084_d_mujer_directiva_207.qxp 19/01/2007 17:53 Página 84 DOSSIER: ROMPIENDO EL TECHO DE CRISTAL Factores determinantes en el acceso de la mujer a puestos directivos La mitad de los trabajadores del mundo tienen ocupaciones marcadas por los estereotipos sexuales donde un sexo predomina sobre el otro, hasta tal punto que dichas ocupaciones pueden considerarse “de hombres” o “de mujeres”. Con este panorama no es difícil pensar que el famoso “techo de cristal” existe y que cualquier análisis que permita a las mujeres un acceso directo o más rápido a la gerencia merece la pena ser estudiado. MACARENA LÓPEZ FERNÁNDEZ, Universidad de Cádiz E l mundo laboral, en general, ha sufrido profundas transformaciones a lo largo de los siglos. Sin embargo, es en los últimos tiempos cuando hemos asistido a los cambios más significativos en la organización del trabajo, destacando sobre todo el que se ha producido en los roles femeninos. Tomando como referencia los países más desarrollados de nuestro entorno económico y social, podemos confirmar el incremento de la participación de la mujer en la fuerza de trabajo, incorporándose, en un clima determinado aún por valores masculinos, a ocupaciones y cargos que habían estado reservados a hombres. Según datos del Informe F ICHA Autor: LÓPEZ FERNÁNDEZ, Macarena Título: Factores determinantes en el acceso de la mujer a puestos directivos Fuente: Capital Humano, nº 207, pág 84, Febrero, 2007 TÉCNICA Resumen: A pesar de los cambios sociales y políticos que se han llevado a cabo en las últimas décadas en el ámbito laboral, continúa siendo patente la escasa participación de las mujeres en puestos de trabajo de nivel directivo. Con la finalidad de contribuir al principio de igualdad de oportunidades en el acceso de las mujeres a dichos puestos, en el presente artículo se revisa la situación de segregación ocupacional que todavía hoy en día sufren las mujeres en el mercado de trabajo. Para ello, se exponen algunos de los factores que influyen en dicha situación, poniéndose de manifiesto el desaprovechamiento del conocimiento que pueden ofrecer a las organizaciones y a la sociedad en general. Descriptores: Techo de Cristal/ Género/ Segregación ocupacional Capital Humano 84 de la Comisión Europea (1999), en los últimos veinticinco años, son las mujeres quienes han contribuido al crecimiento de la población activa en la Unión Europea, lo que refleja el impulso que, con el esfuerzo y el sacrificio de este colectivo, se le ha dado a su presencia en el mercado de trabajo. No obstante, pese a todos los cambios sociales, económicos, políticos, etc… producidos, y al reconocimiento de que las mujeres poseen, en condiciones de igualdad con el hombre, las cualidades que actualmente demandan las organizaciones, la realidad es que la segregación ocupacional de género sigue repitiéndose, lo que merma sus posibilidades profesionales (Cotter et al., 2003). Las cifras de que se dispone muestran que aproximadamente la mitad de los trabajadores de todo el mundo tienen ocupaciones marcadas por los estereotipos sexuales donde un sexo predomina sobre el otro, hasta tal punto que dichas ocupaciones pueden considerarse “de hombres” o “de mujeres” (Cohen y Huffman, 2003). Así, las ocupaciones vinculadas a la, justicia, telecomunicaciones o ingeniería se considerarían “masculinas”, mientras que biblioteconomía, enfermería y docencia (sobre todo educación primaria) se incluirían como “femeninas” (Shapiro y Crowley, 1982; Reis, 1987). A este fenómeno se le denomina “segregación ocupacional horizontal” (Reskin, 1993). Nº 207 • Febrero • 2007 084_d_mujer_directiva_207.qxp 19/01/2007 17:54 No obstante, incluso dentro de los empleos ocupados en su mayoría por mujeres, existe también la denominada “segregación ocupacional, denominada vertical”, pues es más probable que los hombres sean los que ocupen los puestos más altos y mejor remunerados (Wirth, 2002). Por tanto, la equidad entre géneros, fundamentalmente en la esfera del poder, dista aún mucho de haberse alcanzado (Sarrió et al., 2002). Según datos del Anuario de Estadísticas del Trabajo (2002), la tasa de progresión de mujeres en el acceso a puestos de dirección es lenta e irregular. Si en las profesiones dominadas por hombres es muy escaso el número de mujeres en puestos de dirección, en los sectores denominados “femeninos” la presencia de hombres ocupando puestos de poder también es mayoritaria. Cuanto mejor es la remuneración de un puesto y mayor la posibilidad de desarrollar carrera profesional en el mismo, mayor es la dificultad de acceso para las mujeres, siendo por lo tanto su presencia en puestos de responsabilidad muy minoritaria. Por todo ello, el objetivo de este trabajo es poner de manifiesto el conjunto de factores que inciden en la segregación ocupacional vertical, y a la vez proponer un modelo que permita el análisis de Nº 207 • Febrero • 2007 Página 85 dichas variables y soluciones que contribuyan a erradicar esta situación. Numerosos trabajos llevados a cabo en el ámbito de las Ciencias Sociales se cuestionan, desde los años setenta, por qué las mujeres se encuentran con la desventaja social de no permitírseles alcanzar los puestos de poder en las mismas condiciones de méritos y capacidad que en el caso de los hombres. Una parte importante de estos trabajos concluyen que existe una superficie superior invisible –denominada en la literatura “Techo de Cristal”– en la carrera laboral de las mujeres, difícil de traspasar más allá de ciertos niveles (Segerman-Peck, 1991; Davidson y Cooper, 1992; Powell, 1993). No existen leyes que impongan limitación alguna, pero sí una serie de factores que debido a su invisibilidad son difíciles de detectar. Dos tipos de factores pueden destacarse: los factores sociales externos (cultura organizativa, estereotipo de género,…) y los personales-internos (motivación de logro, compromiso laboral, liderazgo,…). Sin embargo, puede resultar interesante analizar los agentes que influyen en el acceso de las mujeres a los puestos directivos desde otros enfoques, tales como organizativo, cultural, educativo, personal y político (ver Figura 1). 85 Capital Humano 084_d_mujer_directiva_207.qxp 19/01/2007 17:54 Página 86 FIGURA 1 > SEGREGACIÓN OCUPACIONAL Segregación Ocupacional Horizontal Vertical “Techo de Cristal” Organizativos Culturales Educativos Aprovechamiento de la diversidad como estrategia innovadora de recursos Estereotipos sociales conducen a pensar “think male - think management” Elevada cualificación requisito fundamental para acceder a los puestos dirección Personales Políticos Resistencia sacrificar determinados roles (maternidad, cuidado familia,…) Acciones positivas en busca de la igualdad FUENTE > Macarena López Fernández, 2006 FACTORES ORGANIZATIVOS La gran complejidad y dinamismo que caracterizan al entorno (multiculturalidad, globalización, etc.) originan desde hace algún tiempo, y cada vez de manera más evidente, un creciente interés de las organizaciones por el factor humano, y más específicamente por la pluralidad cultural que lo envuelve. Este componente social cobra en las organizaciones una gran importancia, y se considera una oportunidad para introducirse en nuevos mercados, y para añadir nuevas perspectivas de innovación (Robinson y Dechant, 1997). En este nuevo contexto, numerosos trabajos establecen que si las organizaciones quieren adaptarse a esta realidad deben ser más flexibles, atrayendo y manteniendo grupos diversos (Burack y Smith, 1977; Schuler, 1981; Sweet, 1982; Mahoney y Deckop, 1986), ya que su desarrollo sostenible dependerá de la Existe una superficie superior invisible en la carrera laboral de las mujeres difícil de traspasar. No existen leyes que impongan limitaciones pero sí una serie de factores que debido a su invisibilida ad son difíciles de detectar Capital Humano 86 capacidad que tengan sus organizadores para gestionar su recurso más valioso: las personas; siendo aquellas que integren un perfil diverso de capital humano las que lideren el sector de actividad (McDouglas, 1996). No resulta lógico desaprovechar este cambio socioeconómico y organizativo para combatir la segregación laboral de género, e incluir las cualidades femeninas y la diversidad de género como un nuevo e importante perfil profesional. Sin embargo, esto no es tan sencillo, pues para que la Gestión de la Diversidad sea un imperativo empresarial es necesario que se desarrollen medidas de igualdad de oportunidades, que ayuden a convencer sobre los beneficios que un equipo mixto de hombres y mujeres aporta a la organización. En las últimas décadas se han desarrollado numerosas estrategias organizativas de Igualdad de Oportunidades (IO) basadas sobre todo en el aprovechamiento de la diversidad humana y, más concretamente, de la diversidad de género. En un principio, las organizaciones llevaron a cabo estrategias de Igualdad Formal, que pretendían realizar algunas reformas legislativas y educativas, y de Igualdad Material, con las que se llevaron a cabo numerosas medidas de “Acción Positiva”. Nº 207 • Febrero • 2007 084_d_mujer_directiva_207.qxp 19/01/2007 17:54 Página 88 A pesar de la aplicación de dichas estrategias, no ha sido suficiente, por lo que algunos autores proponen una tercera vía denominada “Diversidad de Género” o “Mainstreaming”, que moviliza todas las políticas y prácticas de recursos humanos con el propósito de lograr la igualdad de género (Stevens y Van Lamoen, 2001). Estas políticas deberían permitir atraer, retener a los empleados y darles un sentido de pertenencia a la empresa con la implantación de prácticas equitativas en materia de contratación, selección, formación, evaluación,… (Ferris et al., 2000; Reskin y McBrier, 2000), reconociendo que no todos los empleados son iguales y que, precisamente, son esas diferencias las que aportan riqueza, mejora de la productividad y ventajas competitivas sostenibles (Kandola y Fullerton, 1994). Por todo ello, la Gestión de la Diversidad supone una nueva estrategia para convertir un antiguo problema en una ventaja competitiva de adaptación a los nuevos requerimientos socioeconómicos de la globalización y el avance tecnológico (Richard, 2000; Benschop, 2001; Richards et al., 2004; Kochan et al., 2003). FACTORES CULTURALES La cultura constituye otro de los motivos por los que el techo de cristal permanece vigente. Generalmente, el problema subyace en los comportamientos e ideas tradicionales que la mayoría de los miembros de la sociedad comparten sobre los roles que corresponden a hombres y mujeres –“estereotipos de género”–. Opinar que las mujeres son más madres que directivas; creer que no desean aceptar riesgos ni responsabilidades o incluso, considerar que tarde o temprano abandonarán su empleo para casarse y/o tener hijos (Powell y Butterfield, 1994), supone limitar el desarrollo de la carrera profesional de las mismas y el acceso a puestos de dirección. Ya en 1973 Schein afirmaba que, de entre todas las creencias estereotipadas que se posee sobre los roles que corresponden a hombres y mujeres, la que puede desfavorecer en mayor medida a las mujeres en la selección y promoción hacia los puestos de responsabilidad es la de identificar las características masculinas con el éxito directivo Capital Humano 88 –“think manager-think male”– (piensa en dirección, piensa en hombre). En definitiva, creer que los puestos de dirección han sido diseñados exclusivamente para los hombres. A pesar de los años de lucha, y de los cambios producidos en la estructura y organización del trabajo (v.g. el incremento de la participación de la mujer en la vida pública) son numerosos los estudios que confirman que dichos estereotipos de género aún persisten. La percepción de que ciertas características propias de los puestos directivos únicamente las poseen los hombres mantiene a la mujer en una situación de difícil acceso al desempeño de puestos de poder (Schein, 1973). Además, numerosas investigaciones ponen de manifiesto que no sólo los hombres mantienen esta convicción, sino que muchas mujeres creen que fracasarán en los puestos de poder, al asociar la dirección al sexo masculino (Adler, 1984; Powell y Butterfield, 1989). El hecho de que la Dirección se vincule a la masculinidad, tanto por hombres como por mujeres, afecta indiscutiblemente, al conjunto de normas y valores que se construyen dentro de la organización. De ahí la cultura empresarial dominante y el clima determinado aún por valores masculinos (Schmitt y Schneider, 1983). FACTORES EDUCATIVOS La actual presencia de la mujer en las universidades ha exigido de estas cuantiosos esfuerzos y sacrificios para superar una situación histórica que las ha mantenido alejadas de un sistema educativo en condiciones de igualdad con el hombre y entregadas a un proceso de formación limitado a labores estereotipadas para la mujer. En la actualidad, la mayoría de los pupitres de muchas universidades son ocupados por mujeres (Barberá et al, 2000). Una reflexión sobre el acceso de la mujer a la función directiva, y recordásemos afirmaciones como: “la educación influye positivamente en la promoción” (Tharenou et al., 1994) o “un individuo con una mayor formación, conocimientos y experiencia que otros tiene más posibilidades de promocionar” (Hitt et al., 2001), nos llevaría a preguntarnos por qué no promocionan las mujeres a los puestos de Nº 207 • Febrero • 2007 084_d_mujer_directiva_207.qxp 19/01/2007 17:54 responsabilidad, si superan en porcentaje al número de hombres matriculados. El análisis de esta situación de desigualdad obliga a contemplar como factor determinante las diferentes orientaciones que hombres y mujeres tienen a la hora de elegir una carrera. En la actualidad no se produce una plena incorporación de las mujeres al ámbito laboral en igualdad de condiciones, porque durante años han desempeñado ocupaciones tradicionales, tales como la enseñanza, la salud o la administración, reservando las ciencias aplicadas para los hombres (Shapiro y Crowley, 1982). De este modo, si se considera que las titulaciones de ciencias suelen llevar hacia los puestos de mayor prestigio y responsabilidad en la organización, y las carreras de humanidades hacia puestos más relacionados con la administración (Sarrió, 2004), entonces la elección de diferentes carreras por parte de mujeres y hombres sería una importante barrera en el acceso de éstas a los puestos de poder (Ibarra, 2000). Watson et al. (2002) destacan las razones por las cuales las mujeres optan por estas titulaciones y las centra en cuatro puntos: (i) la temprana edad en la que debe ser tomada una decisión tan importante; (ii) las creencias culturales de que hombres y mujeres están capacitados para desarrollar diferentes tareas; (iii) la influencia que la propia familia ejerce sobre ellas; y (iv) la conciliación del doble rol trabajo-familia, debido a la dificultad para combinar su trabajo y el compromiso con el matrimonio. Este último punto es considerado en muchos trabajos como uno de los factores con más repercusión en el techo de cristal, pues, aunque se viene produciendo una redistribución de las responsabilidades financieras (las mujeres desarrollan una carrera/trayectoria profesional), no sucede lo mismo con las del trabajo en el hogar, provocando evidentes efectos negativos tales como la baja natalidad, educación de los niños en manos ajenas, divorcio, estrés, etc. FACTORES PERSONALES En las últimas décadas hemos asistido a cambios importantes en la identidad de género. Las mujeres aspiran a desarrollarse profesionalmente, puesto que dedican años de su vi- Nº 207 • Febrero • 2007 Página 89 da a prepararse para ello. Sin embargo, sucede que, al mismo tiempo que luchan por alcanzar nuevas responsabilidades, se encuentran con un gran desafío “trabajar y/o formar una familia”. ¿Qué hacer ante este gran reto?. A pesar de la creciente presencia de mujeres en empresas, todavía se sigue buscando al hombre como trabajador “ideal” (Schein y Davidson, 1993), que centre su vida en el trabajo y que no se vea influido por las obligaciones familiares. Ante esta situación, algunas mujeres deciden “ser hombres”: “descuidan la casa, no cocinan, renuncian a tener hijos. Son simplemente buenas profesionales. Mujeres que en definitiva se han olvidado de que son mujeres” (Camps, 1998: 14). Sin embargo, para la inmensa mayoría no resulta tan sencillo renunciar al rol que se les ha atribuido por “naturaleza”. Es por ello, por lo que se encuentran ante el dilema de interrumpir su carrera para dedicarse al cuidado de sus hijos culpabilizándose de sus sentimientos emancipatorios o intentar compaginar ambos roles “trabajo y familia”. Es obvio, que tras los esfuerzos realizados por obtener una elevada cualificación y tras la lucha por entrar al mercado laboral, la mayoría de mujeres optan por asumir una “doble carga” de madre/esposa y mujer trabajadora (Barret, 1973). Dicha decisión las lleva, generalmente, a participar en una vida laboral más corta y discontinua (Crompton y Harris, 1998; Clark, 2001), en puestos donde el coste de la retirada temporal de la población ocupada se minimiza (Kilbourne et al., 1994), y donde el nivel de estrés incide tanto en la calidad del trabajo, como en la calidad de vida. Por tanto, el equilibrio entre vida personal/familiar y profesional influye en gran medida en el proceso de promoción hacia los puestos de poder. En ocasiones al efecto “techo de cristal” se le añaden nuevos agravantes constituidos por las autoimposiciones que algunas mujeres se hacen por elección personal. Son las propias mujeres las que están desinteresadas en promocionar, al creer que no poseen las habilidades y capacidades necesarias para alcanzar el éxito. Otros estudios, sin embargo, contradicen esta creencia y demuestran que no deja de ser un mito más que carece de fundamento (Metcalfe, 1985; Adler, 1993; Jacobs y McClelland, 1994; Metcalfe y West, 1995). 89 Capital Humano 084_d_mujer_directiva_207.qxp 19/01/2007 17:54 Página 90 Cuanto mejor es la remuneración de un puesto y mayor la posibilidad de desarrollar carrera profesion nal en el mismo, mayor es la dificultad de acceso para las mujeres FACTORES POLÍTICOS Hemos analizado los factores organizativos, culturales, educativos y personales que han provocado la escasa participación de las mujeres en puestos de poder y toma de decisiones. Sin embargo, potenciar a las mujeres para que superen el techo de cristal requiere la existencia de una serie de políticas y medidas que permitan erradicar la discriminación existente. Desde la incorporación de España a la Comunidad Europea se han desarrollado cuatro planes de Igualdad de Oportunidades. Los tres primeros (I PIOM, 1988-1990; II PIOM, 1993-1997 y III PIOM, 1997-2000) favorecieron un cambio en la situación de las mujeres. No obstante, tras la evaluación del tercer plan se evidenció la necesidad de diseñar medidas más eficaces, surgiendo de este modo el IV PIOM (2003-2006), que constituye el primer paso para la implicación y movilización de todas las políticas y medidas generales con el propósito decisivo de alcanzar la igualdad. Las políticas y planes de igualdad se traducen en programas de acción positiva, “estrategias destinadas a establecer la igualdad de oportunidades, por medio de unas medidas que permitan contrastar o corregir aquellas discriminaciones que son el resultado de prácticas o sistemas sociales” (Sarrió, 2004), y en el Mainstreaiming, que moviliza todas las políticas y prácticas generales que desarrolla una empresa con el propósito de lograr la igualdad de género (Stevens y Van Lamoen, 2001). Estos planes y políticas no cambian el sistema social. Por ello es necesario, según se puso de manifiesto en la Conferencia sobre el “techo de cristal” celebrada en Génova en 1997, construir nuevas ideas en las que la diversidad humana sea valorada como una estrategia innovadora hacia unas nuevas formas de relación y productividad más igualitarias y eficaces. CONCLUSIONES La presencia de la mujer en el ámbito laboral es algo innegable. Los grandes avances Capital Humano 90 acontecidos en el siglo XX han permitido un desarrollo de la igualdad entre hombres y mujeres, posibilitando una mayor presencia de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad. No obstante, a pesar del importante camino recorrido, y a pesar del convencimiento más generalizado que sostiene que las mujeres poseen las cualidades que se adaptan a las que realmente demandan las organizaciones, en la actualidad, todavía existen obstáculos que superar, ya que la segregación laboral, tanto a nivel horizontal como vertical, sigue siendo una realidad, lo que provoca no sólo una situación de injusticia social, sino también una gran pérdida de talento. Hoy en día resulta indiscutible que los puestos de responsabilidad de las grandes empresas permanecen vetados para las mujeres. Numerosos estudios evidencian que la representación de las mujeres en los puestos de poder de las sociedades españolas es muy reducida y que varía en función del sector de actividad al que pertenezcan las compañías. Además, se constata que esta situación se produce no sólo en el ámbito de las empresas del sector privado, también en el sector público y otras áreas de poder como el ejecutivo, legislativo y judicial españoles. Entre los factores más destacados por la literatura que influyen en esta realidad se encuentran: los estereotipos de género (Schein y Mueller, 1992), la difícil conciliación de la vida personal y laboral (Oakley, 2000), la ausencia de un desarrollo de la carrera profesional adecuado para las mujeres (Ragins et al., 2000) e incluso, la falta de experiencia requerida al trabajar generalmente en otras áreas (marketing, recursos humanos,…). Todas estas barreras conforman un apuntalado “techo de cristal”, que dificulta el acceso de las mujeres a los puestos de dirección. Distintos autores consideran que la diversidad y, más específicamente, la diversidad de género en los puestos de dirección pueden poseer un efecto beneficioso para las compañías. De este modo, se establece que son aquellas organizaciones compuestas por un conjunto de personas con diferentes habilidades, experiencias y conocimientos, las que gozan de mayor capacidad para entrar en nuevos mercados, promoviendo, a su vez, la creatividad y la innovación empresarial (Robinson y Dechant, 1997). Nº 207 • Febrero • 2007 084_d_mujer_directiva_207.qxp 19/01/2007 17:54 Página 92 Esta visión es compartida por el Informe Tyson (2003), argumentándose que la diversidad, en aspectos de género, religión, nacionalidad, etc., en los puestos de poder, llevará a un mejor funcionamiento de las organizaciones. Además, por otro lado, el informe Higgs (2003) también se posiciona a favor de la inclusión de mujeres en la toma de decisión y del fomento de la diversidad, concluyendo que la incorporación de mujeres promueve actitudes positivas entre los trabajadores y una mayor variedad de perspectivas. En definitiva, tenemos que seguir trabajando en la concienciación de nuestra sociedad acerca de los beneficios que aporta la presencia de la mujer en puestos de responsabilidad a nivel organizativo. De este modo, el presente artículo ha pretendido incidir en dicha discriminación, mostrando que el concepto de diversidad cobra en la sociedad en general una gran importancia y, más concretamente, en las organizaciones, viéndose como una estrategia innovadora útil y seguramente imprescindible para mejorar la adaptación a los cambios socioeconómicos actuales. CLARK, S.C. (2001). “Work cultures and work/family balance”. Journal of Vocational Behaviour , 58, 348-365. COHEN, P.N. y HUFFMAN, M.L. 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