EL TEATRO CLÁSICO ESPAÑOL PARA JÓVENES

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EL TEATRO CLÁSICO ESPAÑOL PARA JÓVENES
Vamos a acercarnos en este artículo al teatro clásico con jóvenes (en la etapa
de enseñanzas secundarias). Las dificultades que conlleva su comprensión, su
desarrollo y su puesta en escena. Así como algunas estrategias o fórmulas para
intentar hacer teatro clásico con nuestros jóvenes alumnos.
¿QUÉ HAY DEL TEATRO CLÁSICO EN LA ENSEÑANZA?
Que la práctica del teatro desde las primeras etapas del aprendizaje de niños y
niñas sólo genera beneficios, es algo más que demostrado por pedagogos de
cualquier escuela que se hayan acercado al tema. Que el teatro es un arte
abandonado y desaparecido en la enseñanza primaria, es cierto. Y que en la etapa de
enseñanza secundaria, dentro de los planes de los esos y los bachilleratos, el teatro
se cayó en algún agujero negro de normativas y planes, y nuevos planes, y más
planes de mejoras y calidades, dándose por seguro su desintegración entre un
maremágnum de boes y bojas.
Por tanto, cuando con el esfuerzo de algún docente, echando generosas horas
en actividades extralectivas, o también desde esos talleres organizados por los apas,
te encuentras con un instituto donde existe el Taller de teatro, te sientes feliz. Así es
como llega el teatro a los institutos, siempre al margen de planes de estudios: por la
pasión de los docentes y por actividades – talleres generalmente organizados por los
apas.
Dentro de esas representaciones que a veces nos llegan de una forma u otra
de los institutos se suele echar mano de obras conocidísimas de Lorca, Molière,
Mihura, los Quintero… algún autor actual, o también trabajos de creación colectiva…
Pero lo que sí es un rara avis es tropezarte con que alguno de estos montajes sea de
teatro clásico español. Yo, no he conocido ninguno.
Incluso existe un magnífico proyecto en torno al teatro grecolatino que se
potencia en algunos centros a lo largo del curso llegándose a representar en festivales
que se celebran en los teatros de la época como el de Itálica en Sevilla, o Baelo
Claudia en Cádiz. (Este año, 2011 en Itálica se representarán: Edipo, las
Asambleistas, Prometeo, Antígona…) Sin embargo es difícil, casi imposible diríamos,
encontrarnos con actividades teatrales en la enseñanza media donde el referente sea
el teatro clásico español.
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Hay un importantísimo déficit en este campo que llamaríamos: teatro clásico
español y juventud. Miramos con envidia a Inglaterra, Francia, Alemania…, esos
países europeos donde los jóvenes alumnos trabajan, aprenden, estudian, juegan y
disfrutan con sus clásicos. Y sin sacar pecho nosotros tenemos un corpus de textos y
autores que están a la altura, e incluso por encima de cualquier otra dramaturgia
europea de la época, y que fue fundamental para la renovación teatral occidental en
los siglos XVI y XVII. Ahí están en primera línea de fuego: Lope de Vega, Calderón de
la Barca, Tirso de Molina, Ruiz de Alarcón, Vélez de Guevara, Moreto, Rojas Zorrilla…
Ahí es nada.
PERO ¿A QUÉ LLAMAMOS TEATRO CLÁSICO.?
Hay una pregunta inicial que es obvia y parece que no se le echa cuenta. ¿Qué
es, o a qué llamamos teatro clásico?
Generalmente se entiende por Teatro Clásico aquel que se produce en el Siglo
de Oro. Un amplio periodo de tiempo que abarca más de un siglo y que nos coloca
entre los siglos XVI y XVII. Esto de unir clásico con Siglo de Oro es lo más
generalizado. Pero vayamos un poco más allá. Entiendo que a una obra de teatro, u
otra pieza literaria, la llamamos clásico, porque:
1. Puede pasar a través del tiempo sin envejecer ni deteriorarse en lo esencial,
gracias a diversos valores; aparte de los meramente literarios, por su
profundidad y disección del ser humano, la sociedad, la naturaleza, etc.
2. Sirve de modelo no sólo para el espectador - lector, sino que también es
referente para creadores futuros.
3. Acepta generosamente todo tipo de lecturas, relecturas, traslaciones,
variaciones, descontextualizaciones, incluso activa y potencia el salto a otras
manifestaciones artísticas…etc.
En el Siglo de Oro se escribió muchísimo teatro, la mayoría de él se produjo y se
estrenó en la época. Las compañías y los corrales de comedias abundaban por toda
España. Y entre tanto exceso es fácil colegir que surgieron textos excelentes, buenos,
regulares y malos. Alguno de ellos, pero sólo a algunos, sí le podríamos poner el
calificativo de clásico. Entonces tenemos obras dentro del Siglo de Oro que llamamos
clásicas, y no llegan o no tienen categoría para serlo. No todo el teatro que se escribió
en el Siglo de Oro es clásico. Hay algunas piezas, pero la mayoría no alcanza ese
nivel. Otras, se quedan en el aderezo de la versificación y poco más. Algunas, incluso,
son ideológicamente impresentables para la sociedad de este tiempo. Entonces, no
debemos llamar teatro clásico a todo lo que nos llegue del XVI y XVII. Mejor sería
simplemente denominarlo Teatro del Siglo de Oro. O Teatro Barroco Español. Nunca,
porque suena a peyorativo denominarlo de capa y espada.
Después de esto debemos hacernos otras preguntas:
¿Qué hacemos con las piezas que están fuera del Siglo de Oro que hemos
marcado? ¿Hay algo que podamos llamar clásico en el siglo XIX? Podríamos poner en
la balanza, tranquilamente El sí de las niñas de Moratín (1806), Don Juan Tenorio de
Zorrilla (1844)… Y no sigamos.
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¿Y en el siglo XX? Luces de bohemia de Valle Inclán (1920), La casa de Bernarda
Alba (1936) de Federico García Lorca… Y aquí me detengo para no pasar de los años
cincuenta.
Seguro que con estas obras del XIX y del XX no nos equivocamos si las
consideramos clásicos. Y podemos decir que son clásicos españoles. Hay quien lo
soluciona con la expresión: clásicos contemporáneos, quizá sirva para Lorca y Valle.
Aunque dudo mucho de su relativa contemporaneidad con el siglo XXI. ¿Pero y
Moratín a caballo entre el XVIII y XIX y Zorrilla del XIX?
En España existe la Compañía Nacional de Teatro Clásico, perteneciente al
INAEM del Ministerio de Cultura, la cual también recibe presiones del tipo: ¿Por qué
no saltar de una vez del Siglo de Oro al considerar a los clásicos? ¿Hasta qué siglo o
año? ¿Dónde poner el límite de tiempo en lo que llamamos clásicos? ¿Quién decide lo
que es clásico? ¿Cómo y por qué se llama clásicas a obritas menores del Siglo de
Oro?
¿CÓMO ACERCARNOS AL TEATRO CLÁSICO?
Hay una especie miedo de los profesores y de aquellos que hacen talleres de
teatro a enfrentarse con textos del Siglo de Oro. Comprendo que tienen su dificultad,
pero no debemos arredrarnos. Los recelos vienen por diversas razones:
1. La dificultad de seguir los versos-diálogos por parte del público de hoy.
2. La cantidad de palabras, términos, expresiones y giros totalmente
desconocidos y que es imposible que lleguen a nuestros jóvenes, tanto como
público como si hacen de intérpretes.
3. El barroquismo o retorcimiento de los planteamientos, conceptos o diálogos
totalmente alejados del teatro o del cine realista que se ve hoy día.
4. Muchos de los temas y tramas están envejecidos y caducos, sin interés ni
paralelismo en el mundo de hoy.
Entonces: ¿Cómo podemos acercarnos al teatro del Siglo de Oro con nuestros
jóvenes alumnos de los institutos.?
Planteamiento base: Para conocer a los clásicos es necesario disfrutar con ellos
porque de lo contrario puede ser peor; tirarles encima una losa teatral que hundirá a
los chavales y terminarán odiando todo lo que huela a teatro.
El teatro del Siglo de Oro, es un teatro que no busca decirnos ni mostrarnos la
realidad, es teatro-teatro, con una convención básica que todos aceptamos: los
personajes hablan en verso. Cosa que no es real. El verso.
Entonces empecemos por:
ALGUNAS ESTRATEGIAS
Primero:
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Jugar a decir el verso. No la emprendamos con versos de la obra de teatro que
vayamos a representar. No agobiemos a los chavales con tipos de versos y de rimas,
ni asuntos más teóricos propios de clase de literatura. Hay que disfrutar encontrando
la música del verso, el ritmo, el sentido. Hablar lo justo de métrica, rimas,
encabalgamientos, hiatos, etc. Es bueno empezar con versos fáciles de romances,
redondillas, cuartetas…; versos de nuestra época, o que sean cercanos por su
contexto a los chavales.
Después saltaremos al Siglo de Oro con versos claros y legibles, de los más
fáciles y conocidos. También que aprendan con el soneto, de los cuales tenemos
joyas muy aprensibles en los siglos que nos ocupan.
Segundo:
Es necesario y obligado hacer un trabajo de dramaturgia o de versión sobre el
texto. En este punto hay varias partes donde debemos incidir:
a. Hagamos lo que hagamos, la historia, la trama debe quedar clara y legible,
primero para los jóvenes intérpretes y después para los espectadores.
b. En el teatro del Siglo de Oro suele haber redundancias, los personajes vuelven
a contar lo mismo que ya sabíamos. O a dar los mismos datos. Es decir, lanzan
varias veces la misma información al espectador. Si te parece repetitivo, no
tengas miedo. Corta por lo sano. Pero ten cuidado no dejes versos sueltos. Y
por supuesto no te librarás de tener que escribir algún verso para unir unas
partes con otras.
c. Después, lee muy bien las intervenciones de cada personaje. Te queda una
labor de poda. De limpiar versos. Busca lo esencial, la idea fundamental. Por
ejemplo, subraya lo anecdótico. ¿Puedes eliminarlo? Piénsatelo. Decide. Corta
sin miedo. No dejes versos cojos o sueltos. La música. La música del verso
debe continuar.
d. Seguro que en el proceso de la parte anterior te habrás encontrado con algún
personaje segundón, criados generalmente, que puedes eliminar, o también si
en el taller tienes más participantes que personajes es posible desdoblarlos.
Algunos personajes no son inmutables. Pueden tanto desaparecer, como
desdoblarse.
e. También te has dado cuenta de que hay palabras, vocablos y términos que ya
no se utilizan, que están anticuados y que los espectadores no entenderían.
Pues hay que cambiarlos, buscar sinónimos, expresiones que comprendamos
hoy, etc.; lo importante es que pienses tanto en los alumnos que van a hacer el
taller como en el público y que todo debe ser legible para ellos.
f.
A estas alturas del trabajo quizá encuentres que el texto final de tu dramaturgia
es demasiado largo para un taller de teatro, y tienes dudas por muchas
razones. Entonces es el momento de que tomes decisiones. Algunas por
ejemplo: utilizar un narrador externo y dejar las escenas más significativas,
también pueden ser varios los narradores, o un coro. Otro, utilizar el recuerdo
de uno de los personajes de la obra, para quedarte con lo que te interesa. En
fin, hay mil y una maneras; que tengas suerte por el camino que te decidas.
Atrévete.
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EN EL TRABAJO CON TUS JÓVENES INTÉRPRETES
1. En el inicio como ya hemos dicho empieza con los versos que no sean de la
obra, que jueguen con ellos y vayan aprendiendo el ritmo, la musicalidad, etc,
después llega el momento de lanzarse a los ensayos.
2. Empezarás con un trabajo de mesa. Hablándoles, explicándoles bien la obra,
los personajes, lo que vais a hacer… etc… etc… Dale toda la información que
puedas, y que les sirva para su proceso de trabajo.
3. Leer, la lectura de la obra hay que hacerla varias veces. Parando, hablando de
las situaciones, de los personajes, aclarando a los chavales lo que están
diciendo, despejándoles cualquier duda.
4. Que tus jóvenes actores y actrices entiendan lo que dicen y por qué lo dicen. El
verso no es su forma natural de hablar y es fundamental que asimilen y sepan
claramente el qué y el porqué.
5. A veces, si tienen dificultades, como estrategia es ventajoso que lo escriban en
prosa actual para asimilarlo y comprenderlo. No se te olvide nunca que el verso
no debe ser un corsé, sino un juguete para disfrutar con él.
6. Hay que leer, leer mucho el verso, decirlo el alto, antes de ponerse a ensayar.
Cuanto más mejor.
7. Ahora viene el aprendizaje del texto. El verso al principio les costará un poco a
los jóvenes, pero una vez que lo aprenden, no se les olvida. El
encadenamiento musical, el ritmo, la rima, todo ayuda a que se les quede bien
grabado en la cabecita.
8. No intentes que se lo aprendan todo de una vez, vete poco a poco, ayudándote
de los ensayos, piensa que las acciones, movimientos, miradas, intenciones…
que van saliendo durante los ensayos también les ayuda a ir grabándose el
texto junto con la acción escénica.
9. Busca que los ensayos sean parte del juego del teatro, que el verso les vaya
llegando de forma fluida, por lo tanto no le des mucha importancia al principio a
la interpretación. Lo primero es la forma, luego irán llegando, sin mucho
esfuerzo al fondo: la interpretación.
10. Te darás cuenta que en el teatro del Siglo de Oro no se necesita muchos
elementos escenográficos, ni de utilería. Busca lo que sea totalmente
imprescindible y necesario para la acción y los personajes.
11. Hazles partícipes a todos los que intervienen actores, vestuario, iluminación…
de la creación. Que se sienten integrados y participativos en el proceso de
creación del espectáculo.
12. Recuerda, otra vez, que el Teatro del Siglo de Oro no es realista, por lo tanto la
interpretación no puede serlo. Será otra cosa, lo que tu quieras, pero no
realista, la convención del verso lo impide.
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LA REPRESENTACIÓN
Siempre se ha dicho que las obras se hacen en el periodo de ensayos. De
cómo trabajes en este tiempo así llegarás a la meta.
El fin de los ensayos es alcanzar la representación ante el público con la
máxima calidad y seguridad posibles. Piensa: no le des más importancia al estreno
que al proceso. Donde tus alumnos van a aprender, a desarrollarse, a descubrir cosas,
a crecer, es en el proceso de creación. En los ensayos.
En todo proceso de ensayos siempre surgen baches, crisis, dificultades que
pueden parecer insalvables, no te amilanes, es normal, es un grupo humano
intentando entrar en las complejidades de otras vidas que son las de los personajes y
en situaciones totalmente ajenas a ellos.
Haz que cada día de ensayo se avance en algo, aunque sólo sea un poquito,
que los chavales noten que han dado un paso más, que ha merecido la pena esas
horas de trabajo.
No seas muy exigente, no son profesionales, su experiencia teatral
probablemente sea nula, quizá sea la primera vez que hacen teatro, ayúdales y
anímales, convénceles de que pueden dar un poco más, y eso lo conseguirán si son
capaces de esforzarse.
Que disfruten. Siempre que disfruten.
La representación ante el público es el resultado de los ensayos. El estreno
para los jóvenes es, sin lugar a dudas, un premio. Y menudo premio poder decir: yo
representé uno de nuestros clásicos del Siglo de Oro. Ahí es nada.
Alfonso Javier García Zurro
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