la roma imperial: el final de la república (ii)

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LA ROMA IMPERIAL: EL
FINAL DE LA REPÚBLICA
(II)
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Ayer publicábamos La Roma imperial: el final de la República (I), primera parte de
un nuevo especial, que esta vez dedicamos a la Roma imperial. Hoy, continuamos
centrándonos en el final de la República, puesto que en una sola entrada, se habría
hecho muy extenso, y por consiguiente, no tan cómodo de leer. Por eso, volvemos
hoy al ataque. Conozcamos a Octavio, Marco Antonio y compañía...
Segundo triunvirato y más guerras
Octavio, sobrino y heredero de Julio Cësar
En un principio, y para no generar un nuevo clima de guerra civil, se optó por
llevar a buen puerto las disposiciones testamentarias de César. De este modo, el
poder debía recaer sobre su sobrino e hijo adoptivo, Octavio.
Marco Antonio, que accedió al cargo de cónsul desde el 44 a.C, era el hombre más
influyente en Roma tras la muerte de César, consolidando más aún su poder
tras la marcha de Lépido a Hispania. Mientras Marco Antonio aprovecha la marcha
de Lépido para consolidar su poder en Roma, vuelve Octavio de Grecia,
generándose una antipatía mutua.
Octavio, beneficiándose de la condescendencia con la que le trataba Marco
Antonio, patrocinó los juegos que había quedado pendiente César, donó trescientos
sestercios a cada ciudadano, y además creo un ejército personal. En este
«maremagnun» político aparece el Senado, apoyando -bajo inspiración de Ciceróna Octavio.
Así, Octavio ocupó Roma con su ejército, se autoproclamó cónsul, y de esta manera
se reconcilio con Marco Antonio y se atrajo a Lépido, quedando constituido -de
manera oficial ahora- el segundo triunvirato.
Integrantes del segundo triunvirato. De izquierda a derecha: Marco Antonio,
Octavio y Lépido
Con el fin de despejar el camino e imponerse al Senado, los triunviros fueron
eliminando toda la oposición posible. En esta guisa Cicerón, fuertemente crítico
contra Antonio, fue proscrito y ejecutado. Bruto y Casio se suicidaron tras
perder la batalla de Filipos contra los triunviros.
Eliminada la parte importante de la oposición, los integrantes del segundo
triunvirato se dedicaron a la organización de ciertos sectores. Por un lado, Marco
Antonio se dirigió a Oriente para su reorganización; Octavio en Roma repartió
tierras entre los veteranos y neutralizó las incursiones marítimas de Sexto
Pompeyo; mientras que Lépido, se fue apartando poco a poco de la escena política,
viviendo el resto de su vida fuera de la misma, aunque conservando la dignidad
de sumo pontífice.
El reparto de poderes
Como hemos comentado anteriormente, Marco Antonio se reservó el mando de
Oriente, territorio que quería reorganizar. Esta reorganización pasaba por una
guerra contra los partos, para asegurar una zona tranquila y aliada para el dominio
romano de la zona. Esta campaña fue un fracaso, aunque consiguió ocupar
Armenia.
Mapa durante el segundo triunvirato
Marco Antonio quería seguir el modelo de poder oriental, es decir, crear grandes
espacios administrativos y mercantiles bajo un mismo soberano, para así crear una
amplia red de autonomías y vasallajes. De este modo, crearía un gran imperio en
Oriente, y él sería su monarca absoluto. Así, Roma y todo el Occidente serían para
Octavio, mientras que Oriente sería para Marco Antonio.
Si Marco Antonio quería llevar a cabo estos planes, debía rodearse de buenos
aliados. Eso hizo, pues contó con el respaldo de Cleopatra VII de Egipto, quien a
su vez veía peligrar la independencia egipcia frente al empuje romano. Cleopatra
ya intentó anteriormente ganarse el favor romano, pues tuvo un hijo con
César, Cesarión, pero el asesinato del primero trastocó los planes de Cleopatra,
viendo una nueva oportunidad en la aparición de Marco Antonio.
Pero esta relación tuvo un efecto negativo en la pareja. Octavio desató una fuerte
campaña contra Marco Antonio, pues por un lado, éste traicionó a Roma, ya que
mermó los
Cleopatra VII, amante primero de Julio César, y de Marco Antonio
después
beneficios de las clases ecuestre y patricia, quienes obtenían importantes
beneficios de Oriente. Por otro lado, desatendió sus deberes conyugales hacia
Octavia, al mantener una relación con Cleopatra.
En este contexto de tensiones, Octavio consiguió del conjunto de Roma -senadores,
ecuestres y ciudadanos romanos- plenos poderes al acabar el quinquenio
concedido a los triunviros. Conseguido el pleno poder, su primera acción, declarar
la guerra a Cleopatra. Ni que decir cabe, que Marco Antonio se decantó por aliarse
con su reina de Egipto.
Así, Octavio emprendió la conquista de Egipto, donde Marco Antonio no estaba en
condiciones de ofrecer resistencia, por lo que tanto Marco Antonio como Cleopatra
se suicidaron, pasando Egipto a la soberanía romana, muertos estos, y asesinado
Cesarión, Roma conoció una paz desconocida durante muchos años.
Ante la necesidad de permanecer en el poder para sustentar la paz, Octavio no
renunció al poder, lo que hizo que Octavio se encontrase en una importante
disyuntiva: por la dictadura no podía optar por el hecho de que debía ser una
situación pasajera, naturaleza opuesta a la dictadura; pero tampoco podía
implantar una monarquía, puesto que Roma no lo toleraría.
De este modo, Octavio, haciendo patente sus grandes dotes en política creó una
nueva institución, en la que se aunaban, elementos característicos de la república, y
la concentración en su persona de todos los poderes. Nacía así el principado, pero
eso forma parte de otra entrega...
Vía | Coord., Sayalero, M. Atlas ilustrado de la Antigua Roma. De los orígenes a la
caída del Imperio. Ediciones Susaeta. Madrid; Roma en el origen de Occidente.
Ediciones Rueda (2002). Madrid.
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