La Onu no sabe que hacer con el Sahara. Diego Camacho

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http://www.elsiglodeuropa.es/siglo/historico/2010/885/885TribunaCamacho.html
LA ONU NO SABE QUE HACER CON EL SAHARA
La resolución 1920 del Consejo de Seguridad aprobada el 30 de abril, viene a
certificar la consolidación del status quo existente en el Sahara. Supone una
victoria momentánea para Marruecos pero también marca la debilidad
argumental de Francia, artífice de su redacción, al omitir de la misma cualquier
referencia a los DDHH y a los recursos naturales, que son las cuestiones de fondo.
Más si se tiene en cuenta que Marruecos había alegado el mismo día de la
resolución “que tenía motivos extremadamente serios para oponerse a que los
DDHH en el Sahara se sometieran a escrutinio internacional”.
En lo referente a los recursos naturales, el Sahara esta considerado por la ONU
como un territorio no autónomo y por ello tiene una consideración distinta de la
del territorio que lo administra, hasta que el pueblo haya ejercido su derecho de
autodeterminación. Marruecos no puede suscribir tratados con terceros para la
explotación de unos recursos que no le pertenecen.
Es extravagante que el SG se haga eco de las numerosas violaciones a los DDHH
que se producen en el Sahara y sea la MINURSO la única misión de Naciones
Unidas que no tenga asignadas competencias en materia de derechos humanos.
La propuesta marroquí de conceder al Sahara una autonomía no mereció la
atención de los miembros del CS, la resolución evitó así caer en una solución –
trampa, pues sería admitir que el rey de Marruecos puede ceder algo que no le
pertenece. La soberanía pertenece a los saharauis, que son los únicos que pueden
decidir sobre su futuro. Por otro lado, esa opción iría contra la propia esencia del
sultanato, régimen despótico y teocrático, pues conllevaría su debilitamiento. Para
que fuera posible una autonomía en Marruecos antes habría que cambiar toda la
superestructura del Estado alauí.
Para el gobierno español, la resolución 1920 le abre la posibilidad de reorientar un
asunto del que se había desentendido desde 1975 y que ha originado un gran
desprestigio. Lo que entonces tenía una cierta explicación, hoy es impresentable
desde cualquier punto de vista.
Los documentos desclasificados por Washington han permitido conocer que en la
apropiación del Sahara por Marruecos, existe un factor determinante: el interés
estratégico de los EEUU. En aquellos tiempos, surgen variables capaces de
modificar el equilibrio regional y que son: la revolución de los claveles en Portugal,
abre una interrogante sobre la operatividad futura de la base de las Azores por la
ideología comunista de alguno de sus promotores; la enfermedad Franco acentúa
el riesgo de inestabilidad en la península ibérica y el control en profundidad del
estrecho de Gibraltar por el eje Azores – Rota; impedir que Argelia, aliada de la
URSS, alcance la costa atlántica y logre la hegemonía en el Mahgreb; y finalmente
evitar que el bloque oriental pueda acceder a los recursos estratégicos, petróleo y
fosfatos, que posee el territorio. Estos cuatro factores serán orientados
adecuadamente por el director adjunto de la CIA, Vernon Walters, en una
dirección: la estabilidad del mediterráneo occidental y la libertad de movimientos
de la VI Flota, esencial para el apoyo a Israel, pasan por reforzar a Marruecos
económica y militarmente con la colaboración de Francia, para así lograr que el
control inmediato de la costa atlántica del norte de África pertenezca al reino alauí
por si la hipótesis más peligrosa: la inestabilidad de España, Portugal o ambas,
terminara por hacerse realidad.
La “marcha verde” se organiza con dinero kuwaití por agentes de la CIA una vez
que la Casa Blanca obtiene la colaboración de Francia. España no representa
problemas ya que Franco está moribundo y aunque en uno de sus momentos de
lucidez llega a ordenar la declaración de guerra a Marruecos, al poco vuelve a
entrar en crisis y Arias, con la colaboración de Carro y Solís, se apresta a seguir
las instrucciones del amigo americano para abandonar el Sahara. Previamente
Cortina Mauri, MAE, había sido apartado oportunamente de este asunto y
sustituido en la gestión del mismo por Solís Ruiz, que además de ministro en el
último gobierno de la dictadura llevaba los intereses económicos de Hasan II en
España.
Juan Carlos, como Jefe de Estado interino, no representa precisamente un papel
airoso. En su viaje relámpago al Aaiun convence con facilidad a los mandos
militares de la firmeza del gobierno y de la necesidad de mantenerse firmes,
mientras negociaba con Hassan II, con los buenos oficios de Vernon Walters, la
retirada de las tropas españolas y la anexión de la antigua provincia española al
reino marroquí.
Por el tratado de Madrid, España cede la administración del Sahara a Marruecos
y Mauritania. Este tratado permite dejar abierta la ventana del referéndum, salvar
la cara a España y a la ONU. La primera por su acatamiento a las resoluciones
descolonizadoras del Consejo de Seguridad, aunque conlleve desentenderse de los
saharauis y entregárselos a Marruecos, y la segunda al permitirla preservar sobre
el papel uno de los principios de la Carta de San Francisco: el derecho inalienable
de los pueblos a elegir su destino.
La estrategia diseñada por Kissinger no dio los resultados previstos: la hegemonía
marroquí en el Magreb no se ha producido; la guerra del Sahara ha supuesto una
losa para el desarrollo de Marruecos que se ha visto impotente para controlar todo
el territorio y como sus políticas de colonización e integración se convertían
simplemente en represión y tortura para aquellos que no aceptaban el
sometimiento al sultán.
Las causas objetivas que permitieron “la marcha verde” han desaparecido: la
hipótesis más peligrosa que contemplaba la inestabilidad de la Península Ibérica
no ha tenido lugar; el fin de la guerra fría deja sin sentido estratégico beneficiar a
un país del norte de África en detrimento de otro, en lugar de buscar el equilibrio
regional por la vía del entendimiento y el libre acceso a las materias primas
existentes; hoy la hipótesis más peligrosa en esta zona reside en el auge y
fortalecimiento del fundamentalismo islámico y, este no aparece por generación
espontánea sino por el fracaso de las políticas de modernización.
Si la política auspiciada por los EEUU se basaba en la defensa de sus intereses en
el Mediterráneo, la de España era el resultado de la cobardía de una clase
dirigente durante los últimos estertores de la dictadura. Los implicados obtuvieron
el pago generoso a su colaboración en forma de dinero, de poder o de ambas cosas
a la vez. A costa, claro está, del prestigio internacional de nuestra nación y de lo
que es mucho más importante de la vida de varios miles de nómadas. Aunque la
clase política emergente no era mejor. A pesar de la postura inicial del PSOE
favorable al derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, la diplomacia
española se ha ido convirtiendo en una sucursal de París.
Los efectos negativos de la guerra sobre Marruecos comienzan a visualizarse en el
ámbito internacional. El año pasado el embajador saliente de los EEUU en Argel
declaraba que “la administración norteamericana no tenía intención de presionar
al Frente Polisario para que acepte la proposición de autonomía... EEUU desea
una solución pragmática bajo los auspicios de la ONU... los EEUU han acogido
favorablemente las ideas contenidas en la proposición saharaui”. La petición
realizada por numerosos parlamentarios europeos, en la Asamblea francesa, para
que Francia respete el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui en
vísperas de asumir este país la presidencia de la UE. Muestran que cada día que
pasa se hace más insostenible defender la aspiración marroquí sobre el territorio,
por su violación sistemática de los Derechos Humanos. Es evidente, que la
colaboración francesa se producirá en el momento que el pragmatismo
norteamericano tome carta de naturaleza efectiva y no sólo declarativa.
La Moncloa debería acelerar esa adopción de realismo político por parte de la
Casa Blanca, en su condición de antigua metrópoli, en lugar de apuntalar opciones
sin futuro político, mientras siga vivo el espíritu de resistencia saharaui, que sólo
nos conducen a la debilidad y al desprestigio y convierten a nuestro gobierno en
cómplice de la violación de los DDHH. Existe la certeza, al igual que en 1976
cuando se organizó la marcha verde, de graves responsabilidades en las altas
instancias del Estado. Personas que actúan en beneficio de una potencia extranjera
y en contra de los intereses nacionales. La diferencia es que hoy carecen de
argumentos razonables, solo la dinámica de la corrupción.
Diego Camacho
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