Las revoluciones europeas de

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Las revoluciones
europeas de
1989-1990
Entre 1989 y 1990 han tenido lugar en Europa
Central y Oriental profundas rwoluciones políticas que
han puesto fm a 10s sistemas de ccsociaiismo real* y al
poder de 10s partidos comunistas. Dos rasgos destacan
en este complejo proceso de cambios: el nivel muy bajo
de empleo de la violencia, con la excepci6n del caso de
Rumania, y el papel decisivo que han desempenado las
consultas electoraies para determinar la desapariu611
de las viejas estructuras de poder y el nacirniento de
nuevos regímenes de cardcter demodtico. 1990 ha
sido el año de las elecciones libres en los países que
habían pertenecido al bloque sovidtico hasta fecha muy
reciente.
Los nuevos sistemas políticos existentes en Polonia,
Hungría, Checoslovaquia, Rumania y Bulgaria se caracterizan por la existencia de Parlamentos elegida, de
una gran pluralidad de partidos políticos con libertad
de actuaci611, y de Gobiernos que deben responder ante
los Parlamentos. Por encima de las diferencias entre
unos paises y ouos -que en algunos casos son de mucha enadad- el hecho más sobresaiiente es que existe
ya un principio común para la vida política: la vigencia
del sistema parlamentari0 y pluralista. Los pueblos de
esos países recuperan su derecho a decidir mediante el
voto su destino. Es una ruptura radical con el pasado.
La nuwa legitimaci6n del poder se basa en la voluntad
de la audadania. Todo ell0 constituye un punto fundamental de coincidencia con Europa Occidental. La zona
en el mundo con sistemas democrdticos efectives se ha
ampliado considerablemente gracias a 10 ocumdo en
1989 y en 1990 en la Europa del Este.
El hundimiento comunista
En esas nuwas democracias, 10s partidos comunisras, que habían ejercido el poder durante rnás de cuatro
décadas, han sufrido una caída tal que, en varios casos,
equivale a su desaparici6n. Es difícil imaginar una
prueba más contundente de su carencia de influencia
ideol6gica auténtica: habiendo controlado en ese largo
periodo todos 10s medios de comunicaci6n y asimismo
la educaci6n de las nuwas generaciones, dichos partidos se han quedado sin base popular de modo rapidísimo, en cuanto se han creado condiciones de libertad.
No obstante, en el proceso de descomposici6n de 10s
regímenes del ccsocialismo real,, las luchas internas en
el seno de los panidos comunistas entre un sector refor-
Manuel A Z C ~ A T E
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LA NUEVA EUROPA
mista, deseoso de adaptarse a los nuevos tiempos, y los
inrnovilistas, atrincherados en la defensa de su monopolio político y de sus privilegios, han desempetlado un
papel esencial. Poszgay en Hungría, Rakowski en Polonia, Modrow en la República Democratica Alemana
han representado la voluntad de un sector comunista,
desde dentro del viejo poder, de abrir las puertas a la
libertad, al cambio, a la expresi6n de la voluntad popular. Y en gran medida gracias a su conducta ha sido
posible impedir una acci6n represiva violenta de la Polida o del Ejdrcito, al estilo del Tienanmen de Pekín.
Esa actitud de 10s sectores reformistas de 10s partidos
comunistas ha sido estimulada desde M o d . Sigue
abierto, sin embargo, el debate sobre la importancia
que han tenido, en el inicio de la transici6n, 10s esfuerzos del equipo de Gorbachov por crear, en 10s paises
del Este, gobiemos de comunistas dem6cratas para evitar una evoluci6n excesivamente radical. En todo caso,
una ve2 logradas condiciones mínimas de libertad, 10s
gobiemos de transici6n formados por 10s comunistas
reformadores se han mantenido durante poco tiempo.
Muy rapidamente -con alguna excepcidn- el poder ha
pasado a manos de fuerzas d e m d t i c a s que habían
nacido y se habían formado en la oposici6n. sufriendo
persecuciones de los Gobiernos comunistas.
En ese orden las diferencia hist6ricas son considerables: en Polonia, los heterodoxos comunistas más imponantes se separaron del partido ya en 10s años 60.
Kuron, Michnik y sus compañeros, despub de aear el
KOR (cornitd de defensa obrera) y de desplegar durante años una arriesgada acci6n opositora, conmbuyeron
poderosamente al nacimiento y desarrol10 de Solidaridad. La transici6n placa .se ha caracterizado por la
existencia de un movimiento sindical y político de masas, situado fuera del rdgirnen, y con el que éste se vio
obligado a negociar. En virtud de los acuerdos de la
Mesa Redonda de 1989 -que prefijaron una mota de
diputados comunistas en el Congreso- la composici6n
de b t e en Polonia aún no refleja la voluntad popular.
Por la misma causa, el general Jarutelski ha perrnanecido hasta finales de 1990 como presidente de la República. La ruptura con el pasado se hizo en el poder
ejecutivo, con la designaci6n en 1989 de Tadeusz Mazowiecki como jefe del Gobierno.
Lo mismo que en otros países, el partido comunista
polaco decidi6 cambiar de nombre y de ideología. Se
pronunci6 en favor de las ideas del socialismo demmiltic0 y adopt6 el nombre de apartido Socialdem6crata
de la República de Polonia,. De poco le ha servicio ese
cambio en el plano electoral. En las primeras elecciones
plenamente libres que ha habido en Polonia, las municipales de 1990, el antiguo partido comunista ha quedado reducido a bajisimos porcentajes. Su papel en la
política placa es hoy escaso, a pesar de que dispone,
hasta que se celebren las eleccions parlarnentarias, de
una minoria hinchada en la Camara.
En Hungria, la política flexible de Kadar le perrniti6
conservar a 10s sectores reformistas dentro del partido
en mayor medida que en otros países. El papel de tendencia renovadora representada por Imre Pozsgay h e
decisivo entre 1988 y 1990 para descomponer el viejo
sistema de poder y facilitar la instauraci6n de un sistema democrático. Pero el partido comunista, convenido
en uPartido Socialista Húngaro~,sufri6 una grave derrota en las elecciones de mano de 1990: s610 obtuvo
el 8 % de los votos y ha guedado fuera del kea de
poder.
En Checoslovaquia, el partido comunista había sufrido en 1968, a raíz de la intervenci61-1militar sovidtica, la expulsi6n masiva de todos 10s partidarios de
Dubceck. Por el10 no hubo un fen6meno reformista
como el de Hungría. No obstante, la presi6n popular,
con gigantescas manifestaciones, oblig6 a 10s propios
6rganos de poder del viejo rdgimen comunista a elegir a
una personalidad de la tesistencia, como Havel, como
presidente de la República. Entraron asimismo en el
Gobierno otras figura5 de la oposici6n. Los comunistas
checoslovacos han conservado su nombre y se han convertido en un factor muy secundaria: en las elecciones
de junio de 1990 obtuvieron el 13 % de los votos.
En todos esos casos, la escasa resistencia del aparato
estatal ante un cambio tan profundo como la eliminaci6n de un rdgimen social y político es notable: no es un
fen6meno comente en la historia. Tres factores coincidieron para hacerlo posible: la peresaoika en M d , la
política de Gorbachov de respeto a la soberanía de cada
país, que privaba a los gobiernos comunistas de su
protecci6n material y de su hente de inspiraci6n. La
desmoralizaci6n provocada por el fracaso político e
ideol6gico del socialismo soviético, que les dejaba sin
raz6n viüida para seguir luchando. Y la propia descomposia6n interna de regímenes debilitados por las luchas
intemas y las corrupciones.
Dos casos atípicos
En Bulgaria y Rumania el proceso ha sido peculiar:
a pesar de las diferencia entre estos dos paises, en
ambos una gran parte del antiguo aparato comunista
-pese a 10s cambios profundos realizados- ha conservado el poder. En Rumania, el ccFrente de Salvaci6n
Nacional>>,surgido en el momento de la caída del dictador Ceaucescu, y formado sobre todo por comunistas
disaepantes, obtuvo en mayo de 1990 el 67 % de 10s
votos en las elecciones legislativa y el 86 % en las
presidenciales. En Bulgaria, las elecciones de junio de
LAS REVOLUCIONES EUROPEAS DE 1989-1990
1990 dieron casi la mitad de los votos, y una amplia
mayoría de diputados en el Parlamento, al uPartido
Socialista de Bulgaria~,nombre adoptado por el antiguo partido comunista.
El respaldo electoral recibido en Rumania y Bulgaria
por formaciones integrada por antiguos comunistas
-y que prolongan el viejo aparato estatal- se debe en
gran medida a las caracteristicas de unos paises sin
tradicibn d e m d t i c a , donde la rutina de votar a 10s
que están en el poder sigue ejerciendo una influencia
decisiva, sobre todo en el campo; no es casual que 10s
partidos de oposici6n hayan tenido una votaci6n mucho más fuerte en las principales ciudades. Otro factor
es la debilidad de la oposici6n, carente de raíces y de
experiencia.
Si en Bulgaria el continuismo ha sido roto, en cierta
medida, al designarse como presidente de la República
a una figura de la oposici6r1, la permanencia del viejo
aparato de poder, aunque sea en un dima de aecientes
libertades dvicas, tiene efectos peligrosos. En Rurnania,
las amenazas de des6rdenes públicos son serias. La
nansicibn a la democracia, para ser autentica, exige
instituciones más transparentes y un pluralisme político más efectiva. Las transiciones demasiado dilatada
son peligrosas: puede exacerbarse la indignaci6n de sectores democrdticos que se sienten frustrados después de
haber alcanzado la libertad. El10 puede generar desestabilitaci6n y favorecer corrientes nacionalistas y autoritarias.
Presidn de la derecha
Las elecciones de 1990 en 10s diversos paises indican
una victoria holgada de 10s partidos o movimientos que
se habian constituido en oposicidn radical al regimen
anterior, con la democracia y la economia de mercado
como objetivos centrales, y con el ccmundo occidentaln
como modelo de sociedad. En ese marco se acusa en
1990 una fuerte presidn de las fuerzas de derecha.
En Polonia, Solidaridad present6 un movimiento social y politico sui generis, con unas raíces profundas
entre las masas trabajadoras, y a la vez con una influencia hegemdnica entre profesionales e intelectuales. Por
su misma amplitud era inevitable que en su seno se
destacasen diversas corrientes. En torno a Lech Walesa,
figura carismitica de Solidaridad, se han ido agrupando las fuerzas más derechistas, con matices de nacionalismo y de antisemitismo, deseosas de implantar un
sistema politico presidencialista.
El gobierno Mazowiecki estd realitando una reforma
econ6mica dura, orientada hacia la privatitaci6n, el
control de la inflaci6n y la inserci6n de Polonia en la
economia mundial. Las consecuencias sociales son graves para la poblaci6n, y el10 durante varios años. Ante
el descontento popular, Walesa inici6 en el verano de
1990, con lema populistas, una campaña contra el
Gobierno y para conquistar la Presidencia de la República. Ha exigido la celebracidn rdpida de elecciones
presidenciales, a las que se presenta como candidato.
Jaruzelski ha aceptado retirarse, y éstas tendr;ln lugar el
29 de noviimbre.
El10 ha obligado a la aeación de oma agrupacibn,
nacida tambien entre 10s simpatizantes de Solidaridad,
sobre todo en 10s medios intelmales, con Mazowiecki
como candidato a la presidencia. En ella se unen diversas corrientes ideol6gicas, democristianas, liberales,
socialdem6cratas, deseosas sobre todo de mantener a
Polonia firmemente en una línea de democracia
parlamentaria, y de evitar 10s resbalones autoritarios a
10s que Walesa puede no ser insensible. Esta divisibn,
surgida de cara a las elecciones, entre fuerzas que deberían colaborar para el kxito de la transición y para devolver a Polonia el puesto que en Europa le corresponde, es probablemente prematura.
De la contiencia ante las umas pueden dimanar dos
futuros para Polonia. Al margen de la conducta que Walesa pueda tener si rnañana es elegido, no cabe duda de
que su campaña esd ayudando a despertar tendencias
nacionaíistas, induso favorables al autoritarisme, que recuerdan etapas n e g a de la historia placa.
En Hungría, las elecciones que han tenido lugar en
1990, primer0 las legislativas, luego las municipales,
han dado la victoria a 10s partidos de centro-derecha.
En las primeras, el Foro Democritico, en el que hay
fuertes comentes nacionalistas y populistas, qued6 en
primer lugar y ha constituido el Gobierno encabezado
por su líder, Antall. En las segundas, unos meses después, el Foro perdi6 muchos votos y la Alianza de
Dem6cratas Libres -principal pamido de oposici6nha conquistado la alcaldia de Budapest y de ouas ciudades. Asistimos no s610 a grandes fluctuaciones del
cuerpo electoral, sino a una abstenci6n masiva, que
super6 el 50 % en las municipales. Es un fen6meno
preocupante. La indiferenda ante las urnas indica hasta
quC punto las dificultades econ6micas pueden fragilizar
la confianta en 10s métodos democriticos, induso en
una etapa en que est4 aún muy reciente la conquista de
la libertad.
En Checoslovaquia, el Foro Civico, movimiento de
amplia unidad y espina dorsal de las grandes manifestauones que pusieron f i al regimen comunista, obtuvo
una victoria electoral aplastante en las elecciones de
junio de 1990, con cerca del 50 % de los votos. Pero en
su seno aparecieron muy pronto gérmenes de divisibn.
La fracci6n más derechista, representada por el ministro
de Fianzas, Klein, elepido mesidente del Foro, ha
u NUEVA EUROPA
conquistado una posici6n predominante. Los sectores
favorables a soluciones más de izquierda, de tipo socialdemhta, se ven forzados a aear oaa organizaci6n.
Al mismo tiempo -y el mismo rasgo se da en ouos
países- se produce una agudizaci6n de las comentes
nacionalistas en Eslovaquia. Ante el hundimiento de la
ideologia oficial marxista-leninista, rebrotan las actitudes más aadicionales y conservadoras, como el nacionalismo y la religi6n.
La unidad de Alemania
El caso de la evoluci6n -y ulterior desaparici6n- de
la República Demmiiuca Aiemana (RDA) es completamente especifico. Su existencia como Estado estaba
intrínsecamente ligada al carácter comunista de su Gobierno y a su alianza militar con la URSS. Por el10 la
derrota de 10s comunistas ponia directamente sobre el
tapete la cuesti6n de la unidad de Alemania. Ese proceso se ha desarrollado a un ritmo vertiginosa. Despues
de la caída del muro en noviembre de 1989,los intentos del partido comunista de conservar el poder y de
mantener la RDA como un Estado distinto fracasaron
riipidamente. En diciembre, Krenz (que habia sustituido a Honecker) tuvo que dimitir y fue sustituido por
Modrow, cuya moderaci6n era apreciada por la oposicih.
El momento decisivo del cambio fueron las elecciones de marzo de 1990, precedidas por una campaña en
la que tomaron parte 10s principales lideres de 10s partidos de la RFA, apoyando a 10s partidos correspondientes en la RDA. El canciller Kohl logr6 la victoria para
el partido dem6aata-cristiana, ofreciendo una unificaci6n a marchas fonadas con la RFA, 10 que gran parte
de la poblaci6n interpretaba como una posibilidad de
acceder a un nivel de vida semejante al de los alemanes
occidentales. El SPD (Partido socialdem6crata) consideraba que convenia preparar la unidad con m k calma, mediante un proceso gradual de acercamiento de
las situaciones dispares existentes en las ((dos Alemanias)). Los electores votaron mayoritariamente por la
primera opci6n. Se form6 un Gobierno dirigido por el
líder demouistiano De Maizihe, con participaci6n del
SPD. Cabe decir que, desde ese momento, las decisiones para el conjunt0 de Alemania se han tomado en
Born. El Gobierno De Mai2iet.e tenia escaso poder real,
y su debilitamientose fue acentuando hasta su desaparici6n en octubre de 1990.
A principios de julio, por decisi6n del canciller Kohl,
se estableci6 la unidad monetaria demana, con el marco occidental como moneda única. Contrariamente a
las esperanzas de amplios sectores, esa unidad ha acelerado la mina de 10s sectores esenciales de la economía
de la RDA. Las empresas occidentales, remisas a invertir en industrias con maquinaria vetusta, uataron a la
RDA sobre todo como un mercado en el que desarro-.
llar sus ventas. Ello acel'kr6 la mina de muchas empresas orientales y la extensi6n del paro, en unas proporciones angustiosas.
A medida que la situaci6n empeoraba, la impotencia del Gobierno De Maizihre era más manifiesta. La
huida hacia adelante se hada inevitable. Kohl decidi6
efectuar la unificaci6n formal a principios de octubre
de 1990, mediante un tratado por el cual la RDA se ha
integrado en la RFA.
En la aceleraci6n del ritmo de la unificaci6n alemana
ha ejercido una influencia negativa el hecho de que
1990 ha sido un año electoral en la RFA. Las elecciones
generales estaban fijadas para diciembre de 1990 y el
canciller Kohl se esfort6 en todo momento por presentarse como artifice de la unidad demana, seguro de que
era la mejor baza electorai para seguir como canciller de
la Alemania unida después de las elecciones de diciembre de 1990. La tesis socialdemhta de que era mejor
una unificaci6n rnás lenta y gradual -aunque a largo
plazo resulte fundada- no logr6 convencer a una opini6n pública que de pronto y casi por sorpresa veia
realizarse el s u d 0 de la unidad alemana. Las elecciones
en 10s Lander de la antigua RDA, en octubre de 1990,
confirmaron el dxito de la democracia cristiana. Asi, la
evoluci6n de la RDA -en condiciones muy distintasconfirma la presi6n derechista que caracteriza la situaci6n política de 10s países que han puesto fm al sistema
del ((socialisme realn.
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