Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales

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Manuel Seifert Bonifaz
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
OT. 13318 / UNIVERSIDAD CATÓLICA - COLAPSO DE PARTIDOS NACIONALES Y AUGE DE LOS PARTIDOS REGIONALES / MEDIDA /
LOMO OK Bond Marfileño 83 gr.-Cosido a la francesa / Medida: 50.3 x 21.0 cm.
Manuel Seifert Bonifaz
Colapso de los
partidos nacionales
y auge de los
partidos regionales
Las elecciones regionales y
municipales 2002-2010
CYAN
MAGENTA
Manuel Seifert Bonifaz
Magister en Ciencia Política y Gobierno y
Licenciado en Filosofía por la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Trabajó como
Analista Político del Despacho Presidencial,
evaluando y coordinando las actividades
públicas del Presidente de la República. Fue
Investigador de la Oficina Nacional de
Procesos Electorales en donde publicó en
co-autoría tres libros relacionados al voto
electrónico y los procesos electorales.
Actualmente, trabaja en la gestión y
prevención de conflictos sociales en el
Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social.
Se ha especializado en temas de gobernabilidad, descentralización, instituciones
políticas, conflictos sociales y electorales.
AMARILLO
NEGRO
Colapso de los partidos
nacionales y auge de los
partidos regionales
Las elecciones regionales y municipales
2002-2010
Autor:
Manuel Seifert Bonifaz
2014
Colapso de los Partidos Nacionales y
auge de los Partidos Regionales
© Manuel Seifert Bonifaz
© Pontificia Universidad Católica del Perú
Escuela de Gobierno y Políticas Públicas, 2014
Av. Universitaria 1801, Lima 32, Perú
www.pucp.edu.pe/escueladegobierno
Primera edición: marzo 2014
Tiraje: 250 ejemplares
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N°: 2014-03664
ISBN: 978-612-4206-28-3
Diseño, diagramación e impresión:
Tarea Asociación Gráfica Educativa
Psje. María Auxiliadora 156, Breña
Agradecimientos
N
o quiero dejar pasar la oportunidad para agradecer a todos
aquellos que me apoyaron e hicieron posible el presente trabajo. Han sido varios los amigos, profesores, colegas y familiares
frente a los cuales me encuentro gratamente agradecido por su apoyo.
Entre ellos, quiero agradecer a Steve Levitsky, Nicolás Lynch, Piero
Corvetto y Fernando Tuesta, que siempre estuvieron dispuestos a conversar y discutir conmigo los distintos enfoques sobre la problemática histórica, social, económica e institucional de los partidos políticos
en el Perú. Ello permitió centrar el fenómeno que estaba estudiando
y enriquecer sustancialmente el trabajo. Asimismo, estoy agradecido
por el constante apoyo de Sinesio López para esclarecer muchos de
los conceptos que entraban en juego en este estudio y su disposición
para escuchar nuevas ideas y argumentos sobre el desempeño de los
partidos. Por otra parte, tengo una especial consideración con Sandra
Morales, por su apoyo tácito mientras iniciaba con esta investigación, a
Omar Awapara por enseñarme la magia de las tablas dinámicas, a José
Luis Incio, que me permitió esclarecer varias dudas metodológicas, y a
Daniel Luna, por la compañía en las horas de estudio.
Finalmente, este esfuerzo ha sido posible y sostenido gracias a dos pilares, mi madre Nora, y mi novia Bruna, las cuales me impulsaron y
toleraron durante todo el proceso. Gracias, por su incondicional cariño, alegría y admiración, que permitieron que el horizonte nunca se
perdiera.
5
Índice
Presentación
Introducción
Capítulo 1: Contexto previo
1.1 Victoria de un independiente
1.2 Fujimori y el anti-partidismo
1.3 La transición
1.4 Resumen contextual
Capítulo 2: Volatilidad electoral y volatilidad partidaria
2.1 Elecciones regionales 2002 - 2006
2.2 Elecciones regionales 2006 - 2010
2.3 Conclusiones volátiles
Capítulo 3: Desempeño electoral
3.1 Dominio nacional: elecciones 2002
3.2 Surgimiento de un nuevo competidor: elecciones
2006
3.3 Una tendencia y un cambio radical: elecciones 2010
3.4 Resumen electoral
Capítulo 4: Las causas del descenso nacional
4.1 Falta de confianza
4.2 La Ley de Partidos Políticos
4.3 La identificación con el líder político
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Pág.
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Manuel Seifert Bonifaz
Capítulo 5: Conclusión
Bibliografía y Fuentes
Listado de tablas y gráficos
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114
117
8
Presentación
L
as elecciones regionales y municipales del 2002 en el Perú fueron
dominadas por los partidos políticos nacionales. Estos obtuvieron la mayoría de los puestos disputados y captaron de mejor
manera la preferencia del votante. Así, en el marco de las primeras
elecciones sub-nacionales luego de la transición democrática que vivió
el Perú, la victoria de los partidos nacionales fue interpretada como
una fortaleza y consolidación de los mismos. Sin embargo, todo fue
una ilusión. Las consiguientes elecciones regionales y municipales,
evidenciaron la debilidad inherente de los partidos nacionales ante el
surgimiento y consolidación de los partidos regionales como su competencia. Además, factores como la poca confianza del electorado con
los partidos políticos, la Ley de Partidos Políticos y la identificación
con el líder como determinante de la votación, influyeron en colapso
de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales en las elecciones sub-nacionales 2002-2010.
9
Introducción
E
l presente trabajo tiene como objeto de estudio a los partidos
políticos en las tres últimas elecciones regionales y municipales
(2002-2006-2010) que se han realizado en el Perú. El análisis
de estos procesos electorales son importantes porque permite conocer
qué tan enraizados e institucionalizados se encuentran los partidos políticos nacionales en el ámbito sub-nacional. Por ello, se decidió llevar
a cabo un estudio comparativo entre estas elecciones para conocer el
desempeño que han tenido los partidos nacionales y regionales en este
ámbito.1
En las elecciones regionales y municipales (ERM) del 2002, los partidos nacionales ganaron en 18 de las 25 regiones, mientras que a nivel
provincial y distrital ganaron 55% y 60% de los municipios respectivamente. Por otra parte, los partidos regionales, ganaron en las 7 regiones
restantes, y a nivel local ganaron en 16% de los municipios provinciales
y 12% de los municipios distritales. Para las ERM del 2010, el escenario
cambio drásticamente. Los partidos nacionales habían ganado en tan
solo 5 regiones, y a nivel provincial y distrital, ganaron 31% y 36% de
los municipios respectivamente; mientras que los partidos regionales
habían ganado en 20 de las 25 regiones, el 65% de los municipios provinciales y el 59% de los municipios distritales. Los partidos nacionales
pasaron de dominar la escena electoral subnacional en el 2002, a ser
1El problema de cómo este desempeño afectará a la representación de los ciudadanos no será abarcado en el presente trabajo, a pesar de reconocer su vital importancia
y relación estricta con los partidos políticos.
11
Manuel Seifert Bonifaz
meros actores secundarios en las elecciones del 2010 frente a los previamente tímidos y ahora protagónicos partidos regionales. Ante este
nuevo escenario, con nuevos protagonistas electorales, solo nos queda
preguntarnos ¿qué ocurrió durante este período para que se diera este
radical giro? Esta será la pregunta que guiará el presente trabajo.
Tomando en consideración una definición mínima, todo partido es
“cualquier grupo político que se presenta a elecciones y que puede colocar mediante elecciones a sus candidatos en cargos públicos” (Sartori 2009: 101). Del mismo modo, se considera partido a todo aquel
que “quisiera presentar candidatos a cargos públicos pero no pudo hacerlo, sea porque está proscrito, o porque no se celebran elecciones”
(Mainwaring y Scully 1995: 2). En este mismo sentido, los partidos
políticos se encargan de reclutar y presentar a los candidatos para los
cargos que están siendo disputados y movilizan el apoyo electoral para
los candidatos que presentan (Diamond 2001: xiv).
Ampliando la definición de partido político, podemos incluir que este
es una organización política que se encuentra compuesta por miembros que suelen compartir los mismos valores, principios, visiones y/o
planes de acción a ser tomadas estando en el gobierno. Además, los
partidos políticos sirven como canales institucionales a través de los
cuales la ciudadanía puede expresar su voz hacía las más altas autoridades, sirviendo como una bisagra entre la sociedad y el Estado. Son
las instituciones que representan diversos grupos sociales y, en ese sentido, son las llamadas a agregar los intereses específicos ensanchando
sus bases electorales y forman coaliciones de gobierno. En una democracia, son los vehículos que hacen posible la representación política y
permiten reducir la distancia entre electores y representantes, logrando articular la participación con la representación política.
Ahora bien, considerar qué partidos políticos en el Perú cumplen con
una definición más amplia, si representan adecuadamente a su población, si logran canalizar las demandas de sus electores y reducen la
distancia entre electores y representantes, si mantienen una vida activa
entre elecciones, es materia de otro trabajo. Por tanto, para facilitar el
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Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
siguiente análisis, consideraremos a todos los partidos políticos, desde
la definición mínima.
Tomando en consideración este punto, encontramos que durante las
elecciones regionales y municipales (ERM) del 2002 al 2010, hubo una
gran cantidad de diversos partidos políticos que presentaron candidatos. Pero, no solo fueron partidos políticos nacionales, sino que también participaron los llamados movimientos regionales y organización
políticas de alcance local (definidos así según criterios normativos).
Según la definición de partido político con la que vamos a trabajar,
consideraremos también a los movimientos regionales y organizaciones políticas de alcance local como partidos políticos. A fin de evitar todo tipo de ambigüedad, a la hora de referirnos a estos, vamos a
homogenizarlos de ahora en adelante en cuatro categorías: partidos
nacionales, partidos regionales, partidos provinciales y partidos distritales. 2
La diferencia entre estos diversos tipos de partidos estará marcada según el alcance y participación política que van a tener en las elecciones. Asimismo, el alcance y su ámbito de intervención determinarán
consecuentemente los requisitos necesarios para su constitución. Por
ende, un partido nacional será aquel que pueda participar en todo tipo
de elección, presentando candidatos a nivel nacional para alcaldías
distritales y provinciales, candidatos a las presidencias regionales, al
Congreso y a la Presidencia de la República; mientras que el partido
regional3 solo podrá participar a nivel regional y municipal, presentando candidatos a la presidencia regional y a las diversas municipalidades dentro de dicha región. De igual modo, sucederá con los partidos
provinciales (presentan candidatos para la provincia y los distritos que
2Estos dos últimos tipos de partidos (provincial y distrital), serán subsumidos en
ocasiones bajo la categoría de partidos locales.
3Si bien podría llamárseles ‘partidos departamentales’ dado que su circunscripción
y participación política está limitada al departamento, utilizaremos el término ‘partido regional’ por razones estilísticas y por el uso que la literatura sobre el tema le ha
dado (aunque bajo el rótulo de ‘movimiento regional’).
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Manuel Seifert Bonifaz
la componen) y los partidos distritales (presentan candidatos solo en
un distrito).
Para analizar el desempeño electoral que tuvieron los partidos nacionales4 y partidos regionales en las ERM 2002-2010, se ha decidido
subdividir este desempeño en tres categorías distintas que responden,
de alguno u otro modo, a las etapas del proceso electoral en su totalidad. Primero, estaría la capacidad participativa del partido para presentar candidatos (cumpliendo con los requisitos que se requieren la
inscripción del candidato). Una vez presentado e inscrito el candidato,
tenemos su capacidad organizativa que mide la suficiencia del partido
para organizarse y captar el voto y preferencia del elector, que se traduce en el porcentaje obtenido en dicha elección. Finalmente, tenemos
la capacidad electoral que tiene el partido al ganar el puesto disputado.
A raíz de estas aclaraciones, podremos ver en mayor detalle cómo, si
bien los partidos regionales obtuvieron la mayoría de las presidencias
regionales en el 2006, los partidos nacionales seguían obteniendo porcentualmente mayor votación que los regionales mostrando una mejor
organización, que se tradujo en más alcaldías a nivel provincial y local
frente a los partidos regionales. Esta deconstrucción del concepto desempeño electoral responde a que en las ERM del Perú el margen con
el que suelen ganar los partidos las elecciones no supera en la mayoría
de los casos el 5% y, medir el desempeño solo desde la obtención del
cargo, no sería completo.
De igual forma, se utilizará el trabajo de Mainwaring y Scully (1995)
que busca medir el grado de institucionalización de un sistema de partidos. Estos autores señalan cuatro características que permiten determinar cuan institucionalizado está un sistema de partidos. Este es definido
como “un conjunto de interacciones esquematizadas en la competencia
entre partidos” (Mainwaring y Scully 1995: 3) e implica una continuidad
4Es bueno tomar en consideración que dentro de los partidos nacionales existe una
diferenciación entre los partidos históricos o tradicionales (APRA, Acción Popular y
Partido Popular Cristiano) y aquellos que no lo son (Perú Posible, Gana Perú, Somos
Perú, Solidaridad Nacional, entre otros).
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Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
en sus partes pues “una discontinuidad aguda en el número de partidos relevantes significa que un sistema diferente a desplazado al previo”
(Mainwaring y Scully 1995). Las cuatro condiciones que deben cumplirse para considerar a un sistema de partidos institucionalizado son:
a) Estabilidad en las reglas y en la naturaleza de la competencia
entre partidos.
b) Partidos políticos con raíces más o menos estables en la sociedad.
c) Los actores políticos importantes conceden legitimidad al proceso electoral y a los partidos, así las élites políticas basan su
conducta sobre la expectativa de que las elecciones serán la ruta
principal que conduce al gobierno.
d) Las organizaciones partidarias tienen importancia y no están
subordinadas a los intereses de líderes ambiciosos (Mainwaring
y Scully 1995: 4).
A partir de estas aclaraciones teóricas y utilizándolas como herramientas para el análisis del fenómeno podremos comprender de mejor manera cómo los partidos nacionales a lo largo de las elecciones regionales y municipales durante el período 2002-2010 fueron perdiendo
presencia en el ámbito sub-nacional.
Como mencionamos anteriormente, el objeto de estudio se inscribe
en lo que denominaremos el ciclo semi-partidario.5 En la década de los
ochentas tenemos un ciclo que se caracterizó por la presencia de un
sistema de partidos más o menos consolidado, donde los principales
partidos políticos abarcaban la gran mayoría de la votación y existía
una consecuente lealtad hacia estos. Tanto el Partido Aprista Peruano
(PAP), la Izquierda Unida (IU), Acción Popular (AP) y el Partido Popular Cristiano (PPC), dominaron la escena política durante esta década. Este ciclo terminó con el inicio de la crisis del sistema de partidos y
la irrupción de los outsiders en la política peruana, dando paso a uno
nuevo que estuvo marcado por el colapso de este sistema, la práctica
5Aporte que debo agradecer al Dr. Sinesio Lopez.
15
Manuel Seifert Bonifaz
desaparición de estos actores dominantes y el auge de los independientes en la política. Las acciones anti-partidistas y anti-políticas impulsadas desde el gobierno de Fujimori, terminó por sellar la limitación
de los partidos políticos a meros vehículos electorales que compitieron
desigualmente durante las elecciones. Los partidos sin mayor actividad
política y sin espacios ajenos a la arena electoral para ejercer su presencia, fueron cada vez más débiles.
Este ciclo culminó en la transición del 2000-2001 dando origen al ciclo
semi-partidario cuya denominación se atribuye a la confluencia competitiva en elecciones de partidos políticos históricos (PAP, PPC y AP)
con partidos políticos de corta historia y nuevos actores regionales.
La arena electoral se abrió, la desigualdad competitiva se desvanece y
son varios los partidos que buscan llenar los vacíos dejados durante la
década pasada. Este ciclo culmina en las elecciones generales del 2011,
donde el APRA no presenta candidatos y el PPC y Acción Popular
no son capaces de presentar candidatos propios y forman alianzas con
otros partidos para participar en estas. De igual modo, a nivel subnacional los partidos regionales de tímido éxito y participación en las
primeras ERM, se convirtieron en los partidos hegemónicos en este
nivel, dominando completamente la escena regional y local para las
ERM del 2010.
El desempeño electoral y participativo de los partidos nacionales y regionales estuvo condicionado desde las primeras elecciones subnacionales del siglo XXI que se dieron bajo un régimen democrático. Los
partidos nacionales llegaron debilitados a dicha elección, si bien esta
debilidad solo se hará notoria por la incapacidad de mantener el dominio obtenido en las ERM del 2002; y los partidos regionales tuvieron alrededor de cinco meses para organizarse y participar en estas
mismas ERM. En este marco, existieron factores que dificultaron aún
más el desempeño de los partidos nacionales a lo largo de las siguientes
elecciones regionales y municipales. El primero, la nimia confianza
que la población tiene en ellos hizo que ésta buscara otros medios a
través de los cuales puedan canalizar sus demandas insatisfechas. El segundo factor es la Ley de Partidos Políticos, la cual en un escenario de
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Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
fuerte desconfianza hacia los partidos nacionales, dificultó por un lado
la participación de los partidos nacionales en los niveles sub-nacionales y, por otro, facilitó la creación de partidos regionales al reducir
los requisitos y exigencias de estos. Finalmente, el último factor es la
identificación con el líder político como determinante de la votación,
que tiene su base en el personalismo político que caracteriza a la historia política peruana cuyo auge podemos ubicarlo en la década de los
noventas donde los partidos políticos giraron únicamente alrededor
de la figura de su líder.
Todo colapso es la imposibilidad de sostener y mantener un determinado estado, de allí se sigue que toda infraestructura, institución u
organización colapse porque sus estructuras fueron incapaces de mantenerse. Así, el colapso al que hacemos referencia se debe a que los
partidos nacionales no fueron capaces de sostener y mantener aquel
dominio ganado en las elecciones regionales y municipales del 2002.
En suma, el presente trabajo muestra el contexto previo (capitulo 1)
que condicionó el escenario donde las elecciones regionales y municipales iban a llevarse a cabo. Luego, analizaremos los resultados de
las tres elecciones regionales y municipales (capítulos 2 y 3) para ver
el desempeño participativo, organizativo y electoral de los partidos
políticos, tanto nacionales como regionales, durante estas elecciones.
Utilizaremos diversas herramientas como la volatilidad electoral y
partidaria que han presentado los partidos durante las ERM, y desde Mainwaring y Scully, podremos comprender cuan enraizados en la
sociedad están los partidos y, de este modo, ver el grado de institucionalización que tienen. Una vez concluido el diagnóstico del fenómeno
veremos cuáles fueron las causas de este descenso (capitulo 4) a través
de los tres factores mencionados.
17
Capítulo 1:
Contexto previo
E
l presente capitulo estará enfocado en el contexto previo que se
vivió a las elecciones regionales y municipales del 2002 al 2010.
Éste estuvo marcado por la crisis del sistema de partidos de los
ochenta cuyo primer síntoma fue la elección de un independiente, Ricardo Belmont, para la alcaldía de Lima en 1989. El autogolpe de Fujimori en 1992 y el discurso anti-partidista llevado a cabo en la década
de los noventa marcó el colapso del sistema de partidos. Luego, la transición del 2000-2001, caracterizada por la participación de partidos
políticos históricos y partidos independientes, marcó el inicio de un
ciclo semi-partidario en donde se efectuaron las elecciones regionales
2002-20010.
1.1 Victoria de un independiente
En noviembre de 1989, una persona ajena a la vida y esfera política,
un independiente, ganó las elecciones a la alcaldía de Lima Metropolitana. En estas elecciones municipales los partidos políticos que
participaron fueron el Movimiento Cívico Independiente OBRAS,
el Frente Democrático (FREDEMO), la Izquierda Unida (IU), el
Partido Aprista Peruano (PAP), el Acuerdo Socialista de Izquierda
(ASI), UNO, el Partido de Avanzada Nacional (PAN), y el Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos (FRENATRACA). Fue
el Movimiento Cívico Independiente OBRAS, bajo la figura de su
líder Ricardo Belmont Casinelli, aquel que resultaría vencedor en
estos comicios.
19
Manuel Seifert Bonifaz
La victoria por parte de Ricardo Belmont es considerada como un punto
de inflexión en la historia política peruana, porque marca la irrupción
de los outsiders en la política y el inicio protagónico que tendrán estos
independientes, no-políticos, anti-sistema o outsiders en la política.
La presencia de aquellos estuvo marcada por un discurso político que
tenía como objetivo el distanciamiento y diferenciación con la política
tradicional y los partidos políticos tradicionales. El outsider es aquel
líder que no ha tenido una carrera política previa y su éxito no está determinado por cargos públicos que ha ejercido previamente, sino que
su éxito nace de una esfera que no es la política (puede ser académica,
empresarial, militar, entre otros). Además, no poseen ningún vínculo con los partidos políticos existentes, ni buscan tenerlo a la hora de
participar en la esfera política. Por ello, prefieren formar un partido
propio, cuyo armazón y estructura partidaria dependerá totalmente
de la figura de este outsider. Al no provenir de una esfera política previa, se presenta a sí mismo como una solución ante los problemas que
acosa a la población (pobreza, delincuencia, inseguridad ciudadana,
salud, etc.) producto del pobre desempeño que han tenido los partidos
políticos y logra representar la insatisfacción de la ciudadanía con el
“antiguo orden partidario establecido” (Lynch 1999: 63). Como bien
señala Nicolás Lynch:
“
Los independientes surgen debido al fracaso de los partidos y en contraposición directa con ellos, buscando traer a la política experiencias
y conocimientos ajenos a la misma que supuestamente podrían solucionar los problemas en los que nos habían metido los partidos” (Lynch 2004: 62).
El escenario dentro del cual se dio la victoria de Ricardo Belmont estuvo marcado por este pobre desempeño que tenían los partidos políticos
para movilizar, canalizar y representar los intereses de la sociedad. En
1989 el Perú enfrentaba principalmente tres problemas: una violencia
política interna que iba en crecida, una crisis económica y el problema
del narcotráfico. La insatisfacción de la población y electores con el
desempeño de los partidos políticos (IU, PAP, PPC, Acción Popular)
20
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
para lidiar con estos problemas, debilitó aún más su enraizamiento en
la sociedad. A este debilitamiento, se tenía que sumar los conflictos
intra-partidarios que surgían (Tanaka 1998) y que mermaban a las organizaciones partidarias. Así, en este escenario donde confluyeron factores estructurales, históricos e institucionales, los partidos políticos
padecían de una crisis de representación que facilitó la irrupción de
estos nuevos actores en la escena política.
La literatura sobre las causas que llevaron a estos sucesos es variada y
existe una gran diversidad de análisis sobre las variables de esa época.
Del mismo modo, también existe un gran debate sobre si el sistema
de partidos colapso o no, si es que existía un sistema de partidos que
pudiera colapsar o, como señala Lynch (1999), si es que era más bien
un proto-sistema (un intento de). A pesar de las diferencias, en lo que
no se está en desacuerdo es que durante este período existió una fuerte
crisis de la representación partidaria. Esta, para Sinesio López (1998),
consiste en “la ruptura de un conjunto de nexos de naturaleza política (organizativos, estrategas), cultural (identidades, conocimientos
y evaluaciones de la realidad política y social, confianza), ideológica
(claves interpretativas) y psicológicas (expectativas, afectividades) que
vinculan a los partidos con los ciudadanos, la sociedad civil, los grupos
y las clases sociales”.
Consecuentemente, el Movimiento Cívico Independiente OBRAS, con
su fundador y líder Ricardo Belmont, ingresó en 1989 a la esfera política como algo ajeno y nuevo a ella. Su presentación buscó distanciarse
del desprestigio que tenía el antiguo orden partidario. Apeló a esta diferenciación, a esta novedad que traía, como principal estrategia para
ganar las elecciones. Provenir de una esfera ajena a la política, la empresarial, era su principal atractivo, porque contribuía a que se distanciará del mal desempeño que habían tenido los partidos políticos hasta
el momento6. Por ello, los votantes se vieron inclinados a favorecer a
6 Distanciamiento que no realizó el FREDEMO, que se alió con Acción Popular y el
Partido Popular Cristiano, lo que inevitablemente influyó en su derrota en las elecciones generales de 1990.
21
Manuel Seifert Bonifaz
este nuevo actor, un exitoso empresario que no había ejercido ningún
cargo público ni había participado previamente en la política.
Unos meses después de las elecciones municipales de 1989, se realizaron
las elecciones generales de 1990, en donde otro outsider ganaría y sería
elegido Presidente de la República del Perú. Al igual que Ricardo Belmont, el entonces candidato Alberto Fujimori, profesor de la Universidad Nacional Agraria, era una persona alejada de la esfera política, perteneciente al mundo académico, que también apeló a este alejamiento y
desvinculación con la esfera política para obtener más votos. Una vez
en la presidencia, buscó consolidar la pertenencia a un partido político
como algo negativo e institucionalizó el anti-partidismo.
1.2 Fujimori y el anti-partidismo
La llegada de Alberto Fujimori al sillón presidencial se dio en medio de
una fuerte crisis económica, una alta violencia política que se venía en
escalada, una incapacidad estatal para brindar servicios básicos (educación, salud, comunicación, etc.) y una ciudadanía que culpaba a los
actores políticos –partidos y gobernantes- por este escenario. La necesidad de un cambio para sobrellevar esta situación era evidente y los
ciudadanos se percataron de la incapacidad que tenían los principales
partidos –IU y FREDEMO- realizar semejante tarea y responder a las
exigencias de la democracia (Lynch 1998). Si bien eran vistas como las
alternativas más viables para llevar a cabo este cambio, lamentablemente
su incapacidad permitió que la ciudadanía volteara la cara para ver “que
más había”, que otras alternativas existían que se mostraran eficientes
para llevar a cabo el cambio que era necesario.
Alberto Fujimori, candidato independiente con su partido ‘Cambio
90’,7 llegó a la presidencia del Perú en 1990 luego de derrotar en se7Este nombre no es accidental. El ambiente que se vivía en esa época buscaba la necesidad de un giro, un cambio de lo que se estaba viviendo. Este nombre logra expresar
muy bien los sentimientos de la ciudadanía durante ese período.
22
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
gunda vuelta a otro candidato independiente,8 Mario Vargas Llosa. El
cómputo final fue de 62.4% para el primero y 37.6% para el segundo.
Esta fue una victoria inesperada, no tanto por la derrota de Vargas
Llosa, sino por la sorpresiva victoria de Fujimori, al cual las encuestadoras, tres semanas antes de las elecciones le daban una intención
de voto de apenas 5%. A pesar de ello, el 08 de Abril logró pasar a la
segunda vuelta con un 29.1%, quedando detrás de su primer contrincante Vargas Llosa, el cual obtuvo 32.6%. Esta insospechada situación
fue referida por la prensa como el “tsunami Fujimori”. A pesar de ello,
el porcentaje obtenido por sus candidatos al Senado (21.7%) y a la Cámara de Diputados (16.5%) fueron superados por los candidatos del
APRA y FREDEMO. Esta supuesta incongruencia en la división del
voto es explicada por Martín Tanaka por la intervención de los “votantes estratégicos”:
“
En la votación que alcanzó el 8 de abril también hay una importante
intervención de “votantes estratégicos” (…). Es decir, hubo muchos
votantes que tenían como primera opción a algún candidato partidario, pero en la medida en que para ellos era más importante evitar el
triunfo de Vargas Llosa, votaron por Fujimori para no “desperdiciar su
voto”. Esto se confirma por los altos niveles de ticket splitting –la opción
por un grupo político en las elecciones presidenciales y por otro en las
parlamentarias” (Tanaka 1998, 193).
Esta escisión, evidenciada en la composición de las dos cámaras del
Poder Legislativo, impulsó que Fujimori formara alianzas de acuerdo a
las decisiones que tenía que ir tomando. Pero más importante aún, este
“desbalance” de poder que se tenía ocasionó que las relaciones entre
Ejecutivo y Legislativo adquirieran una dinámica de evidente confrontación9. Los grupos partidarios “en el parlamento intentaron superar
8A pesar de que el FREDEMO mantenía una alianza con partidos políticos “tradicionales”, lo tomamos en consideración como un independiente más, por la figura del
candidato Vargas Llosa. Esta figura era reconocida fuera del ámbito político y su éxito
se encontraba en la esfera literaria, no en la política.
9 El autor Nicolás Lynch señala que las relaciones partidarias a partir de 1980 es-
23
Manuel Seifert Bonifaz
su tradicional naturaleza fragmentada, buscando llegar a acuerdos y
pactos negociados, para preservar y mejorar sus funciones y defender el PoderLegislativo contra los ataques e intrusiones del Ejecutivo”
(Cotler 1995: 285). Esta confrontación estuvo fuertemente marcada
porque los partidos no querían comprometerse con las reformas económicas (programa de estabilización y ajuste estructural) que Fujimori
había llevado a cabo desde agosto de 1990.
La incertidumbre sobre qué tipos de resultados o cuáles iban a ser las
reales consecuencias de que dichas reformas económicas iban a tener
en la población, era el motivo principal por el cual no se querían comprometer los partidos políticos. Así, el alejamiento y el no-compromiso llevado a cabo por parte de los partidos políticos fue resultado
de una estrategia política. No se comprometían por tener la convicción de que el rumbo tomado era el equivocado y que dichas reformas
económicas no eran las que se necesitaban, sino más bien porque no
sabían cuales iban a ser los resultados de la implementación de estas
reformas. El cálculo político asumido por los partidos se veía influido
por razones electorales que, si bien faltaban muchos años para las elecciones generales, estos preferían no tomar parte ni involucrarse para
salvaguardar su imagen de cara a las siguientes elecciones en caso fracasaran las políticas económicas de Fujimori.
Lamentablemente este tipo de comportamiento por parte de los partidos políticos, principalmente el de los “tradicionales” (PAP, PPC y AP),
facilitó que Fujimori pueda desprestigiarlos por su falta de compromiso con el país. Este desprestigio impulsado por Fujimori fue arraigándose y legitimándose aún más en la medida en que se iban palpando
los beneficios de las reformas económicas emprendidas. Esta estrategia
política asumida por los partidos resultó contraproducente porque lo
único que hizo fue robustecer la ya consolidada desconfianza de los
ciudadanos frente a estos. Por ello, trabajar conjuntamente con los partarán caracterizadas por una cultura política de confrontación en donde “los actores
políticos [se consideran] más como enemigos que se deben destruir que como adversarios llamados a competir” (Lynch 2004: 56).
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Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
tidos no era algo motivador para Fujimori. Esto fue sumamente notorio durante el período previo al autogolpe del 5 de abril de 1992. Las
quejas estaban dirigidas al Parlamento y, obviamente, a los partidos
integrantes del mismo sobre todo cuando no permitieron llevar a cabo
determinadas reformas que el Ejecutivo quería implementar. A partir
de este momento empieza una campaña fuerte en contra de los partidos políticos, no para arremeter contra partidos políticos específicos,
sino más bien contra la idea misma del partido político.
En otras palabras, la campaña de desprestigio que montó Fujimori estuvo basada en una visión mínima de los partidos políticos (solo como
vehículos para acceder a un cargo público), exaltando la figura propia
del líder y dejando de lado la visión de los partidos como articuladores
de la participación con representación política. Para él, los partidos no
eran más que vehículos a través de los cuales podía llegar a ser electo y
no cumplían ninguna otra finalidad. Esto puede verse en los diversos
partidos que creo/fundó para participar en las elecciones generales:
Cambio 90, Cambio 90 – Nueva Mayoría y Perú 2000. De igual manera, a nivel sub-nacional, impulsó la creación de un nuevo partido:
Vamos Vecinos.
La institucionalización del desprestigio de los partidos políticos se
puede ver claramente en la nueva constitución de 1993 escrita luego
del autogolpe (05 de abril de 1992) encabezado por Alberto Fujimori.
En esta carta magna se hicieron modificaciones que acentuó un sistema multipartidista con alta fragmentación partidaria (Tuesta 1996).
En el artículo n° 35 los partidos políticos se ven como otro tipo de
organización política junto con los movimientos o alianzas. El articulo
n°35 señala:
“
Los ciudadanos pueden ejercer sus derechos individualmente o a través de organizaciones políticas como partidos, movimientos o alianzas, conforme a ley. Tales organizaciones concurren a la formación y
manifestación de la voluntad popular.”
25
Manuel Seifert Bonifaz
Los partidos políticos bajo este artículo son comprendidos como una
especie más dentro del género organizaciones políticas. Al incluirlos
dentro de éste género, se genera una confusión porque no se sabe si el
partido político es lo mismo o no que un movimiento o, si son instituciones completamente distintas (Tuesta 2005). Esta confusión permite
que no sea posible distinguir las determinadas características que diferencian uno del otro. Mediante esta suerte de sinonimia entre partido
político y movimiento se busca no solo bajar al nivel de movimiento al
partido, sino subir al movimiento al nivel del partido político. Con ello
encontramos que, por una parte, al bajar al nivel de movimiento al partido político estas equiparando la durabilidad en el tiempo y lo efímero
que este puede ser luego de la consecución de un determinado fin. Por
otra parte, al igualar el movimiento al nivel del partido político abres la
posibilidad de generar organizaciones políticas que una vez cumplido su
objetivo puedan desvanecerse sin mayor problema.
Este artículo de la Carta Magna buscaba institucionalizar aquel desprestigio que venían teniendo los partidos y reforzar la imagen de que
estos solo sirven como medios para acceder al poder. Al igualarlos y no
dejando claro sus características frente a otras organizaciones políticas, estaba abriendo la posibilidad de ver a los partidos políticos como
plataformas que cumplían un determinado objetivo y, luego de ser
cumplido, podían disolverse sin mayor reparo. Este descredito hacia
los partidos políticos fue una constante a lo largo del régimen fujimorista. La inclusión de este artículo y la manera de ser redactada no es
algo incidental, sino responde a determinados intereses. Con respecto
a ello Fernando Tuesta explica que:
“
(…) a lo largo de la década de los noventa, el discurso político estuvo dirigido a desacreditar a la política, los políticos y a los partidos políticos.
Se trataba de crear a otros sujetos portadores de prácticas y valores que
superaran lo tradicional, señalaba el fujimorismo. De esta manera, la
mayor distancia de la política y de los partidos era exaltada. Era la política de la anti-política. Por eso no extraña que la Constitución incorporara
un artículo que se resistía a reconocer a los partidos como los portadores
centrales de la participación política” (Tuesta 2005: 94).
26
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Este fue uno de los elementos a través de los cuales Fujimori buscó
disminuir la competencia política para consolidarse como actor hegemónico. Otras medidas instauradas en la Constitución de 1993
son los mecanismos de democracia participativa y directa que buscaba suplantar la democracia representativa de partidos. La intención
principal de la incorporación de estos mecanismos era dar por sentado la ‘caducidad’ de los partidos políticos (Tanaka 2005). Esta fue
una manera de institucionalizar el anti-partidismo o la anti-política
a través de los mecanismos legales. Otra manera bajo la cual buscó
disminuir a los partidos políticos a su mínima expresión fue vía sus
propias declaraciones públicas en donde arremetía contra los partidos políticos.
La multiplicidad de organizaciones políticas –Cambio 90, Cambio
90-Nueva Mayoría, Perú 2000, Vamos Vecinos- bajo las cuales él y
sus allegados se presentaron para obtener cargos públicos es resultado de esta visión y práctica anti-política. Esta múltiple creación de
partidos impulsó y concretizó el acercamiento a la política ya no a
través de los partidos políticos establecidos (como lo eran el APRA,
PPC o AP en su momento), sino a través de la figura del líder independiente el cual le resultaba más beneficiosa la creación de su propio partido. La antipolítica de la década de los noventa, “se convirtió
tanto en una forma de hacer política contra los partidos como en una
forma de gobernar que pretendió reemplazar la competencia entre
los actores políticos por el manejo mafioso de los asuntos públicos”
(Lynch 2004: 63).
El desprestigio que tenían los partidos políticos tradicionales, el pobre desempeño llevado a cabo por ellos, traducido en una insatisfacción y desconfianza hacia los mismos, hizo que la mejor manera
viable de participar en política fue mediante la creación propia de un
partido político. Como bien señala Sinesio López, “luego de la crisis
y el colapso de los partidos, dos fueron las formas principales a las
que apelaron los peruanos para hacerse representar en la escena pública: los medios de comunicación y los políticos «independientes»”
(López 1998: 478).
27
Manuel Seifert Bonifaz
Esto tuvo fuertes consecuencias en las prácticas políticas, pues ahora
los partidos no estaban armados y organizados alrededor de un programa o ideología, sino estaban construidos en función del jefe del
partido. Era más incentivador para aquel que quería participar en la
política formar un partido nuevo, que unirse a los ya existentes por el
gran desprestigio que gozaban estos. De igual modo, este fuerte descredito que tenían los partidos hacía poco atractiva la alianza de los
nuevos partidos con ellos. Por tanto, esta construcción partidaria alrededor de la figura del líder, fomentó prácticas clientelares, en donde la
relación con los ciudadanos, estuvo mediada por el regalo y la prebenda para la atracción de voto.
La inutilidad de pertenecer a un partido político y hacer una carrera
política dentro del mismo se hizo evidente durante el régimen fujimorista. La descomposición total del sistema de partidos y su reemplazo
por un “sistema atomizado y centrado en el candidato fue resultado
del éxito de Fujimori en los inicios del autogolpe” (Levitsky 2003: 2).
En las elecciones municipales a nivel nacional de 1989, los partidos
políticos como el APRA, AP y PPC (dentro del Fredemo), y la IU acapararon conjuntamente el 69.2% de la votación. No obstante ello, para
las elecciones municipales a nivel nacional de 1993, estos mismos partidos obtuvieron tan solo el 33.3% de la votación; y para las elecciones
municipales de 1995, donde solo participaron AP y PPC, solo lograron
entre ambos un 5.2%. Por otra parte, las listas independientes pasaron de obtener un 25.6% de la votación en las elecciones de 1993 a un
52.8% en las elecciones de 1995.
Ahora bien, si comparamos el desempeño electoral de los partidos políticos desde las elecciones municipales de 1980 hasta las de 2010, separándolos tan solo en dos grupos10 encontraremos que el primer grupo (PAP, AP, IU y PPC) obtuvo durante la década de los ochenta más
10Primer grupo conformado por AP, PAP, IU y PPC quienes dominaron la escena
electoral durante la década de los ochenta, y el segundo grupo por los independientes
y partidos nuevos (Somos Perú, Cambio 90, Vamos Vecino, Unión por el Perú, Movimiento de Izquierda Democrático, entre otros).
28
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
del 90% de la votación. Sin embargo, para las elecciones municipales
de 1998 (previas a las ERM del 2002) tan solo obtuvieron estos partidos el 10.6%. Por su parte, el segundo grupo, aquellos partidos cuya
vida no superaba los cinco años de existencia, eran independientes o
partidos nuevos pasaron de ser una minoría (7.4% en las elecciones de
1980) a dominar las elecciones de 1998 captando el 89% de la votación.
Sin intención de desviarnos, es impactante ver como estos cuatro partidos que eran los protagonistas en la década de los ochenta11, pasaron
al olvido en los noventa, dieron signos de vida a principios del nuevo
siglo, pero han vuelto a caer en desgracia.
Gráfico N° 1.1 Elecciones sub-nacionales 1980-2010
100
90
porcentaje de la votación
80
70
60
50
40
30
20
10
0
1980 1983
1986
1989
1993
pap, ap, iu, ppc
1995
1998
2002
2006
2010
independientes/partidos nuevos
Fuente: ONPE – Elaboración propia
11Esta es una de las razones por las cuales se señala que durante la década de los
ochenta existió un sistema de partidos consolidado. La misma idea de estar “consolidado” entraría en duda, ya que para las elecciones de 1989 estaba ya decayendo, no
logrando durar ni una década.
29
Manuel Seifert Bonifaz
Justamente, este debilitamiento por parte de los partidos políticos que
tenían una mayor historia, conllevó a que mucha de la oposición al
régimen autoritario sea encabezada por los líderes de los partidos que
se fundaron durante este régimen. Entre ellos, encontramos a Alberto Andrade12 con su Partido Democrático Somos Perú, el cual, para
las elecciones municipales de 1998 se había convertido en la principal
fuerza política (obtuvo el 26.9% del total de votos), siendo el único
partido que recogió más de un cuarto de los votos a nivel nacional13.
La segunda fuerza política era una organización promovida desde el
gobierno, Vamos Vecinos, que para las mismas elecciones de 1998 obtuvo el 24.9% de la votación.
La débil participación electoral por parte de los partidos más longevos,
solo muestra el poco enraizamiento que tenían en la sociedad, raíces
que fueron debilitadas aún más gracias a la anti-política y anti-partidismo impulsados desde el gobierno. Fue, además, un partido nuevo
(Somos Perú) el cual impulsó una de las primeras marchas contra el
régimen autoritario en el año 1998, con la ingeniosa frase “¿vas al paro,
o te sobra la plata?” y la multitudinaria marcha con el lema antiautoritario “Basta ya”. No obstante ello, los partidos políticos nuevos, en tan
poco tiempo, no lograron crear un fuerte enraizamiento en la sociedad.
Un ejemplo de ello, se verá en las elecciones presidenciales del 2000.
Los dos candidatos —Alberto Andrade y Luis Castañeda— que mayor
intención de voto gozaban a tan solo cuatro meses de las elecciones,
fueron superados un mes antes de las elecciones por el candidato Alejandro Toledo, cuya intención de voto no pasaba el 5% a principio del
año. A pesar de las obvias diferencias coyunturales entre 1990 y 2000,
12Si bien el líder fundador de Somos Perú tenía experiencia previa en la política
pues, Alberto Andrade, había salido de las canteras del Partido Popular Cristiano
(PPC).
13 Ser la primera fuerza política conllevó a que el régimen autoritario fortaleciera aún
más su campaña sistemática de desprestigio contra el líder del partido, utilizando entre
muchos medios, los titulares de los periódicos chichas (La Chuchi, El Tio, El Mañanero, El Chino, entre otros) donde simplemente se desplegaban titulares como “Somos
Kutra” (con un Andrade encarcelado), “Pituco Andrade deja Lima en Caos”, “Turiston
Andrade se paso de Vago”, “Pánico Total en ‘Somos Historia’ de Pituco Andrade”, etc.
30
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
la manera de ganar e ingresar a la segunda vuelta de Alejandro Toledo,
parecía generar un deja vú.
En suma, a lo largo del período autoritario de Fujimori se institucionalizó un anti-partidismo que desprestigió la actividad política misma, se fomentó una forma personalista de hacer política, se consolidó
el predominio de los independientes y los partidos nuevos, y “no se
promovió ningún sistema de interacción competitiva sino que, más
bien, se trató de borrar todo rastro que existiera del mismo” (Lynch:
63). Con esta debilidad partidaria, se dieron las elecciones generales
del 2000 que darían inicio al proceso de transición a una democracia..
1.3 La transición
Las elecciones presidenciales del 2000 fueron ganadas por Alberto
Fujimori. Durante la primera vuelta, según los resultados de boca de
urna,14 el candidato Alejandro Toledo obtiene una ventaja de 48.5%
frente a Fujimori con 42.7%15. Sin embargo, cuando la ONPE fue arrojando los primeros resultados del conteo de votos, la figura se revertió
y a lo largo de los siguientes tres días la votación obtenida por Fujimori
se acercaba cuidadosamente al 50% (lo que significaría que ganaría en
primera vuelta). Al llegar al 99.5% del escrutinio, el conteo de votos se
detuvo, dando como resultado final un 49.9% para el candidato Fujimori y un 40.2% para Toledo.
Hubo protestas y manifestaciones que aducían fraude en las elecciones, el candidato de Perú Posible anunció el retiro de su candidatura e
instó a los electores a viciar sus votos, mientras que los observadores
internacionales (OEA y Transparencia) sugerían que se postergue la
14 Los resultados de boca de urna son aquellos recogidos por las encuestadoras y
que se basan en las personas dicen a la hora de salir del centro de votación. Por ello,
puede estar sujeta a errores muestrales y no reflejar el voto total de la ciudadanía en
su conjunto.
15 Flash informativo de Panamericana.
31
Manuel Seifert Bonifaz
fecha de la segunda vuelta, a fin de calmar los ánimos. La segunda
vuelta se realizó en mayo dando como vencedor a Fujimori con un
52% de los votos emitidos, mientras que Toledo recibió 17% y los votos
nulos/blancos un total de 31%. El 28 de julio de 2000 Alberto Fujimori
juramenta por tercera vez como Presidente de la República, en el marco de la multitudinaria Marcha de los Cuatro Suyos.
En un ambiente de inestabilidad política que se vivía en el país, sumado a determinados sucesos —sobre todo aquellos relacionados con los
vladivideos— el Presidente de la República decide recortar su mandato
y convocar a nuevas elecciones para abril del 2001, para dar inicio al
proceso de transición. Sin embargo, se agudiza el ambiente de inestabilidad que se vivía y, por ello, el 19 de noviembre del mismo año, el
presidente del Congreso de la República, Valentín Paniagua recibió la
carta de renuncia vía fax desde Japón de Alberto Fujimori:
“
He vuelto, entonces, a interrogarme sobre la conveniencia para el
país de mi presencia y participación en este proceso de transición.
Y he llegado a la conclusión de que debo renunciar, formalmente,
a la Presidencia de la República, situación que contempla nuestra
Constitución, para, de este modo, abrir paso a una etapa de definitiva
distensión política que permita una transición ordenada y, algo no
menos importante, preservar la solidez de nuestra economía”. (Fujimori 2000)
Ahora, la pregunta que queda por hacerse es ¿transición de dónde
a dónde? ¿Qué es aquello que se está dejando detrás? Para el autor
Martin Tanaka lo que se vivió durante este período no es la transición o cambio de régimen, porque el régimen fujimorista fue principalmente una democracia en lo formal, pero un autoritarismo en lo
concreto (Tanaka 2005). Por ello, no se debe hablar de una transición
de régimen, sino más bien, de la apertura política competitiva en
donde la transición se refiere al cambio de escenario, que significa
la caída de un actor hegemónico que abre la posibilidad de la competencia.
32
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Otros autores como Sinesio López (2001) reconocen que lo que se dio
fue la transición de un régimen autoritario a uno democrático. Esta
transición se dio en una multiplicidad de escenarios los cuales fueron “la calle y las plazas públicas, la mesa de negociación de la OEA y
el parlamento” (Lopez 2001). Finalmente, Steven Levitsky clasifica al
régimen fujimorista como un autoritarismo competitivo, en donde si
bien existía competencia política, esta se daba en un escenario que favorecía al partido gobernante (control de diversas instituciones públicas, así como de los medios de comunicación) y los actores opositores
competían en condiciones desfavorables. Este autoritarismo competitivo fue posible porque “las crisis económicas y políticas profundas
y duraderas crearon las condiciones bajo las cuales los gobiernos elegidos libremente desestabilizaron las instituciones democráticas –a
través del ‘autogolpe’ presidencial y los continuos abusos selectivos-,
aunque carecían de la voluntad o capacidad para eliminarlas completamente” (Levitsky: 172).
Más allá de entrar en detalles de qué tipo exacto de régimen es la que
vivió el Perú durante este período, lo que si se dio fue una transición
que, por tanto, necesitaba de determinados actores políticos que participaran de la misma. Dado que este período de transición se enmarcó
dentro de las futuras elecciones generales del 2001, es innegable el rol
que jugaron los partidos políticos en la misma. Justamente, la apertura
competitiva que señala Martín Tanaka tiene como principales actores
a los partidos políticos.
Sin embargo, lo que habría que resaltar de estos actores políticos fue
justamente su precariedad a la hora de actuar en este escenario, en
donde los partidos políticos llegaron debilitados a la transición. Fueron
los independientes los partidos los que trataron, “desde el gobierno y
la oposición, de hacer funcionar esta transición. El hecho de que esta
coalición democratizadora estuviera hegemonizada por los independientes, con recientes y poco cohesionadas maquinarias partidarias,
explica la debilidad de los actores democráticos en la transición” (Lynch 2004: 63). Uno de los ejemplos de esa situación fue la diferencia
entre los principales actores en las elecciones presidenciales del 2000 y
33
Manuel Seifert Bonifaz
del 2001. El único que se mantuvo constante en ambas elecciones fue
Perú Posible. Sin embargo, Unidad Nacional, APRA o el FIM se habían
convertido en los principales partidos para las elecciones generales del
2001, los cuales un año antes ni siquiera figuraban en la planilla. Esta
volatilidad de los partidos políticos y su poca estabilidad lleva a decir
que la transición fue hecha sin partidos políticos (López 2001 y Tanaka
2005).
Cuando se menciona que la transición fue hecha sin partidos políticos, significa que fue conducida por partidos que no tenían ningún
enraizamiento en la sociedad peruana. No se puede dejar de lado que
el Perú tenía un sistema de partidos incoactivo (Mainwaring y Scully
1995), tuvo una ruptura democrática en 1992, con una personificación
de la vida política vía los independientes y estuvo bajo régimen autoritario que impulsó una campaña sistemática de desprestigio contra
los partidos políticos. Así, el resultado fue que los partidos llamados
a hacer la transición no fueran organizaciones políticas estables con
equipos preparados, sino todo lo contrario. Se crearon prácticamente
de la noche a la mañana, o si se prefiere, resucitaron de la noche a la
mañana buscando canalizar las diferentes voces de la población (como
sucedió con el PAP, PPC (dentro de Unidad Nacional) y FIM, dormidos durante todo el régimen, pero que inesperadamente despertaron
para las elecciones generales del 2001).
Otro caso fue el de Perú Posible el cual, de un mes a otro –literalmentese volvió el partido más importante en la coyuntura peruana. Que este
partido político pasara a la segunda vuelta era algo impensable un mes
antes de las elecciones presidenciales del 2000. Sin embargo, sucedió.
De este modo, la transición fue hecha por partidos políticos que surgieron y/o resucitaron espontáneamente para poder canalizar votos y para
ello, se convirtieron en catch-all parties. Justamente este tipo de partido
nace ante la crisis institucional de los partidos en las democracias representativas, cuya base se encuentra conformada por integrantes heterogéneos porque el rol de la ideología se encuentra sumamente disminuido y se ha eliminado todo tipo de énfasis de clase (Otto Kirchheimer
1966). De esta forma el partido tiene la posibilidad de abarcar grandes
34
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
grupos de intereses. Si bien los partidos de esta transición tenían estos
rasgos, es importante señalar que este tipo de concepto estuvo referido a partidos fuertes e institucionalizados de Europa, mientras que los
partidos peruanos fueron altamente personalistas.
Consecuentemente, los partidos políticos que fueron los principales
protagonistas de la transición estuvieron fuertemente marcados por
el apego al líder político y, sería quizás más prudente decir que, los
protagonistas fueron los líderes políticos, las figuras que estuvieron
presentes durante este período. Como pudimos ver, fueron los partidos nuevos (léase, las nuevas figuras políticas) los que dominaron
la escena política durante la década previa, mientras que los partidos
más longevos habían desaparecido o enfrentaban su extinción electoral. No obstante, desde la renuncia de Fujimori y la convocatoria a
nuevas elecciones, los líderes de aquellos partidos volvieron a entrar en
escena y volvieron a poner a sus partidos en la escena política. Este fue
el caso del PAP, PPC (vía Unidad Nacional) y el FIM. 16
Ahora bien, esta relación de la política con los ciudadanos mediada a
través de la figura de un líder político, impulsa prácticas clientelares y
fomenta un despliegue inimaginable de promesas por parte de los candidatos a sus posibles electores, a fin de ganar las elecciones. Este fue el
caso de Alejandro Toledo, que durante su campaña presidencial para
las elecciones del 2001, se dedicó a hacer una cantidad innumerable (e
inviable) de promesas.17 Sin embargo, esto responde justamente al tipo
16 Por ejemplo, el PAP sin la figura de Alan García, obtuvo en las elecciones generales de 1995 un 4.1% (bajo la candidatura de Mercedes Cabanillas) y en las elecciones
generales de 2000 un 1.4% (con la candidatura de Abel Salinas). No obstante, con la
llegada de su líder, Alan García, el partido obtuvo 25.8% en las elecciones de 2001,
pasando a la segunda vuelta frente a Perú Posible y posicionándose como la segunda
fuerza política del país.
17 Entre las cuales figuran la no venta de las firmas de energía (EGASA y EGESUR),
que culminó con un estado de emergencia en el departamento de Arequipa; crear 2.5
millones de empleos en cinco años; internet para todos los escolares a través de un
proyecto de Bill Gates; cuadruplicar el número de hectáreas de la producción agropecuaria en los siguientes cinco años; entre otros.
35
Manuel Seifert Bonifaz
de partido y la coyuntura dentro del cual él se encontraba. La apertura
de la arena de competición, en donde todos competían en igualdad de
condiciones, convirtió la carrera a la presidencia en un festín interminable de promesas por parte de los candidatos. La única razón por
la cual, no se recuerdan las promesas de Alan García, Carlos Boloña,
Fernando Olivera o Lourdes Flores, es porque ninguno de ellos llego
al gobierno, razón por la cual no tenían el ojo público encima que verificará si cumplían o no lo prometido en campaña.18 Entonces, para
poder sumar la mayor cantidad de votos tenían que abarcar en su discurso un abanico grande de propuestas y promesas, bajo las cuales los
electores pudieran identificarse. De esta manera “las demandas surgen,
aisladas al comienzo, en diferentes puntos del tejido social, y la transición hacia una subjetividad popular consiste en el establecimiento de
un vínculo equivalencial entre ellas” (Laclau 2006: 113).
En el caso de Toledo, este representó justamente esa subjetividad
que permite la equivalencia entre las distintas demandas. Así, la
disminución del peso de la ideología permite que la identificación
de los partidarios y/o votantes se genere a partir de la figura del
líder. Este, mediante sus discursos políticos sobre la lucha contra
la corrupción o la creación de más de dos millones de empleos iba
articulando las variadas demandas sociales insatisfechas, las cuales
fueron identificándose entre ellas para así generar la masa de votantes y electores que lo llevaron a la presidencia del Perú en el 2001. En
este escenario, la afirmación de la ausencia de los partidos políticos
en la transición democrática se hace aún más evidente. Los partidos
que estuvieron presentes en la transición no eran organizaciones
que estaban enraizadas en la sociedad peruana, sino más bien, or18 Quizás Toledo hizo más promesas en su campaña, pero eso no quita tampoco
que otros hicieran promesas prácticamente inviables. Olivera prometió dar 500 mil
empleos cada año, traer a 2.5 millones de turistas reales al final de su mandato; Lourdes prometió duplicar los arribos turísticos generando unos 160 mil empleos al año,
que los recursos de los cánones se queden en los departamentos de donde provienen;
Carlos Boloña prometió dar cuatro bonificaciones anuales de S/. 620 a los jubilados del
Fondo Nacional de Ahorro Público (Fonahpu); mientras que Alan prometió destinar
8% del PBI a la educación, eliminar los services, entre otras promesas.
36
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
ganizaciones construidas ad hoc para la participación del líder de la
organización.
Podríamos decir que los partidos fueron (son) los actores secundarios
ante el caudillo. Esto pudo verse en la misma participación parlamentaria que tuvo el APRA en las elecciones del 2000 y del 2001. En las
primeras, el líder Alan García no participo en las elecciones y el partido aprista obtuvo tan solo 6 escaños, el 5% del total de curules. Sin
embargo, para las elecciones del 2001 si se presentó como candidato y
el partido obtuvo 27 escaños, el 22,5% de los curules. Lo que llama la
atención de estas cifras es que estamos hablando del partido político
más organizado, estructurado, longevo, institucionalizado y enraizado
de la historia política peruana.19 La fuerza política, está determinada
por la presencia del líder, es el caballo que tira del coche.20 De este
modo, el éxito del partido político estará sujeto al éxito del propio líder. Sin embargo, vemos que en el caso peruano aun cuando los líderes
del partido pierden las elecciones estos no son sustituidos por futuros
nuevos líderes. Existe, por tanto, una baja velocidad de rotación de la
élite del partido, la cual, llevada al extremo hace que la duración del
partido coincida con la edad cronológica del líder (Michels 1969), con
lo cual nos enfrentamos a un claro índice de la poca institucionalización que tiene el partido político.
19 Otro ejemplo, se da con Alberto Fujimori en las elecciones del 2000 al obtener con
Fuerza 2000 52 curules, un 43,3% del total de escaños. A pesar de ello, tan solo un
año después y con el fujimorismo dividido en Cambio 90 – Nueva Mayoría y Solución
popular, sumaron ambos tan solo cuatro curules, el 3,3% del total.
20 No se está desmereciendo la labor que realizan los miembros de los partidos al
interior de los mismos durante estos períodos, en la organización de los comités, la capacitación de los personeros, la organización y logística cuando los candidatos harán
sus famosas caravanas por los distritos o la elaboración de la agenda del mismo, entre
otras actividades. Sin embargo, una vez terminada la elección y si el partido no obtuvo
un resultado político favorable, este apoyo se verá reducido considerablemente hasta
que, el líder decide reactivarlo o simplemente dejarlo extinguir. Actualmente, Ricardo
Belmont está tratando de reactivar (o revivir) su partido, para participar en las futuras
elecciones municipales de 2014.
37
Manuel Seifert Bonifaz
En suma, la transición tuvo a las figuras políticas como protagonistas y los partidos jugaron ese rol secundario. Los partidos políticos no
fueron más que armazones estructurados alrededor del líder, a partir
del cual, se creaba y cohesionaba toda la masa electoral. Esto se generó, según Sigmund Freud (Freud 1991), debido a la identificación
de los individuos con el líder y, a partir de esta identificación, de los
individuos entre sí. Este tipo de relación de la masa con el líder tendrá fuertes consecuencias en las elecciones presidenciales, regionales y
municipales posteriores.
1.4 Resumen contextual
La victoria del independiente Ricardo Belmont en 1989 fue el punto
de inflexión con el sistema de partidos de la década de los ochenta. El
éxito del autogolpe de Fujimori fue devastador para el sistema de partidos peruanos e hizo evidente el colapso del mismo (Levitsky 2003).
La campaña sistemática contra los partidos y la vida política impulsada desde el régimen autoritario, mermó las posibilidades de que los
partidos se puedan recuperar, dejando como rezago el predominio de
los independientes y partidos nuevos como los nuevos actores en la escena política. La transición estuvo marcada por el regreso de aquellos
partidos olvidados, aunque seguían dependiendo fuertemente de la figura de su líder. Aquel colapso de los partidos nacionales, y su evidente debilidad, fue el escenario inmediatamente previo a las elecciones
regionales 2002-2010.21
La primera consecuencia de la caída de los partidos nacionales fue la
volatilidad que se generó por la ausencia de lealtad y disciplina partidaria. Estos dos aspectos (lealtad y disciplina partidaria) traen consigo una cierta estabilidad partidaria, pues el electorado se identifica
con los partidos establecidos, dejando poco espacio para que nuevos
actores (outsiders o independientes) aparezcan en la escena política.
Sin embargo, cuando no existe esta lealtad e identificación partidaria
21 Sigo a continuación las consecuencias esbozadas por Steven Levitsky (2011).
38
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
el electorado será inevitablemente volátil, razón que explica el paso de
Toledo a la segunda vuelta en el año 2000. Una segunda consecuencia
fue la fragmentación. Como gran parte del electorado no se identifica con ningún partido establecido y se consideraba independiente,
se abrieron las puertas para que varios candidatos pelearan por estos
votos. Para las elecciones generales del 1995 fueron más de quince los
candidatos que compitieron por la presidencia. Finalmente, el colapso trajo como consecuencia el personalismo político. De este modo,
“los candidatos –y no las plataformas partidarias- [tuvieron] el control absoluto de la campaña” (Levitsky 2011: 3), dejando que ésta gire
alrededor de la figura del líder y no las propuestas partidarias. Esto
abrió paso a que el elector peruano votara estratégicamente, muchas
veces tratando de evitar el triunfo de un candidato determinado, como
sucedió en las elecciones generales de 2006 y 2011, lo que alimentó la
volatilidad.
En suma, el derrumbe del sistema de partidos, a nivel nacional, en la
década de los noventa trajo como consecuencia una alta volatilidad
debido a la falta de lealtad partidaria, una fragmentación política con
un gran número de partidos políticos que fueron altamente personalistas. Sin embargo, los partidos nacionales sin raíces en la sociedad
participaron en las elecciones regionales y municipales del 2002 con
bastante éxito, dejando atrás aquella aparente debilidad. La normativa de estas elecciones y sus requisitos para participar en ellas, fueron
promulgadas unos meses antes de la primera ERM, dejando con muy
poco tiempo para organizarse y participar en ella a los nuevos actores
regionales. La pregunta surge ¿cuál será el desempeño que tendrán los
partidos nacionales frente a los partidos subnacionales22 en las elecciones regionales y municipales? Esa será la pregunta que responderemos
a continuación.
22 Todo aquel partido que no participa en las elecciones nacionales, sino más bien a
nivel regional, provincial o distrital.
39
Capítulo 2:
Volatilidad electoral y volatilidad
partidaria
A
ntes de entrar al análisis de estas elecciones y sus períodos electorales, es importante destacar que las elecciones regionales del 2002
fueron las primeras en su tipo que se realizaban en el Perú. En
ellas, se elegía al presidente de una región, que lamentablemente o no, esta
superpuesta a los departamentos, eligiéndose así por primera vez a veinticinco presidentes regionales. De igual modo, se debe dejar en claro que
para esta época no existía la separación normativa, es decir, la clasificación
hecha por el Jurado Nacional de Elecciones, entre partidos políticos, movimientos regionales y organizaciones políticas de alcance local. Esta distinción y clasificación entrara recién a partir de la Ley de Partidos Políticos
del 2003. Sin embargo, esto no eliminó que determinados partidos políticos se presentaran solo en una misma región, convirtiéndose por tanto
en partidos políticos regionales. Aclarado este punto, podemos proseguir.
La estabilidad en la competencia entre los partidos políticos es una de
las características que Mainwaring y Scully (1995) señalan para medir el grado de institucionalización de un sistema de partidos. La estabilidad de un sistema de partidos está condicionada a la volatilidad
que tienen los mismos partidos dentro del sistema, pues un sistema en
donde estos aparecen y desaparecen con la misma rapidez, se encuentra débilmente institucionalizado. Inevitablemente, si los actores que
configuran el sistema a través de la interacción entre ellos son débiles,
el sistema mismo también lo será.
Cuando no existe una regularidad en la competencia estamos ante a
un sistema de partidos en donde los partidos políticos no tienen raíces
41
Manuel Seifert Bonifaz
estables en la sociedad. En el presente capitulo veremos si existe una
estabilidad en la competencia entre los partidos (nacionales y regionales) en el ámbito regional. Para ello, nos centraremos en a) el índice de
Pedersen que mide el cambio neto de la participación resultante de la
transferencia individual de votos y, en b) la volatilidad partidaria que
hay entre elección y elección. Para obtener los resultados nos enfocaremos en las elecciones regionales las cuales serán analizadas en dos
períodos: 2002-2006 y 2006-2010.
2.1 Elecciones regionales 2002-2006
La volatilidad electoral está referido a la “constancia y cambio en las preferencias partidistas del electorado y en las proporciones de fuerza dentro del sistema de partidos” (Nohlen 2006: 1512), es decir, nos da cuenta
sobre los cambios electorales que se dan entre dos elecciones. Con ello,
se puede utilizar como un indicador del grado de institucionalización
del sistema de partidos. Para medirla utilizaremos el índice de Pedersen
el cual se obtiene de “la suma del cambio neto en el porcentaje de votos
ganados o perdidos por cada partido entre una elección y la siguiente,
y luego dividiendo por dos” (Mainwaring 1995: 5). Este índice va de 0 a
100, siendo este último el caso extremo de alta volatilidad electoral. Por
tanto, la volatilidad electoral que se considerará tomara en consideración tanto a los partidos nacionales como a los partidos regionales.
Para el período 2002-2006 de las elecciones regionales encontramos
que la volatilidad media de todos los departamentos fue de 65.30.
Como podemos ver en la Tabla N° 2.1 todos los departamentos tienen una alta y extrema volatilidad electoral. El departamento que menos volatilidad ha tenido en este período fue La Libertad con 38.23%.
Aún así, un resultado que supera el 30% es considerado por los autores
(Mainwaring y Scully) como un alto grado de volatilidad. Del mismo
modo, tan solo tres departamentos -La Libertad, Apurímac y San Martin- muestran una volatilidad electoral menor del 50%.
Por otra parte, son también tres departamentos -Tumbes, Huancavelica y Junín- que han sufrido una extrema volatilidad electoral que
42
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
supera el 80%. Con lo cual, de una elección a otra, más del 80% de
las personas cambió su voto. Estos datos nos indican la nimia consistencia y estabilidad que existe entre una y otra votación. La extrema
volatilidad de Tumbes muestra que el 83.23% de la votación cambio
entre de una elección a otra, manteniéndose constante tan solo un
16.77%.
Tabla N° 2.1 Volatilidad electoral departamental
2002-2006
Departamentos
Tumbes
Huancavelica
Junin
Madre de Dios
Ayacucho
Ancash
Puno
Lambayeque
Cajamarca
Amazonas
Callao
Lima
Piura
Huánuco
Ucayali
Cuzco
Tacna
Moquegua
Loreto
Arequipa
Ica
Pasco
San Martin
Apurímac
La Libertad
2002-2006
83.23
82.50
82.07
79.68
78.98
76.44
75.88
72.87
70.35
69.94
68.38
67.79
64.00
62.80
62.51
62.21
60.92
59.52
58.33
58.08
56.28
53.11
46.71
41.88
38.23
Fuente: ONPE - Elaboración propia
43
Manuel Seifert Bonifaz
El promedio general de todos los departamentos señala que más del
60% de los votantes cambió su voto entre las elecciones regionales del
2002 y las del 2006, evidenciando que los esquemas de competición
en estas elecciones han sido extremadamente inestables. No existe
una regularidad competitiva y se da una gran inestabilidad en las reglas de competencia. Esta inestabilidad devela lo poco enraizado que
se encuentran los partidos políticos en el ámbito regional pues no
son capaces de mantener la votación de sus electores de una elección
a otra.
Ahora bien, este índice nos indica la fluctuación de los votos dentro de
un sistema de partidos de una elección a otra y, como resultado, tenemos la volatilidad electoral del mismo. La intención de Pedersen a la
hora de elaborar su ecuación era medir justamente esta volatilidad, la
transferencia de votos entre los partidos de una elección a la siguiente,
aunque tuvo como objeto de análisis a países cuyos partidos se encontraban institucionalizados y enraizados en la sociedad (un caso completamente opuesto al peruano). Dentro de su ecuación, se incluye también
el porcentaje de los partidos que no habían participado en las elecciones
previas. Esto significa que esta ecuación no solo calcula la fluctuación
en la captación de votos que tiene un partido político entre una y otra
elección, sino que también considera la participación de los partidos
nuevos, su porcentaje obtenido, influyendo en el resultado de este índice. En tanto que consideramos la volatilidad electoral como algo distinto
a la volatilidad partidaria, ya que dan cuenta de fenómenos distintos, sin
contar además que nos encontramos en un escenario completamente
opuesto al que analizó Pedersen, hemos decidido separar este análisis,
dejando de lado la ecuación de Pedersen, a fin de tener un mejor y mayor esclarecimiento en relación a la volatilidad partidaria. 23
Desde esta nueva perspectiva, con este concepto nos enfocamos en que
aquello que fluctúa no es el voto del elector, sino los partidos mismos.
23 No se puede conocer de manera certera cuales han sido las razones específicas por
las cuales cada uno de los votantes cambio su preferencia. Sin embargo, creemos que
este concepto explica en gran parte porque sucede esta volatilidad.
44
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Esto significa que de una elección a otra lo que se renueva es la oferta
partidaria, generando que el elector cambie su voto. Bajo esta renovación, la volatilidad electoral es inevitable porque son los partidos
políticos aquellos que aparecen y desaparecen, se generan y degeneran
de elección a elección. Además, el voto es un acto posterior a la presentación de los partidos, en tanto que el votante se enfrenta primero
a una cédula de votación (una determinada lista de partidos) y luego
decide, elige su opción y emite su voto. Así, la posibilidad de mantener
el voto, no depende del votante únicamente, sino de la oferta partidaria
que se le presenta.
La volatilidad partidaria considera como partido nuevo a todo aquel
que no participó en la elección inmediatamente previa a la que se está
presentando. Por ejemplo, si un partido político se presenta en las elecciones regionales del 2002, no en las del 2006 y se presenta de nuevo
en el 2010, se considera en estas últimas elecciones como un partido
nuevo frente a las elecciones del 2006. Con ello, podemos medir que
tan alta es la volatilidad partidaria y encontrar cual es el porcentaje
de la renovación de los partidos políticos en el sistema de partidos de
una elección a otra. Los resultados obtenidos muestran que no es el
votante el que no repite y no es constante en su votación, sino que son
los partidos mismos aquellos que son volátiles, que no son constantes,
se renuevan y no vuelven a presentarse en elecciones.
Como podemos ver en la Tabla N° 2.2 tenemos en las elecciones regionales una volatilidad partidaria del 63.18%,24 esto quiere decir que
prácticamente dos tercios de los partidos se renovaron entre una y otra
elección. Así, de la elección regional del 2002 a la del 2006, tan solo
36.82% de los partidos se mantuvieron constantes. Con esta muy alta
volatilidad partidaria es inevitable que la preferencia del votante cam24 El Total está referido a la cantidad de partidos políticos que participaron en las
elecciones regionales del 2006, mientras que Nuevos se refiere al número de partidos
del 2006 que, en relación con las elecciones del 2002, son nuevos, léase, no habían participado antes. Así, la volatilidad partidaria mide los partidos nuevos en una elección
con respecto a la elección previa.
45
Manuel Seifert Bonifaz
bie cuanto tenemos que, por ejemplo, en el departamento de Madre
de Dios un 90% de los partidos políticos que se presentaron en las
elecciones regionales del 2006, no habían participado en las elecciones
previas. El único partido que se mantuvo de elección a elección en
Madre de Dios fue el Partido Aprista Peruano.
En relación entre los partidos nacionales y partidos regionales encontramos que en 17 departamentos la mayoría de partidos políticos
nuevos que se presentaron fueron de carácter nacional (por ejemplo
en Amazonas, Apurímac, Cajamarca, Puno, Tacna), en 7 departamentos la mayoría de partidos nuevos eran de carácter regional (Ancash,
Huancavelica, Junín, Ayacucho, Moquegua, Piura y Tumbes), y solamente en Huánuco se presentó la misma cantidad de partidos nuevos,
tanto nacionales como regionales. Tomando en consideración el total
de los partidos nuevos que se presentaron en la elección regional 2006,
encontramos que el 59.3% fueron partidos nacionales mientras que
40.6% de los partidos nuevos fueron de carácter regional. Los partidos
nacionales se muestran más volátiles que los regionales, aunque esta
volatilidad se debe principalmente a la mayor participación que tuvieron en las elecciones regionales del 2006, ya que dos tercios de la oferta
partidaria estuvo compuesta por este tipo de partidos.
46
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Tabla N° 2.2 Volatilidad partidaria
2002-2006
Departamentos
Partidos políticos
Total
10
11
8
7
7
10
10
13
6
12
12
9
9
11
11
10
7
9
9
6
10
6
6
8
Nuevos
9
9
6
5
5
7
7
9
4
8
10
6
6
7
7
6
4
5
5
3
5
3
3
3
Porcentaje
90.00
81.82
75.00
71.43
71.43
70.00
70.00
69.23
66.67
66.67
83.33
66.67
66.67
63.64
63.64
60.00
57.14
55.56
55.56
50.00
50.00
50.00
50.00
37.50
Ica
8
3
37.50
Promedio
9
5.8
63.18
Madre de Dios
Loreto
Pasco
Ayacucho
Callao
Cajamarca
Lima
Ancash
Amazonas
Junín
Puno
Tacna
Ucayali
Arequipa
Huancavelica
Huánuco
Piura
Apurímac
Tumbes
La Libertad
Lambayeque
Moquegua
San Martin
Cusco
Fuente: ONPE - Elaboración propia
47
Manuel Seifert Bonifaz
Otra forma de analizar este mismo fenómeno, es prestar atención a los
partidos que si fueron constantes de elección a elección. Es decir, ver
qué tipo de partidos configuraron principalmente aquel 36.82% que se
mantuvo entre una y otra elección. Revisando estos datos, encontramos que la mayoría de los partidos que participaron en las elecciones
del 2002 y que volvieron a presentarse en los mismos departamentos
en las elecciones del 2006 son los partidos nacionales. Estos representaron el 79% de los partidos que se mantuvo constante entre una y otra
elección, constancia que estuvo compuesta por nueve partidos, dentro
de los cuales estuvieron el PAP, UPP, UN, AP, PP, entre otros25. Los partidos mencionados fueron aquellos que lograron ser constantes en más
departamentos y fue el PAP aquel que presentó candidatos en todos los
departamentos en los que previamente había participado. No obstante,
la diferencia es fuerte con el segundo, UPP, que volvió a participar en
10 departamentos, seguido por Unidad Nacional en ocho (08), Acción
Popular con siete (07) y Perú Posible con cinco (05).
La participación constante de los partidos nacionales fue muy desigual
entre ellos. El único que tuvo un mejor desempeño desde esta perspectiva fue el PAP, el cual logro ser constante en todos los departamentos
en los cuales había participado previamente. Mientras que los casos de
Somos Perú, Perú Posible o Unidad Nacional, son alarmantes. Estos
tres partidos habían participado en más de veinte departamentos en
las elecciones regionales del 2002, y para las siguientes elecciones no
volvieron a participar ni en la mitad de ellos. Como se puede ver en la
tabla N° 2.326 redujeron drásticamente su participación, Somos Perú
25 Se suman a la lista Renacimiento Andino, Somos Perú, Alianza para el Progreso,
Fuerza Democrática y Frente Independiente Moralizador.
26 Esta tabla muestra en la columna del 2002 el número de departamentos en los
cuales participaron en las elecciones regionales, mientras que la columna del 2006
muestra el número de departamentos en los cuales fueron constantes, léase, volvieron a presentar candidatos. Lo que se está tomando en consideración es en cuantos
departamentos fueron constantes y no cuantos candidatos presentaron en la siguiente
elección. Por tanto, es posible que algunos partidos hayan presentado más candidaturas en el 2006, pero en relación al 2002 fueron constantes en un menor número de
departamentos (como se verá en la Tabla N° 2.6).
48
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
solo fue constante en tres departamentos, Perú Posible lo fue en cinco,
mientras que Unidad Nacional se mantuvo en 10. Los casos de UPP,
APP y Renacimiento Andino, son distintos, en tanto que participaron
en una menor cantidad de departamentos previamente y, como se ve,
tuvieron un desempeño aceptable.
Tabla N° 2.3 Constancia de los partidos nacionales en elecciones
regionales 2002-2006
2002
2006
Partido Aprista Peruano
23
23
Unidad Nacional
22
8
Perú Posible
22
3
Somos Perú
20
3
Acción Popular
18
7
Unión por el Perú
13
10
Renacimiento Andino
6
3
Alianza para el Progreso
4
3
Fuente: ONPE – Elaboración propia
El desempeño y participación de los partidos nacionales en las elecciones regionales del 2006 se encuentra inevitablemente ligada a las
elecciones generales que las precedieron ese mismo año. Por ello, es
comprensible que siendo el partido aprista el nuevo inquilino en la
Casa de Gobierno fuera también el partido que mayor participación
y constancia tuvo en las elecciones regionales, lo que no significa que
haya sido más eficiente, ya que solo logró ganar en dos departamentos.
Por otra parte, la mínima constancia que tuvo Perú Posible se encuentra vinculada también a este fenómeno previo. Perú Posible no presentó candidatos a la elección general, algo de esperarse en este tipo de
partido personalista, ya que su líder estaba impedido constitucionalmente de presentarse a la reelección. Sin líder, no tuvo mayor opción
que presentar candidatos al Congreso, a fin de no perder fuerza política. Esta estrategia igual no resultó pues obtuvo tan solo dos curules,
que serían representantes de Lima. Con este escenario, Perú Posible,
49
Manuel Seifert Bonifaz
un partido personalista, con un paupérrimo peso limeño en el Congreso, y luego de un período de cinco años donde su líder bordeo los
7% de aprobación de gestión, solo volvió a presentar candidatos en 5
departamentos.
Una suerte similar siguieron los partidos como Unidad Nacional y Somos Perú. Este último decidió aliarse a Acción Popular, para formar
el Frente de Centro, pero lamentablemente solo obtuvieron un 5% en
las elecciones para presidente y cinco escaños en el Congreso (de los
cuales tres eran representantes de Lima). Por otro lado, Unidad Nacional tuvo un mejor desempeño, su candidata casi logra pasar a segunda
vuelta y lograron ocupar 17 escaños. Unidad Nacional, compuesta por
dos partidos cuya base electoral se encuentra en la capital, y Somos
Perú, con un líder cada vez más debilitado, tuvieron una nimia constancia entre las elecciones regionales del 2002 y 2006.
La segunda fuerza política, medida por su significancia en el Parlamento, era Unión por el Perú, razón por la cual aumentaron su participación a 15 departamentos, aunque solo fueron constantes en diez de
ellos. Este partido llevó como caudillo a Ollanta Humala para las elecciones presidenciales y, se sabe, que este aceptó la postulación porque
no logró inscribir a su partido (Partido Nacionalista Peruano) a tiempo
para participar en las elecciones generales. Sin embargo, si logró hacerlo para las elecciones regionales del 2006. Inevitablemente, esta escisión
de UPP influyó en que no participara en más departamentos, ya que
coincidentalmente, en muchos departamentos en que participó el PNP
no participó UPP (Moquegua, San Martín, Piura, Tacna, entre otros).
En suma, lo que caracteriza a las elecciones regionales en el período
2002-2006 es una extrema volatilidad. El índice de Pedersen muestra
que en las elecciones regionales se da en promedio una volatilidad
electoral del 65.3%, con lo que tenemos una transferencia en la votación muy alta. Sin embargo, esta alta transferencia de los votos se
encuentra relacionada con la alta volatilidad partidaria existente. Con
ello, descubrimos también que esta volatilidad electoral no se debe
simplemente a que el votante cambie de preferencia, sino que son los
50
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
partidos mismos aquellos que son volátiles. Es decir, lo que cambia
de elección a elección es la oferta partidaria, partidos políticos que se
presentaron en el 2002 no lo vuelven a hacer en el 2006 y en el 2006
aparecen partidos que no habían estado previamente en las elecciones
del 2002. De igual modo, es importante señalar que esta volatilidad
afectó tanto a los partidos nacionales como a los regionales, aunque
fueron los partidos nacionales los que fueron en promedio más constantes entre ambas elecciones.
2.2 Elecciones regionales 2006-2010
Para este período encontramos que la volatilidad electoral, obtenida
según el índice de Pedersen, creció a un promedio total de 66.51%.
Este aumento, en comparación con el período anterior, es mínimo por
lo que no representa mayor cambio. Sin embargo, si existen cambios
significativos cuando se consideran el cambio que se dio en cada uno
de los departamentos.
Al analizar la Tabla N° 2.4 podemos ver que existen tres departamentos que han tenido en este período una volatilidad extrema. Tanto
Moquegua, Arequipa y Tacna superan el 90% de volatilidad, con lo
cual menos del 10% del electorado mantuvo su votación entre elección y elección. Lo que llama la atención es que en el período anterior
estos mismos departamentos estuvieron por debajo del promedio general.
Del mismo modo, encontramos que los departamentos que mayor
volatilidad electoral tuvieron en el período 2002-2006 se encuentran
ahora por debajo del promedio. Este es el caso de Tumbes y Huancavelica que pasaron de tener una volatilidad mayor del 80% a tener una
que no supera el 50%. A grandes rasgos casi los mismos departamentos
que estaban por debajo del promedio se mantuvieron igual. Dentro de
todos estos departamentos, fue San Martin aquel que mostró menor
volatilidad -la menor de todas comparando con el período previo- con
tan solo 26.63%.
51
Manuel Seifert Bonifaz
Tabla N° 2.4 Volatilidad electoral departamental
2006-2010
Departamentos
Moquegua
Arequipa
Tacna
Cusco
Junín
Madre de Dios
Amazonas
Apurímac
Pasco
Piura
Puno
Cajamarca
Ayacucho
Ica
Ucayali
La Libertad
Loreto
Lima
Lambayeque
Huánuco
Tumbes
Ancash
Callao
Huancavelica
San Martin
2006-2010
96.57
94.77
94.63
85.44
81.02
77.66
76.87
75.14
72.77
72.27
71.62
70.90
70.22
67.69
65.87
61.93
54.94
53.61
52.28
51.70
49.05
48.48
46.68
44.16
26.63
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Por otro lado, la volatilidad partidaria para este período fue mayor al
anterior, registrando en promedio un 68.31%. Esto significa que en las
elecciones regionales del 2010 cada departamento tuvo en promedio
una renovación de más de dos tercios de los partidos políticos, con
lo cual podríamos afirmar siguiendo a Mainwaring y Scully (1995)
que un nuevo sistema de partidos desplazó al que previamente existía.
52
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
En la Tabla N° 2.5 encontramos que, si bien no hubo una volatilidad
partidaria que superara a la de Madre de Dios en el período previo,
hubo más departamentos que registraron más del 80% en la renovación de su oferta partidaria. Mucho de ello se debe al gran aumento en
la participación por parte de los partidos regionales para las elecciones
regionales del 2010. Ahora, a diferencia del período anterior, en 18 departamentos la mayoría de partidos nuevos fueron partidos regionales.
Esto se debe principalmente a un aumento participativo que hubo por
parte de los regionales en las elecciones del 2010.27
En este período encontramos que -sin tomar en consideración a Ucayali- los primeros cinco departamentos que mayor volatilidad partidaria han sufrido son departamentos costeños. Esto es algo que llama
la atención porque el período previo no mostró ningún tipo de regularidad geográfica en los cinco departamentos que mayor renovación
hubo. Es más, son cinco departamentos que previamente estuvieron
por debajo del promedio o cerca a este.
Esta mayor volatilidad partidaria frente al período anterior podría
explicarse debido al mayor número de partidos participantes en esta
elección. Mientras que en el 2002-2006 el promedio total de número
de partidos por región era de 9, ahora en el 2006-2010 fue de 11.8. Para
saber si esto era posible utilizamos el coeficiente de Pearson y tuvimos
como resultado un 0.16. Esto significa que hay una correlación positiva, a más partidos políticos más volatilidad partidaria, pero es una
correlación sumamente baja.
Veamos ahora el otro lado del mismo fenómeno, la constancia partidaria en este periodo electoral. Del total de partidos que fueron constantes entre las elecciones regionales del 2006 y 2010, los partidos nacionales representaron el 60.2% mientras que los partidos regionales un
39.8%. Si bien los partidos nacionales logran aún representar la mayoría (casi dos tercios) de partidos que permanecen entre elecciones,
ello no quita que hayan bajado su porcentaje de manera considerable.
Por otra parte, los partidos regionales son aquellos que han captado el
27 Ver Gráfico N° 3.7
53
Manuel Seifert Bonifaz
porcentaje perdido por parte de los partidos nacionales generando que
su constancia entre elecciones sea prácticamente el doble, pasando de
un 20% a un 39%.
Tabla N° 2.5 Volatilidad partidaria
2006-2010
Departamentos
La Libertad
Moquegua
Tacna
Ucayali
Arequipa
Piura
Puno
Callao
Ancash
Ica
Apurímac
Ayacucho
Cusco
Madre de Dios
San Martin
Cajamarca
Amazonas
Lima
Pasco
Lambayeque
Tumbes
Junín
Loreto
Huancavelica
Huánuco
Promedio
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Total
8
8
16
7
18
13
21
8
19
15
11
11
11
11
6
11
8
16
8
15
13
14
10
9
8
11.8
54
Partidos políticos
Nuevos
Porcentaje
7
87.50
7
87.50
14
87.50
6
85.71
15
83.33
10
76.92
16
76.19
6
75.00
14
73.68
11
73.33
8
72.73
8
72.73
8
72.73
8
72.73
4
66.67
7
63.64
5
62.50
10
62.50
5
62.50
9
60.00
7
53.85
7
50.00
5
50.00
4
44.44
2
25.00
8.12
67.95
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Al igual que en el período anterior, el partido que logró una mayor
constancia entre las elecciones fue el partido aprista, habiendo presentado candidatos nuevamente en 22 departamentos. Luego de ello, la
diferencia es más pronunciada, comparándolo con el período anterior,
en relación a la constancia por parte de los demás partidos nacionales.
El caso más llamativo es el del Partido Nacionalista Peruano, el cuál
presentó en las elecciones regionales del 2006 candidatos en todas las
regiones, pero solo volvió a hacerlo en tres de ellas para las siguientes
elecciones. En estas elecciones del 2010, el PNP había formado alianzas
con los partidos regionales en cinco departamentos (Madre de Dios,
Puno, Cusco, Apurímac y Arequipa), sin embargo, solo en dos de ellos
(Cusco y Madre de Dios) los candidatos participaron bajo el logo del
PNP con el rotulo de ‘Gran Alianza Nacionalista de Cusco’ y ‘Gran
Alianza Nacionalista de Madre de Dios’.28
Como podemos apreciar en la tabla N° 2.6, siguiendo al PAP por mayor departamentos en los cuales son constantes, aunque con una brecha muy grande, están Unión por el Perú y Acción Popular, ambos
nuevamente presentaron candidatos en siete departamentos (aunque
vemos una mayor participación por parte de UPP en las elecciones
anteriores). Siguiendo a Acción Popular, encontramos al partido Restauración Nacional el cual fue constante en siete de los diez departamentos en los cuales había participado previamente. Luego siguen
los demás partidos como Alianza para el Progreso, Unidad Nacional,
Somos Perú, Perú Posible y Partido Humanista cuya participación en
las elecciones del 2006 eran ya minúsculas generando una constancia
aún más minúscula.
28 En tanto las alianzas del Cusco y Madre de Dios participaron con el logo propio
del PNP, hemos considerado la participación de este partido en estos departamentos.
En los otros tres casos, cada partido, si bien en alianza con el PNP, participaron con su
propio logo y con un nombre ajena al PNP, razón por la cual no han sido considerados
como participación del PNP en dichos departamentos (Arequipa, Puno y Apurímac).
55
Manuel Seifert Bonifaz
Tabla N° 2.6 Constancia de los partidos nacionales en elecciones
regionales 2006-2010
2006
2010
Partido Aprista Peruano
25
22
Partido Nacionalista Peruano
25
3
Unión por el Perú
16
7
Acción Popular
10
7
Restauración Nacional
10
6
Unidad Nacional
8
2
Alianza para el Progreso
5
3
Perú Posible
5
2
Somos Perú
3
3
Partido Humanista Peruano
2
1
Fuente: ONPE – Elaboración propia
Será importante dejar en claro en este punto que la constancia abrumadora por parte del partido aprista y la brecha que tiene con los demás
partidos nacionales, no conlleva a que haya tenido un mejor desempeño que los demás en estas elecciones. Como veremos en el siguiente
capítulo, el desempeño electoral por parte este partido y de los demás,
son muy similares, en tanto que se encuentran subordinados al dominio y mayor captación de votos de los partidos regionales.
Los partidos como Somos Perú, Perú Posible y Unidad Nacional, partidos que jugaron un rol importante en la transición a la democracia a
inicios del 2000, muestran la poca consistencia que han tenido en este
período electoral, principalmente los dos últimos, los cuales, a pesar
de ya participar en pocos departamentos, aún así, no logran ser constantes en esos mismos. Somos Perú por su parte, fue constante en los
tres únicos departamentos en los cuales había participado previamente
(Moquegua, Huánuco y Pasco). La principal diferencia entre estos tres
partidos, es que Unidad Nacional se perfiló como la tercera fuerza política a raíz de las elecciones generales, obteniendo una presencia sig56
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
nificativa en el Congreso con 17 representantes en diez departamentos.
Somos Perú y Perú Posible lograron una y dos curules respectivamente
en la circunscripción de Lima. La mayor presencia congresal de Unidad Nacional no se tradujo en una mayor y mejor participación de esta
misma organización en las elecciones regionales del 2010. La poca
persistencia y perseverancia de estos tres partidos entre estas elecciones, son un ejemplo del debilitamiento de los mismos, diez años atrás
importantes fuerzas políticas, diez años más tarde, prácticamente olvidadas a nivel regional.
De este modo, encontramos que el período 2006-2010 sufrió una mayor volatilidad tanto electoral como partidaria frente al período anterior. Por un lado, la volatilidad electoral llegó al 66.21% teniendo como
resultado que de elección a elección dos tercios de los votos se transfirieron de un partido a otro. Por otro lado, la volatilidad partidaria
llegó al 68.31% lo que significó que más de dos tercios de los partidos
políticos que se presentaron en las elecciones regionales 2010, no se
habían presentado en las elecciones previas. Este alto índice de renovación estuvo conformado por partidos nacionales, pero mayoritariamente por partidos regionales. Con ello, tenemos que este período se
caracterizó también por tener una alta renovación de la oferta partidaria que afectó por igual a los partidos nacionales y a los regionales. No
obstante, considerando la constancia partidaria entre ambas elecciones, encontramos que los partidos nacionales siguen representando la
mayoría de partidos que se mantiene constante, pero han disminuido
en porcentaje en relación al período anterior, sucediendo lo opuesto
por parte de los partidos regionales que en este período electoral han
aumentado su permanencia entre elecciones.
2.3 Conclusiones volátiles
La importancia de medir la volatilidad de las elecciones, tanto a nivel
electoral como partidaria, está en que indica que tan institucionalizado se encuentran los partidos que participan en las elecciones y, por
extensión, el grado de institucionalización del propio sistema de parti57
Manuel Seifert Bonifaz
dos. La estabilidad en “las reglas y en la naturaleza de la competencia
entre partidos” (Mainwaring y Scully 1995: 4) es algo esencial para la
institucionalización del sistema, pero cuando no tenemos constancia
entre los partidos que participan en la competencia, es difícil determinar la estabilidad de las reglas que regulan el comportamiento entre
estos. Por ello, cuando existe una alta volatilidad electoral y partidaria
nos encontramos en un sistema de partidos que se caracteriza por tener esquemas de competencia sumamente inestables, donde no existe
la lealtad partidaria, se presenta una fuerte fragmentación políticasocial la cual buscará ser subsumida bajo el personalismo político, el
cual bajo el marco conceptual webberiano llevará a una dominación
carismática.
Al medir la regularidad en la competencia entre partidos encontramos
que todos los departamentos mostraron tener esquemas de competición bastante inestables a lo largo de las tres elecciones regionales. En
promedio todos los departamentos -excepto San Martín- superaron el
50% de volatilidad electoral (Tabla N° 2.7), todos estos mostraron ser
extremadamente volátiles y diez de estos superaron el 70% de volatilidad.
Esta volatilidad electoral extremadamente alta está relacionada con
la alta volatilidad partidaria. Como mencionamos anteriormente, le
ecuación de Pedersen se inscribe dentro de un escenario con partidos
políticos y un sistema de partidos institucionalizado, estable y predecible, algo que es totalmente opuesto al objeto de estudio nuestro. Por
ello, decidimos enfocarnos en la volatilidad partidaria, para descubrir
que mucha de la fluctuación de los votos se veía relacionada positivamente con la renovación de la oferta partidaria de elección a elección.
De este modo, lo volátil no era la votación sino los partidos mismos
que no son constantes de elección a elección haciendo inevitable que la
elección del votante varíe porque la oferta partidaria se había renovado
entre una y otra elección.
58
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Tabla N° 2.7 Volatilidad Electoral en las Elecciones regionales
2002-2010
Departamentos
2002-2006
2006-2010
Volatilidad Media
Junin
82.07
81.02
81.55
Madre de Dios
79.68
77.66
78.67
Moquegua
59.52
96.57
78.04
Tacna
60.92
94.63
77.78
Arequipa
58.08
94.77
76.42
Ayacucho
78.98
70.22
74.60
Cuzco
62.21
85.44
73.83
Puno
75.88
71.62
73.75
Amazonas
69.94
76.87
73.40
Cajamarca
70.35
70.90
70.63
Piura
64.00
72.27
68.14
Tumbes
83.23
49.05
66.14
Ucayali
62.51
65.87
64.19
Huancavelica
82.50
44.16
63.33
Pasco
53.11
72.77
62.94
Lambayeque
72.87
52.28
62.58
Ancash
76.44
48.48
62.46
Ica
56.28
67.69
61.99
Lima
67.79
53.61
60.70
Apurimac
41.88
75.14
58.51
Callao
68.38
46.68
57.53
Huanuco
62.80
51.70
57.25
Loreto
58.33
54.94
56.64
La Libertad
38.23
61.93
50.08
San Martin
46.71
26.63
36.67
Promedio
65.31
66.52
65.91
Fuente: ONPE - Elaboración propia
59
Manuel Seifert Bonifaz
La volatilidad partidaria promedio que se dieron en las elecciones regionales del 2002 hasta el 2010 fue del 65% como podemos ver en el
Gráfico N°. 2.1. Esto significa que de una elección regional a otra se
renovó constantemente dos tercios del sistema de partidos. La oferta
partidaria que se le presenta al elector se renueva constantemente lo
que hace muy fácil que cambie y elija otro partido o, viceversa, que
sea muy difícil de mantenerse fiel a uno solo. Por más que la demanda electoral quisiera volver a consumir el mismo partido, existen altas
probabilidades de que no pueda hacerlo porque el partido salió del
mercado y fue reemplazado por otro. Quienes tuvieron un mayor impacto en esta alta volatilidad partidaria fueron los partidos regionales,
en tanto que de elección a elección hubo mayor participación por parte
de los partidos regionales.
Gráfico N° 2.1 Volatilidad partidaria en las elecciones regionales
2002 - 2010
35%
partidos nuevos
65%
partidos constantes
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Por el contrario, encontramos que aquel mercado partidario que no
se había renovado estaba configurado principalmente por los partidos nacionales, aunque dicha constancia mostró una disminución
entre ambos períodos estudiados. Esto quiere decir que entre el período electoral 2002-2006 y 2006-2010 vemos que los partidos nacionales han ido disminuyendo su constancia a la hora de presentar
candidatos en los departamentos que previamente habían participado. Podríamos afirmar que en promedio, durante el primer período,
los partidos nacionales fueron constantes en unos siete departamen60
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
tos (7.75 para ser exactos), mientras que durante el segundo período fueron constantes en cinco de estos. Esto quiere decir que entre
un período y otro, los partidos nacionales se han ido debilitando, no
pudiendo presentar candidatos en las mismas regiones, cuando por
otra parte, los partidos regionales se han ido fortaleciendo y logrando
presentarse nuevamente en el departamento en el cual habían participado previamente.
A lo largo de las tres elecciones fueron solo seis partidos nacionales
los que lograron ser constantes durante estos comicios. En el gráfico
N° 2.2 plasmamos esta constancia y vemos el desempeño participativo que han tenido los partidos, poniendo como punto de partida
las elecciones regionales 2002 a fin de poder compararlos entre uno
y otro partido, así como también entre ellos mismos, durante las tres
elecciones regionales. Como podemos ver en este gráfico, que muestra la cantidad de departamentos en los cuales los partidos nacionales han sido constantes durante las tres elecciones regionales, fue
el partido aprista el que logró ser constante en más departamentos.
Este partido presentó de manera reiterada a candidatos en veinte de
los veinticinco departamentos durante las tres elecciones. Luego de
ello, existe una gran brecha entre el segundo partido con mayor constancia, Acción Popular, el cual logró ser constante en tan solo ocho
departamentos. Seguido de este estarán Unión por el Perú, Somos
Perú, Unidad Nacional y Perú Posible, cuya constancia es mínima
con cinco, tres, dos y un departamentos respectivamente. Dejando
de lado al partido aprista, los demás partidos nacionales demuestran
una mínima capacidad de enraizarse en los departamentos, develando la debilidad organizativa y constituyente de los mismos partidos.
Tanto Somos Perú, como Unidad Nacional y Perú Posible participaron en más de veinte departamentos en las elecciones regionales del
2002 y para las elecciones del 2010 no lograron ser constantes ni en
un quinto de los departamentos en los que se habían presentado.
61
Manuel Seifert Bonifaz
n˚ de departamentos
Gráfico N° 2.2 Constancia de los partidos nacionales en las tres
elecciones regionales 2002-2010
25
20
15
10
5
0
partido
aprista
peruano
acción
popular
unión por
el perú
somos
perú
unidad
nacional
perú
posible
elecciones regionales 2002
23
18
13
20
22
22
constancia durante las tres
elecciones
20
8532
1
Fuente: ONPE - Elaboración propia
En relación a los partidos regionales, fueron trece los partidos que presentaron candidatos durante las tres elecciones regionales en ocho departamentos (Apurímac, Huánuco, Ica, Loreto, Pasco, San Martín, Tumbes
y Ucayali). Entre estos partidos podemos nombrar al ‘Frente Regional
Progresista Iqueño’, ‘Fuerza Loretana’, ‘UNIPOL’, ‘Nueva Amazonía’, ‘Integrando Ucayali’, ‘Luchemos por Huánuco’, entre otros.29 Como habíamos señalado líneas arriba, en el segundo período electoral 2006-2010
aumentó el número de departamentos en donde los partidos regionales
fueron constantes, develando un posible fortalecimiento de los mismos
en este nivel. Mientras tanto en los departamentos de Puno y Tacna no
hubo ningún partido, tanto nacional como regional, que participara en
las tres elecciones.
Entonces, la extrema volatilidad partidaria muestra cómo en las elecciones regionales somos testigos del desplazamiento de un sistema de
29 ‘Frente Independiente Llapanchik’, ‘Movimiento Macroregional Todas las Sangres’,
‘Concertación en la región’, ‘Movimiento Regional Obras + Obras’, ‘Movimiento de
Desarrollo Local’, ‘Reconstrucción con Obras más Obras para un Tumbes Bello’ y ‘Movimiento Independiente Regional FAENA’, fueron los restantes partidos regionales que
lograron ser constante durante las tres elecciones regionales.
62
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
partidos previo por uno nuevo. Cuando no existe una continuidad en
las partes que lo componen y el sistema se caracteriza por una renovación constante de las mismas, es inevitable que las “pautas de competición entre partidos” (Mainwaring 2005) sean sumamente inestables.
Inestabilidad que caracterizará a todo sistema de partidos no estructurado y débilmente institucionalizado.
Sin embargo, esta volatilidad no se da solamente en el ámbito regional,
sino también en el ámbito nacional. A lo largo de las tres últimas elecciones generales encontramos que el promedio de volatilidad partidaria es muy similar al de las regiones.30 Como podemos ver en el Gráfico
N° 2.3 la renovación partidaria es prácticamente la misma. De aquí se
sigue que este tipo de volatilidad no se dé solamente a nivel regional,
sino también a nivel nacional, volviendo esta volatilidad algo propio
del sistema político peruano.
Gráfico N° 2.3 Volatilidad partidaria en las elecciones generales
2001-2011
100%
80%
32
35
62
65
elecciones generales
elecciones regionales
60%
40%
partidos constantes
partidos nuevos
20%
0%
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Las elecciones regionales (como las nacionales) mostraron ser extremadamente volátiles. La volatilidad electoral en este ámbito sub30 La volatilidad electoral bajo el índice de Pedersen no la hemos calculado a nivel nacional por la dificultad que presentan las alianzas electorales para la operacionalización.
Si nos guiamos solo por las etiquetas partidarias tendríamos que en el periodo 2006-2011
la volatilidad fue del 100%, mientras que si consideramos solo a candidatos sería un 69%.
63
Manuel Seifert Bonifaz
nacional llegó a superar en determinados departamentos el 90%, eso
significó que 9 de cada 10 votos en estos departamentos fluctuaron
de un partido a otro entre elecciones. Sin embargo, encontramos
que esta transferencia de los votos se vio fuertemente influenciada a
la alta volatilidad partidaria existente. En varios departamentos esta
volatilidad superó el 80%, lo que hacía prácticamente inevitable que
el votante cambiara su voto. Tanto los partidos regionales como los
nacionales fueron protagonistas de esta volatilidad, participando y
dejando de participar entre elecciones.
En suma, las elecciones regionales del 2002 al 2010 han mostrado una
alta volatilidad, tanto electoral como partidaria, develando que mucha de la fluctuación en la votación por parte del elector se encontró
correlacionada con la extrema volatilidad partidaria generaba cada
vez un nuevo escenario político con diferentes actores entre elección
y elección, con lo cual el elector era testigo de una permanente renovación de la oferta partidaria entre elecciones haciendo prácticamente
inevitable que cambie su voto. En este mismo período, dentro del total de partidos que permanecieron constantes entre los comicios (solo
un 35%), encontramos que los partidos nacionales representaron casi
dos tercios de este grupo. No obstante ello, entre uno y otro período,
la capacidad participativa de los partidos nacionales (su constancia)
ha ido disminuyendo y, como efecto inmediatamente opuesto, los
partidos regionales han ido incrementando esta constancia y participación. Dentro de los partidos nacionales que fueron constantes,
solo el Partido Aprista Peruano tuvo una envidiable perseverancia en
las tres elecciones a la luz de los otros partidos, mientras que el peor
desempeño lo tuvo Perú Posible.
La capacidad participativa (presentación o no de candidatos en las
elecciones) por parte de los partidos es un aspecto que permite medir
el desempeño que tienen los partidos en las elecciones. Los otros aspectos del desempeño electoral, están relacionados con la capacidad
que tienen los partidos para recaudar votos para sus candidatos y para
ganar el puesto disputado. Descubriremos en el siguiente capítulo qué
tipos de partidos, bajo esta perspectiva, son más eficientes y exitosos.
64
Capítulo 3:
Desempeño electoral
H
asta este momento, hemos visto la débil institucionalización
de los partidos políticos y del sistema de partidos a través de
la volatilidad electoral y partidaria que nos echó luces sobre
el desempeño participativo que tienen los partidos políticos (léase, la
estabilidad y constancia de participación que tienen de una a otra elección). Pero este desempeño participativo es solo un aspecto para analizar el débil enraizamiento que tienen en la sociedad. Otro aspecto a
considerar es su desempeño electoral, esto es, analizar el performance
que tienen los partidos nacionales y regionales para captar votos.
Concentrarnos en el desempeño electoral permitirá comprender la
preferencia que tienen los votantes (si suelen votar más por partidos
nacionales o regionales) y también establecer el nivel de efectividad
que tienen los partidos en las elecciones. Para el primer punto nos enfocaremos en el porcentaje acumulado obtenido por parte de los partidos políticos según su clasificación (nacional o regional) y así mostrar
cuál es la preferencia que tiene el electorado, mientras que para el segundo punto nos fijaremos en qué tipos de partidos logran ocupar y
ganar más cargos a nivel sub-nacional.
3.1 Dominio nacional: elecciones 2002
Los resultados de las elecciones regionales del 2002 mostraron un
dominio por parte de los partidos políticos nacionales. Este fortalecimiento pudo verse en las plazas obtenidas por los partidos políticos
en los ámbitos regionales, provinciales y distritales. En todas ellas, los
65
Manuel Seifert Bonifaz
partidos nacionales obtuvieron la mayoría de cargos en disputa. Primero, en el ámbito regional encontramos que los partidos nacionales
habían ganado en 18 de las 25 regiones y, el partido político que ganó
en más regiones fue el APRA obteniendo 12 plazas. Segundo, en el ámbito provincial los partidos nacionales ganaron en más del 50% de las
provincias. Con ello, de las 194 provincias que estuvieron en disputa,
los partidos nacionales ganaron en 108 de ellas. Finalmente, en el ámbito distrital los partidos nacionales ganaron 993 de los 1629 distritos
obteniendo el 61% de los distritos a nivel nacional.
A pesar de mostrarse como un escenario alentador, algunos se
mantuvieron escépticos ante estos resultados. Es decir, existían
dudas sobre si sobre la base de estos se podía considerar un resurgimiento de los partidos políticos tradicionales. Algo que habría
que llamar la atención que estas elecciones parecían, principalmente, el resurgimiento de un partido político histórico: el APRA.
Pues los otros partidos políticos que habían ganado en las otras
regiones, tenían una existencia no mayor a una década (Perú Posible, UPP, entre otros). Esta corta edad de los partidos políticos
tiene secuelas en el éxito que puedan tener en las elecciones a nivel
sub-nacional.
Por ejemplo, el partido Perú Posible a pesar de estar en el gobierno y, por así decirlo, tener a su alcance varios medios para tener
una mayor presencia y posibilidades de victoria, solo ganó en una
región, habiendo participando en 22 de estas. Detengámonos un
breve momento para tratar de comprender cómo puede ser esto
posible. Es inevitable que al tratar de comprender esta situación
—el resultado electoral— salten a la vista dos principales líneas
interpretativas. La primera, está relacionada con una visión institucional intra-partidaria en donde la organización misma del
partido no estaba capacitada para sobrellevar estas elecciones.
Siguiendo a Huntington (Huntington 1972) el partido no tenía
suficiente tiempo de vida para establecer patrones de conducta
reiteradas, estables y apreciables. Por ello, dentro los cuatro niveles que establece este autor para determinar el grado de insti66
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
tucionalización, es evidente que Perú Posible no había logrado
cumplir con un nivel adecuado de complejidad, con una organización compleja, con diversas subunidades organizativas, tanto
en el plano jerárquico como funcional, que haya sido adoptado
por sus miembros. No podemos olvidar que para las elecciones
del 2001 muchos candidatos se “subieron” al partido para obtener
algún tipo de cargo público.31 El crecimiento repentino y abrumador de nuevos integrantes era algo para lo cual la estructura del
partido no estaba preparada. La segunda, es más coyuntural y esta
simplemente referida a la identificación que hicieron los votantes
con respecto al desempeño que estaba teniendo el partido en el
gobierno nacional. A partir del pobre desempeño que había tenido Perú Posible era muy difícil que pudiera obtener algún tipo de
votación favorable. Además, podemos considerar en esta misma
línea uno de los sucesos que se dieron justamente en el 2002 antes
de las elecciones regionales que fue la caída del primer gabinete de
Alejandro Toledo, debido a fuertes movilizaciones que se habían
dado (sobre todo en Arequipa).
Sin embargo, estas dos líneas interpretativas entran en conflicto con
una mirada más detallada sobre los resultados provinciales y distritales. Si vemos el número de distritos que el partido Perú Posible ganó
fueron 194, mientras que el PAP (aquel que notablemente había ganado en las elecciones regionales) obtuvo 204, siendo un partido que
por tener mayor tiempo de vida tiene una organización más compleja. Con esta información, la primera interpretación suponía que el
partido no estaba lo suficientemente estructurado y por tanto se veía
incapaz por la falta de estructura partidaria de sobrellevar las elecciones, pero resultó teniendo un desempeño a nivel distrital similar
al de un partido estructurado. Por otra parte, a nivel provincial Perú
Posible ganó en solo 11 provincias (mientras que el APRA ganó en
34), obteniendo como partido de gobierno tan solo 5,6% del total de
las provincias. Consecuentemente, a pesar de estar en el gobierno el
31 Carlos Bruce, Daniel Mora, Beatriz Merino, Anel Townsend, entre otros, de Somos
Perú, para citar uno de varios casos semejantes.
67
Manuel Seifert Bonifaz
partido Perú Posible no fue capaz de establecerse en los ámbitos subnacionales.
Ahora bien, el “fracaso” electoral del partido de gobierno, no se debe
a circunstancias únicas del propio partido, sino que es algo que aqueja a la totalidad de los partidos políticos nacionales. Los partidos
nacionales a nivel regionales obtuvieron 18 de las 25 regiones, esto
constituye el 72% de los puestos disputados. Frente a ese porcentaje,
es que se empezó a hablar del resurgimiento de los partidos políticos,
pues entre los ganadores estaban el APRA, Perú Posible, UPP, Somos Perú. Sin embargo, si tomamos en consideración las cifras provinciales y distritales el escenario se modifica y el evidente dominio
por parte de los partidos nacionales disminuye. Por ejemplo, el PAP
que se mostró como el ganador contundente en el ámbito regional,
ganando en 12 de las 23 regiones en las que se presentó, no se desempeñó de igual manera en los dos otros niveles. A nivel provincial,
como hemos mencionado, obtuvo tan solo 34 de las 194 provincias
en disputa, es decir, el 17,5%, ni un quinto de las provincias. En el
ámbito distrital obtuvo 204 distritos lo que significó el 12,5%. El éxito
aprista a nivel regional, no pudo ser igualado mientras más localizada
era la elección. También partidos como Unidad Nacional y Acción
Popular, lograron un deficiente desempeño a nivel subnacional, no
solo no ganaron en ninguna de las regiones en las cuales participaron, sino que a nivel provincial no alcanzaron ni el 10% de los puestos
que disputaron (Acción Popular ganó en 11 provincias, mientras que
Unidad Nacional en 12, habiendo participado en 154 y 161 provincias respectivamente). A nivel distrital la historia es la misma, ambos
partidos no llegaron a copar ni el 10% de los distritos que estuvieron
en disputa.
Los demás partidos nacionales como Somos Perú, UPP, MNI, entre
otros, corrieron la misma suerte, es decir, no lograron captar más
del 10% de los puestos que estuvieron en disputa, tanto a nivel provincial como a nivel distrital. No obstante ello, los partidos nacionales en su conjunto dominaron la escena provincial y distrital, porque, a pesar de que ninguno de ellos de manera individual obtuvo
68
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
un destacable desempeño, la suma total de cada una de sus victorias
permitió que estos lograran captar más del 50% de los puestos que
se disputaron.
Por otra parte, los demás cargos disputados que no fueron ganados
por partidos nacionales fueron obtenidos por diversos tipos de organizaciones políticas de diverso alcance, ya sea distrital, provincial y/o
regional. En esa misma línea, encontramos que en estas ERM 2002
fueron los partidos provinciales los que ganaron un mayor número de alcaldías frente a los partidos regionales, tanto a nivel distrital
como provincial, logrando obtener 291 municipios distritales y 54
municipios provinciales. Mientras que por otro lado, los partidos regionales lograron ganar en 197 distritos y en 32 provincias. Así, los
partidos de alcance provincial obtuvieron en conjunto un mejor desempeño que los partidos regionales, aunque no tan bueno como el
de los partidos nacionales.
porcentaje del total de cargos
disputados
Gráfico N° 3.1 Cargos obtenidos en los tres niveles según el tipo de
partido - ERM 2002
80
70
60
50
regional
40
30
provincial
20
Distrital
10
0
partidos
nacionales
partidos
regionales
partidos
provinciales
partidos
Distritales
Fuente: ONPE – Elaboración propia
Como podemos ver en el gráfico N°3.1 es evidente que los partidos
nacionales ganaron la mayoría de los cargos disputados en los tres
niveles de gobierno, dejando muy atrás a los demás partidos. En ese
mismo sentido fueron los partidos provinciales los que obtuvieron,
69
Manuel Seifert Bonifaz
luego de los partidos nacionales, más puestos en los gobiernos provinciales y distritales, teniendo un mejor desempeño que los partidos
regionales.
Ahora bien, el otro dato que tomamos en consideración para medir
el desempeño de los partidos está sujeto a la preferencia del votante.
Estimamos que esta información es relevante porque permite medir el
desempeño de los partidos no solo desde la victoria, sino desde su capacidad para la captación de votos. En las elecciones regionales y municipales donde se presentan un gran número de partidos, en donde la
victoria suele obtenerse por un estrecho margen y donde los ganadores
no suelen obtener más del 30% de la votación, es importante fijarse en
el desempeño que han tenido los otros partidos competidores. Por ello,
tomaremos en consideración el porcentaje acumulado obtenido por
los partidos nacionales y los regionales en las elecciones para analizar
su capacidad organizativa. Este dato nos permite conocer, primero, la
preferencia que el electorado tiene frente a los partidos nacionales y
regionales, es decir, si votan en su mayoría por partidos nacionales o
regionales; y, segundo, nos permite medir el desempeño en su conjunto de los partidos nacionales y regionales. De este modo, podemos
analizar qué tipo de partidos son los que más captan la votación de las
personas, o, puesto desde la visión del votante, qué tipo de partidos son
preferidos por las personas.
Así, encontramos que en las elecciones regionales y municipales la
gran mayoría de votantes prefirió a los partidos nacionales, frente a
cualquier otro tipo de partido (ver gráfico n° 3.2). A nivel regional los
partidos nacionales captaron en su conjunto más del 70% de la votación, demostrando un buen desempeño organizativo por parte de
estos frente a sus competidores. El dominio por parte de estos partidos
parece indiscutible, porque no solo obtuvieron la mayoría de las presidencias regionales que se disputaron, sino que a su vez, lograron captar
mayor votación conjuntamente que los partidos regionales.
70
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Gráfico N° 3.2 Porcentaje acumulado en los tres niveles- ERM 2002
80.00
70.00
60.00
50.00
regional
40.00
30.00
provincial
20.00
Distrital
10.00
0.00
partidos
nacionales
partidos
regionales
partidos
provinciales
partidos
Distritales
Fuente: ONPE - Elaboración propia
La figura es muy similar a nivel provincial y distrital, en estos ámbitos
los partidos nacionales captaron más del 60% de los votos. Las personas a un nivel más localizado siguieron prefiriendo votar por los partidos nacionales antes que los regionales, provinciales o distritales. Por
otro lado, los partidos regionales no lograron ser la segunda fuerza en
las elecciones provinciales y distritales, porque quienes se posicionaron y lograron captar mayor votación en su totalidad fueron los partidos provinciales. Aunque con una gran brecha frente a los partidos
nacionales, los partidos provinciales captaron el 15% de los votos a
nivel distrital y 23% a nivel provincial.
Hasta este punto encontramos que los partidos nacionales han tenido
un mejor desempeño electoral, tanto para la obtención de los cargos
como en la preferencia del votante, que otros partidos sub-nacionales.
Los partidos regionales no lograron tener un buen desempeño electoral y se quedaron por detrás de los partidos provinciales. No obstante, es importante resaltar que estas elecciones fueron las primeras
elecciones regionales y, por ende, las primeras en las que aparecía la
figura del partido regional. 32 Esto llevó a que existieran departamentos
32 La Ley de Elecciones Regionales –Ley N° 27683- fue publicada el 15 de marzo de
2002.
71
Manuel Seifert Bonifaz
en los cuales no se presentaron partidos regionales -como en Ancash,
Cajamarca, Lima y Piura-, lo que permitió que los partidos nacionales
como provinciales puedan copar y ganar ese espacio.
En esta misma línea, decidimos utilizar la prueba de Pearson en las
elecciones a nivel regional entre el número de partidos nacionales y
su porcentaje acumulado obtenido en todos los departamentos y, lo
mismo con los partidos regionales. El coeficiente de Pearson de los
partidos nacionales fue de 0.46, mientras que el de los partidos regionales fue de 0.73. Esto significa que la correlación entre número de
partidos y porcentaje acumulado por parte de los partidos regionales
fue mucho más fuerte que el de los nacionales. Por tanto, los partidos
regionales para estas elecciones fueron más exitosos que los nacionales en la captación de votos porque existía una mayor probabilidad de
que al aumentar el número de los mismos aumentara su porcentaje
acumulado.
En suma, en las elecciones regionales del 2002 encontramos que los
partidos nacionales se muestran como los actores políticos dominantes. En los tres niveles sub-nacionales obtienen la mayoría de los puestos públicos y logran captar en conjunto la mayor cantidad de votos.
Esta preferencia se encuentra, sin embargo, influida por el número de
partidos nacionales y regionales que participaron en las elecciones dentro de cada departamento, lo cual abre la posibilidad de que el dominio
de los partidos se haya debido, más bien, a la ausencia de los partidos
regionales como competidores establecidos. Con el objetivo de fortalecer a los partidos políticos y lograr una mayor institucionalización
y enraizamiento de los mismos en la sociedad, se promulgó la Ley de
Partidos Políticos (LPP) -Ley N° 28094- el primero de noviembre de
2003. No obstante, los resultados de esta ley no fueron los esperados.
3.2 Surgimiento de un nuevo competidor: elecciones 2006
Las elecciones regionales del 2006 estuvieron precedidas por un importante evento institucional para el sistema político peruano como lo
72
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
fue la promulgación de la LPP. A ello, debemos sumar un mayor tiempo para que la Ley de Bases de Descentralización (LBD) y la Ley de
Elecciones Regionales puedan cristalizarse (publicadas cuatro y siete
meses antes de las primeras ERM 2002 respectivamente).
La LPP estableció determinados criterios y procedimientos que debían cumplir los partidos políticos nacionales, con el objetivo de
buscar su fortalecimiento; mientras que por otro lado, era más flexible con los partidos regionales. 33 La LBD tenía como objetivo descentralizar la labor del Estado para impulsar un desarrollo integral
y sostenible a través de la separación de competencias y funciones,
estableciendo los Gobiernos Regionales con sus respectivos Presidentes electos como las principales autoridades dentro de cada departamento, abriendo esta nueva arena competitiva. Por último, la Ley de
Elecciones Regionales estableció por primera vez los criterios para la
postulación de candidatos a las presidencias regionales. No obstante,
los candidatos con partidos regionales que querían cumplir con los
criterios para la inscripción y lograr inscribirse a tiempo, se vieron
enormemente limitados por el tiempo del que disponían para hacerlo
(debían inscribirse 120 días antes de las elecciones, lo que dejó un
plazo de menos de tres meses para que se puedan organizar y puedan
inscribir su candidatura).
Así, para las ERM del 2006 estas normas se encontraban más cristalizadas, su prácticas más difundidas y compartidas, y con una arena
competitiva más conocida por sus competidores. La consecución de
firmas para la inscripción, el establecimiento de comités, la organización del partido, la elaboración del plan de gobierno, la preparación
de la lista de candidatos, entre otros aspectos, no era algo que se tuvo
que realizar en cuestión de meses, sino todo lo contrario. Miembros
de los futuros partidos regionales podían pedir con anticipación
asistencia técnica a los organismos electorales (principalmente la
ONPE), participaban en capacitaciones y se encontraban mejor informados para la presentación de la lista, reduciendo la posibilidad
33 El detalle de estos aspectos se verán con mayor detenimiento en el capítulo 4.
73
Manuel Seifert Bonifaz
de que esta sea tachada o negada. En este mismo sentido, podríamos
afirmar que estas serían las primeras ERM en las cuales los partidos
regionales estarían en una igualdad de condiciones frente a los demás
partidos (ya sean de carácter nacional como provincial y/o distrital) a
la hora de competir.
Los resultados electorales a nivel regional muestran un claro dominio
por parte de los partidos regionales. Tanto el APRA, como UPP o
PNP, perdieron estrepitosamente la elección de las presidencias regionales. Estas fueron prácticamente ganadas en su totalidad por los
partidos políticos regionales. El escenario político cambió radicalmente mostrando a los partidos regionales como la principal fuerza
política y como los nuevos actores dominantes del escenario político.
Como podemos ver en el gráfico n° 3.3 de los 25 departamentos donde se disputaron las presidencias regionales los partidos nacionales
obtuvieron tan solo 7 regiones, lo que significa que obtuvieron el 28%
de los puestos en juego, mientras que los partidos regionales alcanzaron en estas elecciones el 72% de los mismos. En el ámbito provincial
los partidos nacionales ganaron 92 de las 195 plazas disponibles. De
este modo lograron obtener el 47% de las provincias a nivel nacional. Los partidos nacionales siguen siendo la principal fuerza política
a nivel provincial y distrital, aunque a comparación a las elecciones
previas es inevitable encontrar que estos se han debilitado. Ninguno
de los partidos políticos llega a alcanzar si quiera el 10% del total de
provincias. El APRA gana en solo 17 de las provincias, Unión por el
Perú en 14, el Partido Nacionalista obtiene 10 municipios mientras
que Acción Popular logra ganar en 10, Somos Perú llega a las 7, Unidad Nacional obtiene tan solo 4 municipios provinciales, y el conteo
sigue bajando.
74
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
porcentaje del total de cargos disputados
Gráfico N° 3.3 Cargos obtenidos en los tres niveles según el tipo de
partido - ERM 2006
80.00
70.00
60.00
50.00
regional
40.00
provincial
30.00
Distrital
20.00
10.00
0.00
partidos
nacionales
partidos
regionales
partidos
provinciales
partidos
Distritales
Fuente: ONPE – Elaboración propia
En estas ERM, a nivel provincial, los partidos nacionales presentaron
en promedio un menor número de candidatos en comparación con las
elecciones previas. Son varios los partidos nacionales que disminuyeron considerablemente su participación entre una y otra elección. Uno
de ellos es el del Movimiento Nueva Izquierda (MNI). En las elecciones del 2002, este había presentado candidatos en 101 provincias, y
para las siguientes elecciones se presentó en tan solo 16 de estas. Otro
caso es el de Perú Posible, presentándose en 180 provincias en el 2002
y luego en 24 para el 2006. Similar camino siguieron Somos Perú y
Unidad Nacional, que habiendo presentado 125 y 161 candidatos provinciales respectivamente en el 2002, lograron participar en 52 y 49
provincias para el 2006. Sin embargo, no todos los partidos disminuyeron su participación. Hubo un partido que aumentó considerablemente su presencia en estas elecciones provinciales y un nuevo partido
que se presentó en más del 80% de las provincias, estos son el partido
UPP y el Partido Nacionalista Peruano.34 El primero había participado
previamente en 75 provincias y para el 2006 logro presentar candidatos
34 El partido aprista también aumento su participación, aunque en tan solo dos provincias.
75
Manuel Seifert Bonifaz
en 140, mientras que el segundo participó en 156 provincias (siendo
el segundo partido nacional que más candidatos presentó a nivel provincial luego del PAP).
Sin entrar en mucho detalle, no es coincidencia que los tres partidos que tuvieron un mejor desempeño a nivel provincial, tanto por
el nivel de participación como por los cargos obtenidos, estuvieran
relacionados a la elección presidencial del mismo año. El PAP fue el
ganador de dicha elección, mientras que UPP fue la segunda fuerza política (primera a nivel parlamentario), y el PNP fue el partido
fundado por candidato de Unión por el Perú esas elecciones, el Sr.
Ollanta Humala. La gran participación del PNP era el intento de posicionarse a nivel sub-nacional, pero fracasó en dicho intento. Por
otro lado, UPP como primera fuerza parlamentaria, se vio motivada
para ampliar su presencia en estas elecciones.
El éxito electoral obtenido por los partidos regionales, en los tres
niveles de gobierno, los posiciona como un claro competidor frente
a los partidos nacionales. A diferencia de las elecciones previas los
partidos regionales se han erigido, tanto provincial como distritalmente, como la segunda fuerza política. Los partidos provinciales y
distritales (ver gráfico n° 3.3) no ganaron en muchas de las localidades en las que se presentaron, han disminuido su éxito y, más bien,
pareciera que fueran los partidos regionales aquellos que han captado
estos votos.
Ahora bien, al considerar los porcentajes acumulados en las elecciones regionales y municipales encontramos que los partidos nacionales, a pesar de haber sufrido una notable pérdida de puestos, siguen
siendo una fuerza preferente por los votantes. Como podemos ver en
el gráfico n° 3.4 el promedio del porcentaje acumulado de los partidos nacionales en estas elecciones sigue siendo más alto que el de los
partidos regionales en los tres niveles (regional, provincial y distrital). Sin embargo, la diferencia entre los partidos es más acentuada
mientras más localizada sea la elección. Por ejemplo, a pesar de haber
obtenido los partidos regionales casi el mismo porcentaje de cargos
76
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
disputados a nivel provincial que los nacionales, la brecha existente
entre estos en relación a la preferencia del votante a nivel provincial
es muchísimo más grande, la cual crece a nivel distrital.
Gráfico N° 3.4 Porcentaje acumulado en los tres niveles - ERM 2006
70
60
50
40
regional
30
provincial
20
Distrital
10
0
partidos
nacionales
partidos
regionales
partidos
provinciales
partidos
Distritales
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Otro aspecto que surge acá es la disminución del porcentaje obtenido
por los partidos más localizados, provinciales y distritales, los cuales en comparación con las elecciones previas han empeorado su desempeño. Estos pareciera que estuvieran al borde de la extinción, en
tanto que la preferencia de los votantes por este tipo de partidos es
sumamente baja a nivel nacional. No logran recoger ni el 10% de la
votación.
Las elecciones regionales y municipales del 2006 en comparación con
las del 2002 mostraron que los partidos nacionales han ido perdiendo
fuerza, presencia y raíces a nivel sub-nacional. Solo a nivel provincial y
distrital siguen siendo más exitosos al obtener la mayoría de las alcaldías disputadas, pero a nivel regional habrían perdido este dominio.
No obstante ello, siguen siendo la primera opción para los votantes,
en tanto han logrado captar la mayoría de los votos en los tres niveles.
Por otra parte, los partidos regionales en comparación con las elecciones previas, se asentaron mejor como competidores, presentando más
candidatos, obteniendo más cargos en los tres niveles de gobierno y
77
Manuel Seifert Bonifaz
capturando una mayor preferencia por parte del votante. En términos generales, siguen estando por detrás de los partidos nacionales,
aunque ello no quita que en estas elecciones han demostrado ser
la segunda fuerza política y el más temible competidor de los partidos nacionales. Estas elecciones son un punto de inflexión por el
surgimiento y establecimiento de los partidos regionales como una
opción política atractiva, viable y exitosa a nivel sub-nacional.
3.3 Una tendencia y un cambio radical: elecciones 2010
Las elecciones regionales y municipales del 2010 mostraron una
escena completamente opuesta al de las elecciones del 2002, y aquellos que ocupan el rol protagónico en este escenario son los partidos regionales. Los partidos nacionales, ahora como actores secundarios, han perdido fuerza y peso en los tres niveles sub-nacionales.
Tanto en las regiones, como provincias y distritos, los partidos nacionales han dejado de ser la fuerza dominante. Del mismo modo,
el desempeño electoral que se da a través del porcentaje acumulado
también bajó y, por tanto, los partidos regionales son ahora aquellos que se muestran como una opción preferente para los electores.
En relación a los cargos obtenidos en las ERM 2010, encontramos
que en el ámbito regional los partidos nacionales solo ganaron en
5 de las 25 regiones disputadas. En las provinciales vemos que ganaron solo 62 de las 195 plazas disponibles, obteniendo tan solo el
32% del total. Finalmente, en el ámbito distrital ganaron en 584 distritos lo que hizo que consiguieran el 36% de los puestos posibles.
La presencia de estos en los cargos a nivel sub-nacional no llegó a
pasar el 35% en ninguno de los tres niveles. Estas elecciones mostraron ser, hasta el momento, la más grande derrota de los partidos
nacionales en elecciones sub-nacionales, porque a diferencia con
las otras elecciones, en estas los partidos nacionales no han sido
capaces ganar en ningún ámbito. Los partidos regionales, por su
parte, son los partidos más exitosos y eficaces en las elecciones. Al
observar el gráfico n° 3.5 vemos su indiscutible dominio en los tres
78
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
niveles, habiendo obtenido en todos los casos más del 60% de los
puestos disputados. Al final, los partidos provinciales y distritales
no alcanzaron ganar más del 3% de los puestos, estando ahora sí, al
borde de la extinción.
La baja participación de los partidos nacionales, en los tres niveles,
es evidente. Por ejemplo, a nivel regional, el PNP que se había presentado previamente en los 25 departamentos, solo logró presentar
candidaturas en 3 departamentos para estas elecciones (y dos de ellas
fueron mediante alianzas con partidos regionales). La misma suerte
corrió a nivel provincial, en donde paso de presentar 156 candidatos provinciales a tan solo 23 en el 2010 (de los cuales 15 provenían
de su alianza con los partidos regionales); y a nivel distrital, había
presentado 907 candidatos en el 2006 y para el 2010 presentó a 132
(en donde 97 fueron gracias a su alianza). Como sabemos, todos
los partidos fueron disminuyendo su participación entre elección y
elección, sin embargo, hubo dos partidos cuya disminución no fue
tan abrupta. Estos partidos fueron el Partido Aprista Peruano y Acción Popular, y fue el primero el cual participó considerablemente
en más partidos que el segundo (y el resto de partidos también).
porcentaje del total de cargos disputados
Gráfico N° 3.5 Cargos obtenidos en los tres niveles según el tipo de
partido - ERM 2010
90
80
70
60
50
regional
40
provincial
30
Distrital
20
10
0
partidos
nacionales
partidos
regionales
partidos
provinciales
Fuente: ONPE – Elaboración propia
79
partidos
Distritales
Manuel Seifert Bonifaz
Al analizar este gráfico es inevitable percatarse de que los partidos
nacionales tienen un mejor desempeño mientras más localizada sea
la elección. Si comparamos las tres últimas elecciones en los tres niveles, encontraremos que los partidos nacionales siempre han obtenido más cargos mientras más localizada era la elección. De este
modo, vemos que su desempeño electoral a nivel distrital es mucho mejor que el provincial o regional (exceptuando el regional del
2002). En esa misma línea, surge lo opuesto en relación a los partidos
regionales, ya que mientras más localizada es la elección estos suelen ganar menos cargos disputados. Partiendo del hecho de que los
partidos nacionales tienen de por sí una muy baja representación a
nivel sub-nacional la cual, a su vez, está disminuyendo de elección a
elección, es inevitable asombrarse por el facto de que su representación sea mayor a nivel distrital. Desde esta comprobación podemos
afirmar que mientras más localizado se esté, más fuerte y arraigado
se encuentran los partidos nacionales, y que mientras más se suba
en la cadena gubernamental-representativa se irán debilitando cada
vez más.
Ahora bien, el otro ámbito del desempeño electoral, el porcentaje
acumulado obtenido por los partidos, encontramos a los partidos regionales como la elección preferente por parte de los votantes. Como
podemos observar en el gráfico N° 3.6 los partidos nacionales han
perdido frente a los regionales en los tres niveles. En las dos últimas
elecciones (2002 y 2006) los partidos nacionales habían mantenido
su dominio en este aspecto y seguían siendo la opción preferente de
los votantes. Sin embargo, esta preferencia cambió en estas elecciones y viró hacia los partidos regionales.
80
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Gráfico N° 3.6 Porcentaje acumulado en los tres niveles - ERM 2010
80
70
60
50
regional
40
30
provincial
20
Distrital
10
0
partidos
nacionales
partidos
regionales
partidos
provinciales
partidos
Distritales
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Los resultados de las elecciones regionales y municipales del 2010 fueron un escenario completamente opuesto al de las elecciones del 2002.
Los partidos nacionales pasaron de ser los protagonistas de la escena
política a ser meros actores de reparto. Tanto en los cargos sub-nacionales obtenidos como en el porcentaje acumulado el cambio de rol ha
sido evidente. Los partidos regionales son los que poseen el rol protagónico y son los que dominan el escenario y la competencia política a
nivel sub-nacional. No obstante ello, estas elecciones también mostraron que a pesar del bajo nivel representativo de los partidos nacionales,
estos suelen tener mayor presencia a un nivel más localizado y se van
debilitando mientras más se suba en la cadena gubernamental.
3.4 Resumen electoral
A lo largo de las elecciones regionales y municipales hemos podido
constatar cómo los partidos nacionales han ido perdiendo peso, presencia y representatividad en los ámbitos regionales, provinciales y
distritales. Primero encontramos que estos partidos fueron perdiendo
cada vez más cargos sub-nacionales de elección a elección, hasta convertirse en la segunda fuerza política a nivel sub-nacional. Esta tendencia a la baja que se muestra en el gráfico n° 3.7 evidencia cómo a
81
Manuel Seifert Bonifaz
lo largo de las elecciones los partidos políticos han ido empeorando
su desempeño electoral perdiendo cada vez más cargos en los tres niveles35. Sin embargo, resalta el hecho de que dentro de su perpetua
debilitación electoral hayan tenido una mayor representación a nivel
distrital.
Gráfico N° 3.7 Presencia de partidos nacionales en cargos
sub-nacionales 2002-2010
porcentaje del total de cargos
posibles
80%
70%
60%
50%
gobiernos regionales
40%
gobiernos provinciales
30%
gobiernos Distritales
20%
10%
0%
2002
2006
2010
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Como contraparte, los partidos regionales fueron aumentando cada
vez más presencia en los cargos sub-nacionales. Estos hicieron el camino inverso que los partidos nacionales. Mientras que los nacionales
eran la fuerza política dominante en las elecciones del 2002, los regionales eran una simple minoría. Ahora, en las elecciones del 2010
son estos los que han obtenido la mayoría de los cargos en el ámbito
regional, provincial y distrital. El gráfico N° 3.8 muestra claramente
la tendencia que han tenido los partido regionales en las elecciones,
35 El partido ‘Alianza para el Progreso’ ha sido el único partido nacional que entre
elección y elección ha aumentado su participación y sus triunfos electorales, aunque
este aumento ha sido mínimo, no llegando a participar ni en el 50% de las presidencias
regionales o municipios locales. Mucho de este aumento se encuentra distribuido al
norte del país (Ancash, La Libertad, Lambayeque, Cajamarca, entre otros) y el costo
del voto se vuelve cada vez mayor mientras más al sur se va. Estaríamos más bien frente a la excepción que confirma la regla.
82
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
develando que se han vuelto la principal fuerza política a nivel subnacional a lo largo de las elecciones, desplazando no solo a los partidos
nacionales sino también a los de carácter provincial y distrital.
Gráfico N° 3.8 Presencia de partidos regionales en cargos
sub-nacionales 2002-2010
porcentaje del total de cargos
posibles
90%
80%
70%
60%
50%
gobiernos regionales
40%
gobiernos provinciales
30%
gobiernos Distritales
20%
10%
0%
2002
2006
2010
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Además, dada las pocas raíces que tenían los partidos nacionales en
la sociedad y los pocos vínculos que había formado con la misma, el
desempeño de los mismos en el ámbito regional fue bajando a medida que iban creciendo la participación de los partidos regionales. En
el gráfico N° 3.9 encontramos dos cosas. Primero, la tendencia a la
baja de los partidos nacionales en relación a la preferencia del votante. Segundo, el cambio radical que se ha dado entre ambos tipos de
partidos. En las elecciones del 2002 los partidos nacionales eran, sin
lugar a dudas, los protagonistas del escenario político electoral captando en mayor medida la preferencia del votante, mientras que los
partidos regionales tenían un rol secundario. Sin embargo, de elección
a elección, los roles se invirtieron y son ahora los partidos regionales
los actores principales del escenario político y los preferidos por parte
de los electores.
83
Manuel Seifert Bonifaz
porcentaje acumuladooobtenido
Gráfico N° 3.9 Desempeño electoral en las ERM 2002-2010
80
70
60
50
40
partidos nacionales
30
partidos regionales
20
10
0
2002
2006
2010
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Un último aspecto relacionado con el desempeño electoral, tanto desde
la obtención de cargos así como del porcentaje acumulado de parte de
los partidos, es la participación que tuvieron los partidos durante estas
elecciones. La decadencia (o evidente debilidad) de los partidos nacionales y el auge de los regionales durante estas elecciones, también se
manifestó a través de la presencia de estos en los comicios. Al analizar
el gráfico n° 3.10 vemos como los partidos nacionales han estado en
picada desde las elecciones del 2002, en los tres niveles sub-nacionales fueron perdiendo presentando cada vez menos candidatos. Por otra
parte, la participación de los partidos regionales muestra una tendencia
creciente la cual se acentúa entre las elecciones del 2006 a las del 2010.
Gráfico N° 3.10 Participación promedio de los partidos en
las ERM 2002-2010
promedio de partidos
7.00
6.00
5.00
4.00
partidos nacionales
3.00
partidos regionales
2.00
1.00
0.00
2002
2006
2010
Fuente: ONPE - Elaboración propia
84
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
En suma, los datos mostrados evidencian que los partidos nacionales
en el ámbito regional, provincial y distrital, han dejado de ser la fuerza
política dominante que alguna vez fueron en el 2002. El espacio dejado
por ellos ha sido ocupado por los partidos regionales. Por ello, se hace
evidente que el dominio que tuvieron los partidos nacionales en las
elecciones regionales y municipales del 2002 se debió principalmente a la ausencia de competidores regionales. En la medida en que los
partidos regionales se asentaban cada vez más en las elecciones, los
partidos nacionales iban perdiendo y desvaneciéndose de igual modo
en el ámbito sub-nacional. Así, los partidos nacionales no fueron capaces de echar raíces a lo largo de los años y, por tanto, no pudieron
sostener el dominio que tuvieron en el 2002. A lo largo de los años, los
votantes prefirieron votar por los partidos regionales, develando que
los partidos nacionales dejaron de ser una opción electoral viable para
los mismos.
La incapacidad por parte de los partidos nacionales de mantener esta
preferencia electoral, de mantener los cargos obtenidos y de mantener
su participación en los tres niveles muestran que siempre fueron débiles, que su dominio estuvo sustentado en la ausencia de competidores y
no tanto en su fortaleza como partidos. De haber sido partidos fuertes,
enraizados e institucionalizados, hubieran podido sostener este dominio o, en su defecto, al menos estar a la par con los partidos regionales.
Sin embargo, no pudieron hacerlo porque nunca fueron partidos consolidados y su presencia a nivel subnacional estaba construida sobre
cimientos endebles.
85
Capítulo 4:
Las causas del descenso nacional
L
as tres últimas elecciones regionales y municipales (2002-2010)
mostraron cómo los partidos nacionales colapsaron. Este colapso se debe a que estos no fueron capaces de sostenerse como la
fuerza política dominante, mostrando su debilidad inherente. Lo que
veremos en este capítulo son las razones por las cuales los partidos nacionales han sido incapaces de echar raíces en la sociedad, resultando en
una manifiesta preferencia de los votantes por los partidos regionales.
Fueron tres las variables que agudizaron la debilidad de los partidos y
que explican este colapso. La primera se debe la poca confianza que
tienen los electores hacia los partidos políticos nacionales. La segunda,
es la Ley de Partidos Políticos cuyas disposiciones terminaron dificultando la presencia de los partidos nacionales en el ámbito sub-nacional
y facilitando la creación de los regionales; y, finalmente, la identificación que los peruanos generan con los líderes políticos como determinante de la votación. Estas causas se articulan y entrelazan conjuntamente para la explicación del fenómeno.
4.1 Falta de confianza
La primera variable que explica cómo los partidos nacionales han perdido dominio y, cada vez más, raíces en la sociedad se debe a la poca o
ninguna confianza que le tiene la ciudadanía. Esta confianza se vio deteriorada por el contexto previo en donde los mismos partidos políticos
se mostraron incapaces para satisfacer las demandas de las poblaciones.
Como bien señala Nicolás Lynch, los partidos políticos son entidades
87
Manuel Seifert Bonifaz
intermediaras entre la sociedad y el Estado, las cuales “pierden la confianza de los ciudadanos porque dejan de ser útiles como canales de representación” (Lynch 1999: 14). Para este autor la lógica neoliberal de
mercado se impuso como “la única ordenadora del conjunto de la vida
social”, lo que generó que los partidos políticos pierdan “casi toda su
capacidad de ofrecer soluciones a las demandas de la población porque
dejan de tener acceso a los recursos que les habían permitido atender
estas demandas en el pasado” (Lynch 1999: 14).
El pobre desempeño de los partidos políticos como canales de representación de la ciudadanía y la consecuente imposibilidad de satisfacer las demandas sociales son la base de la desconfianza en los partidos
políticos. Como vemos en el Gráfico N° 4.1 más de la mitad de los encuestados confía “nada” en los partidos políticos. Si se suma lo “poco”
que confían los ciudadanos en los partidos políticos, encontramos que
en promedio a lo largo de los años desde que se iniciaron las elecciones regionales, el 84% de las personas confían “poco” o “nada” en los
partidos nacionales. La desconfianza a esta institución es realmente
alarmante porque los partidos políticos se consideran como uno de los
pilares de la democracia. En un régimen democrático son las elecciones el procedimiento a través del cual se accede al poder. En estas, los
partidos políticos son los actores principales porque son aquellos que
permiten y posibilitan el acceso de los candidatos a los cargos público.
Gráfico N° 4.1 Confianza en los partidos políticos nacionales
70
60
50
nada
40
poco
30
Bastante
20
10
0
2002
2003
2004
2005
2006
2007
Fuente: INEI - Elaboración propia
88
2008
2009
2010
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Dentro de esta gran desconfianza que los ciudadanos tienen frente a
los partidos políticos, queremos señalar que existe un porcentaje considerable que simplemente no sabía si confiaba o no en los partidos. En
el 2002 un 2% de las personas no sabía que si confiaba o no en estos, sin
embargo, en los tres últimos años el porcentaje llegó al 10%. Consideramos como algo negativo que las personas ni siquiera sepan si confían
o no en los partidos políticos. Al analizar este resultado nos quedamos
con tres interpretaciones posibles.
La primera señala que la persona no saben cómo medir esa confianza,
no tiene patrones a través de los cuales pueda corroborar su confianza
y, por tanto, no sabe si confía o no en los partidos. Esto evidencia que
su relación con los mismos partidos es nula, porque ni siquiera existen
parámetros para calificarlos tanto positiva como negativamente. La segunda está referida al desinterés propio de los ciudadanos, ni siquiera
les importa la propia institución y la confianza en los partidos no es
relevante. La tercera supone que las personas ni siquiera saben a qué se
refieren con “partidos políticos” y, por ello, sinceramente no saben si
confían o no en estos.36 Así, el que no sepan siquiera a qué se refieren
muestra la propia decadencia de los partidos políticos. Estas son tres
posibles interpretaciones que encontramos para saber por qué existe
un número creciente y considerable de personas que no sabían si confiaban o no en los partidos. Sin embargo, más allá de las interpretaciones posibles, creemos simplemente que el que no sepan si confían o no,
es un fuerte indicador de la propia decadencia de los partidos políticos
nacionales en el Perú.
La desconfianza en la institución partidaria es tan notable que se encuentra considerablemente por debajo de las demás instituciones del
Estado.37 En el gráfico N° 4.2 hemos comparado la confianza que tie36 Cfr. Bourdieu (2005)
37 Obviamente los partidos políticos no son instituciones del Estado, pero si son un
nexo, un intermediario entre la sociedad y el Estado. Además, una vez ganadas las
elecciones se convierten en parte del Estado, razón por la cual se considera pertinente
compararla con las demás instituciones estatales.
89
Manuel Seifert Bonifaz
nen las personas en los últimos años en las instituciones estatales. 38 El
rango va del 0 al 1, siendo este último mayor confianza en la institución. Mientras que la confianza en las instituciones del Estado suelen
estar alrededor del 0.5 y la del Congreso de la República en 0.39, la de
los partidos políticos no supera en promedio el 0.13. Esta es, sin lugar
a dudas, una cifra alarmante. La desconfianza en comparación con las
otras instituciones es considerable. El Congreso, institución que tiene altos índices de desaprobación por parte de los ciudadanos, se encuentra por encima de los partidos políticos. Solo guiándonos con los
promedios, la gente confía tres veces más en el Congreso que en los
partidos políticos.
Gráfico N° 4.2 Promedio anual de confianza en las instituciones
estatales
1
0.9
0.8
0.7
promedio de
0.6
instituciones
0.5
0.4
en el congreso
0.3
0.2
partidos políticos
0.1
0
2005
2006
2007
2008
2009
2010
Fuente: INEI – Elaboración: José Luis Incio
38 Para el índice creado, el autor usó la información anual de la “Encuesta Nacional
de Hogares”. Se calculó el índice utilizando la pregunta: ¿Tiene usted confianza en..?.
Para el 2005 y el 2006 se tomaron en cuenta la encuesta preguntaba sobre las siguientes
instituciones: Municipalidad Provincial, Municipalidad Distrital, Policía Nacional del
Perú, FFAA, Gobierno Regional, ONPE/JNE, Poder Judicial, Ministerio de Educación,
Ministerio de Salud, EsSALUD, RENIEC, Defensoría del Pueblo, Congreso de la República. Para el 2007, 2008, 2009 y primer trimestre del 2010 no se preguntó sobre
Ministerio de Salud, EsSALUD y RENIEC. El índice se calculó sumando los puntajes
obtenidos por cada institución mínimo 1, máximo 4 y estandarizando al dividirlo entre el máximo posible.
90
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Los partidos políticos nacionales han dejado de ser canales de representación viables para los ciudadanos, estos desconfían de los
mismos y no los reconocen como medios válidos a través de los
cuales puedan expresar y canalizar sus intereses. Ante este escenario, los ciudadanos buscan otros canales que reemplacen las funciones que los partidos políticos nacionales han dejado de hacer.
De este modo, surgen los partidos regionales como los nuevos actores que pueden suplir y satisfacer las demandas insatisfechas de
los ciudadanos.
Uno se ve tentado a pensar en este punto el por qué los partidos regionales no se verían incluidos en esta poca o nula confianza hacia
los partidos políticos en general. Si bien esta interrogante es válida, es importante resaltar que los partidos regionales, se presentan
ante los electores (así como ante el JNE) no como partidos políticos, sino bajo la denominación de “Movimiento Regional”. Muchos
de lo que hemos denominado partidos regionales, incluyen en su
nombre esta denominación de “Movimiento Regional”, lo cual para
el imaginario del elector genera una división en donde partido político no es lo mismo que movimiento regional. Así, los partidos
políticos están relacionados con los partidos nacionales, pero no
los partidos regionales.
Consecuentemente, la poca o nula confianza que tienen las personas hacia los partidos políticos nacionales hizo que estos buscaran
otros medios que reconocieran como válidos “canales de expresión
hacia arriba” (Sartori 2009). Esta variable explica por qué los ciudadanos buscaron otros vehículos representativos, sin embargo, no
explica del todo cómo los partidos regionales a lo largo de las elecciones cobraron una mayor importancia en la escena política. Esta
mayor presencia será explicada con la variable institucional que fue
la Ley de Partidos Políticos.
91
Manuel Seifert Bonifaz
4.2 La Ley de Partidos Políticos
La falta de confianza en los partidos políticos nacionales brindó
la base para que las personas buscaran otros medios a través de
los cuales sean representados. Sin embargo, no explica cómo los
partidos regionales pasaron de ser una fuerza política minoritaria
en el 2002, a ser la dominante en el 2010. Para explicar este cambio creemos que la Ley de Partidos Políticos (LPP) jugó un rol
importante.
Antes de esta ley existía un desorden legislativo sobre los partidos
políticos. Las inscripciones y requisitos para participar en los diversos ámbitos no se encontraban centralizadas en una sola ley,
sino todo lo contrario. Existían leyes para todo tipo de elección:
nacional, regional, provincial y distrital. La dispersión normativa
en temas electorales llegó a ser excesiva teniendo exactamente 13
normas (Tuesta 2004). Entre ellas tenías por un lado, la Ley Orgánica de Elecciones – Ley N° 26859 - publicada el primero de octubre
de 1997 que se regían solo para el ámbito nacional. Por otra parte,
tenías la Ley de Elecciones Regionales –Ley N° 27683- y la Ley de
Elecciones Municipales –Ley N° 26864- las que estipulaban todo
sobre las elecciones en el ámbito sub-nacional. En todas ellas, no
existía ni definición sobre lo que era un partido político, ni distinción entre distintas organizaciones políticas como agrupación
independiente o lista independiente. En la tabla N° 4.1 vemos los
distintos requisitos para que las organizaciones políticas (ya sea
partido político, agrupación o lista independiente según estas leyes) se presentaran a elecciones.
92
93
Plazos para la
inscripción
Fuente: Ley N° 26859, Ley N° 27683 y Ley N° 26864 – Elaboración propia
i) Las organizaciones políticas
regionales, cuyas candidaturas
no sean patrocinadas por un
partido político, obtienen su inscripción acreditando una relación de adherentes no menor al
2.5% del total de electores hábiles de su respectiva circunscripción electoral.
Regional
Ley de Elecciones Regionales
iii) Presentación por duplicado de
disquetes con la relación de adherentes y de sus respectivos números de Documento Nacional de
Identificación de acuerdo con los
requerimientos del Jurado Nacional de Elecciones.
90 días naturales antes del día de
120 días naturales antes del día
las elecciones
de la elección
ii) Solicitud con la denominación
del Partido o Agrupación Independiente, su domicilio y el nombre del respectivo personero ante
el Jurado Nacional de Elecciones.
Nacional
i) Relación de adherentes no menor del 4% de los ciudadanos hábiles para votar a nivel nacional,
según el número de electores inscritos en el Padrón empleado en
las últimas elecciones de carácter
nacional, con la firma y el número
del Documento Nacional de Identificación de cada uno de éstos.
Alcance
Requisitos
para la inscripción
LOE
60 días naturales antes de la fecha de las
elecciones
i) Las candidaturas que no sean patrocinadas por un partido político debidamente
inscrito deben presentar, para su inscripción, en forma individual, una relación de
adherentes que no sea menor al 2.5% del total de electores hábiles de la circunscripción
provincial o distrital donde postulen, según
corresponda.
Provincial y distrital
Ley de Elecciones Municipales
Tabla N° 4.1 Normas previas a la Ley de Partidos Políticos para las organizaciones políticas
Leyes
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Manuel Seifert Bonifaz
La Ley de Partidos Políticos –Ley N° 28094- publicada el 1 de
noviembre del 2003 sistematizó, simplifico y unificó la regulación sobre los partidos políticos que se encontraba dispersa en
las diversas leyes electorales. El objetivo de esta ley era “crear las
condiciones para la constitución y fortalecimiento de un sistema
democrático de partidos” (Tuesta2005: 94). De este modo se iba a
poder “favorecer la construcción de partidos democráticos, basados en la participación de sus afiliados, con presencia y cobertura
nacional” (Tanaka 2009: 7).
A partir de esta ley se hizo una distinción clara sobre qué es un
partido político, qué funciones tiene y cuáles son sus objetivos.
Del mismo modo, se hizo una diferenciación frente a lo que se
considera un movimiento y una organización política de alcance
local. La diferenciación entre estos dos últimos casos no estuvo en
el ámbito conceptual, sobre qué se considera un movimiento u organización política de alcance local, sino más bien estuvo referido
al alcance y participación política que tenían. A partir de estas
distinciones y varios de los requisitos para la inscripción de toda
organización política (Tabla N° 4.2), se buscó el fortalecimiento y la institucionalización de los partidos políticos nacionales.
Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones que poseía la LPP
esta fracaso pues no se obtuvieron los efectos esperados.
El primer error que tuvo ésta ley fue diferenciar conceptualmente
a los partidos políticos por un lado y, a los movimientos y organizaciones políticas de alcance local por el otro. Lo que no consideró
fue que todos son partidos en tanto grupo político que presenta
candidatos a través de elecciones para los cargos públicos. La diferencia está únicamente en el alcance y participación política que
tienen. Esta distinción hecha por la LPP desencadenó la disparidad en los requisitos y exigencias que cada organización política
debía cumplir, que resulto por jugar un rol negativo para que los
partidos nacionales se fortalezcan a nivel sub-nacional. Así, esta
ley institucionalizó desde el inicio la fractura misma. Entonces,
94
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
una primera falla que condicionó el resultado de la LPP fue la diferenciación conceptual (inexistente) entre partidos políticos por
un lado y, por el otro, movimientos regionales y organizaciones
políticas de alcance local.39 39 Si bien el objetivo del trabajo no es presentar qué tipos de reformas se deben hacer,
creemos firmemente que una primera disposición que se debería tomar es eliminar la
figura de Movimiento y Organización política de alcance local y tratarlos como lo que
son: partidos políticos que se diferencian solo por el alcance y participación política
que tienen. De este modo, tendríamos Partidos Nacionales, Partidos Regionales y Partidos Locales.
95
96
Fuente: Fernando Tuesta (2005)
- pretenda presentar candidatos
- desarrolle actividades,
Oficina de Registro especial (adscrito al
OROP).
a) Relación de adherentes no menor al
1% de los ciudadanos que sufragaron en
las últimas elecciones de carácter nacional dentro de la circunscripción donde:
Organizaciones de alcance local
Provincial y distrital
Elecciones municipales
- Dentro del año posterior a la ad- - Dentro del año posterior a la adquisiquisición del kit electoral.
ción del kit electoral.
Mantiene su registro
Cancelación automática de oficio
- 210 días anteriores a la fecha de la - 210 días anteriores a la fecha de la elecelección.
ción.
b) Actas de Constitución de comité parb) Actas de Constitución de comité tidario en más de la mitad más uno del
partidario en más de la mitad más total de distritos (provincial) y un comité
partidario en el distrito (distrital).
uno del número de provincias.
- pretenda presentar candidatos.
- desarrolle actividades,
Movimientos
Regional o “departamental”
Elecciones regionales y municipales.
Registro Especial (adscrito al
OROP)
a) Relación de adherentes no menor
al 1% de los ciudadanos que sufragaron en las últimas elecciones de
carácter nacional dentro de la circunscripción donde:
Tabla N° 4.2 Categorías de las organizaciones políticas
Partidos Políticos
Alcance
Nacional
Participación
Todo tipo de elección.
política
Órgano ante el que Registro de Organizaciones Políticas
se inscriben
(OROP)
Requisitos para la a) Acta de fundación.
inscripción
b) Relación de adherentes no menor
al 1% de los ciudadanos que sufragaron en las últimas elecciones de
carácter nacional (con firmas verificadas).
c) Actas de Constitución de comités
partidarios en por lo menos un tercio
de provincias del país, ubicadas en al
menos los dos tercios de los departamentos.
d) Estatuto del partido.
e) Designación de personeros legales,
titulares y alternos.
f) Designación de uno o más representantes legales del partido.
- 180 días (6 meses) anteriores a la fecha de elección.
Plazos para la
inscripción
- Dentro del año posterior a la adquisición del kit electoral.
Concluido el proMantiene su registro, salvo que no
ceso electoral
alcance el umbral o no obtenga la representación parlamentaria que prevé
la ley.
Manuel Seifert Bonifaz
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Si bien la LPP establece requisitos y disposiciones que favorezcan la
institucionalización de los partidos políticos, estas “no alcanzan a todas las agrupaciones políticas del país sino únicamente a los partidos
políticos” (Vergara 2009: 23). Para Alberto Vergara los partidos políticos tienen que cumplir muchos más deberes que los movimientos y
las organizaciones políticas de alcance local. Entre ellas, encontramos
que los primeros requieren democracia interna para la elección de sus
candidatos y dirigentes, así como un registro de ingresos privados y un
informe financiero anual, mientras que los movimientos y organizaciones políticas de alcance local no tienen que cumplir ninguno de estos
requisitos. Esto permitió que para las elecciones regionales del 2006,
21 de los presidentes regionales y mayoría de autoridades locales no
hayan provenido “de elecciones internas en sus respectivas organizaciones políticas y tampoco han tenido la obligación de presentar reportes
financieros para demostrar la transparencia de los fondos utilizados”
(Vergara 2009: 24). Así, la LPP acentuó involuntariamente la debilidad
de los partidos políticos nacionales en los niveles sub-nacionales.
El costo de participación para los partidos nacionales en el ámbito
regional, provincial y distrital aumento considerablemente en comparación con los regionales y locales. Al tener los primeros requisitos elevados, los actores sub-nacionales, no tuvieron “incentivo para
buscar establecer vínculos con la política nacional” (Tanaka 2009: 15),
debilitando la presencia de los nacionales en estos niveles. Como bien
señala Vergara,
“
ser candidato de un partido nacional es ahora demasiado costoso tanto para el candidato como para el partido. De hecho, algunos partidos
(como Perú Posible40 y Acción Popular) prefirieron no participar en algunas instancias electorales pues el partido no tenía la infraestructura
necesaria para supervisar las elecciones internas exigidas por la ley, ni manera de lidiar con las disputas infinitas que estas generaban” (Vergara 2009: 26).
40 Este partido presentó 22 candidatos para las elecciones regionales del 2002, en el
2006 presentaron tan solo 6 candidatos.
97
Manuel Seifert Bonifaz
Las elecciones internas fue justamente un requisito que aumentó el
costo de participación electoral de los partidos nacionales en el ámbito
sub-nacional. El problema con la democracia interna en los partidos
nacionales es que permite que líderes regionales no busquen el vínculo
con los partidos nacionales, no solo porque se “malgasta” el tiempo
que se podría utilizar en empezar la campaña, sino porque la victoria
no se encuentra asegurada. El proceso de organización interna para
llevar adelante las elecciones, requiere un mínimo de institucionalidad
que los partidos quieren superar o ni siquiera pueden enfrentar. Actualización de los padrones de los miembros activos, la elección del comité electoral, con el representante legal que debe estar reconocido por
la ONPE, son un conjunto de acciones legales que lleva a veces a que
esos procesos no se organicen debidamente o simplemente no se ejecuten. A ello, se debe añadir que los partidos nacionales gozan de un
gran desprestigio y desconfianza por parte de la población, razón por
la cual no sería beneficioso que este líder buscará el vínculo con este
tipo de partido. De este modo, a cualquier líder regional le resulta más
beneficioso crear un partido regional, convertirse automáticamente en
su líder y candidato, y participar en las elecciones.
Sin embargo, el 25 de diciembre del 2009 se aprobó la ley que modifica
la LPP (Ley N° 29490) que, entre sus disposiciones, obligaba a los partidos regionales a llevar a cabo procesos de democracia interna para
la elección de sus candidatos (art. N° 19). De este modo, se aumentó
el costo de participación para los partidos regionales pues tenían que
elegir a sus candidatos a través de elecciones internas. A pesar de esta
modificación las elecciones del 2010 mostraron un aumento significativo en la participación de los partidos regionales pues se pasó de tener
en promedio 2.52 partidos por departamento en el 2006 a 4.72 en el
2010 (gráfico N° 3.10). Con lo cual, el supuesto aumento en el costo de
participación para los partidos regionales no se sintió realmente.
Una de las razones que explicarían por qué los partidos regionales no
sintieron el aumento del costo participativo se debe al cumplimiento
de la misma disposición. La ONPE brinda asistencia técnica y apoyo (ATA) que es el servicio de asesoría especializada para los comités
98
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
electorales de las organizaciones políticas. Aquí se recibe la asesoría
de la ONPE en la planificación de elecciones, capacitación en procedimientos electorales, capacitación a personeros, entre otros. Para el año
2010 se realizaron 180 servicios de ATA a los partidos políticos en todo
el Perú y la mayor demanda estuvo referida a las elecciones internas
con 119 pedidos en total. Como vemos en el gráfico N° 4.3 la mayor
demanda de los partidos políticos estuvo circunscrita a las elecciones
internas y luego a la capacitación de los personeros. Al centrarnos en la
ATA para las elecciones internas de los partidos nacionales y regionales encontramos que el 95% de los partidos políticos pidió este tipo de
servicio, mientras que solamente el 17% de los partidos regionales lo
hizo.41 De este modo, encontramos que a pesar de que la Ley N° 29490
disponga la elección interna tanto para partidos nacionales como regionales, la ATA brindada en 2010 es un fuerte indicador de que la
gran mayoría de partidos regionales no la cumplieron.
Gráfico N° 4.3 ATA brindada a partidos nacionales y regionales
para elecciones internas
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
aTa
partidos nacionales
partidos regionales
Fuente: Subgerencia de Asistencia Técnica – onpe . Elaboración propia.
Por ello Martín Tanaka (2009) señala que una de las razones por las
que falló la ley de partidos políticos fue por su implementación parcial.
41 Legalmente no es necesaria la ATA para llevar a cabo las elecciones internas dentro
de un partido político. Sin embargo, es un indicador.
99
Manuel Seifert Bonifaz
Por un lado se elevaba la barrera de entrada para los partidos políticos
nacionales con lo cual se minimizaría la fragmentación política, pero
por otro lado, “no se implementaron mecanismos eficaces que aseguraran el cumplimiento de la norma y se hicieron cambios que debilitaron aún más su espíritu” (Tanaka 2009: 13). De este modo, el autor
pone énfasis en que la falla de esta ley se encuentra en la ausencia de
mecanismos claros para la supervisión y “el control del cumplimiento
de estas disposiciones”. Es exigente para todo partido político que desee cumplirla, pero no cumple “ninguna función de filtro para quien
no la respeta” (Tanaka 2009: 14).
La Ley de Partidos Políticos buscó fortalecer e institucionalizar a los
partidos políticos. De igual modo, buscó elevar la barrera de entrada
para reducir el número de agrupaciones políticas que participaran en
elecciones y, así, poner orden al sistema político peruano (Tuesta 2005).
Ninguna de estos objetivos se realizó. Elevó los requisitos y disposiciones para los partidos nacionales, pero no hizo lo mismo para los
movimientos y organizaciones locales facilitando la creación y proliferación de estos. Esta disparidad en las disposiciones tiene su origen
en la diferenciación conceptual que se hizo entre estos últimos y los
partidos políticos. Además, no estableció mecanismos que supervisaran el cumplimiento de estos requisitos dejando prácticamente a la
voluntad de la organización política, para que cumpla o no con ellos.
Consecuentemente, el costo para la participación en los niveles subnacionales se elevó considerablemente para todo partido nacional que
buscará cumplir con las disposiciones, entre ellas la democracia interna. Mientras que para los partidos regionales este seguía siendo mucho
menor, lo que motivo a líderes regionales a crear un partido propio que
le permitía ser candidato “automáticamente” teniendo más tiempo para
hacer campaña sin gozar del desprestigio ni desconfianza que tenían
los partidos nacionales fomentando la desvinculación con lo nacional.
En suma, la LPP dificultó por un lado la presencia de los partidos nacionales a nivel sub-nacional, pero, por otro lado, facilitó la creación
de partidos regionales al establecerles menos requisitos para su constitución. La facilidad que tuvieron los partidos regionales establecida
100
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
en la LPP y la normativa previa fue producto de catalogarlos como
“movimientos regionales”, lo cual llevó a que los requisitos que tuvieran que cumplir sean menos severos. Esta ventaja cogió una mayor
dimensión al unirse con el desprestigio con el que gozaban los partidos
nacionales, lo que motivó a los líderes regionales a la formación de su
propio partido. Toda la historia política peruana se ha caracterizado
por un alto personalismo político, la cual sentó a su vez las bases para
que se crearan partidos regionales que girarían alrededor de la figura
del líder.
4.3 La identificación con el líder político
La preferencia por la creación de partidos regionales, en vez de participar bajo el auspicio de los partidos nacionales, en las elecciones estuvo
facilitada por la LPP y por el personalismo político que ha caracterizado a la política peruana. Una etiqueta partidaria no se hace necesaria
para ganar las elecciones y menos aun para las elecciones regionales y
municipales. Por ello, la figura del líder y una historia política peruana
caracterizada por el “liderazgo altamente personalizado” (Cotler 1995:
265) permiten la comprensión de este fenómeno. Es decir, aquello que
motivo e incentivó a los líderes a crear partidos regionales no se debía
solo a factores institucionales, sino que estuvo sustentado en que las
personas votan personas y no por partidos.
Como pudimos ver en capítulos anteriores el sistema de partidos peruano a nivel regional (y nacional) no se encontraba institucionalizado.
El poco enraizamiento de los partidos políticos (nacionales o regionales), así como la alta volatilidad electoral y partidaria que generaba que
un nuevo sistema de partidos desplazara al previo en cada elección,
devela que nos encontramos frente a un sistema de partidos incoactivo
(Mainwaring y Scully 2005). Ante un sistema de partidos que no se
encuentra estructurado ni institucionalizado, encontramos que “el determinante dominante del comportamiento electoral es algún tipo de
devoción a un notable” (Sartori 2009: 392). Así, lo que se genera en este
tipo de sistemas es una “votación por personalidades” (Sartori 2009).
101
Manuel Seifert Bonifaz
Según Julio Cotler los partidos políticos peruanos no pudieron consolidarse en los años ochenta debido a que estos han tenido un liderazgo
altamente personalizado que “duplicaba los aspectos voluntaristas y
autoritarios del tradicional estilo patrimonial” (Cotler 1995: 265). Esto
generó que se viera a los oponentes como enemigos, lo que impidió el
desarrollo de las negociaciones y pactos como “elementos esenciales
de la política competitiva”. Entonces, según el autor el personalismo
extremo generó que la política se caracterizara por una relación schmidtiana de amigo-enemigo que impidió que se generaran pactos y negociaciones, haciendo que las practicas partidistas sean “totalizadoras,
exhaustivas, antagónicas y exclusivistas” (Cotler 1995).
El partido político gira alrededor de la figura del líder y este comportamiento acompañó a toda la política peruana, acentuándose a finales
de los ochenta. El que los independientes y outsiders irrumpieran en
la política, vendría ser un sinceramiento de cómo se había configurado
la misma a lo largo de los años. Los partidos políticos se mostrarían
como simples vehículos a través de los cuales los líderes accederían al
poder. La campaña presidencial de 1990 mostró que “tanto Vargas Llosa como Fujimori montaron campañas personalistas y que ambos estaban apartados de las organizaciones partidarias tradicionales” (Cotler
1995: 284). Esta visión se acentúo en la Constitución de 1993 del régimen fujimorista en donde el artículo n° 35 de esta equipara al partido
político con un movimiento. Con ello, el partido se convertía en una
organización política que una vez cumplido su fin –que el candidato
gane las elecciones- podía disolverse. Esta práctica fue cumplida al pie
de la letra por Alberto Fujimori.
Las elecciones del 2002-2010 reciben de este modo una herencia política en donde la votación se encuentra condicionada por la figura del
líder del partido. Sartori, en referencia a Anthony Downs, acepta que
“la identificación y la imagen son los principales conceptos empleados
para comprender por qué votan los votantes como lo hacen” (Sartori
2009: 387). Así, la identificación hacía el líder durante estas elecciones es un factor esencial para comprender este fenómeno, pues como
bien señala Schumpeter, las colectividades “actúan casi exclusivamente
102
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
mediante la aceptación del caudillaje; éste es el mecanismo esencial de
toda acción colectiva” (Schumpeter 1971: 344).
Lo que supone Schumpeter es que toda multitud, toda masa y, por tanto, toda acción colectiva y voluntad general supone la figura de un líder.
Este supuesto nace gracias a la influencia de Sigmund Freud. Para este,
la identificación con el líder era aquello que creaba y cohesionaba toda
multitud (Freud 1991). Este es de suma importancia pues genera una
ilusión: que el líder ama a todos los individuos de la masa por igual. De
esta ilusión depende toda la estructura de cohesión de la masa, pues
una vez rota la ilusión, lo único que sucede luego es la ruptura de la
masa. Imaginemos, ¿qué sucedería con la Iglesia si se hiciera patente
que Cristo no ama a todos por igual, que no todos participan de igual
manera de su amor? La ruptura de la Iglesia. Por ello, “la ligazón de
cada individuo con Cristo es también la causa de la ligazón que los une
a todos. Algo parecido vale en el caso del ejército. (…) Cada capitán
es el general en jefe y padre de su compañía, y cada suboficial, el de
su sección” (Freud 1991: 90). Lo mismo sucede en el ámbito político.
Todo partido se crea y cohesiona gracias a la figura del líder que genera
la identificación de las personas no solo con él, sino entre ellas mismas.
Esta ligazón con el líder puede ser sustituida por una idea rectora y los
vínculos entre los individuos estarían determinados por su ligazón con
esta idea rectora, por ejemplo, como sucede con los partidos políticos
institucionalizados de Europa que no dependen del líder para mantenerse cohesionados.42 Este análisis freudiano de la ligazón libidinal
entre los individuos de una multitud entre sí y con la idea rectora, es
algo que será recogido por Laclau a la hora de analizar el populismo
como un modo de construir lo político (Laclau 2006). Esta ligazón entre los individuos de la multitud y de ellos con el líder permite que la
desintegración de la masa suceda cuando se da una desaparición repentina de la figura del líder. Este análisis permite comprender por qué
42 Por ejemplo, como sucede con el Partido Republicano de Estados Unidos. La
unión no está condicionada a Nixon, Reagan o Bush, sino más bien a la idea rectora de
un Estado que interviene menos y que cobra menos impuestos.
103
Manuel Seifert Bonifaz
los partidos políticos en la historia peruana han desaparecido cuando
ha muerto su líder – entre ellos el Partido Demócrata de Piérola o el
Partido Constitucional de Avelino Cáceres- o, entran en una fuerte crisis, como sucedió con Acción Popular y el APRA.
Entonces, la creación de partidos regionales que giran alrededor de
su líder fundador no era un impedimento para ocupar aquel espacio
dejado por los partidos nacionales, porque los votantes eligen principalmente a los candidatos y no a los partidos, porque generan una
identificación con el primero. Si bien uno podría argumentar que esto
no sería entonces problema para los nacionales porque en última instancia el voto está condicionado por la figura del líder y no la del partido, no hay que dejar de lado que el líder requiere de un partido político
para participar en las elecciones. Por ello, como vimos anteriormente,
es mejor utilizar un nuevo partido para lanzar una candidatura que
lanzarla desde un partido que carga consigo desconfianza y desprestigio.
Así, no solo existían factores institucionales que facilitaban la creación
de los partidos regionales, sino también factores estructurales, porque
la política y las elecciones peruanas a lo largo de su historia han estado
marcadas por un fuerte personalismo que posibilitaba que los votantes
se identificaran solamente con el líder regional. Esta identificación con
el jefe generaba a su vez la identificación con los demás votantes y militantes permitiendo que se cree y cohesione el partido. Así, “la unificación simbólica del grupo en torno a una individualidad es inherente
a la formación del [partido político]” (Laclau 2006: 130).
Este personalismo político que muestra a los partidos políticos como
vehículos de los líderes para acceder al poder llegó al extremo en las
elecciones generales del 2011. Si miramos los logos de los partidos políticos a través de los cuales los cuatro principales candidatos –Ollanta
Humala, Keiko Fujimori, Pedro Pablo Kuczynski y Alejandro Toledoparticiparon en las elecciones, todos hacen referencia al líder. En el
gráfico N° 4.4 tenemos la ‘O’ de Ollanta, la ‘K’ de Keiko, ‘PPK’ de Pedro
Pablo Kuczynski y la ‘T’ de Toledo. Cada uno de estos logos devela que
104
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
el partido que representan no son más que un medio a través del cual
el líder accederá al poder. Es más, los logos no representan a partidos
políticos, sino al líder político.
Gráfico N° 4.4 Logos de los principales partidos en las elecciones
generales 2011
Los partidos regionales apelan también a una identificación, pero esta
se encuentra condicionada al lugar mismo en donde están participando. Partidos como ‘Alianza Regional Juntos por Amazonas’, ‘Alianza
por Arequipa’, ‘Movimiento independiente regional Todos con Ayacucho’, ‘Bloque Popular Madre de Dios’, entre otros, apelan a la identificación con la misma región.43 De este modo, los partidos regionales se
muestran más cercanos al votante.
Esta cercanía para con el votante que se genera a través del nombre
del partido, está de la mano del líder fundador del mismo. La creación
de todo partido político depende del líder fundador del mismo y, por
ello, identifican al líder con su partido. Gran parte de estos partidos
regionales que se presentaban a las elecciones eran nuevos que no habían participado en las elecciones previas. Se habían creado para las
elecciones en las cuales se presentaban y, como toda creación de un
partido político, estuvo inevitablemente ligado a la figura del líder político. A través de este se creó, fundó y cohesiono el partido regional y
toda multitud que votará por el candidato.
43 Estos nombres corresponden a las Elecciones regionales y municipales del 2010.
En estas elecciones, a diferencia de las anteriores hubo un mayor número de partidos
regionales que apelaron a este tipo de identificación, si bien esto se debe a la mayor
participación en las elecciones de los partidos regionales. Sin embargo, el mismo estilo de nombres se repite a lo largo de todas las elecciones. Por ejemplo, ‘Integrando
Ucayali’ en el 2006 o ‘Movimiento independiente Luchemos por Huánuco’ en el 2002.
105
Manuel Seifert Bonifaz
Aun así, uno podría argumentar que sigue siendo más “fácil” y beneficioso para un líder participar con un partido nacional que ya cuenta
con la inscripción en el JNE, en vez de empezar la labor de construir
un partido ‘desde cero’ para la elección que resulta más costoso. Sobre
este punto, De Gramont (2010) señala que las razones por las cuales
prefieren asumir los políticos regionales este costo, es porque unirse al
partido nacional no es conveniente por el desprestigio que estos partidos gozan entre la población. Por ello, prefieren constituir un partido
nuevo sobre el cual las personas no tienen opinión previa y no goza,
por tanto, de ningún tipo de desprestigio, aumentando las posibilidades de ser elegidos.
En suma, el liderazgo altamente personalista que ha caracterizado la
política peruana sentó las bases para que líderes regionales llenaran el
espacio dejado por los partidos nacionales creando sus propios partidos regionales. Si bien todos los partidos se muestran como altamente
personalistas, en una elección regional hay que tener en consideración
que el partido nacional que participa está condicionado a su líder, que
es una figura nacional pero no regional. El hecho de que los votantes hayan solido votar más por el líder que por el partido, facilitó la
elección de los líderes regionales con sus respectivos partidos que apelaban, entre otras cosas, a la cercanía con la región a la que estaban
postulando.
106
Capítulo 5:
Conclusión
L
as elecciones regionales y municipales del 2002 fueron dominadas por los partidos nacionales, los cuales ganaron a nivel regional, provincial y distrital, el 72%, 55% y 60% de los cargos
disputados respectivamente. De igual manera, los porcentajes acumulados en estas elecciones mostraron que la población prefirió y votó
mayoritariamente por este tipo de partidos. Por otra parte, los partidos
regionales en estos mismos comicios ganaron tan solo 28% de las regiones, 16% de los municipios provinciales y en 12% de los distritales.
La segunda fuerza política a nivel local (provincia y distrito) estuvo
compuesta por los partidos provinciales.
Sin embargo, para las elecciones regionales y municipales del 2010 el
escenario cambio drásticamente y quienes dominaron la escena fueron
los partidos regionales, los cuales ganaron 80% de las regiones, 65% de
las provincias y 59% de los distritos. Los partidos (Tabla N° 5.1) nacionales fueron relegados como segunda fuerza política a nivel subnacional (ganaron en solo 20% de las regiones, 31% de las provincias y 36%
de los distritos); mientras que los partidos locales han prácticamente
desaparecido de la escena.
107
Manuel Seifert Bonifaz
Tabla N° 5.1 Triunfos electorales de los partidos nacionales y
regionales en las ERM del 2002 y 2010 según los niveles de
gobierno
2002
Nivel
Partidos
Nacionales
Presidencias
72%
regionales
Alcaldías
55%
provinciales
Alcaldías
60%
distritales
Fuente: ONPE – Elaboración propia
2010
Partidos
Regionales
Partidos
Nacionales
Partidos
Regionales
28%
20%
80%
16%
31%
65%
12%
36%
59%
En esta misma línea, encontramos que, si bien el desempeño electoral
general de los partidos nacionales frente a los regionales fue disminuyendo, es interesante resaltar el hecho de que mientras más localizada
era la elección, los partidos nacionales tenían un mejor desempeño
(y viceversa sucedió con los partidos regionales). Esto significaría que
los partidos nacionales, a diferencia de lo que uno podría asumir, no
pierden presencia mientras más localizada es la elección, sino todo lo
contrario, siguen presentes en los distritos demostrando una capacidad organizativa y descentralizada para llegar a estos.
Al indagar sobre el comportamiento de los partidos políticos en las
ERM 2002-2010 encontramos una alta volatilidad electoral y volatilidad partidaria a lo largo de estas elecciones, mostrando que no solo
existe muy poca constancia en la votación, sino también en los partidos políticos mismos. En tanto la votación es un acto ulterior a la
presentación de los partidos (primero se le muestra la cédula al votante
con la lista de partidos y luego elije su opción), podemos inferir que la
poca constancia en la votación es producto de la perpetua renovación
partidaria que hay entre elección y elección (65% de los partidos que
se presentaron a una elección, no habían participado en la elección
previa). Esta cambiante oferta partidaria entre elecciones afectó tanto
a los partidos nacionales como regionales.
108
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Si bien a lo largo del texto se habló del sistema de partidos como la interacción esquematizada de la competencia entre partidos, es inevitable
pensar, al ver los resultados del presente trabajo, que nos encontramos
frente a lo que Cavarozzi y Medina (2002) llaman una configuración
partidaria de políticos sin partidos, la cual se define por la “extrema debilidad y maleabilidad de los partidos políticos” (Cavarozzi y Medina
2002: 14), en donde estos giraran alrededor del líder, del político, y no
alrededor de programas.
Las elecciones regionales y municipales del 2002 al 2010 mostraron el
colapso de los partidos nacionales porque estos no fueron capaces de
mantenerse como fuerza política dominante, lo que evidenció su incapacidad para establecer raíces sólidas en la sociedad. Sin lealtad partidaria pareciera que poco a poco están destinados a la desaparición en
este ámbito sub-nacional. Este indicio de extinción está acompañado
de la presencia y fuerza política que los partidos regionales están teniendo. Los votantes los reconocen como actores y vehículos legítimos
que son capaces de satisfacer las demandas insatisfechas por los partidos nacionales. Por ello, a lo largo de las elecciones se convirtieron
en la fuerza dominante en el ámbito regional, provincial y distrital.
¿Cómo fue posible que los partidos nacionales hayan sido la fuerza
predominante en las elecciones regionales y municipales del 2002 y,
en las elecciones del 2010, no sean más que una fuerza minoritaria? Y,
¿por qué los partidos regionales han logrado convertirse en los actores
principales? Fueron las preguntas que guiaron el presente trabajo.
Para explicar la tendencia a la baja de los partidos nacionales y el cambio radical que se generó esbozamos tres variables explicativas. La primera de ellas era la confianza hacia los partidos nacionales. Más del
80% de la población encuestada entre el 2002 y el 2010 confía ‘poco’ o
‘nada’ en los partidos nacionales. Además, la confianza en estos se encuentra muy debajo en comparación con otras instituciones estatales
como el Congreso. Así, la fuerte desconfianza que tiene la población
frente a los partidos nacionales permite que estos busquen otros canales de expresión y de representación que puedan solucionar sus demandas insatisfechas. Estos nuevos vehículos serán a ser los partidos
109
Manuel Seifert Bonifaz
regionales que llenaran aquel vació dejado por los nacionales. Sin embargo, si bien los votantes ante la fuerte desconfianza hacia los partidos
nacionales voltearon a buscar nuevos actores, estos emergieron cada
vez más al amparo de la Ley de Partidos Políticos.
La segunda variable explicativa fue esta ley que favoreció por un lado
a los partidos regionales y, por otro, dificultó la presencia de los nacionales en el ámbito regional, provincial y distrital. Mientras exigía
democracia interna, estados de cuentas financieros, estatutos, designación de personeros y representantes legales, entre otros, a los partidos
nacionales, tan solo exigía a los regionales la relación de adherentes y
actas de constitución. Estas disposiciones se equiparon para todas las
organizaciones políticas en la Ley N° 29490 pero lo único que generó
fue una mayor presencia y participación de los partidos regionales en
el ámbito sub-nacional. A pesar de estas modificaciones a la LPP, el
costo de participación de los partidos nacionales en el ámbito sub-nacional siguió siendo mucho mayor que el de los partidos regionales.
porque, por ejemplo, tenían que darse elecciones internas para designar a los candidatos. A ello, se suma que la LPP no desarrolló los mecanismos de supervisión y control de estas disposiciones, convirtiéndola
en sumamente estricta para aquel que la cumpliera pero no fuera filtro
de aquel partido que no siguiera esas disposiciones.
Ante este escenario, resultaba más beneficioso para los líderes regionales crear un partido en el cual iban a ser su candidato “automáticamente”, no iban a “malgastar” tiempo en elecciones internas e iban a poder
empezar con la campaña lo antes posible. A su vez, el gran desprestigio
que cargaban consigo los partidos nacionales no fomentaba el vínculo
con los partidos nacionales. Los líderes regionales vieron que los factores institucionales favorecían la creación de los partidos regionales,
los cuales, además, no iban a contar con el desprestigio y desconfianza
que tenían los nacionales.
Ahora bien, como señala Robert D. Putnam, en referencia al neo-institucionalismo, el desempeño práctico de las instituciones es determinado por el contexto social dentro del cual operan (Putnam 1994). Las
110
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
instituciones políticas no solo configuran el comportamiento político
resultante a través de sus reglas y procedimientos, sino que estas mismas son configuradas por la historia. Por ello, el resultado de la LPP
fue configurado por el alto personalismo político que caracteriza la
política peruana generándose en cada elección una “votación por personalidades”. Así, la tercera variable que explica cómo los partidos nacionales han disminuido su fuerza política en el ámbito sub-nacional
es la identificación con el líder que se convierte en determinante para
la votación. Al tener una población que se encuentra acostumbrada a
votar más por personalidades que por partidos, esta no se ve afectada
por la creación (y evaporación) de partidos regionales y nacionales,
porque votan en última instancia por el líder político y no por el partido.
No obstante ello, estas tres variables explicativas se inscriben y entrelazan con la debilidad propia de los partidos políticos nacionales y la ausencia de competidores en la arena electoral subnacional. Este período
mostró que los partidos nacionales llegaron debilitados a las primeras
elecciones regionales y municipales del 2002. Esta debilidad solo pudo
manifestarse en el transcurso de los siguientes años, ya que entre elección y elección, les resultaba más complicado y difícil participar en las
mismas y mantener el dominio ganado previamente. Por otra parte,
los partidos regionales se iniciaron en estas elecciones (2002) con muy
poca preparación, ya que en menos de medio año tuvieron que organizarse para participar en estos comicios. Sin embargo, mientras fueron
pasando los años y lograron tener más tiempo y mayor experiencia,
fueron fortaleciéndose hasta convertirse en los principales actores en
la escena electoral subnacional.
A lo largo de las elecciones, los partidos regionales se convirtieron en
la opción preferente de los votantes tanto a nivel regional, como provincial y distrital. Sin embargo, estos no han sido capaces de echar raíces ni generar lealtades partidarias. La estabilidad e institucionalidad
es igualmente frágil con este tipo de partidos. Aunque quizás sería muy
temprano para afirmarlo de manera rotunda, sufren de los mismos
problemas que los partidos nacionales que se devela en su alta volatili111
Manuel Seifert Bonifaz
dad partidaria y electoral, la cual se encuentra condicionada por el alto
apego que tienen con su líder fundador. Esta no es necesariamente una
visión pesimista, pues el líder político hace latente lo que se encontraba
patente en la sociedad (Schumpeter 1971) canalizando los intereses y
generando vínculos equivalenciales entre las demandas insatisfechas
(Laclau 2006), las cuales, de no tener un líder que las personifique y
llevar así a la satisfacción de las mismas, se podrían expresar a través
de otros medios, agudizando una sociedad pretoriana en el Perú (Huntington 1972).
Finalmente, el auge de los partidos regionales y el colapso de los nacionales es evidente, pero ambos adolecen de los mismos problemas:
pocas raíces en la sociedad y altos grados de volatilidad partidaria y
electoral. Esto inevitablemente hacen surgir interrogantes como: ¿qué
consecuencias trae consigo para la democracia cuando un ciudadano
puede llegar a ser representado, en caso extremo, por distintos partidos políticos en cada uno de los niveles (nacional, regional, provincial
y distrital)? ¿Este problema es inherente a la propia institución partidaria que es incapaz de englobar a la sociedad o es la sociedad misma la
que se encuentra tan fragmentada que no puede ser abarcada por una
sola institución?
¿Existen las condiciones históricas, sociales e institucionales para que
el Perú pueda tener partidos políticos fuertes? ¿O nos enfrentamos
a un nuevo escenario donde lo propiamente institucionalizado es la
ausencia de estabilidad partidaria y partidos volátiles? Quizás sea
momento de asumir que los partidos, hoy en día, cumplen una función
mínima como vehículos electorales y sea necesario redireccionar los
esfuerzos repensando las maneras de suplir las funciones que los partidos ya no son capaces de cumplir, lo que implicaría dejar de buscar el
fortalecimiento de los partidos para que cumplan aquellas funciones.
El Perú lleva más de veinte años de debilidad institucional partidaria
y podemos inferir que tiene un futuro no muy prometedor que pueda
cambiar esta situación. Pero esta debilidad está marcada por una manera determinada de comprender las funciones que tienen los partidos
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Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
políticos, la cual se encuentra fuertemente influenciada por la visión
de cómo eran y qué hacían los partidos políticos a mediados del siglo
XX. Si consideramos que toda institución es el resultado de un proceso
histórico y social, como bien señaló Maquiavelo en El Príncipe sobre la
creación del Tribuno de Roma, podemos comprender que los partidos
políticos constituidos en las últimas décadas responden a una nueva
situación histórica y social. De ahí que su debilidad no sea tal, sino más
bien una nueva forma de ser y moldearse a la sociedad, renunciando
a diversas funciones que solían tener previamente (adoctrinamiento,
agregación de intereses, vida partidaria entre elecciones, construcción
de la agenda política, entre otros).
No estoy afirmando que los partidos políticos son fuertes e institucionalizados, sino que dicha manera de categorizarlos responden a
un tipo determinado de comprender las funciones que solían tener
los partidos en un determinado contexto histórico; funciones que los
partidos políticos constituidos durante las dos últimas décadas no
estarían llamados a suplir, dadas las circunstancias en las que fueron
creadas. Por tanto, ¿deberíamos seguir buscando el fortalecimiento de
los partidos políticos o pensar en nuevas instituciones o canales institucionales para suplir las funciones que estos ya no pueden cumplir?
¿Cómo lograr que un sistema político democrático tenga legitimidad
ante la población, sea atenta a las demandas de la misma, sea eficiente
en la implementación de las reformas necesarias para el bienestar de
las personas, con partidos volátiles? Y, a partir de ello, ¿qué tipo de
contrapesos democráticos se deberían generar y cómo llevar a cabo
la accountability cuando los partidos políticos no son más que “un
equipo de personas que busca el cargo público para poder disfrutar el
ingreso, prestigio y poder que trae consigo dirigir el aparato de gobierno” (Downs 1957: 3)? Las respuestas a estas y otras interrogantes más
escapan al alcance de este trabajo, pero invitan a la reflexión sobre la
problemática de los partidos políticos en nuestro país.
113
Manuel Seifert Bonifaz
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N°. 26864 – Ley de Elecciones Municipales
N°. 27683 – Ley de Elecciones Regionales
N°. 28094 – Ley de Partidos Políticos
N°. 29490 – Modificación a la LPP
Listado de tablas y gráficos
Tablas:
2.1 Volatilidad electoral departamental 2002-2006
2.2 Volatilidad partidaria 2002-2006
2.3Constancia de los partidos nacionales en elecciones regionales 20022006
2.4 Volatilidad electoral departamental 2006-2010
2.5 Volatilidad partidaria 2006-2010
2.6Constancia de los partidos nacionales en elecciones regionales 20062010
2.7 Volatilidad electoral en las elecciones regionales 2002-2010
3.1Porcentaje acumulado por departamento - Elecciones regionales 2002
3.2Porcentaje acumulado por departamento – Elecciones regionales
2006
117
Manuel Seifert Bonifaz
3.3Porcentaje acumulado por departamento – Elecciones regionales
2010
4.1Normas previas a la Ley de Partidos Políticos para las organizaciones
políticas
4.2Categorías de las organizaciones políticas
5.1 Triunfos electorales de los partidos nacionales y regionales en las
ERM del 2002 y 2010 según los niveles de gobierno.
Gráficos:
1.1Elecciones sub-nacionales 1980-2010
2.1 Volatilidad partidaria en las elecciones regionales 2002-2010
2.2 Constancia de los partidos nacionales en las tres elecciones regionales
2002-2010
2.3 Volatilidad partidaria en las elecciones generales 2001-2011
3.1Cargos obtenidos en los tres niveles según el tipo de partido - ERM
2002
3.2Porcentaje acumulado en los tres niveles – ERM 2002
3.3Cargos obtenidos en los tres niveles según el tipo de partido – ERM
2006
3.4Porcentaje acumulado en los tres niveles – ERM 2006
3.5 Cargos obtenidos en los tres niveles según el tipo de partido – ERM
2010
3.6 Porcentaje acumulado en los tres niveles – ERM 2010
3.7 Presencia de los partidos nacionales en cargos sub-nacionales 20022010
3.8Presencia de los partidos regionales en cargos sub-nacionales 20022010
3.9 Desempeño electoral en las ERM 2002-2010
3.10Participación promedio de los partidos en las ERM 2002-2010
4.1Confianza en los partidos políticos nacionales
4.2Promedio anual de confianza en las instituciones estatales
4.3 ATA brindada a partidos nacionales y regionales para elecciones internas
4.4 Logos de los principales partidos en las elecciones generales 2011
118
Se terminó de imprimir en
los talleres gráficos de
Tarea Asociación Gráfica Educativa
Psje. María Auxiliadora 156, Breña
Correo e.: [email protected]
Teléf.: 332-3229 Fax: 424-1582
Marzo 2014 Lima - Perú
Manuel Seifert Bonifaz
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
OT. 13318 / UNIVERSIDAD CATÓLICA - COLAPSO DE PARTIDOS NACIONALES Y AUGE DE LOS PARTIDOS REGIONALES / MEDIDA /
LOMO OK Bond Marfileño 83 gr.-Cosido a la francesa / Medida: 50.3 x 21.0 cm.
Manuel Seifert Bonifaz
Colapso de los
partidos nacionales
y auge de los
partidos regionales
Las elecciones regionales y
municipales 2002-2010
CYAN
MAGENTA
Manuel Seifert Bonifaz
Magister en Ciencia Política y Gobierno y
Licenciado en Filosofía por la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Trabajó como
Analista Político del Despacho Presidencial,
evaluando y coordinando las actividades
públicas del Presidente de la República. Fue
Investigador de la Oficina Nacional de
Procesos Electorales en donde publicó en
co-autoría tres libros relacionados al voto
electrónico y los procesos electorales.
Actualmente, trabaja en la gestión y
prevención de conflictos sociales en el
Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social.
Se ha especializado en temas de gobernabilidad, descentralización, instituciones
políticas, conflictos sociales y electorales.
AMARILLO
NEGRO
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