Unidad 1

Anuncio
Unidad 1
• La moneda como medio de cambio
Introducción al problema de los intercambios en la teoria del calor
Una reflexión sobre los, temas que hemos elegido presenta, en nuestra opinión,
un doble interés. Por un lado, permite comprender mejor el alcance del problema actual
acerca del valor de la moneda, ubicándolo en el marcó del proyecto científico con el
cual nació la: economía política y cuyo eje es la teoría del valor. Por el otro, el análisis
de, las ambigüedades de las primeras soluciones es una buena introducción para el
estudio que desarrollaremos en los próximos capítulos. La crítica de la noción de
mercancía-moneda no sólo constituye una parte de la discusión de la teoría ricardiana,
sino también una justificación teórica de la moneda fiduciaria y de la moneda-mercancía
en Marx. El examen de la dificultad de compatibilizar la noción de valor de la moneda
con la teoría general del valor, introduce al problema planteado en la teoría neoclásica
contemporánea. Por último, la interpretación de la moneda como bono constituye un
instrumento útil para la discusión de la posición de Marx en cuanto a la llamada teoría
anticuantitativa y al mecanismo de ajuste de la cantidad de moneda.
LA MONEDA COMO OBJETO ECONÓMICO
Planteamos aquí la cuestión de la ubicación de la teoría de la moneda en el
marco de la teoría económica general:; Al respecto, la idea más difundida es,
seguramente, la que expresa Hicks: "La teoría monetaria es menos abstracta que la
mayor parte de la teoría económica; no puede evitar una relación con la realidad que a
veces no tienen otras partes de la teoría económica. Atañe a la historia monetaria en un
modo que no siempre está presente en la relación entre teoría económica e historia
económica. Hicks tiene razón en lo que se refiere a los debates de teoría monetaria. En cambio, no se puede decir lo mismo si se considera el problema del valor de la
moneda, el cual lleva a la cuestión de la existencia misma de la moneda. Mostraremos
a continuación que este problema se ubica en el mismo plano que la teoría del valor unánimemente considerada como la parte más abstracta de la economía política-, y así
se planteó desde la formación del proyecto científico constitutivo de la economía
política.. Una excelente ilustración de lo anterior
No es necesario presentar una demostración de existencia. En cambio hace falta
recordar sintéticamente las principales condiciones de existencia de un equilibrio
general de los planes agregados, cuya discusión constituye un importante aspecto de la
teoría monetaria ortodoxa.
la
función
de
demanda
la
exceden
neta
demanda
del
bien
neta
i
para
agregada
el
o
agente
demanda
Un equilibrio general de los planes agregados (le compra y venta es un vector de
precios: p* z 0, tal que zi(pn) s 0; con pi = 0 para todos los i tales que:
Nótese que, corno veremos en la próxima sección, si bien el vector p•• tiene
necesariamente esta propiedad, el vector p• no asegura forzosamente el equilibrio de
los mercados. Por lo demás, este último es el que la literatura califica de "vector de
precios de equilibrio general".
Un equilibrio así definido existe si se admiten las siguientes hipótesis en el vector
de presios siguientes::p*>0 tal que x1p.<0 para todos los valores de i tales que para la
siguiente función se defina acontinuacion: zi(p*)<0 y tenga grado de homogeneidad de
grado cero de las funciones z1(p), o sea: z1(Xp) = z1(p)para todos z0 y k > 0. Esta
propiedad se deduce del cálculo de maxirnización de la utilidad bajo restricción
presupuestaria en la economía descrita en el punto A. (W): se cumple la ley de Waltras:
pi zi(p)= 0 cualesquiera que sean los precios p Z 0. Esto resulta de la
agregación de las restricciones presupuestarias de los individuos cuando se expresan
en forma de igualdades.
(C): las funciones zi(p) son continuas en el intervalo pertinente de los precios.
Esta hipótesis, que no tiene una justificación económica evidente, implica la convexidad
del conjunto de consumo de los agentes, o al menos, a falta de esta propiedad, que las
discontinuidades de las funciones de demanda neta individuales desaparecen en las
funciones agregadas.
Cabe notar que. estas hipótesis' sólo conciernen a la existencia de un equilibrio
entre planes agregados. La unicidad del equilibrio requiere condiciones adicionales
económicamente poco significativas como, por ejemplo, la sustituibilidad bruta entre los
bienes, o sea:
Para todo i y j
equilibrio de los mercados. El segundo es que este método, en apariencia
justificado por la exigencia del análisis, se revela en realidad altamente artificial y lleva a
graves dificultades como lo comprobaremos, al menos en parte, en este mismo.
capítulo.
Se supone que el lector posee un conocimiento general de ambas versiones de
la teoría del valor. Utilizando únicamente esquemas básicos, es decir, los más sencillos
y a la vez precisos, sólo resaltaremos los aspectos de esta teoría que son importantes
para el desarrollo del análisis del problema monetario tal como lo hemos planteado.
Esto.explica la presentación algo inhabitual que propondremos a continuación.
Teoría del equilibrio General
Descripción de la economía
Se considera una economía competitiva, de intercambio puro y compuesta por
un número finito de agentes: h - 1,..., H, y de bienes: i=1,..., n. En el punto D se
especifica la dimensión temporal de la economía.
La competencial perfecta se define por el hecho de que los agentes consideran
los precios como dados, es decir, como independientes de sus decisiones.
Al limitarnos al puro intercambio se excluye la producción, de lo cual resulta que
cada agente, únicamente consumidor, está caracterizado por: a) una dotación inicial de
bienes representada por un vector semipositivo
b) una función de utilidad
Equilibrio general de los mercados
Un equilibrio general de los mercados es un vector de
medidos en unidad de cuenta abstracta, tal que, a través de los intercambios a estos
precios, cada agente realiza su plan de compras y ventas, obteniendo así la asignación
deseada
, que verifica:
Max;
Sujeto a:
nueva variable, ya que el conjunto de las rjt,1+α expresan únicamente relaciones
entre los precios de las mercancías disponibles en fechas distintas.
Se define al mismo tiempo el factor de descuento propio de la mercancía j entre
las fechas t y 1:
o sea, el número de unidades de J que hay que entregar a principio del periodo 1
a' cambio de una unidad de la misma mercancía j que será entregada a principio del
periodo t:
Examinemos ahora el significado de la relación entre tasas de interés propias.
Sean:
Y
Supongamos, para simplificar la notación, que t - 1. Tenemos:
de lo cual resulta:
o sea,
Las tasas de interés propias de las mercancías i y j son iguales si el precio
relativo de las dos mercancías no cambia de un periodo a otro.
Sólo se puede hablar de una tasa de interés propia única, cuando se verifica
Precios intertemporales
Para plantear el problema de la moneda, es necesario explicar la dimensión
temporal del esquema básico del equilibrio general.
Además de sus características físicas, las mercancías se definen por el lugar y la
fecha de entrega. Dejemos de lado el aspecto espacial. Si la duración de la economía
es T periodos (t = 1,..., T) y existe un número m de bienes físicamente distintos (j = 1,...,
m), el número total de bienes es n=mT.
Por definición, el precio intertemporal pjt es la cantidad de unidades de cuenta
que hay que pagar en el periodo inicial para obtener una unidad de la mercancía j
entregada en el periodo t. Si ahi representa la cantidad del bien j disponible en la fecha t
para el agente
Si Xht j, el cálculo de este último es el siguiente: maximización de la función de
utilidad intertemporal
bajo la restricción presupuestaria intertemporal:
Para la existencia de un equilibrio general intertemporal de los planes agregados
-es decir, de un vector p*t >0 tal que zjt(pt*)<0 , j-, además de las hipótesis ya
mencionadas es suficiente aceptar la idea según la cual, en el periodo inicial, los
agentes hacen planes para todo el futuro, y agregar la hipótesis de un sistema completo
de mercados, o sea, que existe un mercado para los n (= mT) bienes, presentes y
futuros.
Los precios intertemporales pueden expresarse como tasas de interés propias.
Consideremos la operación siguiente:' a principio del periodo 1 un agente cede una
unidad del bien j a otro agente que se la devuelve a principio del periodo t, aumentada
de una tasa de interés rjt*' (la tasa de interés entre 1 y t). Las unidades físicas
intercambiadas son: 1, en la fecha 1, contra
los valores intercambiados se
, en la fecha 1. De la equivalencia entre
deduce:
es decir, que el valor actual de lo que el agente cede es
igual al valor actual de lo que recibe. De lo cual resulta la definición de la tasa de interés
propia de la mercancía j entre las fechas 1 y t:
Nótese que al introducir las tasas de interés propias no se agrega ninguna
de la mercancía j necesaria para la producción de la cantidad q, de la mercancía
i.
Si se define la cantidad
los dos datos precedentes pueden sintetizarse:
, donde A es la matriz cuadrada de los aij*.
Sólo se consideran economías en estado dé "autorreemplazamiento", o sea,
viables:
Equilibrio de los mercados
Un equilibrio de los mercados es un vector de precios p** > 0 -medidos en
términos de una de las mercancías o de un agregado de ellas tal qué, intercambiando a
esos precios, cada productor obtiene la tasa de ganancia uniforme r** y reconstituye el
vector inicial de los medios de producción (eventualmente multiplicado por un escalar k
> 1 si se adoptan los rendimientos constantes y si la más baja de las tasas de
excedente de las distintas mercancías es positiva).
El
problema
de
en la teoría de Sraffa
la
existencia
de
precios
de
producción
Sraffa obtiene el vector de los precios de producción p' > 0 como solución única
del sistema lineal siguiente:
Hay que distinguir por un lado, la producción con excedente, cuya condición es
, con < para al menos una mercancía, lo que implica r* > 0; por el otro, la
producción de subsistencia cuya condición es
j, que por tanto implica r' = 0.
Utilizaremos el primer sistema para la discusión de la integración de la mercancía
moneda en la teoría de los precios de producción y el segundo para el análisis del
intercambio
Nótese que si bien el vector p** satisface necesariamente el sistema de
ecuaciones anterior, el vector p* no tiene necesariamente la propiedad de equilibrar
todos los mercados, como veremos 'en la próxima sección.
La demostración de existencia de los precios de producción proporcionada por
Sraffa nos parece insatisfactoria. Según este autor y la opinión general esta propiedad
cualesquiera que sean las mercancías y los periodos. En este caso, los precios
relativos ínter temporales, y por ende la estructura de la economía, son constantes. Un
equilibrio general que tiene esta propiedad es un estado casi estacionario. A excepción
de este estado particular, un equilibrio general intertemporal implica tasas de interés
propias distintas. Supongamos que R i1 2 < R j1 2. Se demuestra fácilmente que, a pesar
de la apariencia, esta desigualdad no significa que él rendimiento del bien i es inferior al
del bien j y que, por consiguiente, los agentes tendrán interés en poseer j en lugar de i.
A través del intercambio directo, con una unidad de ¡disponible en el periodo 1,
un agente obtiene R 1 2 unidades de i disponibles en el periodo 2.
¿Cuántas unidades de i puede obtener por medio del intercambio indirecto?
Exactamente la misma cantidad si, como lo hemos admitido hasta ahora, cada
mercancía tiene una evaluación única.. En efecto, en el periodo 1,. con una unidad de i
compra
unidades de j que vende a futuro, obteniendo la cantidad
de j
disponible en el periodo 2. es decir
Su multiplicación por el precio:
de j en términos de i en el periodo 2 nos da la cantidad de i disponible en el periodo 2,
es decir,
, igual a R i 1 2. Se obtiene por tanto el mismo resultado
cualquiera que sea el intercambio, directo o indirécto. Es pues evidente que en un
equilibrio general que no sea casi estacionario, las tasas de interés propias son
distintas.
Teoría de los precios de producción
Tornamos cono referencia la teoría elaborada por Srafíá.2 A. Descripción de la
economía
Se considera una economía competitiva de producción simple (o sea, sin producción conjunta) y compuesta por un número igual de mercancías y de agentes
productores i - 1,..., n, propietarios privados de las mercancías producidas.
La hipótesis de competencia se relaciona con la posición natural de la economía,
o equilibrio en el sentido clásico, definida por la uniformidad de la tasa de ganancia.
,El único tipo de consumo aquí considerado es el de carácter productivo.. No
existe ninguna regla relativa a otra clase de consumo.
De lo anterior resulta que cada productor está caracterizado por dos datos
iniciales:
•
un nivel de producción q; > 0, Vi;
•
una dotación de mercancías por medio de las cuales se. obtiene el producto,
es decir un vector
donde qi j representa la cantidad
Empezaremos por definir la noción, de viabilidad de los intercambios. Mostraremos, luego que el problema del intercambio se plantea de manera general,
independientemente de cuáles sean los precios vigentes y la teoría del valor adoptada.
La viabilidad de los intercambios
Los intercambios -o sea, las transferencias voluntarias de cantidades
determinadas de mercancías entre pares de agentes- son viables si, al cierre de los
mercados, no existen simultáneamente ofertas y demandas no satisfechas para
ninguna mercancía; es decir, cuando durante el periodo de mercado pueden efectuarse
todas las transacciones recíprocamente ventajosas expresadas por los planes
individuales de compra y venta.
En la teoría del equilibrio general, la viabilidad de los intercambios se expresa de
manera distinta según cuáles sean los precios:
En la teoría de los precios de producción
significa que P es un vector de
precios de mercado. El desequilibrio se expresa por la diversidad de las tasas de
ganancia de las distintas ramas. Precisar cómo se forman los precios de mercado nos
alejaría en gran medida de nuestro tema, dado que no existe todavía una teoría
generalmente aceptada. Nos contentaremos, pues, con presentar las consecuencias de
lo que proponernos llamar la "regla de Smith" tal copio resulta de nuestra
interpretación:`' el precio de mercado se deterruina a través de la confrontación entre la
cantidad de la mercancía llevada al mercado y la demanda efectiva (efectual demanda)
presente en este mismo mercado. Puesto que, según esta regla y en ausencia de
"crisis", toda la cantidad ofrecida se vende a un precio de mercado positivos -que,
utilizando la terminología de Marshall, puede ser interpretado copio un precio de
demanda-, el valor de la oferta coincide necesariamente con el de la demanda. Por
consiguiente, en la teoría de los precios de producción, la expresión de la viabilidad de
los intercambios es:
independientemente de la definición de la demanda efectiva6 y cualesquiera que
sean los precios, naturales o de mercado. que se ha formado después de la publicación
de su obra, la única condición de existencia de los precios de producción sería la de
autorreemplazamiento, al menos en el caso de matrices A irreducibles.
No pensamos que esto sea correcto. El argumento puede ser presentado de
manera sintética utilizando un resultado que obtuvimos en un ensayo sobre la teoría
clásica del valor y de la reproducción: en las hipótesis de estado de
autorreemplazamiento, de rendimientos constantes y de acumulación total del
excedente, los precios de producción sólo existen cuando el sistema de producción es
nomotético y son generalmente inestables. Es cierto que si se evalúan las mercancías a
los precios p', el valor de la producción es tal que cada, productor puede al mismo
tiempo obtener la tasa r` y reemplazar las mercancías que forman parte del costo. Pero
esta propiedad no es suficiente para que p' sea un vector de precios de producción.
Cualquiera que sea la interpretación de la concepción clásica de la competencia, la
uniformidad de la tasa de ganancia implica necesariamente que, a los precios p', el
vector de la producción no se modifica. Ahora bien, la hipótesis -necesaria- de
autorreemplazamiento no es, en general, suficiente para que se cumpla esta condición.
Hay que agregar otra hipótesis relativa a la utilización del excedente, que se puede
escoger entre las dos posibilidades siguientes. Si se adopta la idea sraffana de
ausencia de variaciones en la escala de producción, es necesario postular el consumo
improductivo, según la terminología clásica, de la totalidad del excedente, lo que
equivale a su destrucción dado que en Sraffa no hay ninguna teoría del consumo. Si se
acepta la hipótesis de rendimientos constantes, la existencia de precios de producción
es compatible con una tasa de acumulación positiva, siempre y cuando sea uniforme.
En este caso la tasa máxima de acumulación es igual a la menor de las tasas de'
excedente de las diferentes mercancías, eliminándose las cantidades no acumuladas
por medio del consumo improductivo.
Estas hipótesis implícitas no hallan justificación en el marco de la teoría de
Sraffa. Los únicos precios de producción que esta teoría determina correctamente son,
pues, aquellos que están relacionados con una economía de subsistencia. Esta
dificultad de la demostración de existencia de los precios de producción puede evitarse
si se plantea el problema en cl marco explícito de la reproducción. Pero esto implica la
supresión de una característica esencial de la teoría de Sraffa, a saber, la
determinación de los precios independientemente de cualquier hipótesis acerca de la
utilización del excedente, y la especificación del uso que hacen los productores de las
mercancías que lo componen.
No es necesario desarrollar más la discusión de la teoría clásica del valor tal
como la concibe Sraffa. El análisis anterior es suficiente para que se puedan examinar
las dificultades que surgen en el marco de esta teoría cuando se analizan los
intercambios o cuando se introduce la mercancía-moneda. donde G, es una función que
mantiene el signo de
.Este proceso es estable en condiciones muy restrictivas y
económicamente poco significativas, tal como la sustituibilidad bruta.
Además del problema de la convergencia,' esta teoría presenta dos géneros de
dificultades fundamentales relacionadas estrechamente, aunque de manera desigual,
con la eliminación de los intercambios.
¡):El primero se refiere a las relaciones entre agentes y subastador y, por lo
tanto, está -esencialmente vinculado a la hipótesis de competencia perfecta en el
sentido neoclásico. La teoría del tanteo describe un proceso hipercentralizado e implica
un comportamiento bastante extraño por parte de los agentes.
La centralización absoluta es evidente: sólo existen relaciones entre cada uno de
los agentes y el 'subastador, a través de las cuales los primeros comunican
informaciones sobre las cantidades y el segundo, informaciones relativas a los precios.
Estamos muy lejos de' la representación habitual de la competencia que tienen los
propios economistas.
Lo extraño del comportamiento de los agentes' es también evidente. Para que
éstos 'acepten los precios anunciados como base para sus cálculos, es necesario
atribuirles el convencimiento de que sus planes pueden realizarse a esos precios. Esto
quiere decir que, en cada etapa del proceso, los agentes creen que los precios son de
equilibrio, pese a que esta creencia se desmienta constantemente. Una amnesia tan
completa es en verdad sorprendente en una teoría que se apoya en la conducta
racional de los agentes.
El segundo concierne a la regla que adopta el subastador para cambiar los
precios. Cuando éstos no son de equilibrio, los agentes no pueden, en general, realizar
todos sus planes de venta y, por ende, tampoco los de compra. Se deduce que, en
desequilibrio, las magnitudes
no existen y, por, lo tanto, las
tampoco; lo que
lleva a concluir que los precios no pueden cambiar en función de
, o sea, a
rechazar la regla atribuida al subastador walrasiano, pues contradice la noción misma
de desequilibrio.
Si se suprime la hipótesis artificial según la cual no. existen intercambios fuera
del equilibrio, se elimina esta última dificultad. Se construyen sobre esta base los
modelos, llamados de no tanteo, en los cuales el subastador cambia los precios en
función de las demandas excedentes que persisten después de los intercambios. Pero,
si bien se requieren ahora condiciones más débiles para la estabilidad, es necesario
agregar nuevas hipótesis relativas a la distribución del desequilibrio. global entre los
agentes. Con esta finalidad se introducen esquemas de racionamiento, cuya
compatibilidad con el supuesto de intercambio voluntario no es en absoluto evidente.
En lo . que, se refiere al primer género de dificultades, la presencia de
intercambios durante el proceso de ajuste atenúa la hipercentralización por el hecho
mismo de agregar a la relación -ineliminable en competencia perfecta-: entre agentes y
subastador otras relaciones, esta vez, entre agentes. No obstante, la hipótesis de
agentes tomadores de precios se vuelve entonces.
El problema de los intercambios en las teorías del valor
Consideremos sucesivamen tela situación de equilibrio ,y el proceso de ajuste de
los precios.
•
Es evidente que, en las teorías consideradas, las condiciones de existencia de
p'* no son suficientes para la existencia del equilibrio de los mercados.
En la teoría del equilibrio general, si se eliminan los bienes libres, el vector, p*
sólo. garantiza que la oferta y demanda agregadas sean iguales para todos los, bienes.
Por lo tanto, a estos precios cada agente, puede financiar efectivamente, y no sólo ex
ante, el monto global de sus compras por medio del valor total de sus ventas. Pero no
se sabe nada acerca de cómo, en los encuentros bilaterales, los agentes logran
financiar cada una de sus compras por medio de las diferentes ventas.
La misma observación se aplica a la teoría clásica. El vector de los precios de
producción sólo asegura que, a estos precios, todos los productores pueden cubrir el
costo y obtener la tasa uniforme de ganancia, pero se ignora completamente cómo
logran reconstituir el acervo de medios de producción utilizados a través de un conjunto
de relaciones bilaterales.
Veremos en la próxima sección, que, en ambas teorías, los precios P* son
perfectamente compatibles con intercambios: no viables. Señalemos al respecto que, el
estudio, de los intercambios .a precios p1=p* es consecuencia directa del método
artificial; utilizado por la teoría del valor,, que consiste, como ya vimos en determinar el
vector p' independientemente de las relaciones entre agentes en los mercados. Pese, a
lo que podría, parecer a primera vista, este estudio no carece de interés, pues las
dificultades relativas a los intercambios son en esencia las mismas, cualquiera que sea
el vector de los precios vigentes.
•
En lo que se refiere a los intercambios en la teoría del ajuste de los precios, es
necesario empezar destacando algunos aspectos del tanteo walrasiano, cuya
característica peculiar es precisamente la ausencia de intercambios a precios
distintos de los de equilibrio.' '
Se puede expresar sencillamente la idea general. La figura central es un
personaje ficticio: el "subastados-". A fin de eliminar el problema del arbitraje, se
encarga al subastador que anuncie los (n = 1) precios que, en virtud de la hipótesis de
competencia perfecta, 'los agentes utilizan parametricaniente para el cálculo de sus
demandas netas. Otra consecuencia de esta hipótesis es que ninguna modificación dé
los precios puede surgir del conjunto de los agentes. Uná vez más, el subastador es
quien debe hacerse cargo de resolver este 'problema central. Con este fin tiene que'
recibir de los agentes toda la' información relativa a las demandas netas calculadas a
los precios anunciados. Efectúa la agregación, obtiene el vector de las 'demandas
excedentes zi (p)
y cambia los precios según, la regla siguiente:
En este último no contaba. con nada de lo que, el primero necesitaba, el cambio
entre ellos, no podía tener lugar.
Si se agrega la condición del quid pro quo, considerada como evidente por esos
autores, disponemos de todos los elementos esenciales para describir el trueque y
analizar sus inconvenientes. El objeto de esta sección consiste, básicamente, en
explicar en términos modernos -por medio del método del contraejemplo- estas ideas a
"la vez antiguas y actuales.
Reglas de los intercambios de trueque
Se consideran dos formas de intercambio: el trueque directo, a través del cual,
sin cambiar su valor, la provisión de mercancías de los dos agentes' tiene un mayor
valor de uso (definido por funciones de utilidad o por métodos de producción); y el
trueque indirecto que sólo obedece a la regla de intercambio de equivalentes.
Examinaremos primero esta regla común a todo intercambio; luego, la regla propia del
trueque directo; y, por último, la noción de medio de cambio en los dos tipos de trueque.
A. La regla del quid pro quo: las demandas netas de transacción
Esta regla implica que cada agente respeta la restricción de presupuesto en cada
transacción: sólo puede proponer la compra de una mercancía si ' financia' por la venta
simultánea de otra del mismo valor. Se expresa así, de esta manera alternativa, la
equivalencia entre valores intercambiados.
Llamaremos demandas netas de transacción (positivas o negativas) .a las
propuestas individuales de intercambio que respetan esta restricción. Esta
denominación se justifica por la necesidad de distinguirlas de las nociones de, demanda
neta que aparecen en las distintas teorías de los precios. En la teoría del equilibrio'
general, las demandas netas se calculan bajo la restricción agregada de presupuesto
de cada agente que le impone el financiamiento de la totalidad de sus compras por
medio de sus ventas globales. En la teoría de los precios de producción, la restricción
toma la forma de igualdad, en cada rama, entre el valor de la producción' y el costo total
aumentado por la ganancia. En virtud de la regla del quid pro-quo, los intercambios
entre pares de mercancías están regidos por las demandas netas de transacción, en
general, inferiores a las demandas netas.
Sean
respectivamente las demandas netas y las demandas
netas de transacción de los bienes i y j 'por parte del agente h. Tenemos:
definitivamente absurda. Si un agente no puede realizar sus planes a los precios
anunciados y percibe esta imposibilidad a través de racionamientos en los mercados en
desequilibrio, es evidente que no puede seguir tomando los precios como parámetros.
Concluyamos. Un sistema económico en desequilibrio es, por necesidad,
monetario, compuesto de agentes "hacedores de precios", de lo cual resulta la inutilidad
de la comunicación de los precios por parte del subastador. En la tradición neoclásica,
esta `concepción de los agentes está asociada con la competencia imperfecta. Pero
esta terminología es ambigua, ya que el problema aquí planteado se relaciona, en
particular, con el desequilibrio competitivo y no con la estructura de los. mercados. Más
precisamente, las características que la tradición neoclásica atribuye a la competencia
perfecta no sólo implican la centralización del proceso de ajuste de los precios, sino que
impiden concebir de manera coherente una situación de desequilibrio. Al admitir
relaciones entre agentes durante el proceso de ajuste, los modelos de no tanteo logran
mejorar la teoría, pero, como acabamos de ver, introducen al mismo tiempo nuevas
dificultades. No desarrollaremos directamente este tenia, en nuestra opinión,
fundamental, ya que está relacionado en gran parte con la organización monetaria de la
economía en desequilibrio. Nos limitaremos a examinar algunos puntos que hemos
mencionado en la medida en que se refieren al problema monetario tal como lo liemos
planteado.
LAS DIFICULTADES DE LOS INTERCAMBIOS DE TRUEQUE
Como ya lo mencionamos, estas dificultades constituyen la principal justificación
de la moneda en la teoría económica, que sigue siendo fundamentalmente la misma en
la actualidad que hace un siglo cuando W. S. Jevons presentó el análisis, ahora clásico,
del trueque," e incluso, que hace más de dos siglos, cuando los fundadores, de la
ciencia económica propusieron las primeras reflexiones sobre las relaciones entre la
moneda y el valor.
Dos textos ilustran lo anterior. El primero, de F. Galiani, destaca las dificultades
relativas a la información, que representan uno de los componentes más importantes de
los costos de transacción: "Ahora bien, nada es más evidente que la incómoda y
antigua costumbre de comerciar a través del trueque de cosas. Porque es demasiado
dificultoso saber a quién le falta la cosa que a mí me sobra, o quién posee lo que a mí
me hace falta. El segundo, de A. Smith, se refiere a la, coincidencia recíproca de las
necesidades:
Cuando comenzó a practicarse la división del trabajo, la capacidad de cambio se
vio con frecuencia cohibida y entorpecida en sus operaciones. Es de suponer que un
hombre tuviera de una mercancía más de lo que necesitaba, en tanto que otro disponía
de menos. El primero, en consecuencia, estaría dispuesto a desprenderse del sobrante
y, el segundo, a adquirir una parte de este exceso. Pero si acontecía condición es
puramente cualitativa, podemos expresarla utilizando indistintamente las demandas
netas o las demandas netas de transacción. Para homogeneizar la presentación
preferimos estas últimas. Es evidente que el intercambio exige que, en cada mercado,
las demandas netas de transacción sean de signo contrario.
Esto no es suficiente, pues no excluye que un mismo agente demande u ofrezca
ambos bienes. Por eso es necesario agregar un segundo requisito -esta' vez, a nivel de
los agentes-, según el. cual sus demandas netas de transacción son de signo contrario.
Los requisitos (1) y (2) definen la coincidencia recíproca de las necesidades. C.
Mercancías y medios de cambio
Mercancias y medios de cambio
En el sistema de trueque directo, cualquier mercancía es susceptible d,
intercambiarse con todas las demás. Por lo tanto, cada mercancía posee L
característica de ser medio de cambio o de pago, propiedad tradicionalmente atribuida
a la moneda. Se puede, pues, calificar el trueque directo indistintamente como un
sistema de intercambios sin moneda o como uno en el cual todas las mercancías son
medios de pago particulares para cada intercambio.
En cambio, el sistema de trueque indirecto admite transacciones que' no
respetan la coincidencia recíproca de las necesidades (siempre que obedezcan a la
regla del quid pro quo). Veremos en la justificación de esta posibilidad. Sólo nos
interesa, por ahora, la modificación de la noción de medio de cambio que resulta.
Consideremos la forma más sencilla de trueque indirecto. Si un agente compra
un bien que no necesita -o sea, si acepta una transacción que no aumenta la utilidad de
su provisión de bienes- su única intención es cambiarlo luego por un bien que desea.
En esta serie de transacciones existe un bien que es a la vez demandado y ofrecido por
un mismo agente. La noción de medio de cambio adquiere un carácter más preciso. A
diferencia del trueque directo -que supone que en cada, transacción sólo pueden ser
medios de cambio los, bienes que tienen valor de uso para los agentes que los aceptan,
en el trueque indirecto el bien con el cual se financia una demanda tiene una
La primera condición afirma que el agente h no ofrece o demanda ambas
mercancías; y la segunda, que, para cada mercancía, la demanda neta y la demanda
neta de transacción tienen el mismo signo.
Una vez determinadas las demandas netas de transacción para cada individuo;'
el nivel del intercambio se fija según la "regla del mínimo": la anulación de la demanda
neta de transacción de menor valor. Si .xi es la
cantidad intercambiada del bien i, tenemos:
donde
a cantidad ofrecida de i.
Cabe señalar que la distinción entre demanda. neta y demanda neta de
transacción sólo tiene una analogía aparente con la distinción entre demanda neta
efectiva. y, demanda neta ex ante.'-' Si los, precios son de equilibrio, la segunda
distinción desaparece, pero la primera subsiste. De manera general, tenemos las
desigualdades siguientes: las •demandas netas ex ante son superiores o.iguales a las
demandas netas efectivas que, a su vez, son superiores o iguales;¡ las demandas netas
de transacción.,
La coincidencia recíproca de las ñecesidadés: el trueque directo
Puesto que la finalidad del trueque directo es ,el aumento del . grado de
satisfacción que cada agente obtiene de su provisión, este tipo de intercambio sólo es
posible si los agentes ofrecen y demandan recíprocamente los mismos bienes, o sea, si
cada uno desea (y, por ende, demanda) lo que ofrece el otro. La 'coincidencia recíproca
de las necesidades, constituye, pues, la condición del trueque directo como lo vimos en
el texto de A Smith Definámosla forinalmente. Sean h y k los índices relativos a los dos
agentes. Dado que esta representa la cantidad demandada de i, y
Representación grafica
el. intercambio de todas las mercancías se divide en tantas partes como
intercambios, que existen entre pares de mercancías, es decir en n(n - 1)/2 me¡ dos
especiales señalados por letreros con los nombres de las mercancías que se
intercambian y los precios.
También se supone que los agentes no están presentes en más de un mercado
al mismo tiempo
Los inconvenientes del trueque directo a precios p = p*
Como ya lo indicamos, los inconvenientes del trueque son independientes de la
teoría de los precios elegida. Estas dificultades han sido claramente puestas en
evidencia en el marco de la teoría del equilibrio general."' Lamentablemente, la teoría
clásica contemporánea ha descuidado por completo esta cuestión, lo cual expresa el
retraso de la reflexión de inspiración clásica acerca de los. problemas del intercambio y,
de manera más general, de la teoría monetaria. Por esta razón, en el presente y en el
siguiente apartado, analizaremos los inconvenientes del trueque particularmente en el
marco clásico. particularidad que lo distingue de los demás: un mismo agente lo
demanda y lo ofrece. Se reconoce en seguida una de las características de la moneda.
Esto no significa que el trueque indirecto represente un intercambio monetario,
pues carece de un medio de cambio general, único, aceptado por todos. En este
sistema, como en el trueque directo, sólo existen medios de cambio particulares,
específicos para cada transacción y para cada agente. Puesto que todas las
mercancías pueden ser demandadas y ofrecidas por un mismo agente, todas son
medios de cambio. Ésta es la característica común a todos los sistemas de trueque: la
identificación de la moneda con las mercancías.
Trueque y costos de transacción
Como lo señala Galiani, el primer inconveniente del trueque se refiere a la
organización de los mercados. En una economía de trueque, independientemente del
nivel de los precios vigentes y de las modalidades de los intercambios (trueque directo
o indirecto), cada agente debe buscar la información apropiada sobre la demanda y la
oferta de los demás. Esto se expresa en la forma de costos de transacción.
La consecuencia principal es la reducción del volumen de los intercambios con
respecto a los deseados (y realizables) a los precios vigentes. Si se supone que los
costos de transacción son proporcionales a las cantidades intercambiadas, la frontera
de posibilidades de consumo está proporcionalmente por alto de la línea de
presupuesto, salvo, evidentemente, en el punto correspondiente a las dotaciones
iniciales. Esto se ilustra en la figura anterior en la cual los costos de transacción del bien
(2) son superiores a los del bien (1).
Las hipótesis
A continuación se admiten dos grupos de hipótesis. El primero se refiere a los
precios. Se supone que los precios p, a los cuales se hacen los intercambios, son
únicos, conocidos y aceptados por cada agente, tanto si p - p' como si p YÉ p'. La
unicidad de los precios elimina toda situación de arbitraje: en una economía con n
mercancías tenemos, pues, (n .- 1) precios en lugar de. n(n - 1)/2.
El objeto del segundo tipo de hipótesis es la eliminación de los costos de
transacción. Con este fin, se supone una organización de los mercados idéntica a la
que imaginó Walras en un contexto totalmente distinto (el del arbitraje):
Para fijar bien las ideas imaginaremos que el lugar utilizado como mercado para
a
b
C
A
210
120
90
B
90
-150
60
C
102
30
-150
Nótese que la suma de las demandas netas es cero tanto para los renglones (en
virtud de la igualdad entre ingreso y gastos de cada productor) como para las columnas
(dada la ausencia de excedente).
Para analizar los intercambios se puede tomar cualquier secuencia de mercados.
Empecemos, por ejemplo, por el intercambio entre a y b. Los agentes interesados son
únicamente los productores de las dos mercancías. A. tiene una demanda de b igual al
20, que financia ofreciendo una cantidad de a del mismo valor. Análogamente, se
determinan, los valores de las demandas netas de transacción de B igual a 90. Por la
"regla del mínimo" el valor del intercambio es de 90. Al cerrar este primer mercado, la
matriz de los valores de las demandas netas es:
a
b
c
A
-120
30
90
B
0
-60
60
C
120
30
-120
Si en el segundo mercado se intercambian b y c, los valores de las demandas
netas de transacción son: 60 para B y 30 para C. Este último valor fija el nivel de las
transacciones. Un cálculo análogo al precedente nos da la matriz de valores de las
demandas netas correspondientes.
Finalmente, en el último mercado se tiene el intercambio entre a y c. Los valores
de las demandas netas de transacción son: 90 para A y 120 para C. El nivel del
intercambio es de 90 y al cierre del .mercado se obtiene la matriz siguiente de los
valores de las demandas netas:
a
b
C
A
-80
30
0
B
0
-30
30
C
30
0
-30
En razón de la regla que rige el trueque directo, ningún intercambio puede ocurrir
a partir de este momento. Cualesquiera que sean los mercados (o las parejas de
agentes), la condición de coincidencia recíproca de las necesidades ya no se cumple, lo
que implica la imposibilidad de transacciones. Éste es el "inconveniente" del trueque al
cual se refiere Smith.
El examen- de la condición de quid pro quo lleva exactamente a la misma
conclusión. Todos los mercados están desequilibrados: siempre hay una demanda neta
de transacción no nula que no puede satisfacerse.
Los intercambios en un esquema clásico
Si consideramos el esquema clásico generalmente aceptado -el de Sraffa- y
analizamos los intercambios, nos ,enfrentamos de inmediato con una dificultad de
fondo. Ya vimos que el sistema de Sráffa determina precios asociados a una tasa de
ganancia uniforme en ausencia de cualquier hipótesis sobre el uso del excedente. Esto
implica que, para cada rama o productor, sólo se puede conocer el valor, global del
excedente, el cual es proporcional al valor de los medios de producción utilizados, pero
queda completamente indeterminada su composición en términos físicos. Por lo tanto,
también resultan indeterminadas las ofertas y las demandas de los productores, que
comprenden necesariamente cantidades positivas de mercancías que' forman parte del
excedente. En lo que concierne a la oferta, se ignora cuál es la fracción de su
producción bruta que el productor quiere mantener como componente fisco de su
ganancia. Lo mismo se verifica por el lado de la demanda, de la cual sólo se' puede
identificar la fracción que corresponde a la preconstitución ,de los medios de producción
utilizados.
En el marco de la teoría de Sraffa estas dificultades sólo desaparecen
eliminando el excedente mismo. El único sistema apto para el análisis de los
intercambios es, entonces, el de la producción de subsistencia. Esto se comprende
fácilmente ya que es el único sistema explícito de reproducción, donde existen,
además, precios de producción y, por lo tanto, es compatible con la hipótesis p=p*19
Ilustremos la producción de-subsistencia con el mismo ejemplo numérico
elementos propone. Sraffa en el apartado 2 de su libro. Sean a, b y c las mercancías,
trigo y cerdos, producidas por A, B y C réspectivarnente.
En esta sociedad "primitiva las mercancías son producidas por industrias
distintas" que, como lo hemos supuesto en la sección precedente, pertenecen a
agentes distintos. Las mercancías "son intercambiadas una con otra en un mercado que
tiene lugar tras la cosecha". Más precisamente, tenemos aquí tres mercados, que
presentan la característica siguiente: puesto que cada agente produce y, por lo tanto,
ofrece una sola mercancía, el número máximo de agentes (y por supuesto mínimo) en
cualquier mercado, es igual a dos.
Se supone• que los intercambios se; realizan a los precios de. producción
anunciados en el letrero de cada mercado. Sise .toma el precio de a como unidad de
medida, tenemos: precio, de..b igual a 10. y precio de c igual a 5.
El, único intercambio posible en este :mercado es ahora entre B y C. Un
razonamiento. similar al anterior lleva: a la matriz:. -:
a
b
c
A
4
0
-4
B
-4
1
3
C
0
-1
1
Los intercambios en el mercado a - b están agotados.
Podemos resumir el proceso que hemos descrito en una tabla de las demandas
netas de transacción.
Й-
Й+
Mercancía a
12B
6ª+5B
Mercancía b
6ª+5B
12B
El nivel de transacciones es 11, lo que lleva a la matriz anterior. Cabe señalar
que. esta conclusión está exenta de toda ambigüedad: dada la matriz de las demandas
netas de transacción` no se necesita ningún esquema de racional miento para
determinar el nivel de intercambio realizado por cada agente.
Se abre ahora un segundo mercado, por ejemplo, a - c. Sólo están presentes los
agentes A y B. El valor de las transacciones es de 3. Se obtiene la matriz siguiente:
Cuando se llega a este punto,-como en el caso precedente, ningún intercambio
es posible.
Concluyamos. Como lo acabamos de mostrar, la utilización cíe una u otra teoría
de los precios no cambia en absoluto el planteamiento del problema de los
intercambios. La única- diferencia concierne a la matriz' de las demandas netas:' en la
teoría clásica todas las demandas netas negativas están en la diagonal 'principal y en'
cada' mercado 'existe a lo sumo un intercambio bilateral. En ambos casos nos
enfrentamos a la misma dificultad, es decir, a la coexistencia de la compatibilidad global
de los planes de intercambio de los agentes y de la incompatibilidad interindividual (a
nivel de los intercambios) de estos mismos planes. Conocemos la causa. El equilibrio
de los mercados -la compatibilidad de los planes individuales que permite a cada
agente lograr la provisión deseada a los precios vigentes tiene que respetar un
equilibrio se explica por la falta de un medio de cambio adecuado por parte de al menos
un agente (que, en este esquema, representa toda la contrapartida del intercambio)
para financiar su demanda. Por lo tanto, el nivel de las transacciones, determinado por
la "regla del mínimo", resulta nulo.
La reproducción del sistema es entonces imposible. Al final de los intercambios,
cada productor queda con un stock positivo de mercancía no vendida y le faltan medios
de producción necesarios para renovar el proceso productivo. En 1.2.5 veremos las
implicaciones de este resultado.
Los intercambios en equilibró general
Teniendo en cuenta el problema planteado, la modificación más importante en
relación con el esquema clásico es que ahora una misma mercancía puede ser ofrecida
por más de un agente, y un mismo agente puede ofrecer más de una mercancía. Por
consiguiente, en cada mercado se tiene, en general, más de un encuentro bilateral.
Utilizaremos a continuación un ejemplo numérico de Veendorp. Se fijan las
unidades de medida tísica de las mercancías de tal manera que todos los precios de
equilibrio resulten iguales a 1. Sean A, B, C y a, b, c, los índices de los agentes, y de las
mercancías, respectivamente.. La matriz inicial de las demandas netas es la siguiente:
a
b
c
A
10
-6
-4
B
-15
12
3
C
0
-6
1
En razón de la convención adoptada, los números de esta matriz expresan a la
vez el valor y la cantidad física de las mercancías. Dado que los precios son de
equilibrio, la suma de las demandas netas es cero tanto para los renglones (en razón de
la restricción de presupuesto) como para las columnas (equilibrio en cada mercado de
los planes de los agentes).
Podemos considerar cualquier secuencia de mercados. Empecemos, por
ejemplo, por el mercado a - b. Los tres agentes están presentes: cada uno tiene una
oferta y una demanda no nula de a y b.
En el intercambio entre A y B, el valor de las demandas netas de transacción es
de, 6 para A y de 12 para B. El nivel de las transacciones, fijado por la "regla del.
mínimo", es de 6, lo que lleva a la matriz siguiente:
A
a
b
c
4
0
-4
B
-9
6
3
C
5
-6
1
medios de cambio adecuados para financiar las demandas. Esto se explica por
la regla de la coincidencia recíproca de las necesidades, que implica imponer en cada
transacción un medio de pago muy particular: un agente sólo puede pagar con un bien
que desea su partenaire. Tal restricción no es para nada evidente. Sólo puede parecer
natural si se plantea el problema económico sobre la base del valor de uso o de la
utilidad de los bienes ffsicos. Cuando el problema es analizado desde el punto de vista
de los intercambios, la coincidencia recíproca de las necesidades aparece como una
restricción exorbitante, pues equivale a colocarse en un mundo en el cual ningún
agente acepta nunca un medio de pago excepto: en un caso particular: si puede
consumirlo (productiva o improductivamente), es decir, utilizarlo como algo distinto de
un medio de pago.
Descartemos la regla de la coincidencia recíproca de las necesidades y
adoptemos una concepción más natural del intercambio, como una operación por medio
de la cual los agentes compran los bienes deseados o se procuran, a través de la
venta, medios de cambio que les permitan comprarlos. En el universo no monetario en
el cual nos encontramos esto significa admitir el trueque indirecto.
Dos observaciones son útiles antes de continuar:
•
Se comprende fácilmente que, en ausencia de un medio de pago único, este
tipo de intercambio puede exigir un alargamiento considerable de la cadena de
las transacciones que un agente tiene que realizar a fin de poder conseguir el
bien deseado. Esta es una forma de costo de transacción 'que, como los
precedentes, ignoramos por hipótesis.
•
Por ser una modalidad para procurarse el medio de cambio adecuado, el
trueque indirecto no puede, evidentemente, anular todas las demandas netas.
Este resultado puede ser logrado sólo por trueque directo.
Presentaremos a continuación algunos contraejemplos que permiten demostrar
que el trueque indirecto, figura normal del intercambio no monetario, no soluciona, en
general, los inconvenientes del trueque directo.
El trueque indirecto en un esquema clásico
El trueque indirecto resuelve los problemas del intercambio en el caso particular
de tres mercancías. Para mostrarlo podemos utilizar indiferentemente el esquema
clásico o el neoclásico a los precios de equilibrio."
Regresemos al ejemplo de Sraffa y examinemos la situación a la que habíamos
llegado en el párrafo precedente. Consideremos un agente cualquiera, por ejemplo, A
Tiene una demanda no satisfecha de b, cuyo productor demanda c. A su vez, C
demanda a. El intercambio entre a y c permite a C anular sus demandas netas y
proporciona a el medio de cambio apropiado, c, para intercambiar con B. A través de
este último trueque -directo- se anulan todas las demandas netas. condiciones más
estrictas que el equilibrio de los planes agregados, es decir, las dos reglas del trueque
directo.
Secuencias de intercambios de trueque directo
En los contraejemplos precedentes, el trueque directo nunca lleva a la anulación
de la matriz de las demandas netas. También son posibles otros casos en los cuales el
resultado del proceso de trueque depende de la secuencia de los intercambios. Para
ilustrarlos, utilizaremos un ejemplo elaborado por Veendorp en el marco de la teoría del
equilibrio general.
Sea la siguiente matriz de demandas netas:
a
b
c
d
e
F
A
0
-1
1
0
0
0
B
1
1
-1
-1
0
0
C
-1
0
1
1
0
-1
D
0
0
-1
-1
1
1
E
0
0
0
1
-1
0
Se observa ante todo que los agentes A y E sólo pueden intercambiar en los
mercados b - c y d e, respectivamente. Por lo tanto, no intervienen en la determinación
del resultado final, que sólo depende de C: todas las secuencias n las cuales ,C: ofrece
la mercancía a en el mercado a- d llevan a la anulación
Si C opta en cambio por ofrecer a en el mercado a - c, o si comienza por hacer
una, transacción con D en el mercado d -f, no pudiendo, por tanto, ofrecer a en el
mercado a d, los intercambios son entonces bloqueados. En efecto, esas transacciones
eliminan todas las otras posibilidades de intercambio excepto entre d y e, o d y f en el
primer caso, y entre b y c en el segundo.
Podemos contentarnos con un breve comentario. Cuando coexisten secuencias
de intercambio que anulan la matriz de las demandas excedentes con secuencias que
no la anulan, no hay ninguna razón para aceptar la idea según la cual los agentes,
actuando de manera descentralizada, encuentran espontáneamente las primeras. Para
obtener este resultado es necesario suponer que los agentes lo conciben como un
objetivo, lo que contradice las hipótesis generales de una economía de mercado que
excluyen la atribución de objetivos colectivos a los individuos.
Los límites del trueque indirecto aprecios p = p*
El examen del trueque directo desde el punto de vista del quid pro quo puso de
manifiesto que este tipo de intercambio se halla bloqueado por falta de por hipótesis, o
si se admitiera un comportamiento asimétrico de los agentes. Por ejemplo, en la matriz
inicial, si A y B toman la iniciativa de trueque indirecto entre sí, mientras que los demás
productores esperan pacientemente. En este caso, se lograría una matriz de demandas
netas que puede ser anulada por medio del trueque directo entre A y D, por un lado, y
entre B y C, por el otro. Es evidente que tal estrategia ni'.) es compatible con el marco
general de una teoría que supone la simetría del comportamiento de los agentes y la
ausencia de concertación fuera del mercado.
Este análisis nos lleva directamente a una crítica de Sraffa. Según él, "cuando
hay tres o más productos [...] el emplazamiento sólo puede ser efectuado a través de un
comercio triangular", lo que se justifica por la desigualdad de los valores intercambiados
entre pares de industrias Pero esto no significa en absoluto que, si existen "tres o más
productos", el intercambio indirecto asegure el emplazamiento de las mercancías.
Como ya vimos, este resultado únicamente se obtiene de manera general cuando hay
tres mercancías. La razón es evidente: en este caso el trueque indirecto implica
comportamientos necesariamente asimétricos de los agentes. Un solo agente puede
emprender el trueque indirecto, puesto que para su partenaire este mismo intercambio
es un trueque directo, mientras que el tercer agente se limita a esperar. Así se explica
el éxito de esta estrategia. Acabamos de mostrar que se trata de un caso particular, no
susceptible de ser generalizado.
Después del examen del sistema con tres mercancías, Sraffa pasa al modelo
general. Esto se justifica si se plantea el problema de los precios, pero es incorrecto
cuando se trata de los intercambios. En este caso, el mundo económico más pequeño
susceptible de proporcionar resultados generalizables está compuesto por cuatro
mercancías, lo cual representa el mínima compatible con comportamientos simétricos
de los agentes en el intercambie. indirecto.
De lo anterior se deduce directamente la invalidez de la afirmación central
siguiente: "Hay un único conjunto de valores de cambio que, en caso de ser adoptados
por el mercado, restablece la distribución original de los productos y hace posible que.
el proceso se repita."24 Dejemos de lado el problema de cómo el mercado logra
adoptar estos precios, el cual depende de la teoría de la gravitación. El análisis de este
apartado ha mostrado que, en general, no es verdad que el intercambio de mercancías
a los precios de producción permita la reproducción del sistema.
El trueque indirecto en equilibrio general
Se obtiene exactamente el mismo resultado si se plantea el problema en el
marco de la teoría del equilibrio general. Demos una ilustración sintética utilizando un
ejemplo de Veendorp.. Sean a, b, c, d, y A, B, C, D los índices de los bienes y de los
agentes, respectivamente. Se parte de una matriz de
2) Este resultado no es general como lo demuestra el siguiente ejemplo con
cuatro mercancías y cuatro productores.
Supongamos que el proceso de trueque directo lleve a la matriz siguiente de los
valores de las demandas netas:
A
a
b
c
d
-10
0
0
10
B
0
-10
10
0
C
10
0
-10
0
D
0
10
0
-10
A tiene una demanda de d cuyo productor D tiene una demanda de b, que ofrece
B. La estrategia de A consiste en proponer un intercambio a B para conseguir b y
utilizarlo como medio de pago en un intercambio posterior con D. Este tipo de
transacción sólo se realiza si B tiene interés en intercambiar con A Así es: B tiene una
demanda de c que ofrece C, cuya demanda es precisamente la del bien a que ofrece A
En su transacción con A el productor B consigue a que utiliza posteriormente como
medio de pago con C. Por medio del mismo razonamiento se ve que C y D tienen un
interés recíproco en establecer un trueque indirecto: C obtiene d que utiliza como medio
de pago con A y D obtiene c que utiliza como medio de pago con B.
El resultado de estos intercambios es la matriz siguiente:
a
b
c
d
A
0
-10
0
10
B
10
0
10
0
C
-10
0
0
-10
D
0
10
-10
0
Es decir, de la misma manera que antes de los intercambios indirectos, el
trueque directo no anula las demandas netas.
Se puede suponer que los agentes siguen intercambiando. Se realiza un nuevo
trueque indirecto y, aplicando el razonamiento anterior, se muestra que los mismos
agentes intercambian las mismas mercancías que en el primer trueque. De lo cual
resulta que volvemos a encontrar la matriz inicial, o sea, el punto de partida mismo de
los intercambios de trueque indirecto. Así pues, la imposibilidad de llevar a cabo las
transacciones es completa.
Cada agente busca, por medio del trueque indirecto, el medio de pago apropiado
para financiar su demanda. Al actuar todos simultáneamente del mismo modo, los
agentes se hallan en la imposibilidad de emprender intercambios que anulen las
demandas netas.
Nótese que en el ejemplo escogido, sólo se podría evitar este resultado por
medió de una organización centralizada de las transacciones que descartamos
examinados en los apartados precedentes. Por lo tanto, sólo proponemos aquí un
contraejemplo en el marco de la teoría del equilibrio general.
Suponemos que en una situación de incompatibilidad entre planes agregados,
por ejemplo, la demanda excedente es negativa para los bienes a y c y positiva para el
bien b, el proceso de trueque lleva a la matriz siguiente:
a
b
c
A
1
0
-1
B
-3
3
0
C
1
0
-1
Existen todavía posibilidades de intercambios ventajosos del bien a para los tres
agentes. Pero el trueque directo ya no es posible y el trueque indirecto, tampoco, por
falta de oferta neta del bien b. La viabilidad de los intercambios (z, zh = k Q Vi, V h) no
se verifica y volvemos a encontrar, en forma aún más acentuada, la misma dificultad
que ya hemos examinado.
Lo anterior es suficiente para ilustrar el problema que se plantea en la teoría del
ajuste de los precios cuando -como debe ser- se admiten intercambios durante el
proceso de ajuste.
De manera más general, el análisis de esta sección lleva a
siguiente: en el marco de la teoría del valor, cualquiera que ésta sea
totalmente independiente del nivel de los precios vigentes, se plantea
específica para el cumplimiento de la condición de viabilidad de los
Llegamos así a la cuestión del medio de cambio.
la conclusión
y de manera
una dificultad
intercambios.
LA JUSTIFICACIÓN DE LA MONEDA COMO MEDIO DE CAMBIO
Se evitarían los inconvenientes del trueque sise adoptaran medios de cambio
con poder de compra general. De inmediato se piensa en la moneda y se concluye así
desde A. Smith.
Propondremos, sin embargo, un planteamiento distinto, tomando como
referencia la importante obra de F. Galiani ya mencionada. Por cierto, no se puede
esperar de un texto tan antiguo un análisis conforme a las normas vigentes hoy en día.
En cambio, se encuentran en él sugestiones e intuiciones interesantes que, una vez
elaboradas en términos modernos, permiten profundizar el concepto de trueque y
constituyen una excelente introducción al análisis de la moneda (en particular, en lo
referente a su emisión y circulación).
Empezaremos por estudiar el sistema de bonos como solución para los
inconvenientes del trueque; examinaremos luego las dificultades que plantea este
sistema, lo que nos llevará al análisis de la' organización de las transacciones implícita
en la teoría del valor y a la necesidad de la presencia de la demandas netas que se
supone resulta de un proceso de trueque directo y que no puede anularse por medio de
este tipo de intercambio. Utilizamos la misma convención acerca de las unidades físicas
de medida de los bienes que en el ejemplo precedente.
a
b
c
d
A
1
-1
0
0
B
0
1
-1
0
C
0
0
1
-1
D
-1
0
0
0
El mismo razonamiento que el anterior lleva a la conclusión de que un
intercambio de trueque indirecto se realiza entre los agentes A y C (en el mercado b d), por un lado, y entre los agentes B y D (en el mercado a -.c), por el otro. El resultado
es:
a
b
c
d
A
1
0
0
-1
B
-1
1
0
0
C
0
-1
1
0
D
0
0
-1
1
Llegamos una vez más a la imposibilidad de anulación de las demandas netas.
Esta matriz muestra que, como en el caso precedente, si el proceso continúa, se
realizan intercambios de trueque indirecto entre los mismos agentes que intercambian
los mismos bienes y volvemos a encontrar la matriz inicial. El bloqueo de las
transacciones es, por tanto, total.
Concluyamos: estos contraejemplos demuestran que cualquiera que sea la
teoría de los precios (y, por ende, el cálculo de las demandas netas), el sistema de
intercambios de trueque no garantiza, en general, la asignación deseada de las
mercancías, aun cuando los precios la permitan. En otros términos, los precios de
equilibrio o los precios de producción no constituyen una condición suficiente para el
equilibrio de los mercados.
Intercambios de trueque a precios p≠ p*
Ya vimos que en un esquema clásico, si se acepta la "regla de Smith", la
viabilidad de los intercambios se expresa de la misma forma, cualquiera que sea el
vector estrictamente positivo de los precios vigentes. En consecuencia, la suma de los
valores de las demandas netas es siempre cero, tanto para los renglones como para las
columnas. Volvemos así a encontrar los casos ya vimos a propósito del trueque,
siempre se cumple aquí la igualdad siguiente:
, es decir que la distinción -fundamental en el trueque entre
demanda neta, demanda neta de transacción y nivel de intercambio no tiene ahora
ningún objeto.
El sistema de las transacciones. De ahora en adelante sólo consideraremos el
esquema clásico de 1.2.3, en el cual cada agente ofrece una mercancía única. Los
resultados serían los mismos si se tomara el sistema de equilibrio general.
La matriz de demandas netas es:
donde:
El sistema de transacciones es muy sencillo: después de haber conseguido el
bono que le corresponde, cada agente recorre como prefiere su renglón de esta matriz.
El movimiento de los bonos no plantea ninguna dificultad. Emitido como
contrapartida del valor de la oferta de un bien, el bono adquiere así un poder de compra
general, que pierde progresivamente al circular (al intercambiarse con los bienes) hasta
su anulación. En este momento, el bono vuelve a ser lo que era antes de su emisión, es
decir, un pedazo de papel sin valor alguno. La circulación se termina cuando se anulan,
simultáneamente, el valor de todos los bonos (y, por ende, la cantidad de medio de
pago existente) y de L mercancías disponibles en cualquier tienda. Ambas exigencias
sólo se cumplen. si los precios están al nivel normal o de equilibrio. En otro caso, una
de las dos no se verifica.
Se eliminan así los inconvenientes del trueque y se verifica la viabilidad de los
intercambios, o sea que, a los precios p*, se equilibran los mercados. Tenemos pues,
p*= p** Examinaremos en 1.3.2 las dificultades propias- del sistema de bonos.
El método de Galiani
El lector puede ignorar este punto sin perder nada importante, del análisis que
estamos desarrollando.
El objetivo de Galiani es la "demostración de la naturaleza y de la utilidad de la
moneda", 28 partiendo de la asimilación de los inconvenientes del trueque a los costos
de transacción, como ya vimos. Éstos podrían ser eliminados gracias a una
organización social en forma de vida comunitaria donde todos los miembros
depositarían los productos de su trabajo en moneda; terminaremos mostrando los
límites de la justificación de la moneda a partir, de los inconvenientes del trueque.
El sistema de bonos como solución para los inconvenientes del trueque
Los bonos según Galiani
Volvamos a la situación que tomamos como punto de partida para el análisis del
trueque. Imaginemos que los agentes depositan sus ofertas en varias tiendas, una para
cada mercancía, y reciben un bono así redactado: "El portador ha entregado en las
tiendas públicas tal cantidad de tal mercancía, digamos por ejemplo cien pares dé
zapatos, por cuyo valor resulta acreedor de la sociedad. Es decir, si p; es el precio
expresado en una unidad de cuenta común, se inscribe en el bono el valor
oferta de i por parte del agente h.
de la
La característica esencial de los bonos es su aceptación como medio de pago en
todas las tiendas. De no ser así, por ejemplo, si "el que depositó 100 pares de zapatos
sólo pudiera exigir, digamos, 1 000 libras de pan [...] tendríamos algo muy
incómodo".En realidad, los inconvenientes serían mucho más graves que los del
trueque, puesto que en este caso se agregaría una restricción más a los intercambios
de las mercancías.
En fin, se da al Príncipe un cierto número de bonos que distribuye a sus
empleados. Como contrapartida, cada agente tiene que depositar una parte .e sus
ofertas en las tiendas sin que el valor correspondiente esté inscrito en el bono que
recibe.
La "circulación" de los bonos
Examinaremos sucesivamente las condiciones para los intercambios y el sistema
de transacciones.
Los intercambios. La propiedad de medio de cambio general atribuida a los
bonos modifica de manera radical las reglas de los intercambios con respecto al
trueque. Se suprime, evidentemente, la regla de coincidencia recíproca de las
necesidades. En cambio, se mantiene la regla del quid pro quo que, sin embargo,
desempeña ahora un papel distinto. Supongamos un agente h, productor de i, que tiene
una demanda de j. Al salir de la tienda j tiene la cantidad demandada de j y su bono,
cuyo valor está disminuido en el monto
. Es evidente que el quid pro quo se
sigue verificando, ya que tanto antes como después de la transacción, el valor de su
provisión total (bonos más bienes) sigue siendo el mismo. Pero, contrariamente a lo que
a
. Se comprende fácilmente que la intención de defraudar sólo se
realiza si, al final de los intercambios, el total que queda inscrito en el bono es
estrictamente inferior a la diferencia entre el valor nominal inicial y
caso, el agente ha comprado una cantidad de mercancías
. En este
superior a la que le corresponde; por lo tanto, una cantidad no nula de unidades
de cuenta queda inscrita en los bonos de otros agentes, los cuales resultan depreciados
de esta manera en términos de las mercancías compradas por el agente defraudador.
Posibilidad del fraude
Tratándose de una transferencia (fraudulenta) de mercancías del conjunto de la
sociedad en beneficio del defraudador, el fraude es, a priori, algo provechoso para el
agente individual. La carencia de virtud lo hace deseable. El único problema es,
entonces, el de su posibilidad.
El fraude es posible si ningún agente tiene interés en impedirlo o si, teniendo
interés, no tiene la capacidad de hacerlo. Vamos a mostrar que es, precisamente, lo
que ocurre en el sistema de bonos.
En primer lugar, los agentes no defraudadores evidentemente tienen interés en
impedir el fraude, pero, al mismo tiempo, no disponen de ningún medio para lograrlo, ya
que en el sistema de bonos, el intercambio es tal que toda relación directa entre
agentes queda excluida.
Llegamos así a la situación del gerente de lá tienda que permite el fraude. El
punto central es que, por no correr ningún riesgo de ser sanciona (económicamente,
por supuesto), el gerente no tiene interés alguno e,. oponerse al fraude, sino que, como
sugiere Galiani, puede estar interesado en favorecerlo. La explicación de esta
característica permite profundizar el análisis de la emisión de los bonos.
La matriz de demandas netas muestra que, cualquiera que sea el valor nominal
inscrito en el bono del defraudador -el agente 1, en nuestro ejemplo-, el gasto total
efectuado en la tienda 1 no tiene que cambiar, de manera que el gerente de la tienda 1
siempre puede satisfacer los créditos en términos de la mercancía 1. Esta propiedad se
explica sencillamente: la emisión de bonos no es una operación de compraventa de
mercancías. De ser así, la sobre evaluación de las mercancías provocaría un déficit en
la contabilidad del gerente que vende al precio de equilibrio y compra a un precio
superior. Pero éste no es el caso: el gerente no compra ninguna mercancía sino que
crea un medio de pago general. Por consiguiente, no puede manifestarse ningún déficit
en su contabilidad, ni en términos de bonos ni en términos de mercancías. El déficit va
a surgir en términos de mercancías en las tiendas que reciben los bienes comprados
por el defraudador y en términos de bonos para los agentes que compran estos mismos
bienes.
Esta no parece ser la opinión de Galiani cuando describe los efectos del "tiendas
abiertas y comunes", en las cuales recogerían "lo que necesitan, como quieran.. .
Este sistema presenta un grave inconveniente: al contrario de las pequeñas
comunidades religiosas (en las cuales es viable), "las ciudades y los reinos" no están
poblados "únicamente por gente escogida y. virtuosa". De lo cual resulta que la
organización en forma de comunidad es, a, la vez, injusta (porque "el flojo, por
defraudar a los demás el producto de su trabajo, viviría injustamente del trabajo de los
demás") e ineficiente ("al no estar estimuladas por la ganancia, las personas
trabajadoras trabajarían menos; y los flojos, puesto que pueden contar con el trabajo de
los otros, trabajarían poco o nada").
¿Cómo solucionar esta dificultad? "Se podría tener en cuenta lo que cada uno
trabaja y su derecho al producto de los demás no debería exceder su propia
contribución al producto de la sociedad." Aquí Galiani introduce el sistema de bonos
cuyo papel es, por lo tanto, completamente distinto del que acabamos de describir: no
representa una solución para los inconvenientes de las transacciones de trueque a
precios dados, sino un arreglo para suprimir los .inconvenientes de un sistema de
asignación de bienes independientemente de los precios. Ésta es una consecuencia de
la identificación inicial de los inconvenientes del trueque con la información cualitativa
de los agentes y, por ende, con la organización de los mercados. —.
Surge ahora el problema de fijar los. precios. Dos interpretaciones son posibles.
Una según la cual los precios constituyen un dato exógeno, estando determinados por
el Príncipe que "fija el valor de todas las cosas".29 Otra posibilidad consiste en utilizar la
interesante teoría del valor desarrollada por Galiani en la primera parte de su obra.° El
análisis de la formación de los precios queda, entonces, separado de la justificación de
la moneda partiendo los intercambios y volvemos a encontrar el método tradicional,
todavía vigente en la teoría contemporánea.
Los inconvenientes del sistema de bonos
En realidad, y con razón, Galiani no ve mas que uno, el fraude. Ahora bien; al
meditar más sobre esta cuestión, comprendí que el principal, incluso el único,
inconveniente que este sistema podía implicar eran los bonos fraudulentos [...] De
carecer de fe y de virtud, los gerentes, para favorecer a los amigos y familiares, podrían
acreditarles un precio mayor para las mercancías entregadas por ellos declarando, por
ejemplo, que fulano, que sólo ha entregado 10 zapatos, es acreedor de 1 000 libras de
pan, como si hubiera entregado 100 en lugar de 10.
Descripción del fraude
Examinemos el fraude de un agente cualquiera, por ejemplo, el 1. El gerente de
la tienda 1 inscribe en el bono del agente 1 un valor nominal superior bonos que, dada
la modalidad de su emisión, implica un acuerdo (lucra tic¡ mercado) entre todos los
gerentes; la segunda es la desvalorización proporcional de los bonos en términos de
bienes, que depende de la circulación y sólo puede ser lograda por la imposición de un
racionamiento proporcional para todas las demandas. La neutralidad del fraude
aparece, pues, como un caso extremo, totalmente inverosímil y artificial y, por ende,
poco interesante. Queda así planteado el problema de comprender por qué otro caso
extremo, igualmente artificial -la neutralidad de la moneda-, ha tenido un éxito tan
grande en la literatura económica desde el, nacimiento de esta ciencia hasta nuestros
días.
Dejemos de lado este caso particular y volvamos al caso general: la relación
entre la variación fraudulenta del valor nominal de los medios de pago y los precios
relativos. En la teoría del equilibrio general, un sistema de, trueque implica que la
compatibilidad de los planes agregados de los agentes puede acompañarse de la
incompatibilidad de planes individuales a nivel de los mercados. Por instituir medios de
pago generales, el sistema de bonos elimina esta última incompatibilidad. Pero aparece
una nueva contradicción: la compatibilidad a nivel global entre planes de los agentes ya
no está asegurada, puesto que, a causa del fraude, los precios mismos ya no tienen un
límite definido. Lo mismo ocurre evidentemente en la versión clásica de la teoría del
valor. En ambos casos, el vector p* ya no existe.
La característica del sistema 'de bonos es que permite a cada agente modificar
individualmente el resultado de un proceso social, es decir, los precios (de equilibrio).
Esta posibilidad tiene una sola causa: la prerrogativa de cada agente para crear un
medio de pago general, o sea, en términos de Marx, un objeto inmediatamente social.
Acabamos de decir "cada agente". ¿Pero no se apoya la emisión de bonos en
una relación entre agente y gerente? El análisis que liemos hecho del fraude demuestra
que esta relación es, en realidad, una simple ficción. Todo el proceso de intercambio
funciona como si el agente mismo emitiera el bono en el cual inscribe el valor de su
oferta. La presencia de un intermediario -el gerente no cambia en absoluto esta
situación, puesto que ninguna restricción económica lo obliga a representar en el bono
el valor de equilibrio de la mercancía.
Se puede concluir que, en el sistema de bonos, cada agente, al mismo tiempo
que produce -y, más generalmente, ofrece- mercancías, fija como quiere el valor de su
crédito sobre la sociedad. Por lo tanto, la idea misma de intercambio de mercancías se
vuelve artificial. Si bien los precios no tienen límite definido, las cantidades físicas sí lo
tienen: el nivel de la producción y de la oferta. La imposibilidad de funcionamiento del
sistema es completa.
Trueque, bonos y moneda
Del análisis anterior se concluye que, en el sistema de bonos, el medio de
cambio corresponde perfectamente a los bienes, pues se emite sobre la base fraude de
la siguiente manera: "Sería lo mismo que hacer aparecer las tiendas como disponiendo
de un abastecimiento mayor que el real; de tal forma que al convertirse luego en
deudores de una cantidad mayor de objetos que la que tienen, resultarían rápidamente,
no sin injusticia, vaciadas a causa de este fraude. "s'
Este razonamiento no es correcto. El gerente sólo sería deudor por el monto
escrito en el bono si:
•
se tratara de una compra, y ya vimos que tenemos que excluir esta posibilidad;
•
se tratara de la emisión de un medio de pago que obedece a las mismas reglas
que un billete convertible (en este ejemplo, en mercancía ).
Tampoco es éste el caso: el bono es un medio de pago que no implica ninguna
promesa por parte del emisor de pagar algo a quienquiera que sea. Esto es así porque
el bono se emite para pagar todas las mercancías excepto, precisamente, la que
corresponde al punto de emisión.
Concluyamos. El fraude es provechoso y, a falta de virtud, incluso deseable.
También es posible, gradas a la estructura de los intercambios que excluyen los
encuentros entre agentes y a la emisión de medios de cambio en forma de bonos. En
efecto, el fraude no afecta la situación del emisor de bonos fraudulentos (o la mejora),
beneficia al defraudador y perjudica a los demás agentes que, sin embargo, no tienen
ningún medio para oponerse. El resultado inevitable es la generalización del fraude.
Consecuencias del fraude generalizado
Análisis de los efectos del fraude sobre los precios muestra que el sistema de
intercambios por medio de bonos no es viable.
Desde el punto de vista de los precios, el. fraude suprime la restricción de
presupuesto a partir de la cual se han determinado los precios de equilibrio. Actúa,
pues, como mecanismo a través del cual el defraudador modifica en provecho propio el
sistema de precios relativos. Al estar al alcance de todos los agentes, el fraude implica
la total indeterminación de los precios. Hay tantos sistemas de precios como estructuras
de fraude -es decir, un número indeterminado- puesto que cada pareja agente-gerente
(véase más adelante) tiene un poder discrecional sobre los precios.
Notemos un caso extremo: si todos defraudan proporcionalmente al valor de las
ofertas, los bonos resultan equipo proporcionalmente desvalorizados, de tal manera que
los precios relativos permanecen inalterados y, por lo tanto, la asignación de las
mercancías resulta la misma que en ausencia de fraude. Se podría decir entonces que
las variaciones nominales del valor de los bonos no tienen efectos reales, o sea, que la
variación en la cantidad de unidades de cuenta inscritas en los bonos -es decir, la
cantidad de medio de pago- es neutra. Subrayemos que las condiciones de tal
neutralidad son muy restrictivas. La primera es el aumento equipo proportional del valor
nominal de las mercancía es medio de cambio general. Llegamos así a nuestro
resultado central en lo que se refiere al trueque: un sistema de intercambios de este tipo
no es, como suele pensarse, una ficción (útil o dañina, poco importa), sino,
fundamentalmente, una contradicción in adjecto, o sea, un sistema imposible como lo
ha demostrado el análisis anterior.(muestra en las siguientes figuras).
Los bonos y la circulación monetaria
A fin de desarrollar un poco más la idea según la cual el sistema de bonos es la
forma perfecta del trueque, comparémoslo rápidamente con una económica que posee
una moneda medio de cambio.
Examinemos en primer lugar la estructura de la circulación, considerando tres
agentes A, B y C que intercambian las cantidades xa, xb y xc de las mercancías a, b y c.
Sea in la cantidad de moneda que, por ejemplo, se encuentra en posesión de A Sean ba
bb bc y k los bonos emitidos correspondientemente por A, B y C. Los esquemas de las
figuras anteriores ilustran, respectivamente, el movimiento de la moneda y de los
bonos.
A diferencia de los bienes, la moneda describe un movimiento circular. Wicksell
resalta esta oposición diciendo que: "la expresión `circulación de los bienes', que se
utiliza a veces, es algo irreal".
En cambio, el movimiento de los bonos refleja completamente el de las
mercancías: ambos se orientan en un solo sentido, opuesto uno al otro. Una vez
terminado su recorrido, la mercancía sale del mercado para ser utilizada; de la misma
manera sale el bono, lo que se expresa por la disminución de su monto en el valor de la
mercancía comprada (en nuestro ejemplo, la anulación es total en cada transacción). El
término "circulación" resulta, por lo tanto, impropio no sólo en lo que se refiere a los
bienes, sino también a los bonos.
De lo anterior resulta la proposición siguiente: si bien cualquier objeto que de la
producción de mercancías. De esto derivan las distorsiones inevitables entre el valor de
los bienes y su representación por el medio de pago. Examinaremos a. continuación
esta cuestión en sus dos aspectos: 1) el sistema de bonos es, en realidad, la forma más
acabada del trueque que, por lo tanto, se presenta como un sistema imposible; 2) el
movimiento de los bonos no constituye una circulación monetaria. Los bonos y el intercambio de trueque
Según R. Glower, "una mercancía-moneda es [...] cualquier mercancía que
puede intercambiarse directamente con todas las demás mercancías. De lo cual resulta
que una economía de trueque es una economía en la cual todas las mercancías son
mercancía-moneda".
La definición de la mercancía-moneda nos parece perfectamente correcta: la
mercancía-moneda es aquella que posee la propiedad de medio general de intercambio
o de pago. En cambio, la deducción relativa a la economía de truque es inexacta. En un
sistema de trueque. (en la acepción usual de la palabra que utiliza Glower) ninguna
mercancía puede, ser directamente intercambiada con todas las demás. En efecto, el
hecho de poseer manzanas no basta en absoluto para poder comprar peras, como lo
ha demostrado abundantemente el estudio de los inconvenientes del trueque. Ya vimos
que el origen de estas dificultades es la posible incompatibilidad entre las características físicas de una mercancía y su función como medio de pago. Por ejemplo, la
propiedad de un valor de $1 000 puede permitir la compra de que si consiste en
mangos, pero no si consiste en manzanas. Sabemos por qué: en el trueque, los medios
de pago son siempre particulares para cada transacción y para cada agente. Por lo
tanto, no es correcto decir que, en una economía de trueque, todas las mercancías son
mercancía-moneda en el sentido que le da Glower.
Nótese,' sin embargo, que todas las mercancías tienen esta propiedad en el
sistema de bonos imaginado por Galiani: --cada mercancía es verdaderamente un
medio de pago que "puede intercambiarse directamente con todas las demás
mercancías",'puesto que se rompe la unidad entre medio de pago y bien físico propia
del trueque tradicional. El bono expresa de manera autónoma la función de medio de
pago que poseía la mercancía. Ya no hay costos de transacción de ningún tipo porque,
a través del bono que le está asociado, cualquier mercancía compra directa e
inmediatamente cualquier otra. Y, si se hace abstracción de los inconvenientes de este
sistema, al conducirse las transacciones se obtiene la asignación deseada: las
mercancías ya no sirven como medio de cambio y al desaparecer esta función también
desaparecen los bonos que son su expresión concreta. El sistema de bonos representa,
pues, la única economía de trueque en el sentido que le da Glower. Los bonos no son
una solución para los inconvenientes del trueque, sino la forma perfecta del trueque, es
decir, un sistema en el cual cada medio del tanteo, ya que la centralización de las
transacciones completa de manera natural la centralización del proceso de formación
de los precios; iii) el no tanteo, en la medida en que se quieren evitar las dificultades,
hasta la fecha-no resueltas, que acompañan a la introducción de un medio de cambio.
Al mismo tiempo, es evidente que la agencia central no constituye una solución
para el problema planteado -los intercambios-, sino su negación misma, ya que cada
agente nunca se confronta con los demás y sólo entra en relación con la agencia.
Estamos en las antípoda del objeto inicial de la teoría del valor. En este sentido, la
organización de las transacciones que acabamos de ver no es más que una
escapatoria.
Antes de introducir la moneda, es necesario examinar una última posibilidad.
Una característica de las transacciones por medio de la agencia central es la
eliminación del quid pro quo en cada transacción, ya que ni las ofertas ni las demandas
exigen una contrapartida en términos de mercancías. Podría entonces imaginarse una
descentralización que mantenga esta propiedad, sustituyendo las relaciones entre la
agencia central y los agentes por deudas privadas entre estos últimos, o sea, por la
moneda interna.
Este sistema introduce dos modificaciones principales en relación con el trueque.
La primera es que, en cada operación de intercambio, cii lugar del quid Pro quo
tenemos ahora la emisión y aceptación de una moneda interna. La segunda consiste en
el debilitamiento de la condición relativa a las necesidades: sólo se exige una
coincidencia simple (oferta y demanda de la misma mercancía) en lugar de la recíproca,
propia del trueque directo.
Por depender de condiciones mucho menos restrictivas que las del trueque
(directo o indirecto) sería de esperar que los intercambios puedan ahora para
realizarse. Sin embargo, esta solución tampoco es aceptable en el marco la teoría del
valor, pues volvemos a encontrar el problema del fraude que sólo puede ser eliminado a
través de la centralización. En efecto, sin instituciones centrales adecuadas, la
supresión del quid pro quo en cada intercambio autoriza a los individuos a no respetar
su restricción global de presupuesto. La contrapartida de la venta de una mercancía es
una deuda cuya solvencia depende únicamente de la buena fe del emisor, dado que el
acreedor no tiene ninguna capacidad para controlar el estado de las cuentas del agente
con el cual intercambia. Por lo tanto, cómo en el sistema de los bonos, el fraude es
fácilmente realizable dada la imposibilidad de identificar y sancionar a los
defraudadores. Esta dificultad sólo podría resolverse introduciendo en el esquema de
intercambios instituciones represivas y centralizando las cuentas individuales para
fiscalizar las operaciones de los agentes, es decir, mediante la ficción de la agencia
central que pensábamos eliminar. La organización de los intercambios resulta así
incompatible con las premisas del análisis. tiene un movimiento circular es un medio de
cambio general, lo recíproco no se verifica ya que no cualquier medio de cambio
general tiene un movimiento circular. Al contrario de lo que suele decirse, la función de
la moneda como medio de cambio universal no queda correctamente definida al afirmar
que la moneda tiene un poder de compra general. Para ello es necesario además
especificar las condiciones de emisión que le permiten a ese medio de cambio tener un
movimiento circular.
La moneda, dice Wicksell, "es una cantidad de dos dimensiones: cantidad de
valor, por un lado, y velocidad de circulación, por el otro".En cambio, los bonos son
magnitudes de una sola dimensión: la cantidad de valor. No se trata de una "moneda"
cuya velocidad de circulación es igual a 1, lo que implicaría un movimiento circular que
los bonos no tienen, como acabamos de ver.
Si la velocidad de circulación no tiene sentido en lo que concierne a los bonos,
su inversa, el saldo de transacción, tampoco lo tiene. Sólo existen los precios relativos,
expresados en cualquier numerario, ya que cada demanda de bonos (oferta de bienes)
tiene un único objetivo, a saber, la demanda de bienes. Puesto que las demandas netas
de bienes sólo dependen de los precios relativos, lo mismo se verifica para sus
contrapartidas, o sea, las demandas netas de bonos. No hay, entonces, lugar para una
demanda de medio de cambio en función de su precio. Eso es normal: nadie tiene
interés en disponer de un saldo para transacciones, pues la emisión de bonos permite
una organización de los intercambios tal que desaparece todo problema de
coordinación entre ingresos y gastos?' Conocemos la razón. En el trueque perfecto que
representa el sistema de bonos, por el hecho mismo de ser ofrecida, cada mercancía es
de inmediato medio general de cambio, aun antes
Una falsa salida: la "agencia central de compensación"
Se comprende fácilmente que la solución para los inconvenientes del sistema de
bonos estriba en la moneda. Tal es la conclusión de Galiani. Antes de examinarla en
1.3.5, es necesario considerar una solución alternativa -en realidad, una escapatoriacuyo único interés radica en que representa la organización de las transacciones
implícita en las teorías del valor.
Imaginemos que, además de los individuos y sus mercancías, existe una
"agenda central de compensación", es decir, un sistema centralizado de cuentas y
depósitos de mercancías, que funciona de la manera siguiente: al principio de cada
periodo de mercado, los agentes depositan sus ofertas netas en la agencia que acredita
sus cuentas por el valor correspondiente; luego, recogen las mercancías demandadas y
se anulan las cuentas.
Éste es el único sistema coherente con:
•
la existencia de p* como precios de equilibrio general en el sentido completo de
la palabra y no sólo como precios de equilibrio entre planes agregados;
•
el ajuste de los precios por y a menudo interpretado, al menos implícitamente,
como una deducción de la moneda, lo cual nos parece por completo
inadecuado. Sin embargo, como lo señalamos en la Introducción, presenta una
ventaja evidente: puesto que el papel que se atribuye a la moneda es el más
reducido posible, el alcance de los resultados que obtendremos en lo que se
refiere a las dificultades de la teoría económica en materia monetaria es tanto
más importante. A continuación, nos limitaremos a subrayar una dificultad
interna del método utilizado.
Volvamos a considerar la hipótesis relativa á las cantidades de mercancías
existentes para el intercambio. Nos quedamos con la impresión de que hemos
comenzado por examinar las transacciones sin moneda en una economía real,
caracterizada por un conjunto de datos iniciales, entre los cuales figuran el stock de
mercancías y la técnica de producción, y que hemos introducido luego la moneda en
esta economía. Ahora bien, esta impresión sólo se justificaría si esos datos fueran
independientes del resultado, o sea, de la presencia de la moneda como medio de
cambio. Sin embargo no es así. Los inconvenientes del trueque afectan, antes que
nada, a los datos mismos, es decir, son un obstáculo para la división del trabajo y, por
ende, para la producción de mercancías en una sociedad fundada en la propiedad
privada.
Esta idea ha sido generalmente aceptada -aunque rara vez analizada desde la
época en que A. Smith subrayó con fuerza las relaciones estrechas entre las
posibilidades de intercambio, la división social del trabajo y el aumento de la
productividad y de la riqueza. Pero, al mismo tiempo, ha sido completamente
abandonada, incluso olvidada, por la teoría del valor. Cabe apuntar que se plantearían
inmensas dificultades si se elaborara esta teoría teniendo en cuenta, desde el principio
del análisis, tanto la moneda como rendimientos crecientes relacionados con la división
del trabajo, que sólo permite realizar la presencia de la moneda al posibilitar los
intercambios.
Volviendo a nuestro problema se puede concluir sintéticamente que la moneda
no sólo asegura el funcionamiento de una economía descrita por los datos iniciales de
la teoría del valor, sino que, y sobre todo, es una condición esencial para la existencia
misma de esta economía. No vemos cómo se podría concebir una sociedad compuesta
por un gran número de mercancías y de individuos propietarios privados sin un sistema
de intercambio eficaz.
En realidad, el método utilizado para justificar la moneda a partir de los
intercambios de trueque es el siguiente: el verdadero punto de partida son los
resultados posibles de una economía monetaria; se extrae la moneda, se analizan, las
dificultades de los intercambios de trueque y se concluye la necesidad de la presencia
de lo que se había excluido. Estamos lejos de una "deducción", puesto que algunos de
los datos son el resultado de lo que se quiere deducir. Reconocemos aquí la crítica muy
profunda que hizo J. J. Rousseau a este mismo método que, como ya señalamos, fue
utilizado por primera vez por los filósofos de los siglos XVII y XVIII.
La moneda como solución para los inconvenientes del sistema de bonos
Así se expresa Galiani:
Ahora bien [...] me pareció que la mejor [manera de eliminar los inconvenientes
de los bonos] sería que sólo el Príncipe firmara una determinada cantidad de bonos,
todos de un mismo precio [...] y distribuyera las cantidades adecuadas a los gerentes de
las tiendas, los cuales los cederían a los que entregaran mercancías, retomándolos de
los que las extrajeran [...] Así se pondría remedio [...] a la falsificación [...] Los gerentes
podrían llevar exactamente sus cuentas; y en fin, si fuera cierto que ninguno rechazara
los bonos por temor al fraude, es probable que con este sistema una sociedad pudiera
regirse y conservarse.40
El gerente es ahora una figura distinta de la del agente económico y representa
una organización posible de los mercados. Tiene una relación de intercambio con los
agentes: para comprar las mercancías, introduce en la circulación la moneda que recibe
del Príncipe. A los precios p` se realiza la asignación deseada de las mercancías y, al
final de la circulación, el gerente tiene la misma cantidad de moneda que la que había
gastado. La moneda refluye entonces hada su punto de partida, el Príncipe.
Se justifica de este modo la presencia de la institución monetaria como
organización apropiada para que se verifique la viabilidad de los intercambios. En
efecto, por una parte, los agentes tienen que aceptar el quid pro quo en cada
transacción, lo que, en consecuencia, garantiza el respeto de la restricción global de
presupuesto (como en el trueque y contrariamente al bisté made bonos o con moneda
interna); por la otra, elimina los inconvenientes del trueque al sustituir un medio de
cambio general con los medios de cambio particulares para cada transacción y cada
agente. Este resultado es suficiente, ya que para el desarrollo posterior del análisis
podemos dejar de lado los problemas específicos de los intercambios monetarios.
Queda pendiente un último problema, el más importante. En el texto anterior,
Galiani recalca una sola restricción: todo iría bien "si fuera cierto que nadie rechazara
los bonos por temor al fraude". Esta observación nos introduce al tema central del valor
de la moneda.
Ambigüedad de la justificación de la moneda partiendo de los intercambios de
trueque
La idea esencial que se desprende del análisis anterior es que, en el marco de
los modelos básicos de la teoría del valor, la moneda no existe como objeto teórico sino
en virtud de la dificultad de llevar a cabo las transacciones en ausencia de un medio de
cambio, cualesquiera que sean los precios, de equilibrio o no. No vamos a proponer
una crítica de este planteamiento, a se encuentra en la obra de Galiani quien, por
primera vez y de la manera más clara, explica el alcance de la teoría de la moneda.
Del análisis del capítulo anterior resulta que el medio de pago general no puede
ser regulado por las mismas leyes que la producción de mercancías, pues debe ser
único y emitido por una sola, entidad. Esto da lugar a la dificultad siguiente: si el valor
de la moneda depende de la voluntad del Príncipe, esta última constituye entonces la
condición del buen funcionamiento del sistema de los intercambios, lo que reduce
drásticamente el alcance de la teoría del valor.
Aclaremos este punto, recordando el aspecto teórico central del proyecto
científico con el cual nació la economía política en el siglo xviIi. Se trata de demostrar
que una sociedad, compuesta por individuos que, en la búsqueda de su interés
personal, actúan independientemente unos de otros a partir de las indicaciones que les
proporciona el mercado, puede alcanzar un estado de coherencia o de cohesión global,
caracterizado por la compatibilidad recíproca de las acciones individuales. Ésta es, en
síntesis, la tarea principal' de la teoría del valor. Subrayemos un punto importante en el
marco del problema aquí planteado. El alcance de este proyecto es tanto más amplio
en la medida en que no implica ninguna referencia a una concepción moral del hombre.
En efecto, si bien en el siglo xviii se pensaba que los individuos estaban animados por
una amalgama de pasiones altruistas y egoístas, la teoría económica incipiente sólo se
apoyó en estas últimas.
Este proyecto aparece con toda claridad en la obra de Galiani, quien elabora una
notable teoría del valor basada en las nociones de utilidad y de escasez (que sólo será
verdaderamente superada 120 años más tarde gracias a la introducción del concepto
de utilidad marginal). A partir de la distinción entre los "estados permanentes y fijos" y
los "primeros movimientos", este autor concibe un proceso de ajuste de los precios que
lleva supuestamente a un equilibrio de largo plazo. De lo cual resulta que "a menudo
nuestras bajas pasiones, casi en contra de nuestro deseo, están ordenadas hacia el
bien del todo".
Ahora bien, esta admirable construcción, cuyo desarrollo desemboca en la teoría
contemporánea del valor, peligraría completamente si la posibilidad de los intercambios
estuviera subordinada a una hipótesis de virtud -la del Príncipe- que se elimina
precisamente para poder concebir la cohesión social en términos de procesos
autorreguladores.
La solución para esta dificultad estriba en la supresión de la relación entre el
valor de la moneda y la voluntad del Príncipe. Llegamos así a la concepción de la
moneda como objeto económico, determinado a partir de reglas económicas y no
políticas, cuyo fundamento racional es la demostración según la cual el valor de la
moneda se determina como valor "natural", es decir, independientemente de cualquier
voluntad de los individuos y a través de la interdependencia de sus acciones, decididas
sobre la base de las informaciones obtenidas en el mercado. El problema quedaría así
resuelto. Como lo expresa claramente Galiani, "puesto que el precio es una medida de
EN MATERIA monetaria, el problema teórico inicial consiste en justificar la
existencia de un medio de cambio general y único. Este planteamiento -sorprendente a
priori- es una consecuencia directa de la teoría del valor, cuyo principio básico es, como
ya vimos, la relación entre individuos y objetos físicos.
El método adoptado tanto por los economistas modernos como por los antiguos
es fundamentalmente el mismo. Se parte de la economía descrita por la teoría del valor
y se demuestra que las condiciones de-existencia de precios de equilibrio general en la
versión ortodoxa, o de precios de producción en la versión clásica, no son suficientes
para garantizar la compatibilidad recíproca de los intercambios. En efecto, estos últimos
se enfrentan a dificultades o "inconvenientes" cuya solución requiere, precisamente, la
introducción de la moneda en su función de medio de cambio.
Este método no constituye una invención de los economistas. Fue tomado de los
filósofos de los siglos XVII y XVIII, quienes lo utilizaron para justificar el poder del
Estado y criticar la teoría heredada de la tradición medieval que sostenía el origen
divino del mismo. Dichos filósofos elaboraron una ficción, bautizada "estado de
naturaleza", que era, en realidad, la sociedad de la época sin sus instituciones políticas;
mostraron que esto implicaba inconvenientes (distintos, según los autores) que podían
solucionarse mediante un pacto o contrato social. Justificaron así la institución
contractual de la sociedad civil y del poder político que resultaba, por tanto, fundado en
la voluntad popular y no divina.
El trueque desempeña en la teoría económica un papel similar al del estado de
naturaleza en la filosofía política, en el sentido de que ambos representan el punto de
partida ficticio del razonamiento que lleva a la justificación de una categoría central: la
moneda en la economía política y el Estado en la filosofía.
Sin embargo, cabe señalar una diferencia muy importante. En la filosofía, una
vez obtenidas las nociones de sociedad civil y de Estado, son éstas las que van a
constituir el objeto central del análisis, abandonándose de ahí en adelante la ficción del
estado de naturaleza. Es lamentable que no ocurra lo mismo en la teoría económica, ya
que, pese a la demostración de la presencia necesaria de la moneda, no se desarrolla
posteriormente una teoría de la producción, del capital o de la acumulación en una
economía monetaria. El objeto privilegiado del análisis sigue siendo una economía
ficticia sin moneda, conforme al planteamiento general de la teoría del valor.
Descargar