¿EL PROYECTO DE LEY DE RESPONSABILIDAD DEL ESTADO RECOGE O ABANDONA LA DOCTRINA JUDICIAL IMPERANTE? Por LILIANA ARALDI Sumario: I. Introducción.- II. Ámbito de aplicación del proyecto de ley. Particularidades III. Eximición de la responsabilidad estatal. IV. Requisitos de la responsabilidad del Estado por actividad e inactividad ilegítima. V. Requisitos de la responsabilidad estatal por actividad legítima. VI. Responsabilidad del Estado por contratistas y concesionarios. VII. Plazo para demandar al Estado por responsabilidad contractual. XI. Acción de indemnización. XII. Ley local que requiere adhesión de Provincias y CABA. I. INTRODUCCIÓN Las Comisiones de Asuntos Constitucionales y la de Legislación General de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación considerando el mensaje Nº 1780 y Proyecto de Ley del 12 de Noviembre de 2013, sobre Responsabilidad del Estado. Regulación, aconsejaron el 19 de noviembre de 2013, la sanción del proyecto de ley que comentamos con las modificaciones que el dictamen de comisión introdujo el 27 de noviembre de 2013 en el art. 3 inc) a y en el art 9. A la fecha la ley propuesta tiene media sanción en diputados. En líneas generales el proyecto, mediante 12 artículos, regula la responsabilidad del Estado por los daños que su actividad o inactividad le produzca a los bienes o derechos de las personas. Dispone que la sanción pecuniaria disuasiva es improcedente contra el Estado, sus agentes y funcionarios. Exceptúa la aplicación directa o subsidiaria de las disposiciones del Código Civil a dicha responsabilidad. Exime de responsabilidad al Estado en determinadas circunstancias. Reglamenta los requisitos de la responsabilidad estatal por actividad legítima limitando la extensión de la reparación a la vez que excluye de esta responsabilidad los daños causados por la actividad judicial. Desliga al Estado de toda responsabilidad por los perjuicios ocasionados por sus concesionarios. Incluye plazos para demandar al Estado por actividad ilegítima. Sistematiza la responsabilidad de los funcionarios o agentes causantes de daño estableciendo plazos de prescripción. Reenvía a normas específicas la responsabilidad contractual del Estado. Finalmente invita a las provincias y a la CABA a adherir a los términos de la ley. A continuación transcribimos en cada apartado el artículo correspondiente al proyecto que comentamos analizando si el proyecto de ley recoge o abandona la doctrina judicial imperante en la materia. II. AMBITO DE APLICACIÓN DEL PROYECTO DE LEYPARTICULARIDADES La responsabilidad patrimonial del Estado, es la obligación de responder ante la justicia por los daños que éste ocasione ya sea por acción u omisión. Dicha responsabilidad tiene fundamento de derecho público y la obligación de reparar surge de las garantías constituciones consagradas por los arts. 14, 16, 17 y 19 de la CN. Recordemos en este punto que según la materia del poder que ejerce el Estado, dicha responsabilidad podrá ser administrativa, legislativa o judicial y de acuerdo al ámbito en que ésta responsabilidad se exteriorice, podrá ser contractual, extracontractual o precontractual. A su vez, a diferencia de la responsabilidad de las personas de derecho privado la responsabilidad de la administración puede ser derivada de su actividad lícita o ilícita. En tal sentido como consecuencia la responsabilidad del Estado incluye la reparación del daño indemnizando a la víctima. La cuestión es si la medida de esa reparación debe ser diferente a la de daños causados por particulares y si ello amerita excluir las disposiciones del Código Civil a la responsabilidad del Estado, como lo hace el proyecto. Veamos: El artículo 1° del proyecto dispone: “Esta ley rige la responsabilidad del Estado por los daños que su actividad o inactividad le produzca a los bienes o derechos de las personas. La responsabilidad del Estado es objetiva y directa. Las disposiciones del Código Civil no son aplicables a la responsabilidad del Estado de manera directa ni subsidiaria. La sanción pecuniaria disuasiva es improcedente contra el Estado, sus agentes y funcionarios”. Si bien no compartimos la aplicación lisa y llana del derecho privado en materia de responsabilidad estatal, como propicia una prestigiosa parte de la doctrina civilista, aceptamos, que ésta se relaciona con la responsabilidad civil de la que toma algunos conceptos, aunque se diferencia de otros. En igual sentido la CSJN en el fallo Los Lagos1, sostuvo: “Que las reglas de los arts. 1037 y ss. CCiv. acerca de las nulidades de los actos jurídicos, si bien no han sido establecidas para aplicarlas al Derecho Administrativo sino al Derecho Privado, nada obsta para que representando aquellas una construcción jurídica basada en la justicia, su aplicación se extienda al Derecho Administrativo cuyas normas y soluciones también deben tender a realizar aquella, con las discriminaciones impuestas por la naturaleza propia de lo que constituye la substancia de esta última disciplina”. Por lo tanto, aunque el proyecto asegure que “las disposiciones del Código Civil no son aplicables a la responsabilidad del Estado de manera directa ni subsidiaria”, no puede desconocerse la doctrina judicial sentada y que se mantiene, a la que se suma la doctrina del fallo Meridiano2 cuando dice que “…se considera que son de aplicación a los actos administrativos, por analogía, las disposiciones sobre nulidades del Código Civil (Fallos, t. 295, p. 265 y sus citas Rev. La Ley, t. 1976-D, p. 119), lo que significa que no hay subsidiariedad, sino simple adecuación a las modalidades propias del derecho que rige aquellos actos”. Con respecto a la responsabilidad estatal nuestra Corte Suprema de Justicia a partir del caso Vadell3, reconoció la responsabilidad extracontractual del Estado por sus actos irregulares, como una responsabilidad directa y objetiva, fundada en la figura de la falta de servicio (art.1112 CC), que se 1 Fallos 190:142 ED. T 83,p.444 3 ED,114-215. 2 independiza de la idea de culpa y que no requiere la individualización del autor del daño. En este sentido el proyecto recoge la jurisprudencia imperante y a su vez extiende el concepto de responsabilidad directa y objetiva a toda la actividad o inactividad estatal que cause daños a los bienes o a las personas; sin embargo en el art. 5°, sobre el que volveremos más adelante, aclara que los daños causados por la actividad judicial legítima del Estado no generan derecho de indemnización. En cuanto a la improcedencia de la “sanción pecuniaria disuasiva” contra el Estado sus agentes y funcionarios, prevista en la norma que comentamos, aunque no queda claro si el proyecto se refiere a la aplicación de astreintes o a la de daño punitivo, en cualquiera de los casos la norma no consolida la doctrina sentada en la causa Mendoza4, en la cual el tribunal, en aras de garantizar el cumplimiento de la manda judicial en cabeza del Estado y Otros, recurrió a sanciones pecuniarias, que cumplen una función similar al instituto de las astreintes y los daños punitivos. Por lo tanto la limitación impuesta por el proyecto permite concluir que la sentencia que se pronunciara contra el Estado se podría tornar ilusoria ya que no sería posible perseguir su cumplimiento mediante la aplicación de sanciones pecuniarias. III. EXIMICIÓN DE LA RESPONSABILIDAD ESTATAL El Art. 2° del proyecto dice: “Se exime de responsabilidad al Estado en los siguientes casos: a) Por los daños y perjuicios que se deriven de casos fortuitos o fuerza mayor, salvo que sean asumidos por el Estado expresamente por ley especial; b) Cuando el daño se produjo por el hecho de la víctima o de un tercero por quien el Estado no debe responder”. En consonancia con este artículo en la causa Kohan Julio c. Estado Nacional, Sala IV de la CNCAF5, sostuvo que el nexo causal entre el accionar del Estado que constituye uno de los requisitos ineludibles de la a admisión de la responsabilidad del Estado, se quiebra en aquellos supuestos en los que medie una situación de fuerza mayor, el hecho de un tercero o bien la propia conducta de la víctima (del voto del Dr. Uslenghi, considerando IV, P. 2)”. Sin embargo en virtud de la regla general en materia de daños, que en nuestro país se traduce en el principio alterum non laedere de raigambre constitucional (art. 19 de la Ley Fundamental)6, esta posición no excluye la responsabilidad del Estado por su deber de asistencia, ni cuando por acción u omisión haya concurrido en algún porcentaje a la producción del daño. En definitiva tantos los conceptos contenidos en la norma proyectada como los que hacen a los requisitos que configuran la responsabilidad ilegitima del Estado están incluidos en el Código Civil y no están regulados por la ley administrativa de modo que a efectos de asignar plenitud al ordenamiento jurídico este cuerpo legal tendrá que recurrir a su 4 M 1569.XL Originario Causa 13.134/94. 6 Fallos 308:1176 5 aplicación (Fallos 321:174), no obstante la exclusión prevista en el art. 1° del proyecto. IV. REQUISITOS DE LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO POR ACTIVIDAD E INACTIVIDAD ILEGÍTIMA: La responsabilidad por actividad ilícita es la que corresponde al Estado por los daños que guardan relación con su actividad antijurídica, también denominada ilegalidad objetiva. Desde otra óptica el Estado también es responsable por omisión. Para que la responsabilidad se configure deben reunirse algunos requisitos, en tal sentido el art. 3º del proyecto dice:” Son requisitos de la responsabilidad del Estado por actividad e inactividad ilegítima: a) Daño cierto, debidamente acreditado por quien lo invoca y mensurable en dinero; b) Imputabilidad material de la actividad o inactividad a un órgano estatal; c) Relación de causalidad adecuada entre la actividad o inactividad del órgano y el daño cuya reparación se persigue; d) Falta de servicio consistente en una actuación u omisión irregular de parte del Estado; la omisión solo genera responsabilidad cuando se verifica la inobservancia de un deber normativo de actuación expreso y determinado”. Vale comentar que el proyecto original en su art. 3° inc. a) se refería a “Daño cierto y actual”, pero el dictamen de la comisión de la mayoría introdujo una modificación y elimino la palabra “actual”, esta decisión se tomó en consonancia con la jurisprudencia de La Corte Suprema de Justicia de la Nación que reconoció el daño futuro en el fallo “Godoy” 7. La doctrina allí sentada se refiere a la reparación en caso de daño para la cual sostiene que: “Debe haber certidumbre en cuanto a su existencia misma, en el caso del daño actual; o suficiente probabilidad, de acuerdo al curso natural y ordinario de los acontecimientos (art. 901 del Código Civil), de que el mismo llegue producirse, como previsible prolongación o agravación de un perjuicio ya en alguna medida existente, en el supuesto de daño futuro”. Asimismo el proyecto pone como requisito del daño cierto que este sea “mensurable en dinero” con lo cual estaría excluyendo el llamado daño moral. Recordemos que tratándose de daños patrimoniales la indemnización es reparatoria y que en el caso de los daños morales, que no son propiamente patrimoniales, la indemnización cumple una función de compensación respecto de la víctima en reemplazo del bien del que ha sido privada. Por lo tanto en este último caso una vez probado el daño este debe ser reparado, a pesar de la aparente exclusión pretendida por la norma comentada. En consonancia con esta postura en el caso De Gandia (Fallos 318:845), se condenó a la Provincia de Buenos Aires, por falta de notificación a las autoridades policiales del levantamiento de una orden de secuestro sobre el vehículo de una persona que fuera detenida, y se reconoció daño moral a la actora detenida en la frontera. 7 Fallos, 317-3: 1225 En cuanto al inciso d) del art. 3° que admite la responsabilidad estatal por omisión solo “cuando se verifica la inobservancia de un deber normativo de actuación expreso y determinado”, la norma así proyectada no recepta la doctrina del caso Moscai8, en el que nuestra Corte admitió dicha responsabilidad tanto en el caso de mandatos expresos, como en el de “aquellos otros casos en los que el Estado está obligado a cumplir una serie de objetivos fijados por la ley sólo de un modo general e indeterminado, como propósitos a lograr en la mejor medida posible”, aclarando a continuación que “La determinación de la responsabilidad civil del Estado por omisión de mandatos jurídicos indeterminados debe ser motivo de un juicio estricto y basado en la ponderación de los bienes jurídicos protegidos y las consecuencias generalizables de la decisión a tomar”. V. REQUISITOS DE LA RESPONSABILIDAD ESTATAL POR ACTIVIDAD LEGÍTIMA Es este también un supuesto de responsabilidad directa y objetiva, con total prescindencia de la noción de culpa y sin vinculación con la idea de falta de servicio pues la responsabilidad deviene del daño originado a causa de un obrar legítimo del Estado. El art. 4º del proyecto dice: Son requisitos de la responsabilidad estatal por actividad legítima: a) Daño cierto y actual, debidamente acreditado por quien lo invoca y mensurable en dinero; b) Imputabilidad material de la actividad a un órgano estatal; c) Relación de causalidad directa, inmediata y exclusiva entre la actividad estatal y el daño; d) Ausencia de deber jurídico de soportar el daño; e) Sacrificio especial en la persona dañada, diferenciado del que sufre el resto de la comunidad, configurado por la afectación de un derecho adquirido. En este artículo el proyecto vuelve sobre la existencia de daño actual para la procedencia de la responsabilidad, en cuanto a los demás requisitos que estipula la norma, a diferencia de lo reglado, la Corte en la causa Columbia 9, sostuvo: “Que el reconocimiento de la responsabilidad estatal por su actividad lícita exige para su procedencia el cumplimiento de ciertos requisitos imprescindibles, esto es 1) la existencia de un daño cierto; 2) la relación de causalidad entre el accionar del Estado y el perjuicio y, obviamente, 3) la posibilidad de imputar jurídicamente esos daños a la demandada (Fallos 312345 T. 12 XXII, “Tejedurías Magallanes S.A. c. Administración Nacional de Aduanas, pronunciamiento del 19 de setiembre de l989”. A los cuales cabe añadir atendiendo la particular relación que en el caso vincula a las partes, la 4) necesaria verificación de la existencia de un sacrificio especial en el afectado, como así también 5) la ausencia de un deber jurídico a su cargo de soportar el daño.” También ha dicho la Corte que los jueces deben actuar con suma prudencia cuando se trata de resarcir daños causados por actos administrativos dispuestos por razones de interés general, verificando si tales 8 9 Fallos 330:563 RDA, N° 9/10, con comentario de Coviello. daños efectivamente se han producido y son una consecuencia directa e inmediata del obrar del Estado (doctrina de Fallos: 310:2824). Y en Fallos: 312:2022, considerando 16, enfatizó que es necesario acreditar la existencia de una relación directa, inmediata y exclusiva, de causa a efecto, entre la conducta impugnada y el perjuicio cuya reparación se persigue La doctrina sentada por la Corte y que se mantiene, no requiere que el daño sea actual, toda vez que como ya se dijo nuestros tribunales han reconocido el daño futuro, ni mensurable en dinero, ni de exclusiva responsabilidad del Estado lo cual elimina la culpa concurrente. Tampoco se refiere a que quien ha sufrido el daño tenga que demostrar que es titular de un derecho adquirido ya que mas allá de la calificación jurídica que se pretenda dar al demandante la doctrina uniforme de nuestros tribunales reconoce que quien ha sufrido un daño tiene derecho a reparación. Ahora bien el proyecto nada dice de la extensión de la reparación por actividad ilegítima del Estado pero no se puede desconocer que doctrina y jurisprudencia son contestes en la procedencia de la reparación general. VI. RESPONSABILIDAD POR ACTIVIDAD LEGÍTIMA DEL ESTADO Cabe recordar que cuando la actividad lícita de la autoridad administrativa, aunque inspirada en propósitos de interés colectivo, se constituye en causa eficiente de un perjuicio para los particulares -cuyo derecho se sacrifica por aquel interés general-, esos daños deben ser atendidos en el campo de la responsabilidad del Estado por su obrar lícito (doctrina de Fallos: 301:403; 305:321; 306:1409, entre otros). En este orden de ideas en materia de reparación del daño el alto tribunal también sostuvo que “El principio alterum non laedere configura una regla constitucional de vasto alcance, entrañablemente ligada a la idea de reparación de los daños causados y que, si bien constituye la base de la reglamentación que hace el C. Civil en cuanto a las personas y las responsabilidades consecuentes, no las arraiga con carácter exclusivo y excluyente en el derecho privado, sino que expresa un principio general que regula cualquier disciplina jurídica”. (Del voto de la Dra. Highton de Nolasco). CSJN A 2652 XXXVIII “Aquino, Isacio c/ Cargo Servicios Industriales SA”. 21/9/0410. Sin embargo el art. 5° del proyecto dice: “La responsabilidad del Estado por actividad legítima es de carácter excepcional. En ningún caso procede la reparación del lucro cesante. La indemnización de la responsabilidad del Estado por actividad legítima comprende el valor objetivo del bien y los daños que sean consecuencia directa e inmediata de la actividad desplegada por la autoridad pública, sin que se tomen en cuenta circunstancias de carácter personal, valores afectivos ni ganancias hipotéticas. Los daños causados por la actividad judicial legítima del Estado no generan derecho a indemnización”. Contrariamente a lo dispuesto por la norma en análisis, podría sostenerse que el art. 17 de la CN funda el derecho a una reparación plena, en tal sentido nuestra Corte en el caso Bourdie11, sostuvo que “…el término propiedad, cuando se emplea en los arts. 14 y 17, CN, o en otras disposiciones 10 11 Fallos 327:3753 Fallos 327:3753 de ese estatuto, comprende todos los intereses apreciables que un hombre puede poseer fuera de sí mismo, fuera de su vida y de su libertad. Todo derecho que tenga un valor reconocido como tal por la ley, sea que se origine en las relaciones de derecho privado, sea que nazca de actos administrativos (derechos subjetivos, privados o públicos), a condición de que su titular disponga de una acción contra cualquiera que intente interrumpirlo en su goce, así sea el Estado mismo, integra el concepto constitucional de ‘propiedad’. En consonancia con este principio y aún aceptando que la doctrina y la jurisprudencia no son contestes en cuanto a la extensión de la reparación en caso de actividad legítima del Estado, rescatamos la doctrina del fallo Sánchez Granel12, en cuanto sostuvo que la responsabilidad del Estado por sus actos lícitos que originan perjuicio a particulares, “se traduce en una “indemnización plena” por parte del damnificado que no se refiere a la mera posibilidad de ganancias no obtenidas ni constituye enriquecimiento sin causa para el acreedor o una sanción para el responsable. Dicha indemnización podrá encontrar obstáculo quizá en razones de fuerza mayor, en el mismo contrato o en una ley específica que dispusiera lo contrario para algún caso singular”. Traemos a colación el fallo citado porque si bien compartimos que corresponde distinguir el deber de reparar del Estado por obrar lícito de aquellos supuestos en que el daño se origine como consecuencia de una actuación ilegítima del Estado, destacamos que el proyecto que comentamos no plantea la limitación de la indemnización plena con apoyo en una “ley específica” que disponga la limitación de la reparación plena para “algún caso singular” ( como sería el caso de la ley de expropiaciones ), sino que impone genéricamente la improcedencia del lucro cesante en materia de responsabilidad del Estado por actividad legítima e inclusive excluye por completo la procedencia del daño moral. La norma así redactada resulta tan impropia como la teoría que propugna la unidad del derecho de daños a la responsabilidad estatal sin distinguir la causa de sus actos ni sus fundamentos de derecho público. Por otra parte recordemos que la Corte en el caso Jacarandá13, en el cual la actora citó la doctrina del caso Sánchez Granel, sostuvo “Que la extensión del resarcimiento debe atender las características particulares de cada situación. En el sub lite, y en tanto el daño resarcible satisfaga los requisitos enunciados en el considerando precedente, no hay, como principio, fundamento para limitarlo al daño emergente con exclusión del lucro cesante, esto es, de las ventajas económicas esperadas de acuerdo a probabilidades objetivas estrictamente comprobadas(Fallos: 306:1409, considerandos 4° y 5°; 316:1335, considerando 20)”. En cuanto a la improcedencia de la responsabilidad estatal por actividad judicial legítima la norma guarda consonancia con la doctrina de la Corte en la causa “Robles”14 donde reitera que como principio el Estado responde por error judicial en la medida en que el acto jurisdiccional que origina el daño sea declarado ilegítimo y dejado sin efecto, y vuelve a señalar la diferente naturaleza de la responsabilidad del Estado por error judicial respecto la responsabilidad por actos lícitos, con fundamento en que “Las sentencias y demás actos judiciales no pueden generar responsabilidad del estado por sus 12 Fallos 306:1409 Fallos 328:2654 14 Fallos: 325:1855 13 actos lícitos ya que no se trata de decisiones de naturaleza política para el cumplimiento de fines comunitarios sino de actos que resuelven un conflicto en particular “ . Sin embargo la norma nada dice de la responsabilidad del Estado por error judicial que queda entonces subsumida en la responsabilidad por actividad estatal ilícita admitida por la jurisprudencia incluso con reconocimiento del daño moral como se resolvió en la citada causa De Gandia. (Fallos 318:845). VII. RESPONSABILIDAD DEL ESTADO POR CONTRATISTAS Y CONCESIONARIOS El art. 6° del proyecto dice: “El Estado no debe responder, ni aun en forma subsidiaria, por los perjuicios ocasionados por los concesionarios o contratistas de los servicios públicos a los cuales se les atribuya o encomiende un cometido estatal, cuando la acción u omisión sea imputable a la función encomendada”. Más allá de la redacción de la norma que comentamos y en concordancia con el análisis doctrinario y jurisprudencial que venimos haciendo el Estado es responsable por omisión si el daño fuese causado por inobservancia de su poder de policía15; y por acción cuando el daño causado sea consecuencia de una orden de obligado cumplimiento dada por la administración o en los casos de obras y suministros cuando sea consecuencia del vicio del proyecto elaborado por la administración, en ambos casos la conducta se encontraría encuadrada en la responsabilidad del Estado por actos ilícitos más allá de la responsabilidad concurrente con el contratista. VIII. PLAZO PARA DEMANDAR RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL AL ESTADO POR El art. 7 del proyecto dice: “El plazo para demandar al Estado en los supuestos de responsabilidad extracontractual es de TRES (3) años computados a partir de la verificación del daño o desde que la acción de daños esté expedita”. La norma se refiere al “plazo para demandar al Estado” y no aclara si estamos ante un plazo de caducidad o de prescripción, en este último caso la cuestión en debate es si una ley del Congreso puede legislar sobre prescripción o esta es una cuestión de fondo regulada exclusiva y uniformemente para toda la Nación por el Código Civil. Si estamos ante un plazo de prescripción, el proyecto de ley se aparta de la doctrina sentada por la Corte Suprema entre otras, en la causa Filcrosa16, donde sostuvo, que la prescripción no es un instituto propio del derecho público local, sino un instituto general del derecho, lo que ha justificado que, en ejercicio de la habilitación conferida al legislador nacional por el citado art. 75, inc. 12, éste no sólo fijará los plazos correspondientes a las diversas hipótesis en particular, sino que, dentro de ese marco, estableciera también un régimen destinado a comprender la generalidad de las acciones susceptibles de extinguirse por esta vía y que cabe tener presente que, en tanto modo de 15 16 Zacarías, Claudio H. c/ Córdoba, Provincia de y otros s/ sumario.28 de abril de 1998. F. 194. XXXIV. RECURSO DE HECHO extinguir las acciones, este instituto involucra aspectos típicamente vinculados al derecho de propiedad cuya inclusión dentro de tal delegación no se discute. En tal caso el plazo de prescripción previsto en el Código Civil vigente para la prescripción de las acciones personales es de dos años (art.4037). La norma comentada no prevé plazo de caducidad o prescripción para demandar al Estado por actividad lícita. En la causa Cipollini 17, nuestra Corte de Justicia aceptó la aplicación del plazo de 2 años de la responsabilidad extracontractual. IX. ACCIÓN DE INDEMNIZACIÓN El Art. 8 del proyecto dice: “El interesado puede deducir la acción indemnizatoria juntamente con la nulidad de actos administrativos de alcance individual o general o la de inconstitucionalidad, o después de finalizado el proceso de anulación de inconstitucionalidad que le sirve de fundamento”. En este caso en líneas generales se sigue la doctrina sentada en el plenario Petracca, mediante la cual: “No es admisible la acción de cobro de pesos o indemnización de daños sin impugnar dentro del plazo del art. 25 ley 19.549, la legitimidad del acto administrativo que ha desestimado la misma pretensión o cuyo contenido excluye el pago reclamado”. X. DAÑOS CAUSADOS POR FUNCIONAROS Y AGENTES PÚBLICOS Vale señalar que el dictamen de mayoría modificó el artículo original que no incluía la culpa del funcionario y elevó la prescripción de la acción resarcitoria y de repetición de dos años a tres. El artículo 9 del proyecto, así modificado, dice: “La actividad o inactividad de los funcionarios y agentes públicos en el ejercicio de sus funciones por no cumplir sino de una manera irregular, incurriendo en culpa o dolo, las obligaciones legales que les están impuestas, los hace responsables de los daños que causen. “La pretensión resarcitoria contra funcionarios y agentes públicos prescribe a los tres (3) años. “La acción de repetición del Estado contra los funcionarios o agentes causantes del daño prescribe a los tres (3) años de la sentencia firme que estableció la indemnización.” En materia de prescripción recordemos lo expuesto en el punto VII de este comentario respecto a que la prescripción es un instituto propio del derecho común, en virtud de la doctrina sentada por la CSJN en la ya citada causa Filcrosa, en la que también se sostuvo que “la prescripción es un instituto común al derecho público y al privado, lo que descarta el riesgo de que, por la vía de aplicar aquella norma, la cuestión sea juzgada a la luz de pautas indebidamente trasladadas a un ámbito que les es impropio”. En cuanto a la acción de repetición del Estado contra funcionarios o agentes, cuyo caso no está previsto en la legislación de fondo, cabría la aplicación de la prescripción de las acciones personales, en tal sentido la Sala III de la CCyCFederal en autos “Estado Nacional Ministerio del Interior Policía Federal c/Ascensores Servas S.A. S/Repetición” estableció que al no tener 17 Fallos 300:143 previsto el Código Civil un plazo de prescripción específico para la acción de repetición de lo pagado, debía aplicarse el plazo decenal contemplado por el art. 4023 de dicho cuerpo normativo. XI. RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL DEL ESTADO El Art. 10 del proyecto dice: “La responsabilidad contractual del Estado se rige por lo dispuesto en las normas específicas. En caso de ausencia de regulación, se aplica esta ley en forma supletoria. Las disposiciones de la presente ley no serán aplicadas al Estado en su carácter de empleador”. Interpretando lo expresado por la norma conviene dejar sentado que no rige en materia de contratos administrativos la autonomía de la voluntad sino que rige lo dispuesto en normas específicas, que los pliegos de condiciones generales no podrán alterar. La Corte en la causa Espacio18, convalidó esta tesis y a su vez destacó, “que en materia de contratos públicos, así como en los demás ámbitos en que desarrolla su actividad, la administración y las entidades y empresas estatales se hallan sujetas al principio de legalidad, cuya virtualidad propia es la de desplazar la plena vigencia de la regla de autonomía de la voluntad de las partes, en la medida en que somete la celebración del contrato a las formalidades preestablecidas para cada caso, y el objeto del acuerdo de partes a contenidos impuestos normativamente de los cuales las personas públicas no se hallan habilitadas para disponer sin expresa autorización legal”.19 Ahora bien, si la revocación del contrato se operara con fundamento en razones de oportunidad mérito y conveniencia y las normas específicas, tal como lo prevé el proyecto, nada dicen, la aplicación supletoria de la ley de responsabilidad estatal, tal como esta proyectada, excluiría la reparación por lucro cesante. No se regula en el proyecto la prescripción de la acción por responsabilidad contractual del Estado, la aplicación supletoria de la ley que prevé el artículo comentado remitiría a la prescripción trienal de la responsabilidad extracontractual, contrariamente a esta interpretación el Código Civil prevé la prescripción decenal (art. 4023 CC). El proyecto no contempla la responsabilidad precontractual del Estado, que en nuestra opinión es procedente desde el comienzo mismo de las tratativas preliminares y durante el iter contractus20 hasta el acuerdo o desacuerdo definitivo de voluntades y que en determinadas circunstancias permitiría reclamar por la pérdida de chance. 18 Fallos 316:3157 Desde otra óptica, en el fallo “Bianchi la Corte, frente al incumplimiento de una obligación establecida en el contrato de concesión por no señalizar adecuadamente la ruta, estableció la responsabilidad del concesionario vial con fundamento en “la relación de consumo”, que vincula a éste con los usuarios en virtud de lo prescripto en la ley 24.240 y en el art. 42 de la C.N. 20 Araldi, Liliana, Suplemento de derecho administrativo, Buenos Aires, ED 28/12/2001. 19 XII. INVITACIÓN A LAS PROVINCIAS Y LA CABA A ADHERIR A LA LEY El Art. 11 del proyecto dice: “Invitase a las provincias y a la CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES a adherir a los términos de esta ley para la regulación de la responsabilidad estatal en sus ámbitos respectivos”. Si bien la norma claramente asume que la regulación de la responsabilidad del Estado es una cuestión de derecho local, no puede dejarse de lado que existe un debate en torno a si el derecho patrimonial de Estado es netamente derecho administrativo y por lo tanto derecho local - con lo cual sería potestad de cada Provincia y la CABA regular sus propias normas sobre responsabilidad del Estado - o si el art. 75 inc) 12 de la CN permite al Congreso de la Nación el dictado de una ley de fondo en materia de responsabilidad estatal que puede o no estar incluida en el Código Civil. La cuestión no es menor y sin duda es compleja. Si la regulación de la responsabilidad el Estado es de derecho local, para el caso que alguna Provincia no adhiera o carezca de sus propias normas sobre responsabilidad del Estado los conflictos serían dirimidos según la doctrina judicial ya sentada, sin embargo para aquellas Provincias que la regulen la solución podría ser muy diferente, con lo cual un mismo caso tendría distinto tratamiento según la jurisdicción en que se produzca, y a su vez cabría la posibilidad que la normativa local se apartara de la consistente construcción pretoriana sobre la materia. Por otra parte recordemos que en el anteproyecto de reforma y unificación de los Códigos Civil y Comercial que la Comisión Reformadora elevó al Poder Ejecutivo se establecía la responsabilidad del Estado en el Cuerpo del Código Civil21, sin embargo el Proyecto que se envió al Congreso y que tiene estado parlamentario sustituyó la normativa original y estableció que el Código Civil no se aplicará directa ni subsidiariamente a la responsabilidad del Estado ni de sus funcionarios22. 1764 Responsabilidad del Estado – El Estado responde, objetivamente, por los daños causados por el ejercicio irregular de sus funciones, sin que sea necesario identificar a su autor. Para tales fines se debe apreciar la naturaleza de la actividad, los medios de que dispone el servicio, el lazo que une a la víctima con el servicio y el grado de previsibilidad del daño. »Art.1765 Responsabilidad del funcionario y del empleado público – El funcionario o empleado público es responsable por los daños causados a los particulares por acciones u omisiones que implican el ejercicio irregular de su cargo. Las responsabilidades del funcionario o empleado público y del Estado son concurrentes. »Art. 1766 Responsabilidad del Estado por actividad lícita – El Estado responde, objetivamente, por los daños derivados de sus actos lícitos que sacrifican intereses de los particulares con desigual reparto de las cargas públicas. La responsabilidad solo comprende el resarcimiento del daño emergente; pero, si es afectada la continuación de una actividad, incluye la compensación del valor de las inversiones no amortizadas, en cuanto hayan sido razonables para su giro». 22 «Art. 1764 Inaplicabilidad de normas – Las disposiciones de este título no son aplicables a la responsabilidad del Estado ni de manera directa, ni subsidiaria. »Art. 1765 Responsabilidad del Estado. La responsabilidad del Estado se rige por las normas y principios del derecho administrativo nacional o local según corresponda. »Art. 1766 Responsabilidad del funcionario y del empleado público – Los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones por no cumplir sino de una manera irregular las obligaciones legales que les están impuestas, se rige por las normas y principios del derecho administrativo nacional o local según corresponda». 21«Art. Frente a esta cuestión aquellas Provincias que contemplan en sus Constituciones que la responsabilidad del Estado se juzga por el derecho común quedarían a la deriva con sus disposiciones. Por otra parte y sin perjuicio de que la responsabilidad del Estado tenga raigambre constitucional y por lo tanto de derecho público puede decirse que nuestros tribunales han aplicado los arts. 1112 y 1113 del CC sin que se hayan suscitado cuestiones constitucionales al respecto. Desde esta óptica el principio general según el cual en nuestro régimen federal cada Provincia regula las relaciones con sus proveedores, sus prestadores, la obra pública y la relación de empleo, entre otros, no parece ser el mismo que funde que el derecho patrimonial del Estado y su responsabilidad deban dirimirse de manera distinta en cada provincia e incluso en la CABA cuando en general se acepta que la responsabilidad el Estado se rige por principios y normas constitucionales, el derecho de fondo que se considera aplicable en función de dichos principios, y los tratados y convenciones con rango constitucional. En tal sentido, la cuestión no giraría en torno a si regular la responsabilidad del Estado se trata de derecho civil o de derecho administrativo, sino acerca de que materias integran el derecho común y si dentro de ellas la responsabilidad del Estado por involucrar aspectos típicamente vinculados al derecho de propiedad es cuestión cuya delegación a la Nación no se discuten. Es ilustrativo en ese sentido el voto en disidencia del Ministro Petracchi en la causa Cena, Juan Manuel c/ Provincia de Santa Fe s/ recurso de hecho del 18 de noviembre de 1999 que transcribimos: “21) Que al respecto cabe señalar, que en la disidencia de Fallos: 315:2309 se afirmó que las normas del derecho común se aplican sólo de manera supletoria a todas las cuestiones atinentes a la responsabilidad de los estados provinciales (Fallos: 315:1231, 1902 y 2309). Los inconvenientes derivados de tal aserto, que implica vaciar de contenido a la jurisdicción originaria en lo que a causas de particulares contra las provincias se refiere, parecen provenir de no haber advertido que el principio según el cual la responsabilidad del Estado se rige por reglas especiales fue acuñado en un país de estructura unitaria (Francia, arrêt Blanco, de 1873) por lo que, al trasladar al ámbito provincial la regla interpretativa según la cual el derecho común sólo se aplica al Estado supletoriamente, debió tenerse en cuenta el contexto constitucional en que se la usaba. Que en la Argentina, en el orden nacional, la afirmación de que las normas de derecho común se aplican al Estado de manera analógica o subsidiaria en caso de falta o insuficiencia de la norma administrativa, no constituye más que una reiteración de la máxima según la cual la ley especial prevalece sobre la general. Sin embargo, en nuestro ordenamiento constitucional, en el que el derecho común es nacional, resulta imposible trasvasar automáticamente ese razonamiento al orden provincial sin caer en la paradoja de que el derecho de rango constitucional preferente es aplicado "en subsidio" con relación a normas de rango inferior. Contrariamente, y dado que las normas del derecho administrativo provincial -especiales son de rango constitucional inferior a las normas del derecho nacional común -generales, el proceso de selección de la norma aplicable para decidir el caso debe comenzar por descartar la aplicación de la ley general que, en consecuencia, no es "supletoria" ni "subsidiaria", sino directamente aplicable o inaplicable. Ello pone en evidencia que la expresión según la cual las reglas de derecho común sólo son aplicables supletoriamente a los estados provinciales no constituye más que una expresión desafortunada. En efecto, si bien es cierto que las normas de derecho común -frente a un caso administrativo concreto no deben ser aplicadas cuando no sean valorativamente adecuadas para resolverlo -vgr., en materia de actos administrativos y sus nulidades, de contratos administrativos, de empleo público, etc.- la aludida idea no puede significar que las normas de derecho administrativo provincial, cualquiera fuese su contenido, prevalecen sobre la ley común sólo porque ellas son especiales mientras que esta última es general”. XIII. Normativa de forma Finalmente el Art. 12. dice: “Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional”.