“La predicación de la Cruz no deja de ser locura para los que se pierden. Pero para los que somos salvados es poder de Dios” I Cor 1, 16 Montevideo, octubre de 1982 Muy queridos amigos: Hoy les escribo a todos a la vez porque quiero compartir con ustedes esta experiencia pascual vivida en estos días. No sé si todos sabrán que por integrar públicamente la Comisión Nacional de Ciudadanos por el Voto en Blanco fui detenida junto con los demás miembros de la misma. Permanecimos incomunicados, fuimos sometidos a diversos y largos interrogatorios, conducidos por error a la Justicia Militar y luego puestos en libertad por la Justicia Ordinaria. Les digo que fue una experiencia pascual porque mucho más de todo lo que tuvo de angustia, de incertidumbre, de incomodidad, de humillación y despojo, en fin de CRUZ, quiero compartir con ustedes la ACCIÓN DE GRACIAS, por toda la VIDA y ESPERANZA que brotó de ella. En primer lugar por el espíritu que vivíamos en esas largas horas vividas en común. Pese a la incomunicación oral entre nosotros, se vivía la fuerza que da la comunión de ideales, el compromiso con nuestra historia, y la rica experiencia de poner todo en común. En segundo lugar, la comunión con todas nuestras familias, amigos, hermanos de comunidad. Yo sentía su apoyo y solidaridad. Mi compromiso no era oculto para ninguno. Muchas veces había confesado que brotaba de un descubrir en comunidad, en el barrio, el dolor de mi pueblo. Me sentía más cerca de cada uno de ustedes que nunca. Recordé a todos los que sabía habían pasado tantas experiencias de Cruz, a todos los que fueron ayudando con sus vidas a que yo asumiera mi compromiso. Qué alegría cuando en camino hacia la Justicia militar me crucé con el 115, único ómnibus que recorre el barrio Flor de Maroñas, o cuando pocos metros más adelante, distinguía un jazmín paraguayo, violeta y blanco, como el del jardín de mis vecinos… o cuando vi a tantos amigos frente a la puerta del Juzgado… Y en tercer lugar, la profunda intimidad con Jesús. Fueron horas de intensa oración, de sentirme unida al Cristo de Getsemaní, de decir tantas veces con El, “Si es posible aparta de mí este cáliz, pero que se haga tu voluntad”, y de ofrecer mi dolor y el de los demás hermanos. Cuántas veces reviví mi compromiso de “A tiempos difíciles, opciones valientes”… No saben qué fuerza significó para mí el hecho de que por la únicaabertura que teníamos en el salón de actos donde estábamos, se veía la cruz de la iglesia de los Conventuales. ¡Qué cercanía sentíamos con Cristo! Doy gracias a Dios de que todo este episodio haya comenzado el día que hacíamos memoria de San Pablo de la Cruz, quien encontró en la Cruz su tesoro y nos invitó a contemplarla, a vivirla, a predicarla. También fue gracia para mí sentirme unida a María en la fiesta de Mater Admirabilis, y pedirle tantas veces que me enseñara a decir sí. Por último, quiero compartir la alegría del reencuentro con cada uno de mis hermanos y amigos, por saber que el viernes mientras yo estaba en el Juzgado, mis hermanos de Comunidad rezaban al Padre, expresando su deseo de mayor compromiso, desechando el miedo, y pidiéndole que todo esto no generara rencor sino vida nueva. La Cruz asumida había significado para muchos, mayor conciencia de la realidad, mayor generosidad y disponibilidad en el servicio. Unida a todos ustedes quiero dar GRACIAS A DIOS y pedirle a CRISTO la fuerza para seguir siendo testigos de su PASCUA. Muy unida a todos, María Josefina Plá