Tierra Firme 93

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TIERRA FIRME
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TIERRA FIRME
TIERRA FIRME
TIERRA
FIRME
93
revista de historia y ciencias sociales
Tierra Firme. Caracas, Venezuela, Vol. XXIV, N° 93, Enero-marzo, Año 2006
Doctor Julio César Salas, fallecido en Mérida el 15 de abril de 1993.
Estudios Americanistas del Dr. Julio César Salas.
Impreso por Cooperativa de Artes Gráficas, Caracas, 1934.
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TIERRA FIRME
TIERRA FIRME
Revista de historia y
ciencias sociales
Agradece el auspicio financiero del
Fondo Nacional de Ciencias,
Tecnología e Innovación (FONACIT)
y del Consejo Nacional de la Cultura
(CONAC)
Los trabajos publicados en Tierra Firme aparecen reseñados en:
Social and Human Sciencies Documentation, Unesco, París;
Clase, Departamento de Biblioteca Latinoamericana, México;
Word List of Ciencies Socials, Unesco, Francia; Sociological Abstracts,
UCLA, Estados Unidos y Revista Interamericana de Bibliografía, O. E. A.,
Washington, Estados Unidos.
TIERRA FIRME. Revista trimestral arbitrada.
TIERRA FIRME
TIERRA FIRME, Caracas, Venezuela, Vol. XXIV, N° 93, Enero-marzo, Año 2006
SUMARIO
Presentación
5
Salas escribe sobre Tolstoi. Entre ideología y literatura
Francisco Javier Pérez
9
Libertad política y libertad económica: bases de la
civilización moderna
19
Catalina Banko
Venezuela y lo indio, en pasado y presente...
Rafael A. Strauss K.
29
De la etnoescatología a la etnogénesis: notas sobre
las nuevas identidades étnicas
37
Antonio Pérez
Las calzadas o terraplenes prehispánicos de los llanos de
Barinas en Etnografía de Venezuela
57
Otilia Rosas González
La historia de la Tierra Firme: el reto del dato etnográfico
y arqueológico
67
Kay Tarble
Una mirada a la historia, el progreso y el trabajo en el
ideario de Julio C. Salas
79
Marielena Mestas Pérez
Continuidad socio-cultural Caribe-Kari’ña en Tierra Firme
de Julio César Salas
93
Horacio Biord
Tesis de la Escuela de Historia, Universidad Central de Venezuela,
1975-2006
103
Rafael A. Strauss K.
5
66
TIERRA FIRME
TIERRA FIRME
REVISTA DE HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES
Caracas, Venezuela
Fundada en 1983
1983 - 2006, Números 1-93
ISSN: 0798-2968
Depósito Legal pp. 198302DF882
TIERRA FIRME
REVISTA DE HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES
PUBLICACIÓN DE LA FUNDACIÓN TIERRA FIRME
Av. El Cortijo, Quinta Vitalia Nº 79
Los Rosales, Caracas
Teléfonos: 693.50.01 - 693.50.92
Correo electrónico: [email protected]
Apartado Postal 47.687
Caracas, 1041-A, Venezuela
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Un año, cuatro volúmenes.
Venezuela:
Suscripción normal:
Bs. 20.000,00
Suscripción de apoyo:
Bs. 40.000,00
Extranjero:
América Latina, USA, Europa
y otros Continentes:
US $ 80,00
TIERRA FIRME
7
PRESENTACIÓN
Julio César Salas, en pasado y presente1
¡Que rincón académico más apropiado que
esta excepcional revista venezolana para hacer
un homenaje a Julio C. Salas! Algunos se
preguntarán por qué, podemos contestarles,
para comenzar, que uno de sus más
renombrados libros se titula también Tierra
Firme (1908), como este espacio en el que
hoy se dedica este número especial al estudio
de la obra y el pensamiento de tan acucioso
investigador, etnólogo y filósofo, quien naciera
en Mérida (Venezuela) en el año de 1870.
Podríamos decir de Salas que era, además,
abogado, profesor universitario, historiador,
sociólogo, lingüista, etnohistoriador, en fin,
mejor sigamos el ejemplo del profesor Mario
Sanoja cuando nos dice que “Salas fue
fundamentalmente un científico social para
quien el hondo conocimiento de las raíces
históricas del pueblo venezolano, constituía el
episteme fundamental de su reflexión política
sobre la sociedad contemporánea de nuestro
país” (Sanoja, 1997: 7). Y, como ciudadano,
tuvo una gran preocupación por esa Venezuela
sumida en la dictadura gomecista, en la miseria,
el analfabetismo, en la barbarie, asumiendo
tal posición crítica ante aquello que muy pocos
de sus contemporáneos se hubiesen atrevido.
Sus estudios los dirigió entonces, a la
búsqueda de explicaciones y de soluciones a
los problemas que se presentaban ante
semejante escenario. Hoy día podemos ver
todo esto plasmado en su basta obra, la
publicada y la inédita.
Muchas décadas pasaron luego, para que
en el año de 1996, casi 70 años después de su
desaparición física (1933), se constituyera la
Fundación Julio C. Salas impulsada por un
nutrido grupo de personas, entre las que se
encontraban investigadores de diversas áreas,
intelectuales, artistas, educadores y escritores,
que consideraron necesario la divulgación de
la obra de Salas. A partir de entonces, se
activaron varios frentes de difusión, como las
reediciones y distribución de sus libros, la
apertura del premio a la investigación sobre la
obra de Salas, así como reuniones de
investigadores citados en los coloquios para
discutir y analizar su aporte. El primero de
estos coloquios se realizó en la ciudad de
Mérida, en 1997, gracias a los auspicios de la
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TIERRA FIRME
Universidad de Los Andes, la Gobernación
del estado Mérida, la Biblioteca Tulio Febres
Cordero y el CONAC .
En Maracaibo, en 1999, se llevó a cabo el
segundo evento, contando esta vez con el
respaldo de la Universidad Católica Cecilio
Acosta, la Dirección de Cultura del estado
Zulia y el CONAC. El III coloquio se efectuó
en Caracas, en el año 2001, en la Universidad
Central de Venezuela en el marco del LXIII
aniversario de la Facultad de Ciencias
Económicas y Sociales, con el apoyo del
Ateneo de Caracas, el CONAC y el Archivo
General de la Nación.
En aquella oportunidad, los privilegiados
oyentes pudimos disfrutar de las intervenciones y discusiones de altura de Esteban
Emilio Mosonyi, Adelina Rodríguez Mirabal,
Michel Mujica, Beatriz Bermúdez, Tulio
Hernández, Catalina Banko, Antonio Tinoco,
Kay Tarble, Rafael Strauss y Francisco Javier
Pérez, entre los ponentes. El evento fue
propicio para abrir un nuevo espacio con la
exhibición del video de Beatriz Bermúdez,
Amazonas, territorio y derechos indígenas
(1999).
De entre aquellas ponencias presentadas,
hoy se publican seis en la revista Tierra Firme.
El lector encontrará que cada una aborda
distintos temas y problemas en torno a la obra
de Salas, sobre temas estudiados por él o sobre
el personaje propiamente. A medida que vamos
pasando las páginas de este volumen,
encontramos nuevos elementos y problemas
o “nuevas miradas” en los libros de Salas. A
propósito, deberíamos decir los libros
publicados, ya que gran parte de su obra está
aún en los “cajones”, es decir, inédita.
Afortunadamente, contamos con el
trabajo incansable de Francisco Javier Pérez2,
quien lleva ya varios años estudiando la obra
de Julio C. Salas y, en este volumen, nos revela
una parte de ese material inédito, con el texto
“Salas escribe sobre Tolstoi. Entre ideología y
literatura”. Interesante verdaderamente
porque, hasta lo que sabíamos, Salas no se
había interesado por la literatura. Luego de
ese abrebocas, nos topamos con la ponencia
de Catalina Banko3. La historiadora hace un
agudo análisis de Civilización y Barbarie
([1919] 1998), donde el autor afirmaba que la
base fundamental para el progreso y la
modernización de la estructura productiva
nacional estaba en la consideración de la
libertad económica y política. Leído así, sin
fijarnos en la fecha de su publicación y el
contexto que se vivía en la Venezuela
gomecista, se podría pensar que es un
planteamiento acorde con nuestro días.
La vigencia de los análisis, las hipótesis,
los planteamientos, en general, de Salas, se
ponen de manifiesto a lo largo de este número,
como lo demuestra Rafael Strauss4 en su
trabajo Venezuela y lo indio, en pasado y
presente…; ya sólo con el título, este etnohistoriador nos enfila hacia uno de los temas
de reflexión de Salas “la percepción de lo
indio”, como nos dice Strauss, para la
conformación de un proyecto de identidad
nacional. A propósito de esto, seguimos con
De la etnoescatología a la etnogénesis: notas
sobre las nuevas identidades étnicas, ponencia
TIERRA FIRME
de Antonio Pérez5, abordando “el tema de las
viejas/nuevas identidades étnicas en su
contexto temporal”, para adentrarse en la
resurrección de pueblos indígenas que se creía
extintos y la aparición conexa de nuevos grupos
que se autoidentifican como indígenas; en este
sentido, pasa a discutir sobre los casos
venezolanos como la etnogénesis de los
timoto-cuicas y los chaima.
El trabajo que continúa es Las Calzadas
o terraplenes prehispánicos de los Llanos de
Barinas en Etnografía de Venezuela, escrito
por esta servidora, Otilia Rosas González6.
En ese importante libro, escrito por Salas en
1921, pero que salió a la luz pública en 1956,
el investigador analizó algunos de los
problemas antropológicos y arqueológicos
dominantes en su tiempo, llegando a conclusiones o lanzando algunas hipótesis que
derrumbaban las de otros eminentes investigadores contemporáneos o anteriores a él. Gran
parte de los datos que utilizó provenían de
fuentes etnohistóricas, las cuales, él mismo
aconsejaba no debían tomarse al pie de la letra
o ciegamente, si no, que debían cotejarse con
otras, e insistió en la importancia de la
utilización de otro tipo de fuentes complementarias. Uno de los temas que trató Salas
en Etnografía de Venezuela fue el de las
Calzadas y los cerritos de los indios que se
encuentran en los Llanos venezolanos. Las
conclusiones a las que el autor llegó nos dejan
sorprendidos por la precisión de sus
aseveraciones o las coincidencias que hallamos
con las resultados de muchas investigaciones
llevadas a cabo en la actualidad.
9
Y precisamente acerca de la relevancia de
la evidencia documental y la artefactual en la
comprensión de los procesos históricos,
escribió Kay Tarble7, con su ponencia La
Historia de la Tierra Firme: el reto del dato
etnográfico y arqueológico, con el cual se cierra
el presente volumen. De manera concisa,
Tarble va analizando y discutiendo la
importancia del dato etnográfico, etnohistórico
y arqueológico, como Salas lo planteó en su
obra Tierra Firme (1908), así como la
necesidad de cotejar las diferentes fuentes
históricas. A partir de aquí, encuentra que es
un reto para el investigador, el integrar
exitosamente las fuentes de índole diversa
como la tradición oral, el mapa, artefactos
arqueológicos y documentos escritos; Tarble
ilustra su exposición tomando ejemplos de su
propia investigación que ha desarrollado en el
Orinoco medio.
El cierre de esta entrega lo dejamos a
María Elena Mestas Pérez y a Horacio Biord,
que tratan temas vinculados con las ideas de
historia, progreso y trabajo, y con la
continuidad sociocultural Caribe-Kar’iña en
Tierra Firme, respectivamente.
Para finalizar estas líneas, ya no queda
más que invitar a todo aquel que no esté
familiarizado con la obra de Julio C. Salas, a
que se nos una leyendo críticamente los
trabajos presentados en Tierra Firme, así como
ir, luego, a la fuente primaria, a los libros de
este agudo, inteligente y sensible merideño,
“ejemplo de civismo, sabiduría y virtud”7.
Otilia Rosas González
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TIERRA FIRME
NOTAS
1 Investigador y docente de la Universidad Católica
Andrés Bello; Individuo de Número de la Academia de
la Lengua.
2 Investigadora y docente de la Escuela de Economía de
la Universidad Central de Venezuela.
3 Director de la Escuela de Historia de Universidad
Central de Venezuela.
4 Investigador de la Fundación Kuramai, en España.
5 Investigadora y docente del Departamento de Ciencias
Sociales de la Universidad Simón Bolívar.
6 Investigadora y docente de la Escuela de Antropología
de la Universidad Central de Venezuela.
7 Briceño Ferrigni, 1997: 10.
REFERENCIAS CITADAS
Briceño, G. (1997). “Julio César Salas, bosquejo
de un olvido”. En: Julio C. Salas:
Etnografía de Venezuela. (Estados
Mérida, Trujillo y Táchira). Los
Aborígenes de la cordillera de los
Andes. Mérida, Universidad de Los Andes–
Academia de Mérida, 5-10.
Salas, J. (1997ª). Etnografía de Venezuela.
(Estados Mérida, Trujillo y Táchira).
Los Aborígenes de la cordillera de los
Andes. Mérida, Universidad de Los Andes–
Academia de Mérida.
Salas, J. (1997b). Tierra Firme. Venezuela y
Colombia. Etnología e Historia.
Caracas, Fundación Julio C. Salas.
Salas, J. (1998). Civilización y Barbarie.
Estudios sociológicos americanos.
Caracas, Fundación Julio C. Salas.
Sanoja, M. (1997). “Prólogo”. En: Julio C. Salas:
Tierra Firme. Venezuela y Colombia.
Etnología e Historia. Caracas, Fundación
Julio C. Salas – CONAC.
Video:
Amazonas, territorio y derechos indígenas
(1999). Coordinación y post-producción
por Beatriz Bermúdez y Virginia Rojas;
Guión de Darío Moreno; auspiciado por la
Oficina de Derechos Humanos del Vicariato
Apostólico de Puerto Ayacucho, estado
Amazonas.
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Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 9-17, 2006
Salas escribe sobre Tolstoi.
Entre ideología y literatura
FRANCISCO JAVIER PÉREZ
UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO
RESUMEN: En contadas ocasiones Julio César Salas (1870-1933) se ocupó de literatura.
Concentrado en sus estudios etnohistóricos, sociológicos y lingüísticos y disciplinadamente
esclavo de sus metas científicas, no pudo satisfacer, sino accidentalmente, otros intereses que
a su prodigiosa personalidad e intelecto llamaban, aunque con sones débiles o distantes. El sentido
de este estudio, en vista de las anteriores circunstancias, será enfocar la mirada sobre un aspecto
tan borroso en la obra y mentalidad de este hombre de estudio. Siempre moviéndonos en las aguas
literarias de la producción periférica en Salas, ocupan capítulo muy productivo el de su
correspondencia personal. Aunque no se referencia ninguna carta propiamente escrita a un creador
literario, se encuentran, sin embargo, muchas a escritores científicos, historiadores y hombres
de letras en general. La nómina venezolana de estos corresponsales resulta notabilísima:
Caracciolo Parra, Amílcar Fonseca, José E. Machado, Emilio Constantino Guerrero, Lisandro
Alvarado, Américo Briceño Valero, Pedro Manuel Arcaya, Víctor Manuel Ovalles, Manuel
Landaeta Rosales y, entre otros, Bartolomé Tavera Acosta.
PALABRAS CLAVE: Salas, Literatura, Etnohistoria, Venezuela.
F
ueron muy escasas las
oportunidades en que Julio
César Salas (1870-1933) se
ocupó de literatura.
Concentrado en sus
estudios etnohistóricos, sociológicos y
lingüísticos y disciplinadamente esclavo de sus
metas científicas, no pudo satisfacer, sino
accidentalmente, otros intereses que a su
prodigiosa personalidad e intelecto llamaban,
aunque con sones débiles o distantes. Es así
como, apenas, podemos hoy proponer la
consideración de unas pocas piezas dedicadas
a materias literarias y de unos pocos episodios
que transitan tenuemente los universos de la
ficción, la creación literaria o la crítica. El sentido
de este estudio, en vista de las anteriores
circunstancias, será enfocar la mirada sobre un
12
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TIERRA FIRME
aspecto tan borroso en la obra y mentalidad de
este hombre de estudio.
Ciertamente, unos pocos títulos en esta
dirección aparecen reseñados en el catálogo de
sus obras inéditas. La primera consideración,
es que para Salas el texto literario constituye,
en su mirada de científico, una fuente para el
estudio histórico, sociológico o lingüístico. En
sus obras nos tropezamos con referencias a
muchos libros de la literatura clásica española
que le proveen de riquísimos materiales para
sus trabajos lingüísticos. Sus intenciones sobre
el particular se reúnen en un estudio inédito
que dedica al Arcipreste de Hita: Arcaísmos
del siglo XIV. Notas tomadas del Libro del Buen
Amor del Arcipreste de Hita (Carpeta 45, Nº
170). Lo componen dieciocho folios
manuscritos encontrados entre sus papeles
póstumos.
En otro orden de reflexión, Salas emprende
con la parquedad anotada, algunos trabajos de
crítica literaria. El catálogo de su obra inédita
nos ofrece, al menos, dos referencias de mención
especial. Se trata, la primera, de un estudio
sobre el novelista canario Pérez Galdós: Letras
españolas. Don Benito Pérez Galdós (Carpeta
45, Nº 174); mientras que la segunda se dedica
a ofrecer el Perfil de Doña Emilia Pardo Bazán
(Carpeta 56, Nº 230)1, la más esclarecida
escritora de las letras españolas del siglo XIX,
admirada y repudiada. Si nos fijamos con
atención, veremos que la escogencia de estos
autores no es casual, sino, como veremos un
poco más adelante, responde a un intencionado
interés de Salas por acercarse a los escritores
de su tiempo, escritores del realismo literario,
que le permitían entender los procesos de
desigualdad que, desde el universo de la ficción,
parecían ordenarse con más claridad en la tarea
de auscultar a las sociedades burguesas del siglo
XIX.
Por último, en este orden descendente de
consideración, el catálogo de sus trabajos
inéditos nos informa sobre la existencia de
escasas piezas de creación literaria. Serían, al
menos, dos textos poéticos los que se consignan: 1) Alma indiana (Carpeta 45, Nº 171),
un folio mecanografiado, fechado en 1918; y 2)
Silva Indo-Hispánica (Carpeta 45, Nº 173),
tres folios mecanografiados, sin fecha.
Asimismo, pequeñas narraciones y textos de
estirpe tradicionalista (mitos y leyendas),
completan el cuadro de los escritos literarios
de Salas (véase carpetas 56 y 57). En su
mayoría, estos textos estaban destinados a
formar parte de una obra que Salas
elocuentemente titularía: Tiempo perdido,
reunión de sus propuestas literarias, diarios y
memorias.
Siempre moviéndonos en las aguas
literarias de la producción periférica en Salas,
ocupan capítulo muy productivo el de su
correspondencia personal. Aunque no se
referencia ninguna carta propiamente escrita a
un creador literario, se encuentran, sin embargo,
muchas a escritores científicos, historiadores
y hombres de letras en general. La nómina
venezolana de estos corresponsales resulta
notabilísima: Caracciolo Parra, Amílcar
Fonseca, José E. Machado, Emilio Constantino
Guerrero, Lisandro Alvarado, Américo Briceño
Valero, Pedro Manuel Arcaya, Víctor Manuel
TIERRA FIRME
Ovalles, Manuel Landaeta Rosales y, entre
otros, Bartolomé Tavera Acosta.
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y por la posibilidad de entenderlo como
paradigmático en este crisol de direcciones que,
claro está, por la admiración estética que su
obra sea capaz de generar.
Es en este marco de referencias y de
intereses entremezclados, en donde lo literaEs posible sentir en este escrito un aroma
rio es fuente etnográfica, en unos casos, y en
aprobatorio de los fundamentos de las ideologías
otros, objeto central del trabajo de creación, es
emergentes en el panorama mundial después
donde queremos
colocar
el
de la Revolución Rusa, de
artículo que Salas
Concentrado en sus estudios las que el célebre noveescribe sobre León
Tolstoi. Lo titula: etnohistóricos, sociológicos y lista fue un adelantado
por su capacidad de
León Tolstoy y sus
lingüísticos, y
reflejar las profundas
obras y con él da
disciplinadamente esclavo de contradicciones que las
comienzo al número
sus metas científicas, Julio motivaron:
cuatro de su revista
De Re Indica, último César Salas no pudo satisfacer, Sin que dejemos de
condenar los excesos de
de los publicados,
sino accidentalmente, otros los revolucionarios rusos,
correspondiente a
que la tea incendiaria y
intereses...
la metralla derribaron la
junio de 1919, cummás grande autocracia
plidos apenas, nueve
moderna, es necesario considerar que las
años de la muerte del escritor ruso. Otra
turbas bolshevikis representan las más
radicales teorías políticas, que jamás hayan
conexión cronológica que no puede pasarse
sido proclamadas ante la faz del mundo
por alto, en vista de las ideas que está
después de Cristo, Budha y Confucio; larga
proponiendo para su discusión, es que el texto
y dolorosa gestación en la mente de un
pueblo de las ideas de Tolstoy y de Gorki,
de Salas se publica, en pleno furor de los
filósofos que hacen pensar profundamente
hechos, a escasos dos años de la Revolución
en lo mentiroso de la evolución social o del
Bolchevique de 1917 y, exactamente, a uno del
progreso, cuando no se basa en las eternas
leyes de la justicia y del amor, que deben
asesinato del Zar Nicolás y de toda la Familia
privar en las relaciones de los hombres y
Real, ocurrida en julio de 1918.
que son la única fuente de la felicidad
El texto de Salas quiere poner en circulación
un ramillete de planteamientos en torno a la
justicia social, al problema de las desigualdades,
a la posesión latifundista de la tierra y al ejercicio
de una religiosidad bondadosa y honesta,
resultado de un verdadero misticismo y de un
cristianismo auténtico. La escogencia recae en
Tolstoi, entonces, más por razones ideológicas
humana (Salas 1919: 105).
Todo el alegato argumental de Salas va a
descansar sobre el ideal socialista y utópico de
la igualdad entre los hombres. Anhela un tiempo
privilegiado, una edad de oro, que debe llegar
para que la Humanidad alcance su definitivo
equilibrio de justicia, de oportunidades y de
reparto de las cuotas de felicidad. Arremete en
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14
TIERRA FIRME
contra de la más gráfica de las desigualdades: la
del reparto de la tierra. Para explicarnos su
pensamiento construye, como uno de sus
hábitos de estudioso, a la metáfora. Dirá que
los desequilibrios en la reparticiones de la tierra
cultivable sería equivalente a que unos pocos
fueran los poseedores del aire, del agua o del
sol y que, como tales, administrarán estos
dones divinos:
Si algo irrazonable existe en la historia de
la humanidad es que un hombre esté
facultado por las leyes para poseer más
tierras de las que puede cultivar, pues siendo
como son limitados los terrenos cultivables
productores de frutos y alimentos
imprescindibles para la vida humana,
como el aire, el agua y el sol, que en
cantidad ilimitada y gratuita están a la
disposición del hombre, resulta por esa
causa monstruoso, no sólo el acaparamiento excesivo del suelo cultivable, sino
hasta la misma propiedad exclusiva de la
tierra, aunque sea limitada (Salas 1919:
106).
Estas ideas que lo constituyen, en un
sentido, en un abanderado venezolano de una
ideología de la igualdad, en otro, hace de Salas
un reformador al que todo reaccionario al
progreso de las sociedades debe oponerse.
Pronunciadas en la Venezuela agrarista,
latifundista y gendarmenecesarista de
comienzos del siglo XX, deben haber tronado
como invectivas en muchos oídos desacostumbrados a estos discursos. Viniendo, además,
de un cultor de la tierra, y en cierta medida
parte de la estirpe, como era Salas, deben haber
sido tomadas con un recelo que promediaba la
intranquilidad. Era, por qué dudarlo, un
enfrentamiento con el poder y con el orden
establecido.
Aunque en otro cuadro de referencias, las
palabras de Tolstoi también hicieron mella en
los oídos acostumbrados a perpetuas sorderas
en la Rusia de finales del siglo XIX. La figura
del escritor ruso le permite trasladar la
observación de la propia realidad en la
observación del otro. Asimismo, reflejar en el
análisis del otro la propia situación que quiere
recalcar y difundir, casi, propagandísticamente.
Trabajo, libertad, igualdad, fraternidad,
religiosidad y tolerancia son algunos de los
ideales a ser alcanzados en las nuevas
sociedades en la mentalidad progresista de
Salas. Busca, entonces, estos marcadores
ideológicos en la producción literaria de Tolstoi
y, muy especialmente, en su actuación pública
y en su liderazgo popular. No puede ser más
explícito, en esta materia:
Cada libro de Tolstoy plantea y resuelve un
problema social [...] proclaman la
dignidad y la libertad del hombre y
condenan junto con la servidumbre de la
gleba la domesticidad asalariada. Ningún
hombre puede servirse de sus semejantes
como bestia de carga, todos debemos
trabajar para vivir (Salas 1919: 105-106).
Admira en el escritor sus cualidades de
pensador sobre los grandes problemas del
hombre y su profundo conocimiento que
manifiesta de él. Le llama, en especial, la atención
que Tolstoi conciba al hombre como un
conjunto capaz de poseer junto a las virtudes
más aplaudibles, el más sancionable de todos
los vicios: el egoísmo, razón y motor de todas
las desigualdades e injusticias. Esta situación
de equilibrio potencia los criterios de Tolstoi y
les imprime una vasta solidez, justamente, la
que Salas requiere para hacer ver que no se
TIERRA FIRME
trata de un análisis fatalista de las culturas,
sino de una gestión social para propiciar el
intercambio del vicio por la virtud, en beneficio
de la vida social:
Bien dice el conde León Tolstoy, que en
cada uno de los hombres existen dos
personalidades completamente distintas:
una egoísta que no es capaz de ver sino su
propia conveniencia, otra desinteresada,
altruista, capaz de realizar los mayores
sacrificios y de practicar las más sublimes
virtudes (Salas 1919: 105).
Son cuatro los libros de Tolstoi que Salas
escoge para sostener su análisis a partir del
escritor: La guerra y la paz, Sonata a Kreutzer,
Resurrección y Verdadera vida. Nos ofrece,
de cada uno, una lectura sociológica y social,
ideológica y de ideas. Respectivamente,
representan la reflexión sobre el enfrentamiento
con el poder, el repudio de los convencionalismos sociales, el debate entre la justicia
y la sensualidad y, finalmente, el papel del
ascetismo.
1) Enfrentamiento con el poder: “Bajo el
secular despotismo ruso se enfrenta al
poder Tolstoy en su libro La Guerra y la
Paz y con tanto valor como el de los
mártires antiguos, confiesa la mentira de
los ídolos o convencionalismos, Autoridad
Política y Autoridad Religiosa y no teme el
destierro ni la excomunión, que fue
pronunciado por el Santo Sínodo ortodoxo
de Rusia el cuatro de Abril de 1901, pues el
autócrata moscovita tembló ante su vasallo
al sentir que su imperio tambaleaba, por lo
cual lo hizo calificar de falso profeta;
diecisiete años después las balas
15
bolskevikis destrozaron el pecho del
descendiente de los Romanoff, pero como
dice Tolstoy condenando desde ultratumba
las modernas violencias: ‘el mal no puede
desarraigado por el mal’, la fuerza es bien
turbia fuente del derecho de los pueblos”
(Salas 1919: 107).
2) Repudio de los convencionalismos: “Sonata
a Kreutzer, El Matrimonio y Resurrección,
prueban la deficiencia de las costumbres y
leyes que en las sociedades modernas
reglamentan las relaciones sexuales, y la
ineptitud de su convencionalismo a los
fines de asegurar la felicidad humana, y de
establecer la igualdad de derechos y
obligaciones que debería privar en la
materia” (Salas 1919: 106).
3) Debate entre justicia y sensualidad: “En
Resurrección, palpamos las vacilaciones y
vicisitudes de una pobre alma sedienta de
justicia y enferma de sensualismo” (Salas
1919: 106).
4) Ascetismo2: “Entre el ascetismo predicado
por Tolstoy en su libro Verdadera Vida y
el que el Padre Tomás Kempis en la
Imitación de Cristo, en verdad que no se
encuentra diferencia en cuanto a doctrina
filosófica; ignoro si Kempis, como Tolstoy,
siendo inmensamente rico repartió sus
bienes entre los pobres y trabajó con sus
manos para vivir, pues en esta materia más
elocuente es el ejemplo que la teoría y
desgraciadamente la humanidad se muestra
rehacia a tomar la Cruz y seguir a Cristo.
Me parece Tolstoy en su Confesión más
sincero que Rousseau y más humano que
16
16
TIERRA FIRME
San Agustín, pues sin intervención
portavoz de una religión social y campesina
milagrosa se presencia el desenvolvimiento
natural de un alma sedienta de verdad y de
necesitada de un rostro y de una voz, hacen
del escritor, a los ojos de Lenin, el mejor reflejo
justicia, y se explica el lector cómo se
realizó en el escritor eslavo la
de la revolución que protagonizaba. La faz
estética del escrito poco le importa, más allá
transformación que lo llevó al último
peldaño de la cristiana filosofía ” (Salas
de algún señalamiento sobre su genialidad y
su catalogación como artista. Una y otra vez,
1919: 107).
obsesivo, reafirmará estos planteamientos:
El primero en caer en cuenta del importante papel que podía jugar la interpretación
que se hiciera de Tolstoi y sus obras como
sustento y reflejo ideológico fue Lenin. Escribe,
un poco antes y un poco después de la muerte
del novelista, una serie de artículos3 para
explicar la posición que este autor ocupa como
visionario de la revolución, en especial, por su
reflejo de las contradicciones que explicaron el
proceso. Repasemos estos planteamientos
para aproximarlos, hasta donde nos sea posible,
a los del propio Salas.
Lenin escribe seis ensayos que vienen a
ser el mismo ensayo al canalizar los mismos
tópicos de reflexión y al repetir, en algunos
casos textualmente, las mismas formulaciones
que pasan, idénticas, de uno a otro texto. El
cuadro de ideas que ha señalado Lenin para
Tolstoi permiten entenderlo como espejo de
la Revolución rusa, aunque no fuera capaz de
entenderla en las implicaciones ideológicas que
Lenin quería que se entendiera. Así, las
contradicciones en el pensamiento de Tolstoi,
su debate ideológico interno, ése que le lleva a
abandonar sus tierras y a liberar a sus esclavos,
a sublevarse ante el poder sin oposición
violenta y a erigirse, sin quererlo, en el
Las contradicciones en las obras, en las
ideas, en las teorías, en la escuela de
Tolstói, son verdaderamente flagrantes. De
un lado, es un artista genial, que no sólo
ha producido lienzos incomparables de la
vida rusa, sino obras de primer orden en
la literatura mundial. De otro lado, es un
terrateniente poseído de cristiano
fanatismo. De un lado, vemos en él una
protesta extraordinariamente sincera,
franca y fuerte contra la falsedad y la
hipocresía sociales; de otro lado, es un
tolstoiano, es decir, ese baboso gastado e
histérico que se llama intelectual ruso y
que se da golpes de pecho a la vista del
público [...]. De un lado, una crítica
implacable de la explotación capitalista,
la denuncia de las brutalidades del
gobierno, de esa comedia que son la
justicia y la administración pública, un
análisis de todas las profundas contradicciones entre el aumento de las riquezas y
las conquistas de la civilización y el
aumento de la miseria, el embrutecimiento
y las penalidades de las masas obreras;
de otro lado, la prédica fanática del no
oponerse por la violencia al mal. De un
lado, el realismo más lúcido, que arranca
todas y cada una de las caretas; de otro
lado, la prédica de una de las cosas más
repugnantes que existen bajo la capa del
cielo, a saber: la religión; el afán de poner,
en lugar de los popes por nombramiento
oficial, a popes por convicción moral, es
TIERRA FIRME
decir, el culto del clericalismo más refinado
y, por ello, más repugnante (Lenin 1979:
104-105).
En Salas, claro está, no encontramos una
formulación tan drástica y vehemente del
asunto. Sin embargo, muchos de estos
señalamientos pueden rastrearse, en especial,
los que se refieren al auténtico ascetismo de
Tolstoi, que le permite compararlo en
superioridad a los de Kempis, Rousseau y
San Agustín, frente a la apariencia de una
religiosidad babosa. Es en esta dimensión en
la que debe ser visto el anticlericalismo de Salas,
por lo general siempre mal entendido. También,
sin duda, los apoyos socialistas de su
pensamiento, renovadores y revolucionarios,
desde la paz y la respuesta no violenta al mal.
Gravita, así, en Salas una categoría a lo Tolstoi
por el seguimiento de estas ideas que, él
mismo, trata de señalar en su artículo4.
La imagen final con que Salas quiere ver a
Tolstoi es la del excomulgado. El hombre
piadoso, repudiado por la religión. El
bondadoso, castigado. El carismático,
rechazado por el poder. El generoso,
incomprendido por la filantropía. El escritor,
señalado por la literatura. El creador político,
mal visto por la crítica. El santo, ridiculizado
por sus babosos seguidores. El hombre
revolucionario, incomprendido por los
revolucionarios. El tolerante que ha sido
excluido. Salas, compartiendo alguno de estos
predicados y muchos de estos resultados con
el propio Tolstoi, culminará con una
invocación a la fraternidad, clave para alcanzar
la libertad, la justicia social y la felicidad. En
17
otro sentido, resulta un rapto de cristianismo
en boca de Salas:
La ciencia, el arte, los progresos de los
pueblos y la civilización con todos sus
convencionalismos y oropeles, caen
batidas en brecha por el ariete poderoso
de la moral de Cristo, olvidada por la
humanidad y predicada al hombre de
nuestro siglo por el insigne ruso. Que las
naciones deben reflexionar, pues marchan
bajo los predicados de la fuerza interior y
exterior a un abismo insondable, que la
única solución para los más arduos
problemas sociales es la práctica de la
fraternidad: ‘Amaos los unos a los otros’,
repite con Cristo. ‘Ni siervos ni señores’,
es su divisa. Este fue el excomulgado León
Tolstoy, quien siendo poderoso en riquezas,
siervos, influencia y poder, rasgó sus
pergaminos, dio libertad a sus esclavos,
les repartió tierras y bienes y vistió el
capote del trabajador o mujick ruso, para
ganarse diariamente la vida con el sudor
de su frente (Salas 1919: 107).
Entre ideología y literatura, la literatura
es un pretexto para reflejar y manipular. Entre
ideología y literatura, puede hacerse decir al
texto literario lo que no se propuso estéticamente decir. Entre ideología y literatura, nos
convencemos del poder del texto literario para
decir lo que tiene que decir. Y es en éste “tener
que decir” en donde se domicilia lo que la
literatura tiene de expresión de la vida, de
crítica a la intolerancia, de repudio a la falsedad,
de construcción de la realidad por medio de la
fábula, de grito doloroso para alcanzar la
dignidad humana. Salas entendió gracias a
Tolstoi el sentido social de la literatura y,
también, que la estética literaria no puede ser
nunca un fin en sí misma. Todo texto literario
siempre es político, inevitablemente
ideológico.
18
18
TIERRA FIRME
NOTAS
BIBLIOGRAFÍA
1 El catálogo de la obra inédita de Salas, elaborado en la
Sala Tulio Febres Cordero del Instituto Autónomo
Biblioteca Nacional, en Mérida, consigna, en la carpeta
57, número 253, otro escrito sobre la escritora española,
posiblemente, otra versión del referido con la signatura
señalada (carpeta 56, Nº 230), método de trabajo muchas
veces puesto en práctica por Salas. Lo ha titulado: Emilio
Pardo Bazán y lo fecha en noviembre de 1891.
2 Fascinado por la autenticidad religiosa en Tolstoi, ya en
1914, Salas estudia, en sus Lecciones de sociología, su
significación: “El ideal religioso de la evolución social
será sin duda la aceptación general de los más altos
principios morales, o sean las virtudes más elevadas que
algunas religiones proclaman, hasta pasar por obra del
natural progreso, de la perfección teórica y de casos
aislados, a la práctica vulgar y general de esas virtudes,
conservadoras, antes que nada, del individuo y, por
ende, del agregado social. En esa cima evolutiva habrá
desaparecido el convencionalismo y la explotación, y
los hombres serán verdaderos hermanos en una patria
universal sin fronteras ni desigualdades, sin tiranos del
cuerpo ni del alma, los impostores de siempre, los que,
según Tolstoi, dieron y dan hoy al pueblo pan amasado
con la harina del convencionalismo, alimento incapaz
de ser digerido por la humanidad” (Salas 1914: 54).
3 Estos son sus títulos: León Tolstoi, espejo de la
Revolución rusa (1908), León Tolstoi (1910), León
Tolstoi y el movimiento obrero contemporáneo (1910),
Tolstoi y la lucha proletaria (1910), Héroes de la
Salvedad (1910) y León Tolstoi y su época (1911)
(Lenin 1979: 103-131).
4 Sin pretender ver en Salas un adelantado del estudio de
la teoría del reflejo en la obra de Tolstoi, aspecto que no
entendió o no se planteó nunca, sí me resulta
significativo el que repiense el sentido del Tolstoi
escritor en su rol ascético y revolucionario, mucho antes
de que lo hicieran los sociólogos modernos de la
literatura. El más notable de todos, a este respecto, Pierre
Macherey, al escribir su ensayo: Lenin, crítico de Tolstoi
(1966). Como parece entender Salas cuando estudia a
Tolstoi, y también, Lenin: “la obra literaria no tiene
sentido sino por su relación con la historia” (Macherey
1974: 106).
Lenin, V. (1979). La literatura y el arte.
Moscú: Editorial Progreso.
Macherey, P. (1966/1974). “Lenin, crítico de
Tolstoi”. En Para una teoría de la
producción literaria. Caracas: Universidad
Central de Venezuela, pp. 103-129.
Salas, J. (1914). Lecciones de sociología
aplicada a la América. Barcelona
(España): Sociedad General de Publicaciones.
Salas, J. (1919). “León Tolstoy y sus obras”. En
De Re Indica (Caracas) 4: 105-107.
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TIERRA FIRME
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Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 9-17, 2006
Salas Writes on Tolstoy. Between
Ideology and Literature
Salas écrit sur Tolstoi. Entre l’idéologie
et la littérature
Francisco Javier Pérez
Francisco Javier Pérez
Abstract:
There are very few writings on literature
by Julio César Salas (1870-1933). Focused
on his ethnohistorical, sociological and
linguistic studies; and addicted to achieving
scientific goals; Salas could only satisfy by
chance some other subtler interests of his
prodigious personality and intellect. The
purpose of this study will be therefore to
analyze a blurred aspect of the works and
mentality of this intellectual. Within Salas’
peripheral literary production, his personal
correspondence is to be highlighted. Although
there are no letters addressed to literary
writers, there are several letters to scientific
writers, historians, and humanists in general.
Very important Venezuelan intellectuals figure
in his lists of addresses: Caracciolo Parra,
Amílcar Fonseca, José E. Machado, Emilio
Constantino Guerrero, Lisandro Alvarado,
Américo Briceño Valero, Pedro Manuel
Arcaya, Víctor Manuel Ovalles, Manuel
Landaeta Rosales, and Bartolomé Tavera
Acosta, among many others.
Résumé:
Julio César Salas (1870-1933) s’est très
rarement occupé de la littérature. Consacré à
des études ethno-historiques, sociologiques et
linguistiques, ainsi qu’à ses enjeux scientifiques, ce personnage prodigieux n’a pu se
pencher qu’accidentellement sur d’autres
centres d’intérêt. Ceci dit, la présente étude
propose un regard sur cet aspect si flou dans
l’œuvre et dans la pensée de cet intellectuel.
Mettant l’accent sur le volet littéraire de la
production périphérique de Salas, le travail
comporte une analyse très productive de sa
correspondance personnelle. Si on n’y trouve
aucune lettre destinée à un créateur littéraire,
il y en a beaucoup adressées à des écrivains
scientifiques, à des historiens et à de notables
hommes de lettres, dont Caracciolo Parra,
Amílcar Fonseca, José E. Machado, Emilio
Constantino Guerrero, Lisandro Alvarado,
Américo Briceño Valero, Pedro Manuel
Arcaya, Víctor Manuel Ovalles, Manuel
Landaeta Rosales, Bartolomé Tavera Acosta,
entre autres.
Key words: Salas,
ethnohistory, Venezuela.
Mots-clés: Salas, littérature, ethnohistoire, Venezuela.
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literature,
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TIERRA FIRME
TIERRA FIRME
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Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 19-28, 2006
Libertad política y libertad
económica: bases de la
civilización moderna
CATALINA BANKO
UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
RESUMEN:
Uno de los ejes de la obra Civilización y Barbarie de Julio César Salas fue la consideración de la
libertad económica y política como base fundamental para el progreso y la modernización de la
estructura productiva nacional. El estancamiento de la economía venezolana estaba íntimamente
relacionado, en su opinión, con la existencia de un sistema político caracterizado por el personalismo
y la ausencia del sentido de ciudadanía. Julio César Salas fue testigo de las condiciones de atraso de
la economía venezolana y de las prácticas autoritarias de los gobernantes de turno. Buscando las
raíces de esta problemática y las alternativas de solución, formuló un interesante análisis desde la
perspectiva de la Sociología. Su pensamiento se nutrió de diversas corrientes ideológicas, lo que le
permitió efectuar un claro diagnóstico de los males que afectaban la estructura social y las distintas
vías para construir la Nación Venezolana que debía estar integrada por ciudadanos conscientes y
orientados al trabajo productivo.
PALABRAS CLAVE: Economía, Venezuela S. XIX, Salas, Sociología.
ATRASO ECONÓMICO Y CAUDILLISMO
a consideración de la
libertad económica y
política, como base
fundamental para el
progreso y la modernización de la estructura productiva nacional,
constituye uno de los ejes de la obra Civilización
y Barbarie de Julio César Salas, que fue
L
publicada en 1919 en medio del opresivo clima
del régimen gomecista. El estancamiento de la
economía venezolana estaba íntimamente
relacionado, en su opinión, con la existencia de
un sistema político caracterizado por el
personalismo y la ausencia del sentido de
ciudadanía. Sus planteamientos encierran
fuertes críticas a los conductores del
movimiento liberal que, a lo largo del siglo XIX,
sólo proclamaron teóricamente los principios
22
22
TIERRA FIRME
de una libertad política que no fue llevada a la
práctica.
Esta situación se observa desde el inicio
de la vida republicana, especialmente a través
de la trayectoria de la corriente liberal, que nació
como expresión de los intereses de los
hacendados en su lucha contra el predominio
de la "oligarquía conservadora" que, a su vez,
actuaba en defensa de los intereses del sector
mercantil. Así, el Partido Liberal se oponía al
dominio del poder legislativo por parte de la
"oligarquía" y propugnaba el principio
alternativo, basándose en los principios
políticos liberales, aunque al propio tiempo
reclamaba la intervención del Estado en la
economía y la implantación de medidas
protectoras a la agricultura y las artesanías. A
pesar de su ideario "liberal", dicho partido
propiciaba la supervivencia de la esclavitud,
ya que su abolición conllevaría en forma
inmediata a trastornos de la producción debido
a la escasez de brazos para la explotación
agrícola.
Por su parte, la tendencia "conservadora"
proclamaba la vigencia de los principios
liberales en las relaciones económicas y la
limitación del papel interventor del Estado. Este
grupo, amparado en el poder ejercido por el
general José Antonio Páez, pretendía mantener
el control absoluto de las instituciones públicas.
En este contradictorio cuadro se desenvolvían
las luchas que dividieron a paecistas, liberales
y monaguistas hasta mediados del siglo XIX.
Mientras el sector agrícola sostenía ideas
liberales en lo político, desde el punto de vista
económico se inclinaba por soluciones
vinculadas con la intervención del Estado y la
supervivencia de la esclavitud. El sector
mercantil, en cambio, dentro de una línea
"conservadora" en lo político, postulaba la
aplicación de los principios de la doctrina
manchesteriana. Ambos grupos se consideraban
portadores de las ideas de libertad, aunque
interpretadas de acuerdo a sus respectivos
intereses económicos y políticos.
Durante varias décadas se mantuvieron las
pugnas entre hacendados y comerciantes con
relación a las leyes que regían los préstamos de
dinero. Mientras tanto, la agricultura
continuaba afectada por la escasa inversión de
capitales y la ausencia de un instituto de crédito
especializado en el préstamo a largo plazo y
bajo interés, lo que conducía a la dependencia
de los anticipos otorgados por los comerciantes,
quienes ejercían un cerrado monopolio para la
colocación de los productos en el mercado
exterior.
La escasez de vías de comunicación, la
falta de brazos y de obras de riego impedían el
desarrollo de la agricultura, ya que elevaban
excesivamente los costos de producción. A estas
dificultades se agregaban los permanentes
riesgos naturales a que estaban sometidos los
cultivos, además de las crisis cíclicas mundiales
que afectaban severamente la economía
nacional, como consecuencia de la caída de los
precios de las materias primas demandadas en
el exterior. La producción agrícola seguía
sustentada en relaciones sociales precapitalistas
y métodos de trabajo tradicionales, sin que en
aquel entonces llegara a formularse un proyecto
nacional dirigido a la modernización económica.
TIERRA FIRME
23
del discurso, y no se desarrollaron políticas
orientadas a transformar la estructura
productiva. La modernización se materializó
exclusivamente en reformas de la administración fiscal para garantizar el eficiente
desempeño de las finanzas públicas, la
Posteriormente, durante la segunda mitad
instalación de ferrocarriles y la construcción
del siglo XIX, en medio de profundas
de algunas obras públicas. De este proceso no
transformaciones del sistema capitalista
se derivaron avances en
mundial, se comenzó a
dirección a la auténtica
difundir la idea de la
"civilización moderna",
modernización y del
La consideración de la
ya que la agricultura,
progreso a través del
libertad económica y política, fuente de las exporestrechamiento de las
constituye uno de los ejes de taciones venezolanas,
relaciones con las
permaneció sujeta a
naciones industrialila obra Civilización y
métodos
de producción
zadas a fin de ampliar
barbarie
de
Julio
César
tradicionales, a la vez
los mercados para las
Salas, publicada en 1919, en que se registraron escamaterias primas y atraer
inversiones de capital
medio del opresivo clima del sos adelantos en el
sector manufacturero
extranjero.
régimen
gomecista.
destinado a abastecer el
Algunas de esas
mercado interno. A
condiciones comenfinales
del siglo XIX, la
zaron a materializarse en
economía
venezolana
1870 tras el triunfo de Antonio Guzmán Blanco
cayó en una profunda crisis como resultado de
en la Revolución de Abril, quien encarnaba un
los desequilibrios del mercado mundial y de la
nuevo tipo de caudillismo, más acorde con las
debilidad del aparato productivo nacional,
ideas modernizadoras de la época. Uno de sus
mientras retornaba el clima de inestabilidad
primeros objetivos fue el apaciguamiento de
política.
las pugnas políticas y el control de los caudillos
La educación continuaba limitada a círculos
muy reducidos de la sociedad y persistían las
distintas modalidades del caudillismo que se
expresaron a través de Páez, Monagas y más
tarde con las contiendas federalistas.
regionales. Ello fue posible mediante la
adopción de un modelo político centralista, que
paradójicamente habría de coexistir durante
varios años con la Constitución Federal
promulgada en 1864.
La proclamación del sistema republicano
representativo quedó nuevamente en el plano
Al iniciarse el siglo XX, tampoco se dieron
pasos hacia la modernización económica y la
democracia política, a pesar de las expectativas
de cambio alentadas por la Revolución
Restauradora. Poco después, Juan Vicente
Gómez llevó a su máxima expresión las
tendencias que se habían conformado en el siglo
24
24
TIERRA FIRME
XIX mediante un régimen fundado en el
despotismo y la absoluta negación de las
libertades individuales.
LA PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA DE JULIO
C. SALAS
Julio César Salas fue testigo de las
condiciones de atraso de la economía
venezolana y de las prácticas autoritarias de
los gobernantes de turno. Buscando las raíces
de esta problemática y las alternativas de
solución, formuló un interesante análisis desde
la perspectiva de la Sociología1. Su pensamiento
se nutrió de diversas corrientes ideológicas, lo
que le permitió efectuar un claro diagnóstico
de los males que afectaban la estructura social
y las distintas vías para construir la Nación
Venezolana que debía estar integrada por
ciudadanos conscientes y orientados al trabajo
productivo.
La línea de pensamiento de Salas se
diferenció nítidamente de algunos de los
postulados de las doctrinas filosóficas de la
época. Si bien sus criterios sobre el progreso y
la civilización provenían del positivismo, no
admitió los factores raciales ni las condiciones
geográficas como causa del atraso en nuestros
países. Asimismo, expresó gran interés por el
mejoramiento de las condiciones de vida de los
trabajadores y su formación como ciudadanos.
En general, sus ideas de libertad y democracia
no coincidieron con los conceptos sostenidos
por algunos representantes del positivismo
venezolano que, como Laureano Vallenilla Lanz,
abogaban por la imposición del orden a través
de "gobiernos fuertes." (Miliani, 1998: XIVXV; Tinoco, 2000: 63-67).
Ramón Rivas afirma que Julio C. Salas
tenía una clara influencia de los principios
proclamados por Adam Smith en cuanto al
papel de la libertad y el mercado como
elementos centrales para trazar el "destino
político y económico" de la nación venezolana.
En tal sentido, creía que era indispensable crear
instituciones enmarcadas en un "Estado Liberal"
que hicieran posible "organizar una agricultura
y una industria moderna a la altura de las
circunstancias históricas". A pesar de su
identificación con los postulados de la libertad
económica, Salas consideraba necesario
propender a la justa distribución de la riqueza
y combatir los privilegios detentados por
reducidos sectores amparados en la protección
del Estado. Ni la defensa del orden social ni el
libre ejercicio de las actividades económicas
podían significar la legitimación de la injusticia
y el despotismo (Rivas, 2000: 102).
Por tanto, no era suficiente contar con una
gran riqueza, ya que sería indispensable también
promover su distribución equitativa a fin de
alcanzar el equilibrio y la armonía en el seno de
la sociedad:
En verdad que la única razón de las
sociedades humanas es la justa repartición
de los provechos y cargas sociales, y no es
patria ni república verdadera una
circunscripción geográfica donde haya
opresores y oprimidos, pues los sacrificios
morales y materiales impuestos al individuo
deben ser compensados con ventajas o
servicios públicos perfectos que le
proporcione la asociación, ya que todo lo
que favorece el desarrollo del trabajador y
contribuyente aumenta el desarrollo del
TIERRA FIRME
Estado, condición ineludible del progreso
y de la civilización, razón imprescriptible
del pacto social (Salas, 1998: 153).
La meta de la distribución equitativa de la
riqueza sería inalcanzable mientras el poder
estuviera concentrado en manos de una "clase
o personalidad" que se arrogara la facultad de
gobernar de manera absoluta en su propio
provecho. Este planteamiento representa una
clara crítica al sistema político imperante en
Venezuela en aquel entonces.
LA HERENCIA COLONIAL
25
remonta al pasado colonial y analiza el impacto
negativo que para la producción española
significaron las medidas adoptadas desde los
Reyes Católicos hasta los monarcas del siglo
XVI, las cuales apuntaron a la destrucción de
la estructura productiva con la expulsión de
judíos y moriscos que eran agricultores y
artesanos. Asimismo, el absolutismo destruyó
el germen de la burguesía española y ahogó
desde el inicio la acción de las municipalidades,
abatiendo así toda expresión de libertad, al
tiempo que se generalizaba el desprecio por la
industria y la agricultura.
Julio César Salas se refiere constantemente
en su obra al estancamiento económico y a la
falta de políticas destinadas al fomento de la
producción agrícola y las actividades
industriales. A su criterio, las raíces de esta
tendencia residen en las políticas adoptadas
desde la Colonia, las mismas que persistieron
en el período republicano y condujeron al
menosprecio de la manufactura criolla y a la
dependencia de la importación de mercancías
extranjeras, al tiempo que la producción agrícola
registraba escasos avances. Atribuye tales
limitaciones tanto a la carencia de espíritu de
trabajo e iniciativa individual, como a la ausencia
del sentido de ciudadanía y de "conciencia de la
nacionalidad". Desde su punto de vista, el
fomento de la riqueza implica objetivos de
carácter económico y también el desarrollo
pleno de la Nación Venezolana que solamente
así podría alcanzar el nivel de una sociedad
"civilizada".
Prueba de esa situación fue la ruina de
España al concluir el siglo XVI, circunstancias
en las que esta nación se vio obligada a importar
la mayor parte de los artículos manufacturados
que requería, a cambio de los metales preciosos
provenientes de América: "Esa rápida
decadencia no debe extrañar a nadie, pues una
vez más se confirma el principio que hace
depender la prosperidad de las naciones del
desarrollo de las libertades individuales, ya que
el todo, o sea la nación, es la suma de los
ciudadanos, células de cuyo desarrollo depende
la evolución social" (Salas, 1998: 25).
A fin de explicar las causas de las
dificultades para fomentar la producción, se
El despotismo significó en España el
desconocimiento absoluto del derecho de los
El atraso en que se encontraba la otrora
poderosa potencia europea estaba asociado a
la supervivencia del sistema político
absolutista, ya que en España se habían perdido
los "hábitos de libertad y de gobierno propio",
característicos de los ingleses y holandeses que
constituyeron los primeros núcleos de
población en los Estados Unidos (1998: 33).
26
26
TIERRA FIRME
pueblos a la vida independiente en el seno del
trabajo, lo que tuvo repercusiones funestas para
la evolución posterior de dicha sociedad. Por
esta razón, el autor subraya que el "atraso
evolutivo de las naciones está en relación con
la cantidad de libertad arrebatada a los
individuos por los organismos religioso y
político" (1998: 42).
A criterio de Salas, la libertad política y la
libertad económica están totalmente
entrelazadas. En su discurso destaca la
trascendencia de promover el trabajo
productivo y el progreso en un ambiente de
paz y libertad, aspectos que siguen teniendo
vigencia en la Venezuela actual. No concibe el
desarrollo de la riqueza con la existencia de un
gobierno ávido de cobrar impuestos que agota
con su "avaricia" los frutos del trabajo
individual. Por el contrario, la libertad política
incide de manera directa en el estímulo a las
fuerzas económicas, al generar confianza e
interés para invertir en el incremento de la
producción.
PROGRESO MATERIAL Y EVOLUCIÓN
POLÍTICA
La ansiada meta de la "civilización" es
una alternativa para que los pueblos logren
"cauterizar las úlceras nacionales y abolir las
malas costumbres políticas, económicas y
sociales, única manera de formar ciudadanos
útiles o de capacitar a los nacionales para que
triunfen en la lucha por la existencia" (1998:
55).
Su concepto sobre la "civilización
moderna" abarca el desarrollo de la riqueza y la
"evolución política" de la sociedad. A fin de
alcanzar dicho objetivo es fundamental
promover la instrucción y la educación,
consideradas las "condiciones esenciales para
que se verifique la evolución social del país",
conjuntamente con el fomento de la riqueza
pública, agricultura, industria y comercio (1998:
135).
El régimen republicano exige que la
mayoría de la población esté capacitada para
ejercer las prácticas del gobierno propio.
Tomando en cuenta la realidad política
venezolana, plantea que "la igualdad de
derechos y deberes" no ha pasado de ser un
conjunto de "meros prospectos y palabras
vacías de sentido" en la medida que no se ha
procurado la difusión de la educación para que
cada ciudadano contribuya con su aporte al
"progreso constitucional" (1998: 172).
A juicio de Salas, es utópico plantear la
existencia de una república democrática y
representativa con un nivel de analfabetismo
superior al ochenta por ciento, con pobladores
que no conocen sus derechos ni son capaces de
reclamarlos. La democracia representativa
contempla principios fundamentales, como la
libertad de prensa, el sistema alternativo, el
régimen electoral efectivo, la independencia de
los poderes públicos y la libre actuación de los
partidos políticos. El ejercicio del poder por
parte de "políticos de oficio" que no representan
"ni el comercio ni la agricultura, ni las ciencias,
ni las artes", es absolutamente contradictorio
TIERRA FIRME
con la esencia del sistema republicano (1998:
168).
FOMENTO ECONÓMICO Y PROTECCIÓN AL
TRABAJO
Si no se goza de una auténtica libertad
fundada en la distribución equitativa de la
riqueza, no será posible avanzar en el camino
de la civilización: "Todo atentado contra la
libertad y los intereses de los trabajadores es
un delito, porque se destruye la nación, desde
el momento en que no haya justa distribución
de las cargas sociales o las contribuciones
crezcan desmedidamente". En este contexto, el
trabajador dejará de trabajar por la falta de
aliciente, mientras que el "Estado rapaz" se irá
empobreciendo porque "no es posible concebir
fisco opulento e industrias arruinadas" (1998:
180). El progreso requiere de ciertas medidas
de liberalización que, por principio, son
opuestas a los elevados impuestos que
conducen al empobrecimiento de los
trabajadores: el "desarrollo de la potencia
económica y política del país es consecuencia
inmediata de la disminución de los impuestos
o cargas que pesan sobre los productores"
(1998: 180). Esto es exactamente lo contrario
de lo que ponen en práctica los gobiernos
despóticos que aplican altos impuestos
destructores de la producción nacional.
Los gobiernos están obligados a propagar
el "civismo y los principios de sana economía
política", orientados al desarrollo de la riqueza
a fin de implantar la civilización y el progreso.
En tal sentido, cuando Salas se refiere a la
27
protección de la industria y del productor, hace
énfasis en la "libertad plena en la esfera de su
trabajo" y "seguridad completa para su persona
y para el capital que produce su esfuerzo
civilizador y benéfico". Define como funciones
de todo gobierno: garantizar la educación,
construir vías de comunicación, abolir las trabas
que dificultan la importación y la exportación,
simplificar las leyes aduaneras, promover la
efectividad de la administración pública sin
utilizar las "recompensas partidarias" y
establecer una administración de auténtica
justicia (1998: 184-185).
Salas opina que la "civilización de los
pueblos" está en relación directa con la
"cantidad de libertad de que gozan los
individuos". Los gobernantes que "mandan a
su capricho y convierten el poder en beneficio
propio" pretenden utilizar medios opresivos
para acumular dinero y, por tanto, conducen al
atraso tanto político como económico (1998:
64-65).
El desarrollo "completo de la industria
nacional", de acuerdo con los elementos
naturales que un determinado país posee, es
un requisito básico para la obtención de la
independencia económica. Sin embargo, Salas
no considera conveniente el establecimiento de
ciertas industrias que utilicen materias primas
o insumos importados. La denominación de
industrias nacionales correspondería
exclusivamente a las fábricas o manufacturas
que requieren materias primas de nuestro
territorio. Por otra parte, la elevación de los
impuestos aduaneros como medida de
protección para la industria implica el
28
28
TIERRA FIRME
encarecimiento de la vida para la generalidad de
los habitantes del país y el empobrecimiento
de los trabajadores, mientras contribuye al
"peculado de las clases no productoras". Estos
factores, junto a la ausencia de un sistema de
financiamiento al sector manufacturero, impiden
el futuro desarrollo de las industrias
"propiamente nacionales" que requieren del
aporte de capitales para ampliar las plantas
fabriles o crear nuevos establecimientos (1998:
66-67).
Desde esa perspectiva, el proteccionismo
es interpretado como una modalidad de
reglamentación económica dirigida al fomento
de ciertas manufacturas que no pueden
establecerse en el país por falta de personal
calificado o materias primas e implica que los
consumidores deben pagar más caro el producto
en "provecho de monopolios artificiales". El
autor califica de proteccionismo "falaz" la
pretensión de abaratar el interés del dinero
mediante la persecución de los prestamistas y
la imposición de trabas a la libre circulación del
capital (1998: 185-187).
LIBERTAD ECONÓMICA E
INTERVENCIONISMO
La aplicación de medidas proteccionistas
para la industria ha sido objeto de diversas
discusiones desde el siglo XIX. En aquel
entonces se exigía una política arancelaria en
favor de las artesanías locales, que se
encontraban en plena decadencia debido a la
competencia de los productos manufacturados
extranjeros. Una parte de las políticas económicas adoptadas desde 1830 respondieron a
los lineamientos del modelo clásico liberal, por
el cual Venezuela debía especializarse en la
producción agrícola y obtener así los ingresos
necesarios para la importación de mercancías
en el marco de la división internacional del
trabajo.
La dinámica económica se modificó
radicalmente cuando se produjeron importantes
cambios en el escenario latinoamericano como
consecuencia de los efectos de la crisis mundial
de 1929. El cierre de los mercados exteriores, la
política proteccionista de los países industrializados y la creciente tendencia a la
desvalorización de los precios de las materias
primas condujeron a una profunda reflexión en
torno al futuro económico. La crisis económica
trajo aparejada la crisis de los viejos esquemas
que respaldaron las políticas económicas
tradicionales. Los postulados del librecambismo perdieron vigencia en la medida que
quedaba demostrada la vulnerabilidad de la
economía exportadora de materias primas
mineras y agrícolas, ante los embates de las
fluctuaciones cíclicas del mercado capitalista y
las contingencias de la demanda internacional.
De esta situación se derivó la tendencia a asignar
al Estado un importante rol en el estímulo del
crecimiento económico. Algunas de esas
medidas comenzaron a ser puestas en práctica
en Venezuela a partir de 1936 y, de manera
especial, en el contexto de la Segunda Guerra
Mundial2. Esta nueva concepción sobre el
papel del Estado requiere de una serie de
reflexiones para examinar la pertinencia de la
TIERRA FIRME
aplicación de medidas proteccionistas y definir
los límites de la acción pública en las actividades
económicas.
Al iniciarse el siglo XXI, muchos de los
problemas políticos y económicos planteados
por Julio César Salas no han sido resueltos
aún. La necesidad de ampliar y diversificar la
producción agrícola, la carencia de un desarrollo
industrial con capacidad de abastecer parte del
mercado interno, la distribución equitativa de
la riqueza nacional y la educación para el trabajo
siguen formando parte de los temas centrales
del debate contemporáneo.
NOTAS
1 Salas fundó la Cátedra de Sociología y Economía Política
en la Universidad de Los Andes en 1909, año en que
también fue creada la misma cátedra en la Universidad
Central de Venezuela por Carlos León.
2 Julio C. Salas, cuya muerte acaeció en 1933, no llegó a
conocer los profundos cambios económicos que se
desarrollaron a partir de 1936, durante los gobiernos de
Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita. En
ese entonces, tuvo lugar una fuerte polémica con la
relación al papel interventor del Estado en la economía.
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30
30
TIERRA FIRME
Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 19-28, 2006
Political Freedom and Economic
Freedom: Foundations of Modern
Civilization
Liberté politique et liberté économique:
fondements de la civilisation moderne
Catalina Banko
Catalina Banko
Abstract:
Political and economic freedom as the
basis of progress and modernization of the
national production sector is at the core of
Civilización y Barbarie (Civilization and
Barbarism) by Julio César Salas. Stagnation
of Venezuelan economy, in his opinion, was
extremely related to the existence of a political
system based on personalities and lack of
sense of citizenship. Julio César Salas
witnessed backwardness in Venezuelan
economy and authoritarian practices by local
leaders. Trying to find the roots of this
problem and its possible solutions, he
presented an interesting analysis under the
sociological perspective. His thought drew on
different ideological trends, which allowed
him to make the correct diagnosis of the issues
that affected the social structure and to suggest
the different ways in which the Venezuelan
Nation should be built: with conscious
citizens willing to join the production sector.
Résumé:
L’idée de la liberté économique et politique
comme fondement essentiel pour le progrès et la
modernisation de la structure productive
nationale constitue l’un des axes principaux de
l’oeuvre Civilización y Barbarie de Julio César
Salas. D’après lui, la stagnation de l’économie
vénézuélienne est étroitement liée à l’existence
d’un système politique caractérisé par le
personnalisme et le manque d’esprit de citoyenneté. Salas a témoigné du retard de l’économie
vénézuélienne et des pratiques autoritaires des
gouverneurs de l’époque. Résolu à trouver les
causes de cette problématique et y apporter des
solutions, il a élaboré une analyse intéressante
fondée sur une approche sociologique. Influencé
par divers courants idéologiques, Salas a ainsi
établi un diagnostic très clair des maux touchant
la structure sociale et des différents moyens
permettant de construire la Nation vénézuélienne,
une nation qui devait être composé de citoyens
conscients et orientés vers le travail productif.
Key words: Economy, Venezuela, XIX
century, Salas, sociology.
Mots-clés: Économie, Venezuela XIXe
siècle, Salas, sociologie.
*********
*********
TIERRA FIRME
31
Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 29-36, 2006
Venezuela y lo indio,
en pasado y presente...
RAFAEL A. STRAUSS K
UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
Resumen: Es indudable, que una somera revisión de la bibliografía, hemerografía y otras
fuentes sobre el indígena en Venezuela arroja resultados impresionantes, pero es indudable,
asimismo, que una revisión del sentimiento del venezolano hacia el indio de aquí y, en general,
hacia el indio de América, arroja resultados que, por decir lo menos, son preocupantes. Me estoy
refiriendo, de hecho, al viejo asunto del papel del intelectual en la sociedad y al viejo problema del
destino y utilidad de su trabajo. ¿Es esto pragmatismo? Es posible. Me parece indudable que esta
consideración tiene mucho que ver con el resquebrajamiento de la mayoría de los paradigmas
dentro de cuya estructura y funcionamiento hemos venido actuando desde hace mucho tiempo.
En las líneas que siguen barruntamos estos asuntos.
Palabras clave: Salas, indigenismo, Venezuela, etnohistoria, cultura.
ecientemente, estuve reflexionando en las páginas de
tres diarios y en una
ponencia, acerca de la percepción que el venezolano
ha tenido y tiene de su pasado, de cómo nos
vinculamos con él y, en general, qué lectura se
hace de su pasado en Venezuela. Orienté buena
parte de mis consideraciones a reflexionar
acerca de la percepción de lo indio, a
propósito de una entrevista sobre la llevada
de Guaicaipuro al Panteón Nacional, por un
lado, y por el otro, dos artículos que titulé “El
pasado es vivencia” y “Por qué los indios.” Y
en la ponencia, sinteticé mi apreciación
R
personal sobre el escultor indigenista Alejandro
Colina, destacando su obra como fuente
antropológica e histórica.1
Estas recientes reflexiones no distan
mucho de las que en esta misma línea he
desarrollado tanto en mis clases de pregrado y
postgrado como en ocasiones semejantes a este
evento, y es que parece evidente que en
Venezuela, desde muy temprano, se generó
hacia el indio y su cultura un desprecio que se
fue generalizando hasta enraizarse, tal y como
es fácil demostrarlo por los miles de
testimonios que existen publicados y en los
archivos, es claro que desde nuestro tiempo
colonial al indio se lo mantuvo dentro de las
32
32
TIERRA FIRME
pautas de lo que entendemos como un doble
discurso, es decir, que al mismo tiempo que se
le acogía se le rechazaba, algo así como
invitarlos al cielo pero pasando primero por
el infierno, según escribí recientemente.
Esta situación, en realidad, no ha
cambiado, todo lo contrario: se ha recrudecido
de una manera molesta, que obliga a
preguntarse por qué se fue generando en el
venezolano un desprecio hacia el indio y su
cultura. Es ya un lugar común, por ejemplo,
que cuando por cualquier medio de comunicación se aborda la situación actual del
indígena en Venezuela, o se alude a ella, tienden
a destacarse los aspectos que lo problematizan
en lo socioeconómico y en sus relaciones con
la sociedad nacional y, por supuesto, tienden
a transmitirse imágenes que incitan a la lástima.
No estamos tras la idea, por supuesto, de una
consideración paradisíaca, al estilo del “buen
salvaje”, pues al fin y al cabo, las comunidades
indias de Venezuela sufren el abandono del
que han sido objeto en lo económico, lo
sanitario, lo educacional, y son seres humanos,
sólo que a esa tradicional desidia se suma el
desconocimiento generalizado por los mismos
venezolanos de las características reales de
nuestras comunidades indígenas, tanto en su
pasado como en su presente.
Nos preguntamos, por ejemplo, si una
de las causas del desconocimiento no estará
en el hecho de que quienes incorporaron lo
indio a sus reflexiones venezolanistas lo
hicieron sólo como objeto de estudio, de tal
forma que la reflexión sobre aspectos de la
cultura indígena de Venezuela no ha
contribuido, en definitiva, a implantar en el
imaginario del venezolano el necesario
sentimiento por esa porción de humanidad que
nos habita desde siempre. En todo caso, no es
ésta la ocasión para referirnos al momento y
las circunstancias en que particularmente en
América se delimitaron las áreas de interés de
algunas de las ciencias sociales. Sí me parece
acertado recordar que en la marcada ausencia
de lo indígena -y de lo negro- en nuestra
interioridad venezolana, ha terminado por
subyacer una de las convicciones que se tuvo
para la fundación del nuevo Estado, entre 1830
y 1847, y de la que Pino Iturrieta, en un aparte
que titula “La mirada hacia fuera”, escribe:
“Ningún testimonio de la época hace referencia
a los valores autóctonos, como posibilidad de
construir el proyecto por asimilación de lo
oriundo; ni descubre la entidad de la
concurrencia africana en la conformación de
una personalidad común” (Pino Iturrieta,
1993: 31-32).
Es indudable, que una somera revisión de
la bibliografía, hemerografía y otras fuentes
sobre el indígena en Venezuela arroja resultados
impresionantes, pero es indudable, asimismo,
que una revisión del sentimiento del
venezolano hacia el indio de aquí y, en general,
hacia el indio de América, arroja resultados
que, por decir lo menos, son preocupantes.
Me estoy refiriendo, de hecho, al viejo asunto
del papel del intelectual en la sociedad y al
viejo problema del destino y utilidad de sus
trabajos. ¿Es esto pragmatismo? Es posible.
Me parece indudable que esta consideración
tiene mucho que ver con el resquebrajamiento
TIERRA FIRME
33
histórica -y las de otras disciplinas- deban
acoplarse al alto grado de ignorancia y al
analfabetismo generalizados que han terminado
por caracterizar a un segmento significativo
Pero, ninguna sociedad, ningún ser
de los venezolanos. Estoy sugiriendo, sí, que
humano, pueden vivir sin paradigmas y desde
dentro de lo que expresa la conocida máxima
esta perspectiva es que afirmo que no estoy
de que a grandes problemas grandes soluciones,
despreciando, ni es posible planteárselo
procuremos conseguir, en efecto, grandes
siquiera, los aportes que para conocer al indio
soluciones. Y el descode Venezuela, su historia y
nocimiento, el temor por
su cultura han salido de nuesEs claro que desde
el pasado, la ignorancia,
tras universidades, de otras
nuestro
tiempo
colonial
el analfabetismo, son
instituciones, de eventos
apenas algunos de los
al
indio
se
le
mantuvo
como éste, de individualidades. Lo que no deja
dentro de las pautas de grandes problemas que
aún tenemos los venede preocuparme es que al
lo que entendemos
zolanos.
desconocimiento y menosde la mayoría de los paradigmas dentro de
cuya estructura y funcionamiento hemos
venido actuando desde hace mucho tiempo.
como un doble discurso,
Recientemente afirprecio generalizados que
es decir, al mismo
mé que en Venezuela
existe en el común de los
venezolanos por el indio, se
tiempo que se le acogía, pareciera sufrirse de lo
que, en antropología
suma una suerte de rechazo
se le rechazaba.
denominamos complejo
por nuestro pasado. No soy
étnico, es decir, que es
novedoso al afirmar que el
casi un axioma que al venezolano le cuesta
venezolano pareciera despreciar su pasado,
identificarse con su pasado porque en él parece
avergonzarse de él, sentirse incómodo,
que ve más fracasos que aciertos, o, en todo
inclusive, ante la sola mención o posibilidad
caso, ha prevalecido en la interpretación del
de abordarlo. Al parecer, no hemos sido
pasado un rechazo insospechado, uno de cuyos
diseñados para entender nuestro pasado, y
resultados pareciera ser que nuestro pasado
me pregunto, entonces, que tan diseñados
no nos pertenece, no es mío, no es nuestro.
estamos para perfilar nuestro futuro.
Cuando el venezolano interroga su pasado
En cuanto a esto, vuelvo a recordar mi
como nación, lo que suele encontrar es una
preocupación sobre que los productos de la
ristra de acontecimientos políticos con los que
investigación en historia apenas se han
apenas o nada se identifica o, en todo caso,
introducido de manera idónea en el venezolano.
que esconde. Y cuando intenta soslayar “lo
Deseo aclarar y ser más específico. Cuando
político” y procura indagar sobre otros
afirmo estas cosas en ningún momento estoy
aspectos de la cultura, lo que suele encontrar
incentivando la idea de que la reflexión
34
34
TIERRA FIRME
es un escenario constituido por vacíos,
particularmente cuando compara lo que se tiene
como el pasado de Venezuela con el de otras
latitudes.
Y en esta comparación, lo indio ha llevado
la peor parte. ¿Que en Venezuela no tenemos
pirámides y otras maravillas y monumentos
aborígenes que exhibir? No importa, porque
tenemos a las personas indias, orgullosas,
además, de su procedencia, y eso es más que
suficiente. Gente que en materia de vinculación
con la naturaleza -probablemente el espacio
ideal para el futuro- puede darnos lecciones
de convivencia, gente, además, que exhibió su
natural inteligencia para aprovechar en la mejor
economía de esfuerzo concebida, las
generosidades de su entorno, de tal manera
que su carencia de agricultura, por ejemplo,
no tiene por que ser categoría cuya aplicación
los descalifica ante esquemas evolutivos que,
en esencia, están cargados de etnocentrismo.
Gentes que afinaron la memoria para el registro
de su experiencia como pueblo, como sociedad,
poniendo en práctica una oralidad tan válida
como otra fuente histórica. Indios, en fin, que
además de personas, son descendientes de
quienes primero habitaron nuestro actual
territorio y este hecho tiene que ser un
privilegio que de manera especial nuestra
historiografía está en la obligación de
revalorizar para, entre otras cosas, incorporar
al sentimiento del venezolano un apego crítico
y amor por su pasado y, como parte
importante de él, apego, amor y comprensión
por el indio.
Y a propósito de esto no puedo dejar de
afirmar, como lo hiciera recientemente, que si
hay alguien ávido de saber de historia, es el
venezolano. Y me pregunto qué tan capaz ha
sido nuestro sistema educativo, particularmente el que comenzó a perfilarse desde los
inicios de la pasada década de los ochenta,
para atender a esa evidente avidez, me pregunto
asimismo, acerca del destino de los grandes
trabajos de lingüistas, de literatos, de etnohistoriadores, de historiadores, de antropólogos, de artistas plásticos, que han tomado
lo indio de Venezuela como materia central de
sus preocupaciones. Se me viene a la mente
aquella reflexión poética de Lord Byron –que
cito de memoria– cuando se preguntaba:
“Grecia, ¿dónde están tus grandes hombres
desaparecidos? ¿Centelleando a través del
tiempo de las cosas que han sido? ¿Asombro
de colegiales? ¿El asombro de una hora?”
El venezolano, como todo ser humano,
desea saber. Cuando gente consciente del valor
educativo de la televisión reclama mejoras en
la programación, lo que está sugiriendo es que
los canales dispongan de más programas de
esos que se denominan culturales. Y no es
difícil entender lo que se está solicitando.
Habría que preguntarse, por ejemplo, en qué
radica el éxito sostenido de Vale TV. Y
tendríamos que preguntarnos, asimismo, por
qué los participantes de ese maravilloso
programa de RCTV ¿Quién quiere ser
millonario? tienden a fallar notoriamente en
preguntas sobre historia de Venezuela o sobre
nuestra cultura popular tradicional. Por
distintas razones, ahora más que antes se
TIERRA FIRME
aprecia un preocupante desconocimiento de
lo que históricamente nos pertenece.
Tantos siglos discriminando al indio han
horadado los sentimientos nacionales en
prácticamente todo el espacio americano. Y
en Venezuela, que no es excepción, no hemos
sido amigos de los indios, y deberíamos serlo,
tanto de los de ahora como de los que la
historiografía blanca predominante -por darle
algún nombre a la crónica que se genera en
nuestro tiempo colonial y a una buena parte
de las obras de carácter histórico posterioresles cercenó en la tinta los pareceres e ignorando
la estructuración y el funcionamiento de sus
culturas, los tildó de flojos, de manganzones,
de estorbo., a pesar del aporte que aun dentro
del atropello del que fueron objeto -al igual
que los esclavos negros- se metieron en los
intersticios más sensibles de nuestra
nacionalidad.
Recientemente destacábamos la idea de
que el indio no sólo debe conjugarse en pasado,
sino también en presente y en futuro, como
todo pueblo, como toda etnia, como todo grupo
humano. Quienes así lo han hecho terminan
por tener y fortalecer una percepción de sí
mismos -que luce más auténtica- como
individuos, como naciones, con pocas deudas
y mucha disponibilidad para el afecto y para
el futuro.
Pareciera, sin embargo, que soplan brisas
nuevas que están aventando, entre otras cosas,
una preocupación por afinar viajes más
frecuentes a nuestro pasado. Pareciera existir
en el venezolano reciente un interés particular
por penetrar su sido para ver de comprender
35
su siendo. Tanto para apoyar como para rebatir
peregrinas afirmaciones que han venido
enmarcando lo que hoy se conoce como el
proceso, instituciones e individuos, profesionales o no, han tenido que ir críticamente a
nuestro ayer para buscar explicaciones, lo cual
se refleja públicamente de manera particular
en la prensa nacional y regional, en programas
de radio y de televisión y en páginas de la
Internet. Y no se indaga solamente sobre lo
político, sino que la manifiesta necesidad de
saber de nuestro pasado orienta la pesquisa
hacia otros contenidos del pasado de nuestra
cultura.
Es probable que estemos en proceso de
dejar de ser un pueblo temeroso de su memoria,
su historia, su pasado, de tal manera, que este
momento, debería ser idóneo para que se dé a
conocer -según la realidad del desinterés
generalizado que hay en nuestro país por la
historia- la obra de nuestros grandes
pensadores, porque siempre que en Venezuela
se hable de justicia social, de respeto por los
otros, de arraigo, de hermosos sentimientos
sin límites por lo que nos pertenece, se estará
hablando, entre muchos otros, de Lisandro
Alvarado, Gilberto Antolinez, Augusto
Mijares, Andrés Eloy Blanco, Mario Briceño
Iragorry, Mariano Picón Salas, Miguel Acosta
Saignes, Angelina Lemmo, José Ignacio
Cabrujas, Alejandro Colina y, por supuesto,
de Julio César Salas, por no mencionar a
quienes están en proceso de consagrarse. Pero
no dar a conocer a esas gentes en los términos
en que suele hacerse, que es reproducir obras
completas, bautizarlas en rimbombante acto
36
36
TIERRA FIRME
para que luego desaparezcan, lo que hace que
el desconocimiento sobre nosotros duela
mucho más por persistente.
Tengo la impresión de que, entre algunos
otros medios impresos, El Nacional ha abierto
una línea de difusión que no es despreciable,
semejante a aquellas ediciones llamadas
populares que asumieron en su momento
Pedro Grases y la Fundación Eugenio
Mendoza o un Ministerio de Educación que
respetaba al venezolano y, por supuesto, al
país. Esas ediciones circulaban -hasta donde
sabemos, en todo el país- de una manera
prometedora, porque dio resultados positivos
visibles, desde la editorial a los padres y
maestros y desde éstos a los hijos y
estudiantes. Está pasando ahora y debe seguir
pasando, por favor.
Deseo finalizar estos comentarios sobre
lo indio de Venezuela en pasado y presente,
llamando la atención sobre tres puntos que
tienen carácter de propuesta:
1. Lo indígena es uno de los contenidos de
nuestra historia, cuyo pasado y presente
aún tienen validez, entre otras razones,
porque muchos de sus descendientes
conviven con nosotros y son seres
humanos.
2. Quizá sea en la comprensión científica de la
permanencia de lo indígena en los períodos
siguientes al tiempo prehispánico, donde
se descubran aspectos que la arqueología y
los cronistas no han podido decirnos. Un
análisis en esta línea significa no sólo un
acto de justicia, sino corregir una falla de
nuestra historiografía. Hemos comprobado
hasta el momento que la documentación de
archivo y la revisión con otras lentes de la
información de los cronistas ofrecen serias
posibilidades en este sentido.
3. Si revisamos críticamente la política
indigenista venezolana creo que el resultado
es negativo, entre otras razones porque muy
pocas veces el indígena mismo ha participado en el diseño de su propio destino. En
los últimos años, sin embargo, ha habido
aires de cambio significativo: varios indígenas
venezolanos han tenido oportunidad de
asumir las bondades de la historia y de la
antropología como disciplinas; muchos
misioneros y otras agrupaciones han echado
bases como para propiciar respeto a las
culturas indígenas contemporáneas y
muchos antropólogos, historiadores y
funcionarios del Estado han venido
entendiendo la necesidad de trabajar
conjuntamente, para aplicar una política
indigenista humanizada. Cada vez son más
verdad las palabras de Jean Mari Auzías de
que “podemos considerar que todos los
hombres no piensan de la misma manera [y
que] veremos en realidad que no piensan en
las mismas cosas”; o aquel mensaje de la
revista Sic, en 1980, de que “Un pueblo
civilizado es el que sabe hacer su vida y la
hace.”
TIERRA FIRME
37
NOTAS
BIBLIOGRAFÍA
1 Me refiero a mis trabajos: “El pasado es
vivencia”. En: Verbigracia, Nº 1, Año V, p. 1,
El Universal, Caracas, 6.10.2001 y “Por qué
los indios.” En: Tal cual, Caracas,
11.10.2001, p. 13. La entrevista está en “La
historia como caja de resonancia ideológica”,
de Alfredo Meza, en El Nacional, Caracas,
22.7.2001, Siete Días. La ponencia fue
publicada en Revista Nacional de Cultura,
Año LXIII, No. 323, Caracas, con el título
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Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 29-36, 2006
Venezuela and the Indigenous, in Past
and Present…
Le Venezuela et l’élément indien: passé
et présent…
Rafael A. Strauss K.
Rafael A. Strauss K.
Abstract:
There is no doubt that a brief consult of
biography, newspaper articles, and other
sources on the indigenous in Venezuela would
show impressive results. However, a short
research on the Venezuelan perception of our
indigenous and those of the American continent
would also show worrying results. Indeed, I
am referring to the old issue of intellectuals’
role in society and the old problem of fate and
its usefulness. Is this pragmatism? Maybe. I
dare say this consideration is extremely related
to the crack of most of the paradigms that have
Résumé:
Une révision sommaire de la bibliographie,
des articles de journaux et d’autres sources
portant sur les indigènes au Venezuela apporte
des résultats impressionnants. Et si on analyse
les sentiments des Vénézuéliens à l’égard des
indiens de notre pays, et en général envers les
indiens du continent américain, l’on constate
que les résultats sont pour le moins
préoccupants. J’analyse donc l’éternel débat
sur le rôle des intellectuels dans la société, ainsi
que la vieille question de la fonctionnalité de
leur travail. S’agit-il du pragmatisme ? Peut-
38
38
TIERRA FIRME
guided our behavior for a longtime. This study
analyzes such issues.
Key words: Salas, Indigenous, Venezuela, Ethnohistory, Culture.
**********
être. Il me semble que cette considération est
étroitement liée à l’effondrement des
paradigmes qui ont régi nos actes pendant
longtemps. La présente étude porte sur ces
questions.
Mots-clés: Salas, indigénisme, Venezuela, ethno-histoire, culture.
**********
TIERRA FIRME
39
Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 37-55, 2006
De la etnoescatología a la
etnogénesis: notas sobre las
nuevas identidades étnicas
ANTONIO PÉREZ
FUNDACIÓN KURAMAI, ESPAÑA
RESUMEN: Los agentes etnogénicos, amén de indígenas en cuyo caso se alimentarían de la
tradición autóctona, pueden ser cosmopolitas e incluso policlasistas e inspirarse en dos tradiciones:
la popular -que puede degenerar en folklorizante- y la académica -que no está exenta de
arbitrariedades-. Dentro de esta última, merece mención especial la tradición etnográfica puesto
que las reconstrucciones que de su etnia efectúan estos agentes dependen en buena medida de esas
fuentes escritas meramente descriptivas. De ser esto cierto, lo inédito sería esa peculiar alianza entre
lo popular y lo elitista mientras que el recurso a lo etnográfico era de prever. Otro aspecto de las
actual etnogénesis que conviene mencionar puesto que se ha hecho ineludible - bien a nuestro
pesar -, es su ambiguo vínculo con la homogeneización universal o globalización: la utilizan para
enfrentarse a ella pero también para hacerse visibles por vía de contraste, como El Enemigo
Necesario y también como Proveedora de Modelos. Las páginas que restan merodean por estos
rincones, de lo étnico, lo literario, de lo diverso.
PALABRAS CLAVE: Etnohistoria, folklore, historia, etnogénesis.
PROEMIO
n 1989, en el transcurso de
una reunión auspiciada por
el Instituto Indigenista
Interamericano, en los
alrededores de San José de
Costa Rica, encontramos a
HMP, un diputado nacional venezolano por
Acción Democrática que, para nuestra
E
sorpresa, asistía a ese foro en su calidad de
“indígena Timoto-Cuica” – aunque reconocía
haber perdido la lengua aborigen-1. Por esos
mismos años, un documento de temática
indigenista del Congreso de Venezuela citaba
los aportes del “Sociólogo Rómulo Brito
- indígena Chaima-” 2 . Según nuestras entonces poco más que ahora- rudimentarias
nociones de etnografía venezolana, tanto los
Timoto-Cuica como los Chaima, tiempo ha que
40
40
TIERRA FIRME
habían sido exterminados3: ¿cómo entender,
entonces, estas asombrosas auto identificaciones étnicas? ¿estaban erradas las
etnografías e incluso las etnohistorias o nos
encontrábamos ante distintas maneras de
definir lo étnico? ¿nos veíamos ante
extravagancias folkloristas o ante un nuevo
fenómeno social?.
Antes de entrar en detalles etnológicos
sobre Timoto-Cuicas, Chaimas y otras
parcialidades afines, pongamos el tema de las
viejas/nuevas identidades étnicas en su contexto
temporal: en aquellos no tan lejanos años de
los 80s, el gremio etnográfico-antropológico
estaba más preocupado por registrar las últimas
manifestaciones de los pueblos indígenas
demográficamente ínfimos que por observar el
nacimiento de nuevas entidades étnicas. Es
obvio que ambos son tópicos merecedores por
igual de la atención científica pero, debido a la
inaudita velocidad con la que se propagaba la
occidentalización, parecía aconsejable la
práctica prioritaria de una etnografía de
urgencia. En consecuencia, perduraban desde
hacía un siglo los tiempos en los que se
acostumbraba a publicar monografías sobre
«los últimos XX» -y, por desgracia para los
pueblos estudiados, hay motivos para que
sigan publicándose -. En definitiva, eran (son)
tiempos de consumación y, por ende, de
etnoescatología.
Sin embargo, algunos científicos sociales,
quizá preocupados y/o enfervorizados por el
resurgimiento de los nacionalismos eurasiáticos, ya estaban afilando las herramientas que
permitirían analizar procesos inversos a los
epilogales. Las primeras de ellas, las ideasfuerza íntimamente ligadas de voluntarismo y
de creación4. A partir de éstas, si se me permite
una cierta dosis de caricatura y nos limitamos
al Primer Mundo, pudiéramos decir que se ha
llegado al convencimiento popular de que el
factor fundamental en la existencia de cualquier
colectivo social es que sus individuos se
empeñen en crearlo y, sobre todo, en creérselo5,
lo cual puede ser aproximadamente necesario
-pero nunca suficiente- cuando se trata de
naciones, pero, hemos de subrayar que ambas
ideas-fuerza chocan frontalmente con
coordenadas tan definitorias de la identidad
étnica cuales podrían ser la involuntariedad
–“no es posible crear una etnia por un mero
acto de voluntad”- y la preexistencia –“la etnia
hunde sus orígenes en tiempos míticos”-. Ello
no obstante, lo cierto es que, al calor de aquel
discurso sobre la nación y mediante una
desatinada deriva, se dio en reactivar el debate
sobre la etnogénesis.
Entendámonos: no es que se resucitara el
término “etnogénesis” pues éste nunca dejó de
existir pero, de ser aplicado casi exclusivamente
para definir la conformación de los pueblos
antiguos6 , comenzó a utilizarse para entender
fenómenos universales contemporáneos tan
disímiles como el antes citado auge de los
nacionalismos y el nacimiento -o renacimientoétnico. Que, pese al (¿interesado?) galimatías
que reina sobre ambos términos, etnia y nación
no son vocablos sinónimos, es afirmación que
hemos sustentado en otro momento por lo que
no vemos a insistir sobre ella7. Así pues,
entendemos que no es lo mismo el nacer de una
TIERRA FIRME
41
nación o naciogénesis que la etnogénesis; no
que, como veremos a renglón seguido y
siempre es fácil distinguirlas pero, a veces, su
ejemplificaremos más adelante, combina
diferencia se delata en la más superficial de las
métodos inéditos de resurrección cultural con
aproximaciones: la de su repercusión mediática.
referencias continuas a la más consolidada -a
Si nos guiamos por ésta, encontraremos que la
menudo, estereotipada- de las tradiciones
naciogénesis enciende pasiones encontradas
culturales de Occidente.
mientras que sobre la etnogénesis aletea un
Y es que los agentes etnogénicos, amén
cierto despego. Obviamente, la razón última
de indígenas en cuyo caso se alimentarían de la
de esta disparidad es política: las nuevas etnias
tradición autóctona, pueden ser cosmopolitas
son minoritarias y hasta
e incluso policlasistas e
Los agentes etnogénicos, inspirarse en dos tradimínimas o testimoniales;
por el contrario, las nuevas
amén de indígenas en cuyo ciones: la popular -que
naciones son entidades
caso se alimentarían de la puede degenerar en
notorias que, con una ligera
folklorizante- y la
tradición autóctona, pueden académica -que no está
ayuda de terceros, pueden
desencadenar procesos de ser cosmopolitas e incluso
exenta de arbitrariemagnitud mundial como, policlasistas e inspirarse en dades-. Dentro de esta
por poner ejemplos muy
dos tradiciones: la popular última, merece mención
conocidos, los desatados por
especial la tradición
-que puede degenerar en
las naciones bálticas y de
etnográfica puesto que
folklorizante- y la
Asia Central -comenzaron la
las reconstrucciones
destrucción de la URSS- y,
académica -que no está
que de su etnia
por añadir ejemplos no tan
exenta de arbitrariedades. efectúan estos agentes
manidos, los desatados por
dependen en buena
los Rehoboth Basters -se opusieron a la indepenmedida de esas fuentes escritas meramente
dencia de Namibia- y por los Boers de Sudáfrica
descriptivas. De ser esto cierto, lo inédito sería
-obstaculizaron la caída del apartheid -.
esa peculiar alianza entre lo popular y lo elitista
Dejando para otra ocasión la naciogénesis,
hemos de añadir que entendemos la actual
etnogénesis en su sentido más literal y aséptico,
es decir, como creación de nuevas etnias,
independientemente de que estos neo-indígenas
se reclamen en exceso o en defecto de una etnia
originaria. Huelga añadir que estamos ante un
fenómeno antiguo y universal8 pero, también
y sobre todo, nuevo y contradictorio puesto
mientras que el recurso a lo etnográfico era de
prever. Dicho sea limitándonos a la
revitalización cultural -caso más frecuente- y
si nos olvidamos por ahora del estímulo que
aportan -en contadas ocasiones- esas clases,
aparte que son las pudientes; cual es el caso,
por ejemplo, del neoincaísmo peruano o
nativismo monumentalista, movimiento en el
que grupos emergentes de poder instru-
42
42
TIERRA FIRME
mentalizan el recuerdo del Tawantinsuyu a la
par que confluyen en mayor o menor medida
con reivindicaciones propias del imaginario
mesocrático.
Otro aspecto de las actual etnogénesis que
conviene mencionar puesto que se ha hecho
ineludible -bien a nuestro pesar-, es su ambiguo
vínculo con la homogeneización universal o
globalización: la utilizan para enfrentarse a ella
pero también para hacerse visibles por vía de
contraste, como El Enemigo Necesario y
también como Proveedora de Modelos. El
patrón más recurrente y proteico, tan denostado
como enaltecido, sigue siendo el melting pot
del cual habría que añadir que se trata de la
pauta por excelencia puesto que ha superado
el estadio de modelo para convertirse en un
genuino mito -en el sentido de que, empezando
por su mera existencia, resiste a la razón
común-. Y es que el melting pot nunca ha
pasado de ser un dudoso desideratum (Glazer
y Moynihan ya dijeron en 1963 que,
simplemente, no existía) pues, por fortuna, no
sólo no ha amalgamado a las parcialidades
estadounidenses sino que, por el contrario, ha
espoleado su reproducción; eso sí,
mercantilizando la diferencia cultural y, sobre
todo, transmutándola en utensilio de control
político.
Una prueba de ello que aquí merece sacarse
a colación porque también nos ilustra sobre las
profundidades históricas de la etnogénesis es
el caso de los Powhatan Indians de Virginia,
EEUU. Es fácil hallar pueblos indígenas
derrotados militarmente hace más tiempo que
ellos pero sería muy difícil encontrar etnia
alguna más adentro aún en la boca del lobo. En
1607, cuando fue invadido por la primera
oleada de ingleses, este pueblo algonquino
ascendía a no menos de 14.000 almas; en 1990,
no llegaban a un centenar de enrolled -miembros
plenos- más otros trescientos eligible. A pesar
de ser el pueblo de la famosa Pocahontas, se
han beneficiado ínfimamente de la celebridad
mundial de su tatarabuela. Por lo demás, es
muy meritorio que hayan mantenido la
cohesión étnica a través de cuatro siglos, máxime
si tenemos en cuenta que siguen viviendo en
sus tierras de origen, por mucho que éstas
hayan sido la punta de lanza de la invasión
occidental. Pero, ¿a qué costo cultural se han
mantenido unidos?: a un precio que puede
visualizarse en la misma portada de la modélica
monografía que hemos consultado (Rountree,
1990). Esta carátula se compone de tres
ilustraciones; en la primera observamos a un
Powhatan -o algonquino en general- de los
tiempos del primer choque: su indumentaria es
peculiar, difícil de confundir con cualesquiera
otra. En la segunda, un grabado de 1705 nos
muestra a un supuesto “indio de Virginia”
envuelto en una túnica informe: no sabríamos
decir si es un Powhatan o un malgache o un
campesino ruso. La tercera es una foto a todo
color de ELB, uno de los líderes Powhatan
contemporáneos, ataviado como un piel roja
de las praderas en versión Hollywood.
Evidentemente, ha desaparecido todo rastro de
especificidad cultural; a pesar de esta debacle,
se han mantenido como un pueblo diferenciado
de sus vecinos y ello se debe, en primer lugar y
siempre según Rountree, a que en la esencia de
TIERRA FIRME
43
su identidad étnica está el afirmarse como
powhatan frente a los otros, frente a los vecinos
-blancos y negros-. Pero esta archiconocida
estrategia de autoafirmación colectiva a
expensas de los Otros, no podría haberse
dilatado fructíferamente durante tantos siglos
si, además, no hubieran concurrido los
siguientes factores: mantenimiento de las líneas
genealógicas -o sea, énfasis en la racial purity; reconocimiento temprano por parte del estado
de Virginia; posesión plurisecular de sus
reservations; gobiernos e iglesias tribales
formalizados; participación en foros
intertribales y acceso a los fondos federales
“para indios” (Rountree: 276). Es decir, una
panoplia de factores endógenos y exógenos.
Casos en los que, para empezar, no es obvio
que todos ellos sean puras creaciones étnicas al igual que la powhatanidad no parece haber
sido creada hoy- aunque pueda ser manifiesto
que en todos ellos tenga gran importancia una
cierta dosis de etnicismo voluntarista -dicho
sea tomando en préstamo las dos ideas-fuerza
antes citadas-. Sin embargo, los ejemplos
venezolanos que veremos a continuación quizá
puedan servirnos para difuminar esa divisoria
entre la resistencia crónica y la resurrección
súbita.
Pues bien, quizá no estos mismos factores
pero sí esta combinación de causas internas y
externas es la que encontramos en buena parte
de las particulares etnogénesis actuales latinoamericanas que hoy comentamos -haciendo la
salvedad de que los Powhatan han conservado
sus registros escritos etnohistóricos sin grandes
hiatos, caso excepcional, lo cual inclina a
presentarlos como ejemplo de resistencia antes
que de etnogénesis-. Y decimos ‘particulares’
porque queremos centrarnos no en la
etnogénesis en general sino en aquellas
situaciones periféricas que, suscitando
plausibles reticencias o no menos legítimas
adhesiones, en todo caso nos obligan a revisar
conceptos antropológicos básicos. Más aún,
ni siquiera nos vamos a centrar en todas las
categorías esbozadas en la nota 8 sino sólo en
las tres primeras (los neo-indígenas
reconstruidos, resucitados y reinventados).
Volviendo a los Timoto-Cuicas y
Chaimas con los que comenzábamos estas
notas, hemos de recordar que:
LAS OTRAS “NUEVAS TRIBUS”
VENEZOLANAS
la primera de esas denominaciones que
tanto se ha utilizado en referencia a las
poblaciones de nuestros Andes venezolanos, y que es tan difícil de erradicar, cae
dentro del fenómeno característico que ya
Salas había observado acerca de nuestros
historiadores y otros investigadores, que se
apoyan pasivamente en el dicho por los
que precedieron (si tienen aquellos cierta
autoridad, por supuesto), sin analizar
críticamente la información dada por ellos.
Y es así como todos se apoyan unos en
otros para hablar en Timoto-Cuicas, sin
averiguar en qué medida corresponde esta
denominación a nuestra realidad
merideña. Y la repiten, por supuesto,
nuestros artesanos, quienes venden en
Mérida, en el mercado principal como a lo
largo de toda la Transandina, por ejemplo,
artesanía
timoto-cuica...
que
es
ecuatoriana, además, pero ésta es otra
historia (Clarac: 201).
44
44
TIERRA FIRME
Este párrafo condensa buena parte de la
problemática etnogénica: para empezar, nos
advierte que la base etnohistórica que sustenta
la resurrección Timoto-Cuica -la tradición
académica a la que antes nos referíamos- puede
incurrir en ese pecado peculiar de la ciencia
que, con cierta sorna indígena, Vine Deloria Jr.
ha caracterizado como del “imperio de la
tradición oral occidental” -errores que se
acumulan progresivamente-. Además, párrafos
más adelante, la misma autora nos sugiere que
el estado actual de la etnohistoria andinovenezolana9 no nos permite excesivas precisiones sobre este pueblo (Ibíd.: 201-212), y
ello a pesar de la pléyade de ilustres clásicos
que lo ha estudiado (enumerada en Pérez, 1999:
39).
Pero los procesos etnogenéticos discurren
más por la vía subjetiva que por la documental;
por ello, a pesar de las admoniciones de autores
como Clarac, en el ánimo de algunos agentes
etnogénicos pueden prevalecer las caracterizaciones etnohistóricas que pesan sobre los
antiguos amerindios. Pero éstas suelen ser
contradictorias entre sí por lo que desde el inicio
de las etnogénesis se plantean distintas
opciones (ver nota 9) la mayoría de las cuales,
como indeseable secuela de las arbitrariedades
caracterológicas de los cronistas, giran alrededor
del carácter belicoso o pacífico de los
antiguos10, un falso dilema, ubicuo y siempre
inoportuno.
Ítem más, la etnogénesis timoto-cuica
tiene correlatos poco especulativos y sí muy
reales: su utilización comercial -léase, no sólo
las artesanías de la Transandina-. El panorama
se complica cuando ingresan fenómenos
propios de la globalización aunque, en este caso,
sea una pseudo o incluso contra globalización:
la irrupción de productos ecuatorianos. Es muy
probable que estén manufacturados en origen
por indígenas -pero pudieran estarlo por otros
marginales- y es aún más probable que la red
de comercialización esté en manos indígenas
pero no por ello dejan de caracterizarse por un
pan-indianismo que, a fin de cuentas, puede
ser considerado como una homogeneización de
distinto signo. Independientemente de la
opinión que podamos tener sobre el
panindianismo y sobre las exportaciones de
artesanías, a los efectos que hoy nos ocupan,
no deja de ser insólito que una etnia resucite
admitiendo tantos elementos ajenos -desde los
académicos hasta los panindígenas-. Demuestra
con ello una gran plasticidad pero se corre el
peligro de que quién mucho abarca poco aprieta.
Y, en todo caso, este sincretismo contradice el
precepto común de que los grupos sociales se
conforman acentuando lo propio en detrimento
de lo ajeno.
Por otra parte, el llamado fenómeno
chontal aporta al neo-andinismo venezolano
un enfoque que comienza siendo lingüístico para
luego ramificarse profusamente. En una primera
aproximación, señalemos que del chontal no
hay evidencias de que sea una «supuesta lengua
amerindia de la familia timote» sino que se
trataría más bien de «formas de hablar
consideradas anómalas, debido a trastornos
o deficiencias de orden fisiológico y/o psíquico».
Pero después resulta que así «se designaba,
particularmente durante la época colonial, a
TIERRA FIRME
aquellos descendientes y aun hablantes de
lenguas de las familias lingüísticas Timote,
Cuica» y otras (Rangel y Obediente, cits. en
González Ñáñez: 68-69). Esta última
aseveración parece vigente a principios del siglo
XX puesto que, en 1921-1922, Jahn llega a
conversar con algunos «indios mayores» que
le confesaron haber hablado de niños la lengua
¿timote? ¿chontal? (Cit. en Ibíd.: 72-73).
Finalmente, investigaciones contemporáneas
demuestran la supervivencia en rincones
remotos de esta zona andina de personas de
fenotipo indígena que, además, se
autoidentifican como tales -«indios aquí somos
todos» (Ibíd.: 78)-. Todo lo cual no sería
demasiado relevante porque ese fenotipo es
común y porque la autoidentificación puede
ser meramente coloquial. Pero si a ello añadimos
que también conservan algunos rasgos de la
antigua cultura material -v.gr., añaden al café un
grano denominado /todé /-, por la simple adición
de datos, el horizonte comienza a llenarse de
significaciones. De hecho, surgen poco después
nombres de aldeas (Mukayé, Mukutapú,
Mukurandá, en Ibíd.: 81) que parecen
promisorias... pero, con buen criterio, el autor
no se aventura a ubicar al idioma chontal, menos
a definir lo chontal y menos aún a testimoniar
la resurrección de unos supuestos Chontales.
Por lo que hoy nos atañe, lo importante
no es que los Chontales aparezcan ni tampoco
que se logre certificar su defunción definitiva.
Más nos interesa que se hayan detallado las
dificultades reales que existen para concluir un
tema tan elusivo y que se propongan e incluso
se hayan puesto en práctica métodos
45
resolutivos. Y esto hay que subrayarlo puesto
que, espoleados por el prurito del descubridor
-compartido por etnógrafos en búsqueda de la
etnia inédita y/o perdida y por naturalistas a la
caza de una nueva especie -, es fácil precipitarse
y descubrir justo lo que se quería descubrir.
Por ello, lo que deberían ser banalidades de
base -las dificultades y los métodos del estudio
de la etnogénesis-, pasan a ser requisitos previos
de necesario escrutinio. Es muy políticamente
correcto abundar en la creatividad cultural
indígena, en su resistencia a la dominación, en
la consciencia de sus luchas, en su formidable
habilidad para recuperar su historia o para
redefinir su identidad. Y, según los casos, todo
ello puede ser cierto pero es no menos cierto
que existen factores etnogenéticos de todo tipo
-exógenos y endógenos, desde picarescos hasta
ingenuos-, que son dignos de tener en cuenta
aunque sólo sea para introducir la dosis de
escepticismo que debe animar a toda
investigación social.
Cambiemos de geografía pero no de tema.
En cuanto a los Chaima, tenemos la fortuna
de contar con una base firme: la obra que
específicamente les dedica Civrieux. Si a ésta le
añadimos las que también escribió sobre etnias
afines como los Coaca y los Cumanagoto
(Civrieux, 1970 y 1980) obtenemos un
panorama muy rico del complejo étnico de esa
área del Oriente venezolano. Para empezar, este
autor presenta su obra en términos inequívocos:
«refiere la historia del proceso de aculturación
por el cual ha transitado la población chaima
desde la llegada de los españoles hasta el
presente. El estudio recoge, además, los rasgos
46
46
TIERRA FIRME
notables de la cultura de esta antigua tribu,
muchos de los cuales pueden reconocerse
todavía entre sus descendientes, que sobreviven
en ocultos paisajes de las montañas orientales»
(nuestro énfasis; Civrieux, 1998: 21). Es decir,
opta por una nueva categoría étnica: la de
descendientes.11
La obra continúa con un recorrido
etnohistórico que arranca con las alusiones
geográficas -no étnicas- del mapa de Juan de la
Cosa (año 1500) y con los relatos sobre el valle
de Sayma, ya plenamente etnográficos, de W.
Raleigh (1596). Sin solución de continuidad,
llegamos a un presente etnográfico situado en
los años 1970-1975. Hasta 1950-1958, todavía
se menciona a los Chaima como indígenas; a
partir de esas fechas, la introducción de las
haciendas cafetaleras provoca la disgregación
étnica. Aún así, al final se mantiene una duda:
¿quedan Chaimas propiamente dichos o sólo
sobreviven sus descendientes? La respuesta
desestima implícitamente esta formulación
interrogativa:
Algunas familias chaima que sobrevivían
con sus antiguas tradiciones y sus
actividades ancestrales optaron por
marginarse de poblados y haciendas; no
quisieron someterse a las consecuencias
irreversibles de perder sus antiguas tierras
y buscaron nuevos espacios vitales,
adentrándose en las montañas vírgenes de
la serranía; alejándose y evitando el
contacto con los terratenientes, lograron
conservar cierta autonomía fundada en su
economía de subsistencia. Candilar es el
ejemplo de un lugar de difícil acceso, hasta
donde unas familias indígenas decidieron
emigrar y marginarse. Se trata de un grupo
aislado y tradicional conocido como Los
Antolinos, sobre el cual se han tejido
numerosas leyendas (Ibid: 100).
A la postre, se nos presenta un problema
que, añadiendo una dificultad más a los estudios
etnogenéticos, situaríamos en el intersticio entre
la sociología y la antropología: el paso de Los
Antolinos a R. Brito, el asesor del Congreso
mencionado en las primeras líneas de este
artículo12. No podemos ni debemos entrar en
casos individuales pero sí debemos señalar que
lo interesante del caso chaima -lo que tiene de
extrapolable-, es justamente esta convergencia
entre dos grupos sociales tan dispares en
cuanto a su inserción en la sociedad envolvente
y en cuanto a su etnicidad pública -mínima en
Los Antolinos y máxima en Brito- pero también
tan próximos étnicamente hablando. En
definitiva, la enorme amplitud de su espectro
es uno de los rasgos más característicos de las
neoetnias siendo, además, una de las mejores
garantías de su vitalidad13.
En resumen, si tuviéramos que enmarcar
los casos Timoto-Cuicas y Chaima dentro del
panorama etnogenético latinoamericano,
podríamos clasificarlos como pueblos
reconstruidos pero con algunos rasgos propios
de los pueblos resucitados (ver nota 8). ¿Qué
piensan al respecto los poderes públicos?
Independientemente de lo que ocurra en la
realidad, lo cierto es que la legislación de la
República Bolivariana de Venezuela trata de
ser justa - otros dirán que es generosa- para
con el fenómeno etnogenético pues, para
empezar, reconoce que varios de estos antiguos/
neo pueblos están «identificados». Qué quiere
decir este término de índole más bien académica
a la hora de la aplicación práctica de las leyes,
es algo que desconocemos -pero los últimos
TIERRA FIRME
informes de las oficinas de defensa de los
derechos indígenas no son especialmente
halagüeños -. En todo caso, es muy de subrayar
que la Ley de Demarcación y Garantía del
Hábitat y Tierras de los Pueblos Indígenas (en
vigor desde el 12 de enero 2001) podrá
desconcertar por el uso jurídico de un término
tan inédito en esos campos como “hábitat”
-evidentemente, un eufemismo contra
territorios -, pero es muy clara cuando, en su
Art. 19, ofrece un listado, caótico si se quiere
pero amplio listado al fin, de «los pueblos y
comunidades hasta ahora identificados» que
tienen derecho a la salvaguarda de sus
territorios. Otro sí, este mismo artículo se cura
en salud frente a las más que probables
ulteriores reclamaciones de los colectivos
preteridos añadiendo que «la enunciación de
los pueblos y comunidades señaladas no
implica la negación de los derechos que tengan
a demarcar sus tierras otros pueblos o
comunidades que por razones de desconocimiento no estén identificados en esta
ley» -es el turno de los etnógrafos-.
Esta ley incluye a los Chaima e incluso a
los Cumanagoto -con ellos va más allá que los
clásicos textos antropológicos- pero no
menciona a los otros pueblos que estamos
citando (Timoto-Cuica, ‘chontales’, Tostós,
U’wa/Tunebo y Coaca). Los alcances reales de
esta pieza legislativa están por ver pero son
potencialmente aparatosos. Por ejemplo:
puesto que los Chaima han sido reconocidos
-¿o es sólo identificados?- como pueblo o
comunidad, ¿y si reclaman la propiedad de un
yacimiento naturalista y una atracción turística
47
tan rentable como la Cueva del Guácharo? No
cabe duda de que los ecos de una tal demanda
tendrían amplia acogida internacional. Ítem
más, ¿qué ocurrirá con grupos o pueblos como
los Píritu que se encuentran en trance de
deambular por los mismos caminos que los
Timoto-Cuicas o los Chaima? 14 , ¿serán
definitivamente enterrados en la fosa común
del campesinado o llegarán a acceder al status
de comunidad diferenciada?. Los caminos de la
etnogénesis no sabemos si serán inescrutables
pero desde luego son harto profusos. Frente a
esta exuberancia, es de suponer que el próximo
Censo venezolano dibujará un panorama étnico
que afinará el listado del citado artículo 19 y
que incluso aportará nuevos datos -y quizá
nuevos pueblos- al debate etnogenético15.
No estaría ni siquiera esbozado el panorama de las actuales etnogénesis venezolanas
si no mencionáramos algún ejemplo del mayor
yacimiento étnico de este país -el Amazonas-.
Esta región, con sus numerosos pueblos
inequívocamente indígenas en peligro de
desaparición -pero también con posibilidades
de renacimiento-, nos ofrece varios ejemplos
de pueblos que, en un futuro inmediato, podrían
considerarse como “reconstruidos”. Mencionaremos sólo al pueblo Baré - el caso que menos
desconocemos .
A principios de los años 80, y en un trabajo
redactado en el lugar de estudio -San Carlos de
Río Negro- aunque publicado años más tarde,
calculábamos que los venezolanos hablantes
de lengua baré sumaban 19 personas; por su
parte, el Censo Indígena venezolano de 1982,
siguiendo un criterio más laxo, cifraba a los
48
48
TIERRA FIRME
Baré, hablantes o no de su lengua, en 1.265
individuos (Pérez A., 1988: 446-448); una
década después, habiendo cambiado de criterio
censal, los reducía a 1.136 -a los que habría
que sumar los 2.170 Baré que censaban en Brasil
en ese mismo año 1992-.
Ampliando el universo baré a los países
vecinos (Brasil y Colombia), en el trabajo antes
citado considerábamos una cifra de «60 ó 70
ancianos que estimamos hablan o entienden la
lengua» pero, evaluando factores como el grado
de aculturación, la ancianidad de este grupo
humano, su atomización geográfica y la escasez
de contactos intraétnicos, opinábamos que
quedaba «poco lugar a la esperanza de una
revitalización de la cultura Bale y menos aún
de una ‘resurrección’ de su lengua» (ibid: 470).
Sea como fuere el caso es que, dos décadas
después, acorde con los procesos de etnogénesis actualmente en boga, está naciendo un
nuevo pueblo Baré: así se autoidentifican los
que Civrieux entendería como sus descendientes, como tales Baré se agrupan en las
ciudades y mantienen sus fiestas y porque son
tales se organizan y crean centros culturales17.
Y son conscientes de que su etnia ya no puede
ser la misma nación que, desde mediados del
siglo XVII, estuvo en contacto, primero con
portugueses y después con españoles, ni la
que, en 1853, hospedó al naturalista inglés
Richard Spruce -la mejor fuente etnohistórica; tampoco la que, a duras penas, sobrevivió a
dos oleadas de caucheros ni siquiera la que
nosotros estudiamos hace veinte años.
Por otra parte, si ampliamos el caso baré
al de sus primos hermanos y vecinos los
Mandahuaca, encontraremos un ejemplo
extremo. Según nuestras observaciones de
campo, en 1978, se reducían a 6 individuos y, 3
años después, su número había descendido a
tres y, además, dos de ellos eran hermanos y
solteros. Parecían mínimas las posibilidades de
reproducción social de esta etnia. Sin embargo,
en censos posteriores -pero basados en una
Gaceta Indigenista del año 1975-, hemos notado
con asombro que su población ha crecido hasta
¡3.000!. Obviamente, quien mantiene estas
cuentas -el Instituto Lingüístico de Verano
mediante su archiconsultado portal cibernético
ethnologue.com-, tiene un concepto muy
amplio de lo mandahuaca y más laxo aún del
paso del tiempo16.
Pero es que todos estos pueblos Baré que
nos describen la arqueología y la etnohistoria
también fueron distintos a sus antepasados,
lejanos e incluso inmediatos. Por ello, constatar
que puede darse por desaparecida a la nación
baré-hablante que habitó el alto Río Negro, es
sólo una trivialidad antropológica que sólo atañe
a su propio sujeto de estudio -a los antiguos
Baré-, pero que, desde luego, no cuestiona la
legitimidad de los esfuerzos de los actuales
descendientes de aquellos Baré por reconstruir
su pasado, por librarle del eurocentrismo y por
dotarse de una nueva identidad común. En este
sentido, son dignas de todo encomio las
iniciativas que están planteando las lideranças
baré asentadas en Sao Gabriel de Cachoeira
(Brasil) en orden a censar a los baré-hablantes
de aquél triángulo internacional (además del Alto
Río Negro brasileño, incluye el Xié colombiano
TIERRA FIRME
49
y el Río Negro-Guainía-Casiquiare venezolano)
para, ulteriormente, desarrollar un proyecto de
revitalización lingüístico-cultural.
autonomía procuraría mayores beneficios al
pueblo baré.
Hechas aquella aclaración y dado fe de
este proyecto, conviene, no obstante, añadir
nuestras preocupaciones al respecto puesto
que nos parece prioritario administrar prudentemente los recursos sociales de que disponemos en la hora de esta etnogénesis reconstructiva. Desde el punto de vista de la economía
de esfuerzos -y siempre circunscribiéndonos
al caso baré-, consideramos de un valor
exclusivamente académico -que no es pocoalgunos bienintencionados intentos de abordar
el problema; nos referimos en especial a los
esfuerzos exclusivos por revitalizar la lengua
baré. En nuestra opinión es una empresa
abocada al fracaso porque, en el mejor de los
supuestos, llegaría a ser la germanía de una élite
-ilustrada o marginalizada- pero, precisamente
por ser instrumento de esa élite, jamás se
conseguiría hacerla popular. Una lengua es una
creación colectiva de larga data en la que el
voluntarismo y el individualismo no tienen
cabida: ni siquiera los grandes escritores han
conseguido modificarlas sustancialmente,
menos aún los académicos; ni siquiera la iglesia
católica y los taxónomos han resucitado el latín.
Puesto que sólo estamos hablando de economía
de esfuerzos, nuestro escepticismo sobre las
posibilidades de popularización del baré no
debe confundirse con un abandono puesto que
no es un epitafio sino un simple planteamiento
estratégico; abundando en éste, nos parece que
concentrar las energías en la demarcación de
territorios y en conseguir alguna suerte de
CONCLUSIÓN
Como podemos comprobar por la
enumeración de pueblos de la nota 8, la actual
etnogénesis latinoamericana es un fenómeno
geográficamente amplísimo y socialmente muy
diverso. En poco se asemejan los Antolinos
chaima o los Baré rionegrinos a ciertas neoetnias impulsadas desde grupos fenotípicamente caucásicos y culturalmente occidentales, por mucho que algunos de estos últimos
se esfuercen en situarse en la periferia del
eurocentrismo. Loable esfuerzo si se intenta
con rigor pero nos tememos que el inventario
de sus herramientas conceptuales18, amén de
escaso, es más propio de una bisutería que de
una joyería o de un preciadísimo anticuario. Y,
ya que estos grupos carecen de fuerza política,
si andan escasos de conceptos, se ensombrece
su horizonte. Lo cual no quiere decir que no les
auguremos progresión alguna a estas fracciones
etnogénicas; por el contrario, la penuria de
conceptos casi garantiza el crecimiento público
-ahora bien, menuda mejora-...
Antes de concluir del todo, debemos aludir
brevemente al problema del elitismo de algunas
de estas etnogénesis. Hemos visto en la ubicua
nota 8 que una de sus categorías es la de neopueblos cibernéticos. Aunque dejemos para
otra ocasión este modernísimo tópico 19 ,
conviene aclarar una de sus implicaciones
políticas: la posible acusación de aristocratismo.
En efecto, sería cuasi plausible colegir que, si
50
50
TIERRA FIRME
estos pueblos utilizan ampliamente la
cibernética es porque se trata de élites. Pues sí,
podría ser; pero, antes de precipitarnos, no
olvidemos que siempre puede darse el caso de
una minoría ilustrada que actúa como portavoz
especial -léase, para el público cibernauta- de
su pueblo, moderno o sempiterno.
Si al baldón del cibernetismo añadimos que
los ejemplos con los que hemos comenzado
este trabajo eran los de un diputado nacional y
un sociólogo, parecería que estamos abundando
en las pruebas acusatorias del delito de elitismo.
Nada más lejos de nuestra intención y para
demostrarlo equilibraremos la torpeza de
nuestro orden expositivo con la alusión a unos
hechos tan trágicos como significativos sobre
el grado de racismo que pesa sobre los
amerindios:
a) En 1988, fue asesinado José Gilberto
Morato, líder un Movimiento Cívico
Popular Indígena que simplemente
pretendía recuperar los Resguardos
que poseían en Caldas (Colombia)
unos pueblos neo-indígenas de dudosa
nomenclatura -son descendientes
mezclados de hasta trece etnias
precolombinas- (Jaramillo Gómez,
1997: en cb).
b) En 1998, Francisco de Assis Araújo
(Chicao), líder del Povo Xukurú de
Ororubá (Pernambuco, Brasil), fue
asesinado por su insistencia en
reclamar el territorio de su pueblo
(Espaço..., sf: en cb).
Hemos dicho “racismo” porque no de otra
manera podemos calificar la resistencia
(literalmente) criminal que se opone a cualquier
intento de etnización. Por ello, en este clima de
violencia abierta -y generalmente impune-, no
podemos olvidar que las etnogénesis, por
mucho que quieran limitarse a los aspectos
exclusivamente culturales -no digamos si tocan
el tema de los territorios donde chocan con la,
para los latifundistas, absolutamente sagrada
madre tierra-, corren siempre gravísimos
peligros20. Tenemos derecho a ser escépticos
frente a la autenticidad de bastantes neoindios;
hasta podemos comprender que muchos las
tachen de anacrónicas y/o de instrumentales; e
incluso nos constan casos de abierta picaresca.
Pero crímenes como los mencionados nos
alertan contra la gratuidad de las etnogénesis y
nos devuelven al escenario, quizá más real, del
costo humano y cotidiano de la búsqueda de la
identidad colectiva.
Volviendo a la serenidad de los análisis
especulativos, concluiremos que los procesos
étnicos observados plantean desafíos de todo
tipo, tan propios de las ciencias sociales como
de las políticas nacionales e internacionales.
Para comenzar, se hace urgente elaborar nuevos
instrumentos metodológicos y conceptuales
para analizar la pujante etnogénesis. Por lo que
atañe a la antropología, habrá que revisar muchas
categorías étnicas; por ejemplo, la lengua y el
territorio -puntales hasta ahora del entramado
indígena-, pueden perder prioridad al ser
sustituidos por la historia y la autoidentificación. Por su parte, las religiones ya
no pueden considerarse estancas sino permeables -y, de hecho, están sumamente
permeadas-. Los antiguos sistemas de
TIERRA FIRME
parentesco pierden significado pero adquieren
más importancia sistemas paralelos como el de
compadrazgo o el vecinal. Igual podría decirse
de la cultura material habiendo sido sustituida
la autóctona por versiones populares -léase,
baratas o recicladas- de la tecnología
cosmopolita.
Ítem más, desde el punto de vista del
derecho político la etnogénesis nos introduce
en un terreno sumamente resbaladizo puesto
que parece evidente que habrá que reexaminar
las categorías de pueblo indígena y de nación,
sólo reconocidas -a medias-, en la Constitución
que redactó Stalin para la URSS, única carta
magna en la Historia que admitía amplios
derechos colectivos a las nacionalidades,
incluyendo el de secesión -dicho sea
irrespectivo del horror que nos causan Stalin
como personaje y, más aún, el estalinismo como
sistema político-. Lo triste del caso es que se
trata de un status que todavía no se les ha
reconocido a los indígenas por lo que se corre
el riesgo de que, acusando con mayor o menor
razón a los nuevos procesos de etnogénesis de
elitistas, voluntaristas, anacrónicos,
instrumentales y artificiosos, se aproveche la
ocasión para negar definitivamente a los
indígenas -nuevos y viejos- toda justicia social.
NOTAS
Abreviatura: cb = en Cibergrafía
1 Al año siguiente, HMP ocupaba la presidencia de la
Comisión de Cultura y Asuntos Específicos del V
Centenario del Parlamento Indígena de América. Poco
después, abandonó los foros indígenas americanos.
51
2 R. Brito asesoró a una sub-comisión parlamentaria entre
los años 1987 y 1989 (Informe de la Comisión
Permanente de Asuntos Sociales en relación al
Proyecto «Ley Orgánica de Comunidades, Pueblos y
Culturas Indígenas», República de Venezuela, Cámara
de Diputados, Secretaría, 23.octubre.1991; pág. 42).
3 Preferimos usar el término exterminio antes que el de
extinción puesto que el primero denota una
intencionalidad que está ausente en el segundo. No es
sólo que, históricamente hablando, en la desaparición
de los pueblos indígenas haya predominado la
criminalidad de terceros sino que, en la actualidad, se
continúa enmascarando el etnocidio a través del uso
avieso de términos pretendidamente neutros. De esta
manera, los palestinos mueren pero los israelíes son
asesinados y los musulmanes son fundamentalistas
mientras que los cristianos son sólo devotos.
4 En su popularización académica -valga la expresión- fue
decisivo que, en 1983, B. Anderson publicara Imagined
Communities. Reflections on the Origin and Spread of
Nationalism, un libro crucial que todavía es archicitado
-a nuestro juicio, interesadamente a veces y de forma
abusiva casi siempre-. Los excesos imaginativos de
Anderson fueron corregidos por A. Smith en otro libro
posterior (The Ethnic Origins of Nations, 1986) que,
por alguna clase de desgracia muy significativa, no ha
tenido ni tiene todavía la influencia que merece.
5 Por nuestra parte, sin negar la importancia de estos factores,
sostenemos que un enfoque así peca de incompleto
cuando no del más obsoleto de los creacionismos, aquél
que creía en la generación espontánea. No podemos
olvidar que existen otros agentes no menos decisivos en
la conformación de cualquier entidad social. Agentes
que, además, son dados y objetivos -por ejemplo: el
territorio, la lengua y la historia-.
6 Es decir, extintos, bien fueran pueblos eurasiáticos
-prerromanos como los Ilirios, pseudomedievales como
los Godos, modernos como los Judíos, contemporáneos
pero de tenor arcaizante como los Balcánicos-, bien
pueblos amerindios -como los Iroqueses o los Aztecas.
De todos ellos se suponía que habían nacido a
consecuencia de un acontecimiento que les era
generalmente exógeno; por ejemplo, la caída del Imperio
Romano en el caso de los Godos o la invasión europea
en el caso de los amerindios.
7 Etnias y naciones comparten la discriminación que les
inflige el Poder central pero, por encima o por debajo de
éste y algunos otros parecidos, las diferencias que
advertimos son muy notorias. A saber: 1. Los orígenes
de las etnias son míticos y los de las naciones, históricos;
2. La dinámica social es centrípeta en las etnias y
centrífuga en las naciones; 3. Las etnias poseen
tecnologías autóctonas y las naciones, cosmopolitas; 4.
Las prácticas de las religiones étnicas son populares y
comunes mientras que las nacionales son jerarquizadas
52
52
TIERRA FIRME
y especializadas; 5. Las etnias tienen un concepto de la
propiedad mucho más comunal que las naciones; 6. Ídem
para los derechos, colectivos o individuales; 7. A las
etnias no les es aplicable el concepto de clase social
pero a las naciones, sí; 8. La dominación externa es
absoluta para las etnias y relativa para las naciones (Pérez
A., 1997). Este último punto nos sugiere que puede darse
el caso -de hecho, es frecuente-, de etnias dominadas por
naciones; el caso contrario afectaría tan sustancialmente
al anterior esquema que, de encontrarse, habría que
revisarlo en profundidad.
Dado que cualquier iniciativa indígena de reclamar
derechos colectivos corre el riesgo de ser estigmatizada
como intento de balcanización -por cierto, en los
Balcanes hay naciones, no etnias-, es evidente que, al
distinguir entre etnia y nación, no estamos incurriendo
en bizantinismo alguno.
8 Antiguo puesto que desde siempre han evolucionado las
etnias. Universal porque lo encontramos desde Asia
-por ejemplo: los Asirios, un caso insólito; y extremo
puesto que no sabemos hasta qué punto se trata de una
naciogénesis o de una etnogénesis-, hasta África
- ejemplo: los Griqua/Khoikhoi sudafricanos- y
Euráfrica -los neo-guanches o filobereberes de las Islas
Canarias-. Si nos limitamos a América Latina y excluimos
los casos venezolanos pormenorizados en el texto
principal, la lista de nuevas etnias es tan amplia y tan
variopinta que, a pesar del enorme margen de error que se
le supone a todo modelo, merece un borrador
clasificatorio. Según una nomenclatura provisional y
subrayando que no es una lista exhaustiva ni mucho
menos, encontramos a los siguientes nuevos pueblos
indígenas:
a) Reconstruidos; es decir, pueblos que perdieron hace
poco tiempo buena parte de sus señas de identidad lengua, territorio, religión, etc.- pero que conservan
lazos de parentesco y una remota posibilidad de
recuperar porciones simbólicas de su territorio. Sería
el caso de los Mokoví, Selk’nam-Ona (Argentina),
Terena (Brasil), Atacameños-Kunza (Chile), Sáliva
(Colombia-Venezuela), Záparo (Ecuador), Monimboceños (Nicaragua).
b) Resucitados; pueblos tenidos por exterminados desde
hace tanto tiempo que carecen de otros vínculos con
su pasado que no provengan de fuentes etnográficas
-mitad escritas, mitad orales-. Huarpes, Quilmes,
Ranqueles, Tehuelches y Tocnocotes (Argentina),
Xukurú, Pankarurú, Fulnió, Tumbalalá, Kambiwás,
Atikum, Truká y Kapinawá (Brasil, aunque
dispongan de mínimas tierras), pueblos de los
resguardos de Caldas (Colombia), Charrúa (Uruguay).
c) Reinventados; pueblos que, para su recreación, han
de recurrir a fuentes arqueológicas o de etnohistoria
colonial. Nación Xikano-Xiximeka de Aztlán
(Arizona y México), Muchik-Moche (Perú).
d) Indoafros; pueblos de origen africano pero en proceso
de indigenización a la americana. Sectores del pueblo
Garífuna (Caribe), ídem de los Boni y Emerillon
(Guayana francesa).
e) Cibernéticos; que tienen más presencia en internet o
en la realidad virtual -con perdón por el
contrasentido- que en la realidad a secas. Taíno
(Florida-Puerto Rico), Mexica Movement y Toltecas
(sur de los EEUU-México) y la mayoría de las
reificaciones pseudoétnicas debidas a los
gropúsculos esotéricos.
f) Finalmente, mención aparte merecen los indígenas
urbanos o aquellos que conservan vínculos familiares
con sus lugares de origen -aunque a veces pueden ser
tan livianos como, por ej., limitarse a pedir ser
enterrados en ellos-. En ocasiones y sobre todo por
estrategias de ayuda mutua, han desencadenado
procesos de etnificación que, en contra de la teoría
oficial -anomia en la primera o segunda generaciónhan alcanzado incluso a sus vecinos ex-campesinos
y/o marginalizados urbanos. Son abundantes en
México DF (decenas de etnias), en Santiago de Chile
(Mapuche, en especial) o en Bogotá (desde Wayúu
hasta Ingá) pero no conviene olvidar a las ciudades
pequeñas; por ejemplo: de los 40 ó 50.000 indígenas
del Chaco paraguayo, cerca de una cuarta parte vive
en núcleos urbanos.
9 Etnohistoria que, como suele ocurrir en casi todos los
países, no logra siempre enlazar con los datos
arqueológicos -o, dicho sea a la inversa, la arqueología
no consigue llegar con sus secuencias hasta la época
histórica sin grandes soluciones de continuidad-. Por
poner un ejemplo circunscrito a los Andes ‘timotocuicas’: se nos ofrecen datos fiables sobre la arqueología
de Boconó (Trujillo) con dataciones que se remontan
hasta los años 1300 a.p. (ó 300 d.C.) pero, aunque en el
mismo trabajo también se mencionen restos históricos
de varios países europeos (Wagner, 1972),
prudentemente, la autora ha obviado mención alguna a
los Timoto-Cuicas o a cualesquiera otro pueblo pre o
post hispánico.
Y ya que estamos en Boconó, quizá fuera necesario
mencionar que esta zona atañe personalmente al abajo
firmante puesto que su hijo desciende -por parte maternade linajes de aquí. Es decir, que, llegado el caso, su hijo
bien podría aducir que lleva sangre cuica -suponiendo
que fueran Cuicas los antiguos pobladores del estado
Trujillo- o, con mayor precisión, sangre tostó (Salas:
160). La pregunta es, ¿qué sangre escogería?; la elección
no es fácil porque, mientras que los Cuica dícese que
eran «indios de muy suave natural [..] gente mansa,
doméstica, suelta y para mucho trabajo», la imagen de
los Tostós es la de «una de las más numerosas [tribus]
de Trujillo, si bien no de las más cultas» (ibid: 161162). Mansedumbre u oscurantismo, that is the question.
TIERRA FIRME
10 Por ejemplo: los Tunebo, que están íntimamente
relacionados con el complejo étnico prehispánico de
los Andes ‘timoto-cuicas’ y hasta, según autoras
contemporáneas como Osborn, se reclaman de un origen
mítico merideño (cfr. Clarac: 208-209), son descritos por
algunas fuentes etnohistóricas como «una raza sucia,
brutal y salvaje»; sin embargo, otras «hablan de su
cultura, empezando por su lengua, rica, sonora y
armoniosa» (cfr. Salas: 179).
Mutatis mutandi, esta misma disparidad se perpetúa en
nuestros días y se ha hecho muy conocida a raíz de la
agresión que una compañía petrolera mantiene contra
los Tunebo, hoy mejor conocidos como U’wa. Para la
Occidental Petroleum (Oxy), no cabe duda que los U’wa
son salvajes -o, al menos, les trata como si lo fueranmientras que los grupos indigenistas que les apoyan
mantienen la opinión contraria. Incluso se han incrustado
posturas que, eufemísticamente, vamos a llamar
sincréticas: la guerrilla de las FARC detesta a la Oxy
pero también a otros indígenas que se solidarizan con
los U’wa -recordemos el asesinato por las FARC de I.
Washinawatok, T. Freitas y L. Gay, el 4 de marzo de 1999.
11 Es la misma que usa para los últimos Coaca pero entre
éstos y los Chaima hay algunas diferencias; v. gr., Civrieux
recoge evidencias de que estos hablaban la lengua coaca
hasta principios del siglo XX (Civrieux, 1970: 82)
mientras que, de la lengua chaima, sólo sobrevive a duras
penas el choto maimul o chotomaimu, idioma shamánico
y/o lingua franca con otras etnias vecinas. Por su parte,
los Cumanagoto, a pesar de su proximidad cultural y
geográfica con Chaima y Coaca, corrieron peor suerte
hasta el extremo de que, a partir de las guerras federales
del siglo XIX, Civrieux los menciona en tiempo verbal
pretérito, sin apenas mencionar el término
‘descendiente’. Aún así, todavía puede rastrear en 6
municipios un censo de linajes (apellidos) de origen
cumanagoto (Civrieux, 1980: 227-233).
[Una curiosidad léxicográfica: el famoso diccionario
Merriam-Webster’s incluye divi divi (Caesalpinia
corioria, un arbolillo rico en tanino, de semillas
astringentes) como palabra inglesa originaria
probablemente del ¡cumanagoto!].
A nuestro juicio, las tres obras citadas, con su
articulación entre etnohistoria y antropología -de los
legajos a la entrevista de campo-, son imprescindibles
para enlazar las actuales etnogénesis con el pasado
inmediatamente anterior -y modélicas desde el punto de
vista metodológico-. Asimismo, es relevante que este
autor no mencione las resurrecciones que hoy nos
ocupan; señal de que, al menos entre las etnias citadas,
estamos ante procesos que se desencadenan después de
los años 70 y 80 -otra cuestión es que por esos años se
encuentren sus semillas en estado de dormancia-.
12 Nos puede servir de ayuda recordar que, en 1945-1949,
con 83 bautizados, Brito fue el segundo linaje chaima
53
más frecuente en un universo de n=9, sólo superado por
Morocoima (Civrieux, 1998: 97). Pero, siendo Brito un
apellido muy común en Venezuela, poniéndonos
estrictos, el dato pierde consistencia a la hora de delimitar
la etnogénesis chaima.
13 El entorno histórico en el que se hizo posible el
surgimiento de agentes etnogénicos ilustrados es similar
en toda Latinoamérica y es muy conocido: surgen desde
mediados del siglo XX con la popularización de la
enseñanza formal, el aumento de la movilidad social y las
migraciones a las ciudades. En cuanto a los agentes
etnogénicos tradicionales, su entorno es no menos
conocido: la expansión de la frontera agrícola -frente a la
que algunos grupos optan por la huida-, y la
democratización -que restringe la impunidad de los
genocidios-. Aunque ambos entornos sean simultáneos,
no son idénticos. Y, desde luego, tampoco son uniformes
desde el punto de vista moral: podemos considerar
absolutamente deseables la democratización, la
movilidad social y/o la mayor accesibilidad a la
educación pero la acelerada urbanización y la vertiginosa
colonización agrícola, dejan mucho que desear. Esta
disimilitud de causas últimas puede acabar pasando
factura a las neoetnias.
14 Además, los Píritu, un ejemplo claro de etnia reinventada
(ver nota 8), nos vuelven a plantear el problema de la
dependencia etnogenética con respecto a las fuentes
etnohistóricas. En este caso, la más citada y asequible es
el franciscano Antonio Caulín -quien copia a M. Ruiz
Blanco, 1690-; si los Píritu reciben ayuda por parte del
estamento ilustrado, ¿con cuál Caulín se quedarán? ¿con
el que retrata a los indígenas cercanos y lejanos como de
«naturaleza floxos, perezosos, taimádos, agilísimos,
y astutos para su conveniencia, y enteramente negados
al socorro de la agena: prontísimos para urdir un
embuste [..] En ellos no hay palabra, fidelidad ni
constancia. La honra no la conocen; ni se averguenzan,
quando se les dá con su ruindad en la cara. De quien
les hace bien sospechan comunmente mal», etc. (Caulín:
I, 144). El problema se complica cuando constatamos
que no sólo disparatan las caracterizaciones según las
fuentes (ver nota 10) sino que incluso un autor puede
contradecirse a sí mismo. Como puede demostrarlo que,
párrafos más adelante, Caulín nos asegure que los
indígenas «en la crianza de los hijos son demasiadamente compasivos; rara vez les castigan por el temor
de que no se les mueran. De aquí nace el criarse
demasiado libertosos, y andar a su alvedrío [..] en las
necesidades son muy sufridos, y en las enfermedades
tan pacientes, que rara vez se quejan [..] la política de
los Indios consiste en respetar a los ancianos [..] a los
huespedes, y forasteros los reciben con singular cariño
[..] con sus difuntos son demasiadamente compasivos
[..] la mayor parte del año lo pasan baylando, y
cantando», etc. (ibid: I, 146-149).
54
54
TIERRA FIRME
Ítem más, pese a estas contradicciones, puede admitirse
que los Píritu gozan de una aceptable etnohistoriografía:
¿ello sugiere que de todo buen libro de etnohistoria
puede resucitar o reinventarse una neo-etnia? Pues la
verdad es que, folklorismos y exotismos artificiales
aparte, aunque sólo fuera visto desde el ángulo de la
experimentación social, fenómenos así no tendrían porqué
ser vigilados con prejuicios. Lo contrario sería poner
puertas al campo o, peor aún, constreñir la inventiva
popular. En nuestra opinión, ante esta tesitura es
preferible limitarse a la casuística.
15 El Censo General de Población y Vivienda que se está
preparando en estos momentos (octubre 2001) en
Venezuela, incluye dos preguntas destinadas a toda la
ciudadanía - he ahí la novedad- cuyas respuestas pueden
arrojar nueva luz sobre las autoidentificaciones étnicas
del país. Son: pregunta nº 7, «¿Pertenece usted a algún
pueblo indígena? Sí; ¿Cuál?... No; Pase a la pregunta
9». Pregunta nº 8, «¿Habla usted el idioma de ese
pueblo? Sí, No».
16 No son estas cifras las únicas incorrecciones que hemos
encontrado en este portal. Por ejemplo, sin salirnos del
caso Baré-Mandahuaca: se excede al enumerar nada
menos que nueve sinónimos o dialectos distintos de la
lengua baré - entre ellos, algunos tan disparatados como
el Yavita-; ítem más, a los Baré de Brasil les considera
extinct; cree trilingües en español -¿o portugués?- y en
ñengatú (yeral) a todos los Baré y, por si ello fuera poco,
se equivoca también al apuntar que ‘baré’ es un término
general (cover term) que engloba al «Baré, Mandahuaca,
Guarekena, Baniwa, Piapoko». Teniendo en cuenta que
ethnologue.com dedica sendas escuetas fichas al Baré y
al Mandahuaca, es difícil acumular tantos errores.
17 Incluso en Europa, hemos encontrado en los últimos
años personas que, basándose más en el lugar de
nacimiento de sus antepasados y en la nostalgia del
costumbrismo rionegrino que en la conservación de la
lengua baré o en cualquier otro rasgo étnicamente más
definitorio, se autoidentifican como Baré.
18 A efectos del imaginario popular, este inventario se
reduciría a:
a) La negación de la dicotomía Cultura-Naturaleza (‘los
humanos no somos distintos de la Madre Tierra’),
lugar común neo-indio que conlleva tópicos conexos
como aquellos de ‘la Tierra no tiene dueño’, ‘somos
su guardianes’ o ‘pidamos perdón al árbol antes de
cortarlo’.
b) El recurso a la idea - plenamente occidental- de una
Edad de Oro huelga añadir que precolombina;
postulado que arrastra una cohorte de verdades a
medias (‘sabíamos que la Tierra es redonda’,
‘florecían las ciencias’) y de arriesgadas
suposiciones demográficas (‘éramos millones’)
ciertas para algunas regiones pero no para todas.
c) Reificaciones epistemológicas de tipo filosófico (‘el
tiempo y la vida son circulares’, ‘pensamos en
corro’, ‘nada es abstracto, todo es concreto’, ‘todo
es real’, ‘no hay preguntas, sólo respuestas’, ‘la
combinación de fuerzas positivas y negativas da
energía’) que, aplicadas a las ciencias puras, llegan
a adquirir expresiones ingenuamente estrambóticas
(«nuestras matemáticas no son lineales», decía JI,
un líder Mokoví), mientras que aplicadas a la salud,
pueden desconcertar (‘el alma cura al cuerpo’,
‘somos sobrenaturales, podemos volar o
transformarnos’).
d) Concepciones paradisíacas del Derecho que, al
desconocer la existencia del conflicto, le niegan
absolutamente (‘desconocemos la propiedad’,
‘respeto sí, prohibición no’).
Todo ello abusando de un número escaso de palabras
clave. Por ejemplo: comunidad -siempre absolutamente natural, sin pizca de intervención humana-,
convivencia -en lugar de ‘visita’ o de ‘coexistencia’, cosmovisión -donde debería decirse ‘teología’ o,
quizá, ‘meta-astronomía’-, pueblos preexistentes confusión entre inmanencia e invasión.
Esta fraseología sería irreprochable si fuera dicha y/o
entendida como metáfora, balbuceante o manida si se
quiere pero metáfora al fin y al cabo y como tal, por
definición el motor lingüístico de cualquier adelanto
especulativo. El problema surge cuando la metáfora es
sentida y asumida al pie de la letra -dicho de otro modo,
cuando se la desvirtúa hasta el punto de negarla -.
19 Por si algún lector arde en deseos de anotar nuestras
ciber-referencias preferidas, le recomendaríamos dos
trabajos que podrían ser entendidos como los extremos
de un mismo arco y que por esta misma razón han sido
nuestros escogidos: a) el de Ayriwa Pilco (ver cb), una
laboriosa y ortodoxa investigación sobre la influencia
de Internet entre los amerindios que cuenta con los
valores añadidos de haber sido hecha por una indígena
Puruhua (Cacha, Chimborazo, Ecuador) y por incluir un
valioso listado de sites de organizaciones indígenas. b)
el de Fraguas Bravo (ver cb), una página divulgativa
confeccionada por un profano en antropología que,
precisamente por esta razón, da una medida de la
popularidad del tema de la etnogénesis -también incluye
un listado de sites indígenas pero éste resulta caótico,
errado y sumamente incompleto-.
Y ya que estamos enredados, no resistimos la tentación
de añadir otro par de ciber-referencias, asimismo
representativas de los extremos que la Red nos ofrece,
esta vez sobre el tema específico de la etnogénesis
latinoamericana: a) Boccara (ver cb) es un trabajo
modélico sobre la utilidad de la etnohistoria a la hora de
descubrir que hay etnogénesis -no incluidas en estas
Notas- que se remontan a los primeros años de la Invasión.
b) por su parte, Slavsky (ver cb), más cercana a la
TIERRA FIRME
actualidad, nos hace partícipe de la escéptica sorpresa
con la que el gremio antropológico recibe las noticias
etnogénicas a la vez que intenta -a nuestro juicio,
patéticamente- encuadrar este fenómeno en un marco
conceptual clásico. Es, por lo tanto, un ejemplo tanto
de que este gremio no escapa a cierto subjetivismo
-confesión que es muy de agradecer- como de la imperiosa
necesidad de revisar las definiciones categoriales de la
antropología -extremo que la autora parece renuente a
aceptar-.
20 Un último detalle ligado asimismo a la faceta política de
las etnogénesis: es frecuente ligar éstas -peor
denominadas como re-etnizaciones o movimiento
revivalistas- a las reformas constitucionales. Es cierto
que algunos neo-indios han participado en la mecánica
constituyente; por ejemplo: en las Actas de la
Convención Constituyente que dio origen a la reformada
Constitución argentina de 1994, participaron portavoces
Huarpe y Selknam-Ona -recordemos, además, el caso del
asesor Chaima con el que abríamos este trabajo-. Pero
ello no nos autoriza a suponer que sus intervenciones
han sido determinantes. A nuestro juicio, es más probable
que sean los movimientos democratizadores aliados al
movimiento indígena general los actores que han
conseguido introducir en las Constituciones
latinoamericanas las gotas de plurietnicidad que, circa
1992, dieron al traste con la concepción del Estado
mestizo que prevalecía en buena parte de esas Cartas
Magnas. Dicho sea sin demérito para los neoindígenas
que forman parte de esos movimientos indígenas.
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Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 37-55, 2006
From Ethnoeschatology to Ethnogenesis:
Notes on the New Ethnic Identities
De l’ethno-eschatologie à l’ethnogenèse:
notes sur les nouvelles identités
ethniques
Antonio Pérez
Antonio Pérez
Abstract:
Agents of Ethnogenesis, besides
indigenous that would draw on local tradition,
may be cosmopolitan or even racist people
and may be inspired by two traditions: the
popular one -which might become folklore-like
-or the academic one -which is not free from
arbitrary principles. Within this latter one,
ethnographic tradition should be highlighted,
because ethnical reconstructions by agents
depend largely on merely descriptive written
sources. If this were true, what would be
interesting is such a peculiar relation between
the popular and the elitist –the ethnographic
Résumé:
Les agents ethnogéniques -sauf les
indigènes, influencés par la tradition
autochtone– peuvent être cosmopolites, mais
aussi élitistes, et s’inspirer de deux traditions:
la tradition populaire – qui peut dégénérer en
folklorisation – et la tradition académique –
qui n’est pas exempte de l’arbitraire. Dans le
cadre de cette dernière tradition, il faudrait
souligner la tradition ethnographique, car les
reconstructions des ethnies faites par ces agents
relèvent en grande partie de sources écrites
purement descriptives. Si ceci est vrai, l’alliance
TIERRA FIRME
usage being foreseeable. Another aspect of
current Ethnogenesis that should be mentioned,
since it has become, much to our regret,
unavoidable, is its ambiguous link with
universal homogenization or globalization: it
is used to face it and to stand out by contrast
(the Necessary Enemy and the Provider of
Models). This study explores these ethnical,
literary and diverse issues.
Key words: Ethnohistory, Folklore,
History, Ethnogenesis.
**********
57
particulière entre l’élément populaire et l’aspect
élitiste serait quelque chose d’inédit, alors que
l’intérêt pour l’ethnographie était tout à fait
prévisible. Il convient aussi de souligner un
autre aspect de l’actuel ethnogenèse qui est –
malheureusement- devenu incontournable: le
lien ambigu avec l’homogénéisation universelle,
la mondialisation. Celle-ci est utilisée pour
s’approcher de l’ethnogenèse mais aussi pour
établir des contrastes; on la prend pour
l’Ennemi nécessaire ou pour l’Élément
fournisseur de modèles. Le présent travail
comporte une étude de ces aspects ethniques,
littéraires… et du divers.
Mots-clés: Ethno-histoire, folklore,
histoire, ethnogenèse.
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TIERRA FIRME
Plaza Bolivar Barinas
TIERRA FIRME
59
Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 57-65, 2006
Las calzadas o terraplenes
prehispánicos de los Llanos de
Barinas en Etnografía de
Venezuela
OTILIA ROSAS G.
UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR
RESUMEN: La fascinación que han despertado las calzadas o terraplenes prehispánicos en
los llanos de Barinas ha llevado a diversas explicaciones, incluso algunas revestidas de visos
heroicos como aquella, muy popular, que dice que fueron construidas por los súbditos del
Cacique mayor de los caquetíos, Manaure, cuando este abandonó la región de Coro, en los años
treinta del siglo XVI, a raíz de las desavenencias con los gobernadores Welser, según escribió el
padre Jacinto de Carvajal hacia 1648 (1956), iniciando así semejante historia que ha sido repetida
una y otra vez, aún por historiadores de renombre. Entre otros destacados y acuciosos pensadores,
Julio C. Salas quien, en su Etnografía de Venezuela (1997), dedicó especialmente tres capítulos a
la "arqueología aborigen", como la denominaba, empleando los otros capítulos al estudio
etnográfico, al análisis lingüístico, etnohistórico y antropológico de las etnias que habitaban las
regiones de la cordillera andina para la época del contacto europeo, como eran los timotes, los
mucuchíes, los tabayes, los jajíes, los giros, los cuicas, entre otras tantas. Las líneas que siguen
son la lectura de la contribución de Salas al estudio y comprensión de estos asuntos.
PALABRAS CLAVE: Calzadas, terraplenes, etnohistoria, Salas, indigenismo.
areciera que en las últimas
décadas del siglo XX se
despertó el interés de los
investigadores (Cruxent:
1966; Zucchi, 1972, 1973;
Redmond y Spencer, 1990;
Denevan, 1991; Redmond y Spencer, 1995;
P
Spencer y Redmond, 1998; entre otros) por el
enigma de las Calzadas prehispánicas que se
encuentran en los llanos venezolanos y, en
particular, las ubicadas en el territorio que
actualmente es llamado estado Barinas. El
enigma, es decir, quiénes construyeron esas
estructuras, con qué fin y cuándo, no es nuevo.
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TIERRA FIRME
La fascinación que han despertado las calzadas
o terraplenes ha llevado a diversas
explicaciones, incluso algunas revestidas de
visos heroicos como aquella, muy popular,
que dice que fueron construidas por los
súbditos del cacique mayor de los caquetíos,
Manaure, cuando este abandonó la región de
Coro, en los años treinta del siglo XVI, a raíz
de las desavenencias con los gobernadores
Welser, según escribió el padre Jacinto de
Carvajal hacia 1648 (1956), iniciando así
semejante historia que ha sido repetida una y
otra vez, aún por historiadores de renombre.
Claro está, las investigaciones arqueológicas que se han llevado a cabo en los últimos
años, intentan responder estas preguntas con
una concepción científica y con la tecnología a
favor de ellos, y de lo que carecían o no estaba
disponible para aquellos que solo se guiaron
siguiendo al pie de la letra a Carvajal. Sin
embargo, a principios del siglo XX, encontramos algunos investigadores cuyos trabajos
marcaron un precedente. Sin contar con los
conocimientos ni la tecnología de hoy en día,
iniciaron las exploraciones y estudios en este
campo, y sus conclusiones, muchas veces
ignoradas o desconocidas, sorprenden por la
precisión y coincidencia con las investigaciones arqueológicas contemporáneas. Entre
estos destacados y acuciosos pensadores
tenemos a Julio C. Salas, quien en su
Etnografía de Venezuela 1 (1997), dedicó
especialmente tres capítulos a la “arqueología
aborigen”, como la denominaba, empleando
los otros capítulos al estudio etnográfico, al
análisis lingüístico, etnohistórico y
antropológico de las etnias que habitaban las
regiones de la cordillera andina para la época
del contacto europeo, como eran los timotes,
los mucuchíes, los tabayes, los jajíes, los giros,
los cuicas, entre otras tantas.
De Etnografía de Venezuela nos ha
llamado la atención, en particular para esta
ponencia, el capítulo consagrado a la
explicación de los “mound-buildings o
construcciones de tierra del Nuevo Mundo…
Los Cerritos de los Indios y Terraplenes o
Calzadas de los Llanos de Venezuela…”.
Explica Salas que la denominación en
Venezuela de calzadas y cerritos de los indios
se debe a su origen y forma. Los trabajos de
Salas se fundamentaron en profundos estudios
de documentos originales de siglos pasados,
buscados en los principales Archivos
históricos españoles y latinoamericanos, en
los escritos legados por los cronistas, en las
investigaciones de sus contemporáneos,
nacionales y extranjeros, así como también,
cuando le fue posible, en la información
recolectada in situ, por sí mismo o a través de
informantes. De los datos obtenidos por
distintas fuentes acerca de las calzadas, decía
que:
En las selvas del Meta, territorio de los
indios Achaguas y al pie de las
estribaciones de la sierra nevada de
Mérida, entre Canaguá y Barinas se
encuentran terraplenes levantados,
especies de calzadas o caminos que
igualmente se ha atribuido a los más
antiguos indígenas que poblaron estos
territorios… El territorio de Suripá y
Canaguá estaba dominado para la época
de la conquista española por los indios
Giros, diversas tribus belicosas y nómades
TIERRA FIRME
61
en su mayor parte de tipo etnológico
distinto de los valles interiores
(1997a:160).
estos cerritos se “encontraron fragmentos de
utensilios domésticos y armas igualmente
rotas lo que sería argumento para asignarles
De los indígenas giros, que fueron
destino sepulcral en vista de algunas tribus
también denominados por los cronistas, como
indias americanas tenían por costumbre
giraras, giraharas, girabanas, explica en su
despedazar los objetos que habían pertenecido
Tierra Firme (1908), que no tenían ninguna
al difunto sobre su tumba” (1997: 161).
relación con los jirajaras de la sierra de San
Comparando los mounds encontrados en
Luis (hoy en día, región del estado Falcón).
diferentes lugares de toda América, los cuales
Tal confusión la han repetido muchos
contenían restos humaestudiosos (Jahn, 1927;
nos junto a diversos
Morey, 1975; Redmond y
El
tratamiento
que
hizo
de
materiales, conteniendo
Spencer, 1990) que han
seguido a pie juntillas las los documentos antiguos es “grandes riquezas”, parte
para relacionar a las
descripciones de Simón,
impresionantemente
calzadas con los cerritos
Rivero, Caulín, Carvajal y
de los indios. Afirmaba
acertado,
por
ello
decimos
otros cronistas, “los cuales
deben estudiarse con gran que Salas fue, más que un que ambos tenían un
“destino religioso”. Su
atención y cotejarlos, para
antropólogo o un
tesis estaba respaldada
poder deducir la verdad”
en las descripciones que
historiador, la suma de
aconsejaba con propiedad
Humboldt hizo durante
Salas (1997b: 115). Los ambos, un etnohistoriador.
sus viajes por Venezuela
giros estaban asentados en
quien, decía Salas,
la cordillera de Mérida,
aseveró que estas construcciones eran
desde Acarigua y Mucuchachí hasta Curbatí
verdaderos túmulos o sepulcros. En realidad,
en Zamora. Salas recoge el nombre, giros, en
Humboldt, al recorrer los llanos, comentó que
documentos que dejó por escrito el cura
había:
doctrinero de esta etnia indígena, el padre
entre el Mijagual y el Caño de el Hacha …
Basilio Vicente de Ovidio.
Señala Julio C. Salas, que en estas regiones
se hallaban colinas artificiales, los llamados
cerritos de los indios, como los dos de Suripá,
que él mismo describe, así como el de la
“calzada o terraplén de 2 metros de alta por 6
de ancho que corre hacia el N. por espacio de
300 metros, partiendo desde el propio pie del
cerrito mayor” (1997: 169). Afirmaba que en
verdaderos tumulus, llamados en el país
Cerrillos de los Indios. Son colinas en
forma de conos, levantadas sobre el suelo
por la mano del hombre, que probablemente guarden osamentas como los
tumulus de las estepas de Asia. Así mismo
cerca del Hato de la Calzada, entre
Barinas y Canaguá, repárase una hermosa
vía de 5 leguas de largo hecha antes de la
conquista en los más remotos tiempos por
los indígenas. Es una calzada de tierra de
62
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TIERRA FIRME
15 pies de alto que atraviesa una llanura
con frecuencia inundada (Humboldt, 1985
(III): 220-221).
De acuerdo con esta cita, no podría decirse
que Humboldt afirmó tajantemente que los
túmulos venezolanos tenían una función
funeraria, sólo asomó la posibilidad,
comparándolos con los encontrados en las
estepas asiáticas. Así mismo lo reconoce Salas
más adelante, cuando acota que “…hasta hoy
no se han encontrado en ellos sepulturas,
quizá excavaciones hechas con más cuidados
las descubran…”.
Siguiendo el texto, Salas expone que hay
otra hipótesis tampoco tiene cabida o no es
pertinente para explicar la construcción de las
calzadas o terraplenes, como la de que fueron
construidos para tráfico comercial. Para el
investigador, esta hipótesis no tenía
fundamento:
ni aún dada la extensión de la mayor de
ellas pues existen otras pequeñas de apenas
trescientos metros como la de Suripá y si
se debieran a las necesidades del tráfico
por las llanuras que se inundan en tiempo
de lluvias y ese tráfico fuese comercial
serían caminos continuos y largos y no
trozos con diferente orientación, lo cual
deter-minaría completamente el uso
particular religioso en relación con los
cerritos. En gracia, pues, del progreso de
las inves-tigaciones etnográficas en
Venezuela, hacemos esta rectificación, sin
que esto quiera decir que neguemos las
relaciones comerciales que existían entre
los habitantes de las montañas y los de las
llanuras de Barinas, en época anterior a
la conquista (1997ª: 163).
En este párrafo, Salas refuta, en realidad,
dos hipótesis sobre el objetivo de la
construcción de las calzadas: la del uso
comercial y la de vía de comunicación en épocas
de lluvia cuando se inundan las sabanas. La
segunda de ellas la había comentado con
anterioridad Lisandro Alvarado en su
“Etnografía Patria” (1907)2, cuando explicaba
acerca de la ubicación de varios de los
terraplenes en “la antigua provincia de
Barinas”. Afirmaba este autor, que “a pesar
de que estas obras son inmemoriales, han
podido, sin embargo, conservarse hasta hoy
de tal modo que llenan a cabalidad su objeto,
permitiendo cruzar sabanas que se anegan en
la época de las lluvias y se vuelven
atolladeros” (Alvarado, 1989: 437). La
explicación lógica y natural de la construcción
de las calzadas era, para Alvarado, la de
permitir el tránsito durante la época de lluvia
y la sabana se anegaba, como todavía ocurre.
A lo que Salas refuta, como está citado arriba,
porque las calzadas no son caminos continuos.
Por último, Salas cita un documento que
encontró en la Biblioteca Nacional de la
Historia, de Madrid, intitulado “Descripción
de la Nueva Andalucía” (s/f), del cual extrae
un párrafo que reza así:
En los Llanos hallamos una provincia muy
grande de una nación que tiene las casas
en unas lomas de barro de esta tierra, estas
casas son muy grandes súbese a ellas por
una escalera de palo hasta las puertas de
tal manera que con una pequeña piedra
como losa las tapaban y aunque están en
una cima la gente no sabe a donde esta la
puerta si no es que tienen mucha
experiencia de ello… (1997ª: 164).
Comentado Salas que, entonces, “algunos
de los mounds sirvieron a manera de viviendas
fortificadas y como hemos visto que también
eran adoratorios y sepulturas otros, hemos de
TIERRA FIRME
concluir por aceptar el vario uso que en
definitiva debe asignarse a los cerritos” (ídem).
La conclusión a que llega Salas no está lejos de
las que hasta el momento han expresado
investigadores contemporáneos. Podemos
resumir en seis las hipótesis que tratan de
responder a la pregunta de: ¿Por qué se
construyeron las Calzadas en los Llanos de
Barinas? y agregaremos, los cerritos de los
Indios?:
1. Debido a la “huída” de Manaure desde
Todariquiba hacia los Llanos, por causa
de los abusos y violencia que
cometieron los Welser contra su pueblo,
sus seguidores construyeron las
calzadas para que pudiera pasar el
cacique y toda su comitiva. Esta
hipótesis se inicia con Carvajal (16471956) y luego la repitieron algunos
autores como Arcaya. Está totalmente
descartada hoy día.
2. De acuerdo a Jahn (1927-1973), para
erigir viviendas en época de lluvia y
resguardarse de las inundaciones.
3. Con carácter religioso. Podrían ser
sepulcros o tumulus, como los calificó
Humboldt (1800-1985). Es la hipótesis
más verosímil para Salas (1921-1997ª).
4. Vías de desplazamiento en época de
lluvia, cuando las sabanas se inundan.
Esta es, tal vez, la más secundada de las
hipótesis. Para Alvarado (1907) era la
razón per se. Incluso, explica que la
calzada del caño del Hacha con el túmulo
del cual habla Humboldt, contenía las
aguas de las inundaciones. Más
63
recientemente, otros investigadores
consideran que en realidad servían de
caminerías durante las inundaciones,
como Garson (1980), Denevan (1991),
Earle3, (1991). Aunque Garson4 dejó en
claro la posibilidad de otras explicaciones complementarias a esta.
5. Como plataformas para el asentamiento
de viviendas, campos agrícolas y sitios
de cacería, según Cruxent (1966). Salas
había entreabierto esta posibilidad al
mostrar el documento antiguo, posiblemente del siglo XVII, donde se describía
algo similar a la de viviendas construidas
encima a manera de fortalezas. A
diferencia de la tesis de Jahn, estos
asentamientos serían permanentes.
6. Los últimos trabajos arqueológicos que
se han llevado a cabo apuntan, según
Redmond y Spencer (1998) a factores
económicos, militares y religiosos. Salas
rechazaba que el tráfico comercial fuera
la causa primordial porque no son
continuas y largas, sino trozos no
conectados y con diversas direcciones.
Las investigaciones de Redmond y
Spencer5 están confirmando algunas de las
aseveraciones que Salas hiciera en su tiempo.
No todos los sitios estaban conectados; y, aún
más, han descubierto que no todos se
encontraban en zonas anegadizas, lo cual
parece desmoronar las hipótesis basadas en la
adaptación a las inundaciones6 (Viviendas
temporales, caminerías, comercio). La datación
de las calzadas las obtuvieron a través de la
asociación de los sitios; esto se facilitó, porque
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64
TIERRA FIRME
cada calzada que localizaron estaba claramente
comunidades, cuyos caciques locales
vinculada, al menos, a un sitio de la Fase Gaván
Tardía (1998: 99), es decir, entre 500 y 1000
estrechaban lazos de reciprocidad con los
caciques mayores o principales:
años D.C.. Los autores explican que los sitios
de habitación estaban distribuidos en tres
Por medio de su monopolio sobre el
intercambio de artículos suntuosos a larga
distancia, los caciques principales
obtienen bienes de prestigio producidos
en áreas distantes y controlan su
circulación hacia las comunidades locales,
por lo cual establecen relaciones de
dependencia con caciques locales y con
la población en general. Así la economía
política regional se basa en los lazos de
reciprocidad entre los caciques principales
y los caciques locales (Redmond y Spencer,
1995: 259).
niveles jerárquicos, de los cuales, uno solo
(B12) ocupa el tope máximo del asentamiento
jerárquico y es el centro de una red de calzadas.
Cubre unas 33 hectáreas y, según los
arqueólogos, tiene un impresionante número
de earthworks, que incluyen dos grandes
montículos de unos 10 y 12 mts., además,
cuatro de 1 a 4 mts. y 130 pequeños de 1 mt.
Redmond y Spencer consideran que los dos
grandes sostenían edificaciones ceremoniales,
mientras que los pequeños residencias. Hasta
este punto, podríamos decir que las evidencias
están demostrando que Salas no estaba
equivocado. Por otro lado, de los 33 sitios de
la Fase Gaván Tardía sólo 9 están ubicados en
áreas que experimentan las inundaciones
estacionales. La evidencia los conduce a
resumir que el 72,7% de los sitios estaban
ubicados en bancos o lugares elevados, que no
se inundaban; y el mismo resultado se obtuvo
para las calzadas.
En pocas palabras, las calzadas no fueron
construidas exclusivamente para el tránsito
pedestre durante las inundaciones de la sabana
en época de lluvias. Hubo otros factores que
incidieron en ello. De acuerdo a estos
arqueólogos, las evidencias que han recogido
de los sitios excavados revelan que hubo una
sociedad cacical que centralizaba la autoridad
y mantenía una relación asimétrica con otras
En este sentido, la red de calzadas
facilitaría enormemente la reciprocidad de
bienes de prestigio7 e información entre el
poder central y las elites periféricas. Para los
investigadores, el sitio B12 fue, sin lugar a
dudas, el asiento de la autoridad política. Los
montículos de este sitio están casi todos
relacionados con actividades domésticas, a
excepción de los dos grandes mounds que se
distinguen de los demás. Solo pudieron excavar
uno de ellos, pero las evidencias los llevan a
afirmar que este no tenía ninguna función
doméstica, sino pública (1998: 104). La elite
principal no solo ejercía el poder político a
través de lo señalado, sino que probablemente
utilizaban estrategias de control de carácter
religioso, donde los caciques se “identificaban
a sí mismos con ancestros reverenciados o con
poderes o seres supernaturales”, haciendo una
misma cosa de la religión y la política. También
hallaron evidencias de “actividades bélicas
–tanto ofensivas como defensivas- por parte
de los líderes políticos durante la Fase Gaván
TIERRA FIRME
Tardía”, pero solo en el B12 encontraron
“indicaciones de sacrificios humanos, de
fortificaciones y de una conflagración final”
(1995: 259); Si era el centro sociopolítico, era
de suponer que sería lo primero en ser atacado
y, por lo tanto, debía estar bien protegido. De
allí que fuese esencial la rapidez a la hora de
las concentraciones de tropas y las
movilizaciones, por lo tanto, el sistema de
calzadas era crucial.
Ante toda la apabullante evidencia
arqueológica, excavada y analizada, que
llevaron a Redmond y Spencer a las
conclusiones descritas, no podemos dejar de
compararlas con aquellas expresadas por Julio
C. Salas en 1921, hace ochenta años atrás, en
su libro Etnografía de Venezuela. (Estados
Mérida, Trujillo y Táchira). Los Aborígenes
de la cordillera de los Andes, encontrando
tantas similitudes, no solo en hipótesis
plausibles, si no también en el examen de las
evidencias obtenidas y, en el caso de Salas
tenemos que acotar, con las exiguas
herramientas que contaba para recolectar los
datos, en contraste con las de hoy en día. El
tratamiento que hizo de los documentos
antiguos es impresionantemente acertado, por
ello decimos que Salas fue, más que un
antropólogo o un historiador, la suma de
ambos, un etnohistoriador. Las tesis que
explicaba y aseveraba frente a sus colegas, en
la prensa, en sus libros, en muchas ocasiones
contradecían las de aquellos, e incluso las
refutaba. Sin embargo, vemos como una gran
mayoría de investigadores en la actualidad se
están perdiendo de la erudición de este hombre,
65
mientras que continúan repitiendo a otros, no
menos importantes, pero que no siempre
fueron tan rigurosos. De sus estudios sobre
las calzadas prehispánicas en Barinas que
acabamos de exponer en perspectiva con las
investigaciones arqueológicas recientes, va
quedando un cabo suelto, es aquel relativo a
cuál etnia indígena era la que habitaba estas
regiones para el momento del contacto. Hasta
ahora, los que han escrito acerca de ello, repiten
que eran jirajaras, Salas lo refuta de manera
tajante y acusa de pocos minuciosos a aquellos
de sus contemporáneos que así lo decían. Para
Julio C. Salas, la región de Barinas en el período
de contacto estaba habitada por los giros. Y
finalizo este trabajo con sus propias palabras:
No obstante la tenaz destrucción de los
adoratorios por los conquistadores, aún
restan muchos, y los cementerios precolombinos, que ofrecen amplio campo
de investigación a etnógrafos y antropólogos, para quienes consignamos estos
datos, en nuestro deseo de que se
practiquen metódicas exploraciones y se
funden los museos que se necesitan a fin
de que progrese el estudio de ramas de las
ciencias naturales en Venezuela… (Salas,
1997: 167).
NOTAS
1 Salas escribió Etnografía de Venezuela (Estados
Mérida, Trujillo y Táchira). Los Aborígenes de la
cordillera de los Andes en 1921, y fue publicada en
1956 por la Universidad de Los Andes.
2 “Publicado en dos números de la revista El Cojo
Ilustrado, así: primera parte año XVI, Nº 380, págs.
617-619, Caracas, 15 de octubre de 1907; segunda
parte; Nº 382, págs. 648-619, 1° de noviembre de 1907.
(Nota de la Comisión Editorial)” [Tomado de Alvarado
(1989: 421)].
3 Citado por Redmond y Spencer (1998: 97).
4 Garson fue el primer arqueólogo en realizar una
investigación sistemática sobre las calzadas en Barinas.
66
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TIERRA FIRME
5 Entre 1983 y 1986, llevaron a cabo un reconocimiento
intensivo a lo largo del río Camaguá (aprox. 435 kms2),
localizando 33 sitios y 8 calzadas que datan de la fase
Gaván Tardía (550-1000 AC.).
6 Redmond y Spencer llaman a esta hipótesis “The floodadaptation hipótesis”, con la cual se esperaría que “los
sitios ubicados en lugares inundadizos tenderían a
estar conectados a través de calzadas a otros sitios,
mientras que los lugares ubicados en sectores no
afectados por las inundaciones carecerían de las ellas”
(1995: 255).
7 Artefactos líticos pulidos, muchos de ellos adornos,
elaborados en serpentinita, pizarra, filita, anfibolita y
malaquita. “…las fuentes naturales de aprovisionamiento de estas rocas se encuentran en la Cordillera
de Mérida, la Cordillera de la Costa, las penínsulas de
la Guajira y Paraguaná, la Sierra Nevada de Santa Marta
y en lugares aún más distantes…” (Redmond y Spencer,
1995: 259).
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TIERRA FIRME
67
Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 57-65, 2006
Prehispanic Roads
Les chaussées ou terre-pleins
Otilia Rosas G.
Otilia Rosas G.
Abstract:
The great fascination for prehispanic
roads in the Venezuelan plain of Barinas has
triggered diverse explanations. Some of them
surrounded by heroic stories, such as a very
popular one, which states that roads were built
by subjects of Caquetíos Indian Chief,
Manaure; when he left the region of Coro, in
the 30s of the XVI century, due to
disagreements with Welser governors. That is
what priest Jacinto de Carvajal wrote around
1648 (1956); he thereby premiered a story
that has been told over and over again, even
by well-known historians. Among many other
important and brilliant intellectuals, Julio C.
Salas wrote on this topic. In fact, he dedicated
three chapters of his Etnografía de Venezuela
(1997) (Ethnography of Venezuela) to
“aboriginal archaeology”, as he referred to the
subject; and left the remaining chapters for
ethnographic study, and linguistic, ethnohistorical and anthropological analysis of the
ethnic groups that lived in the Andes
Mountains during the European contact
period, such as timotes, mucuchíes, tabayes,
jajíes, giros, cuicas, etc. This study presents
the contribution of Salas to the study and
understanding of theses subjects.
Abstract:
La fascination exercée par les chaussées ou
terre-pleins préhispaniques des plaines de la
région Barinas s’explique par plusieurs facteurs,
dont quelques-uns héroïques, comme la légende
populaire préconisant qu’elles ont été construites
par les sujets du Cacique majeur des caquetíos,
appelé Manaure, lorsqu’il a quitté la région de
Coro dans les années trente du XVIe siècle, à la
suite de certains désaccords avec les gouverneurs
Welser. Cette histoire particulière a été écrite par
le curé Jacinto de Carvajal vers 1648 (1956) et
depuis, elle est passée d’une génération à l’autre
et a été racontée même par des historiens
renommés. Parmi les penseurs remarquables de
cette époque l’on trouve Julio C. Salas qui dans
son œuvre Etnografía de Venezuela (1997)
consacre trois chapitres à “l’archéologie
aborigène”, comme il l’appelait, et dédie les autres
chapitres à l’étude ethnographique, à l’analyse
linguistique, ethnohistorique et anthropologique
des ethnies qui habitaient les régions de la
cordillère andine au moment du contact européen,
dont les timotes, les mucuchíes, les tabayes, les
jajíes, les giros, les cuicas, entre autres. La
présente étude porte sur les contributions de
Salas à l’étude et à la compréhension de ces
aspects.
Key words: Roads, ethnohistory, Salas,
indigenous.
Mots-clés: Chaussées, terre-pleins, ethnohistoire, Salas, indigénisme.
***********
***********
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68
TIERRA FIRME
TIERRA FIRME
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Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 67-77, 2006
La historia de la Tierra Firme: el reto
del dato etnográfico y arqueológico
KAY TARBLE
UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
RESUMEN: Julio C. Salas reconoce la vital importancia del conocimiento del pasado en la
comprensión y transformación del presente. Su aguda percepción de la confluencia de formas
culturales que forjó la Venezuela de su día es todavía vigente. Además, su evaluación crítica de los
componentes "bárbaros y civilizados" de este país mestizo revela las estructuras que aún subyacen
a las formas actuales, y cuyas contradicciones siguen sin resolución. En este trabajo se destacan
varios aspectos del trabajo "etno-histórico" de Salas, entre ellos: su actitud crítica ante las fuentes
que revisa, su reconocimiento de una amplia gama de "protagonistas" en los hechos de la conquista.
PALABRAS CLAVE: Pasado, bárbaros, civilización, etnohistoria, Venezuela.
No hay historia; sólo hay historiadores.
Paul Ricoer, 1980:9
INTRODUCCIÓN
n su libro de Tierra Firme,
así como en sus otras
obras, Julio C. Salas reconoce la vital importancia del
conocimiento del pasado
en la comprensión y transformación del
presente. Su aguda percepción de la confluencia
de formas culturales que forjó la Venezuela de
E
su día es todavía vigente. Además, su evaluación
crítica de los componentes “bárbaros y
civilizados” de este país mestizo revela las
estructuras que aún subyacen a las formas
actuales, y cuyas contradicciones siguen sin
resolución (Vargas, 2000: 97).
Se destacan varios aspectos del trabajo
“etno-histórico” de Salas, entre ellos: su actitud
crítica ante las fuentes que revisa, su
reconocimiento de una amplia gama de
“protagonistas” en los hechos de la conquista
(Rodríguez Carucci, 2000:147-148), y su
aprecio por el papel de fuentes no-
70
70
TIERRA FIRME
documentales en la comprensión de los procesos
históricos. Este último punto es el que
queremos desarrollar en esta oportunidad, dado
el reto que ésto representa en nuestras investigaciones. A pesar de que se reconoce la ventaja
de utilizar múltiples fuentes para indagar sobre
el pasado, la realidad de compaginar estas
fuentes es a veces muy compleja. La evidencia
documental y la evidencia artefactual requieren
manejos cuidadosos y a veces minusciosos para
ser útil en la construcción histórica. Ambas
presentan ventajas y desventajas, y permiten
diferentes tipos de ventanas hacia el pasado,
pero hay que proceder con cautela a la hora de
interrelacionarlas.
DEL PASADO ESTÁTICO AL PASADO
DINÁMICO
En un pasaje muy perceptivo de Tierra
Firme, Salas reconoce la importancia de cotejar
diferentes fuentes históricas, en particular, la
evidencia arqueológica y documental, para así
«confirmar o desechar los conocimientos sobre
los aborígenes...que hayamos deducido de la
observación de las costumbres actuales y del
dicho de los historiadores de la conquista»
(Salas, 1997 (orig. 1908):165). De esta cita se
desprenden dos puntos de interés. Por un lado,
en Salas encontramos una percepción dinámica
del pasado poco frecuente en muchos estudios
etnográficos o etnohistóricos. Podemos ver que
Salas reconoce el efecto dramático de la
conquista sobre los indígenas, aún en zonas
aparentemente alejadas de los focos de la
colonización, como, por ejemplo, las tierras
bajas amazónicas. Por otro lado, encontramos
en este pasaje del texto una sugerencia
metodológica para verificar la validez de las
inferencias sobre el pasado basadas en los
documentos escritos u observación etnográfica.
Vamos a tomar estos dos puntos uno por uno.
El primer punto destaca la disrupción
causada por la conquista y colonización, y la
posibilidad de encontrar en el registro
arqueológico una fuente de contraste con las
sociedades actuales, o las descritas por los
cronistas. De este modo, señala una vía para
evitar caer en el uso del “tiempo etnográfico”
tan ubicua en los estudios antropológicos1. Nos
referimos a la tendencia de “fundir” diferentes
momentos históricos en una sola narrativa
descriptiva, que resulta en una imagen
“destemporalizada” de la sociedad descrita.
Conlleva también la práctica del investigador
de pasar las observaciones etnográficas o
etnohistóricas por un filtro, donde se obvian
aquellos aspectos que no cuadran con la idea
preconcebida de lo “tradicional”. Ésto es el caso
de muchas descripciones etnográficas que
hacen caso omiso a la presencia de la misión
cercana (¡o del mismo antropólogo!) o que
describen la cestería o cerámica sin mencionar
la olla de plástico o el radio reproductor. Los
antropólogos o etnohistoriadores que practican
este procedimiento de “pelar la cebolla”, se
proponen llegar a la “esencia” de las sociedades
que denominamos “primitivas”, “bárbaras”,
“frías”, “tribales”. Estas denominaciones, que
frecuentan a la literatura neo-evolucionista, y
aún marxista, y aluden a etapas o estadios, a su
vez, llevan a la fusión del tiempo y el espacio.
Se equipara primitivo con antiguo, siendo ésta
TIERRA FIRME
71
artefactos en un contexto arqueológico -por
ejemplo, del hallazgo de un metate se infiere el
cultivo del maíz. Sin embargo, los peligros de
la analogía se multiplican cuando pasamos a
inferencias de orden mayor, como en el caso
de inferir el comportamiento social de los
cazadores/recolectores del paleolítico basado
en analogías con las sociedades actuales tales
como los ’Kung o los aborígenes australianos
(Binford, 1983; Lee y
En la arqueología, la
Guenther, 1991; 1995;
Lee y DeVore, 1968;
utilización de la
Sahlins, 1974; Wilmsen,
analogía etnográfica ha
1989; 1993)
una práctica común desde el “descubrimiento”
de las sociedades indígenas de Asia, Africa y
América. De ahí se derivan las referencias a
ciertas sociedades contemporáneas como
“sobrevivientes de la edad de piedra”, o como
“simples” o “atrasados” con respecto a las
sociedades “civilizadas”, “calientes” o
“complejas” (ver Stahl, 1993 y Fabian, 1983
para una discusión más amplia de este tema).
Esta situación se refleja
en el uso (y abuso) de
analogías etnográficas por
parte de los antropólogos. Las
monografías arqueológicas,
jugado el papel de
En la arqueología, la
por ejemplo, están repletas
utilización de la analogía
de inferencias basadas en
“ilustración” en la
etnográfica ha jugado el
analogías con sociedades
reconstrucción de las
papel de “ilustración” en
actuales o con descripciones
la reconstrucción de las
encontradas en la docu- formas de vida pasadas.
formas de vida pasadas.
mentación histórica. Implícita
Igualmente, podemos citar
en el uso de estas analogías es
ejemplos de trabajos etnohistóricos, donde se
la idea que estas sociedades actuales
utilizan los datos derivados de la época post“representan” estadios anteriores, o son
contacto para construir modelos sobre la época
comparables por ocupar la misma zona
preconquista. Sin embargo, al enfatizar las
geográfica o por compartir sistemas productivos
posibles “coincidencias” entre las sociedades
similares.
actuales y las pretéritas, se desprecia el
Este procedimiento es justificado sólo en
potencial que nos brinda el contraste de fuentes
aquellas situaciones donde se puede demostrar
para demostrar “discontinuidades” y, por ende,
una continuidad entre el presente y el pasado
el cambio y las transformaciones a través del
(p.ej. el enfoque histórico directo), o si se acepta
tiempo (Stahl, 1993:236).
la presuposición del carácter determinante de
algún factor (p. ej. relación infraestructurasuperestructura). Sin embargo, es necesario
“demostrar” esa relación y no simplemente
asumirla. Pueden ser útiles (aunque no
infalibles) para la inferencia de la función de
Ésta es precisamente la segunda lección
que podemos derivar de la cita de Salas:
“confirmar o “desechar” los conocimientos
sobre los aborígenes...que hayamos deducido
de la observación de las costumbres actuales y
72
72
TIERRA FIRME
del dicho de los historiadores de la conquista”.
Si nuestra meta va más allá de la “reconstrucción” de las formas de vida pretéritas hacia
la indagación sobre las posibles transformaciones de estas formas de vida en el tiempo,
es el contraste de fuentes lo que nos
proporciona nuestra herramienta más poderosa.
Dedicaré el resto de esta ponencia a discutir
algunas de las vicisitudes de la contrastación
de las fuentes escritas (etnográficas o
etnohistóricas) y las fuentes artefactuales
(arqueológicas).
EL CONTRASTE DE FUENTES EN EL
ESTUDIO DEL PASADO
Antes de entrar en la discusión del contraste
de fuentes, es importante tratar de evaluar
resumidamente las ventajas y desventajas de
cada tipo de fuente. Por su parte, el etnógrafo
proporciona evidencia de primera mano sobre
la sociedad estudiada. Tiene la ventaja de ser
rica en detalles descriptivos; de contar,
idealmente, con una observación participante
prolongada y con la contrastación de
información de diferentes informantes; a la vez
de poder contar con sofisticadas técnicas de
recopilación de diferentes tipos de información: documentación escrita, fotografías,
videos, grabaciones, dibujos, etc. Sin embargo,
como fuente para el estudio del pasado, su
utilidad se limita por la corta duración de la
investigación. Por otra parte, los textos
etnográficos tienen que ser analizados
críticamente, al igual que otras fuentes
documentales, en cuanto a su credibilidad:
¿Cuántos informantes colaboraron con el
trabajo? ¿El etnógrafo trabajó en el idioma local
o utilizó traductores? ¿Cómo influyó en sus
descripciones los modelos teóricos del autor y
las imposiciones del “discurso” o “género”
etnográfico prevalente en el momento de su
publicación?
En el caso de las fuentes documentales,
valen estas mismas consideraciones en cuanto
a la credibilidad, además de requerir un análisis
del contexto en el cual fue escrito: ¿Para quién
y para qué fines? ¿Qué tipo de documento es?
(P.ej. diario personal, censo, testamento, pleito,
historia natural, carta, mapa, etc.) ¿La
información es de primera mano o no? ¿Cuáles
son los sesgos culturales o personales del autor?
Según Gottschalk (1958:139-140 en Wood,
1990:88), una de las reglas más importantes de
la evaluación de un documento consiste en que
“cada aspecto particular” del documento debe
ser sometido a un análisis de la credibilidad por
separado, sin referencia a la credibilidad general
del autor.
Por otra parte, los documentos escritos
requieren un estudio de autenticidad. En este
caso nos referimos a la verificación de la fecha
del documento, del autor, del tipo de
transcripción y/o traducción a la cual fue
sometido el documento, y si podría ser total o
parcialmente falsificado o plagiado (Wood,
1990).
Las ventajas que presentan los
documentos escritos son múltiples, y un
tratamiento adecuado iría más allá de los
alcances de este trabajo. Sin embargo, queremos
destacar algunos puntos que servirán de base
para la discusión del cotejo de fuentes
TIERRA FIRME
documentales y arqueológicas. Para el
antropólogo interesado en el pasado, el
documento escrito ofrece una gama amplia de
información que cubre todo el período histórico
(en el sentido de historia escrita). Los diferentes
géneros permiten contrastes de fuentes; p.e.,
entre pleitos y testamentos, o entre varios
protagonistas de un mismo evento. Se pueden
utilizar registros para elaborar tendencias
demográficas, tasas de mortalidad, de
enfermedad, etc. En fin, se pueden explorar
casi todas las esferas de interés antropológico
desde la producción agrícola hasta el
simbolismo. Sin embargo, nos encontramos con
ciertas limitaciones importantes. Por un lado,
muchos de los enfoques teóricos de la
antropología son sincrónicos: y se prestan para
la realización de “etnografías del pasado” en
donde se “exploran los mundos mentales en
los cuales las acciones [históricas] se realizaron,
el conocimiento cultural que sirvió de base para
las escogencias que se hicieron” (DeMallie,
1993:533), o las vidas cotidianas de los
protagonistas. Sin embargo, si la meta de la
antropología histórica va más allá de “conocer
cómo los eventos se estructuran según la
cultura, sino, cómo, en ese proceso, la cultura
misma se reordena” (Sahlins, 1981:8), tenemos
que hacer un esfuerzo para resaltar los aspectos
dinámicos del proceso histórico además de los
aspectos estructurales o funcionales.
Aún cuando las fuentes documentales
ofrecen una riqueza extraordinaria para la
indagación sobre el pasado, existen áreas
problemáticas. En la región amazónica, en
particular, existen grandes retos para los
73
analistas; entre ellos podemos señalar: 1) la
ausencia de documentos escritos por individuos
provenientes de algunos sectores de la
población: indígenas, esclavos, mestizos, etc.;
2) el eurocentrismo de los principales autores,
especialmente los misioneros y autoridades
coloniales; 3) el escaso trabajo en archivos y,
por ende, poca variedad en el tipo de
documento disponible para el análisis; 4) la
gran variedad de idiomas de los documentos
originales: español, inglés, holandés, francés,
portugués, alemán e italiano y su dispersión en
diversos archivos nacionales y en el exterior;
5) una cobertura muy parcial del espacio y
muy irregular en el tiempo, con particular
escasez en cuanto a la documentación de los
primeros años de contacto; 6) pocos mapas
(carencia que todavía sufrimos en la actualidad).
Frente a esta situación, el dato arqueológico
ofrece alternativas interesantes. Por un lado,
permite una visión priviligiada hacia sectores
de la sociedad poco representados en los
documentos escritos, sobre todo aquellos que
antecedían el contacto, y los que huyeron frente
a la penetración colonial (indígenas, esclavos
fugados) o que no figuraban como protagonistas
en los relatos escritos: mujeres, niños, clases
bajas, etc. Por otro lado, el registro arqueológico, por su caracter cumulativo, compuesto
de pequeñas acciones cotidianas reveladas en
patrones de deposición en su contexto,
proporciona una visión micro de las respuestas
de las sociedades pretéritas ante su entorno.
En este sentido, revela una historia de la
práctica. En el caso de estudios de la época de
contacto, permite acceder a respuestas locales
74
74
TIERRA FIRME
ante procesos globales: ¿Hubo aceptación o
rechazo ante el influjo de ideas y bienes
extranjeros? ¿Surgen nuevas formas de
identidad? ¿Qué impacto tuvieron las nuevas
tecnologías, cultivos, y animales domésticos
introducidas? ¿Mantuvieron prácticas
religiosas clandestinas, lejos de los ojos de las
autoridades coloniales?
A su vez, la arqueología provee una óptica
macro de los procesos sociales del pasado. A
través de estudios regionales, se pueden conocer
los efectos del contacto europeo sobre el patrón
de asentamiento, los movimientos poblacionales, los cambios demográficos y las redes
de intercambio, entre otros. Y, por supuesto,
ofrece una visión única de las tendencias a largo
plazo, y de los procesos de transformación
previos y posteriores al contacto. De este
modo, permite una apreciación de las
estructuras históricas locales y su papel en la
reacción de las sociedades frente a las fuerzas
de cambio.
Al igual que las otras fuentes que hemos
discutido aquí, las fuentes artefectuales también
requieren de una evaluación crítica, en el sentido
de tomar en cuenta la confiabilidad de los
contextos deposicionales: ¿Son contextos
primarios o son redepositados? ¿Cuán
representativa es la muestra recolectada? ¿Es
representativo de todos los sectores de la
población... o se concentra únicamente en
ciertos aspectos; p.ej. en sitios de misión o
fortificaciones? ¿Bajo cuáles circunstancias fue
abandonado el sitio? ¿Hubo reutilización o
custodia de ciertos objetos que podría confundir
la inferencia cronológica?
En el caso del registro artefactual, tiende a
haber poca intencionalidad en cuanto a su
deposición2 . En este sentido, nos puede
proporcionar información menos sesgada por
agendas personales o intereses políticos, tal
como suele suceder con muchos documentos
escritos. Sin embargo, es un hecho que los
restos arqueológicos suelen ser anónimos; en
todo caso, podemos llegar a la identificación de
“grupos de interés” (Trigger, 1975), pero los
individuos generalmente quedan fuera de
nuestro alcance.
COTEJANDO FUENTES: PERSPECTIVAS Y
PROBLEMAS
Hasta aquí hemos hecho referencia a los
diferentes tipos de fuente, con sus particularidades, ventajas y desventajas. Pero,
¿cómo proceder a cotejar la evidencia que
obtenemos de cada fuente? Antes que nada, es
preciso reconocer que la información obtenida
de las diferentes fuentes sirve para iluminar
diferentes aspectos del pasado que intentamos
construir, y que no siempre van a coincidir. Sin
embargo, esto no quiere decir que estamos
condenados a la práctica de “abrir un capítulo”
para cada tipo de dato, como suele suceder (cf.
Wagner, 1967; Vargas Arenas, 1981; Wilmsen,
1989; para un ejemplo de integración
excepcional ver a Schrire, 1995). Nuestro éxito
en aprovechar los datos de diferente índole va
a depender del tipo de problema que nos
planteamos, de nuestra experticia en los
diferentes campos -o de nuestra suerte en
conformar un buen equipo interdisciplinario,
de la naturaleza de los datos que conseguimos
TIERRA FIRME
y de la orientación teórica-metodológica de los
diferentes investigadores. Este último punto
hace referencia a uno de los mayores retos que
enfrentan los antropólogos o historiadores
quienes intentan utilizar trabajos de otras
disciplinas o sub-disciplinas. Suele suceder que
los trabajos realizados bajo perspectivas
diferentes, tales como el neo-evolucionismo de
una investigación arqueológica dada y el análisis
simbólico de una etnografía tal, son altamente
incompatibles, tanto por el tipo de dato
contemplado en cada uno, como por la forma
de interpretarlo.
Idealmente se debe plantear un marco
unificador para una investigación que contempla
el uso de diferentes tipos de fuentes. A través
de “estrategias de investigación sinergéticas”
(Dietler, 1998) se pueden lograr interpretaciones muy iluminadoras de la historia de
situaciones de contacto (Kirch and Sahlins,
1992; Dietler, 1995; Deagan, 1998).
LA HISTORIA DE NO-EVENTOS
Para terminar, haré referencia a un ejemplo
del tipo de discernimiento que permite el cotejo
de diferentes fuentes en un caso del Orinoco
Medio. Hemos encontrado referencias a
diferentes “eventos” históricos concernientes
a los Mapoyo, una etnia indígena cuyo territorio
se ubica entre los ríos Suapure y Parguaza del
estado Bolívar. En estos relatos, provenientes
de la tradición oral y de documentos escritos,
figuran dos eventos de gran magnitud en la
historia local: el suicidio Mapoyo y la
participación de este grupo en la derrota de los
75
españoles durante la Guerra de la Independencia
(Henley, 1975; Henley, 1983; Perera, 1991;
Perera, 1992).
El primer evento, en el que acontece el
suicidio colectivo, tiene numerosas versiones
en la zona. Inclusive, existen por lo menos dos
cerros de donde supuestamente se tiraron los
Mapoyo. Una versión recolectada en nuestro
trabajo de campo relata el evento de la siguiente
manera:
“Según contaba el abuelo, una vez hubo
tres muchachas ´safriscas´quienes se
acercaban para escuchar el canto de los
espíritus, aunque sabían que era prohibido.
Se enamoraron del canto y quisieron ver a
los espíritus. Las pillaron viendo para
adentro de la choza (donde se realizaban
los ritos sagrados) y decidieron que había
que pagar el pecado. Llamaron a todos los
miembros de la comunidad a subir el Cerro
de Las Piñas y a tirarse hacia abajo. Ahí,
hoy en día, se encuentan los huesos de los
difuntos” (Relato de José Reyes, 4-2-93).
En otras versiones, se hace referencia a
diferentes factores que provocaron el suicidio,
entre ellos, la muerte de uno de los capitanes,
la huída ante los españoles asentados en el
Fortín del Parguaza, y por hechicerías de parte
de otros grupos. En todos los casos, el
desencadenamiento de los hechos lleva al mismo
fin: los miembros de la comunidad suben a lo
alto del cerro, se amarran entre sí y se tiran por
el precipicio. Siempre hay un sobreviviente, o
un testigo oculto, que llega con el cuento a los
demás.
El segundo evento está relacionado con la
actuación de los Mapoyo a favor de las tropas
republicanas en la Guerra de la Independencia.
Los sitios que anclan esta historia en el espacio
76
76
TIERRA FIRME
son los viejos asentamientos de los capitanes
mapoyos, quienes, según la tradición oral,
prestaron ayuda a Paéz en la batalla en el sitio
del Fortín del Parguaza, contra las fuerzas
españolas. Luego, los capitanes posteriores
tuvieron a su cargo la espada y daga, y papeles
de propiedad del territorio, obsequiados por
Bolívar en agradecimiento por el apoyo recibido
(cf.Henley, 1975; Henley, 1983).
Hemos realizado estudios arqueológicos
en los sitios donde nos han contado que
ocurrieron estos dos eventos. En el caso de los
sitios de los suicidios, hemos podido constatar
la presencia de entierros en abrigos rocosos
asociados a los cerros donde se dice que se
lanzaron los Mapoyo: en el Cerro Las Piñas y
en el Cerro de los Mapoyos. Sin embargo, los
restos óseos no muestran evidencia de fracturas
ni de muerte violenta. En el caso del Fortín de
San Francisco Javier de Marimarota, donde se
dice que se llevó a cabo la batalla contra los
españoles, hemos hallado evidencia arqueológica que corresponde al período de la
ocupación jesuita: (1730-1767), pero no
hallamos restos correspondientes al período
de la Guerra de la Independencia, lo cual nos
lleva a concluir que el sitio había sido
abandonado previamente.
Estos ejemplos sirven para ilustrar
diferentes aspectos de lo que hemos expuesto
en este trabajo. Por un lado, es la contrastación
de fuentes que nos permite interpretar los
“hechos”. La falta de coincidencia entre las
fuentes consultadas nos lleva a reflexionar
sobre su significado: ¿Debemos utilizar los
datos arqueológicos para “desmentir” al
informante o a las recopilaciones etnográficas?
¿Es una victoria para la ciencia occidental? O
¿podemos entender las discrepancias como
indicios de diferentes formas de construir la
historia -el Mapoyo y el occidental- que no
necesariamente coinciden en sus métodos ni
sus resultados? Optamos por el segundo. En
vista de las contradicciones reveladas por
nuestra investigación, sentimos la necesidad de
abrir aún más nuestro ocular para ver el contexto
regional y temporal de los “eventos” que
estudiamos. Al tomar en cuenta la secuencia
arqueológica regional, notamos un cambio
marcado en los estilos cerámicos de manufactura
local: la alfarería que abundaba en los contextos
de los asentamientos jesuitas (Nuestra Señora
de Los Ángeles de Pararuma, el Fortín de San
Francisco Javier de Marimarota) desaparece
abruptamente. Por su parte, los asentamientos
que pertenecen al período post-jesuita se
caracterizan por una cerámica local muy
simplificada y con cambios sustanciales en la
tecnología de manufactura que sugiere la
inmigración de nuevos componentes sociales.
En otras palabras, estamos frente a una
evidencia de la desaparición casi total de los
pobladores indígenas del período colonial.
Con este contexto temporo-espacial
ampliado, nos encontramos ante la posibilidad
de comprender el significado de los relatos
como “eventos imaginarios” de la categoría de
“eventos condensados” (Fogelson, 1989).
Fogelson define estos eventos como “narrativas
que condensan, encapsulan y dramatizan
procesos históricos de mayor duración. Son
invenciones, pero poseen cualidades tan
TIERRA FIRME
llamativas y con tanto poder explicativo que
se difunden rápidamente entre el grupo y llegan
a adquirir realidad etnohistórica propia”
(Fogelson 1989:143). En los casos a que hemos
hecho referencia en este trabajo, podemos
entender los “eventos” del suicidio y de la
batalla contra los españoles, como “eventos
condensados”, que marcan hitos en la memoria
colectiva y “narran” metafóricamente los
cambios demográficos y de identidad que han
sufrido los Mapoyo en estos siglos de contacto.
NOTAS
1 Cabe señalar que el mismo Salas tiende a caer en el uso del
“presente etnográfico” en sus descripciones de los
grupos indígenas y sus costumbres (cf. Tierra Firme).
2 Excepciones a ésto serían los enterramientos, el arte
rupestre, y otros tipos de ofrenda cuya deposición
cumplía con un deseo de “eternidad”.
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Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 67-77, 2006
History of Dry Land: A Challenge of
Ethnographic and Archaeological Data
L’histoire de la terre ferme: le défi des
données ethnographiques et
archéologiques
Kay Tarble
Kay Tarble
Abstract:
Julio C. Salas recognizes the vital
importance of knowing the past to understand
and transform the present. His great
perception of the cultural trends that built
Résumé:
Julio C. Salas met l’accent sur le fait qu’il
est très important de connaître le passé pour
pouvoir comprendre et transformer le présent.
Sa perception aiguë à l’égard des formes
TIERRA FIRME
the Venezuela of his day is still appropriate.
In addition, his critical evaluation of the
“barbaric and civilized” components of this
country of mixed-race shows the structures
that underlie the current forms, whose
contradictions have not yet been resolved.
This study highlights several aspects regarding
Salas’ “ethnohistorical” work, such as his
critical attitude towards the sources he
consults, and his recognition of a wide range
of “protagonists” of the conquest period.
Key words: Past, barbaric, civilization,
ethnohistory, Venezuela.
79
culturelles qui ont forgé le caractère du Venezuela
de son époque reste d’actualité. De plus, son
évaluation critique des composants “barbares et
civilisés” de ce pays métis témoigne des
structures passées qui cohabitent avec les formes
actuelles et dont les contradictions n’ont pas
toujours de réponses. Ce travail comporte
plusieurs aspects du travail “ethno-historique”
de Salas, dont son attitude critique face aux
sources qu’il choisit, et sa reconnaissance d’un
large éventail de “protagonistes” dans les
évènements de la conquête.
Mots-clés: Passé, barbares, civilisation,
ethno-histoire, Venezuela.
**********
**********
80
80
TIERRA FIRME
TIERRA FIRME
81
Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 79-91, 2006
Una mirada a la historia, el progreso
y el trabajo en el ideario
de Julio César Salas
MARIELENA MESTAS PÉREZ
UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO
RESUMEN: Julio César Salas tuvo interés sostenido por robustecerse como investigador
acucioso en el campo del derecho, la lexicografía, la sociología y la etnohistoria, entre otras ramas
del conocimiento. No obstante, además de cultivar su intelecto, se esforzó por proporcionar a sus
estudiantes de la Universidad de Mérida un mensaje estimulante que pretendía guiarlos a gustar
del saber, mientras que a los campesinos y demás personas sencillas, conciudadanos entre los cuales
también le tocó desenvolverse, les animó por medio de una palabra lúcida y escueta. Tal como
desarrollaremos en estas páginas, tópicos como la importancia y vinculación de Historia y progreso,
la civilización, el valor del trabajo, la conveniencia de alcanzar la industrialización del país y la
conservación de las buenas costumbres fueron algunas motivaciones recurrentes en su escritura.
PALABRAS CLAVE: Historia, Progreso, Trabajo, Literatura, Salas, Venezuela.
INTRODUCCIÓN
ulio César Salas fue un
venezolano tan erudito
como ignorado. Penosamente sus trabajos no han
disfrutado, ni en vida de él
ni posteriormente, del conocimiento y justa
valoración que ameritan.
J
Vinculando nuestro pesar por tal
desconocimiento, manifestamos que desde hace
ya algún tiempo una inquietud nos acompaña:
¿cómo se va a estimar lo que se desconoce?
Lastimosamente, las pocas luces, la falta de
memoria, la improvisación, y en general una
gran ignorancia, son algunos de los
caracterizadores que han signado al común de
los venezolanos de ayer y hoy.
En el prefacio de Civilización y Barbarie1,
cuya primera edición sale a la luz en enero de
1919, Julio C. Salas principia afirmando que
Sócrates, el filósofo griego por excelencia, “legó
82
82
TIERRA FIRME
a la humanidad un bello aforismo, al asentar
que el mejor homenaje tributado a la divinidad
es ser útil a la sociedad en que se vive”.
Afirmamos con justicia que ayudar al entorno
humano con el que se convive fue en Salas
filosofía de vida por lo que la constituye
motivación constante y prioritaria.
Como veremos posteriormente, el autor
tuvo interés sostenido por robustecerse como
investigador acucioso en el campo del derecho,
la lexicografía, la sociología y la etnohistoria,
entre otras ramas del conocimiento. No
obstante, además de cultivar su intelecto, se
esforzó por proporcionar a sus estudiantes de
la Universidad de Mérida, un mensaje
estimulante que pretendía guiarlos a gustar del
saber, mientras que a los campesinos y demás
personas sencillas, conciudadanos entre los
cuales también le tocó desenvolverse, les animó
por medio de una palabra lúcida y escueta.
Tal como desarrollaremos en estas páginas,
tópicos como la importancia y vinculación de
Historia y progreso, la civilización, el valor del
trabajo, la conveniencia de alcanzar la
industrialización del país y la conservación de
las buenas costumbres, fueron algunas
motivaciones recurrentes en su escritura.
Estos temas y una vida de vasto
compromiso con el conocimiento y la sociedad,
no sólo han propiciado que estimemos su
estudio como una propuesta pertinente, sino
que han servido de estímulo para que el
presente ejercicio de investigación, prosiga en
otros nuevos y futuros trabajos.
Emprendemos, en consecuencia, una breve
revisión de dichos contenidos desde el punto
de vista de la reflexión filosófica. Entendemos
que, más que detenernos en repetir sucesos y
conceptos, lo que nos interesa es conocer y
destacar el por qué de los acontecimientos y
qué los caracteriza.
Es pertinente precisar que hemos
consultado los textos que corresponden a
ediciones recientes de la Fundación Julio C.
Salas. Tales son: Tierra Firme. Venezuela y
Colombia. Estudios sobre Etnología e Historia
(1997, 2a. edición), Civilización y Barbarie.
Estudios sociológicos americanos (1998, 4a.
edición), y Estudios americanistas (2000, 2a.
edición). En consecuencia, las referencias que
forman parte de este trabajo pertenecen a las
aludidas ediciones.
EL ENTORNO
Mínimos datos sobre el positivismo en
Venezuela
Expresar que Julio C. Salas, como él
mismo firmaba sus escritos, es un autor
positivista, implica no sólo reducir a un
contexto mínimo la obra y pensamiento de esta
persona. La formación de Salas va mucho más
allá, ya que leía y apreciaba autores tan diversos
como los filósofos griegos Sócrates, Platón o
Aristóteles, pasando por autores como Comte
y Spencer, hasta figuras representativas del siglo
XIX como Bolívar, Bello y Sarmiento, todos
notables en su proceso formativo. Además,
tuvo al oportunidad de viajar a los Estados
Unidos, Francia y España, entre otros países,
y de intercambiar importante correspondencia
con directores de bibliotecas y archivos,
TIERRA FIRME
83
académicos, eruditos, ilustres intelectuales de
naciones como Colombia, Argentina, Brasil,
Francia, España. En Venezuela, mantiene
correspondencia con figuras eminentes como
Pedro Manuel Arcaya, Caracciolo Parra Pérez,
Lisandro Alvarado, por sólo mencionar algunos.
Durante buena parte del siglo XIX la idea
de evolución y la dialéctica, tan emblemáticas
del pensamiento positivista, son incorporadas
por los filósofos a la realidad venezolana. En el
país, advierte Luis Beltrán Guerrero (1983:78),
el positivismo alcanzó tres generaciones.
Precisa que a la primera pertenecieron Arístides
Nos hemos atrevido a revisar brevemente
Rojas y Vicente Marcano y los ya aludidos
el contexto histórico-cultural de la Venezuela
Ernst y Villavicencio. Esta primera generación
en la que Salas se desenvuelve. En tal sentido,
coincide con la época de
estudiando la propuesta de
Salas estima que, desde
Antonio Guzmán Blanco
Cappelletti (1994: 25)
en el poder, 1870-1888.
la
colonia,
España
no
encontramos que en
Durante este período ven
Venezuela la filosofía
cuidó proporcionar
la luz, entre otros, el
positivista se manifiesta
cultura
intelectual
a
los
decreto de Instrucción
antes que en la mayoría de
Pública, la inauguración
americanos y asegura
los países de la América
del
primer ferrocarril, se
Latina. El autor encuentra
que en ese aspecto
construye
el acueducto
en el Discurso que, en el
Venezuela
fue
muy
de Caracas, y el Capitolio
año 1866, en la UniverFederal.
desfavorecida...
sidad de Caracas, pronunciara Rafael Villavicencio la
primera exposición del
pensamiento de Augusto Comte en
Latinoamérica.
Otro acontecimiento igualmente relevante
es la llegada de Adolfo Ernst a Caracas en 1861.
De mentalidad evolucionista, Ernst regenta la
cátedra de Historia Natural de la Universidad
de Caracas y pronto este espacio se constituye
en centro de divulgación de las ideas positivistas
y de las propuestas de Darwin acerca de la
evolución. De Ernst y Villavicencio afirma en
1907 Luis Razzetti2, discípulo de ambos, que
son los verdaderos fundadores de la ciencia
positiva en la Universidad de Caracas.
La segunda generación o segunda etapa se
inicia en 1888 y culmina en 1908. En estos
veinte años tienen lugar los gobiernos de Juan
Pablo Rojas Paúl, Raimundo Andueza Palacio,
Joaquín Crespo, Ignacio Andrade y Cipriano
Castro.
Destacan intelectuales como Luis
Razzetti, David Lobo y Guillermo Delgado
Palacios. También José Gil Fortoul, Alejandro
Urbaneja y Nicomedes Zuloaga, Lisandro
Alvarado, Alfredo Jhan, Manuel Revenga.
Además, resaltan los nombres de Luis López
Méndez, Juan V. Romero García, Elías Toro y
César Zumeta.
84
84
TIERRA FIRME
La tercera etapa del positivismo
venezolano, llamada por Guerrero tercera
generación, se desarrolla durante el gobierno de
Juan Vicente Gómez y sobresalen Laureano
Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya, José
Ladislao Andara, Elías Toro, Ángel César Rivas,
Esteban Gil Borges, Manuel Díaz Rodríguez y
Julio C. Salas, quien ocupa el objetivo central
de estas páginas. Algunos de ellos, como Arcaya
o Vallenilla Lanz, emplean la pluma para ser
portadores del régimen gomecista e, incluso,
ejercen cargos durante este extenso período.
En el caso de Salas, se mantuvo crítico del
régimen.
EL PERSONAJE
La formación intelectual de Julio C. Salas
Salas, erudito merideño, nacido el 11 de
enero de 1870. Titulado Doctor en
Jurisprudencia, fue también sociólogo,
etnólogo, lexicógrafo, lingüista, historiador y
publicista. Tuvo desde niño predilección por
la lectura, disfrutando de la rica biblioteca de
su padre, el médico Federico Salas. Según él
mismo refiere en una nota autobiográfica
incluida en la primera edición,1934, de Estudios
Americanistas: “leía libros de viajes, de
literatura e historia natural a una edad en que
los infantes apenas hojean cuentos infantiles”
(2000:11).
Desde su juventud toma algunas de las
propuestas de ciertos filósofos europeos como
Comte y Spencer que, en principio, hace suyas
y que posteriormente analiza y discute para
tomar un camino propio. Lo mismo puede
decirse sobre lo que hace con las ideas de
algunos escritores latinoamericanos como
Sarmiento, de cuya obra, Facundo, Civilización
y Barbarie, toma título para una publicación.
Ingresa a la Universidad de la ciudad
emeritense en 1883. Cursará estudios de
gramática castellana. Un año más tarde estudia
latín. Por tres años, conjuntamente con su
hermano Carlos, realiza estudios filosóficos.
En 1988 Salas se hace acreedor del primer
premio en los exámenes del trienio filosófico.
Recibe el título de bachiller en Ciencias
Filosóficas. Este mismo año inicia estudios en
Ciencias Políticas.
En 1893 recibió el grado de Doctor en
Jurisprudencia. En el campo del Derecho realizó
distintas publicaciones, dictó conferencias y
colaboró en diversos periódicos.
Posteriormente, se consagra a los estudios
sociológicos e históricos, inicia la producción
de una hacienda propiedad de su padre y funda
otras dos que dedica al cultivo de café. Esto se
traduce en cierta independencia económica y,
en una pequeña tipografía adjunta a la hacienda
Agua-Caliente, hace circular un periódico de
irregular emisión llamado “Paz y Trabajo”3.
Este impreso era gratuito y en él, el escritor
consciente de la importancia de la imprenta
como medio difusor de ideas, cultura y
conocimientos4, aprovecha para interesar a los
agricultores en temas como la importancia del
trabajo, la ventaja de emplear bien el tiempo,
diversos asuntos de interés en lo que respecta
a la agricultura y el comercio y en dar valor a la
industrialización del país como vía para obtener
progreso.
TIERRA FIRME
Comienza la publicación de la Historia de
la conquista y población de Mérida y otras
ciudades de Venezuela. En sus páginas, inéditas
a la fecha, don Julio César aporta gran variedad
de datos sobre los indígenas que se hallaban en
el occidente del país y de cómo se llevó a cabo
el proceso de conquista. Trabaja asimismo en
otras obras igualmente inéditas como las
Biografías de conquistadores, la Cronología
histórica de Venezuela. Ambas investigaciones,
advierte el autor en la ya aludida nota
autobiográfica, fueron realizadas como trabajos
previos para su Historia General de Venezuela.
En 1908, en la misma tipografía de “Paz y
Trabajo”, publica Tierra Firme, Venezuela y
Colombia, estudios sobre Etnología e Historia.
Como parte de la conmemoración del
primer centenario de la Independencia de
Venezuela, el escritor dicta, en 1911, una
conferencia en la Universidad de Mérida y
publica el folleto Sobre la necesidad de adaptar
la Legislación de Venezuela al medio etnológico.
En 1912 regenta la cátedra de Economía
Política y también funda la de Sociología, ambas
en la mencionada Universidad, en donde
imparte clases magistrales, conferencias que
posteriormente se publican en periódicos como
la Revue Americaine, impresa en París. Así,
por petición de los estudiantes reúne algunas
conferencias y edita, por la Sociedad de
Publicaciones de Barcelona, España, sus
Lecciones de Sociología aplicada a la América.
Su libro Civilización y Barbarie: Estudios
sociológicos americanos, es editado en 1919.
De esta obra, impresa en España, indica Julio
C. Salas en las páginas autobiográficas que “ha
85
merecido general aceptación por el concienzudo
e imparcial análisis de las nacionalidades
hispano-indias y la génesis histórica de las
causas que estorban su desarrollo.” Incluso, el
reputado sociólogo argentino José Ingenieros,
escribe a Salas para expresarle que ha leído el
texto con interés y provecho. Observando que
el mismo merece que él reproduzca algunos de
sus capítulos en su Revista de Filosofía.
En 1920 publica Los Indios Caribes.
Estudio sobre el mito de la antropofagia. Esta
investigación, que en vida de Salas alcanza dos
ediciones, tiene como soporte, documentación
obtenida en el Archivo General de Indias, Sevilla,
y en el Archivo de la Academia de la Historia
en Caracas.
El autor también fue invitado a formar
parte de la Sociedad de Americanistas de París,
asistiendo en 1924 al Congreso Americanista
de la Haya y Gottemburgo, donde presenta el
esquema de su obra Orígenes Americanos, que
alcanza a terminar y que anuncia en 1928, al
asistir en New York al XXIII Congreso de
Americanistas. Orígenes Americanos alcanza
16 volúmenes y recoge en testimonio del mismo
Salas5 “más de doscientas mil palabras de
quinientos cinco idiomas y dialectos de toda la
América (que) han sido colocadas en riguroso
orden alfabético y comparadas con las
correspondientes de cerca de seiscientos
idiomas de Europa, Asia, África y Oceanía.”
Este gran Diccionario Comparado ocupó al
autor por 25 años.
Salas publica en el diario “El Universal”
los Reparos etimológicos al Diccionario de la
Academia Española y trabaja en las religiones
86
86
TIERRA FIRME
Indias o el Cristianismo Universal. Otras obras
suyas aún inéditas son Etnografía General de
Venezuela; Historia General de Venezuela; Los
indios Mucus de la Cordillera de los Andes;
Historia de la Conquista y Población de
Mérida; Límites entre Venezuela, Colombia y
el Brasil; y Estudios Lingüísticos.
Julio C. Salas fallece el 15 de abril de 1933
en Mérida, la misma ciudad que le vio nacer.
LAS IDEAS
Salas es un hombre que demuestra sólida
madurez cultural. De allí su sostenido interés
de crear una conciencia filosófica. El aprecio
por grandes y fundamentales temas, como
conocer y valorar la historia, la búsqueda y
necesidad de una identidad y conceder
relevancia al progreso, son algunas de las
motivaciones.
El intelectual intenta determinar y
transmitir en sus escritos cuáles son nuestros
problemas, el por qué de ellos y avanza un
paso al proponer soluciones en un afán por ser
realista, mas no derrotista, ni mucho menos
pasivo ante las limitaciones.
Consideramos, no obstante, que en
Venezuela como en gran parte de los países
latinoamericanos, había en tiempos de Salas, y
aún hoy existe, una marcada tendencia a
improvisar y a no reflexionar, a ser poco
analíticos, demostrando conformismo político,
social, económico y cultural. En tal sentido no
es frecuente que surjan en el venezolano
preguntas tan pertinentes como ¿qué rasgos
conforman nuestra identidad? ¿qué elementos
son imprescindibles para alcanzar el progreso?
o ¿cómo obtener civilización?
Estas son constantes en el pensamiento
de Julio C. Salas. Su propuesta se centra, como
hemos afirmado, en enfatizar cuáles son las
dificultades y subrayar dónde se encuentran
los errores para razonar cómo alcanzar
sobreponerlos.
REFLEXIONES ACERCA DE LA HISTORIA.
APRECIO POR LAS BUENAS COSTUMBRES
En la introducción de Tierra Firme,
Venezuela y Colombia, subtitulado “Estudios
sobre Etnología e Historia”, expone Julio C.
Salas que la Historia “da nómina de los sucesos
y las consecuencias filosóficas que de ellos se
desprenden”. Esta definición, constituyó una
de las inquietudes para este trabajo.
Para Salas la Historia, con mayúscula,
facilita conocer los acontecimientos y
concientizar la realidad con sus logros y
limitaciones. Al mismo tiempo, con una mínima
actitud reflexiva, permite que el ser humano se
reconozca y adquiera noción de sí mismo. Todo
esto para intentar encontrar un sentido a
preguntas como ¿qué impide alcanzar
superación personal o nacional? o, inclusive,
¿para qué alcanzarla?.
Ya advertimos que en los escritos de Salas
hay temas recurrentes, son sus inquietudes
permanentes y, por lo demás, no son tópicos
aislados sino que, por el contrario, están
hilvanados unos a otros. En tal sentido, hemos
apreciado que el concepto de Historia tiene
vinculación directa con la Filosofía y la
TIERRA FIRME
Sociología al cuestionarse el por qué de lo que
sucede y considerar pertinente el estudio de
las costumbres a fin de alcanzar dar respuesta
al primer cuestionamiento.
Los grandes intereses del eminente
venezolano, e incluso, sus preocupaciones
frecuentes, latentes en su producción, se
centran en el reconocimiento de aquellos rasgos
que dibujan nuestra identidad y en precisar los
aspectos por medio de los cuales se alcanza la
civilización, se asegura el progreso y se logra el
bienestar generalizado. De ahí que conocer la
Historia lo favorezca. Para Salas el
conocimiento de ésta debe asumirse con
seriedad, por lo que se muestra meticuloso al
estudiar la sociedad. Y es que, precisamente,
en la observación de las costumbres en donde
hallamos la posibilidad de conocer nuestra
realidad, de descubrirnos a nosotros mismos;
es de allí donde se deriva su importancia.
En consecuencia, Julio C. Salas es tenaz
en sus escritos al privilegiar el trabajo y
condenar ciertos vicios. Sostiene que muchos
individuos se dejan conducir por la vida fácil,
la pereza, el conformismo, la falta de conciencia
moral y también por conceder escasa valoración
a la instrucción. Indaga en aquellas costumbres
que son caracterizadoras de nuestra cultura
señalando las que precisan sostenerse y las que
deben erradicarse. Escribe (2000: 13): “los
datos hallados en el estudio de las costumbres
arrojan una serie de conclusiones filosóficas,
únicas guías seguras para encontrar la fórmula
legal que proporcione a los individuos las
mayores ventajas que pueden conseguirse en
sociedad.
87
Saber cómo somos y por qué somos así
parecieran los puntos de partida a la hora de
alcanzar conocernos e intentar superarnos. De
esto deriva la importancia y la necesidad de
conocer nuestras costumbres, las bárbaras y
las civilizadas.
Salas estima que, desde la colonia, España
no cuidó proporcionar cultura intelectual a los
americanos y asegura que en ese aspecto
Venezuela fue muy desfavorecida, ya que como
señala en Tierra Firme (1997:235) “sólo en los
conventos se enseñaba una deficientísima
instrucción elemental a los hijos de los
españoles; a los pardos no se les instruía
absolutamente”. Asimismo, deplora que durante
el período colonial no hubo en Venezuela
imprenta alguna y existió fuerte censura a la
hora de permitir la llegada de libros. Prosigue,
señalando, que en los tiempos de la colonia las
costumbres en general carecían de cultura
intelectual y tanto las diversiones, como los
espectáculos públicos aportados por España
se circunscribían a corridas de toros y peleas
de gallos, además, de pantomimas representadas
por negros e indígenas en las festividades
religiosas y civiles.
Prosigue indicando que los pueblos se
encontraban divididos en castas sociales, que
se manifestaban adversas las unas a las otras
“llevando su separación hasta las prácticas del
culto católico, pues a pesar esta religión de
igualdad, amor y tolerancia, los blancos no
consentían mezclarse con los pardos y los
relegaban de las iglesias principales”.
En Civilización y Barbarie (1998:42)
indica cuáles son nuestros defectos nacionales:
88
88
TIERRA FIRME
falta de civismo, de solidaridad y cooperación;
poco amor a la libertad, pobre espíritu inventivo,
servilismo ante el poder. Sentenciando que “son
vicios que se han producido por un secular
despotismo y que se pueden corregir”. En el
mismo orden de ideas analiza en Tierra Firme
(1997: 243), ciertos rasgos que caracterizaron
el proceso de independencia hasta alcanzar la
creación de la República. Sintetiza:
Independencia, república, comicios,
mayorías, milicia, instrucción, progreso,
etcétera, han sido en la América
intertropical palabras mentirosas; en estas
nacionalidades faltan virtudes republicanas, falta valor cívico, faltan
principios, todo es mera fantasmagoría, en
la cual, como luz fosforescente, de un valor
brutal, de cuando en cuando algunos
cautivan las masas ignorantes con
demostraciones de un valor brutal
perfectamente estéril, cuando no estorbe el
implantamiento de la república.
De nuevo la falta de sentido cívico y de
principios los rasgos que han empañado la
creación y desarrollo de la República.
Salas percibe importante no variar los
buenos hábitos, que son entre otras, procurar
la instrucción, tener una apropiada conducta
moral y valorar el trabajo. Asevera que pese a
los inconvenientes por los que ha transcurrido
Venezuela, sí se admite el progreso material,
ya que ha habido exportación de café, cacao,
ganado, caucho, pieles y también cobre y oro.
Estima que son ventajas para tal exportación la
situación geográfica y la laboriosidad de los
venezolanos, advirtiendo, lastimosamente, que
cuando un analfabeta aprende a leer y escribir,
deja el trabajo pretendiendo vivir de los destinos
públicos.
Insiste don Julio en Civilización y Barbarie
(1998:55) se ha dicho “poblar es civilizar”;
agregamos nosotros “civilizar es cauterizar las
úlceras nacionales y abolir las malas costumbres
políticas, económicas y sociales, única manera
de formar ciudadanos útiles o de capacitar a los
nacionales para que triunfen en la lucha por la
existencia”; esto, más que civilizar, es redimir.
Para Salas, entonces, la civilización se logra al
conseguir la superación no sólo económica, sino
en todos los órdenes. Sólo así concibe el
verdadero progreso.
NECESIDAD DEL PROGRESO Y
VALORACIÓN DEL TRABAJO
El objetivo del autor al editar Paz y Trabajo
queda manifiesto desde el primer editorial de la
publicación6: “fomentar con todos los medios
que estén a nuestros cortos alcances la industria
nacional como vehículo de civilización; y en tal
virtud ofrecemos hoy esta humilde hoja
ocasional y gratis, a todo el que se interese por
la paz y el progreso de la patria”. Su concepto
de progreso está vinculado al de evolución
social. En un trabajo sobre León Tolstoi,
publicado en De Re Indica7, asegura que para
alcanzarlo hay que basarse en “las eternas leyes
de la justicia y del amor, que deben privar en
las relaciones de los hombres y que son la única
fuente de la felicidad humana”.
En consecuencia, Salas concede relevancia
a cada ser humano, más que al estado, a la hora
de hacer realidad la fraternidad y la justicia
porque (1998:246) al estado sólo le compete
eliminar aquellos obstáculos que impiden
alcanzar riqueza o manejar la paz, la libertad de
TIERRA FIRME
industria, asegurar la propiedad y la confianza
pública. El trabajo, el ahorro e implantar manufacturas, entre otros, es labor preferentemente
individual. En tal sentido, Julio C. Salas
concuerda con Fermín Toro cuando este último
observa que la mejora del individuo es el medio
más eficaz para alcanzar perfeccionar la
sociedad. Toro concreta, que la educación, la
difusión de las luces y el conocimiento de sus
deberes son el camino conducente a alcanzar
formar auténticos ciudadanos8.
En este mismo orden de ideas algunas
décadas más tarde, Salas declarará que, en la
concepción moderna, aquel pueblo que no
alcanza civilización desaparece (1998: 248) “la
instrucción y la educación, no sólo hacen surgir
el progreso en todos los sentidos, sino también
contribuyen a la felicidad de los asociados, por
cuanto les enseñan sus deberes y derechos y
morigeran y pulen las costumbres” [resaltado
nuestro]. Lo mismo que Simón Rodríguez9,
Julio César Salas distingue entre instrucción y
educación. El primer término tiene que ver con
la adquisición de conocimientos, mientras que
el segundo implica saber vivir en sociedad,
perfeccionando las relaciones humanas.
Por medio de la instrucción y el trabajo
obtendremos la industrialización del país y la
oportunidad de obtener independencia
económica. De allí deriva la importancia de
desarrollar por completo la industria nacional
a fin de obtener independencia económica y
política (1998:62).
No obstante esto último, no es menor la
importancia concedida a la educación. Salas ve
en ella la posibilidad de facilitar que nuestros
89
pueblos puedan minimizar la brutalidad, el
alcoholismo y todos los factores que incitan a
que se cometan delitos. Por medio de la
educación se consigue, en consecuencia, la
evolución social.
Salas no se conforma con entusiasmar al
campesino, sino que da un alerta a la colectividad
al anunciar la urgencia imperiosa de
industrializar al país. Es pertinente señalar que
esto es relevante, ya que, durante ese tiempo
no había comenzado a funcionar la explotación
petrolera en Venezuela. En el tema de la
industrialización, puede afirmarse que sus ideas
son pioneras.
Denuncia el autor, lamentable realidad, que
en el país existe pasividad de la sociedad, es
decir, la carencia de una valoración hacia el
trabajo, la pereza, la falta de espíritu de
superación social son condiciones negativas.
Ésta condición no sólo es percibida por el autor,
sino por otros pensadores venezolanos y
latinoamericanos. Por citar un ejemplo,
recordamos que casi seis décadas antes que Salas
Cecilio Acosta apuntaba la importancia de crear
los hábitos del trabajo, especificando que había
que empezar por enseñarlos10.
En “Paz y Trabajo”11, donde escribe que
la prensa es un medio para combatir la pereza,
el autor refleja estas inquietudes que intentan
despertar al campesino. Solicita duplicar el
trabajo, eliminar las huelgas, ahorrar. Lamenta
que todos quieran acceder al banquete sin
esfuerzo alguno. Deben “si ansían que no se
pronuncie la palabra FINIS VENEZUELA!
Continuar cumpliendo como buenos hijos de
élla, para hacerla grande, respetada y feliz por
90
90
TIERRA FIRME
medio de una diaria y eficiente labor... trabajar
es orar”.
Además, observa (1998: 54) que la clase
pasiva aumenta cada día y aumentan la
burocracia y “los aspirantes políticos, literatos
ineptos y militares funestos, en vez de fundar
una verdadera clase aristocrática, con el trabajo,
el civismo y la inteligencia útilmente empleada”.
Estima que a quienes consideran el trabajo como
algo vulgar o plebeyo y se creen nobles criollos
en América, cabría aconsejarles que no pensaran
en pergaminos españoles o en remotos
ancestros porque pudieran correr el riesgo de
encontrar “un perverso aventurero por abuelo,
funden su propia nobleza, para que se
envanezcan de debérselo todo a sí mismos”.
Observamos, en síntesis, cómo algunas
perjudiciales costumbres como la pasividad, la
falta de instrucción, el conformismo, la poca
identidad con el sentido ciudadano, la falta de
industrialización del país, serían algunos de los
vicios a vencer. La apuesta de Salas precisa
erradicarlas por otras costumbres más intelectuales, de mayor civilidad. Podríamos decir que
alcanzando progreso socio-cultural puede
aspirarse a conseguir el adelanto de la nación.
DISCUSIÓN GENERAL
De esta concisa mirada a los conceptos de
historia, progreso y trabajo en el ideario de
Julio César Salas han surgido ciertas inquietudes. En los párrafos siguientes exponemos
las que estimamos más relevantes.
Desde la introducción de este trabajo,
acotamos que las pocas luces, la falta de
memoria, la improvisación y una ignorancia
generalizada todavía constituyen parte
considerable de los rasgos caracterizadores de
la mayoría de los venezolanos.
Igualmente, ya apuntamos que en una
sociedad en la que no son frecuentes la reflexión,
ni fomentar los valores que favorecen gestar
una identidad (con uno mismo, con los
semejantes y con la nación) no se nos hace
difícil pensar que las propuestas de Julio César
Salas tuvieron alcance limitado.
Aseveramos esto porque observamos que
aún siguen siendo ajenos al venezolano común
el interés por la introspección y el autoconocimiento y la necesidad de alcanzar
superación intelectual, social, económica y
política. Es tan realista como lamentable
sostener que todavía nos distingue el seguirnos
dejando cautivar por lo que llega fácil,
invirtiendo un mínimo de esfuerzo. Podría
apuntarse, que aún no alcanzamos a ser un país
ni instruido, ni educado, acogiéndonos a las
diferencias que entre estos términos estimaron,
tanto Simón Rodríguez como Julio C. Salas.
Una vez que nos hemos aproximado, por
medio de la lectura analítica, a diversos tópicos
recurrentes en la pluma de Salas, nos parece
que tanto las constantes temáticas que le
acompañaron en su quehacer intelectual como
su vida de vasto compromiso con el
conocimiento y la sociedad, no sólo propiciaron
que nos formuláramos algunas cuestiones
fundamentales y pertinentes, sino que valieron
de estímulo para dejar puertas abiertas a
proseguir indagando otros nuevos y futuros
ejercicios de reflexión.
TIERRA FIRME
Julio César Salas, voz de su tiempo, no
sólo valoró los beneficios del progreso
generalizado: económico, político, cultural,
social y hasta moral. Con tono preciso lanzó
múltiples alertas a los ciudadanos de un país,
el de ayer y el de hoy, plagado de carencias y
grandes problemas. Su oferta incluía no sólo
una mención de esas dificultades, sino una
propuesta de cómo solventarlos concientizando
la necesidad de cultivar el intelecto, de vencer
el analfabetismo, de desterrar los vicios morales
e industrializar el país.
Tal vez los de Salas fueron tiempos muy
dificultosos y muy probablemente los actuales
también lo son. Al escudriñar qué hemos
alcanzado superar, observamos que, siendo
realistas, aún los retos planteados por este
intelectual aguardan por todos nosotros. Por
ejemplo, todavía hoy, cuando hay muchísimos
más centros de enseñanza que hace un siglo,
nos persiguen los fantasmas tan dañinos de la
ignorancia y la falta de educación. Al mismo
tiempo, somos una sociedad colmada de vicios,
y cada día parecieran añadirse más a la ya larga
lista de flaquezas. Habitamos una nación en la
que muchas veces, vence no quien está mejor
preparado o llega más temprano, sino quien
tiene más padrinos o es el más tramposo. Nos
desenvolvemos en una sociedad en la que
parece haberse extinguido el sentido común y
en la que las buenas maneras y la decencia
remiten a burla y no a cordura.
Cabe examinar, si valdrá de algo tener cierta
superación tecnológica si se prescinde de
sentido ético en quienes ostentan una cuota de
poder en nuestro país. Y es que ¿se puede
considerar ese avance verdadero progreso?
91
Definitivamente, nuestras creencias nos
conducen a dar un no, por respuesta.
Releer la obra de Julio César Salas ha
generado en nosotros todas estas preocupaciones. Si a alguien se le ocurriera preguntar por qué están vertidas aquí, en estas
consideraciones finales, pues tendríamos que
aclarar que, ciertamente, diversas inquietudes
ya venían gestándose de un tiempo a esta parte
producto de algunas discusiones entre inquietos
colegas. De estos ejercicios lo que nos queda y
nos estimula es, en definitiva, una fuerte opción
por la perseverancia y por intentar impedir
que la palabra notable y ajustada de Salas
continúe muda en la sociedad venezolana
contemporánea, que precisa de voces como la
suya en cada una de las áreas del conocimiento
para que algún día la ignorancia sea derrotada y
la educación, la civilidad, la opción por el trabajo,
el bien común y el pleno desarrollo alcancen, al
fin, ser realidad.
(Desde Aguaviva, 17-02-2006)
NOTAS
1 En este trabajo las referencias de esta obra están tomadas
de la edición publicada en el año 1998. Ver: Salas, Julio
C. 1998. Civilización y Barbarie. Caracas: Fundación
Julio C. Salas. Cuarta edición.
2 Ver: Guerrero, Luis Beltrán (1965). Perpetua heredad, p.
29.
3 “Paz y Trabajo” fue una publicación de cuatro hojas, menos
el Nº 40, que tenía ocho, de circulación irregular. Alcanzó
40 números y fue editado por Salas, en su propia imprenta,
entre 1904 y 1908. Por medio de variadas secciones como
Agricultura, Comercio y Variedades, el escritor invita a
los agricultores, con quienes mantenía cierta convivencia,
a sentirse estimulados por aprender un oficio, a valorar el
trabajo y deplorar los vicios. Además, va publicando por
entregas algunos capítulos de su obra inédita Historia
de la conquista y población de Mérida y otras ciudades
de Venezuela, y publica como epígrafes breves textos de
autores como Bello, Séneca, Víctor Hugo, Montesquieu,
Emerson, Pitágoras, Sócrates, Goethe, Bolívar y otros
92
92
TIERRA FIRME
de su propia autoría. Ver: Tablante Garrido, P. N.
“Periodismo merideño “Paz y Trabajo” de Julio César
Salas”. En: Boletín de la Academia Nacional de la
Historia. Caracas: A. N. H. Nº 159. Julio-septiembre
1957. Tomo XL, v., p. 346-358.
4 Producto no sólo de su propia convicción sino de la
huella de tantos pensadores que le antecedieron y que,
como Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Cecilio Acosta,
vieron en la imprenta un arma valiosa no sólo a la hora de
difundir ideas sino de enfrentar la ignorancia.
5 Salas, Julio C. (2000). Estudios Americanistas. Caracas:
Fundación Julio C. Salas. Ver p.14.
6 El primer ejemplar de “Paz y Trabajo” apareció en Ejido
el día 1 de agosto de 1904.
7 Revista promovida por Salas, órgano de la Sociedad
Venezolana de Americanistas “Estudios Libres”, Ver:
Salas, Julio César. 1919. “León Tolstoy y sus obras”.
En: De Re Indica, Vol. 1, Nº 4, p. 105.
8 Ver: Toro, Fermín (1842-1960).“Ideas y Necesidades”.
En: La doctrina Conservadora. Fermín Toro. Caracas:
Presidencia de la República. Pensamiento Político
venezolano del Siglo XIX. Textos para su estudio. Vol. 1
de la colección. V.P.: 97-105.
9 En la introducción de Luces y Virtudes Sociales,
Rodríguez precisa: “INSTRUIR no es EDUCAR ni la
Instrucción puede ser equivalente de la Educación
Aunque Instruyendo se Eduque... con acumular
conocimientos, extraños al arte de vivir, nada se ha hecho
para formar la conducta social.” Ver: Rodríguez, Simón
(2004). Inventamos o erramos. Caracas: Monte Ávila
Ediciones latinoamericanas. Biblioteca Básica de
Autores Venezolanos.
10 Ver: Acosta, Cecilio. (1856/1961). “Cosas Sabidas y
Cosas por saberse”. En: Pensamiento Político
Venezolano del Siglo XIX. Textos para su estudio.
Caracas: Presidencia de la República. Vol. 9 de la
colección. V. P. 141-160.
11 Ver Nº 18. “Editorial”. Ejido, 1 de enero, 1906.
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Salas, J. (1934/2000). Estudios americanistas.
2da. edición. Caracas: Fundación Julio C.
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b) De consulta:
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En: La doctrina Conservadora. Fermín
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TIERRA FIRME
93
Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 79-91, 2006
A Look at History, Progress, and Work
within Julio C. Salas Ideology
Un regard sur l’histoire, le progrès et le
travail, fondé sur la pensée de
Julio C. Salas
Marielena Mestas Pérez
Marielena Mestas Pérez
Abstract:
Julio César Salas had great interest in
becoming a reliable researcher on law,
lexicography, sociology, ethnohistory, among
other fields. However, Salas not only
cultivated his intellect, but also tried to
provide his students from Universidad de
Mérida with a stimulating message for them
to like learning. In addition, he encouraged
peasants and ordinary people, fellow citizens
he also discussed with, using plain speaking.
This study presents some of the subjects Salas
wrote about, such as the importance and
relation between History and progress,
civilization issues, the importance of work,
the need for the industrialization of the
country, and the preservation of values and
principles.
Résumé:
Julio César Salas a toujours fait de gros
efforts pour devenir un chercheur diligent dans
les domaines du droit, de la lexicographie, de la
sociologie et de l’ethno-histoire, entre autres.
Outre la préoccupation pour nourrir son intellect,
il s’est efforcé de donner à ses étudiants de
l’Université de Mérida un message promouvant
le goût pour le savoir, et il encourageait les
paysans et d’autres concitoyens avec des mots
lucides et concis. La présente étude porte sur
des thèmes récurrents dans les écrits de Salas,
dont l’importance et le lien entre l’histoire et le
progrès, la civilisation, la valeur du travail,
l’industrialisation du pays et son importance, et
la préservation des bonnes habitudes, entre
autres.
Key words: History, Progress, Work,
Literature, Salas, Venezuela.
Mots-clés: Histoire, progrès, travail,
littérature, Salas, Venezuela.
**********
**********
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TIERRA FIRME
Indigenas Venezolanos
TIERRA FIRME
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Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 93-107, 2006
Continuidad socio-cultural CaribeKari’ña en Tierra Firme
de Julio César Salas
HORACIO BIORD
UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO
RESUMEN: Desde la época colonial la denominación étnica "caribe", aplicada a diversas
realidades socio-culturales, originó frecuentes confusiones en las fuentes históricas, muchas de las
cuales pasaron incluso a la etnología moderna. La falta de una adecuada crítica y ponderación
etnohistórica contribuyó a aumentar tal confusión. Este trabajo analiza el abordaje hecho por Julio
César Salas de la continuidad étnica entre caribes y kari'ñas, pueblo indígena de filiación lingüística
precisamente caribe. Se hace un estudio crítico de la aproximación al tema en la conocida obra Tierra
Firme. Etnología e Historia [1908], señalándola como un precedente importante de los estudios
etnohistóricos en Venezuela.
PALABRAS CLAVE: Caribes, etnohistoria, etnología, historia, Kari'ñas, Julio César Salas.
INTRODUCCIÓN
a etnohistoria constituye
una disciplina que integra
la historia y la antropología, ambas ampliamente entendidas. Tal
integración ha sido una
construcción teórico-metodológica, principalmente de la segunda mitad del siglo XX. En la
actualidad, dentro de las disciplinas
humanísticas y sociales, luce como una de las
más prometedoras para el estudio del pasado,
L
especialmente de sociedades o fenómenos
escasamente documentados o sometidos a
invisibilidad social por las élites dominantes
política, económica, social o intelectualmente.
En Venezuela, es posible encontrar una
perspectiva etnohistórica en los primeros
cronistas y misioneros que escribieron sobre
los grupos indígenas que habitaban, desde
mucho antes de la llegada de los españoles, lo
que luego fue el territorio venezolano. A finales
del siglo XIX y a principios del XX, diversos
96
96
TIERRA FIRME
historiadores e intelectuales se interesaron por
estudiar los pueblos indígenas de la época y su
historia. Es el caso de Arístides Rojas (18261894), Gaspar Marcano (1850-1910), Lisandro
Alvarado (1858-1929), Tulio Febres Cordero
(1860-1938), Bartolomé Tavera Acosta (18651931), Alfredo Jahn (1867-1940), Julio César
Salas (1870-1933), Pedro Manuel Arcaya
(1874-1958), y Amílcar Fonseca, entre otros.
En muchos de sus enfoques podemos encontrar
atisbos de lo que luego serán los estudios
antropológicos, lingüísticos, arqueológicos y,
más tarde, etnohistóricos en Venezuela.
Los intereses de investigación de estos
estudiosos coincidieron con la divulgación de
nuevas doctrinas, como el evolucionismo y el
positivismo. Así, en las instituciones académicas y entre intelectuales independientes,
se generaron polémicas y debates. En este
contexto, algunos estudiosos asumieron como
prioridad de investigación la comprensión del
pasado indígena, en tanto aspecto fundamental
de la historia y la cultura del país.
Adicionalmente muchos autores de esa época
también se interesaron en el estudio de las
poblaciones indígenas contemporáneas: su
situación, sus culturas, sus lenguas, etc. Se trata
de los primeros estudios científicos modernos
efectuados en Venezuela sobre los pueblos y
culturas indígenas, del pasado o del presente.
Los autores abandonan entonces una
concepción romántica de los orígenes
nacionales y adoptan una metodología más
rigurosa para investigar fenómenos históricos,
etnográficos, sociológicos, antropológicos y
lingüísticos.
De esta manera, fueron naciendo abordajes
que combinaban métodos históricos y
etnográficos, perspectivas diacrónicas y
sincrónicas, que luego permitieron el cultivo
académico de la antropología y la lingüística en
Venezuela. De allí la doble importancia de
estudiar la obra de los fundadores de las
disciplinas humanísticas y sociales en el país:
por su valor intrínseco en sí mismo y por su
contribución a la consolidación de una tradición
académica que luego habría de florecer en las
universidades e institutos de investigación.
Partiendo de estas consideraciones, este
trabajo analiza la integración de historia y
antropología (o etnología) en la obra de Julio
César Salas mediante el examen del tratamiento
de la continuidad étnica “caribe”- “kari’ña” en
la obra titulada Tierra Firme. Venezuela y
Colombia. Estudios sobre etnología e historia.
Como su mismo título lo indica, esta obra de
Salas constituye un estudio de diversos pueblos
indígenas del norte de Sudamérica. En este
trabajo se estudia específicamente el capítulo
correspondiente a los caribes y se hace énfasis
en el acierto de Salas de mostrar la continuidad
étnica entre “caribes” y “kari’ñas”.
CARIBES Y KARI’ÑAS EN LA
HISTORIOGRAFÍA ETNOLÓGICA
El término “caribe” (cuya etimología aún
dista mucho de estar clara)1 ha sido aplicado al
menos a tres realidades socioculturales e
históricas diversas:
1.- Como término genérico para denominar
a indios belicosos, guerreros, poco
TIERRA FIRME
97
afectos al dominio español, y también
3.- Como denominación de uno de los
sinónimo de cruel, antropófago, indio
troncos lingüísticos más importantes
de guerra, etc. El propio Colón habló
de América del Sur. Este nombre, en
de caribes como caníbales en sus
atención a la importancia demográfica
primeros escritos sobre América. Dado
y sociopolítica de los kari’ñas (caribes),
que la Corona española autorizó
fue propuesto inicialmente por el
tempranamente la conquista y
misionero jesuita Felipe Salvador Gilij
esclavización de
en su obra Ensayo de
El análisis de Salas
indios de guerra,
Historia Americana,
muchos grupos
publicada en italiano
pone de manifiesto la
comenzaron a ser
entre 1780 y 1784. Así
continuidad étnica
llamados entonces
pues, a veces se emplea
caribe-kari’ña y las
“caribes” en la
el término caribe como
región del Mar de
sinónimo de caribebondades del método
las Antillas o área
hablante o perteneciente
etnohistórico para el
circuncaribe. Así,
al tronco lingüístico
pues, este término
caribe: una lengua caribe,
estudio de la historia
se generalizó como
sociedades caribes,
indígena.
apelativo de mumodelo de estructura
chos grupos opuessocial caribe. Consetos a la conquista,
cuentemente, este múllos cuales serían consecuentemente
tiple uso del término caribe con
“falsos caribes” y tal apelativo se
frecuencia ha originado confusiones en
invocaría para justificar su captura.
la literatura antropológica y etnohistórica.
2.- Como nombre de un grupo étnico
específico, mejor conocido actualmente
El término caribe aplicado a los kari’ñas
como “kari’ña”. Refiriéndose a los
estuvo en boga hasta por lo menos la mitad del
kari’ñas de las Guayanas, especísiglo XX. Muchos trabajos de etnografía y
ficamente del río Barama, el
lingüística utilizaron “caribe” como etnónimo
investigador británico Im Thurn los
y nombre de la lengua de los kari’ñas.3
denominó “verdaderos caribes”
Hasta la década de 1950 el nombre más
(Civrieux 1974). El misionero británico
común aplicado a los kari’ñas era “caribe”. Aún
W. H. Brett (1868) fue uno de los
en la actualidad, en muchos lugares de los llanos
primeros autores modernos en
anzoateguienses la población local denomina
reconocer la identidad caribe = kari’ña
genéricamente a los kari’ñas como “caribes”.
(carib = carinya).2
Como sostiene Civrieux (1974: 373)
98
98
TIERRA FIRME
los campesinos del Alto Llano de
Venezuela, siguiendo la antigua tradición
de los Conquistadores, aplican el nombre
de caribe exclusivamente a los kari’ña y
jamás a las demás tribus de filiación
lingüística caribana (caribe sensu lato de
los autores modernos) tales como chaima,
cumanagoto, coaca, panare o pemón.
De hecho, en agosto de 2005, escuché a
varias personas nativas y residentes de
Cantaura (estado Anzoátegui)4 llamar “caribas”
a unas mujeres kari’ñas. Incluso algunos
kari’ñas se llaman a sí mismos “caribes”
(“nosotros, los caribes”, según he recogido en
varias comunidades kari’ñas).
En agosto de 1998 recogí un interesante
testimonio en Paramán, caserío de la comunidad
de Santa Rosa de Ocopia,5 estado Anzoátegui.
Un anciano nativo de tal comunidad refería que
el “lenguaje” (=idioma) de los “caribes”
(=kari’ñas) era distinto al de “nosotros, los
indios” (=cumanagotos). Quería decir que sus
mayores comentaban que cumanagotos y
kari’ñas (referidos como “caribes”) hablaban
lenguas distintas.
Como se ve, la identidad caribe / kari’ña
es muy antigua. Esto nos permite inferir
entonces la equivalencia del nombre
caribe=kari’ña.
Los kari’ñas son una sociedad indígena
cuya lengua está clasificada en el tronco
lingüístico caribe, uno de los más grandes de
las tierras bajas de Sudamérica.6 Como otros
grupos caribehablantes, los kari’ñas comparten
el modelo de organización social de tales
sociedades, basado principalmente en la
descentralización política (Morales [Méndez]
y Arvelo-Jiménez 1981). Para el momento de
la conquista europea, los kari’ñas se extendían
por el nororiente del continente sudamericano,
desde los llanos orientales del Orinoco hasta
casi la desembocadura del Amazonas. En la
actualidad los kari’ñas habitan en Venezuela,
Guyana, Surinam y la Guayana Francesa. En
Venezuela, la mayoría de las aldeas están en los
estados Anzoátegui y Bolívar y también algunas
en los estados Monagas y Sucre. Según datos
preliminares del censo de 2001, la población
kari’ña de Venezuela suma unas 17.000
personas, aproximadamente, de las cuales unas
11.000 viven en el estado Anzoátegui (es decir,
alrededor del 65%).
TIERRA FIRME EN LA OBRA
DE JULIO CÉSAR SALAS
Julio César Salas tuvo una inmensa
curiosidad intelectual. Sus intereses de
investigación abarcaron varios campos de las
hoy denominadas ciencias humanísticas y
sociales. En efecto, le interesaron por igual la
antropología, la sociología, la lingüística, la
historia, amén de haber desarrollado actividades
periodísticas y de aplicación de conocimientos.
Sin embargo, lejos de compartimentar de
manera excluyente y simplista las disciplinas
antes mencionadas, Salas logró en sus
quehaceres intelectuales una creativa y poco
común síntesis. Ello lo convierte, precisamente,
en uno de los grandes intelectuales venezolanos
de finales del siglo XIX y principios del XX,
cuando en Venezuela se empezaban a difundir
las ideas positivistas y la intelectualidad del
país se debatía entre el apego a los viejos moldes
ideológicos y el entusiasmo por las nuevas
TIERRA FIRME
corrientes de pensamiento que se difundían
desde los centros académicos de Europa.
En tal contexto de encuentros y
desencuentros teóricos, es posible identificar
una doble convergencia en la obra de Salas: la
pervivencia de elementos románticos y el
enfoque positivista. En Salas, el romanticismo
se hace presente en su sostenido interés por
trazar los orígenes nacionales mediante el
abordaje analítico de temas referidos a las
sociedades indígenas, tanto del pasado como
del presente histórico de este autor. Pero la
actitud crítica de Salas frente a los temas de su
predilección académica, la manera sistemática
y rigurosa de abordarlos, corresponden a una
metodología positivista, la cual revela una
actitud muy diferente a la delectación romántica
ante el ídolo de los orígenes nacionales.
Los trabajos de Salas muestran una
reconstrucción del pasado mediante el riguroso
apego a las fuentes históricas y la ponderación
crítica de éstas. El creciente interés de los
círculos académicos europeos por los estudios
etnográficos irá desarrollando a lo largo del siglo
XIX una disciplina todavía en ciernes: la
antropología o etnología.7 En América Latina,
especialmente en los países hispanoamericanos, como ocurre en Venezuela, este
tipo de estudios o antropología emergente8 se
une fuertemente al estudio del pasado, ya sea
mediante enfoques históricos,9 incipiente
valoración de restos arqueológicos y estudio
de las lenguas indígenas, especialmente de los
materiales antiguos producidos por los
misioneros encargados de la evangelización de
los indios. Este triple interés histórico,
99
arqueológico y lingüístico (con frecuencia
denominado genéricamente estudio de las
antigüedades nacionales, regionales o locales)
va moldeando la antropología venezolana:
prefigurándola y afianzándola, abonando el
espacio, donde luego se sembrará la
antropología académica (Arvelo-Jiménez y
Biord 1990). En Venezuela, los incipientes
estudios antropológicos se centran –casi con
entera exclusión de otras formaciones socialesmás en las sociedades indígenas del pasado que
en las contemporáneas de tales estudios. Estos
énfasis de las élites intelectuales coincidirán,
en gran medida, con la escasa adopción de
políticas públicas orientadas a favorecer a las
poblaciones amerindias y a reconocer sus
derechos en tanto segmentos socio-cultural y
lingüísticamente diferenciados, anteriores a la
constitución de los Estados nacionales. Es decir,
se consolidaba la invisibilidad social del indio.
Muchos de esos estudios se orientaban a
la rectificación de apreciaciones e imágenes
etnográficas del pasado. Reexaminaban obras
antiguas e intentaban una adecuada ponderación
con una óptica nueva, en cierto sentido moderna
y positivista. Se trata, en otras palabras, de
una reinterpretación de las imágenes
etnográficas provenientes del pasado. Como
reconocen Margolies y Suárez (1977: 695):
Los precursores iniciaron una búsqueda en
el pasado indígena y su labor, al servir de
preámbulo a la etnología contemporánea,
estuvo dedicada primordialmente a
compilar, revisar e interpretar las
informaciones etnográficas reseñadas en
fuentes históricas y documentales o en
referir las observaciones que personalmente
produjeron en el curso de sus exploraciones.
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100
TIERRA FIRME
De una forma u otra, ellos llevaron a cabo
un esfuerzo de sistematización y
coincidieron en darle una mayor vigencia
al conocimiento disperso que sobre los
indígenas venezolanos existía para ese
momento.
Objetivo fundamental de dicha tarea, es
desmontar prejuicios coloniales tácitamente
ratificados por la literatura –histórica o
etnográfica- posterior. Un ejemplo de ello es la
tarea emprendida por Julio César Salas en su
libro Los indios caribes, en el que, mediante
una exhaustiva crítica histórica, cuestiona la
imagen antropófaga de los indios caribes o
kari’ñas.
En la historiografía venezolana, el libro
Tierra Firme. Venezuela y Colombia. Estudios
de etnología e historia, de Julio César Salas,
configura el primer intento moderno de
presentar una visión de conjunto de la etnología
de Tierra Firme (es decir, como en el siglo XVI
se denominaba lo que luego serían Colombia y
Venezuela). El título alude a estas realidades
geográficas y el subtítulo caracteriza el tipo de
abordaje al señalar que se trata de “estudios de
etnología e historia”. El siguiente intento en
esta dirección temática sería el de Lisandro
Alvarado, Datos etnográficos de Venezuela,
aunque sólo publicado en forma póstuma en
1945.
Tierra Firme constituye un claro abordaje
histórico de pueblos indígenas, de revisión y
rectificación del pasado indígena. Por un lado,
emerge en el libro la actitud romántica al
estudiar el pasado y los orígenes nacionales;
por el otro, se hace patente el interés positivista
por estudiar ese pasado de una manera
“científica” y “objetiva”, es decir, en base a
evidencias incontrastable y verificables, así
como tratando de superar sesgos subjetivos.
Estos últimos serían principalmente la
infravaloración de las sociedades indígenas, sus
culturas, idiomas e historia, y la visión del indio
como un mero bárbaro salvaje, apartado del
camino de la civilización europea occidental,
asumida ésta como supuesto modelo y epítome
de la evolución humana (no ya en un sentido
físico sino sociocultural). Asociadas a estas
ideas subyacen: (i) las justificaciones y
racionalizaciones para inducir el cambio social,
religioso y lingüístico mediante la reducción de
indios, la evangelización y la imposición del
español en las colonias españolas, procesos
que ordinariamente corrieron parejos; y (ii) la
constitución del sujeto colonial, mediante su
intenso desmerecimiento y constante
descalificación, como persona y como miembro
de colectivos sociales portadores de recursos
culturales e idiomas propios.
Tierra Firme logra una asertiva
combinación de estudios históricos y análisis
etnológicos, adelantándose a una perspectiva
propiamente etnohistórica. En el libro se hace
una valoración de las principales sociedades y
culturas indígenas de los territorios que tras la
Independencia formarían las repúblicas de
Colombia y Venezuela.
El plan de trabajo de Salas es el siguiente:
consideraciones sobre los indígenas y etnología
general, etnología particular y reflexiones sociohistóricas relativas a las sociedades indígenas
y las sociedades hispanoamericanas. Su obra
se divide en 15 capítulos. Los capítulos 1 al 7
tratan de la etnología general; los capítulos 8 al
TIERRA FIRME 101
11 de la etnología particular de los principales
pueblos indígenas considerados; y los capítulos
13 al 15 del contexto socio-histórico de las
sociedades indígenas, con reflexiones
sociológicas sobre las configuraciones sociales
hispanoamericanas.
EL ABORDAJE DE LOS KARI’ÑAS
Salas se refiere a los Caribes en diversas
secciones de su libro; sin embargo, es en el
capítulo IX donde se dedica al estudio de este
pueblo indígena. Al hacerlo, adopta una
perspectiva histórica y utiliza diversas fuentes
como las obras de los franciscanos Fray Pedro
Simón (1963) y Fray Matías Ruiz Blanco
(1965), ambos autores del siglo XVII; el padre
jesuita Juan Rivero (1956), autor del siglo
XVIII; Alexánder de Humboldt (1956) y
Francisco Michelena y Rojas (1989), autores
del siglo XIX. Estos dos últimos autores,
principalmente Michelena y Rojas, proporcionaban datos todavía recientes para el
momento de la escritura de la obra. Salas
también recurre a autores que le eran
contemporáneos, como Bartolomé Tavera
Acosta. Esta combinación de fuentes perfila el
carácter etnohistórico que presenta la obra de
Julio César Salas.
Al referirse a los kari’ñas, Salas (1997:
125) asevera que:
lugar muy loable entre la antigua
población indígena de Venezuela
corresponde a la familia caribe, cuyas
diversas y numerosas parcialidades
ocupaban una extensión considerable de
la parte oriental de esta República, a uno y
otro lado del Orinoco, territorios
pertenecientes a los Estados Bermúdez,[10]
Bolívar y Federal Yuruary,[11] de nuestra
moderna división territorial.
Salas (1977: 125) ubica más específicamente a las comunidades kari’ñas antiguas
al hacer referencia a los pueblos indígenas
vecinos:
Las parcialidades caribes lindaban por el
norte con los Cumanagotos, por el este,
con los Guaraúnos, al oeste, con los
Tamanacos y [en cursivas en el original]
Salivas, las parcialidades más orientales
de estos indios salivas sólo distaban veinte
leguas de los Caribes del Caroní, y al sur
con los Guayanos, Aruacas, Maquiritares,
etc. Mas para esta nación Caribe no existían
fronteras, pues en sus incursiones piráticas
remontaban hasta el territorio de los
Guaipunabis, en el Alto Orinoco. Los sitios
ocupados por los pueblos de las diversas
parcialidades eran: la banda norte del
Orinoco, las mesas de Barcelona, donde
en los primeros tiempos los llamaron
Chaigotos, en el sur, habitaban
preferentemente las márgenes del gran río
[Orinoco] y las hoyas del Caura, Caroní y
Esequibo.
De esta manera, al esbozar una suerte de
mapa etnohistórico, queda establecida
inequívocamente la ubicación de los caribes.
Lejos de percibirlos sólo como una sociedad
del pasado, Salas cita la obra de Francisco
Michelena y Rojas, editada 41 años antes de la
publicación de la edición príncipe de Tierra
Firme,12 como fuente de los datos de etnología
contemporánea de los kari’ñas:
Altos, bien formados, inteligentes, los
Caribes forman una raza muy interesante:
de los que aún restan semi-civilizados en
Barcelona, dice Michelena y Rojas, que
tienen alta estatura y bellas formas, los
hombres se envuelven en un pedazo de
holandilla y las mujeres van casi desnudas,
a veces se cuelgan del hombro unas
102
102
TIERRA FIRME
enaguas (1867) [sic]; gustan del color
encarnado, usan por principal adorno un
gran rollo de pelo que dejan caer sobre la
cintura. Los Caribes se ocupan en la
agricultura y la cría, son hábiles jinetes e
inapreciables como pastores en los hatos,
ávidos de licores fermentados, aguardiente
y demás que fabrican a su modo (Salas
1997: 126).
La alusión al consumo abusivo de licores
por parte de los kari’ñas proviene de una
observación de Michelena y Rojas, quien
estando de visita en Cantaura (llamada
antiguamente Chamariapa) obsequió dinero a
los muchachos indígenas y al rato vio que lo
habían utilizado para comprar licores
(Michelena y Rojas 1989: 78).13
Sobre el origen de los kari’ñas, Salas (1997:
125) asienta que:
Muchos autores han afirmado que los
Caribes del Continente proceden de las
pequeñas Antillas, y especialmente de
Martinica, Santa Cruz y Guadalupe, la
antiguas Madiana, Cibuqueria y [sic en el
original14] Carruquera, cuyos habitantes
primitivos eran hábiles navegantes, como
los caribes del Continente y de la isla de
Trinidad; esta hipótesis parece casi probada
por la similitud de costumbres entre unos y
otros, mas no así la que hace proceder a
los caribes de la península de La Florida.
En la actualidad, se sabe que en realidad
los kari’ñas procedían del continente y habían
invadido las pequeñas Antillas probablemente
poco antes de la llegada de los europeos a finales
del siglo XV (Durbin 1977; Morales Méndez
1979, 1990; Morales Méndez et alii 1987;
Whitehead 1988). Sin embargo, la percepción
europea inicial fue al revés: a partir de las
Antillas fueron percibiendo semejanzas
socioculturales y lingüísticas que permitieron
formular la hipótesis de una dispersión en
dirección desde el norte hacia el sur.
Otros datos relativos a la identidad de los
caribes y kari’ñas pueden aprehenderse de
algunos datos referidos por Salas sobre los
pactos defensivos entre kari’ñas y los
imperialismos europeos rivales de los
españoles, especialmente con los holandeses:
Sin exageración se puede afirmar que los
Caribes fueron los indios más valientes y
audaces de América; muy pocas tribus
pudieron contrarrestar su legendario valor,
y muchas perecieron totalmente cuando los
Caribes se volvieron traficantes de macos,
esclavos a incitación de los franceses,
ingleses y holandeses (Salas 1977: 126).
La literatura etnohistórica ha descrito
detalladamente las estrategias defensivas de los
kari’ñas y, entre ellas, su táctica de alianza con
los holandeses.15
Adicionalmente, Salas (1997: 131)
menciona algunas misiones fundadas o bien en
la banda norte del Orinoco, como San Joaquín
de Parirí y Chamariapa o Cantaura (ambas en
la provincia colonial de la Nueva Andalucía y
la Nueva Barcelona16 y en el actual estado
Anzoátegui); o bien en la banda sur: San Miguel
del Palmar, Nuestra Señora del Rosario de
Guasipati, San Ramón de Caruachi, San Pablo
de Cunamo, San Félix de Tupuquén, San
Buenaventura de Guri (todas éstas en la antigua
provincia colonial de Guayana17 y ahora en el
actual estado Bolívar).18
Salas también menciona la obra de
Humboldt como testimonio de la pervivencia
étnica de los caribes: “Humboldt, que escribió
y visitó a Venezuela a comienzos del pasado
siglo [o sea, el siglo XIX], certificó la existencia
TIERRA FIRME 103
de Caribes civilizados en Píritu, Tupaquire,
Camurica, Tucuragua, etc.” (Salas 1997: 127).
Tupaquire (quizá Tapaquire) y Camurica son
poblaciones kari’ñas actuales de la margen sur
del Orinoco (municipios Heres y Sucre,
respectivamente, del estado Bolívar), ambas
antiguas misiones franciscanas.
La influencia de los escritores antiguos se
manifiesta en las apreciaciones de Salas (1997:
127) sobre algunas características de los kari’ñas:
A pesar de tan bellas descripciones, se debe
a los caribes, en gran parte, no sólo la
despoblación de la comarca oriental de
Venezuela, sino también los tropiezos y
dificultades para implantar la civilización
en la hoya del Orinoco, país maravilloso,
que por sus condiciones peculiares puede
sostener una inmensa población.
Aquí, emerge la visión del vacío
Amazónico y los gérmenes de la posterior tesis
desarrollista de la ocupación y explotación de
las riquezas imaginadas. Si bien, la Amazonía y
la Orinoquia son el depósito de gran parte de la
biodiversidad del planeta, su aprovechamiento
es limitado y no puede hacerse, según métodos
o técnicas convencionales, a riesgo de una
inmensa destrucción ambiental y ecológica.
Una visión estereotipada emerge cuando
Salas refiere la supuesta crueldad de los kari’ñas:
Las hordas caribes mandadas por diferentes
jefes. Tupucabera, Ariauca, Guiravera,
Taricura, Maijuracarí, etc., durante los
siglos, pasearon por todo el Orinoco sus
flotillas de piragua sembrando dondequiera el pillaje, el incendio y la muerte;
verdadero pánico se apoderaba de las
tribus cuando las asaltaban los piratas, pues
sabían que con estos feroces salteadores
no había lugar a compasión. En efecto, los
caribes amarraban a sus víctimas de los
árboles, hacíanles sajaduras con cuchillos
de macana, les arrancaban el cabello,
punzaban y rayaban con púas de rayas, y
destrozándoles los miembros prolongaban
el sufrimiento de sus prisioneros, pues los
bárbaros cuidaban de no infligir heridas
mortales con los flechazos que les disparaban, sino que los horribles tormentos
les quitasen poco a poco la vida (Salas 1997:
127, negritas añadidas).
Se trata de los estereotipos consagrados
en otras fuentes en relación a la supuesta
crueldad de los caribes o kari’ñas; los cuales,
sin embargo, han sido desmontados por el
propio Salas tanto en Tierra Firme como en
Los indios caribes (Salas 1920, 1921).19
Esta raza tiene, como todas las indígenas,
la pasión desatinada por toda especie de licores
fermentados; y como no tienen otras
necesidades en qué emplear el producto de su
trabajo, todo lo gastan en aguardiente y en otras
muchas bebidas que fabrican a su modo; y todos
beben, sin excepción alguna, hasta los
muchachos. A propósito de esto; el mismo día
que llegué a Chamariapa [Cantaura], en paseo
por la población, me dirigí a la de los indios, y
como los muchachos se me acercasen, a todos
les iba dando una peseta; lo que en pocos
minutos, habiendo agotado mis faltriqueras,
regresé a casa. Muy poco tiempo se había
pasado después de mi paseo, cuando se hacen
sentir en la calle grandes gritos y vocerías. Salgo
a la puerta con el caballero dueño de la casa:
eran los indios, o una parte de aquella población
que estaban ebrios; y preguntando aquél a uno
de dónde provenía tal desorden, le contestaron
varios de ellos mismos, que yo les había dado
dinero. Este hecho me hizo ser más cauto para
lo sucesivo.
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TIERRA FIRME
DISCUSIÓN
Para realizar la reseña etnográfica de los
kari’ñas, Salas recurre tanto a fuentes históricas
como a autores contemporáneos suyos. La
revisión acuciosa de obras escritas en diversos
momentos y con distintos enfoques se convierte
así en un ensayo de crítica etnohistórica.
Mediante esta crítica Salas logra mostrar la
continuidad étnica caribe-kari’ña aunque
explícitamente no haga referencia al etnónimo
kari’ña.
A pesar de no hacer referencia al nombre
étnico kari’ña, Salas muestra la continuidad e
identidad entre caribes y kari’ñas gracias a los
siguientes elementos de corte etnohistórico:
1) Uso de fuentes antiguas relativas a los
antiguos kari’ñas (caribes).
2) Señalamiento de pueblos de misión
fundados durante la época colonial en
tierras kari’ñas, muchos de los cuales
hoy continúan siendo comunidades
kari’ñas.
3) Identificación del territorio antiguo de
los kari’ñas de Venezuela.
El análisis de Salas pone de manifiesto la
continuidad étnica caribe-kari’ña y las bondades
del método etnohistórico para el estudio de la
historia indígena así como de fenómenos socioculturales escasamente documentados en las
fuentes históricas.
Otra importancia del trabajo de Salas es
mostrar la trayectoria de este tipo de trabajo
en el desarrollo de las ideas antropológicas
(ampliamente entendidas) en Venezuela. Este
caso sirve para ilustrar, además, la construcción
de un pensamiento antropológico en un país
pobre; es decir, el surgimiento de la antropología
en países que ni fueron metrópolis coloniales
en el pasado ni son en el presente centros
mundiales de poder.
De esta manera, se muestra que a diferencia
de una intencionalidad colonialista (como
ocurrió, por ejemplo, durante el siglo XIX y en
las primeras décadas del XX en los países
europeos) la antropología latinoamericana surge
de otras motivaciones. Éstas están referidas a
la imperiosa necesidad de conocer los “orígenes
nacionales” y de develar y comprender las
identidades de las repúblicas surgidas del
desmembramiento de los imperios ibéricos en
América.
En Salas el tema del indio está imbuido de
una pasión nacionalista. Si la literatura indianista
forjó un indio idealizado, prototipo de virtudes
sin fin, y, por tanto, alejado de sus referentes
etnográficos reales,20 en Salas el indio se
potencia como un elemento fundador y
aglutinador de la identidad. Este papel fundador
del indio y de lo indio jugará, pues, en la obra
de Salas un papel fundamental.
Las reflexiones de intelectuales como Julio
César Salas pusieron todo su empeño en
comprender la historia y el presente socioculturales de sus respectivos países. Este
empeño tenía un sentido y una intencionalidad
consolidativa de la independencia cultural de
los países latinoamericanos, de allí, la
pertinencia otorgada a la revisión de las fuentes
antiguas e incluso a las visitas de campo como
una manera de contrastar y corroborar
informaciones para superar prejuicios seculares
TIERRA FIRME 105
sobre las poblaciones indígenas, los cuales
impedían el conocimiento del “alma nacional”.
con lo propio. Así, al referirse a los temas
literarios exóticos, apunta que:
La revisión de las fuentes bibliográficas
utilizadas por Salas, no sólo en Tierra Firme
sino también en sus otras obras, permite calibrar
su actualización y conocimientos de la literatura
etnológica e histórica sobre los pueblos
indígenas americanos. Esto evidencia la
preocupación de autores como Salas de
mantenerse al tanto de las reflexiones y
contribuciones de los investigadores que,
principalmente en Europa, iban delineando la
antropología como disciplina académica. Tal
conocimiento patentiza que el trabajo de Salas
distaba mucho de ser el esfuerzo individual de
un estudioso aislado, no conectado con otros
colegas o ignorante de las discusiones más
relevantes que se desarrollaban en los centros
de estudio y de reflexión académica de distintos
países.
todo se podría llevar con paciencia si los
líricos tomasen otro camino y no
continuasen presentando al mestizo
americano literalmente embarazado con
los perendengues y colorines exóticos con
que le visten; es de lamentar que a igual de
la importación de prendas falsas y de
sustancias perjudiciales no se peche y
prohíba la entrada al país de esos
cargamentos de miriñaques franceses
(Salas 1997: 249).
CONCLUSIONES
La revisión de autores como Salas no sólo
enriquece el conocimiento del desarrollo de las
ideas antropológicas en Venezuela sino que
pone de manifiesto la antigüedad y especificidad
de una larga tradición académica en Venezuela,
en particular, y en Latinoamérica, en general.
Esta preocupación lleva a Salas a enjuiciar los
pocos beneficios que han recibido los indígenas
durante la República por falta de políticas
públicas asertivas para mejorar sus condiciones
de vida y reconocer sus derechos (Salas 1997:
243-244). Adicionalmente, señala un problema
sustancial de identidad: la falta de identificación
Obras como Tierra Firme no sólo
contienen aportes etnológicos e históricos sino
que constituyen verdaderas contribuciones de
reflexión sociológica y antropológica sobre los
orígenes nacionales y proposiciones asertivas
para construir un futuro distinto y más digno,
basado en la especificidad de nuestros orígenes
colectivos.
Volver sobre obras y autores como Salas,
puede mostrar caminos a seguir en esa inacabada
tarea de entender y potenciar nuestras
identidades que los pueblos latinoamericanos
crean y recrean, construyen y reconstruyen
día a día. En otras palabras, la revisión de textos
y autores del pasado permite comprender
nuestro presente –incluido lo específico de
nuestras tradiciones académicas- y asimismo,
entender la importancia práctica e insoslayable
de la historia en la construcción del futuro.
NOTAS
1 Ver el reciente trabajo de Cecilia Ayala Lafée y Werner
Wilbert sobre evidencias que presentarían el término
caribe como una derivación de una palabra de urdo con
significado de “perverso” y “depravado” (2004: 194).
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TIERRA FIRME
2 Como en inglés no existe el grafema {ñ}, se suele utilizar
la combinación {ny} para transcribir el sonido
consonántico palatal nasal sonoro.
3 Por ejemplo ver los trabajos de Lisandro Alvarado (1912,
1989 [1918]).
4 Capital del Municipio Pedro María Freites, donde habita
aproximadamente el 64% de la población kari’ña del
estado Anzoátegui que representaría el 41% de la
población kari’ña total del país.
5 Se trata de una comunidad de orígenes mixtos, conformada
inicialmente por indígenas de varios pueblos, principalmente cumanagotos. En las últimas décadas han
asumido una identidad neo-kari’ña.
6 Sobre la clasificación de las lenguas indígenas ver los
trabajos de Estmir Loukotka (1968); J. Alden Mason
(1956); Antonio Tovar y Consuelo Larrucea de Tovar
(1984).
7 En la tradición inglesa hay una tendencia al estudio de
las instituciones sociales como forma de comprensión
de las sociedades tribales que habitan en las posesiones
coloniales del imperio británico; mientras que la
tradición estadounidense privilegia el estudio de los
elementos culturales y abarca la antropología social, la
lingüística, la arqueología, y la antropología física. En
Francia se consolida una tradición más orientada a la
interpretación de las instituciones sociales que -aunque
no exactamente formulada de esa manera- se puede
entender como una síntesis entre la antropología social
británica y la antropología cultural de los Estados
Unidos de América.
8 Un período inicial de la tradición antropológica en
Hispanoamérica -no siempre valorado como tal debido a
viejos resabios antihispánicos- ocurre durante la época
colonial cuando cronistas, misioneros, funcionarios
reales y viajeros se enfrentan al reto de describir la
sociedades amerindias, sus culturas y lenguas, las
relaciones interétnicas anteriores al contacto con los
europeos y las nuevas dinámicas sociales generadas con
el proceso colonial, además de reflexionar sobre la
historia de sociedades con extensos testimonios sobre
su pasado (el caso de los mayas, los aztecas y los incas)
o con escasos testimonios sobre sus orígenes (como las
sociedades orinoquenses), lo cual lleva a algunos autores
a especular sobre la trayectoria de estos pueblos, como
hizo el misionero jesuita Felipe Salvador Gilij (1965).
9 Éstos constituyen los antecedentes fundacionales de la
etnohistoria latinoamericana.
10 Constituido por los hoy estados Anzoátegui, Monagas
y Sucre.
11 Conformado por las cuencas de los ríos Cuyuní y Yuruary,
actualmente integrado al estado Bolívar.
12 La obra de Francisco Michelena y Rojas, intitulada
Exploración oficial por la primera vez desde el Norte
de la América del Sur siempre por ríos, entrando por
las bocas del Orinoco, de los valles de este mismo y del
Meta, Casiquiare, Río Negro o Guainía y Amazonas,
hasta Nauta en el Alto Marañón o Amazonas, arriba
de las bocas del Ucayali, bajada del Amazonas hasta
el Atlántico. Comprendiendo en ese inmenso espacio
los Estados de Venezuela, Guayana Inglesa, Nueva
Granada, Brasil, Ecuador, Perú y Bolivia. Viaje a Río
de Janeiro desde Belén en el Gran Pará, por el Atlántico,
tocando en las Capitales de las principales provincias
del Imperio en los años, de 1855 hasta 1859, fue
publicada en Bruselas por A. Lacroix, Verboeckoven y
Ca., Impresores y Editores.
13 Sin embargo, esta observación va acompañada de
anotaciones sobre las actividades productivas de los
kari’ñas, lo cual hace pensar que el consumo de bebidas
alcohólicas debía ser ocasional y no habitual.
14 Es decir, con la conjunción copulativa en cursiva en vez
de redondas.
15 Véanse a este respecto los trabajos de Civrieux (1976),
Morales Méndez (1979, 1990), Morales Méndez et alii
(1987) y Whitehead (1988).
16 Integrada por los actuales estados Anzoátegui, Monagas
y Sucre.
17 Integrada por los actuales estados Bolívar y Delta
Amacuro, más el territorio en reclamación del Esequibo.
18 Los kari’ñas aún hoy viven cerca de la inmediaciones de
Cantaura y San Joaquín de Pariri y la mayor parte de las
comunidades derivan de esto dos antiguos pueblos de
misión. En cambio, en los pueblos de misión de ubicados
en el actual estado Bolívar ocurrieron complejos procesos
de transculturación o cambio socio-cultural y lingüístico
aún por estudiarse para explicar las diferencias entre los
kari’ñas del norte y los del sur.
19 La primera edición de 1920 fue corregida en la segunda
de 1921.
20 Los significados profundos de esta idealización no han
sido aún del todo explicados.
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Continuity in Dry Land by Julio César
Salas
Continuité socio-culturelle CaraïbeKari’ña dans l’oeuvre Tierra Firme de
Julio César Salas
Horacio Biord
Horacio Biord
Abstract:
Since colonial times, “caribe” ethnic
denomination, used for diverse socio-cultural
aspects, caused frequent confusions in historic
sources, some of them still remain in modern
ethnology. The lack of appropriate critics and
ethnohistorical evaluation increased such
confusion. This study analyzes Julio César
Salas’ approach to the ethnical continuity
between Caribes and Kari’ñas, indigenous
people with Caribe linguistic links. This work
Résumé:
Depuis l’époque coloniale, la dénomination ethnique “caraïbe”, appliquée à
diverses réalités socio-culturelles, a souvent
entraîné des confusions dans les sources
historiques, dont beaucoup sont passées à
l’ethnologie moderne. Le manque d’une critique
adéquate et d’une pondération ethnohistorique a provoqué l’augmentation de cette
confusion. Ce travail comporte une analyse
du traitement donné par Julio César Salas à la
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presents a critical study of the approach to
the subject in the book Tierra Firme.
Etnología e Historia [1908] (Dry Land.
Ethnology and History), considering such
writing as an important precedent for
ethnohistorical studies in Venezuela.
Key words: Caribes, ethnohistory,
ethnology, history, kari’ñas, Julio César Salas.
continuité ethnique entre les caraibes et les
kari’ñas, peuple indigène lié linguistiquement
au peuple caraïbe. Le travail présente une
étude critique du traitement que Salas fait de
ce thème dans l’œuvre Tierra Firme. Etnología
e Historia (1908), qui constitue un précédent
important des études ethno-historiques au
Venezuela.
Mots-clés: Caraïbe, ethno-histoire,
ethnologie, histoire, kari’ñas, Julio César Salas.
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TIERRA FIRME
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Tierra Firme. Caracas - Venezuela
N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 109-155, 2006
Tesis de la Escuela de Historia,
Universidad Central de Venezuela,
1975-2006
RAFAEL A. STRAUSS K.
UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
PRESENTACIÓN
Desde que asumí la Dirección de la Escuela
de Historia-UCV en enero de 2005 me propuse
dar a conocer las tesis de grado o monografías
que como requisito para obtener la Licenciatura
en Historia deben presentar ante un jurado
nuestros estudiantes una vez concluida la carga
de créditos especificada en el pensum vigente.
Esa obligación está vigente desde 1975, lo que
explica que no aparezcan en este catálogo
nombres de prestigiosas y prestigiosos
historiadores graduados antes de esa fecha.
Para efectos de esta publicación cubrí hasta
noviembre de 2006, lo que remite a 31 años de
tesis de la Escuela de Historia, con un total de
476 trabajos y 567 graduados. Esta disonancia
en las cifras se explica porque nuestro
reglamento interno permite que una tesis pueda
ser realizada hasta por tres tesistas. Para
difundir las monografías de grado que se
presenten y aprueben posteriormente, tanto
en nuestra Escuela como en otros centros de
enseñanza de Historia, la revista Tierra Firme
ha diseñado una estrategia, cuyas ventajas para
el área son obvias.
Antes, hubo en la Escuela de Historia
algunos intentos por aglutinar, para su difusión
masiva, información sobre nuestros trabajos
de grado. Uno de ellos, que recibió el aval del
Consejo de Escuela el 14.10.1982, ofreció un
catálogo en edición multigrafiada que se publicó
dos años después. En él, muchos datos,
particularmente los títulos, aparecen con
sensibles errores. Con base en una publicación
de los trabajos de licenciatura de la Facultad
de Humanidades y Educación hasta 1982
-realizada por su Coordinación Académicanuestra Cátedra de Proyectos -del Departamento de Teoría y Práctica de la Historia-, cuya
jefatura ocupaba entonces, emprendí un
registro anual mecanografiado de las tesis de la
Escuela, con la colaboración de las secretarias
de entonces, señoras Gladys Vásquez, Dolores
Blanco -Dolorita- y Wilma Martínez. En 1996,
los profesores Strauss y Pedro Calzadilla P.,
con la colaboración de Violeta Morales y Dora
Dávila, presentan a la Dirección, impreso en
computadora, el Informe Técnico sobre un
Índice de Tesis de la Escuela de Historia-UCV
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TIERRA FIRME
y Ensayo de un Índice Temático General 19751995, que tuvo mucha acogida pero no la
difusión que se esperaba. Todo esto, y algo
más, son insumos que he tenido en cuenta para
la recopilación que hoy se ofrece.
Con la presente entrega, que aparece insertada en por lo menos dos sitios electrónicos,
pero hasta 2004, queremos subsanar lo que
creo es una deuda tanto con nuestros egresados
como con la misma Escuela y la historiografía.
Se muestra aquí uno de los frutos más visibles
del esfuerzo sostenido por una institución que
ha licenciado a un número significativo de
estudiosos científicos del pasado. Una simple
hojeada a los títulos da una idea tanto de las
tendencias metodológicas, como de las áreas
temáticas y perspectivas analíticas de los
contenidos de la enseñanza en nuestra Escuela
de Historia y de sus egresados, situación que
se ha fortalecido de manera sensible
particularmente en la medida en que la disciplina
histórica ha venido dialogando con otras áreas
del conocimiento del hombre. Este catálogo,
entonces, no deja de ser una suerte de autoevaluación del principal centro formativo de
historiadores del país y uno de los más
reconocidos fuera de él. Afirmo con orgullo que
muchas de estas tesis han sido publicadas por
prestigiosas instituciones, amen de la alta
calificación, mención honorífica y mención
publicación que ha recibido una buena parte de
ellas por parte de reconocidos jurados.
Para la elaboración de esta entrega preferí
hacer una pesquisa minuciosa en las actas
correspondientes a la presentación de la
Monografía de Grado para evitar omisiones y
otros gazapos. Cuando me asaltó alguna duda,
revisé el ejemplar definitivo entregado a la
biblioteca de la FHE “Miguel Acosta Saignes”.
Acompaña el listado de títulos, un índice de
autores, uno de tutores, uno temático y uno de
las tesis por año, desde 1975. Este índice, por
ejemplo, muestra los siguientes resultados:
1975 (7); 1976 (3); 1977 (3); 1978 (15); 1979
(26); 1980 (13); 1981 (13); 1982 (20); 1983
(14); 1984 (17); 1985 (23); 1986 (13); 1987
(12); 1988 (4); 1989 (9); 1990 (9); 1991 (7);
1992 (11); 1993 (8) ; 1994 (17); 1995 (24);
1996 (14); 1997 (16); 1998 (21); 1999 (18);
2000 (29); 2001 (16); 2002 (16); 2003 (9); 2004
(15); 2005 (25) y 2006 (29).
Finalizo agradeciendo al Lic. Lionel
Muñoz Paz, y al respectivo equipo editor,
haber acogido mi propuesta de esta
publicación. De nuevo, la prestigiosa revista
Tierra Firme da muestras sensibles y visibles
de que el conocimiento que se produce en
nuestras aulas universitarias debe ser difundido
sin los aspavientos de sabios árbitros y
academia, que si bien pueden ser valiosos, no
deben ser los únicos parámetros para permitir
que se ignore el que produce el sencillo
graduando en nuestras universidades, en las
que, lamentablemente, se ha hecho tradición
que trabajos de tesis premiados con los
máximos honores tiendan a anquilosarse en los
anaqueles de la ignorancia y de la desidia.
Rafael A. Strauss K.
Director de la Escuela de Historia-UCV
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Tesis en orden alfabético
1) Abello, Carmen J. Transformaciones arquitectónicas, ornamentales y crecimiento del
este de Caracas durante el gomecismo. Tutor:
Alberto Navas B. 2005.
2) Abzueta, Sergio y Marrero C., Miriam del C.
“Esta horrenda revolución”… México frente
a su historia. Lucas Alamán. Reivindicación
y rectificación de la historiografía mexicana
1823-1849. Tutor: Pedro E. Calzadilla P.
1996.
3) Acevedo G., Marjorie M. y Osorio Pacheco,
Luis M. El sitio de Puerto Cabello de 1822.
Tutora: Josefina Bernal. 1984.
4) Acevedo R., Gineth y Morante de A., Iliana.
Consolidación del sistema bancario en
Venezuela. Banco Caracas (1890-1958)
Tutor: Carlos Acedo. 1994.
5) Acosta J., María R. Historia del movimiento
obrero venezolano en el período del trienio
(1945-1948): nacimiento de la C.T.V. Tutor:
Samuel Moncada. 1986.
6) Acosta P., Héctor S. El conflicto de las
Malvinas dentro del bloque de poder
capitalista. Tutor: Luis Cipriano Rodríguez.
1986.
7) Acuña Mendoza, Enrique. Impresiones sociales
y culturales de Alejandro de Humboldt sobre
la elite caraqueña 1799-1800. Tutora: Cesia
Hirsbein. 2003.
8) Agudelo P. Alix M. La enseñanza de la historia
de Venezuela en el nivel de Educación Básica.
Tutora: Taide Zavarse. 1989.
9) Aguiar F. Mike C. El impacto de la epidemia
de fiebre amarilla en los puertos de La Guaira
y Puerto Cabello: 1798-1802. Tutor: Germán
Yépez. 2000.
10) Aguilar L., Sadia. Raíces históricas del
conflicto Irak-Irán. Tutor: Oscar E. Abdala.
1985.
11) Aizpurua A., Ramón. El fenómeno religioso
y el problema de la ideología: introducción
a su estudio. Tutora: Josefina Gavilá. 1978.
12) Albornoz L., Siomare R. y Anzola G., Lucila
M. Proyección histórica del ensayo de
síntesis de las artes realizado en la Ciudad
Universitaria de Caracas dentro del marco
de modernización de la ciudad bajo el
gobierno dictatorial de Marcos Pérez
Jiménez. Tutora: Josefina Bernal. 1985.
13) Almarza V., Ángel R. La limpieza de sangre
como valor fundamental de la Provincia
de Caracas durante el siglo XVIII. Tutora:
Inés Quintero. 2004.
14) Almérida D., Néstor D. Caraballeda, 15601985 (Estudio microhistórico). Tutora:
Ermila Troconis de Veracoechea. 1985.
15) Alonzo M., Corina. Transición de la
Venezuela agrícola-exportadora a la
Venezuela minero-exportadora. 19001950. Tutor: Manuel Caballero. 1979.
16) Alva R., Rosa M. y Herrera L., Bernardino.
ORVE, el diseño del país: el discurso político
en 1936. Tutor: Manuel Caballero. 1995.
17) Alvarenga, Ernesto; Crespo S., Milton J. y
Medina G., Gipsy C. Los ilustres del Ilustre
Americano (Septenio guzmancista 18701877) Epistolario. 2 t. Tutor: Luis Cipriano
Rodríguez. 1989.
18) Álvarez C. Carlos N. y Figueras, Guillermo
E. Una introducción al estudio de la política
exterior ejecutada durante la gestión de
gobierno presidida por el Dr. Rafael Caldera
(1969-74). 2 t. Tutor: Oscar E. Abdala. 1991.
19) Álvarez C., Omar A. Incidencias de la Ley
de Hidrocarburos de 1943 en el
derrocamiento del general Isaías Medina
Angarita. Tutor: Alberto Navas B. 1995.
20) Alves P., Carlos H. y Coronado F., Miguel A.
Administración de la investigación.
Proyectos históricos y sociales. Tutor:
Pedro Castro. 1984.
21) Alviarez R., Lérida. La sustitución de
importaciones y el desarrollo 1960-1970.
Tutor: Manuel Caballero. 1979.
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114
TIERRA FIRME
22) Angeleri Ch., Sandra V. El batallismo y el
Estado benefactor en Uruguay 1903-1917.
Tutora: María Elena González. 1984.
23) Anguinzones, Zulay y Machado, Norma.
Las acciones antimaláricas en el estado
Aragua entre los años 1936-1945. Tutor:
Germán Yépez. 1998.
24) Antequera R., Ricardo José y Requiniva,
Magle. La Academia Militar de Matemáticas en la formación de la República de
Venezuela 1830-1879. Tutora: María Elena
González. 2000.
25) Antillano G., Jesús Gilberto. Catia: 18451986 (Estudio de historia local). Tutora:
Ermila Troconis de Veracoechea. 2000.
26) Anzola G., Lucila M. y Albornoz L., Siomare
R. Proyección histórica del ensayo de
síntesis de las artes realizado en la Ciudad
Universitaria de Caracas dentro del marco
de modernización de la ciudad bajo el
gobierno dictatorial de Marcos Pérez
Jiménez. Tutora: Josefina Bernal. 1985.
27) Apolinar E., Javier y Hernández, Carmen.
El impacto de la epidemia de viruela en la
ciudad de Valencia en 1898. Tutor:
Germán Yépez.
28) Aponte, Mercedes y Fernández, Elizabeth.
Alzamiento militar del 1º de enero de 1958.
Antecedentes, desarrollo y alcance. Tutora:
Rosalba Méndez. 1997.
29) Aranguren C., Zarilda M. y Guerrero G.,
María del C. La reforma petrolera de 1943.
Logros y desventajas para el Estado
venezolano. Tutor: Luis Peña. 1985.
29a) Arapé, Marianne. La fachada ecléctica del
Ilustre Americano. Historia de la arquitectura guzmancista 1830-1889. Tutor:
José Ángel Rodríguez. 2006.
30) Araujo de Martínez, Zaira del R. Elementos
para el estudio de la clase dominante en la
Provincia de Mérida (La familia Picón:
1810-1858). Tutora: Antonieta Camacho.
1984.
31) Ardao J., Alicia. El café y las ciudades en los
Andes venezolanos. Tutora: María Elena
González. 1982.
32) Arias Leal, Simón. Desastres y emergencias
en Caracas entre 1875 y 1885. Tutora:
Ermila Troconis de Veracoechea. 2005.
33) Armario G., Marvelis J. Significación
histórica de la Biblioteca Nacional. Tutora:
Carmen Gómez. 1985.
34) Armas Camacho, Ana Ysabel y Rodríguez
Villalba, Mercedes Jeannette. El conflicto
entre España y Venezuela derivado de los
daños sufridos por los canarios durante la
Guerra Federal (1859-1861). Tutor:
Manuel Rodríguez Campos. 1996.
35) Armas de L., Vicenta. Historia de Margarita,
Coche y Cubagua. Tutora: Ermila Troconis
de Veracoechea. 1981.
36) Arreaza Arana, Jorge I. La visión de las
relaciones entre Estados Unidos y México
durante la Revolución Mexicana, en las
fuentes diplomáticas venezolanas (19101920). Tutora: María Elena González.
2005.
37) Arreaza Arana, Laura V. Del grito de Baire a
la explosión del Maine. La guerra de
independencia cubana a través del Cónsul
de Venezuela en La Habana, Hermenegildo
Piñango Lara (1895-1898). Tutor: Pedro
E. Calzadilla P. 2005.
37a) Arreaza S., Rafael Andrés. La modernización
de la empresa del cuero en Venezuela con
el aporte de la firma J. Boccardo & Cia.
(Finales del siglo XIX e inicios del siglo
XX). Tutor: Miguel Hurtado Leña. 2006.
38) Arroyo, Gladys M. La anexión de Casanare
a Venezuela: ¿un problema geopolítico de
la primera mitad del siglo XIX? Tutora:
Carmen Gómez. 1987.
38a) Arroyo, María. Pulperías, pulperos y
pulperas: una visión de la cotidianidad
caraqueña, 1770-1820. Tutor: Guillermo
Durand. 2006.
39) Arzola C., Agustín J. Los desaparecidos
durante la oposición política: Venezuela
1960-1969. Tutora: Sadia Aguilar. 2001.
40) Avendaño V., Astrid C. Evolución del modo
de producción capitalista en la región
zuliana y la burguesía marabina. Tutor:
Manuel Rodríguez Campos. 1980.
41) Ávila B., Pedro L. Estado actual del indio
warao y su proceso como ente social.
Tutor: Oscar E. Abdala. 1981.
42) Ávila Toledo, Wilmer José. La Convención
Liberal de 1888 y la caída del gran Partido
TIERRA FIRME 115
Liberal Amarillo. Tutor: Alberto Navas B.
1989.
43) Azpurúa Michelena, Carmen L. La vida
cotidiana en la Caracas guzmancista y
postguzmancista. Tutor: Pedro Beroes.
1988.
44) Azpurúa, Juan Carlos. “Esta sensata
revolución”. Venezuela y la Gran Colombia
en la mirada de Sir Robert Ker Porter. 18251830. Tutor: Pedro E. Calzadilla P. 2005.
45) Báez A., Juan Carlos. La evolución de la
Salsa en Venezuela. Contribución a la
historia de la música popular en Venezuela.
2 t. Tutor: Rafael A. Strauss K. 1983.
46) Balza Gil., Gaspar. Análisis de la resistencia
de los cumanagotos a la penetración de su
territorio. Tutor: Ramón Aizpurua. 1994.
47) Barreto L., Morella. Venezuela contemporánea 1940-1945. Tutor: Manuel
Rodríguez Campos. 1979.
48) Barrios Flores, Keyla. El Tratado TorrijosCarter, ¿un nuevo cariz en las relaciones
Panamá-USA? 1904-1977. Tutora: María
Elena González. 1995.
48a) Barrios Padrino, Victoria. La auto-imagen
de la mujer en la política venezolana del
siglo XX. Desde 1940 a 1970. Tutor:
Enrique Nóbrega. 2006.
49) Battaglini, Oscar. El discurso verdadero
contra los cristianos. Tutor: Oscar León.
2002.
50) Becerra, Hasdrúbal. Reflexiones en torno al
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constituciones de 1858 y 1864. Una visión
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régimen presidencial del General Eleazar
López Contreras. Tutor: Oscar E. Abdala.
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la reforma agraria mexicana: 1910-1960.
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52a)Benavente Barajas, Ingrid Vanesa.
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Benítez Mijares, José. Palabras que cuentan
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María Lisboa. Tutora: Michaelle Ascencio,
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Benítez Pérez, María Eugenia. Aproximación
a la vida y obras de un personaje popular:
Alfredo Almeida. Tutor: Pedro Beroes.
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Benítez, Pedro. El Liberalismo retoma sus
fueros: el aporte del buen revolucionario
en la formación de la corriente neoliberal
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Media. Tutor: Ramón Aizpurua. 1998.
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Bermúdez Sanabria, Frank E. La jurisdicción
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(1567-1700). Tutor: Ramón Aizpurua.
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invenciones, un estudio sobre el desarrollo
de la técnica. Tutor: José Rafael Lovera.
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Contraloría General de la Nación 19381948, una nueva visión del control fiscal.
Tutora: Susan Berglund. 1998.
Blanco H., Winston S. Importancia de la
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histórica de Modo Asiático o Despóticotributario de Producción (Civilización
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Tutora: Inés Quintero. 1994.
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socio-jurídico y de un sistema de gobierno
contrarios a la Constitución Española
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Cunill G. 1986.
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obrero venezolano 1925-1945. Tutor:
Alberto J. Plá. 1979.
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contemporánea 1808-1939. Transformaciones, reforma y revolución. Tutor: Víctor
Sanz. 1995.
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Los Samurai: su evolución social y su vida
como ejemplo de disciplina, ética y valor.
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136
136
TIERRA FIRME
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517)
518)
519)
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521)
522)
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Tutor: Julio López S. 2005.
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Venezuela 1700-1821. Tutor: Faustino
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526) Zambrano Castillo, Javier Ricardo.
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Ciudad Bolívar (1910-1982): contribución
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528) Zambrano G., Cruz I. Del románico al
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530) Ziems C., Ángel A. El gomecismo y la
formación del Ejército Nacional. Tutor:
Luis Cipriano Rodríguez. 1979.
Índice de tesistas
Abello, Carmen J.
Abzueta, Sergio
Acevedo G., Marjorie M.
Acevedo Riera, Gineth
Acosta J., María R.
Acosta P., Héctor S.
Acuña Mendoza, Enrique
Agudelo P. Alix M.
Aguiar F. Mike C.
Aguilar L., Sadia
Aizpurua A., Ramón
Albornoz L., Siomare R.
Almarza V., Ángel R.
Almérida D., Néstor D.
Alonzo M., Corina
Alva R., Rosa M.
Alvarenga, Ernesto
Álvarez C. Carlos N.
Álvarez C., Omar A.
Alves P., Carlos H.
Alviarez R., Lérida
Angeleri Ch., Sandra V.
Anguinzones, Zulay
Antequera R., Ricardo José
Antillano G., Jesús Gilberto
Anzola G., Lucila M.
Apolinar E., Javier
Aponte, Mercedes
Aranguren C., Zarilda M.
(1)
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(29)
Arapé, Marianne
Araujo de Martínez, Zaira del R.
Ardao J., Alicia
Arias Leal, Simón
Armario G., Marvelis J.
Armas Camacho, Ana Isabel
Armas de L., Vicenta
Arreaza Arana, Jorge I.
Arreaza Arana, Laura V.
Arreaza S., Rafael Andrés
Arroyo, Gladys M.
Arroyo, María
Arzola C., Agustín J.
Avendaño V., Astrid C.
Ávila B., Pedro L.
Ávila Toledo, Wilmer José
Azpurua Michelena, Carmen L.
Azpurua, Juan Carlos
Báez A., Juan Carlos
Balza Gil., Gaspar
Barreto L., Morella
Barrios Flores, Keyla
Barrios Padrino, Victoria
Battaglini, Oscar
Becerra, Asdrúbal
Bello D., Pancho
Belloso, Marco T.
Benavente Barajas, Ingrid Vanesa
Benítez H., Ada Yris
(29a)
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(53)
138
138
TIERRA FIRME
Benítez Mijares, José
Benítez Pérez, María Eugenia
Benítez, Pedro
Benzaquén, Isaac
Berman de W., Martha
Bermúdez Sanabria, Frank E.
Bifano M., José Luis
Blanco G., Germán
Blanco H., Winston S.
Bordones C., Nora J.
Bracamonte, Leonardo
Bracho, Antonio
Brazón, Luisa E.
Briceño P., Virgilio
Briceño Urbina, Oneida
Briceño, David
Brito C., José G.
Brito S. María I.
Brito, Patricia
Bruzual C., José S.
Bustamante Ch., Brunilde
Bustamante, Edigardo
Cabrera T., Elery E.
Calderón Gómez, Iván
Calzadilla Pérez, Pedro Enrique
Camacho Piñerúa, Elsy B.
Camero, Ysrrael
Campos de V., Virgilio
Campos, María Paulina
Campos, Richard
Capriles A., Carlos
Capriles M., Ruth
Caraballo G., Gregoria C.
Caraballo P., Ciro A.
Cardona, Roselena
Cardozo Durán, Arcángel
Carnevali T. Dinorah
Castañón, Javier
Castellanos, Annie Carmen
Castellanos, Carmen Y.
Castillo Hidalgo, Ricardo I.
Castorina Rotundo, Rita
Castro de L., Zoraida I.
Castro G., Pedro V.
Castro V. Guillermo
Cedeño M., Martha J.
Chacón A., Ramón N.
Chacón Molina, Horacio
Chacón V., Ramón V.
Chavarri Cabello, César Augusto
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(116a)
Cobos, Thairy
Colmenares, Arelis L.
Colón P., Miriam J.
Concha, Luis
Contiña G., Ramón G.
Contreras de C., Carmen V.
Contreras G., Rubén G.
Contreras, Deidy de Jesús
Contreras, Orlando J.
Contreras, Yinyer
Corao, María Fabiana
Córdova, Euclide José
Coronado F., Miguel A.
Correa Mijares, César
Corzo P., Aura E.
Crespo S., Milton J.
Cubillán, Alis José
Cumare B., Jesús Rafael
Cuñarro C., Edith M.
Daboín G., Soteldo J.
Dávila M. Dora T.
Dávila, Prisca
Daza Bonnier, María de Jesús
De Abreu, Antonio
De Camargo de V., María C.
De Francesco Mur, Mireya
De Jesús Vieira, Ángela
De Rogatis, Antonieta
Del Pozo R., Miguel A.
Delgado Hernández, Luis E.
Delgado, Egla Judith
Delgado, Marco
Di Bella I., María A.
Díaz Arana, Ingrid Maribel
Díaz, Beatriz
Díaz, Damelys J.
Díaz, Jesús Rubén
Dines de H., Viktoria
Dorronsoro B., Miren J.
Durand G., Guillermo A.
Escobar Prieto, Margarita
Escobar, José G.
Escobar, Laura
Espín F. Lucila Beatriz
Espinoza M. Haydée M.
Estévez P., Betsi C.
Fassano M. Josefina N.
Fassano M., Nancy N.
Femminella, Leonora
Fermín M., Iris E.
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(146)
TIERRA FIRME 139
Fernández A., María C.
Fernández B., Juan Carlos
Fernández D., Jorge
Fernández F., Abraham
Fernández S., Emeric J.
Fernández Salgado, César
Fernández, Elizabeth
Fernández, Rosa J.
Ferreira F., María Leonor
Ferrer F., Adriana T.
Ferrer Luna, América
Fierro de Suels, Lourdes
Figueras, Guillermo E.
Figueroa Guerrero, Pedro José
Figueroa J., Claudia J.
Figueroa S., Pilar J.
Figueroa, Amílcar
Flores Herrera, Carmen Elena
Flores R. Fiyne
Fraíz Ascanio, Verónica C.
Fuentes de U., Oramaica
Fuentes, Tito
Galíndez, Miguel
Gamba, Julio
Gámez C., Josefa
García B., Luis E.
García C. Álvaro
García C., Beatriz E.
García de Cuevas, Ginesita
García Hernández, Elena
García Rodríguez, Eleonora
García Torres, Carlos E.
García Y., Janette
García, Ertógar
García, María Ismenia
García, Ramona
Garrido K., Juan P.
Gavidia, Mireya
Georget B. Enrique F.
Gil S., Juan R.
Gil, Carlos
Gómez C., Juan B.
Gómez M., Alejandro
Gómez, Alejandro E.
Gómez, Anahías
Gómez, Iliana
González A., Antonio J.
González B., Fabio B.
González G., Marianela
González Gamboa, Claudia
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(194)
González, Karelia del C.
González L., Oraida M.
González López, Sergio
González Martínez, Gellert A.
González, Dayaneth
González, Dobrudcha
González, Trina
Goyo Ponte, Eric A.
Granados C. Yuraima C.
Grüber de F. Víctor M.
Grüber, Hermann
Guaita V., César A.
Guaita, Ramón A.
Guerrero A., Iberia
Guerrero G., María del C.
Guerrero M., Adolfo
Guillén Vásquez, Jesús M.
Gutiérrez M., Luis M.
Gutiérrez, Jesús
Guzmán, José Alejandro
Henríquez Márquez, Marco
Hensen G., Santos G.
Heredia, Claudia
Hernández A., Miguel A.
Hernández B. Adrián
Hernández C., José J.
Hernández Castillo, Carmen A.
Hernández F. José A.
Hernández N., Yepsaly M.
Hernández T., Alexis M.
Hernández, Carmen
Hernández, Inri
Hernández, Zulay
Herrera L., Bernardino
Herrera, Mariana
Hidalgo R., Rosa M.
Hutchings, Jhen
Infantino T., Carmen
Iribarren, Mariana
Jacote S., Coromoto
Jardín Da Silva, Maritza
Jiménez H., Hadelis S.
Jimeno M., Odahilda
Justiniano, Jacinto
La Cruz, Hortensia
La Riva G., Álvaro
La Roche O., Elisa M.
La Rosa, Frediry
Lanza Lara, Egleé
Lavastida, Zulay
(194a)
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(241)
(242)
140
140
TIERRA FIRME
Leal T. Gregoria
Leal, Luís Enrique
Leal, Víctor Manuel
Ledezma G., Delia
Legón C., Yselda M.
Lehmann de R. Vilma M.
Lenderbor Vidal, Carol
León I., Carlos A.
León M., Gustavo A.
León P., Oscar E.
León, Coromoto Moraima
León, Rosa Virginia
Linares C., José G.
López B., Carmen Zulay
López Brito, Dayana
López M., Anabel C.
López N., Marisela
López Navas, José V.
López R., Deyanira
López, Margarita
Loreto L., Jesús J.
Lovera A., Gladis G.
Lozada C., Pedro M.
Lugo H., Yasser J.
Lugo, Adriana
Luna A., Herbert
Luzzi de R., Paz E.
Machado R., Aída V.
Machado, Norma
Macuare Guaipo, Wilfredo Simón
Malavé Felice, Cristina
Maldonado Ruiz, Edgard A.
Malpica Riobueno, Mirella C.
Manrique R., Cecilia M.
Manzanilla, Ángel
Marcano F., Arturo J.
Marcano R. Odalis M.
Marcano, Luis Manuel
Marco F., Julio C.
Marghella, José Jorge
Marín M., Carmen Xiomara
Márquez A., Norma E.
Márquez B., Gloria I.
Márquez, Walter Enrique
Marrero C., Miriam del C.
Martínez A., Fanny H.
Martínez B., Waldemar J.
Martínez G., Miguel A.
Martínez M., Félix D.
Martínez N., Ana C.
(243)
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(289)
(290)
Martínez R., David J.
Martínez, Ramón A.
Mata Moya, María
Mata, Pedro
Medina G., Gipsy C.
Melchert L., Gustavo
Melo P., Francisco A.
Membrado, Nuria
Méndez B. Deyanira O.
Méndez S., Coromoto A.
Méndez S., Herminia C.
Mendible Z., Alejandro R.
Mendoza, Luis R.
Mendoza, Vestalia J.
Meneses Juari, Antonieta
Meneses. Yamilet
Merjech de A., Manuela C.
Meza H., Carlos A.
Mijares M., Josefina M.
Millán, José I.
Mir Lara, Manuel
Miranda L., Carmen V.
Miranda, Haydée
Molina 0llarve, Yanira J.
Molinares, Liuvys
Monasterios G., Raimundo J.
Monasterios, Adrián José
Moncada A., Samuel R.
Moniz Toledo, Ana Julia
Monteverde R. Elsa
Monteverde, Melania
Montilla, Jonathan Enrique
Montoya, Hilda
Morante O., Iliana
Moreno B., Eva
Moreno de R., Haydée
Moreno M., Juan de D.
Moreno Zapata, Guillermo E.
Mosquera, María Eugenia
Mujica Gómez, Williams del C.
Mundó Rojas, Esperanza Eulalia
Muñoz P., Lionel E.
Muñoz, Pedro J.
Navarro P., Rosa L.
Navas B., Alberto J.
Navas Heredia, Rogel A.
Navas, María E.
Nóbrega, Aracelys J.
Nóbrega, Enrique
Núñez G., Mirfe I.
(291)
(292)
(293)
(294)
(295)
(296)
(297)
(298)
(299)
(300)
(301)
(302)
(303)
(304)
(305)
(306)
(307)
(308)
(309)
(310)
(311)
(312)
(313)
(314)
(315)
(316)
(317)
(318)
(319)
(320)
(321)
(321a)
(322)
(323)
(324)
(325)
(326)
(327)
(328)
(329)
(330)
(331)
(332)
(333)
(334)
(335)
(336)
(337)
(338)
(339)
TIERRA FIRME 141
Núñez R., Juny
Ochoa M., Rigel J.
Ochoa Pacheco, Claudia
Ochoa, Yolinda
Ochoteco, Carlos
Odúber, Fernando A.
Ojeda Franco, Aleida
Olivo H., Ehivory
Orasma, Armando
Oropeza, Tomás Antonio
Orta Álvarez, Solange
Orta D., Elsa V.
Ortega Dávila, Gladys L.
Ortega F., Luis D.
Ortega G., Moisés
Ortega O., Fanny
Ortega Rincones, Eulides
Ortegano, Rafael
Ortiz T., Orlando J.
Ortiz, Coro Venezuela
Ortuño Fernández, Wilmer José
Osorio Pacheco, Luis M.
Pabón, Javier
Pacheco Acosta, Ixia M.
Pacheco Avilán, Mabel
Pacheco Blanco, Wilmer
Padilla P., Cirilo A.
Padrón, Miguel
Páez B., Faber B.
Páez M., Francisco J.
Palacios V., Víctor M.
Palenzuela, Juan Carlos
Parejo H., Henry J.
Pastor N., José A.
Pellegrino, Anunziata
Pellicer P., Luis F.
Peña R., Gustavo J.
Peña S., Luis E.
Peña, José Eduardo
Peralta, José Eli
Perdomo, Juan José
Pereira, María
Pérez A., Xiomara
Pérez D., Noraya J.
Pérez de Reyes, Irma M.
Pérez de V., Sandra C.
Pérez Ferrer, Ventura O.
Pérez M., Ana Y.
Pérez Sepúlveda, Yorgy Andrés
Pérez V., Antonio I.
(340)
(341)
(342)
(343)
(343a)
(344)
(345)
(346)
(347)
(348)
(349)
(350)
(351)
(352)
(353)
(354)
(355)
(356)
(357)
(358)
(359)
(360)
(360a)
(361)
(361a)
(362)
(363)
(364)
(365)
(366)
(367)
(368)
(369)
(370)
(371)
(372)
(373)
(374)
(375)
(376)
(377)
(378)
(379)
(380)
(381)
(382)
(383)
(384)
(384a)
(385)
Pérez, Jeijal
Pérez, Luis Gustavo
Pérez, Melania
Pernalete, Carlos
Pernía M., Juan B.
Pineda V., Gladys A.
Pinto G. Teresa I.
Pinto R., Ángel L.
Pinto Rondón, Nallery de J.
Pinzón Medina, Víctor Ramón
Pires, Yasmín
Poleo, Luis
Quevedo Moreno, Dora
Quijada, María
Quintero, Inés
Quiroz, Yulianny
Rada, Yasmín C.
Ramírez M. José D.
Ramírez Ovalles, Rodolfo E.
Ramos G. José M.
Ramos O., Johanna P.
Rangel G., Abilio A.
Rausseo, José Antonio
Redonda, Roberto C.
Reinales Sánchez, Andrés
Reques 0liveros, Oswaldo J.
Reques, Ligia
Requiniva, Magle
Reverón García, Eloy Enrique
Reyes Guerra, Juan Carlos
Reyes Páez, Víctor Manuel
Rial M., Alicia
Rincón N., Freddy E.
Rito, Baglia Z..
Rivas R., Eurides
Rivero M., Carlos A.
Rivero Pérez, Abraham J.
Rivero, Eduardo
Roa D’Paola, Milcor Beatriz
Roa V., Omar V.
Robles E., Laura M.
Robles, Jesús David
Rodríguez Barazarte, Julián Gerardo
Rodríguez Campos, Manuel
Rodríguez de Gonzalo, María
Rodríguez Dos Santos, María
Rodríguez H., Zenaida
Rodríguez L., José A.
Rodríguez M., Loida A.
Rodríguez P., Francisco
(385a)
(383a)
(386)
(387)
(388)
(389)
(390)
(391)
(392)
(393)
(394)
(395)
(396)
(397)
(398)
(399)
(399a)
(400)
(401)
(402)
(403)
(404)
(405)
(406)
(407)
(408)
(408a)
(408b)
(409)
(410)
(411)
(412)
(413)
(414)
(415)
(416)
(417)
(418)
(419)
(420)
(421)
(422)
(423)
(424)
(425)
(425a)
(426)
(427)
(428)
(429)
142
142
TIERRA FIRME
Rodríguez R., María C.
(430)
Rodríguez S. Pedro
(431)
Rodríguez Silvestre, Lidia del Valle (432)
Rodríguez Villalba, Mercedes Jeannette (433)
Rodríguez, Frank
(434)
Rodríguez, Pedro José
(435)
Rodríguez, Richard
(436)
Rodríguez, Yaruma
(437)
Rojas, Aura
(438)
Román, Carlos
(439)
Romero H., Dora F.
(440)
Romero H., Laura
(441)
Ron Díaz, Trina 0maira
(442)
Rondón, Flor Matilde
(443)
Rosario F., José Miguel
(444)
Ruiz Chataing, David A.
(445)
Ruiz G., Gustavo
(446)
Ruiz O., Nereida M.
(447)
Ruiz P., Harold E.
(448)
Sáez S., María E.
(449)
Sáez, Doris
(450)
Salas Biglia, Milena
(451)
Salas J., Corina
(452)
Salazar Anselmi, José Alberto
(453)
Salazar Bravo, Grecia
(453a)
Salazar Coello, Héctor
(454)
Salazar M., Luisa G.
(455)
Salazar R., Solange
(456)
Salazar Rodríguez, Sheila
(457)
Salazar V., Zalena C.
(458)
Sánchez E., María Ysabel
(459)
Sánchez R. Marta I.
(460)
Sánchez S., Magly A.
(461)
Santaella H. Antonio
(462)
Scarcia, Fulvio
(462a)
Seijas R., Marisela R.
(463)
Sequera, Rodrigo
(464)
Serruya W., Jacob
(464a)
Sidorenko B., Pavel
(465)
Sifontes, Catherine
(466)
Silva S. María S.
(467)
Simao B., María E.
(468)
Siwka de Z., Colette
(469)
Solórzano, Katty
(470)
Sosa de León, Mireya
(471)
Sosa Llanos, Pedro Vicente
(472)
Sotillo J., Cruz C.
(473)
Suárez H., Gustavo E.
(474)
Suárez M,, Henry A.
(475)
Suárez R., Antonio
(476)
Suárez V., Deus E.
Suárez, Ramón 0.
Tejada S., Jaika C.
Toledo A., José G.
Toral Loreto, María del Carmen
Torella, Faustino
Toro Quintero, Erismary
Torres P., Carmen
Torres, Carmen E.
Torres, Niumar
Tovar C., Zailyn M.
Tovar de P., Carmen
Tovar, Marianela
Tovar, Sigrid Marilú
Trujillo G., Andrés E.
Trujillo M. Alfredo
Urbina M., Felipe
Urdaneta S., Gloria
Urquía V. Aída J.
Urquiola J. Irma C.
Vaamonde P., Irma Z.
Vaamonde, Gustavo A.
Valencia B., José B.
Valenzuela, Ángela
Valero Carrillo, Antonio
Valero, Jesús A.
Valladares V., Silvestre
Vallejo Flores, Justo Vidal
Valor, Héctor
Vargas R., Henry J.
Vargas, Lourdes Rosángel
Vásquez Romero, Manuel
Velásquez B., Brígida
Velásquez R., Ana I.
Velásquez R., Ingrid D.
Viamonte Padrón, Jesús Rafael
Viana T., Yudyth E.
Vilchez C., Haydeé J.
Villa López Mireya
Villafañe León, Milagros
Villamizar V., Gladys
Villanera G., José I.
Villanueva, Ángel R.
Villanueva, Irene M.
Villasana M., Anabell
Viloria V., Mariela E.
Vivas Lattronico, Cecilia
Vivas R., Fabricio
Weishaar H., María L.
Yépez C., Germán E.
(477)
(478)
(479)
(479a)
(480)
(481)
(482)
(483)
(484)
(485)
(486)
(487)
(487a)
(488)
(489)
(490)
(491)
(492)
(493)
(494)
(495)
(496)
(497)
(498)
(499)
(500)
(502)
(503)
(501)
(503a)
(504)
(505)
(506)
(507)
(508)
(509)
(510)
(511)
(513)
(514)
(515)
(516)
(517)
(518)
(519)
(512)
(520)
(521)
(522)
(523)
TIERRA FIRME 143
Yépez P., José B.
(524)
Zambrano Alemán, Oliver
(525)
Zambrano Blanco, Alexander Aníbal (525a)
Zambrano Castillo, Javier Ricardo (526)
Zambrano D., Jesús V.
Zambrano G., Cruz I.
Zambrano, Darcy
Ziems C., Ángel A.
(527)
(528)
(529)
(530)
Índice tesis por años
82, 134, 158, 302, 374, 424, 513 = 7
203, 402, 425 = 3
181, 400, 462 = 3
11, 51, 58, 70, 85, 185, 202, 218, 221,
334, 491, 492, 516, 522, 528 = 15
1979: 15, 21, 47, 67, 72, 81, 88, 93, 135, 136,
156, 206, 211, 234, 261, 282, 288, 290,
337, 344, 350, 446, 469, 506, 512, 530
= 26
1980: 40, 52, 166, 184, 256, 296, 300, 389,
427, 449, 478, 511, 521 = 13
1981: 35, 41, 100, 116, 126, 173, 207, 260,
366, 398, 471, 487, 524 = 13
1982: 31, 113, 114, 146, 155, 191, 193, 241,
253, 289, 318, 326, 368, 384, 385, 392,
396, 412, 413, 454 = 20
1983: 45, 122, 162, 174, 187, 199, 215, 231,
250, 279, 283, 309, 325, 336 = 14
1984: 3, 20, 22, 30, 74, 130, 192, 219, 245, 267,
276, 307, 308, 354, 367, 382, 503 = 17
1985: 10, 12, 14, 29, 33, 73, 83, 84, 101, 132,
142, 205, 238, 262, 301, 312, 332, 415,
430, 441, 458, 500, 523 = 23
1986: 5, 6, 78, 92, 163, 248, 259, 266, 333,
339, 357, 448, 497 = 13
1987: 38, 154, 164, 210, 217, 244, 365, 383,
405, 428, 432, 494 = 12
1988: 319, 423, 43, 520 = 4
1989: 8,17, 42, 63, 75, 182, 313, 338, 476 = 9
1990: 115, 118, 120, 128, 141, 183, 246, 277,
407 = 9
1991: 18, 55, 87, 281, 329, 406, 410 = 7
1992: 66, 91, 133, 167, 268, 320, 327, 408,
409, 472, 498 = 11
1993: 108, 144, 157, 305, 363, 417, 484, 514 = 8
1994: 4, 46, 53, 59, 90, 152, 177, 201, 209,
220, 328, 335, 349, 369, 381, 474, 489
= 17
1975:
1976:
1977:
1978:
1995: 16, 19, 48, 76, 94, 102, 124, 127, 137,
143, 160, 172, 303, 322, 330, 372, 373,
393, 411, 421, 431, 467, 468, 490 = 24
1996: 2, 34, 95, 109, 131, 175, 196, 197, 223,
247, 251, 483, 496, 526 = 14
1997: 28, 62, 86, 89, 98, 125, 169, 194, 228,
235, 237, 317, 378, 388, 444, 477 = 16
1998: 23, 57, 61, 117, 171, 179, 212, 222,
229, 299, 316, 331, 341, 420, 438, 440,
452, 470, 510, 518, 519 = 21
1999: 69, 96, 97, 129, 140, 145, 147, 148,
161, 232, 264, 364, 371, 376, 380, 416,
463, 493 = 18
2000: 9, 24, 25, 60, 105, 123, 138, 151, 165,
178, 195, 230, 242, 252, 275, 291, 297,
311, 315, 343, 351, 352, 361, 387, 395,
435, 436, 456, 464 = 29
2001: 39, 64, 99, 112, 121, 139, 150, 200,
214, 225, 257, 284, 342, 353, 356, 434
= 16
2002: 49, 50, 56, 65, 68, 77, 106, 111, 180,
188, 293, 321, 355, 358, 399, 437 = 16
2003: 7, 54, 80, 255, 386, 457, 479, 481, 499
=9
2004: 13, 71, 79, 103, 119, 149, 189, 198,
204, 213, 232, 258, 278, 377, 466 = 15
2005: 1, 32, 36, 37, 44, 104, 176, 236, 254,
269, 272, 292, 324, 359, 383a, 401,
403, 404, 447, 453, 465, 486, 488, 504,
525 = 25
2006: 29a, 37a, 38a, 48a, 52a, 66a, 73a, 74a,
88a, 102a, 116a, 131a, 165a, 175a, 194a,
233a, 243a, 321a, 343a, 361a, 384a,
425a, 453a, 462a, 464a, 479a, 487a,
503a, 525a = 29
Total = 476 tesis
144
144
TIERRA FIRME
Índice de tutoras y tutores
Abdala, Oscar E. (10, 18,
100, 116, 122, 126,
142, 155, 156, 184,
296, 302, 333, 374,
487, 513, 516).
41, 51, 52, 83, 88,
132, 134, 135, 136,
185, 207, 221, 244,
389, 446, 449, 462,
Cesia, Hirsbein (7).
Cunill G., Pedro (92, 166, 223, 260, 300, 335,
392, 427, 471).
Durand, Guillermo (38a, 80, 404, 435, 479a).
Acedo, Carlos (4).
Fernández del Río, Rodrigo (149, 194a, 462a).
Aguilar, Sadia (39).
Gabaldón Márquez, Joaquín (82, 425).
Aizpurua, Ramón (46, 57, 59, 75, 106,
143, 183, 188, 201, 220, 222,
235, 237, 284, 321, 328, 342,
408, 410, 437, 452, 467, 481,
526).
109,
229,
355,
483,
111,
232,
369,
484,
Ascencio, Michaelle (54, 139).
Berglund, Susan (61, 169, 275, 291, 319, 447).
Bernal, Josefina (3, 12, 17, 157, 206, 245, 262,
266, 283, 289, 301, 307, 349, 363, 413,
469, 512, 514, 520).
Beroes, Manuel (489, 490) .
Beroes, Pedro (43, 55, 196, 246, 250, 339, 368,
382, 476).
Gamus, Raquel (327).
Gavilá, Josefina (11, 67, 179, 261, 337, 506).
Georget, Henry (409).
Gómez, Carmen (33, 38, 146, 162, 193, 199,
276, 277, 421, 468, 500).
Gómez, José Bernardo (74a).
González, Antonio (299).
González, María Elena (22, 24, 31, 36, 48, 64,
77, 114, 256, 464a).
Gramcko, Orlando (417).
Hurtado Leña, Miguel (37a, 112, 214).
Izaguirre, Enrique (248).
Brito Figueroa, Federico (402, 491).
Lemmo B., Angelina (158).
Caballero, Manuel (15, 16, 21, 63, 85, 120, 187,
202, 241, 267, 396, 472, 492, 497, 503).
León, Oscar (49).
Cabrera, Elery (88a, 395).
Lovera, José Rafael (60, 84, 172, 182, 257, 470,
519).
Calzadilla P., Pedro E. (2, 37, 44, 104, 116a,
213, 269, 321a, 330, 358, 383a, 486).
López S., Julio (131a, 272, 525).
Luque, Guillermo (175a, 212, 387).
Camacho, Antonieta (30, 86, 97, 101, 103, 125,
133, 205, 252, 297, 310, 312, 316, 343,
361, 381, 458, 498, 510).
Machado de Acedo, Clemy (113, 164, 211, 338,
365, 384).
Camacho, Gladys (177).
Martín, Gustavo (72).
Camps V., Eduardo (58, 70, 89, 95, 137, 178,
192, 194, 210, 225, 253, 317, 406, 431,
511, 528).
Martínez, María Antonieta (98, 127, 161, 197,
228, 268, 315).
Márquez, Gloria (320).
Caraballo, Ciro (124).
Medina Rubio, Arístides (65, 105, 329, 378, 386,
407).
Carrera Damas, Germán (203, 400).
Méndez, Rosalba (28, 117, 195, 303, 474).
Castro, Pedro (138, 20).
Moncada, Samuel (5, 145, 377).
TIERRA FIRME 145
Navas, Alberto (1, 19, 42, 53, 73a, 91, 99, 140,
141, 165, 165a, 175, 180, 198, 200,
209, 258, 278, 311, 322, 343a, 373,
383, 434, 499).
Ruiz Chataing, David (50, 204).
Nóbrega, Enrique (48a, 243a, 466).
Sanz, Víctor (94, 108, 152, 279).
Ojer C., Pablo (81).
Segnini, Yolanda (121).
Pellicer P., Luis F. (56, 176, 254, 324, 403, 465,
479, 487a, 504).
Solórzano, Katty (361a, 384a).
Ruiz, Nydia (352).
Salas Jiménez, Rafael (288).
Pino Iturrieta, Elías (73, 74331, 372, 398).
Strauss K., Rafael A. (45, 62, 151, 171, 230,
231, 251, 292, 353, 359, 380, 388, 436,
438, 440, 453, 456, 464, 488, 493, 496,
503a).
Plá, Alberto J. (93, 521, 524).
Suárez, Henry (52a, 71, 103a, 189).
Quintana, Hugo (119).
Torella, Faustino (233a, 525a).
Quintero, Inés (13, 66, 90, 118, 123, 160, 247,
371, 425a, 401, 457).
Troconis de Veracoechea, Ermila (14, 25, 32,
35, 154, 174, 191, 259, 290, 336, 412,
415, 428, 430, 454, 522).
Peña, Luis (29, 78, 441).
Ramírez Medina, José (115).
Rodríguez Campos, Manuel (34, 40, 47, 181,
219, 255, 318, 350, 354).
Vila, Marco Aurelio (218, 424).
Rodríguez, José Ángel (29a, 79, 232, 236, 264,
453a, 477).
Vivas, Fabricio (66a, 131, 148, 416, 463).
Rodríguez, Luis Cipriano (6, 17, 102, 128, 144,
163, 167, 234, 238, 242, 281, 282, 308,
309, 313, 332, 344, 357, 367, 405, 423,
432, 448, 494, 523, 530).
Romero, Aníbal (87).
Romero, Carlos A. (217).
Villegas, Silvio (376).
Yépez, Germán (9, 23, 27, 68, 69, 96, 150, 293,
305, 341, 356, 364, 393, 399, 411, 420,
444).
Zavarse, Taide (8, 76, 130, 147, 215, 325, 326,
334, 366, 385, 478).
Ziems, Ángel (129, 351, 518).
Ensayo de un Índice Temático
Aborto y sociedad venezolana (1960-1994)
(76)
Academia Militar de Matemáticas, Venezuela,
1830-1879 (24)
Acosta Saignes, Miguel, vida y obra (151)
Adulación, tráfico de influencias, conspiraciones, F. Linares Alcántara, 1892-1958
(315)
Agricultura, Venezuela, 1958-1970 (354)
Agua potable y excretas, Venezuela, 1908-1935
(341)
Agua, Caracas, 1870-1877 (171)
Agua, pleitos de, entre hacendados, Venezuela
(437)
Agua, tierra y poder, en Tocopío, Tapatapa y
Onoto (437)
146
146
TIERRA FIRME
Aguardiente, estanco de (66a)
Artesanía, Caracas, 1873 (203)
Aguardiente y ron, Venezuela (427)
ALALC, primer decenio (282)
Asamblea Nacional Constituyente, Venezuela,
1946-1947 (209);
Alamán, Lucas (2)
Asamblea Nacional Constituyente, 1999 (383a)
Alarife, oficio, Provincia de Caracas (232)
Asentamientos misioneros jesuitas, Orinoco,
1731-1777 (496)
Alemania nazi y Venezuela (296)
Algodón, cultivo (1780-1810), Provincia de
Venezuela (479a)
Aviación militar venezolana, 1920-1947 (83)
Azufre, explotación, 1869-1904 (162)
Alianza para el Progreso (63)
Baire, grito de (37)
Almeida, Alfredo (55)
Banco Caracas, 1890-1958 (4)
Altagracia y San José de Curiepe, 1732-1812
(252)
Barlovento, 1812-1820 (245)
Alumbrado público de gas, Caracas, s XIX (404)
Barrios de Caracas (1941-1945) (243a)
Alzamiento militar, Venezuela, 1-1-1958 (28)
Batllismo, 22
Amazonas venezolano, 1860-1930 (335)
Bebidas alcohólicas, Venezuela, 1898-1999
(255)
Anaco, núcleo petrolero (193)
Baruta, 1753-1810 (299)
Andes venezolanos (31)
Betancourt, Rómulo (187); Betancourt, Rómulo,
política nacional e internacional, 1959-1964
(144); Betancourt, Rómulo, rostro anticomunista de (281)
Andueza Palacio, Raimundo (499)
Biblioteca Nacional, Caracas (33)
Anquilostomiasis, Venezuela, 1927-1941 (69)
Bipartidismo, Venezuela (120)
Anticlericalismo, Caracas, 1936 (145)
Boggio, Emilio, Caracas 1919 (368)
Antiimperialismo (313)
Bolsa de Valores de Caracas, 1947-1999 (178)
Anzoátegui, paisaje petrolero, 1937-1966 (297)
Boves, José Tomás (384a)
Aparato de opinión pública republicano venezolano, 1810-1821 (401)
Boves, José Tomás y su ejército, representaciones de (479)
Appun, K. F., 1849-1858 (330)
Brasil (134)
Aragua (23)
Brasil, Revolución, 1930 (302); Brasil, 19641986 (405)
Análisis histórico e historiográficos, tesis E. de
Historia, 1936-1945 (361)
Araguatos, Avanzados y Astronautas, COPEI
(87)
Briceño Iragorry, Mario (77, 371)
Aranguren Leboff, Antonio, oposición al
gomecismo (377)
Budismo indio, VI y IV a. C. (131a)
Arévalo González, Rafael, ideario del civismo
(196)
Burke, William (352)
Aroa, Yaracuy, de minas a museo (254)
Arquitectura guzmancista (1830-1889) (29a)
Arte moderno latinoamericano (492)
Arte y sociedad, Venezuela, S. XIX (202)
Arte, Venezuela, 1901-1958 (141)
Artes, Caracas (12)
Burguesía marabina (40)
Buscadores de perlas, Nueva Esparta, 1900-1950
(453a)
C.T.V., nacimiento de la (5)
Cabala, la (57)
Cacao, Venezuela (252); cacao, comercio,
Yaguaraparo, 1880-1930 (277); cacao,
Venezuela, 1749-1751 (457)
TIERRA FIRME 147
Café (31); café, crisis años 30, Venezuela (471)
Caucagua (205)
Caldera, Rafael, gobierno de, política exterior,
1969-74 (18)
Caucagua, cofradías religiosas, 1889-1966 (200)
Cama, la; Venezuela, Ss. XVIII y XIX (258)
Caudillo, Venezuela (384a)
Campaña electoral presidencial, 1897, Venezuela
(434)
Caudillismo, América Latina (256)
Capaya (205)
Capuchinos e indios: Cumaná, Llanos de Caracas
y Guayana (488)
Caraballeda (14)
Caraballeda, 1560-1985 (14)
Caucagua, esclavos (1854-1859) (503a)
Caura, región del (166)
Centralismo y Federalismo, Venezuela, 1858 y
1864 (50)
Cerveza en Caracas, consumo, 1870-1900 (416)
Chacao, 1768-1880 (191)
Caracas (1, 12, 13, 29a, 32)
Charallave, ss XVI- XIX (428); Charallave,
1777-1785 (526)
Caracas, conmemoraciones regias, 1788-1808
(321a)
Chejendé (117)
Caracas, Provincia de (13); Caracas, guzmancista y postguzmancista, vida cotidiana (43);
Caracas, transformaciones, 1870-1888
(173)
Chile, 1973-1990 (167)
Chile, 1964-1973 (102); Chile, cobre, Unidad
Popular (309)
Caracazo (140)
Ciegos y deficientes visuales, Venezuela, 19361996 (230)
Carayaca, 1622-1891 (154)
Cimarronaje, Venezuela, 1750-1800 (237)
Cárcel vecinal, Caracas, 1777-1810 (233a)
Cioran, Emile, una visión de la historia (194)
Cárdenas, Lázaro (432); Cárdenas, Lázaro y la
modernización mexicana, 1934-1940 (487)
Ciudad Bolívar, costumbres, tradiciones, 19101982 (231)
Carenero, ferrocarril, 1884-1983 (197)
Ciudad Guayana, 1595-1979 (195)
Caripe, 1734-1988 (407)
Ciudad Universitaria, Caracas (12)
Caroní: electricidad, desarrollo e impacto
ambiental (510)
Ciudades de la Región Centro-Norte Costera,
Venezuela (114)
Carreteras, Venezuela, 1908-1935 (128)
Civilización maya (288)
Carvajal, Fray Jacinto de (158)
Casanare (38)
Clase dominante, estudio de la (30); clase
dominante, fortalecimiento, Venezuela,
(221)
Casanare, anexión de, a Venezuela (s. XIX) (38)
Coche (Nueva Esparta) (35)
Castillo San Felipe de Puerto Cabello, 17201810 (79)
Codazzi, Agustín, la Geografía de Venezuela de
(519)
Castro, Cipriano, gobierno, política exterior
(82); Castro, Cipriano (251); Castro,
Cipriano y Gómez, J. V., política exterior
(179); Castro, Cipriano y su elite política
(204); Castro, Cipriano, antiimperialismo,
1899-1908 (313)
Código de hacienda y política centralizadora,
Guzmán Blanco (498)
Cátedra de medicina, Real y Pontificia
Universidad de Santa Rosa (228)
Cólera, epidemia, 1854-1856 (68); cólera,
epidemia, impacto en Caracas, 1854-1856
(356)
Catia, 1845-1986 (25)
Colegio Nacional de Cumaná, 1834-1857 (310)
Colegio-Beaterio de niñas, Valencia del Rey,
1806-1874 (412)
148
148
TIERRA FIRME
Colombia (64, 113)
Colombia: violencia y educación, 1982-2002
(71)
Comerciantes-financistas, Venezuela, 18701888 (164)
Criptojudíos, América Latina, Ss. XV- XVIII
(134)
¿Crisis de la democracia? Venezuela, 1983-1989
(369)
Crisis económica mundial, 1920 (303)
Comercio cacaotero, región Caucagua-Capaya,
1680-1800 (205)
Cuba, guerra de independencia (37)
comercio de esclavos, Venezuela, 1713-1750
(484)
Cuero, industria del, Venezuela (37a)
comercio y producción, Venezuela, 1939-1950
(219)
Cultura de masas y contra-cultura (476)
Cubagua (35)
Culto y paisaje, Caracas colonial (201)
Comisión Rockefeller y malaria, Venezuela
(420)
Cultura del cuerpo, Venezuela, s XIX (257)
Compañía del Mar del Sur (484)
Cultura venezolana y tecnología importada
(350)
Comprensión de América Latina (491)
Cultura popular venezolana (231)
Comunidades agrarias y política, Venezuela,
1945-1948 (242)
Cumaná, Provincia de, 1830-1840 (520)
Comunistas chinos y soviéticos, relaciones
políticas (253)
De Marmaduke Grove a Salvador Allende, Chile,
1932~1973 (513)
Concepción moral y cultural de la historia, M.
Briceño Iragorry (371)
Del románico al gótico: un cambio de
mentalidad (528)
Concepto de monarquía en el antiguo Israel (53)
Del Viernes Negro a febrero, Venezuela, 19831989 (369)
Concesión Hamilton, Minas del Caroní (289)
Conde de San Javier (457)
condición femenina, Venezuela, años sesenta
(267)
Cumanagotos, resistencia de los (46)
Democracia, neocolonialismo e historia de
Venezuela, 1969-74 (385)
Demografía histórica (114)
Conflicto árabe-israelí, 1916-1973 (215)
Departamento de Venezuela, 1821-1825 (262)
Conflictos sociales, guerra de Independencia,
Venezuela (494)
Derechos ciudadanos y emancipación nacional,
Venezuela, 1810-1830 (363)
Congreso Constituyente de 1830 (112)
Desaparecidos políticos, Venezuela, 1960-1969
(39)
Congresos de Laibach y Troppau (366)
Conocimiento histórico de la ciudad (491)
Constitución Española, 1760-1810 (91)
Constitución de 1961, Venezuela (343a)
Constituciones de 1858 y 1864, Venezuela, (50)
Contraloría General de la Nación, Venezuela,
1938-1948 (61)
Desarrollo habitacional, Venezuela, 1952-1970
(311)
Desastres y emergencias, Caracas, 1875-1885
(32)
Dictadura, de la, a la democracia burguesa,
Venezuela (344)
Control fiscal, Venezuela (61)
Dirección General de Instrucción Pública, 18391847 (156)
Convención Liberal, Venezuela, 1888 (42)
Discurso misional capuchino (488)
Crédito, en la Tercera República, Caracas, 1843
(316)
Discurso político, el, en 1936 (16)
Discurso verdadero contra los cristianos (49)
TIERRA FIRME 149
Distrito de Río Negro, poblamiento, 1842-1852
(456)
Esclavo, su acceso a la justicia, Venezuela
(483)
Distritos Mariño y Ricaurte, Aragua, 19001970 (500)
Esclavos negros, trabajo, Valle de Caracas y
adyacencias (402)
Divorcio y conflicto maritales, Venezuela, 17001829 (324)
Esclavos negros, Valle de Caracas, S. XVIII (402)
Educación Básica (8)
España contemporánea, problema agrario,
1808-1939 (94)
Educación de la mujer, Venezuela (412)
Esclavos, rebeliones, Caribe, 1780-1860 (111)
Educación femenina, Venezuela, 1830-1900
(276)
España, literatura arbitrista (149)
Educación gratuita y obligatoria, A. Guzmán
Blanco (389)
Espiritualidad franciscana, Italia, siglo XIII (70)
Educación socialista en México, 1934-1940
(432)
Educación venezolana, 1830-1837 (221)
España, S. XVII (149)
Espiritualidad, nuevas formas de, Caracas (147)
Estado benefactor: Venezuela, empresarios,
1936-1946 (474)
Egea López, Alberto, 1901-1958 (141)
Estado liberal y rentas públicas, Venezuela,
1830-1848 (349)
Ejército civil y poder autocrático militar,
Venezuela (199)
Estado Libertador, logística del, 1817-1821
(351)
Ejército y soberanía de Venezuela, 1810-1812
(284)
Estado tradicional al Estado democrático, del,
Venezuela, 1936-1948 (85)
Ejército, Venezuela, formación, 1830-1835
(444)
Estado, idea de, Venezuela, 1830 (112)
Ejidos, México (52)
El Cojo Ilustrado y la iconografía venezolanista
(104)
El Hatillo, Miranda (174)
El Salvador (217)
El Salvador, 1932-1985 (163)
Estados Unidos (36, 278)
Estados Unidos y México, relaciones, 19101920 (36)
Estados Unidos, política de, en El Salvador (217)
Etnopsiquiatría (380)
Evangelización (464, 488)
El Tigre (146)
Expansión de las potencias y Venezuela, 18991908 (73)
El Tocuyo, 1945-1960 (177)
Expropiación tierras, 1810-1830 (307)
Elecciones de 1952, Venezuela (367)
Falke, invasión del, 1929 (66)
Electricidad de Caracas (211)
Familia, moral y derecho, Caracas, 1869 (342)
Elite caraqueña, 1799-1800 (7)
Fedecámaras, 1944-1948 (318)
Elites de poder, Venezuela, 1945-1958 (136)
Feminismo, Venezuela años sesenta (267)
Enseñanza de historia de Venezuela (326)
Enseñanza de Historia de Venezuela (441)
Ferraz de Campos Salles, Manuel, presidencia
de, 1898-1902 (122)
Enseñanza de la historia de Venezuela (8)
Fiebre amarilla, 1798-1802 (9)
Enseñanza de la historia tradicional (339)
Fiestas patrias, cohesión, identidad nacional,
Caracas, 1830-1847 (486)
Esclavitud, abolición, Venezuela (503a)
Esclavitud, región de Guayana, 1751-1854 (312)
Fomento económico, Venezuela, 1830-1843
(181)
150
150
TIERRA FIRME
Fotografía, fuente histórica (135)
Fotografía, Venezuela, S. XIX (135)
Guerra Federal en la historiografía venezolana
(90)
Fracaso del civismo, Venezuela, 1888-1892
(499)
Guerra Federal, España y Venezuela, 1859-1861
(34)
Frontera Ruso-China (1969), enfrentamiento
militar (253)
Guerra ruso-finlandesa, 1939-1944 (244)
Fuentes diplomáticas (36)
Guerra, hacienda, control fiscal, Emancipación,
Venezuela, 1810-1830 (472)
Fuerzas Armadas de Venezuela, 1941-1948
(319)
Guerra ruso-japonesa, 1905-1905 (317)
Guzmán Blanco, Antonio (171, 173)
Ganadería, Provincia de Guayana, 1817-1821
(293)
Guzmán Blanco, Antonio, obras públicas y
programa político, 1870-1883 (84)
Ganivet, Ángel (152)
Género, la perspectiva de (109)
Guzmán Blanco, Antonio; Epistolario, 18701877 (17)
Geohistoria (166, 180, 201, 223, 236, 335,
407, 450, 475)
Guzmán, Antonio Leocadio, primer caudillo
civil, 1830-1847 (490)
Geopolítica (38)
Hacienda cañera,
Venezuela (182)
Ghana-Guinea Bissau: dos tipos de lucha (478)
Gilij, Felipe Salvador (218)
Goering, Antón, 1866-1874 (75)
Golfo de Tonkin, crisis (272)
Gomecismo (transformaciones arquitectónicas,
Caracas) (1)
región
norte
central,
Hambruna de 1912, Paraguaná (493)
Herrera Luque, Francisco (139)
Hipismo, Venezuela, 1908-1935 (383)
Historia local (25, 191)
Historia oral (328)
Gomecismo y formación del Ejército Nacional
(530)
Historia regional (157)
Gomecismo, oposición al, casos Angelita, 192324 y Falke, 1929 (377)
Historiografía mexicana (2)
Gomecismo y Panteón Nacional (361a)
Honor femenino, Provincia de Venezuela, S.
XVIII (438)
Gómez, Eustoquio (189)
Gómez, Juan Vicente (357, 383)
Historia y literatura, deslinde (469)
Holanda, República de (1650-1672) (194a)
Gripe española, Caracas, 1918 (118)
Honor, vivencia del, Provincia de Venezuela,
1774-1809 (372)
Grupo Andino y acción integracionista (333)
Humboldt, Alejandro de (7)
Guatemala, violencia, 1978-1988 (223)
Ideal femenino, Venezuela, 1830-1855 (403)
Guayacancito, 1926-1988 (329)
Ideas fascistas, difusión, Venezuela, 1929-1938
(212)
Guayana Esequiba, reclamación venezolana,
1944-1970 (210)
Guerra civil, España (246)
Guerra de Independencia, Venezuela (129)
Guerra de la ex Yugoslavia, organismos internacionales, 1991-1995 (525)
Guerra del Chaco, 1932-1938 (516)
Identidad nacional y educación, Venezuela
(1936-1948) (116a)
Iglesia colonial, Venezuela (201)
Iglesia latinoamericana y concepción política,
1968-1979 (417)
Iglesia y Estado, Venezuela, conflicto, 18701880 (301)
TIERRA FIRME 151
Imagen de Clío en la España de Goya (452)
Italia (70)
Importaciones, sustitución de, y desarrollo,
1960-1970 (21)
Japón (89, 137)
INCE, 1936-1958 (440)
Japón, educación y modernización, 1868-1965
(89)
Incumplimiento de promesas matrimoniales
(438)
Japón, era Showa, 1926-1989 (137)
Independencia comunal, Europa (462a)
J. Boccardo & Cía (37a)
Independencia, Táchira, 1875 (353)
Jovellanos (91)
Influencia militar europea, Venezuela, 19411948 (319)
Juegos lícitos y juegos ilícitos, Venezuela, 17771812 (453)
Influencia militar norteamericana, Venezuela,
1941-1948 (319)
Juicios de Residencia, Provincia de Venezuela
(410)
Injuria, Venezuela, 1700-1810 (465); 18101821 (198)
Jurisdicción capitular, Provincia de Venezuela,
1567-1700 (59)
Inmigración gallega, Venezuela (100)
Juventud Revolucionaria Copeyana, 1964-1968
(87)
Inmigración italiana, Venezuela, 1948-1958
(130)
Inmigración masiva, Venezuela, 1944-1959
(332)
Inmigración, Venezuela, 1948-1958 (337)
Inmigrante y clases dominantes, Venezuela (332)
Institucionalidad, gobierno de Medina Angarita
(206)
Japón, transformación (225)
Ker Porter, Sir Robert (44)
La Asunción, Nueva Esparta, 1525-1593 (229)
La Grita (1830-1840) (66a)
La Guaira (9)
La Guaira, camino carretero, 1830-1870 (236)
La Habana (37)
Instituto “Carolina Uslar de Rodríguez Llamozas”, Venezuela, 1960-1983 (132)
La Victoria, Aragua, 1830-1848 (157)
Insurgencia del 4 de febrero de 1992 (518)
Lavin, John (“Una aureola para Gómez”) (241)
¿Integración económica Latino-Americana?
(282)
Legalismo teocrático y relaciones internacionales (366)
Intolerancia político-religiosa, Caracas, 18101812 (352)
Legionarios británicos en Venezuela, 1818-1821
(388)
Invasión del Falke, 1929 (386)
Ley de Banca Hipotecaria, Venezuela (113)
Inventos, inventores e invenciones (60)
Ley de Hidrocarburos, 1943 (19)
Inversión extranjera, Venezuela, 1960 (374)
Libaneses, Porlamar, 1900-1950 (259)
Investigación, administración de la (20)
Irak (10)
Liberalismo y corriente neoliberal, Venezuela,
1976-1990 (56)
Irak-Irán, conflicto (10)
Liderazgos políticos, Ghana-Guinea Bissau (478)
Irán (10)
Lienzo tocuyo, 1547-1615 (106)
Isla de Aves, conflictos, soberanía (184)
Límites Venezuela y Colombia, 1936-1941
(365)
Isla de Coche, 1950-[1981] (454)
Israel: integración territorial, político y social
(53)
Langosta, plaga de, Venezuela, 1912-1914 (399)
Limpieza de sangre (13)
Linares Alcántara, Francisco (315)
152
152
TIERRA FIRME
Línea Aeropostal Venezolana, 1930-1948 (124)
Lisboa, Consejero Miguel María (54)
Llanos de Caracas (222)
Logia Virtud y Orden Nº 22, Carúpano (421)
Medina Angarita, Isaías (1941-1945),
economía, Segunda Guerra Mundial (322)
Medina Angarita, Isaías, apertura democrática,
1941-1945 (489)
López Contreras, Eleazar (435)
Medina Angarita, Isaías, electricidad en barrios
(243a)
López Contreras, Eleazar, gobierno de,
educación (51)
Medina Angarita, Isaías, reformas electorales
(338)
Los Guayos, Aragua, propiedad de la tierra,
1810-1830 (307)
Meiji, gobierno, 1868-1912 (225)
Lucha armada caudillista en Venezuela (66)
Macarao, pueblo cañero, 1748-1810 (220)
Maine, explosión del (37)
Malaria, 1936-1945 (23); Cojedes, 1936-1953
(393); Maracay, 1926-1935 (420)
Malvinas (6)
Malvinas, conflicto (6, 448)
Maracaibo, agroexportación, 1920 (303)
Maracaibo, sublevación corsarios franceses,
1799-1800 (275)
Marcas de fábrica, de comercio, Venezuela,
1870-1888 (269)
Marcos Pérez Jiménez, Marcos, gobierno de
(12)
Memorial al Rey del Conde de San Javier (457)
método cuantitativo (203)
México (113, 134)
México (36)
México, 1823-1849 (2)
Microhistoria (14, 116, 154, 174, 290, 329,
336, 415, 428, 430, 454, 468, 522)
Mijares, Augusto, obra de (331)
Militarismo, América Latina (185)
Mills, Lady Dorothy (The Country of The
Orinoco, 1931) (321)
Ministerio de Sanidad y Asistencia Social,
Venezuela, 1936-1983 (78)
Misiones Capuchinas, Llanos de Caracas (222)
Margarita (35)
Misiones, Delta Amacuro, S. XX (436)
Marginalidad, a través de la prensa (506)
Modernismo brasileño, 1920-1924 (492)
Márquez Bustillos, Victorino, 1914-1922 (199)
Modernización del Japón y participación del
Estado (511)
Masculinidad, Venezuela (1870-1884) (487a)
MAS, evolución del pensamiento socialista
venezolano (373)
Modernización, Caracas (12)
Modernización, Venezuela (177, 130)
Masonería, Venezuela, 1850-1867 (409)
Modo Asiático o Despótico-tributario de
Producción (Civilización azteca, Ss. XV-XVI)
(62)
Maternalismo e higiene, Venezuela, 1936 (466)
Modo de producción capitalista (40)
Matrimonio y concubinato, Caracas, 1770-1800
(264)
Monagas, estado, 1936-1971 (446)
Masonería, Carúpano, 1894-1935 (421)
Matrimonio, época colonial venezolana (125)
Matrimonio, Venezuela (1700-1821) (525a)
Mayorazgo (101)
Mayoría parlamentaria, Venezuela, 1936-1938
(74)
Medina Angarita, Isaías (19, 80, 206)
Moneda colonial, Venezuela (106, 148)
Monseñor Jáuregui (266)
Morichal, campo petrolero, 1957-1997 (88a)
Movimiento empresarial venezolano, 19441948 (318)
Movimiento obrero urbano en Venezuela, 19361958 (521)
TIERRA FIRME 153
Movimiento obrero venezolano, 1925-1935
(192); 1925-1945 (93); 1945-1948 (5)
Oficiales franceses, Antillas Menores y Tierra
Firme, 1790-1795 (188)
Movimiento pianístico, Caracas, 1870-1920
(119)
Onoto (437)
Movimiento sindical organizado, Venezuela,
1973-1983 (378)
Muerte, la, Venezuela (150)
Opinión pública, Venezuela, y Segunda Guerra
Mundial, 1939-1943 (325)
Oposición indígena a la doctrina cristiana (464)
Muerte, Venezuela, ideas sobre la (72)
Orden jerárquico, Provincia de Venezuela, S.
XVIII (176)
Mujer, auto-imagen (Venezuela, 1940-1970)
(66a)
Oriente venezolano, últimas décadas S. XVIII
(81)
Mujer (109)
ORVE (16)
Mujeres, malos tratos a, Venezuela (1700-1821)
(525a)
P.A.S.I.N., 1980-1984 (441)
Mujeres y Estado (466)
Pacificación y reforma universitaria (Venezuela,
1969-1971) (52a)
Municipio, el (99)
Música del Llano y sus intérpretes, 1950-1990
(292)
Música popular, Venezuela (45)
P.C.V. y 23 de Enero de 1958 (344)
Pacto de Punto Fijo (343a)
Páez, José Antonio, retorno al poder, 18611863 (115)
N. S. de La Candelaria de Chejendé, 1777-1989
(117)
Palestina, historia de un despojo (207)
N. S. del Buen Consejo, Venezuela (131)
Paludismo, Yaracuy (364)
Nacionalidad venezolana, valorización (169)
Panamá-USA, 1904-1977 (48)
Nacionalismo argentino, 1945-1955 (238)
Panteón Nacional, Caracas (361a)
Nacionalismo en la reunificación alemana, 1990
(431)
Paredes, Antonio (105)
Nacionalismo, modernización,
Venezuela, 1936-1964 (77)
tradición;
Napoleón: mito y realidad (108)
Naricual, minas de carbón, 1848-1946 (86)
Neoliberalismo (167)
Nietzsche, una filosofía de la historia (250)
Nigeria, de administración indirecta a República
Federal (334)
Palestina, partición de, y América Latina (464a)
Parque Histórico de Santa Lucía, Venezuela
(172)
Parroquia 23 de Enero, Caracas (290); (311)
Parroquia de El Tocuyo, 1810-1830 (464)
Parroquia La Pastora, Caracas (522)
Parroquia Santa Rosalía, Caracas (415)
Participación política del pueblo venezolano,
1999 (383a)
Novela histórica (139)
Partido Comunista Chino (1921), fundación
(253)
Novela testimonio e historia (382)
Partido Comunista Chino, 1921-1927 (126)
Nuevo Ideal Nacional (214)
Partido Comunista de Costa Rica, 1931-1935
(187)
Nuevo Ideal Nacional, M. Pérez Jiménez, 19521957 (413)
Objetos ceremoniales y cotidianos, uso de, como
representación (176)
Partido Comunista de Venezuela, 1937-1962
(160)
Partido Liberal Amarillo, caída del (42)
154
154
TIERRA FIRME
Partido Republicano Progresista, extrema
izquierda, 1936 (398)
Política indigenista, Guayana, 1830-1915 (133)
Patrimonio histórico cultural, Venezuela,
evaluación (359)
Política sanitaria, Venezuela (118)
Pena de muerte, Venezuela, abolición (18631864) (165a)
Políticos, médicos (Apure, 1831-1838) (73a)
Política internacional, Venezuela, 1929 (386)
Política y petróleo (160)
Pensamiento político venezolano contemporáneo, principales corrientes ideológicas,
1935-1945 (376)
Positivismo y liberalismo, sociedad y educación,
Venezuela, 1866-1895 (387)
Pensamiento realista en el bajo clero, Venezuela
(123)
Prácticas mortuorias, Venezuela, secularización,
1870-1880 (320)
Pensamiento y saber, S. XIII (58)
Preeminencias y privilegios, Venezuela S. XVIII
(176)
Pensamiento, Acción Social e Identidad
Nacional (441)
Pérez Jiménez, Marcos, gobierno de (214)
Prácticas funerarias, Caracas, 1780-1810 (150)
Prensa clandestina, Venezuela, 1948-1958
(514)
Pérez, Carlos Andrés, política exterior EE.UU,
1974-1979 (278)
Prensa venezolana, como fuente (50)
Perla, instrumento de cambio (148)
Primera República Portuguesa, 1910-1926
(155)
Peronismo (238)
Perú (134)
Perú (1968-75) ¿reformismo burgués o una
“tercera vía”? (308)
Peste bubónica, La Guaira, 1908 (305)
Prensa, fuente histórica (145)
Proceso modernizante, Distrito Girardot,
Aragua (500)
Productos forestales de recolección, Guayana
S. XIX (381)
Petare, 1621-1822 (336)
Protesta estudiantil, Venezuela (1963-1993)
(102a)
Petróleo y urbanismo, Venezuela (146)
Provincia de Apure (1831-1838) (73a)
Picón Salas, Mariano (77)
Provincia de Caracas, S. XIX (182)
Piñango Lara, Hermenegildo, 1895-1898 (37)
Provincia de Guayana (496)
Piratería y corso ingleses, Venezuela, 1565-1603
(183)
Provincia de Guayana, política pobladora, 17241776 (143)
Plan de Emergencia, el, y los militares (88)
Provincia de Mérida, 1810-1858 (30)
Planta Siderúrgica del Orinoco, 1946-1980
(268)
Provincia de Venezuela, 1567-1700 (59)
Plaza, Salvador de la, pensamiento político de
(67)
Plebiscito, el, y caída de Pérez Jiménez (497)
Población negra, Barlovento,
socioeconómica (503a)
condición
Proyecto nacional y elite dominante
venezolana, 1830-1847 (519)
Proyectos históricos y sociales (20)
Psicohistoria (116a)
Pueblos cafeteros, transformación de los (471)
Pocaterra, José Rafael (396)
Puerto Cabello (3, 9)
Poesía, fuente histórica (246)
Puerto Cabello, sitio de, 1822 (3)
Policía, Caracas, 1936-1941 (435)
Pulperías, pulperos, pulperas (Caracas, 17701820) (38a)
Política agrícola (400)
Rangel Garbiras, Carlos (98)
TIERRA FIRME 155
Raza y herencia, conceptos, Venezuela (384)
Revenga, José Rafael (1834) (161)
Reclamaciones francesas a Venezuela (179)
Revista Nacional de Cultura e historiografía
venezolana, 1938-1998 (65)
Recursos humanos para el trabajo, Venezuela,
1936-1958 (440)
Revistas venezolanas, 1899-1935 (247)
Reforma Agraria Chilena, 1964-1973 (234)
Revolución burguesa guatemalteca (524)
Reforma agraria mexicana, 1910-1960 (52)
Revolución Libertadora, 1902-1903 (213)
Reforma agraria, España, 1931-1936 (279)
Revolución Mexicana (36)
Reforma petrolera, Venezuela, 1943 (29)
Richard, Carl (121)
Reformas del gobierno indiano, S. XVII (Real
Hacienda) (462)
Riel alemán en Venezuela, 1887-1966 (477)
Reformas sanitarias barrios Caracas (19411945) (243a)
Regeneracionismo español en Ganivet (152)
Región Centro-Norte Costera, Venezuela (114)
Registro Subalterno del Primer Circuito, Las
Mercedes, Miranda (299)
Relación Iglesia-Estado, Andes venezolanos
(266)
Relaciones de Venezuela con Gran Bretaña y
Holanda, 1830-1838 (408)
Relaciones entre Venezuela y Cuba, 1959-1974
(423)
Relaciones Estados Unidos y América Latina,
inicios Primera Guerra Mundial (425)
Religión e ideología (11)
Represión, Venezuela (1963-1993) (102a)
República Árabe Saharavi Democrática (hasta
1986) (175)
República de Colombia, 1821-1825 (262)
República Dominicana, política, 1961-1965
(142)
República Española, alzamiento contra la, 19361939 (449)
Resguardo indígena de Capacho (353)
Resguardo marítimo de su majestad, Venezuela,
1871-1804 (355)
Resguardo marítimo, Provincia de Venezuela,
S. XVIII (235)
Resguardos indígenas, Venezuela, 1810-1830
(307)
Resguardos, transferencia a terratenientes
criollos, S. XIX (458)
Restauración Meiji, 1868-1890 (406)
Rock y su influencia en Venezuela, 1964-1986
(476)
Rojas Paúl, Juan Pablo (499)
Roma, república imperialista (424)
Romanticismo, positivismo Venezuela s. XIX
(469)
Rourke, Thomas (“Gómez tirano de Los
Andes”) (241)
Ruiz, José, masón (447)
Salsa, Venezuela (45)
Salud bucal, odontología, fluoruración, Venezuela
(411)
Samper, José María, pensamiento político,
Colombia (64)
Samurai, los (95)
San Diego de los Altos, Miranda (116)
San Francisco Javier de Agua de Culebras,
Misión, 1709-1781 (97)
San José de Chivacoa, Yaracuy (458)
San José de Guanipa, 1940-1990 (180)
San Pedro de los Altos (471)
Santa Teresa del Tuy (Ss. XVIII-XX) (468)
Santiago de León de Caracas, 1589-1604 (148)
Sarrapia, región del Caura (166)
Secuestro de bienes, Barlovento (245)
Secuestros, confiscación de bienes, Independencia, Venezuela (512)
Segunda Guerra Mundial (169)
Segunda Guerra Mundial y política venezolana
(296)
Segunda República Española (246)
156
156
TIERRA FIRME
Segunda República, el Estado en oriente y
centro-occidente, Venezuela (343)
Tranvía eléctrico, Caracas (165)
Semana Santa, Caracas, 1870-1876 (358)
Tratado Teológico-Político de Baruj de Spinoza
(194a)
Servicio de correos (1859-1869) ruta del sur
(291)
Tratado Torrijos-Carter (48)
Tribunales de Comercio, Caracas, 1843 (316)
Showa, Japón (137)
Trienio, el (5)
Sindicalismo, factor de poder político (503)
Trieste (1295-1369) (462a)
Sistema bancario, Venezuela, 1890-1958 (4)
Sistema capitalista mundial y Venezuela (219)
Trinidad-Tobago y Jamaica, diplomacia
venezolana, 1962-1982 (232)
Sistema democrático, consolidación del,
Venezuela (88)
Trujillo: naturaleza coyca y poblamiento
español (463)
Sistema democrático representativo, Venezuela
(343a)
U.N.R., 1936, el partido de la clase media (523)
Sistema ferroviario, Venezuela, 1870-1900
(283)
Unión Patriótica Militar, Venezuela (136)
Sociedad Económica de Amigos del País (181)
UCV, historia contemporánea, 1958-1998 (138)
Universidad Central de Venezuela, intervención
a la, 1951 (175a)
Soep, Henriette, perseguida judía (328)
Uruguay (1903-1917) (22)
Suburbios caraqueños, S. XIX (260)
Valencia, 1898 (27)
Sufragio femenino, Venezuela, 1943-1945
(425a)
Valores seglares y religiosos, confrontación,
Venezuela s XIX (447)
superestructura ideológica (62)
Venezuela agrícola-exportadora a mineroexportadora, 1900-1950 (15)
Táchira, agroexportación, 1920 (303)
Táchira, invasión colombiana al (98)
Tala, Venezuela, S. XIX (300)
Venezuela colonial, instituciones, burocracia
(127)
Tapatapa (437)
Venezuela contemporánea, 1940-1945 (47)
Teoría organicista de la historia (74a)
Venezuela gomecista, la, en Lady Dorothy Mills
(321)
Teatro caraqueño, 1899-1908 (251)
Teatro, humor y costumbre, Venezuela (248)
Teatro, Venezuela, principios S. XX (248)
Venezuela y Gran Colombia, 1825-1830 (44)
Venezuela, 1984-1992 (518)
Técnica, desarrollo de la (60)
Venezuela, descentralización política, 19891999 (99)
Territorio Federal Delta Amacuro (430)
Venezuela, Independencia (121)
Testamentos del s XVIII venezolano (504)
Testimonios de viaje y vida cotidiana (330)
Venezuela, modificaciones político-territoriales,
1811-1864 (103)
Tiempo: medición, percepción, Venezuela, S.
XVIII (470)
Venezuela, política exterior, EE.UU, 19521958 (327)
Tierras indígenas o resguardos (458)
Venezuela, territorialidad, ganadería y primeros
pobladores (261)
Tocopío (437)
Tortuga del Orinoco (92)
Transgresiones, Provincia de Caracas, 17801800 (380)
Vida espiritual, familiar y material, Venezuela,
S. XVIII (504)
TIERRA FIRME 157
Vida y muerte en la Orinoquia, Ss. XVII y XVIII
(467)
Visita de cárcel, la, Venezuela, 1786-1805 (481)
Vietnam, 1964-1965 (272)
Vivienda de interés social, Venezuela contemporánea (395)
Vietnam, síndrome de, 1977-1982 (217)
Waraos (41)
Vigilancia y seguridad del Estado, J. V. Gómez
(357)
Yaguaraparo (277)
Villavicencio, Rafael (387)
Zulia (40)
Violencia en el Táchira, 1914-1925 (189)
Viruela, epidemia, 1898 (27)
Zulia, microrregiones y paisajes de tráfico, S.
XIX (392)
Viruela, epidemia, Caracas, 1763-1775 (96)
Zumeta, César (73)
Yaracuy (97)
158
158
TIERRA FIRME
Comité Editor:
Arístides Medina Rubio, Pedro Calzadilla Álvarez, Luis Cipriano Rodríguez,
Carlos Viso C., Germán Cardozo Galué, Federico Villalba F., Belín Vázquez,
Manuel Rodríguez Campos, Tarcila Briceño de Bermúdez
y José Ramírez Medina.
Director: Federico Villalba F.
Asistentes a la Redacción: Alexander Torres y Mike Aguiar
Consejo de Redacción:
Cecilia Vivas, Manuel Beroes, Fabricio Vivas, Germán Yépez, Pedro
Calzadilla P., Enrique A. González O., Luisa Rodríguez, David Ruiz Ch.,
Alejandro Mendible, Francisco Javier Pérez, Zalena Salazar y Jorge Bracho.
Coordinador: Lionel Muñoz Paz
Asistente a la Coordinación: Tomás Straka
Traducciones al inglés: Carmen Isabel Rosales
Traducciones al francés: Carmen Isabel Rosales
Corrección: Francia Andrade
Corresponsales en el interior del país:
Magaly Varillas de Báez (Los Teques), Antonio Trujillo (San Antonio
de los Altos), Armando Orasma (Santa Teresa), Sandra Pérez (Maracay),
Luis Rafael García (Valencia), Luis Carruido (San Joaquín),
Luis García Müller (Barinas), Nelson Montiel (Barinitas), Niria Suárez
(Mérida), Néstor Abad Sánchez (Tovar), Gladys Niño (San Cristóbal),
Alexi Berríos Berríos (Valera), Diana Rengifo (Trujillo), Ligia Berbesi
(Maracaibo), Luisa Rodríguez (Barquisimeto), Pedro Oropeza (San Felipe),
Steve Ellner (UDO-Barcelona), Aracelys Morales (Puerto La Cruz),
Giovanis Medina (Cumaná), Ricardo Mata (Carúpano), Francisco Rodríguez
(La Asunción), Carmen Villarroel (San Félix), Juanita Buchollz
(Puerto Ordaz), Ricardo Quero (La Villa), José Aquino (Calabozo),
Manuel Camero (Valle La Pascua), Pedro Pablo Olivares
(San Fernando de Apure).
Diagramación: Daisy Portillo-Jaimes
Impresión: Ediciones Río Orituco, C. A.
Impreso : República Bolivariana de Venezuela
TIERRA FIRME 159
Fundación Tierra Firme
La Fundación Tierra Firme es una institución sin fines de lucro, destinada
a fomentar el desarrollo de los estudios históricos de nuestro país y especialmente
los estudios históricos regionales y locales. El vertiginoso desarrollo que en los últimos
años ha observado esta parcela del conocimiento histórico, ha planteado la urgencia
de crear las instancias organizativas y financieras necesarias para darle continuidad
a este intenso proceso de rescate de la memoria histórica de las regiones y las
localidades venezolanas.
El proceso de investigación se entiende, en este caso, estrechamente
articulado con la enseñanza en los niveles básico y diversificado, partiendo de la
importancia de que los educandos conozcan, no sólo la historia de la nación
venezolana como totalidad, sino también lo acontecido en sus respectivos espacios
regionales y locales.
Es pertinente mencionar el hecho de que en la actualidad los estudios
históricos regionales y locales han adquirido mucha importancia en todas partes
del mundo, y Venezuela se ubica junto con México, entre los países líderes en lo
referente a la producción de este tipo de conocimiento histórico en América Latina.
La Fundación sin fines de lucro Tierra Firme persigue alcanzar los
siguientes objetivos:
1° Promover, estimular y realizar la investigación de la historia de
Venezuela y en particular la referida a los procesos históricos
regionales y locales, así como también su discusión y divulgación en
los medios académicos, docentes y culturales del país, con el propósito
de facilitar la comprensión de las especificidades regionales.
2º Estimular la consolidación y el progreso de las regiones, los estados,
las parroquias, los municipios y las localidades que constituyen al
país, todo como partes de un conjunto armonioso y coherente.
3° Auspiciar la publicación de la Revista Tierra Firme, revista de historia
y ciencias sociales, como órgano principal de difusión de las
investigaciones que adelanta la Fundación así como de otras
investigaciones auspiciadas y realizadas en otras instancias
institucionales.
4° Contribuir con la ampliación de los conocimientos acerca de los
movimientos históricos regionales y locales con el objeto de fortalecer
la enseñanza en la Escuela Básica y Diversificada en lo relativo a los
ritmos históricos propios de cada región y de cada localidad.
5° Estimular la formación especializada de maestros y profesores en los
asuntos atinentes a la investigación y la enseñanza de la historia de
sus comunidades y entidades federales. En ese sentido la Fundación
contribuirá con la divulgación del conocimiento en manuales
adaptados a los requerimientos de la enseñanza básica y diversificada.
6° Contribuir con el mejoramiento del conocimiento histórico del país, a
través de los procesos regionales.
7° Contribuir con la difusión de los nuevos conocimientos que están
apareciendo en los espacios historiográficos venezolanos.
160
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TIERRA FIRME
NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ORIGINALES
Tierra Firme, revista de historia y ciencias sociales, es una publicación trimestral dedicada
a la investigación científica en el área de las ciencias sociales y en particular a la historia. En
ella se publican artículos e informes que pueden ser: investigaciones concluidas, investigaciones en proceso y estudios analíticos, así como reseñas y comentarios.
El comité editor y el consejo de redacción de la revista han establecido una serie de
normas y criterios para la publicación de los trabajos que damos a conocer a nuestros
colaboradores:
1.- Los trabajos deben ser inéditos y nunca con más de treinta (30) cuartillas.
2.- Todos los trabajos irán precedidos de una hoja en la que figure el título del trabajo, el
nombre del autor o autores, así como un minicurrículum de éstos. Debe señalarse la
situación académica de los autores y su teléfono y dirección. En esta página precedente
se incluirá también un resumen no mayor de quince (15) renglones y una lista de palabras
clave.
3.- El consejo de redacción revisará en primera instancia los originales y seleccionará, si es
necesario y de acuerdo con el tema, a dos miembros del comité editor o a dos expertos
en la materia, quienes efectuarán una nueva revisión. En todo caso, la junta de arbitraje
decidirá sobre los trabajos.
4.- Las colaboraciones deberán presentarse, en lo posible, en diskette y dos (2) originales,
a doble espacio, 28 renglones y con un margen de tres (3) centímetros de cada lado del
papel. El autor o autores deben estar identificados.
5.- En cada cita deberá hacerse referencia a su fuente dentro del texto en el cual aparece;
por ejemplo: (Núñez, T., 1975: 24). Al final del artículo o informe se darán las fuentes
bibliográficas o hemerográficas completas, en orden alfabético de autores, observando
las siguientes normas:
5.1. Libros: Apellido e iniciales del nombre del primer autor. Apellido e iniciales del
nombre de cada coautor. Título del trabajo subrayado y en mayúscula la letra inicial
de las palabras que no son elementos de enlace. A continuación separada por una
coma, la ciudad en la cual se encuentra la editorial, luego de dos puntos, la editorial
y finalmente, separado por coma el año de la publicación. Ejemplo:
Stepam, A. y D. Rock; The Military in Politic, Stanford University Press, 1980.
5.2. Artículos: Apellido e iniciales del nombre del primer autor. Apellido e iniciales del
nombre de los coautores, título del trabajo con mayúscula, la letra inicial de las
palabras que no son elementos de enlace y todo entrecomillado, nombre de la revista
subrayado, volumen y año, número y páginas. Ejemplo:
Cunil Grau, Pedro; “Geohistoria Ambiental y expoliación de recursos naturales en la
Venezuela pre-petrolera”. Tierra Firme. Vol. VI, (1988), Nº 24, pp. 327-344.
6.- Las pruebas de imprenta no serán enviadas a los autores para su corrección final. Dichas
correcciones se harán por el consejo de redacción, y el equipo de corrección.
7.- No se devolverán originales.
8.- Los puntos de vista expuestos por los autores no corresponderán necesariamente con
los de los editores.
La revista mantiene una sección dedicada a noticias relacionadas con la actividad
científica desarrollada durante el año. Por ello, se agradece a los organizadores y responsables de congresos, jornadas, simposios u otra actividad de índole científica, ponerse en
contacto con nosotros a fin de incorporar las informaciones correspondientes.
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