La televisión, ¿Un nuevo miembro de la familia

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Murillo. A. La televisión, ¿Un nuevo miembro de la familia?
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LA TELEVISIÓN, ¿UN NUEVO MIEMBRO DE LA FAMILIA?
Artículo de Murillo, A.. (1995-1996) Revista École de Parents (Bélgica)
(Traducción: MC.Aguilar)
La televisión y nosotros.
Las estadísticas muestran claramente la presencia masiva de la televisión en nuestra
vida cotidiana: el 94% de las familias belgas están enchufadas a la teledistribución de un
60% de hogares que pueden captar 19 cadenas por día y algunos hacen “zapeen” por 26/27
cadenas. Los belgas ven la televisión en una media de cuatro horas y quince minutos por
día. Estos datos son casi los mismos en los quince países de la Unión Europea, salvo los
españoles y portugueses que la ven 30 minutos más por día. Las tasas de incorporación de
la televisión en los países de la Europa occidental alcanzan prácticamente el 100%.
Esta omnipresencia de la TV se refuerza aún más con la progresión constante de la
tecnología particularmente más con la televisión interactiva. Y, lógicamente, semejante
presencia plantea problemas muy serios, a nivel social en general y familiar en particular.
Padres, pedagogos, enseñantes… se quejan de que los niños pasan muchas horas mirando
la TV, y se han convertido en unos “teleadictos”, por ello, son pasivos, distraídos,
nerviosos, incapaces de concentrase: han perdido el espíritu de iniciativa.
Hay que añadir que, en estos últimos años, en los países industrializados, los
jubilados se han convertido también en verdaderos “teleadictos”. La TV juega un rol de
acompañante y los encierra en un mundo ilusorio.
Una preocupación, y punto de las críticas, de los padres es la mala calidad en
general de los programas de televisión considerados llenos de violencia, odio, sexo,
mentiras, desinformación.
Estos programas tienen una influencia perversa en la educación de los niños y
jóvenes por la presentación e incitación de anti-valores de nuestra sociedad. De esta manera
la tele los influiría negativamente, los animaría a regular los conflictos y frustraciones por
medio de la violencia, el sexo, la droga…
Efectivamente, en nuestra práctica terapéutica encontramos a menudo familias con
niños en edad escolar que viven muy mal su relación con la TV. Ésta se ha convertido en
fuente de conflictos intrafamiliares: padres/hijos, niños/niños, abuelos/hijos/nietos.
Muchas familias terminan por desanimarse no estableciendo ninguna regla a los
niños sobre la duración y contenido de los programas que pueden ver; evitando así hacer
frente a los conflictos TV/familia. Otras eligen poner bajo llave el televisor o guardarlo
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durante semanas en el sótano o en el granero, algunas más radicales lo expulsan temporal o
definitivamente de la casa. Así, aparentemente, el problema no se plantea más porque se ha
suprimido la fuente del problema.
¿Y si la familia adoptara la televisión?
La mayor parte de los estudios sobre la influencia de la TV en los niños presentan
soluciones para resolver este conflicto,
pero según nuestra experiencia, las familias
experimentan estas soluciones como poco comprometidas y muy alejadas de su realidad
vital. Creemos que las soluciones deben surgir del interior de las propias familias y que éstas
puedan encontrar sus propios medios para ponerlos en práctica.
Vista la importancia de la TV y la dependencia que engendra proponemos a las
familias que la integren en su seno como un nuevo miembro de la familia. En otras
palabras, es necesario que las familias comiencen un “proceso de adopción” de la
televisión. Pero, naturalmente, toda adopción sana y positiva, es necesario que sea libre,
responsable y comprometa a todos los miembros de la familia.
¿Qué lugar debe ocupar en la familia?.
Previamente, cada familia debe determinar el lugar que ocupa actualmente la
televisión en su seno. Por ello, puede útil y particularmente significativo analizar su
emplazamiento en la casa. Es muy corriente que se encuentre en el salón, en el lugar más
central, sobre un mueble que lo destaca de su contexto, como si estuviera sobre una especie
de altar alrededor del cuál se reúne la familia.
Para una mirada nueva y dinámica.
Pero, lo más importante es la toma de conciencia del rol o los múltiples roles que la
TV juega en la familia. De la misma forma que el padre tiene la función de ser el aval de la
seguridad familiar y de las referencias de las normas y valores de la familia, en muchos
hogares el televisor se ha convertido en la referencia y la norma de vida. Se puede decir
que orienta y dirige la vida de todos los días. El rol “paternal” de la TV inquieta mucho la
opinión pública, especialmente en el ámbito ético y político. El ejemplo del Sr. Berlusconi
en Italia, pone en evidencia el impacto de la televisión en la formación de la opinión
política de los ciudadanos. La publicidad no televisada juega sobre este rol, cuando quiere
revelar la calidad de un producto, utiliza el argumento: “Visto en televisión”.
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Las familias “teleadictas” parecen ligadas a la televisión por un cordón umbilical: el
cable, y esperan todo de ella, como de una verdadera madre sustentadora, tanto de alimento
material como espiritual. Ella les dice lo que hay que comer o no comer; lo que hay que leer
o no leer, lo que hay que ver o no ver, lo que hay que entender o no entender… Y, con
bastante frecuencia, la familia es decepcionada por esta madre, especialmente por la calidad
de lo que les aporta. De ahí esta relación ambigua que vive la familia con relación a la
televisión: amor, dependencia y odio, malestar, decepción…
Para las familias de niños de la etapa infantil, la televisión juega un muy buen papel
de “baby-sitter”. Aunque el programa no sea de buena calidad los niños quedan
enganchados a ella durante horas. Es muy práctico, muy económica y además no sufre
perturbaciones ni fatiga. Los padres así se pueden dedicar a otras tareas, descansar un poco,
sin ser perturbados por los niños.
Pero, al mismo tiempo, la televisión tiene que jugar también un rol educativo
importante para todos los miembros de la familia. En el futuro, con el desarrollo de la
televisión interactiva, esta función educativa debería convertirse en más importante y eficaz.
Sin embargo, es posible que se haya convertido, para los niños, la gran rival de la escuela no
sólo porque coge el tiempo que tendría que ser dedicado al trabajo escolar, sino también
porque puede darles una escala de valores opuestos a los que preconiza la escuela.
Sería muy laborioso hacer una lista de los múltiples roles que la televisión juega en la
familia y más globalmente en nuestra sociedad. Lo importante es que la familia, los padres y
niños más mayores, tome conciencia de los roles que la televisión está jugando en ellos, y
en consecuencia debe determinar, a sabiendas, cuáles son los roles que desea atribuirle y
fijar los límites.
La televisión se puede convertir en un miembro útil de la familia.
Es necesario que los padres, pero también cada miembro de la familia a su nivel,
encuentren la forma de llevar una organización sana, crítica y dinámica de la televisión. Sin
olvidar los límites de tiempo de visión, la familia debe centrarse mayormente sobre lo que
quiere ver en función de sus principios y valores. Sin que necesariamente la televisión tome
el rol del padre y la madre, puede ser un medio eficaz para profundizar y ampliar nuestros
principios y valores. La televisión debe ser un colaborador y un apoyo en la educación y la
formación de los niños. Puede contribuir efectivamente al desarrollo de cada uno, pues está
llena de potencialidades y corresponde a cada familia buscar y sacarle el mayor partido
posible.
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La familia debe hacer su propia programación.
Para lograr esto, aconsejamos que toda la familia se reúna al principio de la semana
para programar el horario de utilización de la televisión. En esta discusión, será necesario
que cada miembro, incluidos los niños más pequeños, pueda expresarse libremente para
llegar a armonizar los criterios y atención a los intereses. La principal preocupación debe
ser llegar a que todos los miembros de la familia se conviertan en telespectadores activos y
sanamente críticos.
De esta manera, la televisión en lugar de obstaculizar e incluso impedir el diálogo y la
comunicación entre los miembros de la familia, y ser una fuente de conflictos y división se
convertiría en un medio necesario de diálogo y comunicación. Es más, podría convertirse
en un verdadero centro de encuentro y acercamiento entre los miembros de la familia.
Una responsabilidad social.
La familia debe tomar conciencia que hacer de la televisión un miembro positivo es
un objetivo muy limitado, si no llega a los creadores de programas, a los poderes
organizadores y a los gestores de la televisión. A pesar de sus dificultades, por el gran
número de intereses puestos en juego para llegar este nivel, es necesario que la familia se
haga oír, y su único medio de llegar a estas autoridades son las organizaciones “portavoces”
de los intereses de las familias.
La televisión tiene un importante rol positivo que jugar en el desarrollo de nuestra
sociedad. Es de interés para todos que en su gestión, tanto en lo que conciernen las cadenas
públicas como las cadenas privadas, participen democráticamente las fuerzas constitutivas
de la sociedad desde una perspectiva abierta y responsable que busca la realización de
valores fundamentales y el pleno desarrollo de todos sus miembros.
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