epifanistas que cuentan con armamento para apoyar un eventual levantamiento (CDyA R 250F 2212). Uno de los agentes infiltrados acompañó al capitán Parra y al Teniente Cabrera a retirar cartuchos y otros implementos para la fabricación de granadas de mano en Buenos Aires, según este informante. Pero incluso antes ya existía alerta de las fuerzas de seguridad sobre la región de Itapúa, en un informe del II Departamento del Estado Mayor del 20 de julio de 1959, se hacía constar cuanto sigue: “En nuestra costa del Paraná se nota solamente, como siempre un movimiento de contrabando como es de rutina […] Las noticias de Misiones Argentina suministrados por dos de nuestros informadores son las siguiente [sic]: La administración pública con permanente disturbios en el país, está muy anarquizado y la desmoralización interna […] Por eso, dicen los informadores, no hay caso de esperar la cooperación eficaz de argentina [sic] en la vigilancia de la costa del Paraná…” (CDyA R 0250 F1294). Luego de ultimados los detalles, y aparentemente creyendo que el factor sorpresa estaba de su lado, se había establecido el día de la invasión el 12 de diciembre de 1959, que consistió en el: “… ingreso simultáneo de cinco columnas de hombres armados y una radio clandestina ZPX que operaría como enlace de todas las columnas y como medio de propaganda. Los puntos de ingreso desde Misiones serían: Posadas, Puerto rico, El Dorado, Puerto Península, Puerto Iguazú […] El propósito era lograr un ataque de frentes múltiples para que las tropas del ejército regular no pudieran responder. En este sentido dos son las premisas de la guerra de Guerrillas como estrategia: sorpresa y velocidad, ya que después del primer impacto las posibilidades de éxito se reducen geométricamente…” (Arellano; 2005:91) Además de las torturas varios fueron fusilados extrajudicialmente previa brutal tortura, incluyendo la mutilación de los cuerpos, algunos Informe Final de la CVJ La columna al mando de Juan José Rotela debía ocupar Encarnación, asaltando la Prefectura, el Batallón de Frontera y la Delegación de Gobierno, pero las demás personas que debían unirse al grupo de asalto no reaccionaron, pues la señal era una bomba que debía explotar arrojada desde una avioneta. El plan fracasó. 269