La reutilización de ordenadores personales

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(Artículo Publicado en AMD PRESS en Septiembre de 2002)
Enrique Montero - Universidad de Cádiz - Septiembre 2002
La reutilización de ordenadores personales
"Se hace preciso cambiar el paradigma dominante que ha prevalecido en las tres décadas pasadas. El ansia por más
rápido, más pequeño y más barato debe ser sustituido por un nuevo paradigma de sostenibilidad que exige que nuestros
productos sean más limpios, más duraderos, actualizables y reciclables. Es hora de reforzar el llamamiento para una
producción sostenible, una justicia ambiental y una responsabilidad gubernamental de modo que puedan conseguirse
estos objetivos"
(Exporting Harm, The Basel Action Network y Silicon Valley Toxics Coalition)
Hasta hace unas pocas décadas sólo una parte muy pequeña de la población podía acceder a
alguno de los entonces escasos Aparatos Eléctricos y Electrónicos (AEE) que se fabricaban, ya que
su elevado precio los hacía prohibitivos para la mayoría. También, por esta razón, se utilizaban
durante largos períodos de tiempo, reparándolos sucesivas veces, cada vez que se averiaban, y sólo
deshaciéndose de ellos cuando la reparación se hacía ya imposible. En consecuencia, los residuos
procedentes de equipos eléctricos y electrónicos que quedaban fuera de uso eran mínimos y, por lo
tanto, insignificante el impacto de los mismos sobre el medio ambiente.
Muy diferente es la situación actual. La rapidísima evolución de la microelectrónica ha permitido
crear una enorme variedad de equipos destinados a satisfacer muy diferentes necesidades y deseos
a precios asequibles para un alto porcentaje de la población. Por ello, su producción y consumo han
aumentado hasta alcanzar niveles impensables hace no mucho tiempo. Además, la disminución del
período de su tiempo de uso ha hecho que el plazo que transcurre desde su adquisición hasta que
se desecha, llegue a ser en la actualidad, en muchos equipos, de un escaso número de años.
Se estima que, cada día, en el estado de California quedan obsoletos más de 6.000 ordenadores.
Dundee J. Navin Chandra , profesor de la Carnegie Mellon University afirma que en EEUU "en la
actualidad por cada tres ordenadores que se compran, dos quedan obsoletos. En el año 2005 la
relación será de 1 a 1, lo cual significa que deberemos ser capaces de reciclar ordenadores tan
rápidamente como los fabricamos". La National Recycling Coalition predice que en el 2007 habrá en
EEUU la enorme cantidad de 500 millones de ordenadores obsoletos. Pero, de acuerdo con la
Silicon Valley Toxics Coalition , más del 50% los ordenadores que se desechan son funcionantes y
han sido desechados para ser sustituidos por otros de la última tecnología. Lo mismo ocurre con los
teléfonos móviles. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), a finales del año 2001
había en el mundo unos 1.000 millones de teléfonos móviles. Y aunque los mercados de los países
desarrollados comienzan a estar saturados, se espera aún un crecimiento importante en su número,
debido a los países en desarrollo, como India o China. Muchos de estos teléfonos móviles son
desechados por sus usuarios en un período de tiempo tan breve como dos años. No porque hayan
llegado al final de su vida útil, sino porque se les sustituye por otros de un poco menor tamaño,
alguna prestación nueva o, incluso, por razones estéticas.
Estas son sólo algunas cifras relativas al enorme parque mundial de aparatos eléctricos y
electrónicos (AEE) en la actualidad. Algunos -como los mencionados- con un cortísimo ciclo de viday otros (lavadoras, frigoríficos, televisores, etc.) que tardan más tiempo en ser desechados. Pero, lo
importante, lo que es preciso destacar, ya que el ciudadano no es consciente de ello, es la gran
dimensión del parque de AEE existente en nuestro planeta: no se trata ya de cifras de miles o de
unos pocos millones de unidades, sino de ¡miles de millones!.
Y antes o después, bien por avería, bien por ser sustituidos por otros, un gran número de estos AEE
son desechados por sus usuarios. Según la Asociación Nacional de Industrias Electrónicas y de
Telecomunicaciones (ANIEL), en el presente año pueden ser desechados en España alrededor de 1
millón de televisores. Y, también en este año, en la línea blanca, de acuerdo con ANFEL (Asociación
Nacional de Fabricantes de Electrodomésticos de Línea Blanca), los españoles se desharán de más
de 700.000 frigoríficos y de 1.000.000 de lavadoras. Por su parte ASIMELEC (Asociación
Multisectorial de Empresas Españolas de Electrónica), en su Estudio de Viabilidad para la
Implantación de un Sistema Integrado de Gestión de Residuos de Teléfonos Móviles, señala que en
el presente año 2002, sólo en Madrid se generarán entre 126.000 kg y 205.000 kg de residuos de
terminales móviles.
En la actualidad, el crecimiento del volumen de los residuos de naturaleza eléctrica y electrónica es
tres veces más elevado que el promedio de los demás residuos municipales: del orden de un 3% a
un 5% anual. Volumen que excede en mucho a la capacidad de tratamiento actualmente existente,
lo cual comienza a ser preocupante.
¿Cuál es el destino de los AEE desechados?. La práctica totalidad acaban en vertederos. Ello es
especialmente cierto en nuestro país, en el que la cultura de reutilización o reciclado aún es muy
escasa. Debido a la cultura dominante, ni cuando es posible, los ciudadanos se plantean la
búsqueda de nuevos usos alternativos o su cesión a quienes los necesiten para que puedan seguir
utilizándolos.
¿Por qué se hace precisa la recogida selectiva de los equipos eléctricos y electrónicos y su posterior
tratamiento?. Básicamente por cuatro razones. En primer lugar, por el desaprovechamiento de
recursos, ya que algunos de los equipos que quedan fuera de uso, sus partes o sus materiales,
pueden ser reutilizados, reciclados o, incluso, incinerados. Pero, también, para frenar el consumo
insostenible de los recursos naturales, que son limitados. No conviene olvidar que las sustancias que
se recuperen mediante el proceso de reciclado no será necesario extraerlas de los yacimientos y,
por lo tanto, se podrán mantener allí para las generaciones futuras. Además, por el espacio que
ocupan en los vertederos, muchos de los cuales están llegando al límite de su capacidad. Por último,
por las sustancias nocivas que contienen, que si no se separan previamente de los equipos, acaban
contaminando en los vertederos o en las incineradoras. Tal como se está actuando en la actualidad,
sin tratamiento alguno de los AEE desechados, se está dando lugar a que importantes cantidades de
sustancias peligrosas se liberen y pasen al ambiente.
Puede sorprender, pues, que con una situación tan preocupante no haya sido sino hasta hace poco
tiempo cuando, en la mayor parte de los países desarrollados, las Administraciones Públicas, los
fabricantes, los comerciantes y la ciudadanía en general, hayan comenzado a poner en práctica
medidas destinadas a disminuir en lo posible la llegada a la Naturaleza de tan gran cantidad de
residuos. Una causa que quizás pueda explicar esta falta de atención, es el hecho de que la
rapidísima evolución de la electrónica ha inundado de productos el mercado antes de que haya
podido tomarse conciencia plena del problema que plantean los cuantiosos residuos que generan,
asi como de que haya habido tiempo de desarrollar tecnologías e infraestructuras para el adecuado
tratamiento de los mismos. Desafortunadamente, aún en el momento actual, en muchas
Administraciones de nuestro país existe despreocupación, un mirar hacia otro lado, acerca de la
realidad descrita y de la necesidad urgente de comenzar a actuar.
Pues es a las Administraciones a quienes corresponde, en primer lugar, la responsabilidad de
emprender las acciones oportunas: desde dar a conocer esta realidad y tratar de cambiarla hasta
tomar las medidas oportunas. Queremos llamar la atención sobre el hecho de que la definición de lo
que se debe hacer con los AEE que se desechan, no es una opción puramente técnica; es
necesariamente, y previamente a cualquier consideración técnica, una opción política. La definición y
puesta en marcha de campañas de información, de la logística inversa de recogida, del apoyo a las
iniciativas de reutilización, así como el diseño de la infraestructura que se precisa, es una opción
política. Como también lo es dar primacía a la reutilización frente al reciclado. Pues no sólo hay que
hacer frente a los intereses de aquéllos que pueden creerse perjudicados por una política de
reutilización sino que, también, se hace preciso impulsar con decisión las iniciativas que puedan
generar métodos nuevos de reutilización. Porque, cuando no sólo no se potencian, sino que incluso
se retrasan y obstaculizan los programas de reutilización surgidos de organizaciones sociales o
Universidades, se está optando políticamente. Y cuando en lugar de enviar a aquellos países
necesitados los equipos que se recogen y se pueden reparar, se opta por seguir dejando que
acaben en los vertederos, se está adoptando también una posición política. Entregar el diseño y la
ejecución de la gestión de los AEE a grandes compañías en lugar de hacer que se combine la
actividad de éstas con pequeñas empresas de economía social es también, que duda cabe, una
opción política. Aunque se quiera encubrir la falta de una política con supuestos argumentos de
rentabilidad económica establecidos por "expertos". Al no existir un único modo de gestionar los
AEE, la Administración debe entender claramente que a ella le corresponde la responsabilidad y, por
lo tanto, la obligación de definir claramente la política a seguir. Y a ella habrá que demandarle
explicaciones en el caso de que encomienden, sin más, la totalidad de la gestión de los AEE a
técnicos y empresas.
En numerosas ocasiones, la Administración se limita, simplemente, a legislar. Mediante la
generación de legislación definen las condiciones en que debe realizarse la gestión de los AEE
desechados. Y aquí acaba, a su juicio, su responsabilidad.
Pero hay otras acciones que deben llevarse a cabo, tan importantes como la de legislar. Por
ejemplo, la de, mediante campañas, sensibilizar y concienciar a la ciudadanía, dándole a conocer la
verdadera magnitud del problema de los residuos de los AEE. Acometiendo programas que
propicien la participación colectiva y que, transfiriendo el protagonismo desde la Administración a los
ciudadanos, promuevan y difundan la cultura de la reutilización y el reciclado. Tratando de producir
el tan necesario cambio cultural que permita erradicar la cultura rabiosamente consumista de usar y
tirar, actualmente imperante.
Asimismo, las Administraciones deben, sin duda, dar ejemplo. Servir de modelo de comportamiento
es, desde luego, más útil que la promulgación de decenas de leyes y de normas. Algunas
interrogantes al respecto. La orden MAM/304/2002, de 8 de febrero, BOE núm. 43, incorpora a la
legislación española la lista europea de residuos. Desde su publicación, el 9 de Febrero de 2002,
frigoríficos, congeladores, aparatos de aire acondicionado, televisores, monitores, así como
cualquier otro equipo que contenga clorofluorocarbonos o tubos de rayos catódicos, son
considerados residuos peligrosos y, en consecuencia, deben ser gestionados y tratados como tales.
¿Qué están haciendo las Administraciones con los monitores de los ordenadores que
periódicamente desechan?. ¿Exigen a sus proveedores que al retirarles los equipos obsoletos, los
traten de acuerdo a criterios de responsabilidad ambiental?. ¿Existen en los contratos con las
Administraciones, cláusulas que favorezcan a los proveedores que garanticen una gestión
ambientalmente correcta de los de los equipos que suministran?. En las "donaciones" de AEEa
países del tercer mundo, ¿se exigen garantías de que una vez que, en el futuro, los aparatos
donados se desechen, sus residuos sean tratados adecuadamente?. ¿O se pretende, simplemente,
con estas "donaciones" "quitarse de encima" unos equipos con los que no se sabe que hacer?.
Enrique Montero
Puerto Real, Septiembre 2002
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