La institución sin fines de lucro: Su entorno y su razón de ser Por Annette Candanedo En México, como en muchos países, el trabajo que se lleva a cabo en instituciones sin fines de lucro ha provocado la mejoría de sectores no favorecidos; de grupos que han sido relegados y, peor aún, maltratados; del medio ambiente; de las artes; y, de la educación, entre muchos otros. Más importante es el hecho que ese trabajo ha logrado despertar la conciencia de la sociedad civil que finalmente está reconociendo que es a ella a la que le corresponde una gran parte de ese trabajo. El presente artículo pretende dar un panorama de los orígenes de este tipo de instituciones, su situación actual, y el futuro que les depara a ellas y a la sociedad civil, el “tercer sector”. Orígenes de las instituciones sin fines de lucro en México Las instituciones que tienen como misión apoyar una causa social, artística, educativa, de asistencia social, deportiva, religiosa o cualquier otra que no sea lucrativa, se enfrenta en este nuevo milenio a una estructura organizacional y a una sociedad mucho más inquisitiva y desconfiada que aquella del siglo anterior. Analizando la sociedad civil mexicana en retrospectiva, se puede ver que, al igual que muchas otras civilizaciones que fueron conquistadas, la nuestra es una que por muchos siglos vivió “protegida” bajo el manto de la Iglesia Católica. Hasta hace aproximadamente unos sesenta años, era la Iglesia la que se dedicaba a fundar y atender obras como hospitales, universidades y asilos que se requerían en la comunidad. Muchos años después, en la época del Presidente Benito Juárez y con la Constitución de 1857, se dio la ruptura entre Iglesia y gobierno. Este último sintió que la Iglesia se estaba encargando de asuntos que no le competían. El gobierno tomó las riendas de las obras asistenciales y se dieron programas como la educación laica y gratuita, y se crearon instituciones como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y más recientemente, el DIF (Desarrollo Integral de la Familia). Anteriormente, las causas salían adelante primero porque no había ni tanta diversidad ni la gran cantidad que hay ahora; segundo, porque había personas que estaban comprometidas con una obra y año tras año la apoyaban; tercero, porque las causas filantrópicas eran consideradas casi “sagradas” y totalmente genuinas; y cuarto, porque tenían la protección ya fuera de la Iglesia o del gobierno. Nuestros tiempos son otros, así como lo son también las sociedades de hoy. En la actualidad, son muchas las instituciones que han surgido para aliviar alguna necesidad o para cubrir algún espacio que ya ni el gobierno ni la Iglesia pueden hacer. Eso es bueno. Por fin el “tercer sector” se ha arremangado la camisa y se ha puesto a trabajar en aquellas áreas que demandan su atención. Desgraciadamente, este nuevo auge ha dado pie también a que muchos individuos se aprovechen de la buena voluntad de los benefactores que aportan a estas causas, y de la euforia de las nuevas instituciones, para engañar a la sociedad con falsas organizaciones que ni existen ni sirven a aquellos para los que dicen trabajar. Peter Drucker1 hace algunos años dijo que el futuro pertenece a las instituciones del sector no lucrativo. Podemos decir que Drucker no estaba errado y como muestra basta la cantidad de instituciones que surgen día a día y que, además, quieren hacerlo de una manera profesional y mejor que las demás. Otra prueba es también la manera en que han cambiado nuestras comunidades, nuestras ciudades y nuestras regiones gracias a los resultados de la labor y el trabajo de esas instituciones. Ya no dependemos como antes del gobierno o de la Iglesia solamente para resolver los problemas que, si bien no son básicos en algunos casos, sí son necesarios para nuestro desarrollo humano y espiritual. El “nuevo” tercer sector Las organizaciones de los últimos quince años son muy diferentes a aquellas que eran atendidas por religiosas, sacerdotes y/o el gobierno desde la conquista hasta la primera mitad del siglo XIX. Se aclara, la autora no está en contra del trabajo y de las causas antes mencionadas, al contrario, la labor de dichos religiosos se considera como la base sólida de ayuda, solidaridad y espíritu humanitario que distingue a todos los pueblos latinoamericanos. 1 Conocido como el padre de la administración moderna. En 1990 creó la Fundación Peter F. Drucker que tiene como misión “guiar a las organizaciones del tercer sector hacia la excelencia en su desempeño, proveyendo a los líderes de ese sector con los recursos necesarios para enfrentar sus retos y capitalizar sus oportunidades para innovar y cambiar vidas”. El espíritu humanitario y de servicio continúa en las instituciones actuales, sin embargo, nos hemos dado cuenta que “sin fines de lucro no significa con fines de pérdida”. Anteriormente se creía que si una institución no batallaba para lograr salir adelante, si no “se las veía negras” mes tras mes para salir a flote, quería decir que algo andaba mal. Significaba, para muchos, que la institución no necesitaba realmente de fondos o que había malos manejos. Hoy sabemos que los mismos principios que aplican a empresas e instituciones del sector lucrativo se deben aplicar a las organizaciones del sector civil. De hecho, se considera una mayor responsabilidad ya que las empresas le rinden cuentas principalmente a sus accionistas, mientras que las organizaciones sin fines de lucro le tienen que rendir cuentas a la sociedad. A eso nos referimos cuando decimos que las instituciones del llamado tercer sector están interesadas en profesionalizarse, no que ahora quieran hacer su trabajo mejor, su razón de existir, eso siempre lo han hecho bien, sino que, en este contexto significa administrar y operar la OSC con la misma mentalidad y actitud que si fuera una empresa privada. Ejemplificando lo anterior, imaginemos un comedor para niños en una colonia de familias con bajos ingresos que atiende la población de dos escuelas primarias. Dicha institución se fundó hace 45 años por una orden de religiosas que detectaron la necesidad. Quince años después de su fundación se unió a la obra un grupo de señoras interesadas en la misión del comedor. Por 35 años el comedor funcionó gracias a la caridad de esas señoras, de sus familias y sus amistades. Mes tras mes el comedor salió adelante, algunas veces con mucha dificultad. Hace 10 años, una de las señoras que se había unido a la obra recientemente quiso saber cuánto dinero se utilizaba para alimentar a los niños mensualmente. Nadie le pudo dar la información. Preguntó también de dónde se sacaba el dinero que se utilizaba para la compra de la comida, los sueldos de las cocineras y el mantenimiento del lugar. Lo mismo, no supieron darle respuestas. Esta señora que trabajaba en una empresa galletera se entrevistó con el administrador general de su empresa para preguntarle lo que ella consideró como básico para que el comedor siguiera existiendo: ¿Cómo se hace para saber cuánto se gasta mensualmente, anualmente?, ¿cómo planear un crecimiento de acuerdo a las metas actuales y a las que se quieren llegar?, ¿cómo saber si lo que están haciendo se está haciendo bien? Las inquietudes de la señora del ejemplo son las mismas o muy parecidas a las que tienen muchos que trabajan en una institución sin fines de lucro. Realmente, corresponden a los principios básicos de administración que las empresas privadas aplican. Estos principios son2: Planeación Organización Dirección Ejecución Control Los nombres de los principios que se acaban de mencionar varían de acuerdo al autor, también varía el número de etapas; lo importante es entender que toda organización recorre estos pasos del ciclo. A medida que surgen nuevos modelos, nuevas tendencias, estos pasos han ido adaptándose, aunque en esencia permanecen constantes en todos los nuevos modelos. 2 Henry Fayol (1841 – 1925) Ingeniero francés. Se considera el padre de la administración moderna y un gran impulsor de ésta. Fayol publicó en 1916 su obra “Administration industrielle et genérale”. Sus ideas eran ampliamente conocidas en Francia y en 1930 se tradujeron al inglés. Una de sus principales aportaciones fue la definición de cinco grandes etapas en el proceso administrativo. La razón por la que se menciona el proceso administrativo aquí como parte de la profesionalización a la que deben tender las OSCs, es para darle la relevancia que tienen y cambiar la imagen de que “eso” sólo es aplicable en las empresas privadas y con fines de lucro. La naturaleza, la razón de ser de las empresas y las organizaciones sin fines de lucro son diferentes, definitivamente, pero los procesos no tienen que serlo. Un ejemplo del proceso administrativo3 De la misma manera en que una empresa sigue este proceso de administración, en que continuamente busca mejorar sus procesos, reducir los costos y errores, y 3 Acción Consultores, S. A. es una sociedad mercantil constituida en la década de los cincuenta conforme a las leyes mexicanas, planeada con el objeto de ofrecer a empresas privadas, instituciones públicas y personas físicas la consultoría integral que les permita optimizar la toma de decisiones que los lleven al éxito y a la permanencia en sus respectivos mercados. contar con el mejor recurso humano, las OSCs tendrán que ir acercándose cada vez más a este modelo para así asegurar su futuro y su permanencia. En años anteriores, ha habido cierto rechazo y quizá hasta un poco de desprecio por parte del tercer sector hacia la tendencia de los teóricos a querer utilizar términos y vocabulario del mundo empresarial en el sector no lucrativo. Consideran que la labor que llevan a cabo las instituciones no lucrativas tiene más valor que la de las empresas. Ambas son necesarias, el resultado de las dos es imprescindible para la comunidad. No se trata de querer convertir a las instituciones no lucrativas en lucrativas, ni de querer hacerlas empresas con acciones en la bolsa. Lo que sí podemos aprender todos los que trabajamos en el tercer sector es la capacidad de las empresas de ser eficientes, de ser profesionales. A esto nos referimos cuando decimos que las instituciones sin fines de lucro están buscando la profesionalización: a provocar, conscientemente y con un plan, que se dé el ciclo de la administración, no esperar o desear que se dé. Las causas de este milenio no pueden darse el lujo de sobrevivir gracias a la caridad de la comunidad; las causas de este milenio deben incentivar en la comunidad el espíritu de filantropía, aunado al desarrollo planeado de su propia institución. Futuro “El futuro es de los audaces” dice el dicho, la autora agregaría “y de los que no tienen miedo de cambiar y adaptarse”. Necesidades siempre han existido y con seguridad, seguirán existiendo. La manera en que la sociedad civil se puede unir y combatir, aliviar y hasta hacer desaparecer esas necesidades, es la que tienen que cambiar. Hasta ahora se ha venido analizando la importancia de aprender la manera en que las empresas del sector lucrativo administran y operan sus negocios. Además de la operación interna de la organización, las OSCs necesitan de recursos con los cuales operar. Ya no basta la caridad de la comunidad para garantizar que la obra permanezca. Se requiere de un esfuerzo continuo de la organización para garantizar esa operación y el desarrollo institucional. Cualesquiera que sean las obras que las organizaciones de la sociedad civil lleven a cabo, deben probar a la sociedad que las apoyan el valor de sus acciones y la manera eficiente y profesional en que se les implementa.