Romanticismo. Realismo

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1. El movimiento romántico
Con la caída de Napoleón y la consolidación de los regímenes políticos de la Restauración que intenta borrar
de Europa cualquier vestigio de la revolución francesa, un movimiento cultural, el romanticismo, se convierte
en bandera de las jóvenes generaciones que aspiran a encarnar en la política, la literatura, la filosofía y en
todas la artes los principios revolucionarios que en 1814 quedan momentáneamente soterrados.
El romanticismo es, antes que nada, un grito de libertad. Individualismo, conversión de la intimidad en tema,
representación subjetiva del paisaje, exaltación del pueblo son algunos de principios medulares de la nueva
sensibilidad.
El romanticismo se difunde con el ímpetu de una revolución; el ánsia de libertad impregna las polonesas de
Chopin, los cuadros de Delacroix y los versos de Byron.
No se impuso sin resistencias esta explosión de libertad en el mundo artístico. En 1819 las obras de los
románticos son consideradas como de mal gusto por los partidarios de la pintura neoclásica. Los prebostes del
arte oficial , que consideraban que la misión del artista se reducía a la producción de armonías formales, no
podían entender a un pintor como Delacroix que consideraba el arte como una vivencia poética.
Nos encontramos con un nuevo tipo humano que implica una relación arte−sociedad diferente. El artista deja
de ser un doméstico del poder y esto favorece su esfuerzo para emanciparse de las directrices académicas. La
pintura romántica rechaza las convenciones y , saltando sobre ellas, enlaza con los valores de la pintura
barroca. Podemos destacar como signos característicos:
1.− La recuperación de la potencia sugestiva del color en detrimento del dibujo neoclásico; así se liberan las
formas de los límites excesivamente definidos y se divorcia el arte pictórico del escultórico. Goya , que ha
demostrado que un pintor no puede nunca desertar del color, se convierte en paradigma técnico.
2.− Con el cromatismo resucitan las luces vibrantes que refuerzan a las manchas en su tarea destructora de las
formas escultóricas.
3.− Las composiciones dinámicas , cuyas líneas directrices están marcadas por las posiciones convulsas y los
gestos dramáticos , contrastan con las formas quietas, verticales o sentadas, del neoclasicismo.
4.− El culto al paisaje no es sólo una inclinación sino también un recurso para desplegar colores luminosos y
para encuadrar entre nubes eléctricas y oleajes furiosos los grupos humanos, con lo cual los objetos pierden su
aspecto convencional para traducir , más allá de la dimensión visual, los estados de ánimo.
5.− Los temas de las revoluciones políticas o los desastres que señalan un enfrentamiento fatalista con la
naturaleza definen la postura de los pintores, al lado de los escritores, políticos y filósofos en la edificación de
un nuevo mundo.
El romanticismo podrá el sentimiento como punto de arranque de toda creación artística. La misma filosofía
pregonaba la supremacía de la sensibilidad sobre el raciocinio, ya que las ideas no nacen con el sujeto, sino
que se adquieren con la sensorialidad.
El mundo antiguo comienza a pasar a segundo plano y la edad media a ocupar su puesto. Junto a ella se
convierte el próximo oriente en tema preferido de los pintores franceses. Este interés por oriente se ve
favorecido por la nueva empresa nacional francesa de la conquista de Argelia, y la rica policromía del pueblo
árabe se convierte en el mejor antídoto contra el pobre colorido neoclásico.
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Théodore Gericault (1791−1824)
Rompe con energía − que concreta magistralmente en las imágenes que pinta de caballos− contra las barreras
academicistas del neoclasicismo; inspirando en la vida, que identifica con situaciones de gran tensión anímica
o esfuerzo físico.
Inspirándose en un hecho real −el naufragio de un buque− pinta la balsa del Medusa donde con un cierto
clasicismo aún, confía a las actitudes corporales y a la expresión de los rostros −no al color− la revelación del
estado anímico. Pero la expresividad de éstos, el dramatismo de una situación semejante, la falta de
referencias temporales son absolutamente románticos.
La escena representa un puñado de supervivientes que se alzan en pirámide humana para hacer señales a un
barco que aparece en lontananza.
La línea visual del contemplador se encuentra en la parte baja del cuadro , de manera que aquel se ve
enfrentado con una mezcolanza de cadáveres y con el dolor del viejo ante el cuerpo del hijo muerto. Este
recurso compromete al espectador en el enfrentamiento directo con la muerte.
Su dibujo triangular, la pirámide la composición, formada por los cuerpos dolientes , tiene una base inestable ,
y la figura culminante es la del esclavo negro que aparece de espaldas a nosotros. Las figuras marchan a la
deriva, sacudidas por golpes de viento y del mar en una metáfora de las trágicas condiciones de vida del
hombre moderno.
Eugène Delacroix
Para Delacroix la historia no es ejemplo ni guía del hacer humano, es un drama que comenzó con la
humanidad y perdura en el presente. La historia contemporánea es la lucha política por la libertad.
La ideología política de Delacroix , y en general la de todos los románticos, consiste en el combate contra la
restauración de los privilegios feudales, sintetizada en los ideales de la revolución de 1830, pero es
contrarevolucionario en 1848 cuando la clase obrera se levanta contra la burguesía capitalista que la explota.
Como todos los románticos se declara anti−burgués, pero de hecho arremete sólo contra la pequeña burguesía
por su cortedad de miras, su mediocre cultura, su mal gusto y su amor por la vida reposada; entretanto asiste a
los salones y goza de los favores de las altas finanzas burguesas.
Técnicamente la pintura de Delacroix se caracteriza por:
− Una factura ágil y suelta, donde prima el color sobre el dibujo.
− El movimiento de la composición . Esta es una de las conquistas más felices del arte romántico y en el que
traduce la pasión todas las emociones.
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− El espíritu de su tiempo manifestado en el propio tema del cuadro.
− El color es sobre todo un ropaje de la forma, lo maneja con imaginación, alejándose de la naturaleza. La
pasión se impone a la técnica. Llega a concebir armonías polícromas de un efecto desconocido. Sus teorías se
basan una reflexiva actitud sobre los colores. Odia el gris , como enemigo de la pintura, ya que para él este
arte ninguna relación ha de guardar con la escultura, cuyo bulto se procura acentuando los contrastes de
blanco y negro. Ama el color puro, prefiriendo las tonalidades fuertes.
• La influencia de los paisajistas ingleses a partir de su viaje a Londres se percibe en la poética
valoración de sus fondos delicados y llenos de matices.
La libertad guiando al Pueblo es la más representativa de las obras del artista, pese a su origen no literario −si
poético− del tema. La Libertad, encarnada en una muchacha que enarbola la bandera tricolor y se toca con un
gorro frigio, conduce a una muchedumbre situada en segundo plano − en el que aparecen descamisados junto
a caballeros distinguidamente vestidos− , y avanza decididamente por entre los cadáveres de algunos militares
que yacen en primer plano, a los que reemplazará en la defensa dela patria. Al fondo entre densas humaredas
se vislumbras los edificios de París. La Libertad vuelve la cabeza en un gesto de arenga mientras su mirada
parece fijarse en Delacroix, que se adelanta respecto al resto del tropel. Nos encontramos con la energía vital
de unos personajes frente a la masa inerte de los que han muerto. La composición se centra en Delacroix , que
con su impulso y el de la libertad, parecen empujar la escena entera hacia el espectador. La perspectiva
escenográfica acentúa este efecto. El movimiento domina la pintura dejando que el sentimiento prevaleciera
sobre la razón.
LA PINTURA DEL PAISAJE EN INGLATERRA.
El género paisajista tenía buena tradición en Inglaterra y alcanza su apogeo con:
John Constable (1776−1837)
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Nacido en un ambiente campesino conservará toda su vida el apego a la naturaleza en su realidad rehuyendo
todo dramatismo efectista, adentrándose en el estudio profundo de la luz y de los cielos en paisajes nada
grandiosos. Los tonos, los juegos de luces y sombras de la visión de un momento los plasma , como una
impresión, en pequeños bocetos para luego elaborar en el estudio la versión definitiva, mas estilizada y
acabada pero también menos enérgica.
En sus últimas pinturas como la catedral de Salisbury las mancas de color anulan el dibujo, en una tensión que
si tiene mucho de romántico aunque no hace perder del todo a su pintura el trasfondo realista y sereno.
William Turner (1775−1851)
El punto álgido en la expresividad del paisaje inglés lo alcanza la pintura de Turner, los volúmenes se
transforman con él en formas lejanas y vaporosas que se intuyen más que se advierten.
La luz configura y deshace los objetos y contornos. Los efectos lumínicos tienden a invadir la superficie de la
tela desgarrando las zonas de sombra y creando espacios indefinidos.
En El incendio del Parlamento se observa una tremenda lengua de fuego que se refleja en el agua y llena la
atmósfera de luz en espectral contraste con los manchones negruzcos de las barcas y los hombres.
EL REALISMO.
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Las tendencias realistas maduran en el seno del romanticismo . La disolución de la visión clásica que se opera
en la primera mitad del siglo XIX y la liberación de la técnica pictórica contribuyen a romper la tradicional
jerarquía temática. Ya no era preciso pintar a los héroes y a los dioses de la antigüedad o a los grandes
personajes bíblicos para ser considerado un gran artista. Por el contrario, la atención se dirigía al paisaje ,
hacia los tipos populares (costumbrismo) , hacia lo particular y perecedero.En toda esta actitud está la base del
realismo que cristaliza como movimiento definido después de 1848.
Desde el punto de vista técnico la pintura del momento asume y acentúa las grandes conquistas románticas,
utilizándose también las técnicas , cada vez más perfeccionadas,de reproducción impresa de la imagen.
Desde mediados del siglo XIX el mundo experimenta una gran transformación. La época de la gran industria
ha nacido. Se está operando la segunda revolución industrial. Es la época del auge del colonialismo y la del
surgimiento de una nueva clase social: el proletariado.
Las condiciones históricas han cambiado , sin embargo, de modo sustancial: la revolución de 1848 y la fuerza
creciente de las fuerzas proletarias conlleva una agudización de la lucha de clases, obligando a muchos
representantes del mundo artístico y literario a tomar partido ante los grandes problemas políticos y sociales.
Muchos artistas se adhieren a la causa del socialismo, asumiendo como propios los sufrimientos y las
aspiraciones de las clases desposeidas.
Frente al deseo de evasión del romanticismo ,los artistas realistas acentúan su apego a la realidad presente;
frente al subjetivismo, afirman el imperio de lo objetivo, de lo que está ahí y que no se puede ni debe soslayar.
Hay, como puede verse, un claro impulso ético, un cierto deseo de transformar el mundo en el que les ha
tocado vivir. Desde el punto de vista formal, la pintura resultante tiene mucho que ver con la reducción al
plano del mundo exterior que se opera utilizando la cámara fotográfica.
Los temas son mucho menos heroicos y amables : campesinos embrutecidos por un trabajo agotador,
emigrantes, lavanderas, picapedreros o simples paisajes pintados con el vehemente deseo de representar la
realidad tal como se supone que es. El positivismo filosófico y científico, el socialismo, y la creciente
revolución tecnológica están pues en la base de este movimiento.
Desde el primer momento el programa de estos artistas va a encontrar un ambiente de polémica y
apasionamiento determinado a la vez por la temática y el tratamiento formal. Frente a los temas mitológicos se
utilizan ahora los temas que provienen del pueblo con sus miserias, y lo hacen con una frialdad y con un vigor
que deja estupefactos a los espectadores burgueses. La pincelada es firme y el contorno preciso, se huye por
igual de la pasión romántica y del calculado equilibrio de los clásicos. La pintura tiene una clara voluntad de
ruptura que se manifiesta simultáneamente en el terreno de las formas y en el de los contenidos. La lucha de
clases alcanza al mundo del arte sin que fuera posible evadir el alineamiento con alguno de los dos bandos.
Gustave Courbet (1819−77)
Tiende a reflejar los aspectos prosaicos y cotidianos de la vida. La obra de Courbet está llena de motivaciones
ideológicas. Su pintura, hecha para un público concreto, el proletariado campesino o de la ciudad, que a su vez
actúa como tema y como modelo, no siempre será comprendida o apreciada por sus contemporáneos. Que
tropiezan por primera vez con la fatiga, la fealdad moral o la crítica social hecha arte.
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Los tipos pueblerinos de sus paisanos de Ornans son reflejados en su verdadera fisonomía y actitudes en El
entierro , retrato colectivo inusitado por la personalidad de los retratados y la circunstancia en las que se les
coloca. El papel del héroe, o protagonista, lo asume aquí la doliente comunidad. Unos hombres y mujeres
corrientes son los actores y actrices de la historia, y sus trajes representan el cambio de esta.
En esta pintura los contemporáneos de Courbet no veían nada eminente, y parecía no existir tema alguno, en
el sentido tradicional, ni moraleja; la composición no estaba cuidadosamente organizada, y las superficies
espesamente pintadas ofendían a aquel público.
El estilo de Courbet rechazaba deliberadamente cualquier uso franco de anteriores recursos pictóricos de
composición, tales como la pirámide, el movimiento físico recíprocamente armonioso, los contornos
netamente trazados y las superficies suavemente acabadas. La extensión de color básico refuerza los negros y
grises de las ropas y del firmamento, en relación con los cuales se contrasta el colorido rubicundo de las caras,
así como de varios accesorios del clero.
Honoré Daumier (1808−1879)
Muy cercano a Courbet por sus aficiones y temática realista, en este caso dirigida con preferencia a escenas
tranquilas de la vida sin brillo de los habitantes de París, se halla Daumier, caricaturista y litógrafo.
Su técnica vibrante de luces y de sombras, de poderosos volúmenes destacados por grandes manchas sombrías
y sus colores sobrios le convierten en realista muy cercano al impresionismo.
Si los dos pintores anteriores los podemos clasificar dentro del realismo en la tendencia testimonial de una
situación social determinada , podemos distinguir otra tendencia llamada paisajística , donde se muestra el
deseo de mostrar en la representación natural un estado de ánimo. Representante de esta tendencia es :
Jean−François Millet (1814−75)
Este pintor se consagró desde 1847 a revelar las condiciones de vida del campesinado francés (dos tercios de
la población francesa en aquella época) que si bien habían sido liberados de las servidumbres feudales en
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1789 habían sido las victimas hacia mediados del siglo XIX del libre cambio. La mayor parte del público que
iba a contemplar los cuadros expuestos en el salón ignoraba la penuria que existía en el campo, y unos delos
objetivos conscientes de Millet era perturbar su placer y su ocio.
En sus obras, como las espigadoras se observa una plasticidad muy acusada, con vivos efectos de luces y un
color dorado de crepúsculo, junto a la inmovilidad de las figuras que se detienen un momento en su quehacer
para quedar eternamente fijos en la tela.
En esta técnica de la litografía Daumier se presenta como un renovador introduciendo efectos de claroscuro y
el vigor expresivo del realismo.
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