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a) Descartes
Conoce tu fe / Historia de la Filosofía
Por: COU | Fuente: Catholic.net
3. Descartes.
3.1. La filosofía cartesiana.
3.2. Razón y Método.
3.3. El proceso de la duda.
3.4. Dios.
3.5. Física y psicología.
a) El mundo.
b) El hombre.
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3. Descartes
3.1.- La filosofía cartesiana.
Descartes es el ejemplo del paso histórico del renacimiento a la modernidad. Su filosofía retoma cuestiones del XVI según el modo de
pensar del XVII. El pensamiento renacentista reclamaba volver a los orígenes de la filosofía en la subjetividad humana, frente al
teocentrismo medieval. Todo el pensamiento de Descartes se inicia en el "yo", individual, sustancia, ser en sí. Su filosofía es un
humanismo intelectualista, desde el interior subjetivo, el hombre debe encontrar el camino que le eleve a Dios y al mundo (influencia de
Agustín de Hipona). Características de la filosofía de Descartes son:
a) Intuicionismo: Critica contra los prejuicios, tanto en su física como en su metafísica se exige que la razón imponga sus propios
derechos.
b) Su sistema no se desarrolla mediante analogías que manifiestan la arbitrariedad del yo, sino por el ideal de rigor matemático.
c) La filosofía se construye desde la luz natural de la razón, al margen de cualquier otro modo posible, y sobre todo al margen de la
teología.
3.2. Razón y método.
El proyecto cartesiano pretende la unificación de todas las ciencias en una sola. Esto es posible porque todas las ciencias no son sino
sabiduría, y existe un método universal único. Las distintas ciencias forman una unidad orgánica; como en un árbol, la metafísica son las
raíces y la física es el tronco, de donde parten todas las demás (principales, la medicina, la mecánica y la moral). La moral es el último
grado de sabiduría. Mientras se desarrolla su proyecto debe establecerse una moral provisional3, hasta que pueda construirse la
definitiva. El principal interés es elaborar un sistema filosófico basado en evidencias y desarrollado científicamente. El modelo es la
matemática que por su objeto y la simplicidad de sus argumentaciones está libre de error. La filosofía debe establecer principios ciertos
conocidos por intuición, desde los que se pueda deducir todo lo demás. Hay que encontrar un conjunto de reglas racionales que
permitan distinguir lo verdadero de lo falso sin llegar a dudas ni errores.
El libro "Discurso del método", expone de manera abreviada este procedimiento desarrollado extensamente en su libro "Reglas para la
dirección del espíritu". Simplificadamente son tres reglas:
Regla de la evidencia: Este precepto obliga a no aceptar cosa alguna que no sea clara y distinta, evitándose la prevención y
precipitación. Esta regla tiene dos partes: Prohibe (hay que evitar los prejuicios que oscurecen la luz natural de la razón, sólo una mente
sin prejuicios puede descubrir lo verdadero4 como evidente5). Una exigencia: obtención de una mente pura y atenta. Aplicar esta regla
permite conocer por intuición lo que Descartes define como "la concepción inevitable de un espíritu puro y atento que nace de la sola luz
de la razón". Para Descartes intuición es todo conocimiento (influencia de Platón).
Reglas del análisis y de la síntesis: Se conocen por "preceptos del orden", diciendo Descartes que son la clave del método. Este orden,
sólo puede seguirse cuando se reducen las cuestiones complicadas o otras más simples y cuando después partiendo de la intuición de
las proposiciones simples se eleva a través de deducciones estrictas al conocimiento de todas las cosas. Se deben dividir los problemas
en los datos elementales. (Procedimiento de análisis). Así la mente intuye los términos más simples e irreductibles para relacionarlos,
dando paso a la deducción (procedimiento de síntesis). Para Descartes la síntesis por deducción proporciona tanta certeza6 y por lo
tanto evidencia como la propia intuición. La deducción sería la intuición mediata.
Regla de la enumeración: La mente humana está condicionada por el tiempo y evidencias tenidas en el pasado quedan en la memoria,
que con frecuencia nos traiciona. Por esto Descartes propone una regla que sirva como una control de la continuidad que debe haber
entre los diversos pasos de las deducciones. Esa es la misión de la enumeración. Constantes comprobaciones y verificaciones de lo que
se llega a deducir.
3.3. El proceso de la duda.
Lo que vamos a describir es el camino que siguió Descartes para encontrar un primer principio para toda su filosofía posterior según los
criterios que había previsto en su método. El proceso de la duda está justificado en su libro "Meditaciones metafísicas". Se trata de una
crítica sobre los principios en los que se apoyan todos los conocimientos y creencias, la duda es un artificio para esa crítica por eso se
llama duda metódica, es un método para liberar a la mente de prejuicios. Por lo tanto, no es una duda ontológica o metafísica, en
realidad Descartes no duda. Siendo imposible repasar todas las opiniones y creencias que ha mantenido el hombre de una forma
acrítica, Descartes decide someter a la duda metódica las razones por las que irreflexivamente se cree tener certeza.
En primer lugar: El hombre está acostumbrado a aceptar como evidente lo que recibe de sus sentidos y sin embargo a veces se ha dado
cuenta de que el conocimiento sensible puede producir engaños. Consecuentemente, si los sentidos me han engañado alguna vez, no
es aventurado suponer que engañen siempre.
En segundo lugar: Durante el sueño muchas veces creemos realizar lo que es pura ilusión. Descartes aquí radicaliza la duda mediante
un motivo verosímil: la confusión de la vigilia con el sueño. No hay ninguna razón poderosa que permita distinguir sin lugar a dudas entre
esos dos estados de conciencia: sueño y vigilia.
En tercer lugar: Descartes usa ahora un motivo metafísico, ni real ni verosímil: El Dios engañador. Al ampliar la duda metódica al campo
de las ciencias exactas, tenemos que abandonar el ámbito de la sensibilidad. En resumen: si Dios es libre y omnipotente, podría
habernos hecho de tal manera que el conocimiento humano llevara a un constante error. Podríamos aducir la bondad divina pero por el
momento no es valido porque si Dios fuese sumamente bueno debería haber evitado que el hombre se equivoque.
En cuarto lugar: Dejando de lado al Dios engañador podemos suponer la existencia de un "genio maligno" cuya única y total actividad
consiste en destruir nuestra posibilidad de certeza y verdad. Este último nivel de la duda metódica no añade nada porque en el anterior
ya se ha dudado de cualquier posibilidad de conocimiento. Sin embargo, es el que más claramente demuestra el carácter metódico de la
duda de Descartes. El genio maligno no es ni un motivo real, ni verosímil, ni metafísico, es hipotético, fruto de la ficción con el fin de
acabar con cualquier posible prejuicio.
En esta situación en la que ha perdido validez todo conocimiento, es el momento en el que aparece la 1ª verdad totalmente evidente de
la que no se puede dudar y que nos permite formular la 1ª proposición, principio de la nueva metafísica: "pienso, luego existo". Ya sea
soñando o despierto, cuando dudo es indudable que pienso y porque pienso existo o cuando pienso existo.
Si el "pienso" se descubre al final de la duda, resulta que ésta no puede ser escéptica porque nos ha proporcionado una verdad, la
primera certeza: mi existencia. No se trataba de negar la posibilidad de la verdad (escepticismo), sino al contrario, alcanzar la 1ª verdad,
la fundamental. Por todo ello, Descartes inaugura una nueva etapa en la filosofía, que consiste en afirmar la superioridad del sujeto
frente al objeto. ¿En qué consiste el "pienso"?: Este sujeto no es otra cosa que pensamiento, cosa pensante, la 1ª sustancia: "Res
cogitans". El primer ámbito de la realidad es pues sustancia pensante. Sustancia, en cuanto a que es en sí y por sí, pensante, en cuanto
a su atributo (en lo que consiste). La diversidad de sustancias con el mismo atributo está determinado por el modo. Lo siguiente será
intentar demostrar la evidencia del mundo ("res extensa", sustancia medible o con extensión), o los objetos acerca de los que pensamos.
3.4. Dios.
Una idea (como el "pienso") es verdadera cuando es evidente, es decir, clara y distinta. ¿Cómo podemos asegurarnos de la verdad de
nuestros conocimientos sobre el mundo?. ¿Cómo asegurarnos de la inmutabilidad de las verdades de la ciencia, que una vez conocidas
por intuición quedan después en la memoria?. Se requiere la ayuda de un Dios completamente veraz, que garantice estas verdades.
La veracidad infalible de Dios, exige previamente una prueba de su existencia. Si la sustancia pensante individual sólo posee ideas, la
demostración de la existencia de Dios debe partir de ellas. Para esta demostración no contamos con otra idea que la de infinito, idea que
existe verdaderamente en el yo. La idea de infinito no puede ser creación humana, exige la existencia real de un ser que posea
formalmente la infinitud. El argumento de Descartes para demostrar la existencia de Dios se basa en el principio de causalidad: Dios que
consiste en ser infinito causa en nosotros (seres finitos que consistimos en pensar), la idea de infinito.
De un modo adicional, Descartes acude también al argumento ontológico: En este argumento pasamos de la idea de un ser infinitamente
perfecto, que realmente existe en mí, a postular la existencia real de ese mismo ser, para no caer en contradicción (pensar algo que
tiene todas las perfecciones, incluida la existencia, pero que no existe de hecho). Demostrada la existencia de Dios, Descartes ha
encontrado la segunda realidad fundamental, que será puente hacia el mundo de la extensión. Este Dios igual que el Yo, es entendido
como una realidad sustancial, que cumple de modo más perfecto el concepto de sustancia: ser en sí y por sí. Dios es sustancia espiritual
infinita.
3.5.- Física y psicología.
La veracidad divina revalida nuestras ideas claras y distintas, y además, permite estudiar (sin salir de nuestra propia razón), las cosas
materiales. Descartes descubre la idea clara y distinta de extensión; partiendo de ella le parece suficiente para concebir con exactitud la
idea de cuerpo. La esencia de todo lo corporal es la extensión (como la esencia de todo lo espiritual es el pensamiento). Entramos en el
tercer ámbito de la realidad: el mundo (sustancia corporal y material) definida como "res extensa".
a) El mundo.
La materia la concibe Descartes como continua. Es una extensión sin límites, infinitamente divisible, tridimensional y perfectamente
homogénea. La materia presenta un problema muy grave: ¿cómo explicamos el movimiento?. La solución es el mecanicismo. Existe en
el mundo una cantidad de materia que se distribuye en infinidad de formas, y además existe una cantidad constante de movimiento. Esto
es el universo para Descartes: Dios es el encargado de dar el impulso inicial, que pone en movimiento esa masa de extensión inerte
(materia), debiendo también conservar constante la cantidad de movimiento producido. Se instaura así una física basada en el principio
de inercia: "Todo cuerpo abandonado a sí mismo permanece en constante estado de reposo o movimiento, debiendo ser este último
rectilíneo y uniforme". Partiendo de tal principio general, Descartes deducirá, sin un solo experimento, todas las leyes que controlan el
choque de los cuerpos entre sí, o el movimiento general del universo.
b) El hombre.
Descartes divide el mundo de las cosas finitas en dos campos: res cogitans y res extensa, completamente distintos y separados. Esto le
obliga a una concepción dualista del hombre, dentro de la tradición platónica. El hombre es un compuesto de dos sustancias completas,
cuerpo y alma, extensión y pensamiento, pero que están íntimamente unidas entre sí. El problema como siempre es esa unión.
Descartes para ser congruente sostiene la distinción total entre el cuerpo y el alma, pero no duda de la relación entre ambas. El alma no
se aloja en el cuerpo (desechamos la opinión platónica o agustiniana). Hay un sentimiento en el hombre que manifiesta la unión entre las
dos sustancias. El yo no sólo percibe por ejemplo el dolor, sino que lo siente como suyo. Nos encontramos en el tema de las pasiones,
que Descartes define como percepciones que afectan al alma pero no tiene su origen en ella. Son involuntarias, inmediatas y no siempre
racionales. La tarea del alma es someter u ordenar las pasiones al dictamen de la razón.
En cuanto a la libertad, distinguidas dos actividades del alma, entendimiento y voluntad, no es ni indiferencia ni arbitrariedad, más bien la
elección por la voluntad de lo que es propuesto por el entendimiento como bueno y verdadero. La libertad es la perfección fundamental
del hombre y no necesita demostración, pues es evidente. Queda claro, por tanto, que debe haber una comunicación real de sustancias
distintas, que de modo poco afortunado, Descartes situó en la glándula pineal7.
Los seguidores de Descartes sustituirán esta curiosa teoría por el ocasionalismo (Malebranche): Dios es el único capaz de mover, la
única verdadera causa eficiente. Las criaturas son mera ocasión, para que Dios ejerza su causalidad. Las causas naturales no son
verdaderamente causas sino ocasiones que obran por el poder y eficacia de la voluntad divina. Para el hombre resuelve que no causa el
movimiento, y por tanto la comunicación entre pensamiento y materia es sólo ocasión para que lo cause Dios.
NOTAS:
1.- El nominalismo es uno de los principios de la filosofía de Ockam, crítica de la síntesis entre cristianismo y aristotelismo, intentada por
Tomás de Aquino. El punto de partida es un empirismo epistemológico que le lleva a ejercer una crítica radical a todo elemento
innecesario del edificio filosófico. Admitiendo que es posible conocer intuitivamente lo individual, sin recurso alguno a la abstracción y a
entidades ocultas, formas o conceptos (entidades todas, a las que aplica el criterio de economía del pensamiento, conocido como
"navaja de Ockam", y consiste en no multiplicar entes sin necesidad), construye su propia teoría del conocimiento. No hay propiamente
universal (ni es concepto, ni es real), e sólo un nombre. Los nombres sólo se refieren o a individuos o a cualidades del individuo. En esta
reducción de la referencia de los nombres está su nominalismo. Con su teoría del conocimiento intuitivo individual ha de rechazar los
clásicos argumentos escolásticos para la existencia de Dios; o Dios es conocido intuitivamente, y no lo es, o sólo es posible la fe en
Dios. El nominalismo se orienta, así, hacia una ciencia física cada vez más interesada en indagar cómo suceden los fenómenos, que en
conocer la realidad subyacente a ellos. Se abre un camino para la matematización de la ciencia física por el que transcurrirán lentamente
los seguidores ockamistas.
2.- Dios es la única garantía de conocimiento; es lo único que nos permite trascender del ámbito de nuestra conciencia hasta el mundo
real.
3.- La moral provisional son sólo “tres o cuatro máximas”, que se resumen en cautela (obedecer las leyes y seguir las costumbres
moderadas y comúnmente aceptadas), evitar la indecisión (admitir lo probable como si fuera verdadero), estoicismo (dominar los deseos
antes que alterar el orden del mundo), y elegir la mejor ocupación entre las posibles (para él conocimiento de la verdad según su
método).
4.- Verdad: Adecuación de la mente con la realidad, pero quedará como coherencia, una vez admitido el principio de inmanencia.
5.- Evidencia: Es un criterio de verdad que proporciona certeza y que concede el objeto por sí mismo. Puede ser mediata o inmediata.
6.- Certeza: estado de la mente ante la verdad. Su contrario no es error, es duda.
7.- Descartes consideró la glándula pineal como el nexo de unión entre el alma y el cuerpo, que a través de la sangre y los nervios
relaciona la res cogitans con el cuerpo o res extensa, orienta el movimiento e influye sobre el alma. En la actualidad se sabe que la
glándula pineal o epífisis contiene células pigmentarias que reaccionan a los cambios lumínicos, y es la responsable de la segregación
de la hormona melatonina, que regula los ritmos vitales y los estados de sueño.
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