Situación de personas LGBT privadas de libertad en América Latina

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SITUACIÓN DE PERSONAS LGBT PRIVADAS DE LIBERTAD EN AMÉRICA LATINA
Audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
Washington D.C, 23 de octubre 2015
Jean-Sébastien Blanc, Asociación para la Prevención de la Tortura
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Buenos días Señoras y Señores Comisionados y público presente. En nombre de la
Asociación para la Prevención de la Tortura (APT) y de las demás organizaciones
peticionarias, quiero agradecer la oportunidad de poder hablar de la situación de las
personas lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT) en lugares de detención de América
latina. Queremos también saludar la acción de la Comisión para llamar la atención de los
Estados acerca de esta problemática.
Después de mi intervención, que consistirá en un breve panorama de cuáles son las
problemáticas principales para este colectivo en los lugares de detención de la región,
tendremos una intervención - mediante un video - de Víctor Madrigal, del Subcomité de
la ONU para la prevención de la tortura, seguida por dos testimonios de países de la
región, uno por una representante de la Procuración Penitenciara de Argentina y otro
por la presidente de la ONG mexicana Almas Cautivas. Y terminaremos con un petitorio.
La población LGBT, como grupo históricamente discriminado, se encuentra en situación
de vulnerabilidad exacerbada en detención, dado que las causas profundas de la
homofobia y de la transfobia se agudizan en contextos de privación de libertad. Además,
es un colectivo particularmente afectado por los problemas estructurales tales como el
hacinamiento, la corrupción o el autogobierno de las cárceles, que corrompen muchos
sistemas penitenciarios de la región y vuelven más vulnerables los colectivos ya
sobreexpuestos a los abusos.
Queremos clarificar que aunque en esta audiencia nos enfoquemos en la detención en el
marco del sistema de justicia penal, los abusos en contra de esa población ocurren
también en otros lugares de privación de libertad, tales como los centros de retención
para migrantes o los hospitales psiquiátricos.
Es importante destacar que las personas LGBT están proporcionalmente sobrerepresentadas en detención, dado la precariedad de su condición social y las
discriminaciones que padecen que las puede llevar a cometer delitos para sobrevivir e
incluso a ejercer el trabajo sexual como única opción. Es debido también a que en
algunos países se utilizan detenciones arbitrarias como excusa para extorsionar a los y
las trabajadoras sexuales, en particular trans, pidiendo dinero o favores sexuales a
cambio de su libertad.
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Las principales problemáticas en detención que fueron documentadas por varias ONG
de la región pero también por mecanismos nacionales de prevención de la tortura,
creados en virtud del Protocolo facultativo de la Convención contra la Tortura de
Naciones Unidas (OPCAT), son las siguientes (no se trata obviamente de una lista
exhaustiva):
1) En primer lugar, la violencia verbal (tal como el uso y la naturalización de un lenguaje
despectivo), la violencia psicológica, la violencia física, en particular la violencia sexual,
sea por parte de agentes del Estado o por otros detenidos. En un diagnóstico realizado
este año en Guatemala por la Red Nacional de Diversidad Sexual y VIH, el 100% de los
presos LGBT entrevistados afirmaron que no denunciaron o no denunciarían abusos o
discriminación por miedo a represalias, a pesar de la cotidianidad de esta violencia.
2) Las visitas íntimas para personas presas con parejas fuera de la cárcel se niegan de
manera discriminatoria para personas en parejas homosexuales. Cabe señalar acá el caso
de la ex presa colombiana Martha Álvarez en trámite ante la CIDH, pero también saludar
el fallo de la Corte Suprema de Costa Rica de 2011 que considera anticonstitucional que
las visitas sean reservadas a las parejas heterosexuales.
3) Las mujeres lesbianas tienden a ser víctimas de castigos por manifestaciones de
afecto. Según la ONG Colombia Diversa, que documentó la situación de las personas
LGBT en las cárceles en un recién informe1, esos castigos incluso pueden traducirse en
aislamientos prolongados (en “calabozos”). Manifestaciones de afecto también han sido
castigadas con traslados arbitrarios a otros centros.
4) Con respecto a la ubicación del colectivo LGBT en los centros de detención, en
particular de mujeres trans, se observa en varios países el uso de la segregación, con una
finalidad de protección. Sin embargo, se ha documentado, incluso por la CIDH, que en
dichos casos las condiciones de detención suelen ser peores, como en la cárcel de
Tacumbú en Paraguay.
La segregación o no de la población LGBT en los centros penales es una cuestión
compleja, dado que el riesgo de estigmatización adicional se debe sopesar teniendo en
cuenta la necesidad de protección. En la actualidad no existe una solución que se pueda
aplicar a todos los contextos, pero se recomienda, sobre todo para mujeres trans, que las
decisiones con respecto a su ubicación tomen en cuenta su voluntad.
Se puede deducir de esta situación que, por un lado, el uso de la segregación para este
colectivo refleja la incapacidad de los Estados de cumplir con su deber de protección y,
por otro lado, que hace falta tener una discusión de fondo en la región sobre la atención
debida a este colectivo en detención, en aras de reducir el alto grado de discrecionalidad
y arbitrariedad que prevalece en la mayoría de las cárceles.
Del Amor y otras condenas: http://www.colombia-diversa.org/2015/06/del-amor-y-otras-condenaspersonas-lgbt_18.html.
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Queremos enfatizar que el monitoreo de los lugares de detención por órganos
independientes, incluyendo las distintas Relatorías de la Comisión, es de particular
importancia para visibilizar la situación que enfrenta esta población.
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Los mecanismos nacionales de prevención de la tortura, con su presencia permanente
en el país, deben jugar un papel central, y es esencial que se les garantice su
independencia y acceso irrestricto a los lugares de detención.
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Para terminar, queremos expresar nuestra profunda preocupación por los insultos
racistas y transfóbicos, así como las amenazas de muerte por parte de un custodio en
contra del mecanismo de prevención de la tortura del Estado de Pernambuco, en Brasil,
y en particular en contra de la mujer trans que integra el mecanismo. Esos hechos, que
ocurrieron el mes de agosto pasado durante una visita a una cárcel, no solamente
ilustran la cultura persistente de rechazo hacia la población LGBT, pero también ponen
en peligro el ejercicio del mandato de los órganos que monitorean el respeto de los
DDHH de las personas privadas de libertad.
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Muchas gracias por su atención; ahora le doy la palabra a Víctor Madrigal.
Víctor Madrigal-Borloz, miembro y punto focal LGBTI, Subcomité para la Prevención de la
Tortura de las Naciones Unidas – SPT (por video)
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Buen día. Me da mucho gusto saludar a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos en ocasión de esta audiencia que ha otorgado para escuchar sobre la
problemática que enfrentan las lesbianas, los gays y las personas trans, bisexuales e
intersex (LGBTI) que están privadas de libertad.
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Les hablo a solicitud de las organizaciones de la sociedad civil que están ante ustedes en
mi capacidad de relator de problemáticas LGBTI para el Subcomité de Naciones Unidas
para la Prevención de la Tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes (SPT).
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Mi propósito va a ser, en un breve relato, exponerles el trabajo que el SPT está
realizando sobre esta materia. Como inicio, puedo informarles que el SPT está
hondamente preocupado por la situación que enfrentan las personas LGBTI en privación
de libertad. Es una problemática que inicia mucho antes de la detención en el sentido de
que estas personas tienen justificadas razones para pensar que son el blanco de acciones
resultantes de la homofobia y transfobia, y que se extiende a lo largo de la cadena de la
detención, manifestándose en malos tratos al momento del arresto y la toma de
medidas inadecuadas generalmente a las necesidades específicas de estos colectivos, en
particular en el caso altamente especializado de las necesidades de mujeres y hombres
trans.
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Es nuestra experiencia, a través de nuestras observaciones, que los lugares de detención
no están generalmente equipados, como resultado de políticas y falta de protocolos y
líneas guía, no están realmente equipados para hacer frente a las necesidades que
surgen de la condición misma de las personas LGBTI.
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Por otro lado, los lugares tampoco están equipados para recabar la data esencial que
permitiría no sólo visibilizar la particular representatividad dentro de la población de
personas privadas de libertad sino más importante aún también para fundamentar la
adopción de políticas públicas en esta materia. Usualmente, es nuestra experiencia que
los sistemas de detención no tienen ni el conocimiento ni la instrucción política para dar
atención especializada a las necesidades de estos grupos.
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El SPT en este sentido ha emitido ya un pronunciamiento sobre su preocupación en esta
materia en su informe anual del año 2014 y ha continuado trabajando esta materia
durante el año 2015, recabando su experiencia en esta materia e incluyendo
sistemáticamente en su trabajo de promoción de la labor de Mecanismos nacionales de
prevención, la cual esperamos que será un caldo de cultivo para una creación de
capacidades en esta materia que como digo nos parece que es realmente necesaria.
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En noviembre de este año 2015, el SPT, en forma conjunta con el Comité contra la
Tortura de Naciones Unidas, vamos a tener una sesión en la cual vamos a compartir
experiencias y discutir nuestras particulares percepciones sobre esta materia.
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Yo evidentemente quedo a la orden de la Comisión – siempre lo he estado – con el
propósito de avanzar mayor información sobre esta materia y, ciertamente, en el caso en
que fuese pertinente y adecuado, realizar trabajo colaborativo. Es algo que
evidentemente vamos a estar en disposición de hacer.
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Yo les deseo que tengan una audiencia muy fructífera y que tengan muy buen día. Hasta
luego.
María Santos, Procuración Penitenciaria de la Nación, Argentina
La Procuración Penitenciaria de la Nación de Argentina, creada hace más de veinte años, es un
organismo estatal autónomo, con funciones de promoción y protección de los derechos
humanos de las personas privadas de su libertad en el ámbito carcelario federal. Sus facultades
se ampliaron y se afianzaron, en carácter de miembro del Comité Nacional que será parte del
Sistema Nacional de Prevención de la Tortura, en virtud del OPCAT, que esperemos, sea
constituido cuanto antes.
El organismo cuenta con un equipo específico de género y diversidad sexual a fin de poder
abordar, detectar y visibilizar la situación del colectivo LGBT. Este posicionamiento político
resulta fundamental y constituye un valor agregado a la labor de los órganos de monitoreo.
Si bien el estado acompañó el cambio cultural sancionando leyes de vanguardia, como la ley de
matrimonio igualitario y la ley de identidad de género, aún persisten prácticas discriminatorias
en el ámbito de la justicia y de las fuerzas de seguridad, que reproducen los prejuicios
prevalecientes en la sociedad.
Los avances en la legislación nacional no fueron acompañados por guías de procedimiento o
protocolos de actuación que procuren la implementación del nuevo marco normativo en las
prisiones.
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En efecto, la población LGBT se encuentra aún más expuesta que el resto de los colectivos, a
diversos tipos de abusos, malos tratos, tortura y discriminación. En la actualidad, frente al
fenómeno de la sobrepoblación que afecta al servicio penitenciario federal de Argentina, el
aislamiento y la sectorización continúan siendo la respuesta estatal por excelencia. De este
modo, se sostiene el confinamiento solitario o en grupo, permitiendo el contacto únicamente
con las personas que forman parte del colectivo, con fines de supuesta protección como
régimen de detención.
El acceso a la salud también está acompañado de una serie de vulneraciones e irregularidades.
El servicio penitenciario federal no cuenta con un tratamiento médico integral que incluya la
perspectiva de género en el abordaje. El personal profesional, que forma parte de la fuerza de
seguridad, no se encuentra capacitado ni sensibilizado en materia de diversidad sexual. Ello se
constata en los relatos de las personas que dan cuenta de reiterados maltratos verbales, así
como también, en la nula previsión de tratamientos hormonales, entre otros.
Por otra parte, las requisas vejatorias forman parte de factores de riesgo que afectan a la
población en general y al colectivo LGBT en particular. Constituyen prácticas de violencia de
género legalizadas, agravadas por ser perpetradas por funcionarios del estado contra personas
que se encuentran bajo su custodia. Así lo afirmó recientemente la justicia nacional, en el marco
de un habeas corpus presentado por la Defensoría General de la Nación.
En el caso de las mujeres trans, su identidad de género las hace más vulnerables a las
agresiones verbales, pero también a una mayor intensidad del maltrato físico que se incrementa
en el marco de estos procedimientos. En efecto, en función de relevamientos realizados por la
Procuración, sabemos que las requisas personales son llevadas a cabo por personal masculino y
en la mayoría de los casos incluye desnudos parciales, totales y maltrato verbal.
En esta misma línea, observamos prácticas penitenciarias tendientes a degradar y ultrajar la
dignidad de estas personas; la falta de reconocimiento real y respetuoso de la identidad
autopercibida, forman parte de este entramado.
Durante el año 2014 la Procuración denunció ocho casos de golpes, tortura y malos tratos hacia
este colectivo. El subregistro se debe, entre otras cosas, a la imposibilidad de solicitar un
traslado, por temor a represalias, dado que cuentan únicamente con un único módulo de
alojamiento y a la dificultad de acreditar la condición de víctima frente al sistema judicial.
Por último, corresponde mencionar algunas resoluciones judiciales positivas, producto del
trabajo mancomunado de las organizaciones no gubernamentales y la Procuración, a fin de
evidenciar la importancia del abordaje específico en los órganos de monitoreo.
A partir de varias presentaciones judiciales, se autorizaron las visitas íntimas entre dos mujeres,
logrando así, la multiplicación de pedidos en consonancia con la sanción de la ley del
matrimonio igualitario. Por otra parte, la corte suprema de justicia de la nación revocó una
resolución discriminatoria e injusta, mediante la cual se rechazaba el pedido de arresto
domiciliario de una mujer, madre de un niño de siete meses, por estar en pareja con otra mujer.
Y por último, le fue otorgado el arresto domiciliario a una mujer trans, en virtud de haber sido
víctima de malos tratos y tortura durante su detención. La resolución reconoció la especial
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vulnerabilidad del colectivo en el ámbito carcelario, asimismo exhortó al SPF a elaborar
programas, acciones y medidas tendientes a asegurar que la detención evite una mayor
marginación de las personas en base a su orientación sexual o identidad de género y que aún
continúan sin ser instrumentadas.
Estas medidas son pequeñas grietas excepcionales a la cruel realidad que atañe a la población
LGBT. Las mencionamos como un posible camino a seguir y que esperamos sea acompañado
por la Comisión. Muchas gracias.
Ari Vera, Presidenta, Almas Cautivas, México
Almas Cautivas es una organización mexicana no gubernamental cuyo objetivo es apoyar a la
población de las Mujeres Trans en reclusión en el D.F. En México, la realidad penitenciaria de
una mujer trans es un reflejo maximizado del día a día que vivimos las mujeres, toda vez que en
un centro penitenciario se potencializa la violencia, la discriminación, el odio y la
estigmatización, hacia nosotras.
El criterio que prevalece en los juzgadores para la asignación del centro penitenciario donde
enfrentará su reclusión, es genitalista. Es decir, si tiene pene será enviada a un centro varonil y si
tiene vagina a un centro femenil. En ambos reclusorios son aisladas del resto de la población, en
espacios que denominan anexos o módulos, argumentando que es por su protección, en los
cuales sufren maltrato físico, verbal, psicológico e incluso sexual. Las amenazas e insultos por
parte de los operadores de los centros de reclusión (seguridad y custodia y personal técnico) y
por las mismas autoridades penitenciarias es constante. Un ejemplo de ello es la frecuencia con
que se sanciona a las mujeres trans recluidas en centros varoniles, por utilizar algún atuendo
femenino aunque sea de los colores permitidos, además de que se les prohíbe usar ropa
interior como el uso de sostén para las que tienen implantes en los senos, sin importar que les
genere algún problema de salud o malestar físico. Si se encontraban en una terapia de
sustitución hormonal se les suspende, sencillamente porque las mujeres Trans son vistas como
hombres vestidos de mujer.
Aunado a lo anterior, el abandono inminente de familiares, amigos, pareja y hasta sí mismas las
obliga a caer en extrema precariedad económica y la mayoría se ven obligadas a ejercer el
trabajo sexual para poder subsistir y acaso, adquirir algunos insumos básicos como alimentos y
productos de higiene personal.
La Recomendación 13/2015, emitida en recientes días por la Comisión de Derechos Humanos
del Distrito Federal (CDHDF) señala y condena las expresiones de violencia en razón del uso
indebido de la fuerza, tratos crueles, inhumanos y degradantes por parte del personal del
Reclusorio Preventivo Varonil Norte. Sin embargo, se limita en mencionar tratos crueles y evita
señalar que las mujeres trans fueron torturadas y no da cuenta en específico que las personas
afectadas eran exclusivamente transgénero y no miembros de la comunidad LGBTTTI en
general. No obstante, es al menos un avance que visibiliza la situación de violencia que viven las
mujeres trans en reclusión, pero refleja la falta de información respecto a la condición particular
de la población trans, incluso en este organismo autónomo de derechos humanos.
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Uno de los factores negativos más significativos encontrados fueron: la falta de capacitación y
sensibilización de autoridades y personal de los centros penitenciarios para atender a la
población de mujeres trans en reclusión así como la ausencia de atención médica orientada a su
identidad de género, llegando a la conclusión de que, la situación de las mujeres trans en
reclusión se encuentra en un estado de abandono institucional, para quienes no es visible la
falta de protección y seguridad y la necesidad de atender sus necesidades básicas. Si bien es
cierto que la actual administración de la Subsecretaria del Sistema Penitenciario de la Ciudad de
México comienza a tomar acciones a su favor, como por ejemplo, permitiéndonos la
capacitación a servidores públicos del sistema penitenciario durante 2014 y 2015 con cursos
sobre el trato y situación de las mujeres trans en reclusión, pero aún falta mucho por avanzar.
Todo lo anterior nos lleva a la reflexión: ¿cómo podemos hablar de programas de reinserción
social de las personas trans privadas de la libertad si siempre se nos ha dicho que no
pertenecemos a esta sociedad, si nunca se nos ha hecho sentir parte de ella?
Nelson Mandela dijo una frase con la que Almas Cautivas y una servidora se identifican: “Dicen
que nadie conoce realmente a una Nación hasta que ha estado dentro de sus cárceles. No se debe
juzgar a una Nación por cómo trata a sus ciudadanos más encumbrados, sino por cómo trata a
los más humildes”. Muchas gracias.
Petitorio final - Isabelle Heyer, Asociación para la Prevención de la Tortura
Sra. Comisionada, Sres. Comisionados,
Para complementar lo que les hemos presentado, les entregaremos al final de esta audiencia
una documentación por escrito, incluyendo copias de un informe recientemente publicado de
un Simposio internacional que se llevó a cabo en junio pasado sobre la situación de las
personas LGBT privadas de libertad, en el cual participaron varios expertos y expertas de
América latina.2
A continuación, formulamos algunas recomendaciones, solicitando respetuosamente a la CIDH
a que inste a los Estados a:
1. Erradicar toda forma de sanción con base en la discriminación por orientación sexual e
identidad de género, en particular el uso del aislamiento.
2. Prohibir la práctica de las requisas vejatorias y discriminatorias con base en la orientación
sexual e identidad de género.
3. Garantizar el derecho a las visitas íntimas sin discriminación con base a la identidad de
género o la orientación sexual.
4. Establecer sistemas de recolección de datos que permitan desarrollar políticas públicas
adecuadas para responder a la falta evidente de datos de la población LGBT en detención, que
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Ver APT, Abordar las situaciones de vulnerabilidad de las personas LGBT en detención, Informe final del
Simposio Jean-Jacques Gautier, 2015, http://www.apt.ch/es/resources/abordar-las-situaciones-devulnerabilidad-de-las-personas-lgbt-en-detencion/.
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dificulta todo tipo de iniciativa a su favor. Esta recolección deberá realizarse con una
metodología apropiada y siempre respetuosa y orientada a una mejor protección de los
derechos de esta población.
5. Investigar casos de tortura y otros malos tratos en concurso con actos de discriminación y
violencia por orientación sexual e identidad de género, con el objetivo de erradicar la
impunidad que prevalece en la gran mayoría de los casos que se llegan a denunciar.
6. Garantizar el acceso a mecanismos de denuncias, sin temor a represalias, de las víctimas
de discriminaciones y abusos por orientación sexual e identidad de género en el contexto de la
detención.
7. Garantizar un acceso efectivo a la justicia de la población LGBT.
8. Fomentar una cultura de respeto hacia la población LGBT, que incluya programas de
sensibilización y capacitaciones a policías y personal penitenciario sobre los derechos y las
necesidades de esta población.
9. Con respecto a las personas trans:
o Reformar las leyes y reglamentos de los sistemas penitenciarios para que se considere la
vulnerabilidad específica de estas personas y se respete su identidad de género.
o Garantizar la atención integral de la salud, tomando en cuenta sus necesidades
específicas, tales como terapias de sustitución hormonal y reasignación sexual.
o Eliminar reglamentos discriminatorios que atenten contra la dignidad humana y la
expresión de la identidad de género, que solo permitan el uso de vestimenta y
accesorios estereotipados.
o Que las personas trans participen en las decisiones relativas a la asignación de su
alojamiento en centros de detención.
10. Dada la importancia de un monitoreo efectivo de la detención, ratificar el Protocolo
Facultativo de la Convención contra la Tortura de las Naciones Unidas (OPCAT) y, en el caso de
los Estados que ya ratificaron, garantizar que los mecanismos nacionales de prevención sean
independientes y tengan las facultades y recursos necesarios para cumplir su mandato.
Finalmente, invitamos a la CIDH a:
1. Fomentar y contribuir al desarrollo de directrices con el objetivo de garantizar una mejor
protección del colectivo LGBT en detención y una atención adecuada a sus necesidades,
tomando en cuenta los estándares existentes pertinentes, tales como los Principios de
Yogyakarta y los Principios y Buenas Prácticas de esta Comisión sobre la Protección de las
Personas Privadas de Libertad en las Américas.
2. Promover un trabajo conjunto entre la Relatoría sobre los Derechos de las Personas Privadas
de la Libertad y la Relatoría sobre Personas LGBT así como la transversalización de la temática
en la labor de la CIDH.
3. Elaborar informes temáticos sobre la situación de las personas LGBT privadas de libertad.
4. Mantener y reforzar la cooperación entre la CIDH y otros órganos nacionales e
internacionales que monitorean la situación de las personas privadas de libertad, incluyendo
siempre una perspectiva de género y diversidad sexual.
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