Fiscalidad de los cánones. Doctrina administrativa. Jurisprudencia. Calificación jurídica de los “programas de ordenador”* PEDRO AROLA GASÓS Agencia Estatal de Administración Tributaria SUMARIO 1. CONCEPTO DE “CANON”. 1.1. Noción genérica de “canon”. 1.2. Concepto jurídico de “canon”. 1.2.1. Insufi­ ciente definición inicial en nuestro Derecho Fiscal. 1.2.2. El concepto de “canon” en los Convenios de Doble Imposición. 1.2.3. Los cánones en nuestro Derecho Fiscal vigente. 1.2.4. Normativa de la Unión Europea. 1.2.5. Tributación vigente de los cánones. 1.2.6. La doctrina administrativa, la jurisprudencia y los cánones.— 2. LOS PROGRAMAS DE ORDENADOR Y EL DERECHO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL. 2.1. Trascendencia de la calificación jurídica de los programas de ordenador. 2.1.1. Referencia histórica del debate sobre la calificación jurídica opor­ tuna. 2.1.1.1. La jurisprudencia. 2.1.1.2. La doctrina administrativa. 2.2. Opiniones doctrinales. 2.2.1. Opinión crítica respecto a la doctrina de la DGT. 2.2.2. Opinión crítica respecto a la argumentación jurisprudencial.— 3. JURISPRUDENCIA Y DOCTRINA ADMINISTRATIVA RECIENTES. 3.1. Sentencia de 1 de febrero de 2006. 3.2. Contes­ tación a la Consulta 0247-05, fechada a 9/08/2005, de la DGT.—4. RESUMEN Y CONCLUSIÓN. 4.1. Planteamien­ to final. 4.2. El artículo 3. 2 de los Convenios de Doble Imposición. 4.3. Conclusión.—BIBLIOGRAFÍA. Palabras clave: Fiscalidad Internacional, Impuesto sobre la Renta de los no Residentes, Jurisprudencia tributa­ ria, cánones, programas de ordenador. 1. 1.1. CONCEPTO DE “CANON” concesiones administrativas, arrendamientos y censos; por último, hay también acepciones refe­ rentes a la medida en diversos otros ámbitos, tales como la música o la imprenta. Evidentemente el concepto de canon a los efec­ tos de este estudio es el reflejado por las acepcio­ nes número 10 a número 13. No obstante, esas acepciones no agotan el significado del término en el ámbito mercantil y fiscal: ciertamente la Real Academia Española no tiene como misión descen­ der a una definición exhaustiva de las muy diversas operaciones o incidencias en las que se manifiesta la complejidad de la vida económica. En definitiva, el término “canon” que interesa en el presente estudio, que tradicionalmente se aplica a todos aquellos rendimientos que proceden de la cesión del uso por parte del titular de deter­ minados bienes muebles y que fiscalmente se Noción genérica de “canon” El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua propone diversas acepciones respecto al término “canon”. La primera y principal, inmedia­ tamente dimanante del significado de la palabra latina “canon”, es la de “Regla o precepto”; luego se suceden diversas acepciones relativas a pres­ cripciones o normas concretas emanadas por la Iglesia Católica, posteriormente, otras referentes a las proporciones y características consideradas como perfectas o ideales desde un punto de vista estético y, más adelante, a partir de la acepción número 10 y hasta la número 13, se incluyen cua­ tro acepciones relativas a prestaciones y percep­ ciones pecuniarias derivadas esencialmente de la explotación de determinados derechos, tales como * Trabajo presentado al VIII Curso de Alta Especialización en Fiscalidad Internacional celebrado en la Escuela de la Hacienda Pública del Instituto de Estudios Fiscales en el segundo semestre de 2007. 27 Cuadernos de Formación. Colaboración 16/08. Volumen 6/2008 engloba dentro de los rendimientos del capital mobiliario, debe buscar su definición en la legisla­ ción y, muy en particular, en la legislación fiscal. 1.2. que respecta a las relaciones con los contribuyen­ tes no residentes de los países con los que España suscribió Convenios sobre Doble Imposición (CDI) mediante la recepción –si bien parcial– de la doc­ trina de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) en relación con ese concepto. En efecto, los Convenios suscritos por España se inspiran, con variantes, en lo que hace referen­ cia a los cánones, en el artículo 12 del Modelo de Convenios de Doble Imposición de la OCDE. Lite­ ralmente el Modelo, en su versión española del Ins­ tituto de Estudios Fiscales, publicada en Madrid, en 1978, dice: Concepto jurídico de “canon” 1.2.1. Insuficiente definición inicial en nuestro Derecho Fiscal Nuestro Derecho definió el término en el Real Decreto 2631/1982, de 15 de octubre, por el que se aprueba el Reglamento del Impuesto sobre Socieda­ des (BOE 21/10 a 4/11 de 1982), en concreto en su artículo 113. Posteriormente, la Ley 18/1991, de 6 de junio, del Impuesto sobre la Renta de las Perso­ nas Físicas (IRPF) (BOE 7/06/1991) no incluyó el tér­ mino cánones, pero sí lo incluyó su Reglamento, aprobado por Real Decreto 1841/1991, de 30 de diciembre de 1991 (BOE de 31 de diciembre de 1991), si bien no contenía definición expresa. Ni la Ley 43/1995, de 27 de diciembre, del Impuesto sobre Sociedades (BOE de 28 de diciembre de 1995), ni su Reglamento, aprobado por Real Decre­ to 537/1997 (BOE 24/04/97), utilizan el término cánones, por cuanto la obligación real había queda­ do regulada en la Ley del IRPF de 1991. Por último, el artículo 12 de la Ley 41/1998, de 9 de diciembre, del Impuesto sobre la Renta de no Residentes (IRNR) (BOE 10/12/1998) utilizó el término, que, no obstante, no ha sido definido hasta la reforma de éste artículo en la Ley 46/2002, de 18 de diciembre, de reforma parcial del Impuesto sobre la Renta de Personas Físicas y por la que se modifican las Leyes de los Impuestos sobre Sociedades y sobre la Renta de no Residentes (BOE 19/12/2002). Ciertamente resulta sorprendente esa insufi­ ciencia definitoria en una categoría de rentas que reviste una especial importancia, en particular en relación con la fiscalidad de los contribuyentes no residentes, y ello cuando menos por dos motivos: primero, la relevancia cuantitativa de esa categoría de rentas (el volumen de las asociadas a transferen­ cias de tecnología remitido desde nuestro país al exterior es más que notable); y, segundo, la comple­ jidad de la calificación fiscal que les debe ser aplica­ da. Pues bien, pese a ello, prácticamente se puede afirmar que hasta la ya referida reforma introducida por la Ley 46/2002 que da nueva redacción al ar­ tículo 12 de la Ley del Impuesto sobre la Renta de los no Residentes (LIRNR), las rentas denominadas “cánones” no encuentran definición. “Artículo 12. Cánones 2. El término «cánones» empleado en el pre­ sente artículo significa las cantidades de cualquier clase pagadas por el uso o la concesión de uso de un derecho de autor sobre una obra literaria, artís­ tica o científica, incluidas las películas cinematográ­ ficas, de una patente, marca de fábrica o de comercio, dibujo o modelo, plano, fórmula o pro­ cedimiento secreto, así como por el uso o la con­ cesión de uso de un equipo industrial, comercial o científico, y por las informaciones relativas a expe­ riencias industriales, comerciales o científicas.” Y en su última versión española del Instituto de Estudios Fiscales, publicada en Madrid, en 2006, y que es traducción de la sexta edición de la versión abreviada del Modelo de Convenio Tributario sobre la Renta y el Patrimonio de la OCDE, a fecha 15 de julio de 2005, define: “Artículo 12. Regalías 2. El término «regalías», en el sentido de este artículo, significa las cantidades de cualquier clase pagadas por el uso, o la concesión de uso, de dere­ chos de autor sobre obras literarias, artísticas o científicas, incluidas las películas cinematográficas, de patentes, marcas, diseños o modelos, planos, fórmulas o procedimientos secretos, o por infor­ maciones relativas a experiencias industriales, comerciales o científicas...” Pero esa coincidencia en términos generales entre los CDI suscritos por España y el Modelo de la OCDE queda muy matizada teniendo en cuenta la “Observación” y las tres “Reservas” que mantie­ ne España respecto a ese artículo del Modelo de Convenios. Las siguientes: “Observaciones a los Comentarios. 28. España y Méjico no se adhieren a la interpretación que figura en los párrafos 14 y 15 y 17. 1 a 17. 4. Espa­ ña y Méjico estiman que los pagos relativos a las aplicaciones informáticas –software– se encuen­ tran dentro del ámbito de aplicación del artículo cuando se transfiere solamente una parte de los derechos sobre el programa, tanto si los pagos se 1.2.2. El concepto de “canon” en los Convenios de Doble Imposición Esa insuficiente definición del concepto “cáno­ nes” en nuestra normativa interna fue suplida en lo 28 Fiscalidad de los cánones. Doctrina administrativa. Jurisprudencia. Calificación jurídica de los “programas de ordenador ” P EDRO A ROLA G A SÓS efectúan en contraprestación de la utilización de un derecho de autor sobre una aplicación –softwa­ re– para su explotación comercial como si los mis­ mos corresponden a una aplicación –software– adquirida para uso personal o profesional del com­ prador, siendo, en este último caso, aplicaciones –software– no absolutamente estándares sino adaptadas de algún modo para el adquirente.” “Artículo 13. Rentas obtenidas en territorio español 1. Se consideran rentas obtenidas en territorio español las siguientes: (...) f) Los siguientes rendimientos de capital mobi­ liario: (...) Mediante la reserva número 36: 3.o Los cánones o regalías satisfechos por per­ sonas o entidades residentes en territorio español o por establecimientos permanentes situados en éste, o que se utilicen en territorio español. “Australia, Corea, España, Japón, México, Nueva Zelanda, Polonia, Portugal y Turquía se reservan el derecho a gravar los cánones en la fuente.” Y, ciertamente, en la practica totalidad de los Convenios para evitar la Doble Imposición Interna­ cional suscritos por España ha primado el criterio de considerar como renta obtenida en la fuente las cantidades pagadas por el concepto de cánones. Como reserva 44: Tienen la consideración de cánones o regalías las cantidades de cualquier clase pagadas por el uso, o la concesión de uso de: Derechos sobre obras literarias, artísticas o cien­ tíficas, incluidas las películas cinematográficas. Patentes, marcas de fábrica o de comercio, dibujos o modelos, planos, fórmulas o procedi­ mientos secretos. “Portugal y España se reservan el derecho a gravar en la fuente, como cánones, las rentas pro­ cedentes de la asistencia técnica prestada en rela­ ción con el uso, o el derecho de uso, de derechos o informaciones del tipo al que hace referencia el apartado 2 del artículo.” Derechos sobre programas informáticos. Informaciones relativas a experiencias indus­ triales, comerciales o científicas. Derechos personales susceptibles de cesión, tales como los derechos de imagen. Como reserva 45: “España se reserva el derecho a continuar adhi­ riéndose, en sus Convenios, a una definición de cánones que incluya las rentas procedentes de la cesión de equipos industriales, comerciales o cien­ tíficos y de contenedores.” Equipos industriales, comerciales o científicos. Cualquier derecho similar a los anteriores. En particular, tienen esa consideración las can­ tidades pagadas por el uso o la concesión de uso de los derechos amparados por el texto refundido de la Ley de Propiedad Intelectual, aprobado por el Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril, la Ley 11/1986, de 20 de marzo, de Patentes, y la Ley 17/2001, de 7 de diciembre, de Marcas. (los subrayados son de quien suscribe).” Puede decirse que prácticamente todos nuestros CDI establecen una tributación compartida de los cánones. Por el contrario, respecto a otros rendi­ mientos empresariales se dispone la tributación en residencia. En parte como consecuencia de dichas previsiones, algunos CDI extienden la noción de cánones a otros conceptos no incluidos en el Mode­ lo de Convenio, prescindiendo de las expresiones utilizadas en su definición. Esos conceptos adiciona­ les que se recogen en varios de nuestros CDI, son los rendimientos derivados de asistencia técnica, arrendamiento financiero, los rendimientos deriva­ dos de la renuncia al uso y las ganancias procedentes de la enajenación de bienes productores de cánones. Puede observarse que se trata de rendimientos que pueden clasificarse en tres grupos: a) Los procedentes del arrendamiento de bienes de equipo industriales, comerciales o científicos; b) los derivados de la cesión de la propiedad intelectual e industrial (incluidos los pro­ gramas de ordenador), y c) los que proceden de la transferencia de tecnología no registrada (cesión de “proce­ dimientos secretos”, “fórmulas” e “informa­ ciones relativas a experiencias industriales, comerciales o científicas”). Y conviene observar asimismo cómo la norma distingue entre los “Derechos sobre obras litera­ rias, artísticas o científicas, incluidas las películas cinematográficas” y los “Derechos sobre progra­ mas informáticos”. Tal distinción –que hemos que­ rido remarcar subrayando ambas expresiones en la 1.2.3. Los cánones en nuestro Derecho Fiscal vigente La legislación interna vigente, procedente de la reforma de la Ley 46/2002, está constituida por el artículo 13, rentas obtenidas en territorio español, del Real Decreto Legislativo 5/2004, de 5 de marzo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Impuesto sobre la Renta de no Residentes (BOE 12/03/2004). Dicho artículo es del siguiente tenor literal: 29 Cuadernos de Formación. Colaboración 16/08. Volumen 6/2008 a) en el caso de perceptores no comuni­ tarios: desde el 1/1/2007 el 24 por 100 (antes, el 25 por 100), sin que quepan otras deducciones que la prevista para donativos o las retenciones practica­ das, si existieran; — b) desde el 1/1/2005, para los cánones satisfechos entre sociedades “asocia­ das” o vinculadas fiscalmente y/o esta­ blecimientos permanentes que radiquen en la Unión Europea: el 10 por 100 (si bien con ciertas cláusulas antiabuso). 2. Legislación convenida. En línea con otros Estados, deficitarios tecnoló­ gicamente y contrariando la tendencia de los países miembros de la OCDE favorable a que el grava­ men de los cánones proceda sólo en el Estado de residencia del perceptor, España mantiene –según hemos hecho constar en el anterior apartado 1.2.2., citando la “reserva” núm. 36 al Modelo de Convenio suscrita por España– una específica reserva de soberanía fiscal en esta materia. De ordinario, el artículo 12 de nuestros CDI establece una potestad compartida entre el Estado de la fuente y el de residencia del perceptor no residente, de modo que los cánones tributen limi­ tadamente en España primero (al tipo o tipos máxi­ mos previstos en el Tratado), y, más tarde, de modo definitivo, en el Estado de residencia del no residente a efectos fiscales españoles. Del siguiente modo, en lo referente a la tributación en España: — La base imponible coincidirá con la previs­ ta en las normas domésticas: en principio, la base de gravamen será la cuantía íntegra devengada, sin que sea posible deducir gasto alguno, salvo en los casos de presta­ ciones de asistencia técnica. — El tipo impositivo será el previsto –o los previstos– como máximo en el CDI aplica­ ble; de ordinario, variando entre un 5 y un 10 por 100. anterior trascripción del art. 13– será utilizada por la Dirección General de Tributos en sus contestacio­ nes a Consultas que posteriormente se analizarán. — 1.2.4. Normativa de la Unión Europea La Directiva 2003/49/CE sobre régimen fiscal común de los pagos por intereses y cánones entre entidades asociadas de diferentes Estados miem­ bros prevé, textualmente, en su artículo 2: “A los efectos de la presente Directiva se entenderá por: (...) b) «cánones»: las remuneraciones de cualquier clase percibidas por el uso o la cesión del derecho de uso de cualquier derecho de autor sobre obras literarias, artísticas o científicas, incluidas las pelí­ culas cinematográficas y los programas y sistemas informáticos, cualquier patente, marca registrada, diseño o modelo, plano, fórmula o procedimiento secretos, o por informaciones relativas a experien­ cias industriales, comerciales o científicas. Las remuneraciones percibidas por el uso o la cesión del derecho de uso de equipos industriales, comerciales o científicos se considerarán cáno­ nes.” Este texto de la Directiva influyó, entre otras causas, en que en la definición de los cánones incorporada al Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre la Renta de no Residentes aproba­ da por el Real Decreto Legislativo 5/2004, de 5 de marzo, antes trascrita, se incluyesen las cantidades de cualquier clase pagadas por el uso, o la conce­ sión de uso de “Equipos industriales, comerciales o científicos”; de hecho, dicha inclusión se produjo previamente mediante la Ley 62/2003. 1.2.5. Tributación vigente de los cánones Nos referimos a continuación, de modo muy esquemático, a las distintas modalidades de tributa­ ción de los cánones ya sea por aplicación de la legislación interna, ya por aplicación de los CDI 1. Legislación doméstica. Los rendimientos calificables como cánones no exceptuados de tributación por el IRNR (cesión de contenedores y buques y aeronaves) obtenidos por no residentes, personas físicas o entidades, que operan sin Establecimiento Permanente en España tributan por el IRNR del siguiente modo: — La base de gravamen coincide con la cuan­ tía íntegra devengada, sin que sea posible deducir gasto alguno, salvo en los casos de prestaciones de asistencia técnica, por su carácter de “actividad económica”. — El tipo impositivo es: 1.2.6. La doctrina administrativa, la jurisprudencia y los cánones La práctica indefinición acerca del concepto de cánones en nuestra legislación interna hasta la Ley 46/2002, de 18 de diciembre, de reforma parcial de los Impuestos sobre la Renta de las Personas Físicas, sobre Sociedades y sobre la Renta de no Residentes (BOE del 19 de diciembre) que entró en vigor en 2003, amén de la complejidad de la mate­ ria de que se trata, conllevó una particular necesi­ dad de que la Dirección General de Tributos (DGT) llevase a cabo un constante proceso de 30 Fiscalidad de los cánones. Doctrina administrativa. Jurisprudencia. Calificación jurídica de los “programas de ordenador ” P EDRO A ROLA G A SÓS literarias” y ni siquiera de “obras científicas” sino que se trata de “obras de carácter técnico”. La calificación que se dé a esos programas reviste especial trascendencia como se entiende si se considera la creciente utilización de medios informáticos y cómo nuestro país es todavía defici­ tario en la tecnología propia de esos sistemas y, en particular, es deficitario en creación de software; pues bien: nuestro principal proveedor de softwa­ re, los Estados Unidos de América, han suscrito con España un Convenio de Doble Imposición cuyo artículo 12, en su apartado 2, dice: interpretación de la normativa, dando lugar a una rica Doctrina Administrativa sobre el tema. Dicha doctrina administrativa, no siempre compartida por los contribuyentes, debió ser revisada en muchos aspecto por los tribunales, generándose una extensa jurisprudencia, tanto en sentido amplio –Tribunal Económico Administrativo Cen­ tral, Tribunales Superiores de Justicia y Audiencia Nacional–, como en sentido estricto, Tribunal Supremo, de notable enjundia. Se trata, por otra parte, de un amplio abanico de operaciones, cir­ cunstancias y situaciones y, en consecuencia, tanto la Doctrina Administrativa como la Jurisprudencia han debido ocuparse de los muy diversos terrenos en que se han manifestado esas discrepancias entre la Administración Tributaria y los contribuyentes. No puede ser objeto del presente trabajo –que pretende ser breve– un estudio pormenorizado de las Resoluciones y Sentencias emanadas por los diversos Órganos en los muy diferentes ámbitos en que han tenido lugar litigios en relación con el tema objeto de análisis. Un estudio de dichas caracterís­ ticas puede encontrarse en el artículo “El concep­ to de canon en la jurisprudencia” de MARTÍNEZ MARTÍNEZ, PÉREZ-OLIVARES HIJONOSA y SITJAR DE TOGORES, publicado por el Instituto de Estudios Fiscales en 2006. En el presente trabajo se ha optado pues por seleccionar uno de los sectores que ha exigido una mayor atención por parte de las diversas instancias referidas, el de la cesión de uso de programas de ordenador y, en particular, dentro de ese sector, lo relativo a la “calificación” de los derechos de autor atribuibles a quienes elaboran esos programas. Y ello por cuanto esa calificación ha motivado un notable contraste de opiniones entre la doctrina administrativa y la jurisprudencia, con la consi­ guiente polémica en los ámbitos doctrinales. “Sin embargo, dichos cánones pueden también someterse a imposición en el Estado contratante del que procedan y de acuerdo con la legislación de ese Estado, pero si el beneficiario efectivo es un residente del otro Estado contratante, el impuesto así exigido no podrá exceder del: a) 5 por 100 del importe bruto de los cáno­ nes pagados por el uso, o el derecho de uso de derechos de autor sobre obras literarias, de tea­ tro, musicales o artísticas; b) 8 por 100 del importe bruto de los cáno­ nes percibidos como retribución por el uso, o el derecho al uso, de películas cinematográficas, o películas, cintas y otros medios de transmisión o reproducción de la imagen o el sonido, y el impor­ te bruto de los cánones por el uso, o el derecho de uso, de equipos industriales, comerciales o científicos, y por derechos de autor sobre obras científicas, y c) 10 por 100 del importe bruto de los cáno­ nes en los demás casos. (...).” Evidentemente según cual sea la consideración de los cánones en este sentido, la tributación en la fuente, es decir, en España –en lo que a nosotros concierne– será del 5 por 100, del 8 por 100 o del 10 por 100. La jurisprudencia ha reiterado su crite­ rio de que el tipo aplicable es del 5 por 100; la Direc­ ción General de Tributos, se ha mantenido firme en sostener que el tipo pertinente es el del 10 por 100. 2. LOS PROGRAMAS DE ORDENADOR Y EL DERECHO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL 2.1.1. Referencia histórica del debate sobre la calificación jurídica oportuna 2.1. Trascendencia de la calificación jurídica de los programas de ordenador 2.1.1.1. La jurisprudencia El Tribunal Económico Administrativo Central en sus primeras resoluciones referentes a esta cuestión, por ejemplo, en la resolución de 30 de abril de 1996, mantuvo que se trataba de obras científicas. Por el contrario, la Audiencia Nacional, en sentencia de 15 de abril de 1997, y en otras sen­ tencias posteriores, sostuvo que los programas de ordenador habían de clasificarse como obras litera­ rias y no como obras científicas, fundamentándose al efecto en una interpretación, que podríamos En efecto, uno de los temas en que ha tenido lugar un mayor contraste entre las opiniones mani­ festadas por la Dirección General de Tributos y la jurisprudencia del Tribunal Supremo es el referen­ te al concepto que ambas instancias han elaborado en lo que respecta a los programas de ordenador. Para la Jurisprudencia, como más adelante detalla­ remos, la calificación que corresponde a dichos programas es la de “obras literarias”; por el contra­ rio, para la DGT, no se trata en absoluto de “obras 31 Cuadernos de Formación. Colaboración 16/08. Volumen 6/2008 calificar como “audaz”, o al menos, como “pecu­ liar”, del régimen de su protección jurídica en la Ley 16/1993, de 23 de diciembre. Con posteriori­ dad, el Tribunal Supremo asumió ese criterio en muy diversas y numerosas sentencias. Como resul­ taba oportuno, el Tribunal Económico Administra­ tivo Central modificó su posición, acogiendo la jurisprudencia del Tribunal Supremo en ese senti­ do, en resoluciones de 16 de noviembre de 2001, 18 de marzo y 18 de julio de 2003. Efectivamente, el Tribunal Supremo desde su Sentencia de 28 de abril de 2001, en la que asumió el criterio de la Audiencia Nacional, ha emanado una muy copiosa jurisprudencia, podríamos decir “rotunda”, optando por calificar fiscalmente los programas de ordenador como “obras literarias”. Trascribimos a continuación los puntos esenciales de una de las sentencias más representativas de su tesis, la de 27 de junio de 2003. Dice: marzo (recurso 8982/96), 25 de junio (recurso 3856/97), 4 , 16 y 20 de julio (recursos 7601, 5034 y 4753/97) y 28 de septiembre (recurso 6929/97) de 2002, dictadas entre las mismas partes, en las que se ha sentado la siguiente doctrina: Pese a que, como advierte la representación del Estado en su escrito de interposición, la calificación que la tan repetida Ley 16/1993 hace de los programas de ordenador como «obras literarias» es a los solos efectos de su protección –y no, por tanto, a los de su definición como tales productos literarios–, la Sala ha de abundar en la correcta y motivada expo­ sición de la sentencia impugnada y, en consecuen­ cia, compartir su lógica conclusión. Y ello, esencialmente, por un triple orden de argumentos: En primer lugar, porque ni la vieja Ley de Pro­ piedad Intelectual de 10 de enero de 1879, ni la posterior Ley 22/1987, de 11 de noviembre –hoy Texto Refundido aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril, modificado por la Ley 5/1998, de 6 de marzo– contenía, ni contie­ ne, una concreta delimitación entre las «obras lite­ rarias» y las «científicas» que permita incardinar en uno y otro concepto a los programas de ordena­ dor. Sólo se refería, y se refiere, a que la propie­ dad de una obra literaria, artística o científica corresponde al autor por el solo hecho de su crea­ ción y a la determinación de los derechos de carácter personal y patrimonial que integran su contenido (el de tal propiedad) –arts. 1.o y 2.o del Texto vigente–, así como a la enumeración no exhaustiva de las obras y títulos originales objeto de dicha propiedad, –entre cuya enumeración figuran los programas de ordenador aunque sin adscribirlos, como tampoco hace la ley respecto de las demás, a ninguna de esas concretas catego­ rías– y a la concreción de las obras derivadas y de las producciones intelectuales excluidas de la pro­ piedad intelectual –arts. 10, 11 y 13–. En conse­ cuencia, el único criterio normativo existente, aunque sea a los solos efectos de la «protección» de los derechos de autor relativos a los menciona­ dos programas, es el que suministra la tan repeti­ da Ley 16/1993, esto es, el de asimilarlos, puntualmente, a «obras literarias». En segundo término, porque un programa de ordenador, independientemente de su contenido (que aquí, por cierto, no consta), además de ser obra eminentemente práctica, es también crea­ ción intelectual que utiliza el lenguaje escrito como medio de comunicación. Si se parte, pues, de que los programas de referencia constituyen obras del lenguaje y que estas últimas, tal y como se ha visto se desprende de la Ley española 16/1993, e inclu­ so del Convenio de Berna, son equivalentes al concepto de obra literaria, la conclusión aceptada por la sentencia aquí impugnada, desde el punto de vista de la lógica y de los únicos criterios legis­ lativos que pueden ser utilizados como elemento de interpretación, ha de considerarse acertada. “FUNDAMENTOS DE DERECHO Primero.—El Abogado del Estado, al impugnar la Sentencia de la Audiencia Nacional estimatoria de la demanda de (...), formula un único motivo de casación, al amparo del artículo 95. 1. 4.o de la Ley de la Jurisdicción en la redacción de 1992, invocan­ do la infracción del artículo 12 del Convenio entre el Reino de España y los Estados Unidos de Amé­ rica para evitar la doble imposición y prevenir la evasión fiscal respecto de los Impuestos sobre la Renta, de 1990, en relación con el artículo 3 del Código Civil y 23. 2 de la Ley General Tributaria. Alega el representante de la Administración General del Estado que la controversia radica en la diferente conceptuación que de los programas de ordenador tienen la Administración Fiscal y la Sociedad recurrida, a efectos de la aplicación del invocado precepto y en aras a saber si el tipo apli­ cable es el del 5 por 100 o del 8 por 100 sobre los canónes o royalties satisfechos por la cesión de derechos de autor sobre programas de ordenador, pues mientras para la parte aquí recurrente se trata de una «obra científica» sometida al grava­ men mas alto, para la Sala de instancia debe califi­ carse como “obra literaria” en base a lo establecido en la Ley 16/1993, de 23 de diciembre, sobre pro­ tección jurídica de los programas de ordenador. Sostiene el Abogado del Estado que tal califica­ ción sólo se refiere a la protección jurídica de dichos programas pero no quiere decir que la Ley los califique como «obras literarias», por lo que han de aplicarse los criterios interpretativos del también invocado artículo 3 del Código Civil. Segundo.—Sobre la cuestión existe una copiosa jurisprudencia, así en Sentencias de 28 de abril (recurso de casación núm. 346/96); 9 de mayo (recurso 1026/96), 9,11 y 26 de junio (recursos números 2721, 2723, y 3901/96) de 2001; 14 de 32 Fiscalidad de los cánones. Doctrina administrativa. Jurisprudencia. Calificación jurídica de los “programas de ordenador ” P EDRO A ROLA G A SÓS los programas informáticos deben tratarse como “obras técnicas” y no “literarias” ni “científicas”. Y ello a la luz de la redacción que recibe por enton­ ces el artículo 12 de la Ley del IRNR, hoy 13 de su Texto Refundido. Del contenido de esa contesta­ ción entresacamos los siguientes párrafos que son relevantes a nuestros efectos: Y, en tercer lugar, porque, cuando la Ley de Propiedad Intelectual alude a obras literarias, artís­ ticas y científicas como objeto del derecho de pro­ piedad intelectual, lo mismo que el Código Civil en su artículo 428, está haciendo referencia a formas de expresión, no a contenidos, por la elemental razón de que no son las ideas científicas, literarias o artísticas las que constituyen dicho objeto, sino su «expresión» en las «obras» correspondientes. Si por una obra científica habría que entender aqué­ lla que desarrolla teorías, principios, teoremas, axiomas o postulados, porque, en definitiva, por Ciencia hay que considerar todo cuerpo de doctri­ na metódicamente ordenado y constitutivo de una rama particular de los conocimientos humanos, resulta claro que un programa de ordenador, per se, no realiza ninguno de esos cometidos. Además, relativizar absolutamente calificaciones tributarias en función de la que, en cada caso, cupiera atribuir a los contenidos de cualquier expresión del lengua­ je, significaría tanto como introducir la inseguridad en la materia y atentaría a los propios criterios interpretativos preconizados por el artículo 23 de la Ley General Tributaria en relación con las pautas contenidas en el artículo 3.o 1 del Código Civil. “De acuerdo con lo expuesto en la consulta, la consultante satisface a su matriz unas rentas como contraprestación a los servicios que recibe en el marco de un «Acuerdo de Administración y Servi­ cios» (el Acuerdo). La cuestión a determinar aquí es qué califica­ ción merecen esos pagos a la vista del Convenio entre el Reino de España y los Estados Unidos de América para evitar la doble imposición y prevenir la evasión fiscal respecto a los impuestos sobre la renta (el Convenio), firmado el 22 de febrero de 1990 (BOE de 22 de diciembre de 1990). En este caso, la duda se concreta en si estos pagos caen en la categoría genérica de beneficios empresariales, y por tanto han de recibir el tratamiento que pres­ cribe el artículo 7 del Convenio, o cabe encajarlos en el concepto de canon que establece el artículo 12, en cuyo caso seguirían el tratamiento previsto en este último artículo, puesto que el apartado 6 del artículo 7 establece que «cuando los beneficios comprendan rentas reguladas separadamente en otros artículos del Convenio, las disposiciones de aquéllos no quedarán afectadas por las del presen­ te artículo». (...) De lo anterior se desprende que algunos de los servicios previstos en el Acuerdo son encajables en el concepto de canon, a diferencia de otros que seguirán la regla general que para los beneficios empresariales establece el artículo 7 del Convenio (...). En cuanto a los tipos aplicables a aquellas prestaciones que quepa calificar de cánones, habrá que estar a lo dicho en el apartado 2 del artículo 12 del Convenio que fija los siguientes tipos: «a) 5 por 100 del importe bruto de los cáno­ nes pagados por el uso, o el derecho al uso, de derechos de autor sobre obras literarias, de tea­ tro, musicales o artísticas; b) 8 por 100 del importe bruto de los cánones percibidos como retribución por el uso, o el dere­ cho al uso, de películas cinematográficas, o películas, cintas y otros medios de transmisión o reproduc­ ción de la imagen o el sonido, y del importe bruto de los cánones por el uso, o el derecho al uso, de equipos industriales, comerciales o científicos, y por derechos de autor sobre obras científicas; y c) 10 por 100 del importe bruto de los cáno­ nes en los demás casos». (...) Además, en cuanto a los derechos de autor sobre obras científicas, el Protocolo aclara que la Tercero.—Por las razones expuestas y porque, en definitiva, sustituir el ponderado criterio de la Sala de instancia por otro meramente subjetivo y sin anclaje legislativo alguno sería, a todas luces, improcedente, se está en el caso de desestimar el recurso, con la obligada imposición de costas que deriva del mandato contenido en el artículo 102.3 de la Ley Jurisdiccional aquí aplicable. Por lo expuesto en nombre de su Majestad el Rey y la potestad que nos confiere el pueblo espa­ ñol. FALLAMOS Que debemos desestimar y desestimamos la casación interpuesta por el Abogado del Estado, contra la Sentencia dictada, en fecha 2 de julio de 1998, por la Sala de esta Jurisdicción de la Audien­ cia Nacional, en el recurso contencioso adminis­ trativo número 469.” 2.1.1.2. La doctrina administrativa Inicialmente, la Administración Tributaria mantu­ vo la tesis de que los programas de ordenador de­ bían recibir el tratamiento de “obras científicas” (Contestaciones de la DGT a Consultas de 11/11/91 y 10/01/95, entre otras) con apoyo en la doctrina de la OCDE y en la voluntad de las autoridades fiscales en orden a no otorgar al software el mismo trato fis­ cal benevolente aplicado a los derechos de autor de obras literarias. No obstante, dicha doctrina varía en el año 2003. En efecto, la contestación a la consulta número 0956-03, de fecha 8/07/2003 entiende que 33 Cuadernos de Formación. Colaboración 16/08. Volumen 6/2008 ha de limitarse al 5 por 100 y no al 8 por 100. Los argumentos empleados son los siguientes: consideración de cuándo se estén retribuyendo ese tipo de derechos se hará «con arreglo a la legislación interna del Estado contratante del que los cánones procedan». (...) Frente a la postura adoptada por la Jurispru­ dencia en cuanto a la calificación de los cánones satisfechos por el uso de programas informáticos, la DGT reaccionó con la emisión de una resolu­ ción en la que se decantaba por una calificación diferente de los mismos. Concretamente, en la Resolución 0956-03 de 8 de julio de 2003, la Dirección General de Tributos sostiene que «a falta de pronunciamiento expreso de la legislación interna sobre su encaje como obras científicas, resulta claro que los programas de ordenador se inscriben en el ámbito de lo técnico y no de lo científico, cualquiera que sea la naturaleza (recre­ ativa, administrativa, técnica o científica) de las aplicaciones a que destine su uso. En consecuen­ cia, los cánones que, en su caso, genere su uso o cesión de uso, tributarán al tipo del 10 por 100 que establece el apartado 2. c) del repetido artícu­ lo 12, por no estar contemplados en ninguna de las otras dos letras de ese apartado». En este sentido, cabe reiterar aquí la opinión de este Centro Directivo en relación con los progra­ mas de ordenador, recogida, por ejemplo, en la consulta vinculante, de 5 de abril de 2002: a falta de pronunciamiento expreso de la legislación interna sobre su encaje como obras científicas, resulta claro que los programas de ordenador se inscriben en el ámbito de lo técnico y no de lo científico, cualquiera que sea la naturaleza (recre­ ativa, administrativa, técnica o científica) de las aplicaciones a que destine su uso. En consecuen­ cia, los cánones que, en su caso, genere su uso o cesión de uso, tributarán al tipo del 10 por 100 que establece el apartado 2. c) del repetido artícu­ lo 12, por no estar contemplados en ninguna de las otras dos letras de ese apartado. En ese mismo sentido apunta la Ley 41/1998, de 9 de diciembre, del Impuesto sobre la Renta de no Residentes, en redacción dada por la Ley 46/2002, de 8 de diciembre, cuando, en su defini­ ción del concepto de cánones, incluye los dere­ chos sobre programas informáticos en epígrafe separado y distinto del de «Derechos sobre obras literarias, artísticas o científicas, incluidas las pelí­ culas cinematográficas».” 2.2. Debemos señalar que la tesis sustentada por la DGT, nos parece muy discutible ya que ante la falta de pronunciamiento expreso de la legislación interna, el artículo 1. 6 del Código Civil indica la necesidad de acudir a la jurisprudencia establecida por el Tribunal Supremo al interpretar y aplicar la ley y, en este caso, la jurisprudencia del Tribunal Supremo ha establecido, en toda una serie de sen­ tencias que hemos citado, que los programas de ordenador se incluyen dentro de lo científico. Además, no acertamos a entender porqué «resul­ ta claro» el carácter técnico de los programas de ordenador. ¿Desde qué punto de vista se puede considerar que «resulta claro»? ¿Qué diferencia existe entre el carácter técnico y el carácter cien­ tífico para un programa de ordenador? Opiniones doctrinales Como no podía ser de otra manera, la doctrina ha abordado esa controversia con vigor. A título de ejemplo se aportan a continuación dos opiniones contrarias en relación con ella. Se trata de dos opi­ niones claras y bien razonadas que permiten pro­ fundizar en los diversos argumentos a contemplar para emitir un juicio ponderado sobre la cuestión. Parece, también, que no ha resultado del agra­ do del legislador la tesis jurisprudencial y, como reacción ante la misma, en la redacción dada por la Ley 46/2002, de 18 de diciembre, y en el Real Decreto Legislativo 5/2004, en la enumeración de los supuestos de cánones los derechos sobre pro­ gramas informáticos se incluyen en epígrafe sepa­ rado y distinto de «derechos sobre obras literarias, artísticas o científicas, incluidas las películas cine­ matográficas». Este argumento ha sido también empleado por la DGT en la Resolución citada.” 2.2.1. Opinión crítica respecto a la doctrina de la DGT El profesor TOVILLAS MORÁN en su artículo “Comentarios a la reciente jurisprudencia judicial y administrativa sobre cánones” (2005), manifiesta: “La cuestión que se planteó en su momento fue la de determinar dentro de qué categoría habían de incluirse los cánones pagados por la licencia de uso de un programa informático. ¿Había de consi­ derarse como un canon por la cesión del derecho de autor sobre una obra literaria o sobre una obra científica? Una u otra calificación comportaba la aplicación del tipo del 5 o del 8 por 100, respecti­ vamente. Actualmente, existe una abundante Juris­ prudencia del Tribunal Supremo y de la Audiencia Nacional favorable a la tesis de que los programas informáticos son obras literarias y no científicas y, por ello, el tipo de retención máximo en la fuente 2.2.2. Opinión crítica respecto a la argumentación jurisprudencial Por otra parte, REVUELTA SANJURJO, en su artícu­ lo “El concepto de canon en la jurisprudencia tribu­ taria española” (2006) y en relación con la doctrina del Supremo expresada en la Sentencia de 27 de junio de 2003, antes citada, manifiesta: 34 Fiscalidad de los cánones. Doctrina administrativa. Jurisprudencia. Calificación jurídica de los “programas de ordenador ” P EDRO A ROLA G A SÓS además de creación intelectual que utiliza un len­ guaje como medio de comunicación. La cuestión está en que las obras literarias no suelen ser emi­ nentemente prácticas (más que para los editores), y que los lenguajes que utilizan una y otra «creación intelectual» no parece que tengan mucho que ver, uno se sirve de palabras el otro de signos, ambos son frutos de la inteligencia, pero en el primero interviene además el espíritu. Finalmente, pienso que son precisamente las ideas científicas, literarias o artísticas las que mere­ cen la protección del sistema, aunque sólo la alcancen cuando se convierten en obra, cuando su contenido queda expresado de manera que puede ser objeto de protección por el Derecho positivo; lo que no convierte en objeto de protección al continente, sino en vehículo necesario para la expresión de aquellas ideas. Retomando la idea de la Audiencia Nacional, ignoro si un programa de ordenador es, en todo caso, el resultado de un trabajo científico (imagino que habrá programas y programas), lo que está claro es que se encuentra más cerca de la obra científica que de la literaria. Aunque, para comple­ tar mi razonamiento, ni tan siquiera creo que merezca la protección digna de una patente, obte­ nida tras largos años de investigación, en la lucha contra cualquier enfermedad, como no sea, y entiendo que esto puede ocurrir, que dicho pro­ grama haya participado también en una investiga­ ción de esa naturaleza. No veo, pues, mayor inconveniente en que se le aplique a la cesión de derechos de autor sobre programas informáticos, el tipo limitado del 10 por 100 del cajón de sastre del apartado 2.c del artículo 12 del Convenio con Estados Unidos, por falta precisamente de encaje no forzado en las categorías más beneficiosas de las letras a) y b) de dicho apartado (en este mismo sentido, consulta de la DGT de 8/7/2003).” “Expuestos los argumentos del Supremo, anali­ cemos sus razones y las que entiendo deberían lle­ var a una solución radicalmente distinta: Se parte, en la Sentencia de la Audiencia Nacio­ nal recurrida, de afirmar que no existe en el Dere­ cho positivo español una calificación jurídica que permita adscribir los programas de ordenador a la categoría de obra literaria o a la de obra científica. Tal vez no exista, porque no sea posible ni necesa­ ria su adscripción a ninguna de dichas categorías; esto es, porque el programa de ordenador no encaje en el concepto que las mismas representan (de esto sería muestra su consideración como categoría independiente en la nueva normativa doméstica española; aunque la virtualidad de la misma en supuestos de aplicación de Convenio resulte limitada desde un punto de vista estricta­ mente jurídico). A pesar de ello, se busca su incrustación en alguno de estos moldes, y con ese fin se acude al juego que dan los criterios herme­ néuticos del artículo tercero del Código Civil. Parece que el elegido sea el de la «relación con el contexto» (criterio sistemático): a falta de una cali­ ficación-adscripción directa, que sólo se da en el artículo 1.o 1 de la Ley 16/1993 a efectos de exten­ der la protección dada por la misma (pero no por otras normas, como pueda ser un Convenio de Doble Imposición), se indaga indirectamente, en su Exposición de Motivos y disposiciones transito­ rias, las de dicha Ley, para llegar a establecer un sistema lógico en sus pasos, falto de lógica, a mi entender, en su resultado, que deriva en conceder la misma protección, no sólo a efectos registrales o de protección de titularidad jurídica, o incluso de titularidad económica, sino también a efectos tri­ butarios, a los programas de ordenador que a las grandes obras del pensamiento humano. Entiendo, antes de abandonar este argumento, que ninguno de los criterios de interpretación del artículo 3.o del Código Civil puede ser utilizado de manera que conduzca al resultado de equiparación que se critica: ni el sentido propio de las palabras, ni los antecedentes históricos y legislativos, ni mucho menos la realidad del tiempo en que han de ser aplicadas o el espíritu y finalidad de las nor­ mas permiten ese salto; pero es que entiendo que tampoco lo permite el propio criterio sistemático, salvo que no exista otro objeto de protección que aquel al que se refiere la Ley 16/1993, o que con­ virtamos a la misma en una declaración de princi­ pios con eficacia erga omnes. Es decir, si el criterio sistemático se aplica en el contexto limitado de la repetida Ley, la conclusión puede ser válida, desde un punto de vista dialéctico; pero si se aplica en un contexto más amplío, el del ordenamiento positi­ vo en su conjunto, la conclusión derivada de la lógica dialéctica utilizada no parece correcta. Por otro lado, a propósito del segundo argu­ mento esgrimido, no cabe duda de que un progra­ ma de ordenador es obra eminentemente práctica, 3. JURISPRUDENCIA Y DOCTRINA ADMINISTRATIVAS MÁS RECIENTES Abordamos ahora, la aportación de la doctrina más reciente del Tribunal Supremo y de la DGT en relación con el tema objeto de estudio, y, en con­ creto: la Sentencia del Supremo de 1 de febrero de 2006 y la Contestación a la Consulta 0247-05, fechada a 9/08/2005, de la DGT. 3.1. Sentencia de 1 de febrero de 2006 El Tribunal Supremo en su sentencia de 1 de febrero de 2006 manifiesta en sus fundamentos de derecho tercero y cuarto lo siguiente: “Tercero.—Antes de entrar en los motivos adu­ cidos (...) conviene recordar que el concepto de 35 Cuadernos de Formación. Colaboración 16/08. Volumen 6/2008 «canon» no se definió en el ordenamiento fiscal español hasta la Ley 46/2002, que modificó el ar­ tículo 12 de la Ley del Impuesto sobre la Renta de No Residentes, para introducir una definición ins­ pirada en las contenidas en los Convenios de Doble Imposición. Este precepto decía que resulta claro que los programas de ordenador se inscriben en el ámbito de lo técnico y no de lo científico o lo literario, cualquiera que sea la natu­ raleza (recreativa, administrativa, técnica o cientí­ fica) de las aplicaciones a que se destine su uso. En consecuencia, desde la entrada en vigor de la definición de canon en la normativa fiscal espa­ ñola, existe una interpretación a la que acudir, sin que sea necesario atender a lo dispuesto en otras normas no fiscales de nuestro ordenamiento. Por lo tanto, los cánones que, en su caso, generen su uso o cesión de uso, tributarán al tipo del 10 por 100 que establece el apartado 2. c) del repetido artículo 12, por no estar contemplados en ninguna de las otras dos letras de ese apartado.” (...) Cuarto.—El Tribunal Supremo viene conside­ rando que los pagos por la cesión de uso de dere­ chos sobre programas de ordenador deben configurarse como cánones, al tratarse de «obras literarias» que corresponden a su autor por el solo hecho de su creación, (sentencias de 28 de abril y 9 de junio de 2001, 14 de marzo, 25 de junio, 16 y 20 de julio de 2002 y 27 de junio de 2003, entre otras), todo ello antes de la introducción del concep­ to «canon» en la normativa fiscal interna (el subra­ yado es de quien suscribe).” 4. RESUMEN Y CONCLUSIÓN 4.1. Planteamiento final 3.2. Contestación a la Consulta 0247-05, fechada a 9/08/2005, de la DGT El tema que se pretende dilucidar, en definitiva, en este trabajo, es el tratamiento que se debe dar a la tributación de los cánones pagados por el uso o cesión de uso de programas de ordenador –soft­ ware– en aquellos casos en que el tipo de gravamen de la retención a practicar en España por el pago de cánones, determinado por el correspondiente Convenio de Doble Imposición, varíe en función de si se trata de cánones pagados por el uso o el dere­ cho al uso de “obras literarias”, “obras científicas” o por otros conceptos, como es el caso del Conve­ nio con los Estados Unidos. Es decir, si los “progra­ mas de ordenador” tienen, a estos efectos, el carácter de “obra literaria”, de “obra científica”, o ninguno de esos dos caracteres y, en consecuencia, cual es el tipo de retención que se debe aplicar a los cánones pagados por su uso. La Dirección General de Tributos en su contes­ tación a la Consulta 0247-05 fechada a 9/08/2005, tras reseñar los tres distintos tipos de retención aplicables a los cánones en función se su naturaleza (5 por 100, 8 por 100, ó 10 por 100), manifiesta: “Dado que el Convenio no es claro en cuanto a la definición de los términos contenidos en este ar­ tículo, ni lo son los comentarios al Modelo de Con­ venio de la OCDE, se debe acudir al artículo 3. 2 del Convenio hispano-estadounidense, que dispone que para la aplicación del Convenio por un Estado contratante, cualquier término no definido en el mismo tendrá el significado que se le atribuya por la legislación de ese Estado relativa a los Impuestos que son objeto del Convenio. Por lo tanto, en gene­ ral se debe acudir a la normativa fiscal interna para determinar en cada momento la interpretación a términos no definidos en el Convenio. 4.2. El artículo 3. 2 de los Convenios de Doble Imposición En este sentido, la solución ha sido apuntada por la Ley 41/1998, de 9 de diciembre, del Impuesto sobre la Renta de no Residentes, en redacción dada por la Ley 46/2002, de 8 de diciembre, cuando incluye por primera vez en nuestra legislación fiscal una definición del concep­ to de cánones. Además, en esta definición se citan los derechos sobre programas informáticos en epígrafe separado y distinto del de «Derechos sobre obras literarias, artísticas o científicas, inclui­ das las películas cinematográficas». Esta definición se ha trasladado al texto refundido de esta Ley por el Real Decreto Legislativo 5/2004, de 5 de marzo. En ese sentido hay que tener en cuenta que el artículo 3. 2 del Modelo de Convenio de la OCDE y, en particular, el artículo 3. 2 del Convenio con los Estados Unidos, que ha sido tomado como para­ digma en este informe por su especial trascenden­ cia, establece que para la aplicación del mismo, cualquier término no definido en él tendrá, a menos que de su contexto se infiera una interpre­ tación diferente, el significado que se le atribuya en la legislación interna del Estado. En efecto, el artículo 3. 2. del Convenio con los Estados Unidos fechado a 22 de febrero de 1990, dice textualmente: Cabe reiterar aquí además la opinión de este Centro Directivo en relación con los programas de ordenador, recogida, por ejemplo, en la consul­ ta 0956-03, de 8 de julio de 2003: a falta de pro­ nunciamiento expreso de la legislación interna sobre su encaje como obras científicas o literarias, “2. Para la aplicación del Convenio por un Estado contratante, cualquier término no definido 36 Fiscalidad de los cánones. Doctrina administrativa. Jurisprudencia. Calificación jurídica de los “programas de ordenador ” P EDRO A ROLA G A SÓS recogen de modo separado –conforme se ha hecho observar al término del apartado 1.2.3 de este escrito– los derechos de autor sobre obras literarias y científicas respecto de los derechos sobre los programas informáticos. Es decir, la norma considera los derechos sobre programas informáticos como una categoría especial de cáno­ nes distinta de las obras literarias y de las obras científicas, con las consecuencias que esto conlleva de cara a la tributación de los mismos. Con fundamento en dicho cambio legislativo, la Dirección General de Tributos, mediante consulta de 9 de agosto de 2005 (núm. 0247/05), antes refe­ rida, también se ha pronunciado al respecto en el sentido indicado, de tal forma que considera los derechos sobre programas informáticos como una categoría de intangibles diferente de las obras lite­ rarias y de las obras científicas a efectos de la apli­ cación de los CDI. A partir de aquí, concluye que los cánones que, en su caso, generen su uso o cesión de uso, tributarán al tipo del 10 por 100 que establece el apartado 2. c) del artículo 12 del Con­ venio con los Estados Unidos (la consulta a la que se contesta hacía referencia a ese Convenio), por no estar contemplados en ninguna de las otras dos letras de ese apartado. Por otra parte, si bien la Audiencia Nacional y después el Tribunal Supremo, en diversas Senten­ cias a las que antes nos hemos referido, entendie­ ron que los programas de ordenador pertenecían al género de las obras literarias, apelando a la natu­ raleza del programa como lenguaje y, principal­ mente, a la modalidad de protección registral que reciben, en virtud de una norma extrafiscal, como es la Ley 16/1993, de 23 de diciembre, sobre el régimen de protección registral de derechos de propiedad intelectual, debe tenerse en cuenta que recientemente, la sala segunda del Tribunal Supre­ mo, mediante la Sentencia de uno de febrero de 2006, también antes citada, ha manifestado de forma nítida que las distintas Sentencias del propio Tribunal Supremo en las que ha venido consideran­ do “que los pagos por la cesión de uso de derechos de programas de ordenador deben configurarse como cánones, al tratarse de «obras literarias» que corresponden a su autor por el solo hecho de su creación” han sido así considerados “antes de la introducción del concepto de canon en la normati­ va fiscal interna”. Es decir que a raíz de la definición de canon en la normativa fiscal española, tal y como ha señalado la Dirección General de Tributos, existe una inter­ pretación a la que acudir, sin que sea necesario atender a lo dispuesto en otras normas no fiscales de nuestro ordenamiento. en el mismo tendrá, a menos que de su contexto se infiera una interpretación diferente y sin perjui­ cio de las disposiciones del artículo 26 (procedi­ miento amistoso), el significado que se le atribuya por la legislación de ese Estado relativa a los impuestos que son objeto del Convenio.” Y, el artículo 3. 2 del Modelo de Convenio en su versión de 15 de julio de 2005, última disponible en castellano, refuerza esa dependencia de la norma­ tiva interna y, en particular de la normativa relativa a los impuestos a que se refiere el Convenio. Reza, en concreto: “2. Para la aplicación del Convenio por un Estado contratante en un momento determinado, cualquier término o expresión no definida en el mismo tendrá, a menos que de su contexto se infiera una interpretación diferente, el significado que en ese momento le atribuya la legislación de ese Estado relativa a los impuestos que son objeto del Convenio, prevaleciendo el significado atribui­ do por esa legislación fiscal sobre el que resultaría de otras Leyes de ese Estado.” En consecuencia, en el caso de aquellos Conve­ nios que prevén una tributación por el pago de cánones que varíe en función de si se trata de cáno­ nes pagados por el uso o el derecho al uso de “obras literarias”, “obras científicas” o por otros conceptos, sin que conste expresamente definido en el Convenio en cual de dichos subgrupos deben considerarse incluidos los cánones pagados por el uso o derecho de uso de los programas de ordena­ dor, es decir, sin que conste que naturaleza tienen los programas de ordenador en este aspecto –tal cual es el caso del Convenio con los Estados Uni­ dos, cuyo art. 12. 2 se ha trascrito en el anterior apartado 2.1.1.2–, es obligado acudir a la normati­ va interna para la calificación de los pagos efectua­ dos por una entidad residente en España por el concepto citado a una entidad residente en el otro Estado a efectos de determinar el tipo de grava­ men aplicable. En este sentido, el artículo 13. 1. f) 3.o del Texto Refundido de la Ley del IRNR [ante­ rior art. 12. 1. f) 2.o de la Ley del IRNR, modificado por Ley 46/2002 con efectos 1 de enero de 2003] trascrito en el anterior apartado 1.2.3 de este tra­ bajo, es el que establece que tienen el carácter de rentas obtenidas en territorio español los cánones satisfechos por personas o entidades residentes en España o que se utilicen en nuestro territorio, teniendo tal consideración de cánones, entre otras categorías de rentas, los derechos sobre progra­ mas informáticos. Más en concreto: la modificación normativa en vigor desde 1 de enero de 2003, contempla una definición precisa de las rentas que tienen la consi­ deración de cánones. En dicha enumeración se 37 Cuadernos de Formación. Colaboración 16/08. Volumen 6/2008 4.3. Conclusión varíe en función de si se trata de cánones pagados por el uso o el derecho al uso de “obras literarias”, “obras científicas” o por otros conceptos, como es el caso del Convenio con Los Estados Unidos, deberán liquidarse no por el tipo correspondiente a los apartados de “obras literarias” u “obras cien­ tíficas” sino por el tipo correspondiente a “otros conceptos”, el tipo del apartado c) de la mayoría de los CDI de que se trata y, en particular, del referen­ te a los Estados Unidos, que, según hemos comentado, se ha analizado por su particular relevancia. Por todo lo anterior, cabe concluir que tras el cambio normativo ya no puede ser de aplicación la doctrina jurisprudencial a la que se ha hecho referencia, por lo que las cantidades satisfechas a partir del 1 de enero de 2003 en concepto de derechos sobre los programas de ordenador, en favor de personas o entidades residentes en aquellos Estados en cuyos CDI con España se prevea un tipo de gravamen de la retención a practicar que BIBLIOGRAFÍA CARMONA FERNÁNDEZ, N. (2007): Guía del Impuesto sobre la Renta de no Residentes, Edición Fiscal CISS, Valencia. MARTÍNEZ MARTÍNEZ, J. M.; PÉREZ-OLIVARES HINOJOSA, F., y SITJAR DE TOGORES, A. I. (2006): “El concepto de canon en la jurisprudencia”, Cuadernos de Formación, colaboración 06/06, vol. 1/2006, Instituto de Estudios Fiscales. TOVILLAS MORÁN, J. M. (2005): “Comentarios a la reciente Jurisprudencia judicial y administrativa sobre cánones”, Cró­ nica Tributaria, núm. 115/2005. REVUELTA SANJURJO, M. 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