1. ADRAMON (principios del siglo xvi) por José Manuel Lucía Megías TESTIMONIO [1] Bibliothéque Nationale de France (París): ms. Esp. 191 [—>] TEXTOS 1. El príncipe Dionís es coronado como rey de Polonia I^n siendo de día, el príncipe vio la a claridad por unas vidrieras, llamó que le diesen de vestir. Preguntáronle qué ropas quería que le diesen, respondió: -Las de ayer, que otras vezes avía traído. Salió a la sala donde halló muchos señores que le estavan esperando y, aunque ropas ni atavíos nuevos no avían sacado, ivan tan ricamente vestidos y ataviados de lo que en sus casas tenían que poca falta hizo sacar cosas nuevas, que salieron tan ricos y tan ponposos y galanes de vestidos, collares y cadenas y guarniciones de cavallos que no se podría dezir. Baxando el escalera, halló un hacanea ruana con la guarnición toda negra, en la cual fue a la cartuxa, aconpañado de muchos grandes y señores y gran multitud del pueblo. Apeado, entró en la iglesia; llegado a la puerta de la red que en la capilla del altar mayor estava, donde los enterramientos de los reyes de Polonia estavan, se hincó de rodillas y hizo oración muy devotamente un cuarto de hora-, después entró en la capilla y fuese a los sepulcros o monimentos adonde sus reyes, señores y padres estavan; haziéndoles gran acatamiento y reverencia, se tornó a hincar de rodillas y les hizo un muy hermoso razonamiento como si bivos estuvieran, de gran dolor y muy concertado. Acabado, levantóse en pie y besó las manos de los bultos que sobre las sepulturas estavan, que heran de avolio que acá llamamos marfil, labrado de relieve de muchas figuras y de otras muy delicadas lavores con mucho oro, que dudo otro tal se pudiese hallar. Besadas las manos con el acatamiento que antes de defuntos solía hazer, no cesando de les hablar y dezir lo que quería, luego los cantores empegaron la misa, la cual dixo el Arzobispo de Paludi, capellán mayor. El príncipe se fue a la confisión de la misa, la que con mucha solenidad fue dicha. La corona que el Papa Bonifacio enbió al buen rey Timoteo fue puesta en el altar BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 624. EDICIÓN: Gunnar Anderson (ed.), Newark, Delaware, Juan de la Cuesta, 1992. ESTUDIOS: Cacho Blecua (1995) y Lucía Megías (2001c). 4 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS real y un estandarte y un pendón real y un estoque, lo que todo fue bendito por el capellán mayor. Acabada la misa, sin ninguna cerimonia, el Arzobispo dio la bendición y el agua bendita; luego salieron de la sacristía ira reyes de armas, con sus cotas y vergas en las manos, y tras ellos mi maceros con sus macas muy grandes y ricas, y cotas con las armas de Polonia, los cuales yendo al rey; él se levantó de su estrado y se fue a los monimentos y, puesto a los pies de sus padres, dixo al gran condestable, que lo estava mirando, que hiziese lo que avía de hazer. El rey se hincó de rodillas, el condestable fue al altar y dio el estandarte al alferes mayor del reino, que de juro y de heredad lo tenía, al buen Bernaldo, conde de Marcara, honbre de L años; el pendón real dio al esforcado y buen cavallero Narciso, antiguo criado del rey Máximo, el cual siempre gelo da va; el cetro rogó a Gotardo, el gran chanciller, que lo tomase y, siendo él muy cortés y no queriendo abracar mucho, se escusó diziendo que el un oficio que tenía le bastava, que lo diesen a otro; diolo a Arnao, conde Ben; él tomó el estoque, sacándolo, dixo ni vezes en alta boz: -¡Polonia, Polonia, por el rey <Leonís> [Dionís], nuestro derecho y verdadero señor! Dicho cada vez, callava un poco y preguntava si avía alguno que dixese el contrario. Dicha la tercera vez, vino delante del rey, hincando las rodillas en el suelo y hizo un muy hermoso razonamiento; acabado, puso el estoque al rey en la mano derecha; luego partieron del altar el estandarte y pendón real, diziendo los que los traían: -¡Polonia, Polonia, por el rey <Leonís> [Dionís], nuestro natural y verdadero señor! Cuando el uno acabava, el otro comencava y d'esta manera dieron una CASTELLANOS buelta por la capilla; tornaron delante del nuevo rey donde estuvieron de rodillas. Luego los ira reyes de armas se pusieron a los ira cantones de la capilla, diziendo cada uno d'ellos: -¡Polonia, Polonia! etc. Acabado de dezir tres vezes, movieron los mi maceros, cada uno con su rey d'armas, delante; todos juntos enpecaron a dezir: -¡Polonia, Polonia! [etc.] Luego salieron de la sacristía el abad y flaires con capas muy riquísimas, que hartas tenían; fueron al altar y tomando en medio al capellán mayor, que la corona llevava, fueron al rey y dichas muchas oraciones y dadas muchas bendiciones, el arzobispo le puso la corona. Luego el conde Ben le dio el cetro y, antes que lo tomase, dio el estoque a Niceto, hijo mayor del Duque de Foya, su paje de cámara, que siempre delante del rey lo llevase. Puesta la corona, cuantos en la iglesia estavan, enpecaron a dar bozes: -¡Polonia, Polonia, biva, biva <Leonís> [Dionís], nuestro natural señor! Acabado todo, el rey se levantó y quitando la corona tornó a besar las manos a los bultos de sus reyes, señores y padres; y hechas muchas reverencias y acatamientos, se partió, siempre la corona en la mano, hasta que fue fuera de la capilla y con muchos gritos y alboroto salieron del monesterio; muchas cerimonias y solenidades se dexaron de hazer porque el rey no quiso. Entrados en la villa, dio una pequeña buelta por ella; fuese a descavalgar a palacio, que ya heran ra horas después de medio día; luego fue traído el manjar, sentóse a comer; muchos señores y grandes estavan presentes, hablavan en muchas cosas de plazer. Aleada la mesa, el rey se retraxo a reposar y cada uno se fue a su posad, (ff. 9v-10r). ADRAMON 2. El r e y e s t r a i c i o n a d o y m u e r to. Fedrique consigue salvar al príncipe Adramón, con quien parte para Italia e d r i q u e d i x o a sus barqueros: -¡Hermanos míos, ya veis la gran traición!, -llorava en gran manera-, ¡ya veis que si el rey y el príncipe son muertos, que a este niño viene todo el reino y será rey! Hazed como fieles vasallos lo que yo os diré, que yo os juro y prometo, a la fe de cavallero y por Dios todo padre poderoso, de hazeros hazer tantas mercedes que dexés el oficio que traes y seáis ricos y honrados vosotros y los que de vosotros vinieren. Todos, quien llorando, quien gritando le dixeron: -¡Manda, señor, lo que querrás, que lo haremos aunque non cueste la vida! -¡O, Nuestra Señora Bendita, que con tanta fatiga y peligro huíste con tu hijo chiquito, acorre y guarda a esta criatura para que se salve y no venga en poder de sus enemigos, y que hagan d'él lo que an hecho de su padre y hermano! ¡Hermanos, torna la barca camino de Sigismunda porque nos apartemos de las ásperas montañas! -Así lo haremos, señor. Buelta la barca, diéronse tanta prisa en remar que en poco tienpo llegaron al cabo del lago; hallaron dos carros del rey con cada mi cavallos cada uno. Mandó Fedrique a los barqueros y a los que con él venían que a nadie dixesen lo que avía acaescido. Baxó en tierra y llamó a uno de los carreteros, díxole: -Toma dos cavallos des'otro carro y ponedles en el vuestro, porque el rey m'enbía a Sigismunda con el infante, que se á sentido malo. El carretero dixo: -Yo lo haré de grado. Puestos seis cavallos en el carro, sacó al infante de la barca y dos cofres pe- F 5 queños y uno algo mayor, con muchas joyas de gran valor; puestos en el carro, a una dueña y tres mugeres que venían en la barca mandó que las llevasen en el otro carro, y de los suyos y de los del infante, los que pudiesen llevar; los otros que se fuesen a pie o esperasen otros carros. Mandó al carretero que tirase camino de Sigismunda. Cuando fue tres leguas del lago, dixo: -Amigo, por amor mío, que tomes el camino más corto para Rogena, porque en Sigismunda quicá no avrá físicos ni boticarios tales que les serán menester ni el servicio como en Rogena. Respondió: -Manda, señor, lo que querrás, que yo lo haré de grado. -¡Vamos, en nonbre de Dios! Y con seis cavallos parescía que el carro bolase. A la meitad del camino de Rogena, topó con un carro en que un hermano suyo venía, con mi cavallos muy buenos. Como lo conosció, dixo: -Hermano, dadme este carro hasta Rogena, y vos irés en este carro del rey que yo trayo. Baxando de los carros, apartó al hermano, díxole: -Andad cuanto pudierdes, que hallares hechos muchos males y traiciones. Y si os preguntaren por mí, no digáis que me aves visto en ninguna manera. Id en buen hora y rogá a Dios que nos guíe y encamine. El hermano quisiera ir con él o saber algo. Fedrique le dixo: -Id presto, que allá seres menester. No cures de saber más. Fedrique pasó al infante al carro y los cofres, que muy buena cama traía, y algunas cosas de comer; puestos en el carro, dixo al carretero: -Hermano, tira camino de Rogena. Así lo hizo. Llegando cerca de Faconia topó con un carro bueno y bien cubierto con mi cavallos muy buenos; su 6 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS oficio era llevar y traer mercaderes. Enparejando los carros, Fedrique dixo al carretero: -Amigo, descavalgá si os plaze, que os quiero hablar. Respondió: -Soy contento. Y descavalgando, Fedrique lo apartó: -¿Hios alguna parte que seáis obligado o is a buscar dónde ganéis? -Señor, voy a buscar la vida. -¿Querésme llevar hasta Letarmer, que es el postrer lugar de Polonia, que son d'aquí allá ocho jornadas, y si bien andamos no serán seis? -¿La paga será tal que lo haré? -¿Qué querés que os dé? -Señor, bien meresco por ir en cinco días, como querés, xx pesos de horo, -Por mi fe, -dixo Fedrique-, soy contento, porque me pareces onbre de bien, aunque es mucho. Tomó un portacartas, luegos gelos dio. Pasó la cama que traía y los cofres aquel carro, y después al infante; antes que lo metiese en el carro, le dio de comer (una tetilla de un capón, fianbre y pasas y higos que traía) y dexólo andar un poco por un prado. Dio al carretero xi pesos de oro, y mandóle que fuese bolando a buscar a su amo a Sigismunda o al lago. Puso al infante en el carro, dixo: -Amigo, vos hazed toda la diligencia que pudierdes, que yo os pagaré el vino; y donde supierdes que ay buenas cosas para comer y buen vino, comprares a todos, que yo os daré el dinero. Las noches querría que durmiésemos en poblado por este niño. -Así lo haremos; en lo de las provisiones, dexadme el cargo. Fedrique le dio dies monedas de oro para conprar, diziendo: -No dexés de conprar lo bien por escaseza. (ff. 72v-73v). CASTELLANOS 3. Venturín es a r m a d o caballero L u e g o la d a m a pasó delante y dixo d'esta manera: [...] -La fama que por el mundo buela, de las muchas virtudes, grandeza y liberalidad de vuestra señoría nos á dado alas y coracón para venir de lexas tierras a ver y hablarvos en esta solene fiesta. Y pues d'ello mucho provecho resulta, y en especial a las personas que poco pueden y son agraviadas, y para el castigo y reprensión de los delincuentes y malhechores, y pues principalmente los que esta tan alta horden reciben se an de enplear en honrar y favorecer dueñas y donzellas y biudas y menores, pues poca defensa y mucha necesidad tienen de ser favorecidas, ayudadas y defendidas; y pues d'este número, muy noble y magnífico señor, somos, querríamos que parte nos cupiese, y por esto traemos este novel, para que vuestra señoría le dé la horden de cavallería, porque siendo hecho a nuestra suplicación más obligación nos terna; y para que todo el mundo conosca cuánta obligación á de tener a dueñas y a donzellas, trae en este escudo la pintura que clara paresce que son damas y donzellas, -dixo-. Señor que ningún estorvo tiene por el cual no se le dava dar, jurando a Dios a estos Santos Evangelios, -poniendo la mano en un misal que pidió-, que es engendrado de legítimo matrimonio, y por entr'ambos padres y sus IIII avuelos la marece; y si muy mayor fuese, la merecería no aviendo en él ni en sus antecesores raca ni mésela de mala sangre. Y no me alargo a dezir más porque mi comisión no lo consiente ni tampoco a vuestra señoría ni a él conviene por agora sabello. Y si d'este jurament, muy noble y magnífico rey, no os fiáis, -vuelta a una dama, tomó un cofre abierto; estava lleno de joyeles y cadenas y cosas de horo con muchas piedras y perlas, diziendo-, he aquí este ADRAMON cofre que os doy en prendas, que vale más de cincuenta mil nobles de la rosa, para que si jamás se hallare el contrario de lo que digo, que vuestra señoría haga y disponga d'él como de cosa suya; y si con el tienpo fuere informado con mucha certeza que lo que tengo dicho es verdad, que bolviendo o enbiando por él, me lo mande tornar y restituir. Y si por enbidia o por ser alguno mal acondicionado, querrá dezir que lo que tengo dicho no es así, estos dos cavalleros, de tanta hedad como veis, sosternán y mantendrán que todo lo que he dicho es verdad, haziendo desdezir o vencer a cualquiera que contra lo que tengo dicho querrá oponer y deziF algo. Y los otros cavalleros, ¿qué dezís? -Que para la horden que recebimos de cavallería, juramos y prometemos de guardar y mantener todo lo que vos, dama, aves dicho y proferido, y para en señal y certeza d'ello echamos los guantes derechos. Y luego los echaron delante del rey. diziendo: -Quien contra lo sobredicho o parte cfello querrá dezir algo, pase adelante y tome el guante que más le agradare. Antes que la dama enpecase su habla, todos los noveles eran tornados a entrar por ver y saber qué cosa hera; todos se juntaron muy cerca, que bien oyeron todo el razonamiento de la dama y cavalleros, de lo cual todos estavan muy maravillados; estuvieron callando una pieca. Dixo la dama: -No cabe pensar ni dudar en lo que tengo dicho, que si supiéredes quién es y cuánto este novel á de servir a Dios y a personas necesitadas y tanbién cuanto la merece por sus antecesores, vuestra señoría enbiara por él para gela dar. El rey dixo: -Por mi fe, dama, que no me sé determinar. Hermanos, hijo y vosotros ca- 7 valleros, ¿qué os paresce? ¿Qué os parece que haga, que no sé tomar partido? Cuantos en la iglesia estavan davan bozes, aleando las manos derechas, diziendo: -¡Dégela vuestra señoría! ¡Dégela vuestra señoría! Como el rey oyó lo que todos a un boz dezían, buelto a su nieta, la infanta, le dixo: -Y vos, hija, que sois pura y sin pecado, ¿qué dezís? Luego se puso de rodillas, diziendo: -Que suplico a vuestra señoría que gela dé. -Agora os digo, -dixo el rey-, que es volunta de Dios. Llegalde acá, quitalde el almete o alce la vista. -No se cure vuestra señoría por agora d'eso, que no pasarán años ni meses ni semanas que lo conoscerá, y verá vuestra señoría y toda su corte. -Sea en nonbre de Dios, -dixo el rey. ¿Qué pedís, hijo? Respondió el novel: -Señor, ser cavallero. -Pues dadme su espada. Uno de los cavalleros, que el espada traía en la mano, se quitó el sonbrerete y se fue al príncipe: -Señor, vuestra merced sea su padrino, y dé esta espada al rey. El príncipe se levantó riendo, dixo: -Cavallero, no sé con qué ni cuándo pueda pagaros el alegría que m'avés dado en querer que yo sea su padrino. Tomando el espada, el señor Roger llegó con él y mucho miravan la hechura y riqueza del espada. Sacada de la vaina, tomada por la punta, la dio al rey y, aunque hera harto luenga y ancha, no parescía al rey que tenía nada en la mano. Dixo otra vez: -¿Qué pedís, hijo? Respondió el novel: -Señor, ser cavallero. Dixo el señor Rogel: » ANTOLOGÍA DE L I B R O S D E CABALLERÍAS -Esta es la mejor espada y mejor y más ricamente guarnecida que jamás vi. El rey la miró mucho y rodeava en la mano; dixo el señor Roger: -Para ver la riqueza y hechura, tienpo á menester. El rey tornava el espada al príncipe, dixo: -Halo vuestra señoría cavallero, que aún no le á dado la horden de cavallería que él ni su dama piden. -Por mi vida, -dixo el rey-, que se me avía pasado de la memoria. Hijo, ¿qué pedís? -Señor, ser cavallero. Dándole con el espada sobre el almete, dixo: -¡Dios os haga buen cavallero! Tornó el espada al príncipe, el cual creyó que le dixera que gela ciñiese; el cavallero que gela dio gela tornó a pedir, diziendo: -Harta merced á sido querer ser su padrino. Tomada el espada se fue delante de la infanta, diziendo: -Pues á de ser cavallero de las damas, y así s'á de llamar, justo es que dama y donzella le ciña el espada. Por tanto, señora mía, vuestra merced gela ciña. ' La cual, tomando el espada, sin esperar licencia ni [de] madre ni de avuelo, baxó del cadahalso y muchos señores con ella, fue a donde el novel estava. Hecho gran acatamiento al rey y tíos y padre, gela ciñó muy desenbueltamente; ceñida, dixo: -¡Dios os haga buen cavallero y sea con vos y os guarde! El novel se le humilló mucho y quiso tocar la mano; ella no quiso, y se tornó al cadaalso. Luego el otro cavallero tomó las espuelas, escogió la derecha y fuese al señor Roger, diziendo: -Señor, pues tan buen principio y medio á ávido la cavallería d'este novel, vuestra señoría le dé buen fin, y sea que CASTELLANOS le calce el espuela, que en algún tienpo lo servirá al rey y a todo su linaje. El señor Roger se levantó con mucha alegría, diziendo: -Yo soy el que gano en esta mercadería, y no solamente la una, mas las dos le calcaré. Lo cual hizo luego. -Una cosa á acaecido en el armar este cavallero, -dixo el cardenal-, que jamás creo que se vio. ¿Qué, señor hermano? -Que tres vezes le preguntó vuestra señoría si quería llamándolo hijo, que no creo que á sido sin misterio. -No miré en ello. Hecho esto, dio la horden a los que faltavan. (ff. Il6r-117r). 4. Triste final del autor del libro r r n a d o s a la cibdad, enbióme a llamar el rey, y en presencia del duque muy afectuosamente me mandó que dexase de escrevir por algún tienpo hasta que él me lo mandase, en lo cual mucho servicio le haría, que no tardaría mucho que tendría qué escrevir y cosas grandes y de mucha importancia. Respondí: -Yo haré, señor, de grado lo que vuestra señoría me manda, como hize en escrevir lo que el rey, mi señor y vuestro padre, me mandó, porque su prisión y los tienpos an sido tales, y mis males y enfermedades y trabajos tantos y tales que no me podré sufrir ni esperar. El rey, sin que más dixese, me dixo: -No cures, que yo proveeré largamente. Esperé algún tienpo y nunca vi tal provisión ni mercedes y, como ha muchos años que estoy en la corriente de desdichas y desventuras, pérdidas y trabajos, visto que el rey no s'acordava ni acordó de mí, atribuílo a mi desdicha y ADRAMÓN mala suerte y n o ha su grandeza y liberalidad, pues el rey Adramón, más por presto, digo, que por escaso, se deve tener, según las grandes y continuas mercedes que acostunbra a hazer, las cuales no principia después de rey que, siendo cavallero andante, por d o n d e pasava dexava a todos espantados de las dádivas que clava sin querer recebir presente, dádiva ni merced de ningún príncipe del mundo. Esto n o lo digo por creces ni ensalmar sus cosas, mas p o r q u e veáis claro cuánta es mi desventura y desdicha que basta matar y atar las manos a príncipe tan liberal, que comigo n o p u e d a hazer lo que con todo el m u n d o ha hecho y haze. Deliberé irme por el m u n d o como el corcho sobre el agua por ver si cesara el viento de mis males, y mi áspera fortuna amainara, y si mi quietud y bonanca hará 9 algún principio para mi descanso. Deliberé, pues, escrevir de visavuelo y avuelo, de padre y de hijo, de jamás tomar péñola para escrevir, sino seguir mi mala y perversa ventura; y si escriviere, será d'ella, q u e n o p o c o tendré qué dezir y q u é contar y escrevir, pues soy cierto q u e cama y cintura y malaventura nunca faltó a los desdichados, tampoco faltará a m í . Laus Deo. Este libro es acabado d'escrevir y de hordenar. El gran Dios sea loado que tanto tienpo m'á dado que lo pudiese acabar; mas lo que está por venir, la ra^ón claro lo enseña que no se sabe escrevir, así que quiero de^ir fecha carta Deus manteña. (ff. 186r-v). 2. AMADIS DE GAULA (Libros I-IV) de Garci Rodríguez de Montalvo (h. 1496) por Juan Manuel Cacho Blecua TESTIMONIOS [1] [Sevilla], [Meinardo Ungut y Stanislao Polono], [1496] [2] Zaragoza, Jorge Coci, 1508 (30 de octubre) [H>] BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 632. FACSÍMIL: Edición de 1508 (Madrid, Instituto de España, en prensa); edición de 1533 (Barcelona, Círculo del Bibliófilo, 1978); edición de 1535 (Valencia, Roig Impresores, 1996); edición de 1539 (Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1992) EDICIÓN: Juan Manuel Cacho Blecua (ed.), Madrid, Cátedra, 1987-1988. ESTUDIOS: Avalle-Arce (1990), Cabarcas Antequera (1992), Cacho Blecua (1979, 1986 y 2000), Gracia (1991, 1992 y 1993), Mérida (1994), Ramos (1994 y 1995), Riquer (1987), Sales Dasí (1999) y Suárez Pallasa (1995 y 1998).