“Movimiento feminista Latinoamericano y Caribeño actual

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“Movimiento feminista Latinoamericano y Caribeño actual: tendencias y
reflexiones en el marco del aniversario de Beijing”
Ana María Enríquez
Marzo 27, 2015, Las Palmas de Gran Canaria
Hace unos pocos años escuché una historia sobre la ex-Presidenta de
Finlandia, Tarja Halonen cuando durante su mandato visitó una escuela y al
preguntarle a un niño que quería ser cuando grande, y si quería ser presidente, el
niño le respondió: “pero, ¿se puede?” Refiriéndose al hecho de que en su país, lugar
donde muchas mujeres son visibles en la política, y en su corta vida, había visto que
ella era la presidenta, y en su imaginario asumió que sólo las mujeres han
conseguido ser presidentas.
Yo solía pensar que únicamente en países como Finlandia suceden tan
bellos imaginarios. Pero en América Latina, en términos de Presidentas, se empieza
a vislumbrar un nuevo horizonte, pese a todos los retos en nuestra región. El
simbolismo que esto trae para las niñas y niños y jóvenes de hoy es de mucha
importancia. En mi propia casa, hace dos semanas, mi hijo de 11 años me
sorprendió. El estaba investigando sobre los estereotipos de género y raza en los
medios para un proyecto de su escuela, y dándose cuenta de las grandes injusticias
racistas y machistas propagadas por estos, decidió que para su presentación final,
llevaría fotografías que enfaticen cambios positivos y rompan con estos estereotipos.
Encontró la foto de un niño jugando con bebes-muñecas y cuidándolas, a otro niño
cocinando (cosa que desde chiquito a Lucas le ha fascinado), encontró a algunos
actores y actrices Afroamericanos/as interpretando roles de liderazgo en cine que
antes sólo se le daban a gente blanca, encontró a Malala, a una astronauta y a
Brave (“Rebelde”, la reciente película de Disney que muestra a una niña-“héroe” y
fuerte). Entonces le sugerí que busque fotos de las Presidentas de América Latina y
me respondió: “¡Pero si hay muchas: en Brasil, Chile, Argentina y antes en Costa
Rica!” Para el, el estereotipo ya no es. Luego aclaramos que la mayoría de
presidentes en nuestra región siguen siendo hombres. Pero en la mente de Lucas,
un niño de 11 anos, ya esta plantado el hecho de que en América Latina hay
mujeres que son presidentas. Claro, cabe anotar que el imaginario de mi hijo Lucas
es un poquito parcial. Cuando viví en Nueva York trabajé en Naciones Unidas
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precisamente lanzando, diseñando e implementando el Fondo para la Igualdad de
Género de ONU Mujeres, que comenzó España en el 2009. Allí, tuve la gran suerte
de trabajar durante el mandato de la Sra. Presidenta Michelle Bachelet, en ese
entonces la primera Directora Ejecutiva de ONU Mujeres. Y aunque mi hijo nunca
llegó a conocer a la Presidenta Bachelet en persona, escuchó a menudo su nombre,
dado el trabajo por la participación política del Fondo de Igualdad de ONU Mujeres y
sobre todo en tiempos de la Comisión Jurídica de la Mujer, cuando escuchaba a
menudo los nombres de las Presidentas Dilma Rousseff y Cristina Kirchner, y de la
participación política en la región, y de la Presidenta Ellen Johnson Sirleaf en
Liberia, y del avance de la paridad en México y que Ruanda se acaba de convertir
en el primer país del mundo en tener más mujeres que hombres en su parlamento, y
SOBRETODO, que detrás de todos estos logros está el movimiento feminista. Su
imaginario es diferente al de mi generación. Y en su cabeza y en la de muchas niñas
y niños de hoy, las mujeres estamos en la política y podemos ser Presidentas.
Ahora, una vez en el poder, hay que debatir ¿Qué tipo de políticas se ejercen?,
¿Cuáles y quienes, particularmente qué poblaciones quedan por fuera? (como en el
aborto, la disidencia sexual y la justicia económica), ¿Porqué?, ¿Qué tan radicales
son estas políticas?, ¿Son integrales?, ¿En qué contextos?, ¿Qué tipo de Estados
pueden garantizar los derechos de las mujeres?, y ¿Cómo y bajo que términos
rinden cuentas ellos? Pero esto lo vamos a profundizar hoy más adelante.
El logro de tener mujeres al mandato en primer plano y en la política en
general promueve un cambio cultural importante que quiero nombrar hoy para
empezar, cuando celebramos los 20 años desde que la Cuarta Conferencia Mundial
sobre la Mujer se realizó en Beijing en 1995, donde 189 gobiernos se
comprometieron a avanzar los derechos de las mujeres en relación a 12 esferas de
acción: pobreza, educación, salud, violencia, conflictos armados, economía, el
ejercicio del poder y la adopción de decisiones, mecanismos institucionales que
avancen la igualdad, los derechos humanos, medios de difusión, el medioambiente y
las niñas.
En este marco, trataré de abordar algunos otros logros y desafíos para el
movimiento feminista Latinoamericano y Caribeño hoy, sus estrategias y
oportunidades, en el marco de Beijing +20 y teniendo en cuenta el documento
Regional de la Sociedad Civil Beijing +20 (CSW/NGO América Latina y el Caribe,
Febrero, 2015), la declaración oficial gubernamental producto de la Comisión
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Jurídica de la Mujer (CSW, 2015), y desde mi experiencia como feminista trabajando
en apoyo al movimiento en toda su diversidad por medio de fondos multilaterales y
fondos feministas del sur.
Con el Fondo Multilateral para la Igualdad de Género de ONU Mujeres, uno
de los fondos más grandes del mundo dedicado al empoderamiento político y
económico de las mujeres, que en el 2009 contaba con 65 millones de dólares, de
los cuales aproximadamente 55 millones han sido otorgados a organizaciones de
mujeres, incluyendo aproximadamente 12 millones destinados a la región. Las
estrategias que se han apoyado por medio de este Fondo han sido múltiples e
incluyen el trabajo en consorcio y alianza entre varias organizaciones feministas o
en colaboración con ministerios e instituciones gubernamentales para la
implementación de planes, políticas, o leyes de igualdad a los que los gobiernos se
han comprometido o a impulsar estos planes en aquellos países donde no los hay
aún. Ejemplos incluyen el apoyo a organizaciones feministas en El Salvador en el
2011 cuando, gracias a su incidencia se logra la Ley de Igualdad de Género; o en
México, con un apoyo a organizaciones feministas incluyendo a un consorcio entre
Simone de Beauvoir, GIRE e INMUJERES, (organismo gubernamental de igualdad),
entre otras, quienes logran avanzar la paridad en México con una estrategia titulada
SUMA que en esencia “suma” esfuerzos por la incrementación de la participación de
las mujeres a nivel local. Es decir, con este Fondo y en general, la cooperación
bilateral y multilateral, se ha enfocado al apoyo al trabajo feminista a nivel
institucional y de políticas públicas, pero incluyendo estrategias innovadoras como
campañas comunicacionales, uso de tecnologías para amplia difusión de la agenda,
etc. Mientras este fondo privilegie el trabajo de las organizaciones de mujeres y no
se consuma en una lógica burocrática de la ONU, es un fondo muy importante para
avanzar la igualdad y la justicia y posicionar la agenda.
Por otro lado, he tenido también la oportunidad de trabajar con varios fondos
feministas del sur y con la red que los congrega (la Red Internacional de Fondos de
Mujeres) que nacen del movimiento feminista en diversos países de América Latina
y cuyo trabajo se enfoca en el apoyo incondicional a las diversas expresiones del
movimiento en la región y a su autonomía, incluyendo el apoyo hacia temas como el
aborto, la orientación sexual, medioambiente y justicia económica (trabajo
doméstico, sexual, economía feminista, derechos de propiedad). La estrategia
principal de estos fondos feministas del sur ha sido no condicionar los apoyos hacia
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ninguna estrategia específica y mas bien, promover la creatividad para el avance de
la agenda, incluyendo a proyectos de contra-cultura, medios, movilizaciones, etc.,
además de avanzar, como fondos, la filantropía feminista que busca procurar la
sostenibilidad política y financiera desde el sur y para el movimiento. Hoy formo
parte de la directiva de un fondo feminista de la región: el Fondo de Acción Urgente
para América Latina y el Caribe (basado en Colombia), y que responde a los temas
de urgencia en la actualidad que amenazan a las defensoras de los derechos
humanos de nuestra región, incluyendo a las defensoras de nuestra madre tierra.
Lamentablemente los presupuestos de estos fondos feministas siguen siendo
insuficientes, sobre todo cuando se comparan con los fondos que ONGs como las
de medioambiente (Green Peace/Paz Verde por ejemplo) u organizaciones que no
tienen un marco de derechos de las mujeres, reciben. Esto lo nombro porque hay un
tema de balances de poder a nivel nacional e internacional y en términos de los
rcursos, la cooperación y de la “ayuda al desarrollo”, tema crucial para la
sostenibilidad de nuestro movimiento. En nuestra región donde la cooperación, que
antes estaba muy presente en América Latina, se ha ido retirando sin estrategias de
salida sostenibles, causando que muchas organizaciones feministas estén
desapareciendo.
Pese a estas dificultades de falta de recursos y a contextos neoliberales
desarrollistas y de intensos fundamentalismos de todo tipo (económico, religioso,
social, político, cultural) hay que reconocer la resistencia, resiliencia y creatividad del
movimiento feminista Latino-Caribeño en toda su diversidad.
Mucho y muy valioso ha sido el trabajo y logros del movimiento feminista en
la región (antes, durante y post declaración de Beijing), incluso en términos del
apoyo a los gobiernos a la implementación de estos acuerdos (con toda la
complejidad y retos que esta alianza con la institucionalidad ha traído). Así, las
feministas de la región, han logrado diseñar e impulsar importantes cambios
jurídicos y quitar leyes discriminatorias. A nivel de planes y políticas, incluso en
algunas constituciones en la región, mucho existe hoy en reconocimiento a la
igualdad entre hombres y mujeres y, como dije al comienzo, para incrementar la
participación política de las mujeres a nivel local y nacional. Han habido avances en
términos de las propuestas en marcha por la igualdad y planes de cómo garantizar
la asignación de presupuestos de género para cumplir con estos objetivos. La
creación de los organismos institucionales para la mujer fue un logro del movimiento
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feminista post Beijing, y aunque los riesgos son muchos e incluyen la falta de
presupuestos de gobierno para estos, y la adopción de políticas asistencialistas o
cooptación de estos por parte de los gobiernos conservadores, en instancias en
donde si se logran hacer alianzas con feministas en estas instituciones, son
mecanismos muy poderosos para avanzar nuestros derechos. Cabe anotar que
estos logros han sido posibles también gracias a la CEPAL, que ha jugado un papel
muy importante en términos de la protección y defensa de la agenda feminista y su
monitoreo, y gracias al acompañamiento e incidencia del movimiento feminista a la
CEPAL. Por ejemplo en la recuperación de datos sobre género y derechos de las
mujeres. La Asociación Feminista Marcosur creó un instrumento de monitoreo y
observación de los acuerdos regionales llamado ISOQUITO, que mide que tanto
hacen los gobiernos en términos de lo prometido en las conferencias regionales.
Aunque se ha avanzado en los instrumentos de monitoreo, hace falta integrar datos
que muestren la diversidad de nuestros pueblos para poder hacer justicia a las
necesidades de estos.
En términos de la salud sexual y reproductiva, mucho y muy valiosos han
sido los aportes del movimiento feminista en general. Existen muchas leyes,
producto de la incidencia del movimiento que protegen a las mujeres contra la
violencia hacia ellas, y otras leyes en términos de la despenalización del aborto
(aunque no en todos los países, y con especial preocupación no en El Salvador, por
ejemplo, donde se criminaliza el aborto en cualquier circunstancia) o de
anticoncepción de emergencia, aunque con ciertas restricciones. Aunque la
mortalidad materna se ha reducido un poco, no es suficiente, y el embarazo en las
adolescente ha incrementado. Estos son grandes desafíos.
Mucho y muy valioso ha sido y sigue siendo el aporte del movimiento
feminista “autónomo” que aborda el tema de la de-colonización junto con la despatriarcalización como crucial para cualquier análisis, estrategia y meta del
movimiento. Su contribución a entender la multiculturalidad y la pluralidad en la
democracia es crucial. Mucho y muy valioso ha sido también el aporte de las
organizaciones feministas Indígenas y Afro-Latino-Caribeñas que traen temas, que
son de verdad deudas en nuestra agenda feminista, y que nos recuerdan lo
imprescindible que es abordar el racismo y clasismo en todas las estrategias
feministas. Igualmente, las mujeres Indígenas nos han hecho entender la
integralidad del concepto cuerpo/territorio pues han venido defendiendo la tierra
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desde hace miles de años. Este tema es tema de sobrevivencia hoy para la
humanidad. Mucho y muy valioso ha sido también el aporte de las trabajadoras
populares, domésticas, rurales, y trabajadoras sexuales quienes logran, como es el
caso de las trabajadoras domésticas posicionar en la ley internacional el Convenio
189 por un trabajo decente para los y las trabajadoras domesticas en la OIT
(Organización Internacional del Trabajo). Mucho y muy valioso ha sido también el
aporte de las feministas LBT, que han traído nuevas formas de de-construir
conceptos como el de la familia (concepto que ha sido regido por la
heteronormatividad) y que han logrado leyes, y políticas como la ley de convivencia
en el DF, la Ley de Igualdad de Género en Argentina, etc., y sobre todo, cambios
culturales que se van sentando en la región poco a poco, por medio de estrategias
como el “artivismo”, batucadas en la calle, música, teatro y comedia.
Mucho y muy valiosos ha sido también los aportes de las jóvenes, que han
permeado con miles de estrategias TODOS los niveles: las instituciones tanto de
igualdad como de otros sectores, incluyendo la salud sexual y reproductiva, así
como lo cotidiano y el mundo de la calle y la protesta, con gran capacidad para
unirse a otros movimientos sociales y abordar el racismo, clasismo, capitalismo,
misogenia, heteronormatividad y patriarcado. Además ellas son lideresas en el
activismo en la calle y en las nuevas tecnologías. A veces las feministas grandes se
quejan de que las jóvenes no son “verdaderas” feministas, pero lo que pasa es que
hay una brecha generacional grande y las feministas más grandes no están
presentes en los espacios como en las nuevas tecnologías, en donde las jóvenes
están muy activas y de maneras muy creativas. Les invito a que si aun no han
entrado por ejemplo al mundo de twitter, lo hagan hoy y busquen algunas de las
siguientes “hashtags” lideradas for feministas jóvenes, muchas LBT. En español los
hashtags se traducen como “etiquetas” o “almoadillas” en las redes sociales. Allí
encontrarán ejemplos como: @ColectivoSentimosDiverso que promueve el
#matrimonioigualitario, #blacklivesmatter (una campaña muy importante actual del
movimiento de base Afroamericano en los EEUU y que esta permeando y
levantando voces en torno a la lucha contra el racismo a nivel mundial),
@NoTengoMiedoPe (no tengo miedo en Perú, una campana en twiter bellísima, de
un grupo de jóvenes LBT que dice: cuéntanos tu historia, ya no estás sola),
@EligeRed (grupo de jóvenes en México muy activo en temas de derechos sexuales
y reproductivos), @JovenesRedLac, #TodosSomosAyotzinapa y #feminicide (para
mostrar la cantidad de feminicidios y desapariciones de mujeres en América Latina,
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incluyendo a México en términos de “la otra” Ayotzinapa), etc. Estos son algunos
ejemplos que reflejan el activismo de las feministas jóvenes y en permanente alianza
con varios movimientos incluyendo LGBT, movimiento negro, movimiento urbano,
rural, medioambiental, indígena, laboral, etc.
Pero también muchos son los desafíos de hoy.
Empezando porque la semana pasada en Nueva York durante la Comisión
Jurídica y Social sobre la Mujer (CSW, por sus siglas en inglés) sobre Beijing +20 y
donde se esperaba que los gobiernos firmaran una declaración que reafirmaría los
compromisos de Beijing en su totalidad, resultó todo en un gran impase. La
declaración oficial no solo excluyó a la mayoría de las representantes de la
sociedad civil, que como es costumbre, participan en los debates previos a las
declaraciones oficiales de la CSW para asegurar, entre otras, que en el lenguaje
final queden plasmados los compromisos con una perspectiva de derechos
humanos, sino que también literalmente quito temas, lenguaje y compromisos muy
importantes que estaban presentes en la declaración de Beijing original. Ante esta
situación, más de 400 organizaciones feministas Latinoamericanas y Caribeñas
decidieron pronunciarse con una Manifesta que cuestionó que en la Declaración final
oficial promulgada el 9 de marzo de 2015 no se vean reflejados los avances en
defensa de todos los derechos humanos de todas las mujeres. Para América Latina
y el Caribe es importante decir que Beijing +20 no sólo viene en un proceso que
“pasó’ por Beijing +5 y +10, con luchas parecidas que pusieron en alerta al
movimiento feminista puesto que el rol que el Vaticano, en alianza con los gobiernos
más conservadores de la región, viene ejerciendo es particularmente peligroso y
está logrando retroceder los avances de los derechos logrados. Además, la labor de
cabildeo del movimiento ha estado también presente y traducida en los logros
alcanzados en consensos regionales como los de Santo Domingo, Montevideo y
Santiago de Chile y en las convenciones como la Belem do Para contra la violencia
hacia las mujeres, y otras. Por tanto, lo acontecido hace unas semanas en la
Comisión Jurídica para la Mujer en Nueva York, es realmente un retroceso enorme y
preocupante en vista de que Beijing+20 se esperaba sea la plataforma que nutra los
nuevos procesos de las naciones que están en construcción post 2015: los Objetivos
de Desarrollo Sostenible y de la Tercera Conferencia para la Financiación del
Desarrollo. La manifesta/declaración feminista que critica estas acciones retroceso,
dice:
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“..,es urgente garantizar TODOS los derechos económicos, sociales,
culturales y ambientales de las mujeres y niñas, con énfasis en los derechos
sexuales y reproductivos, incluido el derecho al aborto legal y seguro. Es
necesario desarrollar una respuesta efectiva a la epidemia del VIH/sida en el
mundo, garantizar el derecho a la educación, a la participación política en
paridad y a una vida libre de toda forma de violencia, que incluya prevenir y
erradicar el feminicidio y las múltiples discriminaciones basadas en etnia,
raza, orientación sexual, identidad de género, entre otras”. El texto también
recuerda que “los argumentos culturales y religiosos no pueden ser usados
como pretexto para la negación y o violación de los derechos humanos”.
(NGO/CSW, América Latina y el Caribe, 2015,
http://feim.org.ar/pdf/posicionamientoCSW59.pdf).
Pero, el gran desafío macro para la Región tiene que ver con la necesidad de
un cambio sistémico para combatir la desigualdad. Es decir, en palabras se la
feminista Peruana Gina Vargas, “hoy la lucha contra la pobreza, que afecta más a
mujeres y niñas, debe ser una lucha contra la acumulación de la riqueza” dado que,
América Latina no es hoy la región más pobre, pero sí la más desigual del mundo.
Según datos recientes del Instituto del Tercer Mundo, en América Latina y el
Caribe, el problema no es tanto la pobreza sino la desigualdad: “el 5% más rico
recibe el 25% del ingreso nacional, mientras que el 30% más pobre recibe menos
del 7,5%. El 10% más rico de la población de la Región tiene un ingreso que es 84
veces mayor que el del 10% más pobre”. Esto implica que en nuestra lucha contra la
opresión y la dominación de las mujeres como movimiento feminista, frente a este
panorama de desigualdad, es crucial fortalecer nuestra lucha contra las
desigualdades, empezando por aquellas existentes entre nosotras mismas, sobre
todo aquellas causadas por el racismo y clasismo (Silva, C. y Camursa, S., 2013).
Estas desigualdades han venido exacerbándose por la globalización
neoliberal que en los Estados desarrollistas (que son la mayoría de nuestros
Estados y en diferentes niveles) prioriza la acumulación de la ganancia, más que un
estado de bienestar. Hoy en día, este modelo ha dado paso libre y sin accountability,
osea, sin ninguna obligación para rendir cuentas por parte de las corporaciones y
transnacionales extractivistas y otras, quienes en colaboración con los gobiernos
corruptos, utilizan su aparato militar, y muchas veces paramilitar, destruyendo a
muchas comunidades y a sus tierras, desplazando a miles de comunidades (sobre
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todo rurales, indígenas y afro) de sus tierras, obstruyendo los derechos de la
ciudadanía, particularmente de mujeres, niñas y niños en situaciones de
marginalidad, y deshumanizando a las poblaciones Indígenas y Afro descendientes,
en particular, muchas de ellas mujeres defensoras del territorio. Es decir, entre más
se acumula la riqueza de unos pocos, más se destruye la vida. Además, en este tipo
de modelo económico, la situación económica de las mujeres depende de su raza,
posición geográfica, de clase, y edad entre otras. Como en todos los aspectos, las
desigualdades son enormes y quienes muestran menor acceso a recursos (sea
territorio, crédito, educación, etc.,) y mayor carga del trabajo no remunerado son las
mujeres rurales, Indígenas y negras de nuestra región. Es necesario redistribuir el
tiempo y el trabajo (remunerado y no remunerado) entre hombres y mujeres. Es
también necesario fomentar el “cuido” como un trabajo compartido entre hombres y
mujeres para combatir la desigualdad.
A esta situación, que el feminismo ha llamado fundamentalismo económico,
se suma el incremento de los fundamentalismos religiosos, políticos, y sociales y un
grave índice de violencia contra las mujeres en la región. No es casualidad que tanto
a nivel nacional como a nivel internacional los temas “duros” del feminismo como el
aborto, la disidencia sexual, economía, y territorio, siempre quedan al margen de lo
que se logra consensuar con el Estado. Estos temas cruciales siempre se borran de
las agendas, incluyendo las agendas de los partidos de Izquierda (con muy pocas
excepciones como en Uruguay). Las agenda conservadoras económicamente
hablando, se unen a las agendas fundamentalistas religiosas y obstruyen la
autonomía de las mujeres y su derecho a decidir en todas las esferas de su vida,
derecho básico en una verdadera democracia.
Es un panorama difícil el que como movimiento y como humanidad estamos
enfrentando hoy en día. Pero quiero dejarles tres temas cruciales que el fondo
feminista de Acción Urgente de América Latina está enfatizando y también hacerles
un llamado especial. El Fondo ha estado muy activo estos últimos años dado el
incremento de violaciones de los derechos de las mujeres en nuestra región y de su
criminalización, amenazas, o muertes cuando alzan sus voces y protestan.
Particularmente las defensoras de la tierra, mujeres indígenas y mujeres jóvenes,
lesbianas, trans, rurales, negras, campesinas, y trabajadoras sexuales y domésticas:
Uno, el tema de Mujeres, Tierra y Territorios, nos compete a todas y
todos. La cooperación hoy solo quieren llamar medioambiente, pero este tema
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tradicionalmente ha sido una reivindicación de los pueblos indígenas. En este
momento este movimiento por la madre tierra confluyen varios otros movimientos
sociales y esta es una gran oportunidad y lugar de incidencia: el movimiento de la
seguridad alimentaria, el de la justicia ambiental, jóvenes, el movimiento de mujeres
negras, inmigrantes, campesinas/os, el ecologista urbano, y el movimiento LGBT,
entre otros. TODOS y TODAS buscamos protección de la vida y de nuestro
medioambiente. Las mujeres Indígenas y Afro-Indígenas (como las Garífunas)
vienen liderando esta resistencia y fuerza política importante en la región, hay que
aprender de ellas y unir fuerzas.
Dos, no es sorpresa que en nuestra región haya un incremento de la
criminalización de la protesta, donde quienes más son amenazadas,
criminalizadas, encarceladas, asesinadas son las poblaciones indígenas, rurales y
negras. Y este panorama incluye a otros perpetradores de la violencia que van mas
allá de lo nacional: las corporaciones y transnacionales extractivistas de países
como Canadá, EEUU, China, etc., están destruyendo el medioambiente y tienen
“libre” acceso a nuestras tierras, con los Estados de la región en complicidad
quienes utilizan y cambian leyes y en muchas ocasiones utilizando su aparato
militar, el uso de la violencia sexual como arma para callar a las mujeres, para callar
la protesta. Y dado que los derechos medioambientales son difusos y no justiciables,
hay demasiada impunidad, corrupción y poder por parte de las corporaciones, los
hacendados a nivel nacional, los gobiernos corruptos, los militares y paramilitares.
En este modelo, los bienes comunes ya no cuentan. Sin embargo, se ha notado
bastante la fuerza política en los movimientos sociales como por ejemplo el de las
mujeres Garífunas en Honduras o las mujeres Indígenas en Guatemala, quienes en
alianza con otros movimientos campesinos están en resistencia, incluso en
Guatemala hace poco lograron sacar a Monsanto del país. Otros movimientos
incluyen el movimiento estudiantil en Chile, y los movimientos de resistencia de las
mujeres en Colombia que siguen apostándole a la paz. Estrategias en fin, en la calle
y de movimientos y alianzas que hay que enfatizar.
El tercer tema es lo que llamamos en nuestro Fondo de Acción Urgente:
“Los Poderes en la Sombra”, una prioridad a ser abordada. Explica el Fondo en su
reporte anual: “se ha constatado que la seguridad y el riesgo para las mujeres
defensoras de los derechos humanos es agravado cuando esta permeado por
estructuras de poder ilegales [poderes en la sombra] sostenidas por la economía de
producción y trafico de drogas que ha logrado construir escenarios complejos de
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captura del Estado.” (FAU, Informe Anual, 2013). Estos poderes tienen demasiada
correlación con los altos índices de feminicidios y asesinatos crueles en la región, y
también con la trata y la integración de las mujeres a las pandillas de droga y
pandillas criminales. En Centroamérica y México por ejemplo, “el femicidio se ha
incrementado: entre 2003 y 2012 hubo 12.178 casos en Guatemala, El Salvador
Honduras y Nicaragua…El 70% de las muertes violentas de mujeres en Guatemala
es perpetrada con arma de fuego y casi una cuarta parte de las víctimas presenta
señales de ensañamiento y tortura. Además, debido a la violencia por el narcotráfico
y desplazamientos forzados muchas veces los asesinatos a mujeres se han
catalogado como daños colaterales y no como femicidios.” (CSW/NGO América
Latina y el Caribe, Febrero, 2015.) A esto se le suma el fracaso de las políticas
estadounidenses de “la guerra contra las drogas” que sólo lograron incrementar la
militarización, misoginia, violencia, incluyendo la violencia sexual, la crisis en la
salud pública, y la corrupción en la región. Recibimos peticiones en el fondo de
mujeres en situaciones de emergencia que tienen que ver con amenazas a las
defensoras de derechos humanos que sufren en contextos de trata, criminalización,
o amenazas de grupos narco para que callen sus voces, salgan de tierras Indígenas
tomadas por los narco, etc. Este es un tema pendiente que el feminismo no ha
logrado abordar lo suficiente, además es un tema transnacional, pero que desde la
“sombra” y fuera de la legalidad atenta contra la vida de las mujeres y niñas en
nuestra región.
Como movimiento feminista, hemos hecho mucho énfasis en la igualdad y en
el cambio de leyes y de políticas y esto ha sido y sigue siendo necesario, pero hoy
ante estos escenarios expuestos no podemos dejar de lado estas nuevas tendencias
que tienen que ver con la injusticia sistémica, que requiere de estrategias
adicionales, de alianzas con otros movimientos sociales, de estrategias que apelen
lo cotidiano, y que afectan a demasiadas mujeres y niñas. El Fondo de Acción
Urgente por medio de su iniciativa llamada “Sonidos de la Caracola” que nació en
el 2009 y que ha reunido a las defensoras de los derechos humanos de nuestra
región por medio de un trabajo en red, hace un llamado al mundo a abordar estas
tres temáticas elaboradas anteriormente y, a las compañeras del movimiento
feminista en toda nuestra diversidad, a no olvidarnos de nosotras mismas y a apelar
al cambio en lo concreto. La caracola o concha de mar es un instrumento que
algunas poblaciones indígenas utilizan para que cuando se la hace sonar, se
convoca a la comunidad, para protegerse unas a otras, puesto que, como dice una
integrante Maya de nuestra directiva en el fondo, Flory Tax Yiu “una manera de
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disminuir el riesgo, es democratizar el poder.” Cuando la caracola suena, significa
alerta (como una acción urgente) externa, pero también interna, para cuidarnos a
nosotras mismas, no exponernos demasiado, con un activismo sostenible que
reconozca la humanidad de la activista, y por su puesto esto tiene que ver con deconstruir nuestro propio racismo y clasismo, y que reconozca, en palabras del Fondo
“la importancia de revisar las ideas, practicas feministas, tomar pausa, silencio,
quietud de donde brota el sonido y el movimiento”. Puesto que no cuidarnos pone en
riesgo nuestra sostenibilidad emocional, física, económica y política como
movimiento.
El movimiento feminista y su mantra “lo personal es político” viene
avanzando desde su origen y como ningún otro movimiento, la democracia en lo
íntimo, lo cotidiano y lo público. Como movimiento político, dice la feminista
Brasileña Maria Betania Avila, nace este para hacernos pensar en “la democracia no
sólo como sistema político, sino como una forma de organización [y re-organización]
de la vida social”. Si el feminismo reconoce en estas esferas de lo cotidiano y lo
público los balances de poder, así como los privilegios, incluyendo los de clase,
raza, género, orientación sexual, habilidad, y edad, entre otros, nuestras prácticas
democráticas ¿o no democráticas? como personas, nuestro propio cuidado, tanto al
interior nuestro, como al interior del movimiento y al exterior de este, entonces
el feminismo si es transformador. Porque, como saben, “la revolución tiene que ser
feminista o no será”, pero sobre todo la revolución tiene que ser por la vida y con un
llamado a nuestro corazón.
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