ENTREVISTA ABOGADO-DETENIDO EN SEDE POLICIAL

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La entrevista del detenido con su
letrado en dependencias policiales
Javier de Pedro Peinado
La asistencia de abogado al detenido se encuentra reconocida con carácter
genérico en el artículo 17.3 de la Constitución Española de 1978, cuando
establece que “se garantiza la asistencia de abogado al detenido en las diligencias
policiales, en los términos que la ley establezca”. El artículo 24 del mismo texto,
por su parte, en su apartado 2 establece, entre otras garantías relacionadas con la
tutela judicial efectiva, que todos tienen derecho a la defensa y a la asistencia de
letrado.
Lo establecido respecto a los detenidos en el artículo 17.3 tiene su reflejo
en el artículo 520 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, cuando dice, en su
apartado 2. c), que todo detenido tiene derecho a “designar Abogado y a solicitar
su presencia para que asista a las diligencias policiales y judiciales de declaración
e intervenga en todo reconocimiento de identidad de que sea objeto”. En el
artículo 520.6 del mismo texto legal se concreta el contenido de esta asistencia
cuando se explica que “La asistencia del Abogado consistirá en:
a) Solicitar, en su caso, que se informe al detenido o preso de los derechos
establecidos en el número. 2 de este artículo y que se proceda al reconocimiento
médico señalado en su párrafo f).
b) Solicitar de la autoridad judicial o funcionario que hubiesen practicado la
diligencia en que el Abogado haya intervenido, una vez terminada ésta, la
declaración o ampliación de los extremos que considere convenientes, así como la
consignación en el acta de cualquier incidencia que haya tenido lugar durante su
práctica.
c) Entrevistarse reservadamente con el detenido al término de la práctica de la
diligencia en que hubiere intervenido”.
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En algunas ocasiones, la normativa procesal llega a excluir esta entrevista
reservada, aún con carácter posterior a la declaración del detenido. Son los
supuestos previstos en el artículo 527 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
introducido por la Ley Orgánica 14/1983 de 12 diciembre, que establece que la
incomunicación del detenido tiene como consecuencia que no se lleva a cabo la
comunicación del hecho de la detención, que el abogado siempre sea de oficio, y
que se suprima de forma radical la entrevista reservada reconocida en el artículo
520.6.
Como excepción a este régimen general de postergación o incluso
eliminación de la entrevista reservada del detenido con su letrado, la Ley
Orgánica 5/2000 de 12 de enero, Reguladora de la responsabilidad Penal del
Menor, sí que reconoce de forma expresa y con un tratamiento “generoso” la
entrevista del menor detenido con su abogado, con carácter previo y posterior a la
diligencia en que intervengan. Concretamente en su artículo 17.2, la citada Ley
dispone que “El menor detenido tendrá derecho a la entrevista reservada con su
abogado con anterioridad y al término de la práctica de la diligencia de toma de
declaración”. Por tanto, en este procedimiento no caben dudas sobre la legalidad
de la entrevista previa, ya que la ley es clara al respecto. El Protocolo de
actuación policial con menores, aprobado mediante la Instrucción 11/2007 de la
Secretaría de Estado de Seguridad insiste en esta situación en su apartado 4.7.2.
“El menor detenido tendrá derecho a entrevistarse de forma reservada con su
Abogado con anterioridad y al término de la diligencia de toma de declaración
(artículo 17.2 de la LORPM), tanto si el menor hubiese prestado declaración como
si se hubiese negado a declarar”. No obstante, este derecho a la entrevista previa
tiene una excepción, en los supuestos de detención de un menor por actividades
relacionadas con el terrorismo, en cuyo caso y habiéndose decretado la
incomunicación, “no existe el derecho a la designación de letrado de confianza y
tampoco habrá entrevista reservada con el abogado ni antes ni después de la
declaración”. (Artículo 17.4 de la LORPM en relación con los artículos 520 bis y
527 de la LECrim).
Se concreta así que, en términos generales, y salvo las excepciones vistas,
la entrevista previa del detenido con su abogado, que constituye una plasmación
viva del derecho de defensa, que permite al imputado consultar con su abogado
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sobre cuál es la forma de comportarse en un procedimiento a menudo novedoso e
inextricable para él, se limita al momento de finalización del atestado, cuando
existe
ya
un
documento
escrito
e
inamovible
en
el
que
se
plasman
manifestaciones del detenido que pueden, en algunos casos, llegar a condicionar
el desarrollo de todo el procedimiento y la suerte procesal del detenido. Conviene
tener en cuenta en relación con lo dicho que, si bien el atestado y los documentos
que este incorpora, tienen carácter de mera denuncia, pueden los hechos que en
el mismo se plasmen acceder a la fase de juicio oral, mediante su incorporación
en el plenario a través del testimonio de los policías que los hayan presenciado.
En este sentido, la postura del Tribunal Supremo ha sido clara, estableciendo en el
Pleno no Jurisdiccional de su Sala Segunda, adoptado en su reunión del 28 de
noviembre de 1996, que “Las declaraciones válidamente prestadas ante la policía
pueden ser objeto de valoración por el Tribunal, previa su incorporación al juicio
oral en alguna de las formas admitidas por la jurisprudencia”.
No obstante, en este asunto del momento adecuado para la mencionada
entrevista reservada entre abogado y detenido en dependencias policiales, la
postura de la Comisión Nacional de Policía Judicial 1 es inequívoca y reiterativa en
la interpretación de que esta ha de ser siempre (salvo las excepciones antes
mencionadas) posterior a la declaración del primero. En los Criterios para la
Práctica de Diligencias por la Policía Judicial y sobre los “Juicios Rápidos" 2 editados
por la Secretaría General Técnica del Ministerio del Interior, y elaborados por la
citada Comisión, se analiza el contenido de la asistencia del abogado en las
diligencias policiales siendo explícita y reiterativa la afirmación de que en el caso
de la entrevista reservada del letrado y el detenido, tendrá lugar después de la
declaración,
emplazando
esta
diligencia
una
vez
“cerrada
y
firmada
la
declaración”.
1
Órgano integrado por el Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, el Ministro de
Justicia, el Ministro del Interior, el Fiscal General del Estado, el Secretario de Estado para la Seguridad, un vocal
del Consejo General del Poder Judicial, nombrado y separado libremente por el Pleno de dicho órgano, un
miembro de la Carrera Judicial nombrado y separado por el Consejo General del Poder Judicial, que tenga, al
menos, la categoría de Magistrado y un representante de cada una de las Comunidades Autónomas con
competencia estatutaria para la protección de las personas y bienes y para el mantenimiento del orden público,
que ejerzan efectivamente funciones de policía judicial.
2
Criterios para la Práctica de Diligencias por la Policía
Judicial y Sobre los “Juicios Rápidos”. Secretaria
General Técnica, Ministerio del Interior, Comisión Nacional de Coordinación de la Policía Judicial, Madrid, 2006,
págs. 65 y 66
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La Secretaría de Estado de Seguridad, en su Instrucción 12/2007, Sobre los
comportamientos exigidos a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
del Estado para garantizar los derechos de las personas detenidas o bajo custodia
judicial, vuelve sobre este asunto, para ratificar que esa entrevista con el detenido
en sede policial se hará tras la diligencia en la que se haya intervenido, salvo las
excepciones previstas en materia de menores y terrorismo.
En cuanto a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, hay que tener en
cuenta que la postura de este ha sido reiterativa, en favor de la interpretación del
derecho de asistencia al detenido del artículo 17.3 de la Constitución como un
derecho diferenciado del de asistencia letrada al imputado o acusado, que la
propia Constitución contempla en el art. 24.2. “(…) Es necesario distinguir, con
arreglo a la doctrina de este Tribunal (por todas, STC 196/1987), entre la
asistencia letrada al detenido en las diligencias policiales y judiciales, que la
Constitución reconoce en el apartado 3 del art. 17 como una de las garantías del
derecho a la libertad personal protegido en el apartado 1 de este mismo artículo,
y la asistencia letrada al imputado o acusado que la propia Constitución
contempla en el art. 24.2 dentro del marco de la tutela judicial efectiva y del
derecho a un proceso debido. Esta doble proyección constitucional del derecho a
la asistencia letrada, que guarda paralelismo con los textos internacionales sobre
la materia (así, el art. 5 del C.E.D.H. y los arts. 9 y 14 del P.I.D.C.P.), impide
determinar el contenido esencial del derecho a la asistencia letrada en una lectura
y aplicación conjunta de los citados arts. 17.3 y 24.2 de la Constitución. De ello
resulta que, en el presente caso, la denunciada infracción del derecho
fundamental a la asistencia letrada ha de enmarcarse, no en el art. 17.3, como se
hace en la demanda, sino en el art. 24.2, habida cuenta del trámite procesal en el
que se afirma que ha tenido lugar la pretendida lesión del derecho a la asistencia
letrada”.
El mismo Tribunal Constitucional establece en sus sentencias 21/1997,
196/1987 y 252/1994, que la finalidad de la asistencia del abogado en sede
policial, consiste en “asegurar, con su presencia personal, que los derechos
constitucionales del detenido sean respetados, que no sufra coacción o trato
incompatible con su dignidad y libertad de declaración y que tendrá el debido
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asesoramiento técnico sobre la conducta a observar en los interrogatorios,
incluida la de guardar silencio, así como sobre su derecho a comprobar, una vez
realizados y concluidos con la presencia activa del Letrado, la fidelidad de lo
transcrito en el acta de declaración que se le presenta a la firma”.
Se insiste, por tanto, en que existen objetivos diferentes entre la asistencia
letrada al detenido en sede policial, establecida como una garantía al derecho a la
libertad y seguridad reconocido en el artículo 17.3 de la Constitución Española y
del derecho de defensa y la asistencia de letrado, previsto en el artículo 24.2 de la
Carta Magna. Así, se constituye este último como una figura de naturaleza
eminentemente procesal, incluida en un precepto constitucional dedicado a la
tutela judicial efectiva y a los derechos más elementales del justiciable en el seno
del proceso, con carácter general.
Siguiendo con el Tribunal Constitucional, este tiene declarado que la
finalidad de esta asistencia al detenido en las diligencias policiales consiste en
asegurar, con su presencia personal, que los derechos constitucionales del
detenido sean respetados, que no sufra coacción o trato incompatible con su
dignidad y libertad de declaración y que tendrá el debido asesoramiento técnico
sobre la conducta a observar en los interrogatorios, incluida la de guardar silencio,
así como sobre su derecho a comprobar, una vez realizados y concluidos con la
presencia activa del Letrado, la fidelidad de lo transcrito en el acta de declaración
que se le presenta a la firma. (SSTC 21/1997, 196/1987 y 252/1994).
Como se explicó en la STC 196/1987, de 11 de diciembre, FJ 5, “el
aseguramiento de tales garantías no empece para que el art. 17.3 CE haya
habilitado al legislador para establecer los términos concretos del derecho a la
asistencia letrada al detenido. A ello responde precisamente el contenido del art.
520.6 LECrim, en el que se hace consistir la asistencia letrada al detenido, entre
otros extremos, en la celebración de una entrevista reservada entre el Abogado y
el detenido “al término de la práctica de la diligencia en que hubiere intervenido”
y no, como pretende el actor, con anterioridad a ella” (Auto 2006-023 de 30 de
enero del Tribunal Constitucional, resolviendo demanda de amparo).
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Considera además el mismo tribunal que “las previsiones legales existentes
acerca de la posibilidad de una entrevista reservada posterior, así como la
exigencia de asistencia letrada al detenido al tiempo de prestar declaración en
sede policial, con absoluta libertad del Letrado para intervenir en la práctica de
dicha diligencia cuidando de que sean respetados en su integridad los derechos
de
su
defendido,
denunciando
ante
haciendo
las
las
observaciones
autoridades
que
judiciales
juzgara
oportunas
competentes
y
aquellos
comportamientos policiales que, en su caso, pudieran resultar lesivos de tales
derechos, constituyen prevenciones que respetan escrupulosamente el contenido
del derecho fundamental reconocido en el art. 17.3 CE, sin que pueda
considerarse que la denegación de la posibilidad de una entrevista previa entre el
detenido y su Abogado afecte a dicho núcleo esencial”.
El Tribunal Supremo también comparte esta interpretación. Así, entre otras,
en su Sentencia 252/1994 de 19 de septiembre, en la que examina la asistencia
letrada al detenido en sede policial, precisa que la función del Letrado en este
ámbito es la de ser “garante de la integridad física del detenido, y de evitar la
autoinculpación por ignorancia de los derechos que le asiste”. El mismo Tribunal
Supremo, en STS 1500/2000 de 4 de octubre, declara que “(…) no se deduce de la
ley la existencia de un derecho del Letrado a entrevistarse con sus clientes antes
de la toma de declaración en Comisaría, sino después, al término de la práctica de
la diligencia en que hubiese intervenido”. En la STS 539/1998 de 11 de mayo
declara que “(…) en modo alguno puede confundirse el derecho a la asistencia
letrada, previsto y regulado en el art. 520 de la Ley Procesal, con el derecho a una
preparación con el Letrado de la declaración a prestar”.
Por tanto, está claro que, en opinión de los dos altos tribunales, no está
reconocido el derecho a una entrevista reservada previa a la declaración policial.
Así fue también entendido en la Circular de la Fiscalía General del Estado 1/2003,
sobre procedimiento para el enjuiciamiento rápido e inmediato de determinados
delitos y faltas y de modificación del procedimiento abreviado.
En opinión de la Fiscalía General del Estado, manifestada mediante la
resolución a la Consulta 2/2003, de 18 de diciembre, sobre determinados aspectos
de la asistencia letrada al detenido, “La Ley 38/2002 zanja una vieja polémica
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acerca de la capacidad del Letrado para entrevistarse reservadamente con su
cliente con anterioridad a su declaración en Comisaría. Los trabajos preparatorios
de aquel texto legal reflejan la voluntaria exclusión de lo que en el proyecto se
proclamaba de forma expresa, esto es, la posibilidad de esa entrevista previa que
ahora, sin embargo, sólo se admite en sede judicial (cfr. art. 775). En esa misma
consulta se cita la Sentencia del tribunal Constitucional 252/1994, de 19
septiembre cuando declara que la garantía de la libertad personal que subyace al
art. 17.3 CE “no alcanza a imponer la asistencia letrada en los términos y con la
intensidad propios de un proceso en curso”.
Teniendo en cuenta lo visto hasta ahora, se pone de manifiesto que para los
grandes operadores jurídicos de nuestro país, asumiendo lo ya dicho sobre las
excepciones establecidas, no existe el derecho a la entrevista previa a la
declaración del detenido con su abogado, lo que parece evidenciar que la
asistencia letrada en sede policial pertenece al ámbito de una diligencia de
investigación de la policía judicial, con carácter previo al proceso, que no tiene
que ver con el asesoramiento o consejo de su abogado de cara a un
procedimiento judicial que todavía no se ha abierto, sino con la función de
garantía de determinados aspectos relativos a la privación de libertad del
detenido. Esta consideración explica que en la declaración del detenido en sede
policial no se exijan las garantías de defensa de este con la misma amplitud que
en un proceso en curso.
Esta situación ha tenido y tiene numerosos detractores, que consideran que
la regulación actual de la entrevista entre el detenido y su abogado devalúa de
forma importante el derecho de defensa reconocido en los artículos 17.3 y 24.2
de la Constitución Española.
Para empezar, deberíamos preguntamos si no cabe una más amplia y eficaz
regulación del derecho de defensa en la asistencia al detenido, que amplíe el
marco de la escueta y restringida formulación del artículo 520, apartado 6. Dicho
precepto convierte al Abogado en garante de las formalidades legales y, en la
práctica cotidiana, como se ha denunciado en numerosas ocasiones, un mero
convidado de piedra, cuya presencia, como contenido del ejercicio del derecho de
defensa en este trámite, no siempre es entendida por el ciudadano, que
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lógicamente aspira a una defensa real frente a la imputación delictiva. Algunos
sectores de la doctrina consideran, incluso, que la actual regulación constituye un
importante obstáculo para la prestación de un servicio de asesoramiento y
defensa pleno, dado que desde el momento en que se abre la puerta a la
apreciación de diversas amplitudes e intensidades en el derecho de asistencia al
detenido, se menoscaba la plenitud de un derecho tan emblemático como este.
En relación a los argumentos de la Fiscalía General del Estado, en concreto
los referidos a La Ley 38/2002 y a la valoración y descarte en los trabajo
preparatorios de dicha ley de la inclusión de la entrevista previa con el detenido,
los defensores de la entrevista previa podrían esgrimir el artículo 767 de la misma
Ley, cuando establece que “Desde la detención o desde que de las actuaciones
resultare la imputación de un delito contra persona determinada será necesaria la
asistencia letrada. La Policía Judicial, el Ministerio Fiscal o la autoridad judicial
recabarán de inmediato del Colegio de Abogados la designación de un abogado de
oficio, si no lo hubiere nombrado ya el interesado”.
Por tanto, y a tenor de lo que establece este artículo, la asistencia letrada
no se supedita a la condición de detenido del interesado, sino que se prevé
también para imputados no detenidos, lo que parece ir en contra de ese criterio
de exclusiva garantía de los derechos asociados a la privación de libertad del
detenido, pareciendo, por el contrario, que tiene una proyección mucho más
amplia de la que se viene admitiendo.
Una vez expuesto el asunto, cabría preguntarse qué ventajas para la
investigación y para el eventual proceso tiene el hecho de que el detenido preste
declaración sin asesoramiento previo. En primer lugar, podría argumentarse que
esta postergación de la entrevista al final de la declaración pretende salvaguardar
la espontaneidad de la misma, y el éxito en el esclarecimiento de los hechos, lo
que puede resultar cierto. Pero entonces, ¿Por qué no se mantiene esta
precaución durante la primera declaración del detenido en sede judicial? Lo cierto
es que en opinión de muchos profesionales, la entrevista previa dejaría sin
contenido la diligencia de declaración ante la policía, ya que el primer consejo que
daría el abogado a su cliente, en la mayoría de los casos, sería, precisamente, que
se acogiera a su derecho de no declarar. Por tanto, la clave de este asunto es
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determinar qué utilidad tendría la entrevista previa del abogado con el detenido y
si resulta imprescindible de cara a garantizar el efectivo cumplimiento del derecho
constitucional a la asistencia letrada. La STS 539/1998 de 11 de mayo declara que
en modo alguno puede confundirse el derecho a la asistencia letrada, previsto y
regulado en el art. 520 de la Ley Procesal, con el derecho a una preparación con el
Letrado de la declaración a prestar. El abogado asiste a la declaración con el
contenido que de esta asistencia detalla el artículo 520.6, es decir: Solicitar la
información de derechos al detenido y que se le someta al reconocimiento médico
previsto dentro de estos, solicitar ampliación de los extremos de la declaración
que considere convenientes, así como la consignación de las incidencias que
desee y entrevistarse reservadamente con el detenido al término de la diligencia
en la que hubiere intervenido.
Hay que tener en cuenta el momento en el que nos encontramos cuando el
detenido presta declaración en dependencias policiales, se trata de una fase
preprocesal, de investigación del delito llevada a cabo por instituciones que la
misma Constitución reconoce como competentes y legítimas para ello y cuya
finalidad es el esclarecimiento de los hechos. Una vez garantizados los mínimos
establecidos en el artículo 520.6, habrá de dejarse para momentos posteriores las
estrategias defensivas y de asesoramiento del detenido y su letrado, que
encontrarán oportunidad y garantía suficiente para desarrollarse a lo largo del
eventual proceso judicial. En la declaración prestada en Comisaría no se ejerce la
defensa, ni tampoco la acusación, en un sentido formal. Sólo se realiza un acto
investigativo preprocesal, que tiene el valor de mera denuncia y en el que el
letrado realiza una función distinta a la defensa, función que ya ha sido explicada
reiteradamente por el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo. Por último,
cabe destacar que esta concepción dual del derecho a la asistencia letrada no
constituye una originalidad de nuestra Constitución, sino que guarda esencial
paralelismo con los textos internacionales reguladores de los derechos humanos
suscritos por España, si bien es bueno recordar que en materia de asistencia
letrada nuestra Constitución es más amplia y generosa con el detenido.
El Convenio Europeo de Derechos humanos de 1950, proclama en su art. 5
el derecho a la libertad, señalando los derechos del detenido preventivamente,
entre los cuales, por cierto, no incluye el de asistencia letrada, y en su art. 6
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consagra el derecho al proceso debido, determinando los derechos del acusado
con mención específica del derecho a ser asistido por un defensor de su elección.
Similar modelo se establece en los arts. 9 y 14 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos de 1966, el primero de los cuales no comprende el
derecho del detenido a la asistencia letrada, reconociéndose en el segundo para el
acusado de un delito en los mismos términos establecidos en el 6 del Convenio
Europeo.
Por consiguiente, en esos textos internacionales, tiene especial importancia
la diferenciación entre «detenido» y «acusado» en relación con el derecho a la
asistencia letrada y así lo evidencia, también, la doctrina del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, constituida, entre otras, por las Sentencias de 27 de junio de
1966 (caso Neumeister), 27 de febrero de 1980 (caso Deweer), 13 de mayo de
1980 (caso Artico) y 26 de marzo de 1982 (caso Adolf), en las cuales el
reconocimiento del derecho se hace depender de la existencia de «acusación».
En la Constitución Española, como hemos visto, se reconoce el derecho de
asistencia letrada tanto al detenido como al acusado, pero a cada uno de estos
reconocimientos se le otorga un alcance determinado. Así, el artículo 17.3 de la
Constitución reconoce este derecho al detenido en las diligencias policiales como
garantía del derecho a la libertad reconocido en el número uno del mismo artículo
17, mientras que el artículo 24.2 de la Carta Magna reconoce este derecho de
asistencia letrada en el marco del derecho a la tutela judicial efectiva. De esta
forma, y mediante la intervención y asistencia del abogado, se garantizan, en
momentos distintos, derechos fundamentales de naturaleza diferenciada, que
justifican que no se configure el derecho de defensa de una forma común y
comprensiva de ambas situaciones.
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