Introducción - Cómo cambiar historias

Anuncio
Introducción
Martín Rodríguez tiene una historia improbable. Un hecho
afortunado le cambió la vida. Antes de ese evento, su historia fue
como la de muchas otras personas en México y en el mundo. Nació
en una comunidad rural pequeña, en la que la mayoría de los
hogares son pobres. Proviene de una familia numerosa, con padres
que si acaso terminaron la primaria y que requerían de sus hijos
manos adicionales para contribuir lo más pronto posible a sostener a
la familia trabajando. De niño no conoció a alguien que hubiera ido a
la universidad. Lo más probable es que hubiera abandonado la
escuela como sus hermanos para ponerse a trabajar, y que su vida
hubiera sido muy parecida a la de sus padres. Sin embargo, hoy
Martín es profesionista. Tiene planes ambiciosos para su carrera.
Aspira a que sus hijos vayan a la universidad y que después
estudien posgrados que les permitan vivir mejor, contribuir a la
sociedad y desarrollarse plenamente. Un evento afortunado lo puso
en un camino diferente e improbable.
Éste es un libro sobre cómo provocar esos eventos afortunados
que pueden cambiar la vida de una persona. Es un libro que explica
cómo esos eventos no son el resultado de la casualidad, sino de
acciones deliberadas que buscan cambiar historias personales, que
buscan hacer que ocurra lo que parece imposible.
En este libro presentamos anécdotas y evidencia estadística para
mostrar que hay miles sino es que millones de historias que pueden
7
cambiarse, y que hay formas concretas de hacerlo. Esperamos que
nuestro recuento de las experiencias de personas y organizaciones
dedicadas a cambiar historias sirva de guía y de inspiración para
quienes quieren ayudar a que más personas obtengan más y mejor
educación.
La evidencia estadística que mostramos tiene un carácter
objetivo y es replicable. Cualquier persona interesada puede ver que
los datos que presentamos resumen lo que las encuestas y otras
fuentes estadísticas registran. Las cifras que presentamos también
sirven para esclarecer y a veces derrumbar algunos mitos que
circulan sin fundamento. Para muchos, algunas de las estadísticas
que presentamos van a confirmar sus impresiones previas. Para
otros, serán novedosas y cambiarán la forma en que perciben tanto
las limitantes para que más personas obtengan más educación, como
lo que puede hacerse para superar esas limitantes.
Los testimonios tienen un poder particular para transmitir al
lector la forma en que las vidas son transformadas. Los casos de
individuos específicos dan una perspectiva más personal y más
humana que las estadísticas. Por eso decidimos incluirlos como una
pieza fundamental para mostrar lo que puede hacerse para cambiar
historias, para permitir que más personas obtengan más educación.
La historia de Martín Rodríguez es un ejemplo.
Martín se graduó del Tecnológico de Monterrey como ingeniero
agrónomo hace más de quince años. Hoy es consultor en sistemas
agropecuarios y de riego. Sabe que en su trabajo diario compite con
profesionales no sólo de México, sino también de Estados Unidos y
Canadá (a donde ha viajado en misiones de trabajo). Aunque piensa
dejar que sus dos hijos elijan libremente su profesión, les
recomendaría “alguna ingeniería especializada porque hay más
oportunidades para agregar valor en la economía global”. También
le gustaría que hicieran un posgrado en el extranjero. Martín y sus
siete hermanos nacieron en un ejido en Santa Rosa Jáuregui, en el
estado de Querétaro. Su padre fue operador de maquinaria pesada y
8
estudió hasta quinto año de primaria. Su madre estudió hasta cuarto
año. Sus hermanos mayores tuvieron que dejar la escuela para
ayudar con el gasto familiar trabajando. Martín fue el primero en su
familia en ir a la universidad. Él “sabía que existían abogados,
licenciados e ingenieros, pero no tenía idea de cómo le hacían para
llegar ahí”. Martín tenía planeado entrar a la preparatoria
principalmente para seguir jugando futbol. Nunca imaginó ir becado
a una preparatoria en la ciudad de Querétaro. Tampoco imaginó
estudiar una ingeniería en el Tecnológico de Monterrey.
A los quince años, Martín llegó a la ciudad de Querétaro
invitado por el doctor Enrique Dulanto. Martín se alojó en una casa
“como no había visto antes” para comenzar una vida “que no había
imaginado”. El de Martín no es un caso único. En los últimos 30
años, 56 jóvenes han aceptado la invitación del doctor Dulanto para
recibir un techo, una escuela y un mentor. De ellos, 52 han terminado
carreras profesionales y técnicas. Esos 56 jóvenes no necesariamente
eran los mejores de su clase en secundaria, pero fueron señalados
por sus maestros como personas con potencial, con una actitud
adecuada para continuar estudiando.
El doctor Dulanto no es uno de los hombres más ricos de
México. Es una persona con una posición desahogada que decidió
que “en lugar de dejar un fideicomiso para la educación” iba a
impulsar el desarrollo de los jóvenes “él mismo, en vida”. Dulanto
ha dedicado su carrera a los adolescentes. Como parte de su trabajo
ha recorrido zonas pobres en México impartiendo cursos sobre
desarrollo humano en escuelas secundarias. Sus pláticas en esas
escuelas tienen el objetivo de desarrollar la autoestima de los
alumnos. Las visitas periódicas a secundarias rurales le permitieron
detectar jóvenes con potencial para tomarlos bajo su ala. A esos
jóvenes les ofreció alojamiento en lo que era su casa de campo en
Querétaro para que pudieran asistir a la preparatoria en la ciudad.
Les consiguió becas y les dio un tutor en su persona. A cambio de
9
esa oportunidad, los jóvenes se comprometieron únicamente a
aprovecharla.
En su paso por la preparatoria estos jóvenes no sólo recibieron
los elementos académicos necesarios para poder continuar
estudiando. Sus aspiraciones crecieron. También su expectativa de
poder alcanzarlas. Interactuar con compañeros que planeaban ir a la
universidad les abrió los ojos sobre lo que podían lograr.
Incrementaron sus habilidades tanto académicas como sociales y
emocionales. Adquirieron la autoestima, la seguridad y la ambición
indispensables para continuar. Algunos damos por hecho que las
personas cuentan con autoestima, seguridad y ambición. Sin
embargo, estas cualidades son resultado de nuestro entorno. Y el
entorno de estos jóvenes no era el más propicio para plantearse
metas ambiciosas y alcanzarlas.
El caso de Enrique Dulanto es un ejemplo entre varios que
presentamos en este libro de lo que las personas y las organizaciones
pueden hacer para cambiar la vida de otros, para ayudarles a
obtener más educación y a construir más capacidades. Si se toma de
forma aislada, el esfuerzo del doctor Dulanto no ha tenido un gran
efecto. La productividad, la pobreza, el desempleo y muchas otras
variables agregadas se ven igual antes y después de su labor. Sin
embargo, si consideramos una por una las vidas que ha
transformado, su impacto ha sido formidable. Este libro pone énfasis
en las acciones que pueden cambiar las historias personales, aunque
no necesariamente se reflejen en cambios en variables “macro”.
Creemos que cambiar una vida es una razón suficiente para actuar.
Sabemos que eso es lo que motiva a los individuos y las
organizaciones que describimos en este libro. No se plantean si
pueden cambiar un indicador agregado. Se enfocan en cambiar una
vida a la vez.
Como los jóvenes apoyados por el doctor Dulanto existen miles,
si no es que millones, en nuestro país. Para ellos una intervención
oportuna desataría un gran potencial. Hoy ese potencial no se
10
realiza. Su talento se queda enterrado. También existen muchas
personas que como el doctor Dulanto quieren ayudar a que la gente
salga adelante por sí misma. Y sin canales prácticos, esa buena
voluntad no tiene frutos.
Cómo cambiar historias tiene como propósito poner en la mesa
ideas y ejemplos para vincular a quienes necesitan apoyo y a quienes
quieren darlo. No vamos a dar ejemplos de políticas públicas, sino
de acciones privadas. No vamos a hablar de programas obligatorios,
sino de esfuerzos voluntarios. No vamos a hablar de usar el dinero
de los contribuyentes, sino de donadores que elijan a qué dedicar su
talento, su tiempo o su dinero.
La labor de ayudar a los demás para que salgan adelante puede
ser abrumadora. Muchas personas con buenas intenciones no saben
cómo ayudar, creen que se necesita ser muy rico o tener todo el
tiempo libre del mundo. En este libro mostramos que no es así. No es
necesario empezar una fundación millonaria. Tampoco es necesario
renunciar a la vida profesional y personal para dedicarse a la
filantropía. Para ayudar hay que ponerse un objetivo al alcance.
Los objetivos como “acabar con la pobreza” o “incrementar la
productividad del país con más y mejor educación” son buenos. Pero
son tan ambiciosos como desesperanzadores para un ciudadano
común. ¿Cómo puedo ayudar a acabar con la pobreza en México?
¿Cómo puedo ayudar a incrementar la cantidad y la calidad de la
educación en México? Lo que sea que yo haga va a ser minúsculo y
quizás no vale la pena esfuerzo alguno de mi parte. Este argumento
es similar a la intención de frenar el calentamiento global: el objetivo
de un individuo o de una familia no puede ser “que todo el mundo
contamine menos”. Su objetivo deber ser más tangible y alcanzable.
Por ejemplo, una familia puede ponerse como meta cambiar los focos
de su casa para reducir su consumo de energía eléctrica, o usar más
la bicicleta y el transporte público en lugar del automóvil para
consumir menos gasolina. Se trata de ponerse metas alcanzables.
11
En este libro presentamos ejemplos de individuos y
organizaciones con objetivos concretos y al alcance. Quienes
participan como voluntarios o donadores en estos esfuerzos pueden
ver en qué medida alcanzan sus objetivos. Aunque les quede mucho
por hacer, cada día pueden irse a casa y dormir tranquilos sabiendo
que hicieron algo valioso por alguien.
Los ejemplos que presentamos son muy diversos. Incluyen
organizaciones grandes y pequeñas. La mayoría cuentan con
personas que ponen su talento y su trabajo voluntariamente. En
algunos casos los voluntarios se comprometen a dedicarle un año
completo. En otros casos se comprometen sólo a una hora a la
semana. Lo que tienen en común son objetivos claros y alcanzables.
También comparten la convicción de que no hay por qué esperar a
que alguien más haga algo.
De entre todas las acciones para apoyar a quienes tienen menos
oportunidades nos enfocamos a las que construyen capacidades. En
otras palabras, nos concentramos en ejemplos de acciones que
“enseñan a pescar” y no en las que “dan pescados”. Y una forma de
enseñar a pescar es a través de la educación.
No estamos pensando en una estrategia unitalla. No
proponemos acciones para que todo mundo obtenga educación
universitaria. Estamos pensando en acciones a la medida,
confeccionadas por quienes estén convencidos de su efectividad. Su
objetivo particular puede variar. En algunos casos estas acciones no
necesariamente lograrán que los estudiantes se queden más años en
la escuela. Pero puede ser que los estudiantes aprovechen mejor cada
año. En otros casos, las acciones podrían traducirse en una menor
deserción o en un menor tiempo para completar la preparatoria o la
carrera. Una gran variedad de acciones debe dar paso a una gran
variedad de resultados.
Cómo cambiar historias está organizado en cinco capítulos. En el
primero describimos la evidencia de que la educación es rentable y
que tiene sentido estudiar más. En el segundo distinguimos la
12
demanda y la oferta de educación. Nuestro enfoque está centrado en
el lado de la demanda: lo que hace que las personas quieran y
puedan ir a la escuela. Apoyándonos en evidencia estadística, en el
tercer capítulo presentamos tres obstáculos para la educación por el
lado de la demanda. El cuarto capítulo es la parte más importante
del libro. En ese capítulo describimos ejemplos de lo que pueden
hacer individuos, empresas y organizaciones sin fines de lucro para
impulsar más y mejor educación para los niños y los jóvenes.
Finalmente, en el quinto capítulo proponemos cómo empezar, ya sea
sumándose a un esfuerzo en marcha o comenzando uno nuevo.
Esperamos sinceramente que el lector se contagie de la energía y
el optimismo de las personas que hemos entrevistado en
organizaciones que llevan a cabo este tipo de acciones. Dejamos
abierta la puerta para que quien esté interesado nos contacte con
preguntas y comentarios. Y, sobre todo, sugerimos a quien quiera
comenzar o expandir un programa inspirado por los ejemplos que
damos, a que contacte directamente a estas organizaciones para
aprender de ellas, de sus errores y de sus aciertos.
Si la historia de una persona cambia como resultado de que este
libro haya llegado a las manos de los lectores, nos sentiremos
satisfechos.
13
Descargar