SALUDO INSTITUCIONAL DEL PRESIDENTE DE LA CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA DE PIURA DR. MARCO ANTONIO GUERRERO CASTILLO PRESIDENTE DE LA CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA DE PIURA E stando a pocos días de concluir mi gestión como Presidente de la Corte Superior de Justicia de Piura, me complace sobremanera poder dirigirme a través de este medio masivo de comunicación a la colectividad jurídica Piurana para expresarles en primer lugar mi saludo institucional; y en segundo lugar, presentar a todos nuestros lectores la Cuarta Edición de la Revista Jurídica Virtual AEQUITAS. Han transcurrido casi dos años desde que asumí el alto honor de dirigir la Corte Superior de Justicia de Piura, habiendo sido una de las propuestas desde el inicio de esta gestión el contar con un espacio como el presente, en el que sin que implique costo alguno a la institución, se divulguen diferentes artículos de corte jurídico, de organización, ética y liderazgo. Y en efecto, en esta nueva edición, como en números anteriores, es grato ver que seguimos contando con el valioso aporte desinteresado de profesionales especialistas en las materias tratadas; entre ellos, magistrados del Poder Judicial, Ministerio Público, Docentes Universitarios y Abogados que ejercen la defensa libre; todos ellos enfocando diversos temas desde un punto de vista de las ciencias jurídicas y sociales, siempre teniendo en cuenta las últimas corrientes doctrinarias, tendencias jurisprudenciales y precedentes vinculantes; amén de las modificatorias y nuevos textos legales. Confío en que los aportes jurídicos que se hacen llegar a la colectividad piurana y en general a través de esta revista, con el complemento de las actividades académicas que desde la oficina de capacitación de esta Corte también hemos venido realizando, han alcanzado su finalidad, cual es la de contribuir en la cultura jurídica de nuestros lectores y de manera muy especial de nuestros magistrados y personal jurisdiccional, lo cual se refleja en la cali- dad resolutiva de los diversos conflictos de intereses que se han sometido a su conocimiento, y que han permitido que esta Corte sea una de las más importantes en el servicio de administración de justicia en esta parte del País. En esta edición quiero agradecer a todos aquellos que han colaborado para que la Revista Jurídica Virtual AEQUITAS de la Corte Superior de Justicia, en estos 2 últimos años se mantenga en vigencia; a los ilustres autores de los diversos artículos publicados, en muchos casos grandes maestros y juristas de trayectoria, en otros jóvenes valores que comienzan a interesarse en la investigación de ciertos institutos jurídicos ya sea por su novedad o por ser polémicos; no siendo menos los que han aportado sus acertados y actualizados comentarios. No quiero dejar de agradecer a los equipos de trabajo que han tenido a cargo la edición de los 4 números; pues, como ya lo sostuve los equipos que me han acompañado en esta revista se han encontrado y encuentran integrados por magistrados y personal de apoyo que en adición a las funciones propias de sus cargos han hecho posible ésta y las anteriores ediciones, esfuerzo que refleja el compromiso asumido para con la institución. Finalmente, expresar que la Revista Jurídica Virtual AEQUITAS de la Corte Superior de Justicia de Piura, es una realidad y hago público mi deseo para que la nueva gestión que tenga a cargo la administración y gobierno de esta Corte, tenga a bien mantener en vigencia este espacio virtual de difusión de ideas, comentarios y conocimientos en el que como lo venimos sosteniendo desde su primera edición, el único requisito que se tiene para participar en ella, es y debe ser siempre la sola exigencia del rigor académico y del respeto a la dignidad humana, la libertad y a los derechos fundamentales. Quiero terminar recordando las palabras del Maestro Eduardo J. Couture, señaladas en el decálogo del abogado: “Estudia, el derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos serás cada día menos abogado” PALABRAS DEL DIRECTOR JESUS ALBERTO LIP LICHAM JUEZ SUPERIOR En estos últimos años el Internet ha revolucionado nuestras vidas. La Aparición de los blogs, ha cambiado nuestros hábitos y superado muchas barreras informativas, permitiéndosenos la publicación de lo que creamos conveniente. Vemos incluso que la prensa hablada y escrita, las empresas, así como cualquier persona natural, hoy por hoy cuentan ya con sus propios portales o propias páginas web de las que uno puede tomar conocimiento de diversos aspectos cotidianos de sus titulares. Soy un convencido que tener como medio de comunicación y difusión el Internet, nos viene brindando todas las ventajas del mundo; pues, contamos con una flexibilidad para mezclar formatos y lo más cómodo es que estos (textos, imágenes, video) se complementan hasta ofrecernos una visión más interesante de una noticia o de una información. En nuestro quehacer diario y por las labores propias de nuestras funciones, los temas más recurrentes que abordamos en el Internet son los que tienen que ver con intereses jurídicos y académicos, artículos y comentarios escritos por ciudadanos, ya sea desde su posición como magistrados, abogados, litigantes o estudiantes universitarios, nacionales o extranjeros, que compartimos las mismas inquietudes e interrogantes sobre temas de esa índole; realidad que anima al equipo de trabajo de esta Revista Jurídica Virtual Aequitas a salir al ciberespacio y conectarse con sus lectores, poniendo a su alcance artículos de contenido jurídico, social, de cultura organizacional y ética, compartiendo de este modo investigaciones, estudios, opiniones y hasta pensamientos debatibles que coadyuven a construir muchas y más buenas corrientes jurídicas. Conocido es que la idea de las revistas virtuales no es que reemplacen a los medios tradicionales, sino que los complementen y lleguen cada vez a más lectores; pues, es una necesidad la de compartir no sólo las experiencias, sino también las ideas, opiniones y conocimientos. AEQUITAS es una revista jurídica virtual de la Corte Superior de Justicia de Piura, creada como un espacio para difundir los conocimientos, las experiencias y expresar libremente nuestras opiniones sobre tal o cual tema o instituto jurídico, propiciando en muchos casos el debate alturado, convirtiéndose en otros casos en el inicio de nuevos proyectos o el lugar de refugio para noches insomnes. Hemos desarrollado con mucho esmero y dedicación esta publicación, con la finalidad que todos los colegas nos encontremos a la altura de las exigencias de este mundo globalizado en que vivimos, y podamos tomar las decisiones oportunas en base a un profundo conocimiento jurídico; en busca de la excelencia en el servicio de justicia que brindamos. Agradezco a los diversos autores que han autorizado la publicación de los interesantes artículos que contiene esta edición, que estamos seguros aportan beneficios a la calidad personal y jurídica de nuestros usuarios. Gracias también a nuestros lectores por los buenos comentarios recibidos de apoyo y estímulo, así como por las críticas constructivas; ya que todo ello, no es más que el reflejo de que nuestra revista ha sido acogida por la colectividad jurídica local, nacional e internacional. Gracias al equipo de trabajo que me ha acompañado en estas 2 últimas ediciones, ya que sin su apoyo no se habrían hecho realidad las mismas. Seguro de haber cumplido este año judicial 2010 con el encargo del Dr. Marco Guerrero Castillo, presidente de la Corte Superior de Justicia de Piura, hago entrega de este 4° número de la revista AEQUITAS, confiado en que con el transcurrir del tiempo nuestros lectores seguirán visitándonos; y por que no haciéndonos llegar sus autorizadas opiniones y comentarios o simples inquietudes sobre los diversos temas contenidos. Aprovecho la oportunidad para desear a todos nuestros lectores un FELIZ AÑO 2011 CONSEJO DIRECTIVO PRESIDENTE DR. MARCO ANTONIO GUERRERO CASTILLO PRESIDENTE DE LA CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA DE PIURA DIRECTOR JESUS ALBERTO LIP LICHAM JUEZ SUPERIOR DE LA PRIMERA SALA CIVIL DE PIURA Y PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE CAPACITACIÓN Y CONTROL DE LA CALIDAD DE LA MAGISTRATURA INTEGRANTES LUIS ALBERTO CEVALLOS VEGAS JUEZ SUPERIOR JEFE DE LA ODECMA - PIURA. CECILIA IZAGA RODRIGUEZ JUEZA SUPERIOR SALA ESPECIALIZADA LABORAL TULIO EDUARDO VILLACORTA CALDERON JUEZ SUPERIOR SEGUNDA SALA PENAL LIQUIDADORA COORDINADORA GENERAL MARISOL ALCOCER PRADO SECRETARIA DE LA COMISIÓN DE CAPACITACIÓN Y CONTROL DE LA CALIDAD DE LA MAGISTRATURA DIAGRAMACIÓN HJALMAR MANUEL HERRERA CASTRO SUBADMINISTRADOR SEDE JUDICIAL TALARA INDICE SALUDO DR. MARCO ANTONIO GUERRERO CASTILLO PRESIDENTE DE LA CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA DE PIURA. PALABRAS DEL DIRECTOR JESUS ALBERTO LIP LICHAM JUEZ SUPERIOR DE LA CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA DE PIURA DEL COMERCIANTE AL EMPRESARIO: EL DERECHO MERCANTIL DE OBLIGACIONES ACTUAL 02 04 11 Doctor en Derecho por la Universidad de La Coruña, España. Profesor Ordinario de Derecho Mercantil en la Universidad de Piura “ENSAYO SOBRE LA PRESCRIPCION Y LA CADUCIDAD ACORDE A LOS FINES DEL DERECHO” 53 LAS NUEVAS PREOCUPACIONES DE LOS JUECES EN MATERIA CAUTELAR HELDER LUJAN SEGURA JUEZ TITULAR DEL SEGUNDO JUZGADO DE PAZ LETRADO DE LA CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA DE PIURA. 76 Víctor Raúl Rodríguez Monteza Fiscal Adjunto Supremo INDICE La Fe Pública Registral y el Criterio Adoptado Por las Salas De Casación: Una mirada reciente. Revisión de Sentencias dictadas en Casación. Carlos Furuken Zegarra Abogado por la Universidad de San Martín de Porres. 83 EL DERECHO PENAL DE AUTOR Y LA SOBRECRIMINALIZACIÓN CONTEMPORANEA Marco Antonio Iyo Valdivia Segundo Juzgado Penal Unipersonal de Sullana 93 LA PRUEBA DE OFICIO Y SU IMPLICANCIA CON EL PRINCIPIO DE IMPARCIALIDAD DEL JUEZ 96 Mg. María del Socorro Nizama Márquez Juez Penal Unipersonal de Piura LA PRUEBA EN EL PROCESO PENAL 101 MEDIDAS COERCITIVAS DE CARÁCTER PERSONAL EN EL NUEVO CODIGO PROCESAL PENAL 103 Mag. José María Gómez Tavares Juez Superior Segunda Sala Penal Liquidadora FRANCISCO MANUEL FERNANDEZ REFORME JUEZ DEL SEGUNDO JUZGADO DE INVESTIGACION PREPARATORIA DE PIURA INDICE LA ORALIDAD EN LA NUEVA LEY PROCESAL DEL TRABAJO 109 Luis Alberto Lalupú Sernaqué Juez de Paz Letrado de Chulucanas EL CÁLCULO DE LOS INTERESES LEGALES LABORALES Carlos Eduardo Reyes Ruiz Revisor de Planillas del Primer Juzgado Laboral de Piura 111 LA APLICACIÓN DE PRINCIPIO PRECAUTORIO Silvia Carolina Rumiche Rochabrún Fiscal Provincial Fiscalía Especializada en materia ambiental del Distrito Judicial de PiURA 114 ACERCA DE LA DELINCUENCIA; ¿Y POR QUE YO NO? 116 LOS MEDIOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS EN EL SISTEMA PROCESAL PENAL VIGENTE Pedro Pablo Arévalo Rivas Abogado, egresado de la Universidad Nacional de Piura. Defensor Publico Penal–Ministerio de Justicia – Distrito Judicial de Tumbes 118 Dr. SEGUNDO TOMAS, YEPEZ ALVA Especialista en Derecho Penal 10 DEL COMERCIANTE AL EMPRESARIO: EL DERECHO MERCANTIL DE OBLIGACIONES ACTUAL ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH Doctor en Derecho por la Universidad de La Coruña, España. Profesor Ordinario de Derecho Mercantil en la Universidad de Piura difusión en todos los países de los agentes de las compañías mercantiles. El ius mercatorum 1. Breve historia del Derecho Mercantil y es un derecho profesional en un triple sentido: su concepto. 1) Por su origen, pues sus fuentes El Derecho Mercantil no existió en Roma. Su son los usos de los propios mercaderes. origen es medieval (ss. XI-XII) y surgió como 2) Por sus sujetos, pues es proun derecho especial de clase, de acuerdo pio de los comerciantes en su actividad. con las concepciones sociales entonces en vi3) Y en su determinación, pues es degor (Antiguo Régimen, corporativismo). De clarado en un proceso especial ante tribunamanera que el primer concepto del Derecho les compuestos por los mismos mercaderes. Mercantil es subjetivo: el ius mercatorum. I. EL DERECHO MERCANTIL Esta primera etapa de la historia del Derecho Mercantil, es llamada estatutaria, por estar fundada principalmente en los estatutos corporativos. Durante este periodo inicial se desarrollaron las principales instituciones todavía hoy consideradas como propias del Derecho Mercantil, dirigidas al mercado y al intercambio, unas veces en conexión, otras en contraposición, con la evolución general del Derecho romano-canónico común. El Derecho Mercantil se afirma así, en esta época, como un derecho autónomo de clase, de gran uniformidad internacional, inicialmente, a través de las ferias, y después a través de la Con la aparición del Estado moderno (inicialmente como estado monárquico absolutista: ss. XV-XVIII), la afirmación de la soberanía del Estado inicia una tendencia hacia el reforzamiento de la ley, frente a la costumbre, como fuente del derecho. El ámbito de soberanía estatal va configurando la existencia de un mercado nacional y de una economía mercantilista con un protagonismo del Estado en la regulación y el control del desarrollo del comercio y en la obtención de riqueza1. Así se inicia en esta época el segundo periodo de la historia del Derecho Mercantil: el derecho del mercantilismo nacional2. Se 1 JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Guillermo (Coord.); Derecho Mercantil, 3ª ed., Ariel, Barcelona, 1995, vol. 1, p. 7 (sección a cargo de Manuel OLIVENCIA RUIZ: en adelante, citaré esta obra y las demás de su tipo que, conservando una unidad de plan, han sido compuestas por partes reconocibles por diferentes autores, refiriéndome sólo al título de toda la publicación, precedida del nombre de su Coordinador o Director y, según sea el caso, el del autor de la sección citada, detrás de una barra oblicua; en este caso, la cita correspondiente sería: JIMÉNEZ/ OLIVENCIA, Derecho Mercantil, etc.). 2 Cfr. ASCARELLI, Tullio; Iniciación al estudio del Derecho Mercantil, trad. de la 3ª ed. italiana por Evelio Verdera y Tuells, Bosch, Barcelona, 1964, p. 51. 11 pueden resumir las notas del Derecho Mercantil do periodo de la historia del Derecho Mercantil y durante este periodo de la siguiente manera3: se abre un tercero, caracterizado por la objetividad del criterio de delimitación del Derecho Mer1) La primera fuente del Derecho cantil y por el triunfo de la libertad de iniciativa4. Mercantil pasa a ser la ley. La costumbre queda en segundo plano. El Código de Comercio de Napoleón dio inicio 2) La potestad de dictar leyes se re- a la corriente moderna que concibe un Derecho serva al Estado (legalización y es- Mercantil diferenciado en función de su objeto: tatización del Derecho Mercantil). el acto de comercio. La génesis de la doctrina 3) El criterio de delimitación del Derecho Mer- del acto de comercio es un tanto más complicacantil continúa siendo subjetivo; pero desde ese da de lo que se pretende. En realidad, el Códinúcleo se va ampliando el ámbito del Derecho go de Comercio no logró desvincularse radicalMercantil a otros sujetos no comerciantes y a mente de la forma como se concebía el Derecho actividades económicas distintas del comercio. Mercantil bajo el Antiguo Régimen, y algunos de 4) El carácter internacional del De- sus rasgos, como la jurisdicción especial de los recho Mercantil inicial cede ante Tribunales del Consulado, fueron conservados. un progresivo nacionalismo. Al tratar de la competencia de estos Tribunales especiales de comercio, el Código incluía, adeDurante el s. XVIII se produce el movimiento de más de todos los asuntos referidos a los actos la Ilustración, que a fines de ese mismo siglo y entre comerciantes regulados en el Código, una a lo largo del siguiente produciría las revolucio- lista enunciativa de “actos de comercio”, indenes liberales, con la afirmación de las “libertades pendientemente de que las partes intervinientes modernas” (formuladas en el lema de la Revolu- tuvieran o no la calidad de comerciantes. Muy ción Francesa como “libertad, igualdad, fraterni- pronto la doctrina y la jurisprudencia entendiedad”) que acabarían definitivamente con el Anti- ron que tales actos no sólo estaban sometidos guo Régimen. La ideología de las revoluciones a la jurisdicción especial del comercio, sino tamprodujo cambios inmensos en el Derecho, que bién a su legislación propia, el Code de Compodríamos resumir diciendo que, en cuanto a su merce, y así fue recogido en los demás Códigos contenido, lo transformó bajo la influencia de las de Comercio de Europa y América influidos por nuevas ideas en un derecho liberal y formalmen- el francés (entre ellos los españoles de 1829, te igualitario (todos son iguales ante la ley), y en copiado por el peruano de 1853, y el de 1885, cuanto a la forma, produjo la Codificación de las copiado por nuestro actual Código, de 1902). más importantes áreas de la legislación (Código Civil de 1804, Código de Comercio de 1807 y La noción moderna del Derecho Mercantil, funCódigo Penal de 1810), ya durante el gobierno damentado en la idea de acto de comercio, entró del Emperador Napoleón I. Con la codificación muy pronto en crisis, debido a la imposibilidad napoleónica se cierra definitivamente el segun- de formular un concepto unitario y coherente de 3 JIMÉNEZ/ OLIVENCIA, Derecho Mercantil, cit., vol. 1, p. 8. 4 ASCARELLI, Iniciación..., cit., p. 66. 12 acto de comercio, desvinculado de la persona del comerciante. Las nuevas propuestas se fueron decantando alrededor de dos posiciones: una que en definitiva propugnaba la desaparición del Derecho Mercantil como derecho especial, en una gran unificación del Derecho privado (en el Derecho Civil), y otra que proponía la vuelta a un sistema preponderantemente subjetivo, fundado en el concepto de comerciante. Esta última tendencia cristalizó en el Código de Comercio alemán (HGB) de 1897, que entró en vigencia junto con el Código Civil de ese país, en 1900. cierto que el tráfico mercantil es tráfico en masa; pero la realización de ese tráfico requiere una determinada organización económica, a la que se llama empresa. Es en la empresa donde radica el criterio definitorio del Derecho Mercantil, tal como fue concebido por WIELAND. Se recurre así, como elemento delimitador del Derecho Mercantil, a un concepto propio de la economía: la empresa como combinación de fuerzas económicas —de factores de producción, capital y trabajo—, para la obtención de ganancias. Al erigirse la empresa en núcleo esencial y eleEn este contexto aparecen en la doctrina dos mento definidor del Derecho Mercantil, desplaza teorías sucesivas que son el puente entre la de esa función a los “comerciantes” y a los “acteoría objetiva del acto de comercio y la nueva tos de comercio”. El Derecho Mercantil seguirá concepción de Derecho Mercantil como derecho estudiando el estatuto de una clase de persoprivado del empresario. La primera es la teoría nas y el régimen de una clase de actos; pero esde los actos en masa de HECK, que analizan- tos elementos se calificarán por su vinculación do cuidadosamente la realidad económica lle- con la empresa como organización: los titulares ga a la conclusión de que el Derecho Mercantil de empresas (los empresarios) y los actos de es en realidad un conjunto de instituciones ju- empresa forman parte del Derecho Mercantil rídicas instrumentales para posibilitar el tráfico por su conexión con la organización económieconómico en masa, tan característico de la ca que constituye el núcleo esencial de éste. sociedad industrial y postindustrial. Acogiendo las ideas de HECK, WIELAND formula la prime- La teoría de WIELAND, con profundas repercura teoría del Derecho Mercantil como Derecho siones en toda la doctrina posterior, es la aporde la empresa, entendida ésta como el sustra- tación más importante al moderno concepto to, la condición de posibilidad de la economía del Derecho Mercantil5 . Interesa destacar que de masas de que había hablado su predecesor. estos autores parten de ideas suministradas por 2. La teoría de la empresa y el Derecho Mer- la economía, de donde obtienen los conceptos cantil actual. que después utilizan para exponer su doctrina. Desarrollando el método iniciado por HECK, Así, WIELAND dice que la “empresa es aportala doctrina avanzó en las conclusiones que se ción de fuerzas económicas para la obtención desprenden de la observación de la realidad. Es de una multiplicación sin medida del patrimo- 5. JIMÉNEZ/ OLIVENCIA, Derecho Mercantil, cit., vol. 1, p. 24. 13 nio”6 , mientras que MOSSA, divulgador más o menos crítico de las teorías de WIELAND, la define como “el organismo económico que concentra en sí los medios y los hombres indispensables para el ejercicio de la actividad económica”. Esta concepción del Derecho Mercantil, que primero es formulada por la doctrina partiendo de la noción de comerciante que recogen los Códigos de Comercio (p. ej., el artículo 1° del Código de Comercio peruano de 1902), ha tenido tal éxito que no sólo es la noción compartida mayoritariamente por la doctrina, sino que incluso ha sido recogida numerosas veces en la legislación mercantil de las últimas décadas7 , aunque requiere pocas precisiones. Por ejemplo, adoptar esta doctrina no debe implicar una renuncia a ampliar la perspectiva con base en otros campos del conocimiento de la realidad empresarial. Aunque el Derecho Mercantil se delimite con el auxilio de la noción económica de empresa, según el modelo neoclásico, no suele considerarse correcto definirlo como el “derecho de la empresa”, sino como el derecho profesional del empresario8, del titular de la empresa. En otras palabras, el Derecho Mercantil podría definirse como la rama del Derecho que tiene por objeto los derechos y deberes privados del empresario en cuanto tal, esto es, en cuanto titular de una empresa. Se debe aclarar, no obstante, que, de una parte, las instituciones de Derecho Mercantil, derecho de los empresarios, son usadas excepcionalmente por personas que no se dedican a esa actividad, como por ejemplo, los títulos valores, la negociación en Bolsa, etc. Se trata, normalmente, de formas de obligarse inventadas dentro de la lógica del derecho profesional de los empresarios, pero fácilmente utilizables, debido a sus sencillas pero vigorosas formalidades, o bien a su peculiar marco institucional, por cualquier persona para sus propios fines. De otro lado, se deben señalar algunos ámbitos que, pese a hallarse claramente comprendidos 6. La doctrina iría depurando este concepto, de modo que ya no se considera como parte de su definición el ánimo de lucro ínsito en la fórmula de WIELAND. Así, para Julius VON GIERKE (GIERKE, Julius VON y SANDROCK, Otto; Handels- und Wirtschaftsrecht, 9ª ed., Walter de Gruyter, Berlin, 1975, p. 181) “Unternehmen ist der durch Gewerbe (...) geschaffene Tätigkeitsberech mit den ihm (...) ein- und angegliederten Sachen und Rechten, einschließlich der zu ihm gehörenden Sculden” (“empresa es el campo de actividad creado mediante su mismo ejercicio, con las cosas y derechos integrantes y accesorios del mismo, incluyendo las deudas que le competen”), definición que además adopta una perspectiva más objetiva. Desde otra perspectiva, más institucionalista, puede citarse también la definición de RAISCH (cit. por CANARIS; Handelsrecht, 23ª ed., C.H. Beck, Múnich, p. 33),: “die organisierte Wirtschaftseinheit, mittels derer del Unternehmer am Markt auftritt” (“la unidad económica organizada medante la cual el empresario participa en el mercado”). 7. Baste, como botón de muestra, el art. 130 de la Const. peruana de 1979: “Las empresas, cualquiera sea su modalidad, son unidades de producción...”. Otro ejemplo podía verse en la definición de empresa contenida en el art. 1 de la Ley de Reestructuración Patrimonial aprobada por D.Leg. N° 845: “Toda organización económica y autónoma en la que confluyen los factores de la producción, capital y trabajo, con el objeto de producir bienes o prestar servicios, establecida de hecho o constituida en el país al amparo de cualquiera de las modalidades contempladas en la legislación nacional”. 8. SÁNCHEZ CALERO, Fernando; Instituciones de Derecho Mercantil, 21ª ed., McGraw-Hill, Madrid, 1998, t. I, p. 18. FERRI, Giuseppe; Diritto Commerciale, 10ª ed. (a cargo de C. Angelici y G.B. Ferri), UTET, Turín, 1997, p. 13 (n. 7). URÍA, Rodrigo; Derecho Mercantil, 26ª ed., Marcial Pons, Madrid, 1999, p. 5 (n. 2). RIPERT, Georges y ROBLOT, René; Traité de Droit Commercial, 16ª ed., LGDJ, París, 1996, t. 1, pp. 6-7 (n. 9). SCHMIDT, Karsten; Derecho Comercial, (trad. de la 3ª ed. alemana por Federico Werner) Astrea, Buenos Aires, 1997, p. 11. JIMÉNEZ/ OLIVENCIA, Derecho Mercantil, cit., vol. 1, pp. 24-25 y 31-34. 14 en la definición arriba expuesta, quedan exceptuadas, por razones peculiares en cada caso, de la aplicación del Derecho Mercantil. En este contexto, cabe mencionar dos grupos de excepciones: en primer lugar, la inserción del factor laboral en la empresa que, por razones históricas que no es posible detallar, constituye la parte principal de toda una rama autónoma del Derecho, que es el Derecho Laboral9 ; en segundo lugar, se exceptuaban antes totalmente (y todavía parcialmente) del ámbito del Derecho Mercantil determinadas clases de empresarios: el pequeño empresario, el empresario artesanal o el agrario10, entre otros, sujetos ahora, más bien, a uno o más regímenes especiales, pero que en mi opinión se deben considerar igualmente mercantiles11. Derecho Mercantil es básicamente dispositivo, no imperativo, e incentivador, más que sancionador. El Derecho Mercantil se ocupa de obligaciones que no poseen una diferencia esencial con las obligaciones civiles, pero que por su finalidad requieren una mayor agilidad, velocidad incluso, y seguridad, esto es, una mayor protección contra el incumplimiento. La función protectora de la seguridad y de la agilidad del tráfico, es pues, también, un carácter fundamental del Derecho Mercantil. Con esta finalidad, el Derecho Mercantil posee también en muchos aspectos un carácter formalista, con pequeñas formalidades de fácil cumplimiento y gran trascendencia jurídica. De acuerdo con su carácter incentivador y no sancionador, habitualmente el incumplimiento de estas formalidades no trae El problema de cómo hacer compatible este con- consigo una sanción, sino la pérdida de un becepto del Derecho Mercantil con la regulación neficio que de otro modo se hubiera podido gopositiva del CdC., será discutido más adelante12. zar. Todas estas características responden en su forma pura al Derecho Mercantil nacido de 3. Caracteres, tendencias actuales y conteni- las revoluciones liberales del siglo antepasado. do del Derecho Mercantil. La historia reciente y las tendencias actuales de su evolución tienden en muchos casos a matizar El Derecho Mercantil es privado, basado en el o incluso debilitar algunos de estos caracteres. Derecho Civil, del que se presta los conceptos fundamentales, adaptándolos a sus fines. Como Entre tales tendencias, se pueden mencionar derecho privado y fundamentalmente centrado como principales: la tendencia a la unificación en cuestiones relativas a las obligaciones, el internacional del Derecho Mercantil; la creciente 9. SCHMIDT, Derecho..., cit., pp. 11-13; JIMÉNEZ/ OLIVENCIA, Derecho Mercantil, cit., vol. 1, p. 25; URÍA, Derecho..., cit., p. 7 (n. 3); SÁNCHEZ CALERO, Instituciones..., cit., t. I, p. 18. Sin embargo, como puede verse todavía en las normas de nuestro CdC, esta materia era originalmente parte del Derecho Mercantil, como el contrato de trabajo con un empleador no comerciante era parte del Derecho Civil. 10. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones..., cit., pp. 20-21. 11. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones..., cit., pp. 20-21. FERRI, Manuale..., cit., pp. 47-53 (nn. 21 y 22), incorpora a la empresa agraria y a la artesana en el concepto de pequeña empresa, y excluye a todas del concepto jurídico de empresa, opinión condicionada por el sistema seguido por el CC italiano, que parece reservar el régimen legal mercantil a las “empresas comerciales” y no a cualquier empresa. La reciente reforma del HGB ha introducido un estado de cosas semejante al dibujado por FERRI en el ordenamiento mercantil alemán (CANARIS, Handelsrecht, cit., pp. 36 y ss). 12. Vid. § 7, en pp. 14 y ss., infra. 15 importancia del consumidor, como destinatario de la actividad empresarial; la mayor intervención de la administración pública en funciones de supervisión y control del funcionamiento del mercado; la tecnificación y despersonalización del tráfico al hilo de las innovaciones tecnológicas, sobre todo en el campo de la informática. Una de las tendencias más notorias del Derecho Mercantil actual es la que tiende a una nueva unificación internacional del mismo, impulsada por dos fuentes diversas, pero hasta cierto punto convergentes. Por un lado, los Estados y, sobre todo, las organizaciones internacionales de Estados han venido impulsando trabajos de unificación o uniformización de la legislación mercantil, sea mediante la celebración de tratados específicos para la regulación de instituciones mercantiles cuando exceden del ámbito nacional (por ejemplo, el Tratado de Viena sobre la compraventa internacional, o la Convención de Nueva York sobre la ejecución de laudos arbitrales internacionales, y sobre todo, el Tratado constitutivo de la Organización Mundial del Comercio, que desde 1995 ha perfeccionado, integrado y prácticamente vuelto a fundar los mecanismos del GATT de 1947), sea mediante estudios y recomendaciones llevados acabo por las organizaciones políticas internacionales (las leyes modelo de la Comisión de las Naciones Unidas para la Unificación del Derecho Mercantil Internacional, por ejemplo), o mediante mecanismos regionales, subregionales o bilaterales (y por eso mismo de ámbito más limitado) de integración económica, de los cuales un elemento basilar es la unificación de la legislación mercantil fundamental (la Unión Europea, el Tratado de Libre Comercio 13. Cf. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones..., cit., p. 27. 16 de Norteamérica, el Mercosur, la Comunidad Andina y los diferentes Tratados de Libre Comercio con otros países son buenos ejemplos). Por otro lado, la misma práctica internacional de los negocios ha ido produciendo una nueva cristalización, mediante la costumbre internacional, de términos y condiciones de contratación. Esto además se ha visto favorecido por la creación de instituciones privadas, normalmente agrupaciones de los propios empresarios, destinadas a facilitar la recopilación, codificación y desarrollo de dichas costumbres, así como, muy frecuentemente, a aplicarlas haciendo uso de arbitrajes institucionales encargados a esos mismos organismos (de ello da un claro ejemplo la Cámara de Comercio Internacional, con sede en París, que tanto impulso ha dado al uso de los Incoterms y a otros mecanismos estandarizados de contratación internacional). Ello ha permitido a algunos hablar del nacimiento o del florecimiento de una nueva lex mercatoria internacional, por comparación con el cuerpo uniforme de instituciones, reglas y doctrinas que produjo el Derecho Mercantil durante los primeros siglos de su existencia13. En cierta tensión con las demás tendencias que acabo de mencionar, se manifiesta otra en un sentido diverso que propugna la unificación del derecho privado, especialmente en el campo de las obligaciones y contratos. Esta tendencia se manifiesta en algunos países en una unificación legislativa del Derecho Mercantil con el Derecho Civil (CC italiano, Código suizo de las obligaciones), bajo el signo, en realidad, de una suerte de mercantilización de las instituciones civiles. En cualquier caso, la unificación legislativa del derecho privado, partiendo de la distinción de las nociones de derecho y ley (o norma), no significa por sí misma la pérdida de autonomía del Derecho Mercantil14. El hecho, evidente, de que el Derecho Mercantil podría dejar de existir, como que no existió durante la mayor parte de la historia, no implica la desaparición de las instituciones mercantiles (más bien al contrario, presupone su generalización), orientadas a dar seguridad y fluidez al intercambio económico. Pero así como todas sus ventajas no pueden echarse por la borda por el prurito de unificar, tampoco puede obligarse a todo el mundo a someterse al mayor riesgo que dichas instituciones entrañan, mercantilizando indiscriminadamente el Derecho Civil. Si la unificación del derecho privado fuera posible respetando estos dos límites, desde una posición de principio, no habría nada que objetar a ello. Como resultado de estas tendencias, de acuerdo al estado actual de desarrollo del Derecho Mercantil, podríamos dividir su contenido en siete partes: 1) Nociones preliminares: delimitación, principios generales, fuentes. 2) El estatuto personal del empresario: el empresario individual y las personas jurídicas mercantiles (especialmente las sociedades). 3) El régimen de la empresa como actividad, con los derechos y deberes profesionales (registro, contabilidad, libre y leal competencia y protección al consumidor). 4) El régimen del fondo empresarial, o empresa en sentido objetivo, y de algunos bienes especiales integrados en él (propiedad industrial). 5) Obligaciones mercantiles: reglas generales acerca de las obligaciones y los contratos mercantiles; títulos valores; contratos típicos mercantiles. 6) Derecho concursal: régimen del empresario en crisis. 7) Derechos sectoriales mercantiles: Derecho Marítimo, Derecho Aeronáutico, Derecho Bancario, Derecho Bursátil, etc. 4. El Código de Comercio y la legislación mercantil vigente. El CdC peruano de 1902, actualmente vigente, es en realidad una copia casi literal del Código español de 1885 (que también está vigente en ese país hasta hoy), excepto en algunos puntos, en los que toma otros modelos: en materia cambiaria (tomada del Código italiano de 1883); contratos de cuenta corriente (de la L. peruana del 15 de enero de 1900, inspirada en los Códigos argentino de 1889 y chileno de 1865), prenda mercantil, bancos hipotecarios y cheques (tomados de leyes anteriores, promulgadas entre 1889 y 1892); y martilleros y subastadores (del Código argentino de 1889). El CdC pretendió, según su Exposición de Motivos, dar al Derecho Mercantil una faz completamente nueva, e instaurarlo como un sistema objetivo, basado en una noción de “acto de comercio” considerado en virtud de su naturaleza intrínseca, cualquiera sea el estado o condición de las personas que lo celebre. El contenido del Código no responde, sin embargo, a esos propósitos, sino que refleja una mezcla de criterios subjetivos y objetivos. En la definición de comerciante se prescinde del dato formal de 14. Cf. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones..., cit., pp. 28-29. 17 la inscripción en la matrícula, pero su concepto siendo uno de los elementos básicos del sistema, no sólo por comportar la atribución del estatuto personal del comerciante, sino por intervenir en la calificación de muchos actos como “de comercio”. La noción de actos de comercio que recoge este texto en su art. 2 quiere servir de criterio básico para la delimitación de la materia a los efectos de la aplicación de las normas mercantiles. En el primer párr. del art. 2 CdC se expresa la regulación de todos los actos de comercio por las normas mercantiles, y en el segundo párrafo se intenta acotar su noción. Pero ni los define ni enumera; sólo expresa que podrán ser tales con independencia de la condición de quien los realice, englobándolos en una fórmula que la Exposición de Motivos considera práctica, comprensiva y flexible: 1) Libro I: De los comerciantes y del comercio en general. 2) Libro II: De los contratos especiales de comercio. 3) Libro III: Del comercio marítimo. 4) Libro IV: De las quiebras y suspensiones de pagos (la Sección II trataba también de la prescripción y caducidad mercantiles). Muy pronto empezaron a darse leyes especiales que derogaban partes más o menos extensas del Código, hasta el punto de que más de 444, de sus 966 arts. originales, están expresamente derogados, y muchos de los otros, formalmente vigentes, son inaplicables o de hecho no se aplican. He aquí un breve recorrido por la legislación mercantil peruana vigente más importante: 1) El CdC, que contiene aún la regulación general del empresario (comerciante) indivi“Serán reputados actos de comercio los dual y de los “actos de comercio”; las obligacomprendidos en este Código y cuaciones formales del empresario (contabilidad lesquiera otros de naturaleza análoga”. y registro); las reglas generales sobre contratos y obligaciones mercantiles; la regulación La indiferencia respecto del autor del acto resespecífica de algunos contratos típicos merponde a la pretensión antisubjetiva. Pero esto cantiles y la regulación del comercio marítimo. obligaba a adoptar un nuevo criterio para de- En cuanto a las personas jurídicas que pueden finir la materia mercantil, basado en la natura- ejercer la actividad empresarial, aparte de la reguleza objetiva del acto, y en esto el texto no es lación general del CdC, se debe tener en cuenta: coherente. Su fórmula, basada en la analogía, 2) La Decisión 292 de la Comisión del es de difícil aplicación, porque los criterios utiAcuerdo de Cartagena sobre Empresas Multilizados en cada caso son incongruentes y dinacionales Andinas (del 20 de marzo de 1991). versos: algunos sólo pueden ser realizados por 3) La Ley General de Sociedades (L. comerciantes y otros admiten su celebración, 26887, modificada por LL. 26931, 26948, ocasional o aislada, por no comerciantes15. 26977, 26985, 27146, 27219, 27237, 27287 y 27303, 27388, 27610, 27649, 27673, 28160, La distribución original del Código era la siguiente: 28233, 28370), que regula las sociedades mercantiles junto con las civiles y algu15. JIMÉNEZ/ OLIVENCIA, Derecho Mercantil, cit., vol. 1, pp. 17-18. 18 nos contratos asociativos, en un solo texto. dos en 1994, en el marco de la Ronda Uru4) La Ley de la Empresa Individual de guay del Acuerdo General de Aranceles Responsabilidad Limitada (D.L. 21621, de y Comercio (GATT) que estableció la Or1976, modificada por LL. 26312, 26380, ganización Mundial del Comercio (OMC). 26634, 27075 y 27144), sobre esta forma 14) D.Leg. 668 (de 1991), que garantino societaria de persona jurídica mercantil. za la libertad de comercio interior y ex5) El D.Leg. 1031, que promueve la efiterior, y la Ley de Promoción a la Inciencia en la actividad empresarial del Esversión Privada (D.Leg. 757, de 1991). 15) La Ley de Represión de la Competencia tado, complementada por la L. 27170, del Fondo Nacional de Financiamiento de la AcDesleal (D.Leg. 1044, del 26 de junio de 2008). tividad Empresarial del Estado (FONAFE). 16) La Ley de Represión de ConductasAnticom6) La Ley de la Empresa de Propiepetitivas (D.Leg. 1034, del 25 de junio de 2008). dad Social (D.L. 20598) y la Ley Gene17) La Ley Antimonopolio y Antioligopolio del ral de Cooperativas (D.Leg. 85, cuyo Sector Eléctrico (L. 26876) y sus reglamenTUO fue aprobado por el D.S. 74-90-TR). tos (DD.SS. 017-98-ITINCI y 087-2002-EF). Las normas que regulan el mercado como mar18) La Ley de Protección al Consumidor co de acción del empresario: (D.Leg. 716, de 1991, modificada y complemen7) La Decisión 608 de la Comunidad tada por el D. Leg. 1045) y a punto de ser susAndina, de 29 de marzo de 2005, sotituida por el Código de Protección y Defensa bre protección y promoción de la libre del Consumidor (L. 29571, del 14 de agosto de competencia en la Comunidad Andina. 2010, que entrará en vigencia el 3 de octubre). 8) La Decisión 291 de la Comisión de la 19) El D.S. 133-91-EF y sus normas moComunidad Andina, que establece el tratadificatorias y complementarias, que remiento común a los capitales extranjeros. gulan la aplicación de medidas correc9) La Decisión 230, que permite la corrección toras de la distorsión de la competencia de las restricciones del mercado en general. provocadas por el dumping y los subsidios. 10) La Decisión 283 de la Comisión de Sobre propiedad intelectual: la Comunidad Andina, sobre la correc20) El Convenio de París para la protección de ción de distorsiones del mercado provocala Propiedad Industrial, del 20 de marzo de 1883, das por prácticas de dumping o subsidios. en su última versión del 28 de setiembre de 1979. 11) La Decisión 284 de la Comisión de 21) La Decisión 486 de la Comunidad Anla Comunidad Andina, sobre la corrección dina, de 14 de setiembre de 2000, de Réde las distorsiones del mercado producigimen común de la Propiedad Industrial. das por restricciones a las exportaciones. 22) La Decisión 345 de la Comunidad Andina, 12) La Decisión 439 de la Comisión de la de 21 de octubre de 1993, de Régimen común Comunidad Andina, que señala el Marco del Derecho de los obtentores de nuevas vaGeneral para la liberalización del Comerriedades vegetales, complementada por la Decio de servicios en la Comunidad Andina. cisión 391, de 2 de julio de 1996, de Régimen 13) Los Acuerdos Antidumping y sobre común del Acceso a los Recursos Genéticos. las Subvenciones y Salvaguardias aproba23) La Decisión 351, de 17 de diciem- 19 bre de 1993, de Régimen común del Derecho de Autor y derechos conexos. 24) Las Disposiciones Complementarias a la Decisión 486 aprobadas por D.Leg. 1075, de 2008). 25) La Ley del Régimen de protección de los conocimientos colectivos de los pueblos indígenas (L. 27811, de 2002). 26) La Ley del Derecho de Autor (D.Leg. 822, de 1996, modificado por el D.Leg. 1076). Regulan algunos lugares o marcos institucionales de contratación mercantil: 27) La Ley del Mercado de Valores (D.Leg. 861, de 1996, modificada en 2008 por el D.Leg. 1061) y la Ley de Bolsa de Productos (L. 26361, de 1994), en materia bursátil. La Ley Orgánica de la Comisión Nacional Supervisora de Empresas y Valores (CONASEV) regula al ente supervisor de estos mercados (D.L. 26126, de 1992). 28) La Ley General de Ferias y Exposiciones Internacionales (D.L. 21700, de 1976) y la Ley de Ferias a Nivel Nacional (D.Leg. 715, de 1991) tratan de estos eventos mercantiles. Los títulos valores se regulan en: 29) La nueva Ley de Títulos Valores (L. 27287, del año 2000, modificada por LL. 27640 y 28203) y la Ley del Valor de Producto Agropecuario (L. 28055, del 7 de agosto de 2003). En materia concursal: 30) La Ley General del Sistema Concursal (L. 27809, de 2002, modificada en 2008 por el D.Leg. 1050), que trata todo lo relativo a la apertura del concurso y sus consecuencias, tanto para los empresarios como para quienes no lo son. Existen también muchas normas sectoriales (banca y seguros, aeronáutica, transporte, administración de fondos previsionales, etc.), internas e internacionales, que sería demasiado largo detallar. La enumeración ofrecida es ella misma sumaria y omite muchas normas apli- 20 cables a diversas áreas del Derecho Mercantil. 5. Sistema de fuentes del Derecho Mercantil. Ahora bien, todas estas normas se aplican de acuerdo al peculiar sistema de fuentes del Derecho Mercantil, regulado en el art. 2 CdC. Como en todas las ramas del Derecho, no es sino una aplicación de la teoría general de las fuentes del Derecho, tal como se estudia en la Teoría del Derecho, a la cual remito. Según ella, la fuente de la atribución de los derechos puede ser la voluntad social, expresada en filosofía bajo el nombre genérico de “ley” y en Derecho por la noción de “norma jurídica”, o bien la voluntad particular del titular previo de tales derechos (por medio del acto o negocio jurídico). A su vez, la voluntad social puede expresarse mediante los actos propios de gobierno de la autoridad, y entonces la norma jurídica se manifiesta formalmente de distintas maneras, que guardan entre sí relaciones de jerarquía (en primer lugar, la Constitución; luego los tratados internacionales suscritos por el Estado y las leyes del Congreso; finalmente los reglamentos), o bien esa misma voluntad social se puede manifestar en la vivencia práctica de la propia comunidad, fuera de los cauces formales de la autoridad constituida, y entonces tenemos la costumbre. Precisamente la teoría de las fuentes del derecho sufre una cierta especialidad en el ámbito del Derecho Mercantil en relación con las costumbres, a las que en nuestra disciplina suele llamarse usos mercantiles o de comercio. La costumbre puede definirse como la conducta repetidamente observada en una comunidad durante al menos cierto tiempo, bajo la persuasión de que al seguirla se cumple con una obligación. Tradicionalmente se observa en esta definición la presencia de dos elementos, uno material (la repetición de la conducta) y otro espiritual (la conciencia de obligatoriedad). Será, pues, uso mercantil aquella costumbre observada en su actividad profesional por los empresarios como reguladora de modo vinculante de sus relaciones jurídicas mercantiles. En cuanto a su contenido, y por relación a la ley, la costumbre puede ser según la ley, independiente de ella o contraria a la ley (costumbres secundum, praeter y contra legem), según que desarrollen los contenidos de ésta, se desenvuelvan en un ámbito no regulado legislativamente o se opongan a lo dispuesto expresamente por la ley, respectivamente. Así, el artículo 2° del Código de Comercio enuncia como regla general de aplicación de las fuentes en Derecho Mercantil la preferencia de la ley mercantil, seguida de “los usos de comercio observados generalmente en cada plaza”, y sólo en tercer lugar la vigencia del Derecho Civil o común. Esto es, aun si los usos se opusieran a la ley, con tal de que dicha ley no sea específicamente mercantil, tales usos tendrán plena vigencia. Las fuentes indirectas del derecho son llamadas así a causa de que no tienen por función propia atribuir el derecho, sino tan sólo la de determinarlo para el caso concreto (jurisprudencia, equidad) o desarrollar y sistematizar las reglas adecuadas para ese efecto (doctrina). Tan sólo excepcionalLa importancia de los usos en el Derecho Mer- mente (casi siempre per accidens: como consecantil puede advertirse a partir de su historia: cuencia indirecta del principio de cosa juzgada), el Derecho Mercantil mismo nació originalmen- la jurisprudencia puede atribuir un derecho en te como una rama configurada por las costum- sentido estricto, mientras las otras dos no lo habres profesionales de los mercaderes del área cen nunca. Estas “fuentes”, sin embargo, tienen mediterránea, que constituyeron el primitivo también un papel preponderante en el Derecho ius mercatorum. Luego, los estatutos y las or- Mercantil, debido precisamente, como ha dicho denanzas de los soberanos de la Edad Moder- algún autor a propósito de la jurisprudencia, a que na no hicieron sino recopilar tales costumbres, esta rama del Derecho no está tan íntegramente con muy pocas modificaciones. La noción mo- configurada por la legislación como las demás. derna del Derecho es hasta cierto punto refractaria a admitir un amplio campo de acción a la La jurisprudencia es la actividad de los jueces costumbre, de tal manera que la regla general por la que resuelven el conflicto surgido entre las de los ordenamientos positivos, y el nuestro no partes acerca de la atribución de algún derecho es una excepción, es que la costumbre siem- y, por extensión, el conjunto de sus decisiones. pre queda supeditada a la ley estatal. En otras En la medida en que estas decisiones resuelpalabras, se reduce a un ámbito más bien resi- van los casos sometidos a su conocimiento de dual, quedando excluida en todos los casos la una manera constantemente similar para situaposibilidad de admitir la validez normativa de la ciones similares, va ayudando a configurar una costumbre contra legem. Sin embargo, aun el forma usual de entender y aplicar las fuentes derecho moderno ha debido admitir la excep- normativas. De este modo integra su contenido cional importancia que tienen las costumbres en aquello que tengan de ambiguo, oscuro, no en el ámbito mercantil, de modo que dicha re- definido, o simplemente inaplicable debido a la gla general debe matizarse en nuestro campo. variación de las circunstancias. Precisamente, 21 la equidad, en la definición clásica de la filosofía perenne, consiste en la cualidad o virtud que permite al hombre corregir la justicia legal (la que procede de la atribución de los derechos debida a la legislación positiva) mediante la justicia natural, según las peculiaridades del caso concreto. Es, pues, la herramienta de que se sirve la jurisprudencia para impulsar el desarrollo del derecho cuando la ley es insuficiente. La doctrina, como fácilmente puede deducirse del propio camino que hemos seguido para definir y acotar el ámbito del Derecho Mercantil, presta un servicio inestimable tanto a la legislación como a la jurisprudencia, mediante su incansable reflexión acerca de la realidad jurídica y la propuesta constante de nuevas y más acertadas soluciones. II. EL EMPRESARIO ANTE LA LEY PERUANA 6. Empresa y empresario. En el plano jurídico, tanto en la legislación como en la doctrina y la jurisprudencia, hay cierta ambigüedad en el uso del término “empresa”16. Y esto no sólo en nuestro país, sino prácticamente en todas partes. El término se suele usar en tres sentidos que conviene diferenciar claramente: el sentido funcional, el sentido objetivo y el sentido subjetivo. 1) En sentido funcional o dinámico, la empresa es la misma actividad de organización, cuyo agente es el empresario. Desde el punto de vista del modelo económico neoclásico de la empresa, como ya se ha visto, esa actividad se puede definir como “la organización estable de los medios materiales y personales para la producción o mediación de bienes y servicios para el mercado”. 2) En sentido objetivo, la empresa (llamada muchas veces negocio, establecimiento o fondo empresarial, y entre los italianos, la azienda) es el resultado de esa actividad, en cuanto se materializa en unas estructuras y relaciones más o menos estables, que comprenden también un sustrato patrimonial, y que permiten concebir al conjunto como un bien, susceptible de valoración económica y atribuido al empresario como a su titular. 3) Tomado el término en sentido subjetivo, “empresa” quiere significar al propio empresario, al sujeto de la actividad, al titular del negocio. Esta última acepción, a pesar de ser tan común en la legislación, la doctrina y el lenguaje ordinario, debe evitarse cuidadosamente, porque es incorrecto confundir a una persona, un sujeto de derechos, con una cosa o una actividad que se le atribuye. Hay incluso un cuarto sentido importante en Derecho privado, que es el llamado “aspecto laboral” de la empresa, esto es, como la “comunidad de trabajo” dirigida por el empresario (o sus representantes)17 , y que tiene bastante protagonismo para el Derecho Laboral. Como es obvio, este aspecto del fenómeno empresarial toca al Derecho Mercantil menos directamente, aunque tiene cierta relevancia a propósito de la doctrina de los colaboradores y dependientes del empresario (como los factores y depen- 16. URÍA, Derecho..., cit., p. 33 (n. 20). También SÁNCHEZ CALERO, Instituciones..., cit., pp. 51-54, de donde he tomado la estructura fundamental de este apartado. 17. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit. vol. 1, pp. 49-50; FERRI, Manuale…, cit., pp. 38-39. 22 dientes regulados en los arts. 275 y ss. CdC). En cualquier caso, cuando se predica un término de manera analógica, uno de los sentidos es siempre el principal, y la causa de que, metafóricamente, se refiera a los demás. Hablando de la empresa, es claro, a mi modo de ver, que el sentido principal es el dinámico o funcional, pues la actividad profesional de organización es la que, por vía de consecuencia, da lugar tanto a la formación de la organización objetiva o fondo empresarial (y también a la comunidad de trabajo que constituye el aspecto laboral de la empresa), como a la calificación profesional de quien la ejerce (el empresario). También por esa razón procuraré usar el término “empresa”, sin más cualificación, en ese sentido principal. 7. El empresario en el CdC y en la legislación mercantil peruana. ¿Es posible aplicar la teoría de la empresa al sistema positivo peruano, de modo que se pueda reconstruir dicho sistema positivo en torno a la idea central de empresario? Es una tarea ardua, ya que el CdC peruano, como se ha visto, pretende seguir una visión aún más objetivista que el modelo inspirador primigenio, el Código francés de 1807. Sin embargo, se ha visto también que la visión objetivista nunca se ha aplicado a rajatabla en realidad, ni siquiera en las mismas normas del Código. Por eso no es un intento desesperado el de interpretar el Código desde un punto de vista preponderan- temente profesional, basado en la teoría de la empresa. La base de este intento se encuentra en las normas de los arts. 1 y 2 del Código: Artículo 1°.— Son comerciantes a efectos de este Código: 1) Los que teniendo capacidad legal para ejercer el comercio se dedican a él habitualmente. 2) Las compañías mercantiles o industriales que se constituyeren con arreglo a este Código. Artículo 2°.— Los actos de comercio, sean o no comerciantes los que los ejecuten, y estén o no especificados en este Código, se regirán por las disposiciones contenidas en él; en su defecto, por los usos de comercio observados generalmente en cada plaza; y a falta de ambas reglas por el derecho común. Serán reputados actos de comercio los comprendidos en este Código y cualesquiera otros de naturaleza análoga. Para comenzar, se ha de decir que la regla contenida en el último párrafo del art. 2 es inútil para delimitar el Derecho Mercantil, porque el concepto que expresa es en sí mismo contradictorio, tal como se ha visto más arriba18. Por otro lado, la descripción del comerciante que recoge el art. 1° no es homogénea. El inc. 1 comienza haciendo referencia a quienes, teniendo 18. JIMÉNEZ/ OLIVENCIA, Derecho Mercantil, cit., vol. 1, p. 18, hablando del Código español, fuente literal de estos artículos del nuestro, dice: “La fórmula, no obstante, resulta de difícil aplicación, porque el Código no ha descendido a caracterizar las notas objetivas que pueden calificar un acto como «de comercio». Los criterios utilizados son incongruentes y diversos; lo primero, porque pese a la proclamada indiferencia del autor, el Código recurre frecuentemente a la presencia de un comerciante para definir un «acto de comercio» (...); lo segundo, porque, además del criterio subjetivo, el Código utiliza otros datos, múltiples y distintos, para calificar de mercantiles los actos que comprende en su contenido (...). La variedad de estos criterios impide inducir un concepto objetivo de actos de comercio y, en consecuencia, aplicar con exactitud la fórmula analógica del artículo 2°”. 23 capacidad, se dedican efectivamente al comercio de manera habitual. Luego el inc. 2 incluye a la industria. Finalmente en el cuerpo del Código se incluyen como actividades “comerciales” el transporte, la banca, los seguros, etc.19. Esto descubre que, ya en su origen, la referencia al comercio no está tomada en sentido estricto, como la etapa de la actividad económica consistente en trasladar los bienes de una posición no útil económicamente a una posición económicamente útil, lucrándose con el cambio. Se trata en realidad de una noción amplísima de comercio. Para explicar esto se debe tener en cuenta, en primer lugar, que al legislador de 1885/1902 le faltaban los medios conceptuales para definir de manera clara lo que quería regular. Se intuye en algunos pasajes del Código el intento del legislador de trazar el límite de lo comercial sobre la línea del ánimo de lucro, lo que daría como resultado que toda persona que realice su actividad con afán de ganancia sería comerciante. Según la mentalidad actual esto no es cierto, porque la lógica del lucro se ha extendido a todos los sectores y a casi todas (si no todas) las personas, en el ejercicio de actividades económicas. Si se siguiera este camino, se terminaría afirmando que el CdC (y el Derecho Mercantil) es en realidad el derecho privado patrimonial común, afirmación que es evidentemente falsa. Felizmente el legislador no se atrevió a expresar con claridad esta idea. Pero la doctrina, primero, y luego las leyes mercantiles, han ido dejando de lado el término “comerciante”, aun tomado en el amplísimo sentido que le da el CdC, para hablar cada vez más de “empresa” y de “empresario”20. Una razón de coherencia de la legislación, entonces, obliga también a identificar al empresario de las leyes mercantiles modernas con el comerciante del CdC antiguo. Además, las características que el art. 1° CdC atribuye expresamente al comerciante son igualmente (si no más) apropiadas para describir al empresario. Así, aparte de la capacidad legal, el Código habla de dedicación al comercio 21 , es decir ejercicio estable de una actividad, y de habitualidad, término que la doctrina ha interpretado unánimemente como sinónimo de profesionalidad. Todo ello da una imagen clara, aunque no completa, del “comerciante” como empresario. Por último, el único punto en el que coinciden todas las actividades enumeradas o reguladas en el CdC y otras leyes mercantiles es que, en todos los casos, se trata de algún tipo de actividad empresarial. El comerciante en sentido estricto, en realidad, no es sino un tipo de empresario 22 . 19. Cf. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones..., cit., p. 54. 20. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones..., cit., pp. 54-55. Entre los textos legales posteriores que siguen esta tendencia en el Perú, están: los Decretos Leyes 20598 (Ley de la Empresa de Propiedad Social) y 21621 (Ley de la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada), la Ley 24948 (Ley de la Actividad Empresarial del Estado), la Decisión 292 de la Junta de la Comunidad Andina (sobre la Empresa Multinacional Andina), el Decreto Ley 26116 (Ley de Reestructuración Empresarial, sustituida por la Ley de Reestructuración Patrimonial aprobada por Decreto Legislativo 845), el Decreto Ley 26126 (Ley Orgánica de la Comisión Nacional Supervisora de Empresas y Valores), toda la moderna legislación reguladora del mercado, etc. 21. Definida, en su cuarta acepción, como la “acción y efecto de dedicarse intensamente a una profesión o trabajo”; REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la lengua española. 21ª edición. Madrid 1992 (en adelante, DRAE). 22. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones..., cit., p. 17. 24 Todas estas consideraciones podrían parecer meras formas de justificar, argumentando a partir de las evidentes deficiencias sistemáticas de nuestra legislación, para forzar una solución determinada, previamente admitida, a favor de la teoría de la empresa, si no fuera por la razón definitiva que se ha expresado al comienzo. El Código utiliza el término comerciante, se ha dicho, en un sentido amplísimo, es decir, analógico. En otras palabras, desde su misma concepción, el sistema positivo ha requerido de una interpretación que desvelara el razonamiento o analogía que llevó al legislador a utilizar, como concepto común fundamental de la disciplina, a falta de otro más apropiado, la noción de comercio o de comerciante. La razón histórica de esta elección es clara: el Derecho Mercantil había nacido en la Baja Edad Media alrededor de quienes se dedicaban al comercio en sentido estricto, circunstancia que incluso le dio nombre a la disciplina. Pero progresivamente se fueron incorporando, en la noción jurídica de comerciante, personas que ejercían una amplísima variedad de actividades 23 . Esta extensión del concepto de comerciante se llevó a cabo bajo la certidumbre común de una analogía de fondo, más intuida que razonada, entre todas las actividades progresivamente incorporadas a dicha noción, que las hacía susceptibles de ser reguladas por la misma disciplina fundamental. La forma más coherente de reconstruir el razonamiento analógico del legislador, por no decir que es la única coherente, es referir la noción de comerciante al concepto de empresario. La razón de la analogía es clara: así como la noción estricta de “comerciante” significa mediador en la colocación de bienes muebles (el comerciante compra los bienes a un precio “x” y los revende a un precio “y”, lucrándose con la diferencia entre ”y” y “x”), el empresario, de un modo más general, puede decirse que media entre los factores de la producción y el producto o servicio, apropiándose igualmente la diferencia entre los valores de aquéllos y el de éstos 24 . Se trata, en definitiva, de un caso más en el que se toma a la parte por el todo, o a la especie por el género. 8. Adquisición de la condición de empresario. Todo lo expuesto hasta aquí, por tanto, me lleva a postular que el art. 1 CdC debería leerse aproximadamente con el siguiente sentido pleno y actual: “La ley mercantil rige la organización de los empresarios, así como su actividad privada y sus consecuencias. Son empresarios: 1) quienes se dedican profesionalmente y en nombre propio a organizar los medios materiales y personales necesarios para producir bienes o servicios, o mediar en su colocación, para un mercado; y 23. Cf. ASCARELLI, Iniciación..., cit., pp. 52-53, 69-71 y 127-129. 24. Como dice SÁNCHEZ CALERO, Instituciones..., cit., t. I, p. 18: “la función de intermediario del comerciante encontraba su paralelo en la intermediación que realiza todo empresario entre los precios de los llamados factores de producción (capital y trabajo) y los de sus productos”. La referida tendencia a obtener beneficios, que puede hallarse también en el autor citado, no debe entenderse en contradicción con la irrelevancia del fin de lucro para apreciar la existencia de una actividad empresarial o mercantil que se afirma en otras partes, sino como una mera descripción de lo que es más frecuente. De hecho, el propio autor, en otro lugaresdera irrelevante la cuestión de si existe o no ánimo de lucro para calificar una actividad económica como empresarial. 25 2) todas constituidas las en personas jurídicas forma mercantil”25 . De la noción de empresario contenida en el inc. 1 se puede afirmar que la regla general para determinar si una persona natural o jurídica es empresario implica en primer lugar analizar si cumple con las características de quien es empresario “por el ejercicio de la empresa”, que pueden resumirse en estas cuatro 26 : 1) La empresa, como actividad del empresa27 rio , consiste en la organización de los elementos personales y materiales que son el medio para la producción, o mediación, de bienes o de servicios. Esta labor de organización da origen a un conjunto de relaciones jurídicas de diversa naturaleza, y a una cierta unificación de los elementos en un todo con un valor muchas veces superior a la suma del valor de sus partes, capaz de ser considerado un bien, y atribuido al empresario: la empresa en sentido objetivo o fondo empresarial. 2) Se afirma además, como nota distintiva del empresario, no sólo la habitualidad de la que habla el inc. 1 del art. 1 CdC, sino la profesionalidad de la actividad28. De hecho, alude expresamente a la profesionalidad el art. 14 CdC, cuando establece determinadas prohibiciones para el ejercicio de la “profesión mercantil”. “Profesionalidad” quiere decir que no sólo se debe tratar de una actividad constante, estable, más o menos permanente (que es lo que significa la habitualidad, distinguéndola de un mero esfuerzo aislado de producción), sino que la actividad se manifiesta al exterior, se da a conocer y se 25. Es lógico suponer que el Código no define al comerciante (empresario) por alguna razón arbitraria, sino porque se aplicarán sus normas precisamente a los sujetos así definidos, aunque aparentemente el texto sólo diga expresamente que su campo de regulación son los actos de comercio (art. 2). Así lo ha interpretado unánimemente la doctrina, aun en las épocas de mayor auge de la teoría objetivista del Derecho Mercantil, que siempre entendieron que, además de los actos de comercio, se regía por la ley mercantil la misma condición profesional del comerciante (organización, deberes profesionales, etc.). Por eso completo el sentido del art. 1 CdC con la indicación expresa de que se rigen por la ley mercantil estos extremos de la condición jurídica del empresario. 26. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., t I, pp. 53-55 (aunque el autor incluye el destino al mercado dentro de la profesionalidad de la actividad). MENÉNDEZ, Aurelio (Dir.); Lecciones de Derecho Mercantil, 2ª ed., Thomson-Civitas, Cizur Menor, 2004, pp. 42-44 (Lección 2ª, a cargo de Ángel ROJO). 27. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., t. I, pp. 53-54. 28. GARRIGUES, Joaquín; Tratado de Derecho Mercantil, Revista de Derecho Mercantil, Madrid, 1947, t. I, vol. 1, p. 348: “La fórmula legal es poco afortunada, como resultado de una copia incompleta del C. de c. francés. La habitualidad (equivalente a la assiduitas de la época intermedia) es un término que expresa muy poco (…) y que, además, va ya incluída en el dato de la dedicación al comercio (…). Sólo es comerciante el que hace del comercio su profesión, adquiriendo, además, derechos y obligaciones personalmente dentro de esa profesión. La profesión tiene en común con la habitualidad la repetición de actos. Mas el concepto de profesión se compone, además, de otros tres elementos: una explotación conforme a plan, un propósito de que el lucro constituya medio de vida (principal o único) y una exteriorización”. Igualmente: SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., t. I, 54-55 (con énfasis especial en la “manifestación exterior”). MENÉNDEZ/ ROJO, Lecciones…, cit., p. 42-43 aclara, además, que una persona puede tener varias profesiones, y que la profesión no tiene por qué ser única y exclusiva, y ni siquiera la actividad principal. En contra, LANGLE, Emilio; Manual de Derecho Mercantil Español, Bosch, Barcelona, 1950, t. I, p. 309, admitiendo que “la profesión (…) supone el hábito, pero no al contrario”, concluye sin embargo que “en España puede una persona ostentar la cualidad de comerciante sin que sea ese su medio de vida”, o sea, sin ser profesional. Nótese, sin embargo, que la discrepancia gira en torno a si la “profesión” constituye o no “el medio de vida principal” del profesional, idea que paulatinamente se ha ido dejando de lado, lo mismo que la noción de que se requeriría un “ánimo de lucro” o de “especulación” para poder hablar de “comercio”. 26 ejerce públicamente (que es lo que significa la expresión “hacer profesión” de una actividad29 ). Implica de por sí, además, la idea de “organización“ o “racionalidad”, esto es, conformidad a un plan y al principio de economicidad, que es lo primero que caracteriza a la “empresa”. nalmente esencial a la noción de comerciante, incluso antes de que se formulara la teoría de la empresa, porque es sólo el titular de la empresa el que atrae las consecuencias jurídicas de las relaciones en las que interviene como sujeto. Los administradores de una sociedad, los colaboradores de un empresario, el representante La Corte Suprema, en su sentencia del 3 de legal de un incapaz empresario, ejercitan la acabril de 197330, ha confirmado, en mi opinión, tividad económica en que consiste la empresa, esta interpretación del concepto de habituali- pero lo hacen en nombre de otro, y por eso no dad del art. 1 CdC, cuando establece que ella adquieren personalmente la condición de emimplica la realización de los “actos de comer- presario31. Sin embargo, la necesidad de que la cio” como una fuente permanente de recursos. actividad se ejerza en nombre propio se deduce En relación con esto, se ha dicho frecuentemen- claramente del art. 5 del mismo texto. En efecto, te que la profesionalidad implica ánimo lucrativo, si los que no tienen “capacidad legal para ejerporque toda persona que hace profesión de una cer el comercio” (es decir, los menores e incapaactividad la ejerce con el deseo de ganar con ces) lo pueden “continuar por medio de sus tuella, al menos, lo necesario para mantenerse y tores” (el Código olvida a los curadores, pero es poder mantener una familia con el mayor gra- evidente que también quedan comprendidos; de do de bienestar que sea posible. Pero aunque hecho, a continuación se refiere a ambos con el esto sea lo más común en una economía de término “los guardadores”), es evidente que, en mercado fuertemente marcada por el consumo, tanto así lo hagan, serán considerados comerno es imprescindible que así ocurra, sobre todo ciantes. Pero “continuar por medio de sus tutoteniendo en cuenta que no sólo las personas na- res” la empresa no significa sino que la actividad turales pueden ser empresarios, sino también, se realiza “en su nombre”. Así pues, es titular de y es hoy en día lo más común, las jurídicas. Por la actividad aquella persona en cuyo nombre se consiguiente el ánimo de lucro no debe conside- lleva a cabo, y no quien materialmente la realiza. rarse como una nota conceptual necesaria del El destino del resultado al mercado impliempresario, aunque sin duda es lo más común. 4) ca el empresario cumple la función de producir 3) Nótese que he añadido una característica bienes y servicios para el mercado, esto es, para no mencionada en el CdC, que es el ejercicio terceros, de modo que el que produce para sí en nombre propio. Que la actividad sea ejercida mismo, para el autoconsumo, no puede ser conen nombre propio se ha considerado tradicio- siderado empresario32. Esta característica se 29. Lo cual conecta directamente con la nota de “destino al mercado”, de la que trataré en seguida. 30. ES del 3 de abril de 1973, (1973) Boletín Judicial 8-10, p. 345; cit. por MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I, p. 100 (n. 60). 31. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., t. I, p. 55. En el mismo sentido, MONTOYA MANFREDI, Ulises, MONTOYA ALBERTI, Ulises, y MONTOYA ALBERTI, Hernando; Derecho Comercial, 11ª ed., Grijley, Lima, 2004, t. I, p. 94 (n. 52). 32. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., t. I, pp. 54-55. 27 relaciona íntimamente con la profesionalidad del jurídicas constituidas en forma mercantil”. empresario, como puede deducirse fácilmente de la noción que de ella he dado líneas arriba. Hablar de personas jurídicas mercantiles supone un contraste de éstas con las “no mercanObsérvese que las cuatro notas caracerísticas tiles”. La distinción tiene que ver con los fines, que acabo de desarrollar califican como “empre- en cuanto “causalizados”, por así decir, en el sario”, en cuanto implican efectivo ejercicio de propio tipo legal de la persona jurídica en cuesla empresa, a cualquier persona, de cualquier tión: son mercantiles las personas jurídicas que tipo: individual o colectiva; natural o jurídica, se constituyen, en las formas previstas por la y, en este último caso, sea cual sea su forma legislación mercantil, precisamente para llevar externa de constitución. En ese sentido, la enu- a cabo una empresa. Las otras personas jurímeración en que se desarrolla la definición de dicas pueden realizar actividad empresarial, empresario con la que, parafraseando el art. 1 pero no es ni su único ni su principal fin. Las CdC, comencé ese apartado, no consta de dos principales (hay algunas otras) personas jurídielementos homogéneos o que estén en el mis- cas mercantiles en nuestro ordenamiento son: mo plano. El inc. 2 de la definición se refiere, por el contrario, a un universo limitado y finito 1) En primer lugar, y obviamente, las “comde posibles sujetos, todos ellos personas jurídipañías” o sociedades mercantiles (o industriacas, que por razones estrictamente formales y les) a que se refiere el texto original de la norexternas reciben ipso iure la calificación o status ma que vengo comentando. En la actualidad jurídico de empresarios, independientemente las sociedades están reguladas —todas ellas: de la actividad o actividades que realicen o se civiles y mercantiles— en la Ley General de So33 propongan realizar , lo que explica su nombre ciedades. Lógicamente, las sociedades serán de “empresarios por la forma”. Cabría definir la objeto de un examen más detallado en la última idea de “empresario por la forma” como “aquella parte de este material y en las siguientes sesiopersona jurídica que, con la finalidad de proteger nes de este bloque de temas del Diplomado. la confianza de los terceros en la apariencia de Pero hoy en día las sociedades mercantiles no empresario que trae consigo su forma de organison las únicas alternativas de persona jurídica zación, es calificada como empresario no en virconstitutivamente destinada a acometer la emtud del ejercicio autónomo de la actividad de empresa, esto es, de persona jurídica “mercantil”. presa, sino del mero hecho de existir como tal”. 2) Además está la mayor parte de las sociedades cooperativas (no las de usuarios, que no Como he propuesto más arriba, el inc. necesariamente ejercitan la empresa, puesto 2 del art. 1 CdC debería leerse, en mi que en principio no destinan el producto de su opinión, en los siguientes términos: actividad al mercado, sino a los miembros de la agrupación, como dispone el art. 7.1.2 LCoop) 34, que si bien se sujetan a un régimen especial “Son empresarios (…) todas las personas 33. MENÉNDEZ/ ROJO, Lecciones…, cit., p. 48. 34. Cfr. sin embargo la aplicación supletoria de la legislación sobre sociedades mercantiles a todas las cooperativas primarias y centrales cooperativas, por disposición del inc. 1 del art. 116 LCoop. 28 y propio, parece que pueden todavía calificarse como “sociedades” (de hecho la LCoop, especialmente a partir de su art. 16, habla constantemente de los “socios” de la cooperativa). 3) Luego está la Empresa de Propiedad Social, que es una forma de persona jurídica, “mercantil” en el sentido de que está constitutivamente destinada a ejercer la emrpesa35, pero que, si acaso es asociativa36, difícilmente merece el nombre de “sociedad”. 4) Y, por último, la empresa individual de responsabilidad limitada, entidad definitivamente no asociativa (por algo es “individual”), y cuyo carácter mercantil reconoce expresamente el art. 8 LEIRL. de mayor investigación para calificar como empresarios a quienes realicen ciertos actos de publicidad, salvo prueba en contrario: “Artículo 3.— Existirá la presunción legal del ejercicio habitual del comercio, desde que la persona que se proponga ejercerlo anunciare por circulares, periódicos, carteles, rótulos expuestos al público, o de otro modo cualquiera, un establecimiento que tenga por objeto alguna operación mercantil”. Como ya he expuesto, se debe leer ejercicio profesional de la empresa en lugar de ejercicio habitual del comercio. Asimismo, se ha de tener en cuenta que la lista de medios de publicidad que recoge el artículo es meramente enunciatiEs importante insistir en la idea de que la perso- va, como se deduce de la expresión “o de otro na jurídica, como sujeto de derecho que es, no modo cualquiera”. Particularmente esta expredebe ser confundido con la empresa, que es una sión permitiría incluir entre las presunciones de actividad o una cosa (más exactamente, una uni- ejercicio de la empresa la derivada de la insversalidad de bienes), sino que debe ser siempre cripción de la persona en el Registro Mercantil, considerada como empresario o titular de la em- que se llama registro público precisamente por presa. Y esto, aunque la única razón de la existen- tratarse de una institución administrativa con ficia de la mayoría de las personas jurídicas, que nes de publicidad para ciertos efectos jurídicos. son justamente las personas jurídicas mercantiles, sea precisamente la empresa. Por eso la li- La gran diferencia entre el empresario meramente quidación de la empresa, en tales casos, acarrea presunto y el empresario por la forma es que éste también la extinción de la persona jurídica. Pero “se presume” (si se quiere hablar así: en realidad aún así se debe distinguir un concepto del otro. tal ejercicio es un hecho en sí mismo irrelevante De todos modos, y de manera en cierta for- para la atribución de la consecuencia) que ejerma paralela al concepto de “empresario por ce la empresa con presunción iuris et de iure, de la forma”, el art. 3 CdC enuncia una presun- modo irrefutable, mientras que la presunción del ción de ejercicio de la empresa, que exime art. 3 CdC es iuris tantum, y por lo tanto refutable 35. Según el Considerando 9º LEPS el ámbito jurídico propio al que pertenecería esta forma empresarial sería el “Derecho Social” (sea lo que sea lo que eso quiere decir): “Que este Sector por su naturaleza y motivación es diferenciable de los Sectores Público y Privado requiriendo una legislación especial que constituya el Derecho Social”. 36. Cfr. el Considerandos 6º y 7º LEPS: “Que las formas asociativas de Propiedad Social de los medios de producción aseguran la solidaridad del hombre…” y “Que es necesario que tales formas de asociación se estructuren y articulen de modo que constituyan…” (los énfasis son añadidos). 29 mediante una adecuada prueba en contrario37. 1) Fallecimiento del empresario. 2) Quiebra o liquidación extrajudicial, que 9. Pérdida de la condición de empresario. siempre supone la previa liquidación del negocio, sin perjuicio de que, si el Juez de la La actividad empresarial se realiza normalmente quiebra no lo declara incapaz, la persona por tiempo indefinido, pero quien la ejercita pue- pueda emprender un nuevo negocio y volde, evidentemente, cesar en esa actividad y per- ver a adquirir la condición de empresario. der la condición de empresario. Sin embargo, la 3) Cese voluntario del empresario, por liimputación de la actividad empresarial a su titu- quidación o transferencia de su negocio. lar exige liquidar las relaciones jurídicas que han Si se trata de personas jurídicas: surgido en el ejercicio de ella. Esto requiere, por 1) Por disolución y liquidación de la persona un lado, que haya certeza sobre el momento en jurídica, que culmina con su extinción, con efecto el que el empresario pierde esa condición y, por desde que se inscriba en el Registro. Tratándootro lado, que la liquidación del negocio se pro- se de personas jurídicas mercantiles, ésta es la duzca de forma satisfactoria para los acreedo- única forma en que puede perder la condición de res. Estos aspectos son regulados con cuidado empresario. El proceso de liquidación se puede por las leyes fiscales y laborales, pero no tanto llevar a cabo en un marco concursal o fuera de él. por las mercantiles, salvo en caso de insolvencia. 2) Por cese voluntario, previa liquidación del negocio (no de la persona jurídica), tratándose Pero el momento en que la empresa cesa no es de personas jurídicas no mercantiles, sin que nepura y simplemente cuando el empresario deja de cesariamente se extinga la personalidad jurídica. hacer nuevas operaciones encuadradas en ella, sino cuando termina la liquidación de su negocio, 10. Efectos de la calificación como empresacon el pago de sus acreedores mercantiles. Este rio y el estatuto del empresario. cese puede producirse también de forma más simple cuando pierde la condición de empresario en Es importante la calificación de una persona el acto de transferir su negocio a otro empresario. como empresario por tres razones, que pueden Las causas del cese, si se trata de personas na- reducirse a una fundamental38: calificar a alguien turales, son: como empresario significa inmediatamente decir 37. ¿Bastaría realmente que el “empresario presunto” pruebe de cualquier manera que en verdad no ejercía la empresa para que pudiera eludir las consecuencias derivadas de la regulación mercantil (se entiende, las desfavorables para él y favorables para la otra parte) de los actos a propósito de los cuales dio a entender que era empresario? Opino que dependerá de las circunstancias del caso concreto, y de si la realidad (que no ejerce la empresa) enmascarada por los actos del “empresario presunto” (que más bien es un no empresario) fue o debió ser conocida por la otra parte. Esto nos lleva a plantear el caso del “empresario aparente”, que además del supuesto de “empresario presunto” a que me acabo de referir comprende la problemática de la —por llamarla de algún modo— “simulación relativa” del ejercicio de la empresa: cuando ésta se ejerce realmente, pero quien aparece como empresario (actuando en nombre propio) lo hace en realidad (como testaferro u hombre de paja) por cuenta y bajo las órdenes de un “empresario oculto”. 38. Con sistemática en parte diferente, véase SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., t. I, pp. 52-53. También MONTOYA, Derecho Comercial, cit, t. I, pp. 93-94 (n. 52), resalta la importancia que tiene la calificación como empresario en los sistemas, como el nuestro, en los que existe una legislación mercantil especial. 30 que los derechos y deberes de dicha persona en el ejercicio de su actividad económica profesional se determinan conforme al Derecho Mercantil. Este hecho se produce, analíticamente, respecto de tres grandes áreas: 1) Sometimiento al estatuto del empresario, del cual trata esta Parte del curso. 2) Régimen mercantil de sus actos jurídicos y obligaciones. 3) En situaciones concursales, la aplicación de ciertas reglas especiales, no aplicables a quienes no ejercen la empresa. 1) el empresario realiza su actividad económica profesional en masa; 2) para una adecuada explotación de dicha actividad, suele tener que recurrir, también en masa, al crédito y a la confianza ajenos; 3) y toda esa masa de terceros que se relacionan con el empresario y le dan crédito podría verse seriamente afectada por el resultado adverso de la explotación, lo cual justifica las especiales cautelas y mecanismos de protección jurídicos que el ordenamiento arbitra a favor de la empresa. Ese estatuto del empresario, que tal como lo entiendo, consta más o menos de las siguientes materias40 : Por otro lado, la explotación habitual y profesional de una empresa produce, no como consecuencia jurídica, sino fáctica, la creación de esa empresa u organización en senti- 1) La noción de empresario y su perdo objetivo, ese conjunto de estructuras es- sonalidad; las clases de empresarios. El régimen de la adquisición y pérdida de la tables con carácter y valor patrimonial que 2) más arriba he denominado fondo empresarial. condición de empresario, tanto por las personas naturales como por las personas jurídicas: requiAsí pues, el empresario está sometido, por sitos generales, capacidad e incompatibilidades. Los colaboradores del empresael hecho de serlo, a un régimen jurídico espe- 3) cial, distinto del de las demás personas. De rio (que no se aborda en este material). Los deberes profesionales del emprefundamento económico (el desarrollo profe- 4) sional de la actividad de empresa), dicha es- sario, sean de tipo formal (contabilidad y repecialidad se manifiesta jurídicamente como gistro), o más de fondo, como procedentes un status o estatuto particular, integrado de del marco normativo general del mercado en derechos y obligaciones peculiares que lo dis- el que desenvuelven su actividad (libertad de tinguen del resto de sujetos de derecho. Tal acceso al mercado, libre competencia, comestatuto especial se justifica fundamentalmen- petencia desleal, y protección al consumidor). te sobre la base consideraciones como que39: 39. BROSETA PONT, Manuel, y MARTÍNEZ SANZ, Fernando; Manual de Derecho Mercantil; 13ª ed., Tecnos, Madrid, 2006, vol. I, pp. 104-105. 40. Recojo, a grandes rasgos, los temas que SÁNCHEZ CALERO trata en la Segunda Parte (Régimen de la Empresa: capítulos IV al XIII) de sus Instituciones de Derecho Mercantil, cit., aunque ni él ni la doctrina en general los unifican bajo el epígrafe de “Estatuto del Empresario”. Esta denominación suele darse más bien al tratamiento de los puntos 1 a 4 de la enumeración del texto. Los otros temas (Derecho de la competencia) tienen diversos niveles de autonomía en los distintos autores. Semejante a la que expongo en el texto es la idea del estatuto del empresario que recoge BERCOVITZ RODRÍGUEZ-CANO, Alberto; Apuntes de Derecho Mercantil, 4ª ed. rev. y puesta al día, Thomson-Aranzadi, Cizur Menor, 2003, pp. 183-184. 31 Gran parte de estos temas están ya sumariamente tratados o se abordarán brevemente en los apartados siguientes de este material. Creo conveniente aún mencionar brevemente lo relativo a la influencia de la nacionalidad en el ejercicio de la empresa, las incompatibilidades legales reguladas en el CdC y los deberes profesionales del empresario. En cuanto a la nacionalidad del empresario, el artículo 15 CdC permite amplia libertad de empresa a los extranjeros y a las compañías constituidas en el extranjero. En resumen, podemos decir que los extranjeros y los nacionales gozan de igualdad de trato para el ejercicio de todas las actividades económicas, incluida la empresa, según la Constitución y las leyes que la desarrollan. Pero la propia Constitución admite que se introduzcan limitaciones temporales en respuesta a medidas proteccionistas de otros países. Asimismo, permite introducir algunas restricciones, también temporales, a la adquisición, posesión, explotación y transferencia de determinados bienes por razones de seguridad nacional, aunque estas últimas restricciones pueden afectar también a los nacionales. Por su parte, la inhabilitación de algunas personas para ejercer la empresa, está prevista en los arts. 13 y 14 CdC. Propiamente se trata de una prohibiciones de ejercicio de una actividad, que como tal no acarrea la sanción de nulidad de los actos celebrados en dicho ejercicio, salvo que la ley disponga otra cosa para cada acto en particular. El art. 13 CdC contempla dos casos específicos de prohibición absoluta del ejercicio de la empresa: la del sentenciado a pena de interdicción civil (inc. 1) y la del quebrado no rehabilitado (inc. 2; y el inc. 3 añade la clásica referencia a los demás casos de inhabilitación que establez- 32 ca la ley). En ambos casos, la legislación posterior ha variado significativamente el alcance de la prohibición, puesto que la derivada de una sentencia penal debe especificar si la inhabilitación se refiere al ejercicio de la empresa u otras actividades (ya no es absoluta y automática: inc. 4 del art. 36 CP), y la del quebrado se rige por lo dispuesto en el art. 100 LGSC. El art. 14 recoge los casos de prohibición relativa del ejercicio de la empresa a varios funcionarios y servidores públicos, en relación al ámbito territorial en el cual tienen autoridad. La sanción para estos casos se recoge más bien en las disposiciones administrativas de tipo disciplinario. El Código se refiere también a los corredores de comercio y agentes de cambio, que son un tipo de empresarios, a quienes se prohíbe el ejercicio de cualquier otro ramo empresarial. Como se trata de empresarios que requieren licencia, la sanción por el incumplimiento será la suspensión o cancelación de ella, según las normas pertinentes. Además, todos los que están inhabilitados quedan por eso mismo impedidos de ejercer cargos de administración en las personas jurídicas. Finalmente, los principales deberes profesionales del empresario son cuatro: 1) El deber de registro obliga al empresario a publicar hechos de importancia sobre su empresa a través del Registro Público. El registro otorga publicidad material, por la que lo inscrito es oponible a todos como si realmente lo conocieran, mientras que lo no inscrito no perjudica la buena fe de los terceros. 2) El deber de documentación obliga a los empresarios a registrar privadamente los datos más importantes de todas sus actividades empresariales, especialmente la contabilidad de todas sus operaciones económicas. Su objeto es procurar que dichos documentos reflejen lo más exactamente posible la vida económica de la empresa y su situación en cualquier momento dado. 3) El deber de competencia prohíbe al empresario: el abuso de la posición de dominio de la que por cualquier causa pudiera gozar en el mercado, las prácticas restrictivas de la competencia concertadas con otros competidores, y, en general, concurrir en el mercado recurriendo a medios reñidos con la buena fe, sea en perjuicio de los competidores, de los consumidores o del orden público económico (competencia desleal: actos de engaño, confusión, imitación servil, denigración, etc.). El incumplimiento del deber de competir, especialmente en las dos primeras manifestaciones, da lugar a algunas de las sanciones más graves que pueden imponerse a un empresario. 4) Por último, el deber de respeto al consumidor protege los derechos de éste, coprotagonista y destinatario del tráfico empresarial. Los principales derechos del consumidor ante el empresario son los de información, libre elección, adecuada protección contra los productos y servicios defectuosos o peligrosos (o derecho a la seguridad) y audiencia individual y colectiva. recho Mercantil de obligaciones es exactamente el mismo que el correspondiente Derecho Civil, en su función, nunca mejor dicho, de “Derecho privado común”42 . Sobre esa urdiembre común, el Derecho Mercantil aporta apenas unas pocas reglas concretas especiales, que además tampoco suelen apartarse radicalmente de lo previsto en el CC. No obstante, además de la regulación especial y en detalle de determinados contratos mercantiles típicos, nuestro ordenamiento conserva aún vigentes algunas normas generales sobre las obligaciones y los contratos calificables como “comerciales” o “mercantiles”. Tales normas, como diría el poeta, puede que sean pocas, pero son, y se encuentran fundamentalmente en los arts. 50 a 63 CdC43 . Ahora bien, los derechos de crédito (aspecto activo de las obligaciones), como por lo demás ocurre con todos los derechos, surgen, se extinguen o modifican como consecuencia de distintos sucesos que actúan como sus “causas”. Hablando concretamente de los derechos positivos, lo que propiamente prevén y regulan las distintas leyes son dichos eventos, y no la atriIII. OBLIGACIONES, ACTO DE COMERCIO Y bución directa de los derechos, pues la ley es CONTRATO MERCANTIL EN GENERAL una norma general, y los derechos siempre son singulares. Estas “causas” son los distintos he11. El Derecho Mercantil y las obligaciones. chos jurídicos: los hechos naturales y los actos Resulta indiscutible que una parte muy sustan- humanos; dentro de éstos últimos, los actos ilícial del Derecho Mercantil se ocupa de normas citos y los lícitos; y entre éstos, por fin, los actos e instituciones propias del Derecho de obligacio- jurídicos en sentido estricto y los negocios jurínes y contratos41. Al mismo tiempo, es imposi- dicos. Como se sabe, los contratos conforman ble soslayar que el núcleo y el sistema del De- la categoría más importante, en la teoría y en 41.Cfr. GARCÍA-PITA Y LASTRES, José Luis; Derecho Mercantil de Obligaciones. Parte General, Marcial Pons, Madrid – Barcelona, 2003, p. 25 42. Cfr. GARCÍA-PITA, Derecho Mercantil…, cit., pp. 44-45. 43. Me he ocupado de los temas a que me refiero en este apartado y en el siguiente en “El Código Civil y los contratos mercantiles”, en 1 Ita Ius Esto (2008), pp. 191-199 (disponible en formato electrónico en <www.itaiusesto.com>). 33 la práctica, de los negocios jurídicos, que a su vez son la fuente más importante de obligaciones y otras relaciones jurídicas patrimoniales privadas. Es por ello por lo que muchas veces, cuando se habla de “Derecho de contratos mercantiles”, en realidad lo que se quiere decir es algo semejante a “Derecho de obligaciones (y demás relaciones jurídicas patrimoniales) mercantiles”; y viceversa: la expresión “Derecho de obligaciones mercantiles” usualmente comprende también la disciplina de los contratos (y demás fuentes de obligaciones) mercantiles. 12. El CC y el régimen general de los contratos mercantiles: planteamiento. La mayor parte de la doctrina peruana hace suya, con ciertos matices, la idea de que el art. 1353 CC habría derogado, si no todas, muchas de las disposiciones mercantiles de alcance general contenidas en los arts. 50 a 63 CdC. La cuestión inmediata que trataré de resolver es, entonces, la de si en efecto se ha producido o no, y en qué medida, tal derogación del régimen general de obligaciones y contratos merUna conclusión a la que llevan las reflexiones cantiles originalmente contenida en el CdC. que preceden es que, con cualquiera de las El art. 1353 CC dispone: dos expresiones, “obligaciones mercantiles” y “contratos mercantiles”, nos estamos refirien- “Todos los contratos de derecho privado, indo en realidad a dos grupos de fenómenos ju- clusive los innominados, quedan sometidos a rídicos íntimamente relacionados, pero que las reglas generales contenidas en esta secconceptualmente pueden y deben distinguirse: ción, salvo en cuanto resulten incompatibles 1) el problema del nacimiento y configuración con las reglas particulares de cada contrato”. de las obligaciones propiamente dichas, y de las demás relaciones jurídicas mercantiles, por un lado; y Y comenta DE LA PUENTE: 2) el problema de sus fuentes, y en especial de las reglas de celebración, validez e interpretación “Dado que el Derecho comercial es una de los contratos mercantiles propiamente dichos. rama del Derecho privado, y refiriéndose el Ahora bien, hay quienes ponen en duda la per- artículo 1353 del Código civil a los contratinencia propiamente jurídica de las categorías tos de Derecho privado en general, sin preantes mencionadas, en la medida en que supo- ver excepción alguna respecto a la naturanen efectuada, al menos en el campo de las obli- leza de éstos, pienso que se ha producido gaciones y contratos, una “unificación” del De- una derogación tácita de la Sección Cuarrecho privado bajo un solo conjunto de reglas. ta del Libro I del Código de comercio”44 . Conviene, pues, dilucidar esta cuestión, antes de entrar en el examen de las especialidades que En efecto, algunas expresiones del art. 1353 presenta el Derecho Mercantil en el ámbito del CC, como la referencia a “todos los contratos de régimen general de las obligaciones y contratos. derecho privado” y “salvo en cuanto resulten in44. DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel; El contrato en general. Comentarios a la Sección Primera del Libro VII del Código Civil, Palestra, Lima, 2003, t. I, p. 174. DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel; El contrato en general. Comentarios a la Sección Primera del Libro VII del Código Civil, Palestra, Lima, 2003, t. I, p. 174. 34 compatibles con las reglas particulares de cada contrato”, pueden llevar a considerar derogados los artículos del CdC que regulan materias relativas a las obligaciones y contratos mercantiles en general. Sólo se admitirían las desviaciones de esa normativa general en la regulación legal de cada tipo contractual particular. En esta materia se pueden adoptar al menos tres posturas, y de hecho todas ellas tienen partidarios: 1) Una tesis “maximalista”, que entiende derogadas en su integridad todas las normas del CdC referidas a contratos u obligaciones en general, con lo que finalmente se habría verificado la completa unificación del Derecho de obligaciones civil y mercantil45 . 2) Una tesis “intermedia”, que atiende a que el tenor literal del art. 1353 CC remite “a las reglas generales contenidas en esta sección”, esto es, la Sección Primera (“Contratos en ge- neral”) del Libro VII (“Fuentes de las obligaciones”) del CC, para concluir que la derogación tácita que postulan no afectaría a artículos como el 63 CdC, entre otros, cuya materia (la mora del deudor) no es regulada por el CC en ese lugar, sino en el Libro VI (“Las obligaciones”)46 . 3) Y una tesis negativa, que sostiene que el CC sólo ha derogado las normas del CdC que explícitamente menciona en su art. 2112, y que por lo tanto el régimen general de las obligaciones y contratos mercantiles contenido en los arts. 50 y ss. CdC sigue vigente en su integridad 47 . Cada una de estas tesis se vincula más especialmente a alguna de las formas de derogación de las normas jurídicas previstas y reguladas en el el art. I del Título Preliminar del CC, a saber48: la derogación expresa (para la tesis negativa), la derogación tácita por incompatibilidad de la nor- 45. Sostiene explícitamente esta postura, como claramente manifiesta la cita anterior, DE LA PUENTE, El contrato..., cit., t. I, pp. 174-175 (“Esto determina que no sólo sean ineficaces aquellas disposiciones generales sobre los contratos de comercio que se opongan a las disposiciones generales de los contratos civiles, sino que la ineficacia abarca a toda la materia de las disposiciones generales de la Sección Cuarta del Libro I del Código de comercio”) y 176 (“el propio artículo 1353 del código civil (…) ha determinado la unificación de toda esta área de manera muy efectiva”). Lo sigue VALLE TEJADA, José, La autonomía del Derecho Mercantil y su crisis, Cultural Cuzco, Lima, 1987, p. 230. Más ambiguos, por no decir que contradictorios, son los MONTOYA, que afirman explícitamente la derogación integral de los arts. 50 a 63 CdC (Derecho Comercial, cit., t. III, p. 4), pero luegon examinan algunos de ellos en particular (así, el art. 55 CdC, en p. 7, el art. 51, en p. 8, los arts. 59 y 60, en pp. 8-9, etc.), como si fueran Derecho vigente. 46. Así, para MORALES ACOSTA, Alonso, Los grandes cambios en el derecho privado moderno, Revista Peruana de Derecho de la Empresa, Lima, 1990, p. 217, en virtud del art. 1353 CC “quedarían tácitamente derogadas las disposiciones generales sobre contratos mercantiles del Código de Comercio, de conformidad con el artículo I del Título Preliminar del Código Civil vigente”, pero “no existe norma alguna en la sección de reglas generales de contratos que sustituya la regulación” de los arts. 60 a 63 CdC. Sigue a este autor GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter, “Introducción. El sistema jurídico Mercantil”, en Compendio de Legislación Comercial, Gaceta Jurídica, Lima, 1998, p. 12. 47. En este sentido se pronuncia ARIAS-SCHREIBER PEZET, Max; Exégesis del Código civil Peruano de 1984, 2ª ed., Gaceta Jurídica, Lima, 1995, Tomo I, pp. 51 y s., aunque no desarrolla sus razones. A pesar de ello, la postura es importante en sí misma porque, en el seno de la Comisión Reformadora, el Prof. ARIAS-SCHREIBER fue el ponente principal del Proyecto que se convertiría en la sección I del Libro VII del CC, promulgado precisamente durante su gestión como Ministro de Justicia, en 1984. También RUBIO CORREA, Marcial; Para leer el Código Civil III: Título Preliminar, Fondo Editorial PUCP, Lima, 1986, p. 164, aunque inicialmente se muestra dubitativo, termina por pronunciarse a favor de la continuada vigencia de las normas “expresas y tradicionales” sobre materias mercantiles, las cuales, “en términos generales, no han sido derogadas”. 48. RUBIO, Para leer…, cit., pp. 30-31. TORRES VÁSQUEZ, Aníbal; Introducción al Derecho. Teoría general del Derecho, 3ª ed., Idemsa, Lima, 2006, p. 459. 35 ma anterior con la posterior (para la tesis interme- CC. Sin embargo, una consideración lleva a condia) y la derogación tácita por regulación integral cluir que tampoco resulta convincente. Y como, del mismo objeto (para la tesis maximalista)49 . por otra parte, es evidente que no se ha producido su derogación expresa, me adhiero firmemente a la tesis negativa, como expongo a continuación. 13. Crítica de las tesis derogacionistas. El argumento de la regulación integral de la materia propugnado por la tesis maximalista tendría la ventaja de que alcanzaría verdaderamente el objetivo de simplificar el ordenamiento positivo de las obligaciones y contratos privados50, que es una de las principales argumentos a favor de quienes proponen la unificación definitiva del Derecho Civil y el Mercantil, y que no se cumpliría con la derogación por simple incompatibilidad que alega la tesis intermedia51. Pero no puede apoyarse en el tenor del art. 1353, que claramente limita su eficacia a las normas comprendidas en la sección primera del Libro VII CC, sino que se basa más bien en una concepción totalizante del influjo del CC sobre el conjunto del ordenamiento jurídico privado peruano, mucho más difícil de justificar en el Derecho positivo. Pareciera que los defensores de la posición intermedia pisan terreno más firme, al fundar su razonamiento en expresiones concretas del art. 1353 La regulación integral del mismo objeto no es aplicable cuando entre las normas en aparente conflicto media una relación de general (CC) a especial (CdC)52. En tales supuestos, como se sabe, prima la norma especial y ambas, cada una en su ámbito, rigen a la vez. Que entre ley general y especial no cabe derogación tácita por regulación integral, es algo obvio: si así fuese, cada nuevo CC (ley general) al “regular íntegramente” todas las materias (por su misma generalidad), debería derogar íntegramente todo el resto del ordenamiento positivo (al menos, del ordenamiento privado), cosa que evidentemente no ocurre. El hecho de que uno de los más finos juristas que ha producido el Derecho Civil peruano53 aduzca ese argumento para considerar derogadas en su integridad todas las disposiciones contenidas en los arts. 50 a 63 CdC, y no sólo las que encuentren un paralelo en la Sección I del Libro VII del CC (casos 49. Además de estas tres posibilidades, es doctrina común que una norma también pierde vigencia cuando su propósito u objeto queda enteramente cumplido (normas provisionales o para circunstancias determinadas, cuando tales circunstancias desaparecen; por ejemplo, las normas transitorias). Vid. LACRUZ BERDEJO, José Luis, ET AL.; Elementos de Derecho Civil, Dykinson, Madrid, 2000, t. I, vol. 1, p. 204. TORRES, Introducción al Derecho…, cit., p. 459. Es evidente que las normas mercantiles sobre contratos y obligaciones en general no están en ese caso 50. Y que es, por cierto, una de las principales razones esgrimidas por DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel; Estudios sobre el Contrato Privado, Cultural Cuzco, Lima, 1983 (obra cuyo título correcto resulta un tanto ambiguo, pues en el interior aparece repetidamente el citado, mientras en la cubierta se lee Estudios del Contrato Privado; entiendo que al citar el propio DE LA PUENTE, en trabajos posteriores, por el primer título, zanja definitivamente la cuestión), para propiciar la unificación del Derecho privado. 51. Ya que habría que averiguar, por ejemplo, si han quedado derogados, y hasta qué punto, los arts. 57 y 59 CdC, en cuanto regulan la interpretación de los contratos mercantiles, materia que no está claramente recogida en la Sección I del Libro VII del CC. 52. TORRES, Introducción al Derecho…, cit., p. 293, a propósito de la aplicación preferente de los principios de jerarquía (la ley superior deroga a la inferior, pero no a la inversa) y especialidad (la ley especial deroga a la general en su propio ámbito, y no a la inversa) sobre el de temporalidad (la ley posterior deroga a la anterior. 53. DE LA PUENTE, El contrato..., loc. cit. 36 en los cuales acepta, además, el argumento de la “incompatibilidad”), no es sino un testimonio elocuente de lo poco deseable que es, desde el punto de vista de la seguridad jurídica y de la certeza del Derecho, una derogación tácita “selectiva” por mera incompatibilidad en los ambiguos términos del tenor literal del art. 1353 CC. Es doctrina común que la derogación tácita por incompatibilidad se produce sólo dentro de los límites de la incompatibilidad54 . Y a veces no es nada fácil averiguar hasta qué punto la materia de determinados artículos del CdC está también regulada en la Sección I del Libro VII del CC. Ahora bien, si realmente el art. 1353 fuera “incompatible”, en los términos del art. I del Título Preliminar del CC, con una o más normas del CdC, por muy oscura, ambigua y difícil de determinar que fuera la situación, habría que aceptarla como tal, y hacer el esfuerzo necesario en cada caso para determinar el Derecho vigente. Sin embargo, es tan imposible que haya una derogación tácita de una ley especial por incompatibilidad con una ley general posterior como lo es por la ya examinada “regulación integral de la materia”. No hay incompatibilidad alguna precisamente por la diferencia de ámbitos entre una norma y otra, ya que es presupuesto ineludible para la existencia de una verdadera antinomia normativa que las dos normas tengan el mismo ámbito de validez55 . No puede decirse que la subsistencia de las normas propias del Derecho Mercantil impida la aplicación del artículo 1353 (o sea, que resulte incompatible con el mismo), no sólo porque éste desplegará todo el resto del derechos privados especiales que no tengan un conjunto de normas como las del los arts. 50 a 63 CdC, sino porque incluso los contratos mercantiles quedarán sujetos a lo que ella dispone en los casos, muy numerosos, en los que las normas mercantiles no prevean nada en particular. Es más, desde el punto de vista del CC, lex maxime generalis, hasta las normas más generales sobre obligaciones y contratos mercantiles son “normas particulares” de cada contrato mercantil, lo que excluye por sí solo la pretendida incompatibilidad de los arts. 1353 CC y 50 y ss. CdC, ateniéndonos rigurosamente al tenor del primero. En realidad, esta conclusión no tiene nada de novedosa, sino que pertenece desde hace siglos al acervo de la tradición jurídica occidental. Como ya decía PAPINIANO (s. III), “en todo el Derecho, al género se deroga por la especie” (y no al revés), “y se tiene por predominante aquél que se refiere a la especie”56, de lo cual dedujo BALDO (s. XIV) que “la ley posterior general no deroga la ley anterior especial”57 . Por eso, en materia de aplicación de la ley y de solución del aparente conflicto entre leyes, como todo el mundo sabe, antes que el principio “la ley posterior deroga la ley anterior” hay que aplicar el principio de especialidad (“la ley especial prima sobre la ley general”, independientemente de cuál sea anterior o posterior). De hecho, aunque los artículos del CC y del CdC cuyo aparente conflicto tuvo a la vista en esa ocasión eran distintas de las que vengo considerando, nuestra 54 TORRES, Introducción al Derecho…, cit., p. 459. 55 TORRES, Introducción al Derecho…, cit., p. 291. 56 D.48.19.41 (in toto iure generi per speciem derogatur) y D.50.17.80 (et illud potissimum habetur, quod ad speciem derectum est). 57. Ad Digestum Vetus, 9.2.2, citado por DOMINGO, Rafael y RODRÍGUEZ-ANTOLÍN, Beatriz; Principios de Derecho global. Aforismos jurídicos comentados, Thomson Aranzadi, Pamplona, 2003, p. 139 (§ 2, 379: lex posterior generalis non derogat legi 37 Corte Suprema así lo ha declarado explícitamente58, cuando afirma que la sentencia de vista: tado final) se limita a glosar el texto del propio artículo. Pero si se tienen en cuenta los arts. 5 y 7 de esa misma Ponencia62, el pasaje adquiere “contiene un error que estriba en confundir los en el contexto que lo rodea un significado mericriterios cronológico y de especialidad para la dianamente claro como norma que proporciona aplicación de las normas, puesto que el hecho un marco de referencia normativo mínimo para de que el Código Civil sea posterior al Códiel problema de los contratos atípicos o innomigo de Comercio no determina que el primero nados, sin que sea en ningún caso posible resea aplicable preferentemente al segundo”. ferirla a las relaciones del CC con otras leyes o códigos especiales. Esta última materia sería Para abundar en razones, podría recurrirse a el objeto del art. 7 de la Ponencia, cuya EM exuna interpretación histórica y teleológica del art. presamente declara que no hace sino repetir 1353. Según se deduce de sus antecedentes59, la norma del actual art. IX del Título Preliminar el artículo en cuestión tiene la clara intención, no CC63. Lamentablemente en el Proyecto que fide unificar la regulación general de los contratos nalmente se convirtió en CC desaparecieron privados, sino de proveer un marco normativo ambos artículos, y con ello nuestra norma quedó mínimo aplicable a los contratos innominados o descontextualizada, oscureciéndose no poco su atípicos. En efecto, se aprecia cómo de un tex- sentido. No obstante, como ya he adelantado64, to claro en el sentido de someter a las reglas el expreso pronunciamiento de quien fuera Pogenerales los contratos atípicos60 se pasó, por nente de esta sección del actual CC desautoriel deseo de “decirlo mejor” (más estéticamente), za cualquier intento de ver en el art. 1353 CC al actual texto lleno de ambigüedad. La Exposi- una norma de unificación del Derecho privado. ción de Motivos elaborada por el Ponente de la sección61 sobre el art. 6 de la cuarta Ponencia Además, el art. 2112 CC derogó de manera exsustitutoria (prácticamente idéntico ya al resul- presa, con mención de los artículos afectados, 58. Banco Internacional del Perú (Interbank) c. La Vitalicia Compañía de Seguros S.A. y Otros, (1997) Cas. 428 (Lima), del 12 de diciembre, Considerando 5º (el énfasis es añadido). 59. Pueden verse suscintamente resumidos en DE LA PUENTE, El contrato, cit., pp. 149-150. 60. “Todos los contratos quedan sometidos a las reglas generales contenidas en este título, sin perjuicio de lo que se establezca en otros códigos o leyes especiales” (texto de la primera Ponencia de la Comisión Reformadora). 61. El Prof. Max ARIAS-SCHREIBER. Puede verse en COMISIÓN ENCARGADA DEL ESTUDIO Y REVISIÓN DEL CÓDIGO CIVIL CONGRESO DE LA REPÚBLICA; Proyectos y Anteproyectos de la Reforma del Código Civil, Lima, 1980, t. II, pp. 421544 (la EM está a partir de la p. 447); vid. especialmente pp. 452 y 453. 62. “Las partes pueden celebrar contratos de derecho privado que no tengan una disciplina especial según este Código u otras leyes (…)” (art. 5). “Los contratos y, en general, todos los actos jurídicos que estén sujetos a una legislación específica serán regulados conforme a ésta y supletoriamente por las disposiciones contenidas en el Código Civil” (art. 7). 63. Proyectos y Anteproyectos…, cit., t. II, p. 453, motivo que fue, con toda seguridad, el determinante de su eliminación, y no que el legislador rechazase su contenido. 64. Cfr. nota n. 47, supra. 38 las normas del CdC sobre determinados contratos típicos, unificando su tratamiento legal en su propio articulado: nada hubiera impedido hacer lo mismo con las reglas generales sobre los contratos mercantiles si tal hubiera sido la intención del legislador. El no haber derogado expresamente las normas en discusión, por tanto, no puede considerarse como un simple olvido del legislador: es indiscutible que simplemente no quiso hacerlo65, o no se alcanzó el consenso necesario para ello en el seno de las Comisiones Reformadora y Revisora. En consecuencia, la derogación tampoco se ha producido tácitamente. Aun se podría oponer que no interesa tanto la intención del legislador, como la “intención” de la propia ley, en cuanto se manifiesta en su tenor literal. Ahora bien, aunque la incompatibilidad de que se habla no existe en realidad, como vengo explicando, admitamos por un momento que sí se diese en términos objetivos. Entonces el efecto derogatorio que se pretende carecería de la suficiente cobertura legal, y debería ponerse en duda su constitucionalidad. En efecto, el CC fue aprobado por el Gobierno como legislador delegado. La Ley 23403, que delegó inicialmente en el Gobierno la promulgación del CC, no lo facultó expresamente para derogar o modificar otros códigos y leyes diferentes del CC de 1936, por lo que el Gobierno pidió facultades expresas para asegurarse. El Congreso respondió por Ley 23756, facultando expresamente al Ejecitivo para dos cosas: “dictar decretos legislativos sobre modificación, ampliación o derogación de disposiciones de códigos diferentes del Código Civil de 1936 y otras leyes” (art. 1), y “ampliar, modificar o derogar disposiciones de código (sic) u otras leyes diferentes al Código Civil de 1936” en las disposiciones del propio CC (art. 2). Pero, en ambos casos, las modificaciones o derogaciones debían hacerse “en cuanto, a juicio de la Comisión Revisora creada por la Ley 23403, sean pertinentes para la aplicación del nuevo Código Civil” (art. 1, al que remite el art. 2)66. Si, como he dicho, la Comisión Revisora jamás pretendió tocar estos artículos del CdC, mal puede decirse que la pretendida derogación se hiciera siguiendo el juicio de dicha Comisión sobre su necesidad para la correcta aplicación del CC, como exige la Ley delegatoria que legitima la norma. Por lo tanto, aun en el supuesto negado de que el art. 1353 fuera, conforme a su tenor literal, verdaderamente incompatible con uno o más de los arts. 50 y ss. CdC, el efecto derogatorio de esa norma carecería da cobertura legal suficiente, y debería dejarse a un lado por inconstitucional (en el procedimiento). En definitiva, tratándose de áreas jurídicas distintas, aunque vinculadas, la norma del art. 50 CdC y la del art. 1353 CC tienen cada una su propio ámbito de aplicación, definido solamente por ellas mismas, y dentro de ese ámbito, plena vigencia. Es indiscutible que para hallar la norma aplicable a un supuesto mercantil se ha de acudir en primer lugar a la norma propia de esa rama del Derecho y luego a las normas supletorias aplicables según lo disponga su propio sistema de fuentes. El Derecho Civil no es competente para regular estos hechos y relaciones sino sólo supletoriamente, tanto según lo disponen los arts. 2 y 50 CdC, como según el artículo IX del 65. El propio DE LA PUENTE, El contrato…, cit., t. I, p. 176, admite que el efecto derogador de la sección IV del Libro I CdC y unificador del Derecho privado de obligaciones y contratos que él postula para el art. 1353 se tendría que haberse producido sin que al principio “lo haya advertido así” [el legislador], o sea, sin darse cuenta. 66. El énfasis, como es obvio, es añadido. 39 Título Preliminar del propio CC. Mi conclusión es que el art. 1353 CC responde exactamente a la misma idea, y a nada más, y por lo tanto no afecta por sí mismo ninguna de la normas contenidas en los arts. 50 a 63 CdC, que, en principio, seguirían plenamente vigentes en su totalidad. mercantilidad del contrato, como la de cualquier otra institución mercantil, procede de su conexión con el “ejercicio de la empresa”, entendiendo por ésta una “actividad” (conjunto o sucesión de “actos” ordenados, en este caso, por su finalidad). Esta idea es congruente con la noción de Derecho Mercantil, ya que si se definen como “dere14. La mercantilidad de contratos y obliga- chos mercantiles” los privados que competen al ciones el “acto de comercio”. empresario por razón del ejercicio de su actividad, es bastante claro que la actividad se ejerce Así pues, no hay UN régimen general de los en la práctica mediante actos concretos (especontratos y de las obligaciones en el Derecho cialmente mediante contratos) que se insertan privado peruano, sino, al menos, DOS: uno ci- en esa actividad, dando como resultado la orgavil o común y otro mercantil. El primero está bá- nización objetiva o fondo empresarial (en el que sicamente contenido en el Código Civil y es a se integran las relaciones jurídicas derivadas del grandes rasgos suficientemente conocido. En ejercicio de la actividad, o sea, de la celebración realidad, como ya dije, el núcleo y el sistema del de los respectivos contratos). De donde se desegundo, del Derecho Mercantil de obligacio- duce que, para que la obligación o relación connes, es exactamente el mismo que el correspon- tractual sea mercantil, es necesario que proceda diente Derecho Civil, que precisamente por eso de un hecho jurídico perteneciente a la sucesión recibe el nombre de “Derecho privado común”, de actos que constituyen su actividad profesiomientras que el Derecho Mercantil aporta sólo nal del empresario. Esto es precisamente lo que, algunas reglas concretas especiales, que ade- a mi modo de ver, debe entenderse como “acto más de que tampoco suelen apartarse radical- de comercio” desde la perspectiva mercantimente de lo previsto en el CC. Esto hace nece- lista que vengo desarrollando en este trabajo. sario, empero, averiguar cuándo un contrato (o una obligación) es mercantil y cuándo, en cam- Ahora bien, desde el punto de vista del Derecho bio, permanece en la esfera del Derecho común. Mercantil, en el concepto de “actos de comercio” o de empresa pueden y deben quedar englobaPues bien, se califican como mercantiles aque- dos hechos jurídicos capaces de dar lugar a oblillos contratos que surgen en las relaciones a que gaciones y otras relaciones jurídicas de todas las da lugar el ejercicio de la empresa. Es decir, la clases o tipos67 : hechos naturales, actos ilícitos, 67. Cfr. DE LA LAMA, Miguel Antonio; Código de Comercio y Ley Procesal de Quiebras y Suspensión de Pagos, con notas críticas, explicativas y de concordancia, Gil, Lima, 1902, t. II, pp. 18-19, con expresa referencia a todas las posibles fuentes de las obligaciones que enumeraba el entonces vigente art. 1219 CC de 1852. En el mismo sentido, admitiendo que algunas obligaciones mercantiles no proceden de contratos, sino de otras fuentes, MARTÍ DE EIXALÁ, Ramón, y DURÁN Y BAS, Manuel; Instituciones del Derecho Mercantil de España, 9ª ed., Sociedad General de Publicaciones, Barcelona, 1911, p. 119. SAMANAMÚ, Francisco; Manual de Derecho Mercantil Peruano, Sanmartí, Lima, 1919, p. 26. Lo mismo admite para todas las posibles fuentes de obligaciones, con la importante excepción del acto ilícito (en lo que sigue la opinión de Brunetti), GARRIGUES, Tratado…, cit., t. I, vol. 1, pp. 188-189 (n. 105). En cambio, MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I, p. 70 (n. 44), opina (aparentemente) de otra manera. 40 actos jurídicos en sentido estricto, negocios jurídicos unilaterales y contratos. Es decir, que todas y cada una de esas fuentes —lo mismo que el contrato, que es la principal de ellas—, pueden y deben recibir el calificativo de “mercantiles”, cuando respecto de ellas se cumpla el criterio general de mercantilidad, consistente en su inserción en una actividad constitutiva de empresa. Satisfecho ese requisito, y en esa misma medida, las relaciones jurídicas a que dan lugar pueden participar también del carácter mercantil68 . peculiaridades están en la pluralidad de partes y en la patrimonialidad de su objeto. Es la más importante manifestación de la autonomía privada. Como negocio jurídico, el contrato tiene una estructura constituida por la manifestación de voluntad, los sujetos, el objeto, la forma y el fin o causa. Si la esencia de todo negocio es la manifestación de voluntad, en el contrato, que es obra de varios sujetos, tal manifestación es común a todos los contratantes, y se llama consentimiento. Normalmente, al consentimiento se De todos modos, el dato que acabo de mencio- llega con la oferta y la aceptación. La oferta es nar (el hecho de proceder de una fuente mer- la propuesta de contratar que se dirige a otro. cantil) no basta para concluir definitivamente Desde que es recibida, la oferta liga al oferensi la obligación se somete a todas y cada una te a la aceptación que pueda emitir el destinade las reglas especiales mercantiles existen- tario (art. 1382 CC). Pero esa vinculatoriedad tes en ese ámbito (el de las obligaciones), sino caducará si, desde su recepción, transcurre el que dependerá de la ratio o lógica normativa tiempo previsto en ella misma, o en su defecen que se base cada una de esas reglas (cuyo to, el tiempo suficiente para responder, sin que ámbito de aplicación, explícito o implícito, habrá la aceptación llegue al oferente (art. 1385 CC). por tanto que examinar caso por caso), espe- La llegada al oferente de la aceptación perfeccialmente cuando el contrato mercantil sea de ciona el contrato e inicia su eficacia (art. 1373 los denominados actos mixtos, porque en ellos CC). Si el contrato es mercantil y se celebra por además de un empresario participa alguien correspondencia, el momento y lugar de su perque no lo es (muchas veces un consumidor). feccionamiento e inicio de su eficacia no viende dado por la recepción de la aceptación por 15. Régimen mercantil de obligaciones y con- el oferente, sino por su expedición por parte del tratos en general. aceptante, es decir, por su depósito en el buzón de correos (art. 54 CdC)69. La falta de consentiEl contrato es un acuerdo entre dos o más par- miento se llama disenso y, como implica falta de tes para crear, regular, modificar o extinguir re- manifestación de voluntad, es el supuesto más laciones jurídicas patrimoniales (art. 1351 CC). elemental de nulidad del contrato como negocio. El contrato es un tipo de negocio jurídico, cuyas 68. Cfr. GARCÍA-PITA, Derecho Mercantil…, cit., p. 187. 69. LANGLE, Manual…, cit., t. III, pp. 82-83, dándole a la regla el alcance general que era lógico atribuirle en su contexto original, pero no actualmente, cuando han proliferado otros supuestos específicos indudablemente incluidos en el ámbito mercantil en los que explícita o implícitamente se siguen otros criterios; así por ejemplo, el art. 14 de la Convención de Viena sobre Contratos para la Compraventa Internacional de Mercaderías de 1980. De todos modos, sí que es válida su recomendación, ya acogida en España, de unificar este punto del régimen jurídico con el vigente en el Derecho común. 41 La regla general, tanto civil (art. 143 CC) como mercantil (art. 51 CdC), es la libertad de forma: las partes pueden celebrar cualquier contrato o negocio jurídico en la forma que estimen conveniente. Pero según el inc. 1 del art. 52 CdC, no es suficiente una disposicón meramente civil para imponer formalidades al contrato mercantil, sino que su fuente tiene que ser concretamente mercantil. tinción. Consiste en la ejecución de la prestación debida, ya sea de dar, de hacer o de no hacer. El pago debe ser idéntico, esto es, realizando la misma prestación debida; íntegro, de modo que el deudor no se libera, mientras no pague del todo (art. 1220 CC); e indivisible, porque el acreedor no está obligado a recibir un pago parcial (art. 1221). Existe una excepción al principio de indivisibilidad del pago en el caso Los contratos se deben negociar, celebrar, eje- de los títulos valores (art. 65 LTV). El lugar del cutar e interpretar según su tenor y la buena pago puede pactarse libremente. A falta de pacfe (arts. 168 CC y 57 CdC). En los contratos to, se hará en el domicilio del deudor, salvo que mercantiles tienen además una importancia de- lo contrario resulte de la ley, la naturaleza de la cisiva los usos de comercio como criterio inte- obligación o las circunstancias (art. 1238 CC). grador e interpretativo, así como, sólo en caso El lugar de pago determina también la compede duda insalvable, el principio in dubio pro tencia judicial. El momento en que puede exidebitore, por el que se prefiere resolver esa girse el pago se determina por el cumplimienduda a favor del deudor (arts. 2 y 59 CdC)70. to del plazo establecido para ello. Cuando ello ocurre se dice que la obligación ha vencido, o En estricto, el contrato es distinto de sus efec- es exigible. A falta de plazo concreto, se puede tos. Según esto, el contrato debería tenerse por exigir inmediatamente (art. 1240 CC), a menos terminado una vez que se ha celebrado correc- que la obligación medie entre dos empresarios, tamente; lo que subsiste luego sería la relación en cuyo caso es exigible al cabo de un día o obligatoria nacida de él. Pero el uso ha determi- de diez días, según los casos (art. 62 CdC). nado que también se llame “contrato” a la obligación o relación obligatoria, normalmente com- La responsabilidad contractual71 es la que la pleja, surgida de un contrato, hasta su extinción. ley atribuye al deudor por el daño causado a La idea de obligación expresa el enlace entre un su acreedor por el incumplimiento, es decir, si derecho y un deber. Es una relación jurídica por el deudor no realiza su deber jurídico de mala cual una persona (el acreedor) puede exigir nera imputable. Si la prestación no se ejecutó un comportamiento de otra persona (el deudor). en la forma debida por causas no imputables al deudor, por regla general éste puede excusarEl término pago designa el cumplimiento de se. Para exigir la indemnización a que obliga la cualquier obligación: es su forma natural de ex- responsabilidad, el acreedor debe probar que ha 70. GARCÍA-PITA, Derecho Mercantil…, cit., pp. 492 y ss. 71. También existe la responsabilidad extracontractual, que es la obligación de resarcir el daño causado de manera imputable por cualquier otro medio que no sea la inejecución de una obligación previamente existente. La responsabilidad extracontractual mercantil (del empresario por daños causados en condiciones de adecuación por hechos insertos en su actividad empresarial) se ha interpretado que debe ser siempre objetiva: no se necesita probar el criterio subjetivo de imputación (la culpa). Vid. TRAZEGNIES GRANDA, Fernando DE; La responsabilidad extracontractual, 7ª ed, 2ª reimp., PUCP, Lima, 2005, t. I, pp. 182-185 (n. 82). 42 sufrido un daño indemnizable. El daño mínimo indemnizable en la responsabilidad contractual es el valor de la prestación inejecutada, al que se añadirá todo el perjuicio causado por no haberla obtenido. Además, debe probarse la conexión causal entre la inejecución y el daño, y deben asimismo verificarse los criterios de imputación. Según el Código Civil, para que el daño causado por el incumplimiento sea resarcible, debe ser “consecuencia inmediata y directa” de la inejecución de la obligación. Es decir, además de “adecuada” (hay adecuación causal entre un hecho y su consecuencia cuando ésta se sigue previsible y normalmente de aquél, según la común valoración social72), la causa del daño debe ser “próxima”. Por regla general, sobre estos criterios objetivos debe acumularse el criterio subjetivo de imputación constituido por la culpa. Hay culpa cuando se omite la diligencia o cuidado ordinarios exigidos por la actividad que se realiza y por las circunstancias de las personas, tiempo y lugar. La culpa admite diversos grados: se llama dolo cuando la inobservancia del cuidado debido es intencional; es inexcusable cuando implica negligencia grave; es leve cuando implica descuido, pero sin que se den las circunstancias que la harían inexcusable. Hay muchos casos, y son más frecuentes entre empresarios, en que la responsabilidad contractual es objetiva, por riesgo, en la que es irrelevante la culpa. Un supuesto especial ocurre cuando la obligación no se incumple pura y simplemente, sino que tan sólo se retrasa su cumplimiento: enton- ces hablamos de mora. Para que exista mora, el retraso debe ser imputable al deudor (con los criterios pertinentes para ello), pero además debe haber aún posibilidad de cumplir, porque, si no, ya se habría incumplido. La ley pide además, para constituir la situación de mora, que el acreedor exija expresamente al deudor el cumplimiento (acto llamado interpelación), salvo que el transcurso del propio plazo de la obligación, considerado esencial, produzca ese efecto por sí mismo (art. 1333 CC). Esto ocurre, por ejemplo, en toda obligación nacida de un contrato mercantil cuyo plazo no haga falta determinar judicialmente (art. 63 CdC). Por haber incurrido en mora, el deudor debe indemnizar los daños y perjuicios derivados del retraso y pagar intereses moratorios73. Además, el moroso responde por la imposibilidad de cumplimiento que sobrevenga, incluso si ella obedece a causas imprevisibles, como el caso fortuito o la fuerza mayor, salvo que pruebe que la prestación habría sido afectada así hubiese cumplido a tiempo (o sea, que su demora no es realmente causante del daño). En otras palabras, quien incurre en mora (que debe ser en sí misma imputable) asume una responsabilidad mucho más rigurosa que el deudor cumplido, enteramente objetiva, atribuida por la simple causalidad. La prescripción extintiva ocurre por el transcurso del tiempo, que hace “perder” derechos, entre ellos las obligaciones. Aunque es más propio decir que lo que se extingue con la prescripción es la exigibilidad de los dere- 72. De donde se sigue que hay una ruptura de este criterio objetivo de imputación cada vez que un evento extraordinario, imprevisible e irresistible determina que el hecho produzca un daño para otro. A estos sucesos aplica el Código Civil el nombre de “caso fortuito o fuerza mayor”, y es una de las defensas más fuertes posibles contra una imputación de responsabilidad. 73. EM del CdC, ad loc., reproducida en GARCÍA CALDERÓN, Código de Comercio…, cit., p. 56, y en DE LA LAMA, Código de Comercio…, cit., p. 21. 43 chos, no los derechos mismos. Aun así, no todo derecho prescribe: muchos son imprescriptibles. Generalmente, todas las obligaciones prescriben. Para la prescripción se requiere: ple un acto en el cual la ley reconoce la voluntad de ejercitar el derecho, y también cuando aquél contra quien el derecho puede hacerse valer lo reconoce (arts. 1996 CC y 955 CdC). Por la interrupción se pierde el tiempo de pres1) La existencia de un derecho exigi- cripción que hubiera transcurrido, y eventualble, que pueda ser ejercido por su titular. mente se puede comenzar a contar un nuevo 2) La inercia del titular, o falta de plazo de prescripción a partir de entonces. Si ejercicio efectivo de ese derecho. la obligación es mercantil, el acto del acree3) El transcurso del tiempo establecido en la ley. dor que puede interrumpir la prescripción sólo puede ser judicial, mientras que en los demás Si un derecho que ha empezado a prescri- casos se admite la interrupción extrajudicial74. bir no puede ser ejercido por cierto tiempo, se produce la suspensión de la prescrip- Ordinariamente los derechos prescriben a los diez ción. Si el titular intenta ejercer su derecho, años (inc. 1 del art. 2001 CC). La ley prevé alguse produce la interrupción de la prescripción. nas prescripciones más cortas, especialmente en situaciones mercantiles (arts. 956 a 965 CdC)75 . La suspensión ocurre sólo cuando el legislador reconoce que es prácticamente impo- En resumen, las principales reglas especiales sible o sumamente difícil el ejercicio del de- que subsisten para el régimen general de todos recho (art. 1994 CC). El tiempo que dura la los contratos y obligaciones mercantiles son: causa de suspensión no se cuenta. Es decir, se debe sumar el tiempo de inercia trans1) En cualquier contrato mercantil celecurrido antes y después de la suspensión. brado por correspondencia, la aceptación del contrato es eficaz desde el moLa interrupción se produce cuando el titular cummento de su expedición (art. 54 CdC). 74. LANGLE, Manual…, cit., t. III, p. 114; SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. II, p. 126; GARCÍA-PITA, Derecho Mercantil…, cit., p. 182. Así lo ha entendido también nuestra jurisprudencia, cuando expresamente declara que, conforme al art. 955 CdC, “el plazo de prescripcion sólo se interrumpe con la citación con la demanda u otro género de interpelación judicial”. ES del 28 de diciembre de 1994, recaída en el Exp. 20-94 (Lima), resolviendo un recurso de nulidad conforme al CPC ant. (el énfasis es añadido). Ya con el nuevo ordenamiento procesal, la CS ha seguido aplicando el art. 955 CdC como regulador de la interrupción de la prescripción en supuestos mercantiles, lo que confirma la vigencia de todas la especialidades de la norma (incluida la limitación de causas de interrupción): EESS del 5 de junio de 2000, en Corporación Transcontinental del Perú S.A.C. c. Precious Wishes Ltd. y Otros (1999) Cas. 3259 (Callao), Considerando 9º; y del 23 de abril de 2001, en Rímac Internacional Compañía de Seguros y Reaseguros c. NN, (2000) Cas. 2133 (Callao), Considerandos 4º, 5º y 6º. La ES del 25 de julio de 2001, recaída en Corporación West S.A.C. c. Transporte Marítima Gran Colombiana S.A., (2001) Cas. 850 (Callao), Considerando 7º, resulta especialmente clara, pues el recurrente sólo se refiere al CC, y es la Corte Suprema la que introduce el art. 955 CdC como más pertinente, sin que la solución difiera entre ambas normas respecto de la materia controvertida (momento en que opera la interrupción de la prescripción por interpelación judicial; tema, por cierto, en el que sigue un criterio más que discutible, pero que no es del caso comentar aquí). 75. Cfr. LANGLE, Manual…, cit., t. III, p. 114; GARCÍA-PITA, Derecho Mercantil…, cit., p. 182. 44 2) La formalidad ad sollemnitatem debe estar prevista en norma mercantil para ser exigible también en ese ámbito (art. 52 CdC). 3) En los contratos mercantiles tiene además una importancia decisiva el recurso a los usos de comercio como criterio integrador e interpretativo (arts. 59 y 2 CdC), así como, sólo en caso de duda insalvable, el principio por el que se prefiere resolver en forma favorable al deudor (art. 59 CdC). 4) Las obligaciones entre empresarios (o sea, bilateralmente mercantiles) que no tengan ningún plazo de exigibilidad (o sea, las obligaciones al contado) vencen en un día o en diez días, según del contrato se siga acción ejecutiva u ordinaria, respectivamente (art. 62 CdC), y no inmediatamente, como las civiles. 5) En todas las obligaciones procedentes de fuente mercantil (inclusive con consumidores), y siempre que no sea necesario determinar judicialmente el plazo (arts. 182 CC y 63, inc. 2, CdC), la constitución en mora es automática al vencimiento del plazo establecido legal o convencionalmente (inc. 1 del art. 63 CdC), sin necesidad de la intimación que se prescribe en Derecho común (art. 1333 CC). 6) La prescripción de cualquier obligación procedente de fuente mercantil sólo se interrumpe por el ejercicio judicial de su derecho por parte del acreedor (art. 955 CdC), mientras que en los demás casos se admite la interrupción extrajudicial (inc. 2 del art. 1996 CC). 7) Finalmente, en la contratación en masa y, sobre todo, en los contratos de consumo, los adherentes y consumidores están protegidos por una serie de reglas y responsabilidades especiales fundadas en la Ley de Protección al Consumidor (D. Leg. 716), que por regla general sólo obligan a los empresarios (y también a los prestadores civiles de servicios profesionales). La LPC está a punto de ser sustituida por el Código de Protección y Defensa del Consumidor (L. 29571), que profundiza en la misma línea. IV. CONTRATOS TÍPICOS REGULADOS AÚN POR EL CÓDIGO DE COMERCIO 16. Comisión mercantil. Cabe afirmar que la comisión mercantil no es sino un contrato de mandato. La “comisión” es el mandato mercantil, tal y como reconoce el CdC (art. 237)76. Como mandato que es, la comisión se puede definir como el contrato por el cual una parte —llamada el comisionista— se obliga frente a otra —llamada el comitente—, a celebrar actos jurídicos singulares, o a gestionar un determinado conjunto de actos u operaciones mercantiles, por cuenta y en interés de este último, y a veces también en su nombre, a cambio de una retribución. Según esto, y a semejanza del mandatario, el comisionista puede actuar tanto en nombre propio (comisión sin representación) como del comitente (comisión con representación), aunque siempre actúa en interés de éste último. La actuación del comisionista en nombre propio tiene algunas ventajas que la hacen menos rara que en el mandato civil77: 76. Y la práctica totalidad de los autores: SANCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., t. II, p. 145; BROSETA/ MARTÍNEZ, Manual…, cit., t. II, p. 105; LANGLE, Manual…, cit., t. III, pp. 283-284; GARCÍA CALDERÓN, Código de Comercio, cit., p. 129, en nota al art. 237 CdC; MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. III, pp. 11-12. LEÓN MONTALBÁN, Andrés; Derecho Comercial peruano, 2ª ed., EJ, Lima, 1964, p. 312. 77. GARRIGUES, Joaquín; Curso de Derecho Mercantil, Temis, Bogotá, 1987, t. IV, p. 103. 45 1) aunque el comitente sea desconocido en el lu- ser agrupados en torno a dos ejes o polos, que son gar donde opera el comisionista, le permite apro- las dos obligaciones esenciales del comisionista: vechar su crédito y sus relaciones comerciales; 2) al aparecer como dueño del negocio, el comisio1) ejecutar el encargo o comisión aceptada pernista queda ampliamente legitimado para exigir sonalmente (está aceptada tácitamente si el coel cumplimiento del tercero, sin necesidad de un misionista empezó a ejecutarla: art. 242 CdC), apoderamiento incompatible con el punto anterior; sujetándose a la ley y a las instrucciones del co3) facilita el secreto de las operaciones de su comitente, y defendiendo su interés como propio; y mitente, quien puede así eludir ciertos obstácu2) rendir cuentas especificadas y justificadas. los o prohibiciones (no necesariamente legales). El comisionista se obliga a llevar a cabo el acto Si el comisionista actúa en nombre propio, las jurídico —sea contractual o no— cuya realización relaciones jurídicas se establecen únicamente constituye el objeto de la obligación principal y entre el comisionista y el tercero con quien con- característica que nace del mandato mercantil79 trata, y no entre este y el comitente. Por tanto, . La rendición de cuentas posee el mismo carácsi se plantea un litigio, sólo al comisionista ha ter fundamental, como obligación genérica de de afectar lo que se resuelva, si bien quedan a todo mandato (inc. 3 del art. 1793 CC, y art. 257 salvo los derechos y obligaciones que tengan CdC)80. En virtud de esta obligación, el comisioentre sí éste y el comitente (art. 239 CdC). Sin nista debe señalar especialmente cuáles fueron embargo, como el comisionista obra siempre los gastos y los ingresos empleados en y obtenipor cuenta del comitente, lo que para éste se dos del negocio de realización de la comisión, sin haya adquirido, para él queda, en caso de caer limitarse a presentar el saldo final. Precisamenel comisionista en insolvencia (art. 1813 CC). te, el saldo o balance final en que se expresa la rendición de cuentas suele implicar un deber de En cambio, si el comisionista actúa (con repre- restitución (que presupone a su vez, en su caso, sentación) en nombre del comitente, el comiten- una obligación de custodia de las mercancías o te adquiere los derechos frente a los terceros efectos que tuviere en su poder el comisionista y éstos contra él. El comisionista, en principio, por cuenta del comitente), por el que el comitenpermanece extraño a estas relaciones (art. 240 te tiene derecho a exigir del comisionista la reaCdC, párr. 1º). Pero si no existe tal comitente, o lización de los actos conducentes a la transmicuando este niega tal comisión, responderá el sión de todos los derechos adquiridos, sean los comisionista frente a los terceros, a menos que sobrantes de la provisión hecha por el comitente, pruebe la comisión (art. 240 CdC, párr. 2º)78. o lo adquirido ex novo como consecuencia del negocio de realización. La obligación se complePor lo que al comisionista se refiere, los diversos ta con la de abonar el interés legal en caso de deberes contractuales que le incumben pueden mora, aparte de indemnizar daños y perjuicios. 78. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., t. II, p. 146. 79. LANGLE, Manual…, cit., t. III, p. 291. 80. LANGLE, Manual…, cit., t. III, p. 295. 46 A su vez, el comitente tiene, en el contrato de comisión mercantil, fundamentalmente dos obligaciones y una carga. Las obligaciones son: 1) abonar la comisión, que es el precio en dinero del servicio particular que presta el comisionista (y cuyo nombre coincide con el del propio contrato); e 2) indemnizar al comisionista de todos los gastos y perjuicios que pudieran derivarle del cumplimiento fiel y exacto del encargo, asumiendo las consecuencias derivadas del exacto cumplimiento del encargo. La carga es la provisión de fondos al comisionista, para que pueda llevar a cabo el encargo encomendado. Si la ejecución del encargo requiere disponer de fondos y el comitente realmente quiere que el comisionista lo lleve a cabo, tendrá que proveer de ellos al comisionista. De lo contrario, no podrá exigir el cumplimiento de la gestión encomendada. Ahora bien, esta “provisión de fondos” no es una verdadera obligación contractual. El art. 243 CdC en ningún momento dice que el comitente “esté obligado” o “deba” hacer provisión, sino que simplemente supedita la exigibilidad del cumplimiento del comisionista a la disponibilidad por su parte de los fondos necesarios, salvo pacto expreso de evacuar la comisión “en descubierto”. Por todo ello, la naturaleza de este “deber” es más bien el de una carga para el comitente, quien no adquirirá, mientras no la haya satisfecho, ningún derecho propiamente dicho a exigir el cumplimiento del encargo. 17. Cesión de créditos mercantiles. Los arts. 342 y 343 CdC regulan, como un contrato mercantil particular, la “transferencia de créditos no endosables”, esto es, la cesión de créditos o derechos, siguiendo aún la concepción tradicional, que tendía a considerar la cesión de créditos como un contrato semejante a la compraventa. La doctrina81 más moderna, en cambio, suele considerarla una regulación “abstracta” (en el sentido de que puede verificarse en virtud de cualquier título idóneo) de un “efecto” jurídico relativo al “crédito” (en nuestro caso, el “mercantil”) en cuanto objeto de derecho82. En concreto, se trata de regular el “crédito mercantil” en el supuesto de que sea transferido, es decir, de que cambie su titularidad por cualquier negocio entre vivos idóneo, exactamente igual a como los arts. 1206 a 1217 CC regulan el “crédito civil” en esa misma tesitura. En consecuencia, su sede sistemática más adecuada debería estar en la teoría general de las obligaciones, y no entre las relaciones obligatorias específicas. Ahora bien, la identidad fundamental de la “cesión de derechos” civil con la “transferencia de créditos no endosables” de los arts. 342 y 343 CdC ha sido oscurecida en nuestro país por cierta jurisprudencia de la Corte Suprema. Cierto es que el Prof. MONTOYA83 hace constante referencia en su comentario de esas normas a las diferencias entre esta transferencia de créditos y el endoso de títulos a la orden. Pero tampoco él niega en ningún momento la identidad de partida 81. Vid. por todos LACRUZ BERDEJO ET AL., Elementos de Derecho Civil, cit., t. II, vol. 1, pp. 216-218. 82 GARCÍA-PITA, Derecho Mercantil…, cit. pp. 140-141. 83. MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. III, p. 46. 47 de la transferencia de créditos mercantiles con la cesión de derechos civil. No obstante, algunas Ejecutorias Supremas84 parecen haber sacado de ese comentario la desafortunada conclusión de que los arts. 342 y 343 CdC sólo regulan aspectos de la cesión de los títulos valores nominativos, y no a la de todos los créditos mercantiles. Pues bien, MONTOYA85 no dice nada semejante. Y aunque lo dijera, la EM del CdC equipara expresamente la transferencia de créditos mercantiles a las cesiones o ventas de créditos comunes reguladas en las leyes civiles86. Luego, se trata exactamente de la misma institución básica, con la única diferencia de recaer, una, sobre créditos “mercantiles” (cualesquiera), y la otra, sobre los civiles y todos los créditos privados que no tengan una regulación especial propia. El art. 342 CdC hace depender la mercantilidad de la transmisión literalmente de la mercantilidad del propio “crédito” transmitido. En función del sentido más frecuente de la expresión, me entiendo que para estos efectos es mercantil todo crédito de fuente mercantil. De todos modos, las diferencias entre las reglas mercantiles y civiles no son muy numerosas, aunque algunas son importantes: 1) Respecto del pactum de non cedendo (párr. 1º del art. 1210 CC), admisible también en sede mercantil, el art. 343 CdC no sólo dispone, como el CC, que el cedente responde de la existencia (y “legitimidad”) del crédito, mas no de la solvencia del deudor, sino también “del derecho con que hizo la cesión”. Esto implica, a mi modo de ver, que el cedente garantiza al cesionario, además, la inexistencia de un pacto de inalienabilidad que éste pueda desconocer, lo que sólo es necesario si tal pacto le puede ser opuesto por el cedido aunque no conste en el documento constitutivo de la obligación, oponibilidad que debe, por tanto, afirmarse, en contraste con lo que dispone el 2º párr. del art. 1210 CC. 2) El CdC desconoce la formalidad escrita (ad sollemnitatem) prescrita por el art. 1207 CC, pues los negocios mercantiles son válidos y eficaces en cualquier forma que se celebren (art. 51 CdC), con la sola excepción de los actos y contratos que deban reducirse a escritura u otras solemnidades con arreglo al propio CdC o a las leyes especiales (inc. 1º del art. 52 CdC). En otras palabras, las formalidades de fuente meramente civil, como ocurre en este caso, no se aplican en Derecho Mercantil. 3) Respecto de la forma exigida para la comunicación de la cesión al deudor, el CdC or- 84. ES del 21 de enero de 2000, recaída en El Pacífico – Peruano Suiza Compañía de Seguros y Reaseguros c. Agencia Marítima Internacional S.A., (1999) Cas. 74 (Callao), Considerando 18º; cfr. también la reproducción literal de este pasaje en el Considerando 18º del voto singular del Vocal Supremo ZUBIATE REINA (que forma parte de la mayoría en la ES anterior) en El Pacífico – Peruano Suiza Compañía de Seguros y Reaseguros c. Stolt Victor Inc. Monrovia y Otros, (2001) Cas. 396 (Callao), ES del 12 de julio de 2001. 85. No lo dice en la ed. que yo habitualmente manejo (la de 2006, aparentemente la 12ª), ni en la mencionada en las resoluciones citadas (9ª, de 1998) ni en ninguna de las anteriores que he podido consultar (1994, 1986 y 1982). 86. Vid. DE LA LAMA, Código de Comercio…, cit., p. 66: “Por lo que toca a la venta de créditos no endosables, el nuevo Código (…) [suprime] la disposición del derogado que concedía el derecho de tanteo al deudor de un crédito mercantil litigioso; derecho que podrá tener, no obstante, útil aplicación en las cesiones o ventas de créditos comunes, lo cual corresponde, en su caso, resolver a las leyes civiles” (énfasis añadido). El pasaje también está reproducido en GARCÍA CALDERÓN, Manuel; Código de Comercio. Fuentes, exposición de motivos, concordancias y jurisprudencia de la Corte Suprema, con notas, Mejía Baca, Lima, 1957, p. 166. 48 dena que se le notifique por “carta notarial” (primer párr., in fine, del art. 342)87, mientras que al CC le basta cualquier forma de “comunicación fehaciente” (art. 1215, in fine; por ejemplo, el correo certificado). Sin embargo se ha de notar que ambas exigencias formales terminan siendo relativizadas por el art. 1216 CC, en virtud del cual el pago del deudor que conocía la cesión no es liberatorio respecto del cesionario. Es evidente que cualquier forma de comunicación “fehaciente” de la cesión hecha al deudor, e incluso cualquier comunicación “fidedigna” (o sea, razonablemente creíble), basta para poner en funcionamiento esta norma. Si puede probarse, por tanto, cualquier comunicación puede excluir el pago liberatorio al antiguo acreedor. 1) el interés (relación entre el riesgo y el asegurado); 2) el daño, y 3)el riesgo. El contrato de seguro es simplemente uno (en tre varios) instrumentos jurídicos que permiten la participación de una o más personas en la operación económica del seguro. Otras posibilidades son las de índole asociativa (cooperativas y mutuas de seguros) y los seguros sociales (técnica administrativa del servicio público)90. En sus etapas más maduras, la organización de la actividad aseguradora es inseparable de la aplicación de la técnica actuarial del seguComo queda expuesto, las reglas de la ro, esto es: la aplicación científica de la previtransmisión de créditos mercantiles no en- sión del riesgo con el auxilio de la estadística, dosables son similares, pero no idénti- la ley de los grandes números y el cálculo de cas, a las de la cesión de créditos civiles. probabilidades91, lo que naturalmente implica también una organización empresarial. Se trata 18. Contratos de seguro. incluso de una exigencia legal, que de alguna manera constituye el núcleo de la vigorosísima Desde el punto de vista económico, se dice que intervención pública (similar a la del sistema fiel seguro es esencialmente una operación (no nanciero) en la regulación del seguro privado. sólo un contrato) mediante la cual un grupo más o menos amplio de personas se cubren recípro- En concreto, el contrato de seguro es aquél por camente las necesidades económicas fortuitas el cual un empresario especializado en esta que eventualmente les genera el hecho de estar operación económica, denominada asegurasometidas a riesgos del mismo tipo88. Los ele- dor, mediante la percepción de una retribución mentos de la operación económica son tres89: en dinero llamada prima, se obliga frente a otra 87. Este inciso (“por medio de carta notarial”) es un añadido introducido al CdC per., ausente del correspondiente art. 347 CdC es., que simplemente dice que basta “poner en su conocimiento [del deudor] la transferencia”. El añadido tiene la virtud de hacer más ineludible concluir que la notificación es un requisito de oponibilidad de la cesión, cosa que en España quizás podría discutirse. 88. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., t. II, p. 355. Vid. también LANGLE, Manual…, cit., t. III, pp. 514--516. 89. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., t. II, pp. 356-357. 90. Cfr. LANGLE, Manual…, cit., t. III, pp. 517--518. 91. LANGLE, Manual…, cit., t. III, p. 516. 49 persona, llamada asegurado, al pago de una indemnización, dentro de los límites pactados, si se produce el evento dañoso previsto (siniestro). La summa guros es divisio de la que todos media los seentre92: 1) la Ley de Banca y Seguros (arts. 326 a 333, especialmente); 2) leyes y reglamentos complementarios importantes para algunos ámbitos, como el Reglamento Nacional de Responsabilidad Civil y Seguros Obligatorios por Accidentes de Tránsito, aprobado por el DS 024 2002 MTC (habilitado por la LGTTT); y 3) sobre todo, la mayor parte de la regulación contractual pertinente más moderna está en forma de reglamentos, directivas y circulares emitidas por la SBS93. 1) los seguros de daños (incendio, robo, transporte, lucro cesante, responsabilidad civil, reaseguro) en sentido estricto (de concreta cobertura de una necesidad económica, con función indemnizatoria efectiva); y 2) los seguros de personas (vida, accidentes, enfermedad) o de sumas (de indemnización presunta o de abstracta cobertura de una necesidad El contrato de seguro es94: de contenido económico, pero imponderable). 1) consensual (el art. 377 CdC impone una La importancia de la distinción radica en mera forma ad probationem, a mi modo de ver, la relevancia que tiene, a efectos del funaunque muchos opinan lo contrario); 2) normalmente de adhesión (se aplica el cionamiento del contrato, la prueba, valoración y liquidación del daño efectivo. régimen de cláusulas generales de contratación y de protección al consumidor); 3) de duración (de ejecución continuada por El régimen positivo del contrato de seguro sigue estando regulado, básicamente, por las el lado del asegurador, que asume el riesgo de correspondientes disposiciones del CdC (arts. manera continua, y periódica por el del asegu375 a 429, para los seguros terrestres, y 750 a rado, que debe pagar las primas cada cierto 818, para los marítimos), a las que se añaden: tiempo); 92. LANGLE, Manual…, cit., t. III, pp. 553--554. 93. Entre otras muchas, resumo aquí las más importantes: las Normas para la Contratación y Gestión de Reaseguros, aprobadas por Res. SBS n. 282-2003; el Reglamento de Microseguros, aprobado por Res. SBS n. 215-2007; el Reglamento de Pólizas de Seguro y Notas Técnicas, aprobado por Res. SBS n. 1420-2005; las Normas especiales aplicables a los seguros de ramos generales con vigencia mayor a un año, aprobadas por Res. SBS n. 924-98; el Plan Técnico, las condiciones de cobertura y tarifa para la nueva Póliza de Seguro de Vida, aprobado por Res. SBS n. 817-90, complementado por las Bases técnicas para la contratación de Seguros sobre la Vida, contenidas en la Circular n. S-503-90, modificada por Circular n. S-519-91; las Condiciones Generales de la Póliza de Seguros de Responsabilidad Civil del Transportador por Carretera en Viaje Internacional - Daños a la Carga Transportada, aprobadas por Res. SBS n. 637-91; el Reglamento de Pago de Primas de Pólizas de Seguro, aprobado por Res. SBS n. 225-2006, y complementado por la Circular n. 477-89, sobre el régimen de pago de primas de seguros; y la Circular n. AGD-110-93-SBS, referida a la contratación de Seguros para las mercaderías en depósito financiero. 94. LANGLE, Manual…, cit., t. III, pp. 523--525. 50 4) oneroso; 5) de prestaciones recíprocas (las sociedades mutuas de seguros son verdaderos seguros desde el punto de vista de la operación económica, pero no contratos de seguro desde el punto de vista jurídico), y 6) aleatorio (en sentido jurídico estricto, aunque económicamente la operación es precisamente una lucha antialeatoria). Tenemos como elementos personales: 1) El asegurador, 2) el tomador del seguro (quien contrata) [en el Perú, muchas veces llamado “asegurado”, aunque no sea beneficiario], 3) el asegurado (eventualmente un tercero beneficiario, nombre usado en el Perú; hay cierta oscuridad de la terminología del CdC y de la LBS), y 4) pueden intervenir agentes y corredores de seguros. Pese al carácter consensual del contrato, intervienen ciertos elementos formales: 1) La póliza de seguros (arts. 378 y 412 CdC, para el seguro de vida; art. 424 CdC para el de transporte; art. 326 LBS). 2) Otros documentos: apéndices o suplementos de la póliza (por ejemplo, por cambio de datos: art. 379 CdC); solicitud de seguros (declaraciones pertinentes para medir el riesgo; propuesta de seguro del asegurador; documento de cobertura provisional). El art 376 CdC recoge el deber de declaración del tomador sobre los riesgos contratados, que debe ser exacta bajo sanción de nulidad, quedando así el contrato configurado por la máxima buena fe. Se trata de una carga precontractual, por lo que no pertenece al contenido propiamente dicho del contrato. Son obligaciones del asegurador: 1) redactar y entregar la póliza; 2) cubrir el riesgo (conducta aun antes de su verificación, para garantizar su capacidad de indemnizar) 3) pago de la indemnización (si ocurre el siniestro, y según la magnitud del daño). Son obligaciones del tomador (asegurado): 1) pagar la prima; 2) comunicar prontamente las circunstancias que modifican el riesgo; 3) comunicar oportunament la producción del siniestro; 4) minimizar los daños, en cuanto esté a su alcance. 19. Cuenta corriente mercantil y bancaria. La cuenta corriente es un contrato cuyo contenido básico común consiste en el compromiso de utilizar un soporte contable (la cuenta) en cuyas anotaciones se reflejen, como objeto material, ciertos créditos y deudas de contenido dinerario que medien entre las partes, a fin de someterlos a un régimen de compensación voluntaria extrajudicial95. 95. En este apartado sigo de cerca las ideas de GARCÍA-PITA Y LASTRES, José Luis; “Contrato de cuenta corriente mercantil. Contratos mercantiles de garantia y garantías de las operaciones mercantiles”, Lección XLII, pro manuscripto, de sus materiales para la enseñanza de la asignatura de Derecho Mercantil II en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Coruña, La Coruña, 2008. 51 El indicado es un concepto genérico y mínimo del contrato de cuenta corriente, que intenta incorporar todos los requisitos verdaderamente fundamentales de esta institución y sea, por tanto, aplicable a todos los tipos de cuenta corriente. Y es que en materia de cuentas corrientes hay una especie de dicotomía entre la “cuenta corriente mercantil” y la “bancaria”, hasta el extremo de que hay quien las considera dos tipos contractuales completamente distintos e irreductibles a una unidad96. La cuenta corriente mercantil sería el contrato por el que dos empresarios, o bien un empresario y otra persona (art. 564 CdC), se obligan a anotar en cuenta los créditos recíprocos, nacidos de sus relaciones negociales, haciéndolos inexigibles e indisponibles (art. 566 CdC) hasta el cierre de cuenta, momento en que se obtiene por compensación un saldo que es el único crédito exigible (cfr. 563 CdC). La cuenta corriente mercantil tiene también un efecto novatorio como contenido natural (se puede excluir por pacto contrario: art. 565 CdC). depósitos, y de parte del Banco en las aperturas de crédito; 2) indivisibilidad, inexigibilidad e indisponibilidad, pues por el contrario, cuando el sustrato de la cuenta es una apertura de crédito o un depósito a la vista, el cliente debe tener siempre el saldo de la cuenta a su disposición; y 3) diferimiento de la compensación hasta el cierre de la cuenta, pues por el contrario, en las cuentas bancarias, y como consecuencia de lo anterior, la compensación se verifica tan pronto como se producen los supuestos legales para ello. Además, en las cuentas corrientes bancarias es usual que se incluya la prestación de servicios adicionales de gestión instrumentados mediante la misma cuenta, y concretamente el de cobranzas y pagos a terceros por cuenta del cliente. Según esto, se puede definir el contrato de cuenta corriente bancaria como: “Contrato por el cual, a cambio del pago de diversas comisiones periódicas o puntuales, el Banco se obliga frente al cliente (cuentacorrentista) a poner en funcionamiento un soporA este tipo de cuenta corriente se oponían tradicio- te contable (abrir una cuenta) y encargarse de nalmente las cuentas bancarias, caracterizadas su gestión y llevanza en interés del cliente, con precisamente por excluir las referidas notas de: el objeto de someter las remesas que en él se inscriban a un régimen de compensación es1) recíproca concesión de crédito, pues, por calar continuada, prestando además el Banel contrario, en las cuentas bancarias el crédito co, por regla general, el servicio de cobros y suele ser unilateral: de parte del cliente en los pagos a terceros por cuenta de su cliente”97 96. Así, por ejemplo, LANGLE, Manual…, cit., t. III, pp. 378-379. 97. GARCÍA-PITA Y LASTRES, José Luis; “Cuentas corrientes bancarias”, Lección LXII, pro manuscripto, de sus materiales para la enseñanza de la asignatura de Derecho Mercantil II en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Coruña, La Coruña, 2008, p. 15. 52 “ENSAYO SOBRE LA PRESCRIPCION Y LA CADUCIDAD ACORDE A LOS FINES DEL DERECHO” Víctor Raúl Rodríguez Monteza Fiscal Adjunto Supremo CAPITULO I GENERALIDADES I.- PRECISIÓN DEL TEMA A TRATAR. El tema a tratar involucra a dos figuras jurídicas: la Prescripción y la Caducidad;1 la primera se caracteriza por sus efectos ambivalentes, según sea la posición jurídica a la que incide, por tanto sus efectos son de perjuicio (pérdida) o de beneficio (consolidación de una situación jurídica); es decir, que ella tiene matices de sanción y de premio; la segunda es monovalente y sólo tiene como matiz una sanción jurídica; empero, en ambos casos se resalta su carácter de afectación a situaciones jurídicas vigentes; por ende, su concepción y consideración debe ser rediseñada de acuerdo a sus límites o alcances, pues a la fecha, pese a la evidente naturaleza sancionadora que –per se- importan ambas figuras, su configuración y tratamiento no es el más idóneo, pues su regulación resulta arbitraria, lo que hace de ellas instrumentos que en la práctica son contrarias al Derecho, y lesivos a sus Fines y Principios. II.- FINALIDAD DE LA PRESCRIPCION Y LA CADUCIDAD En tal sentido, tanto la Prescripción como la Caducidad son figuras que tienen por finalidad desplegar efectos de sanción por el transcurso de un determinado lapso o tiempo. La primera a consecuencia de la auto-responsabilidad (negligencia) de la parte o partes que han dejado 1. Entre los primeros juristas peruanos en interesarse por una teoría sobre la figura jurídica de la Prescripción, esta el Director de facto de la Gaceta Judicial, don Miguel Antonio de la Lama, quien en los números 3 y 4 del 21 al 23 de marzo de 1981, insertó la tesis universitaria denominada ¿Es o no es justa la prescripción civil?, y que correspondía a la disertación del bachiller Germán Leguía y Martínez, futuro jurisconsulto y Ministro de Gobierno del Oncenio. En este breve y poco conocido trabajo, fechado el 09 de junio de 1980, el estudioso lambayecano se pronunciaba a favor de la prescripción, en sus formas: adquisitiva y extintiva o liberatoria, a las que consideraba amparadas por el Derecho Natural. Germán Leguía rastrea los orígenes de la prescripción en el Derecho Romano, “como casi todas las ideas jurídicas admitidas hoy en los países cultos”. A partir de una ligera exégesis de los artículos 526º, 536º y 556º del Código Civil de 1852, argumenta que la prescripción es “un estimulo al ejercicio y ratificación de nuestros derechos”. Agrega que según los postulados del Jusnaturalismo, “(…) todo derecho se basa en una necesidad, causa única que puede explicarlo” y que “(…) toda necesidad ha de desenvolverse en el tiempo”. De allí que la prescripción fuese enteramente arreglada a la justicia y la equidad. Otro jurista que se interesó en el tema, fue don José Ortiz de Zevallos y Vidaurre, quien escribió un artículo en la Revista “El Derecho” año VII, 1908, denominado “Prescripción. Sus excepciones”. Citas de RAMOS NÚÑEZ, Carlos, en “Historia del Derecho Civil Peruano”, Siglos XIX y XX. Tomo V, Volumen I. Págs. 240 y 241, y 306. 53 transcurrir el tiempo o no han sido lo suficientemente diligentes para ejercer sus derechos o interponer sus acciones en los plazos pre-establecidos, siendo la sanción materializada mediante la pérdida de la pretensión y/o del derecho correspondiente2. También de manera exclusiva la Prescripción actúa como un Derecho Premial, pues su configuración constituye un premio a la parte que asegura y protege un estatus jurídico, permitiéndole oponer el transcurso del tiempo a quienes de manera legítima deberían poder emplazarlos, autorizándole la negativa al cumplimiento de sus obligaciones (pagar una deuda, entregar o devolver un bien) o lo que es más grave aún: generar impunidad de orden civil o penal frente a supuestos ilícitos. sustitución de alguna de las partes de la relación jurídica previa, evento al que se conoce como el fenómeno de la abstracción en la relación jurídica causal directa u originaria. IV.- FINALIDAD DEL PRESENTE ENSAYO Así pues, el tema puesto a debate tiene por finalidad analizar la composición de los elementos que conforman las figuras de Prescripción y Caducidad, así como su contrastación, esto es analizar la normativa vigente, y cuestionar la deficiente consideración jurídica propugnando que estas figuras sean más acordes a los fines del Derecho; pues si bien -en justicia-, una figura jurídica puede sancionar un actuar negligente (teoría de la auto-responsabilidad o negligencia), III.- OBJETO MATERIA DE AFECTACION DE no puede (sin ir contra los fines del derecho) proLA PRESCRIPCION Y CADUCIDAD Y SU ORI- mover o premiar hechos ilícitos, o favorecer la GEN impunidad, la deslealtad, la mala fe contractual o el incumplimiento de obligaciones; de permitirCabe referir, que la Prescripción como la Cadu- se tales actos, el Derecho estaría enviando un cidad, presupone la existencia de una relación mensaje de estimulo a favor de ellas. jurídica o situación jurídica subjetiva; la cual puede surgir por causas directas u originarias o V.- RAZONES QUE SUSTENTAN EL ENSAindirectas (derivadas). La causa directa es aque- YO. lla que hace surgir el fenómeno jurídico y vincula a las partes que han intervenido en él (esta cau- Así, nuestra propuesta se dirige a revalorizar los sa puede ser voluntaria o involuntaria), la causa fines del Derecho y a restablecer la coherencia indirecta, es aquella que genera un fenómeno en el Orden Jurídico. Determinando nuevos límijurídico, por desvinculación de una relación jurí- tes, sobre todo, en la aplicación de la Prescripdica previa o anterior; es decir, es una causa por ción. Evitando que un premio indebido, transforderivación (legal o contractual) que genera la me una sanción legítima en injusta; por lo que se 2. Existen tendencias doctrinarias en el sentido de permitir que la propia prescripción o mejor dicho, que sus efectos sean materia de una pretensión en singular; esto es de que ya no constituye un medio de defensa, sino de ataque, en busca de una declaración judicial de extinción de la obligación, así se ha pronunciado Marco J. CARBAJAL CARBAJAL, en Dialogo con la Jurisprudencia N° 104. Mayo 2007. Año 12. Pág. 35 a 40. Otros alegan que ella puede ser interpuesta en cualquier etapa del proceso, incluso a nivel de Casación, es decir, que no se debe limitar un plazo para su ejercicio, posición que consideramos muy parcializada, pues al contrario de quien pierde el derecho a ejercer su pretensión si se le impone un plazo. Véase a Carlos Raúl BERAÚN MAC LONG y Gustavo QUISPE CHÁVEZ, en Diálogo con la Jurisprudencia N° 111. Diciembre 2007. Año 13. Pág. 170 a 173. 54 propone a través del presente trabajo eliminar la iniquidad latente en la prescripción, a fin que, antes de disponerse la sanción por negligencia, se verifique que el premio o beneficio, siempre este acompañada de una legítima confianza en la relación jurídica de la que se es parte (sea directa o indirecta), mas no, cuando la sanción tenga como contrapartida la impunidad de un acto ilícito3. En concreto la Prescripción, sólo debe ser entendida como viable para su aplicación, cuando el favorecido con ella, que es parte de la relación jurídica, muestre o acredite legítima expectativa respecto de su status jurídico4, lo cual significa que en dicho estatus ha obrado de buena fe o con lealtad y acorde a su obligación o deber; en materia de obligaciones, referimos como ejemplo, que el actuar de un deudor puede ser estimado en buena fe, cuando ha realizado las gestiones necesarias para ejecutar su prestación, al punto de consignar la misma ante la negativa del acreedor a su recepción; caso contrario, se haría evidente que la invocación de la prescripción obedece a la intención de cubrir una actitud de incumplimiento, lo cual es un proceder desleal y de mala fe; por tanto, la Prescripción sin legitima confianza no puede operar5. 3. Sobre el límite de la licitud para que opere la prescripción, tenemos el antecedente desarrollado en el Derecho Romano, cuando se produjo la fusión del usus o usucapio de la Ley de las XII Tablas, con la praescriptio del derecho Griego, en la época de los Severos, el Usus o Usucapione era la forma da adquirir la propiedad por el decurso del tiempo, en tanto que la Praescriptio consistía en una excepción, por la cual se facultaba el oponer a una acción real o personal, el transcurso de un largo periodo de tiempo, durante el cual no se hubiese ejercido el derecho, de tal suerte que en los casos en los cuales no era aplicable el usus o usucapione, se aplicaba la institución griega, de tal suerte que si bien se autorizaba al poseedor para defenderse contra la acción del propietario, no le estaba autorizando la adquisición de la propiedad quiritaria, y por ende no se gozaba de la rei vindicatio; empero, luego, la fusión de ambas figuras y sus efectos, se produjo en la época del Imperio. Cabe resaltar que pese a dicha fusión y a la extensión que se dio a dicha figura, ella quedo limitada o excluida para las cosas sustraídas violentamente, es decir, para los supuestos provenientes de delitos. ARANGIO RUIZ, Vicencio. “Instituciones de Derecho Romano” Ediciones Desalma, Buenos Aires. Reimpresión inalterada. 1986. Pág. 230 al 233. 4. Según DIEZ PICAZO, Luis y PONCE DE LEÓN. La prescripción surgió como una institución para otorgar formalidad a un derecho legítimo debidamente adquirido, empero con el surgimiento de las instituciones denominadas vetustas, se dio paso a la posibilidad de prescribir situaciones jurídicas irregulares o adquiridas en forma ilícita, ampliando el tiempo o plazo para acceder a la prescripción. “La Prescripción Extintiva” en el Código Civil y en la Jurisprudencia del Tribunal Supremo. Civitas Ediciones S.L. Primera Edición 2003. Pág. 32. 5. Continúa el autor citado refiriendo que “[…] Muy delicada es la investigación en torno al modo en que se han afirmado aquellos dos requisitos fundamentales de la usucapión clásica, que son la justa causa y la buena fe. Y quizás para el derecho antiquísimo sea necesario reconocer una pluralidad de concepciones superpuestas. El punto de partida principal (pero no el único) está en la usucapión como integrativa de la originaria mancipatio –venta (…)”, aquí el autor se refiere que la usucapio se justificaba para perfeccionar una venta imperfecta, es decir, donde hay una venta que no ha cumplido con el rito formal exigido”. Continua el autor indicando que “El elemento común a todos los casos de usucapión fue visto en la convicción del usucapiente de no lesionar el derecho ajeno, a lo que se llamo bona FIDES; por eso el usus conducente a la adquisición de la propiedad que era referido bajo el concepto mas reciente de posesión, se le llamo possessio bonae fidei”. “La possessio bonae fidae o ad usucapionem fue protegida por el pretor también con aquella especie de reivindicación ficticia que es la actio Publiciana. Pero ésta tutela valía contra todos sin excepciones, solamente en el caso de que el defecto del titulo de adquisición estuviese en la forma, y que la cosa se hubiese recibido del verdadero propietario; en cambio si se había adquirido a non domino, con todos los requisitos exigidos para la usucapion, la Publiciana era eficaz frente al tercero simple poseedor, pero si hubiese sido intentada contra el verdadero propietario habría sido paralizada por la exceptio iusti dominii “. Agrega que “FIDES, o bona FIDES, es la convicción del usucapiente de no lesionar con su posesión el derecho ajeno. Tal convicción se identifica, en la mayor parte de los casos, con la de haber adquirido desde ab initio la propiedad civil”. “No es necesario que la buena fe persista por todo el tiempo necesario para la ad- 55 En cuanto a la relación indirecta, (abstracción de la causa) debe tenerse en cuenta que se presume la buena fe de quien accede a una relación jurídica previamente generada, lo cual hace surgir u otorga legítima confianza en la posición jurídica posible de adquirir; y por ende, en el beneficio que la prescripción otorga, en cuyo caso, no cabe hablar de premio a una impunidad, deslealtad o mala fe; sin embargo, si la parte perjudicada con la sanción, puede demostrar que el ingreso a la relación jurídica se realizó de mala fe, la abstracción pierde su manto de protección, y por ende, frente a una iniusta causa, la Prescripción sería inoperante.6 Un ejemplo de abstracción que hace viable la aplicación de la Prescripción es el fenómeno sucesorio; es decir, que un heredero que desconoce de una obligación o conociendo la misma, por el transcurso del tiempo no tiene seguridad de que esta haya sido cancelada, puede en legítima confianza oponer la prescripción7. V.- JUSTIFICACION PRÁCTICA. Precisado el fundamento del presente ensayo desde el punto de vista dogmático jurídico; también lo justificamos dicho enfoque desde un punto de vista práctico que la sustenta. Es decir, si bien su desarrollo importa un aspecto básicamente dogmático del tema, ello no excluye su finalidad práctica en cuanto a los efectos que dichas figuras jurídicas generan de cara a los fines del Derecho; pues al develar los elementos conformantes, se puede delimitar su aplicación, evitando transgredir los fines del Derecho y eliminar toda posible incoherencia en el sistema jurídico; pues a la fecha, el único elemento que se toma en consideración para su aplicación, -cual dogma sagrado- es el “transcurso del tiempo”. VI.- PROBLEMAS QUE MOTIVAN EL ENSAYO En este orden y de cara al tema, advertimos También es de interés desarrollar un análisis so- –como problema- un inadecuado tratamiento y bre los criterios que puedan justificar la coexis- distinción entre ambas figuras, donde sólo se ha tencia de ambas figuras jurídicas (Prescripción y tomado en cuenta sus efectos y sus alcances Caducidad), delimitándolas en sus alcances, lo (“extingue la acción” una, y “extingue la acción mismo que el comprender cuales son las reglas y el derecho” la otra). También se dice que la que se utilizan para fijar las mediciones del tiem- prescripción tiene efecto por voluntad de parte, po en cada una de ellas, a fin de poder concluir y sólo ataca a la acción; en tanto, que la caducisi ellos son arbitrarios o se basan en razones dad tiene efecto, además (de la voluntad privaobjetivas y justificadas. da) por imposición de la ley, y ataca la “acción” y el “derecho”; empero, dichas consideraciones quisición por usucapion o prescripcion; basta que la haya en el momento inicial (mala fide superveniente no nocet)”. Concluye indicando que “la praescriptio longissimi temporis continua también en el derecho justinianeo prescindiendo de la iusta causa. Pero para que se pueda reivindicar el inmueble contra el antiguo titular que haya vuelto a poseerlo, y para que el adquiriente de quien había prescrito pueda invocar la prescripción cumplida por su causante es necesario la buena fe inicial”. ARANGIO RUIZ. Obra citada. Pág. 234 al 238. 6. Bajo dicho contexto, es evidente que las relaciones jurídicas derivadas de la comisión de un delito, devendrían en absoluta e inobjetablemente imprescriptibles, propuesta que debe ser considerada como un eslabón de la tan necesaria cadena ideológica, política y jurídica para una eficaz prevención criminal y social. 56 no satisfacen el conocimiento o el interés práctico y útil que deben tener tales figuras, y en la realidad la distinción sólo sirve de justificante a la separación y existencia de ambas figuras. requisitos que configuran su aplicación, y propender a una mayor coherencia y eficacia del Sistema Jurídico vigente, con respeto y observancia de los Fines del Derecho. De igual suerte se advierte que en la normativa o aplicación jurídica concreta, tales figuras suelen confundirse por imprecisiones en la norma; pues existen normas que sólo aluden a la extinción de los efectos del fenómeno jurídico que están regulando, pero no dice si se trata de prescripción o caducidad, dejando al arbitrio del operador el escoger entre considerar a una u otra. Y finalmente, apreciamos que la sistemática jurídica vigente crea confusión en el uso terminológico, generando criterios de aplicación general y amplia8; convirtiéndose a dichas figuras en medios jurídicos que sirven para evadir el cumplimiento de obligaciones y preservar estatus obtenidos o generados por hechos ilícitos o irregulares, con el evidente perjuicio de quien sólo incurrió en negligencia al no accionar su pretensión. Para ello, será necesario conocer los límites existentes en la aplicación de las figuras de Prescripción y la Caducidad, y luego proponer aquellas que correspondan, partiendo de la distinción que existe entre el efecto sanción y el efecto premio; distinguiendo las variables que hagan más viable su uso. VII.- OBJETIVO Y CONTENIDO DEL PRESENTE ENSAYO. En tal sentido, nuestro objetivo es arribar a conclusiones que nos permitan determinar sustentadamente, cuales son los elementos naturales de la Prescripción y la Caducidad, así como los En miras a lo fines que se persiguen, es preciso sentar las bases de la propuesta en relación al tema: La primera: “La Prescripción y Caducidad son figuras jurídicas de naturaleza excepcional, ello en la medida que ambas figuras jurídicas tienen como efecto restringir o limitar una situación jurídico determinada, y en el caso de la prescripción, también tiene por efecto el consolidar derechos y otorgar beneficios”. Lo cual nos lleva a una conclusión aceptada en el sentido que su aplicación debe estar regulada por elementos y requisitos que fijen sus límites, para evitar, que -contrariando a los fines del derecho-, dichas figuras terminen convirtiéndose en armas para un castigo injusto o un premio indebido9. La segunda, es que “tanto la Prescripción como la Caducidad tienen como presupuestos una re- 7. Siempre se ha intentado justificar la vigencia de la prescripción y su global alcance, en una supuesta incertidumbre respecto de las consecuencias de las relaciones jurídicas, formulándose preguntas como las siguientes: ¿Qué podrían hacer los descendientes de un deudor a los cuales se les reclamara el pago de una obligación contraída en el reinado de Enrique IV?, ¿cómo sabrían si se habría efectuado ya el pago? y ¿cómo lo probarían? Empero dicha justificación se supera por el mecanismo de la abstracción que otorga legítima confianza a los sucesores, empero distinto es el caso cuando es el deudor (de la relación causal) quien quiere beneficiarse de ello. 8. ALESSANDRI RODRÍGUEZ y SOMARRIVA UNDURRAGA, al referirse a la prescripción, dicen: “Por regla general todos los derechos y todas las acciones son prescriptibles; salvo aquellas que están expresamente exceptuados por ley”. Curso de Derecho Civil. Tomo I, Volumen II. Editorial Nascimento. Tercera Edición. 1962. Pág. 105 9. MANRESA Y NAVARRO, José Maria. Comentarios al Código Civil Español. Madrid. Editorial Reus. 1920. Tomo XIII. Pág. 759 y ss. considera que uno de los títulos más importantes en el Código Civil, es sin duda alguna la prescripción, la cual sigue siendo en la actualidad objeto de empeñada controversia, para conocer su noción exacta, como para justificar o rechazar su vigencia. 57 lación jurídica que será afectada mediante una modificación o extinción”. En consecuencia “Los límites que se deben establecer, deben estar determinados en base a las relaciones jurídicas que se puedan afectar, en donde juega un papel importante la variable de la circulación del contenido (prestación) de las relaciones jurídicas; lo que en otros términos viene a ser el fenómeno de la abstracción de la relación jurídica inicial. Por otro lado, cabe referir que un tema preponderante es el concerniente a la conexión entre la “Seguridad Jurídica” y las figuras de Prescripción y Caducidad, por lo que resulta relevante al presente trabajo, fijar criterios que no afecten dicha relación. Finalmente se precisa que el presente ensayo, obvia el desarrollo de temas puntuales como son los referidos al fenómeno natural y jurídico denominado: el tiempo; lo mismo que de otras figuras jurídicas relacionadas con la prescripción y caducidad, lo mismo que las semejanzas y diferencias entre estas centrándose en el análisis del conocimiento de los fines del Derecho y de los caracteres del ordenamiento Jurídico, y su relación con la prescripción y caducidad. CAPITULO II DESARROLLO DEL ENSAYO: LA PRESCRIPCIÓN Y CADUCIDAD FRENTE A LOS FINES DEL DERECHO y LOS CARACTERES DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO I.- CONSIDERACIONES GENERALES ACERCA DE LOS FINES DEL DERECHO Se dice que los fines constituyen postulados-fuerza que orientan los propósitos comunes para la salvaguarda de la sociedad, son anticipaciones teleológicas, impregnadas en la conciencia, que orientan la actividad humana10. Hablar de los fines del derecho, puede sonar a una posición pasada de moda, o de tendencia superada; y en base a ello ha surgido una corriente pragmática y técnica que considera que el Derecho no tiene fines, y que sólo encierra valores o pretende realizarlos. Por nuestra parte consideramos, que desde la época de Aristóteles, es sabido que todo fenómeno o acontecimiento tiene una causa inicial y una causa final; es decir, un fin, siempre persigue o pretende algo. Y el Derecho como fenómeno de la cultura humana y social, no sólo puede ser estimado como un continente de valores, sino que dichos valores, deben propender a un fin; pues el Derecho siempre pretende algo. Es decir, tiene una misión11, por ello 10. Aunque parezca tautología se dice que son principios propuestos a la libertad humana como acabamiento o culminación de la acción del hombre”; “los fines jurídicos intentan y pueden satisfacer las aspiraciones del grupo social si se verifican en el plano de la realidad; contribuyen a hacer viable la promoción de una sociedad más justa. Sirven en suma, de medios legales que permiten afianzar la plasmación de valores en la sociedad.” GARCÍA TOMA, Víctor. “Introducción a las Ciencias Jurídicas”. Fondo de Desarrollo Editorial, Universidad de Lima. 2era Edición 2001. Pág. 129. 11. A favor de nuestra posición, encontramos la desarrollada por el doctor ALZAMORA VALDEZ, Mario quien en su texto sobre Introducción al Derecho. EDDILI, Décima Edición. Pág. 294, quien considera que es de “(…) gran importancia la investigación de los fines del derecho, para las disciplinas jurídicas. El jusfiloso Délos ha dicho, con hermoso acierto, que tal estudio tiene para nuestra época el sentido de una verdadera revolución intelectual”. Agrega “Los fines poseen para el derecho una doble significación: son por una parte principios que dirigen su elaboración y que se incorporan en normas y en instituciones; y, por otra, ideales que representan su permanente aspiración. En el primer sentido, son inmanentes o internos al orden jurídico, en el segundo trascendente o externos. 58 mora Valdez15, García Toma16, Torres Vásquez 17, etc.) y todos en base a matices comunes, de los cuales deducimos la siguiente: “El bien común constituye un fin supremo del derecho, que consiste en obtener, lograr el bien de la comunidad, de todos y cada uno de sus miembros”; el bien de la comunidad es el bien común, y el Los fines del derecho que consideramos básicos bien común es el conjunto de bienes que le son y fundamentales son: el bien común, la paz so- otorgados a todos por igual, estos bienes son: cial, la seguridad jurídica12, y finalmente aquel la libertad, la igualdad, la salud, la educación, que confluye a todos, que es la justicia. De esta etc. Son bienes comunes, porque tienen la caconfluencia, suele considerarse dos niveles en- racterística de ser: generales, universales o totre los fines del derecho: el primero y de mayor tales; es decir, que son de todos y de cada uno trascendencia, esta regido por la justicia, y el a la vez, pues todos los sujetos se benefician de segundo, que obedece más al quehacer de la ellos18. relación social, lo rigen el bien común, paz social y seguridad jurídica13. Es característica de este fin, su proporcionalidad o elasticidad; es decir, que se brinda en proporAhora pasaremos a referirnos a cada uno de los ción a las aptitudes y responsabilidades, este cafines del Derecho y analizaros desde su relación rácter se aprecia cuando el goce del bien común con la prescripción y la caducidad: se concreta bajo el influjo de determinadas circunstancias. Según el doctor Aníbal Torres Vás1.- EL BIEN COMÚN quez, “el bien común es superior, formal y cuantitativamente, al bien particular, los individuos y Respecto del Bien Común, se dice que, “es el sus bienes deben ordenarse al bien común. Los bien de todos y el de cada uno, por oposición al individuos deben tender a promocionar el bien bien personal o individual”14. común, porque sólo en él y a través de él pueden lograr su perfección individual. Nadie puede Cabe glosar que en su análisis ha recibido diver- ser libre de hacer aquello que quiere, como quiesas definiciones por parte de los autores (Alza- re y donde quiere sin importarle el perjuicio que tenemos la convicción que los fines del Derecho existen y no pueden ser soslayados, pues son la parte fundamental del mismo, lo que motiva su razón de ser, su existencia, y siendo tal su naturaleza, ellos tienen entre sí, igual grado e importancia. 12. El doctor Aníbal TORRES VÁSQUEZ. en Introducción al Derecho. Teoría General del Derecho. Palestra Editores Primera Edición Abril 1999. Perú; los llama valores jurídicos. Pág. 733. 13. MONROY CABRA, Marco G. “Introducción al Derecho. Temis. Duodécima Edición. 2001. Pág. 45 y 65. 14. ANÍBAL ALTERINI, Atilio. Derecho Privado” Derechos Reales, de Familia y Sucesorio. Abeledo Perrot. Buenos Aires. 3ra. Edición 1989. Parte General. Pág. 19. 15. ALZAMORA VALDEZ, Mario. Obra citada. Pág. 294. 16. GARCÍA TOMA, Víctor. Obra citada. Pág. 132. 17. TORRES VÁSQUEZ, Aníbal. Obra citada. Pág. 744. 18. ALZAMORA VALDEZ, Mario. Obra citada. Pág. 296. El bien común según Aristóteles “se cuenta entre las cosas mas divinas”. Para Santo Tomas “el bien de la multitud es mucho mas grande y divino que el de uno solo. Integrado materialmente por los bienes individuales formalmente es superior a ellos, porque el bien de las partes de dirige al bien del todo”. 59 pueda causar a los demás, sino que su actividad debe estar orientada a la satisfacción del interés individual por medio de la realización del bien común.19 porta la posible pérdida o perjuicio de una parte, y el consecuente beneficio de la otra; ergo, el interés social, bajo dicha perspectiva, no es bien común. También se habla de otros caracteres, como el de su progreso y dinamismo20, el de compatibilidad, gozabilidad y de supremacía21. Se dice que el bien común es la base del concepto de solidaridad, fraternidad y cooperación22. Por otro lado, tampoco puede calzarse el interés social en los institutos de la solidaridad, fraternidad u cooperación, pues, no puede hablarse de solidaridad cuando de por medio existe un perjuicio o pérdida para una parte. En realidad el interés social que rige la usucapion, no es sino el interés de un grupo (grupo social o sector social), que busca, pretende o exige (sea que le corresponda o no) un beneficio, sin importarle el perjuicio o desmedro ajeno. El interés social, como doctrina política es la compensación a favor de un sector considerado más débil o menesteroso, pero en perjuicio de otro; es decir, el interés social distingue al grupo beneficiario, pero no distingue al perjudicado, en otras palabras, es un interés parcializado. Por tanto, cabe concluir, que el interés social, como justificante de la usucapión no consagra el bien común, menos aún la justicia, sólo constituye una ideología de satisfacción de una necesidad sin importar las consecuencias del perjuicio. Efectuada las definiciones que estimamos apropiadas al bien común, nos surge las interrogantes siguientes: ¿Son iguales el bien común y el interés social?, ¿al justificar la usucapión por el interés social se consagra el bien común? y finalmente, ¿el interés social es justo? En principio y según la exposición de motivos del vigente Código Civil, la prescripción adquisitiva ha sido normada por razones de interés social, indicando que corresponde liquidar situaciones latentes y pendientes de solución, si el titular de un derecho, durante considerable tiempo transcurrido no lo ejercita o no ejerce su defensa, en cuyo caso la ley no debe franquearle la posibilidad de su ejercicio.23 En este contexto, si bien la usucapión se sustenta en el interés social, este no es un bien común, porque el interés o beneficio que genera no es para todos los sujetos inmersos en la situación jurídica en conflicto, sino que por el contrario existe una disyuntiva de confrontación que im- En cuanto a la prescripción extintiva y su relación con el bien común, es inobjetable que ella no existe, pues bajo ningún fundamento puede afirmarse que la circunstancia, por ejemplo: de que un deudor se libere de la obligación pendiente frente a su acreedor, por efecto de la prescripción, sea de utilidad para todos y cada uno 19. TORRES VÁSQUEZ, Aníbal, Obra citada. Pág. 746. 20. ALZADORA VALDEZ, Mario. Obra citada. Pág. 295. 21 GARCÍA TOMA, Víctor. Obra citada. Pág. 134. 22 GARCÍA TOMA, Víctor. Obra citada. Pág. 150. 23 GUZMÁN FERRER, Fernando. Código Civil. Editorial Científica SRL: Tomo II, Primera Edición. Pág. 580. 60 de los miembros de la sociedad; en realidad, tal liberación sólo es un tema de interés particular para el deudor; en consecuencia, la consagración de la prescripción extintiva, no realiza el fin del bien común; menos aún, en los supuestos de índole penal. 2.- LA PAZ SOCIAL Julián Bonnecase, dice, que el derecho es en esencia orden, como sinónimo de armonía social, y para alcanzar sus fines, el derecho utiliza dos vías, una negativa y otra positiva, la negativa, obliga a cada sujeto a respetar el desarrollo normal de la personalidad de los demás; la positiva, impone sacrificios a uno en provecho de otros.24 Desde dicha perspectiva el Derecho debe propender a una convivencia social o interrelación humana en paz; esto es, respeto mutuo, con ausencia de conflicto. Se considera que ello se alcanza cuando la sociedad y sus componentes se abstienen de colocar obstáculos al hombre que desea y brega por alcanzar su propia realización como ser humano. En tal sentido, el Derecho hace surgir la paz social como una exigencia de la vida en sociedad, con miras a eliminar todo acto de violencia o conflicto, exigiendo una mutua correspondencia de respeto y deferencia entre unos y otros, pues el hombre sólo puede vivir en paz cuando se le respeta como persona y encuentra el camino expedito hacia su propia realización. Por ello el derecho, en fomento de la paz y tratando de evitar el conflicto, establece normas de conducta, y cuando el conflicto se suscita, ha limitado la auto-composición del mis- mo sólo a supuestos que conllevan escasa inestabilidad social; fijando normas de hetero-composición para aquellos de mayor trascendencia. En base a ello, se dice que: “El fundamento de la prescripción adquisitiva reposa en un principio de puro derecho. Se trata de una institución establecida en base a la equidad e interesa a la sociedad conservar el principio de la seguridad del dominio, como presupuesto necesario de la paz social, evitando conflictos en el área dominical. Las reivindicaciones imprevistas, unidas a la dificultades propias de la prueba diabólica y de la desconfianza y en otras palabras, la inestabilidad de la propiedad constituye, en suma, un factor perturbador dentro del contexto social, así se considera que hay razones éticas que respaldan el ejercicio de la prescripción adquisitiva. Si la posesión es de buena fe, esta última, por si sola merece protección”25. La posición glosada, justifica la usucapión desde la perspectiva de la paz social, en el sentido que con ella se evita un latente conflicto en razón de la propiedad, pues por su medio se define y resuelve la misma; tal argumento es viable y compartido por el responsable del presente ensayo, pero resaltando la exigencia sentada por el autor glosado, en el sentido que la usucapión sólo alcance los supuestos de legítima confianza o de buena fe posesoria, pues la protección de supuestos de ilegitimidad o de mala fe, no generan paz social, sino que mantienen el conflicto, con la posibilidad de mostrarse en cualquier momento, a tal punto que un conflicto menor puede convertirse en otro mayor, como suele suceder con las venganzas o enfrenamientos posteriores 24. BONNECASE, Julián, “Introducción al Estudio del Derecho”. Segunda Edición, Temis. Pág. 8 y 9. 25. ARIAS SCHEREIBER PEZET, Max. Exégesis del Código Civil Peruano de 1984. Tomo V. Derechos Reales. Gaceta Jurídica Editores. 1998. Pág. 13. 61 a las declaraciones judiciales de prescripciones adquisitivas. Sólo si la usucapión se basa en los elementos de la buena fe posesoria o legítima confianza en la prescripción es factible encontrar relación de identidad entre la figura de la usucapión con la paz social como fin del Derecho. considera que “la necesidad de la estabilidad en las relaciones sociales impone lo conveniente de la praescriptio actionum, pues considera que quien ha dejado determinado tiempo transcurrir, sin usar de su derecho, se ha desinteresado de él, o al menos la ley debe reputar ello, y una persona demandable debe estar garantizada en En este contexto, es necesario referir que existen todo caso, contra acciones en que ha podido ya posiciones que pretende justificar la “usucapión” sobrevenir causal liberatoria, pero en que es difícomo una función de atribución de derechos cil, por razón de tiempo, acudir con la respectiva reales, sin exigencia alguna a la buena fe pose- prueba”27. Al respecto consideramos que este soria o la legítima confianza, sustentándose sólo solo fundamento no es suficiente para acceder a en el largo tiempo de la posesión y pregonan la la prescripción liberatoria, sino que debe requesupresión de toda discusión sobre el origen de rirse la buena fe contractual del deudor para el cada titularidad, indicando que ello obligaría a cumplimiento de su obligación. una investigación de las sucesivas transferencias antecedentes, hasta encontrar la adquisi- En cuanto a la prescripción penal, quienes la deción originaria. Esta posición no tiene sentido fienden afirman que ella no se basa en la justicia, para oponerse la acreditación de la legítima sino en la paz social, y para ello consideran que confianza aludida inicialmente por Bonnecase; la alarma social que toda infracción ocasiona, pues cuando hay tracto sucesivo de la posesión, disminuye en proporción directa al tiempo transsolo se exige la buena fe del último adquiriente y currido entre su verificación, la investigación y la directo beneficiario de la prescripción, por que la sanción de la misma28, lo cual significaría que transferencia produce abstracción de la relación habiendo retornado la paz, no es bueno reabrir causa previa u anterior.26 Por tanto, no existe el conflicto con la continuidad de la persecución. justificación valedera que se ajuste a los fines Tal posición, no es unánime, pues frente a ella del derecho que autorice una usucapión basado se posesiona la tesis de la no impunidad, proen una posesión ilegitima o proveniente de un pia de la Corte Internacional Penal, quien tiene ilícito. establecido como principio la imprescriptibilidad del delito para los crímenes que son de su comPor otro lado, y en pro de la prescripción extintiva petencia29. Sonia Calaza y Rómulo López30 reo liberatoria, el Maestro José León Barandiarán fieren que la doctrina de la no impunidad con26. La Cruz Berdejo. “Elementos de Derecho Civil”. Tomo II. Volumen Primero. Posesión y Propiedad. 3ra. Edición. 1990 José Maria Bosch Editores S. A. Barcelona. Pág. 187. 27. León Barandiarán, José, refiere que “la inercia del pretensor hace fenecer el derecho que a reclamar tenia.” En Tratado de Derecho Civil. Tomo VIII. Gaceta Jurídica Editores..Primera Edición Octubre 1997- Perú. Pág. 81. 28. De la Cruz Espejo, “Cuestión Prejudicial, Cuestión Previa y Excepciones en el Proceso Penal Peruano”. Segunda Edición. Editora Fecal. 1995. Pág. 244. 29. http://es.wikipedia.org/wiki/Corte_Penal_Internacional. Consulta efectuada el 06/09/2006. Pág. 3 de 4. 30. CALAZA, SONIA Y LÓPEZ, RÓMULO. “Mecanismos Judiciales de cooperación Internacional versus Áreas de impunidad de la Delincuencia”. En: La Reforma del Proceso Penal Peruano. Anuario de Derecho Penal 2004. Pág. 263. 62 sidera “La Superioridad del principio de Justicia Penal Internacional, cuya principal virtualidad reside en el absoluto rechazo a la impunidad, no sólo ha de venir determinada por la puesta en práctica del aparato judicial a nivel internacional –con fines de resarcimiento a las víctimas que han sufrido atentados a su integridad y dignidad física y psíquica, y que al fin se hallan amparados por unos límites de justicia, en connivencia con las normas jurídicas que regulan el ideal de convivencia cívica- sino, fundamentalmente en el respeto al derecho y a la justicia, erigidos en referente común de todos los pueblos y naciones del mundo, que no sólo tienen, en la actualidad, la posibilidad de enjuiciar a los nacionales de países en los que se estén cometiendo crímenes contra la humanidad, sino el deber de inspeccionar las actividades delictivas que, presumiblemente puedan estar siendo cometidas, al objeto de enjuiciarlas, puesto que en modo alguno puede admitirse impunidad y, en su caso inoperancia del aparato judicial de ciertos países queden al margen de la Ley Penal autores de gravísimos delitos contra la humanidad”. En la misma línea se pronuncia Mir Puig31, quien considera que la prescripción sustentada en el carácter innecesario de la persecución penal, puede admitirse siempre y cuando se acredite, no se presuma, que el delincuente se haya resocializado, lo cual puede acreditarse por el hecho de no haber vuelto a delinquir; es decir, demostrando una verdadera reinserción social. Nuestra posición, admite la prescripción en materia penal, pero no para todos los delitos, por tal razón repudiamos la injusta discriminación que se hace de ella actualmente, basado en calificaciones del sujeto; empero, sí admitimos una distinción de trato en consideración a la naturaleza del delito o de la conducta delictuosa. En tal sentido, postulamos que pueden prescribir las pretensiones penales (incluyendo la de ejecución de penas) respecto de los delitos cometidos por acción u omisión culposa, pues en su consumación no existe voluntad delictiva, sólo negligencia; y la negligencia es más superable que las tendencias delictivas voluntarias o concientes. Contrario sensu, proponemos que no debe admitirse la prescripción prima face en los delitos de naturaleza dolosos, salvo dos supuestos generadores de la legítima confianza a prescribir: la primera es la circunstancia propuesta por Mirg Puig32, en el sentido que el emplazado penalmente acredite que el tiempo ha servido de medio para su readaptación social; la segunda es la acreditación de ausencia de peligrosidad en el sujeto activo del delito y su voluntario sometimiento al proceso penal, estas circunstancias habilitan la prescripción de la pretensión penal y de la ejecución de la pena. En igual sentido debe ser tratado lo concerniente a las faltas. En resumen el criterio de aplicación de la prescripción de las pretensiones penales, se basa en: la actuación culposa, la reinserción acreditada, la ausencia de peligrosidad33 y el respecto al 31. MIR PUIG, Santiago. “Derecho Penal” Parte General. Editorial Reppertor. Barcelona 2002. 6ta. Edición. 2003. Pág. 733. 32. Conforme a la referencia glosada en el pie de pagina 34. 33. La peligrosidad del autor del delito, es medible por las variables que muestra una conducta delictiva, como son la reincidencia, habitualidad, hostilidad social, alevosía, etc. Por lo demás estos criterios están regulados como factores a tener en cuenta en cuanto a la aplicación de la pena, por lo mismo son factibles de ser considerados para aplicar la prescripción. CODIGO PENAL 63 orden procesal y jurisdiccional. El mismo criterio debe ser aplicado en los niveles de participación delictiva (autoría y complicidad, distinguiendo entre el primario y el secundario). Acorde a la propuesta, es consecuente la siguiente conclusión; que los supuestos delictivos en los cuales existe reincidencia, habitualidad, lesividad, hostilidad social, y de evasión al orden procesal y jurisdiccional (mediante contumacia o ausencia) no deben prescribir. Para sostener esta postura partimos de una circunstancia inobjetable “la prescripción en realidad importa un perdón como premio por el transcurso del tiempo”, en tal sentido, nos reformulamos la siguiente interrogante. ¿Se debe premiar la evasión de la justicia penal? La respuesta salta por si sola. Es que en realidad el perdón como premio derivado del transcurso del tiempo, debe sustentarse en una razón objetiva, no lírica o supuesta, basada en presunciones no válidas, como es el creer que el tiempo generó la resocialización. Para que opere el perdón, éste debe estar justificado objetivamente por el hecho de que el tiempo ha cumplido con la función que debió cumplir el Derecho Penal, que es la resocialización del sujeto que incurrió en delito. Si el tiempo ha superado un proceder o comportamiento delictivo; es necesario demostrarlo a través de indicadores objetivos, como son: no haber incurrido en actos de igual naturaleza; reparación del perjuicio o daño causado, reinserción laboral, familiar, so- Artículo 46.- Individualización de la pena Para determinar la pena dentro de los límites fijados por la ley, el Juez atenderá la responsabilidad y gravedad del hecho punible cometido, en cuanto no sean específicamente constitutivas del hecho punible o modificatorias de la responsabilidad, considerando especialmente: 1. La naturaleza de la acción; 2. Los medios empleados; 3. La importancia de los deberes infringidos; 4. La extensión del daño o peligro causados; 5. Las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión; 6. Los móviles y fines; 7. La unidad o pluralidad de los agentes; 8. La edad, educación, situación económica y medio social; 9. La reparación espontánea que hubiere hecho del daño; 10. La confesión sincera antes de haber sido descubierto; 11. Las condiciones personales y circunstancias que lleven al conocimiento del agente; “12. La habitualidad del agente al delito;”(*) y (*) Inciso incorporado por el Artículo 1 de la Ley N° 28726, publicada el 09 mayo 2006. “13. La reincidencia.”(*) (*) Inciso incorporado por el Artículo 1 de la Ley N° 28726, publicada el 09 mayo 2006. El Juez debe tomar conocimiento directo del agente y, en cuanto sea posible o útil, de la víctima. Circunstancia agravante por condición del sujeto activo “Artículo 46-B.- Reincidencia El que, después de haber cumplido en todo o en parte una condena privativa de libertad, incurre en nuevo delito doloso, tendrá la condición de reincidente. Constituye circunstancia agravante la reincidencia. El juez podrá aumentar la pena hasta en un tercio por encima del máximo legal fijado para el tipo penal. A los efectos de esta circunstancia no se computarán los antecedentes penales cancelados.”(1)(2) 64 cial y cultural, u otros de símil naturaleza. Un perdón sin justificación objetiva, no restablece la paz social, sino que la enfrenta; pues por un lado expone a la sociedad o ciudadanía al evento delictivo proclive y reiterado del delincuente34 ; es decir, se le otorga un premio para volver a delinquir, dando lugar a un incremento de la violencia, pues si bien el Derecho Penal perdona, la sociedad no lo hace y tiende a responder frente al delincuente; de tal suerte que no encontramos en la situación que el delincuente confiado en el constante perdón (por prescripción) reincide y se habitúa al delito; en tanto, la sociedad, que ya no confía en el sistema penal responde a la violencia del delincuente con más violencia, esto lo demuestran los constantes linchamientos, enrejados y enfrentamiento entre grupos sociales y delincuentes. En definitiva, la prescripción sustentada en presunciones, contraviene la paz social e incrementa la violencia. 3.- LA SEGURIDAD JURÍDICA La seguridad jurídica puede resumirse en la expresión “saber a que atenerse”35 (1) Artículo incorporado por el Artículo 2 de la Ley N° 28726, publicada el 09 mayo 2006. (2) Artículo modificado por el Artículo 1 de la Ley Nº 29407, publicada el 18 septiembre 2009, cuyo texto es el siguiente: “Artículo 46-B.- Reincidencia El que, después de haber cumplido en todo o en parte una condena privativa de libertad, incurre en nuevo delito doloso en un lapso que no excede de cinco años tiene la condición de reincidente. Igual condición tiene quien haya sido condenado por la comisión de faltas dolosas. Constituye circunstancia agravante la reincidencia. El juez puede aumentar la pena hasta en un tercio por encima del máximo legal fijado para el tipo penal. Si al agente se le indultó o conmutó la pena e incurre en la comisión de nuevo delito doloso, el juez puede aumentar la pena hasta en una mitad por encima del máximo legal fijado para el tipo penal. En esta circunstancia, no se computarán los antecedentes penales cancelados.” “Artículo 46-C.- Habitualidad Si el agente comete un nuevo delito doloso, será considerado delincuente habitual, siempre que se trate al menos de tres hechos punibles que se hayan perpetrado en un lapso que no exceda de cinco años. La habitualidad en el delito constituye circunstancia agravante. El juez podrá aumentar la pena hasta en una mitad por encima del máximo legal fijado para el tipo penal.”(1)(2) (1) Artículo incorporado por el Artículo 2 de la Ley N° 28726, publicada el 09 mayo 2006. (2) Artículo modificado por el Artículo 1 de la Ley Nº 29407, publicada el 18 septiembre 2009, cuyo texto es el siguiente: “Artículo 46-C.- Habitualidad Si el agente comete un nuevo delito doloso, es considerado delincuente habitual, siempre que se trate por lo menos de tres hechos punibles que se hayan perpetrado en un lapso que no exceda de cinco años. La habitualidad en el delito constituye circunstancia agravante. El juez puede aumentar la pena hasta en una mitad por encima del máximo legal fijado para el tipo penal. En esta circunstancia, no se computarán los antecedentes penales cancelados.” 34. En este contexto es necesario precisar que el incremento de la delincuencia; es más el incremento de actos delictivos realizados por los mismos delincuentes, que el incremento de números de delincuentes, aunque la permisibilidad de lo primero conlleva a lo segundo como una suerte de reflejo o remedo a la conducta prohibida en la medida que la respuesta de sanción es nula, y a ello contribuye la figura de la prescripción, Los reportes periodísticos a diario nos informan hechos delictivos y a la vez una respuesta social directa ante la ausencia de efectividad del control penal, así actualmente se hablan de enrejados de zonas urbana, de la contratación particular de servicios de seguridad, y de linchamientos o ajusticiamiento por parte de la población. Ver: http://www.larepublica. com.pe/component/option,com_conten.../Itemid,0 (15/04/2008) 35. ANÍBAL ALTERINI, Atilio. Obra citada. Parte General. Pág. 19, un ejemplo de seguridad jurídica, es el principio de irretroactividad de la ley, en materia penal el principio de legalidad, etc. 65 Existen opiniones doctrinarias que consideran a la seguridad jurídica como un concepto oscuro, confuso y controvertido, relativizando dicho fin del derecho; esta crítica no es reciente sino que se remonta a los orígenes mismos del Derecho36. Empero, cuando más fuerte es la crítica, mayor es la resistencia, así pues, mayoritariamente la doctrina ha impuesto el criterio de la incuestionable necesidad de dicho principio, fin o valor del Derecho, posición a la cual nos adherimos, toda vez que su trascendencia es inobjetable, en relación al tema del presente trabajo, pues la seguridad jurídica es la base que sostiene la existencia de la prescripción y la caducidad; empero, nuestra propuesta es por su real y correcta valoración, a fin de evitar que estas sean instrumentos de desorden, abuso y caos. la propiedad se encuentra supuestamente asegurada con la fe del registro; es decir, ponemos en lid la seguridad del registro con la seguridad de la posesión37. En igual sentido, se muestra la prescripción liberatoria, que otorga al deudor la seguridad de no ser emplazado, pero se niega al acreedor la seguridad para el cobro de su crédito. Por otro lado, cuando se alega que “la seguridad proporciona a los ciudadanos la posibilidad de conocimiento anticipado de las consecuencias jurídicas de sus actos (seguridad subjetiva), así como la existencia de un ordenamiento jurídico que garantiza un estado de organización social y ofrece un grado determinado de previsibilidad en la realización de los restantes valores superiores (seguridad objetiva)”38, ello parece manifestarEn tal sentido exponemos la definición del doctor se en la práctica de la usucapión y la prescripAníbal Torres Vásquez, quien considera la segu- ción extintiva, sólo a favor de una de las partes, ridad jurídica, como la “garantía que el derecho en precisión de aquella que se beneficia con su proporciona a los asociados respecto de la con- aplicación y por ello sólo analiza la inercia del servación y respeto de sus derechos, y que si perjudicado con la prescripción, omitiéndose estos fueran violados le serán restablecidos o toda valoración de las causas por las cuales se reparados”. Desde esta perspectiva, entende- sustenta el beneficio de quien invoca a su favor mos que la seguridad jurídica, en la usucapión, la prescripción39. funciona sólo para el poseedor, pero es negada al propietario; quien al ser perjudicado con la Bentham, citado por Torres Vásquez, manifiespérdida de su propiedad, se le niega seguridad ta que: “Gracias a la seguridad jurídica poderespecto a dicha situación jurídica, aún cuando mos prever el futuro y, por tanto, tomar nues- 36. MARTÍNEZ DE VALLEJO, Emilia Blanca. En “Introducción a la Teoría del Derecho” 2da. Edición. Tirant lo Blanch. Valencia. 1994. 255. 37. Sobre el tema nos hemos referido ampliamente al tratar la prescripción adquisitiva, en líneas anteriores. 38. TORRES VÁSQUEZ, Aníbal. Obra citada. Pág. 741. 39. DEL ÁGUILA VELA, Robert. En artículo y revista “La Prescripción extintiva y su aplicación en el ámbito laboral” En Actualidad Jurídica. 2003.Tomo 111. Febrero. Alega que “Una de las manifestaciones de la seguridad jurídica es la liberación de obligaciones sin verificación real del cumplimiento bajo determinadas circunstancias previstas en la ley; si bien la regla general es la protección del acreedor frente al incumplimiento del deudor, excepcionalmente este se verá liberado de la obligación a su cargo sin haber tenido que ejecutar la prestación que le era exigible, si es que se materializan aquellas circunstancias contempladas en la normatividad”, aludiendo a la prescripción y caducidad. 66 tras disposiciones para él; es la base sobre la que descansan todos los planes, todo trabajo y todo ahorro, hace que la vida no sea simplemente una sucesión de instantes, sino una continuidad, y que la vida del individuo entre como un eslabón en la cadena de generaciones; es la característica distintiva de la civilización, lo que distingue al hombre culto del salvaje, la paz de la guerra, al hombre de la bestia”40. Esto es en esencia el papel que debe cumplir la seguridad jurídica como fin del Derecho; sin embargo, en el caso de la prescripción, tanto adquisitiva como liberatoria, el papel es distinto, pues en realidad genera inseguridad jurídica a la parte que ve un constante riesgo en su propiedad o en su crédito; en tanto exista alguna circunstancia que imposibilite el ejercicio real de la misma, generando especulación y desconfianza social, pues un propietario ante el riesgo de pérdida de un bien, preferirá no otorgar la posesión por ninguna causa, o concluir la otorgada a fin de que no exista posibilidad de que opere la usucapión, igual sucede con el acreedor, quien tendrá que eliminar toda posibilidad de ampliación o concesión de gracias de tiempo (plazos) para que se efectúe el pago, pues por tener tales consideraciones para con su deudor, bien puede perder su pretensión. desde sus dos perspectivas, desde la posición de quien se beneficia con ella, y desde aquella que se perjudica con su aplicación; arribando a un nivel de equidad que debe regir todo tipo de relación jurídica en sociedad; es decir, equidad entre el beneficio y la pérdida de algún derecho, de tal suerte que es factible y en extremo justa la sanción (pérdida), lo mismo que el premio (beneficio); pues, si bien es justo que alguien se beneficie en mérito a su actuar, como una suerte de premio; dicha justicia sólo será tal en tanto el beneficio no sea consecuencia de actos desleales, de mala fe o ilícitos; pues en este caso la seguridad jurídica, sería ajena a la justicia, e importaría un contrasentido, una contrariedad, que a su vez convertiría en inicuo el castigo o sanción (pérdida) que impone a una de las partes, máxime si para ello se ha tenido que soslayar la seguridad jurídica que el mismo Derecho le atribuye, como seria el caso de la fe del registro. Pese a las controversias que puedan existir en relación al carácter de la seguridad jurídica; conforme lo hemos referido, resulta incuestionable el calificativo de “constitutivo necesario de la vida social”41, toda vez que la sociedad exige estabilidad y distribución equilibrada de funciones entre sus componentes; por tal razón, es loable que la seguridad jurídica, se concretice en Así vistas las cosas, la prescripción puede ser el Derecho a través de diversas instituciones42, considera una institución prejuiciosa, lo cual no como son: la irretroactividad, la cosa juzgada, la es cierto, por tal razón y con la única intención de presunción del conocimiento del la ley por la puayudar a que dicho fin (seguridad jurídica) e ins- blicidad; y obviamente la prescripción; aunque titución (prescripción) cumpla el rol encomenda- esta última es un tanto cuestionable, no en su do, sin incurrir en injusticias, consideramos que existencia, sino en su consideración, normativa, el fenómeno prescriptorio debe ser analizado doctrinaria y jurisprudencial. 40. TORRES VÁSQUEZ, Aníbal. Obra citada. Pág. 741 41. ALZAMORA VALDEZ, Mario. Obra citada. Pág. 298 42. Algunos denominan a los mismos “criterios de vigencia de normas”. García Toma. Obra citada. Pág. 137 67 3.1.- Análisis de la seguridad jurídica frente a prescripción es incoherente con todo sistema jula usucapión.rídico sustentado en valores y principios. Es de referir que la usucapión es una institución noble, que puede consolidar los fines del Derecho, pero para ello debe exigirse, desde la perspectiva del poseedor, una legítima posesión, que le otorgue una legítima confianza para prescribir. Ahora, ¿cómo se configura la legítima posesión? Por dos medios. El primero, por la legítima transferencia; y el segundo, por la buena fe en la adquisición de una posesión ilegítima. La buena fe que se exige es mínima, y sólo para la etapa de adquisición de la posesión; incluso prima face, se admite la presunción de la buena fe. Bajo dichas circunstancias es factible hablar de prescripción acorde a los fines del derecho. Quienes admiten la usucapión en base a una posesión de mala fe o ilegítima, refieren que “(…) la defensa de la posesión de mala fe, como supuesto de prescripción adquisitiva, se sostiene en que su inmoralidad está compensada con los beneficios que emanan de la seguridad jurídica y de la dedicación al trabajo y la generación de riqueza, en contraste con la incuria del propietario que permite que la posesión continua de un tercero, cause la pérdida de su dominio”43 . Así, para quienes mantienen la factibilidad de una usucapión con base a la mala fe posesoria, es más incuriosa la negligencia del propietario que el proceder desleal, deshonesto o ilícito del poseedor; sin embargo, en ninguna teoría jurídica, la negligencia es más grave que la ilicitud o el actuar deshonesto; ergo, la defensa de dicha Otro argumento que pretende defender la aplicación absoluta de la prescripción, incluso a los supuestos de posesión en mala fe, considera que: “La prescripción estabiliza las relaciones jurídicas, les torna intachables; les concede firmeza, solidez, borrando todo rastro de indecisión y de incertidumbre. De no ser así, lo que no tuviera término crearía un inconveniente estado de alarma y de intranquilidad en la vida social. Por ella, se convierte en titular del derecho aquel que por muchos años se desenvolvió como si realmente lo fuera”44. Al respecto referimos que los supuestos rastros de incertidumbre o indecisión, no pueden ser alegados contra quien tiene derecho de propiedad inscrito, o de quien cuenta con título público suficiente. Porque el primero es oponible a todos, el segundo puede ser fácilmente oponible a quien es poseedor inmediato. También existe el argumento de índole procesal, que alude a la imposibilidad de probanza del derecho en cuestión, lo que se conoce como la teoría de la prueba diabólica, en el sentido que para acreditar la propiedad de un adquiriente, este deberá acreditar a la vez la adquisición de su transferente y así sucesivamente hasta el infinitum; lo cual se obvia con la figura de la prescripción45 . Sobre el particular, corresponde, decir, que tal argumento es falaz, toda vez que la ostentación del último y vigente título exime la presentación de los anteriores, pues, este es suficiente para legitimar una posesión, salvo prueba en contra- 43. ARIAS SCHEREIBER PEZET, Max, Obra citada. Pág. 13. 44. COLIN Y CAPITANT. Curso Elemental de Derecho Civil”. Tomo Segundo. Volumen II. De los Bienes y de los Derechos Reales Principales.4ta Edición. 1961. Pág. 584. 45. COLIN Y CAPITANT. Obra citada. Pág. 584. 68 rio; es decir, admitimos que la prescripción opera cuando existe título que legitime la misma, salvo la ilicitud de dicho título. En conclusión la usucapión como instituto, es noble en tanto promueva un servicio al tráfico económico, pero no en tanto pretenda servir de instrumento generador de derechos sobre bienes adquiridos con ilicitud o mala fe negocial; es decir, si bien por dicha seguridad han de sacrificarse situaciones jurídicas, a favor de otras fácticas, ellas sólo pueden ser justificables en tanto no se favorezcan actos ilícitos. 3.2.- Análisis de la seguridad jurídica en relación a la prescripción extintiva o liberatoria En cuanto a la prescripción liberatoria, la exposición de motivos del Código Civil vigente, considera que “la seguridad jurídica sustenta el instituto de la prescripción, indicando que al permitirse la oposición a una acción prescrita, se consoliden situaciones que, de otro modo, estarían indefinidamente expuestas”46. Al respecto debemos entender que las obligaciones se rigen por la regla del cumplimiento, y para ello se ha fijado que toda obligación es cobrable. Lo cual traslada una responsabilidad en el acreedor de exigir la obligación insoluta; por ello es válida la sanción de prescripción por la demora o inercia en el cobro, configurándose la auto responsabilidad del acreedor; y si la prescripción sólo operase en base a ella, el beneficio del deudor resultaría legítimo. Empero, que sucede si la demora o inercia en el cobro obedece a la confianza y buena fe del acreedor a favor de su deudor, por lo cual actúa extendiéndole el plazo de pago sin formalizar dicha extensión, las preguntas que caben son: ¿Corresponde otorgar al deudor una prescripción liberatoria?, ¿cabe en este caso conceder la prescripción a favor del deudor?, ¿es acorde a la seguridad jurídica la prescripción que se otorga al deudor quien no ha recibido más que concesiones o consideraciones de plazo para facilitarse el pago?, ¿resulta más acorde a la buena fe contractual, considerar que el acreedor amplió tácitamente el plazo para el pago de la deuda, que considerar una negligencia en el cobro oportuno de la misma?. La respuesta a la primera interrogante, es que ningún fin del Derecho justificaría que opere, en dicha circunstancia, la prescripción liberatoria, pues no estamos ante un supuesto de negligencia o desinterés del acreedor, sino frente a un caso de confianza y buena fe negocial, y ello no puede ser sancionado por el orden jurídico. Por otro lado, desde la perspectiva del premio o beneficio que se otorga al deudor, estaríamos en este caso premiando un acto desleal, pues partiendo de la presunción legal de la buena fe negocial, debe privilegiarse la posible ampliación del plazo. Desde la perspectiva expuesta, la respuesta a la segunda interrogante es negativa, pues ninguna seguridad jurídica puede sustentarse en una sanción a un proceder loable o noble de un acreedor, como es la concesión de mayor plazo para un deudor. En cuanto a la tercera interrogante, cabe referir que el orden jurídico en materia de obligaciones, admite la concesión o extensión tácita del plazo, por ello es que aún sigue vigente la teoría de 46. GUZMÁN FERRER, Fernando. Obra citada. Tomo II. Pág. 581. 69 la mora in persona47, en tanto que la mora in re, sólo está autorizada para casos expresos; es decir, que según la tesis vigente, el deudor no incurre en mora, si no existe el requerimiento del acreedor, lo cual hace suponer (presumir) que, en tanto, no se efectúe dicho requerimiento, se está extendiendo el plazo a favor del deudor; en consecuencia: Si para efectos de la mora se presume la extensión del plazo, ¿porqué no puede presumirse ello para la prescripción?. La respuesta que consideramos, es que debe apli- carse la misma presunción. 3.3.- Análisis de la seguridad jurídica en relación a los otros fines del derecho. En el espectro de valores que encierra el derecho, la seguridad jurídica es una de naturaleza fundamental, pero su función no puede ser concretada en forma aislada de los otros valores como la justicia, la paz social y el bien común, aunque en la práctica la seguridad jurídica, por 47. CODIGO CIVIL. Artículo 1333.- Constitución en mora Incurre en mora el obligado desde que el acreedor le exija, judicial o extrajudicialmente, el cumplimiento de su obligación. No es necesaria la intimación para que la mora exista: 1.- Cuando la ley o el pacto lo declaren expresamente. 2.- Cuando de la naturaleza y circunstancias de la obligación resultare que la designación del tiempo en que había de entregarse el bien, o practicarse el servicio, hubiese sido motivo determinante para contraerla. 3.- Cuando el deudor manifieste por escrito su negativa a cumplir la obligación. 4.- Cuando la intimación no fuese posible por causa imputable al deudor. Artículo 1334.- Mora en obligaciones de dar sumas de dinero En las obligaciones de dar sumas de dinero cuyo monto requiera ser determinado mediante resolución judicial, hay mora a partir de la fecha de la citación con la demanda. Se exceptúa de esta regla lo dispuesto en el artículo 1985. (*) (*) De conformidad con la Octava Disposición Complementaria del Decreto Legislativo Nº 1071, publicado el 28 junio 2008, la misma que de acuerdo con su Tercera Disposición Final, entrará en vigencia el 1 de setiembre de 2008, para efectos de lo dispuesto en el presente artículo, la referencia a la citación con la demanda se entenderá referida en materia arbitral a la recepción de la solicitud para someter la controversia a arbitraje. Artículo 1335.- Mora en obligaciones recíprocas En las obligaciones recíprocas, ninguno de los obligados incurre en mora sino desde que alguno de ellos cumple su obligación, u otorga garantías de que la cumplirá. Artículo 1336.- Responsabilidad del deudor en caso de mora El deudor constituido en mora responde de los daños y perjuicios que irrogue por el retraso en el cumplimiento de la obligación y por la imposibilidad sobreviniente, aun cuando ella obedezca a causa que no le sea imputable. Puede sustraerse a esta responsabilidad probando que ha incurrido en retraso sin culpa, o que la causa no imputable habría afectado la prestación; aunque se hubiese cumplido oportunamente. Artículo 1337.- Indemnización en caso de mora que inutiliza la obligación Cuando por efecto de la morosidad del deudor, la obligación resultase sin utilidad para el acreedor, éste puede rehusar su ejecución y exigir el pago de la indemnización de daños y perjuicios compensatorios. Artículo 1338.- Mora del acreedor El acreedor incurre en mora cuando sin motivo legítimo se niega a aceptar la prestación ofrecida o no cumple con practicar los actos necesarios para que se pueda ejecutar la obligación. Artículo 1339.- Indemnización por mora del acreedor El acreedor en mora queda obligado a indemnizar los daños y perjuicios derivados de su retraso. 70 ser, de más fácil realización, suele invocarse alejada de la justicia; de allí que se esbocen frases como “prefiero la injusticia al desorden”48 lo cual, en esencia constituye una aberración de estimativa. Por eso, y para evitar que la seguridad jurídica se someta a la iniquidad, y se incline más hacia la justicia, es que se hace necesaria su revisión; sobre todo respecto de la figura de prescripción; pues sino sería mejor hablar de un binomio seguridad jurídica e injusticia, cuando la expresión correcta sería, seguridad jurídica con justicia”49. chamiento ilícito, la impunidad, el abuso, la deslealtad (todos factores contrarios a la justicia); sino para proteger supuestos de legítima confianza respecto de un derecho o situación jurídica determinada. Por tal razón propugnamos una necesaria interrelación y dependencia entre seguridad y justicia, la sincronización de ambas se da a través del orden jurídico, por ello, es que la seguridad debe servir para proporcionar confianza pero de situaciones o relaciones jurídicas legítimas o adquiridas de buena fe, y así debe estar determinado en la ley50. Es bueno reproducir lo expuesto por el maestro Alzamora Valdez, quien citando a Radbruch, afirma que: Derecho, no en una perfecta armonía, sino en una antinomia viviente. La preeminencia de uno u otro de estos valores frente a otros, no pueden ser determinadas por una norma superior, tal norma no existe. Sino únicamente por la decisión responsable de la época. El Estado de Policía atribuía la preeminencia al bien común; el Derecho Natural a la justicia y el Positivismo a la seguridad”. Agrega, que “(…) frente a dicha circunstancia, debe destacarse el primordial valor del derecho que es la justicia, y, que, tanto el En otras palabras, tanto la prescripción como la caducidad –en calidad de instrumentos de seguridad jurídica- deben ser reguladas por la ley, pero no para favorecer la iniquidad, el aprove- La seguridad jurídica no puede apoyar la impunidad, ni proteger la ilicitud51. 4.- LA JUSTICIA 4.1.- Referencia previa: Artículo 1340.- Riesgo por imposibilidad de cumplimiento de obligación El acreedor en mora asume los riesgos por la imposibilidad de cumplimiento de la obligación, salvo que obedezca a dolo o culpa inexcusable del deudor. 48. LEGAS, Luis y LACAMBRA. Obra citada. Pág. 605. 49. LEGAS, Luis y LACAMBRA. Obra citada. Pág. 605. “Ciertamente, si se tomó la justicia como valor en si y se le compara con el orden o la seguridad como valores igualmente en si, habrá que reconocer la superioridad de rango que corresponde a la primera. La justicia es la más alta cosa que interesa al Derecho. Además, ningún orden y ninguna seguridad es posible al margen de la justicia. Esto no sólo es una necesidad ontológica, sino una necesidad ética y práctica, pues si una sociedad estima injusto el orden que sobre ella pesa (sin embargo, realiza una determinada idea de justicia) ese orden no puede subsistir y corre el continuo peligro de ser derrocado por la fuerza, cuando sólo por la fuerza se mantiene; y del mismo modo, la seguridad que un orden semejante ofrece, no es apreciada como un valor positivo, pues es la seguridad de la injusticia frente a la cual se reclama, por de pronto, el imperio de una justicia ideal que imponga un orden nuevo. La justicia, pues, no sólo es un valor más alto que el orden y la seguridad, sino que es un valor condicionante de estos valores, los cuales no pueden existir al margen de ella”. 50. TORRES VÁSQUEZ, Aníbal. Obra citada. Pág. 74. 51. Teoría de la No Impunidad, que como principio se ha consagrado en el Estatuto de la Corte Internacional de Derecho Penal, el cual establece la imprescriptibilidad de los delitos que caen bajo su competencia. 71 bien común y la seguridad, constituyen solamente sus manifestaciones en el ámbito individual o en el societario”. Agrega que: “Es evidente que el bien común es tal porque es un bien común justo. La injusticia no puede crear ese ambiente de bienestar espiritual y material necesarios para que el hombre alcance su dignidad de persona. Los medios que toda sociedad debe realizar –leyes, impuestos, distribución de cargos públicos – para lograr el bien común, deben inspirarse en los principios de justicia”. “Del mismo modo, la seguridad es tal, no sólo porque significa un orden que puede ser ficticio o arbitrario, a la vez que su expresión de más elevada jerarquía, sólo nace de la justicia”52. En contra de esta propuesta se levanta la tesis de Recasens Siches, citado por Legaz y Lacambra quien refiere que “El derecho no ha nacido en la vida humana por virtud del deseo de rendir culto u homenaje a la idea de justicia, sino para colmar una ineludible exigencia de seguridad, de certeza en la vida social. La pregunta de: ¿Porqué y para qué hacen derecho los hombres? No la encontramos contestada en la idea de justicia, ni en el séquito de egregios valores que lo acompañan, sino en un valor subordinado - la seguridad - correspondiente a una necesidad humana “. De ahí que Goethe, a través de una grave sentencia, dice que “[…] prefiere la injusticia al desorden, pues es preferible un orden establecido, aun cuando nos parezca injusto”.53 Por su parte, la posición de Legaz y Lacambra se inclina por defender la justicia como fin del Derecho e incluso la sobrepone a los demás valores, señalando ciertamente “que habrá que reconocer la superioridad de rango que corresponde a la justicia, pues ella es la más alta cosa que le interesa al derecho. Además ningún orden y ninguna seguridad son posibles al margen de la justicia. Esto no sólo es una necesidad antológica, sino una necesidad ética y práctica, pues si una sociedad estima injusto el orden que sobre ella pesa, ese orden no puede subsistir y corre el continuo peligro de ser derrocado por la fuerza, cuando sólo por la fuerza se mantiene; y del mismo modo, la seguridad que un orden semejante ofrece, no es apreciada como un valor positivo, pues es la seguridad de la injusticia, frente a la cual se reclama por de pronto, el imperio de la justicia ideal que imponga un orden nuevo. La justicia pues no sólo es el valor más alto que el orden o seguridad, sino que es un valor condicionante de estos valores, los cuales, no pueden existir al margen de ella.”54 4.2.- Definición de Justicia: Desde una perspectiva jurídico–política, puede decirse que justicia, es aquella constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo55. Así, la justicia constituye el valor principal que el Derecho trata de realizar a través de sus distintas 52. ALZAMORA VALDEZ. Mario, Obra citada. Pág. 299. 53. LEGAZ Y LACAMBRA. Luis. “Filosofía del Derecho”•. Bosch. Barcelona. 5ta Edición, 1979. Pág. 603 al 606. 54. LEGAZ Y LACAMBRA, Luis. Obra citada. Pág. 603 al 606. 55. ANÍBAL ALTERINI, Atilio. Obra citada. Parte General. Pág. 19, el autor sostiene que dentro de la dinámica de los fines del Derecho, se han suscitado controversias o posiciones encontradas entre ellos, y a fin de darle solución, surgieron de larga data dos máximas “summa ius, summa injuria” (máximo derecho, máxima injusticia); y dura lex sed lex (la ley es dura, pero es la ley); la primera significa una inclinación a favor de la justicia, en tanto que la segunda resalta el valor seguridad jurídica. 72 expresiones. Podrá haber un derecho justo, menos (poco) justo e incluso injusto, pero aún en este último caso, siempre (el Derecho) llevará en sí una aspiración hacia la justicia56. Como se ha reseñado, han existido posiciones de antiguo que negaban valor a la justicia, o en su defecto la equiparan a la ley57, como sucedió con los sofistas. También existieron posiciones como las de Sócrates, Aristóteles, Pitágoras, Platón, quienes consideraron la justicia como un valor o virtud. Posteriormente, la justicia fue analizada desde diversos sentidos: aquella que la veía desde una perspectiva subjetiva, considerándola como una virtud moral, suprema omnicomprensiva, la expresión del bien absoluto, la santidad, la perfección individual del ser humano (Cicerón, Ulpiano, Santo Tomás), por el cual un acto humano se considera justo, es decir, que el ajuste de las relaciones sociales con el ordenamiento jurídico, a fin de hacer posible que la vida colectiva se lleve a cabo con la menor fricción posible, o sea, en paz.58 Por ello; se dice que “El derecho no debe ser justo para ser derecho, pero si debe o debería serlo para gozar de plena validez moral o fuerza obligatoria”59 Definir la justicia es un tema de nunca terminar, pues respecto de ella se han escrito texto completos, por citar uno solo tenemos el de Werner Goldschmidt “La ciencia de la justicia”. También existen extensos capítulos en tratados, como el que obra en el texto de Filosofía del Derecho de Legaz y Lacambra, por ello consideramos suficiente para efectos del presente trabajo el esbozar sus características y su forma de expresión. 4.3- Características de la Justicia: Los caracteres de la justicia no actúan independientemente uno de otro, sino que están interconectados como una suerte de eslabones en una cadena circular. Así la justicia se caracteriza por: a) Ser un valor o medida a la que deben ajustarse los actos humanos, el ajuste de los actos humanos a la justicia, se concreta a través del derecho, en otras palabras la conducta debe ajustarse al derecho, pero ello es posible en paz y no en conflicto, cuando el derecho es mínimamente justo. b) Ser consensual con la alteridad; es decir, lo ejecutado por uno se dirige hacia el otro. No se puede hablar de justicia sin relación de alteridad, pues tanto el premio como el castigo que son las expresiones básicas del derecho, vienen y van de uno a otro. c) Es una exigencia permanente de dar a cada uno lo suyo60. Ella no se concreta en un solo acto, pues las relaciones sociales o humanas, son constantes, permanentes y a la vez variables, y exigen siempre en cada espacio y tiempo una base de justicia. 56. ALZAMORA VALDEZ. Mario. Obra citada. Pág. 301. 57. TORRES VÁSQUEZ, Aníbal. Obra citada. Pág. 741 58. TORRES VÁSQUEZ, Aníbal. Obra citada. Pág. 700 y 701. 59. VALDEZ, Mario I. citado por García Toma, en Obra citada. Pág. 142. 60. GARCÍA TOMA. Víctor. Obra citada. Pág., 144 73 4.4.- Clases de Justicia o Formas de expresarse.Suelen conocerse clasificaciones de la justicia como: a) Justicia en sentido amplio; que importa el conjunto de todas las virtudes. b) La justicia en sentido estricto; que comprende las relaciones con los otros. Es pertinente precisar que la justicia se diferencia de la arbitrariedad, pues la primera es un valor final de búsqueda, un fin, en cambio la arbitrariedad es un comportamiento, una actuación basado en el ejercicio de un poder o facultad62 . Igual razonamiento opera respecto de un análisis de la discrecionalidad en relación a la justicia. La discrecionalidad permite cierto grado de subjetivismo, su contrario es lo reglado.63 Desde la perspectiva de la justicia, podemos c) La justicia particular, de donde surgen las decir que la usucapión será válida, siempre que denominadas distributivas o conmutativas y la la posesión en la cual ella se basa, sea lícita o correctiva. legítima o de buena fe; si es lo contrario, la prescripción se transforma en una institución que tied) La denominada justicia social; que persigue ne por finalidad expulsar al verdadero titular de a través del derecho que cada hombre, como un bien, en beneficio de un usurpador, por tal ser social, reconozca al otro lo que le es de- razón, y en tanto se comprenda en dicha institubido, como persona, según sus necesidades, ción a situaciones ilícitas no es correcto aquella por ello se le denomina como el conjunto de alabanza por la cual se la denomina “patrona del deberes jurídicos naturales, y que tienen por género humano”64 finalidad o fundamento el bien común, y la paz social. En relación a la prescripción extintiva, La Cruz Berdejo, nos muestra dos sentencias en con61 e) La justicia legal. . tradicción, emitidas por el Tribunal Español. La primera, que pregona la aplicación amplia de Cabe referir que la Justicia tiene su contraparte la prescripción en el sentido que ella tiene por que es la injusticia, esta última puede estar con- finalidad “dar fijeza y certidumbre a la propietenida en el propio orden jurídico, de tal suerte dad y a toda clase de derechos emanados de que existe injusticia legal, pero una injusticia no las relaciones sociales y de las condiciones en necesariamente supone una arbitrariedad, y lo que se desarrolla la vida, aún cuando éstas no mismo no toda arbitrariedad es injusta, y tampo- se ajusten siempre a principios de estricta jusco toda arbitrariedad es ilegal. ticia, que hay que subordinar como mal menor 61. ALZAMORA VALDEZ, Mario. Obra citada. Pág. 314. 62. Existe el adagio, “si no puedes ser justo, se arbitrario”, es decir, si las leyes y valores no te dan una posible solución, que sea tu voluntad y no la ajena la que sustente tu decisión”. 63. ANÍBAL ALTERINI, Atilio. Obra citada. Parte General. Pág. 20. 64. COLIN, A. y CAPITANT, H. Obra citada. Pág. 584 74 al que resultaría de una inestabilidad indefinida”. La segunda por el contrario, es de una opinión más restringida o excepcional; y refiere que para aplicar la prescripción extintiva se debe tener en cuenta “todos los aspectos implícitos en la seguridad jurídica, tanto del deudor como del acree- dor, para sentar el preferente interés subyacente en favor del perjudicado, a quien la ley quiere proporcionar un efectivo y seguro resarcimiento, evitando una aplicación técnicamente desmedida de la prescripción que como institución no fundada en la intrínseca justicia debe merecer un tratamiento restrictivo”65. Expositor Doctor Victor Rodriguez Monteza LA CRUZ BERDEJO. Obra citada. Tomo I, Volumen Primero. Pág. 356. 75 LAS NUEVAS PREOCUPACIONES DE LOS JUECES EN MATERIA CAUTELAR Helder Luján Segura Juez Titular Segundo Juzgado de Paz Letrado de Piura I. Preliminares. Como es ya sabido, en el lapso de un año se hicieron varias reformas legislativas en materia cautelar. Los instrumentos fueron los decretos legislativos 1069 y 1070 (publicados el 28 de junio del año 2008) y la Ley 29384 (publicada el 28 de junio del año 2009). Sin embargo, no sólo las referidas modificatorias no parecen haber solucionado adecuadamente los problemas existentes, sino que además han creado otros que vienen recibiendo tratamientos dispares en la praxis judicial. De algunas de esos temas nos ocuparemos en el presente trabajo. presentan los presupuestos exigidos por la ley, dicta una resolución a pedido de parte que dispone el otorgamiento de una medida adecuada para poder garantizar la eficacia de sentencia (medida cautelar)1. Puede decirse entonces que la medida cautelar constituye uno de los temas más (por decirlo así) “románticos” del Derecho Procesal, pues su razón de ser es contribuir decididamente a la eficacia del proceso, es decir a que éste tenga un “final feliz”, a que cumpla la finalidad para la que fue creado. Pero no sólo por eso, sino tamPara mejor abordar el cometido es preciso re- bién porque trasluce la seriedad de la función capitular que la medida cautelar es el instituto jurisdiccional, ya que a través de ella el órgajurídico por medio del cual se garantiza la efec- no jurisdiccional se prestigia2, evitando que los tividad de la sentencia a dictarse en un proceso, derechos de los justiciables se vean burlados, a para lo cual, el órgano jurisdiccional, que cono- la par que tiende a la conservación del orden y ce el proceso cuya decisión se quiere garanti- la tranquilidad pública3. Precisamente, a esto se zar (proceso principal), luego de evaluar si se debió que CALAMANDREI, considerado el más 1. PRIORI POSADA, Giovanni, “La tutela cautelar como instrumento para resolver el problema del tiempo y el proceso”, en: Revista JUS (Doctrina y Práctica), N° 4, Abril, 2007, Lima, GRIJLEY, pág. 244. 2. MONROY GALVEZ, Juan, Temas de Proceso Civil, 1987, Lima, Librería Studium, pág. 17. 3. LEDESMA NARVAEZ, Marianella, Los nuevos procesos de ejecución y cautelar, 2008, Lima, 1era. Edición, Gaceta Jurídica, pág. 9. 76 grande teórico en materia cautelar, la calificase como el “instrumento del instrumento”4, pues las medidas cautelares “se ponen al servicio del proceso y su eficacia y, a su vez, el proceso resulta ser instrumento del derecho sustancial”5. En efecto, la doctrina ubica a las medidas cautelares dentro de la denominada jurisdicción asegurativa (o más propiamente tutela asegurativa), que tiene como su contraparte a la jurisdicción dirimente, debido a que la “primera es la que apunta, no a resolver definitivamente el conflicto como ocurre en la segunda, sino a generar situaciones en virtud de las cuales cuando se concrete y culmine la función dirimente, tenga real efectividad”6. Pues bien, nuestro país desde antaño se adhirió al sistema cautelar inaudita altera pars, que quiere decir que las decisiones en materia cautelar el juez las va a adoptar sin oír a la otra parte, con sólo el caudal probatorio que le presente el solicitante. En tal situación y debido al elevado riesgo de daño que ello implica, se estableció en la normativa una serie de presupuestos y requisitos para poderla conceder, así como los mecanismos posteriores de defensa para el afectado con la medida. La problemática de tales aspectos será abordada en el análisis que sigue. II. Principales temas en que se suscita la problemática. Por razones de espacio nos ocuparemos sola- mente de algunos aspectos, que iremos identificando a partir de las principales figuras de la materia cautelar. a. Respecto de la Incorporación de la razonabilidad. La citada ley al modificar el artículo 611 del Código Procesal Civil (en adelante CPC), introduce el requisito de la razonabilidad de la medida, como complemento a los ya existentes verosimilitud del derecho invocado (fumus boni iuris) y peligro en la demora del proceso (periculum in mora), lo cual ha sido considerado por la mayoría de los especialistas como beneficiosa, pues se ha positivizado un tema que era preocupación constante de la doctrina y que los jueces mayormente habían relegado. Sin embargo hay quienes con mucho acierto consideran que no se ha innovado mucho, pues aquél requisito, al ser parte de la figura (para algunos presupuesto) de la adecuación, ya se encontraba intrínsecamente regulado ab initio en la norma modificada (aunque no literalmente como requisito), debido a que es equiparable al parámetro de proporcionalidad, que junto con la congruencia, el principio de mínima injerencia y la irreversibilidad son elementos configurantes de la adecuación. Lo que parece ocurrir es que, como otras tantas veces, el legislador ha introducido con nombre distinto y al parecer sin mucho examen de ido- 4. MONROY PALACIOS, Juan José, La tutela procesal de los derechos, 2004, Lima, Palestra Editores, serie Derechos y Garantías N° 10, pág. 68. 5. MORALES GODO, Juan y otros, El proceso civil: Enfoques divergentes, 2005, Lima, 1era. Edición, Iuris Consulti SAC, pág. 121. 6. RIVAS, Adolfo Armando, Las Medidas Cautelares en el Derecho peruano, 2005, Lima, 1era. Edición, Jurista Editores EIRL, pág. 24. 77 neidad, una figura que no es tan propia del civil law o sistema romano germánico (al cual se adscribe nuestro sistema jurídico), sino del common law, donde la emisión de las preliminary injuction (símil de las medidas cautelares nuestras) son precedidas del balance of convenience (o test de razonabilidad o análisis costo-beneficio) y no se utiliza los característicos presupuestos procesales nuestros del fumus boni iuris ni el periculum in mora7. Hay pues a partir de ello una regulación desordenada, incoherente, de las figuras que la doctrina considera presupuestos (y en algunos casos requisitos) de la medida cautelar. La situación es más plausible si nos remitimos al plexo de nuestro ordenamiento procesal, pues resulta que la regulación contenida en el CPC parece que no ser la más completa o acabada (debiera serlo, si se tiene en cuenta que todos los ordenamientos procesales, y hasta los procedimentales, estipulan su condición de supletorio). Por ejemplo, si examinamos el artículo 15 del Código Procesal Constitucional veremos que además de contemplar literalmente a la adecuación como requisito, en seguida alude indirectamente a la proporcionalidad, y después incorpora el límite de irreversibilidad de la medida, cosa que en absoluto hace el CPC. Igualmente, si apreciamos el artículo 36 de la Ley 27584, Ley que regula el proceso contencioso administrativo (actualmente artículo 39 de su TUO), colegiremos que contempla literalmente a la adecuación como requisito, y que además en el inciso 1 regula expresamente a la proporcionalidad. Del mismo modo, si leemos el artículo de la Nueva ley procesal del Trabajo, Ley 29497, encontramos que ha incorporado expresamente a la adecuación como una exigencia a tener en cuenta, aunque no lo comprende puntualmente como requisito. b. Respecto a la sustitución de la apelación por la oposición. Si la incorporación de la razonabilidad ha generado cierta incertidumbre, la introducción de la figura de la oposición (en vez de la apelación) pareciera que es el acabóse. Y ello no sólo por el inquietante tema de cuándo debe interponerse (o, dicho de otro modo, desde cuándo se computa el plazo para presentarlo), sino por el relativo a los desconcertantes efectos posteriores que genera su aplicación. Ello sin contar por cierto el hecho que tal figura en realidad ha sido resucitada del Código de Procedimientos Civiles (lo que no lo hace “nueva”), con algunas variantes. Respecto de lo primero, nos sumamos a las tenaces y consistentes críticas formuladas por los especialistas8 respecto a que se haya establecido que la presentación de la oposición no debe esperar a que se ejecute la medida, pues con ello no sólo se justifica como válido cualquier modo que emplee el afectado para tomar conocimiento de ella (lo cual de por si importa ya mucho riesgo), sino que también se pone en peligro su eficacia, ya que el afectado podría anticiparse (sobre todo en el caso de medidas cautelares 7. ZELA VILLEGAS, Aldo, “La caución y las medidas cautelares. A propósito de una reciente modificación al Código Procesal Civil”, en: Revista Actualidad Jurídica, Tomo 188, Julio, 2009, Lima, Gaceta Jurídica, pág. 46. 8. Entre otros ARIANO DEHO, Eugenia, “el ‘nuevo’ procedimiento cautelar”, en: Revista Actualidad Jurídica, Tomo 188, Julio, 2009, Lima, Gaceta Jurídica, pág. 17. 78 para futura ejecución forzada) y poner los bienes fuera del alcance de ésta. Sobre lo segundo, sumando a los acertados supuestos advertidos por MARTEL CHANG9, procedemos a referir las posibles dificultades, y hasta aberraciones, que podrían acaecer en la praxis judicial. Por ejemplo: se haga ya es firme (que en todo caso debiera serlo) o es pasible de apelación sin efecto (que de sólo imaginar ante qué instancia ocurra y a dónde iría nos hace crisparnos). Por ello, compartimos la propuesta hecha en el sentido que lo mejor hubiese sido que la apelación contra la resolución que declara fundada la oposición, se conceda con efecto suspensivo, más aún si con ella se pone fin al proceso cautelar, es decir se trata de un auto final. i) Debido a que la resolución que recae sobre la oposición es apelable sin efecto suspensivo, cuando se haya declarado fundada ésta y la medida ya se hubiese ejecutado, deberá de- Por otro lado, entre tanto se vislumbre una rejarse sin efecto la concesión de la medida, a modificatoria, queda también por resolver en pesar de la apelación que se interponga. el cada día qué hacer con las apelaciones que vienen siendo presentadas por los que descoii) Si al absolver el grado se revoca la resolu- nocen que se ha instaurado la oposición. Así, en ción que declaró fundada la oposición, tendrá algunos casos se optará por declararlas improque volverse a ejecutar la medida concedida, cedentes (salvo que el proceso cautelar se haya con el riesgo de ineficacia que ya suponemos, iniciado antes de la modificatoria, lo cual incluso pues el demandado ha podido en todo ese puede ser pasible de una variada “interpretatiempo transferir los bienes. ción de las normas en el tiempo”), basándose por ejemplo en el hecho que la apelación no es iii) Igual riesgo ocurre en el caso que al absol- el medio de defensa establecido por ley para ver el grado se anule la indicada resolución, cuestionar la medida cautelar concedida, o en el con la diferencia que la nueva decisión podrá hecho que no es aplicable al caso el Iura Novit amparar o no la oposición, y nuevamente ser Curia, debido a que no se trata de error en la objeto de apelación. elección de la norma o de falencias meramente formales, o sino en la circunstancia que aplicar iv) Cuando se haya declarado improcedente alguna de ellas implicaría posible afectación del la medida, se haya apelado y el superior la derecho de defensa de la otra parte. revoque, es decir conceda la medida, queda abierta la posibilidad que el afectado formule En otros casos se optará por adaptar el recuroposición ante el mismo superior, atendiendo so formulado o declarar su inadmisibilidad a fin a que ésta tiene por objetivo que el mismo ór- de que el impugnante precise, lo cual podría ser gano jurisdiccional reexamine su decisión, lo visto como un acto de equidad o de resguardo que lleva al tema de si el pronunciamiento que del derecho de defensa por parte del juez, pero 9. MARTEL CHANG, Rolando, “La Ley Nº 29384 y el procedimiento cautelar en el proceso civil”, en: Revista Actualidad Jurídica, Tomo 188, Julio, 2009, Lima, Gaceta Jurídica, pág. 41. 79 también como un actuar contrario a la norma expresa. Ahora, similar escenario al antes descrito se presenta también en las medidas cautelares derivadas de procesos constitucionales, a cuyos casos no podría extenderse la supletoriedad de la oposición, pues el artículo 15 del Código Procesal Constitucional (norma que no sido derogada en ese extremo por la citada ley modificatoria del CPC) expresamente regula que contra la resolución que concede una medida cautelar procede el recurso de apelación, señalándole incluso (por la naturaleza sui generis de las materias) efectos distintos al recurso concedido, dependiendo de qué se trate. conozca la materia a exigirse posteriormente. Por ello se modificó el primer párrafo del artículo 608 del CPC, para establecer que “el juez competente para dictar medidas cautelares es aquel que se encuentra habilitado para conocer de las pretensiones de la demanda”11. Asimismo, el segundo párrafo, donde se pasó a establecer: “Todas las medidas cautelares fuera de proceso, destinadas a asegurar la eficacia de una misma pretensión, deben solicitarse ante el mismo juez, bajo sanción de nulidad de las resoluciones cautelares dictadas”, para cuyo efecto en seguida la norma exige: “El solicitante debe expresar claramente la pretensión a demandar”. Y, por si las dudas, se modificó también la parte c. Respecto de la competencia en medidas final del primer párrafo del artículo 637, estipucautelares fuera de proceso. lándose: “En caso de medidas cautelares fuera de proceso, el juez debe apreciar de oficio su Las modificaciones que se han dado sobre este incompetencia territorial”, aportando por una satema ha tenido como cometido solucionar la lida que en realidad no asegura la solución al problemática denominada “foro shoping”10, una problema, pues, como muy bien lo resalta ARIApráctica perversa y sostenida que venían usan- NO DEHO, “[l]a solución sería sensata si es que do los abogados para conseguir el dictado de el legislador hubiera establecido una regla de una medida cautelar fuera de proceso, en unos competencia territorial exclusiva improrrogable casos planteando varias solicitudes a la vez ante en el área cautelar ante causam (p. e., que la distintos jueces, a fin de que una de ellas cuando medida tuviera que pedirse siempre y cuando menos sea concedida, y en otros aprovechando sin excepciones ante el juez del domicilio del la el vacío de reglas específicas de competencia ‘afectado’), pero no lo es cuando existen todo territorial en materia cautelar, cuando las reglas una gama de jueces potencialmente competenque rigen para la pretensión del principal normal- tes para conocer el proceso de fondo, es decir mente no admitirían que un determinado juez cuando existen fueros concurrentes (al normal 10. Cfr. ARIANO DEHO, Eugenia, “¿Un cautelar ‘renovado’?: entre los ajustes y los temas pendientes”, en: AA.VV. (coordinador Renzo I. Cavani Brain), Manual de Actualización civil y Procesal Civil, 2010, Lima, Gaceta Jurídica, pág. 12; RAMIREZ JIMENEZ, Nelson, “Los problemas del proceso cautelar”, en: Revista VOX IUDEX, N° 3, año II, octubre, 2009, Trujillo, revista de la Corte Superior de Justicia de La Libertad, págs. 88-89. 11. Que dicho sea de paso le permitió ser concordante con la norma general contemplada en el artículo 33 del CPC, que estipula: “Es competente para dictar medida cautelar antes de la iniciación del proceso (…), el juez competente por razón de grado para conocer la demanda próxima a interponerse”. 80 del fuero domiciliario del demandado) por los la calidad de titular, provisional o suplente”13. que el actor puede optar en razón de diversos Igualmente se ha señalado que “La solución es factores de conexión“12. burda y, sin duda, puede comprometer la efectividad de la tutela cautelar. No es ciertamente Ahora, siguiendo ese propósito corrector, el le- con impedimentos como vamos a evitar el abuso gislador se pasó al otro extremo de mostrar des- cautelar. El abuso cautelar se evita con transpaconfianza hacia los jueces, pues en la Única Dis- rencia…”14. O si no que: “[c]on esta disposición posición transitoria, complementaria y final de la nuestro legislador ha cometido uno de los peoaludida Ley 29384, estableció lo siguiente: “Tra- res dislates que podemos imaginar. No estaba tándose de lo previsto en el primer párrafo del previsto en el proyecto de ley, sino que fue inartículo 608 del Código Procesal Civil, el Juez troducida a última hora del debate parlamentaProvisional o Suplente sólo puede conocer de rio en el pleno del congreso (…) No puede ser los pedidos cautelares dentro de proceso, salvo más arbitraria y más inconstitucional (…) [pues] que, en el distrito judicial correspondiente o en el va no sólo contra el sentido común sino también ámbito de su competencia, el Juez Titular no se contra lo resuelto por el mismo Tribunal Consencuentre habilitado”. titucional en cuanto a la igualdad en derechos y deberes entre los magistrados titulares y los Esta norma atenta contra derechos constitucio- provisionales”15. nales y legales de los jueces suplentes y provisionales, pues éstos tienen los mismos dere- Y ya al margen de la cuestión doctrinaria, en la chos y obligaciones que los titulares en relación praxis viene ocurriendo un sinnúmero de casos al desempeño de sus funciones (Artículo 146 de en que los jueces provisionales y suplentes dela Constitución y artículos 186 y 193 de la Ley claran improcedente o se inhiben o abstienen de Orgánica del Poder Judicial), así como contra conocer los cautelares ante causam que le son varios principios constitucionales de la adminis- presentados, lo cual motiva incluso conflictos de tración de justicia en general. competencia negativa entre dichos tales jueces y los titulares, pues el criterio definidos que estaPor ello ha sido amplia y duramente criticada. Se blece la citada norma es genérico o incierto. En ha dicho por ejemplo: “Encontramos ello como efecto, son variadas las interpretaciones que le un acto de discriminación a la autoridad del juez, dan, tanto los jueces de primera instancia como ya que quien ejerce la función lo hace o lo debe los que absuelven la consulta, a los supuestos hacer plenamente sin ninguna restricción, salvo de excepción que encierra la expresión; “(…) las reglas de competencia por cuantía, territorio salvo que, en el distrito judicial correspondiente o materia, pero no puede hacerse distinción por o en el ámbito de su competencia, el Juez Titular 12. ARIANO DEHO, Eugenia, “¿Un cautelar ‘renovado’ …”, pág. 15. 13. GUERRA CERRÓN, J. María Elena, “Mejoras al sistema de protección cautelar peruano”, en: La Ley. periódico mensual de Gaceta Jurídica, Nº 21, Año 2, del 1 al 31 de Agosto de 2009, sección Civil/Opinión, Lima, editorial Gaceta Jurídica, pág. 4. 14. ARIANO DEHO, Eugenia, “¿Un cautelar ‘renovado’ …”, pág. 20. 15. VALVERDE GONZALES, Manuel Enrique, “El vaivén de las medidas cautelares en nuestro Código Procesal Civil”, en: Revista Actualidad Jurídica, Tomo 192, Noviembre, 2009, Lima, Gaceta Jurídica, pág. 82. 81 no se encuentre habilitado”, lo cual contribuye al desconcierto de jueces y litigantes y torna más acerba aún la actitud de los justiciables hacia los jueces. III. A modo de conclusión. La problemática antes referida constituye un problema in crescendo, que de no efectuarse las respectivas modificatorias a tiempo, traerá muchos más trastornos en materia cautelar. Ellos generan inseguridad jurídica debido a las deci- siones jurisdiccionales dispares que vienen ocurriendo, además de restarle cabida a la ansiada y tan venida a menos eficacia procesal. En efecto, se viene presentando cada caso peor que el otro, y la preocupación se acrecienta si se tiene en cuenta que de no producirse modificatorias recién dentro de algunos años se habrán consolidado criterios jurisprudenciales consistentes sobre cada uno de los temas examinados. Expositor Doctor Helder Luján Segura 82 La Fe Pública Registral y el Criterio Adoptado Por las Salas De Casación: Una mirada reciente. Revisión de Sentencias dictadas en Casación. Carlos Furuken Zegarra Abogado por la Universidad de San Martín de Porres IDENTIFICACIÓN DE LA FÉ PÚBLICA REGISTRAL EN LAS SENTENCIAS EN CASACIÓN: Los criterios que han esbozado las Salas de SENTIDO DEL FALLO: Casación en torno a la “Fe Pública Registral” se • Sesenta por ciento (60%) de Sentencias en encuentran contenidos en procesos de disímiles Casación no se pronuncian sobre el fondo del pretensiones (vg. Reivindicación, Mejor Derecho tema materia de análisis (fe pública registral), de Propiedad, Nulidad de Acto Jurídico, Desaloal haberse rechazado, por improcedente, el jo, Ejecución de Garantía Hipotecaria, Tercería Recurso de Casación. Excluyente de Propiedad), pues en cada una de ellas las partes que recurrieran a través del refe• Treinta por ciento (30%) de Sentencias en Carido Recurso Extraordinario invocaron la afectasación consideran que no es aplicable para reción a tal principio registral. solver el conflicto las disposiciones del artículo 2014º del Código Civil que regula el Principio Por tal motivo, en la medida que este principio de Fe Pública Registral, declarando Infundado está recogido en el artículo 2014º del Código Ciel Recurso. vil, se han seleccionado las sentencias en casación en donde se ha invocado este dispositivo, • Diez por ciento (10%) de Sentencias en Caen cuanto a su aplicación indebida, inaplicación sación consideran que sí es aplicable para reo interpretación errónea. solver el conflicto las disposiciones del artículo 2014º del Código Civil que regula el Principio ANALISIS ESTADÍSTICO DE LA CASACIOde Fe Pública Registral, declarando Infundado NES DICTADAS: el Recurso. De la revisión de las Sentencias en Casación publicadas en el Diario Oficial El Peruano, de LA FE PÚBLICA REGISTRAL Y LAS PRETENJunio del 2007 a Junio del 2008, hemos encon- SIONES DISCUTIDAS: trado que: 83 • Treinta por ciento (30%) de Sentencias en Casación han discutido el Principio de Fe Pública Registral en procesos cuya pretensión versa sobre Tercería Excluyente de Propiedad. • Diez por ciento (10%) de Sentencias en Casación han discutido el Principio de Fe Pública Registral en procesos cuya pretensión versa sobre Desalojo por Ocupación Precaria. • Veinte por ciento (20%) de Sentencias en Casación han discutido el Principio de Fe Pública Registral en procesos cuya pretensión versa sobre Nulidad de Acto Jurídico. • Veinte por ciento (20%) de Sentencias en Casación han discutido el Principio de Fe Pública Registral en procesos cuya pretensión versa sobre Reivindicación y/o Mejor Derecho de Propiedad. • Veinte por ciento (20%) de Sentencias en Casación han discutido el Principio de Fe Pública Registral en procesos cuya pretensión versa Ejecución de Garantía Hipotecaria. LA TENDENCIA JURISPRUDENCIAL Y LOS CRITERIOS ADOPTADOS POR LAS SALAS DE CASACION EN TORNO A LA FÉ PÚBLICA REGISTRAL: Consideramos de suma relevancia, presentar no una reproducción exacta del fundamento expuesto por las Salas de Casación sino las ideasfuerzas más relevantes que se han esbozado en torno al concepto Fe Pública Registral El artículo 2014 del Código Civil, consagra el principio de fe pública registral que, para su configuración, exige la concurrencia copulativa de 84 determinados requisitos, como son: a) que el adquiriente sea a título oneroso; b) que el adquiriente actúe de buena fe, tanto al momento de la celebración del acto jurídico del que nace su derecho como al momento de la inscripción del mismo, buena fe que se presumirá mientras no se acredite que tenía conocimiento de la inexactitud del registro (presunción iuris tantum); c) que el otorgante aparezca registralmente con capacidad para otorgar el derecho del que se tratase; d) que el adquiriente inscriba su derecho, y; e) que ni de los asientos registrales ni de los títulos inscritos en los Registros Públicos resulten causas que anulen, rescindan o resuelvan el derecho del otorgante. Este principio busca proteger al tercero que ha adquirido, de buena fe, un derecho de quien finalmente carecería de capacidad para otorgarlo, lo que implica la búsqueda de la seguridad en el tráfico inmobiliario, y que supone a veces un sacrificio en la seguridad del derecho (CASACIÓN Nº 1208-2006-PIURA. SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA, DIARIO OFICIAL EL PERUANO, 02.07.2007, P.19783. CONSIDERANDO SÉTIMO). Cabe señalar, en primer lugar que la presunción iure et de iure del conocimiento del contenido de las inscripciones a que se refiere el artículo dos mil doce del Código civil, no importar considerar ipso facto, de manera absoluta, que todas las inscripciones deba ser efectivamente conocidas por el público, sino que exterioriza la posibilidad de que tal circunstancia pueda configurarse. (…) Que, en consecuencia, atendiendo a que el actor no se encontraba en posibilidad material de conocer la medida cautelar dictada a favor del demandado, desde que aquella jamás fue inscrita en el registro correspondiente al predio sub materia, sino en otro distinto, se presume que ha procedido de buena fe al adquirir e inscribir la propiedad su favor, y no habiendo probado la parte emplazada lo contrario –pues la sola invocación del principio de publicidad, al no ser absoluto, resulta insuficiente para destruir tal presunción (CASACIÓN Nº 2126-06.CALLAO – SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA, DIARIO OFICIAL EL PERUANO, 03.07.2007, P. 19850. CONSIDERANDOS SEXTO Y OCTAVO ). El artículo 2014 se refiere a la publicidad registral, que sirve para llevar a conocimiento de la colectividad determinados hechos jurídicos, pero va más allá, pues protege al tercero de buena fe, que adquiere a título oneroso de quien en el registro aparece con facultad para otorgarlo, aunque después se anule, rescinda o resuelva el del otorgante. La fe registral opera respecta de los datos registrados referentes a la existencia, contenido y titularidad de los derechos reales inscritos y se establece una presunción iuris tantum a favor del tercero de buena fe, con el añadido que la buena fe se presume mientras no se pruebe que el tercero conocía de la inexactitud de la inscripción registral. Tercero en lenguaje jurídico es la persona que pueda desconocer un cambio no inscrito. Tercero es la persona que desconoce la discrepancia entre el asiento registral y la realidad. Tercero es la persona que no es sujeto del cambio real no transcrito en el registro, pero que ha adquirido derecho sobre la cosa por parte de quien aparece en el registro como titular, añadiéndole la ley, como requisito de validez, que se haya adquirido a título oneroso y de buena fe. (CASACIÓN Nº 2199-06.LAMBAYEQUE – SALA CIVIL PERMANENTE DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA, DIARIO OFICIAL EL PERUANO, 03.07.2007, P. 19979-19980. QUINTO CONSIDERANDO) La existencia de una anotación preventiva, aún cuando no sea una inscripción registral, determina la ausencia de buena fe. Las normas registrales no pueden ser aplicadas aisladamente, más aún cuando deben prevalecer los principios de publicidad y buena fe en garantía de los derechos válidamente adquiridos, más si se tiene en cuenta que el objeto de la inscripción registral es otorgar seguridad a los derechos de los contratantes y terceros, siempre con sujeción al principio de buena fe (CASACIÓN Nº 2770-2006 LIMA – SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA, DIARIO OFICIAL EL PERUANO, 02.01.2008, P. 2116621168. CONSIDERANDOS OCTAVO AL DÉCIMO TERCERO). El artículo 2014º del Código Civil establece con claridad que la buena fe del tercero se presume mientras no se pruebe que conocía de la inexactitud del registral, siendo que cuando el contratante advierte que el predio enajenado no pertenece solo a quien dispuso de él, aún cuando no sea el asiento por el que este último adquirió el dominio, queda destruida la buena fe, ya que tal causa consta en el Registro (CASACIÓN Nº 3452-06-LA LIBERTAD, SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA, DIARIO OFICIAL EL PERUANO, 03.01.2008, P. 21351-21352. CONSIDERANDO OCTAVO). Para enervar la buena fe del adquiriente debe anotarse la demanda de prescripción adquisitiva de dominio, en los casos en que la parte demandada alegue ser propietaria del predio por prescripción (CASACIÓN Nº 865-2007-CAJAMARCA, SALA DE DERECHO CONSTITUCIONAL Y SOCIAL PERMANENTE DE LA CORTE SU- 85 PREMA DE LA REPÚBLICA, DIARIO OFICIAL de quien finalmente carecía de capacidad para EL PERUANO 30.01.2008, P. 21456. CONSI- otorgarlo, lo que implica buscar la seguridad en DERANDO SÉTIMO.) el tráfico inmobiliario, sin embargo la búsqueda de seguridad en tal tráfico puede implicar un saPara la aplicación del artículo 2014º del Códi- crificio de la seguridad del derecho, por ello es go Civil deben concurrir copulativamente los si- que para morigerar (refrenar o contener) tal saguientes requisitos a) Que, el adquirente lo hago crificio el legislador ha dificultado el acceso al a título oneroso; b) Que el adquiriente actúe de principio de buena fe registral, el que para ser buena fe tanto al momento de la celebración del alegado debe cumplir con los requisitos en la acto jurídico del que nace su derecho, como al norma (artículo 2014º del Código Civil), la cual momento de la inscripción del mismo, buena fe debe ser interpretada en forma restrictiva. (CAque se presumirá mientras no se acredite que SACIÓN Nº 3047-2007-LIMA. SALA CIVIL PERtenía conocimiento de la inexactitud del registro, MANENTE DE LA CORTE SUPREMA DE LA es decir, se trata se una presunción iuris tran- REPÚBLICA, DIARIO OFICIAL EL PERUANO, tum; c) que el otorgante aparezca registralmente 31.01.2008, P. 21489-21490. CONSIDERANDO con capacidad para otorgar el derecho del que OCTAVO Y CASACIÓN Nº 3088-2006-LIMA. se tratase d) Que el adquiriente inscriba su de- SALA CONSTITUCIONAL Y SOCIAL DE LA recho y e) Que ni de los asientos registrales ni CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA, DIARIO de los títulos inscritos resulten causas que anu- OFICIAL EL PERUANO, 01.10.2007, P. 20454-. len, rescindan o resuelvan el derecho del otor- CONSIDERANDO DÉCIMO PRIMERO). gante. (CASACIÓN Nº 3088-2006-LIMA. SALA CONSTITUCIONAL Y SOCIAL DE LA CORTE (En los procesos de tercería excluyente de proSUPREMA DE LA REPÚBLICA, DIARIO OFI- piedad) No son aplicables los artículos 2013º CIAL EL PERUANO, 01.10.2007, P. 20454-. y 2014º que regulan los principios de legitiCONSIDERANDO DÉCIMO Y CASACIÓN Nº mación y fe pública registral, ni tampoco el de 3047-2007-LIMA. SALA CIVIL PERMANENTE prioridad previsto en el artículo 2016º, sino el DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA, segundo párrafo del artículo 2022º del Código DIARIO OFICIAL EL PERUANO, 31.01.2008, P. Civil. (CASACIÓN Nº 1253-2001-LIMA. SALA 21489-21490. CONSIDERANDO SÉTIMO). CONSTITUCIONAL Y SOCIAL PERMANENTE DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA, La buena fe registral es aquel en virtud del cual DIARIO OFICIAL EL PERUANO, 01.10. 2007, P. el tercero adquiere en base a la legitimación dis- 20469. CONSIDERANDO DÉCIMO OCTAVO). positiva del titular registral es mantenido en la adquisición a non domino que realiza, una vez El artículo 2014º del Código Civil no le alcanza que ha inscrito su derecho, con los demás requi- al demandante pues se encontraba a su alcance sitos exigidos por la Ley. La fe registral designa conocer de la ampliación del plazo de usufructo, el efecto adquisitivo inatacable que puede pro- en el entendido que en la buena de naturaleza ducir la inscripción en beneficio del tercero. El objetiva, la protección al tercero no se basa en la aludido principio (de fe pública registral) persigue buena fe que ha demostrado en su intervención proteger al tercero que ha adquirido un derecho contractual, pues en realidad la buena fe consis- 86 te en estar convencido de haber obrado de manera diligente, prudente y honesta, esto es, estar convencido de la certeza, licitud y legitimidad de su conducta. (CASACIÓN Nº 3088-2006-LIMA. SALA CONSTITUCIONAL Y SOCIAL DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA, DIARIO OFICIAL EL PERUANO, 01.10.2007, P. 20454-. CONSIDERANDO DÉCIMO PRIMERO). Que al tercero civil, que no ha intervenido en la celebración de un determinado acto jurídico, no tiene por qué afectarle las consecuencias que se deriven de éste, conforme a lo previsto en el artículo 1363 del Código Civil y tiene para defenderse de los efectos de los contratos en los que no ha participado, los medios que le otorga el derecho común; que en cambio, es distinta la situación jurídica del tercero registral, aquel que adquirió un derecho a título oneroso, con buena fe, de quien aparece en el Registro con derecho a otorgarlo y que ha procedido a inscribir su adquisición, pues ésta persona así constituida en tercero registral usará para defender su derecho, las normas de derecho registral, de prioridad, legitimación y de normas como la del artículo 2022 del citado código. Por tanto, en virtud de dicho principio, quedará protegido el derecho del tercer adquiriente que confíe en el contenido del registro, no siéndole oponible cualquier prueba o declaración en contrario que se encuentre sustentada en la información registral, de lo cual se desprende que, aunque el acto del que emane su derecho sea declarado nulo, el tercero mantendrá su adquisición en compensación de buena fe. (CASACIÓN Nº 3047-2007-LIMA. SALA CIVIL PERMANENTE DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA, DIARIO OFICIAL EL PERUANO, 31.01.2008, P. 21489-21490. CONSIDERANDO DÉCIMO). La buena fe es base de la contratación, siendo también sustento de la institución registral; conociéndose a esta disposición que revela los efectos de la buena fe como el “principio de la fe publica registral”. Se debe señalar que quien contrata confiando en lo que resulta del Registro, contrató bajo la fe pública del Registro; y por tanto, ha de mantener su derecho adquirido así posteriormente se resuelva, rescinda o anule el de quien le otorgó dicho derecho, por causas que no aparecen del registro. (CASACIÓN Nº 151-2007-PUNO. SALA CIVIL PERMANENTE DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA, DIARIO OFICIAL EL PERUANO, 03.07.2007, P.19965. CONSIDERANDOS NOVENO AL DÉCIMO Y CASACIÓN Nº 4312-2006-PIURA. SALA CIVIL PERMANENTE DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA, DIARIO OFICIAL EL PERUANO, 29.02.2008, P. 21549-21560. CONSIDERANDOS CUARTO Y QUINTO). Compulsados el principio de rango (recogido en el artículo 2022º del Código Civil) frente a los principios registrales de buena fe y prioridad en el tiempo, se llega a la conclusión que en el presente caso, deben prevalecer estos últimos. (CASACIÓN Nº 4325-2006-AREQUIPA. SALA CIVIL PERMANENTE DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA, DIARIO OFICIAL EL PERUANO, 29.02.2008, P. 21550. SEXTO CONSIDERANDO). COMENTARIOS Y ANÁLISIS A LOS CRITERIOS JURISPRUDENCIALES ESBOZADOS: Son disímiles y vacilantes las posiciones conceptuales que adoptan las Salas de Casación en torno a la Fe Publica Registral, pero encontramos sí un común denominador que a la postre 87 es la línea jurisprudencial más aceptada por las Cortes de Casaciones. Sin duda esta primera y más importante línea jurisprudencial es la que señala cuáles son los requisitos para ser considerado Tercero Registral y en suma cómo debe interpretarse el artículo 2014º del Código Civil. En ese sentido, nos adherimos al criterio esbozado en las Casaciones Nº 3088-2006-LIMA (Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de la República, Diario Oficial El Peruano, 01.10.2008, p. 20454), Nº 3047-2007-LIMA. (Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de la República, Diario Oficial El Peruano, 31.01.2008, p. 21489-21490) y 12082006-PIURA. (Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de la República, Diario Oficial El Peruano, 02.07.2007, p.19782). Es importante aquí reseñar que tal línea ha sido compartida uniformemente por las tres Salas de Casación de nuestra Corte Suprema (Civil Permanente, Civil Transitoria y Constitucional y Social). Por cierto, con relación al Tercero Registral sorprende la definición esbozada en las sentencias analizadas, (particularmente en la CASACIÓN Nº 2199-06.LAMBAYEQUE, Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de la República, Diario Oficial El Peruano, 03.07.2007, p. 19979-19980) que no obstante ser redundante sí resulta bastante ilustrativa y, desde nuestro punto de vista, conceptualmente correcta. Sin embargo, llama la atención cómo es en determinados casos se pretende establecer aplicaciones distintas y prevalentes respecto de los Principios Registrales recogidos en el Código Civil. En efecto, es casi uniforme el criterio que señala que los Principios de Fe Pública Regis- 88 tral, Publicidad y Prioridad prevalecen respecto de los otros Principios como el de Rango (vid. CASACIÓN Nº 2770-2006 LIMA Y CASACIÓN Nº 4325-2006-AREQUIPA, siendo ello un criterio absolutamente errado pues aquellos Principios –es decir todos los contenidos en nuestra Codificación- no pugnan uno con otro, o mejor dicho, no prevalecen uno respecto del otro, sino que por el contrario, aquellos se interpretan y aplican de manera armónica pues aquellos integran el denominado bloque de la constitucionalidad es decir, están comprendidos en el conjunto de normas destinadas a la efectiva protección de los derechos. Precisamente por esta razón es que al ser integrante de un conjunto orgánico, no es posible priorizar un principio respecto de otro. Aún más, acorde con el pensamiento constitucional más moderno –recogido in toto por nuestro Tribunal Constitucional- toda aparente contradicción entre una norma o principio respecto de otro se optimiza bajo la interpretación sistemática y armónica y “desde” la Constitución. En nuestro caso, a lo sumo un determinado principio no será aplicable al caso discutido, pero de ninguna manera ello significa que prevalezca sobre aquel, el que no sea aplicable. Preocupa, de otro lado, la idea o concepción que se tiene de la Buena Fe, en materia registral. Ello porque encontramos posiciones encontradas en las que, de un lado, se proclama la “Buena Fe-Desconocimiento” (vid. CASACIÓN Nº 2126-06 CALLAO, CASACIÓN Nº 2199-06LAMBAYEQUE) mientras que de otro lado se exige “Buena Fe-Diligencia” (VID. CASACIÓN Nº 3088-2006-LIMA). En suma, la problemática se suscita en determinar si el artículo 2014º del Código Civil exige “Buena Fe Diligencia” o “Buena Fe-Desconocimiento”. Adelantamos que nuestro criterio es que debe optarse por la Bue- eficientes de protección de esa apariencia. Sin dejar de lado el importante rol que cumple la posesión respecto de la propiedad in En cuanto al aspecto temporal de la Bue- mueble, centrémonos en el Registro. Aún cuanna Fe encontramos una posición uniforme, pues do el derecho real tiene per se oponibilidad erga se sostiene que aquella debe observarse –rec- omnes, sino existe cognosibilidad (es decir la tius tenerse- tanto al momento de la celebración posibilidad de conocer el derecho real, el cual es del acto jurídico entre el titular del derecho inscri- el brindado por el registro como medio técnico, to y el accipiens como hasta al mismo momen- seguro y preciso de publicidad) tal oponibilidad to de la inscripción (vid. CASACIÓN Nº 1208- no sería plena. 2006-PIURA), criterio con el que discrepamos ya que la buena fe, per se, no es un principio Así, el Registro no es que otorgue oponibilidad sino una cláusula normativa general, por lo que al derecho real inscrito sino que lo dota de un no puede generalizarse que aquella comprende valor adicional; la publicidad. Amalgamadas la un momento temporal para todos los casos, sino oponibilidad y la publicidad, la protección de la será el Juzgador que, en cada caso en particu- apariencia (propiedad), será cualitativamente mas intensa que la propiedad sobre un bien que lar, determina si existió tal. no se encuentre inscrito. NUESTRA POSICIÓN SOBRE LA FE PÚBLI Cabe agregar además que el registro –en CA REGISTRAL: pensamiento contemporáneo y asimilado a un CONSIDERACIONES PRELIMINARES: sistema de transferencia de bienes determinado- busca maximizar la circulación de la riqueza, La posesión y el registro han sido, son y serán eliminar la transferencias non domino y la reduclos medios más idóneos para probar la propie- ción de los costes de transacción.1 dad, es decir, son signos de recognocibilidad de la existencia de ese derecho. Si se sostie- Atendiendo a ello es que se ha recogido legislane –como lo es- que la propiedad es solo una tivamente2 el principio de Fe Pública Registral apariencia la posesión y el registro son medios (vid. Artículo 2014º del Código Civil) que otorga na Fe Desconocimiento, conforme explicaremos más adelante. 1. Término empleado por Ronald Coase, uno de los fundadores de la Escuela del Análisis Económico del Derecho, que da la idea de que los costos de transacción son aquellas barreras o circunstancias que dificultan o impiden el intercambio de bienes en un contexto de mercado. 2. En realidad copiado en gran parte del artículo 34º de la Ley Hipotecaria Española (BOE nº 58, 27 de febrero de 1946; rectificación BOE nº 73, 14 de marzo de 1946) modificado sucesivamente por las Leyes: 7/1998 (BOE nº 89, 14-04-1998), 1/2000 (BOE nº 7, 8-01-2000), 24/2001 (BOE nº 313, de-12-2001),53/2002 (BOE nº 313, 31-12-2001), 7/2003 (BOE nº 79, 2-04-2003) , 22/2003 (BOE nº 164, 10-07-2003), 62/2003 (BOE nº 313, 31-12-2003), 24/2005 (BOE nº 277, 11-11-2005), 36/2006 (BOE nº 286, 30-112006), 41/2007 (BOE nº 294, 8-12-2007), y por ley orgánica 15/2003 (BOE nº 283, 26-11-2003) , cuyo texto vigente es el siguiente: “Artículo 34.El tercero que de buena fe adquiera a título oneroso algún derecho de persona que en el Registro aparezca con facultades para transmitirlo, será mantenido en su adquisición, una vez que haya inscrito su derecho, aunque después se anule o resuelva el del otorgante por virtud de causas que no consten en el mismo Registro. La buena fe del tercero se presume siempre mientras no se pruebe que conocía la inexactitud del Registro. Los adquirentes a título gratuito no gozarán de más protección registral que la que tuviere su causante o transferente.” 89 la protección anotada al tercero que de buena fe y a título oneroso adquiriere un inmueble de quien aparece como titular para enajenarlo, sin que conste en el Registro ninguna causa de invalidación del acto de su transferente, siendo que ese tercero mantendrá su adquisición luego de inscribir su derecho, aún cuando se anule, resuelva o rescinda el título de su transferente. aplicación del principio anotado son los siguientes: a) LA EXISTENCIA DE UN TERCERO (AÚN NO “REGISTRAL”) QUE ADQUIERA EL PREDIO VÁLIDAMENTE Y A TÍTULO ONEROSO: En principio, es obvio que ese tercero debe ser una persona distinta a los otorgantes del título predecesor inscrito. Además aquel acto adquisitivo Para conocer las razones que llevaron a nues- del tercero (aún no “registral”) debe ser válido, tros legisladores a incluir esta disposición y la es decir que aquel no contenga ninguna causa utilidad de ello, nos permitimos una licencia. En de ineficacia estructural, en la medida que el la Exposición de Motivos del Código Civil se in- ordenamiento le otorgará a esa tercero, luego dicó que: “(…) Son requisitos para “circunscri- de cumplido los demás requisitos, un derecho bir el acto de la fe pública registral”, (…) que “el de propiedad inatacable por causas originarias o tercero reúna las características de onerosidad, derivadas del acto inscrito anteriormente. buena fe, adquirir de quien figura legitimado en el Registro y verificar la inscripción en el mismo”. La onerosidad del acto adquisitivo también es Esta fe registral sólo opera respecto de los datos importante en la medida que el tercero (que preregistrales relativos a la existencia, contenido y tende ser “registral”) al celebrar el acto jurídico titularidad de los derechos reales inscritos. Cum- traslativo de dominio a su favor ha pagado una plidos los requisitos referidos de onerosidad, contraprestación por ello, lo que no sucede en buena fe, etc, agrega la ley, el tercero mantiene los actos jurídicos a título gratuito (en su formas su adquisición, aunque después se anule, res- puras para no ingresar a la discusión de los necinda o resuelva el del otorgante, siempre que gocios mixtos), en los que el tercero solo recibe esto se produzca en virtud de causas que no el bien sin cumplir una contraprestación, de tal consten en los Registros Públicos.” manera, que el primero -de no tener la protección de la fe pública- no sólo perdería el bien No es menester de este trabajo desarrollar que adquirió sino que además debe soportar el con amplitud el principio de fe pública regis- perjuicio sufrido por el desembolso económico tral. Empero si es necesario señalar –al me- generado por la adquisición. En cambio, el adnos- cuáles son los requisitos para que aquel quiriente a título gratuito únicamente soporta la principio opere, es decir, para que un adqui- pérdida del bien cedido a título de liberalidad, y riente tenga la calidad de “tercero registral”, nada más. ello, por supuesto, a partir del análisis de la norma acotado. Se justifica también la onerosidad como requisito de la fe pública registral, por cuanto –desde Sobre este particular, examinándose el pro- una perspectiva funcional-económica- el Regispio texto del artículo 2014º del Código Civil, tro tiene en su génesis el dotar de seguridad y se podrá advertir que los requisitos para la publicidad a los actos de comercio (de tráfico ju- 90 rídico) siendo excepcionales (pero no infrecuentes) los actos de liberalidad. Es decir, el Registro normalmente sirve para dar publicidad a las transferencias onerosas, pudiendo también tener acogida en el Registro los actos de liberalidad. Empero ello no significa que deban tener la misma protección. mente imposible. Si –conforme a la norma en comento- es bastante restringido alcanzar esa cualidad de tercero registral, sería poco razonable exigir al adquiriente que pretenda adquirir esa condición que, aparte de revisar el asiento de inscripción, los títulos que le dieran mérito a tales asientos, las partidas directamente vinculadas y todo lo que obre en el Registro Público, b) EL TRADENS DEBE APARECER CON FA- conozca otros aspectos tales como la existencia CULTADES PARA CELEBRAR EL ACTO TRAS- de conflictos en sede judicial o arbitral respecto LATIVO A FAVOR DEL TERCERO: Este elemen- de la titularidad del predio (lo cual resulta impoto objetivo, reposa en la confianza que otorga el sible por lo menos hasta hoy dado que el sisRegistro, de lo que se tiene que si el tercero (aún tema aún no permite la búsqueda por criterios no registral) pretende se le otorgue la protección en cuanto a las personas), el verdadero estado dada por el artículo 2014º del Código Civil, debe civil del transferente (El Registro Administrativo haber celebrado el acto traslativo con la perso- aún no está del todo actualizado), entre otras cirna que aparecía en el registro como titular del cunstancias. Si ello fuere así, nuestro sistema predio y de cuya inscripción emane además las registral ya no sería tan eficiente (porque dejaría facultades que tiene para celebrar tal acto. a merced de circunstancias extraregistrales la buena fé requerida para ser tercero registral) y c) LA BUENA FE DEL TERCERO (AÚN NO RE- además aumentaría ostensiblemente los costes GISTRAL): Este elemento subjetivo reposa en de transacción, impidiéndose así la circulación el desconocimiento del tercero respecto de la de la riqueza a través de la transferencia de bieinexactitud registral, es decir, que este último no nes. conozca verbigracia la calidad de non domino de su transferente. En suma se trata de una ”buena Por ello –en la hora actual- es preferible optar fe-desconocimiento”, aun cuando nuestra juris- por el criterio Buena Fe-Desconocimiento. prudencia –como hemos advertido- es vacilante sobre ello, porque en otros casos se ha señala- d) QUE NO CONSTE EN EL REGISTRO LAS do que lo que se requiere en realidad es “buena CAUSALES DE NULIDAD O INEFICACIA DEL fe-diligencia”. ACTO POR EL CUAL DEL ACTO TRASLATIVO ANTERIOR AL DEL TERCERO (AÚN NO REConsideramos que la posición que, en definitiva, GISTRAL): Este requisito exige no ya un eledebe adoptar nuestra Jurisprudencia, es la de la mento subjetivo en la persona del tercero sino Buena Fe-Desconocimiento, en la medida que un dato objetivo del Registro; que aquel no haya si el sistema registral -ya de por sí imperfecto- acogido la causa de la nulidad o de la ineficaordinariamente no refleja lo que se suscita en cia. la realidad (con relación al titular del derecho o respecto del mismo bien inscrito), pretender que No obstante que no es pacífica la opinión soel tercero conozca esa “realidad” es práctica- bre el alcance de la no-constancia en el Regis- 91 tro (pues algunos sostienen que la inscripción debe ser sustantiva y otros que aquella inscripción debe obedecer siempre al título que le dio origen), nosotros preferimos optar porque la no constancia del vicio del que adolece el acto del tradens no conste ni en el asiento registral ni en el título que le dio origen. De lo antes dicho se tiene que hasta el momento en que el tercero adquiere el predio no debe existir inscrito (o en el título que dio mérito a esa inscripción) la causa de nulidad o ineficacia del acto jurídico predecesor inscrito. 92 e) QUE EL TÍTULO DEL TERCERO (AÚN NO REGISTRAL) SE INSCRIBA: Es obvio que quien pretender tener la protección que otorga el artículo 2014º del Código Civil debe inscribir su adquisición Cumplidos copulativamente los requisitos antes indicados, el adquiriente tendrá recién la calidad de TERCERO REGISTRAL gozando de la protección que otorga la Fe Pública Registral. Esta –consideramos- es la correcta interpretación que debe tenerse respecto del artículo 2014º del Código Civil. EL DERECHO PENAL DE AUTOR Y LA SOBRECRIMINALIZACIÓN CONTEMPORANEA Marco Antonio Iyo Valdivia Segundo Juzgado Penal Unipersonal de Sullana Es de recibo en la realidad jurídico penal moderna, el postulado que establece como parámetro de punibilidad en materia criminal el Derecho Penal de Acto, vale decir que se aplicará en términos generales, una pena, a una persona, por lo que delictivamente ha hecho y no por lo que es como ser humano o por su forma de vivenciar su existencia. Ello implica que las penas, cuando en ellas se aplica el principio de proporcionalidad, tienen como límite el calibre de los hechos acaecidos y lógicamente demostrados dentro de un proceso con todas las garantías establecidas constitucionalmente, pues son tiempos de un estado social y democrático de derecho. Si alguien es autor de un homicidio doloso, quizás recibirá una penalidad mayor de aquel a quien se le atribuye la comisión de un hurto, debido a que el acto volitivo de quitar la vida a un ser humano, es desvalorado en forma mas intensa que la sustracción de un bien mueble de la esfera de dominio de su propietario, la intensidad de la sanción punitiva estriba entonces en el desvalor del acto delincuencial y también en una mayor o menor lesividad del bien jurídico protegido. Atrás quedaron entonces las concepciones moralistas que penalizaban acontecimientos nimios y de escasa lesividad, pero que al ser practicadas por determinado sujeto se hacían plausibles de ser calificados como injustos y por tanto merecedores de pena, como ejemplo palmario de ello podemos citar la ya tan cuestionada y derogada ley de vagancia, que de manera infame castigaba un modo de conducirse socialmente, sin que haya de por medio lesividad concreta a determinado bien jurídico. Ello no quiere decir que en ciertas categorías delictuales se tome como parámetro de punibilidad, una determinada circunstancia personal para merecer o agravar penas, por ejemplo en el parricidio, la condición filial del autor es parte objetiva del acto y por tanto amerita una sanción más rigurosa, pero en el estricto plano teórico positivo, la agravación viene dada por la norma y en puridad, no debería tomarse en consideración si el agente era un afamado ladrón o un estafador consumado, el tipo penal encardina solo la condición filial como agravante, sin hurgar en el modo de vida que lleva el asesino. Sin embargo es por todos conocido que la política criminal de un estado, que es quien tiene el monopolio del ius punendi, no es homogénea en el tiempo y que cada gobierno utiliza al derecho penal, según la ideología que inspire al mismo, ejemplo de ello es la grave distorsión del aparato punitivo que el legislador del decenio de los noventa enarboló como medida de protección ante flagelos tan 93 descarnados como el terrorismo y el narcotráfico, emitiendo paquetes legislativos efectistas que luego fueron declarados inconstitucionales por atentar gravemente contra los derechos humanos y contra las convenciones internacionales sancionadas por nuestra patria. Siendo que a partir del presente siglo, es cuando se modula racionalmente la facultad punitiva del estado y se sinceran los mecanismos de represión penal, no obstante ello, ya el legislador del decenio de los ochenta, que fue quien elaboró el código penal que hoy rige, había tomado partido por el derecho penal de acto desterrando el vetusto derecho penal de autor, sin embargo en sus ya casi veinte años de vigencia, el código ha sido modificado parcialmente y también se han expedido leyes especiales que vislumbran un claro retroceso al derecho penal de autor, ello tiene su explicación en parcelas políticas, un gobierno es codicioso siempre del aprecio y la consideración popular, mucho mas cuando las encuestas de aprobación popular se emiten con periodicidad casi diaria, por ello todo gobierno acoge el clamor de la ciudadanía frente a algunas circunstancias que ponen en peligro a la misma y muchas veces se adelantan las barreras punitivas para tomar como elemento configurador de una pena no al hecho debidamente tipificado si no que se hecha mano al modo de vida o el estilo vivencial de cada ser humano un claro ejemplo de ello lo tenemos en las reformas introducidas en el código penal, tomando como elemento punitivo a figuras nominadas como reincidencia y habitualidad. Así de lege lata la ley 28726 del año 2006 al establecer o retrotraer estas figuras penológicas, estableció el artículo 46-b que dice en su parte nuclear que “El que después de haber cumplido en todo o en parte una condena privativa de libertad, incurre en nuevo delito doloso tendrá condición de reincidente”… alegan- 94 do que dicha calidad es circunstancia agravante y que el juez podrá aumentar la pena hasta en un tercio por encima del máximo legal fijado para el tipo penal, y hace pocos meses vía ley 29570 del 25 de Agosto del 2010 extiende la reincidencia a las faltas y faculta al juez a aumentar la pena hasta en una mitad por encima del máximo legal fijado para el tipo penal con el que se consuma la figura en comento y mas aun en ciertos delitos graves como en el tipificado en el artículo 189, entendemos modalidad agravada, vale decir robo agravado, la reincidencia llega a fronteras inusitadas pues se puede aumentar la pena en no menos de dos tercios por encima del máximo legal fijado en el tipo penal hasta cadena perpetua, y elimina los beneficios penitenciarios de semilibertad y liberación condicional incluso a figuras delictivas como las lesiones graves Y en el caso de la habitualidad que implica haber cometido tres hechos punibles en un lapso de cinco años según el artículo 46-c la agravación es también de un calibre inusitado. No podemos negar que estas reformas han sido aplaudidas por la población e incluso hay insignes penalistas que las avalan académicamente, sin embargo desde esta modesta sede queremos dejar sentado nuestros reparos a dichas manifestaciones legislativas producto de la exacerbación del afán retributivo que la ciudadanía busca en las penas, desconociendo y acaso camuflando por algunos juristas el hecho de que hay un principio informador base de nuestra codificación penal cual es que la pena no puede sobrepasar la responsabilidad por el hecho. Principio que para no dejar en orfandad sistemática a las figuras mencionadas fue modificado también de lege lata por el mismo dispositivo que introdujo las figuras en comento, adicionándose a su texto que dicho principio, que no es otro que el de proporcionalidad, no rige en caso de reincidencia o habituali- dad, concluyendo como consecuencia lógica que las penas impuestas al reincidente y al habitual son desproporcionadas. Muy consecuente con una política criminal efectista y de referente popular, un individuo que delinque y luego al egresar del establecimiento penitenciario por cumplimiento de condena, vuelve ha hacerlo, no solo tendrá que cargar con su responsabilidad por el hecho doloso que comete, si no que tendrá en sus espaldas un pasivo originado por hechos punibles por los cuales en el mejor de los casos, ya pago su deuda con la sociedad, sancionándose con ello doblemente a un individuo, en clara afectación al consagrado derecho penal de acto, sustituido en estas dos agravantes por el derecho penal de autor, en base a airados reclamos ciudadanos que ven en la faz retributiva de la pena, el remedio de todos los eventos delictivos que, en buena cuenta emergen del propio seno social, descuidando o mejor dicho desoyendo la función de la pena, que modernamente es preventiva, protectora y resocializadora, siendo que con las figuras glosadas hay una sobre criminalización enmascarada en una falsa función preventiva negativa de la pena, dejando de lado, cual modesta cenicienta a la función de resocialización a la que la pena se debe, mas aun cuando en el caso de la reincidencia y habitualidad y por imperativo del inciso dos del artículo 57 código sustantivo, al reincidente o habitual no se le puede otorgar pena suspendida, por lo que cometido cualquier injus- to por mas que de bagatela se trate, un reincidente o habitual tendrá que purgar presidio, sea o no que la dañosidad sea mínima, por tanto es tarea de los magistrados de lege ferenda la modulación del rigor punitivo de la sobre criminalización vía derecho penal de autor. Todo lo anteriormente expuesto dio pie a que el 22 de Octubre del 2010 se emitió una ley que dejó sin efecto la imposibilidad de acceder a beneficios penitenciarios en caso de lesiones graves artículo 121 y exposición de personas a peligro seguida lesiones graves o muerte artículo 129 del código penal, ello evidencia rectificaciones favorables de lege lata que se condicen con lo modestamente expuesto en vía de comentario sobre la sobrecriminalización en casos de reincidencia y habitualidad. No obstante lo dicho, si bien somos críticos del derecho penal de autor que se cimenta en la peligrosidad del agente, consideramos atinado echar mano a este cuando se trata de un injusto cometido por un sujeto con distorsiones en su capacidad de motivación normativa VG. un demente o un oligofrénico, sujetos que además de tener como eje de sanción su peligrosidad delictual, son modernamente tratados en un proceso especial que nuestra actual codificación procesal penal recoge que es el llamado proceso de seguridad,.el mismo que tiene como parámetro la persona del autor como sujeto peligroso en concordancia con los fines preventivo especiales de la pena, en este caso del todo justificados. 95 LA PRUEBA DE OFICIO Y SU IMPLICANCIA CON EL PRINCIPIO DE IMPARCIALIDAD DEL JUEZ Mg. María del Socorro Nizama Márquez Juez Penal Unipersonal de Piura El diario ejercicio de mi labor como juez de juzgamiento en el Nuevo código procesal penal me ha llevado a realizar el presente artículo que esta basado en el Principio de Imparcialidad del Juez que postula el Nuevo Código Procesal Penal Decreto Legislativo 957 y la Prueba de oficio dentro del proceso, regulada en su Art. 385. 2, análisis que empezará con el estudio de lo que es la prueba, para llegar a determinar la excepcionalidad en torno a la carga probatoria, y que el juez de oficio pueda disponer la actuación de nuevos medios probatorios cuando así resulten indispensables para esclarecer la verdad. El sistema acusatorio tiene como característica fundamental en que se desarrolla a modo de una discusión entre dos partes frente a un juez que decide. Sus principales notas son: que el poder de decidir corresponde a un organismo estatal; el magistrado, mientras que la facultad de iniciativa o de acusación corresponde a la persona ofendida o a sus parientes, pero con el tiempo pasó a los demás ciudadanos. Así, su característica primaria es la acusación, sin la cual no hay proceso posible debido a que su iniciación depende de instancia de parte, ya sea se trate de un delito público o de naturaleza privada. Así, en éste sistema – acusatorio - el juez no busca ni toma la prueba: se limita a valorarla. Las pruebas de cargo son aportadas por el actor público. Así, el juez no tiene libertad de acción ni de selección de pruebas, sino que debe limitarse a examinar las pruebas presentadas por las partes.1 El proceso se desarrolla según los principios de la contradicción, de la oralidad y de la publicidad del debate, el acusador y el reo comparecen como dos contendores: el uno afirma, mientras el otro niega. La contradicción incluye la averiguación en secreto, porque desde el principio el acusado puede contradecir; la defensa es amplia, así como la facultad de presentar pruebas. El nuevo proceso se ubica dentro del sistema de corte acusatorio o predominantemente acusatorio y con las características propias del proceso moderno: a) La separación de funciones de investigar y de juzgar a cargo del Fiscal y del Juez, otorgándose al Ministerio Público la tarea de persecución penal de los delitos públicos; b) el predominio de los principios de oralidad y de contradicción en cada una de las audiencias que prevé la ley; y c) el fortalecimiento de las garan- 1. CATACORA GONZALES, M. (1996). Manual de derecho procesal penal.op. cit., p. 52 96 tías procesales a favor del imputado y agraviado en paridad de condiciones y posibilidades de intervención. Naturalmente el nuevo modelo procesal requiere además de un cambio radical no solo en la estructura organizacional de las instituciones involucradas en el nuevo proceso sino también de un cambio en la actuación funcional de los sujetos procesales y de los órganos de apoyo.2 El juez en este caso se sitúa como un tercero imparcial, no interviene en la dinámica de la prueba, es decir, no interactúa en el proceso de investigación., solo interviene como garante de la legalidad y como encargado de imponer las medidas de coerción o medidas limitativas de derecho que sean necesarias para asegurar los fines del procedimiento. cionales del procesado u obtenida por medios ilícitos.3 II La prueba en el proceso penal En criterio de ROXIN, probar significa convencer al juez sobre la certeza de la existencia de un hecho5. La prueba penal puede caracterizarse por la utilización de las novedades técnicas y científicas para el descubrimiento y valoración de los datos probatorios y la consolidación de las reglas de la sana crítica racional en la apreciación de los resultados. La prueba es toda razón o argumento para demostrar la verdad o la falsedad en cualquier hecho que se proponga, por lo que los procedimientos que se utilicen para analizarla, deberán ser valorados con objetividad para la motivación de la sentencia, siendo la valoración, el único medio para descubrir la verdad y, a la vez, la mayor garantía contra la arbitrariedad de las decisiones judiciales, porque el Juez no puede condenar a ninguna persona si no ha tenido a la vista las pruebas que indiquen que esta persona es responsable del ilícito que se le acusa, siempre y cuando hayan sido válidamente incorporadas al proceso, a su vez tampoco puede valorarse una prueba que haya sido viciada o presentada al debate, habiéndose violado garantías constitu- Conforme lo señala ROSAS YATACO, la prueba consiste en la actividad de los sujetos procesales dirigida a la formación de la convicción del juzgador sobre la existencia o no existencia de los hechos imputados. Citando a CAFFERATA NORES, explica que, en sentido amplio, prueba es lo que confirma o desvirtúa una hipótesis o afirmación precedente, y que esta noción lata llevada al proceso penal, permite conceptuar a la prueba como todo lo que puede servir para el descubrimiento de la verdad acerca de los hechos que son investigados respecto de los cuales se pretende aplicar la ley sustantiva4. III Una excepción al Sistema acusatorio: La prueba de oficio – Art. 385.2 del Código procesal penal. La actividad probatoria es el conjunto de actos procesales que despliegan los sujetos procesales destinados a la producción, recepción y valoración de los elementos de prueba. La actividad probatoria en el procedimiento penal tiene como 2. SANCHEZ VALVERDE, P. (2009). El Nuevo Proceso Penal. Lima: Idemsa, p. 27 3. Vid. http://www.monografias.com/trabajos82/prueba-nuevo-codigo-procesal-penal-peru/prueba-nuevo-codigo-procesal-penalperu.shtml 4. ROSAS YATACO, J. (2005). Derecho Procesal Penal. Lima: Jurista, p. 711 5. ROXIN. Claus (2000). Derecho procesal penal. Buenos Aires: Editores del Puerto. SRL, p. 185 97 finalidad específica indagar y verificar las afirmaciones constitutivas de la impugnación sobre el thema probandum (sobre el objeto de prueba en el caso singular). El fin de la actividad probatoria es la reconstrucción del hecho imputado, mediante ella se concreta legítimamente el principio de necesidad de la prueba. Igualmente sólo mediante la actividad probatoria se puede alcanzar la convicción (certeza) aplicando la función de verificación sobre la imputación.6 conocido en el artículo 139 inciso 3 de la Constitución, dentro de la cual se reconoce el derecho a un Juez independiente e imparcial. El Tribunal Constitucional, ha dicho que “El derecho a ser juzgado por un Juez imparcial constituye un elemento del debido proceso reconocido expresamente en el articulo 8 inciso 1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, así como el articulo 14, inciso 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos…”7 . La imparcialidad es definida como la “ausencia El Art. 385.2 del Código Procesal Penal regula de perjuicios a favor o en contra de una de las la denominada prueba de oficio la cual dentro partes o en relación con la materia sobre la cual de la actuación probatoria se ubica en la fase de deberá decidir”8 o como “ausencia de prejuicio o recepción de la prueba; y está dirigida a que el parcialidades”. elemento prueba ingrese en el proceso. La recepción ocurre cuando se lleva a cabo el medio Ahora, conforme al Art. 385°.2 el juez penal exde prueba, de esta manera el dato probatorio cepcionalmente, una vez culminada la recepque resulte de la realización del medio de prue- ción de las pruebas, podrá disponer de oficio o a ba es conocido e incorporado al proceso. pedido de parte la actuación de nuevos medios Esta última facultad otorgada al Juez del Juicio, probatorios útiles para esclarecer la “verdad”, es contraria a un sistema acusatorio, que prohí- sin embargo está dispuesto expresamente que be las facultades probatorias autónomas y que el juez cuidará de no reemplazar por este medio tiene como una de sus características básicas, la la actuación propia de las partes. separación de los actos de investigación y actos Ante esto, el hecho de que el Art. 385.2 constide juzgamiento, que se erige con la finalidad de tuya esta excepcionalidad en la actividad probaevitar que sea el juzgador quien predisponga el toria ajena al sistema acusatorio, las medidas rumbo del proceso y como tal anticipe su convic- de mejor proveer significa necesariamente que ción, lesionando gravemente su imparcialidad. el juez tiene dudas, y entonces ¿para qué reLa facultad oficiosa del Juez de Juicio, está di- quiere más pruebas? Debemos advertir que si rectamente relacionado con la garantía de impar- el juez no resuelve con las pruebas aportadas cialidad del juzgador, garantía que si bien no se de oficio o adquiere certeza negativa; respecto encuentra de manera expresa en nuestra Cons- al imputado esto poco le va importar, desde la titución, se deduce implícitamente del derecho perspectiva de que jurídicamente tanto vale una fundamental a la tutela jurisdiccional efectiva, re- absolución por la duda como una absolución por 6. Vid. MIXAN MASS. Florencio (1990). La prueba en el procedimiento penal. Lima: Ediciones Jurídicas, p. 143; CUBAS VILLANUEVA. Víctor (2009). El nuevo proceso penal. Teoría y práctica de su implementación. Lima: Ed. Palestra, p. 271 7. STC Nª04675-2007-PHC/TC del 6 de enero del 2009. 8. MAIER, Julio(1997). Derecho Procesal Penal. Tomo I. Buenos Aires: Editores del Puerto. p.739. 98 certeza negativa. es un componente importante de la función jurisdiccional, y también es una garantía para Por el contrario, si con las pruebas incorporadas el justiciable. El artículo 8.1 de la Convención oficiosamente el juez supera su duda y logra Americana sobre Derechos Humanos dispone certeza positiva, y en base a ellas condena; di- lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a ser cha sentencia condenatoria no se deberá a la oída, con las debidas garantías y dentro de un incorporación de las pruebas por parte de las plazo razonable, por un juez o tribunal compepartes procesales o al Ministerio público sino a tente, independiente e imparcial, establecido las pruebas que él incorporó. con anterioridad por la ley, en la sustanciación Así desde este perspectiva MONTERO AROCA de cualquier acusación penal formulada contra considera que partiendo de que el objeto del ella, o para la determinación de sus derechos y proceso penal ha de ser determinado por los obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de acusadores, lo concreto es que son éstos los cualquier otro carácter”. que deben fijar los hechos de que se acusa a una persona determinada, de modo que el órga- Frente a ésta opinión, la imparcialidad exigida al no judicial que ha de dictar sentencia no puede órgano jurisdiccional puede verse mellada con convertirse en investigador, en el sentido de que la facultad que el legislador del Código procesal no podrá salir a buscar hechos distintos de los penal ha otorgado al Juez en materia probatoria que son objeto de la acusación, pues ello com- de disponer la actuación oficiosa de la prueba, portaría su conversión en acusador.9 esta facultad cuestionada y motivo de arduas discusiones no ha encontrando un punto conEl contenido normativo del último párrafo del in- vergente entre las distintas posiciones en este ciso 2 del Art. 385 del Código Procesal Penal: “El campo. Juez cuidará de no reemplazar por este medio la actuación propia de las partes», no es nece- Por tanto, desde mi punto de vista para evitar sario, ya que al disponer pruebas de oficio, el un menoscabo a la imparcialidad que debe reJuez destina esta actividad beneficiosa a una gir toda actividad jurisdiccional se deberá excluir parte en particular. No se va a favorecer al im- a los jueces de proporcionar por sí las pruebas putado que ya está amparado por el estado de que les otorguen conocimientos sobre los heinocencia, sino que va a suplir la deficiente labor chos de la acusación, sobre la que luego debedel Ministerio Público que es quien tiene la carga rán decidir. Porque en las causas penales, los de la prueba. jueces jamás podrán convertirse en acusadores, su actividad debe limitarse a decidir sobre las En el Art. I del Título Preliminar del nuevo Códi- cuestiones planteadas por el Fiscal y las partes. go Procesal Penal se consagra el principio de la Justicia Penal imparcial, lo cual implica un Juez, En conclusión las pruebas de oficio en materia un verdadero tercero, que no esté involucrado penal genera conflicto con el principio de imparen el conflicto Inter subjetivo. La imparcialidad cialidad, ya que de conforme a los principios de 9. MONTERO AROCA, Jua 99 presunción de inocencia y adversarial que priman en el proceso penal en concordancia con un sistema acusatorio, imponen la obligación del Juez de absolver cuando surja duda razonable 100 sobre la responsabilidad penal del imputado o insuficiencia probatoria, y no estar obligado a realizar una actividad probatoria para lograr una condena. LA PRUEBA EN EL PROCESO PENAL Mag. José María Gómez Tavares Juez Superior Segunda Sala Penal Liquidadora Si bien doctrinariamente no hay una definición uniforme de prueba, confundiéndose a veces con el concepto de actividad probatoria; autores nacionales como Percy Chocano Núñez considera que “prueba es toda existencia objetiva que lleva al conocimiento de un hecho”. Sin entrar a definir que se entiende por hecho ni cuantas clases de hecho existen, porque resulta un tema académico, consideraré el objeto de la prueba y los principios de la prueba. Uno de los principales obstáculos que se enfrentan las partes en un proceso penal, incluso que entorpecen su desarrollo es el desconocimiento del objeto de la prueba y los principios concernientes al objeto de la prueba. La doctrina uniforme ha establecido que el objeto principal de la prueba en el proceso penal, es el delito como hecho existente en el tiempo y lugar conocido como Thema Probandum y está sujeto a principios como: El principio de libertad que implica que cualquier cosa o hecho puede ser sometido a prueba con limitaciones de su propia naturaleza como el respecto a los derechos humanos. Principio de pertinencia que implica que la prueba para que sea pertinente debe tener vinculación al tema y a sus circunstancias que lo rodean; principios de utilidad y conducencia, debe contribuir al conocimiento del hecho en consecuencia la prueba resulta inútil si el hecho ya está probado, es un hecho natural o evidente; siendo conducente cuando contribuye a descubrir la verdad sobre lo investigado; Principio de idoneidad, debe reunir las condiciones y formalidad idóneas que no afecten derechos humanos; Principio de necesidad, cuando resulte imprescindible para acreditar el hecho sometido a prueba. Ejemplo: No podría juzgarse al imputado sin haberse probado la existencia del cadáver de la presunta víctima, y Principio de relevancia, una aprueba es relevante cuando contribuye a descubrir la verdad del thema probandum; en el mismo ejemplo será la información de la ubicación del cadáver, o del accionar del presunto agraviado después de su presunta muerte, lo que probaría que la víctima vive. Conforme puede verse, el conocimiento del objeto que se pretende probar al ofrecer una prueba en un proceso penal es tan importante como conocer cuales son los principios que debemos tener presente para no divagar separándonos o alejándonos del propósito que buscamos, y como consecuencia fracasar en el fin 101 propuesto, culpando al Juzgador de corrupto, imparcial o desinformado. Tampoco se debe hacer una imputación ni mucho menos una acusación que no pueda probarse porque si bien en el sistema procesal mixto inquisitivo puede haber dado origen a un proceso, éste no tendrá éxito, y se convertirá en una carga proce- 102 sal innecesaria; en Piura al entrar en vigencia el Código procesal Penal, no hay lugar para la improvisación, pero debemos estar atentos, cualesquiera sea el papel que nos toque desempeñar para evitar el nacimiento de malas prácticas que convierte al proceso Penal ineficaz. MEDIDAS COERCITIVAS DE CARÁCTER PERSONAL EN EL NUEVO CODIGO PROCESAL PENAL FRANCISCO MANUEL FERNANDEZ REFORME JUEZ DEL SEGUNDO JUZGADO DE INVESTIGACION PREPARATORIA DE PIURA El nuevo Código Procesal Penal – decreto legislativo 957 se encuentra vigente en el distrito judicial de Piura, desde el 1° de abril de año 2009. Este cuerpo normativo procesal en el Libro Segundo sección Tercera regula lo concerniente a las medidas de coerción procesal cuales son: la detención preliminar judicial, la prisión preventiva, la incomunicación, la comparecencia, la internación preventiva, el impedimento de salida, la suspensión preventiva de derechos, el embargo, además de otras medidas reales. La medida de coerción procesal más gravosa es sin duda alguna la prisión preventiva, ello por cuanto priva a un persona de su libertad locomotora. Dicha medida de coerción procesal constituye una medida cautelar de carácter provisional, cuya finalidad, acorde con su naturaleza, es la de garantizar el proceso en sus fines característicos y el cumplimiento de la futura y eventual pena que pudiera imponerse. Desde la puesta en vigencia del nuevo Código Procesal hasta a la actualidad se han realizado un sin número de audiencias públicas de prisión preventiva, las cuales fueron requeridas en su momento por el representante del Ministerio Público a los distintos juzgados de investigación preparatoria existentes en nuestro distrito judicial de Piura, todas y cada una de ellas con distintas particularidades en atención a la complejidad del caso en concreto. La adopción de las medidas de coerción personal del nuevo Código Procesal Penal y en especial de la prisión preventiva, se somete a dos presupuestos fundamentales: El FUMUS BONI IURIS; que se refiere a la verisimilitud de haberse cometido un delito mediante indicios manifestados objetivamente y el PERICULUM IN MORA que se refiere al peligro que se puede producir con el paso ineludible del tiempo. El Articulo 2 inciso 24 parágrafo “b” de la Constitución Política del Estado señala que no se permite ningún tipo de restricción de la libertad personal, salvo en los casos previstos en la ley; por lo tanto la ley fundamental reconoce la libertad personal como un derecho fundamental, pero al mismo tiempo consagra su carácter relativo, a legitimizar su afectación por causales previstas en el marco estricto de la legalidad, una de estas restricciones es la prisión preventiva, que es esencialmente una medida cautelar de naturaleza personal, pues, recae directamente sobre la libertad del sujeto pasivo de la relación jurídico-procesal, cuya incidencia jurídica pretende garantizar la condena del presunto culpable. La libertad es un bien jurídico que permite la autorrealización del individuo y que posibilita su 103 intervención en concretas actividades socioeconómicas. La libertad en el antiguo régimen inquisitivo era un bien jurídico devaluado, su aceptación era la regla y su confirmación la excepción y era utilizada como medida cautelar destinada a asegurar los efectos positivos de la condena así como para propiciar suplicios y dolores al detenido. En el modelo procesal mixto la libertad individual únicamente se limitaba a razones de necesidad y urgencia, la justicia penal debía realizarse en presencia del imputado, de acuerdo con una actividad probatoria y de acuerdo a las reglas del contradictorio y el derecho de defensa. La condena es la culminación del procedimiento, la eficacia de la investigación depende del desarrollo probatorio que se pueda alcanzar mediante la intervención de los sujetos procesales; y es fundamental la presencia del imputado, puesto que lejos de considerarlo un objeto de prueba, su participación es necesaria para la actuación de ciertos medios probatorios. La ausencia del imputado en algunas diligencias puede provocar la ineficacia probatoria, en consecuencia hay excepciones en las que se hace necesaria la intervención estatal para que durante el procedimiento se asegure la actuación de ciertas pruebas que faciliten el esclarecimiento de su objeto. La prisión preventiva es una medida de coerción procesal valida, cuya legitimidad esta condicionada a la concurrencia de ciertos presupuestos (formales y materiales), que debe tomar en cuenta el Juzgador al momento de decidir la medida, que se encuentran taxativamente previstos en las normas que modulan su aplicación. Ella sirve a tres objetivos claramente definidos: 1.Pretende asegurar la presencia del imputado en el procedimiento penal; 2.- Pretende garantizar una investigación de los hechos, en debida forma, por los órganos de persecución penal; 3.- 104 Pretende asegurar la ejecución penal. Las características esenciales de la prisión preventiva son su provisionalidad preventiva, instrumentalidad y su carácter cautelar, sometida su aplicación al principio de jurisdiccionalidad, y proporcionalidad. Como antecedentes a la prisión preventiva regulada en el artículo 268° del Código Procesal Penal – decreto legislativo 957, el artículo. 79° del Código de Procedimientos Penales de 1940, se refería al mandato de detención y comparecencia. Este artículo fue derogado tácitamente por el Art.2 del D. Legislativo 638 del 27 de Abril de 1991, que daba lugar a la entrada en vigencia el artículo135 del Código Procesal Penal de 1991. El artículo 135° del Código Procesal de 1991 textualmente establecía: “El Juez puede dictar mandato de detención si atendiendo a los primeros recaudos acompañados por el Fiscal Provincial sea posible determinar: 1. Que existen suficientes elementos probatorios de la comisión de un delito que vincule al imputado como autor o partícipe del mismo. No constituye elemento probatorio suficiente la condición de miembro de directorio, gerente, socio, accionista, directivo o asociado cuando el delito imputado se haya cometido en el ejercicio de una actividad realizada por una persona jurídica de derecho privado. 2. Que la sanción a imponerse o la suma de ellas sea superior a un año de pena privativa de libertad o que existan elementos probatorios sobre la habitualidad del agente al delito. 3. Que existen suficientes elementos probatorios para concluir que el imputado intenta eludir la acción de la justicia o perturbar la acción probatoria. No constituye criterio suficiente para establecer la intención de eludir a la jus- ticia, la pena prevista en la Ley para el delito la misma, y sea del caso advertir que podrá utilique se le imputa. zar los medios que ella le brinde para facilitar su fuga o la de otros imputados o para obstaculizar En todo caso, el juez penal podrá revocar de la averiguación de la verdad” . oficio el mandato de detención previamente ordenado cuando nuevos actos de investigación El artículo en comento, exige la presencia de pongan en cuestión la suficiencia de las pruebas “fundados y graves elementos de convicción que dieron lugar a la medida.” para estimar razonablemente la comisión de un delito que vincule al imputado como autor o par Ya con la vigencia del Nuevo Código Pro- ticipe del mismo; introduciendo en los artículos cesal Penal, el artículo 268°, regula lo concer- 269° y 270°, los requisitos legales para determiniente a la medida coercitiva de prisión preventi- nar claramente en cada caso la existencia del va en los siguientes términos: peligro procesal de fuga o de perturbación de la actividad probatoria. 1. El Juez, a solicitud del Ministerio Público, podrá dictar mandato de prisión preventiva, si En relación al primer presupuesto establecido atendiendo a los primeros recaudos sea posible por el artículo 268° del Código Procesal Penal, determinar la concurrencia de los siguientes pre- es el presupuesto del FUMUS BONI IURIS, que supuestos: se refiere a que los primeros actos de investigación que se realizan ni bien conocida la noticia a) Que existen fundados y graves elementos criminal deben revelar una sospecha vehemente de convicción para estimar razonablemente la de criminalidad, que deben advertir indicios razocomisión de un delito que vincule al imputado nables de la comisión de un delito, que puedan como autor o partícipe del mismo. ser confrontadas de forma objetiva, no bastan b) Que la sanción a imponerse sea superior a entonces las meras conjeturas o presunciones cuatro años de pena privativa de libertad; y sin fundamento. c) Que el imputado, en razón a sus antecedentes y otras circunstancias del caso particular, La apreciación de los indicios razonables de cripermita colegir razonablemente que tratará de minalidad en la fase de investigación significa la eludir la acción de la justicia (peligro de fuga) u existencia de motivos razonables que permitan obstaculizar la averiguación de la verdad (peli- afirmar la posible comisión de un delito por el gro de obstaculización). eventual destinatario de la medida, que supongan una relación directa con el imputado. 2. También será presupuesto material para dic- Se trata pues, como ha establecido la doctrina, tar mandato de prisión preventiva, sin perjuicio de una suficiencia indiciaria, pues en ésta etapa de la concurrencia de los presupuestos estable- no se puede hablar de medios de prueba, que cidos en los literales a) y b) del numeral anterior, esta referida a los elementos razonables sobre la existencia de razonables elementos de con- la vinculación como autor o participe del delito. vicción acerca de la pertenencia del imputado a En cuanto al segundo presupuesto legal del aruna organización delictiva o su reintegración a tículo 268° del Código Adjetivo, que la sanción a 105 imponerse sea superior a cuatro años de pena privativa de libertad, erróneamente se tiene la idea de que esta referido a la pena fijada por ley para el delito incriminado, definitivamente esto no es así, no basta que la pena conminada en el delito incriminado sea mayor superior a los cuatro años, tal presupuesto legal se refiere a la pena probable que el juzgador impondrá en una eventual sentencia condenatoria, que supone una prognosis de la pena, lo que implica un acercamiento, un calculo a esa determinación conforme a los actuados existentes en la oportunidad y las circunstancias concomitantes a la realización del hecho punible. Finalmente, en cuanto al peligro procesal, que el imputado, en razón a sus antecedentes y otras circunstancias del caso particular, permita colegir razonablemente que tratará de eludir la acción de la justicia (peligro de fuga) u obstaculizar la averiguación de la verdad (peligro de obstaculización). Este presupuesto hace alusión al PERICULUM IN MORA, es decir cuando existen indicios o evidencias razonables, de que el imputado no esta dispuesto a someterse voluntariamente a la persecución penal estatal, y se advierten ciertas particularidades y características personales del imputado (reincidencia, líder, cabecilla de una banda, por ejemplo), la flagrancia, las altas posibilidades de fuga, la gravedad del delito, entre otros. El Peligro procesal, presenta dos supuestos: La intención del imputado a sustraerse de la acción de la justicia; y la intención de perturbar la actividad probatoria. Potencialidad razonable de fuga o perturbación de la actividad probatoria. Peligro de fuga: Del análisis de las circunstancias del caso particular existe el peligro de que el imputado no se someta al procedimiento pe- 106 nal ni a la ejecución, presumiéndose también de que el sujeto activo se pondrá en una situación de incapacidad procesal. Para calificar el peligro de fuga el Juez tendrá en cuenta el arraigo en el país del imputado, determinado por el domicilio, residencia habitual, asiento de la familia y de sus negocios o trabajo o las facilidades para abandonar definitivamente el país o permanecer oculto, vínculos de carácter familiar, amical y de negocios, grado de influencia que pueda ejercer en determinados ámbitos socio-políticos, situación económica, lazos familiares en el exterior, de ser el caso su doble nacionalidad, etc. Predecir la gravedad de la pena a inicios del proceso es algo muy subjetivo, puesto que las circunstancias valorativas que rodearon el proceso pueden variar en las etapas posteriores al realizarse la actividad probatoria, salvo que el procesado haya sido intervenido en flagrancia y se cuente con los elementos de juico suficientes para formar un juicio de esta naturaleza en la etapa preliminar del procedimiento. Por lo que los primeros elementos que se recojan para adoptar la prisión preventiva, no son de ningún modo definitivos ni concluyentes, como para estimar cerradamente una sanción determinada. Peligro de Entorpecimiento: (Peligro de Obstaculización) El comportamiento del imputado funde la sospecha vehemente de que él destruirá, modificará ocultará, suprimirá o falseará medios de prueba. Influirá de manera desleal con co-inculpados, testigos o peritos (por tanto, no es suficiente que el imputado le pida que no declare a un testigo autorizado a abstenerse de declara testimonialmente). Inducirá a otros a realizar tales comportamientos y si, por ello, existe el peligro de que él dificultara la investigación de la verdad. El comportamiento del imputado durante el procedimiento o en otro procedimiento anterior, en la medida que indique su voluntad de someterse a la persecución penal. Conducta que se manifiesta en interés de aquel para esclarecer el objeto de la investigación, no necesariamente confesando su culpabilidad, sino a partir de una participación positiva en cuanta diligencia u acto procesal que fuese llamado a intervenir por la Instancia Judicial. señalado que la detención preventiva es una medida provisional que limita la libertad física, pero no por ello es, per se, inconstitucional, en tanto no comporta una medida punitiva ni afecta la presunción de inocencia que asiste a todo procesado y, legalmente, se justifica siempre y cuando existan motivos razonables y proporcionales para su dictado. Sobre el particular, este Tribunal en constante jurisprudencia ha precisado que a la justicia constitucional no le compete determinar la configuración de cada presupuesto legal que legitima la adopción de la detención judicial preventiva, lo cual es tarea de la justicia penal ordinaria. Sin embargo, sí es su atribución verificar si estos presupuestos concurren de manera simultánea y que su imposición obedezca a los fines y al carácter subsidiario y proporcional de dicha institución, lo que debe estar debidamente motivado en la resolución que dispone la medida restrictiva. De acuerdo al artículo 268° del Nuevo Código Procesal Penal también será presupuesto material para dictar mandato de prisión preventiva, sin perjuicio de la concurrencia de los presupuestos establecidos en el mencionado artículo, la existencia de razonables elementos de convicción acerca de la pertenencia del imputado a una organización delictiva o su reintegración a la misma, y sea del caso advertir que podrá utilizar los medios que ella le brinde para facilitar su En relación al peligro de obstaculización “debe fuga o la de otros imputados o para obstaculizar establecerse manera objetiva y concreta, qué la averiguación de la verdad”. hechos o actos en particular le resultan verosímiles o le crean convicción respecto de una El Tribunal Constitucional ha precisado que para supuesta conducta procesal obstruccionista veimponer una medida coercitiva de carácter per- rificable en su actuación personal, y que estaría sonal como es la prisión preventiva, más allá de destinada a destruir, modificar, ocultar, suprimir una suficiencia probatoria y del quantum de la o falsificar elementos de prueba, así como influir pena probable a imponerse, lo esencial en el para que testigos o peritos informen falsamente caso concreto es determinar si existe el peligro o se comporten de manera desleal o reticente, o procesal – peligro de fuga o peligro de obstacu- sobre la falta de arraigo en el país, determinado lización, con tal fin ha establecido criterios para por el domicilio, residencia habitual, asiento de calificar y determinar la presencia de tales pre- la familia y de sus negocios o trabajo que haga supuestos : presumible el peligro de fuga; EXP. N.° 05575-2009-PHC/TC Este Tribunal en reiterada jurisprudencia ha EXP. N.° 3629-2005-PHC/TC El Tribunal Constitucional considera que la me- 107 dida de limitación a la libertad puede ser dictada en sede judicial a través de una medida coercitiva personal de carácter subsidiario, provisional, razonable y proporcional, en cambio el juez constitucional cumple una función tutelar de la libertad (bajo el canon de interpretación constitucional del in dubio pro libertate), siendo en consecuencia competente para conocer sobre la razonabilidad y proporcionalidad de toda limitación de la libertad, como la dispuesta contra el beneficiario. del proceso y que están ligadas, fundamentalmente con los antecedentes del procesado, su situación profesional, el cargo que detenta, su situación familiar y social dentro de la comunidad con las actitudes y valores morales del procesado, su ocupación, sus bienes, sus vínculos familiares y todo otro factor que permita concluir, con un alto grado de objetividad, que la libertad del inculpado, previa a la determinación de su eventual responsabilidad, pone en serio riesgo el correcto desenvolvimiento de la labor de investigación y la eficacia del proceso, además Este Tribunal considera que la existencia o no deben existir elementos que permitan prever del peligro procesal debe determinarse a partir que el imputado cometa actos que perturben la del análisis de una serie de circunstancias que actividad probatoria. pueden tener lugar antes o durante el desarrollo 108 LA ORALIDAD EN LA NUEVA LEY PROCESAL DEL TRABAJO Luis Alberto Lalupú Sernaqué Juez de Paz Letrado de Chulucanas El 15 de enero del presente año, e publico en el diario oficial, la ley 29497 Nueva Ley Procesal del Trabajo; entre las innovaciones que trae esta norma, destaca la presencia del principio de ORALIDAD en los procesos por audiencias, y que básicamente se refiere a los procesos ordinario y abreviado laboral; así, se ha establecido en su artículo 12 de la referida norma, que las exposiciones orales de las partes y sus abogados prevalecen sobre las escritas sobre la base de las cuales el juez dirige las actuaciones procesales y dicta sentencia. Lo que significa desde luego, la presencia de debate oral de posiciones entre las partes y los abogados presidida por el Juez. Pero, ¿cuan importante es la oralidad para el desarrollo del proceso y para la solución del conflicto? A nuestro entender, este principio, se ha convertido en la piedra angular sobre el cual el derecho procesal moderno hace girar el desarrollo del proceso, permitiendo un proceso más transparente, rápido y dinámico. Pues, permite mayor participación de las partes en conflicto y de los abogados; resolviendo el conflicto con mayor celeridad. Así, las pruebas ofrecidas son oralizadas, los interrogatorios se hacen en audiencia, ya no existen los pliegos de preguntas previamente ela- borados anexados al inicio de la demanda, de manera que se resuelve sobre las pruebas oralizadas presenciadas por las partes y el Juez y no sobre pruebas descritas como se hace en los sistemas donde prima la escritura sobre la oralidad. De manera que, a través de la oralidad las partes, los abogados y el Juez perciben en forma directa la información brindada por las partes que sustentan sus pretensiones, formulan objeciones y conclusiones, utilizando la palabra como medio de comunicación directa, inmediata y rápida en comparación con la escritura. De modo tal, que el Juez puede apreciar, sin intermediarios, la recepción de todos los elementos probatorios que sustenten las posiciones de las partes, así como; las alegaciones de los hechos, las posiciones doctrinarias y jurisprudenciales que hagan los abogados respecto a las pretensiones de sus defendidos. La oralidad permite también, la realización de otros principios procesales como la Inmediación, ya que el juzgador va a poder apreciar de manera directa el conflicto, percibe la conducta que adoptan sobre éste, las partes. Así mismo, podrá apreciar las pruebas ofrecidas por éstas, permite hacer viable la confrontación de posicio- 109 nes, y además existirá mayor celeridad y economía procesal, debido a que el juzgador en audiencia de juzgamiento o en audiencia única de ser el caso, después de haber actuado las pruebas, y escuchado los alegatos inmediatamente pasara hacer conocer el fallo de su sentencia o después de una hora, pudiendo diferirlo, por la complejidad del caso por el plazo de cinco días hábiles posteriores a la realización e la audiencia, debiendo citar a las partes para que concurran al juzgado para la notificación de la sentencia, así lo establece los artículos 46 y 47 de la nueva ley procesal del trabajo.. También la nueva ley procesal del trabajo, establece en sus artículos 12.1 y 12.2 que las audiencias será registradas en audio, que las notificaciones se realizaran vía electrónica, salvo la notificación de la demanda, de la medida cautelar, la intervención de terceros con legitimo interés y la sentencia que serán notificadas por cédulas, habiendo establecido como requisito de admisibilidad de la demanda que las partes señalen un domicilio electrónico, (Art 13 primer y segundo párrafo de la citada norma), lo cual hará que el acto de notificación sea más rápido; aunque considero, que incluso la sentencia pudo haberse Pues bien, la excesiva carga procesal, que no es dispuesto que sea notificado vía electrónica, por otra cosa que excesivos conflictos sociales con cuanto la ley establece en su artículo 46 y 47 que trascendencia para el derecho, que conllevan al el Juez cita a las partes para el acto de sentencia retardo en la solución de los conflictos; ha con- lo cual significa que éstas ya tiene conocimiento ducido ha encontrar nuevos mecanismos o siste- de la fecha en que ésta va hacer expedida y por mas para resolverlos con mayor prontitud, trans- ende, fácilmente pueden las partes revisar su parencia y eficiencia, utilizando la tecnología. dirección electrónica y enterarse de la misma. . Así, se habla ahora del expediente electrónico En nuestro país, consideramos de vital importancuyo soporte es informático; el cual en Piura en cia, la dación de esta nueva ley procesal del tramateria penal ya viene siendo aplicado; el cual bajo que entrara en vigencia el 7 de julio del prenos conduce al ahorro de tiempo y costo para sente año, por cuanto el trabajo debe ser objeto de las partes; así como para el Estado, por ejem- atención y también creo yo, de protección prioritaplo: las notificaciones se hacen vía electrónica ria por parte del Estado conforme lo establece el o vía telefónica, las audiencias se fijan en me- artículo 23 de la constitución política del Estado. nor tiempo y las soluciones son mas oportunas. 110 EL CÁLCULO DE LOS INTERESES LEGALES LABORALES Carlos Eduardo Reyes Ruiz Revisor de Planillas del Primer Juzgado Laboral de Piura El presente artículo tiene como propósito ilustrar en forma didáctica el modo de calcular los intereses legales laborales, ello por cuanto muchos abogados se han planteado esta interrogante ¿desde cuando se comienzan a calcular los intereses que genera una deuda laboral?. Dando respuesta a esta inquietud, veamos inmediatamente este contenido. solicitaron el cálculo de los intereses legales laborales, para lo cual se ordenó al perito liquidador realice el cálculo correspondiente; la fábrica mediante escrito comunicó al juzgado que estos debían efectuarse desde la interposición de la demanda, y los trabajadores señalaron que el cálculo debía efectuarse con la capitalización de los intereses. En una ocasión por motivos de la recesión económica reinante una fábrica cerró sus puertas y trajo como consecuencia el despido de sus trabajadores, estos últimos se encontraban impagos de sus haberes por tres meses, los que incluían también el pago de gratificaciones. Ninguna de las dos posiciones es valedera y veamos por que: En la primera de ellas (la de la fabrica), los intereses se devengan desde el día siguiente de producido el incumplimiento del pago y no desde la interposición de la demanda, en este caso por ejemplo, si la fábrica adeudó los pagos de las remuneraciones de los meses de mayo, junio y julio, y como quiera que mayormente las remuneraciones se cancelan al fin de cada mes, entonces los intereses se generan desde el primer día del mes siguiente devengado, en este caso por el mes de mayo los intereses se generaron a partir del 01 de junio, por el mes de junio los intereses se generaron a partir del 01 de julio y por el mes de julio los intereses se generaron a partir del 01 de agosto, esto en mérito al artículo tres del Decreto Ley Nº 25920 (Ley que regula los intereses de carácter laboral) y que dispone Todos los trabajadores concurrieron al Poder Judicial con el propósito de que se les reconozca los adeudos laborales. Luego de una ardua batalla lograron su propósito y el Juzgado de Trabajo emitió su sentencia favorable en la que se ordena a la fabrica pagar las remuneraciones dejadas de percibir y sus gratificaciones, más los intereses legales laborales correspondientes, sentencia que fuera confirmada por el Superior Jerárquico. Posteriormente cuando todos los trabajadores lograron hacer efectivo el cobro de sus beneficios, 111 “…El interés legal sobre los montos adeudados por el empleador se devengan a partir del día siguiente de aquél en que se produjo el incumplimiento y hasta el día de su pago efectivo…”. (sic). La segunda de las posiciones (la de los trabajadores) que solicitan se capitalicen los intereses, esto tampoco está permitido por el ordenamiento legal vigente, pues el mismo dispositivo legal señalado líneas arriba, en la parte final de su primer artículo, dispone que “…el interés que corresponda pagar por adeudos de carácter laboral, es el interés legal fijado por el Banco Central de Reserva del Perú. El referido interés no es capitalizable.”, por tanto no procede la capitalización de los intereses como así lo solicitaron los trabajadores. En cuanto a las gratificaciones, la ley 27735 (Ley que regula el otorgamiento de las Gratificaciones) dispone en su artículo 5° : “…Las gratificaciones serán abonadas en la primera quincena de julio y de diciembre, según el caso.”. Por tanto si la fecha límite para el pago de este beneficio es hasta el día quince de julio o diciembre, los intereses se devengan a partir del día siguiente, es decir desde el día dieciséis de julio o diciembre, según sea el caso. Finalmente, la fecha final del cálculo de los intereses, citando la parte pertinente del Artículo 3° del Decreto Ley Nº 25920, que dispone “…El interés legal sobre los montos adeudados por el empleador se devengan a partir del día siguiente de aquél en que se produjo el incumplimiento y hasta el día de su pago efectivo…”. (sic), es decir el cálculo termina hasta el día en que la empresa cumpla con pagar la deuda señalada en sentencia. 112 Las características principales de los intereses Legales Laborales son: • El Interés Legal Laboral no es capitalizable y se devenga a partir del día siguiente de producido el incumplimiento del pago, hasta el día de su cancelación efectiva. • El Interés Legal Labora (I.L.L.) es fijado por el BCR del Perú. Aquí un ejemplo del cálculo de los intereses legales laborales, tomando como adeudo la remuneración de mayo del año 2008 y como fecha de pago efectivo el 25 de abril del 2010. Para esto, los Intereses se obtienen aplicando la Tasa de Interés Legal Laboral (T.I.L.L.) acumulada durante el periodo que media entre la fecha de vencimiento de la deuda y la fecha de la cancelación efectiva. Se obtiene sobre la base de los Factores Acumulados del I.L.L. Para esto se multiplica por 100 el resultado de restar del Factor Acumulado a la fecha de pago, el Factor Acumulado de la fecha de Vencimiento. Cálculo de la T.I.L.L. Factor Acumulado a la fecha de pago 25-04-2010 : 1.73314 Factor Acumulado a la fecha de vencimiento 01-06-2008 : 1.67927 Deuda : 550.00 correspondiente al mes de mayo del 2008. La formula aplicada es: T.I.L.L. = (Factor Acumulado – Fecha de Pago T.I.L.L. = ( T.I.L.L. = Factor Acumulado ) x 100 Fecha Vencimiento 1.73314 – 1.67927) x 100 5.387% Cálculo del Interés Legal Laboral ( I.L.L.) I.L.L. = ( DEUDA x T.I.L.L. ) I.L.L. = 550.00 x 5.387% I.L.L. = 29.63 Así las cosas, para el presente ejemplo, correspondería cancelar por concepto de intereses legales laborales por la deuda de la remuneración impaga de mayo del 2008 la suma de S/.29.63. 113 LA APLICACIÓN DE PRINCIPIO PRECAUTORIO Silvia Carolina Rumiche Rochabrún Fiscal Provincial Fiscalía Especializada en materia ambiental del Distrito Judicial de PiURA Sin embargo, es precisamente dentro de este panorama de incertidumbre, que encuentra fundamento y cobra real importancia el principio precautorio, por medio del cual se establece como regla que cuando exista peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la degradación del ambiente, lo que equivale a decir , que no es necesario se obtengan pruebas científicas absolutas de que el daño ambiental pueda ocurrir bastando sólo el riesgo que dicho daño pueda ser grave o irreversible para poder aplicar las medidas efectivas de protección ambiental, más aún cuando, la aplicación de sanciones a posEn el cumplimiento de este deber de preserva- teriori resultan ineficaces, por cuanto de haberción que corresponde al Estado, éste enfrenta se producido ya las consecuencias biológicas y un grave problema y éste es a la falta de certeza socialmente nocivas, la represión podrá tener de los efectos que sobre la salud y el ambiente una trascendencia moral pero difícilmente compodrían causar las intervenciones del hombre en pensará los daños ocasionados al ambiente. el ambiente producto del desarrollo de sus crecientes actividades económicas y la puesta en No obstante dicho principio ha sido recogido práctica de los grandes avances tecnológicos, lo en nuestra legislación nacional en el artículo cual obviamente nos colocaría en una posición 5º de la Ley del Sistema Nacional de Gestión de desprotección al no poder los órganos del Ambiental vigente desde mes de Junio de 2004 Estado adoptar las medidas correspondientes. y en el artículo VII del Título Preliminar de la Ley General del Ambiente vigente desde octuEl derecho fundamental a vivir en un ambiente equilibrado y adecuado comporta - conforme así lo reconoce nuestro Tribunal Constitucional en la sentencia emitida en el Expediente N.° 0048-2004-PI/TC- la facultad de las personas de poder disfrutar de un ambiente en el que sus elementos se desarrollen e interrelacionen de manera natural y armónica y en el caso de que el hombre intervenga ello no suponga una alteración sustantiva de dicha interrelación; pero además el derecho a preservarlo, lo cual entraña obligaciones ineludibles para el Estado de mantener los bienes ambientales en las condiciones adecuadas para su disfrute, obligaciones que también alcanzan a los particulares. 114 bre de 2006 su aplicación resulta ser incipiente y hasta por que no decirlo de manera contradictoria, conforme aparecen de las sentencias emitidas por el Tribunal Constitucional peruano en los casos sobre antenas de telefonía. emitida en el expediente N.° 4223-2006-PA/TC, simplemente desestima la demanda y ordena la constante medición de ondas electromagnéticas por parte de los entes sectoriales competentes. Siendo así si bien considero no debe propugnarse una aplicación del principio precautorio de forma Así pues en las sentencias emitidas en los Exp. estricta y contra toda actividad empresarial pues No. 0964-2002-AA/TC y 5680-2008-PA/TC nues- ello llevaría a la inmediata parálisis de todas las tro Tribunal ha ordenado el desmantelamiento de actividades económicas, sí estimo conveniente antenas de telefonía bajo el argumento de que no que las entidades sectoriales deben adoptar existiendo certeza de los efectos causados por con un amplio criterio de conciencia las medilas ondas electromagnéticas deben igualmente das realmente efectivas de protección, corresadoptarse medidas en precaución de los da- pondiendo a nuestras autoridades judiciales su ños que podrían causarse; sin embargo, y pese amparo en salvaguarda del ser humano y su dea continuar en la incertidumbre de los efectos recho a desarrollarse en un ambiente adecuado. causados por dichas antenas, en la sentencia 115 ACERCA DE LA DELINCUENCIA; ¿Y POR QUE YO NO? Dr. SEGUNDO TOMAS, YEPEZ ALVA Especialista en Derecho Penal Introducción La delincuencia se vuelve incontrolable y pedilona, sumas de10,000, 5,000, 3,000 soles… son moneda corriente hoy en día…. Sí…sí… dame… dame…, sino mato a tu hijo… a tu madre… a tu nieta, quemo tu carro… dinamito tu negocio… y la gente, en muchos casos, sintiéndose indefensa, huérfana de apoyo de las instituciones tutelares pagan la extorsión….; es así, como al ver que pueden conseguir dinero fácil sin trabajar, tan sólo con hacer un par de llamadas se entusiasman y continúan cada vez más avezados, porque saben dentro de sí que en caso extremo los atrapen , nada les va a pasar, porque NO VAN A SER DENUNCIADOS, ya sea porque sus víctimas tienen miedo o porque se han adecuado a los mecanismos del sistema; se convierte esto en una espiral donde ya no sólo participa el “capo” sino el lugarteniente, el primo, el “cuñao” y hasta el mensajero; de tal forma se ha distorsionado la visión de sociedad, que para muchos es un orgullo manifiesto tener un familiar en prisión sea por lo que sea…y “cuidado” …que tengo mi primo en “Cambio Puente”…en “Rio seco”… en el “Milagro” o… en cualquier penal del país; la respuesta hasta el momento ha sido equivocada e inadecuada, se pide al sistema que los encarcele SIN DENUNCIA, que los manden lejos, que 116 se creen “escuadrones de la muerte” y maten a los infelices extorsionadores que quieren vivir con el trabajo ajeno; empero, aquí una reflexión: cuál es el ejemplo que recibió esta gente para dedicarse al vil negocio… o ¿nacieron así? … son delincuentes de nacimiento o vieron las miserias de su niñez reflejadas en abandono del padre quien haciendo alarde de su hombría fabricaba hijos sin el menor escrúpulo en cuanta vecina se cruzaba, tal vez escucharon… “la plata llega sola” … o vieron cual envidia de los delincuentes más “ranqueados” como otros que sin el menor rubor se levantaban en cantidades insólitas el dinero de todos, …en la Seguridad Social a montos a pedir 180,000 nuevos soles por indemnización, 90,000 por devengados 60,000… por…(sic) etc, y vieron a los Congresistas llevando a sus empleadas ignorantes en cuestiones legislativas como “asesoras”, otras … te empleo …pero dame tu tarjeta y yo cobro… y por último llevando amantes; y todo esto señores, bajo el nombre de vocación, de buena fe, que no es sino codicia disfrazada ya sea en COFOPRI, negociando la tierra, tío, primo y sobrino… total todo queda en familia. Corolario: si ellos con su educación y capacidad cultural y económica hacen eso ¿porque yo no? Que no tengo ni su cultura, ni su plata…, porque debería estudiar?... para qué trabajo…si no me quieren pagar ni la seguridad social… en suma, QUÉ EJEMPLO DEBO SEGUIR… ? El Problema Ruptura de la familia, ausencia de padres, ausencia de buenos ejemplos (el delito se mide con diferente vara), autoritarismo, valores invertidos con el agravante como ingrediente detonante: drogas y alcohol. Posición de la Sociedad Refugiarse en el Derecho Penal como si fuera el salvador, crear más cárceles como si cuando les toque salir hubiesen cambiado. Aislarlos, lo cual se puede entender pero no soluciona el problema. Y es que al decir de ARTURO GRIFFITHS, “Los presos del mundo entero podrían dividirse en dos grandes grupos: Los que jamás debieron haber entrado en una prisión y los que jamás debieron salir de ella y puedan ser devueltos a la sociedad cuando ya no constituyan un peligro para la misma, cuando hayan encontrado el camino del bien y, sobre todo, cuando se hayan hecho capaces de ganarse la vida honestamente gracias a la educación, al trabajo y al apoyo que los demás puedan brindarle para su vida futura”. El gran penalista italiano FERRI decía al respecto “Es o no la miseria una llaga social querida de los hombres de orden que luchan por convertir el estado actual basado en la injusticia y el privilegio”. En su obra, “El ocaso del Derecho Penal”, agrega: “Tenéis razón cuando decís que la sociedad tiene derecho a defenderse de los delincuentes pero no con el preconcepto del castigo, que se resume en una brutal venganza, sino con la piedad, con el amor, con la curación benévola que se debe dar a los deficientes, a los débiles, a los enfermos” Nosotros agregaríamos: La sociedad tiene derecho a defenderse, pero estos también tienen derecho de exigir que ésta sociedad sea un poco más justa con ellos. Porque para el penado la excarcelación no es la libertad. Se acaba el presidio pero no la condena. EL MENSAJE Hasta ahora ha sido… si robas poco vas a la cárcel, si robas millones y eres parte del Gobierno no pasa nada…sale una ley que dice: si tu escuchaste que le iba a robar al Estado y por ende a ti, NO VALE esa información, ES ILEGAL Y SI TÚ PERIODISTA LO DIVULGAS, VAS PRESO. UN TRIDENTE Trabajo (no pueden permanecer sin hacer nada, depositados, alimentados, y coordinando ya sabemos qué), educación y participación tanto en su comunidad como en el Congreso de la Republica, que se fije una cuota para que estos participen como iguales con los congresistas, me refiero obviamente como iguales ciudadanos y se pueda definir la política penitenciaria hecha hasta ahora por los especialistas de escritorio que por sus resultados no readapta , no resocializa y menos reinserta. 117 LOS MEDIOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS EN EL SISTEMA PROCESAL PENAL VIGENTE Pedro Pablo Arévalo Rivas Abogado, egresado de la Universidad Nacional de Piura. Defensor Publico Penal – Ministerio de Justicia – Distrito Judicial de Tumbes I. Introducción. II. Mecanismos Alternativos de Resolución de Conflictos: Negociación directa, Negociación asistida (facilitación, conciliación), Arbitraje, Mediación. III. Instituciones del Sistema Procesal Penal que posibilitan la Aplicación de los Medios Alternativos de solución de Conflictos: El Principio de Oportunidad y en los Acuerdos Reparatorios; la Terminación Anticipada; las Convenciones Probatorias, las Sentencias de Conformidad. IV. Conclusiones. I. Introducción El destierro del modelo inquisitivo o acusatorio, ha dado paso que en nuestro actuar diario como profesionales del derecho sean útiles con frecuencia formas de consenso entre las partes involucradas a fin de llegar a una solución de conflicto generado, en contraparte a propiciar una descarga procesal, que era prácticamente imposible con la vigencia del anterior modelo procesal Es así que el Código Procesal Penal, introduce instituciones procesales que tienen como premisa fundamental la negociación entre las partes respecto de los puntos controvertidos materia de conflictos, estableciéndose que los medios alternativos de resolución de conflictos permiten al operador del derecho en el sistema procesal penal vigente la obtención de solución rápidas 118 y satisfactorias, permitiéndonos analizar su aplicación en el antes mencionado. II. Mecanismos Alternativos de Resolución de Conflictos. No parece oportuno desarrollar una somera descripción de algunas alternativas, diseñadas con el objetivo de limitar el costo, tiempo y trauma de los conflictos, precisando que los medios alternativos consisten en diversos procedimientos mediante los cuales las personas pueden resolver sus controversias sin necesidad de una intervención jurisdiccional. Básicamente se pueden reducir a cuatro: Los más conocidos y usuales mecanismos alternativos son: a) Negociación directa, b) Negociación asistida (facilitación, conciliación) c) Arbitraje d) Mediación. Negociación directa: Procedimiento directo entre las partes interesadas con el propósito de acordar la solución, es la forma más común y más popular de resolver diferencias. La negociación tiene la ventaja de permitir a las partes mantener el control absoluto sobre el proceso y sobre la solución. Reparatorios El hecho de que la persecución penal pertenezca exclusivamente al Estado por imperio del inConciliación (negociación asistida): Procedi- terés público en la realización del derecho penal, miento en el cual dos partes de un conflicto se ha derivado en que la promoción de la acción pereúnen con un tercero, ajeno e imparcial, que fa- nal constituya un imperativo para el encargado cilita la comunicación entre las personas enfren- de esta tarea (el ministerio público). En palabras tadas. La función del conciliador es asistir a las de Schmidt: de los preceptos del derecho penal partes para que ellas mismas acuerden la solu- material nace no sólo una pretensión penal púción, guiándolos para la clarificación y delimitar blica, sino que a la par de ésta, surge el “deber los puntos conflictivos. absoluto de las autoridades estatales de realizar la persecución y el castigo de los culpables” Mediación: Es el procedimiento en el cual dos partes de un problema se reúnen con un tercero, El principio de oportunidad y los acuerdos repaajeno e imparcial, que facilita la comunicación ratorios permiten, entonces, racionalizar la seentre aquellas para que puedan delimitar el con- lectividad intrínseca del sistema penal, dejando flicto y encontrar su solución. El tercero no hace fuera de éste aquellos hechos en donde apapropuestas de arreglo. rezca como innecesaria la aplicación del poder punitivo del Estado; con ello, contribuye signifiArbitraje: A diferencia de lo que hemos visto has- cativamente a la eficiencia real del sistema, al ta ahora, comparte con el sistema judicial a ca- posibilitar, mediante la exclusión de los hechos racterística de ser adversarial y adjudicativo. de menor entidad, el adecuado tratamiento de Es un procedimiento en el cual un tercero, aje- aquellos casos que indudablemente requieren la no e imparcial que no auxilia a las partes para efectiva intervención de la justicia penal. que éstas acuerden una solución, sino que las impone mediante una sentencia judicial. Resuel- Es justamente este carácter selectivo que deve un litigio mediante una decisión vinculativa y nota el artículo 2º del Código Procesal Penal al obligatoria. solo permitir su aplicación en determinados caIII. Instituciones del Sistema Procesal Penal que sos y que cumplan con los requisitos estableciposibilitan la Aplicación de los Medios Alternati- dos de: mínima culpabilidad, falta de necesidad vos de solución de Conflictos. de la pena, falta de merecimiento de la pena y Específicamente las instituciones procesales que reparación del daño, no sin dejar de mencionar permiten la aplicación de medios alternativos de que es aplicable en los delitos que tengan como resolución de conflictos son las siguientes: extremo mínimo de pena a imponer no superior - El Principio de Oportunidad y en los a dos años. Acuerdos Reparatorios - La Terminación Anticipada. Siendo que el principio de oportunidad es una - Las Convenciones Probatorias excepción al carácter obligatorio de la acción pe- Las Sentencias de Conformidad. nal, pues autoriza al Ministerio Público y al Juez En el Principio de Oportunidad y en los Acuerdos Penal, a disponer de la acción penal en los casos 119 expresamente contemplados en la Ley Procesal. En este sentido, es un mecanismo procesal a través del cual se faculta al Fiscal titular de la acción penal para decidir sobre la pertinencia de no dar inicio a la actividad jurisdiccional penal, o en caso a solicitar el sobreseimiento cuando concurran los requisitos exigidos por ley . El procedimiento a fin de aplicar el principio de oportunidad, a nivel preliminar faculta al Ministerio Público a convocar a una audiencia para su aplicación, la misma que se desarrolla bajo la asistencia del Fiscal encargado de la investigación, denotando que el acuerdo a que lleguen las partes respecto a la reparación del daño solo depende de ellas, siendo el antes mencionado solo un tercero, ajeno e imparcial al conflicto, quien solo tiene la facultad de guiar a las partes al logro de llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes, poniéndose de manifiesto en toda su expresión el mecanismo de solución de conflictos de la negociación, siendo el consentimiento de las partes fundamental para el logro de su objetivo, cual es la solución del conflicto de intereses, siendo muy común su aplicación en los delitos de omisión a la asistencia familiar, lesiones leves y conducción en estado de ebriedad. A nivel de investigación preparatoria, también se hace uso de este mecanismo procesal, como es el principio de oportunidad, ya que el Código Procesal Penal, indica que si se ha formalizado investigación preparatoria es permisible solicitar por el Ministerio Público, con la aprobación del imputado y citación del agraviado, la aplicación de éste, que de ser aprobado por el juzgador se a fin de que dicte auto de sobreseimiento, procediendo su aplicación hasta antes de formularse la acusación, bajo los supuestos ya estableci- 120 dos. Por otro lado otro gran grupo de conductas que permiten la aplicación de mecanismos de solución de conflictos, son los establecidos en los artículos 122º, 185º, 187º, 189º-A Primer Párrafo, 190º, 191º, 192º, 193º, 196º, 197º, 198º, 205º, 215º del Código Penal, y en los delitos culposos, a través de los acuerdos reparatorios, que no son más, que el acuerdo entre las partes respecto al tema indemnizatorio del daño causado por la víctima, el mismo que puede llegarse contando con la presencia del Ministerio Público, o solo entre partes, ya que la norma autoriza la culminación de una investigación a través de la presentación del acuerdo reparatorio en un instrumento público o documento privado legalizado notarialmente, para que el Juez dicte auto de sobreseimiento, lo que nos conlleva a indicar que también se puede dar acuerdos - negociaciones – extrajudiciales. En la Terminación Anticipada. Según el Tribunal Constitucional el proceso especial de terminación anticipada es un acuerdo entre el procesado y la fiscalía con admisión de culpabilidad de alguno o algunos de los cargos que se formulan, permitiéndole al encausado la obtención de la disminución punitiva . La terminación anticipada es un proceso penal especial y, además, una forma de simplificación procesal, que se sustenta en el principio del consenso. Es, además, uno de los exponentes de la justicia penal negociada La Terminación Anticipada implica un procedimiento especial, que se rige por sus propias disposiciones y las concurrentes de la ley procesal penal ordinaria. Aparece como un mecanismo de simplificación del procedimiento, acorde con las nuevas corrientes doctrinarias y legislativas contemporáneas. Se sustenta en el llamado derecho procesal penal transaccional, que busca evitar un procedimiento penal innecesario obteniendo el procesado un beneficio de reducción de la pena mediante una fórmula de acuerdo o de consenso realizado entre el imputado y el Fiscal, con la aprobación necesaria del Juez San Martín Castro señala que el procedimiento de terminación anticipada se sitúa en la necesidad de conseguir una justicia más rápida y eficaz, aunque respetando el principio de legalidad procesal, la idea de simplificación del procedimiento parte en este modelo del principio de consenso, lo que significa que este proceso habrá cumplido su objetivo solamente si el imputado y el fiscal llegan a un acuerdo sobre las circunstancias del hecho punible; la pena, (calidad y cantidad); la reparación civil y las consecuencias accesorias a imponer (Art. 468.5). Estando ello, diseñado así, con la entrada en vigencia del Código Procesal Penal, por generalidad los primeros latrocinios cometidos bajo dichas normas eran encaminados a la aplicación de este proceso especial, permitiendo así que un proceso no llegue a juicio y por la aceptación de los cargos, referidos al hecho punible, a su calificación, la pena y la reparación civil autorizan a terminar el proceso en forma definitiva, siendo que la negociación es fundamental en la aplicación de este proceso, sobre todo respecto a la pena, siendo que el fiscal y el imputado deben poner de acuerdo respecto de ella, pero sin perder de vista el principio de legalidad ( verificación de los parámetros de la pena), una vez realizado el acuerdo este debe ser sometido al juzgador a fin de determinar su razonabilidad y proporcionalidad, de ser así se dictará una sentencia aprobatoria del acuerdo. En las Convenciones Probatorias. Las convenciones probatorias son acuerdos tomados entre las partes en un proceso penal. Estos acuerdos pueden versar sobre hechos, circunstancias o medios de prueba. De esta manera, si se conviene sobre cualquiera de los dos primeros, éstos serán tenidos por ciertos en el juicio oral y se dispensará de la carga de probarlos. En cambio, si se dispone que sólo determinada prueba será idónea para acreditar algún hecho, su efecto será que no habrá otro medio que lo pueda probar. De este modo, pues, la convención probatoria surge en el marco de la simplificación del proceso, en aras de la celeridad y economía procesal. Estos acuerdos están sujetos a la aprobación del juez de la investigación preparatoria para que, previa negociación y debate entre las partes durante la audiencia preliminar, se determine su vinculación al juez penal (unipersonal o colegiado). Aunque luego, y como último filtro de control, están sujetos a una eventual y excepcional revisión por parte de este último: se someterán, entonces, al reexamen judicial (CPP. art. 155°. 4). Dicha posibilidad se encuentra regulada en el inciso 3) del artículo 155º del Código Procesal Penal, al señalar que las partes podrán acordar que determinada circunstancia no necesita ser probada, en cuyo caso se valorará como un hecho notorio. El acuerdo se hará constar en el acta, dejando establecido que la negociación en las partes es primordial para llegar a este acuerdo denominado por la legislación procesal convención probatoria. Las Sentencias de Conformidad. La sentencia de conformidad o también deno- 121 minada “sentencia anticipada” nace producto de una confesión del acusado….; que esta confesión tiene como efecto procesal concluir el juicio oral , César San Martín Castro, define la conformidad como una institución de naturaleza compleja, en virtud de la cual la parte pasiva, es decir, tanto el acusado como su defensor técnico, aceptan y admiten los hechos objeto de imputación materia de la acusación fiscal, y con ciertos límites, la responsabilidad penal y civil por su comisión; límites circunscritos exclusivamente tanto a la calidad y cantidad de pena pedida como a la cuantía de la reparación civil. La posibilidad de llegar a una sentencia de conformidad encuentra su basamento legal en lo establecido en el inciso 2) del artículo 372º del Código Procesal Penal, al señalarse que el acusado, previa consulta con su abogado defensor, responde afirmativamente, - ante la pregunta de su responsabilidad - el Juez declarará la conclusión del juicio. Antes de responder, el acusado también podrá solicitar por sí o a través de su abogado conferenciar previamente con el Fiscal para llegar a un acuerdo sobre la pena para cuyo efecto se suspenderá por breve término. La sentencia se dictará en esa misma sesión o en la siguiente, que no podrá postergarse por más de cuarenta y ocho horas, bajo sanción de nulidad del juicio. . Como se ha dejado denotado la prioridad para llegar a una sentencia de conformidad, es el acuerdo previo entre el Fiscal y el acusado, acuerdo previo que se rige estrictamente a las normas de la negociación como medio alternativo de solución del conflicto, cuya finalidad se encuentra dirigida a la conclusión anticipada del juicio oral, priorizando además los principios de celeridad y economía procesal. 122 IV. Conclusiones. - El marco legal del actual Sistema Procesal Penal, permite la utilización de los medios alternativos de resolución de conflicto - El Medio Alternativo de Resolución de Conflictos, más común de utilización es la negociación. - En las cinco instituciones procesales, como son el principio de oportunidad, los acuerdos reportorios, la terminación anticipada, las convenciones probatorias y las sentencias de conformidad, es primordial el consentimiento del acusado, para su aplicación. - El fundamento para la utilización de la negociación, como mecanismo de solución, se encuentra ligado a los principios de celeridad y economía procesal, con la finalidad de obtener soluciones rápidas y satisfactorias. - La política de descarga procesal en los distritos judiciales en lo que aún no entra en vigencia el sistema procesal penal actual, debe estar dirigida a su aplicación. Teniendo en cuenta que tanto el principio de oportunidad y la terminación anticipada se encuentran vigentes en todo el territorio nacional. exposiciones realizadas en el 2010 Expositor Doctor Álvaro Zegarra Mulánovich Curso sobre Delitos Económicos Prudencia en la Actividad Judicial 123