Descarga - Sociología General

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Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”
Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Asignatura: Sociología 2014
Equipo de Cátedra: Marina Mansilla, Silvia Martínez Molica, Cristina Marinero, Yamila
Garipe,
Trabajo práctico N°2.
Fecha de entrega: 1 semana
Modalidad: individual o grupal

Bibliografía: Wright Mills “La imaginación sociológica” (1966). México-Fondo de
Cultura Económica (pag.23 a 43)
El práctico consta de cinco partes:
1) Pensemos a partir de los siguientes interrogantes:
 ¿Por qué pensamos que las dificultades por las que atravesamos son producto de nuestra
“capacidad” o “incapacidad”?
 ¿Por qué tenemos dificultad de captar y relacionar nuestras historias individuales con la
sociedad en la cual vivimos?
 ¿por qué la relación que poseemos con nuestro medio social amplio se oculta a nuestra
percepción?
2) Ahora, luego de leer atentamente el texto, trabajemos con las siguientes consignas
 Explique la frase “Ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad pueden
entenderse sin entender ambas cosas”
 ¿Cuál es la diferencia entre inquietud y problema?
 ¿Cuál es a su criterio la tarea del científico social?
 Cuáles son las tres tendencias tradicionales de la sociología según Wright Mills?
3) Defina que entiende por imaginación sociológica
1
4) Lea el siguiente artículo y formule el problema a partir del cual sería posible
indagar sociológicamente sobre el tema planteado.
LA CORRUPCIÓN POLICIAL--Por Marcelo Fabián Sain ( extracto del artículo de Le
Monde Diplomatique (mayo del 2010)
En Argentina, un conjunto de factores estructurales favorecen la existencia de la
corrupción policial como práctica-dispositivo: manipulación política, prebendas institucionales,
presupuestos deficientes, falta de controles, condiciones laborales precarias. Se trata de un
fenómeno sociológico más complejo e intrincado de lo que la perspectiva moralista supone.
La especialista Susan rose-Ackermann define a la corrupción como “el uso incorrecto
del poder público para obtener beneficios privados” y sostiene que toda administración pública
conlleva o da lugar a un conjunto de “oportunidades de corrupción (Susan Rose-Ackermann, La
corrupción y los gobiernos. Causas, consecuencias y reformas, Siglo XXI de España Editores,
Madrid, 2001, Pág.125), lo que en el caso de la institución policial adquiere ribetes particulares
y, a veces, trágicos. Los márgenes de discrecionalidad y de selectividad funcional constituyen
un rasgo institucional insoslayable del trabajo policial. Cuando las policías no cuentan con
sistemas eficientes e integrales de selección y capacitación del personal, ni mecanismos eficaces
de control de desempeño y legalidad, ni condiciones de trabajo adecuadas a la labor que
desarrollan, ni tampoco sistemas y procedimientos dinámicos de conducción institucional y
operacional, entre otras condiciones, aquella discrecionalidad/selectividad brinda una
oportunidad de corrupción cierta.
Por su parte, el especialista estadounidense Herman Goldstein considera a la corrupción
policial como el “mal uso de la autoridad de parte de un policía de manera de producir
ganancias personales para él o para otros”, abarcando tanto las “ganancias monetarias” como la
obtención de “servicios recibidos, estatus, influencia, prestigio o apoyo futuro al policía o a
alguna otra persona”. Por lo tanto, la corrupción policial no solamente comprende el soborno
efectivizado mediante la aceptación de algún valor o ventaja personal que no estaba autorizado a
recibir sino que también entraña la comisión de delitos graves como los hurtos, robos o asaltos
o el encubrimiento o la protección de delincuentes o redes delictivas. Entretanto, es necesario
distinguir la corrupción policial de los abusos policiales en la medida en que éstos comprenden
excesos de autoridad pero sin que medie la obtención de ganancias personales. Sin dudas, en
muchas ocasiones, la obtención de ganancias personales o grupales puede concretarse mediante
el uso ilegal, arbitrario o abusivo de la fuerza o las amenazas de ello, pero en otras ocasiones el
uso inapropiado de la fuerza no incluye la obtención de ganancias personales o grupales.
En general, en Argentina, la corrupción policial es percibida como una acción individual
de carácter inmoral y no como lo que es: una práctica institucional ampliamente difundida y
legitimada que tienen lugar y se desarrolla en el marco de un dispositivo corruptivo articulado
en función básicamente de la reproducción de un sistema de recaudación ilegal de fondos
provenientes de actividades irregulares o delictivas protegidas o reguladas por la propia
institución policial o algunos de sus sectores o grupos integrantes.
Aquella perspectiva trivial, y lega, de la corrupción policial adquiere mayor relevancia
en el ámbito del progresismo político y académico. En esa tribu prima una notable destreza
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conceptual y teórica para dar cuenta, por ejemplo, de por qué y cómo un niño indigente y
marginalizado se convierte en “pibe chorro” y, más tarde, quizás, en un ladrón profesional. Pero
no hay relatos sociológicos análogos para explicar por qué y cómo un joven policía honesto se
transforma, al tiempo, en un policía abusador, violento o corrupto. Y, peor aún, por que ocurre
con muchos policías, en las mismas condiciones y con las mismas particularidades fenoménicas.
En ese enfoque baladí, la corrupción constituye un comportamiento congénito y esperable de
todo policía y no una práctica ampliamente extendida resultante del pronunciado deterioro
institucional de las policías, de la precarización laboral de los trabajadores de la gorra y de la
perversa ausencia de conducción política.
Esta falta de imaginación sociológica opaca la complejidad que presenta el fenómeno de
la corrupción policial. Suponer que éstas constituyen un acto individual de elección racional
derivado de la licuación de las inhibiciones morales o del relajamiento de los controles
institucionales impide dar cuenta tanto de los matices y diversidades de la cuestión así como de
las condiciones estructurales que favorecen su reproducción como práctica/dispositivo
institucional.
En Argentina, la corrupción policial (….) constituye una problemática favorecida o
determinada en general por un conjunto de condiciones institucionales reproducidas
ampliamente por un largo período de tiempo. Esas condiciones derivan del tipo de estructuras
de mando, las formas de organización y despliegue, las modalidades de desarrollo de las
acciones y operaciones policiales preventivas o investigativas así como también de la
significativa insuficiencia de fondos presupuestarios asignados a las policías y del deterioro de
la profesión policial resultante de las paupérrimas condiciones laborales del policía, de la falta
de medios de trabajo adecuados, de la ausencia de capacitación profesional, de la desmejora
notoria del salario y de las condiciones de vida familiar del policía. (….)
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