1 ¿Qué sociedad queremos? Voy a hablar desde dónde estoy hoy día,

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 ¿Qué sociedad queremos? Voy a hablar desde dónde estoy hoy día, trabajando en educación en sectores vulnerables, integrando el Consejo Regional Metropolitano. Comprometida con la vida política y el servicio público desde un partido cuyo sello ha sido su vocación democrática y una visión transformadora de la realidad y que, como la mayoría de los partidos sufre un deterioro de su identidad y unidad. Orgullosa de la Concertación ; integrante incómoda de la Nueva Mayoría (ese ha sido mi mundo ) y preocupada por el presente y futuro de nuestro país. Desde allí intentaré responder la pregunta acerca de qué sociedad queremos. ¿Conocen ustedes a Gepe, a Anita Tixoux o Alex Andwanter ? ¿Saben quién es Garmendia? ¿Ubican a los youtubers más famosos de Chile? Pues bien, son cantantes – artistas -­‐ jóvenes-­‐ que la llevan. Todos ellos, frutos de su propio mérito y creatividad, han usado medios no tradicionales para comunicarse y se han transformado en referentes de opinión, muchas veces con más seguidores que cualquier político. Hace poco asistí a observar una clase de ciencias sociales en un 1º Medio de un colegio en La Pintana. Era 2 de mayo. El profesor preguntó: “¿ Qué pasó ayer?” Silencio generalizado. Una niña, tímidamente dijo: “¿fue feriado irrenunciable?” “Sí -­‐respondieron varios-­‐ feriado irrenunciable. “¿Pero , por qué?” Alguno esbozó “porque era el día del trabajo”. El profesor preguntó si habían visto en la televisión la marcha de los trabajadores. Ninguno. Pero todos tienen teléfono celular y en los recreos se les puede ver en círculo, cada uno centrado en su teléfono. Les aseguro que serán de los primeros usando Pokemon go. Nunca una generación cambió tanto su vida respecto de las anteriores. La era digital les está abriendo horizontes en lo que a ellos les motiva, que no es lo mismo que lo que nos importa a nosotros, lo que me hace sentir que tal vez estamos hablando a un mundo en extinción y que nuestros mensajes no están llegando a una parte importante de nuestro país, especialmente a los jóvenes (estos jóvenes no van a las marchas). Por otra parte, estamos insertos en esta globalización compleja y diversa. Experimentamos fenómenos universales, como el malestar que se expresa contra el statu quo y las elites en el Brexit, la campaña presidencial norteamericana, la dificultad de construir gobierno en España y los populismos en América Latina. Admitamos que ni aquí ni allá la política ha sido capaz de encausar ese malestar, y, más bien, se ha dejado tentar por las promesas -­‐ fáciles de proclamar, pero difíciles de cumplir. No obstante, la complejidad de esta nueva realidad, los anhelos respecto de la sociedad parecen ser bastante compartidos. Hoy se valoran más que antes los derechos humanos, el respeto a la diversidad, la libertad en todas sus expresiones, el cuidado del medio ambiente, el emprendimiento, la autonomía de las personas y comunidades, el tiempo libre. La ciudadanía está demandando igualdad: de derechos, de trato, de oportunidades. La seguridad es una aspiración generalizada, ligada al bienestar. Las personas quieren vivir en un país del cual puedan sentirse orgullosas, que les permita desarrollarse, con un futuro promisorio. 1 La mayoría de los chilenos tienen más derechos, oportunidades y bienestar, pero también más incertidumbre. Por eso, muchas aspiraciones tienen que ver con no arriesgar lo logrado y no repetir experiencias pasadas. Hay más conciencia de lo que significa un país estancado en su desarrollo, o una nación dividida. El desafío de responder a estos nuevos anhelos, está cruzado hoy por un fuerte malestar social y una gran desconfianza. Coincide con el término del ciclo que comenzó con la transición a la democracia y el inicio de uno nuevo, sin los traumas del pasado (al menos en los jóvenes), pero sin respuestas capaces de interpretar estas demandas en un proyecto común de futuro. Coincide además con un claro deterioro de la calidad de la política. Hay confusión. La política se ha ido encaminando hacia visiones más polarizadas y confrontacionales. El factor que unió a la gran mayoría de los chilenos después de la dictadura , fue el violencia, con mayores posibilidades de surgir. La Concertación recogió ese sentimiento y sentó las bases de una estrategia de desarrollo que intentó conciliar gobernabilidad democrática, crecimiento económico y equidad social. Nada de ello estaba garantizado. Y lo hizo a través de reformas incrementales buscando los más amplios acuerdos posibles. También lo hizo, ejerciendo un liderazgo desde la conducción de sus gobiernos y con continuidad de sus políticas. Luego de 25 años de gobiernos democráticos, Chile exhibe avances notables. Pasó de ser un país de ingreso promedio en América Latina, con alta pobreza y escasas oportunidades, a liderar la región, no sólo con su crecimiento económico, sino también con su desarrollo social expresado en avances en educación, salud y superación de la pobreza, entre otros. Un reciente estudio de Guillermo Le Fort muestra cómo siendo Chile un país de ingresos medios, el aumento en educación terciaria ha sido el doble del aumento promedio mundial y la pobreza disminuyó a la mitad del promedio mundial. Y si bien la desigualdad – uno de nuestros mayores desafíos-­‐ es el único indicador que empieza y termina siendo peor que el promedio, incluso ésta ha tenido una tendencia a la baja : de 35% al 25% 1 La Concertación-­‐ al contrario de lo que está pasando con la Nueva Mayoría-­‐ demostró que el mercado y el estado no están enfrentados sino que se complementan. Que la izquierda y la derecha no son enemigos, sino que necesitan colaborar. Que la empresa, los políticos y los ciudadanos son parte del mismo país , no bandos encontrados. Es más, sus partidos fueron capaces de dar un vuelco respecto de sus concepciones del pasado sobre el valor del estado democrático, la economía de mercado y la iniciativa privada que, junto a la equidad social constituyeron una síntesis virtuosa de las políticas de la Concertación. Esa dinámica de colaboración hizo posible los 20 años de mayor desarrollo de nuestra historia. De hecho, durante ese período , los chilenos fueron mejorando la percepción acerca de sus vidas privadas. Hoy, muy mayoritariamente y en todos los sectores sociales, las personas estiman que sus viviendas, trabajos, ingresos , tiempo libre 1 Guillermo Le Fort: Mitos y realidades de los Indicadores Sociales, en Revista Mensaje, Julio 2016 2 son mejores que las de sus padres. No obstante, al mismo tiempo, ha ido cayendo el prestigio de las elites y de las instituciones, ha crecido la sensación de corrupción y sobre todo, aumentado el pesimismo respecto del progreso del país. Un ejemplo: el 2006 un 68% consideraba que la educación en 10 años iba a mejorar su calidad. El 2015, sólo 40% piensa lo mismo2 . Es cierto que la Concertación se fue debilitando en sus convicciones y vitalidad. Se estiró demasiado la cuerda con las reformas políticas , lo que se ha entendido como una defensa de privilegios. La gestión pública se deterioró, exhibiendo acostumbramiento al poder, prácticas de clientelismo político y problemas de diseño e implementación de las políticas , cuyo ejemplo paradigmático fue el Transantiago. En ese contexto, la Presidenta Bachelet , aún con un alto apoyo popular, terminó entregando el gobierno a la oposición. El Presidente Piñera , si bien continuó en una senda de desarrollo, tuvo una visión reduccionista de los problemas del país. Creyó que éstos se resolverían con una gestión eficiente. Un empresario exitoso y buenos equipos técnicos, podía cambiar las cosas (se acabó la puerta giratoria). El déficit político de su gobierno fue su mayor debilidad, a pesar de sus aciertos económicos. En este contexto de descrédito del mundo político y de ausencia de un proyecto de futuro convocante, los estudiantes irrumpieron como actores fundamentales. A través de las movilizaciones y redes sociales el movimiento estudiantil del 2011 generó un discurso más allá de sus demandas. Estos jóvenes, hijos de la democracia y con mayor educación que ninguna generación anterior, difundieron una interpretación del malestar y recibieron un amplio apoyo social. Aunque se trató de un movimiento de la nueva clase media, con los estudiantes la izquierda ganó la batalla de las ideas (no sus partidos). La igualdad se convirtió en el objetivo principal. La tesis del cambio de paradigma , el paso de una sociedad de mercado a una sociedad de derechos sociales universales, se instaló en el discurso político sin contrapeso, ni del centro ni de la derecha. Sus planteamientos coincidieron con los del partido comunista , políticos descolgados de la Concertación y otros dentro de ella, y se nutrieron de académicos que los fueron alimentando de reflexiones y evidencias. El igualitarismo idealiza lo público y por ende el rol del Estado, y reduce el ámbito de lo privado al mero interés individual. No hay nada entre el mercado y el Estado. Aunque no tenga un horizonte definido, el cambio de paradigma , requiere la destrucción del “modelo neoliberal”. 3 Se trata, por lo tanto, de una refundación, lo que implica superar la lógica de la política de los acuerdos y de la tecnocracia (jactarse de ignorar a los expertos es un hábito populista ); mantener la movilización social y lograr las mayorías para 2 Encuesta Bicentenario, UC Adimarc, 2015). 3 Daniel Mansuy, atribuye la principal influencia a Fernando Atria en “Nos fuimos quedando en silencio”, 2016 3 llevar a cabo reformas “estructurales” con el fin de cambiar el modelo y pasar los servicios esenciales al control del Estado. Los estudiantes expresaron sus demandas en ideas concretas como el fin del lucro y la gratuidad universal. La popularidad que concitaron explica , en gran medida, que la política recogiera sus demandas sin procesarlas demasiado. Dentro de la Concertación recrudeció el cuestionamiento a lo que se había realizado (fue lo que se pudo, no lo que se quiso); al modelo de desarrollo y a los consensos y diálogo democrático que habían prevalecido durante dos décadas. La política fue renunciando a su rol de conducir y representar, para dejarse conducir y ser representada por acciones de democracia directa (asambleas, movilizaciones populares). Dejaron de explicar, para no arriesgar popularidad; de articular, para ponerse detrás de intereses de grupos. Con ello la Concertación terminó perdiendo toda credibilidad y dio paso a la Nueva Generalidad. El programa de gobierno de la Presidenta Bachelet en la primaria de la Nueva Mayoría se fundó en el espíritu y las ideas fundacionales del movimiento estudiantil. El gran respaldo ciudadano de la Presidenta le permitió ganar el gobierno y una mayoría parlamentaria para implementar su programa. Pero dos años después, sus reformas han perdido ese apoyo y están fracasando, no sólo por la falta de recursos o impericias para llevarlas adelante, sino porque no hubo voluntad de traducir aspiraciones compartidas en un proyecto común de país y se optó por usar una mayoría circunstancial para impulsar un proyecto fundacional. Chile está en una encrucijada y su futuro depende de cómo la enfrentemos. ¿Cómo construir un nuevo acuerdo político que sepa enfrentar con serenidad las nuevas demandas sociales, que ya no son frutos de la exclusión que dieron en el pasado origen a las políticas de erradicación de la pobreza y aumento de las coberturas de educación y salud; sino a las nuevas demandas – de gratuidad, mejora en las pensiones-­‐ que surgen precisamente de los avances que el país que ha tenido? ¿Cómo enfrentar las presiones sociales sin respuestas fáciles, populismos y amenazas a nuestra democracia representativa? Voy a plantear cuatro factores necesarios de considerar, a mi juicio, para construir un nuevo consenso capaz de hacer responder a las expectativas de la nueva sociedad. I. La necesidad de un diagnóstico compartido Los chilenos están esperando políticas realistas que mejoren las pensiones, los empleos, el sistema de salud público y privado, la calidad de la educación, el transporte haciendo posible conciliar mejor el trabajo con la vida familiar, la seguridad, el medio ambiente, ciudades y barrios más amables que contribuyan a fortalecer el tejido social, oportunidades para emprender. La agenda del futuro es muy desafiante y requerirá de un esfuerzo colectivo que integre a todos los sectores. Por ello reducir nuestra discusión al debate ideológico sobre “el modelo” es un camino sin salida. Las visiones polares que hoy tenemos, están en la base de 4 nuestros desacuerdos. En simple: un sector valora los avances y la forma en que el país lo hizo en las últimas décadas, otro los rechaza. Coexisten miradas sobre la realidad, distorsionadas por la ideología, cargadas de negativismo y poco rigor empírico que pretenden cambiarlo todo (la retroexcavadora), con otras que -­‐desde la vereda del frente y desde un pesimismo exacerbado-­‐ defienden el orden existente y temen a cualquier reforma. La mayoría del país no está en ninguna de esas trincheras , no le gustan las soluciones rupturistas, ni están por el inmovilismo. Un ejemplo significativo es la metáfora de la casa en una encuesta de 2015. Si Chile fuera una casa , el 24% la derribaría para construir una nueva; mientras el 73% la arreglaría donde tiene problemas o la ampliaría .4 No será posible construir un proyecto ampliamente compartido si no logramos un acuerdo básico respecto de la realidad sobre la cual actuar. Con la verdad no con demagogia. La política consiste en un diálogo entre lo que queremos y la realidad, no es un acto voluntarista de sueños y deseos. Sabemos a dónde nos llevó el “seamos realistas, pidamos lo imposible”. No se trata de que la realidad mande, pero prescindir de ella es sólo un espejismo-­‐ un ejercicio intelectual voluntarista-­‐ cercano al populismo del cual conocemos sus consecuencias. Esto significa mejores diagnósticos y menos consignas y prejuicios. Significa reducir el abismo que se está produciendo entre el aporte técnico y la política responsable, con la exacerbación de las expectativas de ciudadanía. II Revalorizar la democracia El desarrollo exitoso de Chile dependerá también del fortalecimiento de las instituciones y la convivencia democrática, así como de la calidad de la política, deterioradas por la desconfianza. Implica contribuir a generar un clima de respeto y de unidad más allá de las diferencias. La democracia hay que cuidarla , lo sabemos las generaciones que la perdimos. Por eso es jugar con fuego el cuestionamiento a la democracia representativa y pretender cambiar la Constitución a través de asambleas o referéndums. No es racional denunciar la ilegitimidad de una Constitución que ha sido usada y reformada durante 26 años, con la que se han nombrado las autoridades, se han elegido sus representantes, se han hecho las leyes. Ello no significa que no requiera nuevas reformas, o que no se pueda discutir una nueva constitución, pero esos cambios deben hacerse a través de la institucionalidad. El camino constitucional que estamos siguiendo es aventurado, porque la discusión se da como si el país no tuviera constitución, como si partiéramos de cero.5 Pero no se trata sólo de instituciones, sino también de prácticas: revela una debilidad de convicción democrática presentar mociones parlamentarias para derogar una ley, o presentar y aprobar una indicación sabiendo que es inconstitucional “para hacer un punto político”. 4 Paréntesis –Subjetiva, junio 2015 5 Una excelente columna de Sergio Muñoz en La Tercera se refiere a este tema 5 Las movilizaciones sociales son de la esencia de la democracia, pero no es democrático pretender imponer las demandas del movimiento, desconociendo el debate parlamentario y menos, presionar a través de tomas de grupos minoritarios de estudiantes, como se está dando en el debate educacional. La democracia exige grados de racionalidad, capacidad de argumentar, aceptar opiniones diversas y sobre todo, aceptar sus reglas, aunque sea para cambiarlas. Necesitamos un marco de acción aceptado por todos, que revierta la sensación de que las instituciones y las leyes están hechas para defender privilegios y que permita recuperar credibilidad en el ejercicio del poder. Implica una responsabilidad de la clase política para tener altos estándares de probidad, desempeñar con sobriedad las funciones públicas, abordar las demandas sociales con la verdad acerca de lo que se puede o no se puede; con eficacia técnica y política, y con sintonía por las preocupaciones de la gente común, no sólo con los que tienen voz. Requiere también un cuidado en el ejercicio de la política y en el de los medios de comunicación para no explotar odios y temores. Las nuevas leyes políticas – financiamiento , fin del sistema binominal y la discusión de la nueva constitución-­‐ debieran ser una oportunidad para esta revalorización de la democracia. III. Un acuerdo para un crecimiento económico inclusivo La agenda del futuro deberá retomar una senda de crecimiento económico sólido y sostenido. El desprecio por el crecimiento económico es otra expresión populista y antesala del estancamiento o el deterioro de un país. Y si bien hoy, no se puede mirar el desarrollo como mero crecimiento económico, y éste sin estimular el emprendimiento, la inversión, el ahorro, tampoco podemos seguir entrampados en la superstición de que el mercado es de derecha y el Estado es de izquierda. Esta es una tarea de largo plazo que requiere impulsar un acuerdo público -­‐ privado con apoyo social, que contemple un impulso a la inversión, a la generación de empleos y a la productividad. Una sociedad más justa tomará al menos 20 años de buenas políticas orientadas en ese sentido. Con tasas de crecimiento del 2%, difícilmente se podrán financiar las reformas necesarias, a eso hemos denominado progresismo sin progreso. Una economía creciendo al 4.4% duplica el ingreso per cápita en 20 años, una economía creciendo al 2% se demora 63 años en duplicar el ingreso per cápita, más de 4 generaciones adicionales. Cada punto del PIB significa que la pobreza se reduce en 2,7%.6 Ello significa revertir la tendencia que privilegia expandir el rol del Estado sobre la solución efectiva de los problemas (concesiones de hospitales y otras) y de gestionar desde la burocracia, sin reconocer el rol subsidiario del Estado, un principio que -­‐ entendido como el aporte de la iniciativa privada y de las comunidades organizadas en la prestación de servicios públicos-­‐ ha sido factor fundamental en el desarrollo de nuestro país. Los chilenos hace tiempo 6 Progresismo sin Progreso, enero 2016 6 entendemos que lo público no es lo estatal -­‐por algo ha crecido la educación y las organizaciones privadas para conseguir resultados comunes; y que lo privado, no es solo lo individual -­‐ por eso la solidaridad y el trabajo conjunto son altamente valorados. Esto también implica abordar el descrédito de los empresarios (menor grado que el de la política, pero no menos dañino). Aunque la mayoría de las empresas sean pequeñas y medianas y pese a que los trabajadores y empleados en general valoran sus lugares de trabajo, hay una sensación generalizada de que a las empresas sólo las mueve el interés de la ganancia fácil y rápida, pasando a llevar cualquier otro criterio. Principalmente los criterios éticos. De que las empresas nunca pierden, ni frente al consumidor ni en las decisiones de políticas. Las colusiones, el financiamiento de la política y otros escándalos financieros han aumentado aún más la desconfianza. El discurso contra la actividad privada se ha nutrido de estas imágenes y a la vez ha exacerbado esos sentimientos. Las empresas, deben generar nuevas maneras de entenderse con los trabajadores, los consumidores , las comunidades locales y con la sociedad en su conjunto. Por último , es imprescindible definir una agenda de modernización del Estado, que fortalezca sus facultades e instituciones para regular y proveer bienes y servicios públicos tales como seguridad, respeto a derechos humanos, la libre competencia, protección del medio ambiente, de los más vulnerables. Un Estado que propicie el desarrollo y genere condiciones para potenciar la actividad económica y la alianza pública privada. Un Estado que promueve los derechos de las personas y respete su libertad, pero que también convoque a los ciudadanos a ser responsables en la construcción de un destino común, fortaleciendo la democracia y sus instituciones, favoreciendo la transparencia, erradicando la corrupción y el abuso y promoviendo la calidad de la política.7 Los recursos públicos nunca alcanzarán para todo, siempre será necesario priorizar. Y debe ser la búsqueda del bien común por sobre los intereses de grupos lo que defina esas prioridades. La eficiencia en su uso debe ser un objetivo permanente. ¿Dónde es más rentable invertir, en educación inicial o en educación terciaria? ¿Es justa la gratuidad universal cuando hay un 20% de jóvenes que egresan de la educación media , que no acceden a la educación superior ni al mundo laboral y desde ya están condenados a reproducir la pobreza de sus familias? ¿Cuánto invierte el país en la infancia vulnerada en sus derechos, no es un derecho esencial prioritario respecto del derecho a una educación superior gratuita universal? IV Formación de Competencias para el siglo XXI Finalmente, para lograr un desarrollo inclusivo, es necesario construir una política pública con alto apoyo, para la formación de nuestro recurso humano , con el fin de 7 Documentos Progresismo sin Progreso, Enero y Abril 2016 7 mejorar la productividad, insertarse en este mundo nuevo y tener una ciudadanía integrada y capaz de aportar, ejerciendo sus derechos y responsabilidades. La gran reforma a la educación debe centrarse en qué y cómo deben aprender nuestros niños y jóvenes . Durante las últimas décadas Chile avanzó más que ningún país latinoamericano en acceso y en calidad de la educación, en todos los niveles. Cada año se están incorporando 150 mil profesionales y técnicos a la vida laboral, tres veces más que el año 2000. Son los chilenos que pasan a pertenecer a una nueva y diferenciada clase media con más años de estudio, más información , conocimientos y destrezas. Esa es una de las mayores transformaciones de nuestra sociedad. Sin embargo, aunque somos líderes en nuestra región, nuestros estudiantes del siglo XXI tienen profesores del siglo XX y no muy diferentes a las del siglo XIX8. Nuestro currículum y nuestra enseñanza son tradicionales. Las escuelas dejaron de ser lugares atractivos para los estudiantes porque están desconectadas de sus intereses. La gran transformación está en las aulas, en las interacciones entre los docentes y sus alumnos; la manera de organizar el tiempo y el espacio escolar; las metodologías para aprender; el uso de las nuevas tecnologías y la adquisición de habilidades más complejas . Nuestra educación requiere mejorar mucho más la profesión docente . Un nuevo acuerdo deberá invertir los más en los sectores más vulnerables, en la educación inicial y en áreas que al país le interesa desarrollar-­‐ como la educación técnica profesional. Esas acciones tendrán más impacto en garantizar el derecho igualitario a una educación de calidad, que las reformas actuales, porque la igualdad ya no depende del acceso, sino de la calidad. Desgraciadamente, hemos perdido un tiempo valioso dedicado a cambiar recursos privados por recursos públicos y a desmontar un modelo de educación para construir otro de futuro incierto. En educación superior, los grandes cambios también deberían centrarse en el desarrollo de habilidades y competencias más complejas, trayectorias educacionales flexibles, abiertas al cambio y al mundo con interacciones enriquecidas en el contacto con el sector productivo, la vinculación con la solución de los problemas de la sociedad y la comprensión de los desafíos que plantean la globalización y el futuro de la humanidad. Se requiere una mirada de largo plazo. ¿Qué cobertura queremos llegar a tener? ¿Qué áreas del desarrollo de Chile podemos incentivar? ¿En qué vamos a ser líderes: astronomía, minería, servicios, ciencias , oceanografía, etc? ¿Cómo insertamos a nuestras universidades regionales en el desarrollo de sus regiones? Nuevamente estamos de espaldas al mundo con la propuesta de gratuidad universal y la ambiciosa reforma de la educación superior, que se centra en temas institucionales y de financiamiento, desde una tendencia centralizadora. ¿Cuál es la razón para sostener que expandiendo matrícula en instituciones estatales la educación será más igualitaria y de calidad? ¿O para que todas las universidades 8 Andreas Schleicher usó esta frase para referirse a la realidad de la educación desde la interpretación del las mediciones PISA, OECD 8 deban ser complejas cuando hoy está a la mano la educación virtual? ¿Es eso lo que requiere el desarrollo del país? Corremos el riego de desmejorar la calidad si el subsidio depende absolutamente del estado y si se limita la autonomía de las instituciones . A nuestra educación le falta densidad y actualidad. Esos alumnos de 1er año de La Pintana, podrían aprender de manera distinta sobre el 1º de mayo, investigando, debatiendo, argumentando, interiorizándose de los debates actuales . Usando los mismo medios digitales que los mantienen conectados a un mundo que nosotros no vislumbramos, para indagar acerca de las oportunidades que les ofrecerá el futuro. Para concluir permítanme un testimonio personal. Hace tres meses murió mi padre. A él le tocó liderar un proceso y un momento de nuestra historia mucho más complejo que la crisis actual. Tengo en la retina y en mis oídos las expresiones de miles de chilenos que nos expresaron sus condolencias , directamente y por escrito. Para nuestra familia no sólo fue un consuelo, sino la oportunidad de escuchar la voz de los silenciosos. La gente valoró en él, lo que significó ese proceso para ellos. Las palabras que más nos repitieron eran unidad, democracia, dignidad, verdad y honestidad. Sobre todo, lo que pudimos percibir, fue el anhelo de sentirse parte de un Chile de todos. Ello me hace tener la convicción de que la Concertación-­‐ más allá de sus limitaciones y defectos-­‐ hizo una contribución duradera a la cultura política chilena, porque esos valores que representó, están presentes en la cultura nacional. Con esto no estoy proponiendo volver atrás con recetas del pasado que no sirven cuando ya no somos los mismos-­‐ como lo demuestran las políticas de este gobierno. Pero si estoy convencida de que lo que viene, debe ir por un camino distinto al que estamos transitando. Recorrer el camino del futuro, requiere de un nuevo acuerdo político, sólido, verdaderamente democrático, progresista, integrador, capaz de realizar cambios bien concebidos, con consensos y estabilidad. Las soluciones a los problemas de hoy y de mañana deberán ser creativas e innovadoras y no sólo promesas de más Estado o respuestas populistas. Deberán también retomar el gradualismo y el manejo racional de expectativas y de la economía, como se hizo en los 90, cuando luchamos por una democracia y una patria más justa para todos. Pero sobre todo, un nuevo acuerdo tendrá que convocar a la unidad y entendimiento de distintos sectores, y a un esfuerzo colectivo, público y privado, que permita recuperar la confianza y el optimismo que hemos perdido. Sólo así podremos seguir avanzando. En definitiva se trata de interpretar a esa mayoría silenciosa y sensata , que quiere mejorar y ampliar su casa sin derribarla , y volver a hacer de Chile, un país de todos. 9 . 10 
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