TEMAS FUNDAMENTALES DE LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA EN LA JUSTICIA PENAL JUVENIL El Juez de ejecución de las medidas, cada seis meses, revisará de oÀcio las medidas impuestas al menor, a Àn de constatar que se encuentra en un programa de capacitación y escolarización, y que la medida y las circunstancias en que se cumple no afectan el proceso de reinserción social del menor. Solicitará para ello la colaboración de los especialistas. Las medidas podrán ser modiÀcadas, sustituidas o revocadas por el Juez de oÀcio, a instancia de parte del Director del centro donde se encuentre el menor, con base en las recomendaciones de los especialistas. No será procedente la modiÀcación, sustitución o revocatoria de una medida de internamiento, cuando ésta represente un peligro para las víctimas o los testigos, se trate reincidencia o habitualidad, o la medida haya sido decretada por más de una infracción. Las personas encargadas de dar apoyo al menor informarán al Juez cada tres meses sobre la conducta observada por éste.” En consonancia con los ideales de reeducación y reinserción social que presiden primordialmente, tanto la imposición de la medida como su ejecución, se advierten, tanto en el párrafo segundo como en el tercero y cuarto, la preocupación de legislador por una continua evaluación judicial de los avances que el menor presente en la aplicación de cada una de las medidas establecidas en la Ley Penal Juvenil, y de ahí que las instancias técnicas o de especialistas gocen de un gran protagonismo de acuerdo al tenor literal de la ley. Sin embargo, tales actividades de seguimiento y los ideales que las inspiran sufren una insalvable contradicción cuando en el ámbito del internamiento se prohíbe su modiÀcación, sustitución o revocatoria al acontecer tres supuestos: (a) cuando el joven infractor represente un peligro para las víctimas o los testigos; (b) se trate de reincidencia o habitualidad; (c) la medida haya sido decretada por más de una infracción. En relación al primer supuesto, se advierte una connotación peligrosista del internamiento, cambiando su entendimiento de una sanción penal por el injusto cometido a una medida de carácter asegurativa del penalmente responsable, lo cual acerca su entendimiento a un inaceptable resabio del Derecho Penal de autor y una Áagrante inobservancia del principio de legalidad, tal y como lo vimos anteriormente. Aparte de ello, la seguridad de una víctima o de un testigo no resulta resguardada de forma completa con el encierro del infractor, pues sencillamente sus secuaces pueden encargarse sobradamente de eliminarlo; ora durante la tramitación del proceso, ora éste haya concluido. En realidad, tal disposición asemeja el encierro a los Ànes propios de la detención provisional, particularmente al peligro de obstaculización que un sindicado pueda tener en relación a la intimidación de los potenciales testigos. Peligro que no tiene 42