8 NEGOCIOS LATERCERA Domingo 14 de abril de 2013 ECONOMIA ¿Debe intervenir el Banco Central en el mercado del dólar? SI CON un volumen de comercio de 56% del PIB, niveles arancelarios promedio cercanos a cero y un crecimiento que descansa a largo plazo en las exportaciones, no cabe sino concluir que para nuestro país el tipo de cambio importa, y mucho: no da lo mismo qué nivel tenga. Actualmente, el tipo de cambio real se encuentra en niveles extremadamente deprimidos, dentro del rango del 5% más bajo de los últimos 10 años. Sólo alcanzó niveles algo inferiores hacia principios de 2008, meses antes de que reventase la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos, quebrase Lehman Brothers y el tipo de cambio saltase casi un 25% en cosa de unos pocos meses, evidenciando de paso que los “fundamentales” sobre los que estaba supuestamente basado podían cambiar de la noche a la mañana, amén de que parte de la determinación cambiaria previa estaba afectada por distorsiones de la economía global. Hoy, como ayer, la economía global está nuevamente funcionando con serias distorsiones y, en consecuencia, nuestro tipo de cambio se ve influido por ellas. Lamentablemente, parece que no hemos aprendido la lección, porque, hoy como ayer, la opinión mayoritaria es que al tipo de cambio no hay que tocarlo, ya que reflejaría unos supuestos “fundamentales” (precio del cobre, crecimiento económico, etc). Pero los “fundamentales” -ya aprendimos- pueden cambiar de la noche a la mañana, y tampoco es efectivo que el tipo de cambio real, en el corto plazo al menos, dependa “sólo” de los fundamentales. Botón de muestra: el tipo de cambio ha agudizado su caída en las últimas semanas, al tiempo que el precio del cobre ha disminuido. ¿Dónde queda la teoría de los “fundamentales”? ¿No debió haber subido el tipo de cambio ante la baja del precio del cobre? Al tipo de cambio no hay que “leerlo” desde los indicadores macronacionales, sino desde el concierto financiero global, lo que nos lleva a las tasas de interés de los países ricos. Las políticas monetarias actuales de dichos países, sin precedentes en la historia económica moderna, mantienen las tasas de interés en niveles extremadamente bajos, a pesar de que la deuda pública de estas economías se empina cerca o incluso por sobre el 100% del PIB. La inyección masiva de liquidez se ha acumulado en definitiva en la caja de los bancos y corporaciones más que fluir a la economía real, al tiempo que inversionistas y especuladores, de cara a esas bajísimas tasas de interés, buscan denodada- Por Jorge Quiroz* mente fuentes de ganancia en cualquier sector posible. Bajo esas circunstancias, lo que está ocurriendo a nivel global es una suerte de carry trade masivo que, dirigido fundamentalmente a economías emergentes, lo que hace, en definitiva, es apreciar sus monedas. Nada hay que haga pensar que esa apreciación será la “justa y necesaria” para no desviar al tipo de cambio de sus “fundamentales”; muy por el contrario, todo indica que esa apreciación llevará al tipo de cambio por debajo de sus “fundamentales”. En consecuencia, carece de todo sentido mirar indolentemente cómo la moneda se aprecia y el sector exportador pierde fuerza, en circunstancias de que parte de las causas de la apreciación tienen su origen, al menos parcialmente, en una economía global notoriamente distorsionada. Nadie sabe hasta cuándo durarán estas distorsiones, pero lo que sí sabemos es que no serán eternas, por lo que “más vale prevenir...”. Me pronuncio, en consecuencia, en favor de una intervención cambiaria. ¿Cómo hacerlo? Hay quienes recomiendan una contracción del gasto público. Esa corresponde a una visión “de flujos” del tipo de cambio real, que si bien tiene alguna validez en el largo plazo, resulta de poca utilidad en el corto plazo. Ello, además de que la elasticidad del tipo de cambio real respecto del gasto público es baja para cualquier propósito práctico de política. Por ende, lo que toca es considerar una intervención del Banco Central. Existe una amplia literatura que indica que, en términos generales, la intervención de los bancos centrales, en economías emergentes, en el mercado cambiario, ha tendido a generar los efectos deseados, si bien con una gran heterogeneidad de resultados y grados de éxito (1). Cada caso es distinto. En las circunstancias actuales, lejos de propiciar una compra “anunciada” de dólares en un período determinado, como se ha hecho antes, sugiero considerar más bien compras masivas y sorpresivas de dólares, ya que en definitiva, de lo que se trata, es de sorprender a los capitales especulativos de modo tal que pierdan dinero e incrementen el riesgo percibido en este tipo de operaciones. Desde luego, esta medida conllevaría necesariamente otras consideraciones. Por ejemplo, cuánto de la compra de dólares debiese ser esterilizada y cómo esa compra masiva de dólares se puede hacer compatible con las metas inflacionarias, todos temas complejos y no fáciles de resolver. Pero nadie dijo que la política monetaria tenía que ser siempre un asunto fácil y trivial, ¿o sí? (1) Menkhoff, Lukas. (2012). “Foreign Exchange Intervention in Emerging Markets: A Survey of Empirical Studies”. Discussion Paper No. 498. Leibniz Universität Hannover, Department of Economics. * Socio Jorge Quiroz C. & Consultores Asociados. “Carece de todo sentido mirar indolentemente cómo la moneda se aprecia y el sector exportador pierde fuerza (...). Me pronuncio, en consecuencia, en favor de una intervención cambiaria”. “En las circunstancias actuales, lejos de propiciar una compra “anunciada” de dólares en un período determinado (...), sugiero considerar más bien compras masivas y sorpresivas”.