TIERRA FIRME 1 22 TIERRA FIRME TIERRA FIRME TIERRA FIRME 93 revista de historia y ciencias sociales Tierra Firme. Caracas, Venezuela, Vol. XXIV, N° 93, Enero-marzo, Año 2006 Doctor Julio César Salas, fallecido en Mérida el 15 de abril de 1993. Estudios Americanistas del Dr. Julio César Salas. Impreso por Cooperativa de Artes Gráficas, Caracas, 1934. 3 44 TIERRA FIRME TIERRA FIRME Revista de historia y ciencias sociales Agradece el auspicio financiero del Fondo Nacional de Ciencias, Tecnología e Innovación (FONACIT) y del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) Los trabajos publicados en Tierra Firme aparecen reseñados en: Social and Human Sciencies Documentation, Unesco, París; Clase, Departamento de Biblioteca Latinoamericana, México; Word List of Ciencies Socials, Unesco, Francia; Sociological Abstracts, UCLA, Estados Unidos y Revista Interamericana de Bibliografía, O. E. A., Washington, Estados Unidos. TIERRA FIRME. Revista trimestral arbitrada. TIERRA FIRME TIERRA FIRME, Caracas, Venezuela, Vol. XXIV, N° 93, Enero-marzo, Año 2006 SUMARIO Presentación 5 Salas escribe sobre Tolstoi. Entre ideología y literatura Francisco Javier Pérez 9 Libertad política y libertad económica: bases de la civilización moderna 19 Catalina Banko Venezuela y lo indio, en pasado y presente... Rafael A. Strauss K. 29 De la etnoescatología a la etnogénesis: notas sobre las nuevas identidades étnicas 37 Antonio Pérez Las calzadas o terraplenes prehispánicos de los llanos de Barinas en Etnografía de Venezuela 57 Otilia Rosas González La historia de la Tierra Firme: el reto del dato etnográfico y arqueológico 67 Kay Tarble Una mirada a la historia, el progreso y el trabajo en el ideario de Julio C. Salas 79 Marielena Mestas Pérez Continuidad socio-cultural Caribe-Kari’ña en Tierra Firme de Julio César Salas 93 Horacio Biord Tesis de la Escuela de Historia, Universidad Central de Venezuela, 1975-2006 103 Rafael A. Strauss K. 5 66 TIERRA FIRME TIERRA FIRME REVISTA DE HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES Caracas, Venezuela Fundada en 1983 1983 - 2006, Números 1-93 ISSN: 0798-2968 Depósito Legal pp. 198302DF882 TIERRA FIRME REVISTA DE HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES PUBLICACIÓN DE LA FUNDACIÓN TIERRA FIRME Av. El Cortijo, Quinta Vitalia Nº 79 Los Rosales, Caracas Teléfonos: 693.50.01 - 693.50.92 Correo electrónico: [email protected] Apartado Postal 47.687 Caracas, 1041-A, Venezuela Correo Aéreo Un año, cuatro volúmenes. Venezuela: Suscripción normal: Bs. 20.000,00 Suscripción de apoyo: Bs. 40.000,00 Extranjero: América Latina, USA, Europa y otros Continentes: US $ 80,00 TIERRA FIRME 7 PRESENTACIÓN Julio César Salas, en pasado y presente1 ¡Que rincón académico más apropiado que esta excepcional revista venezolana para hacer un homenaje a Julio C. Salas! Algunos se preguntarán por qué, podemos contestarles, para comenzar, que uno de sus más renombrados libros se titula también Tierra Firme (1908), como este espacio en el que hoy se dedica este número especial al estudio de la obra y el pensamiento de tan acucioso investigador, etnólogo y filósofo, quien naciera en Mérida (Venezuela) en el año de 1870. Podríamos decir de Salas que era, además, abogado, profesor universitario, historiador, sociólogo, lingüista, etnohistoriador, en fin, mejor sigamos el ejemplo del profesor Mario Sanoja cuando nos dice que “Salas fue fundamentalmente un científico social para quien el hondo conocimiento de las raíces históricas del pueblo venezolano, constituía el episteme fundamental de su reflexión política sobre la sociedad contemporánea de nuestro país” (Sanoja, 1997: 7). Y, como ciudadano, tuvo una gran preocupación por esa Venezuela sumida en la dictadura gomecista, en la miseria, el analfabetismo, en la barbarie, asumiendo tal posición crítica ante aquello que muy pocos de sus contemporáneos se hubiesen atrevido. Sus estudios los dirigió entonces, a la búsqueda de explicaciones y de soluciones a los problemas que se presentaban ante semejante escenario. Hoy día podemos ver todo esto plasmado en su basta obra, la publicada y la inédita. Muchas décadas pasaron luego, para que en el año de 1996, casi 70 años después de su desaparición física (1933), se constituyera la Fundación Julio C. Salas impulsada por un nutrido grupo de personas, entre las que se encontraban investigadores de diversas áreas, intelectuales, artistas, educadores y escritores, que consideraron necesario la divulgación de la obra de Salas. A partir de entonces, se activaron varios frentes de difusión, como las reediciones y distribución de sus libros, la apertura del premio a la investigación sobre la obra de Salas, así como reuniones de investigadores citados en los coloquios para discutir y analizar su aporte. El primero de estos coloquios se realizó en la ciudad de Mérida, en 1997, gracias a los auspicios de la 88 TIERRA FIRME Universidad de Los Andes, la Gobernación del estado Mérida, la Biblioteca Tulio Febres Cordero y el CONAC . En Maracaibo, en 1999, se llevó a cabo el segundo evento, contando esta vez con el respaldo de la Universidad Católica Cecilio Acosta, la Dirección de Cultura del estado Zulia y el CONAC. El III coloquio se efectuó en Caracas, en el año 2001, en la Universidad Central de Venezuela en el marco del LXIII aniversario de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, con el apoyo del Ateneo de Caracas, el CONAC y el Archivo General de la Nación. En aquella oportunidad, los privilegiados oyentes pudimos disfrutar de las intervenciones y discusiones de altura de Esteban Emilio Mosonyi, Adelina Rodríguez Mirabal, Michel Mujica, Beatriz Bermúdez, Tulio Hernández, Catalina Banko, Antonio Tinoco, Kay Tarble, Rafael Strauss y Francisco Javier Pérez, entre los ponentes. El evento fue propicio para abrir un nuevo espacio con la exhibición del video de Beatriz Bermúdez, Amazonas, territorio y derechos indígenas (1999). De entre aquellas ponencias presentadas, hoy se publican seis en la revista Tierra Firme. El lector encontrará que cada una aborda distintos temas y problemas en torno a la obra de Salas, sobre temas estudiados por él o sobre el personaje propiamente. A medida que vamos pasando las páginas de este volumen, encontramos nuevos elementos y problemas o “nuevas miradas” en los libros de Salas. A propósito, deberíamos decir los libros publicados, ya que gran parte de su obra está aún en los “cajones”, es decir, inédita. Afortunadamente, contamos con el trabajo incansable de Francisco Javier Pérez2, quien lleva ya varios años estudiando la obra de Julio C. Salas y, en este volumen, nos revela una parte de ese material inédito, con el texto “Salas escribe sobre Tolstoi. Entre ideología y literatura”. Interesante verdaderamente porque, hasta lo que sabíamos, Salas no se había interesado por la literatura. Luego de ese abrebocas, nos topamos con la ponencia de Catalina Banko3. La historiadora hace un agudo análisis de Civilización y Barbarie ([1919] 1998), donde el autor afirmaba que la base fundamental para el progreso y la modernización de la estructura productiva nacional estaba en la consideración de la libertad económica y política. Leído así, sin fijarnos en la fecha de su publicación y el contexto que se vivía en la Venezuela gomecista, se podría pensar que es un planteamiento acorde con nuestro días. La vigencia de los análisis, las hipótesis, los planteamientos, en general, de Salas, se ponen de manifiesto a lo largo de este número, como lo demuestra Rafael Strauss4 en su trabajo Venezuela y lo indio, en pasado y presente…; ya sólo con el título, este etnohistoriador nos enfila hacia uno de los temas de reflexión de Salas “la percepción de lo indio”, como nos dice Strauss, para la conformación de un proyecto de identidad nacional. A propósito de esto, seguimos con De la etnoescatología a la etnogénesis: notas sobre las nuevas identidades étnicas, ponencia TIERRA FIRME de Antonio Pérez5, abordando “el tema de las viejas/nuevas identidades étnicas en su contexto temporal”, para adentrarse en la resurrección de pueblos indígenas que se creía extintos y la aparición conexa de nuevos grupos que se autoidentifican como indígenas; en este sentido, pasa a discutir sobre los casos venezolanos como la etnogénesis de los timoto-cuicas y los chaima. El trabajo que continúa es Las Calzadas o terraplenes prehispánicos de los Llanos de Barinas en Etnografía de Venezuela, escrito por esta servidora, Otilia Rosas González6. En ese importante libro, escrito por Salas en 1921, pero que salió a la luz pública en 1956, el investigador analizó algunos de los problemas antropológicos y arqueológicos dominantes en su tiempo, llegando a conclusiones o lanzando algunas hipótesis que derrumbaban las de otros eminentes investigadores contemporáneos o anteriores a él. Gran parte de los datos que utilizó provenían de fuentes etnohistóricas, las cuales, él mismo aconsejaba no debían tomarse al pie de la letra o ciegamente, si no, que debían cotejarse con otras, e insistió en la importancia de la utilización de otro tipo de fuentes complementarias. Uno de los temas que trató Salas en Etnografía de Venezuela fue el de las Calzadas y los cerritos de los indios que se encuentran en los Llanos venezolanos. Las conclusiones a las que el autor llegó nos dejan sorprendidos por la precisión de sus aseveraciones o las coincidencias que hallamos con las resultados de muchas investigaciones llevadas a cabo en la actualidad. 9 Y precisamente acerca de la relevancia de la evidencia documental y la artefactual en la comprensión de los procesos históricos, escribió Kay Tarble7, con su ponencia La Historia de la Tierra Firme: el reto del dato etnográfico y arqueológico, con el cual se cierra el presente volumen. De manera concisa, Tarble va analizando y discutiendo la importancia del dato etnográfico, etnohistórico y arqueológico, como Salas lo planteó en su obra Tierra Firme (1908), así como la necesidad de cotejar las diferentes fuentes históricas. A partir de aquí, encuentra que es un reto para el investigador, el integrar exitosamente las fuentes de índole diversa como la tradición oral, el mapa, artefactos arqueológicos y documentos escritos; Tarble ilustra su exposición tomando ejemplos de su propia investigación que ha desarrollado en el Orinoco medio. El cierre de esta entrega lo dejamos a María Elena Mestas Pérez y a Horacio Biord, que tratan temas vinculados con las ideas de historia, progreso y trabajo, y con la continuidad sociocultural Caribe-Kar’iña en Tierra Firme, respectivamente. Para finalizar estas líneas, ya no queda más que invitar a todo aquel que no esté familiarizado con la obra de Julio C. Salas, a que se nos una leyendo críticamente los trabajos presentados en Tierra Firme, así como ir, luego, a la fuente primaria, a los libros de este agudo, inteligente y sensible merideño, “ejemplo de civismo, sabiduría y virtud”7. Otilia Rosas González 10 10 TIERRA FIRME NOTAS 1 Investigador y docente de la Universidad Católica Andrés Bello; Individuo de Número de la Academia de la Lengua. 2 Investigadora y docente de la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela. 3 Director de la Escuela de Historia de Universidad Central de Venezuela. 4 Investigador de la Fundación Kuramai, en España. 5 Investigadora y docente del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Simón Bolívar. 6 Investigadora y docente de la Escuela de Antropología de la Universidad Central de Venezuela. 7 Briceño Ferrigni, 1997: 10. REFERENCIAS CITADAS Briceño, G. (1997). “Julio César Salas, bosquejo de un olvido”. En: Julio C. Salas: Etnografía de Venezuela. (Estados Mérida, Trujillo y Táchira). Los Aborígenes de la cordillera de los Andes. Mérida, Universidad de Los Andes– Academia de Mérida, 5-10. Salas, J. (1997ª). Etnografía de Venezuela. (Estados Mérida, Trujillo y Táchira). Los Aborígenes de la cordillera de los Andes. Mérida, Universidad de Los Andes– Academia de Mérida. Salas, J. (1997b). Tierra Firme. Venezuela y Colombia. Etnología e Historia. Caracas, Fundación Julio C. Salas. Salas, J. (1998). Civilización y Barbarie. Estudios sociológicos americanos. Caracas, Fundación Julio C. Salas. Sanoja, M. (1997). “Prólogo”. En: Julio C. Salas: Tierra Firme. Venezuela y Colombia. Etnología e Historia. Caracas, Fundación Julio C. Salas – CONAC. Video: Amazonas, territorio y derechos indígenas (1999). Coordinación y post-producción por Beatriz Bermúdez y Virginia Rojas; Guión de Darío Moreno; auspiciado por la Oficina de Derechos Humanos del Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho, estado Amazonas. TIERRA FIRME 11 Tierra Firme. Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 9-17, 2006 Salas escribe sobre Tolstoi. Entre ideología y literatura FRANCISCO JAVIER PÉREZ UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO RESUMEN: En contadas ocasiones Julio César Salas (1870-1933) se ocupó de literatura. Concentrado en sus estudios etnohistóricos, sociológicos y lingüísticos y disciplinadamente esclavo de sus metas científicas, no pudo satisfacer, sino accidentalmente, otros intereses que a su prodigiosa personalidad e intelecto llamaban, aunque con sones débiles o distantes. El sentido de este estudio, en vista de las anteriores circunstancias, será enfocar la mirada sobre un aspecto tan borroso en la obra y mentalidad de este hombre de estudio. Siempre moviéndonos en las aguas literarias de la producción periférica en Salas, ocupan capítulo muy productivo el de su correspondencia personal. Aunque no se referencia ninguna carta propiamente escrita a un creador literario, se encuentran, sin embargo, muchas a escritores científicos, historiadores y hombres de letras en general. La nómina venezolana de estos corresponsales resulta notabilísima: Caracciolo Parra, Amílcar Fonseca, José E. Machado, Emilio Constantino Guerrero, Lisandro Alvarado, Américo Briceño Valero, Pedro Manuel Arcaya, Víctor Manuel Ovalles, Manuel Landaeta Rosales y, entre otros, Bartolomé Tavera Acosta. PALABRAS CLAVE: Salas, Literatura, Etnohistoria, Venezuela. F ueron muy escasas las oportunidades en que Julio César Salas (1870-1933) se ocupó de literatura. Concentrado en sus estudios etnohistóricos, sociológicos y lingüísticos y disciplinadamente esclavo de sus metas científicas, no pudo satisfacer, sino accidentalmente, otros intereses que a su prodigiosa personalidad e intelecto llamaban, aunque con sones débiles o distantes. Es así como, apenas, podemos hoy proponer la consideración de unas pocas piezas dedicadas a materias literarias y de unos pocos episodios que transitan tenuemente los universos de la ficción, la creación literaria o la crítica. El sentido de este estudio, en vista de las anteriores circunstancias, será enfocar la mirada sobre un 12 12 TIERRA FIRME aspecto tan borroso en la obra y mentalidad de este hombre de estudio. Ciertamente, unos pocos títulos en esta dirección aparecen reseñados en el catálogo de sus obras inéditas. La primera consideración, es que para Salas el texto literario constituye, en su mirada de científico, una fuente para el estudio histórico, sociológico o lingüístico. En sus obras nos tropezamos con referencias a muchos libros de la literatura clásica española que le proveen de riquísimos materiales para sus trabajos lingüísticos. Sus intenciones sobre el particular se reúnen en un estudio inédito que dedica al Arcipreste de Hita: Arcaísmos del siglo XIV. Notas tomadas del Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita (Carpeta 45, Nº 170). Lo componen dieciocho folios manuscritos encontrados entre sus papeles póstumos. En otro orden de reflexión, Salas emprende con la parquedad anotada, algunos trabajos de crítica literaria. El catálogo de su obra inédita nos ofrece, al menos, dos referencias de mención especial. Se trata, la primera, de un estudio sobre el novelista canario Pérez Galdós: Letras españolas. Don Benito Pérez Galdós (Carpeta 45, Nº 174); mientras que la segunda se dedica a ofrecer el Perfil de Doña Emilia Pardo Bazán (Carpeta 56, Nº 230)1, la más esclarecida escritora de las letras españolas del siglo XIX, admirada y repudiada. Si nos fijamos con atención, veremos que la escogencia de estos autores no es casual, sino, como veremos un poco más adelante, responde a un intencionado interés de Salas por acercarse a los escritores de su tiempo, escritores del realismo literario, que le permitían entender los procesos de desigualdad que, desde el universo de la ficción, parecían ordenarse con más claridad en la tarea de auscultar a las sociedades burguesas del siglo XIX. Por último, en este orden descendente de consideración, el catálogo de sus trabajos inéditos nos informa sobre la existencia de escasas piezas de creación literaria. Serían, al menos, dos textos poéticos los que se consignan: 1) Alma indiana (Carpeta 45, Nº 171), un folio mecanografiado, fechado en 1918; y 2) Silva Indo-Hispánica (Carpeta 45, Nº 173), tres folios mecanografiados, sin fecha. Asimismo, pequeñas narraciones y textos de estirpe tradicionalista (mitos y leyendas), completan el cuadro de los escritos literarios de Salas (véase carpetas 56 y 57). En su mayoría, estos textos estaban destinados a formar parte de una obra que Salas elocuentemente titularía: Tiempo perdido, reunión de sus propuestas literarias, diarios y memorias. Siempre moviéndonos en las aguas literarias de la producción periférica en Salas, ocupan capítulo muy productivo el de su correspondencia personal. Aunque no se referencia ninguna carta propiamente escrita a un creador literario, se encuentran, sin embargo, muchas a escritores científicos, historiadores y hombres de letras en general. La nómina venezolana de estos corresponsales resulta notabilísima: Caracciolo Parra, Amílcar Fonseca, José E. Machado, Emilio Constantino Guerrero, Lisandro Alvarado, Américo Briceño Valero, Pedro Manuel Arcaya, Víctor Manuel TIERRA FIRME Ovalles, Manuel Landaeta Rosales y, entre otros, Bartolomé Tavera Acosta. 13 y por la posibilidad de entenderlo como paradigmático en este crisol de direcciones que, claro está, por la admiración estética que su obra sea capaz de generar. Es en este marco de referencias y de intereses entremezclados, en donde lo literaEs posible sentir en este escrito un aroma rio es fuente etnográfica, en unos casos, y en aprobatorio de los fundamentos de las ideologías otros, objeto central del trabajo de creación, es emergentes en el panorama mundial después donde queremos colocar el de la Revolución Rusa, de artículo que Salas Concentrado en sus estudios las que el célebre noveescribe sobre León Tolstoi. Lo titula: etnohistóricos, sociológicos y lista fue un adelantado por su capacidad de León Tolstoy y sus lingüísticos, y reflejar las profundas obras y con él da disciplinadamente esclavo de contradicciones que las comienzo al número sus metas científicas, Julio motivaron: cuatro de su revista De Re Indica, último César Salas no pudo satisfacer, Sin que dejemos de condenar los excesos de de los publicados, sino accidentalmente, otros los revolucionarios rusos, correspondiente a que la tea incendiaria y intereses... la metralla derribaron la junio de 1919, cummás grande autocracia plidos apenas, nueve moderna, es necesario considerar que las años de la muerte del escritor ruso. Otra turbas bolshevikis representan las más radicales teorías políticas, que jamás hayan conexión cronológica que no puede pasarse sido proclamadas ante la faz del mundo por alto, en vista de las ideas que está después de Cristo, Budha y Confucio; larga proponiendo para su discusión, es que el texto y dolorosa gestación en la mente de un pueblo de las ideas de Tolstoy y de Gorki, de Salas se publica, en pleno furor de los filósofos que hacen pensar profundamente hechos, a escasos dos años de la Revolución en lo mentiroso de la evolución social o del Bolchevique de 1917 y, exactamente, a uno del progreso, cuando no se basa en las eternas leyes de la justicia y del amor, que deben asesinato del Zar Nicolás y de toda la Familia privar en las relaciones de los hombres y Real, ocurrida en julio de 1918. que son la única fuente de la felicidad El texto de Salas quiere poner en circulación un ramillete de planteamientos en torno a la justicia social, al problema de las desigualdades, a la posesión latifundista de la tierra y al ejercicio de una religiosidad bondadosa y honesta, resultado de un verdadero misticismo y de un cristianismo auténtico. La escogencia recae en Tolstoi, entonces, más por razones ideológicas humana (Salas 1919: 105). Todo el alegato argumental de Salas va a descansar sobre el ideal socialista y utópico de la igualdad entre los hombres. Anhela un tiempo privilegiado, una edad de oro, que debe llegar para que la Humanidad alcance su definitivo equilibrio de justicia, de oportunidades y de reparto de las cuotas de felicidad. Arremete en 14 14 TIERRA FIRME contra de la más gráfica de las desigualdades: la del reparto de la tierra. Para explicarnos su pensamiento construye, como uno de sus hábitos de estudioso, a la metáfora. Dirá que los desequilibrios en la reparticiones de la tierra cultivable sería equivalente a que unos pocos fueran los poseedores del aire, del agua o del sol y que, como tales, administrarán estos dones divinos: Si algo irrazonable existe en la historia de la humanidad es que un hombre esté facultado por las leyes para poseer más tierras de las que puede cultivar, pues siendo como son limitados los terrenos cultivables productores de frutos y alimentos imprescindibles para la vida humana, como el aire, el agua y el sol, que en cantidad ilimitada y gratuita están a la disposición del hombre, resulta por esa causa monstruoso, no sólo el acaparamiento excesivo del suelo cultivable, sino hasta la misma propiedad exclusiva de la tierra, aunque sea limitada (Salas 1919: 106). Estas ideas que lo constituyen, en un sentido, en un abanderado venezolano de una ideología de la igualdad, en otro, hace de Salas un reformador al que todo reaccionario al progreso de las sociedades debe oponerse. Pronunciadas en la Venezuela agrarista, latifundista y gendarmenecesarista de comienzos del siglo XX, deben haber tronado como invectivas en muchos oídos desacostumbrados a estos discursos. Viniendo, además, de un cultor de la tierra, y en cierta medida parte de la estirpe, como era Salas, deben haber sido tomadas con un recelo que promediaba la intranquilidad. Era, por qué dudarlo, un enfrentamiento con el poder y con el orden establecido. Aunque en otro cuadro de referencias, las palabras de Tolstoi también hicieron mella en los oídos acostumbrados a perpetuas sorderas en la Rusia de finales del siglo XIX. La figura del escritor ruso le permite trasladar la observación de la propia realidad en la observación del otro. Asimismo, reflejar en el análisis del otro la propia situación que quiere recalcar y difundir, casi, propagandísticamente. Trabajo, libertad, igualdad, fraternidad, religiosidad y tolerancia son algunos de los ideales a ser alcanzados en las nuevas sociedades en la mentalidad progresista de Salas. Busca, entonces, estos marcadores ideológicos en la producción literaria de Tolstoi y, muy especialmente, en su actuación pública y en su liderazgo popular. No puede ser más explícito, en esta materia: Cada libro de Tolstoy plantea y resuelve un problema social [...] proclaman la dignidad y la libertad del hombre y condenan junto con la servidumbre de la gleba la domesticidad asalariada. Ningún hombre puede servirse de sus semejantes como bestia de carga, todos debemos trabajar para vivir (Salas 1919: 105-106). Admira en el escritor sus cualidades de pensador sobre los grandes problemas del hombre y su profundo conocimiento que manifiesta de él. Le llama, en especial, la atención que Tolstoi conciba al hombre como un conjunto capaz de poseer junto a las virtudes más aplaudibles, el más sancionable de todos los vicios: el egoísmo, razón y motor de todas las desigualdades e injusticias. Esta situación de equilibrio potencia los criterios de Tolstoi y les imprime una vasta solidez, justamente, la que Salas requiere para hacer ver que no se TIERRA FIRME trata de un análisis fatalista de las culturas, sino de una gestión social para propiciar el intercambio del vicio por la virtud, en beneficio de la vida social: Bien dice el conde León Tolstoy, que en cada uno de los hombres existen dos personalidades completamente distintas: una egoísta que no es capaz de ver sino su propia conveniencia, otra desinteresada, altruista, capaz de realizar los mayores sacrificios y de practicar las más sublimes virtudes (Salas 1919: 105). Son cuatro los libros de Tolstoi que Salas escoge para sostener su análisis a partir del escritor: La guerra y la paz, Sonata a Kreutzer, Resurrección y Verdadera vida. Nos ofrece, de cada uno, una lectura sociológica y social, ideológica y de ideas. Respectivamente, representan la reflexión sobre el enfrentamiento con el poder, el repudio de los convencionalismos sociales, el debate entre la justicia y la sensualidad y, finalmente, el papel del ascetismo. 1) Enfrentamiento con el poder: “Bajo el secular despotismo ruso se enfrenta al poder Tolstoy en su libro La Guerra y la Paz y con tanto valor como el de los mártires antiguos, confiesa la mentira de los ídolos o convencionalismos, Autoridad Política y Autoridad Religiosa y no teme el destierro ni la excomunión, que fue pronunciado por el Santo Sínodo ortodoxo de Rusia el cuatro de Abril de 1901, pues el autócrata moscovita tembló ante su vasallo al sentir que su imperio tambaleaba, por lo cual lo hizo calificar de falso profeta; diecisiete años después las balas 15 bolskevikis destrozaron el pecho del descendiente de los Romanoff, pero como dice Tolstoy condenando desde ultratumba las modernas violencias: ‘el mal no puede desarraigado por el mal’, la fuerza es bien turbia fuente del derecho de los pueblos” (Salas 1919: 107). 2) Repudio de los convencionalismos: “Sonata a Kreutzer, El Matrimonio y Resurrección, prueban la deficiencia de las costumbres y leyes que en las sociedades modernas reglamentan las relaciones sexuales, y la ineptitud de su convencionalismo a los fines de asegurar la felicidad humana, y de establecer la igualdad de derechos y obligaciones que debería privar en la materia” (Salas 1919: 106). 3) Debate entre justicia y sensualidad: “En Resurrección, palpamos las vacilaciones y vicisitudes de una pobre alma sedienta de justicia y enferma de sensualismo” (Salas 1919: 106). 4) Ascetismo2: “Entre el ascetismo predicado por Tolstoy en su libro Verdadera Vida y el que el Padre Tomás Kempis en la Imitación de Cristo, en verdad que no se encuentra diferencia en cuanto a doctrina filosófica; ignoro si Kempis, como Tolstoy, siendo inmensamente rico repartió sus bienes entre los pobres y trabajó con sus manos para vivir, pues en esta materia más elocuente es el ejemplo que la teoría y desgraciadamente la humanidad se muestra rehacia a tomar la Cruz y seguir a Cristo. Me parece Tolstoy en su Confesión más sincero que Rousseau y más humano que 16 16 TIERRA FIRME San Agustín, pues sin intervención portavoz de una religión social y campesina milagrosa se presencia el desenvolvimiento natural de un alma sedienta de verdad y de necesitada de un rostro y de una voz, hacen del escritor, a los ojos de Lenin, el mejor reflejo justicia, y se explica el lector cómo se realizó en el escritor eslavo la de la revolución que protagonizaba. La faz estética del escrito poco le importa, más allá transformación que lo llevó al último peldaño de la cristiana filosofía ” (Salas de algún señalamiento sobre su genialidad y su catalogación como artista. Una y otra vez, 1919: 107). obsesivo, reafirmará estos planteamientos: El primero en caer en cuenta del importante papel que podía jugar la interpretación que se hiciera de Tolstoi y sus obras como sustento y reflejo ideológico fue Lenin. Escribe, un poco antes y un poco después de la muerte del novelista, una serie de artículos3 para explicar la posición que este autor ocupa como visionario de la revolución, en especial, por su reflejo de las contradicciones que explicaron el proceso. Repasemos estos planteamientos para aproximarlos, hasta donde nos sea posible, a los del propio Salas. Lenin escribe seis ensayos que vienen a ser el mismo ensayo al canalizar los mismos tópicos de reflexión y al repetir, en algunos casos textualmente, las mismas formulaciones que pasan, idénticas, de uno a otro texto. El cuadro de ideas que ha señalado Lenin para Tolstoi permiten entenderlo como espejo de la Revolución rusa, aunque no fuera capaz de entenderla en las implicaciones ideológicas que Lenin quería que se entendiera. Así, las contradicciones en el pensamiento de Tolstoi, su debate ideológico interno, ése que le lleva a abandonar sus tierras y a liberar a sus esclavos, a sublevarse ante el poder sin oposición violenta y a erigirse, sin quererlo, en el Las contradicciones en las obras, en las ideas, en las teorías, en la escuela de Tolstói, son verdaderamente flagrantes. De un lado, es un artista genial, que no sólo ha producido lienzos incomparables de la vida rusa, sino obras de primer orden en la literatura mundial. De otro lado, es un terrateniente poseído de cristiano fanatismo. De un lado, vemos en él una protesta extraordinariamente sincera, franca y fuerte contra la falsedad y la hipocresía sociales; de otro lado, es un tolstoiano, es decir, ese baboso gastado e histérico que se llama intelectual ruso y que se da golpes de pecho a la vista del público [...]. De un lado, una crítica implacable de la explotación capitalista, la denuncia de las brutalidades del gobierno, de esa comedia que son la justicia y la administración pública, un análisis de todas las profundas contradicciones entre el aumento de las riquezas y las conquistas de la civilización y el aumento de la miseria, el embrutecimiento y las penalidades de las masas obreras; de otro lado, la prédica fanática del no oponerse por la violencia al mal. De un lado, el realismo más lúcido, que arranca todas y cada una de las caretas; de otro lado, la prédica de una de las cosas más repugnantes que existen bajo la capa del cielo, a saber: la religión; el afán de poner, en lugar de los popes por nombramiento oficial, a popes por convicción moral, es TIERRA FIRME decir, el culto del clericalismo más refinado y, por ello, más repugnante (Lenin 1979: 104-105). En Salas, claro está, no encontramos una formulación tan drástica y vehemente del asunto. Sin embargo, muchos de estos señalamientos pueden rastrearse, en especial, los que se refieren al auténtico ascetismo de Tolstoi, que le permite compararlo en superioridad a los de Kempis, Rousseau y San Agustín, frente a la apariencia de una religiosidad babosa. Es en esta dimensión en la que debe ser visto el anticlericalismo de Salas, por lo general siempre mal entendido. También, sin duda, los apoyos socialistas de su pensamiento, renovadores y revolucionarios, desde la paz y la respuesta no violenta al mal. Gravita, así, en Salas una categoría a lo Tolstoi por el seguimiento de estas ideas que, él mismo, trata de señalar en su artículo4. La imagen final con que Salas quiere ver a Tolstoi es la del excomulgado. El hombre piadoso, repudiado por la religión. El bondadoso, castigado. El carismático, rechazado por el poder. El generoso, incomprendido por la filantropía. El escritor, señalado por la literatura. El creador político, mal visto por la crítica. El santo, ridiculizado por sus babosos seguidores. El hombre revolucionario, incomprendido por los revolucionarios. El tolerante que ha sido excluido. Salas, compartiendo alguno de estos predicados y muchos de estos resultados con el propio Tolstoi, culminará con una invocación a la fraternidad, clave para alcanzar la libertad, la justicia social y la felicidad. En 17 otro sentido, resulta un rapto de cristianismo en boca de Salas: La ciencia, el arte, los progresos de los pueblos y la civilización con todos sus convencionalismos y oropeles, caen batidas en brecha por el ariete poderoso de la moral de Cristo, olvidada por la humanidad y predicada al hombre de nuestro siglo por el insigne ruso. Que las naciones deben reflexionar, pues marchan bajo los predicados de la fuerza interior y exterior a un abismo insondable, que la única solución para los más arduos problemas sociales es la práctica de la fraternidad: ‘Amaos los unos a los otros’, repite con Cristo. ‘Ni siervos ni señores’, es su divisa. Este fue el excomulgado León Tolstoy, quien siendo poderoso en riquezas, siervos, influencia y poder, rasgó sus pergaminos, dio libertad a sus esclavos, les repartió tierras y bienes y vistió el capote del trabajador o mujick ruso, para ganarse diariamente la vida con el sudor de su frente (Salas 1919: 107). Entre ideología y literatura, la literatura es un pretexto para reflejar y manipular. Entre ideología y literatura, puede hacerse decir al texto literario lo que no se propuso estéticamente decir. Entre ideología y literatura, nos convencemos del poder del texto literario para decir lo que tiene que decir. Y es en éste “tener que decir” en donde se domicilia lo que la literatura tiene de expresión de la vida, de crítica a la intolerancia, de repudio a la falsedad, de construcción de la realidad por medio de la fábula, de grito doloroso para alcanzar la dignidad humana. Salas entendió gracias a Tolstoi el sentido social de la literatura y, también, que la estética literaria no puede ser nunca un fin en sí misma. Todo texto literario siempre es político, inevitablemente ideológico. 18 18 TIERRA FIRME NOTAS BIBLIOGRAFÍA 1 El catálogo de la obra inédita de Salas, elaborado en la Sala Tulio Febres Cordero del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, en Mérida, consigna, en la carpeta 57, número 253, otro escrito sobre la escritora española, posiblemente, otra versión del referido con la signatura señalada (carpeta 56, Nº 230), método de trabajo muchas veces puesto en práctica por Salas. Lo ha titulado: Emilio Pardo Bazán y lo fecha en noviembre de 1891. 2 Fascinado por la autenticidad religiosa en Tolstoi, ya en 1914, Salas estudia, en sus Lecciones de sociología, su significación: “El ideal religioso de la evolución social será sin duda la aceptación general de los más altos principios morales, o sean las virtudes más elevadas que algunas religiones proclaman, hasta pasar por obra del natural progreso, de la perfección teórica y de casos aislados, a la práctica vulgar y general de esas virtudes, conservadoras, antes que nada, del individuo y, por ende, del agregado social. En esa cima evolutiva habrá desaparecido el convencionalismo y la explotación, y los hombres serán verdaderos hermanos en una patria universal sin fronteras ni desigualdades, sin tiranos del cuerpo ni del alma, los impostores de siempre, los que, según Tolstoi, dieron y dan hoy al pueblo pan amasado con la harina del convencionalismo, alimento incapaz de ser digerido por la humanidad” (Salas 1914: 54). 3 Estos son sus títulos: León Tolstoi, espejo de la Revolución rusa (1908), León Tolstoi (1910), León Tolstoi y el movimiento obrero contemporáneo (1910), Tolstoi y la lucha proletaria (1910), Héroes de la Salvedad (1910) y León Tolstoi y su época (1911) (Lenin 1979: 103-131). 4 Sin pretender ver en Salas un adelantado del estudio de la teoría del reflejo en la obra de Tolstoi, aspecto que no entendió o no se planteó nunca, sí me resulta significativo el que repiense el sentido del Tolstoi escritor en su rol ascético y revolucionario, mucho antes de que lo hicieran los sociólogos modernos de la literatura. El más notable de todos, a este respecto, Pierre Macherey, al escribir su ensayo: Lenin, crítico de Tolstoi (1966). Como parece entender Salas cuando estudia a Tolstoi, y también, Lenin: “la obra literaria no tiene sentido sino por su relación con la historia” (Macherey 1974: 106). Lenin, V. (1979). La literatura y el arte. Moscú: Editorial Progreso. Macherey, P. (1966/1974). “Lenin, crítico de Tolstoi”. En Para una teoría de la producción literaria. Caracas: Universidad Central de Venezuela, pp. 103-129. Salas, J. (1914). Lecciones de sociología aplicada a la América. Barcelona (España): Sociedad General de Publicaciones. Salas, J. (1919). “León Tolstoy y sus obras”. En De Re Indica (Caracas) 4: 105-107. ******** TIERRA FIRME 19 Tierra Firme. Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 9-17, 2006 Salas Writes on Tolstoy. Between Ideology and Literature Salas écrit sur Tolstoi. Entre l’idéologie et la littérature Francisco Javier Pérez Francisco Javier Pérez Abstract: There are very few writings on literature by Julio César Salas (1870-1933). Focused on his ethnohistorical, sociological and linguistic studies; and addicted to achieving scientific goals; Salas could only satisfy by chance some other subtler interests of his prodigious personality and intellect. The purpose of this study will be therefore to analyze a blurred aspect of the works and mentality of this intellectual. Within Salas’ peripheral literary production, his personal correspondence is to be highlighted. Although there are no letters addressed to literary writers, there are several letters to scientific writers, historians, and humanists in general. Very important Venezuelan intellectuals figure in his lists of addresses: Caracciolo Parra, Amílcar Fonseca, José E. Machado, Emilio Constantino Guerrero, Lisandro Alvarado, Américo Briceño Valero, Pedro Manuel Arcaya, Víctor Manuel Ovalles, Manuel Landaeta Rosales, and Bartolomé Tavera Acosta, among many others. Résumé: Julio César Salas (1870-1933) s’est très rarement occupé de la littérature. Consacré à des études ethno-historiques, sociologiques et linguistiques, ainsi qu’à ses enjeux scientifiques, ce personnage prodigieux n’a pu se pencher qu’accidentellement sur d’autres centres d’intérêt. Ceci dit, la présente étude propose un regard sur cet aspect si flou dans l’œuvre et dans la pensée de cet intellectuel. Mettant l’accent sur le volet littéraire de la production périphérique de Salas, le travail comporte une analyse très productive de sa correspondance personnelle. Si on n’y trouve aucune lettre destinée à un créateur littéraire, il y en a beaucoup adressées à des écrivains scientifiques, à des historiens et à de notables hommes de lettres, dont Caracciolo Parra, Amílcar Fonseca, José E. Machado, Emilio Constantino Guerrero, Lisandro Alvarado, Américo Briceño Valero, Pedro Manuel Arcaya, Víctor Manuel Ovalles, Manuel Landaeta Rosales, Bartolomé Tavera Acosta, entre autres. Key words: Salas, ethnohistory, Venezuela. Mots-clés: Salas, littérature, ethnohistoire, Venezuela. ******** literature, ******** 20 20 TIERRA FIRME TIERRA FIRME 21 Tierra Firme. Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 19-28, 2006 Libertad política y libertad económica: bases de la civilización moderna CATALINA BANKO UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA RESUMEN: Uno de los ejes de la obra Civilización y Barbarie de Julio César Salas fue la consideración de la libertad económica y política como base fundamental para el progreso y la modernización de la estructura productiva nacional. El estancamiento de la economía venezolana estaba íntimamente relacionado, en su opinión, con la existencia de un sistema político caracterizado por el personalismo y la ausencia del sentido de ciudadanía. Julio César Salas fue testigo de las condiciones de atraso de la economía venezolana y de las prácticas autoritarias de los gobernantes de turno. Buscando las raíces de esta problemática y las alternativas de solución, formuló un interesante análisis desde la perspectiva de la Sociología. Su pensamiento se nutrió de diversas corrientes ideológicas, lo que le permitió efectuar un claro diagnóstico de los males que afectaban la estructura social y las distintas vías para construir la Nación Venezolana que debía estar integrada por ciudadanos conscientes y orientados al trabajo productivo. PALABRAS CLAVE: Economía, Venezuela S. XIX, Salas, Sociología. ATRASO ECONÓMICO Y CAUDILLISMO a consideración de la libertad económica y política, como base fundamental para el progreso y la modernización de la estructura productiva nacional, constituye uno de los ejes de la obra Civilización y Barbarie de Julio César Salas, que fue L publicada en 1919 en medio del opresivo clima del régimen gomecista. El estancamiento de la economía venezolana estaba íntimamente relacionado, en su opinión, con la existencia de un sistema político caracterizado por el personalismo y la ausencia del sentido de ciudadanía. Sus planteamientos encierran fuertes críticas a los conductores del movimiento liberal que, a lo largo del siglo XIX, sólo proclamaron teóricamente los principios 22 22 TIERRA FIRME de una libertad política que no fue llevada a la práctica. Esta situación se observa desde el inicio de la vida republicana, especialmente a través de la trayectoria de la corriente liberal, que nació como expresión de los intereses de los hacendados en su lucha contra el predominio de la "oligarquía conservadora" que, a su vez, actuaba en defensa de los intereses del sector mercantil. Así, el Partido Liberal se oponía al dominio del poder legislativo por parte de la "oligarquía" y propugnaba el principio alternativo, basándose en los principios políticos liberales, aunque al propio tiempo reclamaba la intervención del Estado en la economía y la implantación de medidas protectoras a la agricultura y las artesanías. A pesar de su ideario "liberal", dicho partido propiciaba la supervivencia de la esclavitud, ya que su abolición conllevaría en forma inmediata a trastornos de la producción debido a la escasez de brazos para la explotación agrícola. Por su parte, la tendencia "conservadora" proclamaba la vigencia de los principios liberales en las relaciones económicas y la limitación del papel interventor del Estado. Este grupo, amparado en el poder ejercido por el general José Antonio Páez, pretendía mantener el control absoluto de las instituciones públicas. En este contradictorio cuadro se desenvolvían las luchas que dividieron a paecistas, liberales y monaguistas hasta mediados del siglo XIX. Mientras el sector agrícola sostenía ideas liberales en lo político, desde el punto de vista económico se inclinaba por soluciones vinculadas con la intervención del Estado y la supervivencia de la esclavitud. El sector mercantil, en cambio, dentro de una línea "conservadora" en lo político, postulaba la aplicación de los principios de la doctrina manchesteriana. Ambos grupos se consideraban portadores de las ideas de libertad, aunque interpretadas de acuerdo a sus respectivos intereses económicos y políticos. Durante varias décadas se mantuvieron las pugnas entre hacendados y comerciantes con relación a las leyes que regían los préstamos de dinero. Mientras tanto, la agricultura continuaba afectada por la escasa inversión de capitales y la ausencia de un instituto de crédito especializado en el préstamo a largo plazo y bajo interés, lo que conducía a la dependencia de los anticipos otorgados por los comerciantes, quienes ejercían un cerrado monopolio para la colocación de los productos en el mercado exterior. La escasez de vías de comunicación, la falta de brazos y de obras de riego impedían el desarrollo de la agricultura, ya que elevaban excesivamente los costos de producción. A estas dificultades se agregaban los permanentes riesgos naturales a que estaban sometidos los cultivos, además de las crisis cíclicas mundiales que afectaban severamente la economía nacional, como consecuencia de la caída de los precios de las materias primas demandadas en el exterior. La producción agrícola seguía sustentada en relaciones sociales precapitalistas y métodos de trabajo tradicionales, sin que en aquel entonces llegara a formularse un proyecto nacional dirigido a la modernización económica. TIERRA FIRME 23 del discurso, y no se desarrollaron políticas orientadas a transformar la estructura productiva. La modernización se materializó exclusivamente en reformas de la administración fiscal para garantizar el eficiente desempeño de las finanzas públicas, la Posteriormente, durante la segunda mitad instalación de ferrocarriles y la construcción del siglo XIX, en medio de profundas de algunas obras públicas. De este proceso no transformaciones del sistema capitalista se derivaron avances en mundial, se comenzó a dirección a la auténtica difundir la idea de la "civilización moderna", modernización y del La consideración de la ya que la agricultura, progreso a través del libertad económica y política, fuente de las exporestrechamiento de las constituye uno de los ejes de taciones venezolanas, relaciones con las permaneció sujeta a naciones industrialila obra Civilización y métodos de producción zadas a fin de ampliar barbarie de Julio César tradicionales, a la vez los mercados para las Salas, publicada en 1919, en que se registraron escamaterias primas y atraer inversiones de capital medio del opresivo clima del sos adelantos en el sector manufacturero extranjero. régimen gomecista. destinado a abastecer el Algunas de esas mercado interno. A condiciones comenfinales del siglo XIX, la zaron a materializarse en economía venezolana 1870 tras el triunfo de Antonio Guzmán Blanco cayó en una profunda crisis como resultado de en la Revolución de Abril, quien encarnaba un los desequilibrios del mercado mundial y de la nuevo tipo de caudillismo, más acorde con las debilidad del aparato productivo nacional, ideas modernizadoras de la época. Uno de sus mientras retornaba el clima de inestabilidad primeros objetivos fue el apaciguamiento de política. las pugnas políticas y el control de los caudillos La educación continuaba limitada a círculos muy reducidos de la sociedad y persistían las distintas modalidades del caudillismo que se expresaron a través de Páez, Monagas y más tarde con las contiendas federalistas. regionales. Ello fue posible mediante la adopción de un modelo político centralista, que paradójicamente habría de coexistir durante varios años con la Constitución Federal promulgada en 1864. La proclamación del sistema republicano representativo quedó nuevamente en el plano Al iniciarse el siglo XX, tampoco se dieron pasos hacia la modernización económica y la democracia política, a pesar de las expectativas de cambio alentadas por la Revolución Restauradora. Poco después, Juan Vicente Gómez llevó a su máxima expresión las tendencias que se habían conformado en el siglo 24 24 TIERRA FIRME XIX mediante un régimen fundado en el despotismo y la absoluta negación de las libertades individuales. LA PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA DE JULIO C. SALAS Julio César Salas fue testigo de las condiciones de atraso de la economía venezolana y de las prácticas autoritarias de los gobernantes de turno. Buscando las raíces de esta problemática y las alternativas de solución, formuló un interesante análisis desde la perspectiva de la Sociología1. Su pensamiento se nutrió de diversas corrientes ideológicas, lo que le permitió efectuar un claro diagnóstico de los males que afectaban la estructura social y las distintas vías para construir la Nación Venezolana que debía estar integrada por ciudadanos conscientes y orientados al trabajo productivo. La línea de pensamiento de Salas se diferenció nítidamente de algunos de los postulados de las doctrinas filosóficas de la época. Si bien sus criterios sobre el progreso y la civilización provenían del positivismo, no admitió los factores raciales ni las condiciones geográficas como causa del atraso en nuestros países. Asimismo, expresó gran interés por el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores y su formación como ciudadanos. En general, sus ideas de libertad y democracia no coincidieron con los conceptos sostenidos por algunos representantes del positivismo venezolano que, como Laureano Vallenilla Lanz, abogaban por la imposición del orden a través de "gobiernos fuertes." (Miliani, 1998: XIVXV; Tinoco, 2000: 63-67). Ramón Rivas afirma que Julio C. Salas tenía una clara influencia de los principios proclamados por Adam Smith en cuanto al papel de la libertad y el mercado como elementos centrales para trazar el "destino político y económico" de la nación venezolana. En tal sentido, creía que era indispensable crear instituciones enmarcadas en un "Estado Liberal" que hicieran posible "organizar una agricultura y una industria moderna a la altura de las circunstancias históricas". A pesar de su identificación con los postulados de la libertad económica, Salas consideraba necesario propender a la justa distribución de la riqueza y combatir los privilegios detentados por reducidos sectores amparados en la protección del Estado. Ni la defensa del orden social ni el libre ejercicio de las actividades económicas podían significar la legitimación de la injusticia y el despotismo (Rivas, 2000: 102). Por tanto, no era suficiente contar con una gran riqueza, ya que sería indispensable también promover su distribución equitativa a fin de alcanzar el equilibrio y la armonía en el seno de la sociedad: En verdad que la única razón de las sociedades humanas es la justa repartición de los provechos y cargas sociales, y no es patria ni república verdadera una circunscripción geográfica donde haya opresores y oprimidos, pues los sacrificios morales y materiales impuestos al individuo deben ser compensados con ventajas o servicios públicos perfectos que le proporcione la asociación, ya que todo lo que favorece el desarrollo del trabajador y contribuyente aumenta el desarrollo del TIERRA FIRME Estado, condición ineludible del progreso y de la civilización, razón imprescriptible del pacto social (Salas, 1998: 153). La meta de la distribución equitativa de la riqueza sería inalcanzable mientras el poder estuviera concentrado en manos de una "clase o personalidad" que se arrogara la facultad de gobernar de manera absoluta en su propio provecho. Este planteamiento representa una clara crítica al sistema político imperante en Venezuela en aquel entonces. LA HERENCIA COLONIAL 25 remonta al pasado colonial y analiza el impacto negativo que para la producción española significaron las medidas adoptadas desde los Reyes Católicos hasta los monarcas del siglo XVI, las cuales apuntaron a la destrucción de la estructura productiva con la expulsión de judíos y moriscos que eran agricultores y artesanos. Asimismo, el absolutismo destruyó el germen de la burguesía española y ahogó desde el inicio la acción de las municipalidades, abatiendo así toda expresión de libertad, al tiempo que se generalizaba el desprecio por la industria y la agricultura. Julio César Salas se refiere constantemente en su obra al estancamiento económico y a la falta de políticas destinadas al fomento de la producción agrícola y las actividades industriales. A su criterio, las raíces de esta tendencia residen en las políticas adoptadas desde la Colonia, las mismas que persistieron en el período republicano y condujeron al menosprecio de la manufactura criolla y a la dependencia de la importación de mercancías extranjeras, al tiempo que la producción agrícola registraba escasos avances. Atribuye tales limitaciones tanto a la carencia de espíritu de trabajo e iniciativa individual, como a la ausencia del sentido de ciudadanía y de "conciencia de la nacionalidad". Desde su punto de vista, el fomento de la riqueza implica objetivos de carácter económico y también el desarrollo pleno de la Nación Venezolana que solamente así podría alcanzar el nivel de una sociedad "civilizada". Prueba de esa situación fue la ruina de España al concluir el siglo XVI, circunstancias en las que esta nación se vio obligada a importar la mayor parte de los artículos manufacturados que requería, a cambio de los metales preciosos provenientes de América: "Esa rápida decadencia no debe extrañar a nadie, pues una vez más se confirma el principio que hace depender la prosperidad de las naciones del desarrollo de las libertades individuales, ya que el todo, o sea la nación, es la suma de los ciudadanos, células de cuyo desarrollo depende la evolución social" (Salas, 1998: 25). A fin de explicar las causas de las dificultades para fomentar la producción, se El despotismo significó en España el desconocimiento absoluto del derecho de los El atraso en que se encontraba la otrora poderosa potencia europea estaba asociado a la supervivencia del sistema político absolutista, ya que en España se habían perdido los "hábitos de libertad y de gobierno propio", característicos de los ingleses y holandeses que constituyeron los primeros núcleos de población en los Estados Unidos (1998: 33). 26 26 TIERRA FIRME pueblos a la vida independiente en el seno del trabajo, lo que tuvo repercusiones funestas para la evolución posterior de dicha sociedad. Por esta razón, el autor subraya que el "atraso evolutivo de las naciones está en relación con la cantidad de libertad arrebatada a los individuos por los organismos religioso y político" (1998: 42). A criterio de Salas, la libertad política y la libertad económica están totalmente entrelazadas. En su discurso destaca la trascendencia de promover el trabajo productivo y el progreso en un ambiente de paz y libertad, aspectos que siguen teniendo vigencia en la Venezuela actual. No concibe el desarrollo de la riqueza con la existencia de un gobierno ávido de cobrar impuestos que agota con su "avaricia" los frutos del trabajo individual. Por el contrario, la libertad política incide de manera directa en el estímulo a las fuerzas económicas, al generar confianza e interés para invertir en el incremento de la producción. PROGRESO MATERIAL Y EVOLUCIÓN POLÍTICA La ansiada meta de la "civilización" es una alternativa para que los pueblos logren "cauterizar las úlceras nacionales y abolir las malas costumbres políticas, económicas y sociales, única manera de formar ciudadanos útiles o de capacitar a los nacionales para que triunfen en la lucha por la existencia" (1998: 55). Su concepto sobre la "civilización moderna" abarca el desarrollo de la riqueza y la "evolución política" de la sociedad. A fin de alcanzar dicho objetivo es fundamental promover la instrucción y la educación, consideradas las "condiciones esenciales para que se verifique la evolución social del país", conjuntamente con el fomento de la riqueza pública, agricultura, industria y comercio (1998: 135). El régimen republicano exige que la mayoría de la población esté capacitada para ejercer las prácticas del gobierno propio. Tomando en cuenta la realidad política venezolana, plantea que "la igualdad de derechos y deberes" no ha pasado de ser un conjunto de "meros prospectos y palabras vacías de sentido" en la medida que no se ha procurado la difusión de la educación para que cada ciudadano contribuya con su aporte al "progreso constitucional" (1998: 172). A juicio de Salas, es utópico plantear la existencia de una república democrática y representativa con un nivel de analfabetismo superior al ochenta por ciento, con pobladores que no conocen sus derechos ni son capaces de reclamarlos. La democracia representativa contempla principios fundamentales, como la libertad de prensa, el sistema alternativo, el régimen electoral efectivo, la independencia de los poderes públicos y la libre actuación de los partidos políticos. El ejercicio del poder por parte de "políticos de oficio" que no representan "ni el comercio ni la agricultura, ni las ciencias, ni las artes", es absolutamente contradictorio TIERRA FIRME con la esencia del sistema republicano (1998: 168). FOMENTO ECONÓMICO Y PROTECCIÓN AL TRABAJO Si no se goza de una auténtica libertad fundada en la distribución equitativa de la riqueza, no será posible avanzar en el camino de la civilización: "Todo atentado contra la libertad y los intereses de los trabajadores es un delito, porque se destruye la nación, desde el momento en que no haya justa distribución de las cargas sociales o las contribuciones crezcan desmedidamente". En este contexto, el trabajador dejará de trabajar por la falta de aliciente, mientras que el "Estado rapaz" se irá empobreciendo porque "no es posible concebir fisco opulento e industrias arruinadas" (1998: 180). El progreso requiere de ciertas medidas de liberalización que, por principio, son opuestas a los elevados impuestos que conducen al empobrecimiento de los trabajadores: el "desarrollo de la potencia económica y política del país es consecuencia inmediata de la disminución de los impuestos o cargas que pesan sobre los productores" (1998: 180). Esto es exactamente lo contrario de lo que ponen en práctica los gobiernos despóticos que aplican altos impuestos destructores de la producción nacional. Los gobiernos están obligados a propagar el "civismo y los principios de sana economía política", orientados al desarrollo de la riqueza a fin de implantar la civilización y el progreso. En tal sentido, cuando Salas se refiere a la 27 protección de la industria y del productor, hace énfasis en la "libertad plena en la esfera de su trabajo" y "seguridad completa para su persona y para el capital que produce su esfuerzo civilizador y benéfico". Define como funciones de todo gobierno: garantizar la educación, construir vías de comunicación, abolir las trabas que dificultan la importación y la exportación, simplificar las leyes aduaneras, promover la efectividad de la administración pública sin utilizar las "recompensas partidarias" y establecer una administración de auténtica justicia (1998: 184-185). Salas opina que la "civilización de los pueblos" está en relación directa con la "cantidad de libertad de que gozan los individuos". Los gobernantes que "mandan a su capricho y convierten el poder en beneficio propio" pretenden utilizar medios opresivos para acumular dinero y, por tanto, conducen al atraso tanto político como económico (1998: 64-65). El desarrollo "completo de la industria nacional", de acuerdo con los elementos naturales que un determinado país posee, es un requisito básico para la obtención de la independencia económica. Sin embargo, Salas no considera conveniente el establecimiento de ciertas industrias que utilicen materias primas o insumos importados. La denominación de industrias nacionales correspondería exclusivamente a las fábricas o manufacturas que requieren materias primas de nuestro territorio. Por otra parte, la elevación de los impuestos aduaneros como medida de protección para la industria implica el 28 28 TIERRA FIRME encarecimiento de la vida para la generalidad de los habitantes del país y el empobrecimiento de los trabajadores, mientras contribuye al "peculado de las clases no productoras". Estos factores, junto a la ausencia de un sistema de financiamiento al sector manufacturero, impiden el futuro desarrollo de las industrias "propiamente nacionales" que requieren del aporte de capitales para ampliar las plantas fabriles o crear nuevos establecimientos (1998: 66-67). Desde esa perspectiva, el proteccionismo es interpretado como una modalidad de reglamentación económica dirigida al fomento de ciertas manufacturas que no pueden establecerse en el país por falta de personal calificado o materias primas e implica que los consumidores deben pagar más caro el producto en "provecho de monopolios artificiales". El autor califica de proteccionismo "falaz" la pretensión de abaratar el interés del dinero mediante la persecución de los prestamistas y la imposición de trabas a la libre circulación del capital (1998: 185-187). LIBERTAD ECONÓMICA E INTERVENCIONISMO La aplicación de medidas proteccionistas para la industria ha sido objeto de diversas discusiones desde el siglo XIX. En aquel entonces se exigía una política arancelaria en favor de las artesanías locales, que se encontraban en plena decadencia debido a la competencia de los productos manufacturados extranjeros. Una parte de las políticas económicas adoptadas desde 1830 respondieron a los lineamientos del modelo clásico liberal, por el cual Venezuela debía especializarse en la producción agrícola y obtener así los ingresos necesarios para la importación de mercancías en el marco de la división internacional del trabajo. La dinámica económica se modificó radicalmente cuando se produjeron importantes cambios en el escenario latinoamericano como consecuencia de los efectos de la crisis mundial de 1929. El cierre de los mercados exteriores, la política proteccionista de los países industrializados y la creciente tendencia a la desvalorización de los precios de las materias primas condujeron a una profunda reflexión en torno al futuro económico. La crisis económica trajo aparejada la crisis de los viejos esquemas que respaldaron las políticas económicas tradicionales. Los postulados del librecambismo perdieron vigencia en la medida que quedaba demostrada la vulnerabilidad de la economía exportadora de materias primas mineras y agrícolas, ante los embates de las fluctuaciones cíclicas del mercado capitalista y las contingencias de la demanda internacional. De esta situación se derivó la tendencia a asignar al Estado un importante rol en el estímulo del crecimiento económico. Algunas de esas medidas comenzaron a ser puestas en práctica en Venezuela a partir de 1936 y, de manera especial, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial2. Esta nueva concepción sobre el papel del Estado requiere de una serie de reflexiones para examinar la pertinencia de la TIERRA FIRME aplicación de medidas proteccionistas y definir los límites de la acción pública en las actividades económicas. Al iniciarse el siglo XXI, muchos de los problemas políticos y económicos planteados por Julio César Salas no han sido resueltos aún. La necesidad de ampliar y diversificar la producción agrícola, la carencia de un desarrollo industrial con capacidad de abastecer parte del mercado interno, la distribución equitativa de la riqueza nacional y la educación para el trabajo siguen formando parte de los temas centrales del debate contemporáneo. NOTAS 1 Salas fundó la Cátedra de Sociología y Economía Política en la Universidad de Los Andes en 1909, año en que también fue creada la misma cátedra en la Universidad Central de Venezuela por Carlos León. 2 Julio C. Salas, cuya muerte acaeció en 1933, no llegó a conocer los profundos cambios económicos que se desarrollaron a partir de 1936, durante los gobiernos de Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita. En ese entonces, tuvo lugar una fuerte polémica con la relación al papel interventor del Estado en la economía. BIBLIOGRAFÍA Adriani, A. (1962) Labor Venezolanista. Mérida, Universidad de Los Andes. Banko, C. (1996). Las luchas federalistas en Venezuela. Caracas, Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Briceño, M. (1958) Ideario político. Caracas, Editorial Las Novedades. Carvallo, G. y Ríos, J. (1984). Temas de la Venezuela Agroexportadora. Caracas, Fondo Editorial Tropykos. García-Pelayo, M. (1987). Las transformaciones del Estado contemporáneo. Madrid, Alianza Editorial. 29 Miliani, D. (1998). "Prólogo". En Salas, Julio C.: Civilización y Barbarie. Caracas, Fundación Julio C. Salas. Partido Democrático Venezolano (1945). La libertad económica y la intervención del Estado. Caracas, Tipografía La Nación. Rivas, R. (2000). "Estado y libre mercado en la obra de Julio César Salas". En Rosas G., O. (coordinadora): Cultura, historia y sociedad. Una visión múltiple sobre Julio C. Salas. Caracas Comisión Presidencial Quinto Centenario de Venezuela y Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Rosas, O. (Coord.) (2000). Cultura, historia y sociedad. Una visión múltiple sobre Julio C. Salas. Caracas, Comisión Presidencial Quinto Centenario de Venezuela y Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Salas, J. C. (1997). Etnología e Historia. Caracas, Fundación Julio C. Salas. Salas, J. C. (1998). Civilización y barbarie. Estudios Sociológicos Americanos. Caracas, Fundación Julio C. Salas. Strozzi, S. (1992). Palabra y discurso en Julio C. Salas. Caracas, Academia Nacional de la Historia. Suárez F., N. (1977). Programas políticos venezolanos de la primera mitad del siglo XX. Caracas, Universidad Católica Andrés Bello. Tinoco, A. (2000). "La identidad cultural nacional en el pensamiento de Julio César Salas". En: Rosas G., O.: Cultura, historia y sociedad. Una visión múltiple sobre Julio C. Salas. Caracas, Comisión Presidencial Quinto Centenario de Venezuela y Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Vellinga, M. (1997). El cambio del papel del Estado en América Latina. México, Siglo Veintiuno Editores. 30 30 TIERRA FIRME Tierra Firme. Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 19-28, 2006 Political Freedom and Economic Freedom: Foundations of Modern Civilization Liberté politique et liberté économique: fondements de la civilisation moderne Catalina Banko Catalina Banko Abstract: Political and economic freedom as the basis of progress and modernization of the national production sector is at the core of Civilización y Barbarie (Civilization and Barbarism) by Julio César Salas. Stagnation of Venezuelan economy, in his opinion, was extremely related to the existence of a political system based on personalities and lack of sense of citizenship. Julio César Salas witnessed backwardness in Venezuelan economy and authoritarian practices by local leaders. Trying to find the roots of this problem and its possible solutions, he presented an interesting analysis under the sociological perspective. His thought drew on different ideological trends, which allowed him to make the correct diagnosis of the issues that affected the social structure and to suggest the different ways in which the Venezuelan Nation should be built: with conscious citizens willing to join the production sector. Résumé: L’idée de la liberté économique et politique comme fondement essentiel pour le progrès et la modernisation de la structure productive nationale constitue l’un des axes principaux de l’oeuvre Civilización y Barbarie de Julio César Salas. D’après lui, la stagnation de l’économie vénézuélienne est étroitement liée à l’existence d’un système politique caractérisé par le personnalisme et le manque d’esprit de citoyenneté. Salas a témoigné du retard de l’économie vénézuélienne et des pratiques autoritaires des gouverneurs de l’époque. Résolu à trouver les causes de cette problématique et y apporter des solutions, il a élaboré une analyse intéressante fondée sur une approche sociologique. Influencé par divers courants idéologiques, Salas a ainsi établi un diagnostic très clair des maux touchant la structure sociale et des différents moyens permettant de construire la Nation vénézuélienne, une nation qui devait être composé de citoyens conscients et orientés vers le travail productif. Key words: Economy, Venezuela, XIX century, Salas, sociology. Mots-clés: Économie, Venezuela XIXe siècle, Salas, sociologie. ********* ********* TIERRA FIRME 31 Tierra Firme. Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 29-36, 2006 Venezuela y lo indio, en pasado y presente... RAFAEL A. STRAUSS K UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA Resumen: Es indudable, que una somera revisión de la bibliografía, hemerografía y otras fuentes sobre el indígena en Venezuela arroja resultados impresionantes, pero es indudable, asimismo, que una revisión del sentimiento del venezolano hacia el indio de aquí y, en general, hacia el indio de América, arroja resultados que, por decir lo menos, son preocupantes. Me estoy refiriendo, de hecho, al viejo asunto del papel del intelectual en la sociedad y al viejo problema del destino y utilidad de su trabajo. ¿Es esto pragmatismo? Es posible. Me parece indudable que esta consideración tiene mucho que ver con el resquebrajamiento de la mayoría de los paradigmas dentro de cuya estructura y funcionamiento hemos venido actuando desde hace mucho tiempo. En las líneas que siguen barruntamos estos asuntos. Palabras clave: Salas, indigenismo, Venezuela, etnohistoria, cultura. ecientemente, estuve reflexionando en las páginas de tres diarios y en una ponencia, acerca de la percepción que el venezolano ha tenido y tiene de su pasado, de cómo nos vinculamos con él y, en general, qué lectura se hace de su pasado en Venezuela. Orienté buena parte de mis consideraciones a reflexionar acerca de la percepción de lo indio, a propósito de una entrevista sobre la llevada de Guaicaipuro al Panteón Nacional, por un lado, y por el otro, dos artículos que titulé “El pasado es vivencia” y “Por qué los indios.” Y en la ponencia, sinteticé mi apreciación R personal sobre el escultor indigenista Alejandro Colina, destacando su obra como fuente antropológica e histórica.1 Estas recientes reflexiones no distan mucho de las que en esta misma línea he desarrollado tanto en mis clases de pregrado y postgrado como en ocasiones semejantes a este evento, y es que parece evidente que en Venezuela, desde muy temprano, se generó hacia el indio y su cultura un desprecio que se fue generalizando hasta enraizarse, tal y como es fácil demostrarlo por los miles de testimonios que existen publicados y en los archivos, es claro que desde nuestro tiempo colonial al indio se lo mantuvo dentro de las 32 32 TIERRA FIRME pautas de lo que entendemos como un doble discurso, es decir, que al mismo tiempo que se le acogía se le rechazaba, algo así como invitarlos al cielo pero pasando primero por el infierno, según escribí recientemente. Esta situación, en realidad, no ha cambiado, todo lo contrario: se ha recrudecido de una manera molesta, que obliga a preguntarse por qué se fue generando en el venezolano un desprecio hacia el indio y su cultura. Es ya un lugar común, por ejemplo, que cuando por cualquier medio de comunicación se aborda la situación actual del indígena en Venezuela, o se alude a ella, tienden a destacarse los aspectos que lo problematizan en lo socioeconómico y en sus relaciones con la sociedad nacional y, por supuesto, tienden a transmitirse imágenes que incitan a la lástima. No estamos tras la idea, por supuesto, de una consideración paradisíaca, al estilo del “buen salvaje”, pues al fin y al cabo, las comunidades indias de Venezuela sufren el abandono del que han sido objeto en lo económico, lo sanitario, lo educacional, y son seres humanos, sólo que a esa tradicional desidia se suma el desconocimiento generalizado por los mismos venezolanos de las características reales de nuestras comunidades indígenas, tanto en su pasado como en su presente. Nos preguntamos, por ejemplo, si una de las causas del desconocimiento no estará en el hecho de que quienes incorporaron lo indio a sus reflexiones venezolanistas lo hicieron sólo como objeto de estudio, de tal forma que la reflexión sobre aspectos de la cultura indígena de Venezuela no ha contribuido, en definitiva, a implantar en el imaginario del venezolano el necesario sentimiento por esa porción de humanidad que nos habita desde siempre. En todo caso, no es ésta la ocasión para referirnos al momento y las circunstancias en que particularmente en América se delimitaron las áreas de interés de algunas de las ciencias sociales. Sí me parece acertado recordar que en la marcada ausencia de lo indígena -y de lo negro- en nuestra interioridad venezolana, ha terminado por subyacer una de las convicciones que se tuvo para la fundación del nuevo Estado, entre 1830 y 1847, y de la que Pino Iturrieta, en un aparte que titula “La mirada hacia fuera”, escribe: “Ningún testimonio de la época hace referencia a los valores autóctonos, como posibilidad de construir el proyecto por asimilación de lo oriundo; ni descubre la entidad de la concurrencia africana en la conformación de una personalidad común” (Pino Iturrieta, 1993: 31-32). Es indudable, que una somera revisión de la bibliografía, hemerografía y otras fuentes sobre el indígena en Venezuela arroja resultados impresionantes, pero es indudable, asimismo, que una revisión del sentimiento del venezolano hacia el indio de aquí y, en general, hacia el indio de América, arroja resultados que, por decir lo menos, son preocupantes. Me estoy refiriendo, de hecho, al viejo asunto del papel del intelectual en la sociedad y al viejo problema del destino y utilidad de sus trabajos. ¿Es esto pragmatismo? Es posible. Me parece indudable que esta consideración tiene mucho que ver con el resquebrajamiento TIERRA FIRME 33 histórica -y las de otras disciplinas- deban acoplarse al alto grado de ignorancia y al analfabetismo generalizados que han terminado por caracterizar a un segmento significativo Pero, ninguna sociedad, ningún ser de los venezolanos. Estoy sugiriendo, sí, que humano, pueden vivir sin paradigmas y desde dentro de lo que expresa la conocida máxima esta perspectiva es que afirmo que no estoy de que a grandes problemas grandes soluciones, despreciando, ni es posible planteárselo procuremos conseguir, en efecto, grandes siquiera, los aportes que para conocer al indio soluciones. Y el descode Venezuela, su historia y nocimiento, el temor por su cultura han salido de nuesEs claro que desde el pasado, la ignorancia, tras universidades, de otras nuestro tiempo colonial el analfabetismo, son instituciones, de eventos apenas algunos de los al indio se le mantuvo como éste, de individualidades. Lo que no deja dentro de las pautas de grandes problemas que aún tenemos los venede preocuparme es que al lo que entendemos zolanos. desconocimiento y menosde la mayoría de los paradigmas dentro de cuya estructura y funcionamiento hemos venido actuando desde hace mucho tiempo. como un doble discurso, Recientemente afirprecio generalizados que es decir, al mismo mé que en Venezuela existe en el común de los venezolanos por el indio, se tiempo que se le acogía, pareciera sufrirse de lo que, en antropología suma una suerte de rechazo se le rechazaba. denominamos complejo por nuestro pasado. No soy étnico, es decir, que es novedoso al afirmar que el casi un axioma que al venezolano le cuesta venezolano pareciera despreciar su pasado, identificarse con su pasado porque en él parece avergonzarse de él, sentirse incómodo, que ve más fracasos que aciertos, o, en todo inclusive, ante la sola mención o posibilidad caso, ha prevalecido en la interpretación del de abordarlo. Al parecer, no hemos sido pasado un rechazo insospechado, uno de cuyos diseñados para entender nuestro pasado, y resultados pareciera ser que nuestro pasado me pregunto, entonces, que tan diseñados no nos pertenece, no es mío, no es nuestro. estamos para perfilar nuestro futuro. Cuando el venezolano interroga su pasado En cuanto a esto, vuelvo a recordar mi como nación, lo que suele encontrar es una preocupación sobre que los productos de la ristra de acontecimientos políticos con los que investigación en historia apenas se han apenas o nada se identifica o, en todo caso, introducido de manera idónea en el venezolano. que esconde. Y cuando intenta soslayar “lo Deseo aclarar y ser más específico. Cuando político” y procura indagar sobre otros afirmo estas cosas en ningún momento estoy aspectos de la cultura, lo que suele encontrar incentivando la idea de que la reflexión 34 34 TIERRA FIRME es un escenario constituido por vacíos, particularmente cuando compara lo que se tiene como el pasado de Venezuela con el de otras latitudes. Y en esta comparación, lo indio ha llevado la peor parte. ¿Que en Venezuela no tenemos pirámides y otras maravillas y monumentos aborígenes que exhibir? No importa, porque tenemos a las personas indias, orgullosas, además, de su procedencia, y eso es más que suficiente. Gente que en materia de vinculación con la naturaleza -probablemente el espacio ideal para el futuro- puede darnos lecciones de convivencia, gente, además, que exhibió su natural inteligencia para aprovechar en la mejor economía de esfuerzo concebida, las generosidades de su entorno, de tal manera que su carencia de agricultura, por ejemplo, no tiene por que ser categoría cuya aplicación los descalifica ante esquemas evolutivos que, en esencia, están cargados de etnocentrismo. Gentes que afinaron la memoria para el registro de su experiencia como pueblo, como sociedad, poniendo en práctica una oralidad tan válida como otra fuente histórica. Indios, en fin, que además de personas, son descendientes de quienes primero habitaron nuestro actual territorio y este hecho tiene que ser un privilegio que de manera especial nuestra historiografía está en la obligación de revalorizar para, entre otras cosas, incorporar al sentimiento del venezolano un apego crítico y amor por su pasado y, como parte importante de él, apego, amor y comprensión por el indio. Y a propósito de esto no puedo dejar de afirmar, como lo hiciera recientemente, que si hay alguien ávido de saber de historia, es el venezolano. Y me pregunto qué tan capaz ha sido nuestro sistema educativo, particularmente el que comenzó a perfilarse desde los inicios de la pasada década de los ochenta, para atender a esa evidente avidez, me pregunto asimismo, acerca del destino de los grandes trabajos de lingüistas, de literatos, de etnohistoriadores, de historiadores, de antropólogos, de artistas plásticos, que han tomado lo indio de Venezuela como materia central de sus preocupaciones. Se me viene a la mente aquella reflexión poética de Lord Byron –que cito de memoria– cuando se preguntaba: “Grecia, ¿dónde están tus grandes hombres desaparecidos? ¿Centelleando a través del tiempo de las cosas que han sido? ¿Asombro de colegiales? ¿El asombro de una hora?” El venezolano, como todo ser humano, desea saber. Cuando gente consciente del valor educativo de la televisión reclama mejoras en la programación, lo que está sugiriendo es que los canales dispongan de más programas de esos que se denominan culturales. Y no es difícil entender lo que se está solicitando. Habría que preguntarse, por ejemplo, en qué radica el éxito sostenido de Vale TV. Y tendríamos que preguntarnos, asimismo, por qué los participantes de ese maravilloso programa de RCTV ¿Quién quiere ser millonario? tienden a fallar notoriamente en preguntas sobre historia de Venezuela o sobre nuestra cultura popular tradicional. Por distintas razones, ahora más que antes se TIERRA FIRME aprecia un preocupante desconocimiento de lo que históricamente nos pertenece. Tantos siglos discriminando al indio han horadado los sentimientos nacionales en prácticamente todo el espacio americano. Y en Venezuela, que no es excepción, no hemos sido amigos de los indios, y deberíamos serlo, tanto de los de ahora como de los que la historiografía blanca predominante -por darle algún nombre a la crónica que se genera en nuestro tiempo colonial y a una buena parte de las obras de carácter histórico posterioresles cercenó en la tinta los pareceres e ignorando la estructuración y el funcionamiento de sus culturas, los tildó de flojos, de manganzones, de estorbo., a pesar del aporte que aun dentro del atropello del que fueron objeto -al igual que los esclavos negros- se metieron en los intersticios más sensibles de nuestra nacionalidad. Recientemente destacábamos la idea de que el indio no sólo debe conjugarse en pasado, sino también en presente y en futuro, como todo pueblo, como toda etnia, como todo grupo humano. Quienes así lo han hecho terminan por tener y fortalecer una percepción de sí mismos -que luce más auténtica- como individuos, como naciones, con pocas deudas y mucha disponibilidad para el afecto y para el futuro. Pareciera, sin embargo, que soplan brisas nuevas que están aventando, entre otras cosas, una preocupación por afinar viajes más frecuentes a nuestro pasado. Pareciera existir en el venezolano reciente un interés particular por penetrar su sido para ver de comprender 35 su siendo. Tanto para apoyar como para rebatir peregrinas afirmaciones que han venido enmarcando lo que hoy se conoce como el proceso, instituciones e individuos, profesionales o no, han tenido que ir críticamente a nuestro ayer para buscar explicaciones, lo cual se refleja públicamente de manera particular en la prensa nacional y regional, en programas de radio y de televisión y en páginas de la Internet. Y no se indaga solamente sobre lo político, sino que la manifiesta necesidad de saber de nuestro pasado orienta la pesquisa hacia otros contenidos del pasado de nuestra cultura. Es probable que estemos en proceso de dejar de ser un pueblo temeroso de su memoria, su historia, su pasado, de tal manera, que este momento, debería ser idóneo para que se dé a conocer -según la realidad del desinterés generalizado que hay en nuestro país por la historia- la obra de nuestros grandes pensadores, porque siempre que en Venezuela se hable de justicia social, de respeto por los otros, de arraigo, de hermosos sentimientos sin límites por lo que nos pertenece, se estará hablando, entre muchos otros, de Lisandro Alvarado, Gilberto Antolinez, Augusto Mijares, Andrés Eloy Blanco, Mario Briceño Iragorry, Mariano Picón Salas, Miguel Acosta Saignes, Angelina Lemmo, José Ignacio Cabrujas, Alejandro Colina y, por supuesto, de Julio César Salas, por no mencionar a quienes están en proceso de consagrarse. Pero no dar a conocer a esas gentes en los términos en que suele hacerse, que es reproducir obras completas, bautizarlas en rimbombante acto 36 36 TIERRA FIRME para que luego desaparezcan, lo que hace que el desconocimiento sobre nosotros duela mucho más por persistente. Tengo la impresión de que, entre algunos otros medios impresos, El Nacional ha abierto una línea de difusión que no es despreciable, semejante a aquellas ediciones llamadas populares que asumieron en su momento Pedro Grases y la Fundación Eugenio Mendoza o un Ministerio de Educación que respetaba al venezolano y, por supuesto, al país. Esas ediciones circulaban -hasta donde sabemos, en todo el país- de una manera prometedora, porque dio resultados positivos visibles, desde la editorial a los padres y maestros y desde éstos a los hijos y estudiantes. Está pasando ahora y debe seguir pasando, por favor. Deseo finalizar estos comentarios sobre lo indio de Venezuela en pasado y presente, llamando la atención sobre tres puntos que tienen carácter de propuesta: 1. Lo indígena es uno de los contenidos de nuestra historia, cuyo pasado y presente aún tienen validez, entre otras razones, porque muchos de sus descendientes conviven con nosotros y son seres humanos. 2. Quizá sea en la comprensión científica de la permanencia de lo indígena en los períodos siguientes al tiempo prehispánico, donde se descubran aspectos que la arqueología y los cronistas no han podido decirnos. Un análisis en esta línea significa no sólo un acto de justicia, sino corregir una falla de nuestra historiografía. Hemos comprobado hasta el momento que la documentación de archivo y la revisión con otras lentes de la información de los cronistas ofrecen serias posibilidades en este sentido. 3. Si revisamos críticamente la política indigenista venezolana creo que el resultado es negativo, entre otras razones porque muy pocas veces el indígena mismo ha participado en el diseño de su propio destino. En los últimos años, sin embargo, ha habido aires de cambio significativo: varios indígenas venezolanos han tenido oportunidad de asumir las bondades de la historia y de la antropología como disciplinas; muchos misioneros y otras agrupaciones han echado bases como para propiciar respeto a las culturas indígenas contemporáneas y muchos antropólogos, historiadores y funcionarios del Estado han venido entendiendo la necesidad de trabajar conjuntamente, para aplicar una política indigenista humanizada. Cada vez son más verdad las palabras de Jean Mari Auzías de que “podemos considerar que todos los hombres no piensan de la misma manera [y que] veremos en realidad que no piensan en las mismas cosas”; o aquel mensaje de la revista Sic, en 1980, de que “Un pueblo civilizado es el que sabe hacer su vida y la hace.” TIERRA FIRME 37 NOTAS BIBLIOGRAFÍA 1 Me refiero a mis trabajos: “El pasado es vivencia”. En: Verbigracia, Nº 1, Año V, p. 1, El Universal, Caracas, 6.10.2001 y “Por qué los indios.” En: Tal cual, Caracas, 11.10.2001, p. 13. La entrevista está en “La historia como caja de resonancia ideológica”, de Alfredo Meza, en El Nacional, Caracas, 22.7.2001, Siete Días. La ponencia fue publicada en Revista Nacional de Cultura, Año LXIII, No. 323, Caracas, con el título de “La obra de Alejandro Colina, fuente antropológica e histórica”, pp. 187-189. Nuestras contradicciones y los indios (1980). SIC, 422: 54. Meza, A. (2001). La historia como caja de resonancia ideológica. En: (Siete Días) El Nacional. Entrevista. Pino, E. (1993). Las ideas de los primeros venezolanos. Caracas, Monte Ávila Editores. Strauss, R. (2001a). El pasado es vivencia. En: (Verbigracia) El Universal, 1 (V): 1. Strauss, R. (2001b). Por qué los indios.. En: Tal cual, pp. 13. Strauss, R. (2001c). La obra de Alejandro Colina, fuente antropológica e histórica. En: Revista Nacional de Cultura, LXIII (323): 187-189. Tierra Firme. Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 29-36, 2006 Venezuela and the Indigenous, in Past and Present… Le Venezuela et l’élément indien: passé et présent… Rafael A. Strauss K. Rafael A. Strauss K. Abstract: There is no doubt that a brief consult of biography, newspaper articles, and other sources on the indigenous in Venezuela would show impressive results. However, a short research on the Venezuelan perception of our indigenous and those of the American continent would also show worrying results. Indeed, I am referring to the old issue of intellectuals’ role in society and the old problem of fate and its usefulness. Is this pragmatism? Maybe. I dare say this consideration is extremely related to the crack of most of the paradigms that have Résumé: Une révision sommaire de la bibliographie, des articles de journaux et d’autres sources portant sur les indigènes au Venezuela apporte des résultats impressionnants. Et si on analyse les sentiments des Vénézuéliens à l’égard des indiens de notre pays, et en général envers les indiens du continent américain, l’on constate que les résultats sont pour le moins préoccupants. J’analyse donc l’éternel débat sur le rôle des intellectuels dans la société, ainsi que la vieille question de la fonctionnalité de leur travail. S’agit-il du pragmatisme ? Peut- 38 38 TIERRA FIRME guided our behavior for a longtime. This study analyzes such issues. Key words: Salas, Indigenous, Venezuela, Ethnohistory, Culture. ********** être. Il me semble que cette considération est étroitement liée à l’effondrement des paradigmes qui ont régi nos actes pendant longtemps. La présente étude porte sur ces questions. Mots-clés: Salas, indigénisme, Venezuela, ethno-histoire, culture. ********** TIERRA FIRME 39 Tierra Firme. Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 37-55, 2006 De la etnoescatología a la etnogénesis: notas sobre las nuevas identidades étnicas ANTONIO PÉREZ FUNDACIÓN KURAMAI, ESPAÑA RESUMEN: Los agentes etnogénicos, amén de indígenas en cuyo caso se alimentarían de la tradición autóctona, pueden ser cosmopolitas e incluso policlasistas e inspirarse en dos tradiciones: la popular -que puede degenerar en folklorizante- y la académica -que no está exenta de arbitrariedades-. Dentro de esta última, merece mención especial la tradición etnográfica puesto que las reconstrucciones que de su etnia efectúan estos agentes dependen en buena medida de esas fuentes escritas meramente descriptivas. De ser esto cierto, lo inédito sería esa peculiar alianza entre lo popular y lo elitista mientras que el recurso a lo etnográfico era de prever. Otro aspecto de las actual etnogénesis que conviene mencionar puesto que se ha hecho ineludible - bien a nuestro pesar -, es su ambiguo vínculo con la homogeneización universal o globalización: la utilizan para enfrentarse a ella pero también para hacerse visibles por vía de contraste, como El Enemigo Necesario y también como Proveedora de Modelos. Las páginas que restan merodean por estos rincones, de lo étnico, lo literario, de lo diverso. PALABRAS CLAVE: Etnohistoria, folklore, historia, etnogénesis. PROEMIO n 1989, en el transcurso de una reunión auspiciada por el Instituto Indigenista Interamericano, en los alrededores de San José de Costa Rica, encontramos a HMP, un diputado nacional venezolano por Acción Democrática que, para nuestra E sorpresa, asistía a ese foro en su calidad de “indígena Timoto-Cuica” – aunque reconocía haber perdido la lengua aborigen-1. Por esos mismos años, un documento de temática indigenista del Congreso de Venezuela citaba los aportes del “Sociólogo Rómulo Brito - indígena Chaima-” 2 . Según nuestras entonces poco más que ahora- rudimentarias nociones de etnografía venezolana, tanto los Timoto-Cuica como los Chaima, tiempo ha que 40 40 TIERRA FIRME habían sido exterminados3: ¿cómo entender, entonces, estas asombrosas auto identificaciones étnicas? ¿estaban erradas las etnografías e incluso las etnohistorias o nos encontrábamos ante distintas maneras de definir lo étnico? ¿nos veíamos ante extravagancias folkloristas o ante un nuevo fenómeno social?. Antes de entrar en detalles etnológicos sobre Timoto-Cuicas, Chaimas y otras parcialidades afines, pongamos el tema de las viejas/nuevas identidades étnicas en su contexto temporal: en aquellos no tan lejanos años de los 80s, el gremio etnográfico-antropológico estaba más preocupado por registrar las últimas manifestaciones de los pueblos indígenas demográficamente ínfimos que por observar el nacimiento de nuevas entidades étnicas. Es obvio que ambos son tópicos merecedores por igual de la atención científica pero, debido a la inaudita velocidad con la que se propagaba la occidentalización, parecía aconsejable la práctica prioritaria de una etnografía de urgencia. En consecuencia, perduraban desde hacía un siglo los tiempos en los que se acostumbraba a publicar monografías sobre «los últimos XX» -y, por desgracia para los pueblos estudiados, hay motivos para que sigan publicándose -. En definitiva, eran (son) tiempos de consumación y, por ende, de etnoescatología. Sin embargo, algunos científicos sociales, quizá preocupados y/o enfervorizados por el resurgimiento de los nacionalismos eurasiáticos, ya estaban afilando las herramientas que permitirían analizar procesos inversos a los epilogales. Las primeras de ellas, las ideasfuerza íntimamente ligadas de voluntarismo y de creación4. A partir de éstas, si se me permite una cierta dosis de caricatura y nos limitamos al Primer Mundo, pudiéramos decir que se ha llegado al convencimiento popular de que el factor fundamental en la existencia de cualquier colectivo social es que sus individuos se empeñen en crearlo y, sobre todo, en creérselo5, lo cual puede ser aproximadamente necesario -pero nunca suficiente- cuando se trata de naciones, pero, hemos de subrayar que ambas ideas-fuerza chocan frontalmente con coordenadas tan definitorias de la identidad étnica cuales podrían ser la involuntariedad –“no es posible crear una etnia por un mero acto de voluntad”- y la preexistencia –“la etnia hunde sus orígenes en tiempos míticos”-. Ello no obstante, lo cierto es que, al calor de aquel discurso sobre la nación y mediante una desatinada deriva, se dio en reactivar el debate sobre la etnogénesis. Entendámonos: no es que se resucitara el término “etnogénesis” pues éste nunca dejó de existir pero, de ser aplicado casi exclusivamente para definir la conformación de los pueblos antiguos6 , comenzó a utilizarse para entender fenómenos universales contemporáneos tan disímiles como el antes citado auge de los nacionalismos y el nacimiento -o renacimientoétnico. Que, pese al (¿interesado?) galimatías que reina sobre ambos términos, etnia y nación no son vocablos sinónimos, es afirmación que hemos sustentado en otro momento por lo que no vemos a insistir sobre ella7. Así pues, entendemos que no es lo mismo el nacer de una TIERRA FIRME 41 nación o naciogénesis que la etnogénesis; no que, como veremos a renglón seguido y siempre es fácil distinguirlas pero, a veces, su ejemplificaremos más adelante, combina diferencia se delata en la más superficial de las métodos inéditos de resurrección cultural con aproximaciones: la de su repercusión mediática. referencias continuas a la más consolidada -a Si nos guiamos por ésta, encontraremos que la menudo, estereotipada- de las tradiciones naciogénesis enciende pasiones encontradas culturales de Occidente. mientras que sobre la etnogénesis aletea un Y es que los agentes etnogénicos, amén cierto despego. Obviamente, la razón última de indígenas en cuyo caso se alimentarían de la de esta disparidad es política: las nuevas etnias tradición autóctona, pueden ser cosmopolitas son minoritarias y hasta e incluso policlasistas e Los agentes etnogénicos, inspirarse en dos tradimínimas o testimoniales; por el contrario, las nuevas amén de indígenas en cuyo ciones: la popular -que naciones son entidades caso se alimentarían de la puede degenerar en notorias que, con una ligera folklorizante- y la tradición autóctona, pueden académica -que no está ayuda de terceros, pueden desencadenar procesos de ser cosmopolitas e incluso exenta de arbitrariemagnitud mundial como, policlasistas e inspirarse en dades-. Dentro de esta por poner ejemplos muy dos tradiciones: la popular última, merece mención conocidos, los desatados por especial la tradición -que puede degenerar en las naciones bálticas y de etnográfica puesto que folklorizante- y la Asia Central -comenzaron la las reconstrucciones destrucción de la URSS- y, académica -que no está que de su etnia por añadir ejemplos no tan exenta de arbitrariedades. efectúan estos agentes manidos, los desatados por dependen en buena los Rehoboth Basters -se opusieron a la indepenmedida de esas fuentes escritas meramente dencia de Namibia- y por los Boers de Sudáfrica descriptivas. De ser esto cierto, lo inédito sería -obstaculizaron la caída del apartheid -. esa peculiar alianza entre lo popular y lo elitista Dejando para otra ocasión la naciogénesis, hemos de añadir que entendemos la actual etnogénesis en su sentido más literal y aséptico, es decir, como creación de nuevas etnias, independientemente de que estos neo-indígenas se reclamen en exceso o en defecto de una etnia originaria. Huelga añadir que estamos ante un fenómeno antiguo y universal8 pero, también y sobre todo, nuevo y contradictorio puesto mientras que el recurso a lo etnográfico era de prever. Dicho sea limitándonos a la revitalización cultural -caso más frecuente- y si nos olvidamos por ahora del estímulo que aportan -en contadas ocasiones- esas clases, aparte que son las pudientes; cual es el caso, por ejemplo, del neoincaísmo peruano o nativismo monumentalista, movimiento en el que grupos emergentes de poder instru- 42 42 TIERRA FIRME mentalizan el recuerdo del Tawantinsuyu a la par que confluyen en mayor o menor medida con reivindicaciones propias del imaginario mesocrático. Otro aspecto de las actual etnogénesis que conviene mencionar puesto que se ha hecho ineludible -bien a nuestro pesar-, es su ambiguo vínculo con la homogeneización universal o globalización: la utilizan para enfrentarse a ella pero también para hacerse visibles por vía de contraste, como El Enemigo Necesario y también como Proveedora de Modelos. El patrón más recurrente y proteico, tan denostado como enaltecido, sigue siendo el melting pot del cual habría que añadir que se trata de la pauta por excelencia puesto que ha superado el estadio de modelo para convertirse en un genuino mito -en el sentido de que, empezando por su mera existencia, resiste a la razón común-. Y es que el melting pot nunca ha pasado de ser un dudoso desideratum (Glazer y Moynihan ya dijeron en 1963 que, simplemente, no existía) pues, por fortuna, no sólo no ha amalgamado a las parcialidades estadounidenses sino que, por el contrario, ha espoleado su reproducción; eso sí, mercantilizando la diferencia cultural y, sobre todo, transmutándola en utensilio de control político. Una prueba de ello que aquí merece sacarse a colación porque también nos ilustra sobre las profundidades históricas de la etnogénesis es el caso de los Powhatan Indians de Virginia, EEUU. Es fácil hallar pueblos indígenas derrotados militarmente hace más tiempo que ellos pero sería muy difícil encontrar etnia alguna más adentro aún en la boca del lobo. En 1607, cuando fue invadido por la primera oleada de ingleses, este pueblo algonquino ascendía a no menos de 14.000 almas; en 1990, no llegaban a un centenar de enrolled -miembros plenos- más otros trescientos eligible. A pesar de ser el pueblo de la famosa Pocahontas, se han beneficiado ínfimamente de la celebridad mundial de su tatarabuela. Por lo demás, es muy meritorio que hayan mantenido la cohesión étnica a través de cuatro siglos, máxime si tenemos en cuenta que siguen viviendo en sus tierras de origen, por mucho que éstas hayan sido la punta de lanza de la invasión occidental. Pero, ¿a qué costo cultural se han mantenido unidos?: a un precio que puede visualizarse en la misma portada de la modélica monografía que hemos consultado (Rountree, 1990). Esta carátula se compone de tres ilustraciones; en la primera observamos a un Powhatan -o algonquino en general- de los tiempos del primer choque: su indumentaria es peculiar, difícil de confundir con cualesquiera otra. En la segunda, un grabado de 1705 nos muestra a un supuesto “indio de Virginia” envuelto en una túnica informe: no sabríamos decir si es un Powhatan o un malgache o un campesino ruso. La tercera es una foto a todo color de ELB, uno de los líderes Powhatan contemporáneos, ataviado como un piel roja de las praderas en versión Hollywood. Evidentemente, ha desaparecido todo rastro de especificidad cultural; a pesar de esta debacle, se han mantenido como un pueblo diferenciado de sus vecinos y ello se debe, en primer lugar y siempre según Rountree, a que en la esencia de TIERRA FIRME 43 su identidad étnica está el afirmarse como powhatan frente a los otros, frente a los vecinos -blancos y negros-. Pero esta archiconocida estrategia de autoafirmación colectiva a expensas de los Otros, no podría haberse dilatado fructíferamente durante tantos siglos si, además, no hubieran concurrido los siguientes factores: mantenimiento de las líneas genealógicas -o sea, énfasis en la racial purity; reconocimiento temprano por parte del estado de Virginia; posesión plurisecular de sus reservations; gobiernos e iglesias tribales formalizados; participación en foros intertribales y acceso a los fondos federales “para indios” (Rountree: 276). Es decir, una panoplia de factores endógenos y exógenos. Casos en los que, para empezar, no es obvio que todos ellos sean puras creaciones étnicas al igual que la powhatanidad no parece haber sido creada hoy- aunque pueda ser manifiesto que en todos ellos tenga gran importancia una cierta dosis de etnicismo voluntarista -dicho sea tomando en préstamo las dos ideas-fuerza antes citadas-. Sin embargo, los ejemplos venezolanos que veremos a continuación quizá puedan servirnos para difuminar esa divisoria entre la resistencia crónica y la resurrección súbita. Pues bien, quizá no estos mismos factores pero sí esta combinación de causas internas y externas es la que encontramos en buena parte de las particulares etnogénesis actuales latinoamericanas que hoy comentamos -haciendo la salvedad de que los Powhatan han conservado sus registros escritos etnohistóricos sin grandes hiatos, caso excepcional, lo cual inclina a presentarlos como ejemplo de resistencia antes que de etnogénesis-. Y decimos ‘particulares’ porque queremos centrarnos no en la etnogénesis en general sino en aquellas situaciones periféricas que, suscitando plausibles reticencias o no menos legítimas adhesiones, en todo caso nos obligan a revisar conceptos antropológicos básicos. Más aún, ni siquiera nos vamos a centrar en todas las categorías esbozadas en la nota 8 sino sólo en las tres primeras (los neo-indígenas reconstruidos, resucitados y reinventados). Volviendo a los Timoto-Cuicas y Chaimas con los que comenzábamos estas notas, hemos de recordar que: LAS OTRAS “NUEVAS TRIBUS” VENEZOLANAS la primera de esas denominaciones que tanto se ha utilizado en referencia a las poblaciones de nuestros Andes venezolanos, y que es tan difícil de erradicar, cae dentro del fenómeno característico que ya Salas había observado acerca de nuestros historiadores y otros investigadores, que se apoyan pasivamente en el dicho por los que precedieron (si tienen aquellos cierta autoridad, por supuesto), sin analizar críticamente la información dada por ellos. Y es así como todos se apoyan unos en otros para hablar en Timoto-Cuicas, sin averiguar en qué medida corresponde esta denominación a nuestra realidad merideña. Y la repiten, por supuesto, nuestros artesanos, quienes venden en Mérida, en el mercado principal como a lo largo de toda la Transandina, por ejemplo, artesanía timoto-cuica... que es ecuatoriana, además, pero ésta es otra historia (Clarac: 201). 44 44 TIERRA FIRME Este párrafo condensa buena parte de la problemática etnogénica: para empezar, nos advierte que la base etnohistórica que sustenta la resurrección Timoto-Cuica -la tradición académica a la que antes nos referíamos- puede incurrir en ese pecado peculiar de la ciencia que, con cierta sorna indígena, Vine Deloria Jr. ha caracterizado como del “imperio de la tradición oral occidental” -errores que se acumulan progresivamente-. Además, párrafos más adelante, la misma autora nos sugiere que el estado actual de la etnohistoria andinovenezolana9 no nos permite excesivas precisiones sobre este pueblo (Ibíd.: 201-212), y ello a pesar de la pléyade de ilustres clásicos que lo ha estudiado (enumerada en Pérez, 1999: 39). Pero los procesos etnogenéticos discurren más por la vía subjetiva que por la documental; por ello, a pesar de las admoniciones de autores como Clarac, en el ánimo de algunos agentes etnogénicos pueden prevalecer las caracterizaciones etnohistóricas que pesan sobre los antiguos amerindios. Pero éstas suelen ser contradictorias entre sí por lo que desde el inicio de las etnogénesis se plantean distintas opciones (ver nota 9) la mayoría de las cuales, como indeseable secuela de las arbitrariedades caracterológicas de los cronistas, giran alrededor del carácter belicoso o pacífico de los antiguos10, un falso dilema, ubicuo y siempre inoportuno. Ítem más, la etnogénesis timoto-cuica tiene correlatos poco especulativos y sí muy reales: su utilización comercial -léase, no sólo las artesanías de la Transandina-. El panorama se complica cuando ingresan fenómenos propios de la globalización aunque, en este caso, sea una pseudo o incluso contra globalización: la irrupción de productos ecuatorianos. Es muy probable que estén manufacturados en origen por indígenas -pero pudieran estarlo por otros marginales- y es aún más probable que la red de comercialización esté en manos indígenas pero no por ello dejan de caracterizarse por un pan-indianismo que, a fin de cuentas, puede ser considerado como una homogeneización de distinto signo. Independientemente de la opinión que podamos tener sobre el panindianismo y sobre las exportaciones de artesanías, a los efectos que hoy nos ocupan, no deja de ser insólito que una etnia resucite admitiendo tantos elementos ajenos -desde los académicos hasta los panindígenas-. Demuestra con ello una gran plasticidad pero se corre el peligro de que quién mucho abarca poco aprieta. Y, en todo caso, este sincretismo contradice el precepto común de que los grupos sociales se conforman acentuando lo propio en detrimento de lo ajeno. Por otra parte, el llamado fenómeno chontal aporta al neo-andinismo venezolano un enfoque que comienza siendo lingüístico para luego ramificarse profusamente. En una primera aproximación, señalemos que del chontal no hay evidencias de que sea una «supuesta lengua amerindia de la familia timote» sino que se trataría más bien de «formas de hablar consideradas anómalas, debido a trastornos o deficiencias de orden fisiológico y/o psíquico». Pero después resulta que así «se designaba, particularmente durante la época colonial, a TIERRA FIRME aquellos descendientes y aun hablantes de lenguas de las familias lingüísticas Timote, Cuica» y otras (Rangel y Obediente, cits. en González Ñáñez: 68-69). Esta última aseveración parece vigente a principios del siglo XX puesto que, en 1921-1922, Jahn llega a conversar con algunos «indios mayores» que le confesaron haber hablado de niños la lengua ¿timote? ¿chontal? (Cit. en Ibíd.: 72-73). Finalmente, investigaciones contemporáneas demuestran la supervivencia en rincones remotos de esta zona andina de personas de fenotipo indígena que, además, se autoidentifican como tales -«indios aquí somos todos» (Ibíd.: 78)-. Todo lo cual no sería demasiado relevante porque ese fenotipo es común y porque la autoidentificación puede ser meramente coloquial. Pero si a ello añadimos que también conservan algunos rasgos de la antigua cultura material -v.gr., añaden al café un grano denominado /todé /-, por la simple adición de datos, el horizonte comienza a llenarse de significaciones. De hecho, surgen poco después nombres de aldeas (Mukayé, Mukutapú, Mukurandá, en Ibíd.: 81) que parecen promisorias... pero, con buen criterio, el autor no se aventura a ubicar al idioma chontal, menos a definir lo chontal y menos aún a testimoniar la resurrección de unos supuestos Chontales. Por lo que hoy nos atañe, lo importante no es que los Chontales aparezcan ni tampoco que se logre certificar su defunción definitiva. Más nos interesa que se hayan detallado las dificultades reales que existen para concluir un tema tan elusivo y que se propongan e incluso se hayan puesto en práctica métodos 45 resolutivos. Y esto hay que subrayarlo puesto que, espoleados por el prurito del descubridor -compartido por etnógrafos en búsqueda de la etnia inédita y/o perdida y por naturalistas a la caza de una nueva especie -, es fácil precipitarse y descubrir justo lo que se quería descubrir. Por ello, lo que deberían ser banalidades de base -las dificultades y los métodos del estudio de la etnogénesis-, pasan a ser requisitos previos de necesario escrutinio. Es muy políticamente correcto abundar en la creatividad cultural indígena, en su resistencia a la dominación, en la consciencia de sus luchas, en su formidable habilidad para recuperar su historia o para redefinir su identidad. Y, según los casos, todo ello puede ser cierto pero es no menos cierto que existen factores etnogenéticos de todo tipo -exógenos y endógenos, desde picarescos hasta ingenuos-, que son dignos de tener en cuenta aunque sólo sea para introducir la dosis de escepticismo que debe animar a toda investigación social. Cambiemos de geografía pero no de tema. En cuanto a los Chaima, tenemos la fortuna de contar con una base firme: la obra que específicamente les dedica Civrieux. Si a ésta le añadimos las que también escribió sobre etnias afines como los Coaca y los Cumanagoto (Civrieux, 1970 y 1980) obtenemos un panorama muy rico del complejo étnico de esa área del Oriente venezolano. Para empezar, este autor presenta su obra en términos inequívocos: «refiere la historia del proceso de aculturación por el cual ha transitado la población chaima desde la llegada de los españoles hasta el presente. El estudio recoge, además, los rasgos 46 46 TIERRA FIRME notables de la cultura de esta antigua tribu, muchos de los cuales pueden reconocerse todavía entre sus descendientes, que sobreviven en ocultos paisajes de las montañas orientales» (nuestro énfasis; Civrieux, 1998: 21). Es decir, opta por una nueva categoría étnica: la de descendientes.11 La obra continúa con un recorrido etnohistórico que arranca con las alusiones geográficas -no étnicas- del mapa de Juan de la Cosa (año 1500) y con los relatos sobre el valle de Sayma, ya plenamente etnográficos, de W. Raleigh (1596). Sin solución de continuidad, llegamos a un presente etnográfico situado en los años 1970-1975. Hasta 1950-1958, todavía se menciona a los Chaima como indígenas; a partir de esas fechas, la introducción de las haciendas cafetaleras provoca la disgregación étnica. Aún así, al final se mantiene una duda: ¿quedan Chaimas propiamente dichos o sólo sobreviven sus descendientes? La respuesta desestima implícitamente esta formulación interrogativa: Algunas familias chaima que sobrevivían con sus antiguas tradiciones y sus actividades ancestrales optaron por marginarse de poblados y haciendas; no quisieron someterse a las consecuencias irreversibles de perder sus antiguas tierras y buscaron nuevos espacios vitales, adentrándose en las montañas vírgenes de la serranía; alejándose y evitando el contacto con los terratenientes, lograron conservar cierta autonomía fundada en su economía de subsistencia. Candilar es el ejemplo de un lugar de difícil acceso, hasta donde unas familias indígenas decidieron emigrar y marginarse. Se trata de un grupo aislado y tradicional conocido como Los Antolinos, sobre el cual se han tejido numerosas leyendas (Ibid: 100). A la postre, se nos presenta un problema que, añadiendo una dificultad más a los estudios etnogenéticos, situaríamos en el intersticio entre la sociología y la antropología: el paso de Los Antolinos a R. Brito, el asesor del Congreso mencionado en las primeras líneas de este artículo12. No podemos ni debemos entrar en casos individuales pero sí debemos señalar que lo interesante del caso chaima -lo que tiene de extrapolable-, es justamente esta convergencia entre dos grupos sociales tan dispares en cuanto a su inserción en la sociedad envolvente y en cuanto a su etnicidad pública -mínima en Los Antolinos y máxima en Brito- pero también tan próximos étnicamente hablando. En definitiva, la enorme amplitud de su espectro es uno de los rasgos más característicos de las neoetnias siendo, además, una de las mejores garantías de su vitalidad13. En resumen, si tuviéramos que enmarcar los casos Timoto-Cuicas y Chaima dentro del panorama etnogenético latinoamericano, podríamos clasificarlos como pueblos reconstruidos pero con algunos rasgos propios de los pueblos resucitados (ver nota 8). ¿Qué piensan al respecto los poderes públicos? Independientemente de lo que ocurra en la realidad, lo cierto es que la legislación de la República Bolivariana de Venezuela trata de ser justa - otros dirán que es generosa- para con el fenómeno etnogenético pues, para empezar, reconoce que varios de estos antiguos/ neo pueblos están «identificados». Qué quiere decir este término de índole más bien académica a la hora de la aplicación práctica de las leyes, es algo que desconocemos -pero los últimos TIERRA FIRME informes de las oficinas de defensa de los derechos indígenas no son especialmente halagüeños -. En todo caso, es muy de subrayar que la Ley de Demarcación y Garantía del Hábitat y Tierras de los Pueblos Indígenas (en vigor desde el 12 de enero 2001) podrá desconcertar por el uso jurídico de un término tan inédito en esos campos como “hábitat” -evidentemente, un eufemismo contra territorios -, pero es muy clara cuando, en su Art. 19, ofrece un listado, caótico si se quiere pero amplio listado al fin, de «los pueblos y comunidades hasta ahora identificados» que tienen derecho a la salvaguarda de sus territorios. Otro sí, este mismo artículo se cura en salud frente a las más que probables ulteriores reclamaciones de los colectivos preteridos añadiendo que «la enunciación de los pueblos y comunidades señaladas no implica la negación de los derechos que tengan a demarcar sus tierras otros pueblos o comunidades que por razones de desconocimiento no estén identificados en esta ley» -es el turno de los etnógrafos-. Esta ley incluye a los Chaima e incluso a los Cumanagoto -con ellos va más allá que los clásicos textos antropológicos- pero no menciona a los otros pueblos que estamos citando (Timoto-Cuica, ‘chontales’, Tostós, U’wa/Tunebo y Coaca). Los alcances reales de esta pieza legislativa están por ver pero son potencialmente aparatosos. Por ejemplo: puesto que los Chaima han sido reconocidos -¿o es sólo identificados?- como pueblo o comunidad, ¿y si reclaman la propiedad de un yacimiento naturalista y una atracción turística 47 tan rentable como la Cueva del Guácharo? No cabe duda de que los ecos de una tal demanda tendrían amplia acogida internacional. Ítem más, ¿qué ocurrirá con grupos o pueblos como los Píritu que se encuentran en trance de deambular por los mismos caminos que los Timoto-Cuicas o los Chaima? 14 , ¿serán definitivamente enterrados en la fosa común del campesinado o llegarán a acceder al status de comunidad diferenciada?. Los caminos de la etnogénesis no sabemos si serán inescrutables pero desde luego son harto profusos. Frente a esta exuberancia, es de suponer que el próximo Censo venezolano dibujará un panorama étnico que afinará el listado del citado artículo 19 y que incluso aportará nuevos datos -y quizá nuevos pueblos- al debate etnogenético15. No estaría ni siquiera esbozado el panorama de las actuales etnogénesis venezolanas si no mencionáramos algún ejemplo del mayor yacimiento étnico de este país -el Amazonas-. Esta región, con sus numerosos pueblos inequívocamente indígenas en peligro de desaparición -pero también con posibilidades de renacimiento-, nos ofrece varios ejemplos de pueblos que, en un futuro inmediato, podrían considerarse como “reconstruidos”. Mencionaremos sólo al pueblo Baré - el caso que menos desconocemos . A principios de los años 80, y en un trabajo redactado en el lugar de estudio -San Carlos de Río Negro- aunque publicado años más tarde, calculábamos que los venezolanos hablantes de lengua baré sumaban 19 personas; por su parte, el Censo Indígena venezolano de 1982, siguiendo un criterio más laxo, cifraba a los 48 48 TIERRA FIRME Baré, hablantes o no de su lengua, en 1.265 individuos (Pérez A., 1988: 446-448); una década después, habiendo cambiado de criterio censal, los reducía a 1.136 -a los que habría que sumar los 2.170 Baré que censaban en Brasil en ese mismo año 1992-. Ampliando el universo baré a los países vecinos (Brasil y Colombia), en el trabajo antes citado considerábamos una cifra de «60 ó 70 ancianos que estimamos hablan o entienden la lengua» pero, evaluando factores como el grado de aculturación, la ancianidad de este grupo humano, su atomización geográfica y la escasez de contactos intraétnicos, opinábamos que quedaba «poco lugar a la esperanza de una revitalización de la cultura Bale y menos aún de una ‘resurrección’ de su lengua» (ibid: 470). Sea como fuere el caso es que, dos décadas después, acorde con los procesos de etnogénesis actualmente en boga, está naciendo un nuevo pueblo Baré: así se autoidentifican los que Civrieux entendería como sus descendientes, como tales Baré se agrupan en las ciudades y mantienen sus fiestas y porque son tales se organizan y crean centros culturales17. Y son conscientes de que su etnia ya no puede ser la misma nación que, desde mediados del siglo XVII, estuvo en contacto, primero con portugueses y después con españoles, ni la que, en 1853, hospedó al naturalista inglés Richard Spruce -la mejor fuente etnohistórica; tampoco la que, a duras penas, sobrevivió a dos oleadas de caucheros ni siquiera la que nosotros estudiamos hace veinte años. Por otra parte, si ampliamos el caso baré al de sus primos hermanos y vecinos los Mandahuaca, encontraremos un ejemplo extremo. Según nuestras observaciones de campo, en 1978, se reducían a 6 individuos y, 3 años después, su número había descendido a tres y, además, dos de ellos eran hermanos y solteros. Parecían mínimas las posibilidades de reproducción social de esta etnia. Sin embargo, en censos posteriores -pero basados en una Gaceta Indigenista del año 1975-, hemos notado con asombro que su población ha crecido hasta ¡3.000!. Obviamente, quien mantiene estas cuentas -el Instituto Lingüístico de Verano mediante su archiconsultado portal cibernético ethnologue.com-, tiene un concepto muy amplio de lo mandahuaca y más laxo aún del paso del tiempo16. Pero es que todos estos pueblos Baré que nos describen la arqueología y la etnohistoria también fueron distintos a sus antepasados, lejanos e incluso inmediatos. Por ello, constatar que puede darse por desaparecida a la nación baré-hablante que habitó el alto Río Negro, es sólo una trivialidad antropológica que sólo atañe a su propio sujeto de estudio -a los antiguos Baré-, pero que, desde luego, no cuestiona la legitimidad de los esfuerzos de los actuales descendientes de aquellos Baré por reconstruir su pasado, por librarle del eurocentrismo y por dotarse de una nueva identidad común. En este sentido, son dignas de todo encomio las iniciativas que están planteando las lideranças baré asentadas en Sao Gabriel de Cachoeira (Brasil) en orden a censar a los baré-hablantes de aquél triángulo internacional (además del Alto Río Negro brasileño, incluye el Xié colombiano TIERRA FIRME 49 y el Río Negro-Guainía-Casiquiare venezolano) para, ulteriormente, desarrollar un proyecto de revitalización lingüístico-cultural. autonomía procuraría mayores beneficios al pueblo baré. Hechas aquella aclaración y dado fe de este proyecto, conviene, no obstante, añadir nuestras preocupaciones al respecto puesto que nos parece prioritario administrar prudentemente los recursos sociales de que disponemos en la hora de esta etnogénesis reconstructiva. Desde el punto de vista de la economía de esfuerzos -y siempre circunscribiéndonos al caso baré-, consideramos de un valor exclusivamente académico -que no es pocoalgunos bienintencionados intentos de abordar el problema; nos referimos en especial a los esfuerzos exclusivos por revitalizar la lengua baré. En nuestra opinión es una empresa abocada al fracaso porque, en el mejor de los supuestos, llegaría a ser la germanía de una élite -ilustrada o marginalizada- pero, precisamente por ser instrumento de esa élite, jamás se conseguiría hacerla popular. Una lengua es una creación colectiva de larga data en la que el voluntarismo y el individualismo no tienen cabida: ni siquiera los grandes escritores han conseguido modificarlas sustancialmente, menos aún los académicos; ni siquiera la iglesia católica y los taxónomos han resucitado el latín. Puesto que sólo estamos hablando de economía de esfuerzos, nuestro escepticismo sobre las posibilidades de popularización del baré no debe confundirse con un abandono puesto que no es un epitafio sino un simple planteamiento estratégico; abundando en éste, nos parece que concentrar las energías en la demarcación de territorios y en conseguir alguna suerte de CONCLUSIÓN Como podemos comprobar por la enumeración de pueblos de la nota 8, la actual etnogénesis latinoamericana es un fenómeno geográficamente amplísimo y socialmente muy diverso. En poco se asemejan los Antolinos chaima o los Baré rionegrinos a ciertas neoetnias impulsadas desde grupos fenotípicamente caucásicos y culturalmente occidentales, por mucho que algunos de estos últimos se esfuercen en situarse en la periferia del eurocentrismo. Loable esfuerzo si se intenta con rigor pero nos tememos que el inventario de sus herramientas conceptuales18, amén de escaso, es más propio de una bisutería que de una joyería o de un preciadísimo anticuario. Y, ya que estos grupos carecen de fuerza política, si andan escasos de conceptos, se ensombrece su horizonte. Lo cual no quiere decir que no les auguremos progresión alguna a estas fracciones etnogénicas; por el contrario, la penuria de conceptos casi garantiza el crecimiento público -ahora bien, menuda mejora-... Antes de concluir del todo, debemos aludir brevemente al problema del elitismo de algunas de estas etnogénesis. Hemos visto en la ubicua nota 8 que una de sus categorías es la de neopueblos cibernéticos. Aunque dejemos para otra ocasión este modernísimo tópico 19 , conviene aclarar una de sus implicaciones políticas: la posible acusación de aristocratismo. En efecto, sería cuasi plausible colegir que, si 50 50 TIERRA FIRME estos pueblos utilizan ampliamente la cibernética es porque se trata de élites. Pues sí, podría ser; pero, antes de precipitarnos, no olvidemos que siempre puede darse el caso de una minoría ilustrada que actúa como portavoz especial -léase, para el público cibernauta- de su pueblo, moderno o sempiterno. Si al baldón del cibernetismo añadimos que los ejemplos con los que hemos comenzado este trabajo eran los de un diputado nacional y un sociólogo, parecería que estamos abundando en las pruebas acusatorias del delito de elitismo. Nada más lejos de nuestra intención y para demostrarlo equilibraremos la torpeza de nuestro orden expositivo con la alusión a unos hechos tan trágicos como significativos sobre el grado de racismo que pesa sobre los amerindios: a) En 1988, fue asesinado José Gilberto Morato, líder un Movimiento Cívico Popular Indígena que simplemente pretendía recuperar los Resguardos que poseían en Caldas (Colombia) unos pueblos neo-indígenas de dudosa nomenclatura -son descendientes mezclados de hasta trece etnias precolombinas- (Jaramillo Gómez, 1997: en cb). b) En 1998, Francisco de Assis Araújo (Chicao), líder del Povo Xukurú de Ororubá (Pernambuco, Brasil), fue asesinado por su insistencia en reclamar el territorio de su pueblo (Espaço..., sf: en cb). Hemos dicho “racismo” porque no de otra manera podemos calificar la resistencia (literalmente) criminal que se opone a cualquier intento de etnización. Por ello, en este clima de violencia abierta -y generalmente impune-, no podemos olvidar que las etnogénesis, por mucho que quieran limitarse a los aspectos exclusivamente culturales -no digamos si tocan el tema de los territorios donde chocan con la, para los latifundistas, absolutamente sagrada madre tierra-, corren siempre gravísimos peligros20. Tenemos derecho a ser escépticos frente a la autenticidad de bastantes neoindios; hasta podemos comprender que muchos las tachen de anacrónicas y/o de instrumentales; e incluso nos constan casos de abierta picaresca. Pero crímenes como los mencionados nos alertan contra la gratuidad de las etnogénesis y nos devuelven al escenario, quizá más real, del costo humano y cotidiano de la búsqueda de la identidad colectiva. Volviendo a la serenidad de los análisis especulativos, concluiremos que los procesos étnicos observados plantean desafíos de todo tipo, tan propios de las ciencias sociales como de las políticas nacionales e internacionales. Para comenzar, se hace urgente elaborar nuevos instrumentos metodológicos y conceptuales para analizar la pujante etnogénesis. Por lo que atañe a la antropología, habrá que revisar muchas categorías étnicas; por ejemplo, la lengua y el territorio -puntales hasta ahora del entramado indígena-, pueden perder prioridad al ser sustituidos por la historia y la autoidentificación. Por su parte, las religiones ya no pueden considerarse estancas sino permeables -y, de hecho, están sumamente permeadas-. Los antiguos sistemas de TIERRA FIRME parentesco pierden significado pero adquieren más importancia sistemas paralelos como el de compadrazgo o el vecinal. Igual podría decirse de la cultura material habiendo sido sustituida la autóctona por versiones populares -léase, baratas o recicladas- de la tecnología cosmopolita. Ítem más, desde el punto de vista del derecho político la etnogénesis nos introduce en un terreno sumamente resbaladizo puesto que parece evidente que habrá que reexaminar las categorías de pueblo indígena y de nación, sólo reconocidas -a medias-, en la Constitución que redactó Stalin para la URSS, única carta magna en la Historia que admitía amplios derechos colectivos a las nacionalidades, incluyendo el de secesión -dicho sea irrespectivo del horror que nos causan Stalin como personaje y, más aún, el estalinismo como sistema político-. Lo triste del caso es que se trata de un status que todavía no se les ha reconocido a los indígenas por lo que se corre el riesgo de que, acusando con mayor o menor razón a los nuevos procesos de etnogénesis de elitistas, voluntaristas, anacrónicos, instrumentales y artificiosos, se aproveche la ocasión para negar definitivamente a los indígenas -nuevos y viejos- toda justicia social. NOTAS Abreviatura: cb = en Cibergrafía 1 Al año siguiente, HMP ocupaba la presidencia de la Comisión de Cultura y Asuntos Específicos del V Centenario del Parlamento Indígena de América. Poco después, abandonó los foros indígenas americanos. 51 2 R. Brito asesoró a una sub-comisión parlamentaria entre los años 1987 y 1989 (Informe de la Comisión Permanente de Asuntos Sociales en relación al Proyecto «Ley Orgánica de Comunidades, Pueblos y Culturas Indígenas», República de Venezuela, Cámara de Diputados, Secretaría, 23.octubre.1991; pág. 42). 3 Preferimos usar el término exterminio antes que el de extinción puesto que el primero denota una intencionalidad que está ausente en el segundo. No es sólo que, históricamente hablando, en la desaparición de los pueblos indígenas haya predominado la criminalidad de terceros sino que, en la actualidad, se continúa enmascarando el etnocidio a través del uso avieso de términos pretendidamente neutros. De esta manera, los palestinos mueren pero los israelíes son asesinados y los musulmanes son fundamentalistas mientras que los cristianos son sólo devotos. 4 En su popularización académica -valga la expresión- fue decisivo que, en 1983, B. Anderson publicara Imagined Communities. Reflections on the Origin and Spread of Nationalism, un libro crucial que todavía es archicitado -a nuestro juicio, interesadamente a veces y de forma abusiva casi siempre-. Los excesos imaginativos de Anderson fueron corregidos por A. Smith en otro libro posterior (The Ethnic Origins of Nations, 1986) que, por alguna clase de desgracia muy significativa, no ha tenido ni tiene todavía la influencia que merece. 5 Por nuestra parte, sin negar la importancia de estos factores, sostenemos que un enfoque así peca de incompleto cuando no del más obsoleto de los creacionismos, aquél que creía en la generación espontánea. No podemos olvidar que existen otros agentes no menos decisivos en la conformación de cualquier entidad social. Agentes que, además, son dados y objetivos -por ejemplo: el territorio, la lengua y la historia-. 6 Es decir, extintos, bien fueran pueblos eurasiáticos -prerromanos como los Ilirios, pseudomedievales como los Godos, modernos como los Judíos, contemporáneos pero de tenor arcaizante como los Balcánicos-, bien pueblos amerindios -como los Iroqueses o los Aztecas. De todos ellos se suponía que habían nacido a consecuencia de un acontecimiento que les era generalmente exógeno; por ejemplo, la caída del Imperio Romano en el caso de los Godos o la invasión europea en el caso de los amerindios. 7 Etnias y naciones comparten la discriminación que les inflige el Poder central pero, por encima o por debajo de éste y algunos otros parecidos, las diferencias que advertimos son muy notorias. A saber: 1. Los orígenes de las etnias son míticos y los de las naciones, históricos; 2. La dinámica social es centrípeta en las etnias y centrífuga en las naciones; 3. Las etnias poseen tecnologías autóctonas y las naciones, cosmopolitas; 4. Las prácticas de las religiones étnicas son populares y comunes mientras que las nacionales son jerarquizadas 52 52 TIERRA FIRME y especializadas; 5. Las etnias tienen un concepto de la propiedad mucho más comunal que las naciones; 6. Ídem para los derechos, colectivos o individuales; 7. A las etnias no les es aplicable el concepto de clase social pero a las naciones, sí; 8. La dominación externa es absoluta para las etnias y relativa para las naciones (Pérez A., 1997). Este último punto nos sugiere que puede darse el caso -de hecho, es frecuente-, de etnias dominadas por naciones; el caso contrario afectaría tan sustancialmente al anterior esquema que, de encontrarse, habría que revisarlo en profundidad. Dado que cualquier iniciativa indígena de reclamar derechos colectivos corre el riesgo de ser estigmatizada como intento de balcanización -por cierto, en los Balcanes hay naciones, no etnias-, es evidente que, al distinguir entre etnia y nación, no estamos incurriendo en bizantinismo alguno. 8 Antiguo puesto que desde siempre han evolucionado las etnias. Universal porque lo encontramos desde Asia -por ejemplo: los Asirios, un caso insólito; y extremo puesto que no sabemos hasta qué punto se trata de una naciogénesis o de una etnogénesis-, hasta África - ejemplo: los Griqua/Khoikhoi sudafricanos- y Euráfrica -los neo-guanches o filobereberes de las Islas Canarias-. Si nos limitamos a América Latina y excluimos los casos venezolanos pormenorizados en el texto principal, la lista de nuevas etnias es tan amplia y tan variopinta que, a pesar del enorme margen de error que se le supone a todo modelo, merece un borrador clasificatorio. Según una nomenclatura provisional y subrayando que no es una lista exhaustiva ni mucho menos, encontramos a los siguientes nuevos pueblos indígenas: a) Reconstruidos; es decir, pueblos que perdieron hace poco tiempo buena parte de sus señas de identidad lengua, territorio, religión, etc.- pero que conservan lazos de parentesco y una remota posibilidad de recuperar porciones simbólicas de su territorio. Sería el caso de los Mokoví, Selk’nam-Ona (Argentina), Terena (Brasil), Atacameños-Kunza (Chile), Sáliva (Colombia-Venezuela), Záparo (Ecuador), Monimboceños (Nicaragua). b) Resucitados; pueblos tenidos por exterminados desde hace tanto tiempo que carecen de otros vínculos con su pasado que no provengan de fuentes etnográficas -mitad escritas, mitad orales-. Huarpes, Quilmes, Ranqueles, Tehuelches y Tocnocotes (Argentina), Xukurú, Pankarurú, Fulnió, Tumbalalá, Kambiwás, Atikum, Truká y Kapinawá (Brasil, aunque dispongan de mínimas tierras), pueblos de los resguardos de Caldas (Colombia), Charrúa (Uruguay). c) Reinventados; pueblos que, para su recreación, han de recurrir a fuentes arqueológicas o de etnohistoria colonial. Nación Xikano-Xiximeka de Aztlán (Arizona y México), Muchik-Moche (Perú). d) Indoafros; pueblos de origen africano pero en proceso de indigenización a la americana. Sectores del pueblo Garífuna (Caribe), ídem de los Boni y Emerillon (Guayana francesa). e) Cibernéticos; que tienen más presencia en internet o en la realidad virtual -con perdón por el contrasentido- que en la realidad a secas. Taíno (Florida-Puerto Rico), Mexica Movement y Toltecas (sur de los EEUU-México) y la mayoría de las reificaciones pseudoétnicas debidas a los gropúsculos esotéricos. f) Finalmente, mención aparte merecen los indígenas urbanos o aquellos que conservan vínculos familiares con sus lugares de origen -aunque a veces pueden ser tan livianos como, por ej., limitarse a pedir ser enterrados en ellos-. En ocasiones y sobre todo por estrategias de ayuda mutua, han desencadenado procesos de etnificación que, en contra de la teoría oficial -anomia en la primera o segunda generaciónhan alcanzado incluso a sus vecinos ex-campesinos y/o marginalizados urbanos. Son abundantes en México DF (decenas de etnias), en Santiago de Chile (Mapuche, en especial) o en Bogotá (desde Wayúu hasta Ingá) pero no conviene olvidar a las ciudades pequeñas; por ejemplo: de los 40 ó 50.000 indígenas del Chaco paraguayo, cerca de una cuarta parte vive en núcleos urbanos. 9 Etnohistoria que, como suele ocurrir en casi todos los países, no logra siempre enlazar con los datos arqueológicos -o, dicho sea a la inversa, la arqueología no consigue llegar con sus secuencias hasta la época histórica sin grandes soluciones de continuidad-. Por poner un ejemplo circunscrito a los Andes ‘timotocuicas’: se nos ofrecen datos fiables sobre la arqueología de Boconó (Trujillo) con dataciones que se remontan hasta los años 1300 a.p. (ó 300 d.C.) pero, aunque en el mismo trabajo también se mencionen restos históricos de varios países europeos (Wagner, 1972), prudentemente, la autora ha obviado mención alguna a los Timoto-Cuicas o a cualesquiera otro pueblo pre o post hispánico. Y ya que estamos en Boconó, quizá fuera necesario mencionar que esta zona atañe personalmente al abajo firmante puesto que su hijo desciende -por parte maternade linajes de aquí. Es decir, que, llegado el caso, su hijo bien podría aducir que lleva sangre cuica -suponiendo que fueran Cuicas los antiguos pobladores del estado Trujillo- o, con mayor precisión, sangre tostó (Salas: 160). La pregunta es, ¿qué sangre escogería?; la elección no es fácil porque, mientras que los Cuica dícese que eran «indios de muy suave natural [..] gente mansa, doméstica, suelta y para mucho trabajo», la imagen de los Tostós es la de «una de las más numerosas [tribus] de Trujillo, si bien no de las más cultas» (ibid: 161162). Mansedumbre u oscurantismo, that is the question. TIERRA FIRME 10 Por ejemplo: los Tunebo, que están íntimamente relacionados con el complejo étnico prehispánico de los Andes ‘timoto-cuicas’ y hasta, según autoras contemporáneas como Osborn, se reclaman de un origen mítico merideño (cfr. Clarac: 208-209), son descritos por algunas fuentes etnohistóricas como «una raza sucia, brutal y salvaje»; sin embargo, otras «hablan de su cultura, empezando por su lengua, rica, sonora y armoniosa» (cfr. Salas: 179). Mutatis mutandi, esta misma disparidad se perpetúa en nuestros días y se ha hecho muy conocida a raíz de la agresión que una compañía petrolera mantiene contra los Tunebo, hoy mejor conocidos como U’wa. Para la Occidental Petroleum (Oxy), no cabe duda que los U’wa son salvajes -o, al menos, les trata como si lo fueranmientras que los grupos indigenistas que les apoyan mantienen la opinión contraria. Incluso se han incrustado posturas que, eufemísticamente, vamos a llamar sincréticas: la guerrilla de las FARC detesta a la Oxy pero también a otros indígenas que se solidarizan con los U’wa -recordemos el asesinato por las FARC de I. Washinawatok, T. Freitas y L. Gay, el 4 de marzo de 1999. 11 Es la misma que usa para los últimos Coaca pero entre éstos y los Chaima hay algunas diferencias; v. gr., Civrieux recoge evidencias de que estos hablaban la lengua coaca hasta principios del siglo XX (Civrieux, 1970: 82) mientras que, de la lengua chaima, sólo sobrevive a duras penas el choto maimul o chotomaimu, idioma shamánico y/o lingua franca con otras etnias vecinas. Por su parte, los Cumanagoto, a pesar de su proximidad cultural y geográfica con Chaima y Coaca, corrieron peor suerte hasta el extremo de que, a partir de las guerras federales del siglo XIX, Civrieux los menciona en tiempo verbal pretérito, sin apenas mencionar el término ‘descendiente’. Aún así, todavía puede rastrear en 6 municipios un censo de linajes (apellidos) de origen cumanagoto (Civrieux, 1980: 227-233). [Una curiosidad léxicográfica: el famoso diccionario Merriam-Webster’s incluye divi divi (Caesalpinia corioria, un arbolillo rico en tanino, de semillas astringentes) como palabra inglesa originaria probablemente del ¡cumanagoto!]. A nuestro juicio, las tres obras citadas, con su articulación entre etnohistoria y antropología -de los legajos a la entrevista de campo-, son imprescindibles para enlazar las actuales etnogénesis con el pasado inmediatamente anterior -y modélicas desde el punto de vista metodológico-. Asimismo, es relevante que este autor no mencione las resurrecciones que hoy nos ocupan; señal de que, al menos entre las etnias citadas, estamos ante procesos que se desencadenan después de los años 70 y 80 -otra cuestión es que por esos años se encuentren sus semillas en estado de dormancia-. 12 Nos puede servir de ayuda recordar que, en 1945-1949, con 83 bautizados, Brito fue el segundo linaje chaima 53 más frecuente en un universo de n=9, sólo superado por Morocoima (Civrieux, 1998: 97). Pero, siendo Brito un apellido muy común en Venezuela, poniéndonos estrictos, el dato pierde consistencia a la hora de delimitar la etnogénesis chaima. 13 El entorno histórico en el que se hizo posible el surgimiento de agentes etnogénicos ilustrados es similar en toda Latinoamérica y es muy conocido: surgen desde mediados del siglo XX con la popularización de la enseñanza formal, el aumento de la movilidad social y las migraciones a las ciudades. En cuanto a los agentes etnogénicos tradicionales, su entorno es no menos conocido: la expansión de la frontera agrícola -frente a la que algunos grupos optan por la huida-, y la democratización -que restringe la impunidad de los genocidios-. Aunque ambos entornos sean simultáneos, no son idénticos. Y, desde luego, tampoco son uniformes desde el punto de vista moral: podemos considerar absolutamente deseables la democratización, la movilidad social y/o la mayor accesibilidad a la educación pero la acelerada urbanización y la vertiginosa colonización agrícola, dejan mucho que desear. Esta disimilitud de causas últimas puede acabar pasando factura a las neoetnias. 14 Además, los Píritu, un ejemplo claro de etnia reinventada (ver nota 8), nos vuelven a plantear el problema de la dependencia etnogenética con respecto a las fuentes etnohistóricas. En este caso, la más citada y asequible es el franciscano Antonio Caulín -quien copia a M. Ruiz Blanco, 1690-; si los Píritu reciben ayuda por parte del estamento ilustrado, ¿con cuál Caulín se quedarán? ¿con el que retrata a los indígenas cercanos y lejanos como de «naturaleza floxos, perezosos, taimádos, agilísimos, y astutos para su conveniencia, y enteramente negados al socorro de la agena: prontísimos para urdir un embuste [..] En ellos no hay palabra, fidelidad ni constancia. La honra no la conocen; ni se averguenzan, quando se les dá con su ruindad en la cara. De quien les hace bien sospechan comunmente mal», etc. (Caulín: I, 144). El problema se complica cuando constatamos que no sólo disparatan las caracterizaciones según las fuentes (ver nota 10) sino que incluso un autor puede contradecirse a sí mismo. Como puede demostrarlo que, párrafos más adelante, Caulín nos asegure que los indígenas «en la crianza de los hijos son demasiadamente compasivos; rara vez les castigan por el temor de que no se les mueran. De aquí nace el criarse demasiado libertosos, y andar a su alvedrío [..] en las necesidades son muy sufridos, y en las enfermedades tan pacientes, que rara vez se quejan [..] la política de los Indios consiste en respetar a los ancianos [..] a los huespedes, y forasteros los reciben con singular cariño [..] con sus difuntos son demasiadamente compasivos [..] la mayor parte del año lo pasan baylando, y cantando», etc. (ibid: I, 146-149). 54 54 TIERRA FIRME Ítem más, pese a estas contradicciones, puede admitirse que los Píritu gozan de una aceptable etnohistoriografía: ¿ello sugiere que de todo buen libro de etnohistoria puede resucitar o reinventarse una neo-etnia? Pues la verdad es que, folklorismos y exotismos artificiales aparte, aunque sólo fuera visto desde el ángulo de la experimentación social, fenómenos así no tendrían porqué ser vigilados con prejuicios. Lo contrario sería poner puertas al campo o, peor aún, constreñir la inventiva popular. En nuestra opinión, ante esta tesitura es preferible limitarse a la casuística. 15 El Censo General de Población y Vivienda que se está preparando en estos momentos (octubre 2001) en Venezuela, incluye dos preguntas destinadas a toda la ciudadanía - he ahí la novedad- cuyas respuestas pueden arrojar nueva luz sobre las autoidentificaciones étnicas del país. Son: pregunta nº 7, «¿Pertenece usted a algún pueblo indígena? Sí; ¿Cuál?... No; Pase a la pregunta 9». Pregunta nº 8, «¿Habla usted el idioma de ese pueblo? Sí, No». 16 No son estas cifras las únicas incorrecciones que hemos encontrado en este portal. Por ejemplo, sin salirnos del caso Baré-Mandahuaca: se excede al enumerar nada menos que nueve sinónimos o dialectos distintos de la lengua baré - entre ellos, algunos tan disparatados como el Yavita-; ítem más, a los Baré de Brasil les considera extinct; cree trilingües en español -¿o portugués?- y en ñengatú (yeral) a todos los Baré y, por si ello fuera poco, se equivoca también al apuntar que ‘baré’ es un término general (cover term) que engloba al «Baré, Mandahuaca, Guarekena, Baniwa, Piapoko». Teniendo en cuenta que ethnologue.com dedica sendas escuetas fichas al Baré y al Mandahuaca, es difícil acumular tantos errores. 17 Incluso en Europa, hemos encontrado en los últimos años personas que, basándose más en el lugar de nacimiento de sus antepasados y en la nostalgia del costumbrismo rionegrino que en la conservación de la lengua baré o en cualquier otro rasgo étnicamente más definitorio, se autoidentifican como Baré. 18 A efectos del imaginario popular, este inventario se reduciría a: a) La negación de la dicotomía Cultura-Naturaleza (‘los humanos no somos distintos de la Madre Tierra’), lugar común neo-indio que conlleva tópicos conexos como aquellos de ‘la Tierra no tiene dueño’, ‘somos su guardianes’ o ‘pidamos perdón al árbol antes de cortarlo’. b) El recurso a la idea - plenamente occidental- de una Edad de Oro huelga añadir que precolombina; postulado que arrastra una cohorte de verdades a medias (‘sabíamos que la Tierra es redonda’, ‘florecían las ciencias’) y de arriesgadas suposiciones demográficas (‘éramos millones’) ciertas para algunas regiones pero no para todas. c) Reificaciones epistemológicas de tipo filosófico (‘el tiempo y la vida son circulares’, ‘pensamos en corro’, ‘nada es abstracto, todo es concreto’, ‘todo es real’, ‘no hay preguntas, sólo respuestas’, ‘la combinación de fuerzas positivas y negativas da energía’) que, aplicadas a las ciencias puras, llegan a adquirir expresiones ingenuamente estrambóticas («nuestras matemáticas no son lineales», decía JI, un líder Mokoví), mientras que aplicadas a la salud, pueden desconcertar (‘el alma cura al cuerpo’, ‘somos sobrenaturales, podemos volar o transformarnos’). d) Concepciones paradisíacas del Derecho que, al desconocer la existencia del conflicto, le niegan absolutamente (‘desconocemos la propiedad’, ‘respeto sí, prohibición no’). Todo ello abusando de un número escaso de palabras clave. Por ejemplo: comunidad -siempre absolutamente natural, sin pizca de intervención humana-, convivencia -en lugar de ‘visita’ o de ‘coexistencia’, cosmovisión -donde debería decirse ‘teología’ o, quizá, ‘meta-astronomía’-, pueblos preexistentes confusión entre inmanencia e invasión. Esta fraseología sería irreprochable si fuera dicha y/o entendida como metáfora, balbuceante o manida si se quiere pero metáfora al fin y al cabo y como tal, por definición el motor lingüístico de cualquier adelanto especulativo. El problema surge cuando la metáfora es sentida y asumida al pie de la letra -dicho de otro modo, cuando se la desvirtúa hasta el punto de negarla -. 19 Por si algún lector arde en deseos de anotar nuestras ciber-referencias preferidas, le recomendaríamos dos trabajos que podrían ser entendidos como los extremos de un mismo arco y que por esta misma razón han sido nuestros escogidos: a) el de Ayriwa Pilco (ver cb), una laboriosa y ortodoxa investigación sobre la influencia de Internet entre los amerindios que cuenta con los valores añadidos de haber sido hecha por una indígena Puruhua (Cacha, Chimborazo, Ecuador) y por incluir un valioso listado de sites de organizaciones indígenas. b) el de Fraguas Bravo (ver cb), una página divulgativa confeccionada por un profano en antropología que, precisamente por esta razón, da una medida de la popularidad del tema de la etnogénesis -también incluye un listado de sites indígenas pero éste resulta caótico, errado y sumamente incompleto-. Y ya que estamos enredados, no resistimos la tentación de añadir otro par de ciber-referencias, asimismo representativas de los extremos que la Red nos ofrece, esta vez sobre el tema específico de la etnogénesis latinoamericana: a) Boccara (ver cb) es un trabajo modélico sobre la utilidad de la etnohistoria a la hora de descubrir que hay etnogénesis -no incluidas en estas Notas- que se remontan a los primeros años de la Invasión. b) por su parte, Slavsky (ver cb), más cercana a la TIERRA FIRME actualidad, nos hace partícipe de la escéptica sorpresa con la que el gremio antropológico recibe las noticias etnogénicas a la vez que intenta -a nuestro juicio, patéticamente- encuadrar este fenómeno en un marco conceptual clásico. Es, por lo tanto, un ejemplo tanto de que este gremio no escapa a cierto subjetivismo -confesión que es muy de agradecer- como de la imperiosa necesidad de revisar las definiciones categoriales de la antropología -extremo que la autora parece renuente a aceptar-. 20 Un último detalle ligado asimismo a la faceta política de las etnogénesis: es frecuente ligar éstas -peor denominadas como re-etnizaciones o movimiento revivalistas- a las reformas constitucionales. Es cierto que algunos neo-indios han participado en la mecánica constituyente; por ejemplo: en las Actas de la Convención Constituyente que dio origen a la reformada Constitución argentina de 1994, participaron portavoces Huarpe y Selknam-Ona -recordemos, además, el caso del asesor Chaima con el que abríamos este trabajo-. Pero ello no nos autoriza a suponer que sus intervenciones han sido determinantes. A nuestro juicio, es más probable que sean los movimientos democratizadores aliados al movimiento indígena general los actores que han conseguido introducir en las Constituciones latinoamericanas las gotas de plurietnicidad que, circa 1992, dieron al traste con la concepción del Estado mestizo que prevalecía en buena parte de esas Cartas Magnas. Dicho sea sin demérito para los neoindígenas que forman parte de esos movimientos indígenas. BIBLIOGRAFÍA Caulín, A. fray (1779-1966). Historia de la Nueva Andalucía. Caracas, Academia Nacional de la Historia (2 tomos). Civrieux, M. de (1970). «Los últimos Coaca». Antropológica, 26: 3-108. ———————. (1980). «Los Cumanagoto y sus vecinos». En Coppens, W., B. Escalante y A. Butt Colson (eds.), Los aborígenes de Venezuela, Caracas, Fundación La Salle. I. ———————. (1998). Los Chaima del Guácharo. Caracas, Banco Central de Venezuela. Clarac de B., J. (2000). «Los grupos étnicos en la visión de Julio C. Salas y la de investigadores contemporáneos». 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Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 37-55, 2006 From Ethnoeschatology to Ethnogenesis: Notes on the New Ethnic Identities De l’ethno-eschatologie à l’ethnogenèse: notes sur les nouvelles identités ethniques Antonio Pérez Antonio Pérez Abstract: Agents of Ethnogenesis, besides indigenous that would draw on local tradition, may be cosmopolitan or even racist people and may be inspired by two traditions: the popular one -which might become folklore-like -or the academic one -which is not free from arbitrary principles. Within this latter one, ethnographic tradition should be highlighted, because ethnical reconstructions by agents depend largely on merely descriptive written sources. If this were true, what would be interesting is such a peculiar relation between the popular and the elitist –the ethnographic Résumé: Les agents ethnogéniques -sauf les indigènes, influencés par la tradition autochtone– peuvent être cosmopolites, mais aussi élitistes, et s’inspirer de deux traditions: la tradition populaire – qui peut dégénérer en folklorisation – et la tradition académique – qui n’est pas exempte de l’arbitraire. Dans le cadre de cette dernière tradition, il faudrait souligner la tradition ethnographique, car les reconstructions des ethnies faites par ces agents relèvent en grande partie de sources écrites purement descriptives. Si ceci est vrai, l’alliance TIERRA FIRME usage being foreseeable. Another aspect of current Ethnogenesis that should be mentioned, since it has become, much to our regret, unavoidable, is its ambiguous link with universal homogenization or globalization: it is used to face it and to stand out by contrast (the Necessary Enemy and the Provider of Models). This study explores these ethnical, literary and diverse issues. Key words: Ethnohistory, Folklore, History, Ethnogenesis. ********** 57 particulière entre l’élément populaire et l’aspect élitiste serait quelque chose d’inédit, alors que l’intérêt pour l’ethnographie était tout à fait prévisible. Il convient aussi de souligner un autre aspect de l’actuel ethnogenèse qui est – malheureusement- devenu incontournable: le lien ambigu avec l’homogénéisation universelle, la mondialisation. Celle-ci est utilisée pour s’approcher de l’ethnogenèse mais aussi pour établir des contrastes; on la prend pour l’Ennemi nécessaire ou pour l’Élément fournisseur de modèles. Le présent travail comporte une étude de ces aspects ethniques, littéraires… et du divers. Mots-clés: Ethno-histoire, folklore, histoire, ethnogenèse. ********** 58 58 TIERRA FIRME Plaza Bolivar Barinas TIERRA FIRME 59 Tierra Firme. Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 57-65, 2006 Las calzadas o terraplenes prehispánicos de los Llanos de Barinas en Etnografía de Venezuela OTILIA ROSAS G. UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR RESUMEN: La fascinación que han despertado las calzadas o terraplenes prehispánicos en los llanos de Barinas ha llevado a diversas explicaciones, incluso algunas revestidas de visos heroicos como aquella, muy popular, que dice que fueron construidas por los súbditos del Cacique mayor de los caquetíos, Manaure, cuando este abandonó la región de Coro, en los años treinta del siglo XVI, a raíz de las desavenencias con los gobernadores Welser, según escribió el padre Jacinto de Carvajal hacia 1648 (1956), iniciando así semejante historia que ha sido repetida una y otra vez, aún por historiadores de renombre. Entre otros destacados y acuciosos pensadores, Julio C. Salas quien, en su Etnografía de Venezuela (1997), dedicó especialmente tres capítulos a la "arqueología aborigen", como la denominaba, empleando los otros capítulos al estudio etnográfico, al análisis lingüístico, etnohistórico y antropológico de las etnias que habitaban las regiones de la cordillera andina para la época del contacto europeo, como eran los timotes, los mucuchíes, los tabayes, los jajíes, los giros, los cuicas, entre otras tantas. Las líneas que siguen son la lectura de la contribución de Salas al estudio y comprensión de estos asuntos. PALABRAS CLAVE: Calzadas, terraplenes, etnohistoria, Salas, indigenismo. areciera que en las últimas décadas del siglo XX se despertó el interés de los investigadores (Cruxent: 1966; Zucchi, 1972, 1973; Redmond y Spencer, 1990; Denevan, 1991; Redmond y Spencer, 1995; P Spencer y Redmond, 1998; entre otros) por el enigma de las Calzadas prehispánicas que se encuentran en los llanos venezolanos y, en particular, las ubicadas en el territorio que actualmente es llamado estado Barinas. El enigma, es decir, quiénes construyeron esas estructuras, con qué fin y cuándo, no es nuevo. 60 60 TIERRA FIRME La fascinación que han despertado las calzadas o terraplenes ha llevado a diversas explicaciones, incluso algunas revestidas de visos heroicos como aquella, muy popular, que dice que fueron construidas por los súbditos del cacique mayor de los caquetíos, Manaure, cuando este abandonó la región de Coro, en los años treinta del siglo XVI, a raíz de las desavenencias con los gobernadores Welser, según escribió el padre Jacinto de Carvajal hacia 1648 (1956), iniciando así semejante historia que ha sido repetida una y otra vez, aún por historiadores de renombre. Claro está, las investigaciones arqueológicas que se han llevado a cabo en los últimos años, intentan responder estas preguntas con una concepción científica y con la tecnología a favor de ellos, y de lo que carecían o no estaba disponible para aquellos que solo se guiaron siguiendo al pie de la letra a Carvajal. Sin embargo, a principios del siglo XX, encontramos algunos investigadores cuyos trabajos marcaron un precedente. Sin contar con los conocimientos ni la tecnología de hoy en día, iniciaron las exploraciones y estudios en este campo, y sus conclusiones, muchas veces ignoradas o desconocidas, sorprenden por la precisión y coincidencia con las investigaciones arqueológicas contemporáneas. Entre estos destacados y acuciosos pensadores tenemos a Julio C. Salas, quien en su Etnografía de Venezuela 1 (1997), dedicó especialmente tres capítulos a la “arqueología aborigen”, como la denominaba, empleando los otros capítulos al estudio etnográfico, al análisis lingüístico, etnohistórico y antropológico de las etnias que habitaban las regiones de la cordillera andina para la época del contacto europeo, como eran los timotes, los mucuchíes, los tabayes, los jajíes, los giros, los cuicas, entre otras tantas. De Etnografía de Venezuela nos ha llamado la atención, en particular para esta ponencia, el capítulo consagrado a la explicación de los “mound-buildings o construcciones de tierra del Nuevo Mundo… Los Cerritos de los Indios y Terraplenes o Calzadas de los Llanos de Venezuela…”. Explica Salas que la denominación en Venezuela de calzadas y cerritos de los indios se debe a su origen y forma. Los trabajos de Salas se fundamentaron en profundos estudios de documentos originales de siglos pasados, buscados en los principales Archivos históricos españoles y latinoamericanos, en los escritos legados por los cronistas, en las investigaciones de sus contemporáneos, nacionales y extranjeros, así como también, cuando le fue posible, en la información recolectada in situ, por sí mismo o a través de informantes. De los datos obtenidos por distintas fuentes acerca de las calzadas, decía que: En las selvas del Meta, territorio de los indios Achaguas y al pie de las estribaciones de la sierra nevada de Mérida, entre Canaguá y Barinas se encuentran terraplenes levantados, especies de calzadas o caminos que igualmente se ha atribuido a los más antiguos indígenas que poblaron estos territorios… El territorio de Suripá y Canaguá estaba dominado para la época de la conquista española por los indios Giros, diversas tribus belicosas y nómades TIERRA FIRME 61 en su mayor parte de tipo etnológico distinto de los valles interiores (1997a:160). estos cerritos se “encontraron fragmentos de utensilios domésticos y armas igualmente rotas lo que sería argumento para asignarles De los indígenas giros, que fueron destino sepulcral en vista de algunas tribus también denominados por los cronistas, como indias americanas tenían por costumbre giraras, giraharas, girabanas, explica en su despedazar los objetos que habían pertenecido Tierra Firme (1908), que no tenían ninguna al difunto sobre su tumba” (1997: 161). relación con los jirajaras de la sierra de San Comparando los mounds encontrados en Luis (hoy en día, región del estado Falcón). diferentes lugares de toda América, los cuales Tal confusión la han repetido muchos contenían restos humaestudiosos (Jahn, 1927; nos junto a diversos Morey, 1975; Redmond y El tratamiento que hizo de materiales, conteniendo Spencer, 1990) que han seguido a pie juntillas las los documentos antiguos es “grandes riquezas”, parte para relacionar a las descripciones de Simón, impresionantemente calzadas con los cerritos Rivero, Caulín, Carvajal y de los indios. Afirmaba acertado, por ello decimos otros cronistas, “los cuales deben estudiarse con gran que Salas fue, más que un que ambos tenían un “destino religioso”. Su atención y cotejarlos, para antropólogo o un tesis estaba respaldada poder deducir la verdad” en las descripciones que historiador, la suma de aconsejaba con propiedad Humboldt hizo durante Salas (1997b: 115). Los ambos, un etnohistoriador. sus viajes por Venezuela giros estaban asentados en quien, decía Salas, la cordillera de Mérida, aseveró que estas construcciones eran desde Acarigua y Mucuchachí hasta Curbatí verdaderos túmulos o sepulcros. En realidad, en Zamora. Salas recoge el nombre, giros, en Humboldt, al recorrer los llanos, comentó que documentos que dejó por escrito el cura había: doctrinero de esta etnia indígena, el padre entre el Mijagual y el Caño de el Hacha … Basilio Vicente de Ovidio. Señala Julio C. Salas, que en estas regiones se hallaban colinas artificiales, los llamados cerritos de los indios, como los dos de Suripá, que él mismo describe, así como el de la “calzada o terraplén de 2 metros de alta por 6 de ancho que corre hacia el N. por espacio de 300 metros, partiendo desde el propio pie del cerrito mayor” (1997: 169). Afirmaba que en verdaderos tumulus, llamados en el país Cerrillos de los Indios. Son colinas en forma de conos, levantadas sobre el suelo por la mano del hombre, que probablemente guarden osamentas como los tumulus de las estepas de Asia. Así mismo cerca del Hato de la Calzada, entre Barinas y Canaguá, repárase una hermosa vía de 5 leguas de largo hecha antes de la conquista en los más remotos tiempos por los indígenas. Es una calzada de tierra de 62 62 TIERRA FIRME 15 pies de alto que atraviesa una llanura con frecuencia inundada (Humboldt, 1985 (III): 220-221). De acuerdo con esta cita, no podría decirse que Humboldt afirmó tajantemente que los túmulos venezolanos tenían una función funeraria, sólo asomó la posibilidad, comparándolos con los encontrados en las estepas asiáticas. Así mismo lo reconoce Salas más adelante, cuando acota que “…hasta hoy no se han encontrado en ellos sepulturas, quizá excavaciones hechas con más cuidados las descubran…”. Siguiendo el texto, Salas expone que hay otra hipótesis tampoco tiene cabida o no es pertinente para explicar la construcción de las calzadas o terraplenes, como la de que fueron construidos para tráfico comercial. Para el investigador, esta hipótesis no tenía fundamento: ni aún dada la extensión de la mayor de ellas pues existen otras pequeñas de apenas trescientos metros como la de Suripá y si se debieran a las necesidades del tráfico por las llanuras que se inundan en tiempo de lluvias y ese tráfico fuese comercial serían caminos continuos y largos y no trozos con diferente orientación, lo cual deter-minaría completamente el uso particular religioso en relación con los cerritos. En gracia, pues, del progreso de las inves-tigaciones etnográficas en Venezuela, hacemos esta rectificación, sin que esto quiera decir que neguemos las relaciones comerciales que existían entre los habitantes de las montañas y los de las llanuras de Barinas, en época anterior a la conquista (1997ª: 163). En este párrafo, Salas refuta, en realidad, dos hipótesis sobre el objetivo de la construcción de las calzadas: la del uso comercial y la de vía de comunicación en épocas de lluvia cuando se inundan las sabanas. La segunda de ellas la había comentado con anterioridad Lisandro Alvarado en su “Etnografía Patria” (1907)2, cuando explicaba acerca de la ubicación de varios de los terraplenes en “la antigua provincia de Barinas”. Afirmaba este autor, que “a pesar de que estas obras son inmemoriales, han podido, sin embargo, conservarse hasta hoy de tal modo que llenan a cabalidad su objeto, permitiendo cruzar sabanas que se anegan en la época de las lluvias y se vuelven atolladeros” (Alvarado, 1989: 437). La explicación lógica y natural de la construcción de las calzadas era, para Alvarado, la de permitir el tránsito durante la época de lluvia y la sabana se anegaba, como todavía ocurre. A lo que Salas refuta, como está citado arriba, porque las calzadas no son caminos continuos. Por último, Salas cita un documento que encontró en la Biblioteca Nacional de la Historia, de Madrid, intitulado “Descripción de la Nueva Andalucía” (s/f), del cual extrae un párrafo que reza así: En los Llanos hallamos una provincia muy grande de una nación que tiene las casas en unas lomas de barro de esta tierra, estas casas son muy grandes súbese a ellas por una escalera de palo hasta las puertas de tal manera que con una pequeña piedra como losa las tapaban y aunque están en una cima la gente no sabe a donde esta la puerta si no es que tienen mucha experiencia de ello… (1997ª: 164). Comentado Salas que, entonces, “algunos de los mounds sirvieron a manera de viviendas fortificadas y como hemos visto que también eran adoratorios y sepulturas otros, hemos de TIERRA FIRME concluir por aceptar el vario uso que en definitiva debe asignarse a los cerritos” (ídem). La conclusión a que llega Salas no está lejos de las que hasta el momento han expresado investigadores contemporáneos. Podemos resumir en seis las hipótesis que tratan de responder a la pregunta de: ¿Por qué se construyeron las Calzadas en los Llanos de Barinas? y agregaremos, los cerritos de los Indios?: 1. Debido a la “huída” de Manaure desde Todariquiba hacia los Llanos, por causa de los abusos y violencia que cometieron los Welser contra su pueblo, sus seguidores construyeron las calzadas para que pudiera pasar el cacique y toda su comitiva. Esta hipótesis se inicia con Carvajal (16471956) y luego la repitieron algunos autores como Arcaya. Está totalmente descartada hoy día. 2. De acuerdo a Jahn (1927-1973), para erigir viviendas en época de lluvia y resguardarse de las inundaciones. 3. Con carácter religioso. Podrían ser sepulcros o tumulus, como los calificó Humboldt (1800-1985). Es la hipótesis más verosímil para Salas (1921-1997ª). 4. Vías de desplazamiento en época de lluvia, cuando las sabanas se inundan. Esta es, tal vez, la más secundada de las hipótesis. Para Alvarado (1907) era la razón per se. Incluso, explica que la calzada del caño del Hacha con el túmulo del cual habla Humboldt, contenía las aguas de las inundaciones. Más 63 recientemente, otros investigadores consideran que en realidad servían de caminerías durante las inundaciones, como Garson (1980), Denevan (1991), Earle3, (1991). Aunque Garson4 dejó en claro la posibilidad de otras explicaciones complementarias a esta. 5. Como plataformas para el asentamiento de viviendas, campos agrícolas y sitios de cacería, según Cruxent (1966). Salas había entreabierto esta posibilidad al mostrar el documento antiguo, posiblemente del siglo XVII, donde se describía algo similar a la de viviendas construidas encima a manera de fortalezas. A diferencia de la tesis de Jahn, estos asentamientos serían permanentes. 6. Los últimos trabajos arqueológicos que se han llevado a cabo apuntan, según Redmond y Spencer (1998) a factores económicos, militares y religiosos. Salas rechazaba que el tráfico comercial fuera la causa primordial porque no son continuas y largas, sino trozos no conectados y con diversas direcciones. Las investigaciones de Redmond y Spencer5 están confirmando algunas de las aseveraciones que Salas hiciera en su tiempo. No todos los sitios estaban conectados; y, aún más, han descubierto que no todos se encontraban en zonas anegadizas, lo cual parece desmoronar las hipótesis basadas en la adaptación a las inundaciones6 (Viviendas temporales, caminerías, comercio). La datación de las calzadas las obtuvieron a través de la asociación de los sitios; esto se facilitó, porque 64 64 TIERRA FIRME cada calzada que localizaron estaba claramente comunidades, cuyos caciques locales vinculada, al menos, a un sitio de la Fase Gaván Tardía (1998: 99), es decir, entre 500 y 1000 estrechaban lazos de reciprocidad con los caciques mayores o principales: años D.C.. Los autores explican que los sitios de habitación estaban distribuidos en tres Por medio de su monopolio sobre el intercambio de artículos suntuosos a larga distancia, los caciques principales obtienen bienes de prestigio producidos en áreas distantes y controlan su circulación hacia las comunidades locales, por lo cual establecen relaciones de dependencia con caciques locales y con la población en general. Así la economía política regional se basa en los lazos de reciprocidad entre los caciques principales y los caciques locales (Redmond y Spencer, 1995: 259). niveles jerárquicos, de los cuales, uno solo (B12) ocupa el tope máximo del asentamiento jerárquico y es el centro de una red de calzadas. Cubre unas 33 hectáreas y, según los arqueólogos, tiene un impresionante número de earthworks, que incluyen dos grandes montículos de unos 10 y 12 mts., además, cuatro de 1 a 4 mts. y 130 pequeños de 1 mt. Redmond y Spencer consideran que los dos grandes sostenían edificaciones ceremoniales, mientras que los pequeños residencias. Hasta este punto, podríamos decir que las evidencias están demostrando que Salas no estaba equivocado. Por otro lado, de los 33 sitios de la Fase Gaván Tardía sólo 9 están ubicados en áreas que experimentan las inundaciones estacionales. La evidencia los conduce a resumir que el 72,7% de los sitios estaban ubicados en bancos o lugares elevados, que no se inundaban; y el mismo resultado se obtuvo para las calzadas. En pocas palabras, las calzadas no fueron construidas exclusivamente para el tránsito pedestre durante las inundaciones de la sabana en época de lluvias. Hubo otros factores que incidieron en ello. De acuerdo a estos arqueólogos, las evidencias que han recogido de los sitios excavados revelan que hubo una sociedad cacical que centralizaba la autoridad y mantenía una relación asimétrica con otras En este sentido, la red de calzadas facilitaría enormemente la reciprocidad de bienes de prestigio7 e información entre el poder central y las elites periféricas. Para los investigadores, el sitio B12 fue, sin lugar a dudas, el asiento de la autoridad política. Los montículos de este sitio están casi todos relacionados con actividades domésticas, a excepción de los dos grandes mounds que se distinguen de los demás. Solo pudieron excavar uno de ellos, pero las evidencias los llevan a afirmar que este no tenía ninguna función doméstica, sino pública (1998: 104). La elite principal no solo ejercía el poder político a través de lo señalado, sino que probablemente utilizaban estrategias de control de carácter religioso, donde los caciques se “identificaban a sí mismos con ancestros reverenciados o con poderes o seres supernaturales”, haciendo una misma cosa de la religión y la política. También hallaron evidencias de “actividades bélicas –tanto ofensivas como defensivas- por parte de los líderes políticos durante la Fase Gaván TIERRA FIRME Tardía”, pero solo en el B12 encontraron “indicaciones de sacrificios humanos, de fortificaciones y de una conflagración final” (1995: 259); Si era el centro sociopolítico, era de suponer que sería lo primero en ser atacado y, por lo tanto, debía estar bien protegido. De allí que fuese esencial la rapidez a la hora de las concentraciones de tropas y las movilizaciones, por lo tanto, el sistema de calzadas era crucial. Ante toda la apabullante evidencia arqueológica, excavada y analizada, que llevaron a Redmond y Spencer a las conclusiones descritas, no podemos dejar de compararlas con aquellas expresadas por Julio C. Salas en 1921, hace ochenta años atrás, en su libro Etnografía de Venezuela. (Estados Mérida, Trujillo y Táchira). Los Aborígenes de la cordillera de los Andes, encontrando tantas similitudes, no solo en hipótesis plausibles, si no también en el examen de las evidencias obtenidas y, en el caso de Salas tenemos que acotar, con las exiguas herramientas que contaba para recolectar los datos, en contraste con las de hoy en día. El tratamiento que hizo de los documentos antiguos es impresionantemente acertado, por ello decimos que Salas fue, más que un antropólogo o un historiador, la suma de ambos, un etnohistoriador. Las tesis que explicaba y aseveraba frente a sus colegas, en la prensa, en sus libros, en muchas ocasiones contradecían las de aquellos, e incluso las refutaba. Sin embargo, vemos como una gran mayoría de investigadores en la actualidad se están perdiendo de la erudición de este hombre, 65 mientras que continúan repitiendo a otros, no menos importantes, pero que no siempre fueron tan rigurosos. De sus estudios sobre las calzadas prehispánicas en Barinas que acabamos de exponer en perspectiva con las investigaciones arqueológicas recientes, va quedando un cabo suelto, es aquel relativo a cuál etnia indígena era la que habitaba estas regiones para el momento del contacto. Hasta ahora, los que han escrito acerca de ello, repiten que eran jirajaras, Salas lo refuta de manera tajante y acusa de pocos minuciosos a aquellos de sus contemporáneos que así lo decían. Para Julio C. Salas, la región de Barinas en el período de contacto estaba habitada por los giros. Y finalizo este trabajo con sus propias palabras: No obstante la tenaz destrucción de los adoratorios por los conquistadores, aún restan muchos, y los cementerios precolombinos, que ofrecen amplio campo de investigación a etnógrafos y antropólogos, para quienes consignamos estos datos, en nuestro deseo de que se practiquen metódicas exploraciones y se funden los museos que se necesitan a fin de que progrese el estudio de ramas de las ciencias naturales en Venezuela… (Salas, 1997: 167). NOTAS 1 Salas escribió Etnografía de Venezuela (Estados Mérida, Trujillo y Táchira). Los Aborígenes de la cordillera de los Andes en 1921, y fue publicada en 1956 por la Universidad de Los Andes. 2 “Publicado en dos números de la revista El Cojo Ilustrado, así: primera parte año XVI, Nº 380, págs. 617-619, Caracas, 15 de octubre de 1907; segunda parte; Nº 382, págs. 648-619, 1° de noviembre de 1907. (Nota de la Comisión Editorial)” [Tomado de Alvarado (1989: 421)]. 3 Citado por Redmond y Spencer (1998: 97). 4 Garson fue el primer arqueólogo en realizar una investigación sistemática sobre las calzadas en Barinas. 66 66 TIERRA FIRME 5 Entre 1983 y 1986, llevaron a cabo un reconocimiento intensivo a lo largo del río Camaguá (aprox. 435 kms2), localizando 33 sitios y 8 calzadas que datan de la fase Gaván Tardía (550-1000 AC.). 6 Redmond y Spencer llaman a esta hipótesis “The floodadaptation hipótesis”, con la cual se esperaría que “los sitios ubicados en lugares inundadizos tenderían a estar conectados a través de calzadas a otros sitios, mientras que los lugares ubicados en sectores no afectados por las inundaciones carecerían de las ellas” (1995: 255). 7 Artefactos líticos pulidos, muchos de ellos adornos, elaborados en serpentinita, pizarra, filita, anfibolita y malaquita. “…las fuentes naturales de aprovisionamiento de estas rocas se encuentran en la Cordillera de Mérida, la Cordillera de la Costa, las penínsulas de la Guajira y Paraguaná, la Sierra Nevada de Santa Marta y en lugares aún más distantes…” (Redmond y Spencer, 1995: 259). 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That is what priest Jacinto de Carvajal wrote around 1648 (1956); he thereby premiered a story that has been told over and over again, even by well-known historians. Among many other important and brilliant intellectuals, Julio C. Salas wrote on this topic. In fact, he dedicated three chapters of his Etnografía de Venezuela (1997) (Ethnography of Venezuela) to “aboriginal archaeology”, as he referred to the subject; and left the remaining chapters for ethnographic study, and linguistic, ethnohistorical and anthropological analysis of the ethnic groups that lived in the Andes Mountains during the European contact period, such as timotes, mucuchíes, tabayes, jajíes, giros, cuicas, etc. This study presents the contribution of Salas to the study and understanding of theses subjects. Abstract: La fascination exercée par les chaussées ou terre-pleins préhispaniques des plaines de la région Barinas s’explique par plusieurs facteurs, dont quelques-uns héroïques, comme la légende populaire préconisant qu’elles ont été construites par les sujets du Cacique majeur des caquetíos, appelé Manaure, lorsqu’il a quitté la région de Coro dans les années trente du XVIe siècle, à la suite de certains désaccords avec les gouverneurs Welser. Cette histoire particulière a été écrite par le curé Jacinto de Carvajal vers 1648 (1956) et depuis, elle est passée d’une génération à l’autre et a été racontée même par des historiens renommés. Parmi les penseurs remarquables de cette époque l’on trouve Julio C. Salas qui dans son œuvre Etnografía de Venezuela (1997) consacre trois chapitres à “l’archéologie aborigène”, comme il l’appelait, et dédie les autres chapitres à l’étude ethnographique, à l’analyse linguistique, ethnohistorique et anthropologique des ethnies qui habitaient les régions de la cordillère andine au moment du contact européen, dont les timotes, les mucuchíes, les tabayes, les jajíes, les giros, les cuicas, entre autres. La présente étude porte sur les contributions de Salas à l’étude et à la compréhension de ces aspects. Key words: Roads, ethnohistory, Salas, indigenous. Mots-clés: Chaussées, terre-pleins, ethnohistoire, Salas, indigénisme. *********** *********** 68 68 TIERRA FIRME TIERRA FIRME 69 Tierra Firme. Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 67-77, 2006 La historia de la Tierra Firme: el reto del dato etnográfico y arqueológico KAY TARBLE UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA RESUMEN: Julio C. Salas reconoce la vital importancia del conocimiento del pasado en la comprensión y transformación del presente. Su aguda percepción de la confluencia de formas culturales que forjó la Venezuela de su día es todavía vigente. Además, su evaluación crítica de los componentes "bárbaros y civilizados" de este país mestizo revela las estructuras que aún subyacen a las formas actuales, y cuyas contradicciones siguen sin resolución. En este trabajo se destacan varios aspectos del trabajo "etno-histórico" de Salas, entre ellos: su actitud crítica ante las fuentes que revisa, su reconocimiento de una amplia gama de "protagonistas" en los hechos de la conquista. PALABRAS CLAVE: Pasado, bárbaros, civilización, etnohistoria, Venezuela. No hay historia; sólo hay historiadores. Paul Ricoer, 1980:9 INTRODUCCIÓN n su libro de Tierra Firme, así como en sus otras obras, Julio C. Salas reconoce la vital importancia del conocimiento del pasado en la comprensión y transformación del presente. Su aguda percepción de la confluencia de formas culturales que forjó la Venezuela de E su día es todavía vigente. Además, su evaluación crítica de los componentes “bárbaros y civilizados” de este país mestizo revela las estructuras que aún subyacen a las formas actuales, y cuyas contradicciones siguen sin resolución (Vargas, 2000: 97). Se destacan varios aspectos del trabajo “etno-histórico” de Salas, entre ellos: su actitud crítica ante las fuentes que revisa, su reconocimiento de una amplia gama de “protagonistas” en los hechos de la conquista (Rodríguez Carucci, 2000:147-148), y su aprecio por el papel de fuentes no- 70 70 TIERRA FIRME documentales en la comprensión de los procesos históricos. Este último punto es el que queremos desarrollar en esta oportunidad, dado el reto que ésto representa en nuestras investigaciones. A pesar de que se reconoce la ventaja de utilizar múltiples fuentes para indagar sobre el pasado, la realidad de compaginar estas fuentes es a veces muy compleja. La evidencia documental y la evidencia artefactual requieren manejos cuidadosos y a veces minusciosos para ser útil en la construcción histórica. Ambas presentan ventajas y desventajas, y permiten diferentes tipos de ventanas hacia el pasado, pero hay que proceder con cautela a la hora de interrelacionarlas. DEL PASADO ESTÁTICO AL PASADO DINÁMICO En un pasaje muy perceptivo de Tierra Firme, Salas reconoce la importancia de cotejar diferentes fuentes históricas, en particular, la evidencia arqueológica y documental, para así «confirmar o desechar los conocimientos sobre los aborígenes...que hayamos deducido de la observación de las costumbres actuales y del dicho de los historiadores de la conquista» (Salas, 1997 (orig. 1908):165). De esta cita se desprenden dos puntos de interés. Por un lado, en Salas encontramos una percepción dinámica del pasado poco frecuente en muchos estudios etnográficos o etnohistóricos. Podemos ver que Salas reconoce el efecto dramático de la conquista sobre los indígenas, aún en zonas aparentemente alejadas de los focos de la colonización, como, por ejemplo, las tierras bajas amazónicas. Por otro lado, encontramos en este pasaje del texto una sugerencia metodológica para verificar la validez de las inferencias sobre el pasado basadas en los documentos escritos u observación etnográfica. Vamos a tomar estos dos puntos uno por uno. El primer punto destaca la disrupción causada por la conquista y colonización, y la posibilidad de encontrar en el registro arqueológico una fuente de contraste con las sociedades actuales, o las descritas por los cronistas. De este modo, señala una vía para evitar caer en el uso del “tiempo etnográfico” tan ubicua en los estudios antropológicos1. Nos referimos a la tendencia de “fundir” diferentes momentos históricos en una sola narrativa descriptiva, que resulta en una imagen “destemporalizada” de la sociedad descrita. Conlleva también la práctica del investigador de pasar las observaciones etnográficas o etnohistóricas por un filtro, donde se obvian aquellos aspectos que no cuadran con la idea preconcebida de lo “tradicional”. Ésto es el caso de muchas descripciones etnográficas que hacen caso omiso a la presencia de la misión cercana (¡o del mismo antropólogo!) o que describen la cestería o cerámica sin mencionar la olla de plástico o el radio reproductor. Los antropólogos o etnohistoriadores que practican este procedimiento de “pelar la cebolla”, se proponen llegar a la “esencia” de las sociedades que denominamos “primitivas”, “bárbaras”, “frías”, “tribales”. Estas denominaciones, que frecuentan a la literatura neo-evolucionista, y aún marxista, y aluden a etapas o estadios, a su vez, llevan a la fusión del tiempo y el espacio. Se equipara primitivo con antiguo, siendo ésta TIERRA FIRME 71 artefactos en un contexto arqueológico -por ejemplo, del hallazgo de un metate se infiere el cultivo del maíz. Sin embargo, los peligros de la analogía se multiplican cuando pasamos a inferencias de orden mayor, como en el caso de inferir el comportamiento social de los cazadores/recolectores del paleolítico basado en analogías con las sociedades actuales tales como los ’Kung o los aborígenes australianos (Binford, 1983; Lee y En la arqueología, la Guenther, 1991; 1995; Lee y DeVore, 1968; utilización de la Sahlins, 1974; Wilmsen, analogía etnográfica ha 1989; 1993) una práctica común desde el “descubrimiento” de las sociedades indígenas de Asia, Africa y América. De ahí se derivan las referencias a ciertas sociedades contemporáneas como “sobrevivientes de la edad de piedra”, o como “simples” o “atrasados” con respecto a las sociedades “civilizadas”, “calientes” o “complejas” (ver Stahl, 1993 y Fabian, 1983 para una discusión más amplia de este tema). Esta situación se refleja en el uso (y abuso) de analogías etnográficas por parte de los antropólogos. Las monografías arqueológicas, jugado el papel de En la arqueología, la por ejemplo, están repletas utilización de la analogía de inferencias basadas en “ilustración” en la etnográfica ha jugado el analogías con sociedades reconstrucción de las papel de “ilustración” en actuales o con descripciones la reconstrucción de las encontradas en la docu- formas de vida pasadas. formas de vida pasadas. mentación histórica. Implícita Igualmente, podemos citar en el uso de estas analogías es ejemplos de trabajos etnohistóricos, donde se la idea que estas sociedades actuales utilizan los datos derivados de la época post“representan” estadios anteriores, o son contacto para construir modelos sobre la época comparables por ocupar la misma zona preconquista. Sin embargo, al enfatizar las geográfica o por compartir sistemas productivos posibles “coincidencias” entre las sociedades similares. actuales y las pretéritas, se desprecia el Este procedimiento es justificado sólo en potencial que nos brinda el contraste de fuentes aquellas situaciones donde se puede demostrar para demostrar “discontinuidades” y, por ende, una continuidad entre el presente y el pasado el cambio y las transformaciones a través del (p.ej. el enfoque histórico directo), o si se acepta tiempo (Stahl, 1993:236). la presuposición del carácter determinante de algún factor (p. ej. relación infraestructurasuperestructura). Sin embargo, es necesario “demostrar” esa relación y no simplemente asumirla. Pueden ser útiles (aunque no infalibles) para la inferencia de la función de Ésta es precisamente la segunda lección que podemos derivar de la cita de Salas: “confirmar o “desechar” los conocimientos sobre los aborígenes...que hayamos deducido de la observación de las costumbres actuales y 72 72 TIERRA FIRME del dicho de los historiadores de la conquista”. Si nuestra meta va más allá de la “reconstrucción” de las formas de vida pretéritas hacia la indagación sobre las posibles transformaciones de estas formas de vida en el tiempo, es el contraste de fuentes lo que nos proporciona nuestra herramienta más poderosa. Dedicaré el resto de esta ponencia a discutir algunas de las vicisitudes de la contrastación de las fuentes escritas (etnográficas o etnohistóricas) y las fuentes artefactuales (arqueológicas). EL CONTRASTE DE FUENTES EN EL ESTUDIO DEL PASADO Antes de entrar en la discusión del contraste de fuentes, es importante tratar de evaluar resumidamente las ventajas y desventajas de cada tipo de fuente. Por su parte, el etnógrafo proporciona evidencia de primera mano sobre la sociedad estudiada. Tiene la ventaja de ser rica en detalles descriptivos; de contar, idealmente, con una observación participante prolongada y con la contrastación de información de diferentes informantes; a la vez de poder contar con sofisticadas técnicas de recopilación de diferentes tipos de información: documentación escrita, fotografías, videos, grabaciones, dibujos, etc. Sin embargo, como fuente para el estudio del pasado, su utilidad se limita por la corta duración de la investigación. Por otra parte, los textos etnográficos tienen que ser analizados críticamente, al igual que otras fuentes documentales, en cuanto a su credibilidad: ¿Cuántos informantes colaboraron con el trabajo? ¿El etnógrafo trabajó en el idioma local o utilizó traductores? ¿Cómo influyó en sus descripciones los modelos teóricos del autor y las imposiciones del “discurso” o “género” etnográfico prevalente en el momento de su publicación? En el caso de las fuentes documentales, valen estas mismas consideraciones en cuanto a la credibilidad, además de requerir un análisis del contexto en el cual fue escrito: ¿Para quién y para qué fines? ¿Qué tipo de documento es? (P.ej. diario personal, censo, testamento, pleito, historia natural, carta, mapa, etc.) ¿La información es de primera mano o no? ¿Cuáles son los sesgos culturales o personales del autor? Según Gottschalk (1958:139-140 en Wood, 1990:88), una de las reglas más importantes de la evaluación de un documento consiste en que “cada aspecto particular” del documento debe ser sometido a un análisis de la credibilidad por separado, sin referencia a la credibilidad general del autor. Por otra parte, los documentos escritos requieren un estudio de autenticidad. En este caso nos referimos a la verificación de la fecha del documento, del autor, del tipo de transcripción y/o traducción a la cual fue sometido el documento, y si podría ser total o parcialmente falsificado o plagiado (Wood, 1990). Las ventajas que presentan los documentos escritos son múltiples, y un tratamiento adecuado iría más allá de los alcances de este trabajo. Sin embargo, queremos destacar algunos puntos que servirán de base para la discusión del cotejo de fuentes TIERRA FIRME documentales y arqueológicas. Para el antropólogo interesado en el pasado, el documento escrito ofrece una gama amplia de información que cubre todo el período histórico (en el sentido de historia escrita). Los diferentes géneros permiten contrastes de fuentes; p.e., entre pleitos y testamentos, o entre varios protagonistas de un mismo evento. Se pueden utilizar registros para elaborar tendencias demográficas, tasas de mortalidad, de enfermedad, etc. En fin, se pueden explorar casi todas las esferas de interés antropológico desde la producción agrícola hasta el simbolismo. Sin embargo, nos encontramos con ciertas limitaciones importantes. Por un lado, muchos de los enfoques teóricos de la antropología son sincrónicos: y se prestan para la realización de “etnografías del pasado” en donde se “exploran los mundos mentales en los cuales las acciones [históricas] se realizaron, el conocimiento cultural que sirvió de base para las escogencias que se hicieron” (DeMallie, 1993:533), o las vidas cotidianas de los protagonistas. Sin embargo, si la meta de la antropología histórica va más allá de “conocer cómo los eventos se estructuran según la cultura, sino, cómo, en ese proceso, la cultura misma se reordena” (Sahlins, 1981:8), tenemos que hacer un esfuerzo para resaltar los aspectos dinámicos del proceso histórico además de los aspectos estructurales o funcionales. Aún cuando las fuentes documentales ofrecen una riqueza extraordinaria para la indagación sobre el pasado, existen áreas problemáticas. En la región amazónica, en particular, existen grandes retos para los 73 analistas; entre ellos podemos señalar: 1) la ausencia de documentos escritos por individuos provenientes de algunos sectores de la población: indígenas, esclavos, mestizos, etc.; 2) el eurocentrismo de los principales autores, especialmente los misioneros y autoridades coloniales; 3) el escaso trabajo en archivos y, por ende, poca variedad en el tipo de documento disponible para el análisis; 4) la gran variedad de idiomas de los documentos originales: español, inglés, holandés, francés, portugués, alemán e italiano y su dispersión en diversos archivos nacionales y en el exterior; 5) una cobertura muy parcial del espacio y muy irregular en el tiempo, con particular escasez en cuanto a la documentación de los primeros años de contacto; 6) pocos mapas (carencia que todavía sufrimos en la actualidad). Frente a esta situación, el dato arqueológico ofrece alternativas interesantes. Por un lado, permite una visión priviligiada hacia sectores de la sociedad poco representados en los documentos escritos, sobre todo aquellos que antecedían el contacto, y los que huyeron frente a la penetración colonial (indígenas, esclavos fugados) o que no figuraban como protagonistas en los relatos escritos: mujeres, niños, clases bajas, etc. Por otro lado, el registro arqueológico, por su caracter cumulativo, compuesto de pequeñas acciones cotidianas reveladas en patrones de deposición en su contexto, proporciona una visión micro de las respuestas de las sociedades pretéritas ante su entorno. En este sentido, revela una historia de la práctica. En el caso de estudios de la época de contacto, permite acceder a respuestas locales 74 74 TIERRA FIRME ante procesos globales: ¿Hubo aceptación o rechazo ante el influjo de ideas y bienes extranjeros? ¿Surgen nuevas formas de identidad? ¿Qué impacto tuvieron las nuevas tecnologías, cultivos, y animales domésticos introducidas? ¿Mantuvieron prácticas religiosas clandestinas, lejos de los ojos de las autoridades coloniales? A su vez, la arqueología provee una óptica macro de los procesos sociales del pasado. A través de estudios regionales, se pueden conocer los efectos del contacto europeo sobre el patrón de asentamiento, los movimientos poblacionales, los cambios demográficos y las redes de intercambio, entre otros. Y, por supuesto, ofrece una visión única de las tendencias a largo plazo, y de los procesos de transformación previos y posteriores al contacto. De este modo, permite una apreciación de las estructuras históricas locales y su papel en la reacción de las sociedades frente a las fuerzas de cambio. Al igual que las otras fuentes que hemos discutido aquí, las fuentes artefectuales también requieren de una evaluación crítica, en el sentido de tomar en cuenta la confiabilidad de los contextos deposicionales: ¿Son contextos primarios o son redepositados? ¿Cuán representativa es la muestra recolectada? ¿Es representativo de todos los sectores de la población... o se concentra únicamente en ciertos aspectos; p.ej. en sitios de misión o fortificaciones? ¿Bajo cuáles circunstancias fue abandonado el sitio? ¿Hubo reutilización o custodia de ciertos objetos que podría confundir la inferencia cronológica? En el caso del registro artefactual, tiende a haber poca intencionalidad en cuanto a su deposición2 . En este sentido, nos puede proporcionar información menos sesgada por agendas personales o intereses políticos, tal como suele suceder con muchos documentos escritos. Sin embargo, es un hecho que los restos arqueológicos suelen ser anónimos; en todo caso, podemos llegar a la identificación de “grupos de interés” (Trigger, 1975), pero los individuos generalmente quedan fuera de nuestro alcance. COTEJANDO FUENTES: PERSPECTIVAS Y PROBLEMAS Hasta aquí hemos hecho referencia a los diferentes tipos de fuente, con sus particularidades, ventajas y desventajas. Pero, ¿cómo proceder a cotejar la evidencia que obtenemos de cada fuente? Antes que nada, es preciso reconocer que la información obtenida de las diferentes fuentes sirve para iluminar diferentes aspectos del pasado que intentamos construir, y que no siempre van a coincidir. Sin embargo, esto no quiere decir que estamos condenados a la práctica de “abrir un capítulo” para cada tipo de dato, como suele suceder (cf. Wagner, 1967; Vargas Arenas, 1981; Wilmsen, 1989; para un ejemplo de integración excepcional ver a Schrire, 1995). Nuestro éxito en aprovechar los datos de diferente índole va a depender del tipo de problema que nos planteamos, de nuestra experticia en los diferentes campos -o de nuestra suerte en conformar un buen equipo interdisciplinario, de la naturaleza de los datos que conseguimos TIERRA FIRME y de la orientación teórica-metodológica de los diferentes investigadores. Este último punto hace referencia a uno de los mayores retos que enfrentan los antropólogos o historiadores quienes intentan utilizar trabajos de otras disciplinas o sub-disciplinas. Suele suceder que los trabajos realizados bajo perspectivas diferentes, tales como el neo-evolucionismo de una investigación arqueológica dada y el análisis simbólico de una etnografía tal, son altamente incompatibles, tanto por el tipo de dato contemplado en cada uno, como por la forma de interpretarlo. Idealmente se debe plantear un marco unificador para una investigación que contempla el uso de diferentes tipos de fuentes. A través de “estrategias de investigación sinergéticas” (Dietler, 1998) se pueden lograr interpretaciones muy iluminadoras de la historia de situaciones de contacto (Kirch and Sahlins, 1992; Dietler, 1995; Deagan, 1998). LA HISTORIA DE NO-EVENTOS Para terminar, haré referencia a un ejemplo del tipo de discernimiento que permite el cotejo de diferentes fuentes en un caso del Orinoco Medio. Hemos encontrado referencias a diferentes “eventos” históricos concernientes a los Mapoyo, una etnia indígena cuyo territorio se ubica entre los ríos Suapure y Parguaza del estado Bolívar. En estos relatos, provenientes de la tradición oral y de documentos escritos, figuran dos eventos de gran magnitud en la historia local: el suicidio Mapoyo y la participación de este grupo en la derrota de los 75 españoles durante la Guerra de la Independencia (Henley, 1975; Henley, 1983; Perera, 1991; Perera, 1992). El primer evento, en el que acontece el suicidio colectivo, tiene numerosas versiones en la zona. Inclusive, existen por lo menos dos cerros de donde supuestamente se tiraron los Mapoyo. Una versión recolectada en nuestro trabajo de campo relata el evento de la siguiente manera: “Según contaba el abuelo, una vez hubo tres muchachas ´safriscas´quienes se acercaban para escuchar el canto de los espíritus, aunque sabían que era prohibido. Se enamoraron del canto y quisieron ver a los espíritus. Las pillaron viendo para adentro de la choza (donde se realizaban los ritos sagrados) y decidieron que había que pagar el pecado. Llamaron a todos los miembros de la comunidad a subir el Cerro de Las Piñas y a tirarse hacia abajo. Ahí, hoy en día, se encuentan los huesos de los difuntos” (Relato de José Reyes, 4-2-93). En otras versiones, se hace referencia a diferentes factores que provocaron el suicidio, entre ellos, la muerte de uno de los capitanes, la huída ante los españoles asentados en el Fortín del Parguaza, y por hechicerías de parte de otros grupos. En todos los casos, el desencadenamiento de los hechos lleva al mismo fin: los miembros de la comunidad suben a lo alto del cerro, se amarran entre sí y se tiran por el precipicio. Siempre hay un sobreviviente, o un testigo oculto, que llega con el cuento a los demás. El segundo evento está relacionado con la actuación de los Mapoyo a favor de las tropas republicanas en la Guerra de la Independencia. Los sitios que anclan esta historia en el espacio 76 76 TIERRA FIRME son los viejos asentamientos de los capitanes mapoyos, quienes, según la tradición oral, prestaron ayuda a Paéz en la batalla en el sitio del Fortín del Parguaza, contra las fuerzas españolas. Luego, los capitanes posteriores tuvieron a su cargo la espada y daga, y papeles de propiedad del territorio, obsequiados por Bolívar en agradecimiento por el apoyo recibido (cf.Henley, 1975; Henley, 1983). Hemos realizado estudios arqueológicos en los sitios donde nos han contado que ocurrieron estos dos eventos. En el caso de los sitios de los suicidios, hemos podido constatar la presencia de entierros en abrigos rocosos asociados a los cerros donde se dice que se lanzaron los Mapoyo: en el Cerro Las Piñas y en el Cerro de los Mapoyos. Sin embargo, los restos óseos no muestran evidencia de fracturas ni de muerte violenta. En el caso del Fortín de San Francisco Javier de Marimarota, donde se dice que se llevó a cabo la batalla contra los españoles, hemos hallado evidencia arqueológica que corresponde al período de la ocupación jesuita: (1730-1767), pero no hallamos restos correspondientes al período de la Guerra de la Independencia, lo cual nos lleva a concluir que el sitio había sido abandonado previamente. Estos ejemplos sirven para ilustrar diferentes aspectos de lo que hemos expuesto en este trabajo. Por un lado, es la contrastación de fuentes que nos permite interpretar los “hechos”. La falta de coincidencia entre las fuentes consultadas nos lleva a reflexionar sobre su significado: ¿Debemos utilizar los datos arqueológicos para “desmentir” al informante o a las recopilaciones etnográficas? ¿Es una victoria para la ciencia occidental? O ¿podemos entender las discrepancias como indicios de diferentes formas de construir la historia -el Mapoyo y el occidental- que no necesariamente coinciden en sus métodos ni sus resultados? Optamos por el segundo. En vista de las contradicciones reveladas por nuestra investigación, sentimos la necesidad de abrir aún más nuestro ocular para ver el contexto regional y temporal de los “eventos” que estudiamos. Al tomar en cuenta la secuencia arqueológica regional, notamos un cambio marcado en los estilos cerámicos de manufactura local: la alfarería que abundaba en los contextos de los asentamientos jesuitas (Nuestra Señora de Los Ángeles de Pararuma, el Fortín de San Francisco Javier de Marimarota) desaparece abruptamente. Por su parte, los asentamientos que pertenecen al período post-jesuita se caracterizan por una cerámica local muy simplificada y con cambios sustanciales en la tecnología de manufactura que sugiere la inmigración de nuevos componentes sociales. En otras palabras, estamos frente a una evidencia de la desaparición casi total de los pobladores indígenas del período colonial. Con este contexto temporo-espacial ampliado, nos encontramos ante la posibilidad de comprender el significado de los relatos como “eventos imaginarios” de la categoría de “eventos condensados” (Fogelson, 1989). Fogelson define estos eventos como “narrativas que condensan, encapsulan y dramatizan procesos históricos de mayor duración. Son invenciones, pero poseen cualidades tan TIERRA FIRME llamativas y con tanto poder explicativo que se difunden rápidamente entre el grupo y llegan a adquirir realidad etnohistórica propia” (Fogelson 1989:143). En los casos a que hemos hecho referencia en este trabajo, podemos entender los “eventos” del suicidio y de la batalla contra los españoles, como “eventos condensados”, que marcan hitos en la memoria colectiva y “narran” metafóricamente los cambios demográficos y de identidad que han sufrido los Mapoyo en estos siglos de contacto. NOTAS 1 Cabe señalar que el mismo Salas tiende a caer en el uso del “presente etnográfico” en sus descripciones de los grupos indígenas y sus costumbres (cf. Tierra Firme). 2 Excepciones a ésto serían los enterramientos, el arte rupestre, y otros tipos de ofrenda cuya deposición cumplía con un deseo de “eternidad”. BIBLIOGRAFÍA Binford, L. (1983). In Pursuit of the Past: Decoding the Archaeological Record. New York, Thames and Hudson. Deagan, K. (1998). “Transculturation and Spanish American Ethnogenesis: The Archaeological Legacy of the Quincentenary”. En: Studies in Culture Contact. J. G. Cusick. Carbondale, Center for Archaeological Investigations. 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In addition, his critical evaluation of the “barbaric and civilized” components of this country of mixed-race shows the structures that underlie the current forms, whose contradictions have not yet been resolved. This study highlights several aspects regarding Salas’ “ethnohistorical” work, such as his critical attitude towards the sources he consults, and his recognition of a wide range of “protagonists” of the conquest period. Key words: Past, barbaric, civilization, ethnohistory, Venezuela. 79 culturelles qui ont forgé le caractère du Venezuela de son époque reste d’actualité. De plus, son évaluation critique des composants “barbares et civilisés” de ce pays métis témoigne des structures passées qui cohabitent avec les formes actuelles et dont les contradictions n’ont pas toujours de réponses. Ce travail comporte plusieurs aspects du travail “ethno-historique” de Salas, dont son attitude critique face aux sources qu’il choisit, et sa reconnaissance d’un large éventail de “protagonistes” dans les évènements de la conquête. Mots-clés: Passé, barbares, civilisation, ethno-histoire, Venezuela. ********** ********** 80 80 TIERRA FIRME TIERRA FIRME 81 Tierra Firme. Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 79-91, 2006 Una mirada a la historia, el progreso y el trabajo en el ideario de Julio César Salas MARIELENA MESTAS PÉREZ UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO RESUMEN: Julio César Salas tuvo interés sostenido por robustecerse como investigador acucioso en el campo del derecho, la lexicografía, la sociología y la etnohistoria, entre otras ramas del conocimiento. No obstante, además de cultivar su intelecto, se esforzó por proporcionar a sus estudiantes de la Universidad de Mérida un mensaje estimulante que pretendía guiarlos a gustar del saber, mientras que a los campesinos y demás personas sencillas, conciudadanos entre los cuales también le tocó desenvolverse, les animó por medio de una palabra lúcida y escueta. Tal como desarrollaremos en estas páginas, tópicos como la importancia y vinculación de Historia y progreso, la civilización, el valor del trabajo, la conveniencia de alcanzar la industrialización del país y la conservación de las buenas costumbres fueron algunas motivaciones recurrentes en su escritura. PALABRAS CLAVE: Historia, Progreso, Trabajo, Literatura, Salas, Venezuela. INTRODUCCIÓN ulio César Salas fue un venezolano tan erudito como ignorado. Penosamente sus trabajos no han disfrutado, ni en vida de él ni posteriormente, del conocimiento y justa valoración que ameritan. J Vinculando nuestro pesar por tal desconocimiento, manifestamos que desde hace ya algún tiempo una inquietud nos acompaña: ¿cómo se va a estimar lo que se desconoce? Lastimosamente, las pocas luces, la falta de memoria, la improvisación, y en general una gran ignorancia, son algunos de los caracterizadores que han signado al común de los venezolanos de ayer y hoy. En el prefacio de Civilización y Barbarie1, cuya primera edición sale a la luz en enero de 1919, Julio C. Salas principia afirmando que Sócrates, el filósofo griego por excelencia, “legó 82 82 TIERRA FIRME a la humanidad un bello aforismo, al asentar que el mejor homenaje tributado a la divinidad es ser útil a la sociedad en que se vive”. Afirmamos con justicia que ayudar al entorno humano con el que se convive fue en Salas filosofía de vida por lo que la constituye motivación constante y prioritaria. Como veremos posteriormente, el autor tuvo interés sostenido por robustecerse como investigador acucioso en el campo del derecho, la lexicografía, la sociología y la etnohistoria, entre otras ramas del conocimiento. No obstante, además de cultivar su intelecto, se esforzó por proporcionar a sus estudiantes de la Universidad de Mérida, un mensaje estimulante que pretendía guiarlos a gustar del saber, mientras que a los campesinos y demás personas sencillas, conciudadanos entre los cuales también le tocó desenvolverse, les animó por medio de una palabra lúcida y escueta. Tal como desarrollaremos en estas páginas, tópicos como la importancia y vinculación de Historia y progreso, la civilización, el valor del trabajo, la conveniencia de alcanzar la industrialización del país y la conservación de las buenas costumbres, fueron algunas motivaciones recurrentes en su escritura. Estos temas y una vida de vasto compromiso con el conocimiento y la sociedad, no sólo han propiciado que estimemos su estudio como una propuesta pertinente, sino que han servido de estímulo para que el presente ejercicio de investigación, prosiga en otros nuevos y futuros trabajos. Emprendemos, en consecuencia, una breve revisión de dichos contenidos desde el punto de vista de la reflexión filosófica. Entendemos que, más que detenernos en repetir sucesos y conceptos, lo que nos interesa es conocer y destacar el por qué de los acontecimientos y qué los caracteriza. Es pertinente precisar que hemos consultado los textos que corresponden a ediciones recientes de la Fundación Julio C. Salas. Tales son: Tierra Firme. Venezuela y Colombia. Estudios sobre Etnología e Historia (1997, 2a. edición), Civilización y Barbarie. Estudios sociológicos americanos (1998, 4a. edición), y Estudios americanistas (2000, 2a. edición). En consecuencia, las referencias que forman parte de este trabajo pertenecen a las aludidas ediciones. EL ENTORNO Mínimos datos sobre el positivismo en Venezuela Expresar que Julio C. Salas, como él mismo firmaba sus escritos, es un autor positivista, implica no sólo reducir a un contexto mínimo la obra y pensamiento de esta persona. La formación de Salas va mucho más allá, ya que leía y apreciaba autores tan diversos como los filósofos griegos Sócrates, Platón o Aristóteles, pasando por autores como Comte y Spencer, hasta figuras representativas del siglo XIX como Bolívar, Bello y Sarmiento, todos notables en su proceso formativo. Además, tuvo al oportunidad de viajar a los Estados Unidos, Francia y España, entre otros países, y de intercambiar importante correspondencia con directores de bibliotecas y archivos, TIERRA FIRME 83 académicos, eruditos, ilustres intelectuales de naciones como Colombia, Argentina, Brasil, Francia, España. En Venezuela, mantiene correspondencia con figuras eminentes como Pedro Manuel Arcaya, Caracciolo Parra Pérez, Lisandro Alvarado, por sólo mencionar algunos. Durante buena parte del siglo XIX la idea de evolución y la dialéctica, tan emblemáticas del pensamiento positivista, son incorporadas por los filósofos a la realidad venezolana. En el país, advierte Luis Beltrán Guerrero (1983:78), el positivismo alcanzó tres generaciones. Precisa que a la primera pertenecieron Arístides Nos hemos atrevido a revisar brevemente Rojas y Vicente Marcano y los ya aludidos el contexto histórico-cultural de la Venezuela Ernst y Villavicencio. Esta primera generación en la que Salas se desenvuelve. En tal sentido, coincide con la época de estudiando la propuesta de Salas estima que, desde Antonio Guzmán Blanco Cappelletti (1994: 25) en el poder, 1870-1888. la colonia, España no encontramos que en Durante este período ven Venezuela la filosofía cuidó proporcionar la luz, entre otros, el positivista se manifiesta cultura intelectual a los decreto de Instrucción antes que en la mayoría de Pública, la inauguración americanos y asegura los países de la América del primer ferrocarril, se Latina. El autor encuentra que en ese aspecto construye el acueducto en el Discurso que, en el Venezuela fue muy de Caracas, y el Capitolio año 1866, en la UniverFederal. desfavorecida... sidad de Caracas, pronunciara Rafael Villavicencio la primera exposición del pensamiento de Augusto Comte en Latinoamérica. Otro acontecimiento igualmente relevante es la llegada de Adolfo Ernst a Caracas en 1861. De mentalidad evolucionista, Ernst regenta la cátedra de Historia Natural de la Universidad de Caracas y pronto este espacio se constituye en centro de divulgación de las ideas positivistas y de las propuestas de Darwin acerca de la evolución. De Ernst y Villavicencio afirma en 1907 Luis Razzetti2, discípulo de ambos, que son los verdaderos fundadores de la ciencia positiva en la Universidad de Caracas. La segunda generación o segunda etapa se inicia en 1888 y culmina en 1908. En estos veinte años tienen lugar los gobiernos de Juan Pablo Rojas Paúl, Raimundo Andueza Palacio, Joaquín Crespo, Ignacio Andrade y Cipriano Castro. Destacan intelectuales como Luis Razzetti, David Lobo y Guillermo Delgado Palacios. También José Gil Fortoul, Alejandro Urbaneja y Nicomedes Zuloaga, Lisandro Alvarado, Alfredo Jhan, Manuel Revenga. Además, resaltan los nombres de Luis López Méndez, Juan V. Romero García, Elías Toro y César Zumeta. 84 84 TIERRA FIRME La tercera etapa del positivismo venezolano, llamada por Guerrero tercera generación, se desarrolla durante el gobierno de Juan Vicente Gómez y sobresalen Laureano Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya, José Ladislao Andara, Elías Toro, Ángel César Rivas, Esteban Gil Borges, Manuel Díaz Rodríguez y Julio C. Salas, quien ocupa el objetivo central de estas páginas. Algunos de ellos, como Arcaya o Vallenilla Lanz, emplean la pluma para ser portadores del régimen gomecista e, incluso, ejercen cargos durante este extenso período. En el caso de Salas, se mantuvo crítico del régimen. EL PERSONAJE La formación intelectual de Julio C. Salas Salas, erudito merideño, nacido el 11 de enero de 1870. Titulado Doctor en Jurisprudencia, fue también sociólogo, etnólogo, lexicógrafo, lingüista, historiador y publicista. Tuvo desde niño predilección por la lectura, disfrutando de la rica biblioteca de su padre, el médico Federico Salas. Según él mismo refiere en una nota autobiográfica incluida en la primera edición,1934, de Estudios Americanistas: “leía libros de viajes, de literatura e historia natural a una edad en que los infantes apenas hojean cuentos infantiles” (2000:11). Desde su juventud toma algunas de las propuestas de ciertos filósofos europeos como Comte y Spencer que, en principio, hace suyas y que posteriormente analiza y discute para tomar un camino propio. Lo mismo puede decirse sobre lo que hace con las ideas de algunos escritores latinoamericanos como Sarmiento, de cuya obra, Facundo, Civilización y Barbarie, toma título para una publicación. Ingresa a la Universidad de la ciudad emeritense en 1883. Cursará estudios de gramática castellana. Un año más tarde estudia latín. Por tres años, conjuntamente con su hermano Carlos, realiza estudios filosóficos. En 1988 Salas se hace acreedor del primer premio en los exámenes del trienio filosófico. Recibe el título de bachiller en Ciencias Filosóficas. Este mismo año inicia estudios en Ciencias Políticas. En 1893 recibió el grado de Doctor en Jurisprudencia. En el campo del Derecho realizó distintas publicaciones, dictó conferencias y colaboró en diversos periódicos. Posteriormente, se consagra a los estudios sociológicos e históricos, inicia la producción de una hacienda propiedad de su padre y funda otras dos que dedica al cultivo de café. Esto se traduce en cierta independencia económica y, en una pequeña tipografía adjunta a la hacienda Agua-Caliente, hace circular un periódico de irregular emisión llamado “Paz y Trabajo”3. Este impreso era gratuito y en él, el escritor consciente de la importancia de la imprenta como medio difusor de ideas, cultura y conocimientos4, aprovecha para interesar a los agricultores en temas como la importancia del trabajo, la ventaja de emplear bien el tiempo, diversos asuntos de interés en lo que respecta a la agricultura y el comercio y en dar valor a la industrialización del país como vía para obtener progreso. TIERRA FIRME Comienza la publicación de la Historia de la conquista y población de Mérida y otras ciudades de Venezuela. En sus páginas, inéditas a la fecha, don Julio César aporta gran variedad de datos sobre los indígenas que se hallaban en el occidente del país y de cómo se llevó a cabo el proceso de conquista. Trabaja asimismo en otras obras igualmente inéditas como las Biografías de conquistadores, la Cronología histórica de Venezuela. Ambas investigaciones, advierte el autor en la ya aludida nota autobiográfica, fueron realizadas como trabajos previos para su Historia General de Venezuela. En 1908, en la misma tipografía de “Paz y Trabajo”, publica Tierra Firme, Venezuela y Colombia, estudios sobre Etnología e Historia. Como parte de la conmemoración del primer centenario de la Independencia de Venezuela, el escritor dicta, en 1911, una conferencia en la Universidad de Mérida y publica el folleto Sobre la necesidad de adaptar la Legislación de Venezuela al medio etnológico. En 1912 regenta la cátedra de Economía Política y también funda la de Sociología, ambas en la mencionada Universidad, en donde imparte clases magistrales, conferencias que posteriormente se publican en periódicos como la Revue Americaine, impresa en París. Así, por petición de los estudiantes reúne algunas conferencias y edita, por la Sociedad de Publicaciones de Barcelona, España, sus Lecciones de Sociología aplicada a la América. Su libro Civilización y Barbarie: Estudios sociológicos americanos, es editado en 1919. De esta obra, impresa en España, indica Julio C. Salas en las páginas autobiográficas que “ha 85 merecido general aceptación por el concienzudo e imparcial análisis de las nacionalidades hispano-indias y la génesis histórica de las causas que estorban su desarrollo.” Incluso, el reputado sociólogo argentino José Ingenieros, escribe a Salas para expresarle que ha leído el texto con interés y provecho. Observando que el mismo merece que él reproduzca algunos de sus capítulos en su Revista de Filosofía. En 1920 publica Los Indios Caribes. Estudio sobre el mito de la antropofagia. Esta investigación, que en vida de Salas alcanza dos ediciones, tiene como soporte, documentación obtenida en el Archivo General de Indias, Sevilla, y en el Archivo de la Academia de la Historia en Caracas. El autor también fue invitado a formar parte de la Sociedad de Americanistas de París, asistiendo en 1924 al Congreso Americanista de la Haya y Gottemburgo, donde presenta el esquema de su obra Orígenes Americanos, que alcanza a terminar y que anuncia en 1928, al asistir en New York al XXIII Congreso de Americanistas. Orígenes Americanos alcanza 16 volúmenes y recoge en testimonio del mismo Salas5 “más de doscientas mil palabras de quinientos cinco idiomas y dialectos de toda la América (que) han sido colocadas en riguroso orden alfabético y comparadas con las correspondientes de cerca de seiscientos idiomas de Europa, Asia, África y Oceanía.” Este gran Diccionario Comparado ocupó al autor por 25 años. Salas publica en el diario “El Universal” los Reparos etimológicos al Diccionario de la Academia Española y trabaja en las religiones 86 86 TIERRA FIRME Indias o el Cristianismo Universal. Otras obras suyas aún inéditas son Etnografía General de Venezuela; Historia General de Venezuela; Los indios Mucus de la Cordillera de los Andes; Historia de la Conquista y Población de Mérida; Límites entre Venezuela, Colombia y el Brasil; y Estudios Lingüísticos. Julio C. Salas fallece el 15 de abril de 1933 en Mérida, la misma ciudad que le vio nacer. LAS IDEAS Salas es un hombre que demuestra sólida madurez cultural. De allí su sostenido interés de crear una conciencia filosófica. El aprecio por grandes y fundamentales temas, como conocer y valorar la historia, la búsqueda y necesidad de una identidad y conceder relevancia al progreso, son algunas de las motivaciones. El intelectual intenta determinar y transmitir en sus escritos cuáles son nuestros problemas, el por qué de ellos y avanza un paso al proponer soluciones en un afán por ser realista, mas no derrotista, ni mucho menos pasivo ante las limitaciones. Consideramos, no obstante, que en Venezuela como en gran parte de los países latinoamericanos, había en tiempos de Salas, y aún hoy existe, una marcada tendencia a improvisar y a no reflexionar, a ser poco analíticos, demostrando conformismo político, social, económico y cultural. En tal sentido no es frecuente que surjan en el venezolano preguntas tan pertinentes como ¿qué rasgos conforman nuestra identidad? ¿qué elementos son imprescindibles para alcanzar el progreso? o ¿cómo obtener civilización? Estas son constantes en el pensamiento de Julio C. Salas. Su propuesta se centra, como hemos afirmado, en enfatizar cuáles son las dificultades y subrayar dónde se encuentran los errores para razonar cómo alcanzar sobreponerlos. REFLEXIONES ACERCA DE LA HISTORIA. APRECIO POR LAS BUENAS COSTUMBRES En la introducción de Tierra Firme, Venezuela y Colombia, subtitulado “Estudios sobre Etnología e Historia”, expone Julio C. Salas que la Historia “da nómina de los sucesos y las consecuencias filosóficas que de ellos se desprenden”. Esta definición, constituyó una de las inquietudes para este trabajo. Para Salas la Historia, con mayúscula, facilita conocer los acontecimientos y concientizar la realidad con sus logros y limitaciones. Al mismo tiempo, con una mínima actitud reflexiva, permite que el ser humano se reconozca y adquiera noción de sí mismo. Todo esto para intentar encontrar un sentido a preguntas como ¿qué impide alcanzar superación personal o nacional? o, inclusive, ¿para qué alcanzarla?. Ya advertimos que en los escritos de Salas hay temas recurrentes, son sus inquietudes permanentes y, por lo demás, no son tópicos aislados sino que, por el contrario, están hilvanados unos a otros. En tal sentido, hemos apreciado que el concepto de Historia tiene vinculación directa con la Filosofía y la TIERRA FIRME Sociología al cuestionarse el por qué de lo que sucede y considerar pertinente el estudio de las costumbres a fin de alcanzar dar respuesta al primer cuestionamiento. Los grandes intereses del eminente venezolano, e incluso, sus preocupaciones frecuentes, latentes en su producción, se centran en el reconocimiento de aquellos rasgos que dibujan nuestra identidad y en precisar los aspectos por medio de los cuales se alcanza la civilización, se asegura el progreso y se logra el bienestar generalizado. De ahí que conocer la Historia lo favorezca. Para Salas el conocimiento de ésta debe asumirse con seriedad, por lo que se muestra meticuloso al estudiar la sociedad. Y es que, precisamente, en la observación de las costumbres en donde hallamos la posibilidad de conocer nuestra realidad, de descubrirnos a nosotros mismos; es de allí donde se deriva su importancia. En consecuencia, Julio C. Salas es tenaz en sus escritos al privilegiar el trabajo y condenar ciertos vicios. Sostiene que muchos individuos se dejan conducir por la vida fácil, la pereza, el conformismo, la falta de conciencia moral y también por conceder escasa valoración a la instrucción. Indaga en aquellas costumbres que son caracterizadoras de nuestra cultura señalando las que precisan sostenerse y las que deben erradicarse. Escribe (2000: 13): “los datos hallados en el estudio de las costumbres arrojan una serie de conclusiones filosóficas, únicas guías seguras para encontrar la fórmula legal que proporcione a los individuos las mayores ventajas que pueden conseguirse en sociedad. 87 Saber cómo somos y por qué somos así parecieran los puntos de partida a la hora de alcanzar conocernos e intentar superarnos. De esto deriva la importancia y la necesidad de conocer nuestras costumbres, las bárbaras y las civilizadas. Salas estima que, desde la colonia, España no cuidó proporcionar cultura intelectual a los americanos y asegura que en ese aspecto Venezuela fue muy desfavorecida, ya que como señala en Tierra Firme (1997:235) “sólo en los conventos se enseñaba una deficientísima instrucción elemental a los hijos de los españoles; a los pardos no se les instruía absolutamente”. Asimismo, deplora que durante el período colonial no hubo en Venezuela imprenta alguna y existió fuerte censura a la hora de permitir la llegada de libros. Prosigue, señalando, que en los tiempos de la colonia las costumbres en general carecían de cultura intelectual y tanto las diversiones, como los espectáculos públicos aportados por España se circunscribían a corridas de toros y peleas de gallos, además, de pantomimas representadas por negros e indígenas en las festividades religiosas y civiles. Prosigue indicando que los pueblos se encontraban divididos en castas sociales, que se manifestaban adversas las unas a las otras “llevando su separación hasta las prácticas del culto católico, pues a pesar esta religión de igualdad, amor y tolerancia, los blancos no consentían mezclarse con los pardos y los relegaban de las iglesias principales”. En Civilización y Barbarie (1998:42) indica cuáles son nuestros defectos nacionales: 88 88 TIERRA FIRME falta de civismo, de solidaridad y cooperación; poco amor a la libertad, pobre espíritu inventivo, servilismo ante el poder. Sentenciando que “son vicios que se han producido por un secular despotismo y que se pueden corregir”. En el mismo orden de ideas analiza en Tierra Firme (1997: 243), ciertos rasgos que caracterizaron el proceso de independencia hasta alcanzar la creación de la República. Sintetiza: Independencia, república, comicios, mayorías, milicia, instrucción, progreso, etcétera, han sido en la América intertropical palabras mentirosas; en estas nacionalidades faltan virtudes republicanas, falta valor cívico, faltan principios, todo es mera fantasmagoría, en la cual, como luz fosforescente, de un valor brutal, de cuando en cuando algunos cautivan las masas ignorantes con demostraciones de un valor brutal perfectamente estéril, cuando no estorbe el implantamiento de la república. De nuevo la falta de sentido cívico y de principios los rasgos que han empañado la creación y desarrollo de la República. Salas percibe importante no variar los buenos hábitos, que son entre otras, procurar la instrucción, tener una apropiada conducta moral y valorar el trabajo. Asevera que pese a los inconvenientes por los que ha transcurrido Venezuela, sí se admite el progreso material, ya que ha habido exportación de café, cacao, ganado, caucho, pieles y también cobre y oro. Estima que son ventajas para tal exportación la situación geográfica y la laboriosidad de los venezolanos, advirtiendo, lastimosamente, que cuando un analfabeta aprende a leer y escribir, deja el trabajo pretendiendo vivir de los destinos públicos. Insiste don Julio en Civilización y Barbarie (1998:55) se ha dicho “poblar es civilizar”; agregamos nosotros “civilizar es cauterizar las úlceras nacionales y abolir las malas costumbres políticas, económicas y sociales, única manera de formar ciudadanos útiles o de capacitar a los nacionales para que triunfen en la lucha por la existencia”; esto, más que civilizar, es redimir. Para Salas, entonces, la civilización se logra al conseguir la superación no sólo económica, sino en todos los órdenes. Sólo así concibe el verdadero progreso. NECESIDAD DEL PROGRESO Y VALORACIÓN DEL TRABAJO El objetivo del autor al editar Paz y Trabajo queda manifiesto desde el primer editorial de la publicación6: “fomentar con todos los medios que estén a nuestros cortos alcances la industria nacional como vehículo de civilización; y en tal virtud ofrecemos hoy esta humilde hoja ocasional y gratis, a todo el que se interese por la paz y el progreso de la patria”. Su concepto de progreso está vinculado al de evolución social. En un trabajo sobre León Tolstoi, publicado en De Re Indica7, asegura que para alcanzarlo hay que basarse en “las eternas leyes de la justicia y del amor, que deben privar en las relaciones de los hombres y que son la única fuente de la felicidad humana”. En consecuencia, Salas concede relevancia a cada ser humano, más que al estado, a la hora de hacer realidad la fraternidad y la justicia porque (1998:246) al estado sólo le compete eliminar aquellos obstáculos que impiden alcanzar riqueza o manejar la paz, la libertad de TIERRA FIRME industria, asegurar la propiedad y la confianza pública. El trabajo, el ahorro e implantar manufacturas, entre otros, es labor preferentemente individual. En tal sentido, Julio C. Salas concuerda con Fermín Toro cuando este último observa que la mejora del individuo es el medio más eficaz para alcanzar perfeccionar la sociedad. Toro concreta, que la educación, la difusión de las luces y el conocimiento de sus deberes son el camino conducente a alcanzar formar auténticos ciudadanos8. En este mismo orden de ideas algunas décadas más tarde, Salas declarará que, en la concepción moderna, aquel pueblo que no alcanza civilización desaparece (1998: 248) “la instrucción y la educación, no sólo hacen surgir el progreso en todos los sentidos, sino también contribuyen a la felicidad de los asociados, por cuanto les enseñan sus deberes y derechos y morigeran y pulen las costumbres” [resaltado nuestro]. Lo mismo que Simón Rodríguez9, Julio César Salas distingue entre instrucción y educación. El primer término tiene que ver con la adquisición de conocimientos, mientras que el segundo implica saber vivir en sociedad, perfeccionando las relaciones humanas. Por medio de la instrucción y el trabajo obtendremos la industrialización del país y la oportunidad de obtener independencia económica. De allí deriva la importancia de desarrollar por completo la industria nacional a fin de obtener independencia económica y política (1998:62). No obstante esto último, no es menor la importancia concedida a la educación. Salas ve en ella la posibilidad de facilitar que nuestros 89 pueblos puedan minimizar la brutalidad, el alcoholismo y todos los factores que incitan a que se cometan delitos. Por medio de la educación se consigue, en consecuencia, la evolución social. Salas no se conforma con entusiasmar al campesino, sino que da un alerta a la colectividad al anunciar la urgencia imperiosa de industrializar al país. Es pertinente señalar que esto es relevante, ya que, durante ese tiempo no había comenzado a funcionar la explotación petrolera en Venezuela. En el tema de la industrialización, puede afirmarse que sus ideas son pioneras. Denuncia el autor, lamentable realidad, que en el país existe pasividad de la sociedad, es decir, la carencia de una valoración hacia el trabajo, la pereza, la falta de espíritu de superación social son condiciones negativas. Ésta condición no sólo es percibida por el autor, sino por otros pensadores venezolanos y latinoamericanos. Por citar un ejemplo, recordamos que casi seis décadas antes que Salas Cecilio Acosta apuntaba la importancia de crear los hábitos del trabajo, especificando que había que empezar por enseñarlos10. En “Paz y Trabajo”11, donde escribe que la prensa es un medio para combatir la pereza, el autor refleja estas inquietudes que intentan despertar al campesino. Solicita duplicar el trabajo, eliminar las huelgas, ahorrar. Lamenta que todos quieran acceder al banquete sin esfuerzo alguno. Deben “si ansían que no se pronuncie la palabra FINIS VENEZUELA! Continuar cumpliendo como buenos hijos de élla, para hacerla grande, respetada y feliz por 90 90 TIERRA FIRME medio de una diaria y eficiente labor... trabajar es orar”. Además, observa (1998: 54) que la clase pasiva aumenta cada día y aumentan la burocracia y “los aspirantes políticos, literatos ineptos y militares funestos, en vez de fundar una verdadera clase aristocrática, con el trabajo, el civismo y la inteligencia útilmente empleada”. Estima que a quienes consideran el trabajo como algo vulgar o plebeyo y se creen nobles criollos en América, cabría aconsejarles que no pensaran en pergaminos españoles o en remotos ancestros porque pudieran correr el riesgo de encontrar “un perverso aventurero por abuelo, funden su propia nobleza, para que se envanezcan de debérselo todo a sí mismos”. Observamos, en síntesis, cómo algunas perjudiciales costumbres como la pasividad, la falta de instrucción, el conformismo, la poca identidad con el sentido ciudadano, la falta de industrialización del país, serían algunos de los vicios a vencer. La apuesta de Salas precisa erradicarlas por otras costumbres más intelectuales, de mayor civilidad. Podríamos decir que alcanzando progreso socio-cultural puede aspirarse a conseguir el adelanto de la nación. DISCUSIÓN GENERAL De esta concisa mirada a los conceptos de historia, progreso y trabajo en el ideario de Julio César Salas han surgido ciertas inquietudes. En los párrafos siguientes exponemos las que estimamos más relevantes. Desde la introducción de este trabajo, acotamos que las pocas luces, la falta de memoria, la improvisación y una ignorancia generalizada todavía constituyen parte considerable de los rasgos caracterizadores de la mayoría de los venezolanos. Igualmente, ya apuntamos que en una sociedad en la que no son frecuentes la reflexión, ni fomentar los valores que favorecen gestar una identidad (con uno mismo, con los semejantes y con la nación) no se nos hace difícil pensar que las propuestas de Julio César Salas tuvieron alcance limitado. Aseveramos esto porque observamos que aún siguen siendo ajenos al venezolano común el interés por la introspección y el autoconocimiento y la necesidad de alcanzar superación intelectual, social, económica y política. Es tan realista como lamentable sostener que todavía nos distingue el seguirnos dejando cautivar por lo que llega fácil, invirtiendo un mínimo de esfuerzo. Podría apuntarse, que aún no alcanzamos a ser un país ni instruido, ni educado, acogiéndonos a las diferencias que entre estos términos estimaron, tanto Simón Rodríguez como Julio C. Salas. Una vez que nos hemos aproximado, por medio de la lectura analítica, a diversos tópicos recurrentes en la pluma de Salas, nos parece que tanto las constantes temáticas que le acompañaron en su quehacer intelectual como su vida de vasto compromiso con el conocimiento y la sociedad, no sólo propiciaron que nos formuláramos algunas cuestiones fundamentales y pertinentes, sino que valieron de estímulo para dejar puertas abiertas a proseguir indagando otros nuevos y futuros ejercicios de reflexión. TIERRA FIRME Julio César Salas, voz de su tiempo, no sólo valoró los beneficios del progreso generalizado: económico, político, cultural, social y hasta moral. Con tono preciso lanzó múltiples alertas a los ciudadanos de un país, el de ayer y el de hoy, plagado de carencias y grandes problemas. Su oferta incluía no sólo una mención de esas dificultades, sino una propuesta de cómo solventarlos concientizando la necesidad de cultivar el intelecto, de vencer el analfabetismo, de desterrar los vicios morales e industrializar el país. Tal vez los de Salas fueron tiempos muy dificultosos y muy probablemente los actuales también lo son. Al escudriñar qué hemos alcanzado superar, observamos que, siendo realistas, aún los retos planteados por este intelectual aguardan por todos nosotros. Por ejemplo, todavía hoy, cuando hay muchísimos más centros de enseñanza que hace un siglo, nos persiguen los fantasmas tan dañinos de la ignorancia y la falta de educación. Al mismo tiempo, somos una sociedad colmada de vicios, y cada día parecieran añadirse más a la ya larga lista de flaquezas. Habitamos una nación en la que muchas veces, vence no quien está mejor preparado o llega más temprano, sino quien tiene más padrinos o es el más tramposo. Nos desenvolvemos en una sociedad en la que parece haberse extinguido el sentido común y en la que las buenas maneras y la decencia remiten a burla y no a cordura. Cabe examinar, si valdrá de algo tener cierta superación tecnológica si se prescinde de sentido ético en quienes ostentan una cuota de poder en nuestro país. Y es que ¿se puede considerar ese avance verdadero progreso? 91 Definitivamente, nuestras creencias nos conducen a dar un no, por respuesta. Releer la obra de Julio César Salas ha generado en nosotros todas estas preocupaciones. Si a alguien se le ocurriera preguntar por qué están vertidas aquí, en estas consideraciones finales, pues tendríamos que aclarar que, ciertamente, diversas inquietudes ya venían gestándose de un tiempo a esta parte producto de algunas discusiones entre inquietos colegas. De estos ejercicios lo que nos queda y nos estimula es, en definitiva, una fuerte opción por la perseverancia y por intentar impedir que la palabra notable y ajustada de Salas continúe muda en la sociedad venezolana contemporánea, que precisa de voces como la suya en cada una de las áreas del conocimiento para que algún día la ignorancia sea derrotada y la educación, la civilidad, la opción por el trabajo, el bien común y el pleno desarrollo alcancen, al fin, ser realidad. (Desde Aguaviva, 17-02-2006) NOTAS 1 En este trabajo las referencias de esta obra están tomadas de la edición publicada en el año 1998. Ver: Salas, Julio C. 1998. Civilización y Barbarie. Caracas: Fundación Julio C. Salas. Cuarta edición. 2 Ver: Guerrero, Luis Beltrán (1965). Perpetua heredad, p. 29. 3 “Paz y Trabajo” fue una publicación de cuatro hojas, menos el Nº 40, que tenía ocho, de circulación irregular. Alcanzó 40 números y fue editado por Salas, en su propia imprenta, entre 1904 y 1908. Por medio de variadas secciones como Agricultura, Comercio y Variedades, el escritor invita a los agricultores, con quienes mantenía cierta convivencia, a sentirse estimulados por aprender un oficio, a valorar el trabajo y deplorar los vicios. Además, va publicando por entregas algunos capítulos de su obra inédita Historia de la conquista y población de Mérida y otras ciudades de Venezuela, y publica como epígrafes breves textos de autores como Bello, Séneca, Víctor Hugo, Montesquieu, Emerson, Pitágoras, Sócrates, Goethe, Bolívar y otros 92 92 TIERRA FIRME de su propia autoría. Ver: Tablante Garrido, P. N. “Periodismo merideño “Paz y Trabajo” de Julio César Salas”. En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas: A. N. H. Nº 159. Julio-septiembre 1957. Tomo XL, v., p. 346-358. 4 Producto no sólo de su propia convicción sino de la huella de tantos pensadores que le antecedieron y que, como Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Cecilio Acosta, vieron en la imprenta un arma valiosa no sólo a la hora de difundir ideas sino de enfrentar la ignorancia. 5 Salas, Julio C. (2000). Estudios Americanistas. Caracas: Fundación Julio C. Salas. Ver p.14. 6 El primer ejemplar de “Paz y Trabajo” apareció en Ejido el día 1 de agosto de 1904. 7 Revista promovida por Salas, órgano de la Sociedad Venezolana de Americanistas “Estudios Libres”, Ver: Salas, Julio César. 1919. “León Tolstoy y sus obras”. En: De Re Indica, Vol. 1, Nº 4, p. 105. 8 Ver: Toro, Fermín (1842-1960).“Ideas y Necesidades”. En: La doctrina Conservadora. Fermín Toro. Caracas: Presidencia de la República. Pensamiento Político venezolano del Siglo XIX. Textos para su estudio. Vol. 1 de la colección. V.P.: 97-105. 9 En la introducción de Luces y Virtudes Sociales, Rodríguez precisa: “INSTRUIR no es EDUCAR ni la Instrucción puede ser equivalente de la Educación Aunque Instruyendo se Eduque... con acumular conocimientos, extraños al arte de vivir, nada se ha hecho para formar la conducta social.” Ver: Rodríguez, Simón (2004). Inventamos o erramos. Caracas: Monte Ávila Ediciones latinoamericanas. Biblioteca Básica de Autores Venezolanos. 10 Ver: Acosta, Cecilio. (1856/1961). “Cosas Sabidas y Cosas por saberse”. En: Pensamiento Político Venezolano del Siglo XIX. Textos para su estudio. Caracas: Presidencia de la República. Vol. 9 de la colección. V. P. 141-160. 11 Ver Nº 18. “Editorial”. Ejido, 1 de enero, 1906. REFERENCIAS BIBLIO-HEMEROGRÁFICAS a) Básicas: Salas, J. (1997/1908). Tierra Firme. Venezuela y Colombia. Estudios sobre Etnología e Historia. 2da. Edición. Caracas: Fundación Julio C. Salas. Salas, J. (1919). “León Tolstoy y sus obras”. En: De Re Indica, Vol. 1, Nº 4. Salas, J. (1919/1998). Civilización y Barbarie. Estudios sociológicos americanos. 4ta. edición. Caracas: Fundación Julio C. Salas. Salas, J. (1934/2000). Estudios americanistas. 2da. edición. Caracas: Fundación Julio C. Salas. b) De consulta: Acosta, C. (1856/1961). “Cosas Sabidas y Cosas por saberse”. En: Pensamiento Político Venezolano del Siglo XIX. Textos para su estudio. Caracas: Presidencia de la República. Vol. 9 de la colección. Cappelletti, A. (1994). Positivismo y evolucionismo en Venezuela. Caracas: Monte Ávila Editores. Gil, J. (1954). Obras completas. Caracas: Ministerio de Educación. Dirección de Cultura y Bellas Artes. Comisión editora de las obras completas de José Gil Fortoul. Biblioteca de Ciencias Políticas y Sociales. Guerrero, L. (1965). Perpetua heredad. Caracas: Ministerio de Educación. Guerrero, L. (1983). Prosa Crítica. Caracas: Monte Ávila Editores, C. A. Colección Simón Bolívar. Oddone, J.(1986). “Regionalismo y Nacionalismo”. En: América Latina en sus ideas. México: UNESCO, Editorial Siglo XXI. Rodríguez, S. (2004). Inventamos o erramos. Caracas: Monte Ávila Ediciones Latinoamericanas. Biblioteca Básica de Autores venezolanos. Razzetti, L.(1907). ¿Qué es la Vida? Caracas: Imprenta Nacional. Tablante, P. (1957). “Periodismo merideño. “Paz y Trabajo” de Julio César Salas”. En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Nº 159. Caracas: A.N.H. Tomo XL, julio-septiembre 1957. Toro, F. (1842/1960). “Ideas y Necesidades”. En: La doctrina Conservadora. Fermín Toro. Caracas: Presidencia de la República. Pensamiento Político venezolano del Siglo XIX. Textos para su estudio. Vol. 1. Zea, L. (comp.) (1980). Pensamiento Positivista Latinoamericano. Caracas: Biblioteca Ayacucho. 2 vols. Tomos 71 y 72. TIERRA FIRME 93 Tierra Firme. Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 79-91, 2006 A Look at History, Progress, and Work within Julio C. Salas Ideology Un regard sur l’histoire, le progrès et le travail, fondé sur la pensée de Julio C. Salas Marielena Mestas Pérez Marielena Mestas Pérez Abstract: Julio César Salas had great interest in becoming a reliable researcher on law, lexicography, sociology, ethnohistory, among other fields. However, Salas not only cultivated his intellect, but also tried to provide his students from Universidad de Mérida with a stimulating message for them to like learning. In addition, he encouraged peasants and ordinary people, fellow citizens he also discussed with, using plain speaking. This study presents some of the subjects Salas wrote about, such as the importance and relation between History and progress, civilization issues, the importance of work, the need for the industrialization of the country, and the preservation of values and principles. Résumé: Julio César Salas a toujours fait de gros efforts pour devenir un chercheur diligent dans les domaines du droit, de la lexicographie, de la sociologie et de l’ethno-histoire, entre autres. Outre la préoccupation pour nourrir son intellect, il s’est efforcé de donner à ses étudiants de l’Université de Mérida un message promouvant le goût pour le savoir, et il encourageait les paysans et d’autres concitoyens avec des mots lucides et concis. La présente étude porte sur des thèmes récurrents dans les écrits de Salas, dont l’importance et le lien entre l’histoire et le progrès, la civilisation, la valeur du travail, l’industrialisation du pays et son importance, et la préservation des bonnes habitudes, entre autres. Key words: History, Progress, Work, Literature, Salas, Venezuela. Mots-clés: Histoire, progrès, travail, littérature, Salas, Venezuela. ********** ********** 94 94 TIERRA FIRME Indigenas Venezolanos TIERRA FIRME 95 Tierra Firme. Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 93-107, 2006 Continuidad socio-cultural CaribeKari’ña en Tierra Firme de Julio César Salas HORACIO BIORD UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO RESUMEN: Desde la época colonial la denominación étnica "caribe", aplicada a diversas realidades socio-culturales, originó frecuentes confusiones en las fuentes históricas, muchas de las cuales pasaron incluso a la etnología moderna. La falta de una adecuada crítica y ponderación etnohistórica contribuyó a aumentar tal confusión. Este trabajo analiza el abordaje hecho por Julio César Salas de la continuidad étnica entre caribes y kari'ñas, pueblo indígena de filiación lingüística precisamente caribe. Se hace un estudio crítico de la aproximación al tema en la conocida obra Tierra Firme. Etnología e Historia [1908], señalándola como un precedente importante de los estudios etnohistóricos en Venezuela. PALABRAS CLAVE: Caribes, etnohistoria, etnología, historia, Kari'ñas, Julio César Salas. INTRODUCCIÓN a etnohistoria constituye una disciplina que integra la historia y la antropología, ambas ampliamente entendidas. Tal integración ha sido una construcción teórico-metodológica, principalmente de la segunda mitad del siglo XX. En la actualidad, dentro de las disciplinas humanísticas y sociales, luce como una de las más prometedoras para el estudio del pasado, L especialmente de sociedades o fenómenos escasamente documentados o sometidos a invisibilidad social por las élites dominantes política, económica, social o intelectualmente. En Venezuela, es posible encontrar una perspectiva etnohistórica en los primeros cronistas y misioneros que escribieron sobre los grupos indígenas que habitaban, desde mucho antes de la llegada de los españoles, lo que luego fue el territorio venezolano. A finales del siglo XIX y a principios del XX, diversos 96 96 TIERRA FIRME historiadores e intelectuales se interesaron por estudiar los pueblos indígenas de la época y su historia. Es el caso de Arístides Rojas (18261894), Gaspar Marcano (1850-1910), Lisandro Alvarado (1858-1929), Tulio Febres Cordero (1860-1938), Bartolomé Tavera Acosta (18651931), Alfredo Jahn (1867-1940), Julio César Salas (1870-1933), Pedro Manuel Arcaya (1874-1958), y Amílcar Fonseca, entre otros. En muchos de sus enfoques podemos encontrar atisbos de lo que luego serán los estudios antropológicos, lingüísticos, arqueológicos y, más tarde, etnohistóricos en Venezuela. Los intereses de investigación de estos estudiosos coincidieron con la divulgación de nuevas doctrinas, como el evolucionismo y el positivismo. Así, en las instituciones académicas y entre intelectuales independientes, se generaron polémicas y debates. En este contexto, algunos estudiosos asumieron como prioridad de investigación la comprensión del pasado indígena, en tanto aspecto fundamental de la historia y la cultura del país. Adicionalmente muchos autores de esa época también se interesaron en el estudio de las poblaciones indígenas contemporáneas: su situación, sus culturas, sus lenguas, etc. Se trata de los primeros estudios científicos modernos efectuados en Venezuela sobre los pueblos y culturas indígenas, del pasado o del presente. Los autores abandonan entonces una concepción romántica de los orígenes nacionales y adoptan una metodología más rigurosa para investigar fenómenos históricos, etnográficos, sociológicos, antropológicos y lingüísticos. De esta manera, fueron naciendo abordajes que combinaban métodos históricos y etnográficos, perspectivas diacrónicas y sincrónicas, que luego permitieron el cultivo académico de la antropología y la lingüística en Venezuela. De allí la doble importancia de estudiar la obra de los fundadores de las disciplinas humanísticas y sociales en el país: por su valor intrínseco en sí mismo y por su contribución a la consolidación de una tradición académica que luego habría de florecer en las universidades e institutos de investigación. Partiendo de estas consideraciones, este trabajo analiza la integración de historia y antropología (o etnología) en la obra de Julio César Salas mediante el examen del tratamiento de la continuidad étnica “caribe”- “kari’ña” en la obra titulada Tierra Firme. Venezuela y Colombia. Estudios sobre etnología e historia. Como su mismo título lo indica, esta obra de Salas constituye un estudio de diversos pueblos indígenas del norte de Sudamérica. En este trabajo se estudia específicamente el capítulo correspondiente a los caribes y se hace énfasis en el acierto de Salas de mostrar la continuidad étnica entre “caribes” y “kari’ñas”. CARIBES Y KARI’ÑAS EN LA HISTORIOGRAFÍA ETNOLÓGICA El término “caribe” (cuya etimología aún dista mucho de estar clara)1 ha sido aplicado al menos a tres realidades socioculturales e históricas diversas: 1.- Como término genérico para denominar a indios belicosos, guerreros, poco TIERRA FIRME 97 afectos al dominio español, y también 3.- Como denominación de uno de los sinónimo de cruel, antropófago, indio troncos lingüísticos más importantes de guerra, etc. El propio Colón habló de América del Sur. Este nombre, en de caribes como caníbales en sus atención a la importancia demográfica primeros escritos sobre América. Dado y sociopolítica de los kari’ñas (caribes), que la Corona española autorizó fue propuesto inicialmente por el tempranamente la conquista y misionero jesuita Felipe Salvador Gilij esclavización de en su obra Ensayo de El análisis de Salas indios de guerra, Historia Americana, muchos grupos publicada en italiano pone de manifiesto la comenzaron a ser entre 1780 y 1784. Así continuidad étnica llamados entonces pues, a veces se emplea caribe-kari’ña y las “caribes” en la el término caribe como región del Mar de sinónimo de caribebondades del método las Antillas o área hablante o perteneciente etnohistórico para el circuncaribe. Así, al tronco lingüístico pues, este término caribe: una lengua caribe, estudio de la historia se generalizó como sociedades caribes, indígena. apelativo de mumodelo de estructura chos grupos opuessocial caribe. Consetos a la conquista, cuentemente, este múllos cuales serían consecuentemente tiple uso del término caribe con “falsos caribes” y tal apelativo se frecuencia ha originado confusiones en invocaría para justificar su captura. la literatura antropológica y etnohistórica. 2.- Como nombre de un grupo étnico específico, mejor conocido actualmente El término caribe aplicado a los kari’ñas como “kari’ña”. Refiriéndose a los estuvo en boga hasta por lo menos la mitad del kari’ñas de las Guayanas, especísiglo XX. Muchos trabajos de etnografía y ficamente del río Barama, el lingüística utilizaron “caribe” como etnónimo investigador británico Im Thurn los y nombre de la lengua de los kari’ñas.3 denominó “verdaderos caribes” Hasta la década de 1950 el nombre más (Civrieux 1974). El misionero británico común aplicado a los kari’ñas era “caribe”. Aún W. H. Brett (1868) fue uno de los en la actualidad, en muchos lugares de los llanos primeros autores modernos en anzoateguienses la población local denomina reconocer la identidad caribe = kari’ña genéricamente a los kari’ñas como “caribes”. (carib = carinya).2 Como sostiene Civrieux (1974: 373) 98 98 TIERRA FIRME los campesinos del Alto Llano de Venezuela, siguiendo la antigua tradición de los Conquistadores, aplican el nombre de caribe exclusivamente a los kari’ña y jamás a las demás tribus de filiación lingüística caribana (caribe sensu lato de los autores modernos) tales como chaima, cumanagoto, coaca, panare o pemón. De hecho, en agosto de 2005, escuché a varias personas nativas y residentes de Cantaura (estado Anzoátegui)4 llamar “caribas” a unas mujeres kari’ñas. Incluso algunos kari’ñas se llaman a sí mismos “caribes” (“nosotros, los caribes”, según he recogido en varias comunidades kari’ñas). En agosto de 1998 recogí un interesante testimonio en Paramán, caserío de la comunidad de Santa Rosa de Ocopia,5 estado Anzoátegui. Un anciano nativo de tal comunidad refería que el “lenguaje” (=idioma) de los “caribes” (=kari’ñas) era distinto al de “nosotros, los indios” (=cumanagotos). Quería decir que sus mayores comentaban que cumanagotos y kari’ñas (referidos como “caribes”) hablaban lenguas distintas. Como se ve, la identidad caribe / kari’ña es muy antigua. Esto nos permite inferir entonces la equivalencia del nombre caribe=kari’ña. Los kari’ñas son una sociedad indígena cuya lengua está clasificada en el tronco lingüístico caribe, uno de los más grandes de las tierras bajas de Sudamérica.6 Como otros grupos caribehablantes, los kari’ñas comparten el modelo de organización social de tales sociedades, basado principalmente en la descentralización política (Morales [Méndez] y Arvelo-Jiménez 1981). Para el momento de la conquista europea, los kari’ñas se extendían por el nororiente del continente sudamericano, desde los llanos orientales del Orinoco hasta casi la desembocadura del Amazonas. En la actualidad los kari’ñas habitan en Venezuela, Guyana, Surinam y la Guayana Francesa. En Venezuela, la mayoría de las aldeas están en los estados Anzoátegui y Bolívar y también algunas en los estados Monagas y Sucre. Según datos preliminares del censo de 2001, la población kari’ña de Venezuela suma unas 17.000 personas, aproximadamente, de las cuales unas 11.000 viven en el estado Anzoátegui (es decir, alrededor del 65%). TIERRA FIRME EN LA OBRA DE JULIO CÉSAR SALAS Julio César Salas tuvo una inmensa curiosidad intelectual. Sus intereses de investigación abarcaron varios campos de las hoy denominadas ciencias humanísticas y sociales. En efecto, le interesaron por igual la antropología, la sociología, la lingüística, la historia, amén de haber desarrollado actividades periodísticas y de aplicación de conocimientos. Sin embargo, lejos de compartimentar de manera excluyente y simplista las disciplinas antes mencionadas, Salas logró en sus quehaceres intelectuales una creativa y poco común síntesis. Ello lo convierte, precisamente, en uno de los grandes intelectuales venezolanos de finales del siglo XIX y principios del XX, cuando en Venezuela se empezaban a difundir las ideas positivistas y la intelectualidad del país se debatía entre el apego a los viejos moldes ideológicos y el entusiasmo por las nuevas TIERRA FIRME corrientes de pensamiento que se difundían desde los centros académicos de Europa. En tal contexto de encuentros y desencuentros teóricos, es posible identificar una doble convergencia en la obra de Salas: la pervivencia de elementos románticos y el enfoque positivista. En Salas, el romanticismo se hace presente en su sostenido interés por trazar los orígenes nacionales mediante el abordaje analítico de temas referidos a las sociedades indígenas, tanto del pasado como del presente histórico de este autor. Pero la actitud crítica de Salas frente a los temas de su predilección académica, la manera sistemática y rigurosa de abordarlos, corresponden a una metodología positivista, la cual revela una actitud muy diferente a la delectación romántica ante el ídolo de los orígenes nacionales. Los trabajos de Salas muestran una reconstrucción del pasado mediante el riguroso apego a las fuentes históricas y la ponderación crítica de éstas. El creciente interés de los círculos académicos europeos por los estudios etnográficos irá desarrollando a lo largo del siglo XIX una disciplina todavía en ciernes: la antropología o etnología.7 En América Latina, especialmente en los países hispanoamericanos, como ocurre en Venezuela, este tipo de estudios o antropología emergente8 se une fuertemente al estudio del pasado, ya sea mediante enfoques históricos,9 incipiente valoración de restos arqueológicos y estudio de las lenguas indígenas, especialmente de los materiales antiguos producidos por los misioneros encargados de la evangelización de los indios. Este triple interés histórico, 99 arqueológico y lingüístico (con frecuencia denominado genéricamente estudio de las antigüedades nacionales, regionales o locales) va moldeando la antropología venezolana: prefigurándola y afianzándola, abonando el espacio, donde luego se sembrará la antropología académica (Arvelo-Jiménez y Biord 1990). En Venezuela, los incipientes estudios antropológicos se centran –casi con entera exclusión de otras formaciones socialesmás en las sociedades indígenas del pasado que en las contemporáneas de tales estudios. Estos énfasis de las élites intelectuales coincidirán, en gran medida, con la escasa adopción de políticas públicas orientadas a favorecer a las poblaciones amerindias y a reconocer sus derechos en tanto segmentos socio-cultural y lingüísticamente diferenciados, anteriores a la constitución de los Estados nacionales. Es decir, se consolidaba la invisibilidad social del indio. Muchos de esos estudios se orientaban a la rectificación de apreciaciones e imágenes etnográficas del pasado. Reexaminaban obras antiguas e intentaban una adecuada ponderación con una óptica nueva, en cierto sentido moderna y positivista. Se trata, en otras palabras, de una reinterpretación de las imágenes etnográficas provenientes del pasado. Como reconocen Margolies y Suárez (1977: 695): Los precursores iniciaron una búsqueda en el pasado indígena y su labor, al servir de preámbulo a la etnología contemporánea, estuvo dedicada primordialmente a compilar, revisar e interpretar las informaciones etnográficas reseñadas en fuentes históricas y documentales o en referir las observaciones que personalmente produjeron en el curso de sus exploraciones. 100 100 TIERRA FIRME De una forma u otra, ellos llevaron a cabo un esfuerzo de sistematización y coincidieron en darle una mayor vigencia al conocimiento disperso que sobre los indígenas venezolanos existía para ese momento. Objetivo fundamental de dicha tarea, es desmontar prejuicios coloniales tácitamente ratificados por la literatura –histórica o etnográfica- posterior. Un ejemplo de ello es la tarea emprendida por Julio César Salas en su libro Los indios caribes, en el que, mediante una exhaustiva crítica histórica, cuestiona la imagen antropófaga de los indios caribes o kari’ñas. En la historiografía venezolana, el libro Tierra Firme. Venezuela y Colombia. Estudios de etnología e historia, de Julio César Salas, configura el primer intento moderno de presentar una visión de conjunto de la etnología de Tierra Firme (es decir, como en el siglo XVI se denominaba lo que luego serían Colombia y Venezuela). El título alude a estas realidades geográficas y el subtítulo caracteriza el tipo de abordaje al señalar que se trata de “estudios de etnología e historia”. El siguiente intento en esta dirección temática sería el de Lisandro Alvarado, Datos etnográficos de Venezuela, aunque sólo publicado en forma póstuma en 1945. Tierra Firme constituye un claro abordaje histórico de pueblos indígenas, de revisión y rectificación del pasado indígena. Por un lado, emerge en el libro la actitud romántica al estudiar el pasado y los orígenes nacionales; por el otro, se hace patente el interés positivista por estudiar ese pasado de una manera “científica” y “objetiva”, es decir, en base a evidencias incontrastable y verificables, así como tratando de superar sesgos subjetivos. Estos últimos serían principalmente la infravaloración de las sociedades indígenas, sus culturas, idiomas e historia, y la visión del indio como un mero bárbaro salvaje, apartado del camino de la civilización europea occidental, asumida ésta como supuesto modelo y epítome de la evolución humana (no ya en un sentido físico sino sociocultural). Asociadas a estas ideas subyacen: (i) las justificaciones y racionalizaciones para inducir el cambio social, religioso y lingüístico mediante la reducción de indios, la evangelización y la imposición del español en las colonias españolas, procesos que ordinariamente corrieron parejos; y (ii) la constitución del sujeto colonial, mediante su intenso desmerecimiento y constante descalificación, como persona y como miembro de colectivos sociales portadores de recursos culturales e idiomas propios. Tierra Firme logra una asertiva combinación de estudios históricos y análisis etnológicos, adelantándose a una perspectiva propiamente etnohistórica. En el libro se hace una valoración de las principales sociedades y culturas indígenas de los territorios que tras la Independencia formarían las repúblicas de Colombia y Venezuela. El plan de trabajo de Salas es el siguiente: consideraciones sobre los indígenas y etnología general, etnología particular y reflexiones sociohistóricas relativas a las sociedades indígenas y las sociedades hispanoamericanas. Su obra se divide en 15 capítulos. Los capítulos 1 al 7 tratan de la etnología general; los capítulos 8 al TIERRA FIRME 101 11 de la etnología particular de los principales pueblos indígenas considerados; y los capítulos 13 al 15 del contexto socio-histórico de las sociedades indígenas, con reflexiones sociológicas sobre las configuraciones sociales hispanoamericanas. EL ABORDAJE DE LOS KARI’ÑAS Salas se refiere a los Caribes en diversas secciones de su libro; sin embargo, es en el capítulo IX donde se dedica al estudio de este pueblo indígena. Al hacerlo, adopta una perspectiva histórica y utiliza diversas fuentes como las obras de los franciscanos Fray Pedro Simón (1963) y Fray Matías Ruiz Blanco (1965), ambos autores del siglo XVII; el padre jesuita Juan Rivero (1956), autor del siglo XVIII; Alexánder de Humboldt (1956) y Francisco Michelena y Rojas (1989), autores del siglo XIX. Estos dos últimos autores, principalmente Michelena y Rojas, proporcionaban datos todavía recientes para el momento de la escritura de la obra. Salas también recurre a autores que le eran contemporáneos, como Bartolomé Tavera Acosta. Esta combinación de fuentes perfila el carácter etnohistórico que presenta la obra de Julio César Salas. Al referirse a los kari’ñas, Salas (1997: 125) asevera que: lugar muy loable entre la antigua población indígena de Venezuela corresponde a la familia caribe, cuyas diversas y numerosas parcialidades ocupaban una extensión considerable de la parte oriental de esta República, a uno y otro lado del Orinoco, territorios pertenecientes a los Estados Bermúdez,[10] Bolívar y Federal Yuruary,[11] de nuestra moderna división territorial. Salas (1977: 125) ubica más específicamente a las comunidades kari’ñas antiguas al hacer referencia a los pueblos indígenas vecinos: Las parcialidades caribes lindaban por el norte con los Cumanagotos, por el este, con los Guaraúnos, al oeste, con los Tamanacos y [en cursivas en el original] Salivas, las parcialidades más orientales de estos indios salivas sólo distaban veinte leguas de los Caribes del Caroní, y al sur con los Guayanos, Aruacas, Maquiritares, etc. Mas para esta nación Caribe no existían fronteras, pues en sus incursiones piráticas remontaban hasta el territorio de los Guaipunabis, en el Alto Orinoco. Los sitios ocupados por los pueblos de las diversas parcialidades eran: la banda norte del Orinoco, las mesas de Barcelona, donde en los primeros tiempos los llamaron Chaigotos, en el sur, habitaban preferentemente las márgenes del gran río [Orinoco] y las hoyas del Caura, Caroní y Esequibo. De esta manera, al esbozar una suerte de mapa etnohistórico, queda establecida inequívocamente la ubicación de los caribes. Lejos de percibirlos sólo como una sociedad del pasado, Salas cita la obra de Francisco Michelena y Rojas, editada 41 años antes de la publicación de la edición príncipe de Tierra Firme,12 como fuente de los datos de etnología contemporánea de los kari’ñas: Altos, bien formados, inteligentes, los Caribes forman una raza muy interesante: de los que aún restan semi-civilizados en Barcelona, dice Michelena y Rojas, que tienen alta estatura y bellas formas, los hombres se envuelven en un pedazo de holandilla y las mujeres van casi desnudas, a veces se cuelgan del hombro unas 102 102 TIERRA FIRME enaguas (1867) [sic]; gustan del color encarnado, usan por principal adorno un gran rollo de pelo que dejan caer sobre la cintura. Los Caribes se ocupan en la agricultura y la cría, son hábiles jinetes e inapreciables como pastores en los hatos, ávidos de licores fermentados, aguardiente y demás que fabrican a su modo (Salas 1997: 126). La alusión al consumo abusivo de licores por parte de los kari’ñas proviene de una observación de Michelena y Rojas, quien estando de visita en Cantaura (llamada antiguamente Chamariapa) obsequió dinero a los muchachos indígenas y al rato vio que lo habían utilizado para comprar licores (Michelena y Rojas 1989: 78).13 Sobre el origen de los kari’ñas, Salas (1997: 125) asienta que: Muchos autores han afirmado que los Caribes del Continente proceden de las pequeñas Antillas, y especialmente de Martinica, Santa Cruz y Guadalupe, la antiguas Madiana, Cibuqueria y [sic en el original14] Carruquera, cuyos habitantes primitivos eran hábiles navegantes, como los caribes del Continente y de la isla de Trinidad; esta hipótesis parece casi probada por la similitud de costumbres entre unos y otros, mas no así la que hace proceder a los caribes de la península de La Florida. En la actualidad, se sabe que en realidad los kari’ñas procedían del continente y habían invadido las pequeñas Antillas probablemente poco antes de la llegada de los europeos a finales del siglo XV (Durbin 1977; Morales Méndez 1979, 1990; Morales Méndez et alii 1987; Whitehead 1988). Sin embargo, la percepción europea inicial fue al revés: a partir de las Antillas fueron percibiendo semejanzas socioculturales y lingüísticas que permitieron formular la hipótesis de una dispersión en dirección desde el norte hacia el sur. Otros datos relativos a la identidad de los caribes y kari’ñas pueden aprehenderse de algunos datos referidos por Salas sobre los pactos defensivos entre kari’ñas y los imperialismos europeos rivales de los españoles, especialmente con los holandeses: Sin exageración se puede afirmar que los Caribes fueron los indios más valientes y audaces de América; muy pocas tribus pudieron contrarrestar su legendario valor, y muchas perecieron totalmente cuando los Caribes se volvieron traficantes de macos, esclavos a incitación de los franceses, ingleses y holandeses (Salas 1977: 126). La literatura etnohistórica ha descrito detalladamente las estrategias defensivas de los kari’ñas y, entre ellas, su táctica de alianza con los holandeses.15 Adicionalmente, Salas (1997: 131) menciona algunas misiones fundadas o bien en la banda norte del Orinoco, como San Joaquín de Parirí y Chamariapa o Cantaura (ambas en la provincia colonial de la Nueva Andalucía y la Nueva Barcelona16 y en el actual estado Anzoátegui); o bien en la banda sur: San Miguel del Palmar, Nuestra Señora del Rosario de Guasipati, San Ramón de Caruachi, San Pablo de Cunamo, San Félix de Tupuquén, San Buenaventura de Guri (todas éstas en la antigua provincia colonial de Guayana17 y ahora en el actual estado Bolívar).18 Salas también menciona la obra de Humboldt como testimonio de la pervivencia étnica de los caribes: “Humboldt, que escribió y visitó a Venezuela a comienzos del pasado siglo [o sea, el siglo XIX], certificó la existencia TIERRA FIRME 103 de Caribes civilizados en Píritu, Tupaquire, Camurica, Tucuragua, etc.” (Salas 1997: 127). Tupaquire (quizá Tapaquire) y Camurica son poblaciones kari’ñas actuales de la margen sur del Orinoco (municipios Heres y Sucre, respectivamente, del estado Bolívar), ambas antiguas misiones franciscanas. La influencia de los escritores antiguos se manifiesta en las apreciaciones de Salas (1997: 127) sobre algunas características de los kari’ñas: A pesar de tan bellas descripciones, se debe a los caribes, en gran parte, no sólo la despoblación de la comarca oriental de Venezuela, sino también los tropiezos y dificultades para implantar la civilización en la hoya del Orinoco, país maravilloso, que por sus condiciones peculiares puede sostener una inmensa población. Aquí, emerge la visión del vacío Amazónico y los gérmenes de la posterior tesis desarrollista de la ocupación y explotación de las riquezas imaginadas. Si bien, la Amazonía y la Orinoquia son el depósito de gran parte de la biodiversidad del planeta, su aprovechamiento es limitado y no puede hacerse, según métodos o técnicas convencionales, a riesgo de una inmensa destrucción ambiental y ecológica. Una visión estereotipada emerge cuando Salas refiere la supuesta crueldad de los kari’ñas: Las hordas caribes mandadas por diferentes jefes. Tupucabera, Ariauca, Guiravera, Taricura, Maijuracarí, etc., durante los siglos, pasearon por todo el Orinoco sus flotillas de piragua sembrando dondequiera el pillaje, el incendio y la muerte; verdadero pánico se apoderaba de las tribus cuando las asaltaban los piratas, pues sabían que con estos feroces salteadores no había lugar a compasión. En efecto, los caribes amarraban a sus víctimas de los árboles, hacíanles sajaduras con cuchillos de macana, les arrancaban el cabello, punzaban y rayaban con púas de rayas, y destrozándoles los miembros prolongaban el sufrimiento de sus prisioneros, pues los bárbaros cuidaban de no infligir heridas mortales con los flechazos que les disparaban, sino que los horribles tormentos les quitasen poco a poco la vida (Salas 1997: 127, negritas añadidas). Se trata de los estereotipos consagrados en otras fuentes en relación a la supuesta crueldad de los caribes o kari’ñas; los cuales, sin embargo, han sido desmontados por el propio Salas tanto en Tierra Firme como en Los indios caribes (Salas 1920, 1921).19 Esta raza tiene, como todas las indígenas, la pasión desatinada por toda especie de licores fermentados; y como no tienen otras necesidades en qué emplear el producto de su trabajo, todo lo gastan en aguardiente y en otras muchas bebidas que fabrican a su modo; y todos beben, sin excepción alguna, hasta los muchachos. A propósito de esto; el mismo día que llegué a Chamariapa [Cantaura], en paseo por la población, me dirigí a la de los indios, y como los muchachos se me acercasen, a todos les iba dando una peseta; lo que en pocos minutos, habiendo agotado mis faltriqueras, regresé a casa. Muy poco tiempo se había pasado después de mi paseo, cuando se hacen sentir en la calle grandes gritos y vocerías. Salgo a la puerta con el caballero dueño de la casa: eran los indios, o una parte de aquella población que estaban ebrios; y preguntando aquél a uno de dónde provenía tal desorden, le contestaron varios de ellos mismos, que yo les había dado dinero. Este hecho me hizo ser más cauto para lo sucesivo. 104 104 TIERRA FIRME DISCUSIÓN Para realizar la reseña etnográfica de los kari’ñas, Salas recurre tanto a fuentes históricas como a autores contemporáneos suyos. La revisión acuciosa de obras escritas en diversos momentos y con distintos enfoques se convierte así en un ensayo de crítica etnohistórica. Mediante esta crítica Salas logra mostrar la continuidad étnica caribe-kari’ña aunque explícitamente no haga referencia al etnónimo kari’ña. A pesar de no hacer referencia al nombre étnico kari’ña, Salas muestra la continuidad e identidad entre caribes y kari’ñas gracias a los siguientes elementos de corte etnohistórico: 1) Uso de fuentes antiguas relativas a los antiguos kari’ñas (caribes). 2) Señalamiento de pueblos de misión fundados durante la época colonial en tierras kari’ñas, muchos de los cuales hoy continúan siendo comunidades kari’ñas. 3) Identificación del territorio antiguo de los kari’ñas de Venezuela. El análisis de Salas pone de manifiesto la continuidad étnica caribe-kari’ña y las bondades del método etnohistórico para el estudio de la historia indígena así como de fenómenos socioculturales escasamente documentados en las fuentes históricas. Otra importancia del trabajo de Salas es mostrar la trayectoria de este tipo de trabajo en el desarrollo de las ideas antropológicas (ampliamente entendidas) en Venezuela. Este caso sirve para ilustrar, además, la construcción de un pensamiento antropológico en un país pobre; es decir, el surgimiento de la antropología en países que ni fueron metrópolis coloniales en el pasado ni son en el presente centros mundiales de poder. De esta manera, se muestra que a diferencia de una intencionalidad colonialista (como ocurrió, por ejemplo, durante el siglo XIX y en las primeras décadas del XX en los países europeos) la antropología latinoamericana surge de otras motivaciones. Éstas están referidas a la imperiosa necesidad de conocer los “orígenes nacionales” y de develar y comprender las identidades de las repúblicas surgidas del desmembramiento de los imperios ibéricos en América. En Salas el tema del indio está imbuido de una pasión nacionalista. Si la literatura indianista forjó un indio idealizado, prototipo de virtudes sin fin, y, por tanto, alejado de sus referentes etnográficos reales,20 en Salas el indio se potencia como un elemento fundador y aglutinador de la identidad. Este papel fundador del indio y de lo indio jugará, pues, en la obra de Salas un papel fundamental. Las reflexiones de intelectuales como Julio César Salas pusieron todo su empeño en comprender la historia y el presente socioculturales de sus respectivos países. Este empeño tenía un sentido y una intencionalidad consolidativa de la independencia cultural de los países latinoamericanos, de allí, la pertinencia otorgada a la revisión de las fuentes antiguas e incluso a las visitas de campo como una manera de contrastar y corroborar informaciones para superar prejuicios seculares TIERRA FIRME 105 sobre las poblaciones indígenas, los cuales impedían el conocimiento del “alma nacional”. con lo propio. Así, al referirse a los temas literarios exóticos, apunta que: La revisión de las fuentes bibliográficas utilizadas por Salas, no sólo en Tierra Firme sino también en sus otras obras, permite calibrar su actualización y conocimientos de la literatura etnológica e histórica sobre los pueblos indígenas americanos. Esto evidencia la preocupación de autores como Salas de mantenerse al tanto de las reflexiones y contribuciones de los investigadores que, principalmente en Europa, iban delineando la antropología como disciplina académica. Tal conocimiento patentiza que el trabajo de Salas distaba mucho de ser el esfuerzo individual de un estudioso aislado, no conectado con otros colegas o ignorante de las discusiones más relevantes que se desarrollaban en los centros de estudio y de reflexión académica de distintos países. todo se podría llevar con paciencia si los líricos tomasen otro camino y no continuasen presentando al mestizo americano literalmente embarazado con los perendengues y colorines exóticos con que le visten; es de lamentar que a igual de la importación de prendas falsas y de sustancias perjudiciales no se peche y prohíba la entrada al país de esos cargamentos de miriñaques franceses (Salas 1997: 249). CONCLUSIONES La revisión de autores como Salas no sólo enriquece el conocimiento del desarrollo de las ideas antropológicas en Venezuela sino que pone de manifiesto la antigüedad y especificidad de una larga tradición académica en Venezuela, en particular, y en Latinoamérica, en general. Esta preocupación lleva a Salas a enjuiciar los pocos beneficios que han recibido los indígenas durante la República por falta de políticas públicas asertivas para mejorar sus condiciones de vida y reconocer sus derechos (Salas 1997: 243-244). Adicionalmente, señala un problema sustancial de identidad: la falta de identificación Obras como Tierra Firme no sólo contienen aportes etnológicos e históricos sino que constituyen verdaderas contribuciones de reflexión sociológica y antropológica sobre los orígenes nacionales y proposiciones asertivas para construir un futuro distinto y más digno, basado en la especificidad de nuestros orígenes colectivos. Volver sobre obras y autores como Salas, puede mostrar caminos a seguir en esa inacabada tarea de entender y potenciar nuestras identidades que los pueblos latinoamericanos crean y recrean, construyen y reconstruyen día a día. En otras palabras, la revisión de textos y autores del pasado permite comprender nuestro presente –incluido lo específico de nuestras tradiciones académicas- y asimismo, entender la importancia práctica e insoslayable de la historia en la construcción del futuro. NOTAS 1 Ver el reciente trabajo de Cecilia Ayala Lafée y Werner Wilbert sobre evidencias que presentarían el término caribe como una derivación de una palabra de urdo con significado de “perverso” y “depravado” (2004: 194). 106 106 TIERRA FIRME 2 Como en inglés no existe el grafema {ñ}, se suele utilizar la combinación {ny} para transcribir el sonido consonántico palatal nasal sonoro. 3 Por ejemplo ver los trabajos de Lisandro Alvarado (1912, 1989 [1918]). 4 Capital del Municipio Pedro María Freites, donde habita aproximadamente el 64% de la población kari’ña del estado Anzoátegui que representaría el 41% de la población kari’ña total del país. 5 Se trata de una comunidad de orígenes mixtos, conformada inicialmente por indígenas de varios pueblos, principalmente cumanagotos. En las últimas décadas han asumido una identidad neo-kari’ña. 6 Sobre la clasificación de las lenguas indígenas ver los trabajos de Estmir Loukotka (1968); J. Alden Mason (1956); Antonio Tovar y Consuelo Larrucea de Tovar (1984). 7 En la tradición inglesa hay una tendencia al estudio de las instituciones sociales como forma de comprensión de las sociedades tribales que habitan en las posesiones coloniales del imperio británico; mientras que la tradición estadounidense privilegia el estudio de los elementos culturales y abarca la antropología social, la lingüística, la arqueología, y la antropología física. En Francia se consolida una tradición más orientada a la interpretación de las instituciones sociales que -aunque no exactamente formulada de esa manera- se puede entender como una síntesis entre la antropología social británica y la antropología cultural de los Estados Unidos de América. 8 Un período inicial de la tradición antropológica en Hispanoamérica -no siempre valorado como tal debido a viejos resabios antihispánicos- ocurre durante la época colonial cuando cronistas, misioneros, funcionarios reales y viajeros se enfrentan al reto de describir la sociedades amerindias, sus culturas y lenguas, las relaciones interétnicas anteriores al contacto con los europeos y las nuevas dinámicas sociales generadas con el proceso colonial, además de reflexionar sobre la historia de sociedades con extensos testimonios sobre su pasado (el caso de los mayas, los aztecas y los incas) o con escasos testimonios sobre sus orígenes (como las sociedades orinoquenses), lo cual lleva a algunos autores a especular sobre la trayectoria de estos pueblos, como hizo el misionero jesuita Felipe Salvador Gilij (1965). 9 Éstos constituyen los antecedentes fundacionales de la etnohistoria latinoamericana. 10 Constituido por los hoy estados Anzoátegui, Monagas y Sucre. 11 Conformado por las cuencas de los ríos Cuyuní y Yuruary, actualmente integrado al estado Bolívar. 12 La obra de Francisco Michelena y Rojas, intitulada Exploración oficial por la primera vez desde el Norte de la América del Sur siempre por ríos, entrando por las bocas del Orinoco, de los valles de este mismo y del Meta, Casiquiare, Río Negro o Guainía y Amazonas, hasta Nauta en el Alto Marañón o Amazonas, arriba de las bocas del Ucayali, bajada del Amazonas hasta el Atlántico. Comprendiendo en ese inmenso espacio los Estados de Venezuela, Guayana Inglesa, Nueva Granada, Brasil, Ecuador, Perú y Bolivia. Viaje a Río de Janeiro desde Belén en el Gran Pará, por el Atlántico, tocando en las Capitales de las principales provincias del Imperio en los años, de 1855 hasta 1859, fue publicada en Bruselas por A. Lacroix, Verboeckoven y Ca., Impresores y Editores. 13 Sin embargo, esta observación va acompañada de anotaciones sobre las actividades productivas de los kari’ñas, lo cual hace pensar que el consumo de bebidas alcohólicas debía ser ocasional y no habitual. 14 Es decir, con la conjunción copulativa en cursiva en vez de redondas. 15 Véanse a este respecto los trabajos de Civrieux (1976), Morales Méndez (1979, 1990), Morales Méndez et alii (1987) y Whitehead (1988). 16 Integrada por los actuales estados Anzoátegui, Monagas y Sucre. 17 Integrada por los actuales estados Bolívar y Delta Amacuro, más el territorio en reclamación del Esequibo. 18 Los kari’ñas aún hoy viven cerca de la inmediaciones de Cantaura y San Joaquín de Pariri y la mayor parte de las comunidades derivan de esto dos antiguos pueblos de misión. En cambio, en los pueblos de misión de ubicados en el actual estado Bolívar ocurrieron complejos procesos de transculturación o cambio socio-cultural y lingüístico aún por estudiarse para explicar las diferencias entre los kari’ñas del norte y los del sur. 19 La primera edición de 1920 fue corregida en la segunda de 1921. 20 Los significados profundos de esta idealización no han sido aún del todo explicados. REFERENCIAS Alvarado, L. (1912). Ensayo sobre el caribe venezolano. Boletín de la Academia Nacional de la Historia (Caracas, Venezuela) N° 1: [43]-67. Alvarado, L. (1918/1989). Noticia sobre los caribes de los llanos de Barcelona. En: Lisandro Alvarado: Obras completas. Caracas: Fundación La Casa de Bello, tomo II, pp. [445]-475 (Colección Humanistas Venezolanos, 4). TIERRA FIRME 107 Alvarado, L. (1989). Datos etnográficos de Venezuela. En: Obras completas. Caracas: La Casa de Bello, Tomo II pp. [53]-400 (Colección Humanistas Venezolanos, 4). 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This work Résumé: Depuis l’époque coloniale, la dénomination ethnique “caraïbe”, appliquée à diverses réalités socio-culturelles, a souvent entraîné des confusions dans les sources historiques, dont beaucoup sont passées à l’ethnologie moderne. Le manque d’une critique adéquate et d’une pondération ethnohistorique a provoqué l’augmentation de cette confusion. Ce travail comporte une analyse du traitement donné par Julio César Salas à la TIERRA FIRME 109 presents a critical study of the approach to the subject in the book Tierra Firme. Etnología e Historia [1908] (Dry Land. Ethnology and History), considering such writing as an important precedent for ethnohistorical studies in Venezuela. Key words: Caribes, ethnohistory, ethnology, history, kari’ñas, Julio César Salas. continuité ethnique entre les caraibes et les kari’ñas, peuple indigène lié linguistiquement au peuple caraïbe. Le travail présente une étude critique du traitement que Salas fait de ce thème dans l’œuvre Tierra Firme. Etnología e Historia (1908), qui constitue un précédent important des études ethno-historiques au Venezuela. Mots-clés: Caraïbe, ethno-histoire, ethnologie, histoire, kari’ñas, Julio César Salas. ********** ********** 110 110 TIERRA FIRME TIERRA FIRME 111 Tierra Firme. Caracas - Venezuela N° 93, Año 24 - Vol. XXIV, pp. 109-155, 2006 Tesis de la Escuela de Historia, Universidad Central de Venezuela, 1975-2006 RAFAEL A. STRAUSS K. UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA PRESENTACIÓN Desde que asumí la Dirección de la Escuela de Historia-UCV en enero de 2005 me propuse dar a conocer las tesis de grado o monografías que como requisito para obtener la Licenciatura en Historia deben presentar ante un jurado nuestros estudiantes una vez concluida la carga de créditos especificada en el pensum vigente. Esa obligación está vigente desde 1975, lo que explica que no aparezcan en este catálogo nombres de prestigiosas y prestigiosos historiadores graduados antes de esa fecha. Para efectos de esta publicación cubrí hasta noviembre de 2006, lo que remite a 31 años de tesis de la Escuela de Historia, con un total de 476 trabajos y 567 graduados. Esta disonancia en las cifras se explica porque nuestro reglamento interno permite que una tesis pueda ser realizada hasta por tres tesistas. Para difundir las monografías de grado que se presenten y aprueben posteriormente, tanto en nuestra Escuela como en otros centros de enseñanza de Historia, la revista Tierra Firme ha diseñado una estrategia, cuyas ventajas para el área son obvias. Antes, hubo en la Escuela de Historia algunos intentos por aglutinar, para su difusión masiva, información sobre nuestros trabajos de grado. Uno de ellos, que recibió el aval del Consejo de Escuela el 14.10.1982, ofreció un catálogo en edición multigrafiada que se publicó dos años después. En él, muchos datos, particularmente los títulos, aparecen con sensibles errores. Con base en una publicación de los trabajos de licenciatura de la Facultad de Humanidades y Educación hasta 1982 -realizada por su Coordinación Académicanuestra Cátedra de Proyectos -del Departamento de Teoría y Práctica de la Historia-, cuya jefatura ocupaba entonces, emprendí un registro anual mecanografiado de las tesis de la Escuela, con la colaboración de las secretarias de entonces, señoras Gladys Vásquez, Dolores Blanco -Dolorita- y Wilma Martínez. En 1996, los profesores Strauss y Pedro Calzadilla P., con la colaboración de Violeta Morales y Dora Dávila, presentan a la Dirección, impreso en computadora, el Informe Técnico sobre un Índice de Tesis de la Escuela de Historia-UCV 112 112 TIERRA FIRME y Ensayo de un Índice Temático General 19751995, que tuvo mucha acogida pero no la difusión que se esperaba. Todo esto, y algo más, son insumos que he tenido en cuenta para la recopilación que hoy se ofrece. Con la presente entrega, que aparece insertada en por lo menos dos sitios electrónicos, pero hasta 2004, queremos subsanar lo que creo es una deuda tanto con nuestros egresados como con la misma Escuela y la historiografía. Se muestra aquí uno de los frutos más visibles del esfuerzo sostenido por una institución que ha licenciado a un número significativo de estudiosos científicos del pasado. Una simple hojeada a los títulos da una idea tanto de las tendencias metodológicas, como de las áreas temáticas y perspectivas analíticas de los contenidos de la enseñanza en nuestra Escuela de Historia y de sus egresados, situación que se ha fortalecido de manera sensible particularmente en la medida en que la disciplina histórica ha venido dialogando con otras áreas del conocimiento del hombre. Este catálogo, entonces, no deja de ser una suerte de autoevaluación del principal centro formativo de historiadores del país y uno de los más reconocidos fuera de él. Afirmo con orgullo que muchas de estas tesis han sido publicadas por prestigiosas instituciones, amen de la alta calificación, mención honorífica y mención publicación que ha recibido una buena parte de ellas por parte de reconocidos jurados. Para la elaboración de esta entrega preferí hacer una pesquisa minuciosa en las actas correspondientes a la presentación de la Monografía de Grado para evitar omisiones y otros gazapos. Cuando me asaltó alguna duda, revisé el ejemplar definitivo entregado a la biblioteca de la FHE “Miguel Acosta Saignes”. Acompaña el listado de títulos, un índice de autores, uno de tutores, uno temático y uno de las tesis por año, desde 1975. Este índice, por ejemplo, muestra los siguientes resultados: 1975 (7); 1976 (3); 1977 (3); 1978 (15); 1979 (26); 1980 (13); 1981 (13); 1982 (20); 1983 (14); 1984 (17); 1985 (23); 1986 (13); 1987 (12); 1988 (4); 1989 (9); 1990 (9); 1991 (7); 1992 (11); 1993 (8) ; 1994 (17); 1995 (24); 1996 (14); 1997 (16); 1998 (21); 1999 (18); 2000 (29); 2001 (16); 2002 (16); 2003 (9); 2004 (15); 2005 (25) y 2006 (29). Finalizo agradeciendo al Lic. Lionel Muñoz Paz, y al respectivo equipo editor, haber acogido mi propuesta de esta publicación. De nuevo, la prestigiosa revista Tierra Firme da muestras sensibles y visibles de que el conocimiento que se produce en nuestras aulas universitarias debe ser difundido sin los aspavientos de sabios árbitros y academia, que si bien pueden ser valiosos, no deben ser los únicos parámetros para permitir que se ignore el que produce el sencillo graduando en nuestras universidades, en las que, lamentablemente, se ha hecho tradición que trabajos de tesis premiados con los máximos honores tiendan a anquilosarse en los anaqueles de la ignorancia y de la desidia. Rafael A. Strauss K. Director de la Escuela de Historia-UCV TIERRA FIRME 113 Tesis en orden alfabético 1) Abello, Carmen J. Transformaciones arquitectónicas, ornamentales y crecimiento del este de Caracas durante el gomecismo. Tutor: Alberto Navas B. 2005. 2) Abzueta, Sergio y Marrero C., Miriam del C. “Esta horrenda revolución”… México frente a su historia. Lucas Alamán. Reivindicación y rectificación de la historiografía mexicana 1823-1849. Tutor: Pedro E. Calzadilla P. 1996. 3) Acevedo G., Marjorie M. y Osorio Pacheco, Luis M. El sitio de Puerto Cabello de 1822. Tutora: Josefina Bernal. 1984. 4) Acevedo R., Gineth y Morante de A., Iliana. Consolidación del sistema bancario en Venezuela. Banco Caracas (1890-1958) Tutor: Carlos Acedo. 1994. 5) Acosta J., María R. Historia del movimiento obrero venezolano en el período del trienio (1945-1948): nacimiento de la C.T.V. Tutor: Samuel Moncada. 1986. 6) Acosta P., Héctor S. El conflicto de las Malvinas dentro del bloque de poder capitalista. Tutor: Luis Cipriano Rodríguez. 1986. 7) Acuña Mendoza, Enrique. Impresiones sociales y culturales de Alejandro de Humboldt sobre la elite caraqueña 1799-1800. Tutora: Cesia Hirsbein. 2003. 8) Agudelo P. Alix M. La enseñanza de la historia de Venezuela en el nivel de Educación Básica. Tutora: Taide Zavarse. 1989. 9) Aguiar F. Mike C. El impacto de la epidemia de fiebre amarilla en los puertos de La Guaira y Puerto Cabello: 1798-1802. Tutor: Germán Yépez. 2000. 10) Aguilar L., Sadia. Raíces históricas del conflicto Irak-Irán. Tutor: Oscar E. Abdala. 1985. 11) Aizpurua A., Ramón. El fenómeno religioso y el problema de la ideología: introducción a su estudio. Tutora: Josefina Gavilá. 1978. 12) Albornoz L., Siomare R. y Anzola G., Lucila M. Proyección histórica del ensayo de síntesis de las artes realizado en la Ciudad Universitaria de Caracas dentro del marco de modernización de la ciudad bajo el gobierno dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. Tutora: Josefina Bernal. 1985. 13) Almarza V., Ángel R. La limpieza de sangre como valor fundamental de la Provincia de Caracas durante el siglo XVIII. Tutora: Inés Quintero. 2004. 14) Almérida D., Néstor D. Caraballeda, 15601985 (Estudio microhistórico). Tutora: Ermila Troconis de Veracoechea. 1985. 15) Alonzo M., Corina. 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La sustitución de importaciones y el desarrollo 1960-1970. Tutor: Manuel Caballero. 1979. 114 114 TIERRA FIRME 22) Angeleri Ch., Sandra V. El batallismo y el Estado benefactor en Uruguay 1903-1917. Tutora: María Elena González. 1984. 23) Anguinzones, Zulay y Machado, Norma. Las acciones antimaláricas en el estado Aragua entre los años 1936-1945. Tutor: Germán Yépez. 1998. 24) Antequera R., Ricardo José y Requiniva, Magle. La Academia Militar de Matemáticas en la formación de la República de Venezuela 1830-1879. Tutora: María Elena González. 2000. 25) Antillano G., Jesús Gilberto. Catia: 18451986 (Estudio de historia local). Tutora: Ermila Troconis de Veracoechea. 2000. 26) Anzola G., Lucila M. y Albornoz L., Siomare R. Proyección histórica del ensayo de síntesis de las artes realizado en la Ciudad Universitaria de Caracas dentro del marco de modernización de la ciudad bajo el gobierno dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. Tutora: Josefina Bernal. 1985. 27) Apolinar E., Javier y Hernández, Carmen. El impacto de la epidemia de viruela en la ciudad de Valencia en 1898. Tutor: Germán Yépez. 28) Aponte, Mercedes y Fernández, Elizabeth. Alzamiento militar del 1º de enero de 1958. Antecedentes, desarrollo y alcance. Tutora: Rosalba Méndez. 1997. 29) Aranguren C., Zarilda M. y Guerrero G., María del C. La reforma petrolera de 1943. Logros y desventajas para el Estado venezolano. Tutor: Luis Peña. 1985. 29a) Arapé, Marianne. La fachada ecléctica del Ilustre Americano. Historia de la arquitectura guzmancista 1830-1889. Tutor: José Ángel Rodríguez. 2006. 30) Araujo de Martínez, Zaira del R. Elementos para el estudio de la clase dominante en la Provincia de Mérida (La familia Picón: 1810-1858). Tutora: Antonieta Camacho. 1984. 31) Ardao J., Alicia. El café y las ciudades en los Andes venezolanos. Tutora: María Elena González. 1982. 32) Arias Leal, Simón. Desastres y emergencias en Caracas entre 1875 y 1885. 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Apolinar E., Javier Aponte, Mercedes Aranguren C., Zarilda M. (1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9) (10) (11) (12) (13) (14) (15) (16) (17) (18) (19) (20) (21) (22) (23) (24) (25) (26) (27) (28) (29) Arapé, Marianne Araujo de Martínez, Zaira del R. Ardao J., Alicia Arias Leal, Simón Armario G., Marvelis J. Armas Camacho, Ana Isabel Armas de L., Vicenta Arreaza Arana, Jorge I. Arreaza Arana, Laura V. Arreaza S., Rafael Andrés Arroyo, Gladys M. Arroyo, María Arzola C., Agustín J. Avendaño V., Astrid C. Ávila B., Pedro L. Ávila Toledo, Wilmer José Azpurua Michelena, Carmen L. Azpurua, Juan Carlos Báez A., Juan Carlos Balza Gil., Gaspar Barreto L., Morella Barrios Flores, Keyla Barrios Padrino, Victoria Battaglini, Oscar Becerra, Asdrúbal Bello D., Pancho Belloso, Marco T. Benavente Barajas, Ingrid Vanesa Benítez H., Ada Yris (29a) (30) (31) (32) (33) (34) (35) (36) (37) (37a) (38) (38a) (39) (40) (41) (42) (43) (44) (45) (46) (47) (48) (48a) (49) (50) (51) (52) (52a) (53) 138 138 TIERRA FIRME Benítez Mijares, José Benítez Pérez, María Eugenia Benítez, Pedro Benzaquén, Isaac Berman de W., Martha Bermúdez Sanabria, Frank E. Bifano M., José Luis Blanco G., Germán Blanco H., Winston S. Bordones C., Nora J. Bracamonte, Leonardo Bracho, Antonio Brazón, Luisa E. Briceño P., Virgilio Briceño Urbina, Oneida Briceño, David Brito C., José G. Brito S. María I. Brito, Patricia Bruzual C., José S. Bustamante Ch., Brunilde Bustamante, Edigardo Cabrera T., Elery E. Calderón Gómez, Iván Calzadilla Pérez, Pedro Enrique Camacho Piñerúa, Elsy B. Camero, Ysrrael Campos de V., Virgilio Campos, María Paulina Campos, Richard Capriles A., Carlos Capriles M., Ruth Caraballo G., Gregoria C. Caraballo P., Ciro A. Cardona, Roselena Cardozo Durán, Arcángel Carnevali T. Dinorah Castañón, Javier Castellanos, Annie Carmen Castellanos, Carmen Y. Castillo Hidalgo, Ricardo I. Castorina Rotundo, Rita Castro de L., Zoraida I. Castro G., Pedro V. Castro V. Guillermo Cedeño M., Martha J. Chacón A., Ramón N. Chacón Molina, Horacio Chacón V., Ramón V. Chavarri Cabello, César Augusto (54) (55) (56) (57) (58) (59) (60) (61) (62) (63) (64) (65) (66) (67) (68) (66a) (69) (70) (71) (72) (73) (73a) (74) (74a) (75) (76) (77) (78) (79) (80) (81) (82) (83) (84) (85) (86) (87) (88) (88a) (89) (90) (91) (92) (93) (94) (95) (114) (115) (116) (116a) Cobos, Thairy Colmenares, Arelis L. Colón P., Miriam J. Concha, Luis Contiña G., Ramón G. Contreras de C., Carmen V. Contreras G., Rubén G. Contreras, Deidy de Jesús Contreras, Orlando J. Contreras, Yinyer Corao, María Fabiana Córdova, Euclide José Coronado F., Miguel A. Correa Mijares, César Corzo P., Aura E. Crespo S., Milton J. Cubillán, Alis José Cumare B., Jesús Rafael Cuñarro C., Edith M. Daboín G., Soteldo J. Dávila M. Dora T. Dávila, Prisca Daza Bonnier, María de Jesús De Abreu, Antonio De Camargo de V., María C. De Francesco Mur, Mireya De Jesús Vieira, Ángela De Rogatis, Antonieta Del Pozo R., Miguel A. Delgado Hernández, Luis E. Delgado, Egla Judith Delgado, Marco Di Bella I., María A. Díaz Arana, Ingrid Maribel Díaz, Beatriz Díaz, Damelys J. Díaz, Jesús Rubén Dines de H., Viktoria Dorronsoro B., Miren J. Durand G., Guillermo A. Escobar Prieto, Margarita Escobar, José G. Escobar, Laura Espín F. Lucila Beatriz Espinoza M. Haydée M. Estévez P., Betsi C. Fassano M. Josefina N. Fassano M., Nancy N. Femminella, Leonora Fermín M., Iris E. (96) (97) (98) (99) (100) (101) (102) (103) (102a) (104) (105) (106) (107) (108) (109) (110) (111) (112) (113) (117) (118) (119) (120) (121) (122) (123) (124) (125) (126) (127) (128) (129) (130) (131) (131a) (132) (133) (134) (135) (136) (137) (138) (139) (140) (141) (142) (143) (144) (145) (146) TIERRA FIRME 139 Fernández A., María C. Fernández B., Juan Carlos Fernández D., Jorge Fernández F., Abraham Fernández S., Emeric J. Fernández Salgado, César Fernández, Elizabeth Fernández, Rosa J. Ferreira F., María Leonor Ferrer F., Adriana T. Ferrer Luna, América Fierro de Suels, Lourdes Figueras, Guillermo E. Figueroa Guerrero, Pedro José Figueroa J., Claudia J. Figueroa S., Pilar J. Figueroa, Amílcar Flores Herrera, Carmen Elena Flores R. Fiyne Fraíz Ascanio, Verónica C. Fuentes de U., Oramaica Fuentes, Tito Galíndez, Miguel Gamba, Julio Gámez C., Josefa García B., Luis E. García C. Álvaro García C., Beatriz E. García de Cuevas, Ginesita García Hernández, Elena García Rodríguez, Eleonora García Torres, Carlos E. García Y., Janette García, Ertógar García, María Ismenia García, Ramona Garrido K., Juan P. Gavidia, Mireya Georget B. Enrique F. Gil S., Juan R. Gil, Carlos Gómez C., Juan B. Gómez M., Alejandro Gómez, Alejandro E. Gómez, Anahías Gómez, Iliana González A., Antonio J. González B., Fabio B. González G., Marianela González Gamboa, Claudia (147) (148) (149) (150) (151) (152) (153) (154) (155) (156) (157) (158) (159) (160) (161) (162) (163) (164) (165) (165a) (166) (167) (168) (169) (170) (171) (172) (173) (174) (175) (175a) (176) (177) (178) (179) (180) (181) (182) (183) (184) (185) (186) (187) (188) (189) (190) (191) (192) (193) (194) González, Karelia del C. González L., Oraida M. González López, Sergio González Martínez, Gellert A. González, Dayaneth González, Dobrudcha González, Trina Goyo Ponte, Eric A. Granados C. Yuraima C. Grüber de F. Víctor M. Grüber, Hermann Guaita V., César A. Guaita, Ramón A. Guerrero A., Iberia Guerrero G., María del C. Guerrero M., Adolfo Guillén Vásquez, Jesús M. Gutiérrez M., Luis M. Gutiérrez, Jesús Guzmán, José Alejandro Henríquez Márquez, Marco Hensen G., Santos G. Heredia, Claudia Hernández A., Miguel A. Hernández B. Adrián Hernández C., José J. Hernández Castillo, Carmen A. Hernández F. José A. Hernández N., Yepsaly M. Hernández T., Alexis M. Hernández, Carmen Hernández, Inri Hernández, Zulay Herrera L., Bernardino Herrera, Mariana Hidalgo R., Rosa M. Hutchings, Jhen Infantino T., Carmen Iribarren, Mariana Jacote S., Coromoto Jardín Da Silva, Maritza Jiménez H., Hadelis S. Jimeno M., Odahilda Justiniano, Jacinto La Cruz, Hortensia La Riva G., Álvaro La Roche O., Elisa M. La Rosa, Frediry Lanza Lara, Egleé Lavastida, Zulay (194a) (195) (196) (197) (198) (199) (200) (201) (202) (203) (204) (205) (206) (207) (208) (209) (210) (211) (212) (213) (214) (215) (216) (217) (218) (219) (220) (221) (222) (223) (224) (225) (226) (227) (228) (229) (230) (231) (232) (233) (233a) (234) (235) (236) (237) (238) (239) (240) (241) (242) 140 140 TIERRA FIRME Leal T. Gregoria Leal, Luís Enrique Leal, Víctor Manuel Ledezma G., Delia Legón C., Yselda M. Lehmann de R. Vilma M. Lenderbor Vidal, Carol León I., Carlos A. León M., Gustavo A. León P., Oscar E. León, Coromoto Moraima León, Rosa Virginia Linares C., José G. López B., Carmen Zulay López Brito, Dayana López M., Anabel C. López N., Marisela López Navas, José V. López R., Deyanira López, Margarita Loreto L., Jesús J. Lovera A., Gladis G. Lozada C., Pedro M. Lugo H., Yasser J. Lugo, Adriana Luna A., Herbert Luzzi de R., Paz E. Machado R., Aída V. Machado, Norma Macuare Guaipo, Wilfredo Simón Malavé Felice, Cristina Maldonado Ruiz, Edgard A. Malpica Riobueno, Mirella C. Manrique R., Cecilia M. Manzanilla, Ángel Marcano F., Arturo J. Marcano R. Odalis M. Marcano, Luis Manuel Marco F., Julio C. Marghella, José Jorge Marín M., Carmen Xiomara Márquez A., Norma E. Márquez B., Gloria I. Márquez, Walter Enrique Marrero C., Miriam del C. Martínez A., Fanny H. Martínez B., Waldemar J. Martínez G., Miguel A. Martínez M., Félix D. Martínez N., Ana C. (243) (243a) (243b) (244) (245) (246) (247) (248) (249) (250) (251) (252) (253) (254) (255) (256) (257) (258) (259) (260) (261) (262) (263) (264) (265) (266) (267) (269) (270) (268) (271) (272) (273) (274) (275) (276) (277) (278) (279) (280) (281) (282) (283) (284) (285) (286) (287) (288) (289) (290) Martínez R., David J. Martínez, Ramón A. Mata Moya, María Mata, Pedro Medina G., Gipsy C. Melchert L., Gustavo Melo P., Francisco A. Membrado, Nuria Méndez B. Deyanira O. Méndez S., Coromoto A. Méndez S., Herminia C. Mendible Z., Alejandro R. Mendoza, Luis R. Mendoza, Vestalia J. Meneses Juari, Antonieta Meneses. Yamilet Merjech de A., Manuela C. Meza H., Carlos A. Mijares M., Josefina M. Millán, José I. Mir Lara, Manuel Miranda L., Carmen V. Miranda, Haydée Molina 0llarve, Yanira J. Molinares, Liuvys Monasterios G., Raimundo J. Monasterios, Adrián José Moncada A., Samuel R. Moniz Toledo, Ana Julia Monteverde R. Elsa Monteverde, Melania Montilla, Jonathan Enrique Montoya, Hilda Morante O., Iliana Moreno B., Eva Moreno de R., Haydée Moreno M., Juan de D. Moreno Zapata, Guillermo E. Mosquera, María Eugenia Mujica Gómez, Williams del C. Mundó Rojas, Esperanza Eulalia Muñoz P., Lionel E. Muñoz, Pedro J. Navarro P., Rosa L. Navas B., Alberto J. Navas Heredia, Rogel A. Navas, María E. Nóbrega, Aracelys J. Nóbrega, Enrique Núñez G., Mirfe I. (291) (292) (293) (294) (295) (296) (297) (298) (299) (300) (301) (302) (303) (304) (305) (306) (307) (308) (309) (310) (311) (312) (313) (314) (315) (316) (317) (318) (319) (320) (321) (321a) (322) (323) (324) (325) (326) (327) (328) (329) (330) (331) (332) (333) (334) (335) (336) (337) (338) (339) TIERRA FIRME 141 Núñez R., Juny Ochoa M., Rigel J. Ochoa Pacheco, Claudia Ochoa, Yolinda Ochoteco, Carlos Odúber, Fernando A. Ojeda Franco, Aleida Olivo H., Ehivory Orasma, Armando Oropeza, Tomás Antonio Orta Álvarez, Solange Orta D., Elsa V. Ortega Dávila, Gladys L. Ortega F., Luis D. Ortega G., Moisés Ortega O., Fanny Ortega Rincones, Eulides Ortegano, Rafael Ortiz T., Orlando J. Ortiz, Coro Venezuela Ortuño Fernández, Wilmer José Osorio Pacheco, Luis M. Pabón, Javier Pacheco Acosta, Ixia M. Pacheco Avilán, Mabel Pacheco Blanco, Wilmer Padilla P., Cirilo A. Padrón, Miguel Páez B., Faber B. Páez M., Francisco J. Palacios V., Víctor M. Palenzuela, Juan Carlos Parejo H., Henry J. Pastor N., José A. Pellegrino, Anunziata Pellicer P., Luis F. Peña R., Gustavo J. Peña S., Luis E. Peña, José Eduardo Peralta, José Eli Perdomo, Juan José Pereira, María Pérez A., Xiomara Pérez D., Noraya J. Pérez de Reyes, Irma M. Pérez de V., Sandra C. Pérez Ferrer, Ventura O. Pérez M., Ana Y. Pérez Sepúlveda, Yorgy Andrés Pérez V., Antonio I. (340) (341) (342) (343) (343a) (344) (345) (346) (347) (348) (349) (350) (351) (352) (353) (354) (355) (356) (357) (358) (359) (360) (360a) (361) (361a) (362) (363) (364) (365) (366) (367) (368) (369) (370) (371) (372) (373) (374) (375) (376) (377) (378) (379) (380) (381) (382) (383) (384) (384a) (385) Pérez, Jeijal Pérez, Luis Gustavo Pérez, Melania Pernalete, Carlos Pernía M., Juan B. Pineda V., Gladys A. Pinto G. Teresa I. Pinto R., Ángel L. Pinto Rondón, Nallery de J. Pinzón Medina, Víctor Ramón Pires, Yasmín Poleo, Luis Quevedo Moreno, Dora Quijada, María Quintero, Inés Quiroz, Yulianny Rada, Yasmín C. Ramírez M. José D. Ramírez Ovalles, Rodolfo E. Ramos G. José M. Ramos O., Johanna P. Rangel G., Abilio A. Rausseo, José Antonio Redonda, Roberto C. Reinales Sánchez, Andrés Reques 0liveros, Oswaldo J. Reques, Ligia Requiniva, Magle Reverón García, Eloy Enrique Reyes Guerra, Juan Carlos Reyes Páez, Víctor Manuel Rial M., Alicia Rincón N., Freddy E. Rito, Baglia Z.. Rivas R., Eurides Rivero M., Carlos A. Rivero Pérez, Abraham J. Rivero, Eduardo Roa D’Paola, Milcor Beatriz Roa V., Omar V. Robles E., Laura M. Robles, Jesús David Rodríguez Barazarte, Julián Gerardo Rodríguez Campos, Manuel Rodríguez de Gonzalo, María Rodríguez Dos Santos, María Rodríguez H., Zenaida Rodríguez L., José A. Rodríguez M., Loida A. Rodríguez P., Francisco (385a) (383a) (386) (387) (388) (389) (390) (391) (392) (393) (394) (395) (396) (397) (398) (399) (399a) (400) (401) (402) (403) (404) (405) (406) (407) (408) (408a) (408b) (409) (410) (411) (412) (413) (414) (415) (416) (417) (418) (419) (420) (421) (422) (423) (424) (425) (425a) (426) (427) (428) (429) 142 142 TIERRA FIRME Rodríguez R., María C. (430) Rodríguez S. Pedro (431) Rodríguez Silvestre, Lidia del Valle (432) Rodríguez Villalba, Mercedes Jeannette (433) Rodríguez, Frank (434) Rodríguez, Pedro José (435) Rodríguez, Richard (436) Rodríguez, Yaruma (437) Rojas, Aura (438) Román, Carlos (439) Romero H., Dora F. (440) Romero H., Laura (441) Ron Díaz, Trina 0maira (442) Rondón, Flor Matilde (443) Rosario F., José Miguel (444) Ruiz Chataing, David A. (445) Ruiz G., Gustavo (446) Ruiz O., Nereida M. (447) Ruiz P., Harold E. (448) Sáez S., María E. (449) Sáez, Doris (450) Salas Biglia, Milena (451) Salas J., Corina (452) Salazar Anselmi, José Alberto (453) Salazar Bravo, Grecia (453a) Salazar Coello, Héctor (454) Salazar M., Luisa G. (455) Salazar R., Solange (456) Salazar Rodríguez, Sheila (457) Salazar V., Zalena C. (458) Sánchez E., María Ysabel (459) Sánchez R. Marta I. (460) Sánchez S., Magly A. (461) Santaella H. Antonio (462) Scarcia, Fulvio (462a) Seijas R., Marisela R. (463) Sequera, Rodrigo (464) Serruya W., Jacob (464a) Sidorenko B., Pavel (465) Sifontes, Catherine (466) Silva S. María S. (467) Simao B., María E. (468) Siwka de Z., Colette (469) Solórzano, Katty (470) Sosa de León, Mireya (471) Sosa Llanos, Pedro Vicente (472) Sotillo J., Cruz C. (473) Suárez H., Gustavo E. (474) Suárez M,, Henry A. (475) Suárez R., Antonio (476) Suárez V., Deus E. Suárez, Ramón 0. Tejada S., Jaika C. Toledo A., José G. Toral Loreto, María del Carmen Torella, Faustino Toro Quintero, Erismary Torres P., Carmen Torres, Carmen E. Torres, Niumar Tovar C., Zailyn M. Tovar de P., Carmen Tovar, Marianela Tovar, Sigrid Marilú Trujillo G., Andrés E. Trujillo M. Alfredo Urbina M., Felipe Urdaneta S., Gloria Urquía V. Aída J. Urquiola J. Irma C. Vaamonde P., Irma Z. Vaamonde, Gustavo A. Valencia B., José B. Valenzuela, Ángela Valero Carrillo, Antonio Valero, Jesús A. Valladares V., Silvestre Vallejo Flores, Justo Vidal Valor, Héctor Vargas R., Henry J. Vargas, Lourdes Rosángel Vásquez Romero, Manuel Velásquez B., Brígida Velásquez R., Ana I. Velásquez R., Ingrid D. Viamonte Padrón, Jesús Rafael Viana T., Yudyth E. Vilchez C., Haydeé J. Villa López Mireya Villafañe León, Milagros Villamizar V., Gladys Villanera G., José I. Villanueva, Ángel R. Villanueva, Irene M. Villasana M., Anabell Viloria V., Mariela E. Vivas Lattronico, Cecilia Vivas R., Fabricio Weishaar H., María L. Yépez C., Germán E. (477) (478) (479) (479a) (480) (481) (482) (483) (484) (485) (486) (487) (487a) (488) (489) (490) (491) (492) (493) (494) (495) (496) (497) (498) (499) (500) (502) (503) (501) (503a) (504) (505) (506) (507) (508) (509) (510) (511) (513) (514) (515) (516) (517) (518) (519) (512) (520) (521) (522) (523) TIERRA FIRME 143 Yépez P., José B. (524) Zambrano Alemán, Oliver (525) Zambrano Blanco, Alexander Aníbal (525a) Zambrano Castillo, Javier Ricardo (526) Zambrano D., Jesús V. Zambrano G., Cruz I. Zambrano, Darcy Ziems C., Ángel A. (527) (528) (529) (530) Índice tesis por años 82, 134, 158, 302, 374, 424, 513 = 7 203, 402, 425 = 3 181, 400, 462 = 3 11, 51, 58, 70, 85, 185, 202, 218, 221, 334, 491, 492, 516, 522, 528 = 15 1979: 15, 21, 47, 67, 72, 81, 88, 93, 135, 136, 156, 206, 211, 234, 261, 282, 288, 290, 337, 344, 350, 446, 469, 506, 512, 530 = 26 1980: 40, 52, 166, 184, 256, 296, 300, 389, 427, 449, 478, 511, 521 = 13 1981: 35, 41, 100, 116, 126, 173, 207, 260, 366, 398, 471, 487, 524 = 13 1982: 31, 113, 114, 146, 155, 191, 193, 241, 253, 289, 318, 326, 368, 384, 385, 392, 396, 412, 413, 454 = 20 1983: 45, 122, 162, 174, 187, 199, 215, 231, 250, 279, 283, 309, 325, 336 = 14 1984: 3, 20, 22, 30, 74, 130, 192, 219, 245, 267, 276, 307, 308, 354, 367, 382, 503 = 17 1985: 10, 12, 14, 29, 33, 73, 83, 84, 101, 132, 142, 205, 238, 262, 301, 312, 332, 415, 430, 441, 458, 500, 523 = 23 1986: 5, 6, 78, 92, 163, 248, 259, 266, 333, 339, 357, 448, 497 = 13 1987: 38, 154, 164, 210, 217, 244, 365, 383, 405, 428, 432, 494 = 12 1988: 319, 423, 43, 520 = 4 1989: 8,17, 42, 63, 75, 182, 313, 338, 476 = 9 1990: 115, 118, 120, 128, 141, 183, 246, 277, 407 = 9 1991: 18, 55, 87, 281, 329, 406, 410 = 7 1992: 66, 91, 133, 167, 268, 320, 327, 408, 409, 472, 498 = 11 1993: 108, 144, 157, 305, 363, 417, 484, 514 = 8 1994: 4, 46, 53, 59, 90, 152, 177, 201, 209, 220, 328, 335, 349, 369, 381, 474, 489 = 17 1975: 1976: 1977: 1978: 1995: 16, 19, 48, 76, 94, 102, 124, 127, 137, 143, 160, 172, 303, 322, 330, 372, 373, 393, 411, 421, 431, 467, 468, 490 = 24 1996: 2, 34, 95, 109, 131, 175, 196, 197, 223, 247, 251, 483, 496, 526 = 14 1997: 28, 62, 86, 89, 98, 125, 169, 194, 228, 235, 237, 317, 378, 388, 444, 477 = 16 1998: 23, 57, 61, 117, 171, 179, 212, 222, 229, 299, 316, 331, 341, 420, 438, 440, 452, 470, 510, 518, 519 = 21 1999: 69, 96, 97, 129, 140, 145, 147, 148, 161, 232, 264, 364, 371, 376, 380, 416, 463, 493 = 18 2000: 9, 24, 25, 60, 105, 123, 138, 151, 165, 178, 195, 230, 242, 252, 275, 291, 297, 311, 315, 343, 351, 352, 361, 387, 395, 435, 436, 456, 464 = 29 2001: 39, 64, 99, 112, 121, 139, 150, 200, 214, 225, 257, 284, 342, 353, 356, 434 = 16 2002: 49, 50, 56, 65, 68, 77, 106, 111, 180, 188, 293, 321, 355, 358, 399, 437 = 16 2003: 7, 54, 80, 255, 386, 457, 479, 481, 499 =9 2004: 13, 71, 79, 103, 119, 149, 189, 198, 204, 213, 232, 258, 278, 377, 466 = 15 2005: 1, 32, 36, 37, 44, 104, 176, 236, 254, 269, 272, 292, 324, 359, 383a, 401, 403, 404, 447, 453, 465, 486, 488, 504, 525 = 25 2006: 29a, 37a, 38a, 48a, 52a, 66a, 73a, 74a, 88a, 102a, 116a, 131a, 165a, 175a, 194a, 233a, 243a, 321a, 343a, 361a, 384a, 425a, 453a, 462a, 464a, 479a, 487a, 503a, 525a = 29 Total = 476 tesis 144 144 TIERRA FIRME Índice de tutoras y tutores Abdala, Oscar E. (10, 18, 100, 116, 122, 126, 142, 155, 156, 184, 296, 302, 333, 374, 487, 513, 516). 41, 51, 52, 83, 88, 132, 134, 135, 136, 185, 207, 221, 244, 389, 446, 449, 462, Cesia, Hirsbein (7). Cunill G., Pedro (92, 166, 223, 260, 300, 335, 392, 427, 471). Durand, Guillermo (38a, 80, 404, 435, 479a). Acedo, Carlos (4). Fernández del Río, Rodrigo (149, 194a, 462a). Aguilar, Sadia (39). Gabaldón Márquez, Joaquín (82, 425). Aizpurua, Ramón (46, 57, 59, 75, 106, 143, 183, 188, 201, 220, 222, 235, 237, 284, 321, 328, 342, 408, 410, 437, 452, 467, 481, 526). 109, 229, 355, 483, 111, 232, 369, 484, Ascencio, Michaelle (54, 139). Berglund, Susan (61, 169, 275, 291, 319, 447). Bernal, Josefina (3, 12, 17, 157, 206, 245, 262, 266, 283, 289, 301, 307, 349, 363, 413, 469, 512, 514, 520). Beroes, Manuel (489, 490) . Beroes, Pedro (43, 55, 196, 246, 250, 339, 368, 382, 476). Gamus, Raquel (327). Gavilá, Josefina (11, 67, 179, 261, 337, 506). Georget, Henry (409). Gómez, Carmen (33, 38, 146, 162, 193, 199, 276, 277, 421, 468, 500). Gómez, José Bernardo (74a). González, Antonio (299). González, María Elena (22, 24, 31, 36, 48, 64, 77, 114, 256, 464a). Gramcko, Orlando (417). Hurtado Leña, Miguel (37a, 112, 214). Izaguirre, Enrique (248). Brito Figueroa, Federico (402, 491). Lemmo B., Angelina (158). Caballero, Manuel (15, 16, 21, 63, 85, 120, 187, 202, 241, 267, 396, 472, 492, 497, 503). León, Oscar (49). Cabrera, Elery (88a, 395). Lovera, José Rafael (60, 84, 172, 182, 257, 470, 519). Calzadilla P., Pedro E. (2, 37, 44, 104, 116a, 213, 269, 321a, 330, 358, 383a, 486). López S., Julio (131a, 272, 525). Luque, Guillermo (175a, 212, 387). Camacho, Antonieta (30, 86, 97, 101, 103, 125, 133, 205, 252, 297, 310, 312, 316, 343, 361, 381, 458, 498, 510). Machado de Acedo, Clemy (113, 164, 211, 338, 365, 384). Camacho, Gladys (177). Martín, Gustavo (72). Camps V., Eduardo (58, 70, 89, 95, 137, 178, 192, 194, 210, 225, 253, 317, 406, 431, 511, 528). Martínez, María Antonieta (98, 127, 161, 197, 228, 268, 315). Márquez, Gloria (320). Caraballo, Ciro (124). Medina Rubio, Arístides (65, 105, 329, 378, 386, 407). Carrera Damas, Germán (203, 400). Méndez, Rosalba (28, 117, 195, 303, 474). Castro, Pedro (138, 20). Moncada, Samuel (5, 145, 377). TIERRA FIRME 145 Navas, Alberto (1, 19, 42, 53, 73a, 91, 99, 140, 141, 165, 165a, 175, 180, 198, 200, 209, 258, 278, 311, 322, 343a, 373, 383, 434, 499). Ruiz Chataing, David (50, 204). Nóbrega, Enrique (48a, 243a, 466). Sanz, Víctor (94, 108, 152, 279). Ojer C., Pablo (81). Segnini, Yolanda (121). Pellicer P., Luis F. (56, 176, 254, 324, 403, 465, 479, 487a, 504). Solórzano, Katty (361a, 384a). Ruiz, Nydia (352). Salas Jiménez, Rafael (288). Pino Iturrieta, Elías (73, 74331, 372, 398). Strauss K., Rafael A. (45, 62, 151, 171, 230, 231, 251, 292, 353, 359, 380, 388, 436, 438, 440, 453, 456, 464, 488, 493, 496, 503a). Plá, Alberto J. (93, 521, 524). Suárez, Henry (52a, 71, 103a, 189). Quintana, Hugo (119). Torella, Faustino (233a, 525a). Quintero, Inés (13, 66, 90, 118, 123, 160, 247, 371, 425a, 401, 457). Troconis de Veracoechea, Ermila (14, 25, 32, 35, 154, 174, 191, 259, 290, 336, 412, 415, 428, 430, 454, 522). Peña, Luis (29, 78, 441). Ramírez Medina, José (115). Rodríguez Campos, Manuel (34, 40, 47, 181, 219, 255, 318, 350, 354). Vila, Marco Aurelio (218, 424). Rodríguez, José Ángel (29a, 79, 232, 236, 264, 453a, 477). Vivas, Fabricio (66a, 131, 148, 416, 463). Rodríguez, Luis Cipriano (6, 17, 102, 128, 144, 163, 167, 234, 238, 242, 281, 282, 308, 309, 313, 332, 344, 357, 367, 405, 423, 432, 448, 494, 523, 530). Romero, Aníbal (87). Romero, Carlos A. (217). Villegas, Silvio (376). Yépez, Germán (9, 23, 27, 68, 69, 96, 150, 293, 305, 341, 356, 364, 393, 399, 411, 420, 444). Zavarse, Taide (8, 76, 130, 147, 215, 325, 326, 334, 366, 385, 478). Ziems, Ángel (129, 351, 518). Ensayo de un Índice Temático Aborto y sociedad venezolana (1960-1994) (76) Academia Militar de Matemáticas, Venezuela, 1830-1879 (24) Acosta Saignes, Miguel, vida y obra (151) Adulación, tráfico de influencias, conspiraciones, F. Linares Alcántara, 1892-1958 (315) Agricultura, Venezuela, 1958-1970 (354) Agua potable y excretas, Venezuela, 1908-1935 (341) Agua, Caracas, 1870-1877 (171) Agua, pleitos de, entre hacendados, Venezuela (437) Agua, tierra y poder, en Tocopío, Tapatapa y Onoto (437) 146 146 TIERRA FIRME Aguardiente, estanco de (66a) Artesanía, Caracas, 1873 (203) Aguardiente y ron, Venezuela (427) ALALC, primer decenio (282) Asamblea Nacional Constituyente, Venezuela, 1946-1947 (209); Alamán, Lucas (2) Asamblea Nacional Constituyente, 1999 (383a) Alarife, oficio, Provincia de Caracas (232) Asentamientos misioneros jesuitas, Orinoco, 1731-1777 (496) Alemania nazi y Venezuela (296) Algodón, cultivo (1780-1810), Provincia de Venezuela (479a) Aviación militar venezolana, 1920-1947 (83) Azufre, explotación, 1869-1904 (162) Alianza para el Progreso (63) Baire, grito de (37) Almeida, Alfredo (55) Banco Caracas, 1890-1958 (4) Altagracia y San José de Curiepe, 1732-1812 (252) Barlovento, 1812-1820 (245) Alumbrado público de gas, Caracas, s XIX (404) Barrios de Caracas (1941-1945) (243a) Alzamiento militar, Venezuela, 1-1-1958 (28) Batllismo, 22 Amazonas venezolano, 1860-1930 (335) Bebidas alcohólicas, Venezuela, 1898-1999 (255) Anaco, núcleo petrolero (193) Baruta, 1753-1810 (299) Andes venezolanos (31) Betancourt, Rómulo (187); Betancourt, Rómulo, política nacional e internacional, 1959-1964 (144); Betancourt, Rómulo, rostro anticomunista de (281) Andueza Palacio, Raimundo (499) Biblioteca Nacional, Caracas (33) Anquilostomiasis, Venezuela, 1927-1941 (69) Bipartidismo, Venezuela (120) Anticlericalismo, Caracas, 1936 (145) Boggio, Emilio, Caracas 1919 (368) Antiimperialismo (313) Bolsa de Valores de Caracas, 1947-1999 (178) Anzoátegui, paisaje petrolero, 1937-1966 (297) Boves, José Tomás (384a) Aparato de opinión pública republicano venezolano, 1810-1821 (401) Boves, José Tomás y su ejército, representaciones de (479) Appun, K. F., 1849-1858 (330) Brasil (134) Aragua (23) Brasil, Revolución, 1930 (302); Brasil, 19641986 (405) Análisis histórico e historiográficos, tesis E. de Historia, 1936-1945 (361) Araguatos, Avanzados y Astronautas, COPEI (87) Briceño Iragorry, Mario (77, 371) Aranguren Leboff, Antonio, oposición al gomecismo (377) Budismo indio, VI y IV a. C. (131a) Arévalo González, Rafael, ideario del civismo (196) Burke, William (352) Aroa, Yaracuy, de minas a museo (254) Arquitectura guzmancista (1830-1889) (29a) Arte moderno latinoamericano (492) Arte y sociedad, Venezuela, S. XIX (202) Arte, Venezuela, 1901-1958 (141) Artes, Caracas (12) Burguesía marabina (40) Buscadores de perlas, Nueva Esparta, 1900-1950 (453a) C.T.V., nacimiento de la (5) Cabala, la (57) Cacao, Venezuela (252); cacao, comercio, Yaguaraparo, 1880-1930 (277); cacao, Venezuela, 1749-1751 (457) TIERRA FIRME 147 Café (31); café, crisis años 30, Venezuela (471) Caucagua (205) Caldera, Rafael, gobierno de, política exterior, 1969-74 (18) Caucagua, cofradías religiosas, 1889-1966 (200) Cama, la; Venezuela, Ss. XVIII y XIX (258) Caudillo, Venezuela (384a) Campaña electoral presidencial, 1897, Venezuela (434) Caudillismo, América Latina (256) Capaya (205) Capuchinos e indios: Cumaná, Llanos de Caracas y Guayana (488) Caraballeda (14) Caraballeda, 1560-1985 (14) Caucagua, esclavos (1854-1859) (503a) Caura, región del (166) Centralismo y Federalismo, Venezuela, 1858 y 1864 (50) Cerveza en Caracas, consumo, 1870-1900 (416) Chacao, 1768-1880 (191) Caracas (1, 12, 13, 29a, 32) Charallave, ss XVI- XIX (428); Charallave, 1777-1785 (526) Caracas, conmemoraciones regias, 1788-1808 (321a) Chejendé (117) Caracas, Provincia de (13); Caracas, guzmancista y postguzmancista, vida cotidiana (43); Caracas, transformaciones, 1870-1888 (173) Chile, 1973-1990 (167) Chile, 1964-1973 (102); Chile, cobre, Unidad Popular (309) Caracazo (140) Ciegos y deficientes visuales, Venezuela, 19361996 (230) Carayaca, 1622-1891 (154) Cimarronaje, Venezuela, 1750-1800 (237) Cárcel vecinal, Caracas, 1777-1810 (233a) Cioran, Emile, una visión de la historia (194) Cárdenas, Lázaro (432); Cárdenas, Lázaro y la modernización mexicana, 1934-1940 (487) Ciudad Bolívar, costumbres, tradiciones, 19101982 (231) Carenero, ferrocarril, 1884-1983 (197) Ciudad Guayana, 1595-1979 (195) Caripe, 1734-1988 (407) Ciudad Universitaria, Caracas (12) Caroní: electricidad, desarrollo e impacto ambiental (510) Ciudades de la Región Centro-Norte Costera, Venezuela (114) Carreteras, Venezuela, 1908-1935 (128) Civilización maya (288) Carvajal, Fray Jacinto de (158) Casanare (38) Clase dominante, estudio de la (30); clase dominante, fortalecimiento, Venezuela, (221) Casanare, anexión de, a Venezuela (s. XIX) (38) Coche (Nueva Esparta) (35) Castillo San Felipe de Puerto Cabello, 17201810 (79) Codazzi, Agustín, la Geografía de Venezuela de (519) Castro, Cipriano, gobierno, política exterior (82); Castro, Cipriano (251); Castro, Cipriano y Gómez, J. V., política exterior (179); Castro, Cipriano y su elite política (204); Castro, Cipriano, antiimperialismo, 1899-1908 (313) Código de hacienda y política centralizadora, Guzmán Blanco (498) Cátedra de medicina, Real y Pontificia Universidad de Santa Rosa (228) Cólera, epidemia, 1854-1856 (68); cólera, epidemia, impacto en Caracas, 1854-1856 (356) Catia, 1845-1986 (25) Colegio Nacional de Cumaná, 1834-1857 (310) Colegio-Beaterio de niñas, Valencia del Rey, 1806-1874 (412) 148 148 TIERRA FIRME Colombia (64, 113) Colombia: violencia y educación, 1982-2002 (71) Comerciantes-financistas, Venezuela, 18701888 (164) Criptojudíos, América Latina, Ss. XV- XVIII (134) ¿Crisis de la democracia? Venezuela, 1983-1989 (369) Crisis económica mundial, 1920 (303) Comercio cacaotero, región Caucagua-Capaya, 1680-1800 (205) Cuba, guerra de independencia (37) comercio de esclavos, Venezuela, 1713-1750 (484) Cuero, industria del, Venezuela (37a) comercio y producción, Venezuela, 1939-1950 (219) Cultura de masas y contra-cultura (476) Cubagua (35) Culto y paisaje, Caracas colonial (201) Comisión Rockefeller y malaria, Venezuela (420) Cultura del cuerpo, Venezuela, s XIX (257) Compañía del Mar del Sur (484) Cultura venezolana y tecnología importada (350) Comprensión de América Latina (491) Cultura popular venezolana (231) Comunidades agrarias y política, Venezuela, 1945-1948 (242) Cumaná, Provincia de, 1830-1840 (520) Comunistas chinos y soviéticos, relaciones políticas (253) De Marmaduke Grove a Salvador Allende, Chile, 1932~1973 (513) Concepción moral y cultural de la historia, M. Briceño Iragorry (371) Del románico al gótico: un cambio de mentalidad (528) Concepto de monarquía en el antiguo Israel (53) Del Viernes Negro a febrero, Venezuela, 19831989 (369) Concesión Hamilton, Minas del Caroní (289) Conde de San Javier (457) condición femenina, Venezuela, años sesenta (267) Cumanagotos, resistencia de los (46) Democracia, neocolonialismo e historia de Venezuela, 1969-74 (385) Demografía histórica (114) Conflicto árabe-israelí, 1916-1973 (215) Departamento de Venezuela, 1821-1825 (262) Conflictos sociales, guerra de Independencia, Venezuela (494) Derechos ciudadanos y emancipación nacional, Venezuela, 1810-1830 (363) Congreso Constituyente de 1830 (112) Desaparecidos políticos, Venezuela, 1960-1969 (39) Congresos de Laibach y Troppau (366) Conocimiento histórico de la ciudad (491) Constitución Española, 1760-1810 (91) Constitución de 1961, Venezuela (343a) Constituciones de 1858 y 1864, Venezuela, (50) Contraloría General de la Nación, Venezuela, 1938-1948 (61) Desarrollo habitacional, Venezuela, 1952-1970 (311) Desastres y emergencias, Caracas, 1875-1885 (32) Dictadura, de la, a la democracia burguesa, Venezuela (344) Control fiscal, Venezuela (61) Dirección General de Instrucción Pública, 18391847 (156) Convención Liberal, Venezuela, 1888 (42) Discurso misional capuchino (488) Crédito, en la Tercera República, Caracas, 1843 (316) Discurso político, el, en 1936 (16) Discurso verdadero contra los cristianos (49) TIERRA FIRME 149 Distrito de Río Negro, poblamiento, 1842-1852 (456) Esclavo, su acceso a la justicia, Venezuela (483) Distritos Mariño y Ricaurte, Aragua, 19001970 (500) Esclavos negros, trabajo, Valle de Caracas y adyacencias (402) Divorcio y conflicto maritales, Venezuela, 17001829 (324) Esclavos negros, Valle de Caracas, S. XVIII (402) Educación Básica (8) España contemporánea, problema agrario, 1808-1939 (94) Educación de la mujer, Venezuela (412) Esclavos, rebeliones, Caribe, 1780-1860 (111) Educación femenina, Venezuela, 1830-1900 (276) España, literatura arbitrista (149) Educación gratuita y obligatoria, A. Guzmán Blanco (389) Espiritualidad franciscana, Italia, siglo XIII (70) Educación socialista en México, 1934-1940 (432) Educación venezolana, 1830-1837 (221) España, S. XVII (149) Espiritualidad, nuevas formas de, Caracas (147) Estado benefactor: Venezuela, empresarios, 1936-1946 (474) Egea López, Alberto, 1901-1958 (141) Estado liberal y rentas públicas, Venezuela, 1830-1848 (349) Ejército civil y poder autocrático militar, Venezuela (199) Estado Libertador, logística del, 1817-1821 (351) Ejército y soberanía de Venezuela, 1810-1812 (284) Estado tradicional al Estado democrático, del, Venezuela, 1936-1948 (85) Ejército, Venezuela, formación, 1830-1835 (444) Estado, idea de, Venezuela, 1830 (112) Ejidos, México (52) El Cojo Ilustrado y la iconografía venezolanista (104) El Hatillo, Miranda (174) El Salvador (217) El Salvador, 1932-1985 (163) Estados Unidos (36, 278) Estados Unidos y México, relaciones, 19101920 (36) Estados Unidos, política de, en El Salvador (217) Etnopsiquiatría (380) Evangelización (464, 488) El Tigre (146) Expansión de las potencias y Venezuela, 18991908 (73) El Tocuyo, 1945-1960 (177) Expropiación tierras, 1810-1830 (307) Elecciones de 1952, Venezuela (367) Falke, invasión del, 1929 (66) Electricidad de Caracas (211) Familia, moral y derecho, Caracas, 1869 (342) Elite caraqueña, 1799-1800 (7) Fedecámaras, 1944-1948 (318) Elites de poder, Venezuela, 1945-1958 (136) Feminismo, Venezuela años sesenta (267) Enseñanza de historia de Venezuela (326) Enseñanza de Historia de Venezuela (441) Ferraz de Campos Salles, Manuel, presidencia de, 1898-1902 (122) Enseñanza de la historia de Venezuela (8) Fiebre amarilla, 1798-1802 (9) Enseñanza de la historia tradicional (339) Fiestas patrias, cohesión, identidad nacional, Caracas, 1830-1847 (486) Esclavitud, abolición, Venezuela (503a) Esclavitud, región de Guayana, 1751-1854 (312) Fomento económico, Venezuela, 1830-1843 (181) 150 150 TIERRA FIRME Fotografía, fuente histórica (135) Fotografía, Venezuela, S. XIX (135) Guerra Federal en la historiografía venezolana (90) Fracaso del civismo, Venezuela, 1888-1892 (499) Guerra Federal, España y Venezuela, 1859-1861 (34) Frontera Ruso-China (1969), enfrentamiento militar (253) Guerra ruso-finlandesa, 1939-1944 (244) Fuentes diplomáticas (36) Guerra, hacienda, control fiscal, Emancipación, Venezuela, 1810-1830 (472) Fuerzas Armadas de Venezuela, 1941-1948 (319) Guerra ruso-japonesa, 1905-1905 (317) Guzmán Blanco, Antonio (171, 173) Ganadería, Provincia de Guayana, 1817-1821 (293) Guzmán Blanco, Antonio, obras públicas y programa político, 1870-1883 (84) Ganivet, Ángel (152) Género, la perspectiva de (109) Guzmán Blanco, Antonio; Epistolario, 18701877 (17) Geohistoria (166, 180, 201, 223, 236, 335, 407, 450, 475) Guzmán, Antonio Leocadio, primer caudillo civil, 1830-1847 (490) Geopolítica (38) Hacienda cañera, Venezuela (182) Ghana-Guinea Bissau: dos tipos de lucha (478) Gilij, Felipe Salvador (218) Goering, Antón, 1866-1874 (75) Golfo de Tonkin, crisis (272) Gomecismo (transformaciones arquitectónicas, Caracas) (1) región norte central, Hambruna de 1912, Paraguaná (493) Herrera Luque, Francisco (139) Hipismo, Venezuela, 1908-1935 (383) Historia local (25, 191) Historia oral (328) Gomecismo y formación del Ejército Nacional (530) Historia regional (157) Gomecismo, oposición al, casos Angelita, 192324 y Falke, 1929 (377) Historiografía mexicana (2) Gomecismo y Panteón Nacional (361a) Honor femenino, Provincia de Venezuela, S. XVIII (438) Gómez, Eustoquio (189) Gómez, Juan Vicente (357, 383) Historia y literatura, deslinde (469) Holanda, República de (1650-1672) (194a) Gripe española, Caracas, 1918 (118) Honor, vivencia del, Provincia de Venezuela, 1774-1809 (372) Grupo Andino y acción integracionista (333) Humboldt, Alejandro de (7) Guatemala, violencia, 1978-1988 (223) Ideal femenino, Venezuela, 1830-1855 (403) Guayacancito, 1926-1988 (329) Ideas fascistas, difusión, Venezuela, 1929-1938 (212) Guayana Esequiba, reclamación venezolana, 1944-1970 (210) Guerra civil, España (246) Guerra de Independencia, Venezuela (129) Guerra de la ex Yugoslavia, organismos internacionales, 1991-1995 (525) Guerra del Chaco, 1932-1938 (516) Identidad nacional y educación, Venezuela (1936-1948) (116a) Iglesia colonial, Venezuela (201) Iglesia latinoamericana y concepción política, 1968-1979 (417) Iglesia y Estado, Venezuela, conflicto, 18701880 (301) TIERRA FIRME 151 Imagen de Clío en la España de Goya (452) Italia (70) Importaciones, sustitución de, y desarrollo, 1960-1970 (21) Japón (89, 137) INCE, 1936-1958 (440) Japón, educación y modernización, 1868-1965 (89) Incumplimiento de promesas matrimoniales (438) Japón, era Showa, 1926-1989 (137) Independencia comunal, Europa (462a) J. Boccardo & Cía (37a) Independencia, Táchira, 1875 (353) Jovellanos (91) Influencia militar europea, Venezuela, 19411948 (319) Juegos lícitos y juegos ilícitos, Venezuela, 17771812 (453) Influencia militar norteamericana, Venezuela, 1941-1948 (319) Juicios de Residencia, Provincia de Venezuela (410) Injuria, Venezuela, 1700-1810 (465); 18101821 (198) Jurisdicción capitular, Provincia de Venezuela, 1567-1700 (59) Inmigración gallega, Venezuela (100) Juventud Revolucionaria Copeyana, 1964-1968 (87) Inmigración italiana, Venezuela, 1948-1958 (130) Inmigración masiva, Venezuela, 1944-1959 (332) Inmigración, Venezuela, 1948-1958 (337) Inmigrante y clases dominantes, Venezuela (332) Institucionalidad, gobierno de Medina Angarita (206) Japón, transformación (225) Ker Porter, Sir Robert (44) La Asunción, Nueva Esparta, 1525-1593 (229) La Grita (1830-1840) (66a) La Guaira (9) La Guaira, camino carretero, 1830-1870 (236) La Habana (37) Instituto “Carolina Uslar de Rodríguez Llamozas”, Venezuela, 1960-1983 (132) La Victoria, Aragua, 1830-1848 (157) Insurgencia del 4 de febrero de 1992 (518) Lavin, John (“Una aureola para Gómez”) (241) ¿Integración económica Latino-Americana? (282) Legalismo teocrático y relaciones internacionales (366) Intolerancia político-religiosa, Caracas, 18101812 (352) Legionarios británicos en Venezuela, 1818-1821 (388) Invasión del Falke, 1929 (386) Ley de Banca Hipotecaria, Venezuela (113) Inventos, inventores e invenciones (60) Ley de Hidrocarburos, 1943 (19) Inversión extranjera, Venezuela, 1960 (374) Libaneses, Porlamar, 1900-1950 (259) Investigación, administración de la (20) Irak (10) Liberalismo y corriente neoliberal, Venezuela, 1976-1990 (56) Irak-Irán, conflicto (10) Liderazgos políticos, Ghana-Guinea Bissau (478) Irán (10) Lienzo tocuyo, 1547-1615 (106) Isla de Aves, conflictos, soberanía (184) Límites Venezuela y Colombia, 1936-1941 (365) Isla de Coche, 1950-[1981] (454) Israel: integración territorial, político y social (53) Langosta, plaga de, Venezuela, 1912-1914 (399) Limpieza de sangre (13) Linares Alcántara, Francisco (315) 152 152 TIERRA FIRME Línea Aeropostal Venezolana, 1930-1948 (124) Lisboa, Consejero Miguel María (54) Llanos de Caracas (222) Logia Virtud y Orden Nº 22, Carúpano (421) Medina Angarita, Isaías (1941-1945), economía, Segunda Guerra Mundial (322) Medina Angarita, Isaías, apertura democrática, 1941-1945 (489) López Contreras, Eleazar (435) Medina Angarita, Isaías, electricidad en barrios (243a) López Contreras, Eleazar, gobierno de, educación (51) Medina Angarita, Isaías, reformas electorales (338) Los Guayos, Aragua, propiedad de la tierra, 1810-1830 (307) Meiji, gobierno, 1868-1912 (225) Lucha armada caudillista en Venezuela (66) Macarao, pueblo cañero, 1748-1810 (220) Maine, explosión del (37) Malaria, 1936-1945 (23); Cojedes, 1936-1953 (393); Maracay, 1926-1935 (420) Malvinas (6) Malvinas, conflicto (6, 448) Maracaibo, agroexportación, 1920 (303) Maracaibo, sublevación corsarios franceses, 1799-1800 (275) Marcas de fábrica, de comercio, Venezuela, 1870-1888 (269) Marcos Pérez Jiménez, Marcos, gobierno de (12) Memorial al Rey del Conde de San Javier (457) método cuantitativo (203) México (113, 134) México (36) México, 1823-1849 (2) Microhistoria (14, 116, 154, 174, 290, 329, 336, 415, 428, 430, 454, 468, 522) Mijares, Augusto, obra de (331) Militarismo, América Latina (185) Mills, Lady Dorothy (The Country of The Orinoco, 1931) (321) Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, Venezuela, 1936-1983 (78) Misiones Capuchinas, Llanos de Caracas (222) Margarita (35) Misiones, Delta Amacuro, S. XX (436) Marginalidad, a través de la prensa (506) Modernismo brasileño, 1920-1924 (492) Márquez Bustillos, Victorino, 1914-1922 (199) Modernización del Japón y participación del Estado (511) Masculinidad, Venezuela (1870-1884) (487a) MAS, evolución del pensamiento socialista venezolano (373) Modernización, Caracas (12) Modernización, Venezuela (177, 130) Masonería, Venezuela, 1850-1867 (409) Modo Asiático o Despótico-tributario de Producción (Civilización azteca, Ss. XV-XVI) (62) Maternalismo e higiene, Venezuela, 1936 (466) Modo de producción capitalista (40) Matrimonio y concubinato, Caracas, 1770-1800 (264) Monagas, estado, 1936-1971 (446) Masonería, Carúpano, 1894-1935 (421) Matrimonio, época colonial venezolana (125) Matrimonio, Venezuela (1700-1821) (525a) Mayorazgo (101) Mayoría parlamentaria, Venezuela, 1936-1938 (74) Medina Angarita, Isaías (19, 80, 206) Moneda colonial, Venezuela (106, 148) Monseñor Jáuregui (266) Morichal, campo petrolero, 1957-1997 (88a) Movimiento empresarial venezolano, 19441948 (318) Movimiento obrero urbano en Venezuela, 19361958 (521) TIERRA FIRME 153 Movimiento obrero venezolano, 1925-1935 (192); 1925-1945 (93); 1945-1948 (5) Oficiales franceses, Antillas Menores y Tierra Firme, 1790-1795 (188) Movimiento pianístico, Caracas, 1870-1920 (119) Onoto (437) Movimiento sindical organizado, Venezuela, 1973-1983 (378) Muerte, la, Venezuela (150) Opinión pública, Venezuela, y Segunda Guerra Mundial, 1939-1943 (325) Oposición indígena a la doctrina cristiana (464) Muerte, Venezuela, ideas sobre la (72) Orden jerárquico, Provincia de Venezuela, S. XVIII (176) Mujer, auto-imagen (Venezuela, 1940-1970) (66a) Oriente venezolano, últimas décadas S. XVIII (81) Mujer (109) ORVE (16) Mujeres, malos tratos a, Venezuela (1700-1821) (525a) P.A.S.I.N., 1980-1984 (441) Mujeres y Estado (466) Pacificación y reforma universitaria (Venezuela, 1969-1971) (52a) Municipio, el (99) Música del Llano y sus intérpretes, 1950-1990 (292) Música popular, Venezuela (45) P.C.V. y 23 de Enero de 1958 (344) Pacto de Punto Fijo (343a) Páez, José Antonio, retorno al poder, 18611863 (115) N. S. de La Candelaria de Chejendé, 1777-1989 (117) Palestina, historia de un despojo (207) N. S. del Buen Consejo, Venezuela (131) Paludismo, Yaracuy (364) Nacionalidad venezolana, valorización (169) Panamá-USA, 1904-1977 (48) Nacionalismo argentino, 1945-1955 (238) Panteón Nacional, Caracas (361a) Nacionalismo en la reunificación alemana, 1990 (431) Paredes, Antonio (105) Nacionalismo, modernización, Venezuela, 1936-1964 (77) tradición; Napoleón: mito y realidad (108) Naricual, minas de carbón, 1848-1946 (86) Neoliberalismo (167) Nietzsche, una filosofía de la historia (250) Nigeria, de administración indirecta a República Federal (334) Palestina, partición de, y América Latina (464a) Parque Histórico de Santa Lucía, Venezuela (172) Parroquia 23 de Enero, Caracas (290); (311) Parroquia de El Tocuyo, 1810-1830 (464) Parroquia La Pastora, Caracas (522) Parroquia Santa Rosalía, Caracas (415) Participación política del pueblo venezolano, 1999 (383a) Novela histórica (139) Partido Comunista Chino (1921), fundación (253) Novela testimonio e historia (382) Partido Comunista Chino, 1921-1927 (126) Nuevo Ideal Nacional (214) Partido Comunista de Costa Rica, 1931-1935 (187) Nuevo Ideal Nacional, M. Pérez Jiménez, 19521957 (413) Objetos ceremoniales y cotidianos, uso de, como representación (176) Partido Comunista de Venezuela, 1937-1962 (160) Partido Liberal Amarillo, caída del (42) 154 154 TIERRA FIRME Partido Republicano Progresista, extrema izquierda, 1936 (398) Política indigenista, Guayana, 1830-1915 (133) Patrimonio histórico cultural, Venezuela, evaluación (359) Política sanitaria, Venezuela (118) Pena de muerte, Venezuela, abolición (18631864) (165a) Políticos, médicos (Apure, 1831-1838) (73a) Política internacional, Venezuela, 1929 (386) Política y petróleo (160) Pensamiento político venezolano contemporáneo, principales corrientes ideológicas, 1935-1945 (376) Positivismo y liberalismo, sociedad y educación, Venezuela, 1866-1895 (387) Pensamiento realista en el bajo clero, Venezuela (123) Prácticas mortuorias, Venezuela, secularización, 1870-1880 (320) Pensamiento y saber, S. XIII (58) Preeminencias y privilegios, Venezuela S. XVIII (176) Pensamiento, Acción Social e Identidad Nacional (441) Pérez Jiménez, Marcos, gobierno de (214) Prácticas funerarias, Caracas, 1780-1810 (150) Prensa clandestina, Venezuela, 1948-1958 (514) Pérez, Carlos Andrés, política exterior EE.UU, 1974-1979 (278) Prensa venezolana, como fuente (50) Perla, instrumento de cambio (148) Primera República Portuguesa, 1910-1926 (155) Peronismo (238) Perú (134) Perú (1968-75) ¿reformismo burgués o una “tercera vía”? (308) Peste bubónica, La Guaira, 1908 (305) Prensa, fuente histórica (145) Proceso modernizante, Distrito Girardot, Aragua (500) Productos forestales de recolección, Guayana S. XIX (381) Petare, 1621-1822 (336) Protesta estudiantil, Venezuela (1963-1993) (102a) Petróleo y urbanismo, Venezuela (146) Provincia de Apure (1831-1838) (73a) Picón Salas, Mariano (77) Provincia de Caracas, S. XIX (182) Piñango Lara, Hermenegildo, 1895-1898 (37) Provincia de Guayana (496) Piratería y corso ingleses, Venezuela, 1565-1603 (183) Provincia de Guayana, política pobladora, 17241776 (143) Plan de Emergencia, el, y los militares (88) Provincia de Mérida, 1810-1858 (30) Planta Siderúrgica del Orinoco, 1946-1980 (268) Provincia de Venezuela, 1567-1700 (59) Plaza, Salvador de la, pensamiento político de (67) Plebiscito, el, y caída de Pérez Jiménez (497) Población negra, Barlovento, socioeconómica (503a) condición Proyecto nacional y elite dominante venezolana, 1830-1847 (519) Proyectos históricos y sociales (20) Psicohistoria (116a) Pueblos cafeteros, transformación de los (471) Pocaterra, José Rafael (396) Puerto Cabello (3, 9) Poesía, fuente histórica (246) Puerto Cabello, sitio de, 1822 (3) Policía, Caracas, 1936-1941 (435) Pulperías, pulperos, pulperas (Caracas, 17701820) (38a) Política agrícola (400) Rangel Garbiras, Carlos (98) TIERRA FIRME 155 Raza y herencia, conceptos, Venezuela (384) Revenga, José Rafael (1834) (161) Reclamaciones francesas a Venezuela (179) Revista Nacional de Cultura e historiografía venezolana, 1938-1998 (65) Recursos humanos para el trabajo, Venezuela, 1936-1958 (440) Revistas venezolanas, 1899-1935 (247) Reforma Agraria Chilena, 1964-1973 (234) Revolución burguesa guatemalteca (524) Reforma agraria mexicana, 1910-1960 (52) Revolución Libertadora, 1902-1903 (213) Reforma agraria, España, 1931-1936 (279) Revolución Mexicana (36) Reforma petrolera, Venezuela, 1943 (29) Richard, Carl (121) Reformas del gobierno indiano, S. XVII (Real Hacienda) (462) Riel alemán en Venezuela, 1887-1966 (477) Reformas sanitarias barrios Caracas (19411945) (243a) Regeneracionismo español en Ganivet (152) Región Centro-Norte Costera, Venezuela (114) Registro Subalterno del Primer Circuito, Las Mercedes, Miranda (299) Relación Iglesia-Estado, Andes venezolanos (266) Relaciones de Venezuela con Gran Bretaña y Holanda, 1830-1838 (408) Relaciones entre Venezuela y Cuba, 1959-1974 (423) Relaciones Estados Unidos y América Latina, inicios Primera Guerra Mundial (425) Religión e ideología (11) Represión, Venezuela (1963-1993) (102a) República Árabe Saharavi Democrática (hasta 1986) (175) República de Colombia, 1821-1825 (262) República Dominicana, política, 1961-1965 (142) República Española, alzamiento contra la, 19361939 (449) Resguardo indígena de Capacho (353) Resguardo marítimo de su majestad, Venezuela, 1871-1804 (355) Resguardo marítimo, Provincia de Venezuela, S. XVIII (235) Resguardos indígenas, Venezuela, 1810-1830 (307) Resguardos, transferencia a terratenientes criollos, S. XIX (458) Restauración Meiji, 1868-1890 (406) Rock y su influencia en Venezuela, 1964-1986 (476) Rojas Paúl, Juan Pablo (499) Roma, república imperialista (424) Romanticismo, positivismo Venezuela s. XIX (469) Rourke, Thomas (“Gómez tirano de Los Andes”) (241) Ruiz, José, masón (447) Salsa, Venezuela (45) Salud bucal, odontología, fluoruración, Venezuela (411) Samper, José María, pensamiento político, Colombia (64) Samurai, los (95) San Diego de los Altos, Miranda (116) San Francisco Javier de Agua de Culebras, Misión, 1709-1781 (97) San José de Chivacoa, Yaracuy (458) San José de Guanipa, 1940-1990 (180) San Pedro de los Altos (471) Santa Teresa del Tuy (Ss. XVIII-XX) (468) Santiago de León de Caracas, 1589-1604 (148) Sarrapia, región del Caura (166) Secuestro de bienes, Barlovento (245) Secuestros, confiscación de bienes, Independencia, Venezuela (512) Segunda Guerra Mundial (169) Segunda Guerra Mundial y política venezolana (296) Segunda República Española (246) 156 156 TIERRA FIRME Segunda República, el Estado en oriente y centro-occidente, Venezuela (343) Tranvía eléctrico, Caracas (165) Semana Santa, Caracas, 1870-1876 (358) Tratado Teológico-Político de Baruj de Spinoza (194a) Servicio de correos (1859-1869) ruta del sur (291) Tratado Torrijos-Carter (48) Tribunales de Comercio, Caracas, 1843 (316) Showa, Japón (137) Trienio, el (5) Sindicalismo, factor de poder político (503) Trieste (1295-1369) (462a) Sistema bancario, Venezuela, 1890-1958 (4) Sistema capitalista mundial y Venezuela (219) Trinidad-Tobago y Jamaica, diplomacia venezolana, 1962-1982 (232) Sistema democrático, consolidación del, Venezuela (88) Trujillo: naturaleza coyca y poblamiento español (463) Sistema democrático representativo, Venezuela (343a) U.N.R., 1936, el partido de la clase media (523) Sistema ferroviario, Venezuela, 1870-1900 (283) Unión Patriótica Militar, Venezuela (136) Sociedad Económica de Amigos del País (181) UCV, historia contemporánea, 1958-1998 (138) Universidad Central de Venezuela, intervención a la, 1951 (175a) Soep, Henriette, perseguida judía (328) Uruguay (1903-1917) (22) Suburbios caraqueños, S. XIX (260) Valencia, 1898 (27) Sufragio femenino, Venezuela, 1943-1945 (425a) Valores seglares y religiosos, confrontación, Venezuela s XIX (447) superestructura ideológica (62) Venezuela agrícola-exportadora a mineroexportadora, 1900-1950 (15) Táchira, agroexportación, 1920 (303) Táchira, invasión colombiana al (98) Tala, Venezuela, S. XIX (300) Venezuela colonial, instituciones, burocracia (127) Tapatapa (437) Venezuela contemporánea, 1940-1945 (47) Teoría organicista de la historia (74a) Venezuela gomecista, la, en Lady Dorothy Mills (321) Teatro caraqueño, 1899-1908 (251) Teatro, humor y costumbre, Venezuela (248) Teatro, Venezuela, principios S. XX (248) Venezuela y Gran Colombia, 1825-1830 (44) Venezuela, 1984-1992 (518) Técnica, desarrollo de la (60) Venezuela, descentralización política, 19891999 (99) Territorio Federal Delta Amacuro (430) Venezuela, Independencia (121) Testamentos del s XVIII venezolano (504) Testimonios de viaje y vida cotidiana (330) Venezuela, modificaciones político-territoriales, 1811-1864 (103) Tiempo: medición, percepción, Venezuela, S. XVIII (470) Venezuela, política exterior, EE.UU, 19521958 (327) Tierras indígenas o resguardos (458) Venezuela, territorialidad, ganadería y primeros pobladores (261) Tocopío (437) Tortuga del Orinoco (92) Transgresiones, Provincia de Caracas, 17801800 (380) Vida espiritual, familiar y material, Venezuela, S. XVIII (504) TIERRA FIRME 157 Vida y muerte en la Orinoquia, Ss. XVII y XVIII (467) Visita de cárcel, la, Venezuela, 1786-1805 (481) Vietnam, 1964-1965 (272) Vivienda de interés social, Venezuela contemporánea (395) Vietnam, síndrome de, 1977-1982 (217) Waraos (41) Vigilancia y seguridad del Estado, J. V. Gómez (357) Yaguaraparo (277) Villavicencio, Rafael (387) Zulia (40) Violencia en el Táchira, 1914-1925 (189) Viruela, epidemia, 1898 (27) Zulia, microrregiones y paisajes de tráfico, S. XIX (392) Viruela, epidemia, Caracas, 1763-1775 (96) Zumeta, César (73) Yaracuy (97) 158 158 TIERRA FIRME Comité Editor: Arístides Medina Rubio, Pedro Calzadilla Álvarez, Luis Cipriano Rodríguez, Carlos Viso C., Germán Cardozo Galué, Federico Villalba F., Belín Vázquez, Manuel Rodríguez Campos, Tarcila Briceño de Bermúdez y José Ramírez Medina. Director: Federico Villalba F. Asistentes a la Redacción: Alexander Torres y Mike Aguiar Consejo de Redacción: Cecilia Vivas, Manuel Beroes, Fabricio Vivas, Germán Yépez, Pedro Calzadilla P., Enrique A. González O., Luisa Rodríguez, David Ruiz Ch., Alejandro Mendible, Francisco Javier Pérez, Zalena Salazar y Jorge Bracho. Coordinador: Lionel Muñoz Paz Asistente a la Coordinación: Tomás Straka Traducciones al inglés: Carmen Isabel Rosales Traducciones al francés: Carmen Isabel Rosales Corrección: Francia Andrade Corresponsales en el interior del país: Magaly Varillas de Báez (Los Teques), Antonio Trujillo (San Antonio de los Altos), Armando Orasma (Santa Teresa), Sandra Pérez (Maracay), Luis Rafael García (Valencia), Luis Carruido (San Joaquín), Luis García Müller (Barinas), Nelson Montiel (Barinitas), Niria Suárez (Mérida), Néstor Abad Sánchez (Tovar), Gladys Niño (San Cristóbal), Alexi Berríos Berríos (Valera), Diana Rengifo (Trujillo), Ligia Berbesi (Maracaibo), Luisa Rodríguez (Barquisimeto), Pedro Oropeza (San Felipe), Steve Ellner (UDO-Barcelona), Aracelys Morales (Puerto La Cruz), Giovanis Medina (Cumaná), Ricardo Mata (Carúpano), Francisco Rodríguez (La Asunción), Carmen Villarroel (San Félix), Juanita Buchollz (Puerto Ordaz), Ricardo Quero (La Villa), José Aquino (Calabozo), Manuel Camero (Valle La Pascua), Pedro Pablo Olivares (San Fernando de Apure). Diagramación: Daisy Portillo-Jaimes Impresión: Ediciones Río Orituco, C. A. Impreso : República Bolivariana de Venezuela TIERRA FIRME 159 Fundación Tierra Firme La Fundación Tierra Firme es una institución sin fines de lucro, destinada a fomentar el desarrollo de los estudios históricos de nuestro país y especialmente los estudios históricos regionales y locales. El vertiginoso desarrollo que en los últimos años ha observado esta parcela del conocimiento histórico, ha planteado la urgencia de crear las instancias organizativas y financieras necesarias para darle continuidad a este intenso proceso de rescate de la memoria histórica de las regiones y las localidades venezolanas. El proceso de investigación se entiende, en este caso, estrechamente articulado con la enseñanza en los niveles básico y diversificado, partiendo de la importancia de que los educandos conozcan, no sólo la historia de la nación venezolana como totalidad, sino también lo acontecido en sus respectivos espacios regionales y locales. Es pertinente mencionar el hecho de que en la actualidad los estudios históricos regionales y locales han adquirido mucha importancia en todas partes del mundo, y Venezuela se ubica junto con México, entre los países líderes en lo referente a la producción de este tipo de conocimiento histórico en América Latina. La Fundación sin fines de lucro Tierra Firme persigue alcanzar los siguientes objetivos: 1° Promover, estimular y realizar la investigación de la historia de Venezuela y en particular la referida a los procesos históricos regionales y locales, así como también su discusión y divulgación en los medios académicos, docentes y culturales del país, con el propósito de facilitar la comprensión de las especificidades regionales. 2º Estimular la consolidación y el progreso de las regiones, los estados, las parroquias, los municipios y las localidades que constituyen al país, todo como partes de un conjunto armonioso y coherente. 3° Auspiciar la publicación de la Revista Tierra Firme, revista de historia y ciencias sociales, como órgano principal de difusión de las investigaciones que adelanta la Fundación así como de otras investigaciones auspiciadas y realizadas en otras instancias institucionales. 4° Contribuir con la ampliación de los conocimientos acerca de los movimientos históricos regionales y locales con el objeto de fortalecer la enseñanza en la Escuela Básica y Diversificada en lo relativo a los ritmos históricos propios de cada región y de cada localidad. 5° Estimular la formación especializada de maestros y profesores en los asuntos atinentes a la investigación y la enseñanza de la historia de sus comunidades y entidades federales. En ese sentido la Fundación contribuirá con la divulgación del conocimiento en manuales adaptados a los requerimientos de la enseñanza básica y diversificada. 6° Contribuir con el mejoramiento del conocimiento histórico del país, a través de los procesos regionales. 7° Contribuir con la difusión de los nuevos conocimientos que están apareciendo en los espacios historiográficos venezolanos. 160 160 TIERRA FIRME NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ORIGINALES Tierra Firme, revista de historia y ciencias sociales, es una publicación trimestral dedicada a la investigación científica en el área de las ciencias sociales y en particular a la historia. En ella se publican artículos e informes que pueden ser: investigaciones concluidas, investigaciones en proceso y estudios analíticos, así como reseñas y comentarios. El comité editor y el consejo de redacción de la revista han establecido una serie de normas y criterios para la publicación de los trabajos que damos a conocer a nuestros colaboradores: 1.- Los trabajos deben ser inéditos y nunca con más de treinta (30) cuartillas. 2.- Todos los trabajos irán precedidos de una hoja en la que figure el título del trabajo, el nombre del autor o autores, así como un minicurrículum de éstos. Debe señalarse la situación académica de los autores y su teléfono y dirección. En esta página precedente se incluirá también un resumen no mayor de quince (15) renglones y una lista de palabras clave. 3.- El consejo de redacción revisará en primera instancia los originales y seleccionará, si es necesario y de acuerdo con el tema, a dos miembros del comité editor o a dos expertos en la materia, quienes efectuarán una nueva revisión. En todo caso, la junta de arbitraje decidirá sobre los trabajos. 4.- Las colaboraciones deberán presentarse, en lo posible, en diskette y dos (2) originales, a doble espacio, 28 renglones y con un margen de tres (3) centímetros de cada lado del papel. El autor o autores deben estar identificados. 5.- En cada cita deberá hacerse referencia a su fuente dentro del texto en el cual aparece; por ejemplo: (Núñez, T., 1975: 24). Al final del artículo o informe se darán las fuentes bibliográficas o hemerográficas completas, en orden alfabético de autores, observando las siguientes normas: 5.1. Libros: Apellido e iniciales del nombre del primer autor. Apellido e iniciales del nombre de cada coautor. Título del trabajo subrayado y en mayúscula la letra inicial de las palabras que no son elementos de enlace. A continuación separada por una coma, la ciudad en la cual se encuentra la editorial, luego de dos puntos, la editorial y finalmente, separado por coma el año de la publicación. Ejemplo: Stepam, A. y D. Rock; The Military in Politic, Stanford University Press, 1980. 5.2. Artículos: Apellido e iniciales del nombre del primer autor. Apellido e iniciales del nombre de los coautores, título del trabajo con mayúscula, la letra inicial de las palabras que no son elementos de enlace y todo entrecomillado, nombre de la revista subrayado, volumen y año, número y páginas. Ejemplo: Cunil Grau, Pedro; “Geohistoria Ambiental y expoliación de recursos naturales en la Venezuela pre-petrolera”. Tierra Firme. Vol. VI, (1988), Nº 24, pp. 327-344. 6.- Las pruebas de imprenta no serán enviadas a los autores para su corrección final. Dichas correcciones se harán por el consejo de redacción, y el equipo de corrección. 7.- No se devolverán originales. 8.- Los puntos de vista expuestos por los autores no corresponderán necesariamente con los de los editores. La revista mantiene una sección dedicada a noticias relacionadas con la actividad científica desarrollada durante el año. Por ello, se agradece a los organizadores y responsables de congresos, jornadas, simposios u otra actividad de índole científica, ponerse en contacto con nosotros a fin de incorporar las informaciones correspondientes.