1/13 Dilaciones indebidas Manuel PACHECO GALLARDO Abogado del ICASV Diario La Ley, Nº 8580, Sección Tribuna, 10 de Julio de 2015, Ref. D-279, Editorial LA LEY LA LEY 4618/2015 La Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio, por la que se modifica la LO 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, introdujo en el apartado 6.º del art. 21 una nueva circunstancia atenuante, la de dilaciones indebidas, del siguiente tenor literal: «La dilación extraordinaria e indebida en la tramitación del procedimiento, siempre que no sea atribuible al propio inculpado y que no guarde proporción con la complejidad de la causa». (Con la introducción de esta nueva atenuante, la circunstancia atenuante denominada analógica, que en la anterior redacción del Código Penal correspondía al apartado 6.º, pasó a renumerarse como 7.º). El nuevo texto legal coincidía sustancialmente con el criterio jurisprudencial dominante, que ya había venido definiendo y concretando los requisitos para la apreciación de dicha circunstancia como atenuante por analogía, así como los efectos y consecuencias de dicha apreciación. La circunstancia atenuante del art. 21.6 del Código Penal trae causa del derecho fundamental, consagrado en el art. 24.2 (1) de la Constitución Española, a un proceso sin dilaciones indebidas, derecho que sido configurado y desarrollado por la doctrina, tanto por la emanada del Tribunal Constitucional como por la dimanante del Tribunal Supremo (2) y demás tribunales. A ese respecto, el Tribunal Constitucional ha acuñado una consolidada doctrina, contenida, entre otras, en las SSTC 157/2013, de 23 de septiembre; 124/1999 de 28 de junio; 160/1999, de 14 de septiembre; 230/1999, de 13 de diciembre; y 103/2000, de 10 de abril; SSTC 131/1993, de 25 de octubre; 33/1997, de 24 de febrero; 78/1998, de 31 de marzo; y 32/1999, de 8 de marzo; STC 177/2004, de 18 de octubre y 153/2005, de 6 de junio). En lo que al presente interesa puede sintetizarse la citada doctrina significando que el art. 24.2 CE consagra el derecho, no al estricto cumplimiento de los plazos procesales, sino a la tramitación de los asuntos ante los Tribunales de Justicia en un plazo razonable, expresión ésta que es utilizada en el art. 6,1 del Convenio Europeo de Derechos Humanos (3) : «toda persona tiene derecho a que su causa sea oída... dentro de un plazo razonable (4) ». Del mismo modo, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (5) (Nueva York, 16 de diciembre de 1966), en su art. 14.3 apartado Diario LA LEY 31/08/2015 2/13 c), reconoce el derecho de toda persona acusada «a ser juzgada sin dilaciones indebidas». Son varios los criterios que recoge la jurisprudencia para determinar la existencia de dilaciones indebidas: «a) La complejidad del litigio; los márgenes ordinarios de duración de esa clase de litigios; b) la propia conducta procesal del litigante; c) el propio comportamiento del órgano judicial; d) la exigencia de previa invocación de la quiebra de este derecho por parte del interesado ante el Tribunal correspondiente para remediar el quebranto, entendiendo esta exigencia como una manifestación del deber de colaboración y lealtad que se impone a las partes» (SSTS 27 de diciembre de 2004, 8 de marzo de 2007 y 30 de marzo de 2010, entre otras). «La "dilación indebida" es, por tanto, un concepto abierto o indeterminado que requiere, en cada caso, una específica valoración acerca de si ha existido efectivo retraso verdaderamente atribuible al órgano jurisdiccional, si el mismo es injustificado y constituye una irregularidad irrazonable consistente en la duración de lo previsible o tolerable» ( SSTC 133/88, 237/01, 177/04, 153/05 y 38/08; y SSTS de 14 de noviembre de 1994, 1733/03, de 27 de diciembre; 858/04, de 1 de julio; 1293/05, de 9 de noviembre; 535/06, de 3 de mayo; 705/06, de 28 de junio; 892/08, de 26 de diciembre; 40/09, de 28 de enero; 202/09, de 3 de marzo; 271/10, de 30 de marzo; 470/10, de 20 de mayo; y 484/2012, de 12 de junio, entre otras). Por otro lado la STS 202/09 admite «…la improcedencia de exigir a aquél para el que la prescripción supondría un indudable beneficio, que realice actos tendentes a impedirlo, denunciando la paralización de las actuaciones». En relación con la necesidad de previa alegación por el acusado, ante el Tribunal juzgador, de la existencia de dilaciones indebidas, la jurisprudencia es abundante pero no siempre uniforme ni pacífica. La jurisprudencia ha sostenido, en diversas ocasiones, que la estimación de la atenuante analógica de dilaciones indebidas requería que el acusado denunciara en el procedimiento la existencia de dilación, como condición para que tal circunstancia pudiera ser estimada como atenuante. Así, la sentencia de 2 de enero de 2003 señalaba que «es necesario, como regla general, denunciar previamente el retraso o dilación, con el fin de que el Juez o Tribunal pueda reparar — evitar— la vulneración que se denuncia». Esa sentencia, a su vez, hacía referencia a las SSTS 73/1992, 301/1995, 237/2001, 768/1999 de 18 de mayo y 311/2002 de 2 de febrero. En cambio, en sentencias más recientes, la jurisprudencia ha adoptado la posición contraria; es decir, la de no exigir dicha denuncia. El Tribunal Supremo, en su sentencia de 28 de enero de 2005, ya advertía de que «no hay unanimidad en esta Sala respecto de que sea exigible a estos efectos tal requisito de denuncia previa en el momento en que se está produciendo la demora, pues esto llevaría consigo un perjuicio para el acusado, como podría ser el de hacer ineficaz la prescripción del delito que estuviera en curso». En el mismo sentido se pronuncian las SSTS 1656/2003 de 9 de diciembre, 1506/2002 de 19 de septiembre, 2036/2001 de 16 de noviembre y la sentencia de 10 de diciembre de 2008. Por consiguiente, procede la aplicación de esta atenuante incluso cuando no exista protesta alguna por parte del acusado a lo largo de la tramitación. Además, la acreditación de la existencia de dilación indebida es sencillo puesto que sólo hay que examinar cómo se ha tramitado la causa. A partir de la Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio, que ha incorporado el apartado 6 en el art. 21, la denuncia previa de las dilaciones indebidas no constituye un requisito ineludible para apreciar la atenuante ( SSTS 330/2012, de 14 de mayo de 2012 o 697/2011, entre Diario LA LEY 31/08/2015 3/13 otras) Por otro lado, la dilación no es indebida si responde al ejercicio de un derecho procesal, como señala el Auto del TS 1054/2006, de 24 de mayo de 2006: «...vistas las actuaciones practicadas hasta el auto de procesamiento "la complejidad de los informes periciales necesarios" justifican el tiempo en que se produjeron como razonable, y aunque lamentable, debe tenerse también por común en procedimientos de similares características el que transcurre desde el auto de procesamiento 12 de agosto de 2003 —hasta el inicio de las sesiones de juicio oral 1 de julio de 2015—», «por lo que formal y comparativamente no es de apreciar la infracción constitucional denunciada», dado que en dicho periodo no se produjo paralización sino que se practicaron las actuaciones necesarias para preparar la celebración del juicio oral», o la STS 7 de abril de 2009 que matiza que: «la solicitud de que se practiquen diligencias de prueba y la interposición de recursos comportan una dilación en la tramitación de la causa, pero responden al ejercicio de elementales derechos de defensa, por lo que la dilatación en el tiempo propia de la tramitación de dichas diligencias y recursos no puede nunca ser calificada como dilación indebida». Tampoco se apreció dilación, aun cuando transcurrió un plazo de nueve años desde el inicio del procedimiento judicial hasta la sentencia, teniendo en cuenta la complejidad que pudiera tener la instrucción de la causa, y detallando el espacio de tiempo en que se debe valorar. Entre otras muchas, y a modo de ejemplo, puede citarse la reciente sentencia del TS 11 de marzo de 2014: «En nuestro caso ha de reconocerse que el procedimiento judicial ha sido especialmente complejo, comprendiendo hechos que, aparte de los prescritos, se sitúan entre los años 1999 a 2006, fecha que ha de tomarse como inicio de la causa, con cinco acusados, practicándose diligencias periciales de especial dificultad que se extienden en miles de folios al implicar un importante análisis de la documentación intervenida, la elaboración de informes periciales contables, el examen de diversos ejercicios fiscales, y la intervención de un gran número de empresas y sociedades mercantiles que se relacionaban con el recurrente y su contabilidad. Por tanto, si bien, es cierto que el procedimiento judicial se inició en el año 2003 y el juicio y la sentencia se corresponden al año 2012, la tramitación de la causa no ha implicado paralizaciones excesivas que sean imputables al órgano judicial o al Ministerio Fiscal ( STS 235/2013, de 19 de marzo, en un caso similar). 4. Por otra parte, si bien en ocasiones se ha tomado en cuenta por esta Sala el plazo dictado para dictar sentencia superior al marcado legalmente, ello se ha producido, respecto de asuntos sin una constatada complejidad y considerable volumen material (las presentes actuaciones constan de 8551 folios sumariales, 1585 del Rollo de Sala, además de piezas separadas, con sus anexos documentales en formato papel y CDs), y con plazos superiores al del supuesto que nos ocupa. Así, por ejemplo, la STS 9 de diciembre de 2009, núm. 1324/2009, estimó una atenuante no cualificada con un retraso de seis meses. Y nuestra STS de 23 de noviembre de 2009, núm. 1199/2009, contempla una dilación de más de diez meses en dictar la correspondiente sentencia. Por todo ello, el motivo ha de ser desestimado». O la reciente sentencia del STS de 19 de marzo de 2014 por la que deja sin efecto la aplicación de la atenuante de dilaciones indebidas, con la consiguiente modificación de la pena: «Ahora bien en el Diario LA LEY 31/08/2015 4/13 caso que se analiza la Sala de instancia se limita para justificar la aplicación de la atenuante que "la dinámica de los hechos tuvo lugar el día 4 de junio de 2008, sin que la causa accediera a la Audiencia Provincial hasta el 14 de febrero de 2013, —esto es 4 años y 8 meses—, lapso de tiempo que considera excesivo, pues a pesar de una cierta complejidad de la causa, la prueba documental esencial en el procedimiento debió sustanciarse y obtenerse en un periodo temporal mucho más reducido". Motivación insuficiente y que no justifica la aplicación de la atenuante en una compleja causa de estafa piramidal por un importe total de más de 700.000 euros y con múltiples perjudicados —10 se detallan en el factum—, que realizaron diversas inversiones, y sin que la sentencia concrete algún periodo concreto de paralización a la causa, ni demoras concretas injustificadas, limitándose a alegar el periodo integro de instrucción y de la fase intermedia. En este punto la STS 28 de diciembre de 2009, transcrita por el Ministerio Fiscal en su escrito de apoyo al motivo, es significativa: "En tal sentido esta Sala en su Sentencia 262/2009 de 17 de marzo, que invoca el Ministerio Fiscal, ya declaró que debe tenerse muy en cuenta que la necesidad de concluir el proceso en un tiempo razonable que propugna el art. 6.1 del Convenio citado, no debe satisfacerse a costa de o en perjuicio de los trámites procesales que establece el derecho positivo en un sistema procesal singularmente garantista hacia el justiciable como es el nuestro. De ahí que resulte más acertada la fórmula prevista en el art. 24.2 de la Constitución de proscribir las dilaciones ‘indebidas’ en el proceso, es decir, las paralizaciones o retrasos de entidad e injustificados en la tramitación de la causa, que deben quedar señalados y acreditados en la Sentencia cuando la considera como muy cualificada y, por ello, impone una pena sustancialmente más liviana al rebajarla en dos grados". Asimismo declara esta Sentencia que la motivación del Tribunal es insuficiente cuando únicamente menciona el tiempo transcurrido entre los hechos punibles y la sentencia, y de manera vaga e inconcreta el retraso producido que no es reprochable a los acusados, aplicando sin hacer otras consideraciones ni razonamientos la atenuante como muy cualificada y rebajando la pena en dos grados sin mostrar tampoco este extremo en contra de lo que resulta obligado a tenor del art. 72 del Código Penal. En este caso eso es lo que sucede en la Sentencia recurrida: señala la diferencia de tiempo entre los hechos y [a Sentencia estimando que cuatro años excede con mucho la duración de procedimientos de naturaleza semejante. No determina sin embargo los hipotéticos tiempos de paralización o inactividad procesal, o sea de indebida dilación dentro del proceso, derivando sólo de su duración total la estimación de la atenuante; que además aprecia como muy cualificada sin una justificación valorativa de esa especial cualidad superior a una ordinaria significación atenuatoria. En definitiva: respetando plenamente los Hechos Probados no constan en ellos los presupuesto fácticos que condicionan la apreciación de esta atenuante, que precisa algo más que la medición de la duración total del proceso, como las paralizaciones o inactividades injustificadas, si es que existieron, sobre las cuales es posible valorar lo indebido de la dilación para concederle efecto Diario LA LEY 31/08/2015 5/13 atenuatorio. La sentencia precitada desestimó la atenuante no solo como muy cualificada, sino también como ordinaria o simple. También la STS de 6 de marzo de 2007 nos recordará que "lo que si debe exigirse es que la parte señale los puntos de dilación en la tramitación y la justificación de su carácter de indebida, lo que la parte no ha efectuado, remitiéndose genéricamente la denuncia al transcurso de 4 años en la tramitación de la causa, cuando debió argumentarse como todo lo anterior e incluso razonarse y acreditarse el perjuicio irrogado por la dilación denunciada (STS 19 de junio de 2000, 12 de febrero de 2000)". Consecuentemente el motivo segundo deberá estimarse y dictarse segunda sentencia en la que se deje sin efecto la aplicación de la atenuante de dilaciones indebidas y consiguientemente se modifique la pena.» Según la STS 79/2007, de 7 de febrero, la simple alegación, no probada, de la existencia de dilación indebida, no es suficiente para su apreciación«...pues para ello habrá de estarse a la complejidad y dificultad de la causa, así como al número de partes personadas en la misma. En el caso presente no puede ponerse en duda las notables y notorias dificultades para la investigación del alcance de los descubiertos de que fueron víctimas más de cincuenta ayuntamientos que estuvieron representados por seis acusaciones particulares a las que hay que añadir al Ministerio Fiscal y las dos defensas. Por otra parte, hemos dicho y repetido que no basta una abstracta denuncia de dilaciones injustificadas en la tramitación del procedimiento, sino que es necesario que la parte que invoca la anomalía especifique las interrupciones sufridas con indicación de las actuaciones donde aparezcan, a fin de que esta Sala pueda verificar la realidad de las mismas, su gravedad y determinar si se encuentran o no justificadas o si son, en su caso, imputables a la actuación procesal de las partes. Nada de ello se indica en el motivo, salvo una referencia a que la sentencia del Tribunal de Cuentas lleva fecha de julio de 2002, y la dictada en el proceso penal es de junio de 2.006, pero omite que la primera fue incorporada al procedimiento en fase de instrucción en 2.002 y que todavía tuvieron que continuar las actuaciones propias de esta fase, con los sucesivos escritos de acusación y de defensa, y todas las correspondientes al plenario.» En los procedimientos penales el computo del plazo se inicia (dies a quo) en el momento en que una persona se encuentra formalmente acusada o cuando se adoptan medidas cautelares. En este sentido, la STS núm. 155/2005, de 15 de febrero, señala: «En el examen de las circunstancias de la causa también el TEDH ha señalado que el período a tomar en consideración en relación al art. 6.1 del Convenio empieza desde el momento en que una persona se encuentra formalmente acusada o cuando las sospechas de las que es objeto tienen repercusiones importantes en su situación, en razón a las medidas adoptadas por las autoridades encargadas de perseguir los delitos. (STEDH de 28 de octubre de 2003, Caso López Sole y Martín de Vargas c. España).» O la STS núm. 1123/2007, de 26 de diciembre, en relación al inicio del cómputo, afirma que: «…es preciso se Diario LA LEY 31/08/2015 6/13 hayan adoptado medidas contra el imputado, incluidas las cautelares.» En ocasiones se ha tenido en cuenta una fecha anterior al inicio del proceso, retrotrayéndose al momento del arresto, al de inculpación o a la apertura de diligencias preliminares (STEDH, caso Wenhoff de 27 de junio de 1968; Pibdoella de 25 de noviembre de 1992). Para el término final (dies ad quem) se considera el momento en que se toma la decisión última, es decir, cualquier resolución que pone fin al proceso, incluyendo el posible recurso ante el Tribunal Constitucional de cada Estado. En cuanto a las condiciones para que se considere que se han producido dilaciones indebidas, la jurisprudencia, siguiendo la doctrina constitucional previamente reseñada, ha establecido que no basta con que se rebasen los plazos procesales en las actuaciones sino que es necesario que exista un retraso injustificado (6) y relevante en relación a la complejidad de la causa y, desde luego, no imputable al justiciable. Cuando estos retrasos acontecen sin culpa del acusado, la doctrina y la jurisprudencia estiman que se le puede estar causando un daño innecesario. Este perjuicio puede revestir diferentes formas: inquietud, angustia, desasosiego; molestias que todo proceso causa en los imputados y que han sido denominados como «pena de banquillo» o «poena naturalis». El Tribunal Europeo de Derechos Humanos considera las dilaciones indebidas una especie de género más amplio que la poena naturalis. Su doctrina aparece sintetizada en las resoluciones de 23 de septiembre de 1997 (Caso Robins) y de 21 de abril de 1998 (Caso Estima Jorge). Ambas resoluciones destacan que las dilaciones indebidas, aunque son invocables en todo tipo de procesos, es en el derecho penal donde las dilaciones indebidas pueden constituir una suerte de «poena naturalis». De modo similar, en la jurisprudencia constitucional, las SSTS 153/2005, 177/2004 y 237/2001 afirman que en el proceso penal es donde las dilaciones aparecen más claramente como una manifestación de un sustrato mayor denominado poena naturalis». Por todo ello, debe de evitarse que un acusado permanezca mucho tiempo en estado de incerteza sobre su futuro. Hay que señalar que en numerosos pronunciamientos del TEDH ha declarado que el art. 6.1 del Convenio Europeo de Derechos Humanos obliga a los Estados firmantes a organizar sus tribunales de manera que pueda atender a las exigencias derivadas de este precepto, en particular, el respeto al plazo razonable (Sentencia Dimarco de 28 de julio de 1999). La existencia de un exceso de trabajo en la Administración de Justicia puede justificar el retraso si tal situación tiene carácter excepcional y transitorio. El Tribunal tiene en cuenta que el Estado que haya actuado con prontitud adoptando medidas necesarias y adecuadas para evitar los atascos, analizando la situación de la Administración de Justicia en cada y país y el esfuerzo realizado para resolver el problema. La STEDH, asunto Serrano Contreras de 20 de marzo de 2012 señala: «Por lo que se refiere a los argumentos formulados por la Audiencia Provincial para justificar el retraso en dictar sentencia, en concreto la sobrecarga de trabajo, el Tribunal recuerda que, según reiterada Diario LA LEY 31/08/2015 7/13 jurisprudencia el atasco crónico en los asuntos atribuidos a un tribunal no es una explicación válida (Probstmeir c. Alemania, 1 de julio de 1997, 64, Recopilación 1997-IV). Por consiguiente, incumbe a los Estados pare organizar su sistema judicial de modo que su órganos jurisdiccionales puedan garantizar a todos el derecho a obtener una resolución definitiva en un plazo razonable (véase, por ejemplo, las sentencias Coágulo c. Rancia, n 36932/97, 27, 4 y de junio de 1999, o Frydlender c. Francia [GC], n 30979/96, 45, CEDDH 2000-VII)». En lo que respecta a la forma de reparar la lesión del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, la doctrina jurisprudencial y el TC han señalado que el cauce para compensar su vulneración es el indulto, con la posibilidad de la suspensión de la ejecución de la pena mientras se tramita la solicitud de la medida de gracia, según prevé el art. 4 apartado 4 del Código Penal. Esa postura se recogió en el Acuerdo no jurisdiccional del Pleno de la Sala Segunda de 29 de abril de 1997. Sin embargo, y a pesar de la precedente posición, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en la Sentencia de 15 de julio de 1982 (TEDH 1982/4), dictada en el caso Eckle, admitió la compensación de la lesión sufrida en el derecho fundamental mediante una atenuación proporcional de la pena, considerando que era una forma adecuada de reparar la vulneración del derecho del acusado a ser juzgado en un plazo razonable. Como consecuencia de la publicación de la citada sentencia, el Pleno de la Sala Segunda celebrado el 21 de mayo de 1999 modificó el criterio del Pleno anterior, llegándose al acuerdo de que «la solución jurisdiccional a la lesión producida por la existencia de un proceso con dilaciones indebidas, era la de compensarla con la penalidad procedente al delito a través de la circunstancia de análoga significación del art. 21.6 del CP». Aplicando el criterio previamente reseñado, la STS núm. 934, de 8 de junio de 1999, estimó correcta la aplicación de la atenuante analógica del art. 21.6 del Código Penal para reparar las lesiones derivadas de las dilaciones indebidas en el proceso, llegando a las siguientes conclusiones: a) Que los Tribunales deben tener la capacidad de reparar la lesión de un derecho fundamental, por lo que desplazar tal facultad del ejecutivo resulta difícilmente compatible con la norma del art. 117 de la CE; b) Que negar a los Tribunales competencia para reparar la vulneración del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas supondría recortar el derecho a la tutela judicial efectiva. c) Que el legislador no ha dado una solución expresa a la cuestión en el nuevo Código Penal. Como consecuencia de ello, la referida sentencia 934/99 considera que si la ley compensa las pérdidas legítimamente ocasionadas por el Estado en el curso de un proceso penal en los supuestos previstos en los arts. 58 y 59 del Código Penal, es también evidente que, con más razón, se deba proceder de la misma manera cuando la lesión jurídica no está justificada como, por ejemplo, en el caso de las dilaciones indebidas del proceso. Esta doctrina ha sido reiterada y ratificada en las SSTS 1033/1999, de 25 de junio, 386/2000, de 13 de marzo, 1113/2000, de 24 de junio y 46/2001, de 24 de enero, en las que se señaló, además, que la atenuante analógica, para compensar las dilaciones indebidas, habría de imponerse como muy cualificada, para obtener un efecto reductor de la pena. Así lo establece la STS de 25 de Diario LA LEY 31/08/2015 8/13 mayo 2010: «En cuanto a las dilaciones indebidas, para su apreciación como muy cualificadas esta Sala requiere la concurrencia de retraso de intensidad extraordinaria, casos excepcionales y graves, cuando sea apreciable alguna excepcionalidad o intensidad especial en el retraso en la tramitación de la causa (sentencias de 3 de marzo de 2009 y 17 de marzo de 2009), o en casos extraordinarios, de dilaciones verdaderamente clamorosas y que se sitúan muy fuera de lo corriente o de los más frecuentes». La reforma del Código Penal del 2010, al añadir al art. 21 la nueva circunstancia atenuante 6.ª, posibilita aplicar dicha circunstancia como atenuante muy cualificada. En ese sentido se pronuncia la reciente Sentencia del Tribunal Supremo de 26 de abril de 2013, que, estimando parcialmente el recurso de casación interpuesto contra una sentencia dictada por la Audiencia Nacional que condenaba a la acusada por dos delitos de robo con intimidación con fines terroristas, casa y revoca el fallo para aplicar la atenuante de dilaciones indebidas como muy cualificada, individualizando nuevamente la pena a imponer: «Actualmente, la reforma del C. Penal mediante la Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio, que entró en vigor el 23 de diciembre siguiente, regula como nueva atenuante en el art. 21.6.ª las dilaciones indebidas en los siguientes términos: "La dilación extraordinaria e indebida en la tramitación del procedimiento, siempre que no sea atribuible al propio inculpado y que no guarde proporción con la complejidad de la causa"… Por consiguiente, han quedado fehacientemente acreditadas las alegaciones fácticas de la defensa relativas a la existencia de una dilación indebida por el tiempo transcurrido desde el 15 de febrero del 2006 hasta el 13 de mayo de 2010, que fue cuando la Sección Cuarta de la Audiencia Nacional se apercibió de que la acusada se hallaba en España desde hacía más de cuatro años, tiempo durante el que estuvo paralizada la tramitación de la presente causa por ignorarse que Eulalia se hallaba ya en territorio nacional a disposición de las autoridades judiciales españolas desde el año 2006. Le asiste, pues, la razón a la parte recurrente en su queja por la paralización de un proceso penal cuando no había realmente ningún obstáculo procesal que impidiera proseguir tramitando la causa a partir del 15 de febrero de 2006, que fue cuando la acusada fue trasladada a España... …todo da a entender que o fallaron las comunicaciones entre los funcionarios administrativos y las autoridades judiciales a la hora de materializar la entrega de la acusada a España y la puesta a disposición judicial de una persona que se hallaba buscada por varios órganos judiciales, o concurrió una descoordinación entre estos cuando la policía entregó a la detenida. Esa falta de comunicación y de coordinación determinó sin duda una dilación indebida en la tramitación de la presente causa por un periodo de cuatro años y tres meses, tiempo durante el que prosiguió paralizado el proceso sin causa alguna que lo justificara…. …el tiempo transcurrido entre la llegada a España de la acusada y la celebración del juicio ha sido de cinco años y diez meses… Diario LA LEY 31/08/2015 9/13 Para apreciarla con ese carácter esta Sala requiere que concurran retrasos en la tramitación de la causa de una intensidad extraordinaria y especial, esto es, de supuestos excepcionales de dilaciones verdaderamente clamorosas y que se sitúan muy fuera de lo corriente o de lo más frecuente ( SSTS 739/2011, de 14 de julio; y 484/2012, de 12 de junio). …se legitima la cualificación de la atenuante no solo atendiendo al plazo total de tramitación de un proceso (criterio del plazo razonable), sino también cuando sin ser este de una duración singularmente extraordinaria, sí concurren dilaciones concretas que comprenden un periodo importante en concepto de paralización…. Pues bien, ello es lo que sucede precisamente en el presente caso, toda vez que aunque la tramitación del proceso con respecto a la acusada tardó aproximadamente unos seis años, sin embargo, la causa estuvo paralizada sin responsabilidad de la recurrente por un periodo superior a los cuatro años, tiempo que se considera suficientemente dilatado para considerar que se trata de una paralización tan grave que justifica la aplicación de la atenuante como muy cualificada». De igual forma, la sentencia del TS de 19 de julio de 2013 (Rec. 261/2013), que desestima el recurso de casación interpuesto contra una sentencia dictada por el TSJ de Canarias, confirmando el fallo condenatorio por delitos de prevaricación y malversación de caudales públicos, en concurso medial, concurriendo la atenuante de dilaciones indebidas, apreciada muy cualificada. O la STS de 14 de octubre de 2013 (Rec. 482/2013), que estima parcialmente el recurso de casación interpuesto contra una sentencia dictada por la AP de Barcelona, que condenó por un delito de lesiones subtipo agravado por uno de instrumento peligroso, apreciando la concurrencia de la atenuante muy cualificada de dilaciones indebidas. En lo que respecta a las víctimas, éstas también sufren un retraso en ver compensada la injusticia sufrida. El dolor que causa un proceso penal, es padecido de de igual manera tanto por el acusado como por la víctima, que sufre por no encontrar justa respuesta por parte de la Administración de Justicia. Cuando la CE dice en el art. 24.2: «… a un proceso público sin dilaciones indebidas», utiliza el término «todos», es decir, es un derecho para la ciudadanía en general y no sólo para los acusados en un procedimiento penal. La víctima de un delito puede plantear la petición de resarcimiento cuando se dicte una sentencia firma en el proceso y donde se reconozca la aplicación a favor del acusado de la atenuante de dilaciones indebidas; por lo que deberá solicitar un testimonio de dicha resolución y utilizar dicho título para reclamar la oportuna indemnización. Esta reclamación deberá hacerse de acuerdo con lo previsto en los arts. 292 y ss., de la LOPJ y dirigirla al Ministerio de Justicia, que le corresponderá el fallo del asunto y el abono de la indemnización. Diario LA LEY 31/08/2015 10/13 Normalmente los retrasos vienen motivados por la falta de medios de los juzgados y tribunales y que la competencia par dotar de recursos a los órganos jurisdiccionales las tienen transferidas las CC.AA. y por ende la responsabilidad del retraso. Por ello, el siguiente paso sería que el Estado repercutiera las indemnizaciones a las víctimas a la hacienda de la Comunidad Autónoma donde se encuentre el juzgado que produjo el retraso. El criterio para valorar los daños producidos a las víctimas de un delito por estas dilaciones, sería aplicar la normativa civil sobre responsabilidad extracontractual. En conclusión, si se aplica la doctrina precedente a un supuesto, es patente que la apreciación o no de la atenuante alegada exige analizar la causa, el tiempo de su desarrollo y la actividad ejercida por la defensa, pues no podrá aplicarse la citada atenuante en aquellos supuestos en que la dilación no sea debida a un mal funcionamiento de la administración de justicia o imputable a las acusaciones. Y es que, cuando la dilación tiene su causa en la conducta de los acusados, (utilización de recursos abusivos, prácticas obstruccionistas, motivando injustificadas suspensiones, renuncias reiteradas a su representación procesal, etc...) tal dilación únicamente a ellos es imputable. Sin embargo, en los procesos con varios imputados la mala fe de uno de ellos no debe impedir que la atenuante le pueda ser aplicada a los demás, dado el carácter personal que tiene este requisito. BIBLIOGRAFÍA — ALCACER GUIRAO. R. «Dilaciones indebidas (atenuante)»; en Memento experto. Reforma penal 2010, Ortiz de Urbina Gimeno, I (dir.), Madrid, 2010. — ÁLVAREZ GARCÍA, Francisco Javier. «La atenuante de dilaciones indebidas», en La Reforma Penal de 2010: análisis y comentarios. Pamplona. Aranzadi, 2010. — BORJA JIMÉNEZ, Emiliano. Las circunstancias atenuantes en el ordenamiento jurídico español. Valencia. Tirant lo blanch, 2002. — CORDOY BIDASOLO, Mirentxu. 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(1) Establece el art. 24.2 de la CE que: «Todos (…) tienen derecho a un proceso (…) sin dilaciones indebidas.» Ver Texto (2) Según la STS 659/2013, de 9 de julio: «Las dilaciones indebidas son una suerte de proscripción de retardos en la tramitación, que han de evaluarse con el análisis pormenorizado de la causa y los lapsos temporales muertos en las secuencias de tales actos procesales». Ver Texto (3) Ratificado por España el 10 de octubre de 1979. Ver Texto Diario LA LEY 31/08/2015 12/13 (4) El «plazo razonable» es un concepto amplio, que significa el derecho de todo justiciable a que su causa sea vista en un tiempo prudencial, que ha de tener como índices referenciales la complejidad de la misma y los avatares procesales de otros de la propia naturaleza, junto a los medios disponibles en la administración de justicia (SSTS, 91/2010, de 15 de febrero; 269/2010, de 30 de marzo y 338/2010, de 16 de abril). Ver Texto (5) Ratificado por España el 30 de abril de 1977. Ver Texto (6) El Tribunal Supremo dice que deben considerarse retrasos injustificados los atribuidos a negligencia o descuido del órgano jurisdiccional o del Ministerio Fiscal; o los debidos tanto a déficit estructurales y orgánicos de la Justicia, como cualquier otra disfuncionalidad de la misma (SSTS 204/2004, de 23 de febrero,; 94/2007, de 14 de febrero, entre otras). Ver Texto Diario LA LEY 31/08/2015 13/13 Diario LA LEY 31/08/2015