Antecedentes y evolución de la psicología materialista

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REVISTA CUBANA DE PSICOLOGÍA
Vol.21, No.1, 2004
ANTECEDENTES Y EVOLUCIÓN
DE LA PSICOLOGÍA MATERIALISTA:
UN ESTUDIO HISTÓRICO
Walter Lizandro Arias Gallegos, Escuela Profesional de Psicología de la Universidad
Nacional de San Agustín, Arequipa - Perú
RESUMEN
El presente artículo recopila una secuencia de datos históricos asociados al surgimiento y desarrollo de
la Psicología Materialista (obras, doctrinas y disciplinas filosóficas, principales autores, investigaciones
y descubrimientos científicos, etc.) que, enmarcados dentro de la perspectiva del análisis sociohistórico de la humanidad y tras la revisión de los eventos más resaltantes de la historia de la
psicología, revelan un complejo proceso de maduración y transformación ideológica que nos conduce a
hacer una serie de críticas y consideraciones acerca de la situación actual de la filosofía materialista
dentro del campo de la psicología.
ABSTRACT
This article contents the historical analysis referring to the development of the materialism into
psychology framework. Consequently with the historical review of the most important events to the
history of psychology (publications, main authors, philosophical positions, theoretical foundations,
discoveries and recent investigations), we assume necessary to consider the actual place that dialectic
psychology takes in our days, and some of goals its plant in order to reach the highest level of quality as
science as far profession.
hasta el advenimiento de las sociedades
neoliberales de nuestro tiempo, el “materialismo” ha
derramado su contenido ideológico en todas las
áreas del quehacer humano. En psicología, este
contacto entre filosofía materialista y el estudio de
los
fenómenos
psíquicos,
ha
encontrado
innumerables voces de abierto rechazo, pero a la
vez también, con el desarrollo científico de la Rusia
socialista ha obtenido grandes logros, que sería
mezquino no reconocer.
INTRODUCCIÓN
Cuando hablamos del surgimiento y desarrollo de
la “psicología materialista”, nos referimos a un largo
y complejo proceso histórico
de cambios y
contradicciones, cuyo ineludible producto es el
establecimiento de una cronología que debido a su
amplitud y diversidad de hechos, plantea problemas
importantes para llevar a cabo un análisis completo
y necesario, que considero vejado dentro del marco
actual de la historia de la psicología. Cabe resaltar,
sin embargo, que la psicología materialista no ha
sido nunca, ni es, un producto acabado, ni mucho
menos perfecto; sino más bien, que está dotada de
las ideas y conocimientos de las sociedades
humanas, de sus creencias y sus métodos, de sus
hazañas y sus limitaciones.
Así, bajo la luz del enfoque histórico,
la
psicología, responde a la imagen de la sociedad,
que en el plano de la historia se mueve ad infinitum
en un espiral de hechos y acontecimientos
interpuestos bajo la categoría de causas y efectos.
Esta construcción gradual de la historia representa
la lucha entre lo viejo y lo nuevo, entre lo pasado y lo
presente; y ese es el fundamento del desarrollo de la
psicología a través de la historia, sea cual sea su
orientación.
La filosofía materialista ha estado siempre
presente a lo largo de toda la historia de la
humanidad, y ha tomado rumbos particulares según
las características de la época y de la doctrina del
hombre como individuo. Desde la aparición de las
primeras escuelas filosóficas de la antigua Grecia,
LA INTERPRETACIÓN MATERIALISTA
DEL MUNDO Y EL ORIGEN DEL PENSAMIENTO
HUMANO
¿Cuándo surge el materialismo? Esta es una
pregunta difícil, que debemos responder a la luz de
la historia de la humanidad. Aunque la palabra
“materialista” no aparece sino hasta finales del siglo
XVII, según Saint-Sernin (1986), proveniente del
vocabulario teológico que denota la “herejía” de
Hermógenes (quien sostenía que la materia es tan
antigua como Dios); podemos encontrar filósofos y
corrientes precursoras que datan de mucho antes
que se instaurara el materialismo, y que son la
prueba objetiva de los primeros intentos del hombre
por comprender el mundo que le rodea.
Por lo tanto, debemos distinguir que el
materialismo tiene un origen histórico y otro
intemporal. El primero se avoca al hecho histórico,
al momento en que aparece el materialismo como
tal, vale decir, como filosofía independiente que ve
en la materia la forma de existencia del universo y
76
Cada progreso logrado, empuja al hombre a
enfrentarse con nuevas necesidades, ya no
biológicas ni materiales. El desarrollo psicológico
alcanzado por el hombre, a través del
perfeccionamiento de sus procesos perceptuales, la
diversificación de su lenguaje y la amplitud de su
pensamiento; le permiten formularse interrogantes
ante los hechos que no puede explicar por medio de
sus razonamientos aún insipientes. Entonces como
respuesta a sus dudas y limitaciones surge el
idealismo, y con él, el pensamiento mítico que
intenta explicar el origen del mundo. Mitología,
paganismo y religión son sus formas principales de
entender el mundo en una cosmovisión que
antepone el deios a la physis; una pseudosolución
anterior a la filosofía, que carece de logos, de
metodología y de comprobación empírica.
Es así como Engels (1961), concibe el proceso
de transformación de mono en hombre; explicando
que a las organizaciones primitivas de convivencia
social, les precede la contradicción hombrenaturaleza, y que a través de la creación de
instrumentos y herramientas en manos de los
hombres, esta deviene en actividad productiva, que
desde entonces, acompaña su ascenso humano y
social con su base en el trabajo. Un trabajo, que en
sus orígenes desconoce la alienación y la
explotación del hombre por el hombre. Un trabajo,
que encierra el secreto del desarrollo histórico de la
humanidad.
La filosofía materialista recoge esta interpretación
de la evolución histórico-social y la incorpora a los
principios del materialismo histórico que junto con el
materialismo dialéctico son el fundamento de la
psicología científica. El idealismo en cambio, niega
este proceso de organización social, que gracias al
trabajo, mediatizado por la actividad manual y la
objetivación del lenguaje; suscita la síntesis psíquica
y desarrolla el pensamiento.
Así pues la polaridad entre el materialismo; fruto
de la separación de lo objetivo y lo subjetivo, y el
idealismo; fruto de las limitaciones de lo subjetivo,
traza en la historia del hombre el punto de
confrontación filosófica más ricamente debatido a
través de los tiempos. Así pues, bajo una sola
denominación, ya sea materialismo o idealismo, se
oculta la antinomia de dos concepciones que
entienden la realidad de formas radicalmente
distintas. Como el blanco y el negro, como el día y la
noche; la una desemboca inevitablemente en la otra.
de todo cuanto lo compone. El segundo, en cambio,
se refiere –en retrospectiva– a todas aquellas
condiciones que anteceden al materialismo pero que
sin las cuales no hubiera sido posible su desarrollo.
Ahora bien, Hermógenes se equivocó al decir que
la materia es tan antigua como Dios, ya que siendo
Dios idea en el cerebro del hombre, se entiende que
la materia precede a este. Psicológicamente
hablando diríamos que “lo primario es la materia, o
sea el cerebro, y que en este caso lo psíquico, la
conciencia es lo derivado, el reflejo de la realidad
objetiva en el cerebro” (Rubinstein, 1984a). El
desarrollo del materialismo, entonces, implica el
desarrollo del hombre; como organismo biológico,
como esencia social y como realidad psicológica.
Decimos esto porque con la transformación del
homo faber en homo sapiens, el hombre empieza a
interpretar la realidad por medio de su pensamiento,
no ya de su percepción inmediata, ni de su instinto
natural; y es en este proceso que aparece la
conciencia y por medio de ella la realidad se
presenta ante él como materia, es decir, surge el
materialismo en la cabeza del hombre.
Como lo expresara Silvio Rodríguez “toda época
fue pieza de un rompecabezas para subir la cuesta
del gran reino animal”; el mono se transforma en
hombre en medio de una serie de acomodaciones
ambientales: una vez que el mono desciende de las
ramas; amplía su horizonte visual, endereza su
postura y se modifica su andar, y lo más importante,
descubre en sus manos una herramienta útil con la
que empieza a transformar la naturaleza, y en este
proceso se transforma él mismo.
El homínido ya no es más un primate, sino un
nuevo ser en el que se extienden sus modos de
actuar, sus formas y métodos, surgen nuevas
necesidades, se forjan nuevos intereses y
costumbres. La necesidad de acercarse unos con
otros, de comunicarse, de colaborar mutuamente en
las acciones colectivas del grupo; termina por
despertar en él, la conciencia como reflejo subjetivo
de la realidad objetiva. Se abstraen nuevas nociones
y conceptos, y aparece el lenguaje hablado, luego
las palabras se transforman en señales escritas y
con esta nueva capacidad se hacen perennes los
conocimientos y se construye la historia.
Los hombres cambian sus hábitos, se multiplican
los pueblos expandiendo sus culturas y adaptándose
a nuevas exigencias naturales, pero su lucha se
realiza dentro de circunstancias sociales. Se
diversifican los modos de producción y los medios
que los definen, la agricultura y ganadería no son
suficientes para cubrir las necesidades humanas,
surgen el tejido, la artesanía, se trabajan los
metales; y gracias al comercio, el intercambio
cultural catapulta el desarrollo de tribus y clanes.
Surgen las sociedades y estas a su vez se
transforman en estados y naciones, y bajo la
necesidad de gobernar se crea el derecho y la
política, movidas por una fuerza imperceptible: la
economía.
FILOSOFÍA HELÉNICA
Y MATERIALISMO
Grecia siempre fue considerada como la cuna de
la filosofía y el centro cultural más grande del mundo
antiguo, tal vez porque a diferencia de egipcios,
persas y fenicios; los griegos supieron exponer con
sorprendente lucidez el bagaje cultural contenido en
su arte, ciencia y filosofía.
Una de las razones que determinó el despegue
intelectual de la nación helénica, fue según Boeree
77
“No podemos bañarnos dos veces en el mismo río
porque sus aguas fluyen constantemente y el río deja
de ser el que era antes.”
(Heráclito, citado por Boeree, 2000, www )
(2000, www), su habilidad para leer y escribir.
Aunque Grecia no fue la única cultura que utilizara la
escritura en su cotidianidad, fueron los griegos, los
primeros en reconocer en el alfabeto escrito una
forma ilimitada de expresar sus ideas.
Otra razón, la encontramos en su forma de
gobierno. Para una civilización como la griega, con
una geografía diseccionada en pequeños grupos de
islas, la alternativa más viable para gobernar fue
instaurar una política “descentralizadora” con una
economía basada en el comercio marítimo. Así, no
sólo se ampliaron las posibilidades de contacto
intercultural entre sus ciudades estado, sino que
además se fue forjando una conciencia social de
democracia y libertad. Una estructura económica de
esta naturaleza introdujo en el pueblo heleno una
psicología sumamente particular, que lo diferenció
marcadamente de sus vecinos mediterráneos. Por
un lado, fueron fieros guerreros y entusiastas
conquistadores; y por el otro, se dedicaron a cultivar
los más nobles ideales del espíritu humano.
No resulta pues extraño, que Jonia, una de las
joyas de la Grecia antigua, se convirtiera durante el
reinado de Ptsamik I, en el escenario de aparición
de la filosofía. Esta filosofía que se gesta en Grecia,
surge como respuesta a las doctrinas místicas, que
pretendían explicar el origen del mundo por medio
de especulaciones y de pensamientos de carácter
idealista. El pensamiento filosófico en cambio se
caracteriza por ser reflexivo y racional, y representa
el salto cualitativo del saber irracional al saber
lógico.
Fueron los filósofos anteriores a la vida de
Sócrates, quienes afrontaron la difícil tarea de
averiguar cual era la sustancia primera o argé, de la
que se forman todas las cosas de la naturaleza. Este
pensamiento naturalista no es otra cosa, más que
una forma de materialismo filosófico, pero en una
etapa embrionaria.
Los presocráticos se encuentran repartidos en
varias escuelas situadas en todo el territorio
helénico. Así, en la Escuela Jónica encontramos a
quien es considerado por muchos, como el primer
filósofo en la historia: Tales de Mileto (624-548 a.c.).
Tales propuso que la sustancia formadora de la
naturaleza era el agua, por tanto podríamos
considerarle además como el primer materialista.
Sin embargo, los supuestos de Tales eran animistas,
ya que creía que todo lo que se mueve tiene alma.
Más tarde, un discípulo suyo, Anaximandro (611-546
a.c.), refutaría su tesis y fundaría lo que se conoce
como monismo, al postular que todas las cosas
provenían de una sustancia eterna que denominó
apeirón. Anaximadro también se adelantó a su
época con el pensamiento de que el hombre
procede por evolución de formas inferiores de vida.
En Éfeso, Heráclito (536-470 a.c.), se acercó cada
vez más al materialismo y en particular a la
dialéctica, pues consideraba que la realidad fluye
constantemente, es decir, reconoció que el modo de
existencia de la materia es el movimiento:
Según Heráclito, todo se mueve pero no
caóticamente, sino más bien, conforme a leyes
naturales que provocan cambios cuantitativos y
cualitativos, este principio lo bautizó con el nombre
de teoría de los flujos (Robinson, 1982). Para
Heráclito, la lucha era un aspecto necesario en el
desarrollo, tal como lo expone el materialismo
dialéctico. Finalmente, Heráclito, veía en el fuego el
origen de la realidad, en oposición a Tales y
Anaximandro. En el año 430 a.c. una terrible peste
se asomó a Atenas (Tucídides, 1998); Hipócrates
(460-370 a.c.), “padre de la medicina”, llevó a cabo
una estrategia sui generis para contrarrestarla. Por
órdenes
de
Hipócrates,
se
encendieron
innumerables hogueras que ardían día y noche y
que rodearon toda la ciudad. De esta manera,
Hipócrates
consiguió
detener
la
peste.
Probablemente, este hecho, haya influido en las
ideas de Heráclito para ver en el fuego, el elemento
eterno que inspira el movimiento del universo.
Alcmeón de Crotona (520 a.c.), fue un médico y
filósofo griego, que perteneció a la escuela
pitagórica. Fue el primero en practicar disecciones
de animales y por ello es el padre de la anatomía
comparada (Merani, 1979). Además, afirmó que el
cerebro es el órgano del alma y con esto subyugó
las funciones psíquicas superiores a la actividad
cerebral.
Los atomistas, conformaban otra escuela
presocrática representativa, y se basaban en los
supuestos de su fundador: Leucipo (460-370 a.c.).
Los
atomistas
tenían
una
concepción
eminentemente materialista del mundo. Todo es
materia, incluso el alma.
Las ideas de Leucipo fueron continuadas por
Demócrito (460-370 a.c.) y no se sabe hasta que
punto el uno influyó en el otro, de manera tal que,
resulta difícil deducir cuales son las ideas
personales de cada uno. El atomismo sostiene que
el principio ulterior de todas las cosas son los
átomos, infinitos en número, indestructibles,
impenetrables y eternos. El pensamiento atomista es
el antecesor directo de la teoría cuántica formulada
por Max Planck (1868-1947) en 1900 y que le
permitiera ganar el premio Nobel de física dieciocho
años después.
Durante el periodo de la filosofía clásica,
cronológicamente después de los filósofos
presocráticos encontramos a Sócrates (470-399
a.c.), Platón (437-347 a.c.) y Aristóteles (384-322
a.c.). El primero, influenció notoriamente en los
pensamientos de su época, pues cambió la dirección
de la filosofía griega. Hasta antes de Sócrates la
filosofía era cosmogónica, se interesaba por los
problemas relativos a la naturaleza y al universo,
pero la filosofía de Sócrates se volcó sobre los
problemas relativos al hombre y a su naturaleza
78
dominaron toda acción humana y condenaron,
cualquier intento de estudio de la realidad que
antepusiera la razón a la fe. Además como dice
Merani (1976) “ ...al fraccionar el feudalismo la vida
social en pequeños centros disociados e
independientes, impidiendo la circulación de
hombres y de ideas, constituyó el principal obstáculo
para una educación intelectual” (pág 219). Para el
materialismo, este fue, sin lugar a dudas su peor
momento.
Revisemos pues, el momento histórico que
delinea el desarrollo de la psicología de ese
entonces, y que deviene directamente del dominio
del cristianismo que primó durante 12 siglos:
ochocientos años después de la fundación de Roma
(500 a.c.), Constantino (270-337), extendió su
imperio a casi todo occidente y declaró como religión
oficial al cristianismo en el año 312, quedando al
margen de la ley la práctica de antiguas religiones
que
el
pueblo
romano
profesaba
casi
subrepticiamente. En el año 325 se realizó el primer
concilio ecuménico (concilio de Nicea); en el que
quedó estipulado que los planteamientos de la
Iglesia se aceptarían como dogmas incuestionables.
La tarea de los filósofos, fue la de darle un sólido
cuerpo teórico a la doctrina cristiana, momento que
recibe el nombre de patrística. Aunque existen
precedentes, al respecto, en los trabajos de Filón;
quien intentó conciliar el pensamiento helénico con
la filosofía judaico cristiana, fue a través del
desarrollo de la filosofía patrística, que el
cristianismo asume su forma actual. Alimentada por
las filosofías de múltiples corrientes y de pensadores
de la talla de Platón y Aristóteles, el cristianismo
contiene posiciones irreconciliables; como el
estoicismo de Zenón, la lógica aristotélica y el
neoplatonismo de Plotino (204-269).
Con todo ello, ¿podemos hablar de una
psicología patrística?. San Agustín (354-430) fue
uno de los hombres de la época que defendió el
movimiento patrístico, y su filosofía no es otra cosa
más que la formulación cristiana del pensamiento
platónico. Hasta antes de San Agustín el
cristianismo se hubiera confundido fácilmente con el
gnosticismo naciente de la filosofía de los babilonios,
pero al introducir la noción del libre albedrío, los
patrísticos se hacen acreedores del mérito de la
invención de la psicología de la motivación
(Robinson, 1982) atribuyéndole a la conducta
humana un valor más allá del intelecto.
Los representantes de la iglesia primitiva, también
adoptaron una forma de paralelismo psicofísico, que
de acuerdo a su doctrina, las características
psicológicas de los seres humanos estaban sujetas
a la purificación del alma y al desprecio por la
materia. Esto condujo al anti-intelectualismo propio
de la edad medieval. La pintura, la escultura, los
estudios anatómicos, etc., fueron drásticamente
sancionados con la muerte.
Aunque el antimaterialismo de occidente se
haría más radical con la puesta en marcha de la
interna. Sócrates es un hito en la historia de la
psicología, ya que es el primer filósofo en
interesarse por la subjetividad humana. El “Conócete
a ti mismo” de Sócrates, refleja fielmente el ideal de
su pensamiento antropogónico.
Platón y Aristóteles, filósofos universales,
trabajaron sobre la base del método deductivo y
enriquecieron el saber humano en los campos de la
lógica, el derecho, la política, la teología y la
psicología. Aunque sus ideas contradicen el
pensamiento materialista –que es el objeto del
presente análisis histórico–,
sus propuestas y
modelos filosóficos impactaron casi inmediatamente
en el pensamiento de la época. Platón fue el padre
del idealismo filosófico y Aristóteles ubicó en el
corazón el principio de la vida psíquica, instauró la
lógica como ciencia formal y además influyó
profundamente en la doctrina judaico-cristiana por
medio de las ideas de Santo Tomás.
El desarrollo de la filosofía post-aristotélica parte
con la muerte de Aristóteles y coincide
históricamente con el periodo de la filosofía
helenística, momento en el que Alejandro Magno
(356-323 a.c.) conquista Grecia, tras vencer a Tebas
y Atenas con sólo 21 años de edad. Durante su
reinado, las ideas de los filósofos griegos se hicieron
conocer hasta el lejano este de la India y el sur de
Egipto; pero su muerte marcaría el final de Grecia y
el rugir del imperio Romano.
La filosofía post-aristotélica no tenía mucho de
materialista, y por el contrario, daría pase a muchas
de las tendencias idealistas que sobreviven en la
psicología contemporánea, como el hedonismo
freudiano y el positivismo de los conductistas. Aquí,
como en el periodo de los presocráticos, podemos
encontrar escuelas filosóficas dominantes pero su
preocupación primordial se centró en las cuestiones
morales. Para el año 212 a.c, cuando Arquímedes
(287-212 a.c.) defendió la ciudad de Siracusa,
quemando los buques de la flota del general romano
Marcelo –con espejos que hábilmente colocados
reflejaban los rayos solares reduciendo los barcos a
cenizas– (Congrains, 1980); ya impartían sus
doctrinas en occidente, los filósofos que sucedieron
a Aristóteles, y que fueron mejor conocidos como los
epicúreos, los escépticos y los estoicos.
EDAD MEDIA Y RENACIMIENTO
Es bien sabido que la edad media significó para el
hombre, el retroceso de todas sus formas
superestructurales. Artes, ciencia, derecho, filosofía
y demás representaciones culturales, se vieron
amenazadas por las prácticas inquisitorias de la
época.
Una de las variables que coadyuvó con el
subdesarrollo y la miseria medieval fue el sistema
socioeconómico imperante. La explotación del
hombre por el hombre fue un rasgo que se
acentuaba cada vez más en el desarrollo de las
sociedades, y el estado feudal estuvo siempre
amparado por la Iglesia. Teocráticamente,
79
Inquisición en 1215, la filosofía del medio oriente, se
organizaba bajo los conceptos propuestos por
Averroes (1126-1198), y el pensamiento escolástico
sirvió de puente entre el oscurantismo y el
renacimiento.
La escolástica abarca la época del imperio de
Carlomagno (742-814) desde el siglo VIII hasta el
renacimiento (siglo XV). Durante este tiempo las
instituciones eclesiales, se encargaban de la
instrucción en las artes medievales, el trivium y el
cuatrivium; y como corolario de estas actividades
aparecieron las primeras universidades: la de
Bologna y la de París. Los eruditos ingleses que
viajaban a París para escuchar conferencias,
tuvieron que reunirse en Oxford, ya que a finales del
séptimo siglo de nuestra era, el rey Enrique II
prohibió tales viajes. Así, se fundó en 1264 la
universidad de Oxford y cortos veinte años después
la universidad de Cambridge fue fundada también.
Para entonces, Santo Tomas de Aquino (12241274), culminaría la monumental obra de
sistematizar los conocimientos doctrinales de la
Iglesia, que hasta entonces se hallaban dispersos (el
tomismo asimila las ideas de Aristóteles y las
reelabora orientado por los aportes de los antiguos
padres del cristianismo).
Pero el espíritu renacentista, ya se sentía venir,
las corrientes reformistas lideradas por Martín Lutero
(1483-1546), cobraban mayor fuerza, y entre 1545 y
1563 tuvieron lugar las sesiones del concilio de
Trento, cuya secuela sería la contrarreforma y la
correspondiente división de la Iglesia en tres grupos:
los protestantes, los ortodoxos y los católicos
apostólicos romanos.
Dos eventos fueron de gran importancia para que
se abriera paso el humanismo renacentista: uno fue
la invención de la imprenta de Gutenberg (14001467), con la que los conocimientos se hicieron
disponibles para un mayor número de personas; y el
otro fue el descubrimiento de América en 1492.
Las figuras clericales que hasta entonces dirigían
el adormecido movimiento intelectual serían
remplazadas por laicos y seglares. La labor de los
mecenas impulsó el despegue de las artes plásticas
y salieron a la luz las obras de Leonardo Da Vinci
(1452-1519) y Miguel Ángel (1475-1564). La doctrina
galénica es desplazada por las ideas de Andrés
Vesalio (1514-1564), considerado como el padre de
la anatomía moderna. Los adelantos científicos no
se hicieron esperar. Nicolás Copérnico (1473-1543)
postuló su teoría heliocéntrica del universo, Galileo
(1564-1642) estableció los fundamentos del método
científico, fabricó telescopios que le permitieron
observar los astros, formuló las leyes físicas del
péndulo y la caída libre de los cuerpos. William
Harvey (1578-1657) dio por primera vez, una
explicación de la circulación de la sangre; y
Descartes (1596-1650) introduciría las primeras
nociones del mecanicismo que influiría en el
pensamiento materialista de los años siguientes.
El renacimiento pretendía olvidar aquellas
persecuciones de la edad media, y defendió el libre
pensamiento, el humanismo, y la autonomía
intelectual. Con estos ideales como escolta, el
desarrollo
científico
redefinió
las
posturas
materialistas
que se propagarían con el
modernismo. Sin embargo, en el terreno filosófico, el
esfuerzo inicial por dejar atrás la vieja filosofía y
desarrollar la nueva ciencia, se bifurcaría en dos
direcciones: el empirismo y el racionalismo.
LA ÉPOCA MODERNA:
EL RACIONALISMO, EL EMPIRISMO
Y EL MATERIALISMO MECANICISTA
Así como el materialismo y el idealismo
representan dos tendencias enfrentadas en sus
maneras de concebir el origen del mundo; los
racionalistas y los empiristas confrontan sus teorías
sobre el origen del conocimiento. Los primeros
consideran que el conocimiento proviene de la
razón, por ello sus métodos fueron deductivos, y no
por coincidencia sus defensores fueron notables
matemáticos como Descartes, Spinoza (1632-1677)
y Leibniz (1646-1716). Los segundos consideran
que la validez del conocimiento radica en la
experiencia, en la subordinación de la realidad a la
primacía de los sentidos, y su pensamiento era
inductivo. El pensamiento racionalista deviene de las
ideas de Pitágoras, quien concebía el mundo como
un complejo sistema gobernado por leyes
matemáticamente establecidas.
Los filósofos
empiristas en cambio, adoptaron el método
experimentalista de Hipócrates.
Los racionalistas y los empiristas no desarrollaron
un pensamiento que pudiéramos considerar
materialista, sin embargo algunos de sus
representantes influyeron en los filósofos venideros
que dieron pie al materialismo mecanicista. El más
conocido de los racionalistas fue Rene Descartes,
versátil pensador que defendió el nativismo, postuló
el primer esquema del arco reflejo, y a través de su
cogito ergo sum concedió a la razón el protagonismo
propio de la línea de los racionalistas. Descartes
propuso un sistema dualista, según el cual existen
dos sustancias, una espiritual (la res cogitans) y otra
material (la res extensa). Esta concepción de la
materia como sustancia fundamentalmente extensa,
le condujo a considerar a los cuerpos físicos como
máquinas autómatas:
“... cuantos diversos autómatas o máquinas vivientes puede
construir la industria de los hombres, sin emplear sino pocas
piezas, en comparación de la gran multitud de huesos, músculos,
nervios, arterias, venas y otras partes que hay en el cuerpo de un
animal, consideren ese cuerpo como una máquina, la cual por
estar hecha por las manos de Dios, esta incomparablemente
mejor ordenada y posee movimientos más admirables que
ninguna de las que pueden ser inventadas por los hombres.”
(Descartes, en el Discurso del método,
1989, pág 115)
Sin embargo, cabe resaltar que la filosofía
cartesiana todavía estaba unida a los principios
80
categorías propuestas por la dialéctica materialista
(ver Rosental y Stracks, 1965).
Es quizás Kant, el filósofo que con un enfoque
crítico y racional, ha perfilado mejor las nociones
filosóficas, para que la dialéctica soviética de Lenin y
el materialismo histórico de Marx dieran paso a la
psicología marxista. Pero es en el terreno de la
ciencia, que se abrió el camino definitivo para la
aparición del materialismo.
En 1687 se publicó la Principia de Sir Isaac
Newton, en la que expondría sus teorías sobre la
gravitación:
teológicos de la vieja escolástica; quizás por la
educación que recibiera de los jesuitas o por el
conservadurismo que aun primaba hasta entonces.
Este pensamiento mecanicista determinaría el curso
de la psicología materialista hasta el siglo XIX, y bajo
la figura que así como el hígado produce la bilis, el
cerebro produce el pensamiento (Smirnov, 1960), la
psicología de entonces tomó una vía peligrosamente
radical; que de haber remplazado el espiritualismo
de la edad media hubiera sumido al mundo en una
forma de materialismo que podía haber sido letal en
aquella época (Robinson, 1982).
Las ideas de Descartes fueron refutadas por John
Locke (1632-1704), un empirista británico, cuyos
postulados asociacionistas asemejan a las ideas del
conductismo watsoniano; Locke también se adelantó
a las ideas liberales que Rousseau propone en su
Contrato Social. En 1689, Locke publicó el Ensayo
sobre el entendimiento humano, donde explica sus
principales ideas. Para Locke la mente es como una
tabula rasa, no hay nada en la mente que no haya
estado primero en los sentidos. La mente se
compone, según Locke, de ideas simples que
cuando se combinan originan ideas complejas. El
objetivo de Locke era refractar la conciencia en sus
elementos básicos para estudiar sus combinaciones,
así como Newton (1642-1727) había refractado la
luz. Este sistema que podemos calificar de
reduccionista y atomista estuvo presente en los
métodos introspeccionistas de los primeros
psicólogos alemanes como Wundt y Tiechener.
El sucesor inmediato de Locke fue George
Berkeley (1685-1753). Berkeley a diferencia de
Locke sólo consideraba las cualidades secundarias
de las cosas (Locke había hecho la distinción entre
cualidades primarias y secundarias, las primeras
dependen del mundo exterior, mientras que las
últimas dependen de la mente) y con ello formuló el
idealismo subjetivo, raíz ideológica de la
fenomenología y el existencialismo.
Después de Inmanuel Kant (1724-1804) la
confrontación entre racionalismo y empirismo
pasaría a ser un anacronismo innecesario, ya que
sería con Kant que quedarían resueltas sus
diferencias, a través de un sistema filosófico
dialéctico que considera igualmente importantes a la
razón y a la experiencia. Así tenemos, que la teoría
del conocimiento de Kant representa dos partes, una
objetiva independiente del sujeto y otra subjetiva que
nace del sujeto, por lo tanto existen dos tipos de
juicios: los que son independientes del sujeto, que
Kant denominó a priori, y que no son otra cosa más
que juicios lógicos que no dependen de la
experiencia; y los que dependen del sujeto que son
a posteriori ya que si dependen de la experiencia.
Vemos pues, que las relaciones sujeto-objeto que
propone la psicología dialéctico-materialista surgen
de la filosofía kantiana. Además, los esfuerzos por
ordenar la naturaleza y sus fenómenos subyacentes
–que comenzaron con Aristóteles– encontrarían en
Kant una estructura sistémica similar a las
“Todo cuerpo ejerce una fuerza de atracción sobre todo
objeto. La magnitud de esta fuerza es directamente
proporcional a la masa de los cuerpos e inversamente
proporcional al cuadrado de la distancia entre ellos”.
(citado por Robinson, 1982, pág 11)
Con las leyes gravitatorias de Newton, los
cuerpos celestes dejaron de ser cuerpos divinos
cuyo movimiento dependía de la omnipotencia de
Dios; entonces se daría un gran paso al quedar
demostrado bajo el rigor de leyes científicas, que el
movimiento es una propiedad inherente a la materia
y que además existe independientemente del
hombre. Así, durante los siglos XVII y XVIII el
materialismo florece como movimiento filosófico,
ignorando las controversias de las tendencias
racionalistas y empiristas, pero como hiciéramos
mención, este materialismo estaría profundamente
determinado por la metáfora de la máquina que
empieza con Descartes y que continúa con Hobbes,
Condillac y La Mettrie; sin embargo el dualismo
cartesiano fue remplazado por el monismo
materialista de Pierre Gassendi (1592-1655), quien
resucitara las ideas de Demócrito. Pero aun con sus
diferencias, el monismo de Gassendi estaba
impregnado del mecanicismo de Descartes.
Thomas Hobbes (1588-1679) es considerado
como representante del empirismo, aunque
metodológicamente, quizá convendría más tipificarlo
como racionalista. En 1651 aparece su obra:
Leviathan, después de la guerra civil que colapsaría
el sistema socioeconómico de Inglaterra, bajo el
gobierno recién asumido de Carlos II. Así como
Descartes trasfirió las leyes de la física a la dinámica
del organismo humano, Hobbes aplicó las mismas
leyes a la sociedad. La metáfora de la máquina lleva
a Hobbes ha considerar a la sociedad como una
gran máquina que se mueve conforme a leyes
físicas. Más de cien años después Lambert Adolphe
Quetelet (1796-1874) avanzaría en la misma
dirección que Hobbes. Trabajando con estadísticas
sociales, su meta era crear una ciencia social
basada en los números, “una física social que diera
orden al caos social” (Hothersall, 1997).
En 1748 Julien De La Mettrie (1709-1751) publicó
L’Homme machine. De acuerdo con La Mettrie la
única diferencia entre el hombre y los animales era
la complejidad de su maquinaria, y no la capacidad
de razonar, como decía Descartes. Vemos pues en
81
La Mettrie, el pico máximo del materialismo
mecanicista que perduró hasta la aparición del
materialismo dialéctico.
Por otro lado, el esquema cartesiano del reflejo
anticipa el modelo de la estatua sensible de
Condillac (1715-1780), que serviría de plantilla para
gran parte de la filosofía materialista hasta finales
del siglo XVIII (Robinson, 1982). Pero Condillac no
tenía interés por las bases materiales de la mente,
simplemente se sentía atraído por la alternativa
antimetafísica de Voltaire. Serían pues, los
gassendistas quienes fundaran las bases del
materialismo psicológico, a manera de unir la
filosofía con la anatomía.
Si bien es cierto, que por un lado el materialismo
mecanicista desvió la psicología del materialismo
dialéctico; por otro lado, también coadyuvó con el
desarrollo de la psicología científica, puesto que se
propiciaron una serie de investigaciones del sistema
nervioso y de las funciones cerebrales. Además los
esfuerzos de Hobbes y Quetelet representan quizás,
los primeros indicios del materialismo histórico que
se cristalizaría con el marxismo.
científicos de la época, así como a literatos y otros
especialistas de renombre. Pero gran parte de la
obra hubo de ser trabajada clandestinamente, pues
al utilizar un lenguaje popular en su redacción, se
inició una persecución; la misma que motivó que
d’Alembert abandonara el proyecto. Aún así, la
enciclopedia tuvo frutos y de esa idea surgió la
Encyclopédie ou Dictionnarie raisonné.
El enciclopedismo es sólo una muestra del interés
por difundir la llama del conocimiento hacia sectores
populares; por ello podríamos decir que el
enciclopedismo no es más que una consecuencia de
la ilustración del siglo XVIII. Lamentablemente la
labor de los enciclopedistas quedó deshecha para
finales del siglo XVIII, ya que Napoleón Bonaparte
(1769-1821), le petit caporal, destrozaría el ideario
revolucionario de la Francia iluminada con el golpe
de estado del 9 de Noviembre de 1799 (Merani,
1976).
Pero el siglo XVIII no terminó sin resultados para la
psicología; el 1786 Luigi Galvani (1737-1798)
presentó un informe de un trabajo a cerca de la
estimulación de los músculos de ranas por medio de
impulsos eléctricos, que se elaboró sobre la base de
las ideas de Benjamín Franklin; sin embargo la idea
de que el cuerpo de una rana pudiera generar
electricidad fue rápidamente refutada por Volta
(1745-1827). Ya en 1850 Emile Du Bois Reymond
(1818-1896) construyó un aparato que llamó
galvanómetro, con el cual dejó sentado que la
conducción eléctrica de los cuerpos es posible a
través de los nervios. Pero sería con Hermann
Ludwing von Helmholtz (1821-1894), que el impulso
nervioso adquiriría su valor numérico (43 metros por
segundo), y así se iniciarían los primeros estudios
de la fisiología occidental que terminarían por parir a
la psicología con el primer laboratorio de psicología
experimental en la Universidad de Leipzig, en 1879.
El siglo XIX sería pues, el escenario de las
investigaciones del sistema nervioso que darían
fundamento a la psicología, no ya anclada a la
filosofía, sino más bien como ciencia independiente.
Las contradicciones de las perspectivas para el
estudio y el entendimiento de las funciones
cerebrales se concentraron en dos bandos. Por un
lado las posturas localizacionistas, alcanzaron su
punto máximo con el idealismo de la frenología de
Franz Joseph Gall (1758-1828), quien encontraría su
más fiero adversario en Pierre Flourens (17941867). Mientras los antilocalizacionistas mantenían
la idea que en el cerebro no existen zonas
funcionales especializadas, siendo su fundador John
Hughlings-Jackson (1835-1911). Los aportes de
Paul Broca (1863) y Carl Wernicke (1874) también
serían esenciales, pues mostrarían la ubicación de
las zonas del lenguaje articulado y comprensivo
respectivamente. Todo este afán por investigar las
funciones cerebrales determinaría la psicofisiología
de los procesos complejos, y años más tarde, el
enfoque estructural sistémico sería el más indicado
para explicar como es que de acuerdo a la
EL ILUSTRACIONISMO
Y LA INFLUENCIA DE MARX
Mientras el materialismo filosófico francés se
expandía rápidamente a las naciones vecinas de
Inglaterra y Alemania, el mecanicismo también se
expandía a nuevos terrenos supraestructurales, y
paso de ser un abstracto filosófico a ser una realidad
“física”, ya que los nuevos inventos y avances
técnicos de la época llevaban el sello del modelo
mecanicista; la máquina a vapor y las grandes
maquinarias que se utilizaron en la industria son sólo
un ejemplo. Pero al modificarse los medios de
producción, se robustece también el sistema
capitalista imperante. La alineación y la enajenación
se agudizan llegando a su máxima expresión (Marx
y Engels), y como lógica consecuencia las
revoluciones sociales no se hicieron esperar. Los
ideales libertarios de libres pensadores como JeanJacques Rousseau (1712-1778), Montesquieu
(1689-1755), Quesnay (1694-1774) y Holbach
(1723-1789), este último representante del
materialismo; preludiaron dos grandes revoluciones:
la revolución de los Estados Unidos en 1776 y la
revolución Francesa de 1789, ambas, sello histórico
de la lucha social por la libertad, la igualdad y la
fraternidad.
Paralelamente, en el siglo XVIII comienza en
Europa un inusitado interés intelectual, del cual
derivan
dos
movimientos
culturales:
el
ilustracionismo y el enciclopedismo, y es por ello que
el siglo XVIII sería conocido como el siglo de las
luces. El enciclopedismo tenía por finalidad, la
compilación de todo el saber humano conocido
hasta entonces, y estaba dirigido por Denis Diderot
(1713-1784) y Jean le Rond d’Alembert (1717-1783).
Como era de esperarse, la elaboración de la
enciclopedia convocó a los más grandes filósofos y
82
concertación de funciones el cerebro trabaja como
un todo (Ardila, 1982).
Los métodos de la época más difundidos para el
estudio de las funciones cerebrales serían dos: la
ablación de tejidos nerviosos (realizada por Flourens) y
la estimulación directa de diversas zonas del cerebro
por medio de la electricidad (como Simonoff, Fritsch,
Hitzig y Ferrier) o de la utilización de sustancias
psicoactivas (como lo hicieron Bernard, Erlich y
Lashley). El uso de técnicas tan nocivas para el estudio
del S.N. sería desplazado gracias al perfeccionamiento
del registro electroencefalográfico (EEG) ideado por
Hans Berger en 1923 (Luria, 1996), y con la aparición
de nuevas tecnologías como la resonancia magnética
(RM) y la tomografía axial (TAC) computarizada,
exclusivas del siglo XX.
El siglo XIX también sería testigo de la aparición
de dos hombres, cuyos aportes desbordarían del
campo de las ciencias naturales y sociales para
cimentar las bases del materialismo y de su
consecuente influencia en la psicología, nos
referimos a Charles Darwin (1809-1882) y a Karl
Marx (1818-1883).
En 1859 se publicó la primera edición del Origen
de las Especies y su impacto sería tan grande como
el de la Principia de Newton. Con esta obra de
Darwin, no sólo se desacreditan las interpretaciones
idealistas del origen del hombre, sino que además
su influencia nutre la nueva visión funcionalista de la
psicología americana (ver Hothersall, 1997). Por otra
parte, una interpretación materialista de la teoría de
Darwin, unifica el principio de la evolución del
hombre con las leyes del desarrollo social y de la
actividad productiva, tal como mencionáramos en un
principio para explicar la evolución histórica del
hombre, según Frederick Engels (1820-1895).
Con Marx, las ideas de la maquina social de
Hobbes, son expresadas de forma real y concreta a
través de las relaciones entre los medios de
producción y las fuerzas de producción que
determinan los modos de producción; no ya
mecánicamente, sino según la dialéctica que Marx
toma de Hegel (1770-1831) y que este tomara de la
filosofía matemática de Pitágoras (Congrains, 1971).
La interpretación materialista que Marx hace de la
sociedad, funda varios principios trascendentales para la
psicología: entre ellos está el principio del determinismo
social, según el cual las condiciones materiales de
existencia determinan el psiquismo, el ser social
determina la conciencia social. El ideario marxista,
explica como la estructura económica de un
determinado sistema, determina la superestructura del
mismo, que se manifiesta a través de las diversas
formas de conciencia social. La ética, la estética, la
ciencia, la educación, la religión, la filosofía y el derecho
son determinados por los modos de producción.
Cabe resaltar, que hasta antes de Marx, los
filósofos idealistas concebían la sociedad y los
cambios históricos como la manifestación de la idea
absoluta, como la autorrealización del espíritu
universal o como el resultado de la actividad de
hombres con determinadas características sociales
(Burlatski, 1982). Con Marx, en cambio se
establecen las leyes del desarrollo social que
determinan la historia de la humanidad. Tenemos
pues, que Marx y Darwin –sobre todo el primero–
influyen más que nadie con el desarrollo de la
psicología materialista en particular, y de las
ciencias en general, y así también lo reconoce el
mismo Engels cuando dice:
“Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la
naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la
historia humana...”
(Engels, en los funerales de Marx, ver Marx y su concepto
del hombre de Erich Fromm).
La filosofía marxista empero, fue criticada
duramente por diversos sectores filosóficos y
políticos de occidente. Para algunos, que interpretan
erróneamente el marxismo, el materialismo de Marx
y Engels descuida las necesidades espirituales
humanas y degrada la esencia del hombre al
amparo y búsqueda de las riquezas materiales, de
ahí que el término materialismo sería confundido y
trastocado del ámbito de la filosofía al léxico popular.
Según Erich Fromm la filosofía de Marx fue
totalmente malentendida, pues no se toma en
cuenta el sustrato eminentemente humanista de sus
ideas, ya que “el fin de Marx era la emancipación
espiritual del hombre, su liberación de las cadenas
del determinismo económico, su restitución a su
totalidad humana, el encuentro de una unidad y
armonía con sus semejantes y con la naturaleza”
(Fromm, 1962, pág 15).
El humanismo de Marx lo apreciamos en su lucha
contra la alineación y la enajenación que propaga el
capitalismo, así como en la autorrealización humana
por medio del trabajo y el respeto a la individualidad
de la personalidad, tres aspectos que vertebran la
concepción socialista del hombre y que serían
tomados por la psicología marxista.
Ahora bien, en el campo de la psicología, las ideas de
Marx fueron obviadas por los primeros sistemas
epistemológicos de las nacientes escuelas psicológicas
de finales del siglo XIX. Robinson (1988) nos ofrece
algunas razones del porque: ya que el planteamiento de
Marx era historiográfico, el análisis lógico de las fuerzas
sociales, era equiparable a un racionalismo, en una
época donde cundía el experimentalismo; además,
Marx era un sociólogo en medio de una línea de
investigación netamente biológica para la época. Sin
embargo, serían los soviéticos, quienes se encargarían
de injertar los postulados marxistas al campo de estudio
de los fenómenos psíquicos para desarrollar una
ciencia psicológica acorde con las leyes del
materialismo científico.
LA REFLEXOLOGÍA RUSA
Y LA CONSOLIDACIÓN
DEL MATERIALISMO CIENTÍFICO
Aunque la psicología se funda como ciencia en
1879, gracias a que Whilhem Wundt crea el primer
83
laboratorio de psicología en la Universidad de
Leipzig, primero se debían resolver algunos cabos
sueltos, como la naturaleza de lo psíquico y la crisis
–aún vigente–, proveniente de la aparición de
diversas corrientes psicológicas que tras la
pretensión de interpretar el psiquismo humano
idealistamente, sucumben ante la encarnación de
perspectivas anticientíficas.
Así tenemos que el estructuralismo de Tiechener
y Wundt, el funcionalismo de Dewey, Angell,
Woodworth y Thorndike; el psicoanálisis de Freud, el
conductismo de Watson y Skinner, así como la
psicología de la gestalt de Wertheimer, Köhler y
Koffka; ignoran el plano histórico del hombre y la
esencia social de su desarrollo. En la psicología
soviética, en cambio, el modelo del hombre como
condensación histórica imperante en la concepción
marxista se viene a yuxtaponer al modelo del
hombre como psique reflectora, procedente de la
filosofía
dialéctico-materialista
de
Lenin.
Revisaremos a continuación, el curso histórico que
toma la psicología materialista cuando es
interpretada según la concepción marxista-leninista
que desarrollan los psicólogos rusos en la Unión
Soviética.
El materialismo ingresa a Rusia por medio de la
influencia de la ilustración francesa y de los
materialistas de la época. Ya en el siglo XVIII, los
aportes de Lomonósov, Koselski y Radíschev
encuentran su contraparte en las filosofías de
Wellanski y Odojevski, quienes influenciados por el
idealismo alemán, se unen a las filas de la parte más
radical de la nobleza (Rubinstein, 1984b). Para
inicios del siglo XIX, serían vitales las ideas
psicológicas de Herzen, Belinski, Dobroliúbov, y
Chernishevski; sobre todo las de este último, puesto
que su filosofía tendría eco en Ivan Mikailovich
Sechenov (1829-1905).
Cuando la revolución de Octubre estalla en Rusia
en 1917, se produce la transformación de los
sistemas político-ideológicos, que ante la difícil tarea
de reeducar al pueblo soviético bajo la nueva
concepción socialista, motiva
un movimiento
pedagógico que influye en el desarrollo de la
psicología. En ese sentido, “el intento de desarrollar
la psicología bajo el aspecto pedagógico y de utilizar
los conocimientos psicológicos en interés de la
enseñanza y la educación fue realizado, después de
Ushinski, por Kaptarev hacia finales de los años
setenta” (del siglo XIX) (Rubinstein, 1984b, pág 99).
Es necesario destacar la labor de Antón
Semionovich Makarenko (1888-1939), quien se
dedicó a la reeducación de jóvenes adolescentes
inadaptados, bajo la idea de que podían adquirir el
sentido de “disciplina consciente”.
La creación de laboratorios de psicología
experimental se inició en Rusia para finales del siglo
XIX. Uno de los primeros fue el de Vladimir
Mijáilovich Béjterev (1857-1927), quien desarrolló la
reflexología como ciencia independiente de la
fisiología y la psicología, al contrario de Pavlov.
Otros laboratorios de psicología fueron creados en
Petersburgo y Kiev. En 1911 se fundó en la
Universidad de Moscú el único Instituto de
Psicología Experimental de Rusia y en 1915 se
publica el primer tratado de psicología experimental.
Tradicionalmente, la línea temporal que demarca
la evolución de los estudios de la reflexología
colocan a Descartes, como el creador del arco
reflejo, a I.M. Sechenov como fundador de la
fisiología rusa con la publicación del libro Los
reflejos del cerebro en 1863, y a I.P. Pavlov como
creador de la doctrina de la Teoría de la Actividad
Nerviosa Superior con su base en los reflejos
condicionados (Petrovsky, 1968, Smirnov, Leontiev,
Rubinstein y Teplov, 1960). Sin embargo, es
importante mencionar a otros investigadores rusos
que coadyuvaron en menor escala con el
surgimiento y desarrollo de la psicología rusa.
Tenemos a N.I. Grot y su teoría del “giro psíquico”,
G.I. Chelpanov que sustituyó a Grot en la cátedra de
psicología de la Universidad de Moscú, y a N.N.
Lange quien realizara una serie de trabajos de
psicología experimental afines a las investigaciones
de Sechenov (Rubinstein, 1974).
En 1909, V. I. Lenin (1870-1924) publica la obra
Materialismo y Empiriocriticismo, en la cual
expondría su teoría del reflejo, que “constituye la
base para la comprensión del condicionamiento
material de la psiquis del hombre, que es su rasgo
filosófico más importante. En esta teoría se afirma la
existencia objetiva del mundo y el reflejo, también
objetivo, de este mundo en la actividad psíquica del
hombre; dicho reflejo es el factor determinante de
toda su actividad mental” (Anojín, 1987, pág 26).
Para ese entonces, Ivan Petrovich Pavlov (18491936) –quien ganara el Premio Nobel de medicina
en 1904 por sus investigaciones de la fisiología de
los procesos digestivos en canes–, ya estaba
interesado en el estudio de la formación de los
reflejos condicionados, y plantearía las leyes de la
Teoría de la Actividad Nerviosa Superior. La obra de
I.P. Pavlov tiene un alcance –aún insospechado–
para explicar la actividad psíquica, cubriendo
centralmente aspectos del aprendizaje y la
personalidad. En sus últimos años Pavlov también
estudió los desordenes clínicos humanos; pero sería
A.G. Ivanov-Smolenski, quien continuaría los
trabajos de Pavlov referentes a psiquiatría
(Sluchevski, 1960).
La obra de Pavlov, al igual que la de Marx, fue mal
interpretada por muchos; quienes le tildaban de
reduccionista, por convertir la psicología en mera
fisiología (Pavlov, 1982). Sin embargo, al margen de
las opiniones de los psicólogos idealistas de
América y Occidente, el mérito de Pavlov está en
haber sentado las bases científicas para el estudio y
la interpretación del psiquismo humano con su base
material en la actividad refleja del cerebro.
En 1922 se forma la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas, y dos años después se
celebraría en Leningrado, el Segundo Congreso
84
personalidad;
estructuran
los
fundamentos
propiamente psicológicos de la psicología soviética,
y surcan un nuevo camino para el estudio y la
comprensión del psiquismo humano.
Como vemos, la transformación de la metodología
marxista en la teoría psicológica no pudo realizarse
de un sólo golpe, para ello fue necesaria la
intervención de pensadores de diversos campos de
la ciencia. Así, un rasgo distintivo de la psicología
científico-materialista es que surge filosóficamente a
partir del materialismo dialéctico e histórico; y
científicamente, está sustentada en las ciencias
sociales y naturales. Desde el campo de las ciencias
naturales, la Teoría de la Actividad Nerviosa
Superior constituye el fundamento biológico de la
psicología científico-materialista, mientras que en la
rama de las ciencias sociales, la teoría marxista y
las leyes del desarrollo histórico nutren el tronco
científico-filosófico de la psicología soviética.
Psiconeurológico; en el que un osado joven
asombraría a más de uno con sus opiniones acerca
de la conciencia.
En ese congreso Lev Semionovich Vigotsky
(1896-1934), pronunció una charla sobre “La
Metodología de los Estudios Reflexológicos y
Psicológicos”, causando gran incomodidad a los
reflexólogos asistentes tales como Béjterev y
Blonski. Su tesis era simple: la psicología científica
no podía ignorar los hechos de la conciencia, por lo
tanto consideraba que el estudio de los reflejos,
aunque proporcionaban el fundamento de la
conducta, no nos dicen mucho acerca de la
conciencia (Kozulin, 1995, en Pensamiento y
Lenguaje). Alexander Romanovich Luria (19021977), estaba también presente, y se unió a la línea
del pensamiento de Vigotsky, y junto con Alexei
Nicolaievich Leontiev formaron la gran tríada de la
psicología rusa.
Mientras que Lev S. Vigotsky realizaba
investigaciones acerca del desarrollo de las
funciones psíquicas superiores en infantes
(Vigotsky, 1995), se iban perfilando sus ideas de la
evolución del psiquismo humano, sugiriendo una
aproximación evolutiva para el estudio de la
psicología; que debe construirse sobre tres
aspectos: las funciones psíquicas superiores, el
desarrollo cultural y el control de los procesos
personales del comportamiento. Siguiendo las ideas
de Vigotsky, Luria trabajó con lesionados de guerra
para dilucidar por medio del método sindrómico, el
carácter de las alteraciones de las funciones
psíquicas en relación con determinadas áreas de la
corteza. Sus trabajos condujeron al desarrollo de
una nueva rama del conocimiento científico: La
neuropsicología (Luria, 1988).
En la teoría del Desarrollo Sociocultural de
Vigotsky, el autor se vale de la interpretación
dialéctica de las “crisis”, para explicar que el curso
del desarrollo se mueve de lo social a lo individual; y
reafirmar las ideas de Pierre Janet (1859-1947), de
que los procesos intrapersonales son simplemente
relaciones interpersonales transformadas.
Desde nuestro punto de vista, las opiniones de
Vigotsky, colocan los procesos concientes como el
objeto de estudio de la psicología, enmarcados por
supuesto, dentro de una perspectiva ontogenética;
aunque para los clásicos marxistas de la psicología
soviética, sería la personalidad su objeto de estudio.
Primero porque, la personalidad es una categoría
psicológica que estructura dialécticamente los
procesos cognitivos, afectivos y volitivos del ser
histórico y social del hombre. Segundo porque, bajo
el perfil de la teoría marxista, –y siendo causal de la
primera– la personalidad es el sustrato espiritual
humano que debe ser rescatado de la explotación
capitalista.
Empero, así como Leontiev formula la categoría
de la actividad, Vigotsky crea la categoría de la
conciencia, que junto con la categoría reflejo de
Lenin, la categoría motivo y la categoría
PSICOLOGÍA MATERIALISTA
EN LA ACTUALIDAD:
CUBA, MARX Y MARTÍ
La psicología materialista que se desarrolla en la
Unión Soviética, si bien interpreta el psiquismo
humano bajo el rigor del pensamiento científico que
deviene de la teoría materialista de Marx, Engels y
Lenin, mantiene aún pequeñas contradicciones que
son superadas –a nuestro parecer– por el enfoque
dialéctico contemporáneo sobre el que trabajan los
psicólogos materialistas en la actualidad. Así
tenemos, que después del primer paso dado por los
psicólogos rusos, son los psicólogos cubanos
quienes toman el relevo de la producción científica
psicológica, teniendo como difícil escenario un
mundo globalizado generador de desigualdades y
falsas expectativas ante la presunción de una
hermosa síntesis mundial resultante de la unidad
alienación-sometimiento económico entre las
naciones dominantes y los países tercermundistas.
En palabras de la Dra. María de los Angeles Tovar
(2000), “las tensiones generadas por el empuje de
las nuevas tecnologías y el poder de la globalización
hacen que para muchos pueblos emerja una
creciente tensión entre la necesidad de asimilar y
adaptarse a esta realidad global y a su vez
conservar su identidad y su cultura” (pág 158).
Siguiendo el curso de la historia, después de la
caída del muro de Berlín en 1989, las tensiones de
la “guerra fría” se aplacaron, dejando como residuo
un cúmulo de avances tecnológicos que devinieron
rápidamente en cambios trascendentales no sólo
para la humanidad en general sino para la psicología
en particular. Al modificarse los medios de
producción, al ocupar un lugar central en la vida del
hombre el uso de los ordenadores, la cultura de la
imagen orienta la economía mundial hacia el
consumismo. Los sistemas de comunicación sirven
de paradigma para las nuevas teorías psicológicas
del procesamiento de la información, y casi
paralelamente, la psicología cognoscitiva derivada
85
También, se investigan aspectos de la sexualidad
humana, el estrés y sus repercusiones, así como
diversos cuadros clínicos; se realizan trabajos de
estandarización de pruebas psicológicas y diversos
trabajos acerca de la epistemología de la psicología,
etc.
La dialéctica, que bien se puede resumir en la
tesis, la antítesis y la síntesis de los hechos,
fenómenos y sus mecanismos adyacentes que
tienen lugar en contextos naturales y sociales,
concretos o abstractos; establece la cuidadosa
lectura de las categorías en que se nos presentan
dichos fenómenos. Así por ejemplo, bajo la
categoría
contenido-forma,
el
positivismo
conductista y su consecuente separación de “lo no
observable” y de “lo observable”, de lo interno y lo
externo, es resuelta bajo la interpretación dialéctica
del fenómeno psíquico: “Lo interno y lo externo es
sólo la forma que adquiere el objeto psíquico al
manifestarse, pues el contenido es siempre el
mismo –psíquico– que se expresa tanto en un plano
como en el otro en el mismo instante. (...) Por su
forma, lo psíquico será tan interno como externo.
Más por su contenido, será siempre psíquico”
(Bermúdez y Rodríguez, 2001, pág 70).
La interpretación dialéctico-materialista de la
psicología cubana, hasta aquí, quizá no difiera
mucho de la interpretación –en igual medida
dialéctico-materialista– que hacen los soviéticos de
la psicología de a mediados del siglo XX. Pero hay
dos puntos sobre los que se debe poner atención y
que merecen ser tomados en cuenta, para expresar
de un modo más concreto las diferencias entre la
psicología cubana y la psicología soviética.
Uno de estos puntos, se refiere al uso cada vez
más común de pruebas para la evaluación
psicológica en diversas áreas. Los trabajos de
revisión y estandarización de tests en la población
cubana se han incrementado en los últimos años,
bajo ciertos criterios, que dependen del sustento
teórico sobre el que hayan sido construidas (ver
Cairo y cols., 2000; Piñeiro y cols., 2001). Este
aspecto llama un poco la atención, ya que los
psicólogos rusos se mantuvieron renuentes a
emplear métodos cuantitativos para la evaluación
psicológica, considerando que el psiquismo humano
en tanto que es social por su origen no puede ser
medido, ya que la calidad de su esencia se pierde
en las inconmensurabilidades sociales. Esto es
pues, una muestra del salto cualitativo de la
psicología soviética a la psicología cubana; que ha
desarrollado y sostiene, una interpretación más
completa de la esencia dialéctica de la unidad de lo
cuantitativo y lo cualitativo, como aspectos
inseparables e igualmente importantes para el
estudio del psiquismo.
Un segundo aspecto, que está relacionado con el
primero,
es
la
introducción
de
pruebas
psicoanalíticas para la evaluación y el diagnóstico de
la personalidad. La prueba del Psicodiagnóstico de
Rorschach, por ejemplo es utilizada constantemente
en cierta medida de la escuela fenomenológica de
Wüzgurgo, e impulsada por las innovaciones
científico-tecnológicas de la informática, desarrolla
un idealismo racionalista cuasi-kantiano, que se
centra en el estudio de los procesos cognitivos,
como finalidad y objeto de estudio de la psicología.
La posición psicológica que asume Cuba surge de
la interpretación marxista de las características
socioeconómicas, históricas y culturales del pueblo
cubano. El Dr. Diego González nos dice por ejemplo,
que “la psicología [cubana] debe inspirarse en la
integración del pensamiento marxista con el ideario
martiano, entendiendo que esta posición en
psicología expresa el carácter específico del
pensamiento marxista cubano y del propio desarrollo
de nuestra psicología” (González, 2000b, pág 184).
Así pues, como José Carlos Mariátegui (1988)
interpreta la realidad peruana a la luz de las leyes
histórico-sociales que se desprenden de la teoría
marxista. Los psicólogos cubanos hacen una
interpretación del psiquismo humano conforme a las
leyes socioculturales que determinan el curso de su
desarrollo, no quedándose en la interrelación
unívoca de sus componentes polares; sino más
bien, aplicando el razonamiento dialéctico de la
unidad y lucha de contrarios:
“Bajo el prisma dialéctico, los contrarios sólo tienen sentido en
sus relaciones mutuas,
por lo que no es posible el antes ni el después”
(Bermúdez y Rodríguez, 2001. pág 71).
Esta interpretación dialéctica, brinda un amplio
panorama psicológico, una visión que integra los
diversos conceptos y teorías disgregados por las
múltiples corrientes o escuelas psicológicas que, si
bien han enriquecido el pensamiento y los métodos
empleados en la psicología, la han abstraído en una
crisis, arrastrada ya por muchos años.
Por ejemplo, el Dr. Diego González, cuyo trabajo
tiene una amplia trayectoria en el campo de la
educación, nos presenta una concepción integradora
del aprendizaje humano que se caracteriza por la
unidad de factores cognoscitivos y afectivos o bien
motivacionales: “... todo aprendizaje, –nos dice–
aunque es un producto inmediato o directo de los
procesos psíquicos, es el resultado de la unidad de
la actividad externa e interna del sujeto y que sólo
puede darse en la unidad de ambas” (Gonzáles,
2000, pág 127).
El enfoque dialéctico está presente en toda la
psicología cubana, como herencia del pensamiento
marxista de la psicología soviética, ya que el estudio
de los fenómenos de la naturaleza no es un trabajo
puramente académico, sino que tiene un carácter
ideológico (Chudinov, 1982). En ese sentido, el
trabajo realizado por los psicólogos cubanos cubre
áreas de la psicología clínica, educativa, social y
laboral principalmente. Un gran número de
investigaciones se centran en estos aspectos así
como en el tratamiento y rehabilitación de personas
cuyas funciones psíquicas se encuentran alteradas.
86
bien para la evaluación de pacientes clínicos o como
instrumento de investigación cualitativa. La historia
de esta prueba en el contexto sociocultural cubano
podemos resumirla en las palabras de Dueñas y
Pardillo (2001): “En nuestro contexto sociocultural, la
evolución histórica del Rorschach sigue un
desarrollo algo irregular: comienza en los años 40;
alcanza gran esplendor en los años 50 y 60;
enlentece su marcha en los 70; casi desaparece en
los 80; y renace con nuevos bríos en los 90” (Pág.
85).
Resulta pues, algo singular que psicólogos de
tendencia marxista utilicen métodos psicoanalíticos
para el estudio del psiquismo humano, teniendo en
cuenta que la psicología marxista y el psicoanálisis
han tenido posiciones radicalmente opuestas. Pero,
si bien los clásicos marxistas de la psicología
soviética criticaban duramente esta corriente
fundada por S. Freud (1856-1939) por la
aproximación netamente idealista en que están
basadas sus suposiciones; los psicólogos cubanos
hacen una interpretación más coherente de la
técnica psicoanalítica aplicada al estudio de la
personalidad. Al respecto, Pardillo y Dueñas
manifiestan lo siguiente: “... la teoría del Dr.
Fernando González Rey (1997) sobre la formación
de la personalidad, su estructura y la relación
dialéctica entre sus diferentes aspectos, nos permite
aplicar sus postulados fundamentales al estudio de
tipo vivencial, piedra angular del Rorschach, ...”
(pág. 178). Más adelante agregan “La relación entre
lo interactivo y lo intrapsíquico es perfectamente
adaptable al análisis del tipo vivencial” (Pardillo y
Dueñas, 2001).
Podemos pues, apreciar claras y rotundas
discrepancias que se entretejen bajo diferencias
espacio-temporales entre la psicología soviética y la
psicología cubana. En ese sentido, los estudios que
se realizan en cuba, resaltan diversas profundidades
epistemológicas que reflejan el interés por
desarrollar una ciencia psicológica que más allá del
compromiso con el ideario marxista y martiano, se
esfuerza por resolver la crisis que ha ocasionado la
pluralidad de corrientes o escuelas psicológicas. Los
psicólogos revolucionarios vemos en Cuba un
bastión de la psicología materialista, y la esperanza
más próxima para desarrollar una psicología que
dialécticamente, integre los conocimientos y los
avances hasta hoy acumulados por tantos
psicólogos, que desde una perspectiva u otra han
aportado con el desarrollo y evolución de la
psicología científica.
COMENTARIO FINAL
El arduo y complejo camino que ha recorrido la
psicología para ocupar un lugar en el campo de las
ciencias modernas, pone en nuestras manos la
práctica de una ciencia renovada en su contenido y
su forma. La incorporación del legado marxista al
estudio y comprensión del psiquismo humano, cuya
esencia social transporta al plano histórico del
hombre la virtud de su evolución y su trascendencia
como fenómeno dinámico y multidimensional;
conduce a la maduración de las bases estructurales
del sistema psicológico científico y materialista.
En ese sentido, el materialismo, no como doctrina
sino como método científico, se ha establecido
sólidamente; en cambio, la primacía de los principios
que lo sustentan se ha perdido del panorama
mundial con los avatares del surgimiento de las
sociedades neoliberales.
Aunque la historia del desarrollo de la psicología
marxista, así como el bagaje de su doctrina, es
obviada en la mayoría de los textos actuales,
consideramos sumamente importante atender a la
necesidad de trabajar por una psicología que
dialéctica y también holísticamente, cohesione sus
esfuerzos para la construcción de un único cuerpo
teórico-psicológico, dejando atrás las barreras del
dogmatismo, que sea de donde provengan, retardan
y laceran la esencia dialéctica de su desarrollo.
“Las convicciones son más enemigas de la verdad que la
propia mentira”
F. Nietzsche.
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