de garantías puede promoverse únicamente por la parte a quien
perjudique el acto o la ley que se reclama. Ahora bien, de la correcta interpretación de los
mencionados preceptos, se llega a la conclusión de que la legitimación procesal para ocurrir
al amparo sólo la tiene la persona o personas, físicas o morales, directamente agraviadas por
la ley o acto que se estime violatorio de garantías, mas no así quien, por ello, indirectamente
pudiera resentir algún perjuicio, porque el derecho de promover ese juicio es personalísimo."
Tesis 116 de la Segunda Sala en una anterior integración, publicada en el Informe 1984,
Segunda Parte, página 109, que es del siguiente tenor:
"PERJUICIO JURÍDICO, NOCIÓN DEL, PARA LA PROCEDENCIA DEL JUICIO DE
AMPARO. La noción de perjuicio para los efectos del amparo supone la existencia de un
derecho legítimamente tutelado que, cuando se ve transgredido por la actuación de una
autoridad, faculta a su titular para acudir ante el órgano jurisdiccional correspondiente
demandando que esa transgresión cese. Tal derecho, que puede hacerse respetar por el
ordenamiento legal objetivo, es lo que constituye el interés jurídico que la Ley de Amparo
toma en cuenta para la procedencia del juicio de garantías. Sin embargo, no todos los
intereses que pueden concurrir en una persona merecen el calificativo de jurídicos, pues para
que tal cosa suceda es menester que la ley los reconozca como tales a través de una o varias
de sus normas."
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009.
Por otra parte, la fracción V del artículo 73 de la Ley de Amparo establece que: "El juicio de
amparo es improcedente: ... V. Contra los actos que no afecten los intereses jurídicos del
quejoso."
El interés jurídico es la pretensión que se encuentra reconocida por las normas de derecho y
se refiere a la titularidad de los derechos afectados por el acto reclamado, de manera que sólo
el sujeto afectado en sus derechos puede acudir al juicio de amparo.
Lo anterior se apoya en la tesis del Tribunal Pleno en una anterior integración, publicada en
el Semanario Judicial de la Federación, Séptima Época, tomo 64, Primera Parte, página 68,
que dice lo que a continuación se transcribe.
"INTERÉS JURÍDICO, CONCEPTO DE, PARA LA PROCEDENCIA DEL AMPARO.
Debe distinguirse entre perjuicio o interés jurídico, como condición para la procedencia del
juicio de amparo y el perjuicio económico sufrido por un individuo o conjunto de individuos
en virtud de la realización del acto reclamado, perjuicio este último que no es suficiente para
la procedencia del juicio de garantías, pues bien pueden afectarse económicamente los
intereses de un sujeto y no afectarse su esfera jurídica. Surge el interés jurídico de una
persona cuando el acto reclamado se relaciona a su esfera jurídica, entendiendo por ésta el
cúmulo de derechos y obligaciones poseídos por un sujeto o varios de ellos como en el caso
de la persona jurídica moral. Si las leyes impugnadas no se refieren a algún derecho
perteneciente a la esfera jurídica de la quejosa, ésta carece de interés jurídico para
impugnarlas en el juicio de amparo y si lo hace, debe declararse la improcedencia del juicio."
En ese tenor, desde la demanda de garantías el solicitante de la protección de la Justicia
Federal, debe acreditar su interés jurídico demostrando la existencia del acto autoritario y el
perjuicio que le causa, y en caso de que no lo haga así, indudable y manifiestamente, el Juez
de amparo no podrá admitirla a trámite en términos del artículo 145 de la Ley de Amparo,
que dice lo siguiente:
"Artículo 145. El Juez de Distrito examinará ante todo, el escrito de demanda; y si encontrare
motivo manifiesto e indudable de improcedencia, la desechará de plano, sin suspender el acto
reclamado."
Interpretando la norma transcrita, esta Primera Sala ha sentado jurisprudencia firme en el
sentido de que tratándose de una demanda de amparo interpuesta en contra de la orden de
desalojo o lanzamiento de un inmueble, como consecuencia de la sentencia definitiva que
ordena su desocupación y entrega, respecto del cual el quejoso -que se ostenta como tercero
extraño a juicio- aduce tener su posesión, no procede desecharla por notoriamente
improcedente ante la falta de acreditamiento del interés jurídico del promovente, toda vez que
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009.
ello deberá ser materia de prueba durante la secuela procesal del juicio constitucional, pues la
sola existencia de dicha orden hace inminente su ejecución aun cuando se dirija a otra
persona.
La aludida es la jurisprudencia de esta Primera Sala, que se encuentra plasmada en la tesis
1a./J. 28/2005, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXI,
mayo de 2005, Novena Época, página 245, que dice lo siguiente:
"INTERÉS JURÍDICO EN EL AMPARO. LA FALTA DE ACREDITAMIENTO, NO DA
LUGAR AL DESECHAMIENTO DE LA DEMANDA POR NOTORIAMENTE
IMPROCEDENTE, CUANDO ÉSTA SE PROMUEVE POR UN TERCERO EXTRAÑO A
JUICIO. Tratándose de una demanda de amparo interpuesta en contra de la orden de desalojo
o lanzamiento de un inmueble como consecuencia de la sentencia definitiva que ordena su
desocupación y entrega, respecto del cual el quejoso se ostenta como tercero extraño a juicio
y aduce tener su posesión, no procede desecharla por notoriamente improcedente, ante la falta
de acreditamiento del interés jurídico del promovente, toda vez que ello deberá ser materia de
prueba durante la secuela procesal del juicio constitucional, pues la sola existencia de dicha
orden hace inminente su ejecución, aun cuando se dirija a otra persona; en tal evento y de no
existir otra causal de improcedencia evidente del juicio, procede admitir y tramitar la
demanda de amparo, ya que de otra forma el promovente quedaría en estado de indefensión,
haciéndose nugatorios sus derechos al impedírsele demostrar los dos supuestos que integran
el interés jurídico, es decir, su titularidad respecto del derecho subjetivo reconocido por la ley
y el perjuicio que le causa el acto de autoridad."
En los anteriores términos, de no existir otra causa de improcedencia evidente del juicio,
cuando pretende defenderse la posesión que podría verse afectada a resultas de un juicio al
que se es extraño, procede admitir y tramitar la demanda de amparo que se presente, ya que
de otra forma el promovente quedaría en estado de indefensión, haciéndose nugatorios sus
derechos al impedírsele demostrar los dos supuestos que integran el interés jurídico; esto es,
su titularidad respecto del derecho subjetivo reconocido por la ley (la posesión) y el perjuicio
que le causa el acto de autoridad.
Deriva lo expuesto que el derecho de posesión es atendido en virtud de la titularidad que al
quejoso corresponde en relación con las posesiones que específicamente le sean afectadas, y
tal interés lo legítima para ocurrir al juicio constitucional por haberse lesionado un derecho
que le asiste y que la ley protege.
En efecto, la Constitución Federal tutela la posesión al determinar, en su artículo 14, segundo
párrafo, que: "Nadie podrá ser privado de la vida, de la libertad o de sus propiedades,
posesiones o derechos, ...", sino bajo las condiciones que en dicho precepto se prevén,
exigiendo de los particulares un deber de no afectación, garantizado a través de la obligación
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009.
positiva de los poderes públicos de impedir la afectación injustificada del derecho de
posesión de otros.
Por lo que hace a la legislación ordinaria, como marco de referencia conviene citar lo que en
materia de posesión establece el Código Civil del Distrito Federal, el que en los artículos 790,
791, 793, 794, 798, 803, 806, 807, 823, 824, 825 y 826, dispone lo siguiente:
"Artículo 790. Es poseedor de una cosa el que ejerce sobre ella un poder de hecho, salvo lo
dispuesto en el artículo 793. Posee un derecho el que goza de él."
"Artículo 791. Cuando en virtud de un acto jurídico el propietario entrega a otro una cosa,
concediéndole el derecho de retenerla temporalmente en su poder en calidad de usufructuario,
arrendatario, acreedor pignoraticio, depositario, u otro título análogo, los dos son poseedores
de la cosa. El que la posee a título de propietario tiene una posesión originaria; el otro, una
posesión derivada."
"Artículo 793. Cuando se demuestre que una persona tiene en su poder una cosa en virtud de
la situación de dependencia en que se encuentra respecto del propietario de una cosa, y que la
retiene en nombre de éste en cumplimiento de las órdenes e instrucciones que del él ha
recibido, no se le considera poseedor."
"Artículo 794. Sólo pueden ser objeto de posesión las cosas y derechos que sean susceptibles
de apropiación."
"Artículo 798. La posesión da al que la tiene, la presunción de propietario para todos los
efectos legales. El que posee en virtud de un derecho personal, o de un derecho real distinto
de la propiedad, no se presume propietario; pero si es poseedor de buena fe tiene a su favor la
presunción de haber obtenido la posesión del dueño de la cosa o derecho poseído."
"Artículo 803. Todo poseedor debe ser mantenido o restituido en la posesión contra aquellos
que no tengan mejor derecho para poseer.
"Es mejor la posesión que se funda en el título, y cuando se trata de inmuebles, la que está
inscrita.
"A falta de título o siendo iguales los títulos, la más antigua.
"Si las posesiones fueren dudosas, se pondrá en depósito la cosa hasta que se resuelva a quién
pertenece la posesión."
"Artículo 806. Es poseedor de buena fe el que entra en la posesión en virtud de un título
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009.
suficiente para darle derecho de poseer. También es el que ignora los vicios de su título que
le impiden poseer con derecho.
"Es poseedor de mala fe el que entra a la posesión sin título alguno para poseer; lo mismo que
el que conoce los vicios de su título que le impiden poseer con derecho.
"Entiéndase por título la causa generadora de la posesión."
"Artículo 807. La buena fe se presume siempre; al que afirme la mala fe del poseedor le
corresponde probarla."
"Artículo 823. Posesión pacífica es la que se adquiere sin violencia."
"Artículo 824. Posesión continua es la que no se ha interrumpido por alguno de los medios
enumerados en el capítulo V, título VII, de este libro."
"Artículo 825. Posesión pública es la que se disfruta de manera que pueda ser conocida por
todos. También lo es la que está inscrita en el Registro de la Propiedad."
"Artículo 826. Sólo la posesión que se adquiere y disfruta en concepto de dueño de la cosa
poseída puede producir la prescripción."
De lo anterior deriva que, en principio, es poseedor de una cosa el que ejerce sobre ella un
poder de hecho, y ese poder es protegido por el derecho. Sin embargo, la ley distingue varios
tipos de posesión, como lo es la que se hace a título de propietario, que es la llamada
posesión originaria, o la derivada que es cuando se posee la cosa a título de usufructuario,
arrendatario, acreedor pignoraticio, depositario u otro análogo, disponiendo expresamente
que la posesión da al que la tiene la presunción de propietario para todos los efectos legales;
que quien posee en virtud de un derecho personal o de un derecho real distinto de la
propiedad no se presume propietario, y que el poseedor de buena fe (que haya entrado en la
posesión en virtud de un título suficiente para darle derecho a poseer o que ignora los vicios
de su título que le impidan poseer con derecho) tiene a su favor la presunción de haber
obtenido la posesión del dueño de la cosa o derecho poseído.
De igual forma dispone la ley que cuando una persona tiene en su poder una cosa en virtud de
la situación de dependencia en que se encuentra respecto del propietario, reteniéndola en
nombre de éste, no se considera poseedor, y también define con precisión a la posesión
pacífica (que se adquiere sin violencia); a la continua (que no se ha interrumpido por alguno);
y a la pública (la que es conocida por todos o que está inscrita en el Registro Público de la
Propiedad).
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009.
En esos términos sucede que, dada su protección constitucional, la ley define diferentes
clases de posesión estableciendo los requisitos y características que cada una de ellas debe
tener para gozar de reconocimiento jurídico, y ello es así porque tienen diversas
consecuencias legales, las que -incluso- pueden llegar al extremo de que el posesionarlo
pueda adquirir la propiedad del bien poseído por prescripción.
Ahora bien, fue adminiculando los anteriores conceptos con el del interés jurídico para acudir
al amparo, que esta Primera Sala determinó que si quien se ostenta como tercero extraño a
juicio y aduce tener la posesión del inmueble objeto del litigio, acude a la vía constitucional,
no debe desecharse su demanda por notoriamente improcedente ante la falta de
acreditamiento del interés jurídico del promovente, pues ello deberá ser materia de prueba
durante la secuela procesal del juicio constitucional.
Dilucidar el alcance de tal criterio adquiere relevancia si se considera que la ley reconoce
distintas clases de posesión, que van desde el poder físico que se ejerce en forma directa y
exclusiva sobre la cosa corporal para su aprovechamiento total o parcial, y que deriva de un
acto jurídico por virtud del cual, quien tiene facultad para disponer de la cosa la entrega a
otro, hasta la posesión que se hace en nombre de otro o siguiendo sus instrucciones, dejando
fuera de protección, por no constituir posesión con reconocimiento jurídico, la simple
utilización u ocupación del bien por razones diversas.
En ese orden de ideas, si el quejoso aduce ser posesionario de un inmueble que es objeto de
un litigio al que es extraño, no es dable desechar su demanda de amparo en términos del
artículo 145 de la ley de la materia, aun cuando de las manifestaciones que en ella realice
parezca desprenderse que en realidad no tiene derechos posesorios que deban ser protegidos,
pues ese análisis, a efectos de determinar la existencia del interés jurídico, debe hacerse
precisamente durante el juicio, ya que de otra forma aquél quedaría en estado de indefensión
en tanto que se le impediría demostrar su dicho.
Debe destacarse que independientemente de que la ley proteja la posesión y de que la
circunstancia de ocupar, habitar o utilizar un inmueble no siempre otorga la calidad de
poseedor, lo cierto es que tal diferenciación, trascendente para efectos de la procedencia de la
vía constitucional, en términos de la jurisprudencia cuyo alcance pretende determinarse, no
puede hacerse basándose únicamente en las manifestaciones que la quejosa realiza en su
demanda, además de que es evidente que al momento de decidir sobre su admisión no se
cuenta con los elementos suficientes para ello, más aún si se toma en cuenta que se está ante
cuestiones que son materia de prueba y que habrán de seguir el trámite correspondiente.
En ese tenor, en la hipótesis de que se habla la demanda de amparo deberá admitirse a
trámite, y si no llega a probarse el hecho medular de la posesión, ante la falta del interés
jurídico, procederá sobreseer en el juicio de garantías.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009.
Lo anterior de acuerdo con el principio de que la improcedencia constituye una excepción a
la regla general, que es la procedencia del juicio de amparo como medio de control de actos
de autoridad que vulneren las garantías individuales, y con la postura reiterada de esta
Suprema Corte de Justicia, en el sentido de que las causas de improcedencia deben probarse
plenamente y no inferirse con base en presunciones, lo que implica que la aplicación del
artículo 145 de la Ley de Amparo, es de aplicación estrictísima; esto es, cuando el motivo de
improcedencia es manifiesto (que se advierta en forma patente y absolutamente clara) e
indudable (que se tenga la certeza y plena convicción de que la causa de improcedencia de
que se trata se actualice en el caso); o sea, cuando sea evidente, claro, fehaciente e
indiscutible, lo que no ocurre en el supuesto analizado.
En razón de lo expuesto debe prevalecer, con carácter de jurisprudencia, el siguiente criterio:
DEMANDA DE AMPARO. NO PROCEDE DESECHARLA POR MOTIVO MANIFIESTO
E INDUDABLE DE IMPROCEDENCIA CUANDO EL QUEJOSO, QUE SE OSTENTA
COMO TERCERO EXTRAÑO AL JUICIO, ADUCE TENER LA POSESIÓN DEL
INMUEBLE OBJETO DEL LITIGIO.-Si el quejoso aduce ser posesionario de un inmueble
objeto de un litigio al que es extraño, no procede desechar su demanda de garantías en
términos del artículo 145 de la Ley de Amparo, aun cuando de las manifestaciones vertidas
en ella parezca desprenderse que en realidad aquél sólo es un mero ocupante del inmueble y
que, por ende, no tiene derechos posesorios que deban protegerse. Ello es así, porque el
análisis para determinar la existencia del interés jurídico que legitime al quejoso para acudir a
la vía constitucional implica cuestiones que son materia de prueba que habrán de seguir el
trámite correspondiente, pues de lo contrario se le dejaría en estado de indefensión en tanto
que no podría demostrar su dicho. Así, en la indicada hipótesis resulta aplicable el criterio
sostenido por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la tesis 1a./J.
28/2005 de rubro: "INTERÉS JURÍDICO EN EL AMPARO. LA FALTA DE
ACREDITAMIENTO, NO DA LUGAR AL DESECHAMIENTO DE LA DEMANDA POR
NOTORIAMENTE IMPROCEDENTE, CUANDO ÉSTA SE PROMUEVE POR UN
TERCERO EXTRAÑO A JUICIO.", publicada en el Semanario Judicial de la Federación y
su Gaceta, Novena Época, Tomo XXI, mayo de 2005, página 245 y, por tanto, la demanda de
amparo debe admitirse a trámite, y si no llega a probarse el hecho medular de la posesión,
procederá sobreseer en el juicio de garantías por falta de interés jurídico. Lo anterior, de
acuerdo con el principio de que la improcedencia constituye una excepción a la regla general,
que es la procedencia del juicio de amparo como medio de control de actos de autoridad que
vulneren garantías individuales, y conforme a la postura reiterada de este Alto Tribunal, en el
sentido de que las causas de improcedencia deben probarse plenamente y no inferirse con
base en presunciones, lo cual implica que el citado artículo 145 es de aplicación estricta; esto
es, cuando el motivo de improcedencia es manifiesto (que se advierta en forma patente y
absolutamente clara) e indudable (que se tenga la certeza y plena convicción de que la causa
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 37/2009.
de improcedencia de que se trata se actualiza en el caso); o sea, cuando sea evidente, claro,
fehaciente e indiscutible, lo que no ocurre en el supuesto analizado.
Por lo expuesto y fundado, se resuelve:
PRIMERO.-Sí existe la contradicción de tesis a que este expediente se refiere, en los
términos del considerando séptimo de esta resolución.
SEGUNDO.-Se declara que debe prevalecer, con carácter de jurisprudencia, el criterio
sostenido por esta Primera Sala, en los términos de la tesis redactada en el último
considerando del presente fallo.
TERCERO.-Dése publicidad a la tesis jurisprudencial que se sustenta en la presente
resolución, en términos del artículo 195 de la Ley de Amparo.
Notifíquese; cúmplase y, en su oportunidad, archívese el expediente relativo a la presente
contradicción de tesis, como asunto concluido.
Así lo resolvió la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por mayoría de
cuatro votos de los señores Ministros José de Jesús Gudiño Pelayo, José Ramón Cossío Díaz,
Juan N. Silva Meza, Olga Sánchez Cordero de García Villegas (ponente), en contra del
emitido por el Ministro presidente Sergio A. Valls Hernández.
En términos de lo previsto en los artículos 3, fracción II, 13, 14 y 18 de la Ley Federal de
Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, en esta versión pública se
suprime la información considerada legalmente como reservada o confidencial que encuadra
en esos supuestos normativos.
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