Supersticiones. Creencia popular: Veinticuatro horas después de que Cristo se sentara a la mesa para celebrar la Última Cena con sus doce Apóstoles, murió crucificado. EL NUMERO 13 Sec. única. NAVIDAD. Salón comedor. Noche Sobre el exquisito mantel de hilo, los platos y las copas se colocan con pulcro orden. Alrededor de la mesa, se alinean perfectas las doce sillas. +++++ La mesa se llena de comensales de todas las edades (una familia) con gran barullo. El vino se escancia en las copas con generosidad. Un NIÑO y una NIÑA se pelean por adueñarse de una “games”. El PADRE intenta poner orden arrancándosela al niño de las manos y entregándosela a la MADRE para que la guarde en el bolso. El NIÑO coge el afilado cuchillo de la carne y tamborilea en el plato. El PADRE vuelve a llamarle la atención para que se este quieto y le arranca el cuchillo de las manos con tan mala fortuna que se hace un pequeño corte en el dedo cuya gota cae en el virginal mantel blanco. +++++ Ya todo el mundo devora con ansia sus platos. Entre el alegre barullo de voces irreconocibles se deja oír la pregunta: VOZ OFF. 1 (MUJER)- ¿Y tu marido?. VOZ OFF. 2 (MUJER)- Cada año le ocurre lo mismo. Está de guardia. Se ha cogido el fin de año. VOZ OFF. 1 (HOMBRE)- ¡Menos mal!. Yo no me siento en una mesa de trece. VOZ OFF. 2 (MUJER)- (Despectiva). Que tonterías. El ANFITRIÓN (65) coge el amenazante y gran cuchillo y tenedor de trinchar el pavo: ANFITRIÓN.- ¿Quién quiere más pavo?. Uno de los comensales levanta su plato vacío: HOMBRE 2.- ¡Está de muerte!. ANFITRIÓN.- No mientes a la muerte en la mesa… Da mala suerte. HOMBRE 2.- ¡Joder, tío!. Estás lleno de manías. +++++ Un timbre sonoro y estruendoso se deja oír en el expectante silencio momentáneo. Todos miran hacia la imaginaria puerta de la calle. La ANFITRIONA (60) al otro lado de la mesa se incorpora de su silla: ANFITRIONA.- (Contrariada) ¿Quien puede ser a estas horas?. (Sale de campo) Los niños rompen el silencio para jugar a espadas con los afilados cuchillos. Los chuchillos pasan amenazantes y cercanos a sus cuerpos. El murmullo vuelve de nuevo. El ANFITRIÓN, que aun sostiene el gran y amenazante cuchillo de trinchar y el tenedor; se ha quedado con la mirada fija en la dirección que ha tomado la ANFITRIONA. Su rostro se hace sudoroso y su respiración costosa se deja oír como un eco que ocupa la banda sonora. Con ese sonido, el PADRE de los niños se cerciora del juego, aterrorizado. PADRE.- (Sus labios dicen, aunque no se le oye). ¡Por Dios!. Arrancándole los cuchillos de las manos. PADRE.- (Sus labios dicen, aunque no se le oye). Pero… ¡es que no os podéis estar quietos!. Al sonido de la costosa respiración se le añade el bombeo de un corazón agitado. Los NIÑOS se incorporan de sus sillas y corren rodeando la mesa, persiguiéndose el uno al otro. De forma caótica y desordenada. El cuchillo de trinchar y el tenedor aparecen amenazantes. Aparece el nuevo visitante. Todos se alegran de verlo y se levantan para saludar. Con terror, el ANFITRIÓN, observa como la ANFITRIONA hace hueco entre dos invitados para colocar una silla y un juego de platos, etc. El INVITADO, contento, va hacia el anfitrión a abrazarlo. Los NIÑOS siguen en su juego caótico de persecución. El cuchillo y el tenedor que sujetan el ANFITRIÓN brilla afilados un instante. El INVITADO está muy cerca del ANFITRIÓN. Los NIÑOS empujan al ANFITRIÓN en el mismo instante en que el VISITANTE abraza al ANFITRIÓN. Los NIÑOS dan un enorme empujón al ANFITRIÓN. El cuchillo y el tenedor de trinchar atraviesan el cuerpo del visitante, que, pronto, convierte su sonrisa en una extraña mueca de dolor y confusión. La sangre salpica sobre el mantel impoluto. El SONIDO se hace más fuerte y patente. El ANFITRIÓN se da cuenta de lo que acaba de hacer y su rostro adquiere el aspecto del terror. El cuerpo del VISITANTE se desploma mientras nos vamos a negro. FUNDIDO A NEGRO. FIN SOBREIMPRESO. Todas las supersticiones tienen un razonamiento empírico.