Perfil que debe reunir un Magistrado de Sala Regional del Tribunal

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Principios aplicables a las decisiones de un magistrado electoral, y visión sobre las funciones
y retos de las Salas Regionales
Juan Carlos Silva Adaya
Advertencia. A continuación identifico los principios que deben regir las decisiones de un magistrado
electoral en el ejercicio de sus funciones, lo cual relaciono con mi actuación durante mi carrera
profesional y ejemplifico de qué forma los he puesto en práctica. Asimismo, razono mi visión sobre
las funciones y retos de las salas regionales en la justicia electoral, lo cual se entreteje en cada uno
de los segmentos de este documento.
1. Connotación de los principios y función judicial
Estoy convencido de la existencia de normas jurídicas que expresan los valores superiores del
sistema jurídico nacional y que implican directivas interpretativas para los operadores jurídicos, en
especial, los jueces. Por una parte, es dable identificar un gran conjunto de principios que
expresamente están reconocidos por el constituyente o el legislador y, por la otra, los principios que
pueden caracterizarse como implícitos, los cuales, a través de una abstracción, se pueden
desprender del propio ordenamiento jurídico.
Dichos principios tienen una construcción general o amplia, o incluso incorporan conceptos
jurídicos indeterminados que poseen una textura abierta, pero que precisan de interpretaciones lo
suficientemente motivadas, ciertas y claras que informen y determinen el sentido de las normas
jurídicas, en especial, de aquellas que tienen un carácter individualizado y que están representadas
por las resoluciones administrativas y las sentencias, inclusive, de aquellas otras normas jurídicas de
alcance general y abstracto pero derivado de la Constitución federal, como sucede en el caso de las
constituciones locales, el Estatuto de Gobierno del Distrito Federal, la legislación secundaria, los
reglamentos y los acuerdos.1
En una sociedad abierta de los intérpretes de la Constitución2 en la que todos somos
custodios o guardianes de su contenido y en la que debemos dar vigencia a su carácter normativo,
hay un conjunto de principios que se aplican en prácticamente todos los órdenes de la vida. Sin
embargo, existen sectores que agrupan principios jurídicos que tienen una aplicación más intensa o
son consubstanciales para ciertas áreas del Derecho. Por eso es que se justifica la exigencia de un
saber especializado y no sólo una simple formación profesional como abogado.
La labor de decisión de los conflictos intersubjetivos de derechos que se presentan en una
comunidad requiere de un conocimiento y de ciertas habilidades técnicas que hagan legítimas y
aceptables las resoluciones para las partes interesadas y la propia sociedad, es por eso que se ha
institucionalizado y monopolizado la tarea jurisdiccional, se ha proscrito el uso de la fuerza como
mecanismo compositivo y se ha confiado dicha tarea estatal a los jueces, salvo en ciertos ámbitos
que corresponde a la justicia indígena. De esta forma, se garantiza el derecho humano a la tutela o
protección judicial efectiva.
La tutela judicial será efectiva en la materia electoral, siempre que sea confiada a jueces que
tengan una formación en el ámbito de la judicatura y que, sobre todo, posean un conocimiento
especializado sobre el sistema constitucional mexicano, el sistema de derechos humanos y el
sistema democrático nacional.
Sin desconocer que nadie es el mejor juez en su propia causa, considero que mi formación
profesional y académica, me dotan de los conocimientos necesarios y las mejores herramientas
Ruiz Manero, Juan, “Principios jurídicos”, El derecho y la justicia, Ernesto Garzón Valdés y Francisco J. Laporta, Madrid, Trotta,
1996, p. 151.
2 Häberle, Peter, El Estado constitucional, tr. Héctor Fix-Fierro, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2001, p.
151.
1
1
metodológicas, para desempeñar en forma adecuada las responsabilidades que se confían a los
magistrados de las salas regionales, en especial, cuando se reúnen ciertas condiciones subjetivas
que garantizan independencia, imparcialidad, objetividad, profesionalismo, excelencia y
especialización, mismas que también coadyuvan en la realización de otras que se identifican como
garantías institucionales o judiciales (autonomía) y las adjetivas que aseguran una tutela judicial
efectiva, al conjugarse con las demás de los integrantes de una sala regional.3
Lo que considero fundamental para la observancia y garantía de dichos principios que he
identificado como condiciones subjetivas, así como la coadyuvancia en los institucionales o adjetivos,
es mi desempeño profesional, en forma exclusiva, en el ámbito de la administración de justicia
electoral, el cual se remonta a cerca de 20 años.4 Mi formación en el campo del derecho ha sido en
sólidas instituciones de educación superior, la cual ha sido incesante o continua.5 Asimismo, he
realizado actividades como docente o ponente en materias necesarias para la administración de
justicia electoral, como lo es Derecho Constitucional, Derecho Electoral, Derecho Procesal Electoral,
Derecho Administrativo Sancionador, Teoría Política, Derecho Indígena, Derecho Internacional
Público y Sistemas Jurídicos Contemporáneos.6 Mis líneas de investigación en mi trabajo editorial
Es necesario un adecuado diseño institucional que garantice una clara autonomía, independencia, imparcialidad,
objetividad, lo cual, además del desempeño cotidiano, se condiciona desde el tipo de normas que lo prevén (las
constitucionales que requieren de un proceso dificultado para su reforma); el proceso de designación(dos distintos órganos,
una suerte de control interorgánico y a través de una votación calificada de las dos terceras partes de los miembros presentes
de la Cámara de Senadores); los requisitos para conferir el encargo (en especial, en el caso de la profesionalización, la
especialización y las incompatibilidades); la estabilidad en el encargo (duración de nueve años y el sistema de remoción, así
como la carrera judicial); el régimen de responsabilidades, y el carácter de sus decisiones (definitividad e inatacabilidad, salvo
por lo que hace a las que son susceptibles de impugnarse en el recurso de reconsideración), y otro tipo de atribuciones
(normativas, disciplinarias, financieras).
4 Ciertamente, he sido coordinador de dos distintas ponencias de magistrados electorales de la Sala Superior por cerca de ocho
años, en tanto asesor o secretario instructor, y proyectista desde 1993, puesto que, primero, fui secretario de estudio y cuenta
en la Sala Central del Tribunal Federal Electoral y, después, en la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación. En ambos casos ha sido ininterrumpida mi participación en la elaboración y revisión de los anteproyectos que se
han sometido a la consideración de los magistrados con los cuales he estado adscrito, así como en el dictamen de un elevado
número de proyectos que se someten a la consideración de la ponencia por los demás magistrados, muchos de los cuales se
significaban por eran sobre temas relevantes, difíciles o novedosos. También he elaborado y revisado los acuerdos necesarios
para la sustanciación de los medios de impugnación, y he contribuido en la identificación y preparación de tesis relevantes y
de jurisprudencia a partir de los asuntos en que he sido proyectista. Además, he participado en distintos grupos de trabajo que
han realizado los proyectos de dictamen de la elección presidencial (2000, 2006 y 2012) y que han preparado diversos
anteproyectos de reforma constitucional y legal. Muchos de los criterios que han aparecido en los proyectos en que
intervenido no sólo han dado lugar a tesis relevantes y de jurisprudencia sino a reformas legales e, incluso, constitucionales.
5 Está el caso de la licenciatura y la maestría en la Universidad Nacional Autónoma de México; así como los conocimientos
especializados en la materia electoral y en el ámbito de la administración de justicia que obtuve en la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, el Centro de Capacitación Judicial Electoral, el Instituto de la Judicatura Federal, el Instituto de
Investigaciones Jurídicas, el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, el Instituto Tecnológico Autónomo de México, así
como la Junta Electoral Central, el Consejo del Poder Judicial de España y la Agencia Española de Cooperación Internacional
para el Desarrollo, The Washington Center y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo; de argumentación jurídica
en la Universidad de Alicante, la Universidad de Granada y la Universidad de Girona, así como habilidades como investigador
en derecho, a través de los estudios de doctorado en la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España.
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Ello ha ocurrido en la Facultades de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad La Salle y la
Universidad Anáhuac del Sur, así como el Centro de Capacitación Judicial Electoral, el Instituto de Investigaciones Jurídicas de
la UNAM, la Escuela Libre de Derecho y el Instituto Tecnológico Autónomo de México, además del Instituto Federal Electoral, la
Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores, el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública, diversos tribunales o
salas electorales, e institutos o consejos electorales de los Estados, distintos partidos políticos, El Colegio de México, diversas
universidades públicas y privadas en las entidades federativas, el Consejo de la Judicatura Federal, ONU Mujeres, el Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la Comisión Nacional para el
Desarrollo de los Pueblos Indígenas y el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas.
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han sido Derechos Humanos, Derecho Electoral, Derecho Procesal Electoral, Nulidad Electoral,
Derecho Administrativo Sancionador y Derecho Indígena.7
Creo que es innegable que mi carrera judicial tiene arraigo, es por convicción y que, de ser
favorecido con la decisión de la Cámara de Senadores, no habrá una curva de aprendizaje en una
materia tan especializada, dinámica y vasta. Además, cabe destacar que ingresé al entonces
Tribunal Federal Electoral, a través de un examen de conocimientos en la materia, después de
acreditar un curso propedéutico. De esta manera, se puede asegurar que mi preocupación por la
profesionalización y la actualización del conocimiento especializado es constante y una de mis
prioridades para enriquecer el trabajo jurisdiccional. Además, mantengo una clara independencia,
puesto que desde que ingresé al Poder Judicial de la Federación, las responsabilidades académicas
y editoriales han sido de manera honorífica. Se trata de una trayectoria profesional solvente en el
plano técnico, que es confiable y se apega un Código de Ética, puesto que, además de lo advertido,
no he sido sancionado penal ni administrativamente, ni está en curso algún procedimiento en dichos
ámbitos punitivos.
Estoy convencido de que mi postulación es una aspiración legítima y que está motivada por
convicciones democráticas y una trayectoria profesional y académica idónea, por lo que no puede
haber sorpresas respecto de mi desempeño, puesto que mi historial consta por escrito y es
constatable en registros públicos (sentencias y resoluciones, criterios jurisdiccionales, ensayos y
libros, así como en más de un centenar de foros académicos en los que he participado como
docente o ponente) , lo cual define mi perfil como estudioso del Derecho Electoral e integrante de la
judicatura federal.
2. Ortodoxia judicial, garantismo y proscripción del activismo judicial exacerbado
Considero que se debe superar la ortodoxia y el excesivo formalismo en la interpretación y la
aplicación de la ley que no es nada benéfica para la protección de los derechos humanos ni el
adecuado desempeño de la función judicial en la materia electoral, porque se trata de un
conservadurismo, propio de un Estado Legislativo, cuando es necesario transitar hacia un auténtico
Estado Constitucional democrático de derecho.8
Para que se cayera en la cuenta de que era necesario remontar una vetusta concepción del
derecho y que los derechos humanos tienen una fuerza expansiva y en su observancia y tutela se
debe atender a un principio pro homine o libertatis como nuevo paradigma interpretativo, fueron
decisivos la reciente reforma constitucional en materia de derechos humanos (Diario Oficial de la
Federación del 10 de junio de 2011),9 y la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
que recayó en el expediente varios 912/2010 (caso Radilla Pacheco).10
Es necesario tener claro que la adecuada protección de los derechos humanos no se
consigue solamente con su previsión en disposiciones constitucionales, convencionales o legales
sino que, en principio, depende más de las convicciones y actitudes de la autoridad, de los
servidores públicos, en el ejercicio de sus atribuciones.
Creo que el garantismo e interpretaciones progresistas de la ley, de ninguna forma justifican
un activismo judicial exacerbado que lleve al juez a sustituir a las partes procesales y relevarlos en
Dichos trabajos han sido publicados por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la Universidad Nacional
Autónoma de México, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, el Instituto Federal Electoral, la Secretaría de
Gobernación, la Procuraduría General de la República, la Escuela Libre de Derecho, la editorial Porrúa, el Instituto
Interamericano de Derechos Humanos y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
8 Ferrajoli, Luigi, Derechos y garantías. La ley del más débil, tr. Perfecto Andrés Ibáñez y Andrea Greppi, Madrid, Trotta, 1999,
pp. 10 y 11.
9 Vid., García Ramírez, Sergio y Morales Sánchez, Julieta, La reforma constitucional sobre derechos humanos (2009-2011),
México, coed. Porrúa e Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 2011.
10 Vid., Cossío Díaz, et al, El caso Radilla. Estudios y documentos, México, Porrúa, 2012.
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forma absoluta de sus cargas procesales, mucho menos a desconocer los límites constitucionales,
convencionales y legales ni su significado como expresión del carácter democrático y racional del
legislador. Esto ni siquiera en los procesos contenciosos tuitivos. El cauce y desenlace del juicio,
sólo debe estar informado en: a) La interpretación y la aplicación del derecho que sean conformes
con los precedentes, la jurisprudencia y las conclusiones que estén originadas en los principios y
valores que informan al sistema jurídico nacional, así como los razonables y los pertinentes
desarrollos de la ciencia del derecho; b) Los elementos de decisión que estén conformados u
originados en las constancias de autos, y c) Un ejercicio responsable, plenamente fundado y
motivado de las facultades directivas que posee el órgano jurisdiccional o el propio magistrado para
la sustanciación y decisión de los medios de impugnación.
La importancia de lo anterior está subrayada por el hecho de que nuestro sistema
jurisdiccional se significa por “la judicialización de la política”, entendida como el proceso en el que
“todo y todos se convierten en justiciables”,11 a fin de eliminar las zonas de inmunidad del poder al
control jurisdiccional,12 lo cual no debe implicar que se invadan ámbitos que corresponden a la
autonomía de otros órganos del poder público o a la competencia de otros órganos jurisdiccionales.13
Además, se debe tener claro que las decisiones de los magistrados electorales, en caso de
conflicto, son trascendentes para legitimar y dar certeza sobre los resultados de los procesos
electorales para la renovación de los cargos de elección popular.
Los magistrados responsables del control jurisdiccional en la materia electoral deben tomar
conciencia de que no son quienes deciden el resultado de las elecciones sino que sólo son meros
custodios o garantes de los principios jurídicos que priman en la materia, en vía de acción y con
infranqueable respeto a la soberanía popular.14 Sólo habrán de modificar o revocar cierto resultado o
decisión electoral si las irregularidades están plenamente acreditadas y son graves o sustanciales,
generalizadas y determinantes; en suma, cuando así lo exija el restablecimiento del Estado de
derecho.
3. Principios que estructuran la justicia electoral mexicana
En el ámbito de la justicia electoral, desde mi perspectiva, se puede identificar principios jurídicos
que se sistematizan o agrupan en los siguientes ámbitos: a) Sistema constitucional; b) Sistema de
derechos humanos; c) Sistema de la democracia mexicana, y d) Tutela judicial efectiva.
A. Sistema constitucional
Me parece que existen una serie de principios que implican distintas herramientas conceptuales,
interpretativas y metodológicas para el adecuado desempeño de la función judicial, en tanto
controlador de constitucionalidad. Es el caso del bloque de constitucionalidad; la aplicación directa
de la Constitución federal; la interpretación conforme; los principios de constitucionalidad,
convencionalidad y legalidad, así como la proscripción del fraude a la Constitución y del abuso del
derecho.
En el sistema jurídico nacional existe una supremacía normativa de la Constitución federal y
los tratados internacionales (artículo 133, en relación con el 99, párrafo quinto; 103, y 107, todos de
Vid., GUARNIERI, Carlo y Patricia PEDERLOZI, Los jueces y la política. Poder judicial y democracia, tr. Miguel Ángel Ruiz de
Azua, Madrid, Taurus, 1999, pp. 163-169.
12 GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, La lucha contra las inmunidades del poder, 3ª ed., Madrid, Civitas, 1983, pp. 97-99.
13 OROZCO HENRÍQUEZ, José de Jesús, “Los sistemas de justicia electoral desde una perspectiva comparativa”, en Tendencias
contemporáneas del derecho electoral en el mundo. Memoria del II Congreso Internacional de derecho electoral, México, coed.
Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, Tribunal Federal Electoral, Instituto Federal Electoral e Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 1993, pp. 801-803.
14 Cfr., OROZCO HENRÍQUEZ, José de Jesús, “Los valores éticos tutelados por el régimen electoral”, en Los valores en el derecho
mexicano. Una aproximación, Sergio García Ramírez (coordinador), México, Fondo de Cultura Económica, 1997, pp. 329.
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la Constitución federal). Dichas normas se pueden identificar como el bloque de constitucionalidad e
imponen a los operadores jurídicos, en especial, a la autoridad, la obligación de respetar el principio
de supremacía de dichas disposiciones sobre aquellas otras que se ubican en un nivel inferior en la
jerarquía normativa. La Sala Superior ha identificado la relevancia de dichas normas constitucionales
y convencionales, desde los precedentes que se establecieron el 23 de mayo y 22 de junio de 2006
(SUP-RAP-31/2006, SUP-RAP-34/2006 y SUP-RAP-49/2006), y que encuentra una fórmula más
acabada en una resolución del 13 de octubre de 2010, la cual recayó en el expediente SUP-RAP75/2010. En el último de los precedentes citados fui proyectista y en uno de los primeros revisé e
incorporé dichas consideraciones jurídicas a la propuesta que se presentó al magistrado ponente en
su voto particular y en otro en la propuesta que fue aprobada por el resto de los magistrados de la
Sala Superior.
Esta cuestión lleva a identificar diversos niveles en la jerarquía normativa y distintos ámbitos
parciales de validez de las normas jurídicas. En el primer orden están las disposiciones
constitucionales y de los tratados internacionales (bloque de constitucionalidad); enseguida, se
ubican “las leyes del Congreso de la Unión que emanen” de la propia Constitución federal. En este
nivel normativo se debe destacar al control de constitucionalidad como el contraste que se hace
entre la preceptiva de la Constitución federal y las normas contenidas en el tratado internacional,
cierta constitución local, el Estatuto de Gobierno, las leyes federales o locales, así como reglamentos
y los acuerdos generales. Enseguida existe el llamado control de convencionalidad como la
constatación para advertir antinomias o contradicciones entre un tratado internacional y el resto de la
normativa que corresponde al sistema jurídico nacional. También se alude al control de
constitucionalidad local, cuando el examen es entre la Constitución del Estado y el resto de las
normas que corresponden a dicho ámbito competencial, mientras que el de legalidad se ejerce
respecto de las normas generales formalmente no legales y las normas jurídicas individualizadas.
De esta manera, la configuración del bloque de constitucionalidad y su supremacía respecto
del resto del ordenamiento jurídico, así como los diversos niveles de análisis deben ser elementos
metodológicos y de ponderación jurídica que deben asociarse para la mejor protección y garantía de
los derechos políticos.
Por lo que respecta a la aplicación directa de la Constitución federal y la interpretación
conforme, entendidos como principios interpretativos que llevan a dar vigencia a la Constitución
federal. En el primer supuesto, en aquellos casos en que se prevea un derecho fundamental, pero
una omisión legislativa o un inadecuado desarrollo legislativo condicione o incide en su ejercicio, los
jueces están obligados a posibilitar el goce de dicho derecho fundamental, a través de sus
sentencias aditivas. Asimismo, en los casos en que de distintos significados que se pueda dar a una
norma jurídica secundaria se debe optar por aquellos que sean acordes con la Constitución federal
(e inclusive los tratados internacionales, interpretación secundum ius gentun) y rechazar aquellos
que sean disconformes o contradictorios, a fin de preservar la norma jurídica, antes que proceder por
su expulsión del orden jurídico. De esta manera, se reconoce el carácter democrático del legislador.
La Sala Superior tiene ejemplos de resoluciones en que se ha aplicado directamente la Constitución
federal, en los casos de rectificación, respuesta, réplica y aclaración, en materia electoral, como es el
caso de la sentencia que recayó en el recurso de apelación SUP-RAP-451/2011, en que fui
secretario proyectista.
Otro principio que me parece cardinal en la materia electoral es la necesidad de proscribir los
fraudes a la Constitución federal y evitar el abuso de un derecho, en supuestos en que, en principio,
se trata del ejercicio de un derecho, pero por las características del hecho y atendiendo a la finalidad
de la norma y los principios y valores que se pretenden proteger se trata de acciones que implican
una auténtica vulneración de la norma jurídica o que el ejercicio de ese derecho no representa
ninguna utilidad para el sujeto beneficiado y sí un auténtico daño, perjuicio o lesión para los demás.
Esta el caso del recurso de apelación SUP-RAP-75/2010, en el que la Sala Superior advirtió que no
tienen cobertura constitucional ni legal cualquier expresión de los servidores públicos que tengan
5
verificativo en un evento partidario con el cual simpatiza o es militante, cuya realización sea en día
inhábil, cuando aquéllas tengan un contenido negativo hacia otros candidatos o partidos políticos,
porque con ello se evidencia una predisposición negativa que puede incidir en el ejercicio de sus
atribuciones constitucionales y legales, cuya aplicación no puede tener un manejo discriminatorio
hacia algún sujeto o grupo de personas por cuestiones políticas, y que el control intenso sobre el
discurso de los individuos, a fin de establecer si se trastocan los límites constitucionales y se realiza
un ejercicio irregular, abusivo o en fraude al texto constitucional por parte de los sujetos, no es una
censura previa sino la determinación, en su caso de responsabilidades ulteriores, por lo cual es
plenamente acorde con la normativa vigente en materia de derechos humanos, tampoco se trata de
un control judicial inusitado en México ni el constitucionalismo comparado.
B. Sistema de derechos humanos
De acuerdo con el texto del artículo 1°, párrafos primero a tercero, de la Constitución federal, las
normas previstas en la propia Constitución y en los tratados internacionales deben interpretarse para
favorecer la protección más amplia hacia las personas (pro homine), extensiva y restrictiva de las
limitaciones a su ejercicio. En dichas disposiciones se prevé que los derechos humanos, inclusive,
son anteriores al orden constitucional y a los tratados internacionales, y que dicho bloque de
constitucionalidad sólo los reconoce, lo cual sugiere que no los establece, crea o genera. Dicha
declaración tiene implicaciones jurídicas porque, implícitamente, se confirma que la dignidad es
intrínseca al ser humano y que los derechos son iguales e inalienables para todos los miembros de
la familia humana, y que los derechos humanos y sus garantías son inherentes al ser humano y
derivan de la forma democrática y representativa de gobierno.
Por ello, todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de: i)
Promover; ii) Respetar; iii) Proteger, y iv) Garantizar los derechos humanos, de conformidad
con los principios de: i) Universalidad; ii) Interdependencia; iii) Indivisibilidad y iv)
Progresividad.15 Esto significa que los servidores públicos realizarán todas aquellas acciones que
sean necesarias, proporcionales e idóneas para cumplir con dichos deberes constitucionales en
materia de derechos humanos. Tales acciones pueden ser de carácter correctivo, reparador,
anulador o punitivo.16 Cuando una acción correctiva no sea posible se deben realizar las acciones de
reparación, como pueden ser las que consistan en una compensación pecuniaria o en especie, o
bien, en la realización de conductas sucedáneas o sustitutivas. También están aquellas medidas que
puede realizar la autoridad y que sirven para privar de todo efecto jurídico a los actos, resoluciones,
sentencias y leyes que impliquen una afectación a los derechos humanos, por lo que se ubican como
actos de autoridad de protección con efectos anulatorios o de negativa. Entre este cúmulo de
atribuciones están aquellas en que se niega efectos a una solicitud o petición.
En este sentido, en la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
existen ejemplos de resoluciones en las que expresamente se ha asumido una función pedagógica u
orientadora de las resoluciones de la autoridad, con lo cual se cumple con ese deber de promoción.
Al respecto están la resolución que se adoptó el 24 de diciembre de 2010, en el recurso de apelación
con número de expediente SUP-RAP-198/2010 (en forma anterior a la reforma constitucional en
materia de derechos humanos del 10 de junio de 2011 y en el cual fui proyectista), así como la
sentencia que con una formulación más rica en el plano conceptual fue dictada el 26 de agosto de
2011, en el recurso de apelación con número de expediente SUP-JDC-641/2011,17 y que fue una
Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, “Interpretación conforme y control difuso de la convencionalidad. El nuevo paradigma para el
juez mexicano”, en La reforma constitucional de derechos humanos. Un nuevo paradigma, Miguel Carbonell y Pedro Salazar
(coordinadores), México, Porrúa, 2012, pp. 339-429.
16
Entre las sentencias con efecto correctivo están el procedimiento administrativo sancionador que se generó en el recurso de
apelación SUP-RAP-17/2006.
17 Otros precedentes en los que se aludió a la función pedagógica u orientadora de las sentencias están las que corresponden a
los expedientes SUP-JRC-73/2010 y SUP-JRC-244/2011.
15
6
guía para explicar el carácter fundamental del derecho humano de asociación y de afiliación, así
como las limitaciones a la potestad sancionadora de los partidos políticos, a través de lo siguiente:
En el caso de la promoción de los derechos humanos se puede invocar un precedente de la
Sala Superior que está representado por la sentencia que recayó en el recurso de apelación con
número de expediente SUP-RAP-193/2012 (también en dicho asunto se me encargó el proyecto por
el magistrado ponente), el cual fue resuelto el 13 de junio de 2012 y que dio lugar a una
interpretación pro homine, con motivo de una consulta formulada a la Unidad de Fiscalización de los
Recursos de los Partidos Políticos por el partido Movimiento Ciudadano sobre la posibilidad de que
los candidatos a diputados y senadores de representación proporcional realizaran campañas
electorales.
La misma Sala Superior ha reconocido ese deber de respeto hacia los derechos humanos y a
cargo de los demás individuos y grupos, desde una decisión que adoptó en el juicio para la
protección de los derechos político electorales del ciudadano del 7 de mayo de 2004, la cual
corresponde al expediente SUP-JDC-803/2002, y que tiene su forma más acabada en el diverso
juicio para la protección de los derechos político electorales del ciudadano con número de
expediente SUP-JDC-641/2011,18 en la cual se determinó que so pretexto de ejercer los derechos
humanos, como puede ser el ejercicio del derecho de asociación en materia política-electoral, se
vulneren los derechos de los demás (en los dos precedentes fui uno de los proyectistas).
Toda interpretación debe potenciar los alcances de los derechos humanos y, en consecuencia,
la aplicación de las limitaciones debe ser en lo estrictamente necesario. Al respecto, destaca la
siguiente tesis de jurisprudencia de la Sala Superior DERECHOS FUNDAMENTALES DE
CARÁCTER POLÍTICO-ELECTORAL. SU INTERPRETACIÓN Y CORRELATIVA APLICACIÓN NO
DEBE SER RESTRICTIVA, cuyo primer precedente corresponde a una sentencia en la que fui
proyectista y la cual se invoca en un importante número de sentencias y promociones.
Otros dos principios que me parecen fundamentales en el sistema jurídico mexicano, son el de
igualdad entre la mujer y el hombre, por lo que se deben realizar interpretaciones con perspectiva de
género (pro femina), el cual tiene carácter normativo, porque el Estado y sus agentes están
obligados a adoptar leyes y otros medios apropiados para su realización práctica. Es decir, la
autoridad (en el caso, las electorales), deben ejercer sus facultades con el objetivo de alcanzar una
eficacia material (al respecto, tengo un libro en coautoría, el cual está en prensa y que se denomina
Manual de clínicas para la protección de los derechos político electorales de las mujeres). Además,
está un principio más que es el carácter pluricultural de la nación mexicana, lo cual conlleva el deber
de respetar el derecho de los pueblos y comunidades indígenas que, entre otros campos, tienen
aplicación en la materia electoral. Sobre esto último existen precedentes en los que he sido
proyectista y diversas tesis relevantes.19
C. Sistema de la Democracia mexicana
Tengo la certeza de que los principios que rigen en la Democracia mexicana son primordiales en el
sistema jurídico nacional y que deben estar presentes en toda resolución de los magistrados de las
salas regionales.
Son relevantes los siguientes principios: i) La concepción de la democracia como un sistema de vida;
ii) El carácter libre e individual del derecho de asociación en materia política; iii) El derecho a la
Otros precedentes relevantes son los que derivan de los medios de impugnación con número de expediente SUP-JDC415/2007, SUP-JDC-694/2007, SUP-JDC-2027/2007, SUP-JDC-14859/2011 y SUP-JDC-494/2012, SUP-RAP-75/2010 y SUPRAP-451/2011.
19
Vid., la sentencia que recayó en el juicio para la protección de los derechos político electorales con número de expediente SUPJDC-37/1999, así como el libro Control de la constitucionalidad y elecciones indígenas, México, Porrúa, 2004.
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autodeterminación y a la autorregulación en los partidos políticos;20 iv) Las características de toda
elección, como lo es el voto universal, libre, secreto y directo; v) Las elecciones libres, auténticas y
periódicas; vi) La equidad en el financiamiento y el acceso a la radio y la televisión; vii) La separación
del Estado e Iglesias; viii) Los principios rectores de la función electoral; ix) La imparcialidad de las
autoridades, en especial, respecto del manejo de los recursos públicos, y el carácter institucional de
la propaganda oficial, y x) La necesidad de preservar un estatuto de la oposición garantizada. 21
Igualmente, existen derechos que son condiciones para la realización de elecciones libres,
auténticas y periódicas, como lo con las libertades de expresión, y los derechos de reunión y de
asociación, respecto de los cuales debe imperar una interpretación amplia que permita su adecuado
ejercicio.
D. Tutela judicial efectiva
Como consecuencia de la interpretación de los derechos humanos se debe realizar bajo el
principio pro homine, es claro que se debe informar todas las fases y actuaciones de la autoridad
responsable y la jurisdiccional. Así destacan las interpretaciones pro actione a fin de asegurar
aquellas que favorezcan la progresión de la acción procesal, para hacer efectivo el acceso a la
justicia. Así por ejemplo están los casos en que se ha admitido la procedencia del juicio para la
protección de los derechos político electorales del ciudadano, en contra de los actos o resoluciones
de los partidos políticos que violaran los derechos político electorales, inclusive, siete años antes de
que se reforma la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral, para
prever expresamente tal supuesto [artículo 80, párrafo 1, inciso g)]. Entre los casos en que se ha
admitido la procedencia de los medios de impugnación en los que se aplicó directamente la
Constitución federal y se realizó una interpretación conforme, están los relativos a la procedencia del
juicio de revisión constitucional electoral para conocer de la regularidad de la designación de las
autoridades electorales locales, como ocurrió con los primeros asuntos de que conoció la Sala
Superior y que datan del 2000. Tales precedentes corresponden a los expedientes SUP-JRC391/2000 y SUP-JRC-440/2000 y SUP-JRC-445/2000, acumulados (en ambos casos fui secretario
proyectista), y permiten advertir que ello ocurrió 8 años antes de que expresamente se reconociera
dicha procedencia de los medios de impugnación federales.22 Inclusive, la Sala Superior ha
reconocido la procedencia del juicio para la protección de los derechos político electorales del
ciudadano en otros asuntos que no están directa e inmediatamente relacionados con los derechos
de votar, ser votado, asociación y afiliación, como se puede advertir en la sentencia del juicio para la
protección de los derechos político electorales del ciudadano con número de expediente SUP-JDC574/2011, en la cual se admitió la procedencia de dicho juicio para el pago de “daño o perjuicio” por
una irregular actuación de la autoridad administrativa electoral federal (el proyectista fue quien
suscribe).
Vid., la sentencia que recayó en el juicio para la protección de los derechos político electorales del ciudadano con número de
expediente SUP-JDC-893/2002, en que fui uno de los proyectistas).
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Creo que a través de la reforma constitucional y legal, así como la interpretación judicial, se debe asegurar un estatuto de la
oposición u oposición garantizada, a fin de proteger a las minorías que tengan una orientación negativa a la mayoría, o bien, que
configuran como una orientación alternativa. Esto no se debe limitar a la representación proporcional o la legitimación de las minorías
parlamentarias en las acciones de inconstitucionalidad sino que debe extender la protección de las minorías, cuando, por ejemplo, se
realiza una instrumentación partidaria de la procuración y administración de justicia para impedir que ciertos candidatos participen en
un proceso electoral, porque se acompasen los tiempos procesal penales con los electorales, al suspenderlos en el ejercicio de sus
derechos político electorales por efecto de la acción de la justicia penal. Véase, el trabajo de mi autoría que aparece como “Reformas
constitucionales urgentes: El estatuto de la oposición garantizada”, Temas actuales de los derechos humanos, Mari Telma Guajardo
Villarreal (coordinadora), México, coed. Fundap y LXI legislatura de la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2010, pp.
333-347.
22 Artículo 79, párrafo 2, de la Ley General del sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral.
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Legitimación e interés jurídico (legítimo). Es necesario reconocer que la concepción
tradicional de la legitimación como interés jurídico directo ha desplazado por entero la posibilidad de
que algún promovente actúe en beneficio de la ley o la Constitución con una perspectiva garantista,
por lo cual se debe considerar que la capacidad de acudir y actuar en el juicio no debe coincidir
enteramente con el interés jurídico concebido como la posibilidad de sufrir un agravio personal y
directo sino como interés legítimo para actuar en representación de un interés colectivo o difuso y
deducir las acciones tuitivas correspondientes, a favor de los derechos humanos.
Definitividad. El principio debe ser entendido en el sentido de que, por regla general, se debe
ir de la justicia doméstica (partidaria o local) antes de llegar a la que imparten los órganos federales,
pero siempre bajo la condición de que resulte una herramienta eficaz y oportuna para la protección y
garantía de los derechos humanos de las mujeres.
De esta forma, todo encauzamiento (la determinación del órgano de decisión que, durante la
sustanciación, da certeza sobre la identidad del medio de impugnación que corresponde a una
promoción, demanda o recurso de un ciudadano o partido político) y reconducción (la determinación
de un órgano de decisión que identifica a la demanda o recurso en forma correcta, con
independencia del que, en forma equivocada, haya elegido el actor o recurrente, para enviarlo a un
órgano de decisión distinto que es competente para resolverlo con ese carácter), cuando se
justifique, debe tener una perspectiva que asegure el la protección de los derechos político
electorales, a fin de asegurar la reparación de dichos derechos, porque en una forma distinta se
debe concluir que se actualiza una excepción al principio de definitividad y que por eso es
imprescindible la actuación del órgano de decisión ante el que se promovió originalmente.
Cargas probatorias y valoración de la prueba. Un momento procesal de gran relevancia
que también reporta enormes posibilidades para que el órgano de decisión actúe en beneficio de los
derechos político electorales, ocurre en la determinación o fijación de la materia de prueba y las
cargas probatorias.
En el establecimiento de una carga procesal no sólo se debe acudir a un añejo principio
procesal (“el que afirma está obligado a probar”), sino que también se debe asumir una perspectiva
afirmativa a favor de los grupos desaventajados (por ejemplo, indígenas o aplicación del principio pro
femina), porque de esa forma se atiende a la situación desigual en que realmente se encuentran los
sujetos y bajo la cual, generalmente, acude al proceso, ya que, la mayoría de la veces, no tiene un
acceso a las pruebas en igualdad de circunstancias que todos los sujetos justiciables. No puede
existir igualdad en un proceso judicial, si en la determinación de las cargas procesales no se atiende
al contexto en que están ubicadas y actúan las partes.
Para determinar una carga probatoria con perspectiva garantista o afirmativa se debe atender
a lo que se denomina “cargas dinámicas”, en virtud de que una de las partes esté en mejores
condiciones para aportar las pruebas al proceso o producirlas; esto implica que la exigencia a la otra
parte que no esté en dichas condiciones será desproporcionada. Esta carga dinámica deriva de la
circunstancia de que la parte obligada a aportar la prueba, en función de un deber jurídico, la genere,
obtenga, adquiera, transforme o conserve y que le sea exigible porque documente el ejercicio de sus
facultades o sus actividades. Una carga dinámica también está justificada cuando una parte, de
acuerdo con sus actividades y en virtud de una situación de dominio respecto de la contraparte, tiene
a su alcance o en su poder las pruebas, como ocurre, por ejemplo, con un medio de comunicación
respecto de sus transmisiones o publicaciones. Tal concepto de cargas dinámicas se prevé en la
sentencia que recayó en el SUP-JIN-359/2012 relativo a la elección presidencial del proceso
electoral federal 2011-2012.
También, en la materia electoral federal, la valoración de las pruebas puede hacerse con una
perspectiva garantista, si se considera que la valoración está sujeta a las reglas de la lógica, la sana
crítica y la experiencia [artículo 16, párrafo 1, de la Ley General del sistema de Medios de
Impugnación en Materia Electoral]. La posición crítica que deben asumir los magistrados, al resolver
los medios de impugnación, es reconocer si el sujeto enfrenta una situación de desventaja.
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Igualmente, el órgano de decisión debe atender a las reglas de la experiencia para advertir la
situación en que, realmente, se encuentra una de las partes en un asunto y si todo ello debe
trascender en la valoración de la prueba, incluso, para establecer si existen obstáculos que dificulten
el oportuno ofrecimiento y admisión de las pruebas.
Facultades directivas e igualdad procesal de las partes. Es cierto que el órgano de
decisión debe ser independiente e imparcial y que en el proceso contencioso electoral debe imperar
un equilibrio procesal para asegurar la igualdad entre las partes (en especial, entre el actor y el
tercero interesado, cuando este último pretende que se preserve el acto de autoridad o partidario).
Sin embargo, esto no debe llevar a desconocer una concreta y real desigualdad entre las partes para
acceder al proceso en las mejores condiciones y que el “combate procesal” sea una auténtica
contienda entre iguales o pares. Esta desigualdad puede estar originada porque una de las partes
(en tanto actora o tercera interesada) tenga la condición de mujer o de indígena, por ejemplo, y el
ejercicio de sus derechos humanos sustantivos y procesales esté condicionado por un contexto
discriminatorio. Por eso está plenamente justificado que el juez asuma una posición dirigente en el
proceso contencioso para convertirse en un auténtico garante de los derechos humanos de carácter
político electoral.
Suplencia de los agravios. La suplencia de los agravios en los casos en que está prevista
representa el mejor momento para que el órgano partidario o de autoridad responsable de la
resolución del medio de impugnación resuelva con una perspectiva garantista pro homine. Debe
tenerse presente que la obligación legal para el órgano de decisión es la de suplir no sólo las
deficiencias sino también las omisiones de los agravios, cuando exista la posibilidad de deducirlos de
los hechos expuestos.
Resolución con plenitud de jurisdicción que asegure el cumplimiento eficaz de la
sentencia. Todo órgano de decisión debe resolver con plenitud de jurisdicción y cuando se ordene
revocar o confirmar el acto impugnado se debe restituir al ciudadano en el uso y goce del derecho
violado. Es decir, debe disponer y adoptar todas las medidas que sean necesarias, idóneas y
proporcionales para proteger y garantizar los derechos político electorales de los ciudadanos, a fin
de restituirles en el ejercicio del derecho que hubiere sido violado. Para ello una decisión con
perspectiva garantista pro homine debe estar motivada en el contexto que originó la vulneración
(retrospectiva) para que, de ser posible, se dispongan las medidas que impidan su repetición
(prospectiva correctiva) y el contexto que impera y condiciona el cumplimiento de la conducta de
hacer o de no hacer que deriva de la sentencia, a fin de que se asegure la eficacia de la sentencia
(prospectiva preventiva). La ejecución de la sentencia es relevante porque también implica deberes
para el órgano de decisión, a fin de enfrentar los problemas que pueden presentarse en la ejecución
o cumplimiento puntual de una sentencia, o bien, cuando no se realice la conducta ordenada por la
autoridad resolutora, o bien, se realice de una forma defectuosa o excesiva.
Equilibrio procesal y garantsimo. No se desconoce que pueden generarse múltiples
cuestionamientos a la posición imparcial que deben asumir los órganos de decisión en la resolución
de los medios de impugnación en materia electoral, porque realicen interpretaciones jurídicas con
una perspectiva garantista. Sin embargo, tales determinaciones no deben cuestionarse, porque la
igualdad en el acceso a la jurisdicción del Estado debe determinarse a través de la consideración
hacia las auténticas condiciones materiales en que contienden las partes en un proceso contencioso.
Conclusión. Los magistrados electorales son responsables de resolver en forma definitiva e
inatacable (salvo en los casos en que procede el recurso de reconsideración). Sin embargo, ello no
significa que se sustraigan del deber de hacer previsibles sus resoluciones y sentencias porque las
justifiquen de manera suficiente y clara, siguiendo sus precedentes, y que en aquellos casos que los
abandonen o modifiquen, expliquen las razones que así lo motiven, para que los justiciables puedan
planificar sus actividades bajo condiciones de certeza y objetividad. En una cultura de la
transparencia y la rendición de cuentas, la actuación de todos está sujeta al examen de
constitucionalidad, de la cual los magistrados de las Salas Regionales no son la excepción.
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