EL NUMERO 13 Web 010212

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Supersticiones.
Creencia popular:
Veinticuatro horas después de que Cristo se sentara a la mesa para
celebrar la Última Cena con sus doce Apóstoles, murió crucificado.
EL NUMERO 13
Sec. única. NAVIDAD. Salón comedor. Noche
Sobre el exquisito mantel de hilo, los platos y las copas se colocan
con pulcro orden.
Alrededor de la mesa, se alinean perfectas las doce sillas.
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La mesa se llena de comensales de todas las edades (una familia) con
gran barullo.
El vino se escancia en las copas con generosidad.
Un NIÑO y una NIÑA se pelean por adueñarse de una “games”. El PADRE
intenta
poner
orden
arrancándosela
al
niño
de
las
manos
y
entregándosela a la MADRE para que la guarde en el bolso.
El NIÑO coge el afilado cuchillo de la carne y tamborilea en el
plato.
El PADRE vuelve a llamarle la atención para que se este quieto y le
arranca el cuchillo de las manos con tan mala fortuna que se hace un
pequeño corte en el dedo cuya gota cae en el virginal mantel blanco.
+++++
Ya todo el mundo devora con ansia sus platos.
Entre
el
alegre
barullo
de
voces
irreconocibles
se
deja
oír
la
pregunta:
VOZ OFF. 1 (MUJER)- ¿Y tu marido?.
VOZ OFF. 2 (MUJER)- Cada año le ocurre lo mismo. Está de guardia. Se
ha cogido el fin de año.
VOZ OFF. 1 (HOMBRE)- ¡Menos mal!. Yo no me siento en una mesa de
trece.
VOZ OFF. 2 (MUJER)- (Despectiva). Que tonterías.
El ANFITRIÓN (65) coge el amenazante y gran cuchillo y tenedor de
trinchar el pavo:
ANFITRIÓN.- ¿Quién quiere más pavo?.
Uno de los comensales levanta su plato vacío:
HOMBRE 2.- ¡Está de muerte!.
ANFITRIÓN.- No mientes a la muerte en la mesa… Da mala suerte.
HOMBRE 2.- ¡Joder, tío!. Estás lleno de manías.
+++++
Un timbre sonoro y estruendoso se deja oír en el expectante silencio
momentáneo. Todos miran hacia la imaginaria puerta de la calle.
La ANFITRIONA (60) al otro lado de la mesa se incorpora de su silla:
ANFITRIONA.- (Contrariada) ¿Quien puede ser a estas horas?. (Sale de
campo)
Los niños rompen el silencio para jugar a espadas con los afilados
cuchillos. Los chuchillos pasan amenazantes y cercanos a sus cuerpos.
El murmullo vuelve de nuevo.
El ANFITRIÓN, que aun sostiene el gran y amenazante cuchillo de
trinchar
y
el
tenedor;
se
ha
quedado
con
la
mirada
fija
en
la
dirección que ha tomado la ANFITRIONA. Su rostro se hace sudoroso y
su respiración costosa se deja oír como un eco que ocupa la banda
sonora.
Con
ese
sonido,
el
PADRE
de
los
niños
se
cerciora
del
juego,
aterrorizado.
PADRE.- (Sus labios dicen, aunque no se le oye). ¡Por Dios!.
Arrancándole los cuchillos de las manos.
PADRE.- (Sus labios dicen, aunque no se le oye). Pero… ¡es que no os
podéis estar quietos!.
Al sonido de la costosa respiración se le añade el bombeo de un
corazón agitado.
Los NIÑOS se incorporan de sus sillas y corren rodeando la mesa,
persiguiéndose el uno al otro. De forma caótica y desordenada.
El cuchillo de trinchar y el tenedor aparecen amenazantes.
Aparece el nuevo visitante. Todos se alegran de verlo y se levantan
para saludar.
Con terror, el ANFITRIÓN, observa como la ANFITRIONA hace hueco entre
dos invitados para colocar una silla y un juego de platos, etc.
El INVITADO, contento, va hacia el anfitrión a abrazarlo.
Los NIÑOS siguen en su juego caótico de persecución.
El cuchillo y el tenedor que sujetan el ANFITRIÓN brilla afilados un
instante.
El INVITADO está muy cerca del ANFITRIÓN.
Los
NIÑOS
empujan
al
ANFITRIÓN
en
el
mismo
instante
en
que
el
VISITANTE abraza al ANFITRIÓN.
Los NIÑOS dan un enorme empujón al ANFITRIÓN.
El
cuchillo
y
el
tenedor
de
trinchar
atraviesan
el
cuerpo
del
visitante, que, pronto, convierte su sonrisa en una extraña mueca de
dolor y confusión.
La sangre salpica sobre el mantel impoluto.
El SONIDO se hace más fuerte y patente.
El ANFITRIÓN se da cuenta de lo que acaba de hacer y su rostro
adquiere el aspecto del terror.
El cuerpo del VISITANTE se desploma mientras nos vamos a negro.
FUNDIDO A NEGRO.
FIN
SOBREIMPRESO.
Todas las supersticiones tienen un razonamiento empírico.
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