Aprovechamiento del Vapor de Agua como Fuente de Energía Alterna. Roy O. Dyer N., Evilus Rada V. Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela [email protected] , [email protected], mayo, 2009 Resumen. La acumulación de grandes masas de vapor de agua y dióxido de carbono, generados a partir de la combustión de hidrocarburos, incide en el aumento de la temperatura global de la superficie terrestre mediante el fenómeno conocido como efecto invernadero. Por otro lado, el vapor de agua generado viaja por la atmósfera siguiendo los patrones de circulación del aire hasta llegar a una altura de aproximadamente 11 Km desde la superficie terrestre, donde las condiciones de presión y temperatura que imperan en la región fomentan su condensación. Reportes estadísticos demuestran que en los últimos 42 años se han generado aproximadamente 138.359 millones de toneladas de vapor de agua a raíz de la combustión de hidrocarburos. La condensación de este vapor, una vez que alcanza la altura límite, genera abundantes precipitaciones y al mismo tiempo desprende hacia la atmósfera un calor latente equivalente a 74,7 x 1015 Kcal, el cual a su vez incide en el calentamiento global. De acuerdo a la problemática ambiental que implica la generación de vapor de agua por medio de la combustión de hidrocarburos, se sugiere fomentar el desarrollo de tecnologías para la generación de energía a partir del vapor de agua que disminuyan el impacto ambiental producido por la quema de combustibles fósiles. Introducción Desde el año 1965 hasta el año 2007, según el reporte estadístico de BP del año 2007 [1], el consumo mundial de petróleo ha aumentado linealmente de 1530,8 a 3952,8 millones de toneladas, habiéndose consumido a nivel mundial un total de 128.110 millones de toneladas de petróleo en sólo 42 años. En promedio, los combustibles fósiles contienen un 12% en peso de hidrógeno atómico. Mediante la combustión, el hidrógeno reacciona con el oxigeno proveniente del aire atmosférico formando vapor de agua. En base a los reportes estadísticos de BP del año 2007 [1], a raíz de la combustión de 128.110 millones de toneladas de petróleo durante los últimos 42 años, se han generado 138.359 millones de toneladas de vapor de agua. Cabe destacar que este vapor de agua es generado a partir del hidrógeno atómico contenido en los combustibles fósiles, lo cual sugiere que se está inyectando una cantidad importante de agua generada a la atmósfera. Además del vapor de agua generado en la combustión, la obtención de energía a partir de la combustión completa de hidrocarburos genera corrientes de dióxido de carbono, que al igual que el vapor de agua, es emitido a la atmósfera. La acumulación de estos gases en la atmósfera contribuye a la formación de un manto térmico que absorbe la radiación infrarroja emitida por el suelo que a su vez ha sido calentado por la luz solar. De esta forma, la radiación absorbida por las moléculas que conforman la capa térmica es enviada de nuevo a la superficie terrestre, produciéndose de esta forma el fenómeno conocido como Efecto Invernadero, el cual incide en el aumento de la temperatura global del planeta. La gran cantidad de vapor de agua generado mediante combustión de hidrocarburos, además de contribuir con el efecto invernadero, tiene otras implicaciones en el ciclo hidrológico que de igual forma contribuyen con el calentamiento global. Influencias de la Generación de Vapor de Agua en el Ciclo Hidrológico El ciclo hidrológico se considera un sistema cerrado, donde no hay generación ni destrucción de H2O, solo transformación de fases. De esta forma, la cantidad de agua que se traslada bajo todas sus formas a través del ciclo hidrológico aumenta gradualmente conforme se va generando agua adicional a partir del hidrógeno atómico presente en los combustibles fósiles, pudiéndose hablar entonces de un desequilibrio en el ciclo hidrológico y de las implicaciones ambientales que esto conlleva. El 99% del vapor de agua presente en la atmósfera se encuentra contenido en la troposfera, que es la porción de atmósfera que existe desde la superficie terrestre hasta unos 11 km de altura. Consideremos la troposfera como un sistema hidrológicamente cerrado, donde el único intercambio de calor con el espacio exterior es por radiación. Dentro del sistema ocurren intercambios de calor por conducción y convección. La temperatura disminuye con respecto a la altura a una tasa promedio de 6,4ºC/km y el comportamiento de la presión a medida que aumenta la altura responde a la ecuación exponencial: Pz = exp{− α ⋅ ( z − z 0 )} . A P0 una altura promedio a nivel global de 11 km, los perfiles de presión y temperatura fomentan la condensación del vapor de agua presente en la atmósfera, razón por la cual consideramos que el sistema es hidrológicamente cerrado. El vapor de agua generado en este sistema a raíz de la combustión de fuentes fósiles, se distribuye en el aire y se desplaza siguiendo ciertos patrones de circulación. Cuando estas corrientes se elevan cerca de los 11km, el vapor condensa desprendiendo el calor latente necesario para cambiar de fase. De acuerdo al reporte estadístico de BP [1], las 138.359 millones de toneladas de vapor de agua generadas mediante la combustión del petróleo en los últimos 42 años, desprenden un calor latente durante la condensación que equivale a aproximadamente 74,7 x 1015 Kcal. Este calor desprendido de la condensación del agua permanece en la atmósfera, rebotando hacia la superficie terrestre debido al efecto invernadero, el cual a su vez se incremente a causa de la generación de vapor de agua. Por otro lado, la condensación de grandes masas de vapor de agua conlleva precipitaciones abundantes y duraderas, cuyo efecto se puede evidenciar con el incremento entre un 5% y 10% en las precipitaciones continentales durante el siglo XX que reporta el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change).[2] Una corriente de oxígeno proveniente del aire es inyectada al cátodo, mientras que una corriente de hidrógeno proveniente de un tanque es inyectado al ánodo. En el ánodo, un primer catalizador divide el hidrógeno en protones y electrones. Los protones migran hacia el cátodo a través de la membrana que separa los dos electrodos, mientras que los electrones se ven obligados a pasar hacia el cátodo por un circuito externo, generando así energía aprovechable. En el cátodo, los protones y electrones provenientes del ánodo reaccionan con el oxígeno del aire en presencia de un segundo catalizador para generar agua y calor. La disposición de varias celdas en un arreglo, puede generar la cantidad de energía requerida [3] [4]. Si como proceso para la obtención del hidrógeno que es inyectado a la celda se emplea la Hidrólisis, la utilización de vapor de agua como fuente de alimentación al proceso contrarresta en cierta medida la generación de vapor de agua que resulta del motor de hidrógeno. Esta tecnología resulta aún más ideal, si se considera la energía solar como fuente de energía para obtener la electricidad requerida para hidrolizar el agua. Conclusión En vista de la generación de grandes masas de vapor de agua debido a la combustión de fuentes fósiles y las implicaciones ambientales que esto supone, y del aprovechamiento de este vapor para crear un sistema sustentable de generación de energía, se sugiere la creación de un grupo de investigación que incluya, como proyecto relevante, el desarrollo de tecnologías para el aprovechamiento del agua como fuente de energía alternativa. Referencias El Motor de Hidrógeno como Fuente de Energía Alternativa En vista de las graves implicaciones ambientales producidas por la combustión de fuentes fósiles, el desarrollo de tecnologías para la implantación de fuentes de energías alternativas que tengan menor impacto ambiental se hace cada vez más necesario. Una de las tecnologías que producen menor impacto ambiental es la obtención de energía mediante el motor hidrógeno. El motor de hidrógeno cuenta con un arreglo de celdas de combustible. Cada celda está formada por dos electrodos separados por una membrana plástica. [1] BP Statistical Review of World Energy, June 2008. http://www.bp.com/statisticalreview [2] Third Assessment Report: Climate Change 2001, Intergovernmental Panel On Climate Change. www.ipcc.ch. [3] Leo J. Blomen, Michael N. Mugerwa, Fuel Cell Systems. Plenum Press, New York, 1999. [4] Manfred W. Breiter, Electrochemical Processes in Fuel Cells. Springer-Verlag New York, 1989.