AGRICULTURA 69 Gobernador Capitán General, del Comandante

Anuncio
AGRICULTURA
69
Gobernador Capitán General, del Comandante de Marina, del Intendente de Ejército, del Ingeniero hidráulico, del individuo llamado hasta entonces Subinspector de cortes, del Síndico de la ciudad, de el del Consulado y de dos hacendados respetables, nombrados á pluralidad devotos por la misma Junta, cuyo secretario seria el mismo del Gobierno.
Aunque el Capitán General estaba autorizado á convocar la mencionada Junta, cuando lo creyese preciso, no hallamos mención alguna de sus reuniones y deliberaciones hasta el año de \ 844. La satisfacción
de los hacendados, por verse libres de las antiguas trabas, y la indiferencia de nuestra marina, ocasionada sin duda por la suspensión de sus antiguas y afamadas construcciones, dejaron producir sus naturales efectos á la omnímoda libertad conquistada,ios cuales manifestó el Gobierno Supremo desear conocer, en una Real orden expedida por el minislerio de marina, comercio y gobernación, en 10 de
diciembre del mencionado año. Esta pregunta, que venia á dar realidad al caso inesperado, que veinte
y nueve años antes apenas se atrevia á anunciar el Consejo, inspiró algunos temores de que se reprodujen nuevas trabas contra el ejercicio de la libertad practicada. Con este motivo, y sometido el asunto
á la Junta de Fomento, se acordó contestar c< que habiendo sido tan felices y satisfactorios, como pudieran
a medirse por el presente estado de la agricultura, sin ofrecer el menor inconveniente ni dar lugar á la
« mas leve reclamación, habia faltado motivo'para que se reuniese la Junta mandada crear, limitándose
« á haber quedado instalada en mayo de 1816. » <
Por un decreto del Exc. Sr. Capitán General D. Leopoldo O-Donnell, se previno, en 1846, la instalación
de la Junta de montes y plantíos; luego aparece que se reunieron las autoridades de la Isla, con el objeto
de promover la continuación de los trabajos de la ordenanza de montes, que se habia encargado por S. M.
pero nada sabemos de los resultados de estos trabajos, sino que decidió á aquellas á ocuparse de tan importante asunto, la fraudulenta extracción de maderas que se hacia por Jas costas cubanas; la cual unida
á la extracción legal, que consta de las balanzas del comercio de la Isla, y á la formidable tala de bosques,
ya para el establecimiento de nuevas fincas, ya paraproveer de combustible á los ingenios, hacían ya preveer cercana la época en que se careciese absolutamente de maderas y de bosques. Citáronse con este
motivo, en los Anales de la Real Junta de Fomento, el número de varas de maderas de caoba, cedro y
sabicú, exportadas en los dos años de 1849 y 1850, ascendentes en el primero á 9.5,500, y en el segundo
á 158,198. Los redactores de aquel periódico, después de indicar la otra exportación ilegal, el gran consumo ocasionado por las construcciones rurales y urbanas, el gasto enorme en combustible, y las extensas talas destructoras de bosques enteros, preguntaban : ¿Cuál es la suerte que nos espera, si continua
esta horrorosa destrucción? Figurémonos el transcurso de un siglo, tan animado por la industria agrícola
como estos últimos años, en que se sacan tantas maderas de nuestros bosques, se destruyen tantos arbolados, sin pensar en reponer ni un solo árbol de los que divide el hacha y quema el fuego, ¿qué puede
resultar de semejante sistema, sino la ruina, la devastación completa de nuestros montes y todas las consecuencias que trae consigo esta situación ? »
*
Ya muchos años antes, el ilustrado Conde de Mopox y Jaruco habia escrito una interesante Memoria
sobre la Ruina de los preciosos montes cubanos, y la necesidad de reponerlos. (Reimpresa en la Colección
de la Sociedad económica, octubre 1843.) Después de él, otro benemérito patricio, el Sr. D. José Ricardo
O-Farril, levantara su voz contra el descuaje de los bosques de su país, y predijo los males físicos y económicos que llegarian á experimentarse, á proporción que aquellos se fuesen destruyendo. Otro zclosísimo hacendado, nuestro antiguo amigo el Sr. D. José Pizarro y Gardin, recomendó, en una Memoria
especial, la reposición de los bosques que se consumen-anualmente en-el combustible de los ingenios. (Mem.
de la Soc. econ., diciembre de 1846.) Con este motivo citó oportunamente lo que había sucedido en la
Isla de Jamaica, reducida ácarecer de combustible, por una causa semejante á la que dominaba en Cuba.
Calcula al mínimum, en 1,400 caballerías, la extensión de bosques que anualmente caen á los golpes
del hacha destructor, para ser quemados sus árboles en los ingenios, y en doble, á lo menos, el número
de las que se talan para fabricar carbón y otras necesidades. De esto procedía el desmojoramianlo y
abandono de fincas valiosas, por falta de combustible, y la necesidad (ya entonces prevista y pocos años
después transformada en realidad) de depender del extranjero para el combustible de los nuevos ingenios. En el dia, la importación anual de carbón de piedra, asciende ya á cerca de dos millones de
18
Descargar