Ganador del Reconocimiento al Mérito Estatal de Investigación 2014 en la Subcategoría de Divulgación y Vinculación La representación del Juicio final en la pintura mural de la Catedral de Cuernavaca Dra. Laura Hinojosa Hinojosa Centro INAH Morelos L a catedral de Cuernavaca fundada por los franciscanos en el año de 1525, tiene en los muros del claustro bajo, además del mural de la familia franciscana, restaurada ya bajo la intervención del Centro INAH Morelos, algunas representaciones que debido al grado de deterioro es muy difícil de identificar. Sin embargo, sobre un dintel del muro sur del claustro bajo, apenas se puede apreciar lo que podría ser un juicio final por su escaso contenido y grado de deterioro. La representación del juicio final es un tema medieval que se encuentra Deesis, Puerta de la Coronería, Catedral de Burgos, 1221 generalmente en los tímpanos de las catedrales y conventos tanto en España como en casi todas las catedrales Europeas. Generalmente se pinta o se esculpe a Jesús con el torso semi descubierto sentado o parado, descalzo con los pies posados sobre el globo terráqueo, con un manto cubriéndole la mitad del cuerpo y a veces rodeado de la “mandorla” ó almendra de luz. Este tema lo vemos representado también en la pintura mural de los conventos novohispanos de México, entre ellos están: Acolman, Actopan, Ixmiquilpan, Cuitzeo, entre algunos más y casi siempre están presentes uno o varios personajes a los lados del Cristo y en algunos casos se pueden ver las almas en pena del purgatorio. En el claustro de la catedral de Cuernavaca, el juicio final al que me refiero es apenas perceptible debido a que solamente se puede ver la parte baja de los personajes. Esta compuesto por tres figuras, en el centro se distinguen los pies del que pudiera ser el Redentor sobre un globo terráqueo, del lado izquierdo viéndolo de frente, se aprecian unas telas que parecieran el manto de una mujer y del lado derecho, un hombre de rodillas. Por carecer de espacio seguramente no se pintaron las almas penitentes del purgatorio. Sin embargo, Celia Fontana en su libro Las pinturas murales del antiguo convento franciscano de Cuernavaca,1 describe esta pintura como una Deesis. Grabado que representa el juicio final. Siglo XV en el libro Mena, Juan de, Coronación a don Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, con la glosa. Salamanca : Typ. de Nebrija: “Gramática” (Haeb. 470) En la imagen de la Deesis se encuentra Cristo en Pantocrator, sentado 1 Fontana, Celia, Las pinturas murales del antiguo convento franciscano de Cuernavaca, UAEM, 2010. P. 66. 676 Icono de la Deesis, Monasterio de Sta. Catharina, Sinai, Siglo XII domingo 31 de mayo de 2015 Juicio final en la portería de Sta. María Magdalena en Cuitzeo, Michoacan en un trono con un libro en la mano, rodeado por la mandorla o almendra de luz y a los lados la Virgen y San Juan Bautista, estos últimos con la cabeza inclinada hacia Jesús y las manos en actitud de ruego, implorando por la salvación del hombre. En el arte Bizantino y en el arte ortodoxo, el tema de la Deesis, que quiere decir súplica, es mayormente representando en los iconos rusos realizados sobre tabla. La Deesis más famosa es la que se encuentra en los mosaicos de la Basílica de Santa Sofía en Estambul realizada en 1260-80. También se puede encontrar en algunas fachadas de catedrales de Europa como por ejemplo en la Puerta de la Coronería de la catedral de Burgos en España, que pertenece a la época medieval tardía. Pero el tema de la Deesis ya casi no se representó en Europa en el 1500, por lo tanto, es muy difícil que llegara a la Nueva España y mucho más difícil que se representara en los conventos novohispanos. Haciendo un estudio más detallado de los restos de la pintura mural objeto de este artículo, solo se pueden apreciar los tres personajes antes mencionados. No hay evidencia de que esté representado San Francisco ni algunos de los Santos de la orden franciscana, como sugiere la investigadora Celia Fontana. En las representaciones de la Deesis, siempre se verán los pies del Cristo sobre una base cuadrada o rectangular como parte del trono donde está sentado, no sobre una esfera o un globo terráqueo, como aparece en este juicio final del claustro de la catedral de Cuernavaca. Estos dos temas son muy parecidos y podrían fácilmente interpretarse erróneamente, por lo que se han de tomar en cuenta los elementos que los conforman para así poder determinarlos, como son el globo terráqueo bajo los pies de Jesús, el torso semi desnudo del mismo en el Juicio final, el trono y Jesús con el libro en la Deesis. Por estas consideraciones, pienso que el fragmento de pintura mural que se aprecia en el dintel del muro sur del claustro de la catedral de Cuernavaca, se trata de un juicio final. Juicio Final del Claustro bajo de la catedral de Cuernavaca / Delineado para que se aprecien más las formas domingo 31 de mayo de 2015 676 Bob Schalkwijk: una visión fotográfica en Morelos B ob Schalkwijk nació en 1933 en Rotterdam, Holanda y desde muy joven tuvo inquietud por la fotografía. Sin embargo, durante su adolescencia viajó a Houston, Texas en E.U., para estudiar durante algunos meses la carrera de Ingeniería de Oleoductos. Posteriormente se traslada a Vancouver, Canadá para trabajar en el Proyecto Petrolero, sin tener éxito alguno.1 En 1958, tras leer un artículo publicado en Esquire, en el cual expresaba las bondades económicas de vivir cómodamente por 150 dólares al mes en un tranquilo y cálido pueblo llamado Ajijic (Jalisco), Schalkwijk decide viajar a México en compañía de un amigo. Posteriormente la tranquila vida no estaba a su alcance, así que emprende su marcha hacia la ciudad de México.2 Al ser aceptado en la Escuela de Ingeniería en la Universidad de Stanford, regresa a California para estudiar ingeniería petrolera, motivo por el cual había viajado de Holanda a América desde un inicio. Sin embargo, este momento reforzó su interés por la fotografía y fue así como en 1958, con 25 años de edad, regresó decidido a capturar el México multicultural a través de su lente. La ocupación de Bob Schalkwijk como fotógrafo extranjero en México no es un caso aislado dentro de la historia de la fotografía de nuestro país. Desde finales del siglo XIX, algunos fotógrafos extranjeros habían llegado a México contratados por las compañías navieras o de ferrocarriles que habían incorporado a la industria nacional debido a las políticas económicas del gobierno de Porfirio Díaz.3 Bob Schalkwijk llegaría a México durante los últimos meses del gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, periodo en el que había habido un extendido crecimiento económico que se sostuvo hasta 1960.4 Desde que llegó Vera Castillo Erick Alvarado Tenorio 1 Entrevista “El ser humano detrás del lente” realizada a Bob Schalkwijk y disponible en http://goo.gl/oaMDlS 2 Ibíd 3 El fotógrafo francés Abel Briquet llegó a México en 1883, un año antes de que Porfirio Díaz iniciara su turno en la presidencia de manera consecutiva. Briquet realizaba un reportaje sobre los puertos en donde llegaban los barcos de la Compagnie Maritime Trasatlantique. Ese mismo año, el fotógrafo estadounidense William Henry Jackson, arribó a tierras mexicanas al ser contratado por la Compañía de Ferrocarril Central Mexicano para realizar la publicidad que adornaría las estaciones. El estadounidense Charles B. Waite, por su parte, llegaría en 1896 para trabajar en algunas compañías estadounidenses en México tales como en la Rubber Company en Palenque. Olivier Debroise, Fuga mexicana. Un recorrido por la fotografía en México, pp. 126- 130. 4 El país había iniciado un fuerte periodo de industrialización a partir de 1940, bajo la idea de que las innovaciones tecnológicas permitirían mayor productividad en el trabajo y que esto a su vez significaría mayores ganancias para los empresarios, mejores sueldos para los obreros y con ello el aumento de impuestos para la hacienda pública. Luis Aboites Aguilar, “El último tramo, 1929- 2000” en Nueva a México, Schalkwijk quedó encantado con la población indígena, así como con la vida cotidiana de los pueblos y ciudades que visitaba. Sin embargo, lo primero que Bob Schalkwijk observó al llegar a Morelos fue el paisaje que mostraba de fondo el volcán Popocatépetl, mismo que el fotógrafo estadounidense William Henry Jackson había visto desde Tlamacas en el Estado de México en 1890 y que luego retrataría el fotógrafo alemán Hugo Brehme a principios del siglo XX.5 En ese sentido, los forasteros dirigirán la mirada a los paisajes y las culturas que les son extrañas y que por lo mismo parecen escenas dignas de ser fotografiadas. La importancia de las imágenes que Schalkwijk hace del estado de Morelos radica ciertamente en que se trata de una visión nórdica y multicultural, que por su condición de joven migrante había borrado varias fronteras. Su mirada aborda y se aproxima a los morelenses. Por ello, las imágenes del fotógrafo holandés nos permiten apreciar algunas huellas y marcas de la diversidad social y cultural de la población historia mínima de México, pág. 273. El contexto en el que el fotógrafo Bob Schalkwijk llega a México es el del periodo de bonanza económica que es mejor conocida como “el milagro mexicano”. 5 “Popocatepetl from Tlamacas” realizada por Henry William Jackson en 1890. Rosa Casanova, Alberto del Castillo Troncoso, et. Al., Imaginarios y fotografía en México, pág. 45. 676 estatal. En ese sentido, la fotografía de una historia compartida no busca homogeneizar un territorio que es de por si multicultural. En los primeros años del siglo XX, miradas ajenas y nacionales, buscaron la otredad en los pueblos y ciudades morelenses; periodistas, escritores, científicos, artistas, activistas, políticos y demás la describieron con la ayuda de la pluma y de la cámara. El juego de otredades cruza y traduce las miradas de fuera frente a las nativas. Más allá de la apariencia «racial», de su precaria visibilidad, «el otro» es también un universo de diferencias ocultas tras sus ostensibles manifestaciones culturales. Un «otro» común a extranjeros y a muchos nacionales fue el indio. Éste se volvió un tema frecuente, que al final terminó siendo un estereotipo que ha dominado el imaginario de la sociedad nacional por mucho tiempo. Lo cierto es que Schalkwijk no pretende revelar esa «otredad» que encuentra en nuestro país o en nuestro Estado como si tuviera un objetivo antropológico. El fotógrafo retrata la diversidad que va encontrando durante su periplo y estancia en Morelos. En febrero del presente año se inauguró en la ciudad de Cuernavaca la exposición fotográfica « Morelos en la mirada de Bob Schalkwijk », en la que se recopiló un total de 22 imágenes realizadas por el fotógrafo holandés. Dicha exposición fue presentada en las instalaciones del majestuoso Jardín Borda, con la cual se abre una mirada a cuatro municipios del estado de Morelos durante la segunda mitad del siglo XX: Cuautla, Tepoztlán, Tlayacapan y Cuernavaca. A pesar de que se desconoce el nombre de quien estuvo a cargo de la curaduría de dicha exposición, no se deja de aplaudir la iniciativa de presentar la obra de Schalkwijk. En una entrevista realizada por la Secretaría de Cultura de Morelos para la exposición que se presentó en el Jardín Borda, Schalkwijk menciona que a los dos meses de haber llegado a México conoció Tepoztlán y añade: “[…] me llevaron unos amigos mexicanos que conocí en mi curso de español y me mostraron el valle y la iglesia, me encantó. En el camino obviamente ves al Iztaccíhuatl y Popocatépetl impresionantes. México me encanta.” El mercado de Tepoztlán así como su carnaval, son elementos que abordan cierta identidad regional y que tiende a expandirse por mediación estatal a la construcción turística visual de una presunta e imaginaria identidad morelense. En las numerosas visitas que Schalkwijk hiciera al Estado de Morelos logró fotografiar escenas y series temáticas cultural e ideológicamente relevantes. Pero, al mismo tiempo que la escena de lo rural impera en la mayor parte de las fotografías seleccionadas para la exposición, también aparecen ciertos elementos de la modernización en Morelos. Un ejemplo de ello son las fotografías de las vías del ferrocarril en Cuautla, así como del último tren de la estación San Lázaro, que Bob Schalkwijk realiza en 1962. Dos años más tarde, la ciudad de Cuernavaca aparece en algunas imágenes dignas de ser mostradas. El fotógrafo documentó la estación de camión que se sitúa detrás del Palacio de Cortés, mostrando tres componentes importantes: el autobús como elemento de modernidad (transporte típico de un lugar que comienza a urbanizarse), el muro de piedra del antiguo Palacio que aún mantiene el resplandor de la conquista, y la población urbana marcada por una fuerte migración rural. Las mujeres siguen portando la falda larga, una de ellas atraviesa la calle con el mandil puesto y con su bolsa del mandado. Aparece también un niño que carga lo que bien podría ser algún periódico regional, un posible «voceador» y vendedor. Sin duda, esta última fotografía es la mejor lograda en cuanto a la composición y en cuanto a su significado. Una fotografía tomada en Tlayacapan en 1983 muestra a cuatro niños posando sobre unas llantas de gran tamaño. Algunos huacales y la pared de adobe del fondo forman parte de los elementos que componen esta fotografía. La infancia no escapa a la mirada de Schalkwijk, y realiza esta excelente fotografía en la que los niños sonríen, siendo descubiertos en un juego misterioso que no quieren revelar. La más pequeña de las tres aparece escondida en la imagen e incluso puede ser difícil poder localizarla. Dentro de la llanta se ve una figura sin rostro, sólo se alcanza a vislumbrar una sonrisa sutil. Los neumáticos, reflejo de una domingo 31 de mayo de 2015 industrialización moderna, engullen a los niños y con ellos el carácter inocuo que los representa. Los rostros y los gestos felices muestran: la ingenuidad de una práctica cultural lúdica enmarcada en lo que bien podría ser un desecho automotriz rural. Los pies de una de las niñas, colocados en un punto áureo permiten observar otra cosa: la realidad social en la que viven estos niños. En realidad Bob Schalkwijk al asomarse a sus paisajes, captura a su gente, a sus historias y recuerdos, a sus construcciones y destrucciones, a sus fantasías y realidades. Fue atraído por sus bellezas naturales que en ese tiempo simbolizaban para no pocos forasteros el hermoso desorden de la naturaleza frente al asfixiante orden de la urbanización. Queda mucho por explorar de la fotografía que Bob Schalkwijk realizó en Morelos, habrá que hacer un estudio pormenorizado del archivo del fotógrafo holandés partiendo de varias directrices que abordar: el tema de la heterogeneidad morelense, el asunto del quehacer fotográfico regional y la cuestión del patrimonio visual cultural del Estado. Sin duda, el trabajo de Schalkwijk es una llave que abre la puerta de la historia regional, pero sobre todo se trata de una veta fotográfica que requiere ser profundamente explorada. * Fotografías de Bob Schalkwijk Órgano de difusión de la comunidad de la Delegación INAH Morelos Consejo Editorial Eduardo Corona Martínez Israel Lazcarro Salgado Luis Miguel Morayta Mendoza Raúl Francisco González Quezada Giselle Canto Aguilar www.morelos.inah.gob.mx Coordinación editorial de este número: Raúl Francisco González Quezada Formación: Joanna Morayta Konieczna El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de sus autores