220-2899 Asunto: FORMALIDADES DE PODER Se recibió su escrito radicado con el número 410,807-0, por medio del cual solicita un pronunciamiento por parte de este Despacho en cuanto a la siguiente inquietud: Para una reunión del máximo órgano social de la sociedad denominada BAZAR DE LA CONSTRUCCIÓN LIMITADA que debía celebrarse a las 7:00 a.m. del 21 de diciembre de 1999 en las instalaciones de la misma, una socia (señora MARIELA CARRILLO DE LINERO) le otorgó poder al doctor Isaías Chaves Vela para que la representara en la misma según se lee en la parte preliminar del poder que adjunta a la presente consulta. Sin embargo, el hecho mismo de haberse incurrido en un error en el párrafo segundo del poder (al querer precisar que el apoderado podía ejercer sin restricciones los derechos y deberes correspondientes a la socia, se hizo referencia a la sociedad LADRILLERA HELIOS LTDA, y no a BAZAR DE LA CONSTRUCCIÓN LTDA) "forzó a la junta en pleno a desconocer dicho acto de apoderamiento". Para absolver su consulta estima necesario el Despacho traer a colación el artículo 184 del Código de comercio, modificado por el artículo 18 de la Ley 222 de 1.995, el cual prevé que "Todo socio podrá hacerse representar en las reuniones de la junta de socios o asamblea mediante poder otorgado por escrito, en el que se indique el nombre del apoderado, la persona en quien éste puede sustituirlo, si es del caso, la fecha o época de la reunión o reuniones para las que se confiere y los demás requisitos que se señalen en los estatutos..." De la lectura de la norma en mención se puede observar que la ley ofrece a los asociados que no puedan, o no quieran asistir personalmente a una reunión, la oportunidad de hacerse representar mediante apoderado o mandatario para que a través de tal mecanismo (mandato), ejerzan los derechos que cada cuota social o acción les confiere como propietarios, lo cual es igualmente válido en todas las formas societarias. Por su parte se tiene que el mandato es un contrato por medio del cual una persona (comitente o mandante) encarga la gestión de uno o más negocios a otra (apoderado o mandatario) para que se haga cargo por cuenta y riesgo de la primera (art. 2142 C.C.); dicho contrato, se reputa perfecto por la aceptación del mandatario. En este orden de ideas, se puede apreciar que el poder adjunto a su petición, además de identificar plenamente las circunstancias de modo, tiempo y lugar de la reunión que había de celebrar la junta de socios, reunía las condiciones mínimas previstas en la ley (Artículo 18, Ley 222 de 1.995), por lo que no habría a juicio de este Despacho asidero legal para poner en tela de juicio la voluntad de la asociada por el error a que se hizo referencia, máxime que, hacerse representar en las reuniones de la asamblea o junta de socios es un derecho inherente a la calidad de asociado, siendo uno de sus derechos esenciales el de participar en las deliberaciones del máximo órgano social y votar en las reuniones correspondientes; y si acaso pudiese sobrevenir duda alguna con respecto al límite las facultades de su apoderado, bastaba con remitirse al artículo 1263 del Código de Comercio que prevé que "El mandato comprenderá los actos para los cuales haya sido conferido y aquellos que sean necesarios para su cumplimiento. A más de lo anterior, no era la asamblea general de accionistas la llamada a desconocer el poder, pues éste sólo puede ser revocado por el poderdante como se lee en el artículo 2189 del Código Civil que alude a las causales de la terminación del contrato de mandato, las cuales se relacionan a continuación: a) Por desempeño del negocio para el que fue constituido. b) Por expiración del término o por el evento de la condición prefijados para la terminación del mandato. c) Por la revocación del mandante. d) Por la renuncia del mandatario. e) Por la muerte del mandante o del mandatario. f) Por la quiebra o insolvencia del uno o del otro. g) Por la interdicción del uno o del otro. h) Por cesación de las funciones del mandante, si el mandato ha sido dado en ejercicio de ellas. El profesor José Ignacio Narváez, al referirse a la reglamentación del mandato (Teoría General de las sociedades, séptima Ed. 1996, pág. 144), expresa que, " el ejercicio de esos derechos debe ser regulado en los estatutos, pero cualquier restricción no ha de significar su desconocimiento. Ciertamente las estipulaciones del pacto social o las decisiones de los órganos corporativos no pueden vulnerarlos, y menos aún hacer tabla raza de ellos. Por su legitimidad se reputan intangibles y en verdad pugna con el más elemental sentido de justicia que a cualquiera de los socios se le cercenen. Ni el régimen convencional ni órgano social alguno o la autoridad pública tienen competencia para abolirlos o cercenarlos. Por eso se afirma que son inviolables. Inclusive se consideran irrenunciables mientras el respectivo derecho no se genere a favor del asociado. Sólo una vez concretizado, el socio puede dejar de ejercerlo". Pues bien, tales derechos se mantienen incólumes cuando se ejercen mediante apoderado, y nada ni nadie está facultado para impedirle a los asociados el ejercicio de los mismos en idénticas condiciones que si los estuviese ejerciendo personalmente, y menos aún para desconocer arbitrariamente un poder so pretexto de un error que, como ya se manifestó, no tenía incidencia sobre el propósito del mandante.