La igualdad en el ámbito judicial comunitario

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La igualdad en el ámbito judicial
comunitario
MARÍA LUISA MEDIAVILLA CRUZ *
1. INTRODUCCIÓN
T
oda sociedad que pretenda reconocerse como democrática ha de haber conseguido una representación equilibrada de hombres y mujeres en todos los
ámbitos públicos y privados. Conseguir que
la igualdad sea una realidad debe traducirse
en que las mujeres participen en todos los
ámbitos de poder, en igualdad de condiciones
que los hombres, para lo que habrá de adoptar cuantas medidas sean necesarias.
1.1. Antecedentes históricos
La Declaración de Sentimientos que en
1948 realizaron las mujeres americanas en la
reunión en Séneca Falls, Nueva York, supuso
el primer escalón para conseguir que las
mujeres puedan llegar a participar en la
sociedad, como titulares de derechos en igualdad con los establecidos para los hombres.
La Declaración de Derechos Humanos
–1948– afirma que no puede existir desi-
* Magistrada (Sala de lo Social) del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. Profesora
Asociada de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universitat Jaume I de Castellón.
gualdad entre las personas en función de su
sexo.
La Convención sobre Eliminación de todas
las formas de discriminación contra la Mujer,
aprobada en Nueva York el 18 de diciembre
de 1979 (ONU), es una Carta de Derechos
específica de las mujeres. Los gobiernos que
la ratifican se comprometen a tomar las
medidas adecuadas para que las mujeres
gocen de los mismos derechos y libertades
que los hombres.
La IV Conferencia Mundial sobre las
Mujeres, celebrada en Pekín en 1995 (ONU),
aprobó la Plataforma para la Acción que
incluye 362 apartados con objetivos y medidas concretas para potenciar a las mujeres,
conteniendo una descripción de los problemas más relevantes y estableciendo las áreas
que considera como prioritarias, entre las que
se encuentran: 1) El «género»: diferenciando
este concepto del de sexo. 2) El «mainstreaming»: incorporar los temas de mujeres en
todas las políticas, programas y acciones que
llevan a cabo los distintos gobiernos. 3) El
«empowerment»: empoderamiento o potenciación de las mujeres, como requisito indispensable y previo para alcanzar el desarrollo de
los pueblos.
Igualmente, en el ámbito comunitario, la
Unión Europea creó en 1982, un Comité Con-
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sultivo para la Igualdad de Oportunidades
entre mujeres y hombres, que asiste a la
Comisión Europea en la elaboración y realización de su política de fomento de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres1.
En esta línea, la Unión Europea ha venido
realizando cuatro Programas de Acción
Comunitaria para la Promoción de la Igualdad de Oportunidades. En el IV Programa,
que es posterior a la IV Conferencia Mundial
de la Mujer de Pekín, incluyó el objetivo de
integrar la igualdad de oportunidades en
todas las políticas y acciones realizadas en el
ámbito comunitario, esto es, el mainstreaming o perspectiva de género, entre las que se
encuentra la de fomentar la participación
equilibrada de las mujeres y los hombres en
la toma de decisiones. En este contexto se
inscribe la Recomendación del Consejo, de 2
de diciembre de 1996, relativa a la participa-
1
Este Comité Consultivo fue creado por Decisión
82/43 CEE de la Comisión, de 9 de diciembre de 1981,
modificada por la Decisión 95/420/CE de la Comisión,
de 10 de julio 1995. Las funciones del comité consisten
en asistir a la Comisión en la elaboración y en la realización de su política de fomento de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, y en favorecer la
comunicación permanente, entre los Estados miembros
y las instancias interesadas, de experiencias, políticas e
iniciativas en este ámbito. El comité está formado por
cuarenta miembros con un mandato de tres años renovable. Comprende por cada Estado miembro, un representante de los ministerios o servicios gubernamentales
encargados de promover la igualdad de oportunidades a
nivel nacional, designado por su Gobierno, así como un
representante de los comités u organismos nacionales
encargados específicamente del trabajo de las mujeres
y/o de la igualdad de oportunidades entre hombres y
mujeres, nombrado por la Comisión; a nivel comunitario, un total de cinco representantes de las organizaciones de empresarios y cinco representantes de las organizaciones de trabajadores, nombrados por la Comisión a
propuesta de los interlocutores sociales. Dos representantes del Lobby de Mujeres Europeas participan en las
reuniones del comité en calidad de observadoras; pueden admitirse asimismo, en calidad de observadores,
representantes de organizaciones internacionales, profesionales o asociativas, previa solicitud motivada.
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ción equilibrada de mujeres y hombres en los
procesos de toma de decisión2; la Decisión nº
2000/407/CE de la Comisión, de 19 de junio
de 2000, relativa al equilibrio entre hombres
y mujeres en los comités y grupos de expertos
creados por la Comisión3 y la Resolución del
Consejo, de 29 de junio de 2000, relativa a la
participación equilibrada de hombres y mujeres en la actividad profesional y en la vida
familiar4.
2
El Consejo recomienda a los Estados miembros:
«(…)un reparto más equilibrado de las responsabilidades profesionales, familiares y sociales entre las mujeres
y los hombres y una participación más equilibrada de las
mujeres y de los hombres en los procesos de toma de
decisión; (…)promover y mejorar la recopilación y la
publicación de datos estadísticos que permitan conocer
la participación relativa de las mujeres y de los hombres
en todos los niveles de los procesos de toma de decisión;
(…)prever, crear o desarrollar un conjunto coherente de
medidas destinadas a promover la igualdad en la función pública; (…)».
3
La finalidad que la Comisión pretende con esta
Decisión es conseguir una representación equilibrada
de hombres y de mujeres en los grupos de expertos y
comités que establezca. El objetivo a medio plazo es
alcanzar un mínimo de un 40 % de representantes de
cada sexo en cada comité y grupo de expertos. En cuanto a los grupos de expertos y comités ya existentes, la
Comisión velará por corregir el desequilibrio entre hombres y mujeres tanto al darse la sustitución de los miembros del grupo de expertos o del comité, como al expirar el mandato de los mismos.
4
Esta Resolución se enmarca en el Consejo Europeo
de Lisboa (23-24 de marzo de 2000), que reconoció la
importancia de mejorar todos los aspectos de la igualdad de oportunidades, incluidos aquellos que permiten
conciliar la vida laboral y la vida familiar. Se señalaba
que « (…)La participación equilibrada de mujeres y
hombres tanto en el mercado de trabajo como en la vida
familiar constituye un elemento indispensable para el
desarrollo de la sociedad. La maternidad, la paternidad
y los derechos de los niños son valores sociales eminentes que la sociedad, los Estados miembros y la Comunidad Europea deben proteger. (…)El objetivo de la participación equilibrada de hombres y mujeres en la actividad profesional y en la vida familiar, de forma paralela
con el objetivo de la participación equilibrada de hombres y mujeres en la toma de decisiones constituyen dos
supuestos determinantes para la igualdad de oportunidades.(…) Reforzar las medidas que favorezcan un
reparto equilibrado entre los trabajadores —hombres y
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En la actualidad, mediante la Comunicación de la Comisión al Consejo, al Parlamento Europeo, al Comité Económico y Social y al
Comité de las Regiones, se está desarrollando
el Plan de Trabajo para la igualdad entre las
mujeres y los hombres 2006-20105. En el Plan
de trabajo se han establecido un total de seis
áreas prioritarias de actuación, destacándose, entre otras, la relativa a la misma representación en la toma de decisiones6. Por último, el Informe sobre Igualdad entre hombres
y mujeres 2006, presentado por la Comisión
Europea, analiza los cambios logrados, los
retos a los que hay que hacer frente y las
orientaciones estratégicas que han de seguirse, y se examina la cuestión de la conciliación
entre el trabajo y la vida privada7.
mujeres— de los cuidados que deben prestarse a los
hijos, personas de edad, personas con discapacidad y
otras dependientes de ellos; (…)En su calidad de empleadores, se invita a las Instituciones y órganos de Comunidad Europea a adoptar medidas para favorecer la contratación y la promoción profesionales equilibradas de
hombres y mujeres, a evaluar periódicamente los resultados de dichas medidas y a hacer publicar los resultados respectivos. (…)…)».
5
El Plan de Trabajo tiene por objeto hacer avanzar
el programa para la igualdad entre hombres y mujeres,
Es la continuación de la estrategia marco sobre la igualdad entre hombres y mujeres (2001-20005).
6
Se señala expresamente: «(…)Misma representación en la toma de decisiones. La subrepresentación
persistente de las mujeres en la sociedad civil, en la vida
política y en el alto funcionariado de la administración
pública constituye un déficit democrático. Una participación equilibrada puede contribuir a crear una cultura
de trabajo más productiva e innovadora. La transparencia en los procedimientos de promoción es un elemento clave. (…)La Comisión creará una red de mujeres de
la UE en los puestos de responsabilidad económica y
política, y una red de organismos de la UE responsables
de la igualdad de género. Trabajará en estrecha cooperación con las ONG y los interlocutores sociales. (…)».
7
Entre las propuestas de este Informe, cabe señalar:
« (…)La adopción por los interlocutores sociales, en el
marco del diálogo social europeo, de un marco de
actuación para la igualdad entre hombres y mujeres
(cuatro prioridades: abordar los roles asignados a los
sexos, promover la participación de la mujer en la toma
de decisiones, apoyar el equilibrio entre el trabajo y la
vida privada y eliminar las disparidades salariales)».
1.2. Acervo comunitario
Con amparo en el antiguo artículo 119 del
Tratado de Roma, las Comunidades Europeas han creado, en el ámbito del empleo, un
acervo normativo sobre igualdad de oportunidades y de trato de gran amplitud e importante calado. Las dos últimas Directivas en
materia de igualdad de trato, la Directiva
2002/73/CE del Parlamento Europeo y del
Consejo de 23 de septiembre de 2002, de
reforma de la Directiva 76/207/CEE del Consejo relativa a la aplicación del principio de
igualdad de trato entre hombres y mujeres en
lo que se refiere al acceso al empleo, a la formación y a la promoción profesionales, y a las
condiciones de trabajo, y la Directiva
2004/113/CE, de 13 de diciembre de 2004, por
la que se aplica el principio de igualdad de
trato entre hombres y mujeres al acceso a
bienes y servicios y sus suministro, obligan a
los Estados miembros a tener en cuenta de
manera activa el objetivo de la igualdad entre
hombres y mujeres al elaborar y aplicar disposiciones legales, reglamentarias y administrativas, así como políticas y actividades en
su ámbito laboral de aplicación.
Asimismo, obligan a regular los derechos y
deberes de las personas físicas y jurídicas,
públicas y privadas, previendo medidas destinadas a eliminar las discriminaciones y a
corregir, tanto en el sector público como en el
privado, toda forma de discriminación por
razón de sexo.
Con anterioridad a estas dos Directivas, la
Decisión del Consejo 95/593/CEE, de 22 de
diciembre de 1995, relativa a un programa de
acción comunitaria a medio plazo para la
igualdad de oportunidades entre hombres y
mujeres (1996-2000), establece expresamente, que su finalidad es la de «promover la integración de la dimensión de la igualdad de
oportunidades entre hombres y mujeres en la
elaboración, ejecución y seguimiento de todas
las políticas y acciones de la Unión Europea y
de los Estados miembros, dentro del respeto
de sus respectivas competencias».
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Este principio fue elevado, en el Tratado
de Ámsterdam, al Derecho originario, al definir los fines de la Comunidad, en el artículo 2.
Allí, entre otros, se incluye el de la «igualdad
de trato entre el hombre y la mujer».
Del mismo modo, en el artículo 3, apartado 2, se dice que «en todas las acciones contempladas en el presente artículo, la Comunidad se fijará el objetivo de eliminar las desigualdades entre el hombre y la mujer y promover su igualdad», dejando claro que el fin
de la igualdad no se alcanza a través de una o
varias acciones específicas, sino a través de
su integración en todas las acciones.
Podemos definir el término «Políticas de
Igualdad» como un conjunto de medidas políticas diseñadas e implantadas con el objetivo
de corregir los desequilibrios existentes y,
explicables en función del género, para conseguir la igualdad real entre mujeres y hombres.
El principal instrumento y la forma de
articular las políticas de igualdad, desde el
sector público, han sido los Planes de Igualdad.
Los cambios en el enfoque y planteamiento
de las políticas de igualdad en los últimos
años han venido ligados a una necesidad de
cambiar el discurso y de dotar a esta políticas
de nuevos instrumentos metodológicos. Las
políticas de igualdad han pasado, gradualmente, de ser un medio para eliminar la discriminación que sufrían las mujeres, por su
desventaja, considerada «natural», respecto
de los hombres, a convertirse en acciones integradoras que van más allá de la consideración
aislada del problema, para pasar a estimarlo
como un problema social que exige la corresponsabilidad de hombres y mujeres. En esta
línea y a raíz de la Conferencia de Beijing
(1995), hay un cambio en el enfoque de estas
políticas, al entrar en juego una nueva estrategia: el mainstreaming, también conocido en
castellano por el término transversalidad de
género, que supone respetar el principio de
230
igualdad en todas las políticas, programas o
medidas, en cualquier ámbito, a todos los
niveles y en todas su fases, para evaluar los
efectos que pueden tener para ambos sexos,
teniendo en cuenta sus posiciones diferentes
en la sociedad. Se trata, de incorporar la perspectiva de género en todas las políticas, de forma transversal. De esta forma, la transversalidad constituye una herramienta más, que
complementa a las acciones positivas.
Junto a la estrategia de transversalidad,
es fundamental abordar el otro tipo de estrategia dirigida al empoderamiento de las
mujeres, a través de las políticas específicas
de igualdad. Realidades como la desigual participación de mujeres en puestos de decisión
política, económica y social o la violencia
doméstica de género siguen evidenciando la
escasa capacidad de decisión y autonomía de
las mujeres en distintos ámbitos.
2. LA IGUALDAD EN EL ÁMBITO
JUDICIAL COMUNITARIO
2.1. Arquitectura jurisdiccional
de la Unión Europea
Con el Tratado de Niza de diciembre de
2000, factor del proyecto de Tratado por el que
se instituye una Constitución para Europa, se
diseñó una nueva arquitectura para la institución judicial comunitaria. Ésta, integrada hasta ahora por el Tribunal de Justicia de las
Comunidades Europeas –TJCE (en sentido
estricto) y el Tribunal de Primera Instancia
–TPI–, en cuanto tribunal «agregado» a aquél.
El TPI queda configurado por el Tratado de
Niza, al menos con carácter potencial, como el
órgano jurisdiccional comunitario de Derecho
común (arts. 220 y 225 TCE). Se introduce en
el Tratado una previsión que permite la creación de Salas jurisdiccionales, que se configuran como órganos agregados al TPI (arts. 220
y 225 A TCE). Y, se opera una transformación
esencial del TJCE: de órgano jurisdiccional de
Derecho común (sólo asistido por un tribunal
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agregado, el TPI) en un verdadero órgano
supremo de la jurisdicción comunitaria. En
todo caso, conviene resaltar, que el Tribunal
de Justicia sigue siendo una Institución jurisdiccional única; eso sí, pasa a comprender un
doble grado de jurisdicción «necesario» (y ya no
sólo constitucionalmente facultativo, como
sucedía hasta ahora: TJCE y TPI) y un nuevo
tercer grado jurisdiccional «facultativo» en la
base del sistema judicial comunitario: las
Salas jurisdiccionales. Éstas, a tenor de lo dispuesto en el artículo 225 A TCE, «el Consejo,
por unanimidad, a propuesta de la Comisión y
previa consulta al Parlamento Europeo y al
Tribunal de Justicia o a petición del Tribunal
de Justicia y previa consulta al Parlamento
Europeo y a la Comisión, podrá crear Salas
jurisdiccionales encargadas de conocer en primera instancia de determinadas categorías de
recursos interpuestos en materias específicas». A tal fin, el Consejo, mediante la Decisión
2004/752/CE, creó el Tribunal de la Función
Pública de la Unión Europea. Este Tribunal,
que agrega al TPI, será competente para resolver en primera instancia los litigios entre las
Comunidades y sus agentes en virtud del artículo 236 del Tratado CE y del artículo 152 del
Tratado CEEA, incluidos los litigios entre
cualquier órgano u organismo y su personal
respecto de los cuales se haya atribuido competencia el Tribunal de Justicia.
2.1.1. Modificaciones relativas
a la composición y organización
de los órganos jurisdiccionales
La composición del TJCE constituía, una
cuestión muy discutida y delicada en la perspectiva de la ampliación, dado el temor, expresado ya hace tiempo por el propio TJCE en su
informe sobre determinados aspectos de la
aplicación del Tratado de la Unión Europea,
de 19958, a que de mantenerse el principio de
Y vuelve a reiterar en el Documento de reflexión
sobre «El futuro del sistema jurisdiccional de la Unión
Europea», 2005.
8
un juez por cada Estado miembro, el TJCE
acabase transformado, una vez llevada a cabo
la ampliación, en una asamblea deliberante.
Pues bien, el Tratado de Niza consolida el
principio de que el TJCE «estará compuesto
por un juez por cada Estado miembro» (art.
221 TCE). Con ello, queda excluida la posibilidad contemplada en la actualidad de que el
Consejo pueda, por unanimidad y a petición
del propio TJCE, aumentar el número de jueces. Por otra parte, la modificación del párrafo segundo del art. 222 TCE, remite al Estatuto la determinación de los asuntos que
requieran la intervención del Abogado General. Como novedad terminológica y con objeto
de evitar la actual identidad nominal entre el
TJCE «en sentido institucional» y el TJCE en
«sentido funcional u orgánico», este último
pasa a denominarse «Tribunal de Justicia
Europeo» –TJE–.
Conforme al Tratado de Niza, el Tribunal
de Primera Instancia (TPI) «contará con al
menos un juez por cada Estado miembro»,
remitiéndose al Estatuto la determinación
del número concreto de jueces (art. 224 TCE).
El artículo 48 del Estatuto lo ha fijado, a la
entrada en vigor del Tratado de Niza, en 15,
el mismo número de jueces con que cuenta el
TPI en la actualidad. Así pues, se mantiene,
también en el caso del TPI, el principio de un
juez por cada Estado miembro, no haciéndose
uso por ahora de la posibilidad, contemplada
en el Tratado, de establecer un número de
jueces del TPI superior al número de Estados
miembros. También aquí, el Tratado de Niza
introduce la posibilidad, cuya concreción se
remite al Estatuto, de que el TPI «esté asistido por Abogados Generales» (primer párrafo,
in fine, del artículo 224 TCE). No obstante, el
Estatuto, no la recoge y mantiene en su artículo 49 la regulación anteriormente vigente
al respecto, de acuerdo con la cual «los miembros del Tribunal de Primera Instancia
podrán ser llamados a desempeñar las funciones de Abogado General» en los supuestos
establecidos en su Reglamento de Procedimiento. También este Tribunal de Primera
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instancia adopta, coherentemente con el
papel que le ha atribuido el Tratado de Niza,
el nombre de «Tribunal de Gran Instancia»
–TGI–.
El Tribunal de la Función Pública está
compuesto por siete jueces, de entre los cuales se elegirá a su Presidente. Como sala
jurisdiccional que es, cambia su denominación por la de «tribunales especializados»
(adjuntos al TGI, art. III-264).
2.1.2. Procedimiento de designación
de los Jueces y Abogados Generales
del TJE, de los Jueces del TGI
y de los Jueces del Tribunal
de la Función Pública de la Unión
Europea
En primer lugar, el art. III-262 prevé la
creación de un comité consultivo que previamente a la designación por los Gobiernos de
los Estados miembros de los Jueces y Abogados Generales del TJE y del TGI deberá dictaminar sobre la idoneidad de los candidatos
a dichos cargos. Según el precepto citado del
Proyecto de Constitución, el Comité estará
compuesto por siete personalidades elegidas
entre antiguos miembros del TJE y del TGI,
miembros de los órganos nacionales superiores y juristas de reconocida competencia, uno
de los cuales será propuesto por el Parlamento Europeo. Será el Consejo de Ministros
quien deberá adoptar una decisión europea
por la que establecerá las normas de funcionamiento del comité, así como una decisión
europea por la que designará a sus miembros.
El Consejo se pronunciará por iniciativa del
Presidente del TJE.
A diferencia de lo que prevén en la actualidad los arts. 223 y 224 TCE, el Proyecto de
Constitución da un paso más en la dirección
de permitir una mayor flexibilización del
régimen de modificación de los Reglamentos
de Procedimiento del TJE y del TGI al
suprimir el requisito de mayoría cualificada
para la aprobación por el Consejo de Minis-
232
tros de los Reglamentos de Procedimiento
del TJE y del TGI (arts. III-260 y III- 261). De
este modo, el Proyecto sigue sin acoger, sin
embargo, la pretensión manifestada desde
hace años por el TJ de que la competencia
para aprobar los Reglamentos de Procedimiento de los distintos órganos que lo integran le corresponde al propio Tribunal y no al
Consejo.
Los jueces que componen el Tribunal de la
Función Pública, en la actualidad son designados por el Consejo, por unanimidad, previa
consulta a un comité compuesto por siete
personalidades elegidas entre antiguos
miembros del Tribunal de Justicia Europeo y
Tribunal de Primera Instancia y juristas de
reconocida competencia. Este comité dictaminará sobre la idoneidad de los candidatos
para el ejercicio de las funciones de juez del
Tribunal de la Función Pública. El comité
acompañará este dictamen con una lista de
los candidatos que posean la experiencia de
alto nivel más oportuna. Dicha lista deberá
contener un número de candidatos equivalente, como mínimo, al doble del número de
jueces que el Consejo deba designar9. Del
artículo 225 A del Tratado CE y del artículo
140 B del Tratado CEEA, así como del artículo 3 del anexo I del Protocolo sobre Estatuto del Tribunal de Justicia, modificado por la
Decisión 2004/752/CE, EURATOM, se desprende que los candidatos a las funciones de
juez deberán reunir los siguientes requisitos:
a) ofrecer absolutas garantías de independencia; b) poseer la capacidad necesaria para
el ejercicio de funciones jurisdiccionales;
c) poseer la ciudadanía de la Unión. Se llama
la atención de los candidatos sobre el hecho
de que, además de estos requisitos mínimos,
el citado Comité tomará en consideración, en
particular, la capacidad de los candidatos
9
Decisión del Consejo de 18 de enero 2005, sobre
las condiciones y modalidades relativas a la presentación y tratamiento de las candidaturas para el nombramiento de jueces del Tribunal de la Función Pública de
la Unión Europea.
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para trabajar en un órgano colegiado en un
entorno plurinacional y plurilingüe, y la
naturaleza, importancia y duración de la
experiencia que posean relacionada con las
funciones que habrán de ejercer.
mulación de opiniones sobre las cuestiones
relativas a la independencia, imparcialidad y
la competencia profesional de los jueces, que
pueden servir de base para la adopción de iniciativas comunes en el seno del segundo.
Debe significarse que el art. III-264 del
Proyecto de Constitución Europea establece
que la creación de estos tribunales especializados, se hará mediante leyes europeas, lo
que comporta la codecisión y no la mera consulta al Parlamento.
El funcionamiento del CCJE se rige por los
términos de referencia, de vigencia bianual,
establecidos por el Comité de Ministros, en
los que se determina qué tipo de actividad ha
de realizar y sobre qué materias. A estos efectos, el Comité puede crear grupos de trabajo y
recabar informes de especialistas.
2.2. Órganos judiciales auxiliares
El Consejo cuenta con un Presidente, y un
Vicepresidente. La Secretaría es llevada por
la Dirección de Cooperación Legal dentro del
Consejo de Europa. El principal resultado
visible de la actividad del CCJE, consiste en
la elaboración, debate y aprobación, en la
sesión plenaria anual de los informes, que
abarcan cinco grandes áreas: a) sobre independencia e inamovilidad de los Jueces;
b) sobre la financiación y gestión de los Tribunales; c) sobre reglas y prácticas para el
nombramiento de Jueces del Tribunal Europeo de Derechos del Hombre; d) sobre formación judicial inicial y continuada; y e) sobre
justicia y sociedad.
2.2.1. Consejo Consultivo de Jueces
Europeos (CCJE)
El CCJE se constituyó en cumplimiento de
la Resolución nº 1 sobre Medidas para reforzar la independencia e imparcialidad de los
jueces en Europa, adoptada por la XXII Conferencia de Ministros de Justicia Europeos,
que tuvo lugar en Chisinauo (Moldavia) en
junio 1999. En dicha resolución se acordó la
adopción de un programa de acción global
para el fortalecimiento del papel de los jueces, que tendría que ser redactado en consulta con estos, así como el establecimiento, dentro del Consejo de Europa, de un grupo consultivo compuesto por jueces con una doble
finalidad: a) prestar asistencia para la ejecución de las actividades concernientes a las
prioridades identificadas en ese programa;
b) asesorar a los comités directivos en lo relativo a la actualización de los instrumentos
legales del Consejo de Europa.
Los representantes deben ser designados
entre jueces en servicio que tengan un amplio
conocimiento del sistema judicial del respectivo país, considerándose positiva la participación en el proceso de designación del órgano o autoridad nacional responsable de asegurar la independencia e imparcialidad de los
jueces, allí donde exista.
El Consejo se concibe como un órgano asesor del Comité de Ministros, mediante la for-
2.2.2. La Red Europea de Consejos del Poder
Judicial (RECPJ)
La primera reunión que inició el proceso
de constitución de la RECPJ tuvo lugar en La
Haya en noviembre de 2003. El objetivo a
alcanzar en la propuesta inicial de los promotores10 era el comenzar a crear espacios de
comunicación e intercambio de experiencias
entre los distintos órganos de gobierno y
administración del Poder Judicial. Tras
10
Los promotores fueron: el Consejo de la Judicatura holandés (Netherlands Council for the Judiciary), el
Consejo de la Magistratura belga (Conseil Superieur de la
Justice) y el Servicio de Tribunales irlandés (Courts Service).
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diversos encuentros de este grupo de trabajo
(steering comité), se celebró el Plenario en
Roma, en mayo de 2004, en el que se aprobó el
estatuto constitutivo de la Red Europea de
Consejos del Poder Judicial, entre cuyos
miembros fundadores figura el Consejo General del Poder Judicial en España, el cual asimismo fue designado como integrante del llamado Comité Directivo, junto a los Consejos
de los Países Bajos, Bélgica, Irlanda, Italia,
Francia y Polonia.
La constitución de la RECPJ se ubica dentro del objetivo tendente a la creación de un
especio europeo de libertad, seguridad y justicia.
Sus objetivos son la cooperación entre sus
miembros en los siguientes ámbitos:
a) Análisis de las estructuras y competencias de los miembros, así como el intercambio de información sobre dichas
estructuras.
b) Intercambio de experiencias en relación con la organización y el funcionamiento del poder judicial.
c) Cuestiones relacionadas con la independencia del poder judicial y otros
temas de interés común.
d) Aportación de conocimientos técnicos,
y experiencias, y la comunicación de
propuestas a las instituciones de la
Unión Europea y otras organizaciones
nacionales e internacionales.
Los órganos de la Red son un Presidente,
que convoca y preside la Asamblea General y
el Comité Directivo, representando a la Red
cuando sea necesario. Es elegido por la Asamblea General por un período de dos años. La
Asamblea General, integrada por representantes de cada miembro de la Red. El Comité
Directivo, integrado por el Presidente, el
Secretario General y otros cuatro miembros,
como mínimo. Su mandato es de dos años. El
Secretario General es nombrado por la Asam-
234
blea General por un período de dos años prorrogable una vez.
La RECPJ se encuentra en el momento
actual en fase de consolidación habiendo sido
objeto de un reconocimiento expreso en el
Programa de La Haya aprobado por el Consejo de la Unión Europea de 5 de noviembre de
2004 en el que se hace referencia a la misma
como un elemento básico en la consolidación
de la confianza mutua. En el texto de tal
declaración se dice, entre otras cosas: «La
consolidación de la confianza recíproca
requiere de las autoridades judiciales y de los
distintos ordenamientos jurídicos un esfuerzo expreso de mejora de la comprensión
mutua. En este sentido, la Unión deberá respaldar la constitución de redes de organizaciones e instituciones judiciales, como la Red
de Consejos del Poder Judicial, la Red Europea de Tribunales Supremos y la Red Europea de formación judicial. Mediante programas de intercambio de autoridades judiciales
se contribuirá a facilitar la cooperación y a
desarrollar la confianza recíproca. Deberá
incluirse sistemáticamente un componente
en la UE en la formación de las autoridades
judiciales.
2.2.3. La Red Europea de Formación
Judicial (REFJ)
La REFJ se ubica también dentro del objetivo tendente a la creación de un espacio
europeo de libertad, seguridad y justicia. A
través de la Carta adoptada en Copenhague
por la Asamblea General el 6 de diciembre de
2002, se constituye este órgano.
El propósito de la REFJ es promover un
programa de formación para los miembros de
la magistratura europea con una auténtica
dimensión europea.
La pertenencia a la REFJ está abierta a
todas las instituciones nacionales de los Estados miembros responsables específicamente
de la formación de la magistratura profesio-
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nal y de la formación de fiscales en Estados
en los que éstos forman parte del «Corps
Judiciaire». También pueden ser miembros
aquellas instituciones de Estados miembros
que estén implicadas en la formación judicial
a nivel de la Unión Europea –particularmente en Derecho Comunitario–.
Las solicitudes de pertenencia se remitirán a la Asamblea General. Si existe alguna
objeción por parte de alguno de los miembros,
la Asamblea General remitirá la cuestión al
Comité Directivo, el cual emitirá una recomendación. La admisión de un nuevo miembro requerirá una decisión unánime por parte de la Asamblea General.
La REFJ constará de una Asamblea General, un Comité Directivo, un Secretario General y una Secretaría.
La Asamblea General constará de representantes de cada uno de los miembros de la
Red. Tiene poder de determinar la política y
las actividades de la Red. Adoptará normas
de procedimiento para todos los órganos de la
Red. Nombra a los miembros del Comité
Directivo y de la Secretaría de entre los
miembros de la Red. Puede crear Comités y
Grupos de Trabajo encargados de programas
específicos o cuestiones de organización, y
determinará la pertenencia de éstos. El
Comité Directivo constará de un mínimo de
cinco miembros. Su mandato será de dos
años. Ayudará y asesorará al Presidente y
dará indicaciones al Secretario General. El
Secretario General será nombrado por la
Asamblea General por un período de dos
años. Será una persona con experiencia personal como juez o fiscal o perteneciente a la
magistratura de un Estado miembro. Facilitará las relaciones entre la Red y las Instituciones Europeas y se encargará de garantizar
la coherencia entre el programa de actividades de la REFJ y las prioridades establecidas
por la Unión Europea. Participará en el
diseño de proyectos, particularmente en
aquellos que impliquen la participación de
varios miembros. La Secretaría será nombra-
da por un período de dos años, que puede ser
renovable. Será responsable de la administración de la Red y de sus cuentas, bajo la
dirección del Secretario General.
2.3. Integración del principio
de igualdad en el ámbito judicial
En el ámbito judicial, se puede observar la
segregación vertical. La judicatura es una
profesión claramente feminizada, pero los
porcentajes bajan en los órganos judiciales de
instancias superiores. ¿Es de aplicación el
principio de representación equilibrada en el
ámbito judicial comunitario?
Para intentar dar una respuesta a este
interrogante, se hace necesario acudir a la
propia jurisprudencia comunitaria. En efecto, el artículo 4.2 de la Directiva 76/207/CEE,
que permitía algún tipo de medidas de acción
positiva, podía servir de base para la aplicación del principio de representación equilibrada. Así lo ha reconocido el TJCE al señalar que los criterios de mérito y capacidad
pueden modularse con otros como el principio
de representación equilibrada. Sin embargo,
la conocida sentencia Kalanke, de 17 de octubre de 1995, consideró que el precepto de la
Directiva había de ser interpretado en sentido estricto y, por ello, consideró incompatible
con el Derecho Comunitario una normativa
alemana que, a juicio del Tribunal, suponía
una aplicación automática de la preferencia
de la mujer en derogación del principio de la
igualdad de trato, considerando así el precepto de la Directiva no como proyección en concreto sino como una excepción del artículo 1
de la propia Directiva. Llamativamente, la
sentencia Kalanke fue objeto de una Comunicación interpretativa de la Comisión (de 27 de
marzo de 1996) y dio lugar a una cierta rectificación o modulación, en la sentencia Marshall, de 27 de marzo 1996, en la que el TJCE
reconoce que el apartado 4 del artículo 2 de la
Directiva 76/207/CEE, responde a «la tendencia a promover preferiblemente a los candida-
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ESTUDIOS
tos masculinos, en perjuicio de las candidatas
femeninas, debido, particularmente, a determinados prejuicios e ideas estereotipadas
sobre el papel y la capacitación de la mujer en
la vida activa, y al temor, por ejemplo, que las
mujeres interrumpan más frecuentemente su
carrera».
En el marco de la versión originaria de la
Directiva 76/207/CEE, y aun sin entrar en
vigor el Tratado de Ámsterdam, que cambia
sustancialmente el marco «constitucional»
del tratamiento de la igualdad y se aplica ya
en la reforma de aquella Directiva por la
Directiva 2002/73/CE, la jurisprudencia comunitaria se había mostrado favorable a las
medidas preferenciales en un contexto bidireccional o de neutralización de la legislación
de igualdad de oportunidades. Así, en el
asunto Abrahamsson, sentencia de 6 de julio
de 2000, en relación con un concurso público
para ocupar una plaza de profesor universitario, en este caso en Suecia, el TJCE señaló
que el candidato que pertenezca al sexo infrarrepresentado y que posea las aptitudes suficientes se le concederá la preferencia frente
al candidato del sexo opuesto; la norma nacional no vulnera el Derecho Comunitario cuando la diferencia entre las capacitaciones
(«entre los respectivos méritos») de los candidatos «no sea tan considerable como para vulnerar la exigencia de objetividad en la provisión de los puestos».
En el asunto Schonbus, la jurisprudencia
comunitaria ha dado un nuevo paso al aceptar una ventaja favorable a los hombres en
cuanto a la preferencia vinculada al cumplimiento del servicio militar, en la línea de la
neutralización del instrumento del tratamiento diferencial mediante una aceptación
de la bidireccionalidad de las medidas
correctoras, reconociendo la legitimidad de
la medida preferencial desde la perspectiva
axiológica respecto a la idoneidad para conseguir la consecución del valor de la igualdad
de hecho, entendiendo idóneas las razones
que han justificado en el caso el tratamiento
preferente.
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Teniendo en cuenta la transformación del
propio ordenamiento comunitario y la creciente atención hacia el sexo subrepresentado y socialmente en desventaja, la evolución
de la jurisprudencia comunitaria está caminando desde la lógica derogación de la regla
del principio de igualdad de trato, que caracterizó a la sentencia Kalanke, a la aceptación
de la moderación del principio meritocrático,
teniendo en cuenta la presencia de una situación institucional de discriminación en perjuicio de un sexo, una delicada tensión entre
los efectos de la medida en el grupo y los efectos de la medida en los individuos afectados,
exigiéndose, en todo caso, la idoneidad o
capacidad para el puesto a ejercer pero relativizando de algún modo el mérito, al integrar
en él, por así decirlo, la pertenencia al grupo
perjudicado, superando, así, un planteamiento puramente individualista de la tutela antidiscriminatoria y recuperando la dimensión
colectiva de la discriminación.
De cuanto antecede, se puede dar respuesta a la pregunta anteriormente formulada, en
lo siguientes términos: si bien son legítimas
las medidas o acciones positivas encaminadas a promover la igualdad de sexos en el
acceso «igual» a la jurisdicción europea, estas
no deben contradecir ni la exigencia imprescindible de capacidad, ni un sacrifico excesivo
y desproporcionado del principio de representación equilibrada, lo que, en la línea de la
propia jurisprudencia comunitaria, requiere
reglas abiertas y flexibles para poder considerar las circunstancias de cada caso, permitiéndose no aplicar el criterio por razones justificadas en el supuesto. Lo contrario, esto es,
mantener la exigencia rígida de tal principio,
plantearía otras cuestiones, además de las ya
señaladas en relación con el mérito y la capacidad, tales cómo, ¿serían anulables todos los
nombramientos a partir de aquel que saliera
del margen de equilibrio?, ¿no podrían aducirse razones análogas para considerar contrarios al principio de «representación equilibrada» los nombramientos efectuados con
anterioridad? o, a la inversa, ¿quedarían con-
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MARÍA LUISA MEDIAVILLA CRUZ
validados los nombramientos contrarios al
principio de referencia en razón de una compensación posterior derivada de nombramientos de personas de distinto sexo?.
¿Es aplicable el meritado principio a los
«comités de expertos» o «comités consultivos
especializados? En estos casos, parece que
debe existir un plus de atención a la especial
competencia técnica que debe desplazar en
mayor medida a un segundo plano otras razones. Para que no sufra con ello el principio de
igualdad y de presencia equilibrada, bastaría
referir expresamente al conjunto de comités
de expertos o comités consultivos, la necesidad de atender, considerar o tener en cuenta
el principio de presencia equilibrada (de forma que la mayor presencia de mujeres u hombres en un determinado comité u órgano
podría compensarse con la inversa en otros
órganos). La exigencia de composición equilibrada particularizada sobre cada órgano
podría tener claros efectos disfuncionales e,
incluso, abiertamente contrarios a los principios de mérito y capacidad.
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ESTUDIOS
RESUMEN
238
La doctrina del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas se ha convertido en un
instrumento básico en la construcción normativa del principio de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en el ámbito laboral; pero ¿es posible «juzgar» al juzgador? En
el ámbito judicial se puede observar la segregación vertical. ¿Es de aplicación el principio
de representación equilibrada en el ámbito judicial comunitario? Para intentar dar una
respuesta a este interrogante, se hace necesario acudir a la propia jurisprudencia comunitaria, que ha venido modificando sus posicionamientos hasta la aceptación de la bidireccionalidad de las medidas correctoras, reconociendo la legitimidad de la medida preferencial desde la perspectiva axiológica respecto a la idoneidad para conseguir la consecución
del valor de la igualdad de hecho. En el presente estudio se lleva a cabo un análisis, tanto
de la situación estructural y del aparato organizativo judicial europeo, como de la aplicación en el mismo del principio de igualdad de oportunidades.
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