la despoblación indígena en perú y nueva españa durante el siglo

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L A DESPOBLACIÓN INDÍGENA
E N PERÚ Y N U E V A ESPAÑA D U R A N T E
E L S I G L O X V I Y L A FORMACIÓN
D E L A ECONOMÍA C O L O N I A L
Carlos Sempat
El
I.
ASSADOURIAN
Colegio de México
L A D E S P O B L A C I Ó N E N L O S ESPACIOS A N D I N O Y M E S O A M E R I C A N O
L o s C Á L C U L O S SOBRE el tamaño de las poblaciones andinas
y mesoamericanas durante el siglo X V I siguen siendo imprecisos, sobre todo para el balance global del primer momento. N o obstante, se han establecido dos hechos fundamentales: la alta densidad de población alcanzada por estas
sociedades agrícolas y su catastrófica reducción a partir de
la invasión europea.
L a alta densidad previa a la conquista dependió de varios
factores, por ejemplo, la edad temprana de las mujeres al
momento del matrimonio y u n régimen de fecundidad natural o de controles m u y relativos. Es m u y indicativo, al respecto, lo señalado por Las Casas: "vase u n a mujer por agua
al río y lleva delante dos o tres muchachos como los dedos
de las manos, y otro en los brazos, y otro dentro en la barrig a " (Las Casas, 1967, I, 111). Otros factores son: 1) el derecho de todas las unidades conyugales, sean del tipo n u clear —caso andino— o las integradas en familias extensas
—caso mesoamericano—, a parcelas de cultivos de autosubsistencia, l a alta productividad del trabajo agrícola y una
dieta donde lo crudo proporciona una fuerte cantidad de calorías; 2) el desarrollo en varios planos, desde la unidad doHMex,
XXXVIII:
3,
1989
419
420
CARLOS SEMPAT
ASSADOLJRIAN
méstica hasta el macronivel estatal, de mecanismos de acopio y redistribución que permitían diluir el efecto de los
ciclos meteorológicos adversos. Esta dinámica proclive al
crecimiento demográfico acentuado tuvo frenos en las guerras, originadas en parte por la aparición de relaciones críticas entre el tamaño de la población y la superficie de tierras
aptas para el cultivo. N o resulta posible todavía estimar la
incidencia del factor epidemiológico.
Actualmente predomina la idea de que las epidemias i n troducidas por los europeos fueron la principal (o la única)
causa de la crisis demográfica del siglo X V I . Si bien J . V e llard propuso tal enfoque en 1956, fue un ensayo de W . B o rah (1962) el que decidió su amplia aceptación.
Es necesario revisar esta idea. E n Perú y N u e v a España
la reducción de la población indígena se caracterizó por u n
p r i m e r colapso brusco, entre 1520-1530 y 1550, con mermas
casi absolutas en las zonas bajas calientes de la costa y descensos diferenciales en las tierras altas del interior, que oscilan del 50 al 75-80% del grupo adulto masculino. Las causas
del colapso fueron mencionadas por los cronistas. P a r a el
caso del Perú, enfatizaron la mortandad indígena ocasionada por las guerras de conquista y entre las mismas huestes
españolas, los periodos de hambre derivados de esas guerras
y el desorden codicioso de los europeos para obtener oro y
plata, factores a los cuales cabe añadir la sobremortalidad de
l a guerra de sucesión entre Huáscar y Atahualpa. U n reciente análisis de fuentes de procedencia indígena, muy exactas en sus datos numéricos, ha confirmado estas observaciones demográficas (Assadourian, 1987a).
Las causas del colapso en N u e v a España fueron bien expuestas por fray T o r i b i o de Motolinía, hacia 1541, cuando
enumeró las " d i e z plagas trabajosas" con que Dios castigó
esa tierra. Su orden de mención sugiere la intensidad de los
efectos demográficos: 1) la epidemia de viruela, desencadenada en 1520, y la de sarampión en 1531-1532; Motolinía
aclara que fueron m u y diferenciales en la mortalidad ocasionada; 2) " l a segunda p l a g a " , dice Motolinía, "fue los m u chos que m u r i e r o n en la conquista desta N u e v a España, en
especial sobre México. . . " ; 3) " l a tercera plaga fue una
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
421
m u i gran hanbre luego como fue tomada la civdad de México, que como no pudieron senbrar con las grandes guerras
. . .y lo que senbravan los vnos los otros los talavan y destruyan. . .no tuvieron que c o m e r " ; 4) el régimen de explotación impuesto por los europeos, que incluye seis plagas: "los
grandes tributos y servicios que los yndios hazían", "los calpixques", las minas de oro, el servicio de las minas, "los esclavos que hizieron para echar en las m i n a s " y la edificación
de la gran ciudad de México (Motolinía, 1979, 18-21).
Debemos esperar todavía u n mejor conocimiento de las
características demográficas del arco semisecular 15501600. L o s cálculos sobre el descenso de la población indígena deben ser revisados, estudiando las migraciones y la
transformación de losyanas y terrazgueros en tributarios; estos
cambios de categoría o de patrón residencial plantean problemas sobre la cobertura de las matrículas tributarias. Es
necesario, asimismo, evaluar qué efectos pudo trasmitir el
colapso de la fase anterior, cuya sobremortalidad fue diferencial por sexos y probablemente también diferencial por
estructuras de edad (clases huecas). M u c h o s documentos señalan l a resistencia masculina a contraer matrimonio para,
eludir l a incorporación al grupo tributario, pero resta comprobar si ello — u otras causas— determinó una edad más
tardía al momento de la unión en el grupo de las mujeres.
Los padrones registran intervalos prolongados entre hijos
vivos, pero falta interpretar el dato ¿descenso de la fecundidad o efectos del patrón de mortalidad?
Este trabajo más sutil sobre las fuentes, sin embargo, no
variará l a idea de que la tendencia cuantitativa estuvo regulada por las grandes mortalidades de carácter epidémico. E n
el Perú, los lapsos más letales son los de 1558-1560 (influenza,
viruela) y 1585-1591 (viruela, sarampión); en N u e v a España los de 1562-1564 (sarampión), 1576-1579 (matlazáhuatl,
cocolixtli), 1592-1593 (sarampión, tosferina) y 1595-1597
(sarampión, paperas).
422
CARLOS SEMPAT
II.
ASSADOURIAN
E L MODELO D E W o O D R O W
BoRAH
P e r c i b i d a la magnitud excepcional de la despoblación indígena, parece lógico asociar la catástrofe global, o la sobremortalidad de algún lapso epidémico, con la cristalización
del sistema económico colonial ocurrida en la segunda mitad
del siglo X V I . W o o d r o w Borah (1951), en otro ensayo de
notable influencia, abordó el problema de la interrelación
entre las variables demográfica y económica para el caso de
N u e v a España. E n el modelo de W . Borah, la gran mortalidad ocasionada por la epidemia de 1576-1579 significó una
coyuntura clave en la estructuración del sistema colonial,
pues obligó a reorganizar " l a base de l a producción de alimentos y las formas de obtener trabajadores". L o s cambios
que habría provocado este lapso epidémico son expuestos
haciendo contrastar dos tiempos, uno semisecular y otro secular, con abundancia y con escasez de alimentos y fuerza
de trabajo. Antes de 1575, sostiene Borah, " l a población española tenía abundante comida, combustible y forraje. E l
grueso de estas provisiones. . . provenía directamente de los
indios como tributo o como producto vendido en la c i u d a d " .
Pero debido tanto a la epidemia de 1576-1579, como " a la
disminución de la población indígena correspondió un descenso igual de los productos", los europeos evitaron
depender
indígenas.
directamente
L a manera
de
más
las
empobrecidas
comunidades
o b v i a de l o g r a r l o era
o t r o s c u l t i v o s n e c e s a r i o s e n las g r a n d e s
haciendas
implantar
españolas
q u e y a p r o d u c í a n t r i g o y g a n a d o [. . .] o b l i g a r a l a p o b l a c i ó n
indígena a p r o d u c i r alimentos en u n a explotación comercial,
e m p l e á n d o l o s c o m o labradores en tierras de españoles, bajo v i gilancia española.
Según B o r a h , mientras " e l gran número de trabajadores
indios entre 1521 y 1576 acostumbraron a la población blanca a tener u n sinnúmero de sirvientes", a partir de 1576 se
redujo el " c o n s u m o pródigo de mano de o b r a " empleada
como sirvientes y en ambiciosas construcciones, las cuales
"cesaron casi automáticamente después de 1576-1579".
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
423
Otro modo de enfrentar la drástica baja de los efectivos indígenas consistió en " l a eficacia de los métodos adoptados
para obtener mano de obra en los poblados indígenas". Estos, hasta 1575, "estaban obligados a proporcionar trabajadores en una forma bastante desorganizada", pero "ante la
aguda crisis de población iniciada en 1576-1579, los virreyes
Enríquez y V i l l a m a n r i q u e estructuraron u n sistema rígido
de reclutamiento: el repartimiento, el sistema de rueda o de
t a n d a ' ' . También esta coyuntura demográfica habría inducido a los europeos a resolver " e l grave problema de la escasez de mano de obra iniciado en 1576-1579 mediante el peonaje por endeudamiento".
Sin embargo, concluye Borah, a pesar de la transformación del sistema, como todos los sectores de la economía respondieron "prontamente al cambio demográfico", a partir
de 1576 " l a disminución de la población indígena causó u n a
espiral descendente en la economía de las clases europeas",
cuyo término se puede fijar en "los últimos decenios del siglo X V I I " , cuando ocurrió la recuperación de la población
indígena.
Esta última parte del modelo de Borah, la depresión económica secular iniciada a raíz de los efectos de la epidemia
de 1576-1579, ha concitado la mayor atención. L a otra proposición sustantiva, el que esa epidemia determinó la estructuración del sistema económico colonial, ha sido objeto
de pocos comentarios. Sólo es citable la posición de G i b s o n ,
según la cual los años de epidemia 1545-1548 provocaron
mayores cambios y modificaciones que los años 1576-1579
(Gibson, 1964). Pero existe u n a conformidad latente acerca
de la primacía de la variable demográfica en la formación \
del sistema económico colonial. Sin embargo, en procesos
de naturaleza tan compleja como es desestructurar el sistema arcaico indígena para formar una nueva economía mercantil,
siempre hay una convergencia (nunca exenta de contradicciones) de diversas variables.
t
424
CARLOS SEMPAT
III.
ASSADOURIAN
L A DOCTRINA LASCASIANA Y L A DESPOBLACIÓN
L a conquista y sobre todo el orden a imponer en los dos grandes espacios indianos desencadenaron innumerables debates
entre diversas corrientes teológico-jurídicas. Simplificando,
se deben considerar dos grandes posiciones. E n primer l u gar, l a doctrina orientada por fray Bartolomé de Las Casas.
A u n q u e han sido oscurecidas por ásperas controversias,
es fácil percibir las ideas primordiales de Las Casas. Las bulas papales de donación de las Indias eran preceptivas y obligaban al rey católico a u n a exclusiva comisión apostólica. E l
título papal, además, debía ser refrendado por los reyes y señores naturales de las Indias mediante u n pacto voluntario.
Bajo estas condiciones, el rey de Castilla, "emperador sobre
muchos reyes" o rey sobre muchos señores naturales, adquiría el
derecho a recibir tributos y otras rentas mientras éstas no
perjudicasen a los nuevos vasallos en " s u libertad n i a los señores naturales que t i e n e n " (Las Casas, 1958).
Los indios eran " m u y capaces e dóciles para toda buena
doctrina, aptísimos para recebir nuestra sancta fe católica e
ser dotados de virtuosas costumbres" (Las Casas, 1965,
1,17). Y como las leyes de su régimen temporal eran buenas
— " n a d i e tuvo nunca mejor policía" (Las Casas, 1958,
446)—, debían ser amparadas por la cruz, la cual sería i n troducida con métodos persuasivos (Las Casas, 1942). U n
requisito imprescindible para conservar a los indios e i m plantar el evangelio era prohibir la población de los españoles, pues " l a raíz ponzoñosa de la tiranía y cautiverio" que
destruía tanto a las Indias como el trabajo apostólico, residía
en " l a conversación continua de los cristianos", "supuesta
la ambición y codicia incurable y nunca sanable de los españoles" (Las Casas, 1958, 186).
E n esencia, los frailes apostólicos, protegidos por la corona y sin la presencia de otros europeos, harían renacer entre
los indios, "gentes paupérrimas y que menos poseen n i
quieren poseer de bienes temporales", la iglesia primitiva.
L a destrucción de la población indígena constituyó l a referencia más constante de la doctrina de Las Casas. Sus estimaciones sobre las pérdidas en el Perú y en N u e v a España,
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
425
cuatro millones hasta 1542, son aceptables. U n testigo del
desastre, fray Domingo de Betanzos, profetizó:
t o d a a q u e l l a g e n t e se h a d e c o n s u m i r e a c a b a r e q u e n o h a d e
q u e d a r d e l l a s n i d e sus d e s c e n d i e n t e s m e m o r i a n i n g u n a e (. . .)
n o b a s t a n p a r a r e m e d i a r q u e n o m u e r a n t o d o s e se a c a v e n t o dos leyes n i ordenanzas del m u n d o n i todo el poder del E m p e r a d o r n i el del P a p a ( . . . )
p o r q u e e l j u i s i o e s e n t e n c i a de D i o s
j u s t i s í m a m e n t e es d a d a s o b r e e l l o s q u e t o d o s m u e r a n e n o q u e d e d e l l o s m e m o r i a p o r q u e sus p e c a d o s s o n t a n h o r r i b l e s e c o n t r a t o d a n a t u r a l e s a q u a l n u n c a j a m á s se h a h a l l a d o ( A s s a d o u rian,
1988b).
Pero Las Casas siempre tuvo, frente a la destrucción de
las Indias, una visión experimental, no escatológica:
D o s m a n e r a s g e n e r a l e s y p r i n c i p a l e s h a n t e n i d o l o s q u e allá h a n
p a s a d o , q u e se l l a m a n c r i s t i a n o s , e n e s t i r p a r y r a e r de l a h a z
de l a tierra a aquellas miserandas naciones. L a u n a , por injustas, crueles, sangrientas y tiránicas g u e r r a s . L a o t r a ( . . . )
opri-
m i é n d o l o s c o n l a más d u r a , h o r r i b l e y áspera s e r v i d u m b r e en
q u e j a m á s h o m b r e s n i b e s t i a s p u d i e r o n ser p u e s t a s . A estas d o s
m a n e r a s d e tiranía i n f e r n a l se r e d u c e n e se r e s u e l v e n , o s u b a l t e r n a n c o m o a géneros, todas las otras d i v e r s a s y v a r i a s de asol a r a q u e l l a s gentes, q u e s o n i n f i n i t a s . ( L a s C a s a s , 1965, I, 21).
Las Casas anunció la continuación de la destrucción demográfica si los cristianos seguían en el Nuevo M u n d o . T a m bién creyó que, de cumplir el R e y Católico su comisión evangélica, apoyándose sólo en los frailes apostólicos, las Indias
se volverían a henchir de vasallos.
IV.
L A POLÍTICA D E L A UTILIDAD
ECONÓMICA
Las Casas logró una influencia considerable sobre la política
real en la década de 1540 {Las Leyes Nuevas). A l finalizar la
década de 1550 su doctrina era execrada por el Consejo de
Indias, ya predispuesto a transformar las Indias en u n terri-
426
CARLOS SEMPAT
ASSADOURIAN
1
torio de máxima utilidad económica para la corona. Este
cambio fue impulsado por el ascenso al trono de Felipe II.
E n sus términos generales, la nueva tendencia quedó m a n i fiesta en u n documento de 1555 donde, tras señalar " e l estado y necesidad en que se hallan las cosas de su real hazienda
a causa de sus grandes gastos", Felipe señalaba al Consejo
de Indias que " s i algún remedio se ha de hallar para cumplirlo de hasta aquí y lo de adelante ha de ser gran ge rías de
minas y otros aprovechamientos e arbitrios de Y n d i a s . . . " .
Esta concepción caracterizará la política indiana de Felipe
II. Fue justificada, tal como lo hizo el virrey Toledo al establecer la mit'a minera, por el avance de los infieles y de "las
setas y heregías que se an levantado en la christiandad",
ante lo cual " e l nervio principal después de Dios en que toda
la christiandad estriba para su defensa es la magestad del rey
de España". P a r a tan alto fin, éste debía ser socorrido con
" l a mucha riqueza de oro y plata que Nuestro Señor a dado' ' en las Indias (Assadourian, 1988a). Esta política también se convirtió en ideología: lo útil para la real hacienda
se identificó con lo justo para los indios, en el supuesto de
que la mayor explotación económica favorecería su cristianización.
A u n q u e Felipe pretendió aplicar rápidamente la política
de l a utilidad económica —aprobó, por ejemplo, l a oferta de
los encomenderos del Perú de una elevada suma de plata por
la perpetuidad de los repartimientos indígenas— primó el
criterio de sus consejeros de actuar en forma gradual. Eljtri2
1
E n u n parecer de 1 5 5 9 , el consejero doctor V á z q u e z r e p r o b a b a " e l
favor que en el C o n s e j o h a tenido el dicho O b i s p o de C h i a p a s ( . . . ) que
no hay l i b e r t a d de tratar de arbitrios algunos con que V M p u e d a ser servido, pues se tiene p o r tiránico hablar de que indios hagan algún s e r v i c i o " ,
CDIAO,
1 8 6 5 , iv,
144.
2
E n l a c o n o c i d a carta l a t i n a de fray Julián C a r e e s , obispo de T l a x c a la, donde aboga p o r l a r a c i o n a l i d a d de los indios y su c a p a c i d a d para recibir l a fe ( 1 5 3 5 ) , y a se encuentra esta posición: " d e aquí saquemos oro de
las entrañas de l a fe de los i n d i o s . E s t a r i q u e z a es l a que avernos de e m b i a r
para el socorro de nuestros soldados" en l a guerra contra los turcos ( D Á V I L A P A D I L L A , 1 9 5 5 , 1 4 7 ) . E l escrito de
1 5 7 1 del d o m i n i c o G A R C Í A D E T O L E -
DO, conocido c o m o el Anónimo de Yucay, constituye tal vez l a p i e z a ideológica más transparente y l l a m a t i v a de l a política de l a u t i l i d a d económica.
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
427
buto indígena fue el primer sector aieciaao. E n N u e v a España, hacia 1558-1560, se procede a cobrarlo a miembros de
linajes señoriales. E n 1563-1564, el visitador V a l d e r r a m a
completa la acción: aumenta el monto per capita y engrosa las
matrículas tributarias con los terrazgueros de las jefaturas
indígenas. E n el Perú, en 1566, u n visitador de la región de
la costa norte convierte en tributarios a losyanas y eleva radicalmente la tasa de monetización de la renta de las encomiendas; en 1567, en el repartimiento realengo de C h u c u i to, otro visitador hace lo mismo con los y anas y, además,
acrecienta la masa del tributo. E l virrey Toledo c u l m i n a esta
ofensiva; en 1571 inicia la visita general y va imponiendo u n
brutal ascenso del tributo per capita y de su cobro en plata.
L a presión sobre el tributo indígena aumentó los ingresos
de la real hacienda, de manera directa (repartimientos realengos) e indirecta, al promover una mayor oferta de fuerza
de trabajo indígena hacia las empresas de los europeos.
También produjo otros efectos: erosionar las bases económicas del poder de las jefaturas étnicas y permitir al Estado u n
mayor control sobre la Iglesia, al obtener de la nueva masa
de plata del tributo los recursos para pagar salario a los curas doctrineros.
Tras el impacto inicial causado por esta presión, sin embargo, el crecimiento del tributo devenía u n movimiento de
poca elasticidad, al quedar dependiente de la variable demográfica. L a lógica económico-demográfica, en consecuencia,
condujo a centrar la política utilitarista en el sector minero.
L a producción de metales preciosos era crucial para elevar
los ingresos directos de la real hacienda, tanto por el concep
3
3
E l a u m e n t o de l a tasa de monetización del tributo presiona a los
pueblos indígenas a vender excedentes en el mercado o a ofrecer fuerza
de trabajo al sector m e r c a n t i l europeo. A l o n s o de Z o r i t a señaló este doble
efecto y las áreas donde p r e d o m i n a u n a u otra forma: " p e d i r l e s reales
también es grandísimo a g r a v i o , porque si no son los que están en pueblos
cerca de españoles y en c a m i n o s pasajeros, los que alcanzan cacao o algodón o r o p a de él, o fruta, los demás, que es l a m a y o r parte, no alcanzan
dineros (. . .) y así los necesitan a irlos a buscar fuera de sus casas y
p u e b l o s " , " h a sido el mandarles tributar en dineros u n a terrible plaga
p a r a los indios ( . . . ) porque p o r t r i b u t a r en reales se d a n a buscarlos y
no a sembrar n i a las demás granjerias del c a m p o " , Z O R I T A , 1 9 4 1 .
428
3
CARLOS SEMPAT
ASSADOURIAN
to del quinto como del almojarifazgo pues, como se decía en
J aquella época para referirse al intercambio mercancía por
mercancía entre España y las Indias, " l o s comercios de esos
R e y n o s los trae la plata y oro de las minas déstos". Por otra
parte, la expansión del sector minero empezó a depender, a
p a r t i r de la década de 1550, de la innovación tecnológica y
las inversiones de capital. Frente a estos factores con eventual efecto multiplicador sobre l a producción, la variable demográfica —en su sentido más estricto— perdió influjo: el
problema quedó en gran medida circunscrito al de cómo generar una oferta de trabajo indígena hacia las minas.
E l desarrollo de la minería en N u e v a España estuvo cacaterizado por dos aspectos. E n primer término, el descubrimiento de recursos mineros en las zonas áridas y escabrosas del norte, con escasa población indígena, desencadenó
en proceso semisecular de expansión territorial, de avance
de l a frontera minera, que se convirtió casi simultáneamente
en frontera agraria (Powell, 1962, 1977; G e r h a r d , 1982).
A s i m i s m o , en 1553 Bartolomé de M e d i n a descubrió el
método de amalgama por mercurio, cuyo uso se generalizó
rápidamente y desplazó el procedimiento por fundición
(Bargalló, 1969). E l cambio técnico provocó modificaciones
profundas en la estructura del sector. P o r u n lado, hizo costeable la explotación de minerales con una baja ley de plata;
por el otro, promovió u n considerable flujo de inversión de
capital para fabricar los ingenios de molienda y refinamiento. Hasta el momento, la importación del mercurio de Nueva
España desde la metrópoli resulta el indicador más representativo del avance de la nueva técnica: en el quinquenio
1560-1564 entraron unos 3 000 quintales de mercurio; subieron a 4 840 en el quinquenio 1565-1569, y se duplicaron
y triplicaron (9 352 y 13 336 quintales) en los quinquenios
1570-1574 y 1575-1579 (Bakewell, 1971).
Dados los hechos anteriores, J . M i r a n d a observó con justeza: "entre las décadas quinta y sexta del siglo X V I se pro\ ducen transformaciones decisivas para el ser y la estructura
i del país". C o n la explotación de las minas de Guanajuato
! y Zacatecas y la aplicación del método de amalgama en frío,
añadía, " l a plata se convertirá en el eje económico de la co-
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
429
l o n i a " ( M i r a n d a , 1962a, 61-62). Esta fase de desarrollo de)
sector minero apareció impulsada por la iniciativa privada
y el Estado, el cual apoyó de diversos modos la seguridad de
la frontera, la innovación tecnológica y la migración de indígenas hacia los reales de minas del norte.
P o r el contrario, la minería del Perú •—muy concentrada
en el gran yacimiento de Potosí— entró en crisis en la década de 1560. Potosí poseía una singular estructura de producción. L o s indígenas tenían una alta participación en el mineral extraído y controlaban, con sus guayras, todo el proceso
de fundición; de acuerdo a los observadores de aquella época, u n porcentaje no inferior al 9 0 % de la plata quintada
procedía de los indígenas. L a crisis de Potosí obedeció sobre
todo a l a escasez de minerales de alta ley fundibles en las
guayras, por lo cual la producción de plata dejó de ser una
ocupación atrayente para los mineros indígenas. L a declinación de Potosí provocó en el resto de los sectores u n movimiento que he caracterizado como la primera crisis general de
la nueva economía mercantil (Assadourian, 1976).
C o n el objeto de redefinir la política indiana, en 1568 se
reunió en M a d r i d una junta extraordinaria dirigida por el
cardenal Espinosa, presidente del Consejo de Castilla e i n quisidor general, la persona más influyente de la corte. Dos
temas dominaron las sesiones de la llamada J u n t a Grande:
los de materia religiosa —especialmente el Patronato— y las
reformas económicas y fiscales que harían crecer los ingresos
de la real hacienda (Ramos, 1985). L a intención con la cual
trató la J u n t a Grande la cuestión económica se puede deducir de lo que fray Gerónimo de M e n d i e t a oyó en N u e v a España al virrey Enríquez: "que cuando lo despidieron del <
Consejo de Indias no le encomendaron otra cosa sino diñe- /
ro, dinero, moneda, moneda. . . " ( M e n d i e t a , 1892, II, 5).
Esta exigencia aparece, por cierto, en las instrucciones sobre
minas dadas por la J u n t a Grande al virrey Toledo. Su capítulo primero, que estipula el fin sustantivo a conseguir por
el nuevo gobernante del Perú, denota cómo se ha impuesto
el modelo de transformar las Indias en u n venero de monedas de plata para la real hacienda:
430
CARLOS SEMPAT
ASSADOURIAN
L a l a b o r d e l a s m i n a s d e q u e d e p e n d e n los q u i n t o s y d e r e c h o s
nuestros y e n que consiste l a r i q u e z a y substancia de aquellas
provincias,
queremos
que
sea m u y
favorescida y
reforcada
(. . .) d e m a n e r a q u e esto c r e z c a y b a y a e n a u g m e n t o
quanto
f u e r e p o s i b l e . Y d e m á s d e l o q u e a q u í se a d b i e r t e e n p a r t i c u l a r ,
t e n d r é i s v o s g r a n c u y d a d o d e l o q u e a esto t o c a c o m o d e l m á s
p r i n c i p a l y s u b s t a n c i a l n e g o c i o p a r a n u e s t r a h a z i e n d a y p a r a el
b i e n y beneficio destos reynos y de aquellas p r o v i n c i a s
(...)
p a r a q u e l a d i c h a l a b o r de las m i n a s y veneficio de los metales
crezca y b a y a siempre en a u g m e n t o ( A s s a d o u r i a n , 1988a).
D a d a la situación de la minería en los dos espacios co­
loniales, la J u n t a Grande otorgó mayor atención al caso crí­
tico. Encomendó al virrey Toledo promover la minería del
Perú mediante el cambio de su base técnica, o sea ensayar
el método novohispano de amalgama por azogue desarrolla­
do para los minerales de baja ley. A finales de 1571 se consi­
guió ensayar con éxito la nueva técnica en los "metales del
zerro de Potosí de todas suertes". Apenas divulgados estos
resultados, empezó a gestarse u n flujo de inversiones para
fabricar ingenios en Potosí. E l virrey Toledo, después de de­
mostrar la viabilidad técnica del beneficio por azogue, logró
también acrecentar esa inversión en capital fijo, al garanti­
zar su alta rentabilidad dictando tres normas: 1) el aprove­
chamiento de los desmontes de baja ley que abundaban en el
cerro de Potosí; 2) la concesión de una línea de crédito esta­
tal para la compra de azogue; 3) la provisión compulsiva de
trabajadores indígenas, con salarios fijados por el Estado.
E n los inicios de este proyecto, hubo manifestaciones fa­
vorables al aprendizaje del nuevo método por parte de los
indígenas, a fin de que éstos conservaran el control sobre el
proceso de producción de plata. A pesar de ello, fueron
rápidamente excluidos de la nueva estructura. Su marginación no puede explicarse por la presunta falta de capital d i ­
nero o de capacidad organizativa en los grupos indígenas.
E n tanto los jefes étnicos podían realmente montar la nueva
maquinaria de Potosí, la exclusión sólo pudo obedecer a una
determinada lógica colonial. P o r esta lógica, el poder político,
al modificar la base técnica de Potosí, procedió a concentrar
la propiedad de los medios sociales de producción en el gru-
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
431
po español. Y degradó a los indígenas ("habiendo poseído
toda l a riqueza y grosedad pasada, con que habían conservado y pendido de ellos el interés y el aprovechamiento general de todo el r e i n o " , como dice Capoche) a la condición
de trabajadores forzados bajo el sistema de la mita (Assádourian, 1976, 1987b). L o s cambios ejecutados por Toledo i m pulsaron u n ciclo minero fuertemente ascendente. M i e n t r a s
en el quinquenio 1571-1575 la producción de metales preciosos del Perú alcanzó u n promedio anual de 352 millones
de maravedíes, en el quinquenio 1576-1580 el promedio ascendió abruptamente cuatro veces y media más, a cerca de
1 622 millones. E l aumento continuó entre 1581 y 1600: el
promedio anual durante este lapso fue de 2 760 millones de
maravedíes. L a produción de plata en Potosí comandó el
movimiento general; de 1551 a 1575 se obtuvieron de sus m i nas 5 804 811 marcos (232 192 marcos de promedio anual)
mientras que en el siguiente cuarto de siglo, de 1576 a 1600,
la producción subió a 18 millones de marcos y el promedio
anual a 721 879 marcos.
E n las formas de empleo de la energía indígena, la esclavitud tuvo marcada importancia en N u e v a España hasta
1550 (Zavala, 1968) y ninguna en el Perú. Respecto al sistem a de la encomienda, parte de su evolución aparece ya reflejada en un memorial de 1532 donde Ramírez de Fuenleal,
presidente de la segunda audiencia de México, propugna
abandonar el paradigma de la sujeción personal del indio a
los encomenderos, por otro donde el R e y Católico cedía sólo
el tributo de sus nuevos vasallos (Zavala, 1973, 58-62). L u e go, al tasar el tributo y eliminar el servicio personal, el Estado terminó convirtiendo la merced de las encomiendas en
una pura renta monetaria; el propio rey, al incorporar los
repartimientos en su cabeza, participó en modo creciente de
tal renta. L a masa monetaria del tributo fue siempre u n
fuerte factor movilizador de energía indígena, incluso bajo
la forma de oferta voluntaria de fuerza de trabajo a las empresas españolas. Pero ya se ha señalado cómo, tras el primer
efecto provocado por su aumento per capita y su monetización, el tributo devino en u n factor que proyectaba m o v i mientos de poca elasticidad.
CARLOS SEMPAT
432
ASSADOUR1AN
E n la segunda mitad del siglo X V I , junto a la conversión
del sistema de la encomienda en una renta monetaria, el Estado impuso otro método para transferir fuerza de trabajo
indígena hacia las empresas europeas. E l proceso se prefigur a b a ya claramente en u n parecer de 1545 del licenciado
J u a n de Salmerón, antiguo oidor de la audiencia de México.
Salmerón era partidario de que se cumplieran las Leyes
N u e v a s , esto es, "que en vacando los yndios se pongan en
la C o r o n a e que de aquí adelante no se den yndios en encom i e n d a por ninguna Vía" y de que el rey concediera, en vez
de esa merced, juros con u n valor moderado, por una o dos
vidas o perpetuos, que "se avian de librar en el tesorero de
su M a g e s t a d que las pagase de las rentas de los tributos de
los y n d i o s " .
Además, como " s o n necesarios españoles que sustenten
la t i e r r a " y, cuantos más hayan, " l a rentas de su Magestad
serán tantas y tan gruesas", Salmerón proponía darles
"tierras suficientes para sus labrancas y heredamientos y no
ecesivos por que quede para los que adelante an de poblar".
Adepto al poblamiento europeo intenso de las Indias, Salmerón enfocaba sin ambages l a problemática cuestión de la provisión de fuerza de trabajo indígena:
R e s t a t r a t a r c ó m o se h a r á n y e d i f i c a r á n estos s o l a r e s y c u l t i v a r á n estas h e r e d a d e s y d i g o q u e a y n e c e s i d a d d e c o m e r c i o e n t r e
los e s p a ñ o l e s e y n d i o s , q u e l o s u n o s se a l q u i l e n y los o t r o s les
p a g u e n sus t r a b a x o s p a r a q u e l o s e s p a ñ o l e s t e n g a n el s e r v i c i o
n e c e s a r i o e q u i e n les a g a l a s c a s a s e c u l t i v e l a s h a z i e n d a s .
Que
e s t o se p o d r á h a z e r c o n l o s y n d i o s p o r v í a p e r s u a s i v a
q u e h a r á n l o s r e l i g i o s o s e l o s q u e g o b i e r n a n , e d o n d e esto n o
b a s t a r e sea por vía precetiva e aun conpulsiva,
por que sin esto no es
posible aver población que vaya adelante de presente.
Que
l o s p r e c i o s d e s t a s l a b o r e s t a s e n e l v i r r e y o algún o y d o r
e se t e n g a g r a n c u i d a d o e n l a p a g a d e l l o s e d e l b u e n t r a t a m i e n t o
d e l o s o b r e r o s , e s o b r e ñ o se e n c a r g u e l a c o n c i e n c i a de l o s q u e
goviernan.
(. . .) Que se efetuará señalando a cada pueblo [de i n d i o s ] cierta
cantidad de personas que travajen en estas obras a la continua e repartiéndolas ellos entre sí como lo suelen hazer ( A s s a d o u r i a n , 1 9 8 8 b ) .
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
433
L a propuesta del antiguo oidor refleja una experiencia de
1531-1532: la fundación de Puebla de los Ángeles por labradores españoles, quienes recibieron indios de servicio por
medio de negociaciones efectuadas por los franciscanos y el
propio Salmerón con los gobernantes indígenas de TIaxcala.
L o nuevo era la aceptación franca de la vía compulsiva y su
macroproyección.
L a forma del trabajo estacional compulsivo caracterizará
al desarrollo económico de la segunda mitad del siglo X V I .
Quedó manifiesta como nueva política del Estado en el " B o rrador de la instrucción del Príncipe D o n Felipe a D o n L u i s
de Velasco, Primero de este nombre, V i r r e y de N u e v a España, acerca de la libertad y buen tratamiento de los naturales
que trabajaban en las minas, estancias e ingenios, 1552"
(Cuevas, 1914, 170-175). Si bien este documento ordenaba
compeler a los indios a trabajar tanto en las minas como en
las empresas agrarias y construcciones urbanas, a cambio de
un j o r n a l fijado por el gobierno, el virrey Velasco excluyó
la minería del sistema de repartimiento forzoso. E n el Perú,
durante el gobierno del virrey Cañete y bajo el nombre
de mita de plaza, este método compulsivo también fue instaurado en la década de 1550 con el consentimiento del arzobispo de L i m a y los prelados de las órdenes religiosas. A s i mismo, como Velasco en N u e v a España, Cañete desoyó a
los empresarios mineros en su reclamo de indios de repartimiento.
Pese a que el " B o r r a d o r . . . " d e 1552 autorizaba el trabajo forzado en las minas, hasta 1566 hubo una frecuente
expedición de cédulas reales que prohibían ese método. Felipe II se hallaba ante una encrucijada. P o r u n lado, la política de la utilidad económica, tendiente a elevar en forma sincrónica la producción de plata y los ingresos de la real
hacienda, dependía en cierto grado de la provisión de fuerza
de trabajo indígena para las minas. P o r el otro, ante una
oferta restringida de trabajadores voluntarios, la aplicación
de la vía compulsiva para ampliar la oferta al nivel de la demanda real o eventual despertaba una furiosa oposición.
P a r a muchos religiosos y seglares, resultaba censurable que
el R e y Católico condenara a sus nuevos vasallos indios, recién
434
CARLOS SEMPAT
ASSADOURIAN
convertidos a la fe, a la m i s m a pena infamante recibida por
los cristianos de la iglesia primitiva.
Felipe II superó la contradicción en forma sigilosa. Las
instrucciones para el virrey Toledo sobre minas, acordadas
por la J u n t a M a g n a en 1568, aunque seguían el modelo de
la " u t i l i d a d económica", pues la producción de plata era
elevada al rango del "más principal y substancial negocio
para nuestra hazienda'', eludían estampar su corolario más
extremo: la vía compulsiva. E n efecto, el capítulo octavo, dedicado al factor trabajo, dentro de su excelsa ambigüedad,
la única interpretación que no admite, o no pudo incluir, fue
la aprobación del trabajo compulsivo en las minas:
4
P r e s u p u e s t o q u e e n l a l a b o r d e las m i n a s e n e l P e r ú n o p u e d e
h a v e r s e r v i c i o de e s p a ñ o l e s , p u e s es c i e r t o q u e l o s q u e allá están
n o se a p l i c a r á n a e s t o , y se d i z e q u e d e l o s e s c l a v o s n o se p u e d e n
servyr en l a d i c h a l a b o r p o r l a q u a l i d a d y frialdad de l a tierra.
Y
así es f o r c o s o q u e se o c u p e n e n esto los y n d i o s , los q u a l e s
c o m o q u i e r a q u e esté o r d e n a d o
q u e n o se les h a g a f u e r g a n i
c o m p u l s i ó n d e v e n ser p o r t o d o s l o s m e d i o s j u s t o s y r a z o n a b l e s
a t r a y d o s p a r a q u e e n las d i c h a s m i n a s a y a c o n t i n o e l n ú m e r o
nescesario a l a labor dellas. . .
Las instrucciones de 1568 sobre minas tienen el carácter
de documento público. E n secreto, Felipe II y el cardenal Espinosa concertaron la posibilidad de implantar en el Perú,
por medio del virrey Toledo, el sistema de trabajo compulsivo para las minas. Por el sigilo con que actuó el R e y Católico,
el análisis histórico carga sobre Toledo la responsabilidad de
haber impuesto la mit'a minera. Por cierto, fue Toledo
4
A l r e s u m i r las oposiciones al trabajo c o m p u l s i v o en las m i n a s , u n
gran j u r i s t a del siglo x v n conceptualizaba: " l a labor de las minas y beneficio de sus metales siempre se j u z g ó y tuvo por carga servil, y a u n más
que servil; y así los romanos no echaban a ella sino hombres delinquentes,
facinerosos y de h u m i l d e y b a x a condición y fortuna, y tenían esta pena
p o r tan grave o más que l a de l a muerte. . . D e aquí es que en las r i g u r o sas persecuciones de los C h r i s t i a n o s a lo que querían m a r t i r i z a r c o n pena
más recia que de muerte les d a b a n ésta, porque l a tuviesen más d i l a t a d a ,
c o m o lo p o n d e r a b i e n S . A m b r o s i o . . . " , S O L Ó R Z A N O Y P E R E Y R A , 1972, i ,
274.
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
435
quien decidió la escala espacial y humana de la mil'a. P u d o ,
incluso, precipitar los hechos cuando, como él mismo afirm a , después de conseguir la aprobación religiosa en octubre
de 1570, estableció de inmediato la miVa " p o r no perder la
ocasión esperando la resolución" del rey y del Consejo de
Indias. D e todos modos, por más que Toledo actuara con relativa autonomía, o que haya seguido instrucciones dadas
por el cardenal Espinosa, Felipe II, por su investidura y su
conocimiento del proyecto, es el responsable de esta grave
determinación (Assadourian, 1988a). Es de notar que muerto el cardenal Espinosa (1572), Felipe II despachó dos cartas
a N u e v a España —una del 7 de mayo de 1574 al virrey Enrí- j
quez y otra de 1575 a la audiencia de la ciudad de México— I
en las cuales autorizaba aplicar el método compulsivo (Encinas, 1945, I V , 315). A u n q u e sin alcanzar la envergadura de
la mit 'a andina, el repartimiento forzoso de indios a las m i nas se extendió por la N u e v a España durante el último cuar- \
to del siglo X V I (García-Abasólo, 1983, capítulo I V ; Zavala, *
1985 y 1987, capítulos 4).
L a fundación de ciudades, con el correspondiente reparto
de solares urbanos y heredades rurales, constituyó la primera forma de ocupación de tierras por los europeos. P o r u n a
figura jurídica de la conquista, el derecho del R e y Católico a
suceder en las haciendas y rentas de los señores universales, los
españoles tomaron las tierras de cultivo que producían i n gresos para los cultos y el Estado prehispánicos. Cabe mencionar también las ventas realizadas por los jefes indígenas
y las cesiones —precarias o definitivas— que hicieron a sus
encomenderos. E l mecanismo más importante, posteriormente, fueron las mercedes; si bien los gobernantes concedían tierras baldías, estas áreas reconocían dueño entre los
pueblos indígenas (posesión inmemorial, derecho otorgado
por el señor universal) y se habían dejado de cultivar por l a
baja demográfica. E n N u e v a España la eficacia del mecanismo de las mercedes fue acentuada por la concentración de
poblados indígenas realizada en la década de 1550.
A l terminar esta década se puede hablar ya de una territorialidad agraria europea, pero con localizaciones de consistencia m u y variable. E n N u e v a España l a ocupación resultó
436
CARLOS SEMPAT
ASSADOURIAN
intensa en el valle de México. E n 1561, fray Alonso de M a l donado podía acusar a los españoles de haber "quitado a
aquellas pobres gentes las tierras y pastos de tal manera que
veynte leguas en torno de México y quinze por parte de la
cibdad de los Ángeles, no sólo no han dexado a los indios
pastos, más aún tierras para sembrar en muchas partes les
f a l t a n " (Borges, 1961, 123). P a r a el Perú, fray Francisco de
M o r a l e s denunció que las tierras tomadas por los españoles
" s o n muchas y m u i principales y las mejores y como si los
indios fuesen estrangeros y no tubiesen dominio y señorío
sobre sus haziendas (. . .) Y en muchas partes donde están
indios poblados cerca de pueblos de españoles les padecen
harta necesidad de tierras para sembrar''. Dentro de la generalización de este franciscano, válida sin duda, pueden ser
resaltados dos casos, cuya especificidad obedece a distintos
motivos: el área de L i m a , donde acaeció la desaparición casi
completa de la población indígena, y el área del C u z c o , donde la ocupación europea estuvo signada por el despojo de
tierras a las panacas reales inkas (Rostworowski, 1962 y
1963; C l a v e y R e m y , 1983, capítulos II y III).
Expuesta la situación relativamente crítica de los pueblos
indígenas aledaños a las ciudades europeas, se debe notar el
caso distinto de los otros pueblos: debido a la caída demográfica, tenían ahora una sobreabundancia de tierras, con
grandes porciones sin cultivar. Esta primera etapa se caracterizó por otro rasgo. Los pueblos indígenas estaban siendo
despojados de tierras y, además, aumentaban las presiones
de los europeos tendientes a intensificar el proceso de expropiación. S i n embargo, el despojo carecía de u n a doctrina
congruente, que negara el derecho de los señoríos indígenas
a los territorios que habían poseído durante su gentilidad.
Estimo que hubo después de 1570 otra fase de expansión
de la territorialidad europea, tanto en el Perú como en Nueva España. E n el Perú, la nueva coyuntura fue facilitada por
el violento proceso de reducción de los pueblos indígenas
ejecutado por Toledo. Este virrey dictó u n a n o r m a que preservaba el derecho de los pueblos a las tierras que él mismo
les obligaba a abandonar. Pero el cumplimiento de la norma
quedó a cargo de la eventual resistencia de las jefaturas indi-
437
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
genas. E l Estado colonial promovió la usurpación de las
tierras desocupadas por las reducciones, ya sea en forma legal (mercedes) o admitiendo las irrupciones de facto de los
europeos.
E l Estado, asimismo, mediante u n cambio doctrinario,
terminó amparando (y usufructuando) esta última fase de expropiación. E n 1537 u n breve de Paulo III declaraba que los
pueblos de las Indias, "aunque se encuentren fuera de la fe
de C r i s t o no han de estar privados, n i se han de privar de
su libertad n i del dominio de sus cosas", bajo pena de excomunión latae sententiae. Basados en el corpus tomista y en el
carácter preceptivo del breve papal, muchos religiosos de las
órdenes dominica, franciscana y agustina defendieron el derecho de los señoríos indígenas a conservar íntegramente el
territorio de su gentilidad. Esta posición tuvo gran influencia durante varias décadas. Pero en 1591 Felipe II dictó u n a
famosa cédula:
P o r h a b e r N o s s u c e d i d o e n t e r a m e n t e en el señorío de las I n d i a s
y p e r t e n e c e r a n u e s t r o p a t r i m o n i o y c o r o n a r e a l l o s v a l d í o s suel o s y t i e r r a s [se o r d e n a r e p a r t i r ] a l o s i n d i o s l o q u e
buenamente
h u b i e r e n m e n e s t e r p a r a l a b r a r y h a c e r sus s e m e n t e r a s y c r i a n zas, confirmándoles e n lo que a h o r a t i e n e n , y dándoles de n u e v o l o n e c e s a r i o , t o d a l a d e m á s t i e r r a q u e d e y esté l i b r e p a r a h a cer m e r c e d y d i s p o n e r de ella a nuestra v o l u n t a d .
Entre el breve de 1537 de Paulo III y la cédula real de
1591 había transcurrido medio siglo, durante el cual se cambió la naturaleza del dominio sobre las Indias. E n 1630, u n
eminente historiador del derecho indiano evadió cualquier
ficción jurídica anotando la razón económica de la cédula:
E n t i e m p o d e l s e ñ o r R e y F i l i p o I I se p r o p u s i e r o n a l g u n o s a r b i t r i o s p a r a e l d e s e m p e ñ o d e l p a t r i m o n i o R e a l , i p a r a las I n d i a s
se a d m i t i e r o n , e n t r e o t r o s m e n o s i m p o r t a n t e s , d o z e .
(. . .) E l s e x t o , q u e se r e p a r t i e s s e n t i e r r a s , i l a s q u e e s í a v a n
r e p a r t i d a s , c o n m e n o s l e g í t i m o s títulos d e l o q u e c o n v e n í a , se
c o m p u s i e s s e n . T a m b i é n d e s t e m e d i o se s a c ó c a n t i d a d c o n s i d e r a b l e ( L e ó n P i n e l o , 1 6 3 0 , f. 1 1 8 ) .
Además del grueso flujo de dinero canalizado hacia la real
438
CARLOS SEMPAT
ASSADOURIAN
hacienda por las ventas y composiciones de tierra, el crecimiento de la territorialidad agraria europea, en tanto ésta
podía albergar volúmenes mayores de producción, originab a u n aumento del ingreso fiscal constante en los rubros del
diezmo, almojarifazgo y alcabala. Durante las últimas tres
décadas del siglo X V I , los gobernantes procuraron que los
crecimientos físico y productivo de este espacio agrario
guardaran cierta sincronía. E n N u e v a España los contingentes de los dos turnos de repartimiento {sencilla-dobla), se
elevaron del 2 al 10% de la población tributaria. E n el
Perú se estableció la séptima, un turno anual que afectaba del
14 al 15% de la población tributaria. E l porcentaje real fue
siempre mayor a la séptima legal, debido a las intensas m i graciones indígenas y a la morosidad del Estado en aplicar
la norma de la retasa.
Las cuentas de los diezmos conforman el registro estadístico más importante para el análisis de la producción agraria
colonial. Veamos su movimiento en tres obispados de N u e v a España. E n O a x a c a se recauda en la década de 1570 u n
promedio de 6 000 pesos de oro común; en la década siguiente, la recaudación sube a 8 000 y 10 000 pesos en 1584
y 1589. E n el obispado de Michoacán, los diezmos de la provincia del mismo nombre muestran una larga tendencia ascendente. D e 1550 a 1561, el promedio anual es de 3 000 pesos de oro de minas y se duplica y triplica —6 235 y 17 200
pesos— entre 1562-1570 y 1571-1580 (Schwaller, 1985, 222);
" h a c i a 1590 el diezmo producía anualmente unos 25 m i l pesos, y de 57 m i l hacia 1625 pasó progresivamente a 85 m i l
en 1635" ( M o r i n , 1979, 30). E l valor de los diezmos líquidos del obispado de Puebla traza otro movimiento secular
marcadamente ascendente. E n 1544 el valor líquido de estos
diezmos supera por p r i m e r a vez los m i l pesos de oro común
($1 304) y sube por encima de la decena de miles de pesos
en 1558 ($14 982). E n 1573 el valor líquido muestra otra violenta alza ($29 000), doblando prácticamente el valor alcanzado en los años anteriores. Sigue subiendo en los años de
crisis demográfica (1577: $34 426; 1578: $38 853; 1579:
$40 334), para llegar, en 1582 y 1583, a los 53 701 y 45 043
pesos de oro común. L a tendencia se prolonga hasta las dos
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
439
primeras décadas del siglo X V I I . L a información para el
lapso 1602-1622 muestra ese ascenso en los tres ciclos discernióles: en el primero de 7 años (1602-1608) la media se sitúa
en los $140 115; en el segundo de seis años (1609-1614) en
$104 205 y, en el tercero de ocho años (1615-1622), la media
está en los $160 000 ( M e d i n a R u b i o , 1983).
La* tendencia ascendente de los diezmos, en la segunda
mitad del siglo X V I y las primeras décadas del siglo X V I I ,
expresa el desarrollo progresivo de la producción mercantil
en u n número cada vez mayor de empresas agrarias de propiedad europea. A l controlar directamente la producción
mercantil, los europeos la organizan según sus principios
económicos, tanto en lo referente a las condiciones técnicas
como al ritmo y las formas de cooperación del trabajo. D e
acuerdo a los indicadores del diezmo, este proceso "modern o " de producción del excedente mercantil agrario alcanza
su mayor dimensión después de 1570.
E l desarrollo del sector minero lanza a la circulación una
gran masa de plata. L a expansión de l a territorialidad agraria europea en el espacio colonial permite a la creciente población blanca acceder a u n a importante fracción de esa
masa monetaria. Se crean, así, los requisitos para aumentar
la capacidad de importación del Perú y N u e v a España.
V e a m o s ahora, en consecuencia, el movimiento del comercio atlántico. L a serie de remesas privadas de plata de las
Indias a España construida por H a m i l t o n representa una
balanza de pagos internacionales del conjunto colonial, pues
agrupa cifras propias de la balanza comercial con otras que
corresponderían a ingresos extraordinarios de la real hacienda y a partidas invisibles: envíos de plata para rentas e
inversiones, remesas de emigrantes, fletes, etc. A u n q u e H a milton no pudo desagregar estos diversos componentes, su
serie refleja las tendencias del flujo de mercancías entre
el conjunto colonial y la metrópoli. D e 1551 a 1560, las remesas privadas de oro y plata tienen u n a media anual de
1.266 752 pesos de 450 maravedíes. E n las décadas siguientes, 1561-1580, la media anual de las remesas crece en u n
tercio, al situarse en los $1 947 734. Las décadas de 1581 a
1630 componen una clara fase semisecular, en la que se dan
440
CARLOS SEMPAT
ASSADOURIAN
los puntos más altos de todo el siglo X V I y X V I I : su media
de $4 250 064 dobla los niveles anuales del lapso inmediata­
mente anterior ( H a m i l t o n , 1975, 47). L a serie de H a m i l t o n
está, en cierto modo, corroborada por la estadística de
C h a u n u sobre el tonelaje de los barcos de la carrera del
Atlántico.
L a expansión del comercio monopólico indiano acrecen­
tó, por el cobro del almojarifazgo, los ingresos de la real ha­
cienda. T a n t o esta expansión y su efecto fiscal, como la re­
distribución de los factores tierra y trabajo para conformar
u n sistema productivo colonial que favoreciera el provecho
comercial de l a metrópoli, fueron cuidadosamente debatidos
en la J u n t a M a g n a de 1568. Las instrucciones a los virreyes
Enríquez y Toledo hacen patente la política acordada al res­
pecto .
L a cristalización de u n sistema económico mercantil, con­
trolado internamente por la población europea, constituyó
la premisa de la política de la utilidad económica. E l Estado
logró imponer este proyecto entre 1570 y 1600. E n términos
cuantitativos, el corolario del cambio estructural, aumentar
al máximo los ingresos indianos de la real hacienda, se
percibe en las siguientes cifras (revisadles) sobre las remesas
de plata para el Estado que entran a Sevilla. Entre 15461565, la media anual de estos envíos es de 430 460 pesos de
450 maravedíes. E n el decenio siguiente la media casi se du­
plica (1566-1575: $708 340) y se vuelve a duplicar en los tres
quinquenios que van de 1576 a 1590: $1 482 899. Las remesas para el Estado alcanzan su nivel más alto justamente en
la última década del siglo X V I , con una media anual de
$2 099 766 ( H a m i l t o n , 1975, 47).
Felipe II también acrecentó fuertemente los ingresos de la
real hacienda en sus posesiones europeas y en la misma Es5
5
Además del c a m b i o de l a base económica y de los impuestos a la
circulación m e r c a n t i l , Felipe II aplicó otros arbitrios p a r a elevar sus i n ­
gresos i n d i a n o s : donativos y servicios graciosos, estanco en las salinas,
composición de extranjeros, habilitación de mestizos p a r a honras y ofi­
cios, habilitación de ilegítimos p a r a herencias, venta de los oficios que no
tuviesen jurisdicción, L E Ó N P I N E L O , 1630, f. 118.
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
441
paña ( U l l o a , 1963). Pero, en las Indias, esa presión económica tuvo efectos singulares: determinó una acelerada transición que subordinó realmente el modo arcaico indígena al
avanzado sistema mercantil de los europeos.
V .
L A VARIABLE
DEMOGRÁFICA
Hasta 1550, la destrucción demográfica de las Indias incidió
fuertemente en el rumbo de la política real. E n la segunda
mitad del siglo X V I los hechos demográficos perdieron ese
influjo.
Algunos de los religiosos todavía fieles al ideal de la iglesia
primitiva, ante el ansia de oro y plata de Felipe II, reclamaron prediciendo el castigo de Dios a España y la consumición de los indios. E n cambio, en las esferas del poder estatal, entre quienes planearon o ejecutaron la política de la
utilidad económica, se negó que esta política pudiera tener
efectos negativos sobre la dinámica demográfica. Llegaron
a idear incluso una seudoteoría: el ocio era la causa fundamental del menoscabo de los indios y los conducía a su pronta extinción. P o r lo tanto, argüían, si el Estado colonial los
obligaba ahora a "travajar todo lo que solían" durante su
gentilidad, no sólo aumentarían los ingresos de la real hacienda sino que l a población indígena volvería a crecer como
en su tiempo antiguo.
E n cierto sentido, los hechos demográficos negaron la
predicción de los frailes apostólicos. Para N u e v a España, algunos indicadores muestran una recuperación de la población indígena a partir de 1630-1650 ( M i r a n d a , 1962b; R a bell, 1984). Respecto a Perú, una investigación reciente
trasmite todavía l a idea de la continuidad del fuerte declive
demográfico después del lapso de la conquista: considera
sólo el grupo de indios tributarios y propone tasas de despoblación m u y altas, ya sea para 1550-1630 (66%) o 15701630 (54%) (Cook, 1981). Antes, sin embargo, otros estudios ya habían mostrado que las matrículas tributarias, en
tanto sólo registran u n segmento o fracción de la población
indígena, no representaban, " e l movimiento demográfico
442
CARLOS SEMPAT
ASSADOURIAN
g e n e r a l " (Sánchez A l b o r n o z , 1978) y enfatizado la relevante
dimensión alcanzada por las migraciones en el espacio andino durante la primera mitad del siglo X V I I (Assadourian,
1982). Esto en cuanto a la tendencia cuantitativa. Falta saber todavía si la presión del sector mercantil europeo produj o efectos sobre el régimen demográfico indígena.
Se debe discutir ahora si la variable población indígena,
por si misma, influyó en el proceso de cristalización del sistem a económico colonial. Solamente treinta años después de
su publicación, apareció la primera argumentación contraria a la hipótesis de W . Borah de que en la N u e v a España
— a u n dándose la transformación del sistema económico—
el tamaño de la población indígena, después de la nueva reducción ocasionada por la epidemia de 1576-1579, determinó una depresión secular en la economía controlada por los
europeos (Bakewell, 1971, capítulo I X ) . Esta revisión inicial
fue prolongada por u n enfoque centrado en otros factores
(Israel,T975), y por el debate que tuvo como principal referencia las series de ingresos de la real hacienda ( K l e i n y T e
Paske, 1981, 1982; K a m e n e Israel, 1982). Entre tanto otro
ensayo, de difusión restringida, intentó redefinir las relaciones entre la variable demográfica y el movimiento del conj u n t o económico, incluyendo el sector productivo indígena.
Este ensayo dejó establecido que, a partir de 1570 y con una
duración por lo menos semisecular, se produjo la fase del ereacimiento histórico de la economía mercantil, cuyos indicadores
seguían u n curso inverso al posible movimiento descendente
de l a población indígena. E l ensayo también sugería que, en
el caso de haber ocurrido en el siglo X V I I una depresión de
la economía mercantil, ésta hubiera quedado situada en el
periodo en que empezaba la recuperación de la población i n dígena (Assadourian, 1979).
E n ese ensayo también se discutía una aplicación del supuesto principal del modelo de W . B o r a h . Este supuesto se
puede definir como la relación óptimo de (des)población óptimo
económico: mientras no se redujese más allá de cierto tamaño,
la población indígena podía proporcionar los bienes y servicios necesarios para el máximo bienestar de los europeos.
Pero si el número de productores indígenas quedase por de-
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
443
bajo de ese nivel, los europeos sufrirían la caída crítica de
sus rentas y el hambre. C h a u n u utilizó esta relación de óptimos bajo el rótulo de umbral de seguridad. A su juicio, el cambio en l a tendencia principal del tráfico atlántico de la economía novohispana, ocurrido en l a década de 1620 según
sus investigaciones, obedeció a que la población indígena
rompió en su decrecimiento ese u m b r a l de seguridad. S i guiendo los trabajos de los historiadores demógrafos de Berkeley, cuyo aporte aún estaba representado por la curva de
C o o k y Simpson (1948), C h a u n u colocó el u m b r a l de seguridad demográfico en los 2 millones de indios, pues creía que
entre 1620 y 1630 la población de México central pasó de
1.9 a 1.7 millones. A l descender la población indígena por
debajo de los 2 millones, ello produjo, según C h a u n u , " u n a
mutación de la economía colonial [que] arrastra toda la economía colonial a una zona de frenaje intenso. Las actividades que implican relaciones a más larga escala son las primeras en pararse. . . " ( C h a u n u , 1959, V I I I - 2 / 2 , 1559-1560).
Esta conclusión tuvo casi de inmediato una graciosa contradicción, pues según los cálculos posteriores de la escuela de
Berkeley (Cook-Borah, 1960a, 1960b, 1962), la población
indígena del México central habría roto ese u m b r a l de seguridad de los 2 millones hacia 1580, no cuando concluye sino
incluso antes de que empiece la tendance majeure elaborada
por C h a u n u para el tráfico atlántico.
Sirva el error de C h a u n u para prevenirnos sobre la precariedad de nuestras series cuantitativas y contra las teorías
que además son elaboradas a partir de una defectuosa correlación de esos datos empíricos. Si va a reflejar el proceso
real, la teoría debe aceptar la siguiente premisa: el tamaño
de las poblaciones indígenas del Perú y N u e v a España, entre
1550 o 1570 y 1620, no impidió gestar n i detener el desarrollo de la economía mercantil impulsado por la políticadeTa
utilidarJ_economica. Y a dentro de esta perspectiva, es dable
reconocer que el tamaño de la población indígena —o de su
sector productivo masculino—, en tanto resulta u n factor
instrumental m u y estratégico, obliga al poder estatal a ponderar la magnitud de fuerza de trabajo disponible y planificar su empleo sectorial. Esta forma de incidencia de la variable
444
CARLOS SEMPAT
ASSADOURIAN
demográfica sobre el proyecto de desarrollo económico fue
expuesta con notable claridad en la década de 1570 por el
virrey Toledo:
siendo el n ú m e r o de los y n d i o s p o c o ( . . . )
dévese
considerar
c o n e l p o c o p a ñ o q u e a y d e l l o s si es m á s útil q u e se d e n p a r a
l a l a v o r de las m i n a s o p a r a l a s g r a n g e r í a s l a v o r e s y c o m i d a s d e
l a t i e r r a , d e l a s q u a l e s se p o d r í a n y r c e r c e n a n d o a l g u n a s d e l a s
q u e d i g o e n l a m e m o r i a d e h a z i e n d a q u e se p u e d e n m e j o r p a s a r
a c á c o n e s p e r a l l a s d e allá ( L e v i l l i e r , 1 9 2 1 , III, 3 2 7 ) .
A h o r a bien, en cierta medida esta barrera demográfica
puede ser contrarrestada por los mecanismos institucionales. Por ejemplo, el Estado puede elevar la presión sobre la
territorialidad campesina indígena para desprender de ella
flujos estacionales de fuerza de trabajo de mayor amplitud,
o permitir la localización definitiva de efectivos indígenas en
las empresas mercantiles europeas (peonaje por deudas, yanaconas). Es cierto que el tamaño de la población indígena
acaba por fijar u n límite al volumen global de la producción
del sistema, en sus agregados mercantil y de autosubsistencia, pero es más su gerente discutir qué tanto influyó esta variable numérica en el grado de mercantilización alcanzado
por el proceso real de producción (unidad del proceso directo de
producción y del proceso de circulación). Aquí cabe plantear
la hipótesis de que grados más altos de mercantilización
pueden estar dados por la menor magnitud de esa población
y no al revés. L a cuestión resulta más compleja todavía,
pues presupone incorporar otros niveles de análisis: qué capacidad poseen los sistemas económicos de aquella época
para mercantilizar enteramente el proceso real de producción, o cómo influyen ciertos rasgos del dominio colonial,
por ejemplo, la combinación entre el proyecto de aumentar
la rentabilidad neta de las posesiones indianas y la norma de
conservar u n área para la economía campesina indígena. L o
dicho no niega que, cristalizado el nuevo sistema económico, sin que haya cambios tecnológicos trascendentes en el régimen productivo, l a variable demográfica trasciende sobre
la dinámica económica (reproducción simple, ampliada o ne-
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
445
gativa). Pero ello corresponde a otro curso temporal, el de
la reproducción del sistema, no al periodo de su formación.
C a b e , por último, especificar si los lapsos epidémicos tuvieron algún efecto sobre el proceso semisecular de formación de l a nueva economía europea. E n primer lugar, la tendencia estructural de este proceso, determinado por otros
factores, no fue frenada por tales coyunturas demográficas.
E n segundo lugar, en relación a los movimientos cortos de
la producción mercantil, podría hacerse el razonamiento
más elemental: la abrupta caída de la población afecta la
oferta compulsiva de indios de repartimiento y ello provoca
una crisis de cierta duración en el volumen y el régimen de
precios de la producción mercantil. S i n embargo, el análisis
debe estar orientado por otras premisas. Primero, la de reconocer cómo afecta la sobremortalidad a los grupos de
edad. S i la epidemia daña sobre todo a la población infantil,
su efecto sobre la oferta de trabajo aparecería más tarde (clases huecas). Segundo, que tales efectos son anulados si los
mecanismos institucionales obligan a los pueblos indios a
transferir la misma cantidad de trabajadores estacionales,
aunque se haya reducido el número de sus efectivos adultos
masculinos. Las coyunturas de sobremortalidad epidémica, en consecuencia, amplifican sus efectos negativos dentro
de l a territorialidad indígena, pero no trascienden hacia el
sector mercantil europeo, o no reflejan su verdadera dimensión en la curva de la producción mercantil. Por lo demás,
el análisis de las relaciones entre estas coyunturas demográfica y económica debe complicarse, pensando que las inflexiones bruscas en la curva de la despoblación indígena pueden no significar u n descenso mecánico y de igual intensidad
en l a relación volúmenes de fuerza de trabajo/niveles de pro6
6
P o r ejemplo, fray G e r ó n i m o de M e n d i e t a encomió l a piedad del v i rrey Fonseca y Zúñiga, pues ante l a e p i d e m i a desencadenada en N u e v a
España en 1595 no permitió " q u e en t i e m p o de tan manifiesta necesidad
fuesen en a l g u n a m a n e r a apremiados los indios a a c u d i r al trabajo personal de los españoles, no obstante que l a m a y o r parte de las sementeras de
trigo estaban por coger, lo que otro virrey pasado no hiciera, sino ponerlos en
aprieto, c o m o si de derecho d i v i n o d e b i e r a n este s e r v i c i o " , M E N D I E T A ,
1973, II, 99. L a s cursivas me pertenecen.
446
CARLOS SEMPAT ASSADOURIAN
ducción. Está claro que la aplicación de la tecnología europea en los sectores agrícola, manufacturero y transporte de
la nueva economía mercantil aumentó el nivel de productiv i d a d de la jornada de trabajo social medio del indígena.
VI.
LAS VARIABLES DEMOGRÁFICA Y ECONÓMICA
Y LASOBREDETERMINACIÓN
POLÍTICA:
L A D I V E R G E N C I A D E N U E V A ESPAÑA Y PERÚ
E n 1568, como lo indica el programa de reformas acordado
por la J u n t a Grande, Felipe II decidió aplicar en las Indias,
sin escrúpulo de conciencia, la política de la utilidad económ i c a en forma más congruente y con la mayor intensidad.
Durante toda la década de 1570, esta política fue ejecutada
en N u e v a España y Perú por los virreyes Enríquez y Toledo; ambos fueron preparados para gobernar atendiendo la
imperiosa necesidad de aumentar los ingresos de la real
hacienda. S i n embargo, al dejar ambos sus gobiernos, las
poblaciones indígenas de N u e v a España y Perú habían quedado subordinadas al sector mercantil de los europeos bajo
coeficientes de explotación de distinta intensidad. ¿Por qué?
E n N u e v a España, antes de 1600, la etapa importante de
congregación de pueblos indígenas se dio en la década de
1550, bajo la dirección de los frailes y con el consentimiento
del virrey Velasco, u n gobernante "temeroso de D i o s " y
" p a d r e " de los indios. E n Perú, la congregación general fue
ejecutada con gran rigor por el virrey Toledo en menos de
cinco años. E n N u e v a España, el tributo indígena fue elevado en 1563-1564 por el visitador V a l d e r r a m a ante la furiosa
oposición de las órdenes religiosas; en ese tiempo todavía era
fuerte la idea de que la política de la utilidad económica gravaba la conciencia real. E l virrey Enríquez no introdujo ningún aumento en la tasa per capita del tributo. Toledo reorde
no el tributo e impuso u n a tasa de tres a cinco veces más alta
que la imperante en N u e v a España. Es seguro que Enríquez
acrecentó el porcentaje del 2 % de la población tributaria repartida para el sector agrario europeo, pero Toledo escogió
la escala métrica de la séptima, que compelía del 14 al 15%
PERÚ Y N U E V A ESPAÑA, SIGLO X V I
447
de los efectivos masculinos adultos. Enríquez implantó en
N u e v a España el repartimiento minero, pero en forma selectiva, afectando no más del 4% de los tributarios de ciertos
pueblos localizados a 20 o 30 leguas de las minas. L a miVa
minera que estableció Toledo a partir de 1571 en G u a m a n g a
tuvo tal escala espacial y humana —como lo muestra el
cuadro que incluimos sobre la mit 'a de Potosí— que gravó
para siempre la conciencia del R e y Católico y de España.
Ante la cruel servidumbre a la cual Toledo condenó a los
indios del Perú, la situación de los indios de N u e v a España
parece benigna. Pero si los paradigmas estructurales de la
política de la utilidad económica fueron los mismos, ¿por qué
hubo tanta diferencia en el coeficiente de explotación implantado
para los indígenas en ambos espacios? E l factor demográfico
no tuvo ninguna significación. L a diferencia se explica más
bien observando otras causas. Primero, que en N u e v a España hubo ciertos procesos dados antes de 1570, cuando la política de la utilidad económica aún podía ser moderada por
diversos reparos. Segundo, por la ideología y la personalidad de quien gobernó el Perú en la década de 1570. A l ejecutar en forma tiránica las instrucciones de aumentar los i n gresos de l a real hacienda, el virrey Toledo creía que servía
al catolicismo y a España enviando toda la plata con que
Dios había dotado a los indios del Perú. Estaba convencido
de que así ejecutaba la voluntad de Felipe II, quizás como
el mismo R e y Católico podía habérselo insinuado personalmente, o quizás como el cardenal Espinosa, el personaje
omnipotente de l a corte, entendía que debía ser la voluntad
de su rey.
Falta investigar si esta diferencia de intensidad en la ejecución de l a política de la utilidad económica tuvo efectos d i vergentes sobre el régimen demográfico de ambas poblaciones indígenas. P o r el momento sólo sabemos que originó en
el Perú u n fenómeno migratorio de mayor amplitud que en
N u e v a España. Y que en el espacio andino, las migraciones
indígenas influyeron en los niveles de recaudación del tributo, en el proceso de expropiación de tierras a los pueblos y
en la oferta de fuerza de trabajo regulada por el sistema de
la mit'a.
448
CARLOS SEMPAT
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