No podía imaginar que tu enfado Se basara en

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TEMA: MICRORRELATO. Escribir partiendo del mismo comienzo de un
microrrelato
COMIENZO COMÚN:
La primera noche que me quedé
Dormido en la platea del cine Ariadna………
No podía imaginar que tu enfado
Se basara en creerte culpable de
La somnolencia invencible que me atrapó
Y que no culparas a las circunstancias
Tan favorables que mi cansancio encontró
Para vencer los esfuerzos para no cerrar los ojos….
Aunque, pensándolo bien, si que eres la culpable
Por no dejarme descansar en las anteriores
E interminables noches de placer.
Antonio
La primera noche que me quedé
Dormido en la platea del cine Ariadna………
Quisiera haber despertado fuera de este ataúd.
Antonio
La primera noche que me quedé
Dormido en la platea del cine Ariadna………
Me di cuenta, por el desasosiego
Que me produjo no verte al despertar,
Que el verdadero placer es tu compañía.
Antonio
La primera noche que me quedé
Dormido en la platea del cine Ariadna………
No podía creer que el niño que me despertó
Apuntándome con el dedo, creyera
Ver hormigas saliendo por mis narices.
Antonio Benito
Cine Ariadna
La primera noche que me quedé dormido en la platea del Cine Ariadna... Hacía
bastante frío. Yo tenía veinte años y había estado estudiando Derecho Procesal toda la
tarde. La mesa pequeña, el libro grueso, la silla, estaban situados muy cerca de la ventana,
para aprovechar la luz en aquella habitación oscura y fría de la pensión en la calle Lagasca.
El tiempo se me hacía eterno, un poco antes de las diez, pensé que ya estaba bien, me
encontraba aburrido, solo y hambriento. Salvo el cerco del flexo sobre el libro, la
oscuridad dominaba en la habitación. A las diez y media, cerré el libro, metí la mano en el
bolsillo del pantalón y comprobé que tenía el dinero justo: o un bocadillo de calamares o el
cine. Entonces me vino a la cabeza la imagen de la rubia explosiva que liviana de ropa, lucía
sus encantos en la cartelera del Ariadna. Recogí la bolsa de cacahuetes reblandecidos que
me habían sobrado del día anterior, alcancé el abrigo del perchero, me lo puse y en cuatro
zancadas, me vi delante del cine, estaba cerca. Fue una casualidad que solo quedara aquella
entrada de platea. La película había tenido éxito y se conoce que estaban a punto de
quitarla. Tuve suerte. Mordisqueando los cacahuetes, me senté un poco ansioso. La película
comenzó a las once en punto. Me arrallené en mi asiento, dispuesto a devorar el tórrido
romance. Empezaba a seguir el argumento, cuando poco a poco, noté que mis pies helados
por la larga tarde de estudio, se iban relajando, perdían la rigidez, me encontraba cada vez
más cómodo, una sensación de calor suave y reconfortante, los entibiaba, hasta que de
pronto... de pronto, escuché un aullido desgarrador... un gato salió corriendo despavorido
por el abrazo estrecho de mis pies, que se soñaban Ted Morrison, el galán de la película.
Manuela
Ariadna y la Primera noche:
La Primera noche, que me quedé dormido en la platea
del Cine Ariadna, me desperté somnoliento con un cierto placer que
se extendía por mi cuerpo, y que sin saber por qué, hizo que mis
labios se despertaran, esbozando una mueca cercana a la sonrisa.
La película estaba corriendo con las letras del final y
antes de que se encendieran las luces, una persona joven que estaba
a mi lado, mientras se levantaba del asiento, me preguntó:
- ¿Te ha gustado?
Como no supe responder, con una sonrisa me dijo:
- ¡Gracias!
Y se marchó. Yo no entendí nada.
Al buscar mi jersey en mi pierna izquierda, mientras esperaba el
final, mi mano se tropezó con algo húmedo entre mis piernas.
Entonces fue cuando noté la cremallera bajada y mi pantalón
abierto.
Así conocí de los placeres del quedarse dormido en la Platea del
Cine Ariadna, por no hacerlo en la siesta o en la cama, sin que yo me
enterase de casi nada.
Godo
La primera noche que me quede dormido en la platea del cine
Ariadna, la película era en blanco y negro, el paisaje en la calle era
del mismo tono frío gris, mis ropas bastante deteriorada tenían el
mismo aspecto, el hambre cegaba todo entendimiento nevaba
copiosamente, allí se estaba calentito, soñé con días azules, sabanas
blancas tendidas al sol radiante de invierno tras los cristales de un
hogar ,con leña ardiendo, mirando el futuro con esperanza, paz ,y
libertad .M e despertó la voz del soldado, que metralleta en mano
seguía un reciente rastro de sangre por toda la sala, butaca, por
butaca, el mío.
Mabel
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