Transcripción de la conferencia pronunciada por Javier Solana,

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S146/03
“El Estado de la Unión, progresos y desafíos
en la política exterior y de seguridad común”
Conferencia pronunciada por Javier Solana,
Alto Representante de la UE para la PESC, en el Cercle d'Economia (*)
Barcelona, 2 de junio de 2003
"No sé cuántas veces he estado aquí hablándoles de Europa, dos o tres, pero hoy encuentro
una mayor dificultad porque percibo en España, en Cataluña -con algunas excepciones como
esta casa-, una cierta frustración, un cierto pesimismo respecto a lo que supone Europa,
quizás a causa de los últimos acontecimientos en el mundo, que han traído divisiones e
incluso perplejidades.
Sin embargo, quisiera decirles que comparto las posiciones que el Cercle d'Economia ha
venido defendiendo. Creo que son posiciones que muestran valor y coraje, y que son las
correctas para España. Por tanto, no me voy a separar mucho de estas posiciones, pero sí
me gustaría observarlas desde una óptica diferente. No la de alguien que las mira desde un
punto de vista intelectual, sino la de alguien que trata de llevarlas a la práctica día a día.
Sin ser un optimista exagerado, sino un optimista realista, coincido con ustedes en que
Europa tiene que desempeñar un papel primordial en el nuevo orden mundial, y para ello lo
que se necesita es voluntad política. No grandes instituciones, ni grandes arquitectos para
diseñar convenciones, sino voluntad política para hacer realidad los proyectos. En este
sentido, me gustaría hablarles de algunos aspectos de la Unión Europea interesantes y que
están de actualidad.
En primer lugar, Europa, queramos o no, tiene que ser un actor fundamental en la esfera
internacional. Y lo tiene que ser porque es difícil encontrar un conjunto de países -una
molécula, como me gusta llamarlo- que tenga unas capacidades como las de la Unión
Europea tan propicias para poder desempeñar un papel importante en la esfera internacional.
En datos: en 2004 vamos a tener el doble de población que EEUU y cuatro veces la de
Japón, y un PIB del orden del americano. Somos la primera potencia comercial y la primera
potencia en ayuda al desarrollo a nivel mundial. Ahora mismo tenemos más fuerzas
desplegadas en el mundo en operaciones de mantenimiento de la paz que los EEUU. Si
ponemos juntos todas estas capacidades es indudable que tenemos que tener un papel
relevante. Ya estamos empezando a tenerlo, pero hay que consolidarlo con voluntad política.
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Sobre la ampliación quisiera decir que pese a los retos que comporta en los aspectos
económicos y de seguridad, es, sin duda, la operación más importante que ha hecho la UE
en los últimos años. Estos países han hecho un esfuerzo extraordinario para adaptarse a
nuestros sistemas en un tiempo récord, y hemos de reconocer con un cierto orgullo que
nosotros no hemos producido en Europa del Este un cambio de régimen, sino de sistema.
Tan sólo les aportaré unos datos: entre los 10 países de la ampliación suman cerca de 100
millones de habitantes, con un PIB del orden de Holanda, que tiene 16 millones de
habitantes. Esto da una idea del esfuerzo que estamos haciendo todos para la incorporación
de estos países a la UE.
Sé que muchos dudan que estos países que estaban en el bloque de Varsovia y que, por
tanto, no tenían soberanía, van a ser capaces de adaptarse a una situación que supone
compartir soberanía, si bien toda soberanía que se comparte es soberanía que se
engrandece. La cuestión es si están entendiendo lo que significa este proceso. Yo he viajado
durante estos años por todos estos países. Lo hice como Secretario General de la OTAN, les
abrí las puertas, y lo he seguido haciendo durante todo este tiempo, y por lo que he ido
viendo, creo que la respuesta es sí.
Sé que existe también una preocupación sobre si estos países van a ser proamericanos o
proeuropeos. Sobre esto les quiero decir que son países que salen de una situación, desde
el punto de vista de su seguridad, muy distinta de la que hemos salido nosotros, y desde
luego, hace menos tiempo. Por ello, es previsible que el parámetro "seguridad" para ellos sea
más importante que para nosotros. Estos países van a tener una temporada aún muy
preocupados por la seguridad, por la OTAN y por el paraguas americano, pero esto no quiere
decir que en cuanto entren de manera formal en la UE no podamos contar con ellos como
europeos de primera división. En mi opinión nos van a traer frescura, nuevas reflexiones,
nueva población, de manera que Europa será más rica cuando este proceso se consolide a
partir del 2004.
Sobre la Convención he de decir que es un ejercicio interesante para tratar de adaptar esta
Europa a la ampliación, con el objetivo de ser capaces de adoptar decisiones de manera
eficaz y de darnos las capacidades para influir también en el espacio exterior. Para entender
las dificultades de la Convención hay que tener en cuenta que el 80% de la población
europea está concentrada en 6 países. Los equilibrios de poderes e institucionales son muy
complicados cuando se tiene la dimensión que vamos a alcanzar con 25 miembros porque la
estructura poblacional y el número de países es disperso.
La Comisión tiene un papel fundamental en la UE. Es su corazón y lo que la diferencia de
otras organizaciones a nivel mundial. En los últimos años ha ido perdiendo relevancia, y creo
que es importante volver a ponerla en su sitio. El debate en estos momentos es si todos los
países de la UE deben tener un miembro en la Comisión y si es así, si será operativa con 25
miembros. Por otra parte, existe el temor de que si se deja algunos países fuera del órgano
que tiene capacidad de iniciativa, se sentirán suficientemente ligados a la UE. Esta es la
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disyuntiva a la que nos enfrentamos. Niza dice que todos deben tener un miembro, mientras
la Convención sostiene que no será operativa. El segundo gran tema de debate en la
Convención es si tiene que haber un presidente del Consejo Europeo con una duración
mayor que la actual presidencia semestral rotativa. Yo creo honestamente que si queremos
tener una UE que tenga una eficacia mayor y la posibilidad de estar representada en el
mundo, una Europa que sea respetada en el mundo, no se puede cambiar cada seis meses
al interlocutor.
El problema es que hay países que piensan que lo que hace que sus
ciudadanos se sientan involucrados en la gestión diaria de Europa es la posibilidad de
detentar esos 6 meses de presidencia cada cierto tiempo.
Y especialmente los países
menos grandes temen que los más grandes van a ser los que dominen la Unión con un
presidente elegido de manera más permanente.
Y el tercer punto clave: la representación exterior. La propuesta que hace la Convención de
una especie de ministro de exteriores o secretario de estado, me parece absolutamente
fundamental. Esa persona debería presidir el Consejo de Asuntos Exteriores y tener
capacidad de iniciativa en los temas de política exterior. Y es fundamental si queremos tener
relaciones con el resto del mundo en pie de igualdad. Si no somos capaces de tener una
mejor estructura de representación en el mundo exterior, perdemos peso y eficacia. Hace 10
años la única política exterior de la UE era de ayuda al desarrollo. Éramos una especie de
banca mundial, que daba fondos de ayuda al desarrollo sin pedir nada a cambio. No
hacíamos política. Hoy hacemos política exterior. Lo necesita Europa, y lo necesita el mundo,
y por lo tanto tenemos que dotarnos de las estructuras que lo hagan posible.
Como digo, hay demanda de una UE fuerte en el mundo y entre los ciudadanos de la UE. El
eurobarómetro nos indica que los ciudadanos quieren que se fortalezca la política exterior y
de defensa de la UE y cuando uno viaja por otros países comprueba que hay una demanda
de que haya un polo que pueda decir las cosas con estilo diferente, que defienda otros
valores, con la trayectoria y el peso que tiene Europa. Hay, por tanto, demanda interna y
demanda externa, lo que falta es voluntad política para hacerlo. Los instrumentos estamos a
punto de tenerlos, lo que falta es que todos los gobiernos tengan la voluntad política de
ponerse al servicio de este ideal que supone, sin duda, perder competencias y compartir
mayores cuotas de soberanía, pero que a la larga será fundamental para Europa y para el
mundo.
En cuanto a la política exterior y de seguridad, he dicho ya que hasta ahora Europa no había
tenido política exterior propiamente, sólo política de ayuda al desarrollo. Ahora empezamos a
tenerla y creo que debe centrarse en una serie de prioridades. En primer lugar, que sea una
política de proximidad. Una política exterior con nuestros vecinos, y nuestros vecinos son el
Sur del Mediterráneo, los Balcanes y Europa del Este. Aunque ya empiezan a ser casi más
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problemas de política interior, porque la mayoría de estos países van a formar parte de la
UE.
En segundo lugar, una política en las grandes instituciones de la globalización. La UE tiene
que tener una voz más clara y unida básicamente en Naciones Unidas, el Fondo Monetario
Internacional, la Banca Mundial y la OMC, para lograr tener el peso real que si nos
pusiéramos juntos tendríamos, pero que al no estarlo, desgraciadamente no tenemos. Un
ejemplo. En la OMC trabajamos muy bien juntos y con los americanos y conseguimos el
objetivo de que China entrara en ella. Esto no habría sido posible, con todo lo que supone, si
no hubiera habido una posición común europea y una posición común entre EEUU y Europa.
Por tanto, es una prioridad si queremos ayudar a mejorar este mundo. También tenemos que
fomentar que haya instituciones agregadas de países "a la europea". Sería muy bueno que
Mercosur y ASEAN funcionaran. Siempre digo que prefiero un mundo molecular a un mundo
atómico, un mundo en el que compartes soberanía, que es como compartir electrones, de
manera que distingues cada uno de los átomos que componen la molécula, pero sabes que
al compartir un conjunto de elementos comunes, ese mundo es mucho más fuerte que el
resultante de la mera yuxtaposición. La tercera prioridad es, por tanto, tratar de exportar esta
idea de agrupación de países con algo más que la mera yuxtaposición a otras zonas del
mundo para hacer el mundo de la globalización más eficaz.
Esto nos lleva a otro problema: ¿Cómo relacionarnos con los grandes actores que nos son
moleculares: EEUU, Rusia, China, India y Pakistán? Nuestro socio estratégico por
antonomasia son los EEUU, pero ello no significa que siempre tengamos que decir "sí", sino
que la mayor parte de las veces tendremos que negociar un consenso. Esta es la filosofía
que debe regir la relación con nuestros amigos americanos, pero para ello Europa debe estar
unida y hablar con una sola voz. No queremos construir un polo frente a nadie, sino un polo a
favor de otras cosas, de unos valores que podemos compartir con los EEUU.
Europa es una institución multilateral que cree en el multilateralismo, porque nuestra propia
historia nos obliga. Tras la segunda guerra mundial hubo que elegir entre multilateralismo o
guerra, y así construimos la UE. La historia de Europa ha sido la de la exportación de dos
guerras europeas que se convirtieron en mundiales, y de dos ideologías totalitarias. En el
momento en que decidimos ponernos juntos a trabajar y a formular instituciones de carácter
multilateral, pudimos comprobar que en esta Europa de hoy es muy difícil que tengamos una
guerra. Una vez acabada la guerra fría no sólo no hay amenaza exterior, sino que tenemos la
posibilidad de construir unas relaciones muy potentes con Rusia. Creo que debemos ser
capaces de explicar a las grandes potencias que somos multilateralistas por convicción,
porque nos ha dado muy buenos resultados para lograr y mantener la paz en el continente.
Por tanto, es algo que estamos obligados a explicar a los demás. Desde el 11-S las cosas
han cambiado: EEUU, el país más importante del mundo en muchos aspectos, se siente
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cada vez más vulnerable. Hemos de entender esta situación y a partir de ahí tratar de
conseguir una relación más fluida y de búsqueda de consenso. La UE defiende unos ciertos
valores, como la paz o el rechazo a la pena de muerte. No podemos imponerlos a nadie,
pero estamos obligados a explicar estos valores a los demás. Mantenemos unas relaciones
profundas con EEUU. Aquella frase de Kennedy de redactar una relación de
interdependencia entre Europa y EEUU prácticamente se ha hecho realidad en el ámbito de
la Economía. Por ejemplo, las relaciones comerciales entre EEUU y Holanda son superiores
a la que tiene EEUU con México o con China; la relación de la UE con Tejas es mayor que la
de EEUU con Japón. Ahora tenemos que lograr que esta relación de interdependencia tan
importante ya en lo económico se extienda al campo de la seguridad y a mirar el mundo con
los mismos ojos. No va a ser fácil. Creo que la aprobación unánime de la última resolución en
el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, las reuniones del G-8, también los avances en
Oriente Medio han contribuido a mejorar la situación tras las desavenencias surgidas con
motivo de la crisis de Irak.
Oriente Medio está en el corazón de muchos de los problemas que nos han dividido en los
últimos años. Honestamente, aunque sin cometer la insensatez que sería echar las
campanas al vuelo, veo un poco de luz al final del túnel por vez primera. Y lo dice alguien
que participó en las negociaciones de Camp David, en el Comité Mitchell, y que ha escrito
una buena parte de la Hoja de Ruta del Cuarteto. Ha habido un cambio importante ligado a la
aprobación de la Hoja de Ruta por las dos partes: el cambio de estructura política en la
Autoridad Palestina, el hecho de que haya un primer ministro, y la implicación directa del
presidente de los EEUU. Para nosotros europeos, es fundamental que el proceso de paz
avance, y para ello también es imprescindible una cooperación estrecha entre nosotros y los
EEUU.
El último punto que me gustaría comentar son las cuestiones de defensa. Europa es una
potencia civil con medios militares, no para hacer la guerra, sino para cooperar en el
mantenimiento de la paz en el mundo. Los europeos tenemos responsabilidades y no
podemos cerrar los ojos ante esto. Los ciudadanos tienen que ser conscientes de que si
queremos desempeñar un papel en el mundo proporcional a nuestro potencial económico,
tenemos que hacer un esfuerzo en los temas de defensa. Ya he dicho antes que los
europeos tenemos en estos momentos más soldados desplegados en operaciones de
mantenimiento de la paz que EEUU. Me parece importante subrayarlo. Son asuntos sobre
los que hay que reflexionar, y España también tiene que hacer una reflexión profunda sobre
ello. Los acontecimientos de los últimos días ponen de manifiesto que tenemos gente
dispuesta a arriesgar mucho por mantener la paz y hacer del mundo un lugar un poquito
mejor de lo que es, y tenemos que ser sensibles a todo ello y reflexionar sobre esa especie
de hipocresía que aparece cuando ocurre lo que está pasando por ejemplo en el Congo, y se
oyen voces que se preguntan "cómo no se para eso". Pues eso se para si hay gente que
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está dispuesta a ir a pararlo. Y la gente que puede ir está en lugares como Europa. Ya
hemos aprobado una resolución en el Consejo de Seguridad para ir al Congo y posiblemente
la UE desplegará una misión allí, bajo bandera de la Unión, para parar esta masacre, pero
para ello hay que tener medios y más recursos de los que ahora mismo disponemos.
A este respecto me parece importante señalar que esta semana, a pesar de la difícil
situación económica por la que atraviesa Europa, hemos tomado tres decisiones de valor
extraordinario: cerrar el avión de transporte estratégico militar "Airbus 400-M", la operación
Galileo (el primer satélite entrará en funcionamiento en el 2008) y, tercero, hemos vuelto a
poner en marcha el programa Arianne. Por tanto, estamos avanzando en
aspectos
estratégicos importantes. Sé que hay pesimismo, sensación de que no se avanza, pero creo
que los resultados de estas iniciativas nos van a dar la razón a los que hemos puesto mucha
fe en la construcción de este magnífico edificio que es Europa.
Europa ha nacido a golpe de dificultades, de momentos de tensión, de las que ha salido
siempre reforzada. De la crisis de Kosovo salió el acuerdo de Saint-Malo entre Francia e
Inglaterra para hacer posible que empezara a haber un embrión de defensa europea. De la
crisis de años anteriores salimos con el acuerdo de una moneda común. Estoy convencido
de que de esta crisis también saldremos reforzados para realizar un sueño que creo que
muchos de ustedes comparten conmigo.
En cuanto a qué agenda podríamos poner en común con nuestros amigos americanos, estoy
convencido de que en la batalla contra el terrorismo internacional tenemos que cooperar, no
sólo con EEUU, y no sólo en lo que se refiere a una cooperación militar, sino también de
intercambio de información, de inteligencia, etc.
El segundo tema que me parece importante y que no podemos olvidar es la proliferación de
armas de destrucción masiva. Desde el fin de la guerra fría hay más países que tienen estas
armas, y reforzar los mecanismos de control es algo que nos concierne a todos, no sólo a
EEUU.
Sobre Oriente Medio ya he dicho que debemos seguir trabajando juntos para que se cumpla
el calendario de la Hoja de Ruta hasta llegar a dos Estados que convivan en paz entre ellos y
con sus vecinos en el año 2005.
Sobre los temas de carácter social, las dos grandes potencias económicas tenemos que
cooperar para que las desigualdades en el mundo disminuyan. Esta mañana me pasaban
una nota que me ha hecho repensar muchas cosas. Si hiciéramos el ejercicio de limitar el
mundo a 100 personas, resulta que 57 serían asiáticos, 21 europeos, 14 americanos, 8
africanos; 52 hombres, 48 mujeres; 80 vivirían en condiciones insalubres, 70 serían
analfabetos, 50 estarían malnutridos, 1 poseería un ordenador, 1 sería universitario y sólo 25
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tendrían a la vez alimentación, vestido y un lugar para dormir. Europa tiene la obligación
también de contribuir a la resolución de estos problemas, y este es otro punto de encuentro
con las grandes potencias y, en concreto, con EEUU.
Creo en todo ello y dejaré mi piel y mi energía en esta batalla. Agradezco muchísimo que
personas como ustedes estén también dispuestos a seguir trabajando por estas causas.
Muchas gracias.
(*) Transcripción del texto pronunciado.
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