El Código Civil y Comercial de la Nación, la regulación de la cuenta

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El Código Civil y Comercial de la Nación, la regulación de la
cuenta corriente bancaria y el recupero de saldos deudores en la
ley 25.065.
Por Héctor Osvaldo Chomer
1. Aprovechando la novedad del CCyC 1397 y en relación a la histórica cuestión de las
llamadas “cuentas corrientes no operativas” e “instantáneas”, algunos pretenden,
aún con la sobreviniente normativa, renovar un debate que entiendo superado
(sobre la identificación de tales “cuentas” ver: Chomer Héctor Osvaldo, Ley de
Tarjeta de Crédito, comentada. Ley 25.065; p. 157 y stes. La Ley, Buenos Aires,
2009).
Recuerdo que a pesar de la letra clara de la ley, los emisores han intentado diversas
y variadas prácticas para esquivar la prohibición de la ley 25.065: 14, h y 42, en
cuanto prohíben la ejecución directa del saldo deudor por la utilización del sistema
de tarjeta de crédito.
Entre tales maniobras evasivas, la más tradicional la constituía (y aún hoy, la
constituye), la utilización de la cuenta corriente bancaria a fin de debitar en ella los
saldos deudores generados por el uso de tarjeta de crédito.
De ese modo, se evita la preparación de la vía ejecutiva y presentando el certificado
deudor de la cuenta, se accede a la vía ejecutiva directa (sobre esto, ver la relación
de los diversos atajos aplicados por los bancos en: Chomer, Héctor Osvaldo, Ley de
Tarjeta de Crédito, comentada. Ley 25.065; p. 154. La Ley, Buenos Aires, 2009).
La tradicional jurisprudencia que determinaba la irrevisibilidad de los saldos
deudores (generalmente extendidos o conformados en cuentas corrientes bancarias
en las que se debitaba el saldo de tarjeta), hacía que, en el marco de la ejecución,
fuera inviable toda defensa o planteo.
Tal interpretación ha cedido a una más sensata corriente que evita abusos sin
descuidar la necesaria agilidad en el recupero de saldos deudores que ha de
reconocerse a los bancos a fin de que el sistema pueda funcionar adecuadamente.
Porque frente a la –repito-clara letra legal que prohíbe la ejecución directa de saldos
deudores en tarjeta de crédito, ya no es razonable sostener que la simple formalidad
extrínseca del certificado de saldo deudor descarta cualquier defensa. Por el
contrario, la corriente que antes refiero tiende a proteger al consumidor usuario de
tarjeta de crédito equilibrando sus derechos con los que, correlativamente, ostenta el
emisor.
2. Sobre este conflictivo tema he sostenido que "... si para el mejor gobierno y
administración del sistema, conviene asentar los saldos de tarjeta en la cuenta, nada
será criticable o nulo, en la medida de que ello así haya sido acordado entre las
partes. Mas el emisor no podrá aprovechar el beneficio que resulta del Código de
Comercio (art. 793 y ss.), para emitir el unilateral certificado de saldo deudor en
cuenta corriente bancaria y ejecutarlo directamente si en él se han asentado saldos
de tarjeta. Porque esa práctica contraviene lo expresamente dispuesto por el artículo
14 y 42 de esta ley" (Chomer, Héctor Osvaldo, Ley de Tarjeta de Crédito,
comentada. Ley 25.065; p. 154. La Ley, Buenos Aires, 2009).
Más, la procedibilidad liminar de la ejecución del saldo deudor en cuenta corriente
bancaria no está hoy regulada exclusivamente por el Código de Comercio, pues
desde la sanción de la ley 25.065 cabe exigir la declaración complementaria en el
sentido de que el monto allí expresado no incluye saldos por el uso de tarjeta.
(Chomer, Héctor Osvaldo, Ley de Tarjeta de Crédito, comentada. Ley 25.065; p.
155, 3. La Ley, Buenos Aires, 2009).
Esa indagación jurisdiccional sobre la conformación del saldo, ha sido autorizada
por constantes precedentes de Cámara y solo atiende a la necesidad de establecer si
el extraordinario privilegio concedido a los bancos para la creación y emisión
unilateral del certificado no es desviadamente utilizado para violar la prohibición de
la ley 25.065: arts. 14, h y 42 (ver sobre este tema: Monti, “Acciones judiciales por
deudas originadas en el uso de Tarjetas de Crédito”, página 85; en “Tarjeta de
Crédito, Doctrina y Jurisprudencia para la práctica profesional” Ad Hoc, Buenos
Aires, 2008). "Esta interpretación integral de las tres normas —art. 793 CCom., ley
24.240 (Adla, LIII-D, 4125) y ley 25.065— y la implícita modificación de la
primera por las otras responden a la sana y decantada doctrina de nuestro tribunal
supremo cuando expresara que los beneficios que conceden las normas de orden
público son irrenunciables y por ende inmodificables por normas que carezcan de
ese carácter...". (Muguillo, en el comentario a la ya mencionada decisión del Juzg.
Nac. Com., nro. 10, 2/5/2002 - BBVA Banco Francés S.A. c. Monachesi, Jorge, JA,
2004-I-162 - SJA, 18/2/2004).
3. Por lo que, “… la aparente contradicción que resulta entre consentir que los
saldos de tarjeta sean debitados en la cuenta corriente bancaria pero criticar la
ejecución de los certificados de cuenta continentes de aquellos saldos, se resuelve
interpretando que no existe óbice para que, en ejercicio de la libertad de contratar,
las partes pacten que lo expresado en el resumen y adeudado por el uso de la tarjeta
pueda ser asentado en la cuenta corriente a fin de facilitar un adecuado control e,
incluso, el cobro; mas nunca podrá ser ejecutada dicha deuda por medio del
certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria, pues la ejecución directa
de aquellos saldos está prohibida legalmente y no podría traspasarse el techo límite
de réditos fijados en la ley 25.065, lo cual se produciría de admitirse la ejecución de
los certificados….” (Chomer, “La tarjeta de crédito y la cuenta corriente bancaria:
De nuevo sobre la persistente actitud bancaria de violar la ley reclamando saldos de
la primera en certificados extendidos con motivo de la segunda”. Revista de
Derecho Comercial del Consumidor y de la Empresa; página 274 y stes, Año III,
Nro 2 Abril 2012).
4. Admitida, siquiera como hipótesis de trabajo actual y para seguir de algún modo
este análisis, la imposibilidad de ejecutar los saldos de tarjeta por la vía directa del
certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria, queda por establecer si
procede solo descontar aquellos saldos o desechar la ejecución. Aun cuando la
última tesis, acaso por extrema podría plantear dudas, humildemente creo que nunca
puede dudarse cuando el exceso o abuso no viene provocado por aplicar la ley, sino
por procurar violarla persistentemente (Sobre esto ver mis conclusiones en:
Chomer, “La tarjeta de crédito y la cuenta corriente bancaria: De nuevo sobre la
persistente actitud bancaria de violar la ley reclamando saldos de la primera en
certificados extendidos con motivo de la segunda”. Revista de Derecho Comercial
del Consumidor y de la Empresa; página 274 y stes, Año III, Nro 2 Abril 2012).
Es por ello que antes y aún ahora pienso que no cabe descontar ni debitar nada, sino
derechamente desestimar la ejecución planteada en infracción a la ley 25.065: 14, h
y 42.
5. Pero queda otro argumento, pues si no se coincidiera con la desestimación
propuesta, para coincidir bastaría solo reparar en los estropicios económicofinancieros que depara no aplicar dicha solución. Porque si del monto cuantificado
en el certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria, solo se descontara lo
que supuestamente fuera el saldo deudor por el uso de tarjeta, aún seguiría incluido
en la cuenta lo que aquél capital hubiese devengado por intereses en la cuenta
corriente.
Y los réditos autorizados para operar en cuenta corriente bancaria son
estadísticamente superiores a los permitidos por la ley 25.065: arts. 16/20.
Porque si tales intereses traspasan el techo o tope autorizado legalmente, nunca
podrían ser cobrados compulsivamente en sede judicial. Este dato no es menor ni
hipotético como algunos sostienen, porque nunca los réditos de la cuenta corriente
bancaria son menores a los autorizados para devengarse –como máximo- en las
operaciones de tarjeta.
Por lo que de procederse ejecutivamente con base en el certificado que expresa el
saldo deudor en cuenta corriente bancaria, pero también continente de lo adeudado
por el uso de la tarjeta, inevitablemente se autorizará el cobro de réditos desmedidos
en tanto prohibidos por la ley 25.065.
Ningún juez que comprenda este atropello podría convalidar tal ejecución (arg. nota
de Velez al CCiv 3136).
6. La nueva regulación del CCyC 1397 ha sentado la idea de que el pacto de cheque
no es esencial (Paolantonio, en Contratos en el nuevo Código Civil y Comercial,
Tomo II, pág. 308; Director: Rubén S.Stiglitz. La Ley, 2015).
Pero esa permisión es irrelevante en el caso, porque aún admitido que hay cuenta
sin cheque, nunca el emisor podría incluir los saldos de tarjeta en el certificado de
saldo deudor en cuenta corriente bancaria e intentar la ejecución directa con ese
prohibido artilugio.
Claro que podrá debitar los saldos de tarjeta en la cuenta, si eso conviene para su
mejor administración y la del cliente, mas nunca ello podría abrogar las expresas
prohibiciones que he señalado antes y emergen de la ley 25.065 (arts. 14, 42 y
concs).
7. Pende aún determinar, si solo cabe descontar los saldos de tarjeta o,
alternativamente, proceder al rechazo del intento de ejecución directa de aquellos,
en tanto incluidos en el certificado de saldo en cuenta corriente bancaria. Empero,
ninguna duda me cabe que ante el intento de ejecutar un certificado unilateralmente
extendido por saldo deudor en cuenta corriente bancaria, es facultad jurisdiccional
el indagar liminarmente si tal contiene (o no) saldos por el uso de tarjeta de crédito.
En verdad, sería más sencillo y hasta económico para los emisores acatar tal criterio
jurisprudencial y, en rigor, respetar la letra inequívoca de la ley 25.065, pues eso
reduciría los costos que hoy aparecen acrecentados por la duplicación de reclamos
que impone el rechazo de las ejecuciones y la necesidad de replanteo de acciones
enderezadas al recupero de saldos deudores.
La ley se ha hecho para ser respetada y la ley 25.065 (art. 14, h), prohíbe la
ejecución directa de los saldos deudores de tarjeta de crédito, por lo que sería
deseable que los emisores evitaran todo otro artilugio o interpretación desviada para
violar la ley vigente.
Esa es la ley
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