5. LA FEDERACION SALUDA LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA El agotamiento del régimen político era manifiesto y se reflejaba también en la política navarra donde el problema autonómico latía con fuerza. A primeros de mayo se celebraron elecciones a Diputados a Cortes y EZ Pueblo Navarro se había dirigido a distintas personalidades, preguntando si convenía en Navarra que los diputados a Cortes fuesen navarros; la propia formulación de la pregunta daba casi hecha la respuesta. Esteban Deán contestó: «Me riregunta usted: ^ Conviene a Navarra que su representación a Cortes la ostente quienes no sean navarros, ni tengan con Navarra comunidad ninguna de intereses y afectos? No. Y este grito quisiera que, lanzado en estas riberas del Ebro y del Arga, repercutiera en las crestas de nuestras montañas fiara ser oído en todo el Reino» (1) . (1) LASN, fi5-1923. 151 Destaca en las elecciones, por un lado el asentamiento de los nacionalistas (en aliauza electoral con el jaimismo consiguieron que Manuel Aranzadi fuera reelegido Diputado a Cortes por Pamplona en 1923 y Manuel de Irujo a la Diputación) y, por otro, una afirmación cada vez más clara de las ideas navarristas que encuentran también su expresión en La Acción Social Navarra. Cuando unos meses más adelante se especula con la reorganización regional que la Dictadura va a llevar adelante y se barajan diversas posibilidades de relación (Navarra con Vascongadas, Navarra con La Rioja, Navarra sola), la opinión extresada en la revista de la Federación no admite dudas: Navarra debe constituir una sola región, como se reconoce en la Ley Paccionada de 1841: «Nuestra opinión es Navarra y siem^rre Navarra» ( 2). El pronunciamiento del dictador en septiembre fue recibido con un artículo titulado «Nosotros y el Directorio», en el que no se habla para nada de pronunciamiento, sino que se refiere al «acto realizado el día 13 de septiembre ^ior el General Primo de Rivera en Barcelona y la consiguiente implantación del Directorio militar» (3). Pronunciamiento que no mereció sino elogios: «la noble actitud de sincera rebeldía adoptada por el Capitán General de Cataluña ante el desbarajuste político, que era preciso destruir para que no destruyese él a España, merece de nosotros franca simpatía, lo mismo si se atiende al acto en sí mismo considerado, que a la forma en que ha preparado y lleuado a cabo. No ha costado la renovación ni una gota de sangre , no se ha disparado ni un tiro». No sólo da por bueno el golpe militar, «la actitud del ejército no necesita justificación», sino que arremete contra el propio sistema constitucional en la misma línea que el tradicionalismo integrista: «esta simpatía nuestra no es todavía plena. (2) LASN, 10-11-1923. (3) LASN, 29-9-1923. Con idéntico entusiasmo fue recibida la Dictadura de Primo de Rivera en otros lugares. Véase Mateo Martínez, Tierra de Campos, Cooperativismo y sindicalismo agrario, Instituto Cultural «Simancas», Valladolid, 1982, págs. 183 y ss. 152 Quedamos en actitud expectante. La parte negativa del [rr-ograma realizado nos parece excelente, porque en unos días se ha destruido la labor de un siglo de liberalismo, que ha sido el mal de la Patria», y se despacha contra el parlamentarismo, «desde luego no puede pensarse en sostener el actual régimen político, el parlamentarismo [...] era malo, pernicioso de suyo el sistema [...]. Pensar únicamente en sustituir personas y no sustituir el régimen es soñar». No podía faltar la recomendación de mano dura contra los Sindicatos: «El nuevo régimen debe reprimir y extinguir las intolerables audacias del sindicalismo». Este tipo de opiniones se verían corroboradas días más tarde por la CNCA, que el 18 de octubre se entrevistó por medio de su Consejo Directivo en pleno con el Presidente del Directorio para entregarle un escrito, síntesis de las aspiraciones del agricultor, adelanto de otro más detallado que remitirían posteriormente. En él manifestaban su adhesión «a la magna obra de saneamiento y regeneración de España en todos los aspectos de la vida nacional». Aplaudían el Directorio «por lo que su obra tiene de robustecimiento de la autoridad y disciplina social, de saneamiento moral, de restauración económica y de descuaje del caciquismo», y pedían el restablecimiento de las exenciones «a cuyo amparo nacieron los Sindicatos agrícolas a la vida», una participación en los organismos oficiales agrarios en proporción a su importancia, y que se les consultara sobre problemas agrícolas de envergadura (4). Este escrito iba firmado por todos y cada uno de los cargos de la CNCA y los representantes de las distintas federaciones en el Consejo Directivo. Como representante de Vascongadas y Navarra firmó Vicente Laffitte, Presidente de la Federación de Guipúzcoa. La coincidencia del nuevo régimen con sus aspiraciones sociales hacía que, con rapidez, no sólo saludaran su implantación, sino que esperaran una mayor atención a sus problemas. No podía sorprender, por tanto, la celeridad y entusias- (4) LASN, 27-10-1923, y J. J. Castillo, op. cit., págs. 339-340. 153 mo con que acogieron la Dictadura. La realidad desmentiría esa esperanza, ya que la Dictadura pocas cosas hizo para solucionar la situación agraria, que hubiera requerido profundas transformaciones estructurales. Asunto imposible socialmente, pues, como señala Vicens Vives, sus soportes fueron «el Ejército de Africa [...J, la aristocracia latifundista de Andalucía y Castilla y las altas jerarquías eclesiásticas» (5). La presencia de estos dos últimos pilares en la dirección de la CNCA explicaría tanto el apoyo entusiasta y público al nuevo régimen, como las escasas críticas que realizaron durante todo el período, aunque, como hemos señalado, poco o nada mejoró la situación agraria a pesar de que muchos de los pertenecientes a las distintas Federaciones ocuparon altos puestos de la administración. 5.1. Los problemas agrícolas durante la dictadura 5.1.1. E1 trigo A finales de octubre la Diputación decretó un impuesto sobre la harina, invitando a todos los fabricantes y molineros a integrarse en el Sindicato Harinero de Navarra. A primeros de enero de 1924 el Directorio orientó la baja del trigo. Tomaron medidas para mejorar la situación: el ejército debería consumir trigo nacional y las importaciones no se permitirían. La producción de 1923 se calculaba en 39 millones de quintales, seis más que el año anterior y unos doce millones más de los que se consumía de promedio. La solución será la exportación, pero no era posible competir en una coyuntura como la mundial en la que la producción de trigo había aumentado, duplicándose entre 1893 y 1913, y se había orga- (5) J. Vicens Vives, Histaria de España y América, Vicens Vives, Barcelona, 1975, 1.^ edic., vol. 5, pág. 370. 154