DAR DE COMER EL HAMBRIENTO Segunda Obra de Misericordia Corporal “Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; era forastero, y me acogieron; estuve desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y acudieron a mi” (Mateo 25, 35-36). Hambriento: Quien siente un deseo inmenso de algo no material (Diccionario en español en línea. Recuperado de: https://www.google.com.co/webhp?sourceid=chromeinstant&ion=1&espv=2&ie=UTF-8#q=Hambriento). Estamos (sobrevivimos) bajo el mismo techo, a veces no nos saludamos en la mañana, no nos despedimos antes de ir a dormir, no nos vemos en la mañana y mucho menos nos vemos antes de ir a dormir. A veces tenemos en el apartamento cuanto necesitamos, pero con la nevera llena estamos hambrientos de una mirada cariñosa, un abrazo tierno y/o “rompecostillas”, nos hace falta quien escuche tanto nuestros logros, como nuestros fracasos. Estamos hambrientos de la vitamina CH (Calor Humano), que se activa con un apretón de manos; de vitamina DA (Desahogo), que se activa tomando un café con quienes nos sentimos escuchados; de vitamina IN (incluidos), que se activa al superar la in-diferencia y fortaleciendo la in-clusión teniendo en cuenta el deseo y el criterio del otro; de vitamina LD (lúdica), que se activa apagando las pantallas y disfrutando en el comedor de los juegos de mesa, poniéndonos una sudadera y jugando en el piso con la pareja, o con los hijos al cambio de roles, a los constructores, a “las mamacitas”, a “la escuelita”, jugando con plastilina, haciendo origami, o cualquier otra actividad. Tenemos hambre de unas relaciones de familia: alegres, serenas, respetuosas, creativas, calurosas, de una relación de pareja en el compromiso creativo, alegre y fiel, en la conquista permanente, en el apoyo mutuo, en el construir juntos el futuro, perdonando el pasado y disfrutando del presente, una vida de pareja que rompa con toda la rutina, que no se deje vencer por la sociedad de consumo, por ese “individualismo exacerbado”, una vida de pareja que sienta la necesidad de Dios y la manifieste haciendo oración diaria, leyendo el evangelio cada día, sintiéndose una bendición mutua, celebrando la Eucaristía dominical comprometidos pastoralmente con la Comunidad Parroquial. Tenemos hambre de una vida de familia co-responsable del cambio social, protegiendo el planeta, haciendo de la vida diaria más amigable con el medio ambiente. Tenemos hambre de encontrar un asesor espiritual, que podemos identificar en un Sacerdote, en una religiosa o un profesional íntegro que nos escuche y nos ilumine en nuestras decisiones. Lego 292