18 l TRIBUNA ŢŢ Magdalena Lasala Contra el fanatismo NOS conmociona la matanza del día 7 en la revista satírica ‘Charlie Hebdo’ de París –ya para siempre alegoría de la fe en la libertad de expresión–, a manos de dos terroristas islámicos. Nos reafirmarnos en su defensa, base primordial de democracia y respeto al otro. Pero la envergadura de lo que significa esta brutalidad va más allá, y es necesaria una reflexión con la cabeza fría y sin hipocresía, y calibrar reacciones y consecuencias. El fanatismo yihadista de unos individuos que matan en nombre de un Dios manipulado es una peligrosa amenaza para el equilibrio en esta Europa en crisis, donde crecen los extremismos, la xenofobia y el odio al islam; y si se confunden las cosas existe el riesgo de caer en el juego extremista, sabiendo que no queremos que este horror sea un pretexto para que otros fanáticos justifiquen nuevas barbaries. Ninguna religión llama a matar a otro ser humano. Lo que mata es el uso perverso del sentimiento religioso para someter. Cualquier guerra santa es una manipulación de interpretaciones religiosas cuya finalidad no tiene nada que ver con el Dios que enarbolan; ¿de qué amor a su Dios hablan los yihadistas cuando matan igual a musulmanes como ellos? Pero estos dos fanáticos estaban perfectamente organizados y portaban armas militares, habían recibido formación terrorista y, sobre todo, educación europea. No es el primer caso de terroristas que son personas de origen islámico educadas en países europeos, captadas por integristas radicales que vuelven para hacer terrorismo en su propio país, queriendo destruir sus estructuras. El mundo de hoy se enfrenta a una nueva forma de terror que todavía no sabe cómo atajar, y no debemos dejarnos llevar por el pánico. Que los musulmanes sean los primeros que repudien acciones así es imprescindible para separar la idea terrorista de la vivencia religiosa. El pueblo musulmán debe condenar y colaborar, porque este es un problema suyo también. Pero el mundo tiene que hacer algo además; la ONU ya no representa protección, y las entidades supraeuropeas siguen entregadas a los paneles de los mercados. ¿Estamos ante un inicio de exportación de la guerra de Oriente a Occidente o es un hecho aislado? Sábado 10 de enero de 2015 l Heraldo de Aragón La libertad amenazada HEMOS asistido estos tres últimos días a un nuevo golpe seco y brutal del terrorismo. Da igual la causa que lo provoque, la sinrazón que lo alimente o el ejecutor último que lo cometa. Esta vez han sido casi dos decenas de ciudadanos libres. Unos y otros –dibujantes satíricos, policías y rehenes– han muerto por ser libres en una sociedad libre, por ejercer su libertad en un modelo de convivencia, la civilización occidental, que algunos quieren destruir. Llevamos mucho tiempo preocupados por una crisis que al principio pensamos que era solo financiera, después también económica; y ahora que por fin nos hemos dado cuenta de que es también de valores, algunos se empeñan en hacernos pensar que lo que está en crisis son nuestras instituciones y nuestro modelo de convivencia, que es el fruto inequívoco de nuestra civilización. Es decir, se cuestiona algo cuya fortaleza es lo que nos permite disponer de esa libertad contra la que actúan los terroristas. No podemos dudar de nuestro modelo y seguir confundiendo los mecanismos –mejorar las instituciones– con los fines, porque nuestra libertad depende de la fortaleza que les demos a esas instituciones que hoy se ponen en duda. Si nos equivocamos en esto estaremos retrocediendo en el desarrollo de nuestra identidad como ciudadanos libres e iguales. Los terroristas que han masacrado Francia, como antes masacraron Ţ Frente al terrorismo, que amenaza la libertad, debemos fortalecer las instituciones democráticas. Por Octavio López Rodríguez, secretario general del Partido Popular de Aragón Nueva York, Londres o Madrid, han atacado el corazón de una forma de vivir, la única posible, que se basa en la libertad individual y el respeto al prójimo. Solo la libertad garantiza la convivencia. Solo la convivencia garantiza los derechos. Solo los derechos dignifican al ser humano. Aunque son escasas, es desalentador oír o leer aquellas opiniones que justifican el atentado o tratan de desentrañar su causa racional. Quienes eso hacen están culpando a la propia libertad de los ataques que sufre. Los ciudadanos, pero en especial la profesión periodística –comenzó en la redacción de una revista satírica– están de luto. Y desde el Partido Popular de Aragón queremos acompañarles y hacer nuestro su dolor, sea cual sea el lugar donde desarrollen su trabajo. Desde el primer director de cualquier medio de comunicación, al último colaborador que ofrece en libertad lo mejor de sí mismo y contribuye a construir la sociedad que todos disfrutamos. Los partidos políticos, también el Partido Popular, hemos sufrido la lacra terrorista en numerosas ocasiones por lo mismo: por demostrar que somos libres. Hace tres días fueron a por los periodistas y eso desencadenó todo. Mañana, quién sabe. Las muertes de Francia nos vuelven a hacer conscientes de la grandeza y los riesgos que entraña ser libres. Pero también del gran desafío que tenemos por delante: solo defendiendo aquello que asegura nuestra libertad conseguiremos fortalecerla. Nuestras instituciones y nuestra defensa de las mismas no nos salvarán de la amenaza terrorista, pero nos harán ser más libres y sentirnos más unidos y más protegidos frente a quienes quieren arrebatarnos algo tan íntimo como el hecho de poder vivir de la forma que hemos elegido. No tenemos ninguna excusa; la libertad, tampoco. Ochenta años de rebeldía humana NOS parece oportuno, cuando Emilio Gastón acaba de cumplir 80 años, el pasado día 8, celebrar a quien ha tenido presencia pública destacada en la vida aragonesa, como ciudadano, poeta y hombre público. Su figura puede servirnos de inspiración para devolver dignidad y crédito a la labor política. Con larga dedicación profesional a la abogacía –tras asumir el bufete paterno–, quiso poner el Derecho al servicio de las personas y de su sentido de la justicia, apoyando a quienes sufrían los abusos del poder. Asumió desde muy temprano un pleno compromiso con la democracia, las libertades públicas y los derechos humanos –influido por la prisión de su amigo Vicente Cazcarra– y fue miembro activo en la oposición al franquismo desde la Junta Democrática y protagonista directo en la consolidación de la vida democrática española, convencido siempre de que «la vida sin lucha es cosa tonta», aunque frecuente. Supo asumir también la defensa de la naturaleza, del paisaje, de los ríos y del patrimonio cultural. Encarnó el movimiento autonomista aragonés y la reivindicación de un ‘poder aragonés’ al servicio del individuo, de la igualdad social, del equilibrio territorial y de un proyecto federal, desde el Partido Socialista de Aragón (PSA), que contribuyó a fundar. Diputado por Zaragoza en las Cortes Constituyentes, tras las primeras elecciones generales democráticas, ocupó escaño en el Grupo Mixto –junto a Enrique Ţ En el 80 aniversario de Emilio Gastón Sanz. Por Félix Gracia Romero y Enrique Cebrián Zazurca Tierno Galván– y fue su portavoz y miembro activo en la Comisión Constitucional. No aceptó el proceso de ‘unificación’ del PSA con el PSOE y, tras una breve segunda etapa al frente del recuperado PSA, se retiró de la política activa, «hasta nuevo orden». Con el respaldo unánime de las Cortes de Aragón, en 1987 fue responsable de la puesta en marcha del Justicia de Aragón, como primer titular de la institución, que abrió a todos los colectivos ciudadanos, con quienes brindó por la «queja perpetua», es decir, por una democracia profunda, exigente, avanzada. Desempeñó un único mandato. No ha faltado nunca su generosa presencia y su aliento en las numerosas iniciativas cívicas surgidas para la defensa de los valores colectivos, como la naturaleza, la cultura, la paz o la dignidad humana. Destaca asimismo en Emilio Gastón su labor poética, que comenzó a gestarse en los años cincuenta del pasado siglo, en torno a la tertulia del zaragozano Café Niké y a la Oficina Poética Internacional. Su poesía es una poesía utópica, humana, surrealista, existencial. Con ecos de Miguel Labordeta, de César Vallejo, de Neruda o Lorca; y a la vez profundamente personal y reconocible. La poesía de Gastón –excepcional rapsoda, lo cual no es muy habitual entre poetas– está sostenida en versos largos y caracterizada por la creación de neologismos (‘nubepensador’), de términos provenientes de su mundo jurídico y de formas adjetivales (‘felipesecundario’) o adverbiales (‘ipsofactamente’) propias de quien sabe conducir al lenguaje más allá de sus estrechos límites convencionales. La de Gastón es una poética de la naturaleza y, en último término, del ser humano y la esperanza que este despierta. Cultivador y defensor del esperanto, ha querido también escribir sus versos en aragonés cheso. Y está también el Emilio Gastón escultor, el ‘chatarrero’, como gusta llamarse. El hombre que lucha con el hierro y el vacío, a medio camino entre la abstracción y Pablo Gargallo. Hombre comprometido siempre con la res pública, con una trayectoria coherente y honesta, siente todavía pendiente de realización esa gran utopía que es la fraternidad, la hermandad planetaria. Y a dicha tarea nos sigue convocando, con su palabra y su amplia sonrisa, después de haber cumplido ochenta años. ®ŢŢ®Ţ José Luis Mateos Cuando salí de Cuba ANTES de encender el TDT, aparecen en pantalla cinco canales. Uno de ellos es el de una televisión cubana –podría ser dedicada a la exportación de sus ideas– que da una tabarra impresionante sobre la revolución de los barbudos, sobre lo bella que es la isla, sobre sus héroes –ellos sí que pueden tenerlos–, sobre su arte, sobre su historia, que hay que ver lo malos y requetemalos que fuimos los españoles, no como los demás pueblos, que eran unos angelitos. Y… mucha rumba bailonga para alegrar la vida a la gente sin alicientes y que se olviden de sus penas. Y mira que me gusta la música cubana, desde Gloria Estefan (que no sale allí porque vive en Miami) hasta Compay Segundo, pasando por Bebo y Chucho Valdés (que tampoco salen), y hasta la histórica Nueva Trova. Todo un lavado de cerebro continuo. Una pena, que un trocito de España que se perdió hace poco más de un siglo haya sido pasto de dictaduras, desde la corrupta de Batista hasta la comunista de Fidel Castro. Al final, como los extremos se tocan, unos pocos enriquecidos y el resto de la gente empobrecida. Hoy, con una educación y una sanidad públicas para todos, pero en la que unos son más iguales que otros. Lo más curioso del caso cubano es que, a pesar de estar bajo una férrea dictadura –que parece ahora querer abrir algo la mano en vista de que esto se acaba–, Cuba siempre ha gozado de simpatías entre nosotros, mandase quien mandase. Y esa simpatía es mutua. Porque somos hermanos, pues muchos españolitos tienen antepasados cubanos bien cercanos. Su lengua castellana es vivaz y agradable, sin anglicismos. Castellano puro, casi de los tiempos de Cristóbal Colón. Los más antiguos edificios que persisten en las ciudades aún conservan la impronta española. No en vano, hasta 1898 aquello era España; y se nota. Los nombres de sus ciudades tienen inequívocas resonancias españolas, peninsulares o canarias: Santiago, Camagüey, Manzanillo, Ciego de Ávila… Una nostalgia que impregna las relaciones entre cubanos y españoles. En ‘Cuando salí de Cuba’, que cantaba Celia Cruz, su corazón se quedaba cuando la revolución de los barbudos llegó al poder. Así también se quedó allí, en 1898, un pedacito de corazón español.