¿Por qué las ciencias hablan griego y latín? Las raíces griegas Un recurso impenetrable de los médicos para ocultar su lenguaje a los profanos es (además de la letra) su terminología, calcada directamente del griego. Así, en "un dermografismo hepático", las raíces griegas son, dérma (piel); gráfo (marcar); hépa-tos (hígado). Con ellas se comprende el significado de la frase citada: "Una tendencia a irritaciones de la piel por causa del hígado." ¿Por qué usan los médicos una lengua tan extraña como el griego? Sin duda porque, a pesar de ser extraña, la lengua griega es muy hermosa. En efecto, sus raíces son de tal fuerza y plasticidad, que no suelen confundirse con raíces de las lenguas germánicas o de las romances. Compárese la voz griega (ánthropos) con la española hombre y la inglesa mano Compárese (therapéuo) con tratar (español) o con treat (inglés). Además, los griegos fueron los científicos más avanzados de la antigüedad. Aristóteles (siglo IV A. C.) fundó la anatomía comparativa de hombres y animales. Sus observaciones dieron la base a Charles Darwin para su concepto de la evolución orgánica. Lealmente reconoció Darwin su deuda "al viejo Aristóteles". Éste, junto con Hipócrates, Herófilo y Galeno, es el padre de la Anatomía médica. Aristóteles es también el primer gran clasificador científico en las ramas de la Zoología y la Botánica, además de la Filosofía, que es su máxima gloria. Por su prestigio cultural, el griego y el latín son "las lenguas sabias". En toda la primera mitad de este texto daremos abundantes ejemplos de las raíces griegas usadas en las ciencias modernas. Marco Tulio Cicerón (Siglo 1 A. C.), al dedicarse a divulgar en Roma la sabiduría griega, hizo evidente la fuerza expresiva del latín por su carácter de lengua sintética, al igual que la griega. Desde entonces, todas las ciencias han sido escritas sistemáticamente en latín durante diecinueve siglos: Filosofía, Anatomía, Medicina, Biología, Zoología y Astronomía se escribían y enseñaban en latín hasta hace un siglo, porque el latín es la lengua universal de la cultura. Apenas a principios del siglo XIX se comenzaron a usar las lenguas modernas en los tratados científicos. Pero las terminologías de las diversas ciencias se han conservado en latín como medio de unificar y comunicar a los científicos de todo el mundo. Los tratados de Bacon y de Copérnico, del Siglo XVI, están en latín. Newton (Siglo XVI!) escribió también en latín sus tratados. Y todavía Carlos Linneo, en el Siglo XVIII, hace una clasificación latina universal de las plantas conocidas. (Systema Naturae, 1735.) He aquí algunos nombres latinos de plantas. Se observará que todos están formados de dos palabras, como género y especie. Muchos ni siquiera tienen nombre vulgar, sino sólo el latino. -Sequoja gigantea (los árboles más altos que -Rauwofília serpentina (llamada también existen). 'reserpina'). -Viburnum prunijólium (planta medicinal). -Bannisteria Caapi. -Glenodínium sanguíneum (helecho que enrojece -Taxódium mucronátum (el ahuehuete). las aguas de los lagos). -Pinus M octezumae (el acote). -Haemadíctyon Amazónica. En su especialidad, la Sociedad Anatómica Alemana se dedicó, en el Siglo XIX, a unificar la terminología, ya demasiado extensa. Tras ocho años de labor, se publicó en 1895 la Nómina Anatómica de Basle, que redujo a cinco mil los términos usuales. He aquí unos ejemplos de la Nómina Anatómica Internacional: -Músculus amygdaloglósus = músculo elevador de la base de la lengua. -Músc. bíceps fémoris = M.' bíceps crural (situado detrás de las piernas). -"tt1úsc. laryngopharíngeus = M. constrictor inferior de la laringe. -Músc. ténsor tympani = M. del martillo (en el oído). -Concha nasa lis inférior = Comete inferior de la nariz. -Os zygomáticum = hueso malar o pómulo. -Os multángulum majus = trapecio (hueso de los pies). En México, es importantísima la Herbolaria escrita en latín por el indio Juan Badiana. Describe las hierbas medicinales más usadas en el Siglo XVI. Es un tratado tan valioso, que el botánico Maximino Martínez, del Seminario de Cultura Mexicana; fallecido en 1964 lo considera todavía insustituible. La traición científica mexicana se prolonga, en la época colonial a Lejarza, Francisco Hernández, José Mociño, De la Llave, Mutis y varios más.