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LA RECEPCIÓN DE LA ESCUELA INSTITUCIONAL
DE ALFONSO GARCÍA-GALLO EN MÉXICO
José Antonio CABALLERO1
SUMARIO: I. La escuela de García-Gallo. II. La escuela institucional
de García-Gallo en México. III. La producción historiográfica y la
escuela institucional. IV. Conclusión.
En 1972 apareció publicada la Metodología de la historia del derecho
indiano de Alfonso García-Gallo. El libro en sí mismo no representó ninguna novedad para quienes estaban familiarizados con el trabajo y las
enseñanzas de García-Gallo. Como el propio autor lo corrobora en la advertencia preliminar de aquella edición, el texto era el resultado de una
larga carrera en la docencia y la investigación. El libro es el testimonio
escrito sobre la forma de trabajar de toda una escuela dedicada al análisis
de la historia del derecho indiano, de la que el propio García-Gallo era
un pilar fundamental. Su elaboración se hizo en respuesta a la solicitud
que se hace al autor a la conclusión de la primer reunión de historiadores
del derecho indiano que tuvo lugar en 1966, para que fijara las bases
científicas de los historiadores de este derecho. Se trataba de una especie
de manifiesto destinado a orientar la labor de quienes se interesaran por
dicha materia.
Este trabajo pretende analizar la recepción en México de la metodología de la historia del derecho indiano y en general la metodología de
la historia del derecho enseñada por Alfonso García-Gallo y su escuela
para después continuar con su desarrollo hasta nuestros días. Bajo esta
óptica se tratarán los autores, las publicaciones y los eventos académicos
en los que es posible identificar la influencia de la escuela institucional.
1
Agradezco a María del Refugio González y a Marta Morineau por sus amables comentarios.
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Para el desarrollo de este trabajo se analizarán en primer término las
principales características metodológicas de la escuela de García-Gallo.
Posteriormente, abordaré la forma en como fue recibida en México.
I. LA ESCUELA DE GARCÍA-GALLO
Las ideas de Alfonso García-Gallo sobre la forma en como se debe
hacer la historia del derecho se caracterizan por la especial atención que
debe prestarse al fenómeno jurídico del pasado. En ese sentido, se manifestó en contra de los trabajos en los que el derecho no es objeto de
un análisis técnico independiente sino que se emplea para explicar acontecimientos políticos o sociales. La propuesta busca identificar el derecho
positivo del pasado y analizarlo desde el punto de vista jurídico en su
contexto temporal.2
Para García-Gallo el objeto principal de la historia del derecho es estudiar el origen y las transformaciones del derecho a través del tiempo.3
A partir de dicho objetivo general, plantea un enfoque institucional en el
que el estudioso se ocupa del análisis del derecho positivo que regula a
las instituciones de la vida social.4 En este punto García-Gallo establece
la diferencia entre el enfoque institucional planteado y una aproximación
dogmática, al manifestar que es más interesante estudiar cómo los problemas que se presentan en la sociedad han sido resueltos por el derecho,
en lugar de “ seguir la evolución de conceptos abstractos que tan pronto
se aplican a unos problemas como a otros” .5 Sin embargo, esta objeción
no releva al historiador del derecho de la obligación de dar un tratamiento
jurídico a las normas encontradas. Este punto se justifica desde dos perspectivas. Por una parte, el derecho vigente en el pasado es una materia
que requiere de un estudio especializado, en opinión de García-Gallo,
esto no es satisfecho por los estudios históricos que se realizan. Por otro
lado, reivindica el carácter técnico del derecho al indicar que los textos
2 Esta sección únicamente pretende presentar algunas ideas generales sobre la escuela de
García-Gallo. Un análisis más detallado puede leerse en Tau Anzoátegui, Víctor, “ El tejido histórico
del derecho indiano. Las ideas directivas de Alfonso García-Gallo” , Revista de Historia del Derecho,
Buenos Aires, 21, 1993. Un trabajo en el que se revisa el pensamiento de García-Gallo y se hacen
referencias a su recepción en México es el de González, María del Refugio, “ Alfonso García-Gallo,
el indianista” Anuario de Historia del Derecho Español, Madrid, 1993-1994, pp. 1393-1394.
3 García-Gallo, Alfonso, Manual de Historia del Derecho Español, Madrid, 1984, & 34.
4 García-Gallo, Alfonso, op. cit. supra, nota 3, & 41.
5 Idem.
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jurídicos no son de fácil interpretación y quienes carecen de la preparación adecuada, no serán capaces de observar lo que las leyes dicen entre
líneas: “El texto es el mismo para todos, pero el jurista sabe ver en él”. 6
En lo referente al marco teórico del enfoque institucional, García-Gallo sostiene que la construcción del derecho se realiza a partir de los hechos y de la valoración que los hombres tienen sobre los mismos. Las
normas son el resultado de este proceso. En consecuencia, el historiador
del derecho, debe atender en primer lugar a dicho proceso de formación,
para posteriormente centrar su interés en las normas propiamente dichas.
Por lo que respecta a la forma en que el enfoque institucional se aproxima a su objeto de estudio, García-Gallo plantea que el historiador del
derecho debe atender a la institución, objeto de su estudio, observando
su continuidad. En ese sentido, el periodo de análisis se establece en función del lapso en el que tenga eficacia una institución. De esta manera,
el planteamiento institucional permite al investigador alejarse de la periodificación empleada por la historia en general y centrarse en las características del espacio temporal en el que la institución de su interés se
mantuvo vigente.
Al entrar al análisis de las normas, la propuesta de García-Gallo asume
un carácter historicista. De esta manera, el objetivo del historiador del
derecho consiste en tratar a las normas estudiadas procurando emplear
las mismas técnicas que empleaban los abogados que las aplicaban. Es
decir, el historiador del derecho debe colocarse en el lugar de los juristas
del periodo que estudia, a fin de lograr una adecuado estudio de las normas que le ocupan. Para lograr esta tarea recomienda la lectura de textos
doctrinales, de alegatos y memoriales y, en general, de la legislación del
periodo que se estudia. Con ello se estará en condiciones de tener un
mejor acercamiento.
De acuerdo con lo expresado en la Metodología de la historia del derecho indiano, la elección del tema que puede ser materia de una investigación se centra fundamentalmente en tres áreas: las fuentes, las instituciones y la cultura jurídica.7 Los temas propuestos también integran un
programa para el desarrollo de la disciplina del derecho indiano, toda vez
que se inicia con el estudio de las fuentes, de ahí se pasa a las instituciones reguladoras de dichas fuentes.
6 García-Gallo, Alfonso, Metodología de la Historia del Derecho Indiano, Santiago, Editorial
Jurídica de Chile, 1972, & 279.
7 Ibidem, & 256 y siguientes.
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Finalmente, se aborda la cultura jurídica. Los temas para la elaboración de estudios histórico-jurídicos aparecen en la metodología de
la historia del derecho indiano.
En el caso del estudio de las fuentes, las investigaciones deben definir en primer término el carácter y la naturaleza de los documentos
estudiados. En ese sentido, es necesario determinar la autenticidad de
los documentos y las características de la información que se desprende de ellos. La investigación puede continuar con la revisión de los
datos que contiene y el papel de los autores. Una aproximación adicional puede centrarse en el impacto del documento en su tiempo. En
pocas palabras, los trabajos sobre las fuentes del derecho no deben
limitarse a la publicación de las mismas, sino que resulta indispensable
que el investigador realice un estudio de su contenido que contribuya
a valorar los alcances de los textos publicados y las circunstancias en
las que fueron elaborados. García-Gallo divide en dos el análisis que
puede hacerse de una fuente, establece lo que denomina la crítica interna y la crítica externa del documento. Por lo que respecta a la primera el investigador atiende a la construcción de las normas a partir
de las valoraciones de los hombres sobre los hechos que se presentan
en la vida. En cuanto a la segunda, habla de las dificultades para determinar la autoría y originalidad del texto.
A propósito del trabajo de fuentes y su utilidad para posteriores investigaciones, García-Gallo reconoce las dificultades para obtener todas las fuentes sobre un tema determinado. Aunque enfatiza que es
deseable que los trabajos de investigación tengan un amplio sustento
documental. No obstante, observa que en algunos casos las fuentes
pueden llegar a resultar excesivas y aportar poca información adicional. Al efecto menciona el análisis de las sentencias de una autoridad
jurisdiccional y la poca utilidad al analizar todas las resoluciones. En
esos casos, el investigador debe seleccionar el material. De esta manera, la traba de trabajo de las fuentes consiste en su rescate y estudio,
es necesariamente el primer paso para iniciar un programa dedicado
al cultivo de la historia del derecho.
A partir del reconocimiento y el estudio del material jurídico de
un periodo determinado, obtenido mediante investigaciones dedicadas a las fuentes, se puede proceder a realizar estudios específicos
de sus instituciones.
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Al efecto, García-Gallo sostiene que las instituciones pueden abordarse desde dos perspectivas. Por una parte se estudia “ la institución
tal y como se configura en las leyes o en las obras de literatura jurídica”.8 Por la otra, se puede tomar “ como punto de partida el problema o
situación social que éste [el derecho] trata de ordenar, sin perjuicio de ocuparse de lo jurídico y hacerlo con rigurosa técnica”.9
Dentro del itinerario que García-Gallo sugiere es seguir en con el desarrollo de trabajos institucionales y retomar la idea de la relación existente
entre los hechos y las normas que pretenden regularlos; esto lo presenta
como uno de los objetivos de la investigación. Adicionalmente, puede
considerarse el factor temporal y los cambios que sufren tanto hechos
como normas. Por lo que respecta a los hechos, García-Gallo enfatiza la
importancia de conocerlos como en realidad ocurrieron, por lo que recomienda contrastar las fuentes que se tienen a la mano, a fin de aproximarse mejor a la verdad.10 El propósito es construir una explicación sobre
los cambios en la regulación, basada no sólo en las circunstancias sino también en la técnica jurídica seguida para regular sus efectos. Esta línea de
trabajo llevará al investigador a construir una especie de “biografía” de la
institución jurídica estudiada.
Finalmente, la tercera posibilidad para realizar estudios histórico-jurídicos es la que denomina investigaciones de la cultura jurídica. Para García-Gallo este tipo de investigaciones se interesan por descubrir el ambiente general de la cultura jurídica en un periodo determinado. En ese
sentido, propone realizar un trabajo que identifique las características generales del medio jurídico, sus influencias, las tensiones entre sus elementos e instituciones, la literatura y los centros de enseñanza del derecho y en general todos aquellos elementos que permitan caracterizar la
vida jurídica durante el periodo que interese. García-Gallo propone el
estudio de la cultura jurídica mediante la elaboración de inventarios de
libros y descripciones de los mismos, así como a través de la identificación de corrientes de pensamiento jurídico.11
8 Ibidem, & 258.
9 Idem.
10 García-Gallo, Alfonso, op. cit. supra, nota. 6, & 306. Esta posición se encuentra muy cercana
a las ideas de la escuela positivista de la historia. Sobre los postulados de esta escuela y sus contrastes
con otras formas de hacer historia, existe una bibliografía muy amplia. Sonia Corcuera de Mancera
aborda esta cuestión en Voces y silencios en la historia. Siglos XIX y XX, México, Fondo de Cultura
Económica, 1997.
11 García-Gallo, Alfonso, op. cit. supra, nota 6, & 333 y siguientes.
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Este tipo de investigación no sólo requiere del análisis de fuentes sino
que también exige el conocimiento de diversos aspectos del mundo jurídico,
entre los que destacan las instituciones y las ideas jurídicas que las crearon.
En ese sentido, los estudios de cultura jurídica, desde una perspectiva
programática, pueden observarse como una tercera etapa del plan propuesto por García-Gallo.
Para cerrar este apartado, conviene hacer mención del papel de García-Gallo en relación con el desarrollo de la historia del derecho indiano.
En opinión de Tau Anzoátegui su inclinación por el estudio del derecho
indiano
...coincidió con una nueva exteriorización del interés español por Hispanoamérica... después de la guerra civil, el gobierno emergente de la lucha armada
buscaba anudar nuevos vínculos a través de la exaltación de la Hispanidad...
Don Alfonso participa de esta empresa pero, en contraste a otros que solo
atinaron a escribir huecas laudatorias o ensayos pasatistas, lo hace con el rigor
del estudioso convencido de encontrarse ante una materia que exige examen
crítico y nuevo tratamiento.12
Su labor docente, sus estudios y sus trabajos relacionados con la publicación de fuentes contribuyeron en la formación de la escuela de historiadores del derecho que se agrupa en torno del Instituto Internacional
de Historia del Derecho Indiano y lo convirtieron en el líder de dicho
movimiento.
II. LA ESCUELA INSTITUCIONAL DE GARCÍA-GALLO EN MÉXICO
En la década de los sesenta Guillermo Floris Margadant fundó el seminario de derecho romano en la Facultad de Derecho de la Universidad
Nacional Autónoma de México, mismo que poco tiempo después se
transformaría en seminario de derecho romano e historia del derecho. Alrededor de este seminario y bajo la dirección del propio Margadant se
empezaron a formar estudiantes y profesores interesados en el derecho
romano y en la historia del derecho. Hasta ese entonces la única institución
que había mostrado interés por el estudio de la historia del derecho era la
Escuela Libre de Derecho.13
12 Tau Anzoátegui, Víctor, op. cit., supra, nota 2, pp. 14-15.
13 Vázquez Pando, Fernando Alejandro “ La Escuela Libre de Derecho y la Historia del Derecho
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El papel de dicha institución para el desarrollo de esa disciplina quedó
firmemente establecido con el trabajo de Toribio Esquivel Obregón y Javier Cervantes. Los Apuntes para la Historia del Derecho en México
(México 1937-1947) de Esquivel Obregón siguen siendo una obra de
consulta para quienes se dedican al cultivo de esta disciplina. Hoy en día
Francisco de Icaza y Jaime del Arenal se han encargado de seguir la
tradición aunque han aportado importantes innovaciones.14
Por otro lado, desde posiciones más cercanas a la historia, Silvio Zavala y Eduardo O’Gorman iniciaron una serie de trabajos destinados al
estudio de temas coloniales. En el caso del primero, los temas jurídicos
son mucho más frecuentes. Sus contribuciones a la historia del derecho
han sido abundantes y de muy alta calidad. A mediados de siglo, la llegada a México de profesores españoles exiliados contribuyó a la generación de nuevas obras de corte histórico-jurídico. Sus enseñanzas y sus
obras han sido muy útiles para la formación de juristas mexicanos, destacan particularmente el caso de Rafael Altamira. Su labor incluye la publicación de dos obras destinadas a convertirse en importantes herramientas para la formación de investigadores especializados en el estudio del
derecho indiano: Manual de investigación de la historia del derecho indiano (México, 1948) y el Diccionario castellano de palabras jurídicas
y técnicas tomadas de la Legislación Indiana (México, 1951). No obstante, a pesar del interés despertado en muchos centro-académicos, no
fue posible formar una escuela.15
Bajo ese contexto el proyecto Margadant en la Facultad de Derecho
de la UNAM representó el punto de partida de un esfuerzo institucional
por el desarrollo de la historia del derecho. Un aspecto destacado dentro
del programa de Margadant consistió en establecer contacto con otras
instituciones e investigadores dedicados al cultivo de esta disciplina. En
el marco de esta actividad es que Margadant conoce a Alfonso García-
patrio” Memoria del I Congreso de Historia del Derecho Mexicano, México, UNAM, 1981, pp.
145-178.
14 No es materia de este trabajo analizar los cambios que han operado en el desarrollo de la
historia del derecho en la Escuela Libre de Derecho, baste mencionar el ensayo de Jaime del Arenal
“ Historia del derecho, historia diferencial” , Ars Iuris, México, 10, 1993, pp 80-94, como muestra
del cambio en la tendencia.
15 Algunas consideraciones sobre la historiografía jurídica indiana pueden verse en Bernal,
Beatriz, “ Historiografía jurídica indiana” , Anuario Mexicano de Historia del Derecho, México,
UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, núm. I, 1989.
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Gallo y a los miembros de lo que posteriormente sería el Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano.
Al poco tiempo de este primer encuentro, García-Gallo fue invitado a
México con el objeto de que impartiera una serie de ocho conferencias.
Por otro lado, la obra de García-Gallo empezaba a ser conocida en México. La biblioteca del Instituto de Investigaciones Jurídicas contaba con
algunos de sus trabajos.
A principios de los años setenta Beatriz Bernal, discípula de Margadant, y María de Refugio González, becaria del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, empezaron a trabajar en Madrid bajo la
dirección de Alfonso García-Gallo. Durante esos años ambas investigadoras aprendieron la metodología de García-Gallo y empezaron una
carrera dedicada al estudio de la historia del derecho con particular
atención al derecho indiano.
Por esos mismos años José Luis Soberanes se encontraba en Valencia
y, posteriormente en Sevilla, formándose bajo la dirección de Víctor Fairén Guillén y Antonio Muro Orejón, respectivamente. Este último profesor introdujo a Soberanes en el estudio de temas indianos a través del
trabajo con fuentes del Archivo de Indias.
A mediados de los años setenta los tres investigadores formados en
España se incorporaron al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM, desde donde se ocuparon de la enseñanza de la historia del derecho, y particularmente del derecho indiano. Los temas y el enfoque
de los trabajos que han elaborado a lo largo de estos años se encuentran
estrechamente vinculados a la metodología de la escuela institucional
de Alfonso García-Gallo.
La celebración del IV Congreso del Instituto Internacional de Historia
del Derecho Indiano en la ciudad de Morelia, Michoacán, marca el
punto de partida de una serie de eventos académicos que tienen lugar
en México en los que la historia del derecho y particularmente el derecho
indiano ha jugado un papel fundamental. En aquella ocasión la organización del Congreso estuvo a cargo de Guillermo F. Margadant.
El Congreso en Morelia también constituyó el primer punto de contacto de muchos investigadores mexicanos con el mundo indiano y de
alguna manera el nacimiento de un grupo de investigadores interesados
en la historia del derecho.16
16 Palabras de Beatriz Bernal publicadas: Morineau, Marta, “ Presentación del Anuario Mexicano
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En 1978 se celebró el primer Congreso de Historia del Derecho Mexicano. Con este evento se inicia un programa destinado a la difusión
nacional del estudio de la historia del derecho en México. La iniciativa
para la realización de este primer Congreso es nuevamente de Margadant,
quien cuenta con la ayuda de Bernal, González y Soberanes, entre otros.
Los Congresos posteriores tratarán de convertirse en el foro de los historiadores del derecho del país. El más reciente tuvo lugar en la ciudad de
México en 1997.
En 1989 se funda el Anuario Mexicano de Historia del Derecho y desde
entonces dicha publicación ha sido el principal medio de difusión de las
investigaciones histórico-jurídicas en el país. La publicación del Anuario fue
la respuesta que se dio al sensible incremento de la producción histórico-jurídica experimentada en México. Durante la presentación de dicha publicación, Beatriz Bernal, en su carácter de directora técnica del Anuario, mencionó que junto con el Instituto de Investigaciones Jurídicas participaban
instituciones como la Escuela Libre de Derecho, el Colegio de México, el
Colegio de Michoacán, la Facultad de Derecho de la UNAM, el Centro de
Estudios sobre la Universidad y el Instituto de Investigaciones Históricas.17
Una parte importante de los trabajos que se publican en el Anuario pueden
ser considerados como pertenecientes a la tradición de la escuela institucional de Alfonso García-Gallo.
Durante la década de los noventa el interés por el derecho indiano se
manifestó en diversos eventos. El Instituto de Investigaciones Jurídicas,
bajo la dirección de José Luis Soberanes, juega un papel fundamental en
la organización de dichos eventos y en la publicación del material científico que produjeron. Por un lado, se siguieron celebrando periódicamente los congresos de historia del derecho mexicano. Adicionalmente, se
organizaron eventos destinados específicamente a especialistas en derecho indiano. El primero de ellos fue el X Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho en la ciudad de Veracruz. Asimismo,
se celebraron las Jornadas sobre expedición de las Bulas Alejandrinas
y un seminario titulado “ La tradición indiana y el origen de los derechos
humanos”. Recientemente un encuentro sobre la supervivencia del derecho castellano en América. Este último evento parece ser que traza una
de Historia del Derecho” , Anuario Mexicano de Historia del Derecho, México, UNAM-Instituto de
Investigaciones Jurídicas, núm. II, 1990, pp. 363-367.
17 Idem.
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nueva ruta a los estudios sobre derecho indiano al orientar la atención de
los especialistas en el empleo del derecho colonial en las naciones americanas con posterioridad a su independencia. De alguna manera se abre
una nueva perspectiva para la elaboración de trabajos en los que el
mundo jurídico colonial puede ser analizado desde la perspectiva de
la América independiente.
III. LA PRODUCCIÓN HISTORIOGRÁFICAY LA
ESCUELA INSTITUCIONAL
Los primeros trabajos que pueden ser considerados como pertenecientes a la escuela de García-Gallo aparecen a mediados de los años setenta.
Se trata de artículos y otras contribuciones presentadas por investigadores
que realizan su labor en instituciones mexicanas. A partir de entonces,
la producción de literatura científica en México con las características de la
escuela institucional se ha mantenido. El objeto de esta sección es intentar construir un guión que permita explicar cómo se refleja la recepción
de la escuela institucional en la producción científica mexicana. Para ello
se mencionarán los trabajos que se consideran parte de esta tendencia,
pero de ninguna manera se pretende hacer un catálogo exhaustivo de
los mismos.
El caso mexicano puede enfocarse desde la perspectiva programática
desprendida del propio manual de Metodología para la historia del derecho indiano. En ese sentido, la mayor parte de los esfuerzos realizados
hasta el momento entran dentro de lo que García-Gallo denomina el estudio de fuentes. Es decir, corresponden a lo que podría ser el primer
paso de la investigación en materia de derecho indiano. La justificación
es evidente, toda vez que un programa para el desarrollo de la historia
del derecho no puede desarrollarse sin que se tengan conocimientos sobre
las fuentes históricas existentes.
De esta manera, a partir de finales de los años setenta se empezaron
a publicar en México las fuentes para el conocimiento del derecho indiano, acompañadas de estudios que permitieron conocer con profundidad
las características de los textos. La mayor parte de las ediciones se hicieron en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y estuvieron a cargo de Beatriz Bernal, de María del Refugio González o de
José Luis Soberanes. El primer trabajo que reúne estas características es
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Notas a la Recopilación de Leyes de Indias de Palacios (México, 1979)
de Prudencio Antonio Palacios, cuya edición, índices y estudio estuvieron
a cargo de Beatriz Bernal. El carácter de esta obra es doctrinal, sin embargo,
esto no afecta el programa planteado por García-Gallo, toda vez que el conocimiento del pensamiento jurídico del periodo que se estudia, es una
herramienta fundamental para dicho autor.
Un año más tarde aparece la Recopilación Sumaria de todos los Autos
Acordados de la Real Audiencia y Sala del Crimen de esta Nueva España
(México, UNAM, 1981) de Eusebio Ventura Beleña, con estudio introductorio de María del Refugio González. En 1982 nuevamente aparece
una obra de corte doctrinal se trata del Derecho Real de Castilla e Indias
(México, UNAM, 1982) de José María Álvarez, con estudio preliminar e
índices de Jorge Mario García Laguardia y María del Refugio González.
En la década de los años ochenta se publicaron también los siguientes
títulos:
Zorita, Alonso de, Leyes y Ordenanzas Reales de las Indias del Mar
Océano, México, Miguel Ángel Porrúa, 1983, con estudio preliminar de
Beatriz Bernal.
—, Cedulario de 1574, México, Miguel Ángel Porrúa, 1984, con estudio
preliminar de Beatriz Bernal.
Puga, Vasco de, Cedulario de la Nueva España, México, Condumex,
1985.
A partir de mediados de los años ochenta se observa la presencia de
otras instituciones ocupadas en la publicación de fuentes. Asimismo, se
advierte la presencia de algunos autores extranjeros a cargo de las ediciones.
En 1987 aparece publicada la Recopilación de Leyes de Indias de 1680
coeditada por la Escuela Libre de Derecho y Miguel Ángel Porrúa. La preparación de esta obra estuvo a cargo de Francisco de Icaza. La publicación
de los cuatro tomos de la recopilación se acompañó de un volumen con
estudios histórico-jurídicos sobre las Leyes de Indias. La Escuela Libre de
Derecho también ha participado en la publicación de obras relacionadas con
el derecho indiano como las Lecciones de historia del derecho indiano (México, 1989) de Antonio Muro Orejón y la Organización financiera de las
Indias. Siglo XVI (México, 1991) de Ismael Sánchez Bella.
Un año más tarde, un grupo de universidades mexicanas y una española,
junto con Miguel Ángel Porrúa, publican el manuscrito encontrado por Is-
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mael Sánchez Bella que contiene la Recopilación de las Indias de Antonio
de León Pinelo (México, Miguel Ángel Porrúa, 1992) con estudio preeliminar del propio Sánchez Bella.
Por otro lado, el Fondo de Cultura Económica publicó en 1993 los
Sumarios de la Recopilación de Indias de Rodrigo de Aguiar y Acuña
con estudio preliminar de Ismael Sánchez Bella.
El Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM mantuvo la política de edición de fuentes durante la década de los noventa. En 1991
apareció una compilación elaborado por Francisco Solano que se tituló
Cedulario de tierras. Compilación de la legislación agraria colonial
(1497-1820) (México, UNAM, 1991). En 1994 el Libro de los principales rudimentos tocante a todos los juicios, criminal, civil y executivo, año
de 1765 (México, UNAM, 1994), transcripción y estudio preliminar de
Charles R. Cutter. Dos años después se publicó la obra clásica de Joaquín
Maniau Compendio de la Historia de la Real Hacienda de Nueva España. Con notas y comentarios de Alberto M. Carreño (México, UNAM,
1995), con estudio preliminar de Marta Morineau.
En 1996 aparecen las Ordenanzas de la minería de la Nueva España
formadas y propuestas por su Real Tribunal (México, UNAM, 1996),
estudio y edición de María del Refugio González. Esta obra recibió el
premio internacional “Ricardo Levene” a la mejor publicación de derecho indiano. Se trata del máximo reconocimiento que puede obtener un
investigador dedicado al derecho indiano. La entrega del premio a María
del Refugio González también debe entenderse como un reconocimiento
a la labor que ha desempeñado el Instituto de Investigaciones Jurídicas
en la publicación de fuentes del derecho indiano.
Por lo que respecta a la elaboración y publicación de estudios monográficos, uno de los primeros trabajos es la antología que realiza José
Luis Soberanes titulada Los tribunales de la Nueva España (México,
UNAM, 1980). El siguiente año se publica La audiencia de México, según los Visitadores, siglos XVI y XVII (México, UNAM, 1981) de Pilar
Arregui.
En los años noventa se publicaron los trabajos de Carmelo Viñas Mey
El régimen jurídico y la responsabilidad en la América Indiana (México,
UNAM, 1993) y de Antonio Dougnac Rodríguez Manual de historia del
derecho indiano (México, UNAM, 1994), entre otros.
Pero la vertiente mexicana de la escuela institucional no se ha limitado
a la publicación de material que se considera dentro del mundo del de-
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recho indiano. Los trabajos incluyen temas que corresponden al siglo
XIX. Tal es el caso de Pandectas Hispano-Megicanas de Juan N. Rodríguez de San Miguel (México, UNAM, 1980), con estudio introductorio
de María del Refugio González. Asimismo se publicaron algunas monografías. En 1987 apareció Sobre el origen de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (México, Miguel Ángel Porrúa, 1987) de José Luis
Soberanes y El derecho civil en México (1821-1871) (México, UNAM,
1988) de María del Refugio González.
También en los noventa se publicaron los siguientes trabajos: Curia
Flípica Mejicana. Obra completa de práctica forense conteniendo además un tratado íntegro de la jurisprudencia mercantil (México, Porrúa,
1991), con prólogo de José Luis Soberanes Fernández; Manual razonado
de práctica civil forense mexicana de Rafael Roa Bárcena (UNAM, México, 1991), con estudio preliminar de José Luis Soberanes Fernández;
Escritos jurídicos (1839-1863) de Juan N. Rodríguez de San Miguel
(México, UNAM, 1992) compilación y estudio preliminar por María del
Refugio González; Diccionario de legislación civil, penal, comercial y
forense. Con citas del derecho, notas y adiciones por el licenciado Juan
Rodríguez de San Miguel, de Joaquín Escriche (México, UNAM, 1993),
edición y estudio preliminar por María del Refugio González; y Ensayo
sobre el derecho administrativo mexicano de José María Castillo Velasco
(México, UNAM, 1994), con estudio introductorio de Alicia Hernández
Chávez.
IV. CONCLUSIÓN
Un balance general sobre la recepción de la escuela de García-Gallo
en México tiene que tener un carácter positivo. La labor de publicación de fuentes y de monografías de tipo institucional ha dejado un
importante acervo bibliográfico en el país. Si bien debe admitirse que
todavía existen algunas fuentes que conviene estudiar y que en el caso
de los trabajos de corte institucional, así como aquellos relacionados
con la cultura jurídica todavía hay mucho por hacer. En todo caso, la
reflexión que debe hacerse en este momento más que atender a lo que
falta por hacer, creo que debe enfocarse en la forma en que los trabajos
deben desarrollarse. En ese sentido, tiene que empezar por revisarse
la escuela institucional abordándola desde una perspectiva en la que la
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pugna por definir la naturaleza de la historia del derecho (historia o derecho) ha dejado de tener el interés que suscitaba en la época en que
García-Gallo empezaba a escribir. Esto necesariamente debe ajustar la
agenda metodológica y los enfoques de los estudios que se realicen.
Por otro lado, la visión historicista de la escuela institucional cuyo
enfoque exclusivamente jurídico la torna en una aproximación excluyente, debe moderarse para permitir la incorporación de otras perspectivas de análisis que también pueden arrojar información relevante
para el ámbito jurídico. Lo que no puede quedar a un lado es el rigor
científico que postula la escuela y el énfasis en el trabajo de fuentes. Ambas posturas contribuyen a la seriedad de las investigaciones que se elaboren y son compatibles con cualquier tipo de enfoque que se pretenda
dar al fenómeno estudiado.
Por otra parte, el proceso de recepción de la escuela institucional
de García-Gallo debe entenderse también como una etapa en la que se
despertó el interés por la historia del derecho y que contribuyó decididamente a la formación de especialistas en el país. Asimismo, el movimiento ha jugado un papel destacado en el establecimiento de relaciones
entre las instituciones en donde se realizan estudios de historia del derecho
para formar una comunidad de investigadores alrededor del Anuario Mexicano de Historia del Derecho.
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