Artaserse en Nancy Ópera en Francia

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Escena de Artaserse en Nancy
Foto: Marc Antoine/Opéra National de Lorraine
Ópera en Francia
Artaserse en Nancy
Noviembre 4, 2012. La última obra de Leonardo Vinci (16961730) es un brillante exponente de la ópera seria napolitana, que
parece estar teniendo un oportuno “revival” en los últimos años. En
España se recuperó Partenope hace un par de años y la producción
pudo verse en Nápoles y Murcia, en donde fue grabada para
comercializarse en disco compacto. Esta Artaserse tuvo su estreno
en Roma, ciudad en la que por ordenanza papal estaba prohibida
por la presencia de mujeres sobre los escenarios. De allí que, a
pesar de contar con dos personajes femeninos, todos los cantantes
de fueran hombres. El elenco contaba con la presencia de cinco
castrati, entre ellos los célebres Carestini y Gizziello.
La Ópera Nacional de Lorena, con sede en un bellísimo edificio de
la Plaza Real de Nancy, reclutó a cinco estupendos contratenores,
entre ellos a dos de los ídolos de la actualidad en esta cuerda:
Philippe Jaroussky y Max Emanuel Cencic. Si sumamos que
hace menos de un mes se hizo el lanzamiento de la grabación
de la ópera (Virgin Classics) con un elenco prácticamente igual
(sólo el tenor fue cambiado para estas representaciones) y una
cuidada campaña de marketing, la expectación estaba asegurada.
Jaroussky encarnó al personaje epónimo con su cristalina voz,
maravillosamente proyectada y utilizada; mientras que Cencic daba
cuenta del personaje de Mandane, hermana del anterior, con una no
menos espléndida prestancia vocal.
Sin embargo, la verdadera sorpresa estaba en el altísimo nivel de
los otros tres contratenores, menos conocidos que los anteriores
mencionados. La espectacularidad del ucraniano Yuriy Mynenko
como Megabise, personaje masculino, y la vehemencia de Valer
Barna-Sabadus en el personaje de Semira, fueron cantados
enero-febrero 2013
con despampanante calidad. El fenomenal Arbace del argentino
Franco Fagioli no fue para mí una sorpresa. Desde que le viera
interpretando a Giulio Cesare de Händel en la Ópera de Zúrich,
al lado de nada menos que Cecilia Bartoli, he pensado que es
uno de los mejores contratenores de su generación. Arbace es el
personaje escrito para Carestini. Con él, Fagioli dio una magistral
lección de canto, saltando del registro grave a la zona más aguda
sin dejar descubierta una sola parte de la voz. Para él fueron,
merecidamente, los mayores aplausos.
Una pena que el tenor Juan Sancho no estuviera a la altura de sus
colegas, pues su personaje (Artabano) juega un papel importante en
la obra y como tal tiene arias de gran dificultad y belleza. Utilizar
el falsete rodeado de cinco contratenores no es lo esperado de un
tenor ligero. Y, cuando no lo hizo, el fallo fue evidente. Al frente
del Concerto Köln, Diego Fasolis mostró con efectividad los
punto fuertes de Vinci: sentido melódico a flor de piel, exultante
capacidad de acompañamiento a la voz y conjunción armónica con
el argumento. Extrajo del conjunto alemán los matices necesarios
para el lucimiento de cantantes, e instrumentos obligados, con
destreza. La propuesta escénica del rumano Silviu Purcărete no
cuajó completamente en lo que él deseaba plasmar, a tenor de lo
visto y de la nota proporcionada a los medios de comunicación.
Pretendió dar una imagen de un mundo cerrado en el que los
personajes no logran comunicarse entre sí y simplemente se
manifiestan al público con su aria y desaparecen al terminarla para
dar paso al siguiente solista. Por momentos pareció una versión
en concierto con estupendo vestuario y escenografía, utilizado por
cada cantante como mejor le diera la gana. Algunos exageraban el
gesto, otros resultaban inexpresivos. Como ya dije, el vestuario de
Helmut Stürmer fue un prodigio de imaginación. La iluminación
no estaba al mismo nivel, y la escenografía pudo haber tenido una
mejor utilización. Ambas disciplinas también estuvieron firmadas
por Stürmer. La obra podrá escucharse en versión concierto
próximamente, con el mismo equipo artístico, en Lausana, Viena,
París y Colonia.
por Federico Figueroa
pro ópera
El personaje de Karolina hizo su entrada y, sentándose a la mesa,
cantó reflexionando sobre su vida como una mujer libre. Lenka
Macikova estuvo simplemente espléndida en esta parte, ya que su
brillante voz de soprano y su vivaz personalidad fueron la esencia
misma de la astucia y la ironía de Karolina. Su prima Anežka,
vestida de negro —aún de luto por la muerte de su marido— fue
Sophie Angebault, encantadora soprano que con su voz de tinte
dorado y melancolía trasmitió la impresión, junto con la música,
de que su pena se debía más a costumbre que a un sentimiento
personal. Sin embargo no se perdió nada de tiempo en reflexiones
de ese tipo en esta ópera plena de encanto eslavo y polkas, y que
fue llevada con endiablada fuerza por la Orchestre Nacional des
Pays de la Loire, bajo la dirección de Mark Shanahan.
Escena de Las dos viudas de Smetana en Angers
Foto: Jef Rabillon
Las dos viudas en Angers
Con las primeras representaciones de Dvě Vdovy (Las dos
viudas) de Bedřich Smetana en Angers inició la temporada de
esta compañía. Después de ver lo maravillosamente astuta,
divertida y profunda que es esta opera compuesta por Smetana,
uno se pregunta cómo es que fue representada por primera vez en
Francia hasta el año 2012, si además se considera que el libreto de
Emmanuel Züngel está basado en una obra del dramaturgo francés
Mallefille. Jo Davies ubicó su producción en los años posteriores
a la Primera Guerra Mundial y con una transmisión en blanco y
negro de Andrezej Goulding, que fielmente siguió la obertura
de Smetana, se mostraron escenas trágicas de pilotos de aviación,
que daban a entender que los maridos de Karolina y de Anezka
murieron durante la guerra. La obra completa se realizó dentro de
un hermoso salón cuyos elementos principales fueron muebles del
siglo XIX, paredes decoradas con dibujos de hojas azules, además
de la cabeza de un venado sobre una de las tres puertas, y una
escalera en espiral.
El guardabosques Mumlal fue interpretado con alegre abandono y
brillo aterciopelado por Ante Jerkunika. Mumlal es la voz de bajo
del cuarteto vocal y la personificación del humor y la ironía que
están tan presentes en toda la música. Karolina le ordena atrapar
al intruso que merodea la casa, y que es el joven vecino Ladislav
Podhàjský, romántico enamorado interpretado por el tenor Aleš
Briscein, quien cantó con hermosa, clara y cálida voz; moviéndose
en una delgada línea entre la sinceridad y la ironía. Ladislav le
declara su amor a Anežka y ésta lo rechaza; pero después de
algunas situaciones de celos y malentendidos Ladislav y Anežka
terminan felizmente unidos. Smetana se merece un aplauso por su
maravillosa ópera de fina y alegre música que fue muy entretenida
y nunca superficial.
por Suzanne Daumann
The Rake’s Progress y La fille du
régiment en París
La Opéra va a todo vapor sin que los futuros cambios de patrón
parezcan afectarla. Entre los espectáculos destacan en el mes
de octubre dos: The Rake’s Progress y La fille du régiment. La
producción del primero, de Oliver Py, tiene elementos interesantes
en la forma de utilizar luces y escenario y en la caracterización del
“diablo” (excelente Gidon Saks, cuya voz empieza a destimbrarse
pero conserva volumen y extensión). Convence menos la del
protagonista (un Charles Castronovo más oscuro que lo normal
en la parte, lo que le ocasiona alguna incomodidad en la media
voz), es fantástica toda la escena del burdel y Mother Goose
Escena de The Rake’s Progress en el Palais Garnier de París
Foto: Jean-Marc Lisse
pro ópera
enero-febrero 2013
Rodelinda en París
Rodelinda forma parte —junto a Giulio Cesare y Tamerlano— de
las tres grandes obras maestras escritas por un Händel inspirado
por la gracia y la presencia de figuras italianas como la caprichosa
Cuzzoni y el increíble castrado Senesino. En el teatro Champs
Elysées el ensamble italiano Il Complesso Barocco y su director
Alan Curtis revivieron la obra que conocen bien porque la
han inmortalizado en disco y en numerosos conciertos, y su
interpretación parece beneficiarse de la experiencia adquirida
durante el tiempo, porque suena más densa e incisiva. La obra se
ejecutó en su versión íntegra, con todos los da capo y el amoroso
dúo final, rara vez interpretado.
En el papel principal encontramos a la musa del director, la
talentosa soprano canadiense Karina Gauvin, quien aportó la
carga dramática que la caracteriza, en no menos de ocho arias
y dos dúos. Su cremosa voz central, consistente y flexible, es
ideal para asumir toda la evolución de un personaje desesperado,
indignado y combativo. Los dos grandes papeles de Bertarido y
Grimoaldo fueron interpretados respectivamente por la contralto
Sonia Prina y por el tenor Topi Lehtipuu. Éste último tuvo un
honorable desempeño pero a su personaje le faltó convicción
y terminó siendo discreto. Prina marcó diferencia gracias a su
convicción y su energía.
Los tres papeles secundarios fueron ejemplares. En particular el
Garibaldo del bajo-barítono Matthew Brook con su voz profunda,
cálida y colorida. Como Eduige, Romina Basso dejo una grata
impresión, ya que cada una de sus arias fue el objeto de una
preparación minuciosa de efectos calculados y sus da capo fueron
inventivos y audaces. Finalmente como Unulfo, Delphine Galou
mostró una clase poco común en este papel con temperamento y
desenfrenadas vocalizaciones para redondear el elenco. o
por Ruggero Meli
Natalie Dessay en La fille du régiment
Foto: Agathe Poupeney
(Ursula Hesse von den Steinen), pero si es discutible aunque
aceptable la presentación de Baba la Turca (Jane Henschel en una
de sus mejores actuaciones), resulta francamente desacertada la
de Anne como “seducida y abandonada” y con un hijo a cuestas
(una Ekaterina Siurina en uno de sus días menos estimulantes,
sólo a sus anchas en la escena final). Magnífica, la intervención de
Kim Begley en Sellem y discreto Scott Wilde en Trulove. Dirigía
Jeffrey Tate de forma contenida y un tanto plácida, y la orquesta y
el coro (preparado por Alessandro di Stefano), excelentes.
En este último aspecto quedó un poco atrás la obra de Donizetti.
Elegir a dos maestros de coro trae estos problemas y hay que
admitir que la labor de Patrick Marie Aubert, siendo correcta,
no siempre estuvo a la altura. Marco Armiliato, por su parte,
se limitó a acompañar y más bien dio una versión plana de la
obertura. Por lo demás, apoteosis. Llegaba a París la famosa
producción de Laurent Pelly, más rodada y con algunos detalles
nuevos (propios o de la cosecha de los cantantes) que la hicieron
aún más endiabladamente divertida. Probablemente la protagonista
sea hoy “el” rol de Natalie Dessay, en el que no se advierten
ninguno de los problemas que le presentan otros y que hacen de
ella una referencia absoluta. Lo mismo (algo menos brillante en el
aspecto actoral) que el Tonio estratosférico de Juan Diego Flórez.
Lo mismo que el Sulpice lleno de vigor y simpatía de Alessandro
Corbelli. Y, por fin, una gran Marquesa en la voz y la figura de
Doris Lamprecht, capaz incluso de hacer frente a la Duquesa de
Felicity Lott, que además de su impecable actuación ofrece una
breve canción y supera también, de lejos a sus predecesoras en
Londres, Viena o Nueva York.
por Jorge Binaghi
enero-febrero 2013
Karina Gauvin fue Rodelinda en París
Foto: Michael Slobodian
pro ópera 
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