Un nuevo contrato social para América Latina

Anuncio
Un nuevo contrato social para América Latina
1
Ernesto Ottone
Las cifras de los últimos años parecen indicar que después de muchos
avatares América Latina ha entrado en un ciclo que nos entrega resultado
económicos y sociales más positivos que aquellos que marcaron los tres
primeros años del siglo XXI.
Un reciente estudio de la CEPAL2 señaló que la región crecerá este año
alrededor de un 5% completando de ese modo cuatro años de expansión
económica consecutiva. A ello hay que sumar que la tasa de desempleo cayó
a 9,1% a fines de 2005 y esta tendencia continuará por debajo del 9% en el
primer semestre de este año. Si bien es el nivel más bajo desde mediados de
los noventa, en la región hay todavía 18 millones de personas desempleadas.
Por otra parte otras estimaciones de la CEPAL el número de personas
que se encontraba en el 2005 en situación de pobreza en la región ascendería
a 213 millones, de los cuales 88 millones estarían en situación de pobreza
extrema o indigencia. Dichas cifras equivalen respectivamente al 40,6 % y 16,8
% de la población latinoamericana y caribeña.
Este nuevo ciclo permite un respiro en el corto plazo y en él influyen
fuertemente un escenario externo favorable, las bajas de las tasas de interés y
la revaloración temporal de las materias primas causadas por la eclosión de
fenómenos nuevos como son la enorme demanda de economías gigantescas
como China e India.
1
Secretario Ejecutivo Adjunto a.i. de la CEPAL
2
Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2005-2006
1
Pero sería miope cantar victoria, este respiro sólo será útil si América
Latina es capaz de atesorar esta bonanza pasajera
a través de cambios
sistémicos que abarquen las economías, la política y la situación social, que
marquen una situación distinta para enfrentar los ciclos negativos haciéndolas
definitivamente menos vulnerables.
Pese a esta mejor situación el panorama latinoamericano no deja de ser
preocupante, pues a la fragilidad económica y social se acompaña una fuerte
fragilidad política y hasta de cierta desafección al sistema democrático,
resurgimientos de atmósferas sociales que pueden minar los sistemas de
negociación de los conflictos y favorecer las ofertas populistas de origen
corporativo, de reacciones identitarias antimodernas de distinto signo, que se
caracterizan por ser simplistas, esencialistas y unilaterales y no captan la
necesidad de apreciar el mestizaje cultural de la región que permite entender
nuestra identidad de una manera no estática ni dogmática sino de asumir su
continua transformación e historicidad.
La aguda percepción de injusticia social, de que quienes pagan las crisis
son “los de abajo”; la visión en varios países de las elites políticas como elites
corruptas y de la globalización como una conspiración de los países ricos para
explotar a la región es una realidad que se refleja en el incremento de
posiciones nacionalistas y extremas, como asimismo en el descrédito de
muchos de los gobernantes en la opinión pública, en el desprestigio de los
partidos políticos y en la extrema volatilidad del voto.
Existe
una
demanda
ciudadana
que
pide
más
Estado,
más
institucionalidad, más sistemas de justicia y de seguridad ciudadana,
más
gestión pública. La extrema debilidad de la oferta pública en muchos países
frente a esta demanda genera un vacío que puede frustrar el desarrollo y dar
inicio a un nuevo ciclo de populismos ya sea de izquierda o derecha, integrista
identitario o modernista autoritario, en donde una sociedad civil que busca, en
la mejor tradición gramsciana articularse con el Estado sea reemplazada por
2
una sociedad incivil que lleve a la paralización del esfuerzo de desarrollo o a
procesos de sociedad con un nivel de conflicto insostenible.3
Se hace indispensable el desarrollo de sistemas políticos que permitan
capturar la diversidad, pero que generen cohesión social, reglas del juego
respetadas y transparentes. Reinvindicación de lo público y de un sistema
democrático fuerte, lo que sólo puede ser fruto de un sistema político con gran
capacidad de agregación y con una vocación a la vez de integración al mundo
y de reducción de las múltiples manifestaciones de las desigualdades.
Es en este contexto donde han surgido reflexiones que apuntan a
orientar políticas para el logro de una mayor cohesión social, misma que se
presenta con una doble faz, medio y fin de las políticas públicas.
La Cohesión social debe considerar a nuestro juicio dos aspectos, uno
de los hechos objetivos que existen al interior de nuestras sociedades, y otra
de las percepciones, el sentido de pertenencia que los miembros de la
sociedad tienen. Es decir a los aspectos más o menos clásicos del bienestar
se le deben agregar el estar bien, el sentirse parte.
En este sentido la cohesión social se constituye por la relación entre los
mecanismos de reinclusión / exclusión social por un lado y las respuestas,
percepciones y disposiciones de la ciudadanía al funcionamiento de dichos
mecanismos.
Sin reconocimiento del otro y sin sentido de pertenencia no es posible
imaginar acuerdos que sean percibidos por todas las partes como legítimos y
por ende que puedan ser perdurables.
En consecuencia la Cohesión social supone en su bases un “contrato
social” en el cual distintos actores que comparten un sentido de pertenencia y
3
Algunos de estos conceptos fueron expuestos por Manuel Castells en el Seminario “Globalización,
Estado y Ciudadanía”, organizado por University of Southern Califormia (Center on Public Diplomacy) y el
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 28-30 octubre 2005, Los Angeles,
California, E.E.U.U.
3
reconocimiento mutuo “han negociado” sus “contribuciones diferenciadas” en
vistas a hacer realidad los derechos sociales de todos los miembros de esa
comunidad.
Dicho contrato deberá precisar cuantos y cuales derechos pueden ser
garantizados, expandiendo su exigibilidad; con qué gradualidad y qué
estructura de riesgo está la sociedad dispuesta a asumirlos como
responsabilidad colectiva y determinar qué pacto fiscal puede sustentar dichos
acuerdos, en el cual todos los actores se sientan de alguna manera
beneficiarios.
Como dice la CEPAL “un pacto social centrado en la protección
representa la culminación de un acuerdo en el que los derechos sociales se
consideran como horizonte normativo y las desigualdades y restricciones
presupuestarias como limitaciones que es necesario enfrentar.
Un pacto social estructurado en torno a la protección tiene tanto
aspectos sustantivos como procesales. Los primeros se refieren a los
contenidos y se relacionan con garantías irreductibles, formas concretas de
solidaridad y transferencias, progresividad de la cobertura, prestaciones de
calidad y expansión de acceso. Un pacto social de protección debe regirse por
principios de universalidad, solidaridad y eficiencia. Esto no significa que todo
beneficio sea universalizable, sino que la sociedad establece, a partir de un
diálogo entre los agentes sociales, los estándares de calidad y cobertura que
deben garantizarse a todos sus miembros. Además, junto con contener reglas
claras y explícitas y normas sobre gestión, un pacto social debe adherir a
criterios de estabilidad macroeconomica vinculada a la socialización de
beneficios y sacrificios. Solo una economía con una estructura productiva
estable y vigorosa que incorpore a vastos segmentos de la población y se rija
por un principio de transferencias solidarias, que apunte a universalizar la
protección social y el desarrollo de capacidades y oportunidades permitirá
conciliar las dos caras del desarrollo: el crecimiento y la equidad.
4
Los aspectos procesales de un pacto social se refieren a cómo se convoca al
pacto, quienes participan, cuáles son los procedimientos de deliberación y
representación, cómo se fiscalizan los acuerdos y se controla su aplicación, y
cómo desempeña el Estado su papel regulador” 4
A partir de considerar estos aspectos y desarrollar políticas públicas
dirigidas hacia y con los actores sociales que aseguren altos niveles de
cohesión social y niveles básicos de consumo político, se podría pensar en un
contrato social que encarne un compromiso entre sociedad civil y el Estado,
para la América Latina del siglo XXI.
4
CEPAL, La protección social de cara al futuro: Acceso, financiamiento y solidaridad. Síntesis
5
Descargar