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Por:
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José Agustín PeñaIoza §. y
Ano María Podillo de Bruno
AOOgodos Adjuntos o lo
Dirección de Familia y Menores
En estudios anteriores hicimos un comentario respecto de la condenación en
costas a la parte perdedora en los juicios de divorcio. La opinión nuestra se
ampara en la costumbre habitual de que se admite que en las causas de divorcio
no existe condenación en costas, y ampliamos dicha opinión con los argumentos
dados por la disposición cuarta del artículo 191 del Código Civil, más algunas
consideraciones de orden práctica obtenidas en el prolongado ejercicio
profesional, todo lo cual damos aquí por reproducido.
Sin embargo, hoy queremos definir concretamente cuál es la causa eficiente para
la condenación en costas al perdedor en las acciones nombradas, y aprovechamos
para dilucidar las incongruencias que en los siguientes casos, son ostensibles. En
un Juzgado Superior se condena en costas en unas sentencias consultadas, en
tanto que en otras apeladas y confirmadas, ni hubo condenatoria ni se explica el
por qué de tal circunstancia. Leamos el artículo 172 del Código de Procedimiento
Civil, que transcribimos textualmente;
"Artículo 172.- A la parte que fuera vencida totalmente en un juicio o
en una incidencia se la condenará al pago de las costas. Pordrá, con
fodo, el Tribunal eximirla de ellas cuando apareciera que ha tenido
motivos racionales para litigar, sobre lo cual hará declaración expresa
en la sentencia. No surtirá efecto la exención que no esté motivada, y
en este caso, la parte totalmente vencida se entenderá condenada en
las costas.
Se condenará en las costas del recurso a quien haya apelado de una
sentencias que se confirme en todas sus partes.
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Lo dispuesto en la primera parte de este artículo se entiende sin
perjuicio de lo establecido en otras disposiciones legales".
Indispensable el observar que ·es imperativa la condenación en las costas a la
parte totalmente vencida, sin que haya obligación del Juez de explicar o dar razón
ftmdada de la condenatoria; no ocurre lo mismo cuando existe exoneración en
costas, pues en este caso no hay otra alternativa que la de motivar la exención, so
pena de que ésta no surta ningún efecto; y en cuanto al Juez, no puede omitir la
declaración expresa en la sentencia de la exención, porque para él es imperativo
el acatamiento del precepto legal.
Cuando se haya apelado de Wla sentencia y en el nuevo fallo ésta sea confirmada
en todas sus partes, la condenación en costas es de forzosa aplicación para el Juez
de alzada: la Ley no le concede ninguna otra alternativa.
Respecto del último aparte del artículo 172 que comentamos, en él se deja Wla
puerta abierta para entrar al estudio de disposiciones que, como las atinentes a las
costas en los juicios de divorcio, sólo hemos tocado marginalmente, pero no
precisamente en el fondo de las mismas como lo haremos en los apartes que
siguen, los que hemos cimentado sobre disposiciones expresas de la Ley.
el artículo 6° del Código Civil, dice:
"Artículo 6°. No pueden renWlciarse ni relajarse por convenios
particulares las leyes en cuya observancia estén interesados el orden
público o las buenas costumbres".
A este propósito, nuestro comentarista del Código de Procedimiento Civil, Dr.
Arminio Barjas, en el Tomo IV de sus Comentarios, cuarta edición de 1973. pág.
226, nos da Wla pauta para determinar qué debemos entender por orden público
y, así, asienta: "No precisa el legislador cuáles sean las leyes de orden público,
pues aWlque se refiere a ellas con frecuencia, no ha dictado -regla algWla que
sirva para determinarlo".
Determinar en la ley el volumen de las disposiciones de orden público, aparte de
lo copioso de ello y del ímprobo trabajo que requiere, escapa a la sistematización
del concepto de la Institución, pues las materias referentes a ésta surgen del
propio negocio jurídico a que se refieren, hoy más que nWlca variadas y
complejas, atendidos el desarrollo de los países en BUS aspectos sociales,
económicos, industriales y por tanto jurídicos, que de ello se derivan. De ahí que
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el mismo autor expresa que aparte de las disposiciones que las leyes identifican
como de orden público, existen otras que de modo expreso el legislador atribuye
"semejante carácter, prohibiendo a los particulares modificarlas o alterarlas de
mutuo acuerdo en sus convenios o transacciones, todas aquellas que no podrían
ser violadas sin producir inseguridad y peligro para las personas, la familia y el
Estado, y para cuanto es esencial a los derechos inmanentes de unas y otro".
En el sentido expuesto, se admite "que deben comprenderse entre ellas. en
primer término. la Constitución Nacional y las demás leyes que organizan los
Poderes Públicos; la de Sanidad. Policía y Seguridad Pública; las que organizan
los Tribunales y fijan sus atribuciones, jurisdicción y competencia absoluta; las
que pautan el orden y las formalidades sustanciales del procedimiento; las
relativas al estado y la capacidad de las personas; las que prohiben toda
convención contraria a las buenas costumbres y las que subordinan la existencia
de determinados actos al cumplimiento de requisitos y solemnidades rigurosas".
Las anteriores consideraciones definen. en un poco más de amplitud. lo que en
sabia sin tesis contiene el artículo 6° del Código Civil arriba transcrito.
Volvamos con las costas en los juicios de divorcio. En este sentido. vamos a
ampliar los comentarios que en otras oportunidades hicimos sobre el mismo
tema. En primer término. expondremos cuanto toca con la excepción de la no
condenación en los mentados juicios; y a fin de afianzar nuestras apreciaciones,
solicitamos el auxilio de los conocimientos y experiencias de nuestros autores de
procedimiento civil. entre éstos. el Dr. R. Marcano Rodríguez.
En el tomo III de sus "Apuntaciones Analíticas sobre el Código de Procedimiento
Civil". págs. 128 y sgtes .. Editorial Bolívar, 1942. aparece el comentario que a
continuación copiamos, por creerlo como base y fundamento para nuestras
sucesivas observaciones:
"365. Ni las sentencias de primera instancia. ni ninguna de las ulteriores, puede
condenar en costas al demandando perdidoso en los juicios de divorcio. El
matrimonio es una institución de alto orden social. y en consecuencia, al
demandado en divorcio le es igualmente imposible, en presencia del artículo 6°
del Código Civil. convenir en la demanda. porque ello involucraría la renuncia
implícita de leyes irrenunciables y el divorcio por mutuo disenso no está
instituido en nw:;stra legislación".
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Hemos dicho. en otras oportunidades. que los juicios de divorcio se desarrollan
por procedimientos mixtos: en algunos de sus pasos se aplica el procedimiento
ordinario y. en otros. el especial. En el primero de los casos y según el artículo 276
del Código de Procedimiento Civil. si el demandado falla al acto de la
contestación de la demanda (cuando previamente se ha citado) se le tendrá "por
confeso" en la petición del demandante; y en el segundo caso. a tenor de lo
estatuido por el artículo 546 ejuooem, su inasistencia se estima como
contradicción de aquella en todas sus partes.
"En el campo del derecho ordinario. el demandado se hace merecedor de la
condenación en costas. por no avenirse a la demanda en los casos que carezca de
"motivos racionales'''' para litigar ... ; pero no acontece lo mismo en las demandas
de divorcio: en éstas, el demandado no puede convenir en la demanda: de modo
que, o la contradice explícitamente, o la ley la da por contradicha, si no
compareciera a contestarla" (R. Marcano Rodríguez, pág. y tomo antes citados).
Las acciones de divorcio se caracterizan, asimismo, porque el demandado va al
juicio, puede decirse, contra su voluntad; aún conociendo la temeridad de la
demanda, "La Ley lo obliga a comprometer forzosamente la instancia con su
cónyuge demandante; ... por consiguiente. sería absurdo que, al resultar
perdidoso, se le pudiese condenar en las costas de un litigio que ni ha promovido,
ni ha podido cortar con un oportuno y racional convenimiento en la demanda. El
demandado en divorcio es un autómata de la Ley; y de aquí resulta que no puede
considerársele incurso en las costas, ya se las tome bajo el carácter de "pena", ya
como mero "resarcimiento". (ibidem).
Hay un punto que no dejaremos de analizar, por creerlo de sunla importancia y
de ser, a su vez, una guía para los sentenciadores en las acciones de divorcio en
cuanto a costas se refiere, y es lo atinente al por qué no debe condenarse en costas
al perdidoso en los juicios de esta índole, no sólo en los fallos de instancia. sino
aún cuando estos suben en consulta o son apelados. No cejamos, por tanto, en
copiar la docta opinión del Dr. R. Marcano Rodríguez, pues en ella se contienen,
aunados. el recto criterio jurídico del expositor, el estilo claro y conciso del
comentario. y la conclusión irrebatible de sus argumentos, cimentados éstos en el
contenido del precepto legal y avalados por la doctrina expuesta por los más
ilustres intérpretes de las normas legales aplicables n cada caso concreto.
"Por último, la ley, consecuente con su sistema proteccionista y conservador del
matrimonio, si en la iniciación del juicio traduce la inasistencia del demandado ni
acto de la litis-contestación como una "contradicción" formal de In demanda,
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poniéndose a cubierto "divorcio convenido", da después por apelada la sentencia,
al disponer que sea consultada oficiosamente con el respectivo Superior,
ordenamiento que establece en el artículo 557 del precitado Código. El juicio
continúa, pues, su curso en las alzadas por disposición de la ley, a título de juicio
consultado; de lo cual se concluye, que si la sentencia delcarativa del divorcio en
primera instancia es confirmada en la segunda, no puede haber tampoco costas
especiales esta instancia contra el demandado; pues si es la ley quien a fortiori
produce la alzada mandando a consultar el fallo, mal puede ser condenada en
ellas la parte que va obligada a esa instancia; y si el demandado hubiere impuesto
a la vez apelación, es igualmente absurdo que se le condene en las costas de un
recurso que, en fin de fines, se mezcla y se confunde con el de la oficiosa
consulta; tanto menos, cuanto que en esa apelación el apelante lo que hace es
seguir el ejemplo, el camino y el consejo de la ley, al no conformarse ni avenirse
privadamente a la disolución del vínculo. Aliarse o conformarse al voto de la ley,
acatando sus ordenamientos, es acto plausible y no punible". (R. Marcano
Rodríguez, Apuntaciones Analíticas, Tomo lII. págs. 130 y 131).
Con las transcripciones anteriores queda dilucidado, en forma clara, precisa y
jurídica, antes que con el comentario de nuestra parte, el por-qué en los juicios de
divorcio no debe, en ninguna de las instancias, condenarse en costas a quien le
haya sido adverso el fallo judicial.
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