Los Grados. Nombrar, Nominar, Designar

Anuncio
"Los Grados. Nombrar, Nominar, Designar"
(*) Jornadas Del Pase, Escuela Freudiana De Buenos Aires, 2016.-
Mabel Rodríguez Gamallo
Lacan despliega reiteradamente a lo largo de su obra desarrollos en relación al naming ( el
“dar nombre” en ingles).
Va a plantear que hay que transitar por dar un nombre para anudar lo que es del orden de lo
simbólico a lo real y esto tiene un efecto real. No nos podemos plantear que haya nombre, sin
uno que nombre. La función del padre, del Nombre del Padre, va a ser la de nombrar.
Lacan habla de que el padre no puede ser cualquiera.
En esa dirección afirma que no alcanza con la existencia de un progenitor para que haya un
decir paterno. Este decir que supone lo que se llama “un justo medio-decir”, enuncia la ley y
debe provenir desde alguien.
Hay que resaltar que Lacan, en el párrafo citado, obvia las paternidades reivindicadas como
homosexuales, surgidas en la sociedad en años recientes.
En sus últimos seminarios el padre no está planteado como un significante sino como un
decir. Para que haya dichos, enunciados, hace falta un decir, que se diga: el decir es un acto.
Puede haber Nombre del Padre a pesar de que no haya un hombre que sea un padre en el
hogar. Al revés, que encontremos a un hombre que sea el progenitor de alguien no garantiza
la puesta en función del Nombre del Padre. Se puede prescindir de la figura del padre y la
función paterna estar operando. Cualquier hombre que tenga lo que Lacan llama el
síntoma-padre, que ilustra la pere-version , la versión del padre, puede portar la función
paterna para los niños de los que no es el progenitor.
La función nombrante, anudante, no puede ser asimilada a la transmisión del patronímico.
Se puede llevar solo el apellido materno y estar anudado convenientemente.
La función padre pasa por lo que Lacan describe como el síntoma-padre. Ese síntoma puede
estar o no.
La función del padre es decir el nombre y anudar. Y lo que permite anudar es el decir: el decir
que nombra. Se anuda lo imaginario, lo simbólico y lo real. El parletre está constituido por el
anudamiento de R S I.
El Nombre del Padre cumple la función de anudar la imagen del cuerpo, la lengua y lo
simbólico, y lo real del goce. Sabemos que del Nombre del Padre se puede prescindir a
- Página 1 de 5 Copyright 2016 - EFBA - Todos los derechos reservados
condición de servirse de él. Esta formulación repetida reiteradamente nos sigue interrogando
en relación a cómo leerla.
Una de las vertientes es pensarla como la posibilidad de poner a operar una función de
anudamiento homologa a través de las suplencias posibles, a través de los Nombres del
Padre. Hay anudamiento de 4 por el Nombre del Padre como cuarto y anudamiento de 4 por
lo que funciona como otro cuarto: las suplencias del Nombre del Padre.
Cuando el cuarto es el Nombre del Padre los otros 3 no se pueden desanudar, es un
anudamiento borromeo. No siempre se logra la misma estabilidad en el tiempo con otro
sinthoma que no sea el sinthoma-padre. En Joyce hay anudamiento por un cuarto que no es
el Nombre del Padre sino su arte. Joyce pone a operar una función de anudamiento homologa
a la del Nombre del Padre pero sin pasar por el padre.
Lacan propone en R S I que el nombre del Padre puede ser suplido. Y el sinthoma es lo que
viene a suplir una falla del nombre del Padre. El sinthoma es un ejemplo de anudamiento por
un cuarto que no es el Nombre del Padre. El decir que nombra puede producirse sin el padre
pero cumpliendo la misma función.
La producción literaria de Joyce es el ejemplo de un decir que nombra y que no es el decir de
un padre. Joyce ha suplido el decir del padre por otro decir, por otra nominación.
Esa función anudante, nombrante, que anuda lo simbolico, lo imaginario y lo real es una
función sinthome. La función sinthome es el resultado de los nudos que el inconsciente hace
posible. Padre y sinthome están en el mismo plano. El padre que anuda los tres registros es
real. Un sinthome puede ser igual de eficaz que el padre. Se puede prescindir del padre a
condición de servirse del sinthome. Por ejemplo: Joyce y su escritura.
Lacan asevera que el inconsciente nombra y anuda. Y hace coincidir al inconsciente con el
agujero simbólico, el agujero de donde proviene el nombre. Su intención es afirmar que el
nudo ya está hecho para cada sujeto, con su inconsciente. El sujeto que llega a análisis viene
con su anudamiento, pero a través del análisis puede desanudarse y volver a anudarse de
otro modo, dentro de los límites de su estructura. Sabemos que no hay cambio de estructura.
Lo que se puede lograr con un análisis no es poco. Ya que al final, en un sujeto transformado
por el análisis, va a haber una articulación nueva entre fantasma fundamental y pulsión, una
nueva relación con la castración, una reconversión de goce. No se trata de reducir el goce,
sino de cambiar su economía. Se trata de que el goce parasitario se desplace hacia lugares
que al sujeto le permitan utilizar su saber-hacer con el síntoma. El saber-hacer concierne al
goce. Hay que distinguir el goce que hace función de sujeto, goce castrado; del goce pulsional
como goce del Otro.
También debemos decir que se puede constatar que al final del análisis no se produce un
sujeto sin inconsciente, ni asintomático total, ni desangustiado para siempre. Estamos
advertidos de lo incurable.
Lacan dice que el Padre tiene tantos y tantos nombres que ninguno le conviene, que no tiene
un nombre propio, sino el nombre de nombre de nombre, o sea, el nombre como ex_sistencia.
En esta afirmación, Padre designa la función; es el que cumple la función debido a su
- Página 2 de 5 Copyright 2016 - EFBA - Todos los derechos reservados
pere-version; es de perogrullo decir que, como todo sujeto, tiene un nombre propio. Lacan
quiere destacar que Padre es un nombre, Nombre del Padre, es un nombre del nombre y
todos los nombres de este nombre de nombre: Una mujer, el hombre enmascarado de Frank
Wedekind, el psicoanalista , etc. Constituyen la serie de los Nombres del padre en plural. Los
Nombres del Padre son los distintos nombres de los diversos decires portadores de la función.
Podríamos concluir en que los Nombres del Padre en plural concuerdan mejor con la
formulación de que la función del padre pasa por un decir. El decir es un acto contingente
que puede pluralizarse. El decir paterno que nombra, al ser contingente, es independiente de
los avatares de la familia tradicional. Se puede prescindir del padre y que la función paternal
permanezca operando.
Debemos destacar también que estamos anoticiados de que la anatomía no es el destino.
Sabemos que la posición femenina la podemos encontrar o no, en analistas con forma
sexuada femenina o masculina; pero esto nos lleva a otra interrogación ¿El decir paterno que
nombra puede tener la misma eficacia anudante si proviene de un sujeto con cuerpo de
hombre a si proviene de un sujeto con cuerpo de mujer? Me hago esta pregunta en relación
a la eventualidad del nacimiento de un hijo en el seno de una pareja homosexual de mujeres,
donde alguna de ellas quiera portar la función paterna para el niño.
Por otra parte, si de esa forma no pudiera operar la función ¿será la integrante de la pareja
que cumpla una función materna, la que puede hacer de pasadora de esta función? No
olvidemos que el nombre del padre es también instaurado por la madre. Ella puede vehiculizar
o no, que se instaure un lugar tercero entre el hijo y ella.
Hay que tomar en cuenta también, para no arribar al tiempo de concluir demasiado
rápidamente, que Lacan distingue “ser nombrado” de “ser nombrado para”. Formula que
“ser nombrado para” es un modo de alienación que propone la madre, designando un
proyecto para el hijo que obstaculiza la posición deseante de éste, en relación a su vida. Se
trata de un camino propuesto fuertemente. Lacan lo menciona como algo lamentable que
encuentra en las nuevas formas familiares. “Ser nombrado” en el sentido fuerte del término
ofrece al sujeto un reaseguro de no abdicar de su deseo, de no sucumbir al “ser nombrado
para”.
El nombre patronímico es transmitido de generación en generación y viene del Otro. No es un
significante porque designa con independencia del sentido.
El nombre que se suma al patronímico no se transmite automáticamente sino que inscribe una
elección del Otro. Designa sus expectativas, sus deseos, la huella de un duelo, etc. No me
voy a extender sobre este tema sino que sólo lo menciono para destacar que el nombre
propio, aunque lo pretenda, incluso sumando varios nombres de pila, es insuficiente para
identificar a un individuo particular.
Hay demasiados homónimos.
Ciertos sujetos logran renombrarse con sus obras. El hecho de ser renombrado remite a una
segunda operación de nominación, la de “hacerse un nombre” cuando ya tenemos uno. Esta
- Página 3 de 5 Copyright 2016 - EFBA - Todos los derechos reservados
segunda operación logra fijar una identidad singular.
El nombre de síntoma es un verdadero nombre de identidad en la medida en que nombra a
partir de una singularidad y de una sola.
Un análisis apunta a que cada sujeto pueda liberar su sinthome.
Se podría afirmar que cada sujeto cuenta con, al menos, dos nombres propios: el patronímico
y el de su síntoma.
Las últimas elaboraciones de Lacan no llaman síntoma a una anomalía sino a la función que
anuda el cuerpo, el goce y el inconsciente. Todas las elaboraciones de Lacan coinciden en
considerar que en el síntoma se articulan el elemento de lenguaje, necesario para que ceda
al desciframiento, y la singularidad de goce. Pero en los últimos seminarios hay un
desplazamiento de la definición de síntoma como una función de goce, más allá de toda
connotación patológica. Se trata de un goce regulado de manera particular por el
inconsciente-lenguaje. La letra, a partir de la cual tenemos acceso a lo real, es el elemento
gozado en el síntoma.
Freud y Lacan coinciden en la atribución de goce al síntoma y también en que hay algo, un
ombligo del síntoma podríamos decir, que no va a ser alcanzado por la interpretación.
Siempre va a quedar un resto de síntoma, resto en el cual se fija para cada uno el goce que
suple la no existencia de relación sexual. Por eso las localizaciones de goce que persisten al
final del análisis tendrían que ser tolerables para el ser hablante. Tendría que haber un cierto
“saber hacer allí con eso”.
La función paterna nunca opera a la perfección. Allí donde falló la función paterna en la
estructura y por lo tanto en el nudo (la estructura es el nudo), a ese lugar puede ir el
sinthoma.
Joyce toma a su cargo suplir la carencia de su padre. Desde esta perspectiva el hacerse un
nombre parece depender del sujeto mismo. Sin embargo, esto se relativiza cuando decimos
que un nombre propio, incluso el de síntoma, depende siempre de un vínculo social, hace lazo
social.
Es necesario que la propuesta de nominación del sujeto sea recibida y reconocida
socialmente.
Ese encuentro es incalculable y contingente del mismo modo que el amor.
En el análisis procedemos a una declinación de las identificaciones. Avanzar en el análisis
produce efectos de despersonalización porque el sujeto se va desprendiendo de los
significantes del Otro.
Hay que distinguir nominación e identificación. En el curso del análisis hay caída de las
identificaciones. Trabajar las identificaciones en el análisis va a posibilitarle al sujeto darse
cuenta de en relación a qué objetos y qué decires él está ubicado. El final por identificación
con el analista y el final por identificación con el síntoma son antinómicos.
Lo que justifica que se transite un análisis hasta el final es llegar a un objetivo ético que es
que un sujeto haya arribado a una identidad que no se defina vía la identificación a los
significantes, los valores y los ideales del Otro del discurso, sino que acceda a una identidad
- Página 4 de 5 Copyright 2016 - EFBA - Todos los derechos reservados
con una modalidad de nudo propia y singular, entre un deseo y un goce que fija la letra del
inconsciente.
Luego de los desarrollos acerca del naming, la función propia del padre, Lacan hace
referencia, en R S I, a las nominaciones de AME.
Está trabajando el nudo borromeo y relaciona la nominación al hecho de que lo simbólico
hace agujero en lo real, agujero muy necesario para que se puedan anudar las tres
dimensiones. Dice “la nominación, es la única cosa de la cual estemos seguros que eso hace
agujero.” Pero también afirma que no es obligatorio que sea al agujero de lo Simbólico que
esté unida la nominación.
Si la nominación no está unida al agujero de lo simbólico, nominación y nombre propio que
deberían diferenciarse, van a juntarse, abonando el camino de la prestancia. La nominación
en una Escuela tendría que significar horadación del nombre propio y no reforzamiento. Sería
esperable que se articule a la reducción del nombre propio al nombre común, que se verifica
en el fin del análisis. Se trata de nombrar de determinado modo el vacío, el des-ser, producto
de la operatoria analítica que ha posibilitado el pasaje de analizante a analista. Solo
apres-coup de la nominación del analista como AE, a partir de los diversos lugares de su
práctica donde se ponga en juego su posición discursiva respecto de la castración, se podrá
constatar si fue una nominación articulada al agujero simbólico o no. Si nos enfrentamos a
esta última eventualidad me surgen, al menos dos preguntas: ¿Leyó mal el Jurado? , ¿Los
efectos de una nominación son incalculables?
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Página 5 de 5 Copyright 2016 - EFBA - Todos los derechos reservados
Descargar